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268 Hombre 7 ééquine sus ingeniosos hoyos. De todos modos no vivitiade inueces; aunque fis puclese recolectar tiene la misma forma de subsistencia que st protoripo en enya disefio también se basan sus mecanismos esencia- les. Su creador lo Llama Squee; en los anales de la biologla imitada S'puchsle Que ne secuctde somo la Mt spores berkeleyana ‘La instruida mascota de Iaboratorio, M- docilis, la maquina de «xépido adicstramientov pronto serd digna de especial atencién. Como juguetes, renuevan el espiritu-de los nifios de Ieboratorio que todos somos, llevdndonos a familiarizarnos cada vex més con lox, mecanis- mos minuciosos, Como herramientas, son instrumentos fidedignos de exploracién y de frecuentes: esclatécimientos repentinos. Como totems, mantienen le reverencia por Ia vida que tan laboriosamente se les ha hecho imives de mariera muy humilde —y siempre la reve; enciarian aun cuando elles, criaturas de «hechicerian atishando el confuso futuro 1a siguiente caricature todavia no ha sido dibujads. Es una fan tasfa mia, En ella, un paciente, con los ojos desorbitados y los pelos de punta, esté tumbado en un sofé de un consultorio psiquidtrico hhablando’con un analista, que claro esté, resulta ser una mégui Fe mfgunvandivta cattle: «Cte que sey humane VaP» |. ' Despue determina primes coreciones de te al obtve tune inesperada cunfirmecién de mi «fantasiae respecto a vi aiquing enaliea (que gp cs en st misma, exacte a mi tesis), Una noticia aparecida en el New York Times del 12 de matzo de 1965, informa que ela miquins de excribir de tun coniputidor s¢ ha. scteditado con notable Eeito, en. un hospital toca, en Inejorar ridcalmente el estado de vatos alfias que aufren de wna forma extre fadumente grave. de esquizaivenis inéantil.. Fspecialmenss, [o que fa asom ado # muchos psiquiattas es que 1a mejoria de los nifios se predujo sin psico- terepia} slo intervino la miqcina, Habla, escache, responde al ser tocad, hace Ciajos p gréicos,comenta y expiica, facta Informacin y se li, puede, prepe- 24 que haga toda esto en cuelqnier orden. En suma, la méquina intenta corbin up fsiumente de deni fin ado Jo er, dos ungon wumano yet de le maquina, Se lama Edison Regponsive Environment Sys tem, Es una mdquina de escibie «patlantes may sofstieade (un cruce de com. 270 Hombre y méquina Estas dos caricaturas son un medio de sugerir la amensza que hoy dia pesa sobre nosotros, la cada vex mayor dependencia entce el hombre y la maquina. Rs de este tema del qpre desen tratat ahora, enfocéndolo en términos que Uamaré le «cuatta discontinidads. Sin embargo, para explicar lo que quiero decir con In «cuarta dis continvidad», primero debo situar la expresién dentro de un contexto histético. En la decimoctava conferencia de su Tntroduccién general al psi- coanélsis pronunciada en la Universidad de Viena entre 1915 y 1917, Freud sugitié su propio caso entre ef de los grandes pensadores del pasado que habfan maltratado el ingenuo amor propio del hombre EL primero fue Copérnico que enscfié que nuestra tierra «no era el centro del universo, sino solamente una pequefilsima particula de tun sistema universal de magnitud apenas concebible». El segundo fue Darwia que «privé al hombre de su peculiar privilegio de haber sido especialmente creado y le releg6 a descendiente det mundo ant- maly. Ahora, el tercero fue el mismo Freud, Por su cuenta, Freud admitié 0 pretendid, que el sicoantlisis estaba aintentando demostrar al "ego” de cada uno de nosotros que no es incluso duefio ni en su propia casa, sino que debe contentarse con los fragmentos de infor- macién sobre lo que se esté producienclo en su propia mente>. Poco después, en 1917, Fread repitié su descripcién respecto a las tres grandes conmociones para el ego del hombre. En su breve ensayo, «Una dificultad en el camino del psicoanilisis» de nuevo tra (6 de los golpes cosmolégico, biolégico, y ahora psicoldgico asestados al orgullo def hombte y, cuando su amigo Karl Abraham le reté, admiti6, «Tienes razén al decir que el relato de mi timo ensayo puede dar Ia impresién de reivindicar un puesto al lado de Copér- nico y Darwin» Existe alguna razdn para creer que Freud pudo haber deducido su conviceién de Ernest Haeckel, el representante alemén del darwi- rismo, quien en su libro Natinliche Schoplungsgeschichte (1889) comparé Ia obra de Darwin con In de Copémico y dedujo que juntos hhaban ayudado a hacer desaparecer ‘os vitimos rastros de antropo- putador analigico y digital) que puede ensefar « lo nifios a leer y « escihi. El Dr. Campbell Gocewin tiene In teoria de que Is miguine pido teducit # ae fos nfs sutsces reponceson por clming fos sereshumaes como fhetores de comunicscién. Una ver que los nifios pudieron comunicarse, lg potecid shrirsces en sus aiemes, petmiiiéndoles aparentemente Revat a cabo ‘ttrs actividades mentales normales que antes habaneludidom Emest Jones, The Lie gud Work af Sigmund Fread (ola via 9 la aba de Sigmund Freuds] {res vohimenes), Nueva York: Bisie Books, Tnc., Publishers (1953571, 17, 22826. 3. Confrontacién hombre mégains am morfismo de la ciencia®, Cualguiera que sea el origen de la visién de Freud de si mismo como el titimo de los quebrantadores del ego, su afirmacién ba sido aceptada generalmente por aquellos que, como Ennest Jones, se refieren a el como el «Darwin de la mentes * Sin embargo, la ampliacién mas interesante de la misma opinién de Darwin ha Hlegado del psieélogo americano Herome Bruner. La versi6n de Bruner de Jo que Freud Lamaba su «transvaluaciSa» esté relacionada con la eliminacién de discontinuadades, donde discon- tinuidad significa un énfasis en soluciones de continuidad 0 salzos en Jos fendmenos de Ia naturaleza —por ejemplo, una intensidad en las grandes diferencias entre Jos cuczpos lisicos en el espacio o en J tiewa o entre una forma de materia animal y otra ~en vez de un énfasis en su continuidad. Expresado de otra forma, Ia elimina- cidn de discontinuidad, es decir, el establecimiento de tna creencis en un continuo de Ja naturaleza, puede considerarse como Ie ereacién de continuidades, y éste es cl’ sentido de la exptesién de Bruner Semtin Braner, la’ primera continuidad fue establecida, mis que por Copérnico, por los fisicosilésofos griegos del siglo vx. Ast, pensa dores como Anaximandro imaginabsn los fenémenos de los mundos fisicos como «continuos y mon. ticos, como regidas por las Leyes comunes de Ja materia» *, El origen de la segunda continuidlad, la existente entre el hombre y el reino animal fue, por supaesto, la contribucién de Darwin, condicién necesatia para Ia obra de Freud. Segin Braner, con Freud se establecieron las siguientes continuida des: la continuidad de {e legitimidad orgénica, de forma que «el accidente en cuestiones humanas ya no se puede "explicar” més que como accidente de la nacwralezs>; la continuidad de lo primitivo, 3 Kenest Caster, The Problem of Knowledge: Pbilosephy, Science, end History since lege! (El problema del conceimiente: Tilsota, Ciencia ¢ Elie tonin desde Hepels), trans. Willa HL, Woplom and Chatise W. Bendel. New Haven, Conn, Yate Unierty Prese (1950), p. 160 Toes, op. ct, 11304 5 Pata las opiniones de Baier véase au «Preud and the Imoge of Mans (cEread y li Inagen del hombies) en Pertison Review, XITL, n© 3 (verano 1956), 340-41, Bn lugar de fos fists gregos del siglo sexo, de: Darwiny de Copétnico y de Freud, yo ponitia a Galo como e que deshito ia diecontirai died gue so cela enistia en el rnndo matetisl Pue Galle, después de todo, el primero en domester que low everpoe alerts som de la risa sostance gue Ip sitnpttectan tera y ertdn sujet lot miemneleyee mecdnees. Bo logue en the Two Principal Work! Syrtma> («Dalogo sobre fos dos. pitch ples sistemas woiversaless) (1632), elo slo defondis el estema vival» fe Copéimico conta Prolemeo, sino. que estibesié que mest «tinco>, es dieie Ta Titra, es une parte natural Gel otra «mun, ot sistema sola. De aqol que dl sanivero en goncral c+ un sstoma acontinuge, ua opinida eve ‘cuando ‘ods solo se sobreentenda en Copeinice. Caslaulers gue sea ix atc iin conten —fisieas arienos, Copetaicn 0 Galilee In opinion de Freud 80 ‘queda ca penspio afvcnda, ao Hombre y méquina pueril y artaico como coexistente con lo civilizado y evolutivos y Ia continuidad entre enfermedad y salud mentales. En esta versién de las rves conmociones histéricas del ego, el hombre queda situado como ua continuo espectro con relacién al uuniverso, al resto del xeino animal y a sf mismo. Ya no es discon tinuo con el mundo que le rodea. En un importante sentido se puede afirmar que, una yez que el hombre es capaz de acepiar esta sitoa cin, queda en armonia con el resto de Ja vida. Por cierto, que ¢l vehemente deseo de los roménticos de principios del siglo xix y de tedos los seres «enajenados» que desde entonces buscaton wun senti- do de «conexiény, se cumple de manera inespetada ‘Sin embargo, utilizendo la frascologia de Brunet, aunque no su idea, atin existe una cuarta y mayor discontinuidad, 0 dicotomfa, en nuestro tiempo, Es Ja discontinuidad entre el hombre y Ie maquina. En realidad, mi tesis es que esta cuarta discontinuidad debe set eli minada ahota —y desde Tnego, ya hemos dado comieazo a la tarea—~ ¥ que en el proceso al ego del hombre tendré que suftir otto rudo ope, similar a los administrados por Copétnico (0 Galileo), Darwin y Freud. Expresindolo Ianamente, ahora nos estamos dando cuenta Gue el hombre y las méquines que crea son continuos ¥ que, por ejemplo, las mismas ideas conceptuales quc ayuclan a explicar as funciones de su cerebro también explican Ins funciones de ana «mé quina pensanten. El orgullo del hombre y su repulsa a reconocer esta continuidad, es Ia base en la que se ha cimentado el recelo de la tee nologla y de une socieded industrilizada. Finalmente, creo que esto iiltimo se aposa sobre la negativa del hombre e comprender fceptar st propia naturaleza —como un ser continue con las het tnientas y méquines que construye. Ahora, petmftaseme explicar qué ces lo que interviene en esta cuatta discontinvidad. Hoy dfa parece evidente que el hombre evolucions de los otros animales @ través de una continua interaccién de cambios de herr imientas, {fsicos y mentales-emocionales. Ya no ¢s accptable la anti- gua opiniéa de que el hombre aparecié en Ia escena evolutiva com pletamente formado y que después procedié a descubrie hereamien- tas y las nuevas formas que éstas Te hicieron posible. Segin e) pro- fesor de antiopologfa de Ia Universidad de California, Sherwood L. ‘Washburn, «De las pruebas que répidamente se han ido acumulan- do, ya se puede teorizar con alguna confianza acerca de cémo el me- dio de vida que les hetramientas hicieron posible cambi¢ las presio- nes de la seleccién natural y tambign Ta estructura del hombre». Los detalles del argumento de Washburn son fescinantes, vineulacién de las herramientas con rasgos fisicos, como estructura pelviana, bi predalismo, estructura cerebral, as{ como con la oxganizacién de los hombres en sociedades cooperativas y la substituciéa de ln moralicad 3. Confrontacién hombre-méguina 23 por el control hormonal de la ectividad sexual y de ottas activi ssociless. La conclusion de Washburn es que afue e loge de le herramientes mas sencillas Ins que encauzaron la ovoluciéa humana y condujeron a las actuales civilizacionese ®, _ Darwin, naturalmente habia vislombrado el papel de las herve mientas en la evolucién del hombre’. Sin embargo, fue Karl Marx, el primero que situé el asanto en un nuevo dngulo, Aceptando de Benjamin Franiclin su definicién del hombre como «animal construc. tor de hetramientas», Marx sugitié en Das Kapital que «los vest Bios de los instrumentos de labor son, en el estudio de las formas socioecondmicas desaparecidas, de no’ menor importancia que. los fsiles en el estudio del organism de las especies extintas». Como sabemos, Marx deseaba dedicar su gran obra a Darwin —dedicatoria rechazacla por el eauteloso bislogo— y podemes ver parte de Ia tazdn de Mars de este deseo en el siguiente revelador pasaje: erwin be deena mato ines ena Netra de a ecnll n cs dete nel orgs de fos Siginos de sania 5 aninales cove eects Prods sey pac be Seties ies Setanta, [eo tel von el ees Sos ney rhs a Nee Ila ea ae ean eames Purse be see Bas a See ie ene Sine PASSE bi rei gn ee i ein sot ie hme cn mati, acl chee tf dec de'ty tad ee a as ae conceptos mentales Sina ae : ‘ _ Sélo un dogmético antimarxista podifa negar que Ia brillante imaginacién de Marx Je habta conducido a percibis paste de Ta cont nuidad entre el hombre y sus herramientas, Retirada, ouizd, la pista por lo distincién de Vico entre historia humana y natural, como he- cha por el hombie y hecha por Dios, a Marx casi se le podria dar un sitio en el panteén de Copéraico, Darwin y Freud como destruc. tor de las discontinuidades cel hombre con et mundo que Ie rodea, Antes que auestros actuales antropélogos, Marx se habia dado cuenta de Ia irrompible conexién entre le evolucién del hombre coma ser social y su exploiacién de las herramientas, Sin embargo, no se dio cuents de la segunda parte de nuestro tema, que el hombre y sus § sols and Humgn, Evctons (otetamientas y eueléa manos on Segue Areva CATE 929 Geuleie 960) 637, freee se Canes Buswn, The Destan! of Kn est, Yo ton, Con, (1872) pp. 431-32, 458. a “ eee eee sr lls on ne, Kel Nace, Catal. Tendo, en y Clee (2 vols. (Londres, 1951), T, 392-93, nota 2. ee m8 Hombre y miquina herramientas, especialmente en [a forma de las complicadas: méqui- znas madernas, son parte de un continua rebrico. FI Jecus cleccicus ce la moderna insistencia en la cuatta discon- tinvidad es, como bien se sabe, In obra de Descartes. En su Discourse ox Method, por cjemplo, sitéa a Dios y al alma a un lado, como sia localizacién en el espacio © expansidn, y al mundo meeéaico mate- rial, al otto lado. En cuanto la mente del hombre o alma participa de Ia razin que significa la razin de Dios el hombre conove esta divisiéa,o dualidad mente-matetia, porque, como Descartes se- fiala, el hombre no podria conocer este hecho con su solo entondi- miento, gue esta hasado dnicamente en sus sentidos, «in sitio donde es evidente que las ideas de Dios y del alma nunca han estado’. Une vez que ha definido a su Dios y le participacidn del hombre a través de Ia ra2én en Dios, Descartes podia avanzar atrevidmente hasta el mismo precipicio de un mundo sin Dios. Suscita ua mundo ‘en un expacio imoginario y demuestra gue debe marchat de acuerdo ‘con las conocidas leyes naturales, De la misma forma, imagina que «Divs found el cucrpo de un hombre igual al nuestro, tanto en ta configurscis cxterna de sus diversas partes como en Is configaracién interna de sus Srganos, sin utilizar en su composicién ninguna mate ria distinta a la que yo habia descrito (es decit materia fisica). Tam- bign sapuse que Dios no puso en este cuerpo ningdn alms racional \delnids per Descases como sess parte de newetoy sina del cuerpo cuya esencia ... es sélo pensar») ‘ralizande este hombre pursmente mecSnieo, Descartes alardca dde cdmo ha demostcado «qué cambios deben tener lugar en el cere bro para procacir debilidad, suetio, y ensuefios; cémo la luz, los sonidos, Jos olores, el guste, el calor y todas las demas cuslidaces de los objetos extetaos pueden implantar varias ideas a través de los sentidos .., ya expliqué qué debe entenderse por exe sentido animal ue recibe estas ideas, por Ia memoria que las retiene y por la ima- ginacién que puede cambiarlas en diversas formas y construit otras hnuevas a partir de ellas», Entonces, zen qué clfiere dicha imagen de la del hombre real? Descartes hace frente a su propio «hombre» di rectamente; merece la pena acotar toda sx exposicidn: Amt me dee gay denon gis ubise mans gu, anny ox Gepanos y Ie sparcnce de yr mono de agin oto aninal nacional wo tif ei gunn de ni atte gu ses a erg fhbiese une ingquiaa-que tures tal semsjnnza con pots euerpos ¢ ‘mitt musts reciones lo mis posible seiwpre esisian dos metedos absoluaente Slertor pars recenncer que verdadorameate todavia PO era un hombre. Ef pr > Read Dexentes, Ditcorrse on, Method, eadve. Laurence J. Lafleur. Indio nipalis, Tod.s The Hobbs Mel, Co., Ine. (195), p. 24. El resto de Jo enrre Comillado teinbida provede de esta tiadacciGn, pp. 29, 3336 y 36-57 3. Confrontecién hombreméquina 2S rmaro eb gue nunca poctie wis palabras u ots sianos paca effin de com ESE fn lth «ctv com, Bacto nooo. eae leg ae es conte due ee pusicse conpnis une miquine gue peonaasiae paler aprootidas & earl fate sue peodajessn alin conbio on tee epeocrs coat poe sem pil, si fuese toca en algin punto, pregunasia qué dereaban decils; i en Giro, prtala gue Je fabian herd, y asl secesamente Pero gunce sod tien sot ftnes para consort (0 Que se le dee eh sa basen, cae Duce hecerincso fos hombres mds ettpitor El sepunco metado ce see neento eve aoa tales msignas padisen fer meh cose a en © quizs, ncvso wer que fos bumbres, infablenente fallin gon seguridad ceo po Te ase ean gu no Astin poe atndmey Sn amente por In Gnposcdn de sue duganos, Porque wens ue la re onerous qu pin aes caf ce de sone Srgmee tienen que esta: dipuestos de una form expec para eae accion ttc De a see qe oats nponble se Fae fetes disposi chferntes hom maquina Pata hacer ses oraser "= fe saeco can toe la Incidence Toit oro matte Tasca hace ok ‘ns camporemos Expresado en té-minos mis sencillos, los dos critertos de Des cartes de diferenciacién entre el hombre y Ia maquina son, que ja lima no tiene 1) ningin mecanismo de retroaccién («nunca podeia modificar sus exptesiones») y 2) no posce ninguna razéa_ generali- zadora («la razén es un instrumento universal que se puede utilizar ‘en toda clase de situnciones»), Pero es precisamente en estos puntos donde, hoy dfa, ya no podemos sostener con tanta seguridad Ia dico- toinfa. FI trabajo de Norbert Wiener y sus seguidores, en ciberné- tica, indica lo que se puede hacer sobre el problema de la retroaccién Las investigaciones sobre la manera en que el misma cerebro forma conceptos son bisices pata 1a tentativa de construir computadores que puedan hacer o mismo, y los dos esfuerzos van progresando simultdneamente, como en el trabajo del Dr. W. K. Taylor det Uni- versity College, de Londres, y de otros, G, Rattray Taylor resume as{ el tema: «Por Jo tanto, no se puede estar completamente seguro de que, un dia, fos computadores igualardn 0 sobrepasarin al hombre en Ie facultad de formar conceptos tal como se producen en la me- moti, puesto que todavia no se ha descubierto el artficio: pero las posibilidades sefiglan en ese camino» ', En sums, Ia distancia entre el pensamiento del hombre y el de sus méquinas pensantes se ha reducido nicho con Jas recientes investigaciones, Por supuesto que Descartes no habria sida feliz al ver realizados tales desatrollos, En efecto, para destervar a Dios del universo habrfa que climinar la dicotomia’o discontinuidad entre el hombre v las méquines. El alma racional, insistia Descartes, «seria imposible que 1 Véiwe G. Ratirry Taylor, The Age of the Androids (aba Bra de tos Androids»), en Encounser (noviembre, 1963), p. 43. En Ia p. 40 Taylor da alg nos detalles del trabajo de W.K. Teslor y otos 276 Hombre y méquina se derivase de las potencias cle In materia... sino que debe haber sido especialmente exeadao. La exeaciGn especial necesita a Dios por- due el razooamiento de Descartes ¢s citcular, La conmocién pata el 0 del hombre, al aprender de la enseRanza darwiniana que él no foe «especialmente creado», es, en este aspecto, solamente un lejano cemblor del gran terremoto que amenazaba la idea que el hombre tenia de Dias y de sf mismo. Los obstéculos pata eliminar, no slo las tres primers, sino también la euarta discontinuidad estin, de manera evidente, profundamenie incrastados en la presuncidn’ del hombre. EI peligro de estas evoluciones se puede ver en el caso del joven contempordneo de Descartes, Blaise Pascal. Consciente de gue el hombre es un «érgano pensacor», Pascal también se percatd de que estaba «sumido en la infinita inmensidad del espacio del que no sé ada y el cusl no sabe nada de mio, «Estoy aterrorizadon, confe- saba. Para eludir su sentimiento de terror, Pascal dejé la razén por In fe, conyencido de que la razéa no podia llevarle a Dios. ¢Fstaba obsesionado por su propia construccidn, en el siglo xix, de una mé- guina de calcular que, en principio, se anticipaba al moderno com- putador digital? ¢Por sw propia observacién de que «la méquina aritmética produce efectos que se aproximan al pensamiento més que todas las acciones de los animales? Por iiltimo, para escapar de la ansiedad que innndaba su alma, Pascel ordenaba: «De rodillas, razéa impotenter ". Por supuesto cue otros andaban donde los angeles temfan_pisa. Asi, psicélogos y epistemslogos sensacionalistas, como Locke, Hume © Condillac, sin afrontar el problema de frente, trataron el contenido de Ia raz6n del hombre como febricido por las impresiones de sus sentidos. Atrevidos pensadores como La Mettrie en su L’Homme ‘machine (1747) y Holbach siguicron toda la trayectoria hacia un ma- terialismo puro, Segiin La Mettrie lo expuso, con una transcendencia de la cuarta discontinuidad, «creo que el pensamiento es comparable con la materia oxganizada hasta el punto de parecer una propiedad de Ja misma, como fa electticilad, faerza motriz, impeneitabilidad, expansién, ete» 8. 1 era detalles, wove J. Bronowsk y Brace Maal, The Westers Intellec. ‘nal Tradition (aL. trlicdn intelectual ogcidentalny; om Leonardo to Hegel (desde Leonardo a Hegel). Nueva York: Harper and Row, Publishers (1960), wo. B34 #Véase Stephen Toulmin, «The Tmpecance of Norbert Wiener (ela limportincin de Nochere Wiene»), ex New Yark Review of Books, 24 de sem tenbre de 1964, p. en pos de una indeacia de ia mporancin de Ia Mertie fen evte desirrlio, Ada cuendo Toulmin 20 expone e! asuoto dentro del cn testo de ls cuarta decostinuidad, creo que se aproxima micho a fo que ete moe estado 3. Confrontacién hombre-mdaquina ar Précticamente, dejando a un lado los aspectos metatisicos del problema, cl trabajo de Pascal en masquinas de calcular fue recogido por personas amo el excéntrica matemético del siglo x1x Charles Babbage, cuyos brillantes proyectos sobrepasaton a Ia tecnologia dis- ponible entonces ®. De esta forma ef asunto se quedé para que otto siglo, el veinte, Jo ultimase y proporcionase Ia combinacién de las mateméticas, Ia fisica experimental y Ia teenologla moderna que crea sen las méquinas con las qne nos enirentames y que han vuelto 4 despertar la cuestién metatisica, Las implicaciones de In cuestién metaffsica son claras. El hombre se siente amenazado por la méquina, es decir, por sus herramientas de gran ejecutoria, y no se siente en’ armanfa consigo mismo porque carece de ella —lo que yo he llamado discontiaua con las méquiaas, gue son parte de él. Hoy dia, para describir tal estado se utiliza la palabra «alienacidny. En la fraseologia marxista, estamos enajenados de aosotros mismos cuando sobreponemos falsos dioses y economias y después nos comportames como si tuviesen vida propia, eterna © independiente de la nuestra, y, por supuesto, controlando nuescras vides. Mi opinidn, si bien se puede establecer selacién entre ella y Ja nocidn de alienacidn, es diferente. Se acorea més a la ttadicién de Darwin y Freud antes que a la de Marx, y est relacionada més con elego de! hombre que con su sentido de alienaci6n, ‘Una breve ojeada a los dos «mitos» relacionados con la méquina puede aclarar lo que pienso. El primero es Ja utopia negativa de Samuel Butler, Eveahon ®, y el segundo es Ja historia de Frankens- tein de Mary Shelley. En la novela de Butler publicada en 1872, se ‘nos presenta lo satfrico desde el principio hasta el final. La historia de Ja revolucién erewhonisna contra las méquinas se nos presenta como una traduecién fingida de un manuscrico, «El libro de las mé- quinas», que instiga a los hombres a la revolucién y supuestamente eserito un poco antes de la larga guerra civil entre los maquinistas y los antimaquinistas, en la que fue destruiela Ie mitad de la pobla- ‘én. La causa de los temores del revolucionario autor se puede hallar en pasajes como el siguiente ™: No hay seguridad —transcebiendo sus propiae palabrat— cantte el dees rrollo final de la conciegcin mecinica, par el hecho de que las méquinas poseen boca conciencia ahora. Un moluseo 19 tiene mucho conacimiento, Reflenlonen en el exitaordinario avance que las micuinas hun eeemado durante les sitimos den afos, y observen qué leotamente avaneaa los reinos animal y vegetal, Las 8 Vase Philip y Emily Morrison, eds., Charles Babbage » sus Mguinas de Calcalar, Nocva York: Dover Publicitions, fine, (1961) G)_Anageamna de enovhere» en ainguna parte. WEL texto que sigue es de Samuel Butler, Brewhon (Baltimore, 1954), pp. 161, 164, 167-168 y 171. (Véase también 225 de este libro, Es.) 28 Hombre y mfquins mdquiings my oxganizaces ton criataras no tanto del ayer cama de Jos sitios Ginco minutes, por asf decir, en comparacién con el tiempo pasado, Tengan fe cuenta que Ios seres canscientes han existdo desde hace unos veinte allo: ties de aye ;Dease cuests de lo sue ban avanzado las maiguinss ea los slimes ‘til eos! eNo puede durar el undo orgs vente millones de afos?, ¢Qué no Tegan e ser al final? ¢No es eis seguro lmpedie el mal en ciemnes e impediles ‘gue progresen nds? ePero guiga puede decir que la méquina de vapor no tiene ciera clase de ‘contiencia? ¢Dénce empieza ¥ termina Ia coneieacia? ¢Quién puede limitara? {Qnién puede poner algin Iiinite? gNo estin todas las cosas entrelazadas can fda? No esté la mécuina vnida a Ja vida animal en ura vaviedad infinite de formas? La efscara de huevo ce Je gallina estf hecha de una deliceda, materia blanct y e tan midquina como Ta fuevera: la cdscata es un dispositive pant ontenet ef ucvo, 1b mismo que le hueveta pars comener la ciseata: ambs fon fases de le unigma funci6a; Ia galling hace la elscara en su interior per fe allaeria para. Ella construye su niso en el exterios, por pura eonvenieneia, fra el nido no ef ms miguina que la elscaea de huevo. Une wmiguina c6l0 8 un "dispositive" Después contin: ose nat interprete como que vivimos temerosos de cualquier méquina sctunimante existente; prohablemence 20 hay miquina consciea que nos mie que un prototipe ce la future vice mecinica, Las miguinas actunley sn, fespesto al futuro, Io que Tos primitives saurios al hombre. Prabablomence [as Getnayor volumen disminaitia mucho de tamaho. Alpunos de los verzebrado: ferns aleysarn un temato mecho mao gue e'aus bu asada ss 5 presentamtes de vide mucho mais crganizada, y d= igual manera ta dissninucicn Creel tamafo de lis mdquinas ha supuesto @ ineaudo su eveluciin y progres Contestando al argumento de que la méquina, aun cuando esté completamente desarrollada, es meramente el sirviente del hombre, cl escritor sostiene: Peto el servidor se va apteximando imperceptiblemente a amo; y hemos Tegado a tal punto que, aun ahora, el hombre sufticia terriblemente, st de se de Foptcgns ag micunts “mia al del hori et in ‘Gada por las iniquinas, Picnea como piensa, y scnte como slente, por la acci’a de las miouinus sobee dy" lx esistencia de catis es completartente sie 42. tion para le suya, como ls de &l para la de elles. Esta realidad nos impide pv poner la completa arigullacion dé las mquines, pero con teda sepuriad incica ‘Gae nos debersos deshacer de todes las que podimes preicinder, para ave 0 hos tranieen por completo, ‘Y finalmente trata de la Jatente amenaza sexual. Alguien, con quien he mntenide na canversais sobre este tema, dice ‘que las miguinas nunca pueden evoluconar a existendas animales o isi ani Madas, por evinto elas ne tlenen ningia sisema reproductor ai parece proba Bile que alguna vez Jo pesean. Si esto quiere detir gue ao pueden, easarse ¥ ove probiblemente nuncr veamos une féreil unién entre dos méauinas de vara” on Ta prole jugendo a Ia puerta de! cabertizo, por mucho que deseasernos cue 3. Conftontacidn hombre méguina 219 fnese as, estoy presto a admitile, Pro la objeciin no os muy profunde. Nadie {Shin od I seer eg galas tora extent Sn by SShuamerte repetides eh use clase de vide enteransente eva. EI sistema fpre ‘Rutor de for tnunaity difere mers dete Toe plese, pom los down tate Ihas rapwoductores dla agotado La waturaleze sus tases en esta faulcnd? Inspiredos por temores como éstos que suenan igual a nestras actuales ealidades, los erewhonianos se sublevan y destruyen casi todas gus maquinas, Es slo aftos después de este supuesto suceso cuando, ya suficientemente tranguilizados, recogen los restos frag: mentarios, los «fésiles», de Tas ahora maguinas extintas y las ponen en un museo, En este punto, el lector nunca sabe si Ia satita de Butler va contra Darwin o contra los antidarwinistas, aunque probable- mente contre ambos, pero no hay ninguna objecidn cuando nos cven- tw cémo [as méquines fueron divididas en «génetos, subgéneros, e pecies, ariedades, subvaciedades, etc» y emo los exewhonianos acomproberon la existencia de lazos de parentesco entre maquinas ‘que parecfan tener muy poco en comin y demostraron que habjan existido machos mds de tales Jazos, pero que ya habfan desapare- cidov. jEs como si Butler hubiese cogido Ja opinién de Marx y la hubiese puesto de coronilla! ‘Yendo incluso més lejos Butler previé el amenszado final de Ja cuarta discontinuidad, igual que vivis la obra de Darwin amenazando Ia tercera de las diseontinuidadles que ya hemos discutido. Asf, encon tramos a Butler declarando, por medio de su autor ezewhoniano. «Me horsoriza tanto creer que mi raza pueda ser sustituida © supe ada como e! creer que incluso en los tiempos mds remotos mis ante- pasados no fueron seres humanos, Si yo pudiese creer que hace un rillén de afins una sélo de mis antepasados fue un ser distinto mi, perderia toda mi dignidad y la vida ya no tendtfa placer ni interés para mi. Tengo el mismo sentimiento con respecto @ mis descendien- tes v creo gue es el que se sentind tan generalmente que el pais lo resolver poniendo un fin inmediato a todo ulterior progreso mec nico y destrayendo todos los inventos auc s¢ hayan hecho durante Jos titimos 300 anioss, El argumento opuesio, de que «las méqinas debian considerarse como parte de la propia natutaleza fisica del hombre, siendo realmente naca més que micmbros extracorpéreos. El hombre un mamifero maguiaacloy, en seguida se desecha, ‘Muchos de estos mismos temas —la méquina sitviente levantén- dose contra su amo, el temor de cue Ia méguina se reproduzca (fun- damentalmente un temor sexual, como ilustta Caliban y como mos- tard nucstzo siguiente ejemplo}, finalmente, el terror del hombre al darse cuenta de que se ascmeja a Ia mdquina— pueden encoa- trarse ligados con un mito anterior, el de Frankenstein. Pasado ye a nuestro efalklores, con frecuencia lz gente pone poca atencidn 280 Hombre y méquina a los detalles reales de la novela. Primero, el nombre de Frankens- tein se da a menudo al monstruo creado en ver de a su creador; sin embargo, en el libro, Frankenstein es el nombre del cientilico y su engerdré no diene nombre. Segundo, el monstruo no es una maquina, sino an producto de «carne v hueso»; incluso un investigador tan informado como Oscar Handlin comete un ligero_ trastocamicato, en an eco de los temores de Butler, cuando dice, «El monstruo, sin embargo, cn seguida se revela contra el superior, En el enfrenta- miento, la méquina da las Srdenes» , Tercero y tltimo, por lo ge neral, se olvida o se pasa por alto que el monstrua se convierte en asesino porque su cteador horrorizado con su produccién, le priva del amor y tetnura humanos. Obscrvemos algunos de los detalles. Al esctibir sv novela «6riea» en 1816-17, Mary Shelley le dio el subiftulo «The Modern Prometheus» («El Moderno Prometeon) ", Pocemos ver por gué, si recordamos gue Prometeo desafié a los dio: ses y dio fuego al hombre. Al escribir en el tipico estilo roméntico de principios del siglo xix, Mary Shelley oftece a Frankenstein como cjemplo de «cuan peligrosa es [2 adquisicién de conocimientos»; en este caso conereto, la capacidad de «dar vida a In materia inanime dan, En Ia historia se nos cuenta cémo, habiendo recogiclo sus mate- les de «la sala de diseccién y del matadero> (segtin Wordsworth ha dicho de Ja ciencia moderna, «asesinamos para disecar»), Fran- keastein pot fin completa su engendro cuando ét infunde «una chispa de vida al ser inanimado que yace a mis pies». Después, nos dice, sahora que habia tetminado, la belleza del suefio desaparecié, y mi corazén se Tend de desalentado hoeror y disgusto». Salienco preci- pitadamente de ta sala, Frankenstein se va a su dormitorio, donde ticne un suefo muy extrafio relacionado con el cadaver de st madre muerta —todo el libro igual que este pasaje esté pidiendo a gritos tune interpretacién psicoamnalitica—, del que despierta «infeliz el mi- setable monstruo que yo hebfa creado». Horrorizado ante el aspecto de lo que ha creado, Frankenstein huye de la habitaci6a y sale de Js casa, Finalmente, al regcesar a su habitacién con un amigo, s¢ tranguiliza al comprobar que el monstruo se ha ido. Pate comprender el mito tenemos que relatar algunos detalles més de esta fantéstica historia, bastante mal esctita. De manera for- tuita, ef monstroo de Frankenstein encuentra el camino hacia un cobettizo contiguo a une cesucha habitada por un padre ciego y sa hijo e hija. Sin que ellos se den cuenta, aprende los clementos de 1s eScience and Technology in Popular Coltures, Daedalus (Invierno 1963), 156570. 16 ‘Las cfs que siquen son de Frankenstein, de Mary Shelley. Nueve York: Dell Publishing Company (1953), pp. 30-33, 3637, 85 y 160-61. 3. Confrontacise hombremécuins 281 Ie vida social (las fortuitas circunstancias en que se hace que esto ccurra pueden forzat la credulidad del exigente lector), incluso hasta el punto de leer Paradise Lost (aParafso perdidom). Resuelto a ter- rminar con su insoportable soledad, convencido que las virtudes de su conz6n_conquistarén a los motadores de Ia casa, hace acto de presencia. E| resultado es previsible: horrorizados por su aspecto, siguen el comportamiento de su creador y huyen, Lleno de furor, el monstruo se revuelve contea el mundo cruel. Mata, y su primera vietima, por accidente es ef joven hermano de Frankenstein Perseguido por Frankeastein, tiene lugar un enfrentamienio entre exeador y crcado, y el monstruo explica su camino hacia el crimen. Apela a Frankenstein en un torrencial discurso: eae esha ns a a acne tee gos atte ey ue 7 I Sen pl On dy si i i ue Sees Sey § ute cpm ae cee a 7 fo Bic cama dle Be oso de ee B mhekieccmaaepene, Fa ber Por fin, el monstruo logra de Frankenstein la promese de crear un compafiero para €l, ade oiro sexon, con quien se retitaré después a las vastas selvyas de Sudemética, alejados del mundo de los hom- bres. Peto la «compasién» de Frankenstein no dura mucho tiempo. De nucvo en su laboratorio, Frankenstein se entrega a un largo soli Joquio Entaba a panto de formar oto st, cuyesinclinaionesignotab igialmente els pes Negae ser 10.000 ves nis aligns Gus ts Pensa 9 eames Pata'sa propio in en el asesinato y Ia lla El'babla rede alsin ie Bresenle del hombue escondese en cl deseo, peo els ne; ells gus won toda probabdad Hsparia a ser un animal tetaio y sicona, podria eaine g,camplir un pacto hecho antes de at ereacdn, lucia se padthn eat sate leg i itr yen vi abscissa fom 9.0 ofa satin horror ioayor cuando ante sus oon epareciese en forma feeninnd También podria ocetir quo ells se aparase de €l ante la superior belie del tombe; podtla abendonacle y de neva es quadata solo Caspers nano ‘huey paovocacén de ser abindonado por uno ce su prop sees ‘Aun evando tuissen que dejar Europa y hubiesen ys hospi selves del rugwo mundo; sin embargo, uro’ de lor peimeroe tenihador eee al emacs cotica seen loe bis yuna vara de dembnice se propaga por la Sere ee eciy comcv: ns canes a epee human conden pce a ylens ‘de tector. ¢Tengo 30 cetecho, pnt inl propio provecbo, abies esta maldcién perpetua Sobre is geoececioneefutas? nh” OTRO Inli 22 Hombre y miguina Con et monstruo observéndole a través de In ventana, Frankenstein destruye la compafiers sobre la que habia estado trabajando. Con esto la novela se va, desarrollando implacablemente hasta el fin, De- sesperado y leno de venganza, el monstruo mata al mejor amigo de Frankenstein, Clerval, y después a su nueva esposa Elizabeth. Huyendo hacia e! polo norte, el monstruo es perseguida por Fran- kkenstein (

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