de filantropia. Alli militan Grisin, Nes y Pierre Leroux.
Su lema siempre fue este: “‘Amaos los unos a los otros
como hombres, y como hermanos”.
Hemos colocado estos grupos en la iniciacién del
movimiento social, porque si es verdad que no han cua-
jado en los perfectos moldes socialistas y tienen el
pecado de olvidar la realidad social y los valores eco-
ndémicos determinantes que la caracterizan, su punto
de vista no es la defensa exclusiva, solapada o franca,
de la clase burguesa.
Todos estos sistemas o tendencias tienen dos puntos
de contacto que hacen que no se les pueda calificar de
socialistas: En el fondo ellas reconocen y aceptan la
organizacion social presente, y segundo, piden bajo ese
sistema que aceptan la reforma de las tendencias
injustas que ha originado. Su critica se dirige no preci-
samente al sistema en sf, sino a la extorsion extremada
que se le ha dado. Para el final y cuando analicemos el
socialismo cientifico, dejamos el apuntar la base
errOnea y sobre todo ineficaz de estas luchas sin doctri-
na y sin acierto.
Il
Socialismo Utopico
Es con el socialismo ut6pico donde se marca la
primera etapa revolucionaria en las luchas sociales.
Dentro de este movimiento revolucionario podemos
advertir dos grandes corrientes.
Es el primero, hoy abandonado, el grupo revolucio-
nario retrospectivo, Pues que la actual sociedad, se
decian ellos, ha dado muestras de traer al seno social y
por virtud de su gran avance técnico, un malestar e
injusticia desesperantes, es menester maldecir de una
civilizacion que solo torturas significa para el hombre,
y volver al modo primitivo de la sociedad, al estado
comunal. Sus mas famosos sostenedores fueron
143Leopoldo von Haller y Adan Miller, quienes si no lle-
gaban hasta los extremos por algunos pretendidos de la
vida en comin de las primitivas republicas griegas, no
es menos cierto que su ideal reposaba en el sistema cor-
porativo y en la edad feudal. Insistimos sobre el aban-
dono absoluto que ha recibido esta doctrina a todas
luces absurda, nacida de un superficial examen del
juego de los valores sociales. Esta vida en comin, vida
de los tiempos primitivos, es un imposible y volver a
ella constituiria la mas vergonzosa claudicacién cultu-
ral. Si quisiéramos ser exactos dirjamos que propia-
mente esto es lo que debe llamarse “comunismo” y no
lo que hoy por tal se entiende y apellida, pues segin
habra ocasién de verse lo que hoy Ilaman ‘“comunis-
mo” es solamente “colectivismo”’.
Esta modalidad del socialismo utépico que asf
merece tal denominacién por el desconocimiento de las
leyes de la evolucién y progreso, distinguese de las
otras escuelas utépicas de que vamos a hablar, en que
éstas no tienen un sentido retrospectivo, pero aceptan-
do el progreso proponen métodos de realizacién
imposibles para el triunfo de la justicia social porque
desconocen el determinismo econdmico que informa
las transformaciones econdmicas y el desenvolvimiento
social de los pueblos.
Diremos, pues, para una mejor precisién, que dentro
de los sistemas revolucionarios —revolucionarios no en
el sentido de que el vulgo le da a esta palabra, sino en
la acepcion cientifica que tiene, a saber, una impugna-
cidn de la organizacién social y econémica presente
para aceptar nuevos sistemas— se observa la tendencia
retrospectiva estudiada y la evolutiva que vamos a
estudiar.
Como tan variados son los sistemas propuestos y
ellos obedecen a concepciones distintas de solucion,
conviene siquiera sea de modo somero analizarlos,
para asi mejor sefialar sus caracteristicas integrales y
144sus diferencias con el socialismo cientifico. Estos
sistemas son:
Roberto Qwen.— Nacido en Newton y educado con-
forme a los principios racionalistas del siglo XVIII.
Propietario de las grandes fabricas de New-Lanarck,
establecié en ellas su sistema basado en la reduccién de
ja jornada de trabajo, el aumento de los salarios, supre-
sién de las bebidas alcoholicas y construccién de habi-
taciones cGmodas para los obreros. Su campafia fue
recia contra el lujo y el despilfarro mirando como una
necesidad la concentracién de las fuerzas de produc-
cién en jos articulos de necesidad. Sus intentos iban
mas alla llegando a proponer que la “artificial moneda
metdlica se sustituya por una moneda representativa
del trabajo, ya que éste constituye la natural medida
del valor y con la nueva moneda el aumento de la
capacidad productora de los trabajadores levanta
consigo el de su importancia como consumidores”’.
Los experimentos de sus fabricas, donde imperaba
un sistema de socializacién en los repartos, dieron
magnificos resultados. Para él residia el fondo de la
miseria en que la produccién y el consumo presupo-
nfan la ganancia sobre el precio de costo importandole
poco al capitalista el hecho esencial de que la demanda
correspondiera o no a la oferta, lo que era absurdo.
A pesar de sus triunfos y buenos resultados de sus
experimentos fue derrotado y Ultimamente fracaso,
como era natural, en sus generos impulsos de transfor-
macién social. Como lo seguiremos observando en
todos estos movimientos ellos no triunfaron definitiva-
mente por el olvido de los factores que determinan las
tendencias econdmicas, confiando ingenua y desmesu-
radamente en factores ideoldgicos y subjetivos que son
efecto, pero no causa.
San Simon.— La escuela fundada por el Conde de
St. Simons y a la cual pertenecieron hombres de la
145vaua ue Gompte, Blanqui, Carnot, se caracteriza por un
marcado espiritu religioso. Para St. Simons la religion
no debia acabarse, debia reformarse y orientarla, como
é1 lo hizo, en un sentido de lucha por la equidad social.
Todo su fin debia ser ése. Sus prosélitos se agrupaban
en corporaciones bajo la denominacion de comunida-
des sansimonianas. La sintesis de sus ideas y tendencias
se hallan claramente determinadas en el manifiesto que
después de muerto St. Simons dirigieron sus discipulos,
Bazard y Enfantin, al Presidente de la Camara Francesa.
Ellos creen en la desigualdad de los hombres, pero quie-
ren esa desigualdad a base de auténticos merecimientos
y no de arbitrarios privilegios de nacimiento. Los me-
dios de produccion, tierras, maquinas, deben ser propie-
dad social, y en su trabajo los hombres deben recibir
una recompensa proporcional a sus aptitudes y esfuer-
zos. Su caracteristica reside en la lucha por la igualdad
juridica de la mujer, a quien la sociedad ha colocado en
un grado de inferioridad indebido.
“Reclaman, decia aquel manifiesto —como los cris-
tianos, que un solo hombre se tna con una sola mujer,
pero ensefian que la esposa ha de ser igual al esposo, y
que por la gracia que Dios ha prestado a su sexo, ha de
ser su companiera en el templo, en el Estado y en la
familia, de manera que la personalidad social no sea
como hoy, el hombre, sino el hombre y la mujer.
La religion de St. Simons s6lo quiere acabar con aque-
lla venta vergonzosa o prostitucién legal, que con el
nombre de matrimonio, santifica hoy a menudo la
horrible union del sacrificio con el egoismo, de la
inteligencia con la ignorancia, de la juventud con la
decrepitud”’,
Karl Rodbertus.— Para éste todas las iniquidades
existentes no nacen de las leyes naturales, cuyas conse-
cuencias desfavorables para el proletariado sea imposi-
ble remediar. Como el Estado esta’ compuesto de hom-
bres de voluntad y de inteligencia, corresponde a éstos
146modificar la actual organizacién, afianzandola en una
retribucion que solo el trabajo pueda otorgar, y esta-
bleciendo una libertad distinta de la presente, cuyo
caracter esencialmente politico no ofrece ninguna
garantia para el proletariado por ser una libertad irriso-
ria. Su sistema esta basado en la necesidad de una
evolucién lenta y gradual; esto lo diferencia un tanto
de los demas socialistas utdpicos.
Carlos Fourier.— El caracter de empleado de comer-
cio que tuvo en los principios de su vida le hizo inquirir
sobre las actividades comerciales, delaténdole que éstas
por raz6n de la libre concurrencia se prestaban a los
mayores fraudes e injusticias. Para Fourier la solucion
del problema reside en una gradual organizacién de
vida socializada. Pedia él la fundacion de grandes esta-
blecimientos, donde reunidos los menores bajo el
cuidado de personas especiales, fueran adquiriendo los
habitos de la vida comunal. Hasta hoy, decfa, el trabajo
se ha convertido en una odiosa carga, pero tal odiosi-
dad reside no en una repulsién del hombre hacia el
trabajo, sino en la forma opresiva en que se realiza
haciendo trabajar al hombre mas tiempo del necesario
en condiciones y medios impropios y no retribuyéndo-
sele equitativamente. La solucién la funda en lo que
lama él la ley de la atraccion. En Ja vida no hay fuer-
zas antagénicas; todos los elementos de la naturaleza
se atraen mutuamente; por lo tanto, si la economia
individual es destrufda y se la reemplaza por la econo-
mia socialista, el hombre llegara con placer y entusias-
mo al trabajo, redundando todoen la felicidad humana.
Asi como el sistema de Owen se desarroll6 sobre la
fabrica, el de Furier gira alrededor del comercio.
La economia individualista ha trafdo todas las desgra-
cias a la sociedad, y por lo tanto hay que transformarla.
L. Blanc.— E\ sistema de este reposa en una organi-
zacion de federaciones centralizadas y organizadas por
147el Estado. Era su sistema similar al de Buchez que
pedia la organizacién de grandes cooperativas pero no
ya contratadas por el Estado, sino libres y pudiendo
hacerse la competencia unas a otras. Para Blanc la his-
toria es una sucesiOn de luchas no interrumpidas entre
la burguesia y el proletariado. La burguesia dominado-
ra se apoya en la economia individualista y esta es la
razon de su preponderancia; es menester acabar con tal
sistema econémico para que no haya clases dominado-
ras sino, la necesaria armonia social. Las clases oprimi-
das no debian renunciar a la lucha politica; antes bien,
debian hacer sentir alli con todo el peso de su fuerza y
en beneficio de sus intereses. La gran base de redencion
estaba en la organizaciOn de las cooperativas.
Asi podrfamos seguir dando una nocién sintética de
las diversas tendencias del socialismo utdpico, pero
basta con las enunciadas para adquirir un concepto de
sus tendencias y la comprobacion de su caracter
revolucionario.
IV
Socialismo Cientifico
Luego del estudio que hemos hecho del juego de las
cifras que integran la economia, no es necesario decir
cudles son las bases primordiales del socialismo cien-
tifico, pues son las ya sefialadas.
Sdlo nos queda ahora por precisar el pensamiento
filoséfico que las resguarda, y ello lo conseguiremos
sefalando sus diferencias con los otros sistemas
estudiados. Para una mejor comprensi6n sintetizaremos
estas tendencias, a fin de hacer el examen global del
asunto.
Hemos dicho que en las luchas sociales se observan
dos grandes corrientes: reformismo y corrientes revolu-
cionarias.
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