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Walstoneera.vndeactn eo dct emu Ed. Debate, 1977. Caps. 183, peter I CAPITULO PRIMERO Consideracién sobre los derechos y deberes que afectan al género humano En el estado presente de la sociedad, parece necesario regresar a los principios fundamentales en busca de las verdades mds simples y disputar cada palmo del terreno ‘con algunos de los prejuicios predominantes. Para abrir- me camino, se me debe permitir enunciar algunas cue tiones llanas, cuyas respuestas parecerdn probablemente tan inequivocas como los axiomas en los que se basa el | razonamiento; no obstante, cuando se enredan con di | versos motivos de accién, se contradicen formalmente, ya sea por las palabras o por la conducta de los hom- bres. En qué consiste la preeminencia del hombre sobre la creacién animal? La respuesta es tan clara como que una mitad es menos que un todo: en la Razén, Qué dotes exaltan a un ser sobre otro? La virtud, re- plicamos con espontaneidad. {Con qué propésitos se implantaron las pasiones? Para que el hombre, al luchar contra ellas, pudiera obte- ner un grado de conocimiento negado a los animales, su- surra la Experiencia. 5 En consecuencia, la perfeccién de nuestra naturaleza y la capacidad de felicidad deben estimarse por el grado de razén, virtud y conocimiento que distinguen al indivi duo y dirigen las leyes que obligan a la sociedad. Y resul- ta igualmente innegable que del ejercicio de la razén ma nan naturalmente el conocimiento y la virtud, si se consi- dera al género humano en su conjunto. Simplificados de este modo los derechos y deberes del hombre, parece casi impertinente tratar de ilustrar ver- dades tan incontrovertibles; pero prejuicios profunda- mente enraizados han nublado la razén y cualidades es- purias han asumido el nombre de virtudes de tal modo, ue resulta necesario perseguir el curso de la razén, cuan- do ha sido confundida y envuelta en el error, por varias circunstancias adventicias, comparando el axioma sim- ple con las desviaciones casuales Los hombres, en general, parecen emplear su raz6n para justificar 103 prejuicios que han asimilado de un ‘modo que les resulta dificil descubrir, en lugar de desha- cerse de ellos, La mente que forma sus propios principios con resolucién debe ser fuerte, ya que predomina una es- pecie de cobardia intelectual que hace que muchos hom bres se disminuyan frente a la tarea o sélo la cumplan a medias. No obstante, las conclusiones imperfectas que se desprenden asi son a menudo muy verosimiles, porque se basan en una experiencia parcial, en opiniones, aun- que sean limitadas, Volviendo a los principios fundamentales, los vicios, con toda su deformidad innata, procuran permanecer ccultos a una investigacién minuciosa; pero un conjunto de razonadores superficiales siempre exclaman que esos argumentos comprueban demasiado y que puede que ‘una medida corrompida hasta la médula sea convenien- te. De este modo, la conveniencia se contrasta continua- ‘mente con los prineipios basicos, hasta que la verdad se pierde en una marafla de palabras, la virtud en las formas y el conocimiento en una nada sonora, a causa de los en- Eafiosos prejuicios que usurpan su nombre. 116 En abstracto, para todo ser pensante resulta tan forzo- samente evidente que la sociedad esti formada del modo més sabio y que su constitucién se basa en la naturaleza del hombre, que parece insolencia tratar de probarlo; no obstante, deben brindarse pruebas o la razén nunca seré Ja que obligue al mantenimiento de un precepto; ademas, presentar un precepto como argumento para justificar que se despoje de sus derechos naturales a los hombres ( a las mujeres) ¢s uno de los absurdos sofismas que insul- tan a diario el sentido comin La civilizacién de la mayor parte de los pueblos euro- peos es muy parcial, por lo que se puede plantear la cues- tidn de si, a cambio de la inocencia, han adquirido algu- nas virtudes que resulten equivalentes a la afliceién pro- ducida por los vicios que se han extendido para tapar la fea ignorancia y la libertad que se ha trocado por una es- clavitud espléndida; El deseo de deslumbrar por las ti- ‘quezas, la preeminencia més cierta que un hombre puede obtener, el placer de mandar sobre zalameros aduladores ¥¥ muchos otros edlculos bajos y complicados, propios de una egolatria excesiva, han contribuido a aplastar a la ‘masa del género humano ya hacer dela libertad un aside- ro conveniente para desdefiar el patriotismo. Porque mientras que se concede al rango y los titulos la mayor importancia y ante ellos «el Genio debe esconder su ca~ beza disminuidan, con muy pocas excepciones, resulta muy desafortunado para una nacién que un hombre de facultades, sin rango ni propiedad, alcance renombre. jAy, qué calamidades inauditas han padecido cientos ara comprar un capelo de cardenal a un aventurero 0s- curo € intrigante que codiciaba estar a la altura de los principes o tratarlos con despotismo empuftando la tri- ple corona! Tal ha sido la miseria que ha emanado de la monar- quia, las riquezas y los honores hereditarios, que los hombres de aguda sensibilidad casi han Hegado a blasfe- mar para justificar el designio de la Providencia. El hom- bre se ha mantenido tan independiente del poder que lo M7 ‘ered como un planeta sin ley que se lanza desde su érbita para robar el fuego celestial de la razén, y la venganza del Cielo, oculta en la sutil llama, como la malicia encerrada en Pandora, castig6 de modo suficiente su temeridad con a introduccién del mal en el mundo. Impresionado al contemplar la calamidad y el desor- den que saturaban la sociedad, y cansado de chocar con tra bobos superficiales, Rousseau acabé prendado de la soledad y como ala vez era optimista, labora con una elo- cuencia poco comiin para probar que el hombre era por naturaleza un animal solitario*. Deseneaminado por su Fespeto a la bondad divina, que ciertamente —jporque qué hombre con sentido y sentimientos puede dudar- lo!— dio la vida sélo para comunicar felicidad, conside- Fa el mal como algo positivo, obra del hombre, sin tener en Cuenta que exalta un atributo a expensas de otro, nece- sario por igual a la perfeccidn divina, Levantados sobre una hipétesis falsa, sus argumentos en favor del estado de naturaleza son verosimiles, pero erréneos. Digo erréneos porque afirmar que el estado de naturaleza es preferible a la civilizacién, en toda su per- feccién posible, es, en otras palabras, someter a juicio la sabiduria suprema; y la exclamacién paradéjica de que Dios ha creado todas las cosas bien y que el error ha sido introducido por la criatura que él formé, sabiendo lo que hacia, es tan poco filoséfica como impia, Cuando ese Ser sabio que nos cred y colocé aqui con cibid esta hermosa idea, quiso, al permitir que fuera asi, que las pasiones desarrollaran nuestra razén, porque Pudo ver que el mal presente produciria el bien futuro, ¢Podia la desvalida criatura a la que trajo de la nada sol. tarse de su providencia y aprender audazmente a conocer el bien mediante la préctica del mal sin su permiso? No. * Se refiere especialmente alas tesis mantenidas en el «Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hom bres» (1755), Edicion castellana, Def Contrato social. Discursos, Mis drid, Alianza, 1986, 118 Imo pudo ese enérgico abogado de la inmortalidad ar- omentar de modo tan inconsistent? St fa humanidad hubiera permanecido por siempre en el brutal estado de naturaleza, que ni siquiera su magica pluma puede pintar como un estado en que echara raices una sola virtud, ha- briarsutad evidone, aunque no paras evranes im presionables y poco reflexivos, que el hombre habia naci- do para recorrer el circulo de la vida y la muerte, y ador- ware sda de Dios con sign propose ase 80 podtla reconciliarse facilmente con sus atributos. ero‘ pata corona cl eonjunto tata. que haber celencia mediante el ejercicio de poderes implantados para csr fin sila misma benigniad lovoa bien Gar ex dia pencar'y porfeceonatse por que debe a este don inestimable, porque fue un don, si el hombre fue creado de modo que tuviera capacidad para alzarse del estado 5 gue na sensaclones roduser ana tranguiided ant mal, llamdrsele, en términos directos, una maldicién? Se lit consilesar una matdckonas el conuato de ues Gis mondo, ya que sper au a Tuente indulgent dea ‘iaIba's dod tad aatnes yo poder de sellenionar sdlo para amargar nuestros dias e inspirarnos nociones erréneas de dignidad? {Por qué debe conducirnos del Stor a nosolres mance 2 sublimes omosiones ave excita el descubrimiento de su sabiduria y bondad, si es- jorar nuestra naturaleza, de la que forman parte’, y ha- rato aa opinién de tos anatomisas,cuyosargumentos se basan en a anaogia dea formacion dels diets, el etSmapo y Tos intestines, Rowseau no admii quest hombre sea un animal ear Oo, Y arebatad dea vaturieen por amor al metodo, cute sl Hombres un animal regaro. aunque a larga desvalid capa de a inca parece aoc parvstentedpuewo semper SS {Que das de un mesinico a guen Te habs pedido que haga 19 cernos capaces de disfrutar de una mayor cantidad de fe- licidad? Persuadida con firmeza de que no existe mal en el mundo que Dios no haya decidido, fundo mi creencia en su perfeccién. Rousseau se emplea en probar que originalmente todo estaba bien; una muchedumbre de autores en que todo esta bien ahora y yo en que todo estard bien. Pero, fiel a su primera posiciOn, préxima a un estado de naturaleza, Rousseau celebra Ia barbarie y, apostro- fando a la sombra de Fabricio, olvida que, al conquistar el mundo, los romanos nunca sofaron con establecer su propia libertad con bases firmes 0 con extender el reino de la virtud*. Avido por apoyar su sistema, estigmatiza como vicioso todo esfuerzo del genio; y para expresar Ia apoteosis de las virtudes salvajes, exalia las de los semi- dioses, escasamente humanos: los brutales espartanos Que, a despecho de justicia y gratitud, sacrificaban a san- gre fria a los esclavos que se habian portado como héroes Para rescatar a sus opresores. Hastiado de los modales y virtudes artificiales, el ciue dadano de Ginebra, en lugar de tamizar de modo apro- Piado el tema, se deshizo del trigo y de la cizafa, sin espe- rar a indagar si los males que su alma ardiente rechazaba indignada eran la consecuencia de la civilizacién o los vestigios de la barbarie. Vio el vicio holkando la virtud y a 4a apariencia de bondad ocupando el lugar de la realidad; ee pra sel a hors dela para nots genio era ruedas para convertio.en un tee de orci aes Ge confundern el mais sine y aa es eat fhetaa gue sino hubiasocade ete ik mee bio na al espeteyqueschabocaneens ee mena in autos pss at a ee an esr ee dria no haberse dado el accidente? i * Del ebiscurso sobre las Ciencias y las Aes (1880) ene gue a politico romano Gaius Fabricius aparece come simbolose eee Frplbiiad poten. Econ cao en Mass Atanas cit. supra, . ° 120 vio el talento doblegado por el poder para siniestros pro- pésitos y nunca pensé en seguir los pasos del gigantesco mal hasta el poder arbitrario, hasta las distinciones hereditarias que chocan con la superioridad mental que eleva de modo natural a un hombre sobre sus semejantes No pereibié que el poder real, en pocas generaciones, in- troduce el idiotismo en la estirpe noble y constituye el cebo que vuelve indolentes y viciosos a ciento: Nada puede colocar el cardcter real en una considera- cidn més despreciable que los multiples crimenes que han elevado a los hombres a la dignidad suprema. Intri- gas viles, crimenes contra natura y todo vicio que degra- da nuestra naturaleza han sido los escalones de esta dis- tinguida eminencia; y aun asi, millones de hombres han consentido sumisos gue la descendencia sin cuento de e505 rapaces merodeadores descanse tranquila en sus tro- ros ensangrentados? Qué sino un pestilente vapor puede cernerse sobre la sociedad cuando su director maximo sélo se halla ins- truido en la invencidn de erimenes o en la tonta rutina de ceremonias infantiles? ,Nunca los hombres serdn inteli- gentes?, nunca cesardn de esperar maiz dela cizafia yp ras del oimo? Para todo hombre resulta imposible, cuando se dan las circunstancias mas favorables, adquirir el suficiente conocimiento y fortaleza mental para cumplir los debe- res de un rey, al que se ha confiado un poder incontrola- do; je6mo deben violarse, entonces, cuando su mismo encumbramiento es una barrera insuperable para lograr sabiduria 0 virtud, cuando todos los sentimientos de un hombre se encuentran ahogados por la adulacién y el pla- cer coneluye la reflexién'\No cabe duda de que es una lo- cura hacer que el destino de cientos dependa del capricho de un semejante débil, cuya mera posicién le coloca por + {Puede haber un insulto més grande a los derechos del hombre ‘que el’curso de la justiciaen Francia, donde se hizo aun infante el ins trumento del detestable Dubois? 121 debajo de! mas ruin de sus stibditos. Pero no se debe re bajar un poder para exaltar otro, porque todo poder em- briaga al hombre débil, y su abuso comprueba_ que cuanta mayor igualdad exista entre los hombres, mayor vitudy Pee Q on en la sociedad. No obstante, esta maxi- ma y otras similares dedueidas dela fazon simple tevare tan una protesta la Iglesia oe Estado se eneusstran oo elias noe ene eee cna sabidria defo tem 308 antiguos, ya Tos que, estimulados por la vision dg Galamidad humana, osanstacar su autoridad se ose pendia por despreciara Dios y ser enemigos del hombre Son calumnias amargas que han alcanzado incluso a uno. de los mejores hombres*, cuyas cenizas todavia predican paz y cuyn memoria pide una pausa respetuosa, cuando 5 tata temas qe feposan tances de su sorason as atacar la majestad sagrada de los reyes, probable que sorprenda alanadirmi firme convicede ae au toda profeston cuyo poder radigue en una fan subordinacién de rang cs muy peu para a mer Un ejército permanente, por ejemplo, es incompati- ble con a libertad, poraue la subordingeicny el igor son tos sostenes mismos dela disciphna military el donor mo es necesario para proporcionar vigor las empresas que uno ordenard. Sélo unos cuantos oficiales pueden sentir el espirty inspirado por las nocionss tominticas del honor, una especie de moralidad basada en la moda deta época, mientras que el cuerpo general debe ser meg vido mediante érdenes, como las olas del mar; porque el fuerte viento de la autoridad empuja adelante con furia temeraria ala muchedumbre desubaltemos, qu se prec cunan poco en ther por au mas, nada puede se tan perjadical para lam de ios habitantes de las aldeascampesinas coma la ne dencia temporal de un conjunto de jévenes indolentes y superficiales, cuya sola preocupacidn es la galanteria y +E doctor Price 122 cuyos modales pulidos vuelven mas peligroso el vicio al ocultar su deformidad bajo alegres ropajes ornamentales. Una apariencia de moda, que no es mas que un simbolo de esclavitud y prueba que el alma no tiene un cardcter individual fuerte, somete a la gente rural a la imitacion de los vicios, cuando no pueden captar las gracias evasi- vas de la cortesia. Todo cuerpo es una cadena de déspo- tas que, al someter y tiranizar sin ejercitar su razén, s¢ convierten en un peso muerto de vicio e insensatez para la comunidad. Un hombre de rango y fortuna, seguro de su ascenso por el interés, no tiene otra cosa que hacer sino perseguir algin capricho excéntrico, mientras que el caballero necesitado, que tiene que ascender, como bien dice la frase, por su mérito, se vuelve un pardsito servil 0 un vil aleahuete. A los marinos les conviene la misma descripcién, ex- cepto porque sus vicios adquieren un aspecto diferente y mas grosero. Son completamente indolentes, cuando no cumplen las ceremonias de su puesto, mientras que la in- significante agitacién de los soldados puede denominar- se indolencia activa, Mas reducidos a la compaiiia de los hombres, los primeros adquieren cierta tendencia al hu- mor y las burlas maliciosas, mientras que los tiltimos, al mezclarse con frecuencia con mujeres bien educadas, adoptan una inclinacidn sentimental. Pero el entendi- miento queda por igual fuera de cuesti6n, ya den tienda suelta a la carcajada 0 a la sonrisa cortés, {S€ me permitiria extender la comparaci6n a una pro- fesiGn donde se tiene que hallar con certeza mayor enten- dimiento, puesto que el clero tiene oportunidades supe- riores para perfeccionarse, aunque la sumisién restringe casi por igual sus facultades? La ciega sumisién impuesta en el seminario para formar la fe sirve de noviciado al cura, que debe respetar servilmente la opinién de su rec~ toro patrén si quiere prosperar en su profesién. Quizd no pueda darse un contraste mds enérgico que el existente entre el modo de andar servil y dependiente de un pobre cura y el porte cortés de un obispo. ¥ el respeto y despre- 123 cio que inspiran hacen la ejecucién de sus distintas fun- ciones igualmente inservible. Es de gran importancia observar que el cardcter de todo hombre se halla formado, en cierto grado, por su profesién. Un hombre con sentido puede que solo pre- sente un moldeamiento de talante que desaparezca cuan- do se descubra su individualidad, mientras que el hom- bre comiin y debit rara vez posce otro cardcter que no sea el que pertenece al cuerpo; finalmente, todas sus opinio- nes han sido tan impregnadas en la cuba consagrada por la autoridad, que no puede distinguirse el tenue alcohol que producen las uvas de su vino propio. ‘ASi pues, la sociedad, como se hace evidente cada vez mas, debe ser muy cuidadosa en no establever cuerpos de hombres que necesariamente se volverin viciosos o ne- cios por la misma constitucién de sus profesiones. En Ia infancia de la sociedad, cuando los hombres se hallaban saliendo de la barbarie, los jefes y tos sacerdo- tes, al tocar los resortes mas poderosos de la conducta sal- vaje, la esperanza y el temor, debian poseer un ascen- diente ilimitado. La aristocracia, sin duda, es natural- mente la primera forma de gobierno, Pero, al perder pronto el equilibrio los intereses encontrados, surgen la monarqufa y la jerarquia de la confusién de las luchas ambiciosas, y se aseguran los cimientos de ambas me- diante las posesiones feudales. Esto parece ser el origen del poder de la monarquia y el clero, y el alba de la civili- zacidn. Pero esos materiales combustibles no pueden contenerse largo tiempo y, al hallar salida en las guerras exteriores y en las insurrecciones intestinas, el pueblo ad- quiere algtin poder en el tumulto, que obliga a sus gober- nantes a disculpar su opresién mostrando su derecho. Asi, segtin las guerras, la agricultura, el comercio y a lite- Tatura expanden el entendimiento, los déspotas se ven Obligados a hacer que la corrupcién encubierta mantenga firme el poder que en sus origenes se arrebaté por la fuer- za abierta’. Y esta venenosa gangrena latente se extiende ~ Tos hombres defacultadesesparcen smillas que crecen tienen 124 ( con mayor rapidez mediante la lujuria y ta supersticién, escorias seguras de la ambiciOn. El tere indolente de una corte al principio se vuelve un monstruo lujurioso 0 un sensualista exigente y luego se contagia de lo que su estado innatural propaga, se hace el instrumento de la ti- rania. La purpura pestilente es la que convierte en una mal- dicién el progreso de la civilizacién y deforma la com- prensién, hasta que los hombres sensibles dudan si la ex- pansién del intelecto produce una mayor porcién de feli- idad o de desdicha. Pero la naturaleza del veneno indica su antidoto; y si Rousseau hubiera remontado un escalén, més en su investigacién o su mirada hubiera podido tras- pasar la atmésfera neblinosa que no se dignd casi a respi- rar, su mente activa se habria lanzado a contemplar la perfeccién del hombre en el establecimiento de la civili- zacidn verdadera, en lugar de tomar su feroz vuelo atras, a la noche de la ignorancia sensual. 125 Capitulo TI Discusién sobre la opinién prevaleciente de un caracter sexual Con el fin de explicar la tiranfa de los hombres y excu- sarla, se han esgrimido muchos argumentos ingeniosos para probar que los dos sexos, en la adquisicién de la vir tud, deben apuntar a alcanzar un cardcter muy diferente; 0, para hablar de modo mas explicito, no se admite de las, mujeres que tengan la suficiente fortaleza mental para adquirir lo que realmente merece el nombre de virtud. No obstante, al admitir que tienen almas, deberia pare- cer que sélo hay un camino dispuesto por ta Providencia para dirigir a la humanidad a la virtud 0 la felicidad Luego, silas mujeres no son enjambres de frivolas ef meras, {por qué hay que mantenerlas en la ignorancia bajo ei nombre engafioso de inocencia? Los hombres se quejan, y con razén, de la insensatez y los caprichos de uestro sexo, cuando no satirizan con agudeza nuestras impetuosas pasiones y nuestros vicios serviles. Deberia responder: jhe ahi el efecto natural de la ignorancia! La mente que solo se apoya en prejuicios siempre seré ines- table y la corriente avanzaré con furia destructiva cuan- do no haya barreras que rompan su fuerza. Desde su in- 127 fancia sc les dice a las mujeres, y lo aprenden del ejemplo de sus madres, que un pequefio conocimiento de la debi- lidad humana, denominado justamente astucia, un genio suave, obediencia externa y una atencién escrupulosa 2 tuna especie de decoro pueril les obtendr la proteccion del hombre; y si son hermosas, no se necesita nada mas, al menos durante veinte afios de sus vidas, Asi describe Milton a nuestra primera y frdgil madre: aunque, cuando nos dice que a las mujeres las forma la gracia suave, dulce y atractiva, no puedo comprender su significado, a menos que, en el verdadero sentido maho- metano, quiera privarnos de almas ¢ insinuar que solo somos seres designados por la gracia dulce y atractiva y la obediencia ciega y décil a satisfacer los sentidos del hom- bre cuando no puede por mas tiempo remontarse en las alas de la contemplacién*. iDe qué modo tan grosero nos insulta quien asi nos aconseja convertirnos sélo en animales gentiles y domes. ticos! Por ejemplo, la atractiva dulzura, tan calurosa y frecuentemente recomendada, que gobierna mediante la obediencia. |Qué pueril expresién y qué insignificante es el ser —gpuede ser inmortal?— que condesciende a yo- bernar por métodos tan siniestros! Lord Bacon dice: «Ciertamente, el hombre pertenece a la familia de las bestias por su cuerpo; y si no perteneciera a la de Dios por'su espfritu, seria una criatura baja e innoble»**. Real- mente me parece que los hombres actian de modo muy Poco filos6fico cuando tratan de lograr la buena conduc {a de las mujeres intentando mantenerlas para siempre en un estado de infancia. Rousseau tue mas consecuente cuando quiso detener el progreso de la razén en ambos 8exos, porque si los hombres comen del drbol del conoci- * Todas las referencias siguientes a John Milton (1608-1674), ‘muy admirado en el cireulo de J. Johnson, fo son al Paraiso Perdido Edicion castellana en Macrid, Catedra, 1986, ** Francis Bacon, «Of Atheisin», Ensayo XV Edicibn castellana e los Ensayos en Barcelona, Orbis, 1985. 128 { miento, las mujeres iran a probarlo; pero del cultivo im- perfecto que reciben ahora sus entendimientos slo ob- ienen el conocimiento del mal ee pero, cuando este epiteto se aplica a hombres o mujeres, 8610 constituye un término cortés para la debilidad. Porque si se admite que las mujeres fueron destinadas por la Provi dencia para adquirir las virtudes humanas y, mediante el ejercicio desu entendimiento, esa estabilidad de cardcter que es el terreno mas firme donde sustentar nuestras es- peranzas futuras, se les debe permitir volverse a la fuente de luz y no forzarlas a moldear su desarrollo por el cente- lleo de un mero satélite. Concedo que Milton fue de una opinion muy diferente, ya que solo se inclina ante el irre- vocable derecho de la’ belleza, aunque sea dificil hacer consecuentes dos pasajes que quiero contrastar ahora. Pero a menudo sus sentidos conducen a otros grandes hombres a inconsistencias similares. Adomada de perfecta belleza Le dijo Eva: «Mi autor y mi sefor, Lo que me pides haré sin replicar: Asi lo ordena Dios, Dios es tu ley Y ti fa mia; no saber nada mas Es la ciencia mayor de una mujer Y su mejor elogio® Estos son exactamente los argumentos que he util do para los nifios, pero he anadido: vuestra razén ahora estd ganando fortaleza y hasta que llegue a cierto grado de madurez, debéis pedirme consejo; después tenéis que dio confiar en Dios. PSNo abstant, en los verso siguientes Milton parece coincidir conmigo, cuando hace que Adan discuta asi con su Hacedor: * Citado por'a edicign de Esteban Pujals,E! Paraiso perdido, Ma- ‘rid, Catedea, 1986, [N. de la T] 129 gNo me has hecho ti aqui tu substituto, Poniendo a esas criaturas inferiores Por debajo de mi? Entre desiguales, {Qué sociedad, qué armonia, qué auténtico Deteite se puede establecer? Ya que Todo debe ser mutuo, y en la misma Proporcion entregado y recibido;, Pero en desigualdad, el uno intense. Y el otro nevligente, mal se pueden Acomodar, y pronto nace el tedio, Hablo de compania, tal y como La busco, capaz de participar En todo goce racional, desechemos los argumentos sensuales y descubramos lo no S eee pee con el Ser Supremo. Para prevenir cualquier tergiversacién, debo afadir que no creo que la educacién personal pueda Hevar a todo y ha dado al siglo, por decirlo asi, un caracter fami- liar. Puede inferirse con justeza entonces que, hasta que la sociedad no esté constituida de modo diferente, no es 130 suficiente para mi propésito presente afirmar que, sea cual fuere el efecto que las circunstancias tengan sobre las facultades, todo ser puede hacerse virtuoso mediante el cjercicio de su propia razén, porque si uno solo fuera creado con inclinaciones viciosas, esto es, positivamente malo, qué puede salvarnos del ateismo? 0 si adoramos a un Dios, {no es este Dios un demonio? En consecuencia, la educacion mis perfecta es, en mi opinidn, un ejercicio del entendimiento, calculado lo me- jor posible para fortalecer el cuerpo y formar el corazén. (0, en otras palabras, para posibilitar al individuo la con- secucién de habitos de virtud que le hagan independien- te, De hecho, es una farsa lamar virtuoso a un ser cuyas virtudes no resultan del ejercicio de su propia raz6n, Esta era la opinién de Rousseau con respecto a los hombres; yo la extiendo a las mujeres y afirmo con toda confianza que se las ha sacado de su esfera mediante el falso refina- miento y no por el esfuerzo de adquirir cualidades mas- culinas. Sin embargo, el homenaje real que reciben es tan embriagador, que hasta que no cambien los modales de la época y se formen sobre principios mas razonables, puede que sea imposible convencerlas de que el poder ilegitimo que obtienen al degradarse es una maldicién y de que deben volver a la naturaleza y la igualdad si quie- ren conseguir la satisfaccién apacible que comunican los afectos. Pero en esta época debemos esperar, quiz, hasta que los reyes y nobles, instruidos por la razén y al preferit la dignidad real del hombre al estado de infantilismo, se sacudan sus ostentosas galas hereditarias, y si entonces as mujeres no renuncian al poder arbitrario de la belleza, probardn que tienen menos inteligencia que el hombre, ‘Se me puede acusar de arrogancia, pero, de todos mo- dos, debo declarar que creo con firmeza que todos los, escritores que han tratado el tema de la educacién y los modales femeninos, desde Rousseau hasta el doctor Gre- gory, han contribuido a hacer a las mujeres mas artific les, caracteres débiles que de otro modo no habrian sido y, como consecuencia, miembros mas inttiles de la socie~ 13t dad*, Podria haber expresado esta conviccidn en un tono mais bajo, pero me temo que habria sido el gimoteo de la. | afectacién y no la ferviente expresién de mis sentimien- tos, del resultado claro que la experiencia y la reflexion me han llevado a extraer. Al llegar a esta parte del tema, deberia referirme a los pasajes que desapruebo mas en las obras de los autores aludidos; pero primero es preciso ob. servar que mi objecién se extiende a la intencidn general de estos libros que, en mi opinién, tienden a degradar a uuna mitad de la especie humana ya hacer agradables a las mujeres a expensas de toda sdlida virtud Sin embargo, para razonar en el terreno de Rousseau, siel hombre ha obtenido un grado de perfeccién cuando su cuerpo llega a la madurez, seria propio que, para hacer a ste ysu esposa uno, ella se fiara de su entendimiento: ¥ la hiedra airosa, abrazando al roble que la sostiene, for. maria un todo en el que fuerza y belleza destacarian por igual. Pero, jay!, los maridos, al igual que sus compane- ras, a menudo sélo son nifios grandes —mejor dicho, gras Cias al libertinaje precoz, apenas hombres en su forma externa—, y si la ceguera Conduce a ceguera, no se necesi- ta venir del cielo para contarnos las consecuencias Muchas son las causas que, en el actual estado corrup- to de la sociedad, contribuyen a esclavizar a las mujeres, estorbando el entendimiento y agudizando sus sentidos Quiza una que de forma silenciosa hace mayor mal que todas las restantes es su indiferencia hacia el orden, Hacer todo de modo ordenado es un precepto de la ‘mayor importancia que en general las mujeres, al recibir sélo una especie de educacién desordenada, rara vez tic. nen en cuenta con la exactitud que lo observan los hom- bres, domefiados desde la infancia por el método, Esta especie de conjetura negligente —porque, qué otto epi- {eto puede usarse para indicar el ejercicio al azar de una | * De. John Gregory (1724-1773) eseribid uno de los libros de con: ducta para mujeres mas populares de la epoca, Father's Legacy 10 is Daughters, Londres, 1774, 132 suerte de sentido comin instintivo que nunca ha pasado la prueba de la raz6n?— les impide extraer generalizacio- nes de los hechos; asf que hacen hoy lo que hicieron ayer, simplemente porque lo hicieron ayer. Este desprecio del entendimiento en las primeras eta- pas de la vida tiene consecuencias mas funestas que lo que comiinmente se supone; porque el pequefio conoci- miento que las mujeres de mente poderosa alcanzan por distintas circunstancias, de una especie mas inconi xa que el de los hombres y se adquiere mas por simples, observaciones de la vida real que de comparar lo que se hha observado de modo individual, generalizando los re sultados de la experiencia mediante la especulacién. Lle- vadas por su situacién dependiente y sus ocupaciones domésticas a estar mas en sociedad, lo que aprenden es a retazos y como, en general, el aprender es para ellas s6lo algo secundario, no siguen ninguna linea con ese perseve- rante ardor necesario para dar vigor a las facultades y cla- ridad al juicio. Enel estado presente de la sociedad, se re- quiere un pequefio aprendizaje para respaldar el cardcter de un cabatlero, y se obliga a los nifios a someterse a unos cuantos aiios de disciplina, Pero, en la educacién de las mujeres, el cultivo del entendimiento siempre se subor- dinaa la adquisicién de ciertas dotes corporales. Aun asi, debilitado por el confinamiento y las nociones falsas de modestia, se impide al cuerpo alcanzar esa gracia y belleza que nunca manifiestan los miembros relajados y a me~ dio formar. Ademds, en las jovenes no se ponen de mani- fiesto sus facultades mediante la emulacién y al no con tar con estudios cientificos serios, si tienen una sagaci- dad natural, se inclina demasiado pronto hacia la vida y los modales. Se extienden sobre efectos y modificacio- nes, sin descubrir sus causas, y las complicadas reglas que rigen la conducta son un débil sustituto para los princi- pios fundamentales. mo prucba de que la educacién proporciona esa apariencia de debilidad a las mujeres, podemos citar el ejemplo de los militares, a quienes, como a elas, se los 133 envia al mundo antes de que sus mentes se hayan pertre- chado de conocimiento o se hayan fortalecido mediante Prineipios. Las consecuencias son similares: los soldados adquieren cierto conocimiento superficial, atrapado en la corriente confusa de la conversacién, y, de mezclarse continuamente en sociedad, aleanzan lo que se denomi- na conocimiento del mundo. Esta familiaridad con mo- dales y costumbres se ha confundido a menudo con un conocimiento del corazén humano. Pero, ;puede el fruto tosco de la observacién casual, que nunca ha pasado la prueba del juicio, formado mediante la comparacidn y la experiencia, merecerse tal distincién? Los soldados ¥ las mujeres practican las virtudes menores con una cortesia meticulosa. Luego, ,dénde esta la diferencia sexual cuan- do la edueaci6n ha sido ta misma? Todas las diferencias que puedo discernir surgen de la libertad, ventaja supe Flor que permite a los primeros ver mis de la vida Quiza sea divagar del tema presente hacer una obser- vacién politica, pero como ha surgido naturalmente al hilo de mis reflexiones, no la pasaré por alto. Los ejércitos permanentes nunea pueden estar forma- dos por hombres resueltos y vigorosos; podrin ser quinas bien disciplinadas, pero rara vez contaran con hombres bajo la influencia de fucrtes pasiones 0 faculta- des muy enérgicas: y en cuanto a la profundidad del en- tendimiento, me aventuraré a afirmar que resulta tan aro encontrarla en el ejército como entre las mujeres Y mantengo que la causa es la misma. Puede observarse ademas que los oficiales dedican también una atencion especial a sus personas, les gusta bailar, las habitaciones repletas de gente, las aventuras y las burlas', Al igual que para el bello sexo, el objetivo de sus vidas es el galanteo: " GPor queé debe censurarse con acritud uisauillosa de las mujes res qule se apasionen por las casacasescaslata? ,No las ha colocad lt eduacidn en el plano de los soldades mis queen el de cualquier otra clase de hombres? 134 | se les enseié a agradar y sélo viven para ello. No obstan- te, no pierden su rango en la distincién de los sexos, por- que atin se los reconoce superiores a las mujeres, aunque s dificil descubrir en qué consiste su superioridad, mas alld de lo que acabo de mencionar EL gran infortunio es éste, que ambos adquieren mo- dales antes que moral y conocimiento de la vida antes de que hayan comprendido, mediante la reflexidn, el gran esbozo ideal de la naturaleza humana. La consecuencia es obvia, Satisfechos con la naturaleza comuin, son presa de los prejuicios y al asumir todas las opiniones sobre su honor, se someten ciegamente a la autoridad. Asi que, si tienen algiin sentido, es una especie de mirada instintiva que capta proporciones y decide respecto a los modales, pero fracasa cuando deben seguirse argumentos bajo la superficie 0 analizarse las opiniones. {No puede aplicarse el mismo comentario a las muje- res? Mejor dicho, el argumento puede llevarse aun mas lejos, puesto que las distinciones innaturales establecidas, en la vida civilizada han dejado a ambos sin un puesto de utilidad. Las riquezas y los honores hereditarios han h cho de las mujeres ceros para dar importancia alas cifras; y Ia indolencia ha producido en la sociedad una mezcla de galanteria y despotismo que lleva a los mismos hom- bres, esclavos de sus concubinas, a tiranizar a sus herma- nas, esposas € hijas. Es cierto que esto es s6lo mientras se las ‘mantenga como soldados rasos. Fortalezcamos la mente femenina ensanchdndola y seré el final de la obe- dieneia ciega; pero como el poder busca la obediencia ciega, los tiranos y sensualistas estan en lo cierto cuando tratan de mantener a la mujer en la oscuridad, porque el primero s6lo quiere esclavos y el tiltimo un juguete. De hecho, el sensualista ha sido el mas peligroso de los tira- nos, embaucadas las mujeres por sus amantes, como los, principes por sus ministros, mientras sofaban que reina- ban sobre ellos. ‘Ahora hago referencia en especial a Rousseau, porque su personaje de Sofia es sin duda cautivador, aunque me 135 Parece enormemente artificial*. Sin embargo, no quiero: atacar la estructura superficial, sino los cimientos de su cardcter, los principios en los que se basa su educacién: es més, a pesar de la calida admiracién que siento por el genio de este capaz escritor, cuyas opiniones tendré a me- hudo ocasién de citar, ésta se trueca siempre en indigna- cidn y el cefio adusto de la virtud insultada borra la sonti- sade complacencia que sus parrafos clocuentes acostum- bran a suscitar, cuando leo sus ensuefios voluptuosos, GEs éste el hombre que, en su ardor por la virtud, deste- ‘raba todas las artes delicadas de la paz y casi nos hacia fegresar a la disciplina espartana? Es éste el hombre que se deleita en pintar la provechosa lucha de la pasidn, el triunfo de las buenas disposiciones y los vuelos heroicos que transportan fuera de si al alma candente? ;Cémo se rebajan estos inmensos sentimientos cuando describe el lindo pie y el ademiin seductor de su favorita! Pero, porel momento, renuncio al tema y, en lugar de reprender con severidad las efusiones pasajeras de una sensibilidad arrogante, sdlo observaré que cualquiera que haya vuelto los ojos a la sociedad a menudo debe haberse sentido sa- tisfecho por la vista del humilde amor mutuo que no es exaltado por el sentimiento o fortalecido por la unién en afanes intelectuales. Las pequefteces domésticas diarias han proporcionado asuntos para conversar animada- ‘mente y las caricias inocentes han suavizado labores que ho requirieron gran ejercicio mental o capacidad de pen- samiento. La visién de esta felicidad moderada gno exci- ta mas ternura que respeto? —una emocién similar a la que sentimos cuando los nifos juegan o los animales re- tozan*—; mientras que la contemplacién de la noble lu. * Sentimientos similares origina Milton en mai mente con su ame: na descripeidn de la felicidad paradisiaca: in embargo, en lugar de envidiar ala amante pareja, he vuelto al infierno con dignidad cons * El prototipo femenino del libro V del Emilio de Rousseau a cuya critica dedica Wollstonecraft buena parte de su obra, Fdicida castellana, Emilio, o De la Edueacion. Madeid, Alian2a, 1990. 136 | cha del mérito que sufre despierta admiracién y trans- porta nuestros pensamientos a ese mundo donde la sen- sacién cederd el lugar a la razén. Asi pues, las mujeres tienen que ser consideradas se res morales 0 bien tan débiles que deben someterse por entero a las facultades superiores de los hombres, Examinemos esta cuestiGn. Rousseau declara que una mujer nunca debe ni por un momento sentirse indepen- diente, que debe regirse por el miedo a ejercitar su astu cia riatural y hacerse una esclava coqueta para volverss tun objeto de deseo mas atrayente, una compaiiia mas, dulce para el hombre cuando quiera relajarse. Lleva atin mas lejos cl argumento, que pretende extraer de los indi- cios de la naturaleza, e insinia que verdad y fortaleza, las piedras angulares de toda virtud humana, deben culti- varse con ciertas restricciones, porque, con respecto al cardeter femenino, la obediencia es la gran leccidn que debe inculcarse con vigor inflexible. {Qué disparate! sablecido este principio, se deduce quel myer he silo da expresamente pata agrata al hombre: sila oblipacgn os tabion feciprocay el hombre debe agradaa suv, no es necearo Je mois fan somediato; su gran métto es su poder agrada simplemente por aque es fuerte. Debo confesar que exo no cnstituye una dels mans tna efnadas dl amor: pr sn embaro, cua dla ey de »Si a mujer ha sido formada para agradary someterse al hombre sin duda su lgar esta en hacerse amableaelen verde poner prucba Sus pasiones. La violencia de ls Jess del hombre denen ese, éncantos y por su mediacion puede premiatioa ejereer os polney ‘que a aturaleza le ha otorzado. Elmeiodo de mis Tevullado parse, citarlos es hacer su eerceio necesaro or la esistenca: Je es moe, Ia autocstima se afade al deseo yuno run en a vctora que lotto se ve obligado a obtener. De aqui surgen los distinios modes ae ate, due y defensa entre fos sexos In audacia Ge un sexo’) Is wmider el ‘otro:y-en una palabra, la vergdenva y modestiacoe losane naan, tera ha armado al deh pra someter al fueron. El Emo de Rous No haré mis comentario sobre ese ingeniosopasaje que observ ‘que se trata de la filosofia de la las vias eeeeeen 170 tuna pobre que despoje a sus hijos de su herencia paterna y los deje en la miseria; 0 se hace victima del descontento y el desenfreno ciego. Incapaz de educar a sus hijos 0 in- fundirles respeto —porque no es un juego de palabras afirmar que nunca se respeta a alguien que no es respeta- ble, aunque ocupe un puesto importante—, se consume bajo la angustia del pesar vano e impotente. Los dientes, de la serpiente entran en su alma y los vicios de la juven- tud licenciosa la llevan con pesar, cuando no con pobreza también, a la tumba. No es un cuadro sobrecargado, sino un caso muy po- sible y algo semejante debe haber ocurrido ante cualquier mirada atenta. ‘Sin embargo, he dado por supuesto que la mujer tenia buena disposicién, aunque la experiencia muestra que puede conducirse a las ciegas con la misma facilidad a la cuneta que por un camino batido, Pero hagamos la conje- tura no muy improbable de que un ser al que sdlo se le ha ensefiado a agradar debe seguir buscando su felicidad en ello, jqué ejemplo de necedad, por no decir vicio, sera para sus inocentes hijas! La madre se perderé en la co- queta y en lugar de hacerse amiga de sus hijas, las con- templard con recelo porque son rivales —mds crucles que otras cualesquiera porque incitan a la comparacién y empujan del trono de la belleza a quien nunca ha pensa- do tener un puesto en el banco de la razén. No se requiere una pluma viva o el esbozo perspicaz de una caricatura para trazar las miserias domésticas y los pequefios vicios que una sefiora de familia como ésa difunde. Sin embargo, actia como debe hacerlo una mu- jer criada segiin el sistema de Rousseau. Nunca se le re- prochara ser masculina o salirse de su esfera, mas atin, observaria otra de sus grandes reglas y al conservar pre- cavidamente su reputacién libre de mancha, se la consi- deraria una mujer de buena clase. Pero, ,desde qué pers- pectiva puede denominérsela buena? Es cierto que se abstiene, sin gran lucha, de cometer grandes delitos, pero {cémo cumple con sus obligaciones? jObligaciones!, a de- im cir verdad, bastante tiene con pensar en adornar su Po y alimentar su d&bil eonsutucidn, nt YU specto a la religion, nunca se atrevié a juzgat por st misma; pero se ajustaba como debe hacerlo une srnvon, dependiente a las ceremonias de ia Iglesia en las que la educaron, ereyendo piamente que cabezas mas sabiag gue la suya han organizado esos asuntos;y sin duda ela nalidad de su perfeccidn. Asi pues, paga su diezmo de menta y comino —y gracias a Dios no es como las de, mas mujeres. jEstos son los benditos efectos de una buena educacidn, las virtudes de la compatiera del hom Debo aliviarme dibujando un cuadro diferente. Deje- un entendimiento tolerable, porque no quiero dear Ia nea dela mediocridad, euya constitucion, fortalecida por el gjercicio, ha permitido a su cuerpo adquirir su pleno vigor; su mente se ha ido expandiendo al mismo tiem Para comprender los deberes morales dela vey nang consiste la virtud y dignidad humanas ve Formada de este modo mediante el desempefio de las, obligaciones relativas a su posicién, se casa por afecto sin perder de vista la prudencia y mirando mas alla de la felicidad matrimonial, consigue el respeto de su marida antes de que sea necesario ejercer malas artes para com placerlo y alimentar una llama moribunda, que la natura, leza predestina a extinguirse cuando el objeto se hace fa. miliar, cuando la amistad y Ia paciencia ocupan el puesto de un afecto mas ardiente. Esta es la muerte natural det > GiGuk encantadors es su ignorancit biando de Sofia Feliz el estinado sete tora desu expose, err sino qu estard contentade set su pupa, Loe tcl ase tio, seomocar! pop ie cerlo ébv, El Emilio de Rousseau” re Me coatentarésimpleme ‘Me mplemente con preguntarcéino puede sobrevivie stad cuando termina clamor entre el macsre yes ee 172 —exclama Rousseau ha- trurla! Nunca pretenders 4 amor y no se destruye la paz. doméstica con luchas para evitario. También doy por supuesto que el marido es virtuoso, 0 ella necesita ain més principios indepen- dientes. Sin embargo, el destino rompe este vinculo. Ella se queda viuda, quiza sin una provisién suficiente, pero no estd desolada. Siente la punzada natural del dolor, pero cuando el tiempo ha suavizado la pena en melancolica resignacién, su corazén se torna a sus hijos con inclina- cidn redoblada y, deseosa de proporcionarles todo lo ne- cesario, el afecto da una forma sagrada y heroica a sus de- beres maternales. Piensa que sus virtuosos esfuerzos no s6lo los ve aquel de quien debe manar atiora todo bienes- tary cuya aprobacién es la vida, sino que su imaginacién, un poco exaltada y ensimismada por el duelo, espera en el fondo que los ojos que su mano temblorosa ha cerrado puedan todavia ver cémo somete toda pasién rebelde para cumplir la obligacién doble de ser tanto el padre como la madre de sus hijos. Flevada al heroismo por la mala fortuna, reprime los tenues albores de una inclina- cién natural antes de que maduren en amor, y en la flor de la vida se olvida de su sexo —olvida el placer de una pasion que despierta, que de nuevo habria sido inspirada y correspondida, No vuelve a pensar en agradar y st dig- niidad consciente le impide enorgullecerse de su conduc ta. Sus hijos cuentan con su amor y sus esperanzas mas, resplandecientes se encuentran més allé de la tumba, a donde su imaginacién se extravia a menudo. Pienso que la veo rodeada de sus hijos, recogiendo la recompensa de sus cuidados. Los ojos inteligentes en- cuentran los suyos, mientras la salud y la inocencia son- rfen en sus mejillas carnosas y, cuando son mayores, su atencidn agradecida disminuye los cuidados de la vida. Vive para ver las virtudes que traté de plantar sobre prin- cipios fijados en hébitos, para ver a sus hijos alcanzar una fortaleza de caricter suficiente que les permita so- portar la adversidad sin olvidar el ejemplo de su madre. ‘Cumptida la tarea de la vida, espera con calma el sue- 173 fio de la muerte y al fevantarse de la tumba diria: «Mira, me diste un talento y aqui tienes cinco»* Deseo resumir lo que he dicho en unas pocas pata- bras, ya que arrojo mi guante aqui y niego la existencia de virtudes propias de un sexo, sin exceptuar la modes- tia, La verdad, si entiendo el significado de la palabra, debe seria misma para el hombre y la mujer; no obstante, el cardcter femenino imaginativo, tan bien descrito por poetas y novelistas, al demandar el sacrificio dela verdad y la sinceridad, convierte fa virtud en una idea relativa que no tiene otro fundamento que la utilidad, y sobre esta utilidad pretenden juzgat los hombres, moldedndola a su propia conveniencia. ‘Admito que las mujeres tengan diferentes obligacio- nes que cumplir, pero son obligaciones Aumanas y los principios que deben regular su desempefio mantengo con firmeza que deben ser tos mismos Es necesario hacerse respetable y ejercitar el entendi- miento, pues no hay ningun otro fuindamento pata obte- ner un cardcter independiente; quiero decir explicita- mente que sélo deben doblegarse a la autoridad de la raz6n, en lugar de ser las modestas esclavas de la opi- iQué pocas veces nos encont ramos en los rangos supe- siores de la vida con hombres de cualidades clevadas 0 incluso de atributos comunes! Las razones me parecen claras: el estado en el que nacieron no era natural. Fl ca- rdcter humano siempre se ita formado mediante fas ocu- paciones que prosigue tn individuo o una clase: y si no se agudizan las facultades mediante fa necesidad, permane- cen obtusas, Este argumento puede extenderse igualmen- tea las mujeres, ya que, ocupadas rara vez en asuntos se- ros, la consecucién de placer da esa insignificancia a su cardeter que hace a la sociedad de los nobles tan insipida La misma falta de firmeza, producida por una causa si- "* Cita libre de ta «Pardbola de los Talentos», en El Evangelio se- sin San Mateo, 25:20 174 ilar, fuerza a ambos a volar de si mismos a los placeres escandalosos y as: pasiones artificiales, hasta que la van: sear rug detox aft social y feu iil distinguir las caracteristicas de la humanidad. Tal i an Jos beneficios de los gobiernos civiles, tal como: a ne ganizados en el presente, que fa riqueza y la dul ea a san jen por igual aeniece ala humanidad 9 Se producen porla misma causa; pero al admitir que las ms eres son criaturas racionales, debe incitérselas a adauiris Fe ei pucan llamar propas, porque zeom0 Se da ae Sm ber raetenal por igo qe no oe Sa'propioesura0?

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