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CLEP ES PLOTINO ENEADA CUART. AGUILAR anno BUENOS AIRES — stésaco Los neve tratadon de Promo. (203.270), que equt se einen, Farman Jo llamada Enfade euers, conforme 2 la oréenacion de fos. textos plotinianos tealzada. pcr Postitio PROLOGO ‘qaeis eke ol depos gua maces a ley Ro 32.728 © Wee, by Agutat Avert 8 Ay de Disonet, Bowaoe Ale Tapes on te Lipetion — Pra i digesta 1, Et tema del alma en la Enéada cuarta. Li mest» eativa vv quetesimonian tos trtados plotinianas, consecuencia evidente de wna enscitanza de ccanicter oral, falta de preparacién y de método preconcebi- dos, pudiera parecer eantradicha por la armoniosa disposicién de las lecciones de Ia Enéada cuana, en la cual no sélo todos sus tratados se refieren al alma sino que se revela incluso sun fuerte o indudable parentesco, que es casi real y conti- rmuada trabaain ex el desarrollo de algunas de sus pares. Asi, por ejemplo, en lo que atanie a las dificultades acerca del alms, que Plotino consideré con especial detenimiento. Porque, de lo que él mismo pueda decir aqui, 0 mejor, de 1o que ofirme categsricamente acerca del alma y, sobre todo, acerca de su naturaleza, depende en gran medida la validex ontolégice de su sistema Por lo pronto, en el tratado primero de la Enéada cuarta, que €s wna exégesis de algo ya expuesto en el Timen platé- nico, Plotino deja zanjada una cuestién fundamental en torno a Ia esencia del alma: Ia de sw vinculacién real a las ruzones de ese mundo intaligible que es, en dofinitiva, tanto para Plotino como antes para Plaién, el mundo del ser ne- cesariamente verdadero, "Es en el nsundo inteligible —nos 10 PLorine dice Plotine—.donde se encuentra el ser verdadero; la parte mejor de él es ia Inteligencia, También las almas se ertcwer- tran'en ese mundo y desde alli vienen al mundo sensible.” Pero el alma es igualmente hipdstasis de continuidad y ra zim primera del mundo sensible. De ab la innegable con- froniacién que exige con el dmbito de los dos mundos, pues ef alma puede Hegar en efecto a serlo todo —todas y enda tuna de las cosas— desde su atalaya privilegiada det orden cedsmico. Esio es, el alma se bulancea a cabello de dos reslidades de distima jerarquta y nivel, Su esencia y su naturaleza se ofrecen por ella dudosas, 0, por lo menos, susceptibles de visiones parciales, que resultan las mds de las veces notoria- ‘mente desconcertantes. En la raturaleza del alma se da ya ‘por tal motivo toda la promocién imaginable de formas; por que puede permanecer como indivisible y puede ser sanibién objeto de particién, al interferir de leno, por akajo y por arriba, el dominio de la realidad inteligibte y al campo de 1a renlidad sensible, No hay, pues, contradiceién al recordar con Platén que el alia se compone de una esencia indivisi- ble y de ama esencia divisible en tos euerpos, porque ello viene a signifcar, tanto para Plaién como para el proy Plotino, “que el alma estt hecha de tna esencia que per manece en lo alto y de otra que depende de ésta, pero que fluye de ella como sn rayo de su centro” En el capitulo primero del tratado segundo Plotino postula como maravillosa condicién del alma esta aparente suma de contradiceiones que ella misma encierra, Parece dificil ha- Dlar, sin wn riesgo metafisco evidente, de una realidad que comporta "wna esencia indivisible” y otra “esoncia divisible cn los cuerpos’: vero asi se manifesta tambiba, ‘mucho: claramente, Ix grandeza y el poder del elma: No #8 ‘mo, por 10 pronto, que una unided comtinuds ed la rgug’ s // aubvinosen pores de naturcenn diferente, "Y ay meen” de Plotino—: no esd dividida, wi puede siquiont stall a” Buna vez, ya que permanece toda entera cowsigo misma. Si se divide en los cueryos es porque los cuerpos, a causa de la division que les es propia, no pueden recibirla indiist Hlemente. Con lo que debe conclurse que la divisign afecta a los cwterpos, pero no al alma.” Sin enibargo, Plotina tendrd que admitr, en algsina me- ide, lx mulsiplicidad y divisibilidad del alma. Porque en si sistema Ya unidad no’ choca abiertamente con la mult dad, wi lo indivisible enira siempre en conflicto con lo divi- sible. La concatenccién y el engarce de los mundos estén virmalmonte asegurados por ese puente basculante que es el alms, gue mos trae del mundo inteligible al mundo de la mesoria y puede elevartos todavia de éste a aquél sin win quebrantaniento formal de una y o'r realidad. Corresponde al alos, como dice Plotino, disribuir la vida a todas partes, y esto quiere significer que también ha de abarcarlas y go- ernarlas a todas, con prudencia y sabiduria sumas, No es excluyente del alma la idea de multiplictdad, sino que lo es de los cuerpas Ia idea de unidad e indivisibilidad. Partiendo del princigio vamos rigurosamente de lo tno a lo miitiple, 7 tal acurre, ni nds ti menos, con ta procesién del alma a Tos cuerpos. Aunque quede wi poco envuelta en enigma, a la manera del dicho de Plat6n, Plotino eoncluye sus tatados de le Enéada cuarta sobre la esencia del alma con una afirma ‘idm que a mds de uno sorprenderia de no encontrarse ya ci 2 pLorixo ado de sus habituales paradoja: “conviene —afirma— que el alma sea una y miltiple, divisible ¢ indivisible", {Cémo en tender todo esto? Simplemente, no por un sistema de oposi- clones ontoligicas, sino por uma connplementacion de real dades degradantes, que munca, en mariera agua, aparecen totalmente desligadas de la realidad supreme, que es también, por mueve paradoja, la realidad primera y Ia silima. As, ‘pues, lo divisible no se opondrd a To indivisible, sino que, por el contrario, podvé recibinlo en stm de raodo que se adlapte a su peculiar y 1 Esd em el poder del alma hacerse miltiple; vo, si acas, en el del euerpo, hacerse uno. "No pongemos en duda —dice Plotino— que tuna misona cosa —el alma, por ejemplo— pueda ester en varios lugares, porque, si no admitimos esto no seré posible tempoco que wna naturaleza resina y gobier nie todas las cosas, abaredndolas a todas ellas y dirigiéndolas con sabiduria; ni que un sor sea multiple poraue las cosas también To som, 0 uno, porque lo es igualmente el ser que lo contiene todo.” El alma, 7 lo veremos, es lo suficientemente grande como para abaresr toda la sustancia corpérea. Bata ¢ inunda esta realidad con ta fuerza de su lux yorque ha de extenderse vverdaderomente hasta donde exista la realidad de am cuerpo, por minima que ésta sea. Esté, por santo, viacwlada nece sariamente a los eucrpos, pero no eosfundida con ellos. Si poder organizadar le viene al alma directamente de ta Inte Higencie, pero para que lo wtilice positixamente en beneficio de la materia, sirviendo ast a la vide del todo. Pluralidad y divisibilidad son consecuencia de wn principio de accién Inikerente al alma, principio de naturclexa espiritual quo debe eADA eUARTA B penetrar lo material y ordenarlo arménicamente para realzar como es debido ol gobierno inteligente del mundo, No cake la menor duda que Plotino considera como det ands elto interés toda posible investigacién sobre el alma. El cardoter de la diseusién orel, que era el privative de sw escuela, daba por resultado que surgiesen al caar muchas 17 diversas enestiones, plenas todas ellas de dificuliades, sobre les que la opinidn del maestro habia de formalarse con pre- cision 9 mitidez. Los hombres que acompaiaben a Plotina en la diseusién no tenfan, por otra parte, ni el mismo ort gen ni la misma filccidn floséfica. "Los oyentes « quienes se dirigia —nos dice Emile Bréhier'— eran, casi siempre, hombres formados, xa instruidos en filosfia, 9 que antes de aistir a sus cursos habian conocido en otra parte doctrinas filasdficas 0 religiones diferentes a las suyas. De ah que acogiera como antigos a erstianos gnésticos. Sus disipudes ‘mds queridos eran Amelio, procedente de Ia escuela del es- toica Lisimaco, y Porfirio, wn asitico de Tiro que lo conocié a los 32 aiios después de haber yublicado una importante cobra de filosofia reigiosa: La filosofia de los ordentos.” Esto explica que, en muchos casos, las objeciones que. se hacen 4 la teoria plotiniena provengan de una direccién filosdfiea muy determinada, esioica casi sempre, cuando se trala, como ‘qu, de cuestiones de verdadera trascendencia en iorno a la realidad del alma, Pocas veces, dec nos al principio, esté vrtualmente con- 2 GF, Enile Bethe, La foefia de Plano, Eas Sudame- Hicana, Buenos Alves, 1953, pig. 3 16 prorixo, seguida lo unidad de Tos tratados plotinianos, Por esto os amas digno de admiracién en el conjunto de Is Enéada cuatta ‘que Plotino haya querido investigar, y hasta con cierto mé- todo, todas las difieultades que, sucesivamente, fueron plax- tedridole sus disefpulos. Estas dficultades versam aqui, camo es sabide, acerca del alma, ¥ a iravés de ta exposictin de Jos traiados tercero, quarta y quinto, se perfilan en varias direcciones, con una temética y wna argumnentacién muy conereias. “Asi, Plotino va sometiendo a debate, o mejor, va envolviéndolas en sus tesis 0 en sus réplicas, cuestiones que tienen relacién con la produecién de Tas almas, com las mo- Adificaciones que puede recibir el alma en. cuanto enira en contacto con él cuerpo, con el lugor que ella misma deba cetsper, con la naturalesn de sus distintas facultades, con el problema de la muerte o del abandono deb cuerpo por el al- ‘ma, 0 incluso con los problemas derivados de la percepeidn ‘visual, que tocar tanto a la naturaleza del perceptor como @ la naturaleca del medio en que la percepcién se desen vuelve, Pero, ide qué principios o fundamentos parte Plotino para jstificar sus investigaciones, y arin mds, sus conclustones sobre eb alma? {Basiaria con recordar aquella afirmacién, contenida en el trotado octavo de Ia Enéada primera, do que el alma ocupa el comienzo, el medio y el fin de todas las cosas? Por supuesto que, si esto es asi, la investigecién sobre el alma tendria que ser una exigencia permanente para el ospititu de Plotino, No resulta extraia, pues, que acceda @ ella convencido de que se enfrenta con algo segrado, con algo que por sw origen es divino, © incluso, hasta certo punto, misterioso © indescifrable. Como remenmormdo la exeaps cuants 1s vieja instruccién divina al genio socrdtico, Plotino eree obe decer a Dios cuando vuelve su espiritu en direccién al alma ¥ al conocimienio de si mismo, Este, 7 no otro, es el puriia de paride, Y para ét se exige plenamente todo el efuer 20 de la Irisqueda, de la entrega decidida “a ese fin tan querido de muestra contemplaciin”, Plotino argumenta, desde Inego, en favor de la unidad originaria de las almas, apoyindoxe unas veces en Ia autori- ad del Filebo y oinas en los textos del Fedto. Del Feo, precisamenie, recoge Ie repetida frase de que “toda alma esté al cuidado de lo que es inanimado” para confirmar, por su euents, qise cada parte de nosotros recibe una parte de nuestra alma, con to que nosotros misios, que somos partes el toto, recibimaes también une parte del alma universal Pero xo eae dar por bueno, ni siquiera como concesién a los estieos, « quienes Plotino contradice com tanta frecucn cia, que el alma universal pueda dividirse a la manera de sua megnitud, "Ni aun nuestros adversarios aceptarfan —dice Plotiio en el capitulo segundo del sratado tercero— que el alvia universal se desgarra en partes, porgue con ello des truition ef alvia, que ya no seria més que wn nombre si tunica fue realmente un todo, Ocurrria aqut como st repar ésemos vino en muchas dnforas y dijésemos luego que la porte de vino que hay en cada énfora es una parte de Te totalidad del vino.” Es elero que el alma wniversal deberd ser wwsa y la msisma en todas partes, aunque pueda legar a radicarse en muchos seres, Una y otra cosa som perfecte ‘mente compatibles en la opinién de Plotino. Y Wevan en realidad al pusito capital de la cucstion que aqui se discute, esto es, el de que todas las clmas individuales provienen de 16 PLotino sosa sola alma y, al igual que las inteligencias, son divisibles ¥ no divisibles. "EL alma que permanese —ofirma Plotino— os la razén una de la inteligencin, de la eual provienen las tazones particulares ¢ inmateriales, camo acontece en el mein. do inieligible.” Unidad y distincién de almas no parecen, 0 no deben ser, Conceptos contradictoris, siempre que la distincién de las almas no suponga sambién una verdadera parcelacisn 0 divi. sion en portes, de acuerdo con la misma pluraidad 0 diver. sidad de los cuerpos. La distineién de las olmas queda real. mente acepiada bajo el prisma tan tipicamente platcnica y plotiniano de ta relacién de éstas con el mando intligible. Platéa hablaba por ello en el Timeo de las almes “de se- gundo y tercer tango", es decir, de las almas que estén més © menos préximas a esa regién superior e inieligible, pero, on todo, vineuladas a ella de alguina manera. Unas amas $e aproximan, © incluso se unen por su accisn, al mundo inteligible; otras se acercan a & yor el conceimiento, mu. has otras lo hacen también gor el deseo. Esto quiere indie car, seguramente, “que la plenitud y la perfecciin no son algo idéntico para todas les almas”, con Io cual ya se contaba de entemano en esa variedad sempre degradante de las re- alidades plotinianas. Es hermoso, poctico y esencialmente platénico el penssmiento de Plotino cuando habla de Ia proyecciOn del smndo inteligible sobre el mundo sensible para defender la armonia de ta ereacién y, en definisiva, Ta vwnided originaria, primera y altima, del ama universe. "El mundo, que es como wre mansion bella y variada —dice Plotino en el capitulo noveno del tratado tercero—, mo estd seperado de su creador ni puede prescindir de la comuniew ‘RRADA CuARTA v7 cién com él, sino que, muy al contrario, todo entero y en todas partes ha de ser digno de sus enidadas, con los cuales recibins provecho en sis ser y en su belleza, en la medida en que pueda partcipar en ellos. Con todo, nada perjudicial resultard para el ser que esté sobre él, porque este ser que le ditige continiia-perrmaneciendo en lo alto. En estas com. fiviones se encuenira el universo animada: dispone dean ‘alma que no es suya, pero que esté hecha para él. Esa alma realmente le domina, sin que & pueda a su vex dominarle, 7, ailemds, Ie posee, sin que él pueda poscerla a ella, Este ‘mamndo asienta en el alma que le sostiene y nuala hay en 4 que 0 participe en esta alma; es como una red tondida cen las aguas, que vive en ellas y no puede, sin embargo, hacerlas suas.” EL alma, ast entendida por Plotino, posee una dimensién ¥ wna grandeza natural apenas imaginable. Es evideme, sin Guida algun, “que puede abarcar en s6 misma a toda la suse tancia corpérea’. Por To tanto, alli donde el cuerpo se en- ‘cuenire, alli también tiene que encontrarse el alma. Y si se diese el caso de no existir un cuerpo, en nada afectaria esto @ la magnitud del ale, que seguiria siendo siempre 10 que ya es, Venimos de lo alto a to inferior por grados de mis 0 de menos intensa Inminosidad. Pero al wriverso, to mismo que al alas, hay que tomarlo en todo momento tal cual es, Su extensién es de tal grado que se encuentra alii donde © encuentra el alma, esto es, en los limites desu gobierno 7 de su accién. Trayendo a primer plano la imagen de la bz, a la que Plotino profesa tanta devocién, el snivers, Ios ‘euerpos y la materia toda —la materia como un caso Hite ‘qwedass ‘perfectamente explicados, Y no menos, claro es, Ta B yLoriTe acim iuminativa que se propone para el alvia wna. “AS, rodenios imaginar al alma —{imaginarla como al sol, quiere decir Plosino}—, luego a las cosas que primero la siguen y, por tltimo, a las que vienen a contimuacién. Som éstas como la sltimas Iuces de tn fuego, posteriores en todo a él y prom vvenienses de la sombra de este titimo fuego inteligibley pero esta sombra se ilwmina y surge coma wna forma que la ci. ra, que es la oscuridad toial y primera. Todo ello queda ordenado racionalmente por el alma, la cual posee en sf mis ‘ma la potencia de ordenar ta oscuridad segin razones deter ‘minadas.” Luz y vida que, en lo referente al alma y @ su eccién sobre los cuerpos, son una y la misma cosa. Porque al alma To que hace no es reparirse y fraccionarse sino pro- ducir la vida en mayor 0 menor semejanza con Ia suye, “Produce Ia vida —afirma Plotino en el capitulo décimo el tratado sercero— en todos aquellos seres que, por si snismos, no la poseerian, » hace dennis que esa vida sea en wn todo semejanie a la suya.” Las limitaciones en la perfeccién vienen dadas por el natural debilitamiento de 1a luz intelighble, pero nunca por su particién, o por In divi- sin ilimisada del alma, Y siempro, no obstante, el alma e3 duefia de la vida que produce, “sehora de los ewerpos —comio dice Plotino— por la misma potencia de su ser’, con le ct no silo los hace nacer sino que los conduce racionalmente al estads que ella desea. Dos cuestiones relacionadas con la condicién del alma 1, sobre todo, com el alma que ha de informar un cuerpo, sam tombién tema de debate a través de Ta Enéada carta, Lo que se intenta probar aqut es, de uma parte, la naturaleza wr 39 aisma de Ia relacién entre et alma del muindo y su cuerpo, y de otra, Ia particular dispasicién de las almas’de los hom res pane dar a sus ewerpos wna raxin que sea la imagen de iles. Pensenos, en primer lugar, on el sontido arménico que Plotino gusta de conferir a todas las cosas existentes en el universe. Por d, un poco ala manera de Leibnis, Hegamos @ conclasiones siempre optimistas, que no afean del todo, sino que, al contrario, vivifiean y hermosean Ia mds débit 7 pequers cosa de este mundo. En este sentido, nada es lejos de nada, como dice ef propio Platine. Y ni los dicses estén separadés de los seres inteligibles, ni éstos lo estén de a Inteligencia, ni lo e:té la Inteligencia, por supuesto, del alma primitica que proviene de ella EL alma es algo asi como un puente —y el alma del uni verso on mayor grado— entre wun mundo plano de luz y otro mando al que slearizan ya las tinieblas. Bréhier diria, rwcordade el bello ejemplo de Ia red lawaada al mar, que el lia del mindo se asemeja a un océano espiritual que bana 4a realidad sensible. Y, en efecto, Plotino ast se la imagina y lu piense, davido ademés al alma ese acto ordenador del universe que es como la imagen interior que ella misma rroyecia sobre el todo y sobre las cosas, EL alma es, por tanto, principio de smidad en el orden del mundo y asin de ta ciencia y de ta vida sinicas que president el acontecer del rniverso, “Nadia esté lejos de nada", pero, por eso mis ‘mo, todo esté cores de iodo, y todo, verladeromente, sionte el calor y la vida de lo mis alto, Para eso, precisimente, "CE ob city wie 2 Prorivo exive al alos, fuersa miciriz y comtemplativa que engeran ls eslabones de los dos mundos y abre las compuertas de 1a naturalers para que por ellas penetre la grande ¢ inconte- nible corriente de la vida espiritual. "No es posible —dice Plotino en el capitulo once del tratado tercero— que haya alguna cosa que no gartcipe de la divinidad, pero tampoco Jo es que Ia divinidad descienda hasta sosctres. La intel agencla de que hablamos viene a ser como el sol inteligible que es precisamente lo que nosotros tomamos como ejem- plo pero a continuacién de & hemos de coloear wt alma que de él depende y que permanece en cl mundo intligible. Esta clma da al sol los limites que cieriamente le convienen, operindese, por medio de ella, la unién més intima entre el sol sonsible y el sol inteligible. También por su intermedia se transmiten al sol sensible las voluntades del sol inteligi- He, as como al sol inteligible los deseos del sol sensible, todo ello en ta medida en que, por medio del alma, pueden esos deseos llegar hasta aquél.” Y si el alma esid, 0 permanece, siempre on Io alto, no por ello deja de aiender al mundo, que habré de participar necesariamente en elia en la medida en que pueda hacerlo una somlra que participa de la luz 7 de Ta forma que ta luz trae consigo. Bella y variada, bajo todos los aspectos, se ofrece a nuestra visa la mansibn del mundo que habiswmos. Este mundo, podemos ereerlo con Plotine, no se encuentra separad de 0 creador y 1 siquiera ha perdido la comunicacién con él; muy al contrario, tedo entero y en todas partes recibe Ios euidados del ser divine, como en una ereacién 1 ordenacién ininterrumpida que sirva a la vex para perfeccionar su ser 3 su belleza, Y nada perjudicial resulta para el ser que Te ewan examen a dirige 0 Te domina, porque exe ser, esa alma, mejor, no aban- dona por wn momenio su lugar natural —lo que Plotina Tama ef "Reposo en si—, donde la luz se manifiesia en toda si puresa, con el maximo de fuerza y de esplendor. El alma del msmdo es grande, inmensa e inaleanzable en su magnitud. Todo Io que puede hacer el mundo es exten- derse y vivificarse con ella hasta extremos verdaderamente ilimitados. EL ejemplo del mar y de la red puede ayudar a comprender, de algin modo y més bellamente, la naturaleza de esa misma inmensidad, sin la cual el universo no tendria asin alguna de ser. Como afirma Plotino, “este mundo se asienta en ef alma que le sostiene y nada hay en é que no participe en esta alma; es como wna red tendita en las aguas, que vive en ellas y no puede, sin embargo, hcerlas suyas, Peso, cuanilo In mar se extiende, también la red se extionde con ella en Ie medida que le es posible, ya que cada wna de sus partes se encuentra precisomente “alli donde debe ester” En cuanto a las almas de los honibres, In cuestidn queda reducida al eniendimiento de esa parte inferior que, pro- veniente de la més alta parte del alma, verifica la procesién 0 al descerso hacia los cuerpos. Ya se habia dicho por Plo Hino en el wretado octavo de Ta Enéada tercers que el alma tone en realidad, si no dos yantes disintas, si dos actitudes 0 actividades que permiten en un caso, para la parte del alma que mira hacia arriba, la contemplacién e iluminacién eter- nas, 9 en otro, para la parte del alma que tiende hacia abe 0, la organiancién y el despliegwe particular de la vida de los euerpos. La contenaplacién del orden inteligible y la pro- pecei6n dle ese misma orden al mundo sensible son, de alg 2 vLorne modo, acciones que cabe asribuir al alma en su papel de ‘agente intermediario entre uno y otro raundos, “Por sn tado dice Emile Brékier'—, el alma esté en contacto con la Inteligencia que es el orden mismo; yor otro esta en con tacto con Ia tasteria que organiza.” Plotino dird a su vez que “las almas de los hombres ver sus intigenes coma ex al espejo de Dionisos y se lanzan hacia ellas desde Io alt, pero sin cortar por ello con su principio, que es ta intel gencia. No descienden, pues, con su propia inteligencia, sino que se dirigen hacia Ia tierra, pero con la cabeza fija por encima del cielo. Si ocurre en realided que descienden demasiado, ello seré debido a que su parte intermedia viene obligada a procurar el ewidado del cuerpo en el que aquéllas se han precipitodo’. Y, sin embargo, esa raisma acciéa de las almas tiene cardcier temporal, yor cuanto “el padre Zeus", para dar la debida exnetitud a los perfodos edsmsieas, se cont ppodece en su espiritu de los trabajos que hax de realizar y de las ligadwras que las atan a los euerpos. Vuelve asi a to mer sentido, por medio de le proyeceién mundane de Tos ceuerpos, In teoria arménica y cfeliea de Plotine, que supone Siempre, con la procesién tipicamente pluralista, la regresion metédica y asvendente hacia ta wnided. “Nada esté lejos de nada’, habria que repetir de nuevo para Ta cuestin que plantea aqui la verida de las alias a este mundo, Alld, en Ta regién superior del raundo intel sible, permaece para siempre el alma del wniverso, *sin tener que volverse a las cosas de agus abajo". Pero, como el universo ha de eumplir sus cies con arregla a razones 2 Che ob, city nig. 80. ewan cuawea 23 fijas, habré de regular convenientemente no silo lo que atafe al descent de las alvas sino también euanto parezca con ver a su ascenso posterior, de toda punto exigible y nece- sarvio, Plotino confia ciegamente en ese pleno acuerdo cos- mclégien para conceder a las abmmas su lugar; “pues éstas lo afirma com clardad en el capitulo doce del tratado tar- ceto— no acitian separadamente sino que coordinan sus esconsos y menifiesion una aronia con el movimiento circular det mundo”. “La condicién de las alas —es otra firmacién bsica del pensamiento de Plotino—, sus vidas y sus nismas voluntades, tienen wna explieacién et las figuras formas por tos planetas, que emiten una sola nota y en les debidas proporciones (mejor lo dariamos a entender con les palabras musical y armonioso).” Conforme a wna orde- nacién firme, pero natwralmenie variable, Tas almas son He- vades sin fatiga alguna hasta el cuerpo que ms se les semeja, Es am acto de justcia y de necesidad edsmica el que impone @ les alas el curmplimiento estricto de su misién. Incluso podré decirse que nadie las conduce 0 las dirige para que penciren en uo cierto cuerpo, dado que, st el momento ast lo exige, “Wescionden por sf mismas 7 entran allf donde ex preciso que lo hagen", "Digamos que el momenta es dife- tente para cada alwa —aflade Plotino— y que, sa vez Tle- ado éste, coda wa desciende al cuerpo conveniente, eual i fuese Ramada por sn heraldo.” 2Pudicra creerse entonces en una especie de poder mégica aque ejerza sobre las alias wna fuerte y vigorosa atraccion? Delers hablarse mejor de ua ley arménica que, en la teoria de Plotino, viene a ser una fuerza insuperable, pero total- rente racional, a la que unos y otros seres tienen que some- 24 Florine terse y obedecer. Tambitn, sin duda, le Inteligencia, que, aun siendo anterior al mundo, ha de enviar a él sus rayos de conformidad con esa ley universal, Plotino la considera absoluta, tanto para las almas como para los indisiduos, » 0 vacila en calificarla como una imposicign verdaderamente aceptable, de la que las almas habrin de saber servitse, 0 tendrén, desde Iuego, que servirse sin remisién wi discusion posible, "Cuando el tiempo es legedo —ios diré Plotino—, ls woluntad de la ley se cumple por las almas individuals gue la retienen, hasta el punto de que son éstas les que realizan Ia ley, por Nevarla precisamente comsigo y disponer dde su fuerza. La ley que se da en Ins amas es coms me carga que esa sobre ellas y que les infunde el deseo dolo- oxo de diviivse alls donde’ se les indica que vayan.” Sobre la base de esta ordenacién divina del mruside inter preta Plotino el mito hesiidiea de Pandora, la primera iuijer dornada prédigamente por todos los dioses. Si Prometeo, en ‘cambio, vechaza los dones dvinos, ello no significa que vaya 4 escoger Ia vida intelectual, sino sencillanente que desea ‘mantenerse en contacto con la obra redlizadla. Porque cual. quiera que sea la interpretacién que se dé al mito de dora, habré que convenir, asegura Plotino firmemenste, signifien el don divino de las almas introducidas en el do, lo cual esté de aciterda com nuedtras afirmaciones” Las alias, en la exdgesis que haco Plotino en el capitulo quince del iratado tercero, se precipitan fuera del muindo inteligible y descienden primero al cielo, en el cual toman tux euerpo; luego, en su recorrido por el cielo, se aceremm en mayor 0 menor medida alos cuerpos de Ia tierra, verificando 1 trdnsito de unos « otros cwterpos por el olvide que ellas spscapa coanrs 25 tismas arrastran tras de si carga que, para Plotino, al igual que para Platén, constituye wn evidente entorpecimiento en Is carrera de las almas. Pero no todas cumplen de la misma snanera con Ia condicién o el don que han recibido, Unas alas, dice Plotino, se someten enteramente a la fuerza del estos otras, se someten unas veces, y otras veces son dex fias de si mismas; y oiras, en fir, conceden al destino cuanto es preciso darle, pero quieren seguir siendo dueiias des riinas en todo Lo eoncerniente a sus acciones. Es obvio, sin embargo, que, impuesta desde el mundo inteligible, esta erdenacién abarea neceseriamente a todos los seres 7, sin excepcién alguna, a ella hem de entregerse todas las almas, Cémo, pes, si todo estd referido a una ordenacién racio nal y diving, podrén explicarse los eastigos que aconteces 4 Los males, e incluso Tos males mismos, que parecen suce- er a los hombres de View contra toda idea de justicia? Plo- tino apela aqui una vez més al sentido arménico y positive de Is Harsaca ley ssniversel, mirando los hechos y las accio- nes desde ariba y justifieéndolo todo conformie “a Ta trama provechosa det universo". No debemos creer, segin 4, que rinos hechos puedan responder a an cierto orden, miontras otros hayan de quedar fuera de toda ley y determinacién. "Porque —ofiude Plotine— si todas les easas han de ocurrir segin causas conseewencias naturales, y, asimismo, de sewerdo con aia rand y wx orden, tondremos que convenir en que este orden y esta trama deben extenderse hasta lo aids pequeno. La injusticia cometida por wn individuo es realmente wna injusticia para el mismo que la comete y éste, de cualquier modo que sea, no se ve deseargado de sit falta; sisora bien, considerade on el orden universal la injusticia 6 Prove carece de sentido e incluso no Io tone para el que la ha sufrido, porque se tata de algo que debia ocurrir as.” Otra cuestin, también de indudable imporiancia, afecta al lugar que puedan ocupar les almas en los euerpos, o, dicho de otro modo, a la forma de encontrarse presentes en ellos. Plotino recuerda en este punto wna vex mas las im genes plisticas de que Platin se habia servida: “se dice que el ma esié en el eworpo To mismo que el piloto en la nave” Pero, Nevando la ewestiOn al terreno del arte, quiere afadit tina consideracién relativa a tos instrumentos. Asi, pues, localiza el arte del piloto en el timén, como si este timén estuniese animado y poseyese un arte interior que lo movies, De igual manera, imagina et alma sobre el modelo de wn piloto euya alma dirigiese su timén, con lo cual el alma ovece encowtrarse en el cuerpo como en su instrumento natural y moviéndolo asimismo a medida de su voluntad. EI alma, segyin Plotino, da a cada érgano el poder conve: niente para que cumpla su funcién. Ast se explica la espe ciel participacién de todo cuerpo artimado en el alma que necesariamente le rige. Pero tanto la sensacién como el de 50, 0 la facultad imaginativa, que residen en el alma, tienen por encima de si a la raain, que, aun careciendo de vinew- Yecidn con el cuerpo, es vecina, por su parte inferior, de las paries superiores de estas facultades. A ella, por tanto, hhabrén de someterse los deseos y las sendenctas, » a misma Facultad sensitiva, que es, en fin de cuentas, wna clara fe- cultad de juicio. Sometimiento que nada prejuzga en cua ala localizacién de la razin, pues "si se dice que se encuen tra localizada en Ia cabeza no es por oita casa sino porque las facultades que disfrutan de ella estén yrecisariente ahi’. evap cuanra 2 AY qué courts Yuego, enando el alma logre abandonar cl cuerpo? Plotino cree firmemente que sox muchos los I saves que pueden acogerla. Pero aqui, como en todo su. sis tema armdnico, quiere admitir para ella, de entre todes los Tugores posibles, aguel “que esté de acuerdo con tas dispo- sions sel alma) om te justca que domina sore To res", Es lo mismo que 9a se habia dicho on ol traato Sobre los astaos y su actividad de la Enéada segunda: “Ya marche com Hinea recta, ya siga un camino inadecuado, Ia justicia presidird todas Tas acciones del alma, puesto que el wniverso ‘no poaird ser destruido’. Ahora es ta ley divina la que en modo alguno podré ser eludida, porque dispone en si misma de poder saat 7 eave, Conforms eta le, lt ak ‘mas que sufran un castigo corpdreo habrén de contar por eclet con tn cusrpat per ls ey a les ue co Sideramos puras, ésas ya no sendin atraidas por ningin cer 0 Cumplirn’ con ka ley wniversal 7-58 encontrar de evo alli donde se hallen la sustancia, el ser y la divinidad. “En Dios, con la sustancia y el ser, tal serd on verdad el Igor de fas almas.” “EL alina es, y se vuelve, en general —dice Plotino en el expinila tereero del tratado euarto—, aquello de que tiene reeverd, el recuerdo ss veo sn, pontoon 0 una imagen.” Podvia ofirmarse, por consiguiente, » Plotino so dda en oceplo, que el cia soma la dimension de quello que ve. Esto es consecuencia Iégiea de sw misma concepein, en Ta que el alma colabora de mavcera princiy al orden que debe existr entre Ios dos rmundos, Es, rel mente, eb alma elgo que permasece intermedio entre To sén- 28 proviso sible y lo ineligible, como si mirase la vez hacia una y otra regién. Pero cuando vive en el mundo inteligible, el alma ve el Bien por inermedio de la Inteligencia y ningion cuerpo hace obstéeulo a esta difusién; en tanto, cuando se ‘enirege « los scres que estén por debaja de ella posee lo que ella quiere en analogia con sus recuerdos y sus inedgenes, BI recuerdo, o la memoria, comienza para el alma cuando ésta se encuentra en el cielo, es decir, luego de haber aban. donado los lugares inteligibles. Porque es claro para Ploting que slo conteréx com recuerdos las aliaas que suftan cave Bios o modificaciones. Si la memoria versa ioticamente sobre los hechos passdlos, sedmo concebir los recuerdos de Zeus, 2 siquiera tos de las almas puras, que habitan en ef wusdo ineligible? Plotina se inclina a erect que estas alwas 10 fienen necesidad de raconamientos ni de silogismos, xi, por feta, del quehacer de sw memoria. Qué podrian recordar, por ejeraplo, del ser divino, si realmente lo von siempre, 7, en tanto lo ven, no pueden decir que ya lo han visto? El recuerdo en este mundo carece totalmente de sentido. Pari las almas no hay nunca um ayer en el mando inteligible, pues la distincién que supone el tiempo na es concebible ni imaginable en los seres puros. Estos seres “siven siempre, 7 To que es siempre, es una y la misma cos’, Eu el cielo 2 hay, por tanto, otra cosa que un movinicnta tinico. La tremoria no ene aqui saaéa de ser por el hecho indudable ¥ manifiesto de que et pasado no exenta. Grificemente nos lo dice Plosino: “en la regién de lo inteligible mo hay que cantar para nada con el aio tiltimo”. Con lo cual, Ta me- amoria queda ligada a los seres contingentes y al dominin de a vida temporal y del mundo sensible. Zeus, que cosmvive exmAapa ouane ~ cteramente con lo itimitado posee también cternamente tun alia real y sma inteligencia real, goza, no de memoria, Sino de wna previsién sin limites, com la que conoce tos aconiecimientos que él organiza y domina. Ese es justamente su signa » asi sabe de si mismo y de su obra; pues conoce la infinitud de su vida y Ia actividad inica que ejercita en el amiverso con un sentido totalmente inmutable e intem- poral. “Nada de To que existe en el universo debe ser rechazado", dlce Plotino wna vez. més en el capitulo treinta y siete del tratadlo cuanto. Porque, aun sin la raxén, todo sor tiene ws cierto poder, que se halla modelado y conformado por el oder del universo, Sin embargo, en lo que a nosotros res pects, afadimos también muchas cosas a los dones que el cielo ros otorga. Filo, de todos sodas, sin interponer abs- téculo alguno a ta sinfonia que eomponen todas las eosus Pues, en definitiva, "todo lo que proviene de ux principio se reficre siempre al principio del que salié, incluso en el 180 de que existan muchos intermediarios", afadiré Plotino en el tratado cexavo, cl tempo que trae @ nuestras montes Ios ejemplos de ta ciudad y del fuego rinicos, La comtinni- dad de la vida espiritual queda as afirmaida por entero, en xin recorrda por los diversos planos o esferas de ta realidad ereale, Las almas mismas interpretan bien su papel acer cindose al mundo sensible, al igual que lo cumple el ray0 Iuminaso que, por su parte superior, esté suspendido a. sol, ‘pero que sio por esto rehusa dar su Inez a los seres inferiores. AL aviadir a sw actividad intelectual algo que constituye su realidad mds coracteristica —afirma Plotino en el tratado cclavom, el alma ya no permanece sélo como inteligencia 30 PLOTINO sino que desemperia wna funcién que, coma todas Tas dems, 4a vineuta a los otros seres. Mirando a la realidad que e¢ anterior a ella, piensa; (miranda) hacia si misma, se conser ¥4, y dirigiéndose a lo que viene después de ella, ordena, gpbierna y manda.” No cabria explicar, en menos palabras, esa triple disposicién de las almas y su necesaria procesién espirisual al servicio del orden inteligible, De esia manera, si la naturaleza de la materia existe siempre, no es com. prensible que no participe del bien, difusible por naturaleza hhasta eb sltimo rincén del universe, Las almas son, rea ‘mente, los principios encargados de transmitir el bien para que 1a vida espiritual tenga en todo instante una evidente continuidad. Ni la materia, pues, se concibe separada de sus causes, ni las almas, que constituyen el principio de sw exis tencia, han de verse imposibilitadas, 0 siquiera impedides, de llegar hasta ella. "Lo que hay de més hermoso en los seres sonsibles es wa demostracién, no sélo de a que hay de mejor en los seres inteligibles, sino también de su poder y de su bonded.” Los tratados séptimo, octavo y noveno de la Enéada coarta Plantes cuestiones ya muy debatides con anterioridad en forno a la inmorsslidad del alma, a su descenso a Tos ener os y al problema de la uxidad de todas las alas En cuanto a la inmortalidad det alma, Plotino se atiene, un tanto escolésticamente, a la exposicién del Fedro y del Fedén platcnioos, recogiendo ademds, en una buena parte, Tos argumentos aristordicos del tratado Del alma. La tests de Plotino, imbuida profundamente del espritualismo de Platén, tiende a deseariar ante todo Ia naturaleza corpérea rerana cuanes aL del alma para negar a ésa toda posible dimensién 0 cant dad. Suphasio, juss, furdedansnt, que 0 rate de algo Aistinto al cuerpo, habré que averiguar entonces cudl es eb ser privativo del alma y qué naturaleza posee. Si ol alma no €5 sn cuerpo, ni la afeccién de wn cuerpo, sino més Tien accién y creacién, seré en realidad wna sustancia que no recibe su ser por et hecho de encontrarse en un cuerpo. Antes al conirario, ela misma, que da la vide al cuerpo ani ‘mado y le procura su orden conservaciin, tondrd que ser la vex imperecedera y eteria, “como tal principio de vida que es para todas las dems cosas”, "Porque el alma es del mismo Tingje que la naturaleza divina y eterna’, ofirma Plo- tino con el Fedro de Platén. ¥ si es as, to lo que ella ve lo ve precisamente en lo inteligible, iluminado por la verdad proveniente del Bien, que extiende su luz sobre todos tos inteligibtes, lan penentce verdaderamens, one sentr de Plo, al mundo de Tos seres ures. ¥ eonio tal ser real e indes componible —‘naturaleza una, simple y que existe en acto por su misma vida’—, no podrd perecer munca. No pue- dle, por ejemplo, yerecer por fragmeniactin porque, al ser incorpérea, no contiene en sf misma une masa ai es, por consiguiente, wna determinada eantidad. Y tampoco ta des ‘runia Ta alteracién por euanto lo que ésta hace, 0 puede hacer, es privar de la forma, pero no de la materia. Y ella aconteee, como dice Plotino, sivicamente al ser compuesto. Con lo cual ha de afirmarse necescriemente que el alma no podré ser destrvida de ningiin modo, 0 lo que es lo mismo, «que tendrd que ser por su naturaleza y por su esencia, ine rerecadera, indestructible y eterna, 32 PLoTine Pero, spor qué, siendo un ser puro, imperecedera y eterno, entra el alma en el cuerpo morial y perecedera y accede a abandonar Ia regisn inteligible, donde vive una vida pura: macnte contemplativa e intelectual? Sin el sentido providen ial y ordenador del universo de Plotino, el descenso del alma 4@ la morada sensible resultaria absurdo y contvadictorio, Péro éste se realiza, coma tamtas veces se ha dicho, por um acto de sabidwria permanente, de ansia sobreabundente de produ cir y de crear, que es consustancial @ la naturaleza del alma, Plotino lo explica ellaments, y como resumiiondo a In ves su teorta de las hipéstasis, en el capitulo trece del tratado séptimo: "El alms, ordenada por su esfuerzo hacia lo sensible ¥ elevada con el alia universal sobre todas las cosas, tom on ella el cuidado de los sores exteriores y ejerce ast su providencla sobre el universo intentanda goboraar a solos tuna porte de él. Venida a esa parte en la que ella se en. euenira, no pertencce por entero al cuerpo sia que conserva algo exterior a él. Su inteligencia, pues, no resulta efectada por el eueryo, y unas veces la consideravios en el cuerpo y otras veces fuera de él, dado que, habiendo salido del ‘pre ‘mer rango camina realmente hacia el tercero, en tanto la Inteligencia sigue siempre en el rsismo lugar, Vendndolo todo de belleza y de orden por intermedio del alma. Al ser, or tanto, inmortal y disponer de wn intermediario inmorta, «lla misma tendré que existir para siempre en un acto que vunea se deaba", Una sltima conclusion sobre la naturclezs y el origen del alma: se trata de la congrucncia homogénea ie todes 1a al- ‘mas y de Ia unidad de la vida espiviwal en ssn solo punto, _vea08 cuAnTA OS aN AU plantearse Plotino en el tratado noveno econ realidad sinica de todas las alms, no hace ir, VOR propia teria, Nuestra alma, did on el Grognggtidh Ja tle Ia Enéada quinte, es de la misma especie Quesel alms dé ,f los dioses. No es extraio, pues, que haya oS ofitte welded ew eoncordancin con la una) que, al noe a esa cabeza tinica, pero de muchos rostros, recuerde también las pares eabalisicns del Timco por as que lo natirleca Superior aparece coma paricipane“de la naturlenn vis ble en los ewerpos y, asimismo, de la naturaleza indivisible”. indudable, como ya se ha dicho, que las almas carecen de masa y que no som, portant, corpéres. No potita cela tampoco el alma tinica, porque, si asi fuese, Ia multiplicidad de las otras almas provendria de la division de este cuerpo en partes. El estado de unién hipostética en wn alma tinica comesponde a la exencia noma, superior ¥ espiiualical de tas almas soies, que aparecen relajudas, pore no diode ds, en los lezos com que se amen a la realidad. plural y ailkiple, Deberd hablarse teconablemente den ida disintos nveles, greyecada desde un centr tinice 7 ape rior, desde un alma que estd por encima de todas y que las shurca wa toes. “Y, precisamente ofa Pletino ef alma ue se encuentra en los enerpos maltples es eam wnt ie Hen que proviene de aquélla, cual reflejo multiplicedo de tin alma que sigue siendo una” Esto reste de la moma idea de continuidad que flota por doquier en el sistema de Plotino. Continuidad mds alta, més pura y mds perfecta en al plano de la vide superior e inteligible a la que perte- nece el alma. De ella se dice, como de la ciencia total, que en Prorio, tiene sus partes claramente diferenciades, nero esto no obsta para que sige permaneciendo en su lugar y sex siempre iia y la misma alma, Es wn enigma de ta vida espivitual, incre. ble para nosotros que cargamos con Ia sombra de nuestra cuerpo, ese darse continuo y admivable de! alma tiniea. “Por que es lo cierto que penetra a la vez en todas Tas cosas y 0 se la puede separar de ninguna. Y és, vor tonto, wn m mo ser radicedo en muchos otros." 2 Sobre Ia sensacién y la memoria El tratedo quinto de la Enéada euarta, aunque continia a exposicién de los dos anteriores sobre las dificultades det alma, esté dedicado de eno al tema de la visién, con lo «que puede enlazarse en cierto modo con el traiado sexto, que versa concretamente sobre ta sensacién y Ia memoria. Es, tal vez, en el punto de Ia visiin donde Plotino puede pre cisar com més seguridad la clase de interaccién 0, cuando menos, de colaboracién existente entre el alma y el euervo Para él, en principio, tanto la visién coma, en general, toda sensaciin, s@ verifican por intermedia del cuerpo. "El alina —dice Plotino en el capitulo primero del trntade quinto—, i no cueta con la coluboracién del cuerpo, se mariiene pot entero en el mundo inteligible: pero, canto sentir es perc. Bir, no realmente las cosas inteligibles, sino tan silo las cosas sensibles, el alma debe ester en contacto cor las cosas sev sibles y valerse de los medios que tengon semejanza con elles pora trater de conccerlas y experimentarlas.” Esia seria 4a razén por Ia eual el conocimiento de las cosas semsibles ENEADA cuanra 35 se realiza por érganos corpéreos, Pero tanibién explicaria de algin modo cémo mantiene el alma su unidad con las co- ss sensibles, ¢ itcluso la comunidad de afectos que entre elles se originan, El tatado Del alma, eserito por Aristeles, habia plan- teado a su manera todos los problemas relacionados com la visida, entre los que se incluyen no silo las cuestiones que conciernen al drgano sino las mas sutiles y dificuliosas refe- rentes al medio. Aristiteles entendia por transparente todo aquello que es realmente visible, como el aire, el agua y ‘muchos otros objeto, pero no absolutamsente y en sf mismo sino por el calor debido a alguna otra cosa. En este sontido, concebia In tz como “el color de lo transparente, cuando lo wansparente existe en acto debido al fuego 0 « cualquier iro agente del tipo del firmamento superior”, con To cual condicionahs, por ejemplo, la visién del color a la existencia ela luz. Ew Plotino la cuestién reviste ctro cariz y, ayarte los puntos de contacto que pueda mantener con In teorfa arisotica, habré de referitse siempre a la simpatia congé- wita 7 natural de las partes que componen el aniverso, "Pa rece que Ia sensecién existe —ergumenta Plotino—, porque este animal ~esta es, el todo— simipatiza consigo mismo.” Histo quiere decir que la seusacién visual no tiene lugar tinieamente yor el hecho de que el medio —el aire, el agua 4 eualquier oro elemento— se vea afectado por ef objeto. En realidad, y ésta es una tesis tipicamente plotiniana, si el sire fuese afectado, lo seria a la manera de las demas euer 1, esto es, como si él recibiese una impronta de aquellos * Ch Auistbtctes, Det alos, B 7, 418 bh 36 proriwe euterpos con los que esté en contacto. Entonees, claro es en cada parte de la impronta quedaria impresa tan sélo soa pparie del objeto visible, que es la que Uegaria al ojo, ade- cuada al tansito de te pupita, yCémo conciliar esto con la visién real y auténtica del objeto en su totalidad? Plotina no concibe aqui oits solucién sino ta de considerar “que ceala porte del aire contione verdaderamonie Ia forma visible total, pero no como estado de un cuerpo sino segrin la ne- cesidad de Iu sinvpatia en et animal seriversal”. Pero, en tal supuesto, la efieacia o la necesidad absoluta del medio se ven notoriomente reducides. Plotino Vega a decir que no fenemos necesidad absoliia de que et medio sea afectado, 19 mi siqulera de que este medio de que se habla tenga que ser un medio conpéreo, Incluso la luz intermedia puede quedar practicamente invalidada en esta teoria de la visién, “Si supomemos —dice Plotino en el eapitulo euarto del sro tado quinto— que ta luz contigua al ojo es algo arcimado, algo por To que circula y se extiende al alma, como quiera que se da en el interior del ojo, no hay ya necesidad, on cuanto a la percepcidn visual, de wna lie intermedia, sino que la vista se hace somejante al tacto, 9 la srisma facultaa de ver, amparcda en la luz exterior, percibe real y verdale ramente sin que el medio resube afectade. Y asi pasa al ‘objeto el moviniento de tn visién.” En cuanto al tacto 7 a. ofdo, las dificultedes son andlogas 4 Tas que origina el sentido de la vista. Es difcl concebir para Plotino que sea, yor ejemplo, el aire, y el choque que resulta de sx movimiento, el principio material del sonido, Hay agui wna apelacién a las diferencias entre lox sonidos, mientras se resalta debidamente santo la wnidad del aire como sExEaps cuanta 2 Ja mismidad del golpe que éste recibe. AL igual que afi smiabe para la inpresisn de la vista, también para el oido tonds4 que pensar en “sma cierta simpatia” de la que es sujeio el ser anima, Basta cow el chogue de dos cuerpos para que el soxido, y la sensacion del sonido, se produzcan inmecliaiamente en nosotros. “Lo prucben igualmente —dice Plotino— los sonidos que se producen en el interior de les mimales, que no son debidos al cire, sino que son origina dos por et choque rtiuo de unas partes con otras. Asi, por ejemplo, cuando se pliogan las articulaciones, Tos hwesos fro- tax unos con otros 9 se les oye rechinar sin que medi entre ellos ol aire.” Parece claro que Plotino no conewerda mucho on este unto, no ya con ef pensaniento de tos estoieos, de tos que casi siempre ha disentido, sino con ot del propic. Aristteles, que tanto en el tratado Del alma coma en ef De la memoria y el recuerdo, habia pasado revista ob problema de la sensa- cidn para plantewse con algiin fundayento la euestién de la memoria y el recuerdo, No es que Aristételes haya iden- tificado, por ejemglo, la sensacién o el juicia com la menor ria, pero st ha tomado como base la afeccitm causada en el alma por la sensceién para hablar de ta pintura mental que representa ta memoria. Plotino, en cembio, quiere poner en evidencia el cardeter intuitivo, y aun agresivo ¢ inmedioto, dle toda clase de sensociones, pero, sobre toda, de la sense- ‘eign visual, que es la sensccién que considera como nis clara y agitda, de acuerdo en esto con el pensamiento de Platén, En la sensacién, por Io pronto, Plotino descarta categéri- camente la produccién de cualquier huella 0 impronta. Neda 38 Prorixo ‘mejor para expresor esta idea que las palabras con que se comienza el tratado sexto, dedicalo exclusivamente @ ‘tia investigacién sobre la sensacién y la memoria. "No poded decirse de las sensaciomes —afirma Plosino— que som hue as 0 improntas que se producen en el alma. Ni tampoco deberd afirmarse de los recuerdos que son de modo absoluto retenciones de conocimientos y de sensacianes, que se coin- servan en el alma por la persistencia de las innprontas. Pues es evidente que las improntas no existen.” Plotino tondré, Pues, que repetir de nuevo su yx conocida tesis de ta *simm patie’, que aqui, al tratar coneretamente de la sonsacin, se traduce en una teoria de choques ¥ de afecciones, a las que el alma aiade la nota de su peculiar accion 0 agresividad sobre los objetos. Porque ta sensacién se tefiere on realidad 4 abjetos eaternos y que el alma no posee ni ve en si mis ‘ma. En este sentido —argumenta Plotino—, pueden distin. ‘uirse perfectamente por el ala los objetos visibles de los objetos sonores, lo ewal resuliaria imposible si ambos objetas fuesen improntes. Cosa que verdaderamente no son, como sampoco afecciones 0 pasiones del alma, sino més biom actos referentes al objeto con el que se eorresponden en el alma. “Ponemos en entredicho —cfiade Plosino— que coda facul- tad sensitiva pueda conocer si no sufre un choque con el objeto. Y creemos que sufre, en efecto, como consscuencia de este choque y no que conoce verdaderamente ese objeto que le ha sido dado dominar, pero no ser dontinada por él.” Veanos, por tanto, en ta misma sensacion un trasunto de 1a actividad earscteristica del alma. Los términos se invier ton, @ no dudarlo, en relacién con las viejas tesis arisitil- eas, Porque Plosino, como buen plaidaico, quiere al alma saveans cvanza, 2 ds activa que recoptora, precicamente para que su posesiin y sw dominio det mundo sensible sean todavia mis auténti- os y mils reales. Es entonces la propia activided del alia 1a que coloca los objetos delante de los ojos, ilumindndolos cons wx resplandor que proviene de ella y que da el grado y la dimensién de su poder. Esto explica, paradéjtcamente, que el alma alcance a percibir eualesquiera objetos que ella ‘misma no hua recibido ni posce, Pero para exo es raxin, pr mera y altima, de todas las cosas existentes en el universo sensible. Y podré ineluso decirse que de algin modo las engendra, por el favor y la inclinacién decidida de su es fuerzo, Ex lo tocante a la teorka de 1a memoria el desneuerdo centre Plotino y Aristdieles es todavia mds patente. Pero To ¢s, cierlamente, por el punto de gartida que adoptan uno y otro, Para Aristteles, la memoria se halla no solamente fen el hombre 7 en los seres que son capaces de opinién y pensamiento, sino también em algunos otros animales. Pero no forma parte de la facultad intelectual ni pertencce pro Iablemente a todo ser mortal, puesto que mo todos tienen conciencia del tiempo, cosa que resulta verdaderamente ne cesaria para el hombre que actualmente recuerda, e) cual ‘compaiaré este recuerdo de la conciencia simultinea del hecho pasado. En definitiva, ta afeccién causada en el alna ror la sensacin es considerada por Arisiteles como el esta ia primero e indispensable para aoceder a la memoria; sin Ano se explicaria en modo alguro la Hamada pintura mental ‘que, ov el lenguaje aristotdico, es un objeto de contemple Gién en si mismo, referido como una semejanza a aquello 40 FLotise de Io que es imagen. La memoria 0 el recuerdo, nos dice Arisdteles, por lo mismo que deseansa en la sonsacion east diriamos que es una sensacién del pretérito acompafada de Ia coneiencia dot tiempo—, pertenece a la faculiad sensitina primaria y a la parte del alma a la que también coresponde la imaginacin. EL ejercicio mismo guarda el recuerdo y conseroa la memoria por medio de una constaste repeticién mental; de tal modo que ésta se reduce en realidad a con templar muchas veces un objeto coro una semejanza 9 no como wn algo en sf mismo e indevendiente, cual ocure en Ta sensacin’. Para explicer la memoria Plotino yiensa, antes de wads, en el poder caracteristien del alma. Toda Ia realidad esta siempre presente en ella, por lo mismo que ella Ta contiene y la posee de alguna manera. Piensa el alma en los seres inteligibles “cuando dirige hacia ellos su memoria” y, mejor sin, cuando se da cuenta que es oscuranrente Ta gue esos seres son, La memoria es mas un despertar y un paso de Ia eternal acto para el alma guy aenta en el mundo se Pues como el alma, segtin Plotino, tiene relncién com os dos mundos y puede percibir tanto el uno como el otro, ise despierta a la esfera inteligible de Ix que proviene, no silo recuerda con nitidex y dlarided sino que resucita a si vida verdadera, La memoria no es, por tonto, para Plotino, la afeccién.o modificacién, com el agregado del tiempo, de ta faculted sensitiva comin. Y no lo es porque la memoria, Ch. para coda este exposiclin el capitulo peimera del ustado scixotdioo De le memoria » el recuerdo, eseaps ovanra a para él, entra en ef marco de las potencias actives. EL pro- eso de la sensacién y Ta persistencia de las improntas sensi- bles, que haréar de la memoria una impresién pasiva, serian mds bien una sefal de debilidad antes que wna ofirmacién del poder memorisico. Plotino desea recordarnos aqui que. si les impromtas son algo pasivo, tanto mds nos hariamos com ellas cuanto mds pasivos os hiciésemas nosotros mismos. Pero, al parecer, y con él dice, es lo contrario lo que sin dude ocurre: “él ejercicio no aumenta en ningin caso la jasividad, y en las srismas sensaciones no es el ojo poco hecho a te visin el que ve mejor, sino justamenie el que hha deserrollado wads actividad”, Todo el porter del alma ha de referitse por necesidad a su carencia de exiensién. ¥ esto ya deja traslucir en la teoria plosiniana ene yoco habré que fiarse de la sensaciém y de las. primeras innpresiones sensibles para afirmar la reafidad y Te potencia de le memoria, Volvomos ast a In tesis plaid- nica, para ta cual se identifican los dos procesos, el de apres des y el de recordar, en cuanto el alma entra en contacto con su verdadera morada, més allé de este otra mundo de las imagenes y de las sombras de los objetos. Esto es, la memoria se firma con el conocimiento inteligible y en le medida en que el alma puede percibir los objeios que ella nna posee ni recibe, Pero of abma conoce precisemente cuarr do “queda Hive de tmpresiones y de improntas’, cuando por ‘su elevacién sobre el mundo sensible se inclina de mado absoluto hacia lo interno, es decir, hacia sf misma. Siendo ‘un ser en acto, como to son todos los seres inteligibles, el alma potencia at miéximo su memoria y saca de ella el cono- cimiento exacio de tedo lo que existe, pero de lo que existe 2 Protixe en su indudable pureza, real y verdaderamente. Entonces, al igual que los seres inteligibles, el alma se hace acto “on mayor medida y en sentido mds preciso que las sensacio ¥ al recordar, mo sélo se desvela y se concee a si misma sino que se convierte también, intrinsecamente, en el acto misiia de conocer. Jost Avroxio Micurz ENEADA CUARTA La traduccién de la Enéada cuarta de Plotino, que presentamos a continuacién, fue realizada irectamente de la lengua griega sobre el texto caitico de las Enéadas establecido por Ta edicién de Paul Henry y HansRudlf Schwyzee en sa Plotiri Opera, Paris Bruselas, 1959, t. Tl, gue contiene Tas Enéwdas cuarta y quinta. En algu ros casos, sin embargo, x ha tenido también en cuenta [a edicién francesa de Ia Enéada cuarta preparada por Emile Bréhier para le Colecciin de ls Asociacién Guillaume Buds, Les Belles Lettes, Paris, 1956, V1 @ SOBRE LA ESENCIA DEL ALMA i 1. Es en el mundo inteligible donde se encuentra el ser verdadero; la parte mejor de ¢l es la Inteligencia, También Jas almas se encuentran en ese mundo y desde alli vienen al mundo sensible, El mundo inteligible contiene amas sin ‘cuerpos, en tanto el nuestro contiene las almas radicadas en los cuerpos y repattidas por ellos. En el mundo inteligible toda la inteligencia se da a la vez, sin posible division 0 re- parto alguno; y, asimismo, todas las almas se dan en un mundo tinieo, sin que medie aqui a menor distancia. La Jnteligencia permsnece siempre indivisa y no es susceptible de paticién, lo cual acontece también con el alima; porque cuando éste se divide, es claro que so ha alejado del mundo ineligible para encamnar en el cuerpo. Se dlice con razin que al alma es divisible en Jos cuerpes, porque, en efecto, cuando esto ocurre, se aleja del mundo inteligible y se divie, de, Pero, cedmo entonces puede permanecer indivisible? Sin duda, porque no se ha dividido enteramente y una parte de lla, Is que por su naturoleza no es objeto de particiia, no 48 vLorrse ha venido a este mundo, Cuando (Platén) afirma que el alma esté hecha de una esencia indivisible y de una exencia divisible en os cuespos, quiere decir reslmente que esta hhecha de una esencia que permanece en lo alto y de otra que depende de ésia, pero que Fluye de ella como un rayo de su centro, Y asi, una vez que el alma es legada aqui, su visi tiewe Inger por esta parte que conserva Ia naturaleza de Ja totalidad. Porque también aqui el aka no slo es divisible, sino incluso indivisible. La divisién del alma no eva consigo la particiin; esto es, el alma se da al cuerpo ‘Por entera y pemmanece indiviss en la totaidad de él, aun- ‘que, pot Jo misino que se encuentra en todo cuerpo, esté verdaderomente repartida v2) SOBRE LA ESENCIA DEL ALMA Wt 1, En lo que hemos investignd sobre Ta esencia del alma pudimos mostrar gue no es un cuerpo, ni tan siguiera, entie Jos seres ineorpérens, lo que consideramos Ja armonta o la enteleguia de un cuerpo. Esto sltimo no es verdad, tal coma se dice, ni tampoco nos indica lo que es el alma, cuya ine vestigncién nosotros hemos abandonado. Si afirmamos que el alma es de naturaleza inteligible y de rango divino, yeremos algo rads claro en lo que atafe a su eseneia. Pero, aun as, conviene todavia ir mis lejos, Por entonces, dividiaros las cosas en cosas sensibles y cosas inteligibles, colocando al alma entze las cosas inteligibles. Dazemos ahora por sentado, en efecto, que eb alma se en- cueniza en el mundo intligible y pecsepuizemos por ot#o camino Ta bisqueda de su naturaleza, 1 La investigaciin a que Plotino hace referencly puede seguite cn detale en ef tatado sepiimo de esta misma Enéada, dedicado & Is inmmoralad det alma. Apoya Ploing directamente tn el Timea dle Plats, expecalmente ex los pasijes 34 035 2 50 Lotiwo Decimos, pues, que hay cosas ya en principio dividides y dlspersas por su misma naturaleza, En elles, ninguna de | sus partes ¢s idéntica a otra, ni tampoco al conjunto; cada parte, por el contrario, ha de ser menor que cl todo. Esto ‘curre con las magnitudes sensibles y los euerpos matcrieles, ‘ada uno de Jos cuales ocupa un lugar apropiado, siendo asf ‘que no puede encontrarse a la vez en varios lugares. A todas estas cosas se opone una esencia, que no admite en modo alguno Ia divisién; indivisa e indivisible, esta esencia no ‘dmite, como decimos, la divisin, ni siquiera por medio del ppensamiento. No tien, por tanto, necesidad de lugar, ni se feneuentra en ningéin ser particular, ya en parte, ya en tota- Tidad. Cabalgendo sobre todos los seres a la vex, no para fijarse en ellos sino para que todos ellos no pucdan ni quic- ran prescindir de ella, resulta una esencia siempre idéntica ‘sf misma y un punto comin a todas las cosas que vienen después de ella; algo ast como ef centro en un citculo, pues todos los rayos que van del centro a le circunferencia dejan al centro inmévil, aunque realmente provengan de él y ten- gan de él su propio ser. Porgue es indudable que patticipan del centro, punto indivisible que es su principio; pero aven- zan desde &, bien que no puedan eludic sa dependencia, Hay, por tanto, y en primer lugar, un sec indivisible que cia como guia’ de las realidades ‘inteligibles; pexo, a la ver, Se da otra esencia completamente dividida en las reac dades sensibles. Y sun pudiéramos hablar de una tercera, que se halla antes de lo sensible, muy cercana a él e incluso 2 Dae terslmente el texto gtiege:... esa tyot_ ents eben feczouimn El verbo daozoiat, en exe. caso, da muy gaficamente la ies de honiar 0 eabalger, -ENEADA count 3 ea él; esta naturaleza no se encuentra primitivamente divi- dda, como los euerpos, sino que se divide cuando viene a Jos cuerpos. Al estar los cuerpos divididos, Ia forma que se a en ellos también se divide; no obstante, se aparece toda entera en cada una de las partes que resultan, como si la forma se multipliese y cada una de sus partes se separase de les otras, dividiéndose de este modo al insertarse en los cucrpos. Esto es Jo que ocurre con los colores, las cualidades y cada una de las formas; pues la forma pucde encontrarse toda entera a Ta vez en varios cuerpos separados, sin que Ccupe ninguna perte de um cuerpo que experimente lo ‘que cualquier otro, De modo que aceptaremos que esta esen cia se halla toda ella dividida. Al Indo de la esencia indi visible, ¢ inmediata a ella, se dard una esencia que proviene de aquélla. Y este esencia recibe la indivisibilidad de la esencia indivisible, peto como, en su avance, tiende hacia Je esencia divisible, resulta ser intermedia entre Ta esencia indivisible peimera y Ja esencia que se divide en los euerpos y se encuentsa en ellos. No es ya, verdaderamente, como tun color o una cualidad que aparece Ta misma en’ vatios ‘euerpes, pero presentando cada una de sus partes alejada de las otras, en la medida que cada cuerpo esti también alejado de los otros, La magnitud es ana cualidad tiniea, pero, aun siendo idén- tea en cada parte de una mass, no proporciona a las partes ninguna comunidad de afectos, ya que, dejando a silvo la identidad, hay en cada parte una extension diferente. Esta ‘calidad ser4, pues, algo idéntico y propio de las cosas, eto munca tna esenci Aquella naturaleza que, segin deciamos, estaba préxima 32 sLoTiNo a In esencia indivisible, puede considerarse una esencia, Es | tuna esencia, afiadimos, que viene ¢ los cuerpos y, aceide talmente, se divide en ellos; pero esta divisién no la experi- mentaba, en realidad, antes de ofrecerse a los euerpos. Cuan- do viene a los cuerpos, y ello aunque s¢ teate del mayor ¥ del que se extiende a todas las cosas, se ofrece en totalided y sin dejar por esto de ser una; su unidad, sin embargo, n0 debe entenderee como la unidad de un cuerpo. Porque la unidad de um cuerpo guarda cierta continuidad, aunque cada una de sus partes sea diferente en uno y offo punto. ‘Mas, esa naturaleza ala que Hamamos alma, a la vez divi sible e indivisible, no es lo mismo que una unidad continua, con partes claramente diferentes, Es divisible, porque est fen todas las partes del cuerpo en el que se encuentra; y es indivisible, porque esti toda entera en todas les partes y ‘en una parte cualquiera de ee everpo. Viendo esto, se podré Hegar a conocer la magoitud y la potencia del alma. Y quien lo obsecve podé también com- probar qué cosa més divina y extraordinaria es el alm y cudn por encima se halla de todss las demés cosas. Aun sin tener magnitud alguna, el alma est en toda magoitud se encuentra aqui y alli, pero no por ello es diferente, sino la misma en todas partes. De modo que aparece dividida y no esti, sin embargo, dividida. Y atin més: no esté dividida, ni puede siquiere estarlo algune vez, ya que pemmanece toda entera consigo misma, Si se divide en los cverpos es porque los cuerpos, a causa de la divisién que les es propia, no pueden recibirla indivisiblemente. Con lo que debe com luitse que la division afecta a los cuerpos, pero no al alma ENEADA cuaRra, 33 2 Ya naturaleza del alma, pues, ha de ser tal que no pueda haber al lado de ella ni un alma que sea silo indi- visible, 0 sblo divisible, debiendo contac necesarlzmente com estas dos propiedades Porgue si el alma, al igual que los euerpos, tuviese par- tes distineas en Ingares también diferentes, cuando una de sus partes se viese afectada por algo, esta sensacién no al canzaria a ninguna otra parte; esto es, Yinicemente aquella parte del alma, Ia que, por ejemplo, se encuentra en el dedo,, y es diferente a las demds y existe por sf misma, pasarla poe fsa prueba. Tend:iamos, por tanto, varias alias que gober navian cada parte de nosotros. Y, a mayor abundamiento, el mundo no tendria une sola alma, sino muchas almas que permanecerian separadas las unas de las otras. En vano ha- blaciamos de una continuidad de Jas partes, si no conchayé semos en la unidad alsoluta; porgue no podemos admitir Jo que dicen Clos estoicos) engaiindose # si mismos, esto «5, que por medio de una distfbucién Tas sensncfones Hlegan alk parte rectora del alma. En primer lugar, hablan sin examen suficiente de Ja cuestién de una parte rectora del alma, pues cesmo repartirin ésta y en d6nde situarén una y ota de sus partes? 2Qué extensiéa asignarin 2 cada una de les partes y cudl ser su diferencia cualitativa, si forman en realidad una sola masa continua? @Es acaso la parte rectora del elma la tinica que siente, o también las otras partes tienen sensacifn? Y si la sensacién sobreviene tan sélo a le parte rectora, gen qué lugar de ella hemos de establecetla? Si, por el contrario, la sensacién se produce en otra parte del alma que, por naturaleza, no debe sentir, sta parte no podré comunicar su experiencia a la pacte soe proziTo rectors ¥ no habrs, en absoluto, sensaciém alguna, Pero, si Se produce en, la parte rectora, es claro que se producir’ Ja vez en uma parte de éta, dando por descontado que las otras: partes mo peccibirén 12 sensacién, porque seria une cost imiti, ©, en otro caso, tendriamos que admitir una multitud, 0 incluso un mimeto infinito de sensaciones que no guardarian semejanza alguna entre sf. Una parte dida yo he sido la primera en experimenter; otra Cafirmaria): yo hhe experimentado Ja sensacién de otra; y todas, a excepeién de la primera, desconocerén dénde se ha producide Ia sen- sacién, O bien ocurtiré que todas se hayan enganado, peo- sando que se ha producido allf donde ellas se encuentran Por otra parte, ila pacte rectora del alma no es la unica que siente, sino que cualquiera de sus partes puede hacerlo, espe. cial To que éb mismo piensa e imarina sobre la accisn del alie Segin se deduce del raiomamiento de Pino, el euerpo o To roaterta exten porgue el alma sccesamente les precede, Ls tater, cic vinmos mejor, es como un mite de la action del aime! 2 ella se Gebe tan maticalmente como Ia escuridad’a le Jor, pues el resplan- dor de. Ise también se cones em oburded ne ver Hepndo era cums 8 nacién © encuesta natueal, sino producto de una téeniea im porteda, Mas el arte es posterior a la naturaleza, y, aunque ls imita, lo hace con imitaciones oscuras y muy débiles, con jnguetes de poco valor, no obstante Jas numerosas méquinas de que se sieve para la produccida de esas imégenes. El alma es sefora de los cuerpos por la misma potencia de su ser; los hace nacer y los conduce al estado que desea, sin que los cuerpos puedan oponerse en un principio a su voluntad. Posteriorment, estos mismos cuerpos se interponen con fre- cuencia y se ven privados asf de sleanzar la forma propia a la que apunta, aunque todavia en germen, la razin de cada uno. Digamos que la forma del universo es producida, por el alma y que, con esta ordenacién, nacen a la vee todas las cosas sin esfuerao alguno. Lo que’es prodacido de esta manera, y libre naturalmente de todo impedimento, babré de resultar bello. Abf se han construido por el alma santua- los para los dioses, moradas para los hombres y todos los, demés objetos para los otros seres; porque, Zqué oita cosa podria venir del alma que no Fuese precisamente lo que ella tiene postilidad de hacer? Si el poder del fuego es el calor y el de algin oro exerpo el enfrizmiento, el poder del alma debe considerrse en dos sentidos: 0 ejerciéndose sobre otro ser o actuando sobre ella misma. En cuanto 2 los seres ina- nimados su aceién es cual un suefo, sino sale de ellos mis ros: y, si realmente tiende a otra cosa, hard semejante a ella todo aquello que pueda recibirla, Porque es algo comin a ‘er ser e| hacer que los ottos se le semejen. La eccién del alma —y nos referimos aqui a la que permanece en st intesice-— se mantiene siempre tan despierta como la que se cjerce sobre otra cose, Produce la vida en todos aquellos 1 prorixo setes que, por sf mismos, no la poscerian, y have ademés, aque esa vide sea en un todo semefante a la suya. Como vive en la razin, da también al cuerpo una raz6n que es imagen de Ja que ella tiene —porque todo lo que da al cuerpo es una tinagen de stu vida—~ y todas aquellas formas de los ‘cuierpos cuyas razones ella posee. Pero, como ella posee (las razones) de los dioses y de todas las cosas, habré que admitie aque las posee igualmente et univers 11, Me parece que han comprendido bien Ja naturaleza del universo esos antiguos sabios que han querido tener pre sentes a Tos dioses fabricfndoles templos y estatuas. Com- prendicton, en efecto, que es ficil atraerse en todas partes, Ja naturaleza del alma universal, pero que resulta codavia és sencillo hacerse con ella si se constraye un objeto que pueda recibir su influjo o siquiera su participeciin. La representacién en imagen de una cosa sufre siempre e? influ- jo de ésta, sl modo como un espejo es también capaz de aprchender Ta imagen. Porque la naturaleza, actuzndo de tuna manera muy Bébil, hace todas Jas cosas imitando aque- Tos seres cuyas razones posee. Asi nace realmente todo, co mo una razdn que se da en la materia, pero que recibe una forma de algo que estf sobre la materia; (la natursleza) To pone en contacto con la divinidad segin la cual fue enger Grado, mientras el alma universal lo contempla para que to do se haga segin ella, No es posible, pues, que haya alguna cosa que no participe de la divinidad, pero tampoco To es que Ja divinidad descienda hasta nosotros, La inteligencia de gue hablamos viene a ser como el sol inteigible —que es precisamente Io que nosotros tomamos como ejemplo—, pero eee es a. “ a continuacién de é hemos de colocar un gfat/‘queuderét- Ve depende y que permanece en el mundo intelgiplgg BCU, ma da ai sol los limites que ciertamente le Gviensiy, ope rindose, por medio de ella, la unién mds fotina atreeebaol 7 sensible y el sot inteligible, También por su ihtarjtedie-<¢ ,-” sransmiten al sol sensible las voluntades del sol itteligible’” ast como al sol inteligible los deseos del fol sensible, todo ello en la medida en que, por medio del hna, pueden esos eseos Hegar hasta aquel. Nada esti lejos de nada, porque el estar lejos supondia 1a diferencia y la mezela entre los seres; pero es que, ademis, fen esta misma separacién hay unidad. No de otto modo fcurre con los dioses, que no se encuentran munca separados de ios seres inteligibles, sino gue, por el contrario, aparecen ‘unidos al alma primitiva, que proviene en cierta manera de Ia inteligencis. Por medio de esta alma, que les hace ser lo que se dice que ellos son, Tos dioses contemplan Ia intel sgencia, hacia le cual, y slo o ella, dirige el alma sus miradas. 12, En euanto a las almas de los hombres ven sus im ‘genes como en el espejo de Dionisos y se lanzan hacia ells desde lo alto, pero sin cortar por ello con su principio, que cs la inteligencia. No descienden, pues, con su propia inte- ligencia, sino que se dirigen hacia Ja tierra, pero con Ia ex beza fija por encima del cielo. Si ocurre en realidad que descienden demasiado, ello seré debido a que su parte inter media viene obligeda a procurar el exidado del cuerpo en el {que aquéllas se han precipitado. El padre Zeus, en este c2s0, se compadece de sus trabajos y hace temporal las ligaduras, aque les atan a ellos, dando a las amas un descanso en el * pLorine tiempo y liberéndolas a Ta vez. de sus cveepos para que pue- don alcanzar Ia regin inteligible, donde permenece ys para siempre el alma del universo sin tener que volverse a las co sas de aqui abajo, Porque of universo dispone verdadera- mente de cuanto es posible para bastarse a i mismo, y asf es y seré, ya que su ciclo se cumple segiin razones fj y, al cabo de un cierto tiempo, vuelve de nuevo al mismo estado conforme a un movimiento periddica. De este modo pone también de acuerdo las cosas de arriba con las de este mun- do, ordendindolo todo con sujecién a una rx2én tinica. Y todo queda perfectamente regulado, no slo en lo que atafie al descenso y al ascenso de las almas, sino también en cuanto alas demés cosas, Lo prueba el acuerdo de las almas con el orden del universe, pues éstas no actian separadamente sino que coordinan sus descensos y manifiestan tuna armonia con 1 movimiento circular del mundo, La condicién de las alk mes, sus vidas y sus misrnas voluntades, tiene una explice cin en las figuras formadas por los planetss, que emiten una sola nota y en las debidas proporciones (mejor To dariames a entender con las palsbras musical y armonioso). Esto no serfa posible, desde luego, si el universo no actuase confor: me a los inteligibles y no tuviese pasiones adccuadas a los, perfodos de las almas, e sus regulacfones y a sus vidas en los Aistintos géneros de carzeras que ellas realizan, bien en el mundo inteligible, bien en el cielo, bien en esos lugares te- rrestres a los que ellas se vuelven, La inteligencia, por su parte, permanoce siempre y por ‘entero en Jo alto, sin que en aingune ccasién salga fuera de " Osden universal que sfizma Platén en lab Leyes, 904 a ENEADA cuAnEA ” si misma; no cbstante, aun ssentada como esti en el mundo inteligible, deja sentir su influencia en Ins cosas de equi abajo por intermedio del alma. El alma, colocada mis cerca Ge ella, se dispone segin la forma que recibe de la inteli sgencia; do, a su vez, esta forma a Jas cosas que dependen de ella, haciéndoto de rma o de otra manera, segan una orde- necién firme, cunque variable, No desciende munca de un modo iguel, sino en un grado mayor o menor, bien que se Gisija aun’ mismo géncro de seres. Cada alma desciende a tan cuerpo que Je es apropiado, conforme al cerdcter de su disposition. Y asi todas ellas son llevadas al cuerpo que més se les semeja, tunas, por ejemplo, al cuerpo de un hombre, otras al cuerpo de un animel, y cade una, en fin, aun euer- po diferente. 13, La justicia y la necesided descansan asf en una natu- raleza que impone a las almas, 2 tenor de su misma ordens- cién, que se dirjjan hacia la imagen engendeada y arquetip- cz, pues todas las almas de Ia misma especie con vecinas de aguel objcio hacia el cual les inelina su propia disposiciin. De este modo, en un momento determinado no hay siguiera ccesidad de que alguien las envie o las conduzca para que entren en un cierto cuerpo, ya que, cuando el momento ast Jo exige, descienden por si mismas y entran alli donde es preciso que Jo hagan *, Digamos que el momento es dife- Ep epinién do Avisételes, De anima, If, 2, el alma no es en mode algano un everp, sino’ gue ext unida a un cuerpo yy pot tanto, zetide en un cusps, F en wn cuerpo de una detersinsda specie’. ‘Sin. embargo, La teste arisotlica castone tambien. “gue Ihvactoaldad do cada ser esth natucalmente dnherente em su poten- 0 pLorixo rente para cada alma y que, una vez Hegado ést, cada ma desciende al cuerpo conveniente, cual si fuese Hamada por un herald, Pudiera creerse que el alma es movie y di por un poder magico, que ejerce sobre ella une fuerte y vigorosa atraccién. De igual modo se verifice en cada ani- ral el gobiemo del alma, porque, en el tiempo epropiado, €l alma mueve y engendsa eada una de las partes, y os pprodluce el crecimiento de la batba o de los cuernos, 0 des- arrolls nuevas tendencias y Floractones, no existentes com anterioridad, Y lo mismo acontece con los érboles: sus al- sas los gobieman con arreglo a disposiciones prefijades Las alias no viene hse ag oe vol a son enviadas, Lo que en ellas se considera como vo- Rint no es en veaided wna voluncad de eect, pueso que se mucven naturalmente y tienden al cuerpo de manera instintiva, cual ocurre con el deseo del matrimonio y, a veces, incluso, con algunas hermosas acciones, no cumplidas de modo racional. “Tal es siempre ¢] destino de este ser, unas veces el que ahora decimos y otras veces otro En cuanto a la inteligencia, que es anterior al mundo, tie he también su destino, ef cual consiste en permanccer en el mundo inteligible, enviando desde é! su liz y sus ravos de conformidad con nna ley universal, Esta ley os absolute para cada individuo y, para realizarse, no scca su fuerza de algo extra, sino que se da @ los individuos, que se sirven de lla y Ia transportan en sf mismos. Cusndo el tiempo es Le ‘calidad, exo of, eau propia materia", con Jo cual al alme viene 4 ser tina expecie de aciuelidad de lo! que tene lg capacidad de oroor un alins, coxa que purse bien isinta a lo que supone Platina -BNEADA cuAREA 8 gado, st voluntad se cumple por Tas almas individuales que Ta retienen, hasta el punto de que son é&tas las que reali zan 1a ley, por levarla precisamente consigo y disponer de sit fuerza. La ley que se da en las almas es como una carga ‘que pesa sobze ellas y que les infunde el deseo doloroso de dirigite alli donde se les indica que vayan. 14, Este mundo nuestro se ilumina con muchas luces, adomado como esté de muchas alas. Ademés de su prime 8 ordenacién, acoge en sf mismo otros muchos mundos que provienen de tos dioses inteligibles y de esas inteigencias, ‘que Te dan las almas. Asi es posible intespretar el mito si guiente; Prometeo modelS una mujer, 2 1a que los otros dioses Jlenaron de adoenos; Alrodita y las Gracias aportazon algén don e, igualmente, cada uno de los demés dioses, por Jo que muy justamente se Ia llamé Pandora, de resultas de los dones recibidos y del hecho de que todos los habjan da- do, Poraue tedes los doses, en efecto, dieron algo a este ser modeledo por Prometeo y que es imagen de la providen- cia, Ahora bien, el que Prometeo rechace Jos dones de los dioses, apodré significar que él escoge la vida intelectual co- mo una vida mejor? El mismo, en realidad, se ve encade- nado por esto, por mantenerse en contacto can Ia obra reali zada, El lazo en cuestiin proviene de fuera y la liberacién es aleanzade por Hércules, que tiene el poder de conseguir dora, que se encuentsa en Hesido, Obras, ‘aia’ interpetacin etimolégcs. Pandora et rujes, dotada por todos los: dioses — ee xb Bigeu eal choy toy BOkbeuy — y de oh, de etas mibmos pelabvas'— Ge" 2ag — el mombre que. sive para designare, ct prorine ‘sx rescate, Cualquiera que sea le interpretacién que se dé al mito, se convendri que significa el den divino dle Jas al- mas intwoducidas en el mundo, lo cual esté de acuerdo con ruestras afirmaciones. 15, Las almas, pues, se precipitan fuera del mundo intel sible, descendiendo primero al cielo y tommdo en él un ‘cuerpo; luego, en su recorrido por el cielo, se acercan mds fo menos a los cuerpos de Ia tierra, a medida de su mayor 0 menor longitad. Asi, unas pasan del cielo a los cuespos in- feriores y oteas verifican el trénsito de mos a o:r0s cuerpos, porque no tienen el poder de elevacse de la tierra, siempre atrafdas hacia ella por su misma pesader y por el olvido que anrastran tras de si, carga que verdaderamente las entorpece, Las diferencias existentes entre las almas habré que ats Duirlas a varias causes: 0 a los cuerpos en qué elles han penetrado, 0 @ las condiciones que les han tocado en suerte, ‘a sus regimencs de vida, o al cardcter particular gue ellas traen consigo, incluso, si se quiere, a todas estes xazones jun- tas, 0 solamente @ algunas de ells. Unas ales, por su parte, se someten enteramente al destino; otras, en cambio, unas veces se someten y otras veces son dueiias de si mismas; otras almes, en fin, conceden al destino todo cuanto es preciso dale, pero, en Io tocante a sus accfones, son realmente due- ‘nas de si mismas, Viven, por tanto, segiin ota ley, que es Ia ley que abacca a todos los seres y a Ta cual se entregan sin excepcién todas Tas almas. La ley de que heblamacs esté formeda de las razones seminles, que son las causas de tedos los sexes, de los movimientos de las elmas y de sus leyes, pro- venientes del mundo inteligible. De ah{ que coneuexde con BNEADA ousara 8 ‘exe mundo y que tome de él sus propios principis, teiendo la tzama de todo To que a él esti Iigado. En este sentido, mantiene sin modificacién alguna todas las cosas que pueden conservarse conforme a su modelo inteligible, y leva tam- big a todas las demés alli donde lo exige su natacaleza. De modo que podemos decic que en el descenso de las almas alla es Je cause, precistmente, dé que ocupen uma u otra posiciin, 16. Los castigos que, en orden a la justicia, acontecen a los malin coven sefeidos # ea ordenaclén, que sla verdaderamente debids, Pero, gy en cuanto a fos males qui en forma de cagos de caer de recursos 0 de enlerme. dads, suceden contra toda justicia a los hombres de bien? @No convendiia atribuirlos a una falta anterior? Porque he- mes de tenet en cuenta que todos estos males, ligados de algim modo a las cosas y anunciados por ciertos signos, se amanifiesian conforme a 1a rizén del universo. Aunque tan bién pudiera decirse que no se ajustan a razones naturales y que mada tienen que ver con los hechos precedentes, de dos que som meros acompanances. Esto es lo que ocurte cuan- do una casa se eae: perece realmente aquel que esti debajo de ella, sea éste quien sea. Y lo mismo acontece cuando dos cosas, 0 simplemente una sola, avanzan segiin tin cierto of den: deshacen y pisotean todo el que encuentran en su camino, Tal vez pudiera pensarse que esto no constituye sin ral pera quien lo sulte, si miramos de mode general a Ja tama provechosa del univetso. No hay entonces tal injus ticia, sino més bien una justificaciém que se basa por entero en Tos hechos acaecidos anteriormente. Pero no debecemos 88 pLotixe ‘reer, de todos modos, que unos hechos responden a un cierto orden, y oles, en cambio, quedan fuera de toda ley y determinacién, Porque si todas las cosss hon de ocutrir se gin causas y consecuencias naturales, y, asimismo, de acuer- flo con una razén y un orden, tendreros que convenir en igue este orden y esta trama deben extenderse hasta lo més pequefic. La injustcia cometida por un individuo es real Tnente und injusticia para cl mismo que la comete, y éte, de cualquier moda que sea, no se ve descargido de su falas hora bien, considerada en ef orden universal, la injusticia carece de sentido e incluso no Yo tiene para el que la ha sufrido, porque se trate de algo que debia ocurcit asi. Si es tun hombre bueno el que Ia sufre, conchuité necesariamente fen un bien. Pues no hemos de pensar que este orden sea injusto y extras a Jz divinidad, sino que, al contrario, hace danacién a cada uno de lo que es justo y conveniente. Es cierto que las causas no estin del todo clares para mosotos, ¥y dl hecho de desconacerlas es motivo de que las censure most 17. Podiia probarse, por el razonamiento que sigue, que las almas, al abandonar Ta regién inteligible, se ditigen pri rmetamente al cielo, Porgue si, realmente, el cielo es lo me- 1 Talo el pusie que soul 28 xeoge revel Ya gran preacune: cit de Pos pet jae al orden vacopal del univer. EL Stoic del'mal ee gaa natraimentc 0 i reldad misma, de Be eilea Noes exci, sin embsrgy, que el conflito apse [Sc en la cxgsicon fosmulads por Blotno, hay, ante tod, na HERS & cease en ourezs propia lgnoranci, que m0 alee esireender is zones dla otligencla © a sentido tismo del Inovlofento univer} eo el gue estamos ineoeos BNEADA cUARZA Pt jor que hay en ta regién sensible, ello habré que atsibuislo, ‘1 su proximided a los ‘limos seres inteligibles. Los seres, celestes son, en efecto, los primeros que reciben la vida del mundo inteligible, por sw favorable disposiciin a participar en Gl; en tanto los sores de Ta tierra son los iltimos y partci- ppan en menor grado del alma por el cardcter de su natura- Teen y su distancia al ser incorpbreo. Es asi que todas las almas iluminan el cielo y Te dan su propia multiplicidad y lo primero que surge de ellas; todas Jas demés cosas resultan a su vez jluminadas por To que vie~ ne después. Algunas almas descienden todavia mis abajo ppara cjercer su accién shuminativa, pero este avance no cons timye para ellas 1o mejor. En tal sentido, podriamas ima- sinamos un centro y, a su alrededor, un clrculo que des- prende rayos de Tu; sobre estos dos tendriamos que imaginar fotze, que seria como una luz surgida de la Ine. Fuer de étos cabsia pensar en un nuevo cfrculo sin luz, carente, por decislo asi, de luz propia, pero que tiene necesidad de una Juz extrafia. Hagémonos la idea de que se trata de una ruets, 0 mejor de una esfera que recibe su luz del tercer circulo, por su proximidad a 41, y en tanto éste la slumine He aqui, pues, gue la gran luz lo ilumina toto y, a la vex, permanece inmévil; de ella proviene rezonablemente la luz gue flumina todas las cosas; pero las dermis Tuces también ‘luminan como elle, aunque unas permanezcan inméviles y otras sean atradas por el brillante reflejo de Jas cosas. Estas, su vez, exigen el mayor cuidado de parte de las almas, pues asf como en un navio azotado por la tormenta el piloto ‘que lo ditige se aplica por entero a la diteccién de éste, con ‘renosprecio y nlvido de si mismo, hasta el punto de verse 86 proto envuelto en el nauftagio, ast también las almas se inclinan a veces mis de lo necesario y (no se prevcupan) de sus ‘propios asuntos, Qcurre cietamente que son rctenidas por sus cucipos y encadenadas por lazos migicas, quedando asi por completo al cuidado de la naturaleza corpenea. Es claro ue si todo ser animado tuviese, como e} universo, un cuerpo perfecto y suficiente, inaccesible al sufeimiento, el alma que s dice estd presente en él no se encontraria cntonces a su Jado y, aunque le diese la vida, permaneceria toda entera en Jo alto. 18, sPexlremos decir acaso que el alma se sitve del raao- rnamiento antes de entrar en el cuerpo, y luego, una vez salida de él? Aqui, en esta morada, el alma usa, en efecto, del razonamiento, por cjemplo en sus estados de incestidum bre, de inquietnd y, sobre todo, en sus periodos de debilidads porque la necesidad de razmar le viene dada por la dismi- nucién de su inteligencia, que ya ni siquiera se basta a sf misma. Acontece lo misino en las artes, donde se hace pre- sente el razonamiento por lz perplejidad misma de los artis- tas; y tanto es asi que, cuando no existe dificulted, el arte se nos muestra en toda su fuerza y sazén. Ahora bien, si Is almas que radican en el mundo inteligible no se sivven paca nada del razonamiento, zcémo puede lamarselas alas ruzonables? Podsia contestarse tal vez. que, si la ocasién es Negada, estas almas son capaces tembién de una seria refle- xién. Pero convendria, para ello, que tomésemos Ta palabra razonamiento en el sentido que nosotens le damos, pues si se considera el razonamicnto como una cispesicién interna ‘que desiva siempre do Ia imteligoncia y, a la vex, como un seams cuanra 87 cto estable que es reflejo de ella, tendeeros que afirmat ue las almas se sirven, en efecto, del razonamiento, incluso en el mundo inteligible, En mi opinién, sin embargo, no debe ereesse que las almas se sitven del Ienguaje, en tanto permanezcan en el mundo inteligible 0 con sus cuerpos apegados 2) ciclo. Todas cuan- tas necesidades o incertidumbres nos obligan en este mundo a hacer uso del Ienguaje, no existen realmente en el mundo inteligible, Las almas que en él se encucatran acttian con- forme a un orden y a su propia naturaleza y no tienen, por tanto, que disponer 0 sconsejer nada, ya que Jo conoven todo unas de otras por su misma inteligencia, Aun aquf conoce- mos a los hombres sin necesidad de que ellos hablen; cuinto ‘mis ocurriss en el mando inteligible, donde todo cuerpo es ‘puto y cada uno conace como si fuera ust ojo, sin que nada se le ocuhe o desfigure. All, al ver a algumo, ya se le como ce sin necesidad de que hable En cuanto a los deronios v a las slmas que se dan en el aire, no resulta exteafio que se sirvan del lenguaje, porque al fin y al cabo son también sexes animados, 19, gHabré que afirmar que lo indivisible y Jo divisible apacecen coma mezcladss en el alma, 0 bien que lo indivi sible pertenece al alima de alggin modo y segin cierto punto de vista, y Jo divisible de oto modo, pero consecuente con el primero, siendo ambos cual dos partes del alma, ala me nera como decimos que la parte razonable es una, y or, en cambio, la parte irrazonable de aquélle?* Convendria 1 Plsino fundaments sa pregunss en cl too plhsGaieo del Timeo, 35 4 conocer qué sentido damos a cada uno de estos términos; porque (Platén) habla de Jo indivisible en absoluto, pero no ast de Io divisible, que viene a ser considerado por él como Ta esencia que se hace —y no que se ha hecho— divi- sible en los cuerpos. Convendré advert de qué alma tiene necesidad Ta nat raleza del cuespo para vivie y qué es lo que de ella debe hrallorse presente en el conjunto’del cuerpo. Como la facul- tad sensitiva se manifiesta toda entera a través del cuerpo, diremos que llega a dividirse; porque si se encuentra en to- das partes ello se debe, podria decirse, 2 que es susceptible de divisién, aunque si se manifiesta en todas partes por en- tero no cabe afirmar ya de manera absoluta que se encuen- tra dividida en los cuerpos, sino que se hace divisible en los. Si se argumentase que una divisiin de este aéncro se da slo en la sensacién del tacto, pero no en las oteas sens ciones, tendrlamos que contestar que también se da en estas ‘ilkimas; porque, sicndo el cxerpo el que toma parte en cllas, resulta necesario que se dividan, aunque de modo menos extenso que en el tacto. Igual acontece con Ia Facultad ve- getativa y con Ja Facultad de crecer. En cuanto a In Facultad de desear, que se encuentra en el higado, y al impulso del nimo, que asienta en el coraain, eabe decie otro tanto, Pe- 1m es posible que el cuerpo no reciba estas facultades en. sa 5 FL higade, fraps s2 ha considerdo enteo los antiguos no sslo como siento ee lt faaltad de desert, ino, en genera como loge Sie la vida y ce las paslones, el corazie aparecio unas veces comme aslento de Ia inteligencia, y ots, quiet las sn, como ‘siento. de lis sentimieno y de ls pasiones:_ eke Sig, daseabe ow st Oo adm, dices en Je Ii 16, 255. mapa cuanra 89 mezcla material; tal ver, las reciba de otta manera, como provenientes de alguna de las cosas ya recogidas por él con anterioridad. Digamos, en cambio, que Ta reflexién y la in- teligencia nada tienen que ver con el cuerpo; tedo lo que elas pueden realizar no se verifiea por un éxgano del cuerpo, ya gue, por el contrario, el cuerpo misme constituye un obs: theulo si se quiere hacer uso de él en las actividades re Alexivas, ‘Vengamos a la conclusién de que lo indivisible y lo divi sible son dos cosas distintes que, al meaclase, no pueden producit un ser tnieo, Forman, si acaso, un toda compuesto de dos partes, cada una de las cuales permanece pura y se: parada de la ofra en ef curso de su operacién. No obstante, sila parte que se hace divisible en los cuerpos tiene en sf misma tm cardcter de indivisible reibido de lo alo, puede decitse que un mismo ser resulta @ Ta ver indivisible y divi- sible, cual si se hubiese producido una mezcla entte ese see y la potencia de Io alto que ha legada hasta él 20, Conviene todevia que nos planteemos esta cuestin: gse encuentran en un lugar las Facultades del alma y lo que nosotros llamamos Tas partes de ésta?_gDiremos acaso que las pprimeras no estén en un lugar y las segundas, sf, 0 que ni lunas ni otras ocupan Tuger alguno? Si no delimitamos un ger preciso para cade una de las partes del alma y no por nnemos a éstas més dentro que fuera del euerpo, hacemos el cuerpo un see realmente inanimado, Entonces, claro esti, tenemos que preguntamos cémo se producen las operacio- nes del alma en las que intervienen érganos eorpéreos. Y si concedemos un Iugar tan silo a ciertas partes del alma, y no 0 Lorine ‘en cambio a las otras, no podremos decir que estas dlkimes se dan en nosotros, con fo cual tampoco deberemos afitmar que cl alma entera vive en nosotros. Asi, pues, habré que decir que ni las partes del alma, ni el alma entera, se dan en el cuerpo como en un lugar, Porque lugar es algo que contiene, y que contiene un exerpo. El cuerpo, a su vex, esté alli donde se encuentra cada una de sus paries, de modo que no puede situarse por entero en un punto cuzlquiera de sa lugar. Yen euanto al alma, que no fs un cuerpo, tiene mis carécter de continente que de con tenido. EV alna, en efecto, no we da en ol cuerpo come onus vaso, pues el cuerpo seria inanimado si contuviese al alma onmo To hace un feo 0 si constayese el lugar de ell. A nno see que el alma se entregue al cuerpo, como recogids en sf misma y por una especie de difusiin en la gue, cuanto més recogiese el vaso del alma, més, en verdad, serio per- ido por ella, Propiamente hablando, ademés, el lugar es algo que ca rece de cuerpo y no puede ser, por tento, un cuexpo, De manera que, oémo iba a tener mecesidad de un alma? El cuerpo, realmente, se mantendria certano a alma por sus cextremos y no por si mismo, Pero muchas otras razanes se ‘oponen 2 quie el alma se encuentse en cl cuerpo como en ua Tugar. Su lugar, si asi fuese, sc veria siempre transportado con ella y entonces se daria el caso de que una cost trans: portaba su propio lugar. Y no hay que decir que todo ello ces menos admisible concebido el lugar como un intervalo. Parque hemos de convenis en que ef intervalo es algo vacto, eto no lo es, en cambio, el cucrpo, aunque ta] vex lo sea sesana coaara o quello en Io que el cuerpo se encuentra, con lo que el cues ppo mismo podré encontrarse en el vacio. Tampcco el alma se encuentra en el cuerpo como en un sujeto; porque lo que se de en un sujeto es un fendimeno ‘que afecta a este sujeto, como por ejemplo el calor y la Ft ura, siendo asi que el alma permanece separada del cuerpo. No se nos da, pues, Jo mismo que una parte en un todo, porque ya es sabido que el alma no es una parte del cuerpo. Si se dijese que el alma constituye una parte de ese todo que es el sex animado, subsistsfa la misma dificultad y nos pre- ‘guntariamos: gabmo se da en el todo? No se encuentra ver daderamente como el vino en el Anfora, ni es como el infora © cualquier otro objeto, considerados en sf mistnos, No se de on el cuerpo como um todo en sus partes, por- que serfa rstble decie que el alma es un todo del que el cuerpo son sus partes. No es tampoco como una forma en Ja materia, porque la forma que se da en la materia no se en- cucntra separada de ella; ademés, la forma existe con poste- xiotidad a Ja materia, Es cierto que el alma produce la Forma ca la materia pero results, por esto mismo, diferente de la forma. Si se dice que no es una forme engendeada en Ja ma- teria, ino una forma separada de ella, no aparece claro c6in0 s encuentra este forma en el exerpo. @Cémo, pues, se afirma por todos que el alma se encuen- tea’ en el cuerpo? Porque el alma no es realmente visible y el euerpo, en cambio, lo es. Cuando-vemos el cuerpo, nos, damos cuenta que es algo animado porque se mueve y por ‘que slentes dlecimos, por eonsiguiente, que tiene un alma, ¥ iriamos también, segrin esto, que el alma se encuentra en el exerpo. Ahora bien, si el alma se hiciese visible y sens 92 reoriio ble y nosotros Ia viésemos toda Hena de vida, Hegando por gual hasta los extremos mismos del cuerpo, no podrfamos decir que el alma se da en el cuerpo; tendrfamos que deciz riejor que el cuerpo se da en el alma, que es el ser principal, ‘como el contenido en el continente y como lo que fluye en To que por naturaleza no es fluyenie, 21. Pues qué? sCémo podriamos contestar 41 que, sin atreverte a afirmar nada, nos formulase es cuestiones sighien- tes? De qué manera esth presente el alme en el cuerpo? Se eneuentes toda ella del mismo modo, o unas de sus partes se encuentran de una manera y o:cas de otra? Nin- ‘guna de Tas cosas hasta ahora examinadas expresa justamen'e Ta selaciin del alma con el cuerpo. No obsiante, se dice que el alma esté en el cuerpo To mismo que el piloto en la nave. Con To eual se indica suficientemente que el alma se separa del cuerpo, aunque no quede estabecide con cla- ridad el modo de unién que nosotros buscamos!, Como pa- sajero, el alma se encuentra en el cuerpo por accidente, pero gy como piloto? Porque el piloio no se hala en todo el navio, como el alma se balla en el cuespe, Tal vez con: 1 En el Alcibiades, 125 b, dice ol discipule de Séerstes que son hombres de bien los capecitdoe pact goberaar ep la ciudad. EL tte de Te politcs, 0 ciencin de gobermar 2 ls hombres, apacece ‘entfcado Dor Alcibieder con el arte de los piotor ext arte, se ojorce solze Jas olmas, estd todo él Teno de prudencia y Bima "egied a To gue gegen”. EL camale ‘dep Tbeorfers——, fan, querido de Dlatén, representa. en Ls epi. files, 189 " disposciin de Tas cludades con teapecio, a fs verdadero fileofoe", que es) fin yal eabo, como suyiee Plo:ina, Feline ove puede ex ease Wl esere yak itemise enn cuanra 93 venga decir que el alma se encuentra en el cuerpo como 1 atte en los instramentos, cual ocurre con el arte del piloto que podtlamos localizarlo en el timén si este imin estuviese animado y poseyese um arte interior que lo moviese. Ahora que una diferencia puede establecerse aqut, y es que el arte permanece extrano al instrumento. Consideramos, pues, el alma sobre el modelo de un piloto cuya alma ditigiese su timén; el alma, en efecto, se encuentra en el cuerpo como en su instrumento natucal y lo mueve a modida de su vor Iuntad, Pero, gavanzemos asl més en nuestra bisqueda? Seguimos dudando realmente eémo se encuentra el alma en. su instrumento y, aunque su modo de unién sea diferente 2 los antevires, ansiamos todavia descubrir Ia verdad o apro ximarnos lo mis posible a ella. 22, @Dinemos entonces que el alma esti presente en el ‘cuerpo como el fuego To esti en el aire? Aclaremos en qué consiste la presencia del fuego en el aire, pues no se trata, de que esié presente en el fuego sino mejor de que lo pe- neta enteraments, pero sin mezclarse a él. Fl fueyo, en realidad, permanece inmévil, mientras que el aire est siem- pre fluyendo, Cuando el aire abindona la regién de la lz, sale de ella sin dejar rastro de sf; pero, mientras esté bajo Ja luz, permanece iluminado por ella, De modo que, verda- deramente, resultaria mejor decir que el aire esté en Ia luz y no que la lux esté en el aire. Por lo cual Platén habla rectamente al referise al universo, ya que no pone el alma en el cuerpo sino el cuerpo en el alia. Y dice en tal sen tido que hay una parte del alma en la que se encuentra el ‘uerpo y ota parte en la que no hay cuerpo alguno; porque 34 rLorise €l cuerpo no necesita de algunas potencias del alma para subsistir. Lo mismo puede decirse do las otras almas, Por que, en efecto, hemos de afirmar que no hay otras potencias, presentes en el cuerpo que las que éste realmente necesita. ¥ estin presentes en él sin hallarse establecidas en el todo 0 en las partes. Asi, por ejemplo, la potencia sensitiva esta presente en todes les partes que sienten y, asimismo, cada potencia est presente en un determinado dxgino segtin Ja sci que ella jee. Exo cs preciamente To que yo quiero decix. 23, Todo cuerpo animado e ihuminado por un alma par- ticipa de esta alma de una cierta manera. El alma le da el poder conveniente para que cada érgano cumpla su Fancién; Ge esia forma, decimos que en los ojos ests la Facultad de ver, en los oidos la de escuchar, en la lengua la de gustar y en todo el cuerpo la de tocar.” Ahora bien, como el tacto ‘cuenta como instrumentos con os primeros nervios, que son Jos que dan su movimiento © impulso al ser animado, y como, ademés, los nervios tienen su punto de arranque en al cerebro, se ha colocedo aqui ef principio de Ta sensaciém yy de los deseos, e incluso cl de todo ser animedo; pues ha quedado establecido que donde estin Jos principios de los Grganos esté también la potencia que los xige, Aunque rejor seria hablar del punto inicial de Ia actividad de esta potencia, porque de él y del movimiento del érpano corre pondiente recibe su punto de apoyo la potencia del artesano que es adecuada a ese érgano, y dcbiéramos decir con mis 3 CE, Plain, Fen, 96 b, sersana cura, 9 propiedad, no su potencia, porque Ta potencia se encuentra en todo cf instrumento, sino la accién misma de esta poven- ci, cuyo punto inicial es el del érgano, ‘Tanto la sensacién como el desco, radieados en el alma, jgualmente la facultad imaginativa, tienen por encima de si a Ta razén, Ia eval, por su parte inferior, es vecina de das partes superiores de estas facultades. Los antiguos colo- caban la razéin en Ja patte extrema del ser animado, esto , en la cabeza, pero sin radicarla por ello en el cerebro, sino en la facultad sensitive, que es la que le permite asen- tar en el cerebro, Conviene conceder al cuerpo las dos pri ‘meres facultades, pero a la parte del cuerpo que puede zecibir mejor su accién. La razfin, sin embargo, aun no teniendo nada en comiin con el cuerpo, debe entrar en relacién com esas dos facultades, que son realmente una forma del alma y pueden recibir ademés impresiones de la razén. Asi, la Facultad sensitiva es una Facultad de juico, y Ta imaginacién una potencia intelectual; el deseo y fa tendencia estén some- tidos, @ su vez, a la imoginacién y a la razin, Si se dice que la razin se encuentra localizada en la cabeza no es por ‘otra cosa sino porque las facultades que diswtan de ella estin precisimente ahf, Pero ya se ha indicado cémo ocume esto con la facultad sensitiva En cuanto a Ja facultad vegetativa, y naturalmente tam- bién al crecimiento y a la nutrcién, no quedan fuera del cuerpo, Si pensamos que el alimento se recibe por Ia san- fre, que la sangre se encuentra en Jas venas, y que tanto écas como aquéila tienen su principio en el higado, no podrs dudarse que estas facultades toman de agui su fuerza; ©, fgualmente, aqu reside también el deseo, porque «l deseo 96 Proxima vva necesatiamente a lo que engendra, a lo que alimenta y @ Jo que hace execer. Y como la sangre, al hacerse més sutil, és ligera y més pura, se convierte en e) 6rgano de los im- pulses, el corazén, que es Ia fuente de segregaciin de lo sangre, vuélvese asi el verdadero asiento de la ebullicién de la célera 24. Pero, ga dénde va el alma euando abandona el exer po? No diremos que se encuentra aquf, porque nada hay que pueda recibirla, ni tampoco podria permanecer en To que no esté hecho para ella. A no ser que algune coxa del cuerpo Ia atraiga a él por su misma insensatez, Porque es clazo que si tomase otro cuerpo, ys se dati en él y le seguir alli donde su matwealeza le hace existir y nacer. Siendo muchos los Iugates que pueden acoger al alma, convendcd gue aquel al que Hegue esté de acuerdo con sus dispesicio nies y con la justicia que domina sobre los seres, Porque nadie escapa a los castigos debidos 2 Ja injusticia. La ley divine no puede en modo alguno ser eludide ¥ dispone en s{ misma de poder sesolativo; por ello, incluso sin saberlo, cl culpable es levado al Ingar de castigo, y, movido con im ‘movimiento incierto, osclando de aqué pera allé, termina al fi, nego de muchos extravios y fatigas, por caer en el Ingar adecuado, Voluntariamente, pues, se entregs a un suftimien- to involuntario. Pero en la ley se determina Is cantidad y el tiempo del castigo y, cuando éste cest, e] culpable puede sbandonar el lugar gue le fue asignado gracios a la armonia, que reina en todas las cosas}, 1 Cf en ose sentide el sexta platinies de las Leyes, 904 a y siguientes evan cua 7 Las almas que sufran un castigo corpéreo habrin de con- tar, sin embargo, con un cuerpo. En cuanto a les almas putas, que no suftea en modo alguno la atraccién de nin- gain cuerpo, no pueden ser ya necesariamente las almas de tua clerio cuerpo, Y si no estin en ningiin lugar del cuerpo puesto que ao tienen cuerpo—, se encontrarin allf donde se hallen fa sustancie, el ser y Ja divinidad. fin Dios, con Ja sustancia y el ser, tal serd en verdad el lugar de cxas almas, Si quertis encontrar donde se hallan, buscadlas, pero xno con los ojos y al medo como busefis los eucrpos. 25. En cuanto a la memoria, eserd posible que subsista con las alinas cuando han salido ya de este mundo, 0 slo se dard en algunas y en otras no? Pero, si es asi, gxe acor- Garin las almas Ge todo o tan gélo de algunas cosas? Con- vyendrie averiguar también si la memoria permanece siempre, © tinicamente por un poco tiempo, luego que Jas almas han slide del cuerpo, Si queremos haver una buena investiga- cida, hemos de comprender primeramente qué es lo que en sosotros recueida, En mi opinién, no se trata de lo que es Ts memoria sino del principio en el que ella reside, Porque To que es la memoria ya se ha dicho en ot:o lugar y se ha repetido frecuentemeate; Io que hemos de precisar con exac- titud es la naturaleza de To gue recuerda 1 En el copitel I del matado de Aristtcles De le memoria ol recwanio, se die textalmente: “La memoria; aun le de oe Sbjeto del pensarione, uaplice una pintuce: mental Por eso pare: ‘ets petendcer eccidenislmente 9 ta facullad pensate, per ese almente pertenece ala facoliad sensitive. primasia”” “Atade Ads. ‘reles gue, como la memoria oo forma” parte de le faculad 98 rLorino Si Ja memoria es memoria de algo sdquiride, sea conoci- riento o impresién, no podeé existir en seres impasibles y ajenos al tiempo. No podei, por tanto, situarse en Dins, ni en el ser, ni en la inteligencia, puesto que en ellos no cuenta para nada el tiempo, sino realmente Ja etemidad, Para Dios, al ser 0 la inteligencia, no hay un antes ni um después son siempre como son y permanecen en identidad consigo mis ‘mes, sin experimentar nunca ¢] menor cambio. gCismo, pues, tun ser idéntico y semejante a si mismo iba a disfrutar del recuerdo, si no posee ai retiene en un momento dado un ‘estado diferente del que poseis antes? Es claro que no se da en él una sucesiin tal de penstmientos que Je permita recordarse del estado 0 del pensamiento anteriores. Y, sin embargo, cqué impide que, sin experimentat cambio algu no, conozca Jos cambios de los demas seres y, por ejemplo, los petiodos del mundo? Si piensa en los cambios de los seres que varian, pensaxd primeramente en una cosa y 1uego en ota; pero, en cuanto @ los pensamientos de st mismo, no odd afirmarse que recuerda, porque Jos recuerdos no vie- nen a él pera que los retengs y evite su alejamiento, ya aque si ast fuese temeria que se le escapase su propia esencia En Jo referente al alma, el término recordar no debe ser cempleado en cl mismo sentido que cuando se habla de las nrociones innatas que ella posee. Porque cuando el alma se encuentra en este mundo posce verdaderamente esas nocio- nes sin tener conocimiento de ellas, sobre todo al tomar con ‘acto con cl cuerpo; luego, cuando adquiete un conocimiento Jnwlectual, ve halla también en otros sees 0 animles que no son Gipuces dé cpiaiin © pensamlento sigan ob rmnosconn — GORE actual, podtia aplicare a este estado lo qué Se O han dado en lamar lz memoria y la reminisgepgic bien, se trata aqui de una memoria muy dif ue nada ene que ver el Genpo Con todo, tal vez hablemos con demasiada "&iiplicepicia_.o” de estas cosas y sin que podamos verificar exactamélite ‘lo’ dane decimos. Cabsia quizé preguntarse a este respecto si Ja memoria y Ia reminiscencia pertenecen a] alma ya citada, © bien a otra alms més oscurs, 0 incluso al compuesto de alma y de cuerpo. Mas, ya se trate de una o de otra ‘cosa, ©, por ejemplo, del ser animado, geémo reciben el reeverdo? Convenes que tomemos la euestiin desde el principio y ‘que averigiiemos lo que, en nosotras mismos, posee la me- moria. Si es el alma la que recuerda, cuél de sus facultades 0 de sus partes es Ia que lo hace; y si es el set animado para algunos es € precisamente el que experimenta la sensacién—, de qué modo lo realize, Atn podrfamos inda- gar a qué damos el nombre de ser enimado y si conviene considerar la misma cosa tanto a quien percibe la sensacién como a quien verifica los pensamientos. :O hay, en real dad, una Facultad distinta para cada caso? 26. Supuesto que Jas sensaciones en acto sean el resul- tado de una accién dual, ese acto de sentic tended que set ~y de ahi que se le considere comin (al alma y al cuer- po)~ cual el acto de taledrar y de tejer; at, el alma que tiene In sensactén representa al artesano y el cuerpo al dnga- 1 En el eno gic wv 7 dates eatin seni po. colar eles da Blas Enel slenda S's, eek pon TPS, 100 promiNo no de que se sirve, EI enerpo, en tal funcién, toma earde~ ter pasvo y mo hace otta cost que obedecer, en tanto el alma recibe la impronta del cuerpo, o producida por medio Ae d, pare que el alma exprese entonces st juicio de acuerdo con Ta impresién corpérea recibida "Habel que pensar, pues, Ia sensaci6n como obra comin de} alma y del cuerpo, aunque ello no quiets decir que Ia memoria pertenezca necesariamente al compuesto de alma y de cuespo. Porque es claro que el alma ha recibido Ia hue lla que su memoria conserva 0 rechaza, sdlvo gue se att bbuya al compuesto el acto mismo de recordar, en cuyo c1s0 anuestas propias condiciones corpéreas. nos darian, @ buen seguro, una excelente u olvidadiza memoria, Digase, no obs tante, lo que se quiera, pues ya sea o no el cuerpo un obstéculo para el recuerdo, este acto sigue, con todo, perte- neciendo al alma. Y en cuanto a Jos conocimientos adquisidos por nosotros, geémo admitir que sea el compuesto el que Ios recuerda y no justamente cl alma? Si el ser animado es un compuesto Xe des cosas y algo realmente diferente de una y de otra, parece en verdad absurdo que mo sea mi un cuerpo mi un alma. Porque cl ser animado no necesita que sus compo- ypentes se modifiquen o se mezclen hasta el punto de que Gl alma se encuentre en él tan sélo en estado potencial filo dai Dol ang, Ares eee age Ta percep aranes, de objcs penculares.y Heed SG oa, que a su ven, el Zecoedo pare del alma 50 Gade Bago Iovinintn © tad de zen os Cine SSnvos, ‘No eabe sega, im emomrpoy ue eam se. vaca SUES perive eso cota eine dec atime Ausbteles exo Baie” Mel ana te 0 gue caneaye uaa oo svcans cura 101 Peso, aun siendo asf, no por ello deja el recuerdo de perte necet al alma, lo mismo que, cuando se mezcla el vino com J micl, Ia ditlaura que se advierte en la mezcla proviene “anicamente de Ih miel. Sea, en efecto, el alma Ta que recuerda; mas, por poder haceslo e imprimir en ella las huellas de las coses ensibles, ha de encontratse precisamente en el cuerpo, lect de im- paress y de culiides, Bs ee mt pemanenis en dl cuerpo la que le hace recibir les impresiones ¢ impedir que desa rezsan. Alora blen, o por est le impresones en, que sex magnitudes, puesto que no constituyen verdaras ime prontas, ni se imprimen sobre una materia resister, en la que se modelan, dado que tampoco hay agut pestitidad de mezcla ni una superficie como Ia de Ja cera, Ls impre- sién producida en el alma debemos consideratla cane una especie de inteleccién, incluso en Jo que conciene @ las cosss censibles, ¢Podria decir alguien dénde se halt la fn picsién cuando se piensa en un cuerpo? <¥ qué oxesidad hay de acompatiar eso impresién del cuerpo o ce alguna cualidad que exista con 612 Necesariamente, ol ins tiene el recnerdo de sus propios movimientos y de tos dtos que. hha enperimentado, pero no satisfecho. Esto no quive decir, sin embargo, que todo Io deseado haya de recaer ene cuce po. ¢Cémo, entonces, podefa testificar el cuexpo onas que, realmente, no han Tlegado en modo alguno hass s? &¥ ccémo haria uso del cuerpo la misma memoria si 10 esti cn absoluto en la naturaleza del euerpo cl Heger s onocer? en su fin en el alma, en x0 todas as demés deben atribuirse exclusivemente al aka, si es 102 Lorine) cierto que el alma pose una realidad, una naturaleza y una actividad propiamente suyas. Si esto es asf, el alma tendrS, con su desco, ef recuerdo propio de él, Y éste se cumplita © no, ya que la naturaleza del alma no se cuenta enire las cosas fluyentes. De otro modo, no le atribuirlamos oi sex tide inter, ni conciencia, ni composicién alguna de impre: siones e inteligencia de ellas. Y si no tiene en su naturaleza ninguna de estas propiedades, mal podré intreducirls cuane do se encuentra en el cuerpo. Posee el alme, desde luego, ciertas actividades euyo despliegue y cumplimiento descansa verdaderamente en los érganos; poro, cuando alla llega al cuerpo, trae consigo esas potencias y las actividades que le som privativas. Por Jo demés, el cuerpo es un impedimento ppara la memoria, En ciertas ocasiones se produce el olvido, especialmente con la ingestién de determinadas bebidas; sin embargo, muy a menudo In limpieza del cuerpo hace reco brar Ja memoria, Como quiera que el alma recuerds estando sola, Ia naturaleza mévil y fluyente del cuerpo debe ser 18 causa del olvido y no de la memoria, AS deberé intespre- terse Ja alusién al rfo del Leteo!, con lo cual esa afeecisy ‘que lamames [a memoria habré de atribuirse al alma, 1 El Leteo, oo fico del olvido, bebiendo en cuyas aguas los anuertos piezden por completo la memoria, AL habler Plassa en cl lo X de La Republica, 621 a, ce la. procosén. sabsgdiente & Ja ekceidn de las amas, nos dice edmo cms "ee dirgien a la nwa del Olvide, eo medio de un éalor tere 9 ‘Sofoeante, pocane fen aquel campo po se_yela un solo debol mi mada de ln que le tice produce." ‘Tods las alma yenfan ebligadae a bebe! wha (erta Cantidad a ‘agus del elo de la Desprensapaciins "pero habia Almas que precefan impradentemente y, af beber mds dels cuenta, pperdian en abvolato Is memoria. wana contre 108 27. Nos preguntamos ahora: pero, ga qué alma? gNos referimos acaso al alma divina, segiin la que somos nosotros, mnismos, 0 esa otra alma que nis viene det universo? Dire: imo, en efecto, gue cada una de estas almas tiene recuerdos, algunos de los cuales son particulares, mientras ottos son comunes, Una vez que Iss almas se unen, ya los recuerdos se dan conjuntamente; pero cuando aquiéllas vuelven a sepa- tase, cada una de las almas se lena de sus propivs recuet~ dlos, aunque conserve ademas durante algtin tiempo los re cuerdos de Ia otra. Ess es, al menos, Ja imagen de Hércules en el Hades?. Porque dicha imagen, en mi opinién, debe. see pensada como rocordando todas las acciones de su vida, v2 que esta vida le pertenece sobre todas las cosas. En cuan- to a las otras almas, que eran realmente dobles, no podian referitse nada més que Tos acontecimientos ocurridos en esta, vida; pues, siendo las almas dobles, conocian tan sélo estos, rmismos acontecimientos y, si acaso, Ios que conciemen a la justicia, No se ha dicho, sin embargo Cpor Homero), Io que podefa contamos Héreules, una vez seporado de su ima gen. «Qué diria, en efecto, esta alma divina cuando estar viese compleramente Tberada? Porque, mientees so_siente arrastrada hacia abajo, refiere solamente todo lo que el hom bre hizo o suftié; mas, a medida que el tiempo avanza y se acerca la hore ée la muerte, reaparecen en cll los recuerdos de vidas anteriores, de Jos cuales éinicamente desprecia al- guncs. Cuanto més libre se encuentse del cuerpo, més volveri sobre los recuerdos que no poseia en sr vida actual y. si pase de un everpo a otxo, pocird referienos los hechos, 1 Referencia a) testo homeo de le Odisee, A, 601-603, 104 rrovixe de Ja vida exterior al cuerpo, tanto los de la vida que sca ba de dejar como los miiltiples acontecimientos de las vides anteriores. Aunque, con el tiempo, muchos de estos sucesos caesén en el olvido. Pero, una ver a solas, gde qué se acordars esta alma? Consideremos a este respecto por medio de qué faculead sobreviene el recuerdo en el alma. 28, eSobreviene acaso por Ia Facultad que nos sieve para sentir y para aprender? 40 tel vez nos recordamos de Jos, objetos deseados por la facultad del deseo, y de los objetos irescibles por la Facultad adecuada a ellos? Porque pcré decitse que no se trata aqui de dos cosas distintas: de una cosa que disfruta de un placer y de otra que se acuerda de 1. EI deseo del objeto del que se ha gozado se despierta, dle nuevo en nosotros cuando éte se manifiesta a la memo: ria, Lo cual no ocurrica asi si se tratase de otro objeto. Qué 5 Jo que impide otongar al deseo Ie sensacién de sus prop objetos y atribuie asimismo el deseo a la facultad de sentir, de modo que podamos afirmar que cada facultad sigue @ sa elemento predominante? eAcaso hemos de atribuir Ja sensaciin a cada facultad, pero en uno u otto sentido? No es, desde Inego, el deseo guien ve, sino el ojo. El deseo se siente movido a port de Ja sensacién por una especie de comunicacién, de tal modo que sufee el efecto de aquélla, pero con plena incon secuencia. Fs asi cémo la sensacién percibe la injusticia y surge el impulso propio del énimo; de igual manera, mies tras el pastor que cuida de un rebefo ve al lobo, st joven cachorro se siente excitado por el clor y el ruido de algo sxeapa cuanta 105 que realmente no ha visto, El deseo que se ha visto cum. plido conserva una huella det objeto, pero no en calidad de recuerdo, sino como disposicién y experiencia posada, Lo priebe el hecho de que, con frecuencia, la memoria no tiene conocimiento de los deseos del alma, cosa que ocu- rinfa si se encontrase en la parte irascible de ella 29, ¢Atribuiremos la memoria a la faculted de sentir y ‘firmaremos en tal sentido que la memoria y ls Facultad de sentir son wna y la misma cosa? Si la imagen de Hércu- Jes, tal como se decfa, es capaz de recordar, tendiemos que hablar de dos facultades de sentir y, en todo caso, si la memcria y la sensacién son cosas diferentes, habré que con- tar con dos memorias. Si la memoria y la facultad de sentic son una y Ta misma cosa, dado que hay una memoria de nuestros conocimientos habré también una sensacién de ellos, © convendré, por el contrario, que sea otra Ia facultad que se refiera 0 estes cosas, ¢Consideraremos acaso como algo comin la facultad de pexcibie® y le atribairemos le memoria ae los objetos sensibles ¥ de los objetns inteligities? Algo diriamos, en verdad, si afirmamos que es una y la misma faccltad Ia que percibe las cosas sensibles y las cosas inte- Ligibles; ahora Bien, si nos vemos forzados a desdoblarls, foo tanto ocuriteé con la memoria, y si nosotros stribuimos cesias dos memorits a cada una de las dos almas, as memo- rigs mismas se convertirin en cuatro, {Sera necesario, en abschuto, que recordemos las coses 1 En al texto gvicgo ob dydyrnty, que puede cnsidersse, ‘en el mejor sentido, coms la focultad de’ aprehender o de pers 106 prove sensibles con Ta facultad con Ia que las sentimos y que, con siguientemente, ambas cosas tengan su origen en la misma facultad? 2Y seré necesario asimismo que la facultad con Ta que reflexionamos no sea otra que Jn que nos recuerda rnuestras reflexiones? Convengamos en gue los que mejor rozonan no son los de mejor memoria. Igualmente, no hay analogia entre les sensaciones y los recuerdos que se tienen de ellas, pues unos disirutan de sensaciones muy vivas, y otros, en cambio, aun contndo con una buena memoria, no disponen de una peroepeién muy aguda, or lo demés, sila memoria debe ser distinta a Ie Facultad de sentir, ya que la memoria versa sobre objetos que ante ionmente ha percibido Ia sensacién, convended que haya recibido los cbjetos de los que luego tendré el recuerdo. Nada impide que, para el recuerdo, exista Ta sensacién de un objeto que es una imagen, ai tampoco que ls memoria y su retentiva se atribuyan a la imaginacién. Porque no hay duda que Ia sensacién culmina en imaginacién, de tal modo que cuando la primera ya no existe, el objeto de la visin se halla presente en Ja segunds. Hay, en efecin, recuerio, siempre que le imagen persist, y por poco duradera que sea, sin que el cbjeto se halle presente; en este easo, la memoria serd corta, pero, sila presencia de la imagen es mis duradera, Ja memoria eumentaré también més en gracia a Ta fuerza de Ja imaginacién, De modo que si la imagen no camia facil ‘mente, debemos tener fa memoria como indestructible. Di- amos, en fin, que Ia memoria de Tas costs sensibles ha de atribuirse a la imaginacién. En cuento a las diferencias que subsisten entre las memo ras debemos atribuitlas a alguna de estas cosas: o bien BNEADA cuTANTA 107 a las diferencias mismas entre las facultades, 0 a Ta indole de su ejerticio, © a las caracteristicas de los cuerpos en Jos que ellas se encuentran, que las alteran y Ins turban fen mayor 0 menor grado. Aungue sobre esto volveremos en otra ocasion. 30. Peto, zy qué decir del recuerdo de nuestros pensa- mientos? gHay también una imagen de ellos? Si es verdad ‘que una pequefa imagen ecompaa todo pensamiento, su risma petsistencis, que vendrd a ser como un reflejo del ensamiento, explicaré el recuerdo del objeto conocido; en ‘tra cso, tendrfamos que buscar una mucva explicacién. ‘Tal vez sea precisamente la expresiém verbal del penca- siento la que deba ser recibida en la imaginacién. Porque el pensemiento es algo indivisible y si no se formula exte riormente y permanece en el interios, es algo que permanece ‘cculto para nosotros sl lenguaje corresponde st despliegue, y asimisino el hacerlo pasar de pensamiznto que es 2 ima igen, cual si lo reflejase en un espejo. Es ash como se fij, se aisla y se recuerda el pensamiento. Porque si el alma se rmueve siempre hacia el pensamiento, la recepcién de éste se verifiea tan sSlo en estss condiciones; pues una cosa es el pensar y otra muy distinta la percepcién del pensamient. Y, si en realidad penssmos siempre, no percibimos siempre nuestro pensamiento, ya que quien recibe los pensamientos recibe también Tas seasaciones. 31. Pewo si la memoria se atrbuye «Ia imaginacién, como, segin se dice, cada una de las dos almas cuenta con st ‘memoria, habré dos clases de imaginacién. No hay dificul- 108 Promise tad en entenderlo asi cuando estas dos almas se eneuentian separadas, mas, estado unidas en nosotros en un mismo se1, gcémo podria haber agus dos imaginaciones? Y, si es asi, gen cudl de las dos imaginaciones se produciria el re ‘euerdo? Porque, si se produce en ambas, tendremos siempre tuna doble imagen de cada cose. No digamos que una de Jas imaginaciones representa las cosas intcligibles,y Ta otra les, cosas sensibles, pues, en ese caso, estariamos compuestos de dos seres gue no guardan relacién entre sf. Ahora bien, si Ja memoria se halla en Tas dos imaginaciones, zqué diferen- cia existe ente las dos imégenes? gCémo no nos damos ‘cuenta de esta diferencia? Ocurre que, 0 bien una imagen se muestra de acuerdo con Ja otra y, no existiendo separadas las dos imaginaciones, una de ellas ha de dominar a la ota, con lo cual se produce una sola imagen, o bien una de las imigenes acompatia a la otra como mma sombre 9 ¢omo una bil luz que sigue los pasos de otra luz mayor. Aunque también podris haber lucha y disonancia entre ells, de tal modo que una y otra se manifestasen por si misinas, Se nos oculta en realidad cudl de elas exté en la otra, porggie es evidente que desconocemos la dualided de nuestras slmas. Ambas concurren a ura unidad, si bien una de estas al- mas cabalga sobre 1a otra, Una de ella, ciertamente, lo ve todo, e incluso fuera del everpo conserva algunos recuerdos, aungue abandone los de la ota alma, Lo mismo que acontece cuando abandonams Je compafia de seres mas lu mnildes por otros de més aleurnia: sélo conservamos de los primeros un pequafio recuerdo, mientras de los segundos tenemos una fiel imagen. weaps cunts 109 32, a¥ e6mo zecordamas a nuestros amigos, a nuestros Iijos y a nuestra mujer? Es clara que sit obra contiene diferencias, aunque estas diferencias no provienen de la ereacién misma, sino de su sujecién a Jas razones seminales. ero estas razones provienen del creader, de maneta que la creacién se acomoda necessriamente a ellas. Por consiguien- te, el principio productor del universs no puede equivocarse ‘nunca, ni mantenerse en la duds, como tampoco ageiar el ‘gest, segiin la consideracin de algunos respecto al gobieeno del mundo, Porque, evidentement, élo se experimentan di- ficultades cuando se trabaja sobre algo extrafo y que en verdad no se domina. Mas, quien reaimente es dueio, y due dnico de su obra, ade qué ota cosa tha a tener nece sidad sino de s{ mismo y de su voluntad? Lo cual es igual que tener necesidad de su propia sabidhutia, porque su vo untad es Jo mismo que su sabidusfa, Digamos, pues, que no necesita de nada extraito para producir, porque su sabiduria no es en él algo que le venga de fuera, sino algo que pro- duce él mismo. No se sitve, por tanto, del razonamiento y de Ta memoria, cosas ambas que le son realmente extras 13. Pero, gen qué se diferencta Ja sabiduria adi descrita de lo que Hamames la naturaleza? La sabiduca es, cierto- ‘mente, lo primero, y la naturaleza lo iiltime, La naturalera es una imagen de la sabiduria y, como Ghima parte del at ma, no eontiene més que las tltimos reflejos que se dan en. Je razén. Ocurre aqui como en una expesa capa de cera: si pean cUARTA 19 se marca una impronta en una de sus caras y ésta Tega hasta Ja otta cara, los rasgos de la impronta, que aparecerén bien rarcados en la cara superior, aparecerdn en combio debilita dos en la cara inferior, Y es que la naturaleza no cence, sino que tan sélo produce, Da involumtariemente To que ella, fione a lo que esté por debajo de ella, tanto a la naturaleca corpérea como a la material, Jo mismo que un objeto caliente rranamite la forma del calor a un objeto que esté en contacto con él, cungue su accién sea menor que la de la Fuente del calor, Por eso, la naturaleza carece de imaginacién y el pen semienio se muestra también superior ¢ la imaginacién, De ta ditemos que es intermedia entre la impronta de la ne- turaleza y el pensemiento. Le naturaleza no tiene ni pet- copeién ni inteligencia; Ja imaginacién, por su parte, recibe as impresiones de fuera y da a fo que ella imagina el cone cimiento que experimenta, El pensamiento ehgendcs por sf anisimo, y acida porgue proviene de un ser en acto, La inte ligencia pasee los seres, l alma del univetso los acoge eter- mamente y en esto consiste su vida, que se hace manifiesta, como un conecimiento intelectual ineesante. La naturale, ast vez, viene a ser el reflejo del alma sobre la materia. En ella, e incluso antes de ella, encuentran su fin Tos seres reales, én el borde inferior de Ja realidad inteliible. Desde aqui ya no contamos mas que con imagenes?, Pero la nate raleza actia sobre la materia y sufte con relacién al alina, 1 Hcbla Plot, como se ve, de wns jerangula de wes facul- fades: aturaleca, imopinacion y pensimiento, com la qe 9 6 IMesponde uni jelorgula de tee bipésais: nevaraleza, ela e I 2 CE, Platén, Times, 50 0 prorine El alma, en cambio, que es anterior a ella y también vecina dc clla, actia y no sufte, en tanto el alma de lo alto no acta ya ni sobre Jos cuerpos ni sobre Ia materia 14, En cuanto a los cuerpos que decimos engendrados por Ja naturaleza, Jos elementos son Ja misma naturaleca Pero, en cuanto a los animales y a las plantas, gpodriamos afirmac que poseen la naturaleza como si estuviese deposita- da en ellos? Compacemios a la naturaleza con una luz de la gue el aire nada conserva cuando ella se va, ya que Ja luz y el aire son dos cosas distintas y separadas que no alcanzan a mezelarse. Y apuranco la comparacién podtiomos afiadir que la nataraleza es como el fuego, que deja tn cierto calor en el objeto que ha calentado, una vez que ha desaparecid; no obstante, ese calor es distinta al calor del fuego, puesto gue ¢s algo que experimenta el objeto calentado. La for ma que da la naturatert al objeto que ella modela debe ser considerada como algo diferente a la naturaleaa misme, Con todo, habré que buscar todavia si existe algo intermedi en- tre esta forma y Ta nataraleza, En cuanto a la diferencia entre la naturaleza y la sabidw 3a que a eneuenm em el iver, ya nos hemos refeido 15. Mas he aqut una dificultad contra lo que ahora deci mos: si la etemidad se da en la inteligencia y el hempo en 1 alma —pves afirmamos que el tiempo silo tiene existencia en relacién con Ja actividad del alia y que, ademis, salié de ella, gedmo la actividad del alma no se divide con el tiempo y, al volver sobre el pasado, no engendra a la wea la exrans cunra 3 memoria en el alma del universo? Porque claro esté que si tuamos Ja identidad en lo eterno y Ia diversidad en el tiempo; de otto modo, la cternidad y el tiempo serfan la misma cosa, sino atribuyésemos a Jas almas ningsin cambio en sus actos. ecaso se dard por bueno que nuesteas almas admiten el cambio y cualquier ota falta que nosotros situamos en dl tiempo, en tanto el alma del universo, que engendra el tiempo, queda colocada fuera de él? Pues bien; sea esto asl. Pero, gcémo es que engendra el tiempo y no en cambio Ja exemidad? Lo que ella engendra, tendremos que contest, no es realmente etemo, sino que esti comprendido en el tiempo. ¥ las almas no se dan por entero en el tiempo, sino tan sélo sus afecciones y sus acciones, Todas las almas son cternas y el tiempo es algo posterior a ellas, Mas, lo que ests en el tiempo es inferior al tiempo mismo, porgue el tiempo debe abarcar necesariamente lo que se encuentra en él, como cuando se habla de lo gue est en el lugar y en el mimezo, 16, Peco si hay en ef alma universal una cosa y Iuego coma, siesta alma produce una cosa antes y otra después, y si, ademas, actia en el tiempo, es claro que mira hacia el Futuro, Abora bien, si mira hacia el futuro, también se ine lina hacia el pasado. En las acciones del alma se daré, pues, Jo anterior y lo posterior, pero en el alma misma no hay po- sibilidad de pasado puesto que todas sus razones seminales, coma ya se ha dicho, existen al mismo tiempo. Ahora bien, si as razones seminales son simultineas, no puede decirse Jo inismo de las aceiones, que no se dan, ademds, en el mismo 1 GE, Arinételes, Fie A 12, 221 a 1B y 2820, 12 pLortine Jugar. Ast, las manos y los pies, que se dan juntamente en la tazén seminal del hombre, aparecen aparte en el cuerpo Ihumano, No obstante, también en cl alma universal se ofrece separacin de partes, aunque en un sentido diferente al de lu gas con lo cul gn hub que entender agu en oto sentido lo que es anterior y Io que es posterior? Como partes separedas convendia entender fo que es ce natrateca eilerent per, cen este caso, gedmo se entenderia rectamente Jo que es ante. xior y lo que ¢s posterior? De ninguna manera, si quien ot ganizase el mundo no lo dirigiese a su vez; porque, verda deramente, tendré que disponerto todo en un antes y en un después, 5a que, de otro modo, geémo no iban a existir simul- tineamente todas las cosas? Se dicia esto con razin, si uno fuete el organizador y otra la organizacién misma; pero si el ser que ditige es la organizacion primera, ya 0 ordena on realidad las cosas, sino que las produce de manera sucesiva Porque, caso de hablar, lo aria mirando a la organizacién muita y seria entonces distinto a ella. De dénde, pues, la fdentidad? Consideremos que el organizador no es materia y forma, sino tan sélo forma pura, esto es el alma, potencia y acto que vienen después de la intetigencia. Y en la realidad se da la sucesién de unas y otras cosas cuando éstas no pue den verificarse a Ta ver E] alma ast entendida es algo digno de veneracién, cual tun circulo perfectamente unido a sv centro. El circulo, «su ver, constituye la magnitud més pequesa despuis del cen- tro, con intervales verdaderamente nulos. Tal es la relacién ‘uisma de los principios: si se coloca el Bien en el centr, la Toteligencis comprenders un circulo inmévil y cl alme, por su pacte, un cfrculo movida por el deseo. Porque la Inte sane cunsra pei. ligencia posee ef Bien inmediatamente y, adijft& esha 7 fn tanto el alma ceses el Bien que esti ms ih dele cesfera del mundo posce el alma que desea el Bienyy, coi} vida porgue el deeo resulta apropiado 0 su hatteglenando, ra bien, como es un cuerpo, desea naturalmenvgtfin-sex. que se encuentre fuere de ella; por eso le rodea y gittwalfédeldot de el, eto es, se mueve de monera cirulae 17. Pero, gcémo no se dan en nosotros Tos pensatientos y las ideas del mismo modo que se dan en el alms univer. al? ¢Por qué en nosotros est sucesién en el tiempo y esa serie de investigaciones? ¢Serin debidas @ la multiplicidad de principios y de movimientos y al hecho de que no domina tun solo ser? gO habri que pensar que nuesttas nevesidades, varian constantemente y que cada uno de Jos momentos, in decerminago en sf mismo, se ve leno a cada instante, por bjetos extemos, siempre también diferentes? 2Acaso cambia Ja voluntad de acuerdo con la ccasién y la necesidad presen- tes? En lo exterior ocurte ahora una cose y luego otra. Y como @ nosotros nos dominan Fuerzas miltiples, cada pote tia podci recibir de las otras muchas y renovadas imégenes, Jas cuales sexin como impedimentos para sus movimientos y sats acciones. Porque, cuando se origina en nosotros un de- seo, surge verdaderamente una imagen del objeto deseado cual une especie de sensacién anunciadora y revelodons, que nas daa conocer nuestras pasiones y nos pide que los sige ros y las obedezearos. Lo que en nosotros le obedece 0 le hace resistencia, eso precisamente permanece cn {a incetti dumbre. Lo mismo acontece con Ia célera que nos mueve # proregernos y con las necesidades del cuerpo y las demés 1 protise pasiones, que nos hacen juzgar de manere diferente las mis- mas cosas. Y ofzo tanto dcuzre con la ignorancia del bien, 0 Is falta de consistencia de un alma que se ve srrastrada a to. das partes. De la mezcla de todas estas cosas derivan todavia auichos otros resultados,

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