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Cuento de Terror 31: Enfermera Nocturna"

Era su primera noche en el hospital. El beb dorma en la


cuna junto a ella. Haba sido un parto difcil, aunque al final
todo sali bien. La trasladaron a la sala de maternidad y all
le ensearon a dar el pecho. Trminos que eran totalmente
nuevos para ella, como meconio o calostro, se le
hicieron habituales en cuestin de minutos. Y a eso de las
diez de la noche, luego de llorar durante casi todo el da, el
beb se durmi. Ahora descanse, porque maana ser
peor, le sonri la enfermera. Apag la luz y se fue. Luisa
qued pensando en la oscuridad, meciendo de vez en
cuando la cuna. Pensaba en el padre ausente, y en cmo
diablos hara para arreglrselas sola con el beb. Porque el
padre, apenas un chico que acababa de terminar la
secundaria, al igual que ella, no tena intenciones de volver.
Maana ser otro da, pens la joven madre, cerrando los
ojos.
Se despert en mitad de la noche, sobresaltada. Haba
un ruido del otro lado de la puerta. Un ruido como si
alguien en el pasillo caminara y jadeara como un perro. Las
pisadas iban y venan, iban y venan. Y ese jadeo.
Realmente era un jadeo? Era como una respiracin agitada
y superficial. El nio a su lado se removi inquieto, y la
madre lo meci hasta calmarlo. Tom el telfono y disc el
nmero de enfermera.
-S?- respondi una voz adormilada del otro lado.
-Hola, soy Luisa Machado, de la sala 122- susurr la chica,
para no despertar al beb-. Hay un ruido del otro lado de la
puerta no me deja dormir.
-Un ruido?- pareci despabilarse la enfermera-. Un
ruido como qu?
-Parece que alguien camina. Va y viene por el pasillo. Y
respira de una forma rara. Como un jadeo.
-Oh, Dios- dijo la enfermera a travs del telfono. Se
escuch un clic y al cabo de unos segundos una nueva voz,
esta vez ms autoritaria, habl con evidente urgencia:
- Seora Machado?
-S, estoy aqu. Qu
-Soy la jefa de enfermera. No salga de la habitacin. Por
lo que ms quiera, no salga.

-Me quiere decir qu es lo que est pasando?- alz un


poco la voz Luisa, ahora asustada.
-Tiene a su beb ah?
-Est aqu conmigo, claro.
-Abrcelo. Abrcelo con todas sus fuerzas.
-Es una broma, no?
-No es una broma. Hay algo peligroso ah afuera.
Pensamos que no volvera, pero nos equivocamos.
-Algo peligroso?- Luisa se incorpor de la cama y mir
hacia la puerta cerrada-. Entonces llame a la polica. Y
vengan. Aydenme
-No podemos- dijo la enfermera-. Nosotras tambin
corremos peligro.
-Quin es, por Dios?
-Es

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