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Seer ee ee ee ee Octavio Paz La otra voz Poesia 'y fin de siglo Seix Barra Biblioteca Breve dos experiencias. Fiesta y contemplacion: sobre la pagina animada de la pantalla, la tipografia sera un surtidor de signos, trazos e imagenes dotadas de color y movimiento; a su vez, las voces dibuja- rén una geometria de ecos y de reflejos, un tejido de aire, sonidos y sentidos enlazados. 4, LA OTRA VOZ Al escribir estas reflexiones he recordado una y otra vez, no sin melancolia, las luchas que duran- te muchos afios y en distintos paises sostuvimos algunos poetas, escritores y artistas. En mi juven- tud, en contra del erealismo socialistas, una doc- trina que pretendia someter Ia literatura a los dic- tados de un Estado y de un partido que, en nombre numentos a la gloria del latigo y la bota. Mas tar- de, la querella de «la literatura comprometida». Si la idea de Sartre era confusa, las interpretaciones a que dio pie, especialmente en América Latina, fueron deletéreas. Hubo necesidad de fumigarlas con la critica. No me arrepiento de esas batallas; valieron la pena. Hoy las artes y Ia literatura se exponen a un peligro distinto: no las amenaza una doctrina o un partido politico omnisciente sino un proceso econémico sin rostro, sin alma y sin direc- cion. El mercado es circular, impersonai, imparcial ran que, a su manera, isto. Tal vez. Pero es ciego y sordo, no ama a la literatura ni al riesgo, no sabe ni puede escoger. Su censura no es ideolégica: no tiene ideas. Sabe de precios, no de valores. Ya sé que es imposible luchar contra el merca- do o negar su funcién y sus beneficios. Sin embar- ra que, segiin todos los signos, el socialismo totalitario se derrumba y ha dejado de amenazar a las sociedades democraticas, un nuevo pensamien- to politico y soci: I vez isen: t ‘al vez podra disenar for Intercambio menos onerosas. sta es mi ndings fanza. Desvanecidas las cruel : han ensangrentado Io, ha egado" at 2. lado a nuestro siglo, ha legac Bin ant he ep a sabi ¥ humana, de las sociedades capitalistas libe. les 1, claro est, de los pueblos de |; periferia, agrupados bajo el nombre equiviee de Ba ‘oma ene Por los desastres de estas déca- . noe Be Bes la salud politica Y con ella de pore de bienestar. Ninguna persona euerda pie Sei eensat que Ia crisis que hoy conmueve a los Heo comunista, no se extendeeg a aro Seiad do dey ng,en el antiguo y més profundo sent una revuelta. Un regreso al ori. gen que es, asimismo, que €s, asimismo, un Wi asistimos al fin de la igi a profesor norteamericano, Resurreccién de tealidades cidn de lo olvidado y lo repri veces istori Jones’ historia, puede desembocar en una re. eraciOn. Las vueltas al ie origen son casi sie renovacionés, renacimientos.* mere enterradas, reapari- imido que, como otras * Vease Corriente al Tiempo Nubiado (1983, capt 1967, especialmente la tere ven Ja tercers pane y 126 Poe a a ea a a la de nuestro tiempo. El movimiento nacido de las dos grandes revoluciones recorre el siglo xix como un rio que aparece, se oculta y reaparece. Al trans- currir, cambia; al cambiar, vuelve incesantemente a su origen. Cada una de sus apariciones estuvo acompafiada por nuevas ideas e hipétesis, utopias, programas de reformas sociales y politicas. Las filosofias de la Ilustracién fueron modificadas; al lado del pensamiento liberal de un Tocqu de un Stuart Mill, surgieron ideologias nostalgicas de un pasado supuestamente mejor y otras, igual- mente criticas del presente, que veian en el futuro el alba de una humanidad mis libre, justa y paci- fica. Pronto las utopias se transformaron en pro- ionarios, muchas veces ct s. La gran aberracién del siglo pa- sado fue buscar en la ciencia el fundamento que la antigua filosofia habfa buscado en la razén o en la divinidad. El marxismo, por ejemplo, sin renunciar a la dialéctica heredada de Hegel (légica ilusori intenté aprovechar las aportaciones de Ricardo la teoria econémica; mas tarde, y con ficacion, la del evolucionismo de Da Las doctrinas anarquistas y soci el gran fermento politico y social mitad del siglo x1x. Pero en nuestro siglo dos gran- des guerras, seguidas de violentas revoluciones en un extremo de Europa y en Asia, interrumpieron el proceso de cambio gradual que preveian muchos socialistas y demécratas. Los regimenes totalita- ios surgides de la versién bolchevique del marxis- mo fueron el tiro por la culata del socialismo. Nue- va prueba de la escasa maleabilidad de la materia histérica, siempre rebelde a las pretensiones de la jpresionante refutacién 127 Pero el descrédito d iment P édito de este terrible e: i galeanza también a las aspiraciones libertarian gualitarias que inspiraron a los pensadores anar. Guistas y socialistas del siglo pasado? No lo creo, las iniquidades set sistema capitalista esos on alguna: guna siguen sin contestar, et" P88s Pre- do Bo,Yerdad que el sistema capitalista ha mostra. a tea mensa capacidad de renovacién: al mis- imo tiempo que ha multiplicado su eficacia, se ha y humanizado. En Occidente reina la ocultar o negar i {odavia existn en las naciones mis desorrolsdees {Como jenorar o minimizar otros deplorables as. rote necks, (riedad de consumo? La abundancia th 10s ni mas sabio: felices alos europeos y a los norteamericanos, Para medir nuestra penuria estética y nuestra bajeza ‘moral y espiritual, basta con pensar en un ateni lel siglo v a. in romano de tiempos dé Traje, no pa Aurelio o un florentino del q, LOS Programas de los escritores soc tarios fueron muchas veces ingenu i ie fe, otras, brutales y despéticos. No ‘Obstante, s carencias, lagunas, errores y excesos de esos su colosal fracaso histérico, invali. idad de las preguntas que esos hom. 128 to de la era moderna y en ellas esté contenida, como si fuesen una semilla, toda la historia de nuestro tiempo, sus quimeras y sus contradiccio- nes, sus extravios y sus iluminaciones. Pueden con- densarse, sin excesivo riesgo de simplificarlas,.en la relaci6n entre las tres palabras cardinales de la democracia moderna: libertad, igualdad y fraterni- dad: La relacién entre ellas es incierta 0, mas bien, problematica. Hay contradiccién entre ellas: gcuAl es el puente que puede unirlas? ‘A mi modo de ver, la palabra central de la tria- da es fraternidad, En ella se enlazan las otras dos. La libertad puede existir sin igualdad y la igualdad sin libertad. La-primera, aislada, ahonda las desi- gualdades y provoca las tiranias; la segunda, opri- me a la libertad y termina por aniquilarla. La fra- ternidad es el nexo que las comunica, la virtud que las humaniza y las armoniza. Su otro nombre es solidaridad, herencia viva del cristianismo, ver- sion moderna de la antigua caridad. Una virtud que no conocieron ni los griegos ni los romanos, enamorados de la libertad pero ignorantes de la verdadera compasién. Dadas las diferencias natu- rales entre los hombres, la igualdad es una aspira- cién ética que ‘no puede realizarse sin recu despotismo o a la accién de la fraternidad. ‘mo, mi libertad se enfrenta fatalmente a la liber- tad del otro y procura anularla. El inico puente que puede reconciliar a estas dos hermanas enemi- gas —un puente hecho de brazos enlazados— es la fraternidad. Sobre esta humilde y simple evidencia podria fundarse, en los dias que vienen, una nueva filosofia politica. Sélo la fraternidad puede disipar la pesadilla circular del mercado, Advierto que no hago sino imaginar o, mas exactamente, entrever, ese pensamiento, Lo veo como el heredero de la doble tradicién de la modernidad: la liberal y la q ORR a at CA socialista. No creo que deba 1 i cenderas. Sera una verdadera eaeecaen 1a phi luz de estas ideas, o mas bien, esper ls pregunta del principio — zquienes een bev dt Lapeireg — adquiere su verdadero sentido. En ‘al pasado, los lectores de poemas pertenecian a las clases ditigentes: cludadanos griegos,patricios caballeros romanos, clérigos medievales, cortesa. ae! ae ‘barroca, intelectuales de la burgue- a, En muchos casos eios leiores fueron grandes es ' ites como Pericles, Augusto o Adriano: otros fueron monarcas débiles pero. sensibles, como Felipe IV (snuestro buen rey», lo llama Ma, uel Machado) y el desdichado emperador Hsiian Teung: otros n fin, déspota iustradios, como Fo derico de Prusia, En la edad moderna sobreviene Gl ran cambio: desde el romanticism, los lestores dk Pocmas han sido, como los poetas mismor, los solitariosy los inconformes. Poetas y lecores bur Bucses ero rebeldes a su origen, su clase y la n * . Esta es una de i clertas de la burguesia, la clase sachs ean poder con el arma del iento eritice y auc neha dejad de usarlo para an sus obras. El examen de concienci ¥ iencia y los remor- sovinen curt an i lor males de nuestra civiizacién, Ponte contra la tr iérr de critica moderidad a poesia cua un aga aun teas central y excéntrica. Central porque, desde el prin o, fue parte esencial de la gran corriene, de critica y subversién que atravess los siglo xix 2% Gas todos nuestros grandes posta han prt. a 7 3 ‘un Momento o en otro, en esos movi- nlentos de emancipacién, Pero la singularidad de !a poesia modema consisteen que ha sido la expre. alidades y aspiraciones mds profundas y 130 antiguas que las geometrias intelectuales de los Tevolucionarios y las cérceles de conceptos de los utopistas. En uno de sus extremos, la poesia roza la frontera eléctrica de las visiones y las inspira- ciones religiosas. Por esto ha sido, alternativamen- te y con parecido extremismo, revolucionaria y reaccionaria. No es extrafio, asi ‘que todos sus amores y conversiones hayan tet riablemente en divorcios y apostasias. nacimiento, bajo la luz brusca del relampago ro- méntico que rompié las simetrias del siglo xvi, hasta la penumbra violenta de nuestra época, la poesia no ha cesado de ser una pertinaz y terca feterodoxia. Incesante movimiento en zigzag, con- tinua rebelién frente a todas las doctrinas y las i nos constante a las a las manipulacio- nes fideistas y a las espe Poesia: piedra de escéndalo Entre la revoluci6n y la religion, la poesia es la otra vor. Su voz es otra porque es la voz de las pasiones y las visiones; es de otro mundo y es de este mundo, es antigua y es de hoy mismo, antigite- dad sin fechas. Poesia herética y cismética, poesia inocente y perversa, limpida y fangosa, aérea y subterranea, poesia de la ermita y del bar de la esquina, poesia al alcance de la mano y siempre de ‘un més ailé que est aqui mismo. Todos los poetas fen esos momentos largos 0 cortos, repetidos o ais- Iados, en que son realmente poetas, oyen la voz otra. Es suya y es ajena, es de nadie y es de todos. Nada distingue al poeta de los otros hombres y mujeres, salvo esos momentos —raros aunque sean frecuentes— en que, siendo él mismo, es otro. ¢Po- sesin de fuerzas y poderes extrafios, irrupcion de tun fondo psiquico enterrado en lo mas intimo de su ser, o peregrina facultad para asociar palabras, imagenes, sonidos, formas? No es fécil responder a estas preguntas. Sin emb: sem eminem, del médico. La medicina antigua —y tambien Is Por Platén— atribuian la fa rastorno psiquico. Era wi ui furor sagrado, un entusiasme, la mania no es sino tad poética a un t uno de los polos del trastorn caida, entusiasmo , y mel: La singularidad psiqu aristocratas, han dos han tenido tuna han sido abogados wtenecido a la clase medi educacién universitaria; “ince ’ _Y Periodistas, otros médicos, iplomaticos, agentes de publicidad, tes, Pequefios o grandes buré. , como Verlaine y Rimbaud, han rénsfugas. Pero Verlaine tenia a y Rimbaud fue un drop-out di vincial. En suma, todos han sido gran creaci6n historica de la mo- rguesia. Y por esto mismo todos y de ninguno, de todas las profesiones, creencias, partidos y sectas, poetas vagabundos por los cua- tro confines y poetas que nunca han abandonado su ciudad, su barrio y su cuarto, todos han oido, no afuera sino adentro de ellos mismos (trueno, borborigmo, chorro de agua) la otra voz. Nunca yor de «aqui y ahora», la moderna, sino la de allé, la otra, Ia del comienzo. La singularidad de la poesia moderna no viene de las ideas o las actitudes del poeta: viene de su yor, Mejor dicho: del acento de su voz. Es una modulacién indefinible, inconfundible y que, fatal- mente, la vuelve otra. Es la marca, no del pecado sino de la diferencia original. La modernidad anti- moderna de nuestra poesfa, desgarrada entre la revolucién y la religin, vacilante entre llorar como Herdclito y reir como Demécrito, es una verdade- ra transgresion. Pero una transgresién casi siem- pre involuntaria y que aparece sin que el poeta se Io proponga. La iransgresién brota, como ya dije, de una diferencia original; no es un agregado ni un elemento postizo sino la manera propia de ser de la poesia en la edad moderna. La razén de esta singularidad es hist6rica. Un poema puede ser mo- derno por sus temas, su lenguaje y su forma, pero por sti naturaleza profunda es una voz antimoder- na. E] poema expresa realidades ajenas ala moder- nidad, mundos y estratos psfquicos que no sélo son més antiguos sino impermeables a los cambios de la historia. Desde el paleolitico, la poesia ha convivido con todas las sociedades humanas; no ‘hay una sociedad que no haya conocido esta o aque- lla forma de poesia. Ahora bien, aunque atada a un suelo y a una historia, siempre se ha abierto, en cada una de sus manifestaciones, a un m: transhistérico. No aludo a un més alla re hablo de la percepcién del otro lado de Ja realidad. Es una experiencia comtin a todos los hombres en 133, todas las épocas : ¥ que me parece ante} tas religionesy las filosofigg "0" # todas ’n un mundo regido por la logi aoe ane 0 ae del mercado & Poesia es una actividad de rendimiento male tae euctos son escasamente vendibles y poco : racies totalitarian en las dictaduras e ‘eocracias total fara la mente aunque no se lo confiese a ella misma, la roa Snereia, tiempo y talento convertidos en os tPerfluos. Poema: forma verbal de poca Meee Poesia: gasto, dispendio, desperdici ae ‘ante, contra viento y marea, la poesis Y €s leida. Rebelde al mercado, apenas i i. ©; no importa: va de boca en boca, como el gua. Su valia y su utilidad no son menga- Que gAstarlos. 0 sea: desiton Grn POmmaS: hay poema contiene poesia a no guardar. Ja esta hecho para esparcirla Ja jarra que vierte el artes, especialmente la ser vendonmss: S08 cosas: por esto pueden guardarce Clon arene rtansformarse en objetos de especuls: . La poesia también es s Tuy Poca cosa: esta hecha de palabras wares aire que no ocupa lugar en el espacio, Nip inversa del cuadro, », el a A ni figuras: es un conjine wag Tues imagenes “ie nm set ec i Bite ee 7 Concluyo, pero, antes, debo repetir lo que he dicho. La discordia entre poesia y modernidad no es acci- dental sino consubstancial. La oposi bas aparece desde el comienzo de nuestra época, con los primeros roménticos. La paradoja es que esa incompatibilidad es uno de los atributos, qui- z4 el central, de la poesia moderna; ademas, esa incompatibilidad la vuelve aceptable para el lector, que ve en ella una imagen de su propia situacion. S6lo los modernos pueden ser tan total y desgarra- doramente antimodernos como lo han sido todos nuestros grandes poetas. La modernidad, fundada en la critica, secreta de un modo natural la critica de si misma. La poesia ha sido una de las manifes- sino pasional y en nombre de realidades ignoradas © negadas por la Edad Moderna. La poesia ha re- sistido a la modernidad y al negarla, la ha vivifica- do. Ha sido su réplica y su antidoto. Al llegar a este punto, vuelvo al comienzo de mi reflexién. Hoy somos testigos, segiin todos los signos, de otro gran cambio, No sabemos si vivimos el fin 0 Ja renovacién de la modernidad. En esta vuelta de los tiempos, gcudl podré ser la funcién de la poe- sia? Si, como creo y espero, nace un nuevo pensa- miento politico, sus creadores tendran que ofr la otra vor. Fue inoida por los idedlogos revoluciona- rios de nuestro siglo y esto explica, en parte al menos, el gran fracaso de sus proyectos. Seria de- sastroso que la nueva filosofia politica ignorase esas realidades ocultadas y enterradas por el hom- bre moderno. La funcién de la poesia durante los dos altimos| ha sido recordarnos la existen- cia de esas realidades; la funcién de la poesia de mafiana no podré ser distinta. Su misién no consis- tira en alimentar con ideas al pensamiento sino 135 recordarle, como ahoré deals Guzle, Como ahora, lo que tereamente ha olvi- te tres siglos. La poesia es la Me ; lemori betel imagen y la imagen convertida en voz. La fir vor no es la vor de ultrtumba: es la del hom. re que ¢ lormido en el fondo de cada Tiene mil afios ‘y todavin bo y tiene nuestra edad y tod: nace. Es nuestro al rant oon nace. Es nuestro abuelo, nuestro hermano y nues. Es imposible, naturalm w 0 NE ‘almente, saber hacia d Sonn ae ir las sociedades y los pueblos onal 0 Xi. Oulzé ese nuevo pensamiento, destinado sponder las preguntas generosas ¢on que se ae "ra moderna, no sea sino un buen deseo, Ga esperanza, algo que pudo ser y que fue disipa. do por la historia, Seria terrible pues ya estan ala vista, en muchas partes del mundo, signos inquie. {antes del regreso de las viejas pasiones religiosas fanatismos nacionalistas y el culto a la trib” }ociones que fueron so. alismo liberal como por 0 e ron la mascara del « gialisme cientificos. Esa creenciasy emus perio: 11 mortiferas y volverd lo si capaces de absorberlas y sublimarlas, °° S05 Mas alld de I ni og Me la suerte que el porvenir reserve a si sera modificada por la i res, substituida por otra ma: Perfecta, o si sera destruida por sus excesos y con. Eadicciones. En este iltimo caso podria arrastrar haat a las instituciones democraticas. Posi- Bildad que me estremece pues entonces entraria. mo id oscura, como ha ocurrido mas de i vex en la Historia. No necesito recordar € ai grecorromant 10, la declinacién de las ci- mes en la India y en China o el letargo de siglos en que cayé el Islam. Ahora bien, ocurra lo que ocurra, es claro que el inmenso, estipido y suicida derroche de los recursos naturales tiene que cesar pronto, si es que los hombres quieren sobrevivir sobre la tierra. La causa de este gigan- tesco desperdicio de riquezas —vida presente y fu- tura— es el proceso circular del mercado. Es una actividad de alta eficacia pero sin direceién y cuyo finico fin es producir mas y més para consumir més y més. La obtusa politica de la mayoria de los gobierno de los pafses subdesarrollados, tanto en ‘América Latina como en Asia y Africa, ha contri- buido también a la universal destruccién y conta- ‘minacién de lagos, rfos, mares, valles, selvas y mon- tafias. Ninguna civilizacién habia estado regida por una fatalidad tan ciega, mecénica y destructiva. ‘La coyuntura que acabo de evocar se presenta- r4en el porvenir inmediato, cualesquiera que sean nuestras instituciones politicas y sociales e inde- pendientemente de nuestras creencias y De hecho, ya se ha presentado y en términos mas y més perentorios y amenazantes. Incluso puede decirse sin exagerar que el tema central de este fin de siglo no es el de la organizacién politica de nuestras sociedades ni el de su orientacién histori- ca. Lo urgente, hoy, es saber c6mo vamos a asegu- rar la supervivencia de la especie humana. Ante esa realidad, ¢cul puede ser la funcién de la poe- sia? Qué puede decir la otra voz? Ya he indicado que si naciese un nuevo pensamiento politico, la influencia de la poesia serfa indirecta: recordar ciertas realidades enterradas, resucitarlas y pre~ sentarlas. Ante la cuestién de la supervivencia del género humano en una tierra envenenada y asola- da, la respuesta no puede ser distinta. Su influen- cia seria indirecta: sugerir, inspirar e insinuar. No demostrar sino mostrar. El modo de operacién del pensamiento poético 137 es la imaginacién y ésta consiste, esencialmente, en la facultad de poner en relacién realidades con. trarias 0 disimbolas. Todas las formas poéticas y todas las figuras de lenguaje poseen un Tasgo en comin: buscan y, con frecuencia, descubren seme. Janzas ocultas entre objetos diferentes. En los ca. Sos mas extremos, unen a los opuestos. Compara- ciones, analogias, metdforas, met ¥ los de- mas recursos de la-poesia: todos tienden a produ- cir imagenes en las que pactan el esto y el aquello, Jo uno y lo otro, los muchos y el uno. La operacion Poética concibe al lenguaje como un universo ani. mado, recorrido por una doble corriente de atta, cién y de repulsion. En el lenguaje se reproducen las luchas y las uniones, los amores y las separa, ciones de los astros y de las células, de los atomos ¥ de los hombres. Cada poema, cualquiera que sea su tema, su forma y Jas ideas que lo informan, es ante todo y sobre todo un pequefio cosmos anima. do. El poema refleja la solidaridad de las «diez mil cosas que componen el universo», como decian los antiguos chinos. Espejo de la fraternidad eésmica, el poema es un modelo de lo que Podria ser la sociedad huma- na. Frente a la destruccién de Ja naturaleza, mues- tra la hermandad entre los astros y las particulas, Jas substancias quimicas y la conciencia, La poesia cjercita nuestra imaginacién y asi nos ensefia a reconocer las diferencias y a descubrir las seme. janzas. E] universo es un tejido vivo de afinidades ¥ oposiciones. Prueba viviente de Ja fraternidad universal, cada poema es una leccién practica de armonfa y de concordia, aunque su tema sea la célera del héroe, Ia soledad de la muchacha aban. donada o el hundirse de la conciencia en el agua quieta del espejo. La poesia es el antidoto de la técnica y del mercado. A esto se reduce lo que Podria ser, en nuestro tiempo y en el que llega, la | | funcién de la poesia. gNada mas Nada menos. La euestion del principio: gout atos y quignes 2, se enlaza naturalment ipebvivencia de la poesia enjel mundo moder, esta pregunia desdobla en otra iayor ungencia y gravedad: In supervivencia de In hhumanidad misma, El poema es un modelo de su ivencia fundada en la fraternidad —atracci } repulsién— de los elementos, las formas y las Eriaturas del universo. Hugo lo dijo de una mane: ia: Tout cherche tout, sans but, Faas epos, La relacion entre el hombre y Ta pecsla es tan antigua como nuestra historia: co- fa 16 cuando el hombre comenz6 a ser pent ie Los primeros cazadores y recolectores de frutos tun dia se contemplaron, atGnitos, durante wins tanteinacabable, en el agua ij de un poema. Des- de entonces, los hombres no han cesado de verse exe espejo de imagenes. Y se han visto, simulté eamente, como ereadores de imagenes y como imgenes de sus creaciones. Por esto, pues cone Um poco de seguridad que, mientras haya hom- ees habré poesia. Pero la relacion puede So se. Nacié de la facultad humana por ecclenci a imaginacién; puede quebrarse si la imag muere o se corrompe. Si el hombre olvidase ala poes{a, se olvidaria de sf mismo. Regresaria al ca original. México, a I de diciembre de 1989

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