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CapiTuLO XXXT LA EJECUCION DE LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO. por MARTIN GALLI BASUALDO I. INTRODUCCION Elestudio del proceso judicial contra el Estado comprende tanto lo concernien- teala potestad del juez o tribunal de resolver y juzgar en un pleito, asi como también las cuestiones que se suscitan en torno al poder jurisdiccional de hacer ejecutar, en forma efectiva, lo juzgado. De tal modo, la funcién jurisdiccional, en casos como el que nos ocupa, se tra- duce, en primer lugar, en el dictado de una sentencia, acto estatal por el cual se emite un juicio sobre la conformidad o disconformidad de la pretensida con el ordena- miento juridico y, en consecuencia, se receptan o rechazan las pretensiones formu- Jadas en el proceso 1. Asi, es el momento de la verdad en los procesos judiciales con- tra el Estado, en los que se ve plasmado el control jurisdiccional de la actuacion administrativa 2. En palabras del profesor Garcia de Enterria, In sentencia judicial, ademas de constituir el acto del érgano judicial que pone fin al proceso, reviste el cardcter de ins- trumento de satisfaccién de pretensiones y hace efectiva la tarea de administrar jus- ticia. De tal modo, en la sentencia contencioso administrativa se reflejan todas las virtualidades de un sistema jurisdiccional especificamente construido para controlar los actos del poder pablico y para asegurar y hacer efectivo el principio de legalidad que constituye la clave del arco del Estado de derecho 3. Pero esa potestad de los jueces o tribunales, en segundo término, adquiere ple- na efectividad al ejecutarse la sentencia (executio), momento en el que se ejercita la facultad judicial “de la efectuacién del mandato” 4. 1 Monm, Laura - Vietro FerreiRo, Mabel, “Terminacién del proceso administrativo”, en Cas. saat, Juan Carlos (dir), Tratado de derecho procesal administrativo, La Ley, Buenos Aires, 2007, p. 62. 2 GonzAuez Pérez, jestis, Comentarios ala Ley de la Jurisdiccién Contencioso Administrativa (ley 29/1998, del 13 de julio), Civitas, Madrid, 1998, ps. 1203 y ss. > Garcia DE ENTERRIA, Eduardo - FerAnvez, Toms R., Curso de derecho administrativo, tI, Civitas, Madrid, 1998, p. 636. * Locucién que emplea Carnelutti para denominar la actividad procesal de ejecucién desen- tencias (CARNELUTT, Sistema de derecho procesal civil t., IEA, Buenos Aires, 1944, p. 213). 512 LA HECUCION DE LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO En esta etapa final en un litigio contra el Estado —a la que en ciertos casos el justiciable se ve obligado a acudir S— se plasma la actividad del érgano juzgador de hacer cumplirel fallo judicial y, en st consecuencia, se adopran determinadas medidas judiciales con vistas a efectivizar el mandato ordenado en forma cabal y definitiva. El proceso de ejecucién de sentencia se ha definido como la actividad desarro- ada por el érgano judicial, a instancia del acreedor, para el cumplimiento de la ob} gacién declarada en la sentencia de condena, en los casos en que el vencido no la sa~ tisface voluntariamente 6. ‘Como veremos més adelante, existe un proceso especifico para ejecutar lo fa- llado en la sentencia y la actividad judicial que se despliega mediante esta via proce- sal hace a la esencia misma del Estado de derecho, pues no seria efectivo el servicio de justicia si el mandato de la sentencia pudiera no ser cumplido por el perdidoso 7. Bs que el cumplimiento de una sentencia importa el sometimiento pleno a la ley yal derecho de parte de los poderes pablicos °. En virtud de lo antes indicado, en esta instancia ejecucoria de Jos mandatos ju- diciales se ve reflejada la importancia y vigencia de la garantia a la tutela judicial efectiva 9, Dicha proteccién juridica, que asiste a todo justiciable, encuentra su fuen- te juridica en os arts. 18, CN; 8°y 25, de la Convencién Americana Sobre Derechos Humanos (en adelante, CADH), ¥ en los arts. 2° y 3°, Pacto Internacional de Dere- chos Civiles y Politicos (en adelante, PDCyP); tratados que cuentan con jerarquia constitucional por virtud de lo dispuesto en el art. 75, inc. 22, CN). 2Qué significa el derecho a la tutela judicial efectiva en estos casos? En palabras del maestro espafiol Gonzalez Pérez, que “la tutela jurisdiccional no serd efectiva si el mandato contenido en la sentencia no se cumple. La pretensién no quedard satis- fecha com la sentencia que declare si esta o no fundada, sino cuando lo mandado en Ja sentencia sea cumplido. Sila sentencia declara quela pretensién es conforme al or- denamiento juridico y accede a lo pedido, Ia tutela jurisdiccional no sera efectiva hasta que se efectie el mandato judicial y el que accioné obtenga fo pedido” 1. 5 Como sabemos, la promocién de esta instancia de ejecucién judicial queda supeditada a {que la sentencia a ejecutar no sea cumplida en forma voluntaria por e! Estado. © HutcHinson, Tomas, Derecho procesal administrativo, t. IN, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2006, p. 363 (con cita a Alsina) 7 GonzAuez Pérez, Jestis, Comentarios a la Ley..., cit,, ps. 1738 y ss. En sentido similar, HUT- CHINSON afirma que “de nada servirfa obtener una sentencia favorable si después no existieran los rmedios necesarios para su adecuado y fiel cumplimiento" (Derecho procesal... cit, ttl, p. 363) Y, por su parte, Tawi! puntualiza que “en estos supuestos... se pone a prueba el magno edificia del Fstado de derecho en tanto ...as sentencias mas auclaces no son nada de no poder ser ellas eje- cutadas” (Tawi, Guido S., Administraci6n y justcia . ll, Depalma, Buenos Aires, 1993, p. 477, con cita a Alvarez Tabio y Weil). ® GonzAuez Pérez, Jestis, Comentarios a ja Ley... cit, ps. 1737 y ss. Cassacne, Juan Carlos, “Sabre la ejecucién de las sentencias que condenan al Estado a pa- gar sumas de dinero”, ED 128-921; Cassacne, Juan Carlos - PeRino, Pablo E., El nuevo proceso Contencioso administrativo en la provincia de Buenos Aires, LexisNexis, Buenos Aires, 2006, ps. 428/429; GONzéutz Pérez, Jesis, Comentarios ala Ley... cit, ps. 1736 y s8.j HUTCHINSON, To mas, Derecho procesal..., cit, tll, p. 362; MONTI, Laura M,, "La ejecucién de sentencias conde natorias contra el Estado”, en Cassacint, Juan Carlos (dir), Derecho procesal administrativo, t. th Hammurabi, Buenos Aires, 2004, p. 1717. 1 GonzAtez Péxez, Jestis, Comentarios a fa Ley..., cit, p. 1738. Acudimos a esta autorizada doctrina espaiiola en orden a demostrar la Importancia que asume el derecho a la ejecucién de MARTIN GALLI BASUALDO. 513 En este curso final del proceso administrativo se percibe, entonces, un momen- to esencial de nuestro sistema republicano de divisién de poderes. ¢De qué sirve un proceso judicial si el mandato que emite la justicia no es acatado y respetado por la ‘Administracion? Por ello, a la luz de la actividad jurisdiccional que se materializa en ‘estos casos, en el marco de nuestro esquema de separacién de funciones estatales, no puede estimarse que se suscite una intromisién de un érgano judicial, sino que, por el contrario, de desobedecer el mandato judicial es el mismo poder administrador quien incurve en una intromisi6n en la ejecucién de un acto del Poder Judicial 1. En Io que respecta a tal desobediencia o incumplimiento de sentencias judicia~ les de parte de entidades estatales y sus funcionarios piblicos, Luqui seftala que “la ‘Administracién incurre en una ilegalidad y es declarada tal por la justicia, no existe excuisa para que no cumpla la sentencia. Incumplir una sentencia porque el funcio- nario no quiere, sea, por capricho, por arbitrariedad, por negligencia o por dolo, es violar el orden juridico. Y no creemos que, en nuestros tiempos, alguien sustente la idea de que el Estado puede no acatar las sentencias judiciales por una decisién volun- tarista... Lo correcto, lo légico, lo normal en un Estado de derecho es que la Admi- nistracidn cumpla los mandatos judiciales, sin que sea necesario ejercer fuerza alguna sobre ella. Ms atin, es lo que ocurre en los paises civilizados... Los jueces tienen atri- buciones suficientes para ordenar su cumplimiento y la Administracién el deber ju- tidico de sancionar al funcionazio remiso. Incumplir una orden judicial es un delito, tuna falta administrativa y genera responsabilidad patrimonial del funcionario” 12. De otra parte, esta cuestion debe sopesarse, en ciertos momentos, teniendo en cuenta los problemas derivados de la mala administracion de las finanzas paiblicas argentinas, en cuyo mérito los jueces deben considerar las situaciones de imposibi- lidad material del Estado de afrontar los pagos de los créditos que emanan de lassen- tencias judiciales. Esto es, se presentan circunstancias especiales en las que el Estado, sidebe sufragar todas las sumas de dinero que se condenan en las sentencias judicia~ les, no puede dar cumplimiento a ello 13. Aqui entra a jugar, como el otro platillo de la balanza, el principio de la legalidad presupuestaria, que supedita el cumplimiento de la sentencia a la existencia de partidas presupuestarias asignadas a ese fin las sentencias judiciales en el derecho espafsol, por ser consicerado parte integrante del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva y, a tenor de ello, no se sigue hablando del efecto decla- ratoria o declarativo de las sentencias. Los fallos judiciales han de ser ejecutorios (ver MARIENHOFF, Miguel S., “Ley de Demandas contra la NaciGn”, JA 1962-VI-45). 1 HUTCHINSON, Tomas, Derecho procesal..., t Ill, cit., p. 367 (con cita a Jéze) 12 Luqui, Roberto E., RevisiOn judicial de la actividad administrativa, tI, Astrea, Buenos Ai- res, 2005, ps. 416 y ss 13 Lut, Roberto E., Revisién judicial... cit, tll, ps. 416/417. Lamentablemente, la mala ges- tién de parte de ciertos funcionarios que nos gobiernan y no administran en debida forma los recur- 505 piiblicos presupuestados (en especial, en etapas preelectorales) —y, como si ello fuera poco, rho coparticipan, conforme a nuesto sistema federal, ls fondos nacionales— provoca estas situacio- res anomalas que desnaturalizan nuestro sistema republicano y la vigencia del Estado de derecho. 14 Ver sobre la tensiGn entre estas dos ideas: FloRiN!, Bartolomé, ¢Quées el contencioso?, Abe- ledo-Perrot, Buenos Aires, 1997, p. 139; GALLEGOS FeOR'AN}, Pablo “Ejecuci6n de sentencias con- tra el Estado nacional”, en CassAcn, juan Carlos (dir), Tratado de derecho... cit, tM, ps. 217 ¥ 5. 514 LA BJIECUCION DE LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO ‘I. EVOLUCION DEL SISTEMA DE EJECUCION DE SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO Elsistema de ejecucién de sentencias ha pasado por diversas etapas en la Argen- tina. Algunas de ellas, gestadas pretorianamente por importantes fallos dictados por la Corte Suprema de Justicia de la Naci6n y otras, suscitadas con motivo de normas legales sancionadas por el gobierno nacional. Seguidamente, nos referiremos a elas. 1, Primera etapa. De la indemandabilidad del Estado a la ley 3952 1.1. La indemandabilidad o injuiciabilidad del Estado En los comienzos de nuestra Repiiblica 15, la ejecucién de las sentencias estuvo regida, en gran medida, por el principio de la indemandabilidad de la Nacién o, si se prefiere, en que dicha demandabilidad no era plenamente aceptada 16, Tal criterio resttictivo reposaba en el concepto de inmunidad soberana que se tenia en esos afios, el que no se conciliaba con que el Poder Ejecutivo fuera sometido a otra voluntad que no fuera la propia (un mandato judicial) 17, Solamente la voluntad general, pergefiada a la luz de las ideas de la Revolucién francesa, podia ser capaz de someter esa soberania, y la depositaria de ésta era el 6r- gano legislativo 18, Enel marco de tales conceptos someramente resefiados, se pensaba, en esta eta- a, que resultaba necesaria la venia legislativa para el sometimiento del Estado a la jurisdiccién 19, Con los afios, estas ideas irfan entrando en colisién con el ejercicio cada vez. mas amplio de la potestad jurisdiccional frente a la Administracién, que fue concibién- dose ulteriormente a tenor de los principios republicanos de gobierno 20, En concordancia con las ideas aludidas que se concebian en ese momento, nnestra Constitucién Nacional ha disefiado el reparto de competencias, asignan. do al 6egano legislativo las atribuciones para crear recursos (art. 4°, CN), arre- glar el pago de la deuda interior y exterior de Ia Naci6n (art. 67, inc. 6° —actual, art. 75, inc. 7°—, CN), fijar anualmente el presupuesto general de gastos y el calcula 'S Acerca de estas primeras décadas del gobierno patrio, posterior a 1853, ver MuKioz, Gui Hletmo A., “La ejecucién de sentencias contra el Estado en el derecho argentino”, en MURoz, Guillermo A. - Greco, Carlos M., Fragmentos y testimonios del derecho administrativo, Ad-Hoc, Buenos Aires, 1999, p. 653; ABerasTURy (h.), Pedro, Bjecucién de sentencias contra el Estado, Abe. leclo-Perrot, Buenos Aires, 2001, ps. 25 y ss. *8 Luqui, Roberto E., Revisidn judicial... cit, tll, ps. 417 y ss. Ver caso "Seste y Seguich’, Fallos 1:317 (1864). En doctrina: Maral, Héctor A., Control us dicial de la Administracién Pablica, |, Depalma, Buenos Aires, 1954, p. 97. ° Gaacia Puités, Fernando, Tratado de fo contencioso administrativo, tl, Hammurabi, Bue- nos Aires, 2004, p. 846. 9 Sobre el sistema de la venia legislativa y sus precedentes jurisprudenciales, ver Tawit, Gui- do S,, Administracién y justicia, cit, tl, ps. 127/128. 2° Es decir, se fue intentando juridizar el Estado, sometigndolo al derecho por diversas vias, entre las cuales se halla la de someter a la Administraci6n al poder del control de los jueces. Véase Fiori, Bartolomé, Derecho administrativo, tl, Abeledo-Perrot, Buenos Aites, 1976, ps. 641 y ss; Bianchi, Alberto 8., Control de constitucionalicad,t.|, Abaco, Buenos Aires, 1996, ps. 101 y ss, quien explica esta evolucién inicial, que se dio en el derecho francés y anglosajén. MARTIN GALLI BASUALDO- 515 de recursos dela Administraci6n nacional (art. 67, inc. 7° —actual, art. 75, inc. 8° CN) 2. Por ello, pretender, en esa época, que la Nacién sea sometida, enjuiciada y conde- nada judicialmente contra si misma era inaudito ?2, Como vemos, se trataba de ideas mSplasmadas en la legislacién y jurisprudencia— que otorgaban un privilegio estatal, por el que no se discutfa siquiera la ejecucién de las sentencias judiciales contra una en- Edad publica, sino su justiciabilidad ante los estrados judiciales de la Nacién. 1.2, La ley 3952 Sobre tales bases, en el afio 1900 se dict6 la Ley de Demandas contra la Nacion. 3952, por la que comenzé a dejarse atras la idea de la indemandabilidad del Esta- do 23 (éste pas6 a ser un sujeto demandable} y se procur6 atenuar el sistema de la ve- nia legislativa previa 24. El art. 1° de esta legislacién establecfa que los tribunales no podian dar curso a las demandas “sin que se acredite haber precedido la reclamacién de los derechos contro~ Vertidos ante el Poder Ejecutivo y su denegacién por parte de éste™. Aparece aqui la re- clamacién administrativa previa para la habilitacion de la instancia judicial 25, ‘Lo que se admitia, con motivo de este plexo legal, era que los tribunales fede- sales conocieran en las acciones civiles deducidas contra la Nacién en su caracter de persona juridica (actos juri gestion), sin necesidad de autorizaci6n legislativa pre- via, pero precedidas de una reclamacién administrativa. En cambio, en aquellos ca- Sos que actuaba como persona de derecho piiblico (actos jurt ineperit) debia cumplix- Se con el doble recaudo de la reclamacién administrativa y obtener el acto de conformidad del legislador para poder demandar a la Naci6n ante los estrados ju- diciaies 26 Pues bien, en lo que aqui nos interesa, el art. 7° de la ley dispuso que “las de- cisiones que se pronuncien en estos juicioss cuando sean condenatorias contra la Na~ ‘cin, tendedn cardcter meramente declaratorio, limitandose al simple reconocimien- to del derecho que se pretende” 7”, 21 BipeGAIN, Carlos M., “El caracter declaratorio de las sentencias contra la Nacién”, ED 16- 928; Lugui, Roberto E,, Revisién judicial... cit, tI, p. 425. En jurisprudencia, ver los casos “Seste” (allos 1:317, de 1864) y “Gomez” (Fallos 2:36, de 1865). 22. Garcia Puttés, Fernando, Tratado de fo contencioso..., cit, p. 853. Ver la critica de Fiorini (Fiorini, Bartolomé, Derecho administrativo, cit, ti, ps. 642/643) al criteriofijado en “Seste" ct. 23 Front, Bartolomé, ;Qué es el contencioso?, cit,, p. 122; ABERASTURY (h.), Pedro, Efecucién de sentencias.., cit, p. 34 24 Musioz, Guillermo A., “El reclamo administrativo previo", LL 198B-A-1054; Tawi, Guido 5,, Administracion y justicia, cit, t.1, p. 131 Lugut, Roberto E., Revisién judicial... cit, tM, ps. 425 y ss 25 Este régimen de la via reclamatoria fue modificado, luego, como sabemos, en virtud de lo prescripto en los arts. 30 a 32, LNPA. 26 Fiorini, Bartolomé, Qué es el contencioso, cit, p. 123. Recién con el dictado de la ley 1 634, de 1932, e climiné el recaudo de la venia legislativa. Sin embargo, en esta ultima legislacion se fmantenia el criterio de la doble personalidad del Estado. Respecto de la exigencia de la venia le- fislativa en este periodo, véanse: FroRiN, Bartolomé, ¢Qué es ef contencioso?, cit. p. 119; TAM, Guido S., Administracién y justcia, cit, t. |, ps. 132 y ss. 27 | att, 7° aleanzaba iodo tipo de condenatorias (de hacer, no hacer 0 de dar), pero no las 516 LA EJECUCION DE LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO El término “declaratorio” de la disposicién legal precitada fue equiparado a la imposibilidad de encontrarse el Estado sujeto al proceso de ejecacién de sen- tencia 28, 1.3. La jurisprudencia posterior al dictado de la ley 3952 Los fallos de la Corte Suprema, dictados con posterioridad a ese dispositivo normativo, efectuaban el siguiente razonamiento judicial: i) “La Nacion no puede ser traida a juicio sino con su consentimiento, expresado por el érgano de sus pode- res competentes al efecto” 2 (y una excepcién a ese principio general se encontraba en lo dispuesto por la ley 3952, en las condiciones antes descriptas)s i) se analizaba si el Poder Ejecutivo habia reconocido explicitamente los derechos reclamados (lo cual, deser asi, tornaba improcedente la demanda promovida) %; ii) se entendia que lo antes sefialado no se veia modificado por la circunstancia de que el Senado hubie- ra rechazado el proyecto de crédito suplementario presentado por el Poder Ejecuti- vo, al considerarse que tales decisiones parlamentarias no importaban sentencias que revocaran los decretos del Poder Ejecutivo nacional, sino el ejercicio de la atri- bucién privativa del Congreso de arreglar el pago de la deuda interior y exterior de la Naci6n (art. 67, incs. 6° y 7% y art. 71, CN; actuales arts. 75, incs. 7° y 8°, y 81) 21; iv) el emplazamiento solicitado por los justiciables contra la Nacién no resultaba procedente, ante los preceptos de la Constitucién que atribufan al Poder Legislativo “Ia facultad de crear recursos imponiendo las contribuciones que se expresan en el art. 4°, la de arreglar el pago de las deudas del Estado y determinar, en general, el des- tino de las rentas que aquéllas produzcan...” 32. De esta jurisprudencia queremos destacar que el fundamento del privilegio es- tatal, resultante del art. 7°, ley 3952, se encontraba influenciado por la conside- raciOn acerca de las atribuciones constitucionalmente conferidas al Poder Legislati- vo en dichas materias: para crear recursos, imponer contribuciones, arreglar el pago de las deudas del Estado y fijar anualmente el presupuesto, con el que autoriza los gastos que efectiia el Poder Ejecutivo 33. En palabras de Aberastury, el privilegio creado a favor del Estado, o sea, la im- posibilidad de ejecutar las sentencias dictadas en su contra, se encontraba justificado sentencias declarativas (GONZALEZ ARZAC, Rafael M., “Las sentencias declarativas y de condena contra la Nacién”, LL 143-1104. 28 Cassacne, Juan Carlos, “Sobre la ejecucién. sentencias..., city, p. 34. 29 Fallos 100:280 (1904), con cita al precedente de Fallos 80:399 (1899). 2° Fallos 100:280 (1904); 127:126 (1918). 3" Fallos 100:280 (1904). Ver también: Fallos 127:126 (1918); 171:431 (1934); 186:151 (1940); 253:439 (1962). 2 Fallos 100:280 (1904); 127:126 (1918); 128:11 (1918); 186:151 (1940); 193:337 (1942). 33 Ver GONZALEZ ARZAC, Rafael, “Las sentencias...”, cit; MAIRAL, Héctor A., "La evolucién de sentencias contra la Naci6n’, Ll. 1988-£-1203. Aunque cabe destacar que también se o vinculaba conel Inter de no perturba el ben orden delasinanzasetatalesy no perjusiar el servicio pi blico o menoscabar o anular un interés tan legitimo como el que se tratara de satisfacer (Fallos 171:431, de 1934), y no interferir con la buena marcha de los poderes pblicos y la necesidad de éstos de independencia en el ejercicio de sus funciones (Fallos 186:151, de 1940). ", ci; ABERASTURY (h,), Pedro, Ejecucién de MARTIN GALLI BASUALDO- 317 en el hecho de posibilitarle tener el tiempo suficiente a fin de tomar los recaudos det caso para no verse compelido a tener que hacer frente a una erogacién sin haber te- nido la posibilidad, en forma previa, de incluirlo en su presupuesto El art. 7° ha sido criticado por tratarse de un privilegio inadmisible 35, En tal sentido, se ha dicho que esta norma parecerfa autorizar un alzamiento del Estado contra la sentencia y la posibilidad de que aquél se considerara no alcanzado por el ordenamiento juridico, io que constituiria un “gravisimo privilegio, aberrante para un Estado de derecho democratico” 36. En esta etapa, es dable afiadir que las vinicas excepciones 2 la inejecutoriedad de las sentencias contra la Nacién —o sea, al caracter meramente declarativo que se atribuia a las sentencias— las encontrébamos, segiin fa jurisprudencia de la Coste, en los casos de expropiaciones 7, de interdictos de recobrar la posesi6n 0 despojo38, 2, Segunda etapa, Def efecto declaratorio a la ejecutabilidad de las sentencias El cardcter declaratorio de las sentencias se fue morigerando en nuestro pais a partir de la décacla del 60. Esta nueva tendencia jurisprudencial, que dio basamento juridico al efecto ejecutorio de las sentencias judiciales, comenz6 a delinearse en el fallo “Figueroa” 3°. En efecto, en ese pronunciamiento judicial, luego de aludirse ala jurisprudencia de casos anteriores y a la aplicacién al caso del art. 7°, ley 3952 49, se puntualiz6: «,.La conclusién a que llegan los precedentes considerandos no importa descono- cimiento de los derechos individuales, particularmente del de propiedad. Quiere so- lamente decir que para el cumplimiento de la sentencia judicial del caso, deben dis- ponerse las medidas correspondientes por la misma autoridad universitaria, con toda la diligencia que permita la preservacién de las tareas que se camplen en el in- 4 Aperastury (h.J, Pedro, Ejecucién de sentencias..., cit., p. 35. Ver, en este sentido, el pre- cedente de Fallos 171:431 (1934) 35 Cassacne, Juan Carlos, "Sobre la ejecucisn. mandas..." cit 36 Ver los cuestionamientos a esta disposicion legal en Fiorini, Bartolomé, ;Qué es el conten- cioso?, cit, ps. 137 yss., y Derecho administrativo, cit, tl, ps. 675 y 5s, MARIENHOFF, Miguel S., “Ley de Demandas..”, cit; Ditz, Manuel M., Derecho procesal administrativo, Plus Ultra, Buenos Aires, 1983, p. 75; SPOT, Alberto, "Sentencias de condena contra la Nacién, su ejecutoriedad!", LL 124-1330; Marat, Héctor A., Control judicial... cit, tl, p. 911. Infra nos referiremos sobre el particular en el acép. il.1 27 Corte Sup., “Rosel 241:382 (1957). 38 Corte Sup,, “SA la Editorial", Fallos 247:190 (1959). 39 Fallos 253:312 (1962). Los hechos del caso se vinculan con un desalojo promovido por la actora sobre un inmueble donde funcionaban insttutos ce fa Universidad Nacional de Buenos Ai- res. La Corte estimé que resultaba aplicable a la demandada, en su calidad de entidad autérquica, el art. 7, ley 3952, cuestién muy discutida en ese momento. Ver sobre el particular: CassAcne, Juan Carlos, “Sobre la ejecucién...”, cit; Tat, Guido S, Administraci6n y justica, cit. 1.1, 477. 40 Respecto de dicho precepto legal se dijo: “...E1 caracter declarativo que en tales condicio- res corresponde otorgara la sentencia de desalojo, aunque ella contenga término para la desocu- pacin del inmucbl,impide requ udicialmente su enrega al vencimiento de aqul, 0 color de la razonabilidad del plazo acordado, en el caso, de ciento veinte dias" cit; MARIENHOFF, Miguel S., “Ley de De- , Fallos 171:431 (1934), Luego reiterada en Fallos 217:420 (1948); 518 LA BIECUCION Dé LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO mueble arrendado. Por otra parte, no se descarta tampoco la pertinencia de toda ul- terior intervenci6n judicial, en el caso de una itrazonable dilaci6n, en la causa, para el adecuado acatamiento del fallo”. Esa doctrina jurisprudencial se vio luego remozada en los fallos “Impini” y “Novaro de la Lantis” #1, en los que se estableci6 un requisito procesal de naturaleza previa. La intervenci6n judicial, a que se aludia en el caso aludido en el parrafo pre- cedente, no podia instrumentarse sin un previo debate formal sobre la cuestién, que no se hallaba limitado al mero transcurso del tiempo “2, Dicho criterio lev6 a que en el caso “Novaro de Lanis” se estimara que no era pertinente la intimacién dispuesta contra el Estado en las instancias judiciales infe- riores, en orden a que manifestase en el término de veinte dias la fecha de desocupa- cién, bajo apercibimiento de ser fijada en la causa. Ello habida cuenta de que no se habia cumplido con el debate formal previo y, ademas, porque de ese modo se des- conocia el cardcter declarativo del pronunciamiento y se vea desvirtuado el funda~ mento que los precedentes del tribunal habjan reconocido al art. 7°, ley 3952 43, Fallos 262:195 (1965) y 263:554 (1965), respectivamente. Ambos referidos 3 desalojos de inmuebles ocupados por organismos estatales. ® Munoz, Guillermo A, “La ejecucién...", cit, p. 663. “° Elfallo recaido en la causa “Novaro de Lantis” tuvo dos importantes votos individuales en disidencia, que allanaron el camino al leading case “Pietranera”. En el primero de ellos, el juez ‘Aberastury sefialé: *..o se trata de dilucids..s las sentencias de desalojo dictadas contra la Na~ iGn tienen solamente efecto declarativo en los términos del art. 7°, ley 3952, ni aun, sino es dado afectar la de f... por esa limitacién en punto a ejecutabilidad, por razén del plazo dado para el desalojo y su consentimiento por el representante estatal... De lo que se trata es de sila sentencia de fs, ..conduce a preparar la intervencién judicial prevista para los casos de irrazonable dilacion enel adecuado acatamiento del fallo, en los términos, esta vez, de la doctrina de esta Corte en Fa- Hos 253:312...". Y se afiadfa: "..La intervencién judicial, en estos casos, no es incompatible con el art. 7°, ley 3952; ello surge del precedente mencionado. Y frente a una sentencia firme de de- salojo, fechada el 28/9/1961, no es dado considerar que sea impertinente dilucidar si ocurre el caso previsto en Fallos 253:312, para la debida intervenci6n judicial en orden al acatamiento del fallo dictado, Por lo demas, la sentencia apelada, que otorga a la autoridad administrativa la opor- tunidad de exponer sus consideraciones sobre una situacién que ha debido contemplar desde que fue condenada a devolver lafinca hace mas de cuatro afios, no prejuzga sobre el plazo que deberé fijarse ni interfiere los recursos judiciales que puedan interponerse y por de pronto otros medios legales para asegurar la continuidad del servicio. Sélo se trata de armonizar os altos intereses pi. blicos y los derechos individuales comprometidos en el presente juicio, a tenor de Fallos 253:312”, Enel otro voto en disidencia, el juez Zavala Rodriguez, en similar entendimiento, pun- tualiz6: “Que esa resalucién, en la que se prevé el posible silencio injustficado o la inaccion del Estado, coincide con las normas que la Corte senté en la causa ‘Figueroa’... Que esta demanda de desalojo, con un contrato de locacién de fecha 22/7/1942 por el término de tres afios con opcién a dos mas, ya vencid, se inicia el 7/9/1959, es decir, hace seis afios, y cuando el Estado llevaba mucho tiempo beneficiandose por las prérrogas legales. Antes de eso, los locadores, con fecha 11/7/95, se presentaron al Ministerio de Educaci6n a efectos de pedir administrativamente el de- salojo, a lo que no se hizo lugar mediante resolucién del Poder Ejecutivo del 16/6/1958, raz6n por la cual se promueve esta demanda judicial". Ala luz de esos antecedentes, afirmd “que, en tales Condiciones, no resulta de manera alguna abusiva o irrazonable la medida dictada, confirmada por el a quo, que busca concretar el desalojo, descartando mayores dilaciones". Y concluyé: "Si bien es cierto que la disposicién mencionada de la ley 3952 protege la organizacién del Fstado y defiende sus altos fines, ello no puede ser a costa de los derechos de los particulares en situacion como la del sub iudice, en que la ejecucién del desalojo no depende, ni puede depender, de me- didas legisativas,finalidad tenida en cuenta por el ar. 7, fundacla en las cléusulas constituciona. MARTIN GALLI BASUALDO- 519) [Asi las cosas, en 1966 se dicté el fallo “Pietranera” “4, En este verdadero hito de nuestra jurispradencia se interpret el precepto contenido en el art. 7°, ley 3952, bajo los siguientes términos: “Que la regla del art. 7", ley 3952, ha de entenderse en su significado cabal. Su propésito no es otro que evitar que la Administracién Pabli- ca pueda verse colocada, por efecto de un mandato judicial perentorio, en situacién de no poder satisfacer el requerimiento por no tener fondos previstos en el presu- puesto para tal fin o en la de perturbar la marcha normal de la Administracion Pé- blica. Desde ese punto de vista, la norma aludida es razonable, Pero en modo alguno significa una suerte de autorizaci6n al Estado para no cumplir las sentencias judicia- les, Ello importaria tanto como colocarlo fuera del orden juridico, cuando es preci- samente quien debe velar con més ahinco por su respeto. Por ello, ha dicho este tri- bunal quel art. 7, ley 3952, no descarta la pertinencia de una intervenci6n judicial tendiente al adecuado acatamiento del fallo, en el supuesto de una irrazonable dila- Gién en su cumplimiento por la Administracién Péblica (Fallos 253:312). Y en un caso en el que se trataba de un interdicto de recobrar la posesi6n, mediando un acto statal manifiesto y gravernente ilegitimo de despojo o ptivacién ‘por la fuerza’ de fa posesién de un particular, se sent6 el principio de que reconocer caracter declara~ tivoa la sentencia que ordena su cesacién, seria tanto como admitir que aquella nor- mma art. 7°, ley 3952— autoriza la frustracién de la garantia constitucional de la propiedad (Fallos 247:190)", “Que en el caso de autos la legitimidad de arbitear una prudente medida destinada a hacer cumplir la sentencia aparece palmaria, ya que btra interpretacién del art. 7°, ley 3952, conducirfa a ponerlo en colisién con la alu- ddida garantia constitucional de ia propiedad. Se ha dispuesto por sentencia firme el desalojo del inmueble ocupado por el Estado; la prolongacién sine die de esta oct pacién sin derecho vendzia a ser una suerte de expropiacién sin indemnizacién 0, Cuanto menos, una traba esencial al ejercicio del derecho de propiedad”. Y on un ultimo considerando del fallo se fijé el criterio judicial, que rige entre nosotros desde entonces (aunque con algunas salvedades a tenor de cierta legislacion que veremos en los acapites siguientes), al disponerse: “...En tales circunstancias, e- Sulta prudente la sentencia apelada que no fija plazo de cumplimiento, sino que re- Gquiere del gobierno nacional manifieste en qué fecha va a desalojar el inmueble, con To que el intimado queda en condiciones para tomarse el plazo razonable que corres- pond; la advertencia final de que en caso de silencio, el plazo de desalojo seréfijado judicialmente no es sino el carolario logico de la potestad de los jeces de hacer cum- plir sus decisiones en defensa del imperio del derecho”. De este importante precedente jurisprudencial podemos extraer ciertas conclu- siones, a saber: a) a partir del caso “Pietranera” se perfil6 un sistema pretoriano en la intezpretaci6n del Alto Tribunal nacional sobre el art. 7°, ley 3952.45; b) la Corte {es que acuerdan al Poder Ejecutivo la facultad de crear recursos determinar el destino de las ren tas piblicas (Fallos 186:151)" 44 Fallos 265:291 (1966). El caso se refiere también al desalojo de un inmueble de | propiedad de las actoras, ocupado por un organismo estatal, que transcurrido un lapso considerable no cum- plfa con la sentencia recaida en el pleito. Enel fllo recurrido por el Estado se habia resuelto in- fimar a la Nacion para que dentro del plazo perentorio de diez dias manifestase la fecha en que iba a desalojar el inmueble, bajo apercibimiento de establecerlo judicialmente 45. Casgacne, juan Carlos, “Sobre la ejecucién...", cit. 520 LA EJECUCION DE LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO Suprema no declaré la inconstitucionalidad del art. 7°, ley 3952, pero relativiz6 la rigidez de la inejecutoriedad del cardcter declaratorio de las sentencias que se des- prendia de dicha norma 4 y de la jurisprudencia anterior del Alto Tribunal; c) el ci- tado precepto de la Ley de Demandas contra la Nacién en modo alguno significa una suerte de autorizacién al Estado para no cumplir las sentencias judiciales, dado que ello lo colocarfa fuera del orden juridico, cuando es el Estado quien precisamente ha de velar con mas ahinco pot su respeto; d) se mantuvo el estndar de que la interven- cién judicial era pertinente en orden a evitar una “irrazonable dilacién” en el aca- tamiento del fallo judicial; e) se puso de resalto que cabia arbitrar una prudente me- dida destinada a hacer cumplir la sentencia, ya que otra interpretaci6n del art. 7°, ley 3952, conduciria a ponerlo en colisién con la garantia constitucional de la pro. piedad, y se afiadi6 que la prolongacién sine die de cumplir con la sentencia firme vendrfa a ser una suerte de expropiaci6n sin indemnizacién 0, cuanto menos, una traba esencial al ejercicio del derecho de propiedad f) en resumidas cuentas, no se establecié un plazo de cumplimiento al Estado nacional (una ejecucién forzosa), sino que se le requeria que manifestase cudl era el plazo razonable en que iba a cum- plir con la sentencia, con la advertencia que en el caso que la Administracién incu- rriera en silencio, en una “dilaci6n irrazonable”, o estableciera un plazo irrazonable, Jo fijaria el tribunal 47; g) con este fallo desaparece uno de los pilares que fuera el sos. tén de la jurisprudencia de los primeros afios de vida de nuestra Repiiblica, aquel que postulara la residencia de la voluntad general en el legislativo y que s6lo ésta podia vincular a una Nacién soberana *®, y h) de tal manera, se vinculd el art. 7° con la exi- gencia o el estandar constitucional de la razonabilidad de la ley (art. 28, CN), inter- pretindose que su propésito era evitar que la Administraci6n se encontrase, por efecto de un mandato judicial, en situaci6n de no poder cumplir con la sentencia, por carecer de fondos en el presupuesto 0 para que no se perturbe la “marcha normal de la Admi- nistracién Publica” 49, La doctrina del fallo “Pietranera” fue ponderada por el profesor Cassagne, po- niendo de relieve que el sistema instaurado por este precedente consagraba la pleni- tud de la potestad jurisdiccional frente ala Administracién, lo que nos colocé, en su momento, a la vanguardia del derecho administrativo comparado 50. Esta linea jurisprudencial fue, luego, seguida en numerosos casos referidos a la ejecucién de sentencias de cobro de alquileres 51, que se inclayeran en el haber de re- tiro de un teniente coronel diversos suplementos otorgados al personal en activi- 4 Fioriny, Bartolomé, ;Qué es el contencioso?, cit., p. 119; LUQUI, Roberto E., Revisi6n judi- ial. cit, tll, p. 426. * Ver Luqu,, Roberto E., Revisién judicial. it, 1.1, ps. 427/428. Obsérvese que, como dice Garcia Pullés, en este fallo se permitié una especie de éjecucién de sentencias contra el Estado {Garcia Putts, Tratado de fo contencioso..., cit, p. 852). Por su parte, Mairal (MaIRAL, Control ju- dicial., cit, t. 1, p. 911) puntualiza que esta jurisprudencia coloca limites necesarios al privilegio estatal que establece la norma en analisis: la Administracién goza de un plazo flexible para cum- plir ef mandato judicial. 48 Garcia Pus, Fernando, Tratado de lo contencioso..., cit, p. 853. * Cassacne, Juan Carlos, ’Sobre la ejecucién...", cit; MUROZ, Guillermo A., “La ejecu- ci6n..."; cit, p. 664 % CassaGne, Juan Carlos, “Sobre la ejecucién...”, cit. 5" Fallos 269:448 (1967); 278:127 (1970) MARTIN GALLI BASUALDO 521 dad 52, una indemnizaci6n de dafios y perjuicios derivados del incumplimiento dela sentencia de desalojo de tn inmueble 5%, la ejecucién de honorarios $4, el levanta- miento de medidas cautelares 55, etc. En ellos se verificaba si el Estado contaba con Jos fondos presupuestarios para atender la sentencia judicial firme recaida en el pro- ceso judicial y también debia avalarse toda alegada perturbaci6n en la marcha nor- mal de la Administracién 56, 4 Con posterioridad a este pronunciamiento judicial, {os tribunales inferiores co- menzaron a fijar plazos para el cumplimiento de las sentencias. Vencidos éstos, se procedia a la ejecucién de las sentencias, adoptandose diversas medidas judiciales: embargos ejecutivos en las cuentas piblicas, transferencias de grandes sumas a los juicios, etcétera 57. 3. La legislacién dictada por el Estado nacional a partir de los afios ochenta A fines de la década del 80, a rata de la situacién por la que atravesaba el pais y las consecuencias derivadas de los tiltimos afios de la etapa precedentemente rese~ ada, el Poder Ejecutivo nacional comenzé6 con la produccién de normas de emer gencia, tendientes a postergar e impedir la ejecucién de las sentencias judiciales 58. En virtud de esta normativa se reafirmé —~en cierta manera—la jurisprudencia que permitié dejar atrés definitivamente los tiempos de la inmunidad soberana (pro- pias del primer periodo, supra analizado}, y lo que pasé a primar fue la existencia de la prevision presupuestaria, De tal modo, y por la jurisprudencia antes mencionada del Alto Tribunal nacional, ya no se discute la ejecutoriedad de las sentencias en ge- neral, sino la de aquellas que condenan a abonar sumas de dinero y afectan las par- tidas presupuestarias ®. Sefiala Tawil al respecto que la precaria situacién econémica qne dio lugar a este tipo de legislacién Ilev6 a que nuestros gobemnantes, por incapacidad 0 imposi- bilidad de modificar la realidad, optaran por privilegiar soluciones temporales (que, en la mayor parte de los casos, s6lo sirvieron para agravar dicha situacién que pre-~ tendian combatir); en lugar de afrontar los costos politicos que significaba solucio- nar los problemas estructurales que llevaron a ella ®. 5? Fallos 269:460 (1967). 53 Fallos 27:16 (1970), 54 Fallos 295:467 (1976); 304:120 (1982. 55 Fallos 302:349 (1980). 56. MuRATORIO, Jorge, “Ejecucién de sentencias contra el Estado”, en AA.VV., Control de la Ad- inistracién Pablica, RAP, Buenos Aires, 2003, p. 799. 5? Muftoz, Guillermo A./"La ejecucién..." cit, p. 664; LUQUI, Roberto E,, Revisidn judicial... cit, tlt ps. 428/430. 58 Cir, Luqui, Roberto E., Revisién judicial... cit., t. Il, ps. 430/431. Una fundada postura cri- tica a este tipo de legislacién de emergencia puecle encontrarse en Tawn, Guido S., Administra- ci6n y justicia cit, Nl, ps. 487 y 58. S® Gracia PULLés, Fernando, Tratado de lo contencioso.., cit, p. 856 50 Tawi, Guido S., Administracion y justicia, cit., tl, p. 482. met 522 LA EJECUCION DE LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO. 3.1, El decreto 679/1988 Eldecreto 679/1988 se dict6 como un reglamento de ejecucién del art. 7°, ley 3952 (cfr. art. 86, inc. 2° —actual 99, ine. 2°—, CN). ‘Mediante este acto reglamentario se establecieron ciertos recaudos, procedimien- {0s, plazos, comunicaciones, intimaciones y la intervencién de érganos, afin de que los acreedores del Estado, que bubiesen obtenido sentencias definitivas, pudiesen hhacer efectivos sus créditos 61, La raz6n de ser de esta normativa fue dilatar el cum. plimiento de las sentencias que condenaban al Estado a pagar sumas de dinero © A su vez, pese a invocar el Poder Ejecutivo el propésito de reglamentar la cje- cacién de sentencias contra la NaciGn 63, se reconocia que eran ejecutorias, cuando Ja norma reglamentada disponia lo contrario 64, Para su dictado se invocaron la ley 3952 y Ia jurisprudencia qui ven‘a aplican- dose desde el allo “Pietranera”. En tal sentido, se decia que se procuraba concilia la facultad judicial de establecer el derecho y ordenar el pago, con la competencia le- sislativa de fijar el momento en que habria fondos para hacerlo efectiva, Sin embargo, el decreto 67/1988 fue muy criticado por la doctrina al conside- arse que habia incurrido en un exceso reglamentario y, por consecuencia, en evi. dente inconstitucionalidad 65. A tenor de lo precedentemente indicado, esta norinativa merecié una observa- cion de parte del Tribunal de Cuentas de la Nacin, en los términos del art. 85, inc. a), Ley de Contabilidad, que privé de ejecutoriedad al reglamento que comentamosy, dado que el Poder Ejecutivo nacional no insistié, nunca tuvo vigencis 6 3.2. La ley 23.696 En agosto de 1989 se dict6 la Ley de Reforma del Estado 23.696. En el cap. Vil de este cuerpo legal (arts. 50 a 56) 67 se establecié: 57 Se excluyeron de este régimen las sentencias. ‘que tuvieran cardcter alimentario (art. 10, de- creto 679/198). © Lugui, Roberto E., RevisiGn judicial... cit, tll p.431 © Aunque, en rigor, sélo reglamenté las sentencias ‘que condenaban a pagar sumas de dinero. Luau, Roberto E,, Revisién julia. cit, tl, p. 431. Repsrese que el decrote 679/198 eitablecta que sla Secretaria de Hacienda no hacfaefectva latransferencia de fondos, en el plazo las condiciones legales previstas, el tribunal podia fjar el plazo para que se cumpliara la seater, Cia judicial y, transcurido ese término cle intimacién, podia seguirse adelante con el proceso de ejecucién de sentencia, estanclo facultado el interesado para gestionar las medidas que estime cos, responder (arts. 5°, 6° y 9° © Ver Cassacne, Juan Carlos, “Sobre la ejecucién...", cit; Tawtt, Guido S., Administracién y Justicia, city tM ps. 482/483; “El decreto 679/1 988 y la ejecucién de sentencias condenatoricg contra la Nacién", LL 1988-D-932; “Ln ito en la aplicacién del decreto 679/1 968, Su observacion Por el Tribunal de Cuentas", LL del 27/10/1988, secc. Actualidad, y “La declaracion de incenatite Cionalidad del ecreto 679/1988 y la determinacién del cardcter abstracto de su nvocacin”, LL del 1342/1988, secc. Actualidad. En forma més reciente: Luqui, Roberto E., Revisin judicial, cits t "Np. 433; GattéGos FepRian), Pablo, “Ejecucién de sentencias..", cit, tl, ps. 222 y ss. & Chr. Tawnt, Guido S,, Administracién y justicia, cit. tl, P. 482 y sus restantes trabajos men- cionados. ° Esta normativa fue dictada como una legislaci6n de emergencia. Ver, al respecto, Tawit, Guido S.,Administaci6n y ustcia, cit, 1, p. 486; GaLircos FeDtiani, Pablo, “Ejecucton de sent fencias..”, cit, ll p. 217; Anckastury (h,, Pedro, Elecucién de sentencias., ci, ps. 52 ss MARTIN GALLI BASUALDO 523 i) La suspensién por el plazo de dos afios de la ejecucién de las sentencias y los laudos arbitrales que condenaban al pago de sumas de dinero, dictados contra el Es- tado nacional y los entes descentralizados descriptos en el art. 1° dela ley (art. 50) 68, ii) Las sentencias y los laudos arbitrales que se dictasen dentro del plazo estable- cido en el art. 50 no podian ser ejecutados hasta la expiraci6n de dicho plazo (art. 51). iii) Vencido el plazo del art. 50, el juez de la causa estaba facultado para fijar el término de cumplimiento de las seniencias o el laudo arbitral, previa vista al or~ ganismo demandado, para que indicase el plazo de cumplimiento. Ese organismo, en ningiin caso, podia fijar un plazo mayor al de seis meses. Si el organismo no con- ‘estaba la vista o indicaba un plazo irrazonable, conforme con las circunstancias de la causa, el término para el cumplimiento lo fijaba el juez (art. 52). iv) Las provisiones legales antes citadas se aplicaban tanto a las obligaciones que se hubieran constituido originariamente en una suma de dinero como aquellas, que se transformaran en tal, con motivo de un incumplimiento (art. 53) 6. Notese que a tenor de este plexo legal se dejé a un lado el efecto declaratorio del mencionado art. 7°, ley 3952 (en su concepci6n rigida y absoluta), pues la san- cin dela ley 23.696 import6 el reconocimiento de la ejecutabilidad de las sentencias, contra el Estado, una vez transcurrido el plazo de dos afios de espera. Ello, porque la ley no establecia un régimen general para después de esa fecha y, a su vez, debia presumirse que los jueces, luego de la espera de dos aiios para poder hacer efectivos sus fallos, habrian de considerar irrazonable cualquier obrar estatal que no fuera el cumplimiento inmediato de la prestacién contenida en la sentencia 7°. ‘Con posterioridad se dictaron los decretos de necesidad y urgencia 34/1991, 53/1991 y 383/191, por los que se dispnso la suspensién de los juicios contra el Es- tado 71. De tal mods, la ley 23.696 y sus reglamentos ulteriores establecieron sus- pensiones sucesivas que concluyeron en el dictado de la ley 23.982. 3.3, La ley 23.982 En agosto de 1991 entr6 en vigencia una nueva legislacién de emergencia con efectos mucho ms severos que los conocidos hasta ese momento: la ley 23.982 8 Esta norma legal fue considerada valida por la Corte Suprema, 27/12/1990, en el caso “Vi- dela Cuello", LL 1991-D-518. 69 Ademés, quedaban excluidos de dicho régimen ciertos supuestos a que se referfa el art. 54 dela ley. 7 Garcta Putts, Femando, Tratado de lo contencioso..., cit, tll, p- 858. Un sector de la doc- trina venta afirmando que el efecto declaratorio de las sentencias era inconsttucional: FiORiN, Bar- tolomé, ;Qué es el contencioso?, cit, ps. 137 y ss. BIANCH!, Alberto B., “inconstitucionalidad so- breviniente del art. 7° de la Ley de Demandas contra la Nacién", ED 118-827 y Cassaant, Juan Carlos, “Sobre la ejecucién.”, cit; MARieNHOFF, Miguel ., “Ley de Demandas..." cit. Yen virtud del diciado de la ley 23.696, otro sostuvo que habia quedado derogado (AseRastury [h.], Pedro, Consolidacién de deudas del Estado, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1993, ps. 131 y 55. 7 ‘Tal normativa de emergencia fue criticada por la doctrina: Tawit, Guido S., Administracién y justcia, cit, tl, ps. 496 y ss; MUNOZ, Guillermo A., “La ejecuci6n..”, cit, ps. 665 y 55.3 ABE: RAsTURY, Pedro, "La suspension de los juicios contra el Estado”, LL 1991-D-1331 7 Esta ley se dict6 al mismo tiempo que se sancion6 la ley 23.928 (que conocemos como Ley de Convertibilidad, cuyas disposiciones, en su gran mayorfa, fueron derogadas o sustituidas por la Ley de Emergencia 25.561), 524 LA HECUCION DE LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO Mediante este nuevo cuerpo legal se establecié un régimen jurfdico que sigue ri- giendo actualmente para ciertas obligaciones. En él se establece que i) Se consolidan las obligaciones vencidas o de causa o titulo anterior al 1/4/1991 que consisten en el pago de sumas de dinero 0 que se resuelvan en el pago de sumas de dinero (art. 1°) 73, ii) Quedan excluidas las obligaciones por deudas cortientes, aun cuando se en- contrasen en mora, excepto las comprendidas en ios incisos mencionados del art. 1° y las de naturaleza previsional 74, ili) Las sentencias judiciales, los actos administrativos firmes, los acuerdos transaccionales y los laudos arbitrales que reconocieran la existencia de las obliga ciones alcanzadas por la consolidacién dispuesta en los articulos anteriores tendrin cardcter meramente declarativo con relacién a los sujetos del art. 2°, limiténdose al reconocimiento del derecho que se pretenda. La tinica via para su cumplimiento es la establecida en esta ley (art. 3°) 75 iv) Para solicitar el pago de las deudas consolidadas, los titulares de los derechos que hayan sido definitivamente reconocidos deberan presentar la liquidacién judicial aprobada y firme de sus acreencias, o la liquidaci6n administrativa definitiva que cuente con la previa conformidad de! Tribunal de Cuentas de la Nacién, la Sindicatura Ge- neral de Empresas Piiblicas o los organismos de control interno correspondientes, en la forma y las condiciones que determine la reglamentaci6n (art. 5°) 75, 75 Los casos previstos en dicha disposici6n fueron los siguientes: a) cuando medie o hubiese ‘mediado controversia reclamada judicial o administrativamente conforme a leyes vigentes acerca de los hechos 0 el derecho aplicable; b) Cuando el crédito o derecho reclamado judicial o admi- nistrativamente, 0 susceptible de ser reclamaco judicial o administrativamente, haya sido alcan- zado por suspensiones dispuestas por leyes o decretos dictados con fundamento.en los poderes de éemergencia del Estaco hasta el 1/4/1991, y su atencidn no haya sido dispuesta instrumentada por tts meciios; c) cuando el crédito sea o haya sido reconacidlo por pronunciamiento judicial aun. ue no hubiere existiclo controversia, o ésta cesare o hubiere cesado por un acto administrativo fir me, un laud arbitral o una transacci6n; d) cuando se trate de obligaciones accesorias a una ebli- gacién consolidada. La consolidacién dispuesta en esta normativa alcanza las abligaciones de todos los organismos a que se refiere el art. 2° del mismo plexo legal. 7 Art. 1°, ley 23.982. También se habfa exceptuaco del régimen de consolidacién (art. 1°, iltimo parafo) el pagode las indemnizaciones por expropiacién por causas de utilidad publica o desposesion ilegitima de bienes, deciarada judicialmente por sentencias pasadas en autoridad| de cosa juzgada, Sin embargo, tal norma legal fue vetada por el Poder Ejecutivo mediante el ar. 1°, decreto 1652/1991. Al respecto, la Corte Suprema, al examinar esta cuestin en el caso “Servicio Nacional de Parques Nacio- rales” (Fallos 318:445, de 1995), estimné que resultaba inconstitucional el régimen de la ley 23.982 en su aplicacién al pago de una indemnizacién derivada de expropiacién. ’8 Seguidamente, el art. 4° prevela, respecto de medidas cautelares dictadas contra el Estado: “Los representantes judiciales de las personas juridicas u organismos alcanzados por el atl. 2 s0- licitardn el levantamiento de todas las medidas ejecutivas o cautelares dictadas en su conta Elle~ vantamiento deberd disponerse inmediatamente, sin sustanciacién, sin costa alguna para el em- bargante, ni aportes de los profesionales intervinientes, libersndose incluso los depésitos de sumas de dinero o los libramientos que hubiesen sido alcanzados por las suspensiones dispuestas por la legislacién de emergencia, No podré en el futuro disponerse la traba de medidas cautelares 0 eje- Cuiorias respecto dle las obligaciones consolidadas conforme a esa ley". 8 Gallegos Fedriani (GalttGos FEDRIAN, Pablo, “Ejecucién de sentencias...”, cit, tl, p. 229) ha dicho sobre esta legislacién: "De tal forma resulta que, una vez firme la sentencia, su cumpli= miento queda fuera de la érbita del Poder Judicial y comienza un trémite administrativo por ante el propio deudor*, ¥ agrega (con cita de Merk! y Cano Mata): "Se ha expuesto que en esta negacin 2 que los tribunales ejecuten las sentencias que ellos dictan en materia administrativa, contraia MARTIN GALLI BASUALDO. . 525 v) Sobre la base de las liquidaciones recibidas, las personas juridicas u organis- mos, indicados en el art. 2° de la ley, debern formular los requerimientos de créditos presupuestarios a la Subsecretaria de Hacienda, a fin de que sean atendidos excl- sivamente con los recursos que al efecto disponga el Congreso dela Nacién en la Ley de Presupuesto de cada afio, siguiendo el orden cronolégico de prelaci6n y respetan- do los privilegios que se establecen en esa misma ley (art. 6°) 7. vi) Los créditos por deudas consolidadas se cancelarn conforme a un orden de prelacién, con los recursos que vote anualmente el Congreso de la Nacién para hacer frente alos pasivos consolidados, en un plazo maximo de dieciséis afios para las obli- gaciones generales y de diez afios para las de origen previsional (art. 9°) 78, vii) Alternativamente a la forma de pago prevista, los acreedores podran optar por suscribir a la par, por el importe total o parcial de su crédito en moneda nacio- nal, los bonos de consolidacién, cuya emisiOn autoriza la ley (art. 10°) 79¥ 80, viii) La ley es de orden publico y se dicta en ejercicio de los poderes de emergen- cia del Congreso de la Nacién. S¢ convalidan los decretos 34/1991, 53/1991 y 383/1991 (art. 16). ix) La consolidacién legal del pasivo piiblico alcanzado implica la novacién de Ja obligacién original y de cualquiera de sus accesorios, asi como la extincién de to- dos los efectos inmediatos, mediatos o remotos que la imposibilidad de cumplir sus obligaciones por parte de cualquiera de los organismos obligados pudieran provo- car 0 haber provocado. La cancelacién de obligaciones con cualquiera de los bonos de consolidacién creados por la ley las extinguira definitivamente (art. 17) 81, al principio de ejecuci6n judicial que rige en nuestro derecho, parece encontrarse la citima ten- tativa de la Administracién para burlar odilatarsu sometimiento a la ley, olvidando que sin ese so- metimiento absoluto la justia contencioso acministrativa puede llegar a ser un espelismo, puesto que si... el proceso conienciaso supone un voto de desconfianza para la Administracién y de con- fianza para la justicia, sno serd la ejecuci6n administrativa un desprecio hacia la justicia y un pri- vilegio innecesario de la Administracién?”. 77 Dicho orden de prelaci6n se encuentra regulado por las normas contenidas en el art. 7°de laley. 78 Esta disposicién fue derogada, en 2004, por el art. 56, ley 25.967. 79 Esta norma sigue rigiendo actualmente para las obligaciones consolidadas en ese momen- to. Tiene una redaccién engafiosa, pues los particulares no tienen mucho margen de opcién: acep- tan losbonos previstoso esperan dieciséis arios para ver si cobran en efectivo, lo que en la prictica se lleva al limite del plazo para pagar tales obligaciones. Los bonos, si bien tienen sus intereses ‘mientras tanto, dado que cotizan a un valor muy inferior (asf sucede al momento de esta publica- Cin), se traducen en la desnaturalizaci6n del cobro de la sentencia para el acreedor. Vale decir que, por un lado 0 por el otro, se conculca el contenido del derecho del justiciable tras quince 0 veinte afios de un juicio contra el Estado. 8 Los arts. 11 a 15 establecen ciertas normas concernientes al régimen juridico de los bonos de consolidacién. En ellas se prescribe que los bonos de consolidacién se emitiran a die- ciséis afios de plazo. 81 Decfa la doctrina sobre esta normativa que la novacién imperativa de las obligaciones ori- ginales impuesta por la ley 23.982 podia ser visualizada, en alguna medida, como la presentacion en convocatoria del sector piblico argentino (Tawit, Guido S., Administraci6n y justicia, cit. tI ps. 500/501; BiaNcrt, Alberto B, - MIURA EstRADA, Ricardo J, “El peaje: de la Ley de Concesién de Obra Publica a la Ley de Convertibilidad (reflexiones a propdsito de un fallo importante)”, LL 1991-£-1281; y HatreRin, David A., Reclamo de créditos contra el Estado. Caducidad de de- rechos, Depalma, Buenos Aires, 1995, p. 2. El Alto Tribunal nacional consider6 vlido este régi men juridico de consolidacién en los precedentes ce Fallos 318:1887 (1995) y 320:2756 (1997), 526 LA BECUCION DE LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO x) A partir de la entrada en vigencia de la ley, el Poder Bjecutivo nacional de- berd comunicar al Congreso todos los reconocimientos administrativos o judiciales firmes de obligaciones de causa o titulo posterior al 1/4/1991 que carezcan de cré- ditos presupuestarios para su cancelaci6n en la Ley de Presupuesto del afio siguiente al del reconocimiento. El acreedor estar4 legitimado para solicitar la ejecucién judi- cial de su crédito a partir de la clausura del perfodo ordinario de sesiones del Con- greso de la Nacién en el que deberfa haberse tratado la Ley de Presupuesto que con- tuviese el crédito presupuestario respectivo (art. 22) 82, 3.4, Las leyes 24.624 y 25.565 Las provisiones previstas en la legislacién de emergencia para la ejecucién de sentencias, hasta aqui mencionadas, terminaron incidiendo sobre las leyes de presu- puesto, instrumentos jurfdicos que, en nuestro pais, son constantemente utilizados para la introduccién de normas permanentes 83 En ese contexto, la Ley de Presupuesto para el ejercicio 1996 (ley 24.624) incluyé ciertas normas —que siguen aplicéndose hoy en dia— en sus arts. 19, 20 y 218, ‘Mediante el art. 19 se dispuso la inembargabilidad de los fondos, valores y de- mas medios de financiamiento afectados a la ejecucién presupuestaria del Sector Pii- blico, ya sea que se trate de dinero en efectivo, depdsitos en cuentas bancarias, titu- los, valores emitidos, obligaciones de terceros en cartera y, en general, cualquier otro medio de pago que sea utilizado para atender las erogaciones previstas en el presu- puesto general de la Nacién. Y en mérito a ello, que no se admitiré toma de razén alguna que afecte en cualquier sentido su libre disponibilidad por parte del o de los titulares de los fondos y valores respectivos 85 y 86, 5? Esta dltima disposicién legal es la que rige en el caso de las obligaciones no consolidads. En lo atinente a las provincias, véase el art. 19 de la ley (no nos referimos a ello, por razones de brevedad) ® Gagcia PuLUts, Fernando, Tratado de lo contencioso..., cit, ti, p. 861, quien agréga que esto ha llegado a tal punto de haber surgido la Ley Complementaria Permanente de Presupuesto (ley 11.672), cuyo propésito reside en reunir aquellos preceptos que trascienden el ejercicio de la ley presupuestaria que, originariamente, los contuviera. Este proceder del Estado no se condice con la veda que surge del art. 110, Ley de Administracién Financiera 24.156 (ver HUTCHINSON, To- mas, Derecho procesal... cit, t ll, p. 362; MONT, Laura M,, "La ejecucion...”, cit, tll, p. 1722). ° Dichas disposiciones fueron incorporadas como arts. 67, 68 y 69, ley 11,672. 8° Enel parr. 2° de dicha norma legal se prescribe que lo dispuesto es de -aplicaci6n para cual- quier clase de cuenta o registro a nombre de diversos organismos del Estado nacional que all se individualizan. En la misma disposicién legal, en sus paris. 3°y 4°, para reforzar tal prohibicién, se establece que los funcionarios que en virtud de su cargo hubieren tomado razén de alguna me. dida judicial como las mencionadas, deben comunicar al tribunal la imposibilidad de mantener vigente la medida en virtud de lo que se dispone en esta ley. Y, ademés, que en aquellas causas Jeciciales en las que el tibunal, al momento dela entrada en vigencia de fa ley, hubier ordenado la traba de este tipo de medidas y los recursos afectados hubiesen sido transferidos a cuentas ju diciales, los representantes del Estado nacional que acttien en la causa respectiva deben solicitar la restituci6n de estas transferencias a las cuentas y los registros de origen, salvo que se trate de eje- ccuciones validas, firmes y consentidas con anterioridad a la fecha de entrada en vigencia de la ley ® La Corte Suprema convalidé su validez en el caso “La Austral” (Fallos 321:3384, de 1998) MARTIN GALLI BASUALDO. 527 Por su parte, el art. 20 reglament6, nuevamente, sobre el caso de las “obliga- ciones no consolidadas”, disponiendo que los pronunciamientos udiciales queconte. nen al Estado nacional o a alguno de os entes y organismos enumerados en el art. 19 al pago de una suma de dinero 0, cuando sin hacerlo, su cumplimiento se resuclva nel pago de una suma de dinero, seran satisfechos dentro de las autorizaciones para efectuar gastos contenidos en el presupuesto general dela Administracion nacional, sin perjuicio del mantenimiento del régimen establecido en la ley 23.982 87, A lo quese agregé que, en el caso de que el presupuesto correspondiente al ejer- cicio financiero en que la condena deba ser atendida carezca de crédito presupues. tario suficiente para satisfacerla, el Poder Ejecutivo nacional deberd efectuar las pre Yisiones necesarias a fin de su inclusién en el del ejercicio siguiente, a cuyo fin la Secretaria de Hacienda deberé tomar conocimiento fehaciente de la condena antes del dia 31 de agosto del afio correspondiente al envio del proyecto #8, y que los te. cursos asignados por el Congreso se afectarn al cumplimiento de las condenas oi, gutiendo un orden estricto de antigtiedad conforme la fecha de notificacién judicial y hasta su agotamiento, atendiéndose el remanente con los recursos que se asignen en el ejercicio fiscal siguiente 89, Finalmente, por el art. 21 se establecié que las sentencias judiciales no alcanza- das por la ley 23.982, en raz6n de la fecha de la causa o titulo de la obligacion o pox cualquier otra circunstancia, que se dicten contra las sociedades del Estado, socieda. des anénimas con participacion estatal mayoritaria, sociedades de economia mixta, empresas del Estado y todo otro ente u organizacién empresaria o societaria donde el Estado nacional o sus entes de cualquier naturaleza tengan participacion total 0 Parcial, en ningiin caso podran ejecutarse contra el Tesoro nacional, ya que la res. Ponsabilidad del Estado se limita a su aporte o participacién en el capital de dichas organizaciones empresariales %0, Las pautas fijadas en fa ley antes examinada fueron modificadas parcialmente por la Ley de Presupuesto para el ejercicio 2002 (ley 25.565). En el art. 39 de esta otra ley presupuestaria se sustituyé el art. 68, ley 11.672 (Ley Complementaria Permanente de Presupuesto, £.0. 1999) 91, previéndose que En el acap. Il.2, analizaremos la jurisprudencia del Alto Tribunal sobre el particular. Ver una se- yera critica 2 esta normativa en BiANCH, Alberto A., Responsabilidad del Estado por su actividad legislativa, Abaco, Buenos Aires, 1999, ps. 17 y ss. ® Las obligaciones no consolidadas, como vimos, anteriormente se encontraban ya regidas por el art. 112, ley 23.982. 5° Esta disposicién legal fue modificada luego por el art. 39, ley 25.565, que abordaremos se- guidamente. © [Esta norma establece un principio que ha sido denominado por Monti (MONT, “La ejecu- ign. cit, Ip. 1722) como de “disponibilidad presupuestaria”. Esta autora sehala que “inte. pretada literalmente la nueva disposicién, ésta conducia al cercenamiento inconstitucianal de los « 3.5. La ley 25.344 En elaiio 2000, invocéndose una nueva situacion critica en el manejo de los re- cursos y las erogaciones fiscales, se sancion6 otra ley de consolidacion del pasivo es- tatal, similar a la ley 23.982: la ley 25.344. ‘Al respecto, el art. 13 de este plexo legal prescribe: i) La consolidacién en el Estado nacional, con los aleances y en la forma dis- puesta por la ley 23.982, de las obligaciones vencidas 0 de causa o titulo posterior 751/3/1991 y anterior al 1/1/2000, y las obligaciones previsionales originadas en ti regimen general vencidas o de causa o titulo posterior al 31/8/1992 y anterior <1 1/1/2000 que consistan en el pago de sumas de dinero, o que se resuelvan en el pago de sumas de dinero, y que se corresponclan con cualquiera de los casos de den camonsolidada previstos en el art. 1° y se trate de obligaciones de los entes incluidos en el art. 2°, ambos de la ley 23.982. ii) Que quedan también comprendidas las de los entes de carcter binacional y multinacional en los que el Estado nacional tenga participaci6n. ii) En el caso de obligaciones previsionales originadas en el régimen general, s6lo serdn objeto de consolidacién los casos en los que el beneficio previsional hu: biesa sido otorgado antes de la fecha de entrada en vigencia del sistema previsional establecido por la ley 24.241 7. 95 Garcia PuLtés, Fernando, Tratado de lo contencioso..., Cit t. lly PS. 863/864. 96 Dicen Crivetu, Julio C. - VEGA, Susana E. ("Estado argentino: la emergencia permanente”, RAP, mo. 264, Ciencias de la Administracién, Buenos Aires, 2000, p. 19) sobre estos nuevos bonos eae elidacin: “Pareciera que ser acreedor del Estado argentino constituye un pecado que ja- oe cert de ser purgado, En efecto, o primero que sucede es que el Estado argentino no honra sus compromisosy sstemstcamente ‘elude el curmplimiento de sus obligaciones can excusas de Wubea legtumicado simplemente no page. Agotada Ia via adminstativa, que siempre leva bas; ane fempo, se incla un pletto en el que el Estado se bate en todas fas inslancias, promoviendo ado tbo de incidencias yexcepciones, gozando, ademas, de notoriosprivilegiosprocesales, des- see tpe Csuadir a quiehes se aventuren en un juicio conta él. Cuando el juicia ha sido ganado, Gespués de largos aos el Estado, desde hace una década, ha tomado la costumbre de pager con pores velor presente casiridiculo, y aqui no terminan las penurias, porque cobrar esos bonos, Fee ime valor, consttuye otra nueva aventura adminstativa que a veces también demanda ae as ltate verdadero castigo a quienes son acreedores del Estado argentino produce las més va, aa eat ve cencias, todas negativas todas contrarias al desarrollo del bienestar de la sociedad {la seguridad jridica™. Ver también GaL.ecos FroRAN, Pablo, "EjecuciOn de sentencias., city Ui ps. 236/237 37 3 fecha de consolidacién para las obligaciones indicadas en ii)y iii} es el 31/12/1 999. Estas fechas de corte, de las deudas por causa 0 titulo posterior al 1/4/1991, fueron prorrogadas £34 127200 pare las obligaciones de cardcter no prevsional, por conducto del art 58, ley 20,725, at aaa prevsionales, a tenor delo prescrpto por ela. 46, ley 25.565. Véase sobre el particular Horcemison, Tomas, Derecho procesal.., cit, t. Il, ps. 442/443 530 LA BIECUCION DE LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO Ill. EL REGIMEN VIGENTE, 1. gSe encuentra vigente el art. 7°, ley 3952? En virtud de lo indicado en el capitulo precedente, es dable referirnos a una de Jas cuestiones en las que no existe coincidencia en el instituto de la ejecucién de sen- tencias desde hace afios. ¢Sigue rigiendo entre nosotros el art. 7°, ley 3952? ‘Al respecto, advertimos, a grandes rasgos, dos soluciones juridicas. En un py mer ctiterio se entiende, en cierta manera, que con él fallo “Pietranera” —y los dic- tados posteriormente por la Corte Suprema de Justicia de la Nacién—, asi como también en mérito a la legislacién precedentemente mencionada (aplicable a los su- puestos de sentencias condenatorias de dar sumas de dinero), el art. 7°, Ley de De- mandas contra la Naci6n, sigue rigiendo en un sentido no literal, “relativizado” 98 ¥ que no se permite una ejecuci6n forzosa inmediata contra el Estado %. Vale decir, mediante una interpretacién arménica se ha evitado en forma elip- tica 100 aquella inteligencia originaria y ortodoxa de 1900 que llevé al dictado de la disposicion mencionada de la ley 3952. Es que, como dice el profesor Cassagne, este precepto, emparentado con el principio vigente entonces en el contencioso administrativo francés, fue, durante los primeros cuarenta afios de vigencia de la ley, objeto de una interpretaci6n rigida y literal, y aun cuando jamés se hubiera aceptado la posibilidad de que el Estado de- jase de cumplir las decisiones judiciales, en la prdctica el inusitado privilegio del que disponfa le permitia diferir, sin limite temporal alguno, el cumplimiento de una sen- tencia condenatoria. De tal manera, el justiciable que tras afios de duracién de un proceso contra el Estado obtenia una sentencia a su favor s6lo disponia de una de- claracién judicial carente de todo efecto ejecutivo y su derecho —muchas veces— quedaba subsumido en la figura de la mera peticién 101, Tal interpretaci6n absoluta llevé a Fiorini a decir que destacaria el gravisimo pri- vilegio, aberrante para un Estado de derecho democratico, de que las normas juridicas no regirian para la Naci6n. El autor mencionado agregaba que el criterio relativo se im- pone en forma comiin y hasta sin necesidad de la vigencia de dicho articulo 102, Porello, la calificacin de sentencia con efecto declaratorio s6lo conlleva la sus- pensién o espera de la ejecucién de la sentencia condenatoria, pero no a su incum- plimiento, inejecuci6n o ejecucién discrecional sine die de parte del Estado. Ahora bien, la segunda tesitura, de fuente doctrinaria, estima que el art. 7° se encuentra derogado o suprimido. Ciertos autores han estimado que ha operado una derogacién organica o institucional del art. 7°, ley 3952, por el actual régimen na- % Lugui, Roberto E,, Revisi6n judicial... cit, tl, p. 426. °9 La Corte Suprema —si bien sin aludir al cardcter relativo y no literal de la mentada dispo- sicién legal— ha dicho que el cardcter meramente declarativo de las sentencias contra la Nacién —establecido en el at. ”*, ley 3952—tiende a evitar que la Administracién pueda verse colocada, por efecto de un mandato judicial perentorio, en situacién de no poder satisfacer el requerimiento judicial por no tener fondos previstos en el presupuesto para tal fin cen la de perturbar la marcha normal de la Administracién Pablica ("Pietranera", Fallos 265:291; “Cresta”, Fallos 322:1201), 100 puraToRo, Jorge, “Ejecuci6n de sentencias..", cit, p. 796, 101 Cassacne, Juan Carlos, “Sobre la ejecuci6n...", cit. 102 Fiorini, Bartolomé, ¢Qué es ef contencioso?, cit, ps. 136 y ss. MARTIN GALLI BASUALDO- 531 cional de cumplimiento de sentencias (leyes 23.982, 24.624, 25.344 y demas nor- mas dictadas en la materia). Asi, sefialan que la derogacién institucional u orgdnica i acaece cuando una ley, sin derogar la anterior, legisla en forma total la materia que | abarca la primera 103, Esto es lo que sucede, a entender de esta postura doctrinal, en- tre el art. 7° y el régimen actual mencionado, regulatorio de la ejecucién de senten- \ cias contra el Estado, que claramente legisla en forma total la materia que abarca la | primera 104, | Allo se agrega que el cardcter declaratorio de las sentencias: i) puede violar la | garantia de la igualdad respecto de otras obligaciones del Estado 105; ii) en el Estado i de derecho, el Poder Judicial puede utilizar la fuerza para el cumplimiento de sus fun- ciones frente a la Administraci6n, que no es legal que oponga resistencia; ii) sila ley : permite a los particulares ocurrir al Poder Judicial, va de suyo que no le puede im- pedir a aquél que alcance el pleno ejercicio de sus funciones 19%; iv) en palabras de Fiorini: “El constituyente jamas supuso que la demandabilidad de la Naci6n ante la justicia podria frustrarse cuando la sentencia fuexe condenatoria. Una sentencia que reconoce un derecho y que luego es meramente declaratorio es expresion de irrazo- nabilidad y un derecho que s6lo se reconoce como declaracién no es efectivamente un derecho porque le falta la materializaci6n del respeto que merece todo acto reco- nocido. El art, 7° de la ley expresa una sinraz6n judicial, politica e institucional” 197, Pero, fundamentalmente, el cardcter declaratorio de las sentencias condenato- rias contra el Estado colisiona en forma ostensible con el derecho a la tutela judicial efectiva (que emana de los arts. 18, CN; 8° y 25, CADH, y 2° y 3°, PDCyP, tratados con rango constitucional a la luz de lo prescripto en el art. 75, inc. 22, CN). Es de recordat que tal principio abarca no sélo el derecho al acceso a la jurisdiccién, el de- echo de defensa durante todas las etapas del proceso, sino también el derecho aun proceso y a ejecutar lo juzgado en un tiempo razonable, En el marco de este criterio doctrinal, Aberastury ha estimado que el precepto legal aludido ha sido suprimido o abandonado, a tenor de la legislacion dictada por fas leyes 23.982 y 25.344, y la doctrina del precedente “Pietranera” 108, ‘Adherimos a este segundo criterio. El justiciable debera cumplir con las pautas legales vigentes (obligaciones de dar sumas de dinero no consolidadas), con el procedi- miento administrativo pertinente (abligaciones de dar sumas de dinero consolidadas) o soportar la “espera” que disponga el tribunal conforme lo preceptuado en el fallo. “Pietranera” (obligaciones de hacer, no hacer o de dar algo que no sea dinero). Pero lo cierto es que, en todos los supuestos de sentencias condenatorias 1, ef particular podré ejecutar la sentencia tras cumplir con las condiciones legales o ju- risprudenciales previstas al efecto, y transcurrido el lapso correspondiente. 73 BiancH, Alberto B., “Inconstitucionalidad sobreviniente...”, cit. 194 MuraTorio, Jorge, “Ejecucién de sentencias...”, cit., p. 796. 195 MagienHiorr, Miguel S., “Ley de Demandas..", cit 108 Muratario, jorge, “Ejecucién de sentencias...”, cit., p. 806. 107 Fiori, Bartolomé, Derecho administrativo, cit, tI, ps. 675. "00 pezeastury (h.), Pedro, Ejecucién de sentencias... cit, ps. 50 y ss. 18 En el caso de sentencias declarativas, como hemos dicho, nunca ha regido lo prescripto por elart. ®, ley 3952. LR PETES 7 532 LA BIECUCION DE LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO ‘No obstante lo antes indicado, es correcto que no existe una ejecucin judicial inmediata ni forzosa, mas ello no empece a que se entienda que estamos frente a un ‘efecto ejecutorio de las sentencias judiciales contra la Nacion. En definitiva, las sentencias judiciales son ejecutorias o ejecutables, y no rige el anquilosado principio del efecto declaratorio que alcanzaba las sentencias con- tra el Estado 110 (en sentido absoluto o literal). Podré responderse a lo antes expre~ sado que rige una suerte de caracter relativo del efecto declaratorio de las sentencias en esta materia, pero entendemos que esto iiltimo, en la realidad de los hechos, deja de ser un efecto declaratorio, pasando a convertirse en una espera 0 prorroga que se otorga al ente demandado para dar cumplimiento a la sentencia judicial ". 2, Régimen aplicable para las sentencias condenatorias contra el Estado Es dable realizar una sintesis del régimen vigente que rige para las distintas clases de sentencias condenatorias y segiin las fechas del crédito del que sea acreedor e! particular. 2.1. Sentencias de condena de hacer, no hacer 0 de dar una cosa que no sea dinero Se rigen, fundamentalmente, por la jurisprudencia de la Corte Suprema del fallo “Pietranera” "12, La Corte Suprema, en estos casos, como hemos visto, y a pastir del ci- tado precedente jurisprudencial, ha reinterpretado el art. 7, ley 3952, al estimar que la sentencia declara el derecho y que el particular no puede proceder a la ejecucién forzosa inmediata. No obstante ello, el tribunal competente, una vez firme la sentencia conde- natoria y transcurrido el término para el cumplimiento voluntario de ésta, podra reque- rirle al organismo demandado —segiin la doctrina “Pietranera”—que informe la fecha en gue-vaacumplir con a condena, bajo apercibimiento, en caso de silencio o queel pla- zo indicado resulte irrazonable, de fijarlo judicialmente. Vencido el plazo de dicho re~ querimiento judicial sin respuesta alguna o habiendo incumplido el Bstado con el pre~ visto en la causa, el tribunal esté facultado a ejecutar la sentencia. A tal efecto, podra acudir a lo dispuesto en los arts. 513, 514 y 515, CPCCN (relativos a las sentencias condenatorias a que aludimos en este acépite) 113. ‘A la luz de lo establecido en el caso “Pietranera”, lo cierto es que el art. 7° en modo alguno significa una suerte de autorizacién al Estado para no cumplir las sen- tericias judiciales, toda vez que ello lo colocaria fuera del orden juridico, cuando es el Estado quien precisamente ha de velar con més ahinco sobre su respeto. De otro modo, como se puso de resalto también en ese fallo, se estaria frustrando la garantia constitucional de propiedad (art. 17, CN). En tal sentido, interesa subrayar que aqui no se encuentra en juego el principio de legalidad presupuestaria que pudiera invocar el Estado (sobre el que reposan las leyes precitadas), tal como ocurre respecto de las sentencias que condenan a dar su- mas de dinero 174, MO Cassacne, Juan Carlos - PERRINO, Pablo E., El nuevo proceso..., Cit, p. 426. 111 Véase MuRATORIO, Jorge, “Ejecuci6n de sentencias...”, cit, p. 806. "2 Fallos 265:291 (1996). 113 podrd recurrir, entonces, a las normas del capitulo de “Ejecuci6n de sentencias", CRCCN (libro ML, tit. cap. D. 114 Como hemos sefialado ut supra, los cuerpos legales mencionadbs (ley 23.696, 23.982, 25.344 y demas normas dictadas en torno a ese bloque normativo) regulan el caso de las senten- MARTIN GALLI BASUALDO 533 Sin embargo, el Estado podria requerir, en estos casos, la postergacién del cum- plimiento de la sentencia (v.gt., en un juicio de desalojo, el Estado es muy factible que solicite, en sede judicial, un plazo para la entrega del bien inmueble del que es locatario y tealizar la mudanza de los bienes estatales), pero a lo que no esté facul- tado es a incumplir 0 cumplir discrecionalmente la sentencia sin plazo legal algun, desconociendo sine die el mandato ordenado en el marco de un proceso judicial. En consecuencia, en los hechos existe, frente a las obligaciones de hacer, no ha- cer o dar cosas ciertas, un efecto ejecutorio, aunque el juzgado o tribunal puede con- ferirle a la entidad estatal obligada un plazo razonable de cumplimiento de la sen- tencia, en tanto éste acredite una imposibilidad legal o material, un real interés piiblico en juego y no se conculquen los derechos del justiciable reconocidos 0 pro- tegidos en la sentencia. De suscitarse un incumplimiento del Estado de la condena judicial, el tribunal, a pe- dido del justiciable, podra acudir al apercibimiento de aplicar sanciones conminatorias, de conformidad con lo prescripto en los arts. 37 y 513, CPCON, y 666 bis, CCiv. 1159 1160 clas que condenan a pagar sumas de dinero, A nuestro juicio, no puede extenderse, a estos supues- tos de condenas que obligan al Estado a hacer, no hacer o dar algo que no sea dinero, aquellas nor- mas que aluden a las obligaciones que se resuelvan en el pago de sumas de dinero, previo invocat el ente estatal una sustitucién de la sentencia mediante una indemnizacion al justiciable. E] me- ccanismo de la sustitucién se encuentra regulado por los arts. 513, 514 y 515, CPCCN, que esta- bblecen que el resarcimiento de datos y perjuicios es a eleccién del acreedor. Ver, ental inteligen- cia, HUTCHINSON, Tomas, Derecho procesal.., cit, t. Il, ps. 388 y ss. Por ello, resulta importante también, en orden a examinar la sustitucién que pudiera requerir fa Administracién, la voluntad del justiciable que obtuvo la sentencia condenatoria en su favor y lo peticionado por él en el pleito. Un ejemplo de lo que decimos es el famoso precedente “Sosa”. Los hechos de este caso se vin- culan con el procuracior general ce la provincia de Santa Cruz, que fue separado del cargo en for- ima ilegftima por los érganos politicos locales. En ese precedente, la Corte Suprema, luego de di- versas instancias judiciales, conden a la provincia a la reposicién del actor al cargo (Corte Sup,, 2/10/2001, Fallos 324:3322). Dictado el fall, la Fiscalta de Estado provincial, en la etapa de eje- cucién de sentencia, propuso sustituir la condena del Alto Tribunal nacional por una indemniza- ‘cibn, que fue receptada por el Tribunal Superior local. Recurrida dicha decisién por el demandan- te, la Corte nacional rechaz6 la sustitucion indemnizatoria por las razones que sefialamos antes e insistié en que dlebia restituirse al Dr. Sosa en el cargo de agente fiscal ante e! Tribunal Superior de Justicia provincial. A tal efecto, curs6 una intimaci6n a la provincia para que cumpla las deci- siones recaidas en el proceso, poniendo tal carga en cabeza del gobernador provincial, bajo aper- cibimiento de dar intervencién a la justicia penal para que se investigue la posible comisién de un elito de accién piblica (Corte Sup., 20/10/2009, no publicada Fallos; JA del 10/3/2009, supl. Ju- risprudencia de la Corte Suprema, con nuestro comentario “El fallo Sosa’. Una jurisprudencia que salvaguarda las instituciones de la Nacién y las provincias en nuestra Repéblica”) HF Lug, Roberto E., Revisin judicial. cit, Il ps. 440/2. Dichas sanciones pecuniarias, de acuerdo con lo prescripto por ef art. 195, CPCCN, habrian de ser impuestas contra la Administra- Cién y no contra los funcionarios (ver Monn, Laura M., "La ejecucion...", cit, tl, ps. 1727/1728) Sin embargo, queda el interrogante desi tal disposicién legal veds la imposicién de astreintes a los uncionarios tnicamente en los casos de medidas cautelares, y no respecto del cumplimiento de este tipo de condenas dentro del plazo legal conferido en el marco de la instancia de ejecuci6n de sentencia. En mérito a ello, podria derivarse un caso de responsabilidad del agente por falta per- sonal, concurrenteo no con una falta de servicio (nos hemos referido a ello en nuestra publicacién: ‘Falta de servicio y falta personal’, EDA, 2006-53). 196 No aludimos a la posibilidad de un embargo judicial, toda vez que tal medida coercitiva se encuentra en el marco de la prohibicién prevista en el art. 19, ley 24.624, Sobre el particular ya nos hemos referido en el acdp. 1.3.4. A lo que cabe afiadir que tampoco pueclen embargarse 534 LA BIECUCION DE LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO de dar intervencién a la justicia penal para que se investigue la posible comision de un delito de accién piiblica 117, 2.2. Sentencias que condenan a pagar sumas de dinero de deudas no consolidadas Traténdose de deudas no consolidadas ha de acudirse a lo dispuesto en los arts. 22, ley 23.982, y 20, ley 24.624 118, Segdin lo estimado por la Corte, in re “Cresta” "9, ca- bria hacer notar que sigue aplicandose, en estos casos, el art. 7°, ley 3952, en el sentido expuesto en el acapite precedente. No obstante ello, reiteramos que a te- nor de la aludida legislaci6n, lo cierto es que el fallo es ejecutorio de acuerdo con las pautas juridicas fijadas al efecto 120, En este caso, una vez firme la sentencia condenatoria, el justiciable tiene que practicar liquidacion y, aprobada y firme esta tiltima, estar en condiciones de so- licitar el pago, a cuyo fin debers requerir al juez que ordene la intimacién pertinente al organismo estatal demandado. Realizada esa intimacién, la Administracién debe proceder conforme lo prescripto en el art. 20, ley 24.624 121, De no existir la auto- tizacién del gasto, tendra que efectuarse la previsin correspondiente para incluirlo enel presupuesto general del préximo ejercicio. Cuando el presupuesto del ejercicio financiero en que la condena deba ser atendida carezca de crédito suficiente, el Poder Ejecutivo habra de realizar las previsiones necesarias para incluir el gasto en el ejer- cicio siguiente. A tal efecto, la Secretaria de Hacienda debe tomar conocimiento fe- haciente de la condena —y de la resolucién aprobatoria de la liquidacién, que se en- cuentre firme— antes del 31 de agosto, para incluir la previsi6n en el proximo presupuesto 122, El pago de estas obligaciones se realiza segtin el orden de antigiiedad conforme la fecha de notificacién judicial, hasta el agotamiento de los recursos asignados por el Congreso de la Nacién. En lo que concierne al sistema de ejecucién coactivo del crédito, rige, en gran medida, el esquema a que nos hemos referido en el acapite precedente. Sin embargo, respecto de un embargo trabado sobre recursos presupuestarios, la Corte revoc6 dicha medida judicial dispuesta por tribunales inferiores contra un ente descentralizado en liquidaci6n, aplicando el art. 19, ley 24.624 (in re “La Aus- los bienes del dominio piblico 0 bienes privados afectados @ una funcién 0 a un servicio piblico {ver Luqui, Roberto E., Revisién judicial... cit, tll, ps. 448/450; ABeRasTuRy (h), Pedro, "La eje- cucién de sentencias contra el Estado", Derecho procesal... cit, tl, ps. 1712/1714), "17 Fallos 326:4203; Corte Sup., 20/10/2009, “Sosa”, cit. La responsabilidad de los funciona- tos iblics, en caso de neurite en un incumplimiento del manda judicial, puede sr tanto de indole patrimonial como penal (AsrxasTury [h.], Pedro, “El | presupuesto pablico en la ejecu- ccidn de sentencias contra el Estado", en Cassacne, Juan Carlos [dir], Procedimiento y proceso ad- ministrativo, LexisNexis, Buenos Aires, 2005, ps. 645 y ss). Ver también Diez, Manuel M., Dere- cho procesal.., cit, ps. 203 y ,; HUTCHINSON, Tomds, Derecho procesal... cit, tll, ps. 431 55. Mom, Laura M,, “La ejecucién..., cit, tll, ps. 1727/1 728. "8 Incorporado como art. 67, ley 11.672. "9 Fallos 322:1201 (1999). 120 Tal como lo indicamos en el acép. IIl.1). "2" Nos remitimos a fo expresado sobre el particular en el acép. 11.3.4. "2 Luqui, Roberto E., Revision judicial... cit, tl, p. 442. MARTIN GALLI BASUALDO 535 tral”) 123, En este caso, se puso de manifiesto que el embargo habia sido trabado so- bre recursos previstos en la Ley de Presupuesto para atender, entre otras cosas, el pago de la deuda publica interna y la ejecucién presupuestaria de los entes descen- tralizados. ‘Complementando tal criterio jurisprudencial, luego se dict6 el fallo “Giovag- noli” 124, En él, el Alto Tribunal estimé que el art. 19, ley 24.624, debe ser interpre- tado de modo tal que armonice con los principios y las garantias consagrados por nuestra Ley Fundamental y con el resto del ordenaiiento juridico, En tal inteligen- cia, puntnalizé que no puede efectuarse una aplicacién mecénica y generalizada del precepto citado sin consideracién alguna a lo que prevén el art. 22, ley 23.982, y el art. 20, ley 24.624, dado que conduciria a la frustracién de los derechos de los par- ticulares que se encuentren en condiciones de ejecutar las sentencias con arreglo a esas dos tiltimas normas, lo que no se condice con la intencién del legislador. Asi, se afirmé que semejante criterio hermenéutico debe ser desechado porque implica que el érgano competente para fijar el presupuesto general de gastos y el célculo de re- cursos de la Administracién nacional (art. 75, inc. 8°, CN) ha legislado contradic- toriamente sobre un mismo tema, autorizando, por una parte, a ciertos acreedores a cobrarse sobre el producto de la venta de los bienes embargados (conf. art. 22, int fine, ley 23.982, y art. 20, primera parte, ley 24.624) y disponiendo, por la otra, et levantamiento de los embargos que tornan posibles tales ejecuciones. De acuerdo con esta doctrina jurisprudencial, el acreedor puede ejecutar la con- dena dineraria, cuando: a) el Poder Ejecutivo nacional, no obstante haber sido no- tificado de la liquidacién firme, no le comunicé al Congreso para que lo incluya en el préximo ejercicio presupuestario y se clausuré el perfodo ordinario de sesiones, en el que se debia tratar la Ley de Presupuesto que contuviese el crédito respectivo, o b) el gasto esta incluido en el presupuesto general de la Administracién "25, 2.3, Sentencias que condenan a pagar sumas de dinero de deudas consolidadas Las condenas dinerarias consolidadas se encuentran regidas pot las disposicio- nes de las leyes 23.982 y 25.344 (y demas normas dictadas en virtud de tales cuerpos legales). Las deudas consolidadas han de reunir las siguientes condiciones: a) se trata de obligaciones de dar sumas de dinero o que se resuelvan en una obligacién de dar su- mas de dinero; b) su causa 0 titulo sea anterior a la fecha de corte; c) se encuentre al- canzada por las disposiciones aplicables en materia de consolidaci6n de pasivos del Estado 126, "23 Fallos 321:3384 (1998). 124 Fallos 322:2132 (1999). 125 Lugut, Roberto E., Revisién judicial..., cit, tl, ps. 447/448, Asimismo, la Corte, en el men- cionado precedente, estimé que la falta de partida presupuestaria para atendler el pago del crédito reconocido en sede judicial constituye un extremo de hecho cuya existencia no se presume, por lo que debe ser probado por quien invoque la aplicacién del art. 19, ley 24.624 (estoes, a entidad estatal correspondiente). 126 Ver lo antes explicado sobre el tema en los acdps. 1.3.3 y 11.3.5. No nos referimos a este tema porque ello serd tratado en otto capitulo de esta misma obra. 536 LA BECUCION DE LAS SENTENCIAS CONTRA EL ESTADO En lo que respecta a las obligaciones comprendidas dentro de la ley 25.344, conforme lo prescripto en dicha normativa, resultan aplicables las disposiciones de la ley 23.982, con la excepcién de la fecha de corte y los preceptos relacionados con los nuevos titulos creados para el pago de tales obligaciones. En este tiltimo supuesto, a pedido del justiciable pueden imponerse las sancio- nes conminatorias, asi como también el apercibimiento de dar intervenci6n a la jus- ticia penal por el delito de desobediencia, conforme lo indicado en el acépite II, 2.1. Sin perjuicio de ello, interesa puntualizar que, de acuerdo con la jurispradencia del Alto Tribunal, los importes que se vinculen con astreintes no pueden ser consolida- dos y deben ser pagados en efectivo 127. TV, CONCLUSION Esta etapa final del cauce del proceso administrativo, como hemos visto, se en- cuentra en una etapa de crisis en nuestro sistema nacional argentino 128, Los tiempos que un justiciable debe padecer en nuestro pais, en el tramite de un juicio, alcanzan —luego de pasar las tres 0 cuatro instancias de un proceso judicial — diez o quince afios (o, a veces, mAs). Tal notable espera en el cobro de su crédito, n6- tese que deriva, en la mayoria de los casos, de un accionar estatalilegitimo, impru- dente, arbitrario 0 por decisiones politicas que no salvaguardaron en debida forma el interés ptiblico de nuestra Nacién y las reglas cardinales del Estado de derecho. Luego de ello, en ciertos casos, se encuentra con un titulo pablico que cotiza en por- centajes que rondan en un tercio de la suma fijada en la sentencia condenatoria 123. Vale decir, el mandato judicial ordenado y el derecho a la tutela judicial efectiva se yen menoscabados por esta realidad argentina que, como vemos, opera no por el accionar de los jueces de la Nacién, sino por razones politico econémicas que com- petena los 6rganos politicos de gobierno, que no se enderezan hacia un mejoramien- to dela organizacién judicial y a la asignaci6n de las partidas presupuestarias corres- pondientes 130, Una segunda consideracién que debe efectuarse al respecto es que el proceso administrativo tiene por fin tutelar derechos y, mediante él, el Estado hace valer el derecho frente a una conducta que esté en pugna con el ordenamiento, lo que se efec- tiviza no s6lo mediante la declaracién judicial que se expresa en la sentencia sino, fundamentalmente, por virtud de su ejecucién, que hemos analizado en el presente trabajo. 17 Fallos 320:186 y 479 (1997); 325:1658 (2002) 128 HurcHINsoN, Tomés, Derecho procesal.. cit, t. Ill, p. 365 129 Asi sucede al momento de esta publicacién y desde hace unos afios. 30 En estos dias en que escribimos este articulo, el poder administrador esta adoptando me- didas para abonar a ciertos tenedores privados de bonos (hold outs). Nos preguntamos sino seria ajustado a derecho que también se hiciera lo propio a fin de que el Estado pueda cumplir con las sentencias judiciales en tiempos mas cortos y resguardando la incolumidad patrimonial de todo justiciable. El Estado deberia cumplir con sus diversas obligaciones derivadas de bonos u otros ti tulos de deudla, de créditos que emanan de sentencias judiciales, etc, cuidando las finanzas pi- blicas y honrando sus deudas (externas e internas) en tiempos razonables, del mismo modo que se hace en otros paises del mundo. MARTIN GALLI BASUALDO- a Por ello, la ejecucién de las sentencias, més alla de las razones que pueda dar fandadamente ef Estado pot razones de indole presupuestarias y, especialmente, en estos tiempos en los que el Estado cuenta con fondos piiblicos suficientes, trasunta cercer una muestra clara y eficaz. del derecho a la tutela judicial efectiva 13, que ha Se reinar, como en todo Estado de derecho que se precie de tal, entre el justiciable, el ejercicio de la potestad jurisdiccional de los jueces y el accionar estatal. ‘No podemos dejar de puntualizar, con cita del profesor Gonzlez Pérez, que la ejecucién procesal de las sentencias “constituye, en cierto sentido, el punto culmi- sere de la zealizaciGn del derecho”. Es que “el derecho a la ejecucién de sentencias no puede concebirse tnicamente como un derecho del particular interesado en la ej ceeidn, sino que es también un esencial interés piiblico el que estd implicado en ello, como fundamento del Estado de derecho” 15 Por su parte, Aberastury, hace unos afios, decia enfatticamente: “La ejecucion judicial de las sentencias no constituye, pues, un tema que pueda desarrollarse den- ro de un marco estrictamente procesal sino que tiene connotaciones que lo trascien- den para situarse dentro de un marco constitucional, sin perjuicio de las consecuen- Gas econémicas que hemos brevemente mencionado. O sea que el tema de la jecuci6n judicial de las sentencias contra el Estado no es un tema estrictamente pro- esal sino que se encuentra relacionado con la insercién del Estado dentro del orden constitucional y con el grado de respeto que se le quiere brindar a los derechos in- Gividuales. En fa medida que el Estado desconociere 0 no se encontrare sujeto a los mandatos judiciales, no podremos afirmar que nos encontramos frente a un Estado ide derecho y asistiremos al quiebre del sistema. Y aunque estos gobernantes consi- Geren que, a través de las reglamentaciones 0 de los incumplimientos, pueden evitar tl pago de acreencias y, de alguna manera, evitar 0 palear el déficit presupuestario, esa 1 sion cortoplacista los convierte en ignorantes pues, precisamente, la falta de se- guridad jurfdica incrementa el riego pais y aleja a las inversiones externas con lo que or deterioro econémico es mayor, generandose el efecto contrario al que pretendie- ron evitar” 133, En fin, cabe concluir con una reflexién de nuestro maestro Cassagne, quien re~ flexiona sobre el particular: “Lo més dificil en esta materia es encontrar un punto de equilibrio entre los intereses privados y los piblicos, evitando que estos iltimos pre- Valezcan en forma autoritaria, amparados en el poder politico de turno, Porque el in- Cumplimiento de las decisiones judiciales por parte del Estado es algo no s6lo injus- to, sino basicamente inmoral, dado que no se concibe que el encargado de velar por el bien comin y los inteteses de todos los ciudadanos sea quien conculque los dere~ chos de los particulares reconocidos judicialmente” 1. 135 Ver Monn, Laura M,, “La ejecucién.", cit ps. 1728/1729. 132 GowzAuez PEREZ, Jestis, Comentarios a la Ley..., Cit, ps. 1738 y $5. TAwIL, Guido S., Admi- nistracion y justicia, cit, t |, p. 459. 133 Agerastury (h.), Pedro, “La ejecucién...", cit,, tl, p. 1715. "34 Cagsacne, Juan Carlos, “Sobre la ejecucién...", cit.

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