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Hace algunos cientos de aos, en una pequesima aldea juda en el medio de

algn lejano pas de Europa viva un Rabino con su esposa y sus dos hijos. Una
tarde los chicos comenzaron a pelear y cuando los gritos llegaron a odos de su
padre, ste se enfureci y se acerc hacia ellos.
Junten palitos y triganlos aqu les orden.
Los muchachos obedecieron a regaadientes y cuando estuvieron nuevamente
ante su padre, ste les dijo:
Junten todos los palitos y atenlos fuertemente con esta cuerda.
Los muchachos hicieron lo que su padre les pidi.
Veamos ahora quin es el ms fuerte de los dos. Traten de partir este grupo
de palitos.
Los hijos del Rab se dedicaron a ello con mucho empeo, poniendo los pies
sobre el los palitos y usando todas sus fuerzas, primero por turnos y luego los
dos juntos, y no pudieron partirlos por ms que lo intentaron. Derrotados, le
declararon a su padre que esto era imposible.
Desaten los palitos y traten ahora de partirlos uno por uno les pidi.
No les cost mucho trabajo cumplir esta orden. A los pocos minutos todos los
palitos estaban partidos.
Lo mismo que les acaba de pasar a estos dbiles palitos le puede pasar a
cualquiera de nosotros si nos separamos. La pelea no conviene cuando se
trabaja por una misma causa. Si nos unimos, en cambio, seremos muy fuertes
y resistentes y nadie podr hacernos dao con facilidad sentenci el Rab, con
una sonrisa de satisfaccin en los labios.

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