Está en la página 1de 18
ente Lull Rafael Micé' Teoria arqueolégica procesual ste artieulo presenta de forma sittca los elementos clave en ta carcterizacln de In llamada "arqueologia procesval’. La expo cidn se articula en tomo a tres planos de andlisi: ontologia, pistemolopia « implicaeones politico-sclales de los enfogues ‘toads’ En cada uno de estoy apartados los planteamientos procesuales se emplazan en telaclén a las précticas arqueoldgleas Traicionales y, ademas, son objeto de un comentario etic Palabras clave: Teoria. stqueolépiea. Ciencia, Sistema social Proceso, Arqueologia Socal 1, El contexto intelectual para la renovacién de la arqueologia: neo- positivismo y aspiracién nomotética en ciencias sociales En las décadas de los cincuenta y sesenta se observa en ciertos medios académicos anglosajones un impulso transformador que manifiesta el objetivo explicito de otorgar ala arqueologia el estatuto de disciplina cientifica propio de las ciencias naturales o “dura: Esta voluntad cristalizaré en la llamada New Archaeology © “arqueologia procesual”, que pasaré a constituir un lugar de referencia basico para gran parte de los intentos de renovacién de la disciplina a lo largo de Il. La arqueologia ‘This paper shows the key points of the so-called “processual archaeology ina synthetic way. The text goes through three different {nldelines onthologiea and epistemologial aspects, and soelal and politcal consequences of the perspectives analysed. Each of th Timensions is placed in the framework of previous (traditional) Srchenloatcal practices, also, « critical assessment is made ofits, ‘major failures. Key words: Archeological theory- Science, Social system, Process Social archaeology los tiltimos decenios. No se trata de un fenémeno aislado, pues la misma preocupacién cientifista se registré paralelamente en otras ciencias sociales, como la geografia (BUNGE 1966, CHORLEY y HAGGETT 1967, SCHAEFER 1980), la historia (CARDOSO 1982, TOPOLSKY 1992) o la antropologia (HARRIS 19852, b; LLOBERA 1975). 1. Universitat Autonoma de Barcelona, Este texto contindia la linea de procurar materiales para la discusién iniciada por el artculo tlulado “Teoria arqueclégia I. Los enfoguestradicionales las arqueologias evohicionisias e hist6rico-culturales” (Revista aArqueologia de Ponent, 7, pp. 107-128). El presente wabajo, al faal que el anterior, integra algunos elementos procedentes de diversas publicaciones de V. Lull y R. Mic6, y se estructura de manera andloga a aquel 6 Desde posicionamientos positiv extendidos, se asiste a una critica del cardcter idiosinerasico de las humanidades y de la subjetividad que las caracteriza. En lugar de esto, se alirma la necesidad de generar conocimientos objetivos valida- dos por la realidad empfrica y no por la riqueza Tetérica, los atributos estéticos o el oportunismo estratégico en el contexto social 0 politico de la investigacién. De cara a la obtencién de tales cono- cimientos se exige el ajuste de los métodos de investigaci6n de cada disciplina particular al proceder. hipotético-deductivo, considerado por el positivismo como un modelo correcto de funcionamiento de la ciencia. El énfasis en el rigor metodolégico garantiza la superioridad del conocimiento cientifico respecto a otros saberes que enuncian caracterfsticas del mundo baséndose en la revelaci6n (religion, mitologia), la costumbre (opinién), los prejuicios (ideologia) © la subjetividad libre (lilosofias idealistas-vitalistas, dis- cursos postico-literarios). Aunque se admite que estas teencias o experiencias pueden proporcionar sensa- ciones emocionales (placer, adio, goce estético, etc.) y vivenciales (adhesiones, idlentidades, segregaciones, tc.) auténticas y en modo alguno despreciables, se nigga su capacidad para formular conocimientos fiables sobre el mundo material. Este objetivo seria exclusive de la ciencia, En rigor, la aspiracin cientifista no constituye una pretension ajena a la propia arqueologia, cuyos/as profesionales mas influidos por el evolucionismo y el ‘materialismo hist6rico ya habjan sostenido la convie- cién de explicar la diversidad humana en términos de leyes sociales generales. Sin embargo, aparte de las posturas mas claramente comprometidas con la fun- dacién de una ciencia de las sociedades, emparentadas en mayor 0 menor medida con las grandes teorias sociolégicas del siglo x1x, la voluntad de calificar como cientifica la labor arqueologica ha constittido un lugar comiin entre sus practicantes, incluso entre quienes, desde una éptica histérico-cultural, han negado la posibilidad de establecer generalizaciones sobre los hechos humanos. En este sentido, investigadores/as tan Poco sospechosos/as de ser partidariosias de la New Archaeology como Almagro Basch (1985), Aribas (1981), Beltran (1988), Daniel (1977), Laming-Emperaire (1984), Nieto (1985) o Pericot y Maluquer (1969), por citar solo algunosias de entre los mas proximos a nuestra tradicién de estudios, han coincidido en otorgar el calificativo de “ciencia” a la investigacién prehistorica o a la arqueolégica en general, Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con los seguidores/as de la arqueologia cientifista anglosajona, desde Ios enfoques tradicionales no se defendia el derecho a merecer el estatuto cientifico como conse- cuencia de un compromiso explicito con una determi- nada metodologia derivada de una reflexién tedrico- epistemologica profunda sobre la actividad cientifica. Antes bien, para la aproximacién histérico-cultural la arqueologia debfa su caricter cientifico al empleo de \écnicas analiticas importadas desde diferentes ramas consolidadas de las ciencias naturales, como el método estratigrifico de la geologia, la identificacién de géneros y especies de la zoologia y la boténica, la reconstruccién climatiea y ambiental de la ecologia, 62 y el andlisis de la composicién, propiedades y crono- logia de los materiales de la fisica y la quimica. En esta argumentacién estriba la principal diferencia respecto a las perspectivas arqueolégicas mas recien- tes. Asi, mientras que las arqueologias tradicionales acudéan al campo técnico-instrumental para hacerse acreedoras de cientificidad, las nuevas propuestas arqueol6gicas anglosajonas actualmente delinidas como procesuales enfatizaron la importancia de debatir y explicitar la estructura formal del razonamiento y de someter las actuaciones empiricas (trabajos de campo y de laboratorio) a las exigencias de hipstesis y teorias rigurosamente formuladas. Esta discrepancia abrié un amplio debate en el que, mds alli de reclamar uno u otro calificativo a la labor arqueolégica, subyacian fuertes diferencias de orden ontoldgico y metodolégico, A juicio de los defensoresias de las nuevas arqueo- ogias cientifistas, la prictica arqueolégica tradicional se sittia sin duda en el campo de las “ciencias” humanas de orientacién interpretativa, historicista e ideogrsfica, las cuales constituyen el polo opuesto, por método y por objetivos, de las ciencias naturales, generalizadoras Y nomotéticas. Las primeras reposan en la intuicién subjetiva, mientras que las segundas estarian guiadas por el principio de demostracién. Normalmente, la distancia entre ambas se plantea de tal modo que sélo las naturales se ajustarian al modelo cientifico, que- dando las disciplinas del “espiritu” subsumidas bajo el ambiguo epigrafe de *humanidades”. El proyecto de crear una arqueologia cientifica segéin los pardimetros del neopositivismo (BINFORD y BINFORD. 1968; CLARKE 1968; FRITZ y PLOG 1970; WATSON er al 1974) intent6 incorporar Ia disciplina al grupo de las ciencias naturales. La pretensién se fundaba en la extensién del principio de unicidad de a ciencia para abordar cualquier dimension del mundo y, como tal, el comportamiento humano. Para Ilevar a cabo esta reorientacién, se tomaron como modelo las formula- clones de filésofos de la ciencia como C. Hempel (1979) y K. Popper (1967), entre otras, Frente al “inductivismo ingemno”? que se suponfa caracteristico de la “arqueo- logia tradicional’, la estructura formal de la nueva arqueologia deberfa articular las siguientes operacio- 1. Formulacién explicita de hipétesis sobre segmen. tos o propiedades de la realidad. 2, Derivacién de implicaciones contrastadoras en el mundo real 3. Contrastacién de estas implicaciones mediante la aplicacion de metodologias instrumentales de cardcter interdisciplinar. 4. Formulacién de leyes a la luz de hipstesis verificadas que permitan explicar nuevas manifestacio- hes de la realidad (prediccién). Los hechos arqueolégicos no se manifestarfan de forma transparente a los ojos de investigadoresias libres de prejuicios, como propugnarfa el inductivismo extremo compartido por importantes sectores de la 2. Para un resumen claro de las caracterfsticas del “inductivismo ingenuo", asi como de las duras eriticas que ha recibido, véase Chalmers (1986: 11-24). Para na evaluacion critica de la en ‘casiones ficticia oposicidn entre inductivismo y deductivismo, vase Castro, Lull y Micd (1993), profesién, sino que su seleccion y andlisis se produce a la luz de hipétesis y teorias. En otras palabras, el conocimiento de la realidad del pasado no se destila de la mera acumulacién de datos, sino de una seleccién consciente en funeién de un programa de partida, En este sentido, la explicitacion de todas las operaciones seguidas en la investigacién, desde la produecién y seleccién de los datos hasta las claves de inferencia y la propuesta de explicaciones, se revela crucial en la nueva concepcién disciplinar. Tan sélo de esta ‘manera seria posible garantizar las minimas condicio- nes de repetibilidad y comunicabilidad entre la comu- nidad cientifica, indispensables para el progreso de los conocimientos. En este sentido, el ideal consistrt utilizar un lenguaje inequivoco, conciso y " ajeno a las ambigtiedades re pretativo tradicional, Se reafirma la conviceién de que Ja forma literaria narrativa en que éste se expresa, dada sut proximidad con otros discursos “subjetivos” o de ficcién, no permite obtener representaciones reales! la verdad debe representarse en enunciados “literales” y no “literarios” (H. WHITE 1992; 66). Por ello, la l6gica y el formalismo matematico se consideran los instru ‘mentos més adecuados para la expresién de hipétesis y resultados. Formalizacién y cuantificacién constitu- yen los medios a través de los cuales puede tener ugar ia comunicacién de forma transparente, objetiva y neutral; es decir, eliminando al maximo el sesgo subjetivo introducido por el lenguaje cotidiano 0 la jerga especifica sancionada por el uso. La aspiracién cientifista expresada pricticamente al unisono en los EE.UU. y el Reino Unido fue acompa- jada, especialmente en el primero de estos paises (BINFORD 1962), de una sinonimizaci6n entre los objetivos de la arqueologia y los de la antropologia, “La arqueologia 0 es antropologia 0 no es nada’ (WILLEY y PHILLIPS 1958) 0 “Arqueologia como antropologia” (BINFORD 1962) se entienden en fun- cién de dos aspectos confluyentes. En parte, porque cen los BE.UU, se observaba una clara continuidad en el objeto de estudio, entre las sociedades cuyos restos materiales se documentaban arqueolégicamente y las sociedades indigenas supervivientes de la agresion blanca, arrinconadas en reservas y estudiadas por la antropologfa, Ello justificaba que el estudio de ambas realidades fuera abordado desde una tinica disciplina, la antropologia, La arqueologia se concebfa como una rama especializada de la antropologia que se distinguia de ésta por la metodologia de andlisis, pero no por los objetivos finales de la investigaci6n, De hecho, en las tuniversidades norteamericanas. la arqueologia era impartida como una especialidad de la carrera de antropologfa, En segundo lugar, con la denominacién “antropo- Jogia” se aludia al viejo proyecto de crear una “ciencia integral del hombre” que abarcase todos los campos de indagacién que tuviesen al ser humano como objeto, desde la medicina hasta la historia. En este contexto, se entiende la recuperacién del evolucionismo decimonénico por parte de influyentes antropélogos ‘como L. White, J. Steward, E, Service, M. Fried 0 M. Harris, comprometidos con la empresa de fundar tuna ciencia social basada en la formulacién de generalizaciones a partir de regularidades observadas, en el comportamiento humano. De esta forma, se retomaba la esperanza de construir una ciencia de la evoluicién humana en paralelo a la ya existente en torno a las leyes sobre la evolucién biolégica de las especies; es decir, una ciencia que explicase los fenémenos en referencia a una jerarguia de conexiones causales de indole material. Portal motivo, la antropologfa neoevol- cionista y, como veremos, la arqueologia procesual, prestaron una especial atencién a los determinantes de tipo ecoldgico, tecnolégico, energético 0 demogré- fico a la hora de dar cuenta de la forma y desarrollo de a evolucién social y politica En Europa la situacién ha sido distinta, La antro- pologia restringi su objeto al estudio de los “modernos primitivos", mientras que la historia y Ia arqueologia se repartian el estudio del pasado humano. En Cualquier caso, aungue la identificaci6n entre antro- pologia y arqueologia no fue tan manifiesta como en los EE.UU., las arqueologias procesuiales europeas ‘compartieron el universalismo de aqueélla y se sirvieron de sus descripciones etnograficas y de sus categorias analiticas e interpretativas para dar luz a los vestigios de las comunidades prehistoricas. Asf pues, la relacion entre la antropologia cultural 6 social y la investigacién prehistorica puede carac- terizarse como un fenémeno fundamentalmente anglo- saj6n que, tan sdlo en las dos iiltimas décadas, se ha difundido con intensidad variable a otros ambitos académicos. Efectivamente, con el auge de la arqueo- logia procesual y su eco amplificado por los influyentes canales de comunicacién de lengua inglesa, empez6 a plantearse en otras latitudes la discusién sobre las relaciones entre antropologia y prehistoria. Pese a ello, la incidencia de esta cuestién no ha afectado decisiva ni homogéneamente la caracterizacién diseiplinar de "muchos pafses europeos, en los cuales se ha mantenido el peso de diferentes escuielas de pensamiento histérico implantadas con anterioridad (arqueologia histérico- cultural, materialismo historieo). Tan sélo de forma excepcional algunos departamentos universitarios de- sarrollaron de forma auténoma propuestas para incluir los estudios prehistéricos en el orden conceptual y epistemol6gico de la antropologia cultural (ALCINA 1989). En el presente trabajo plantearemos una caracte- rizacién general de las nuevas perspectivas cientifistas, de acuerdlo con el esquema expositivo y argumentative seguido en una publicacién anterior (LULL y MICO 1997). Asi, en primer lugar haremos hineapié en la definicidn del objeto de estudio arqueol6gico por parte de la arqueologia procesual (cuestiones de ontologéa). A continuiacién, abordaremos los mecanismos median- te los cuales se genera el conocimiento arqueolégico 3. No obstante, la aspiracién universalista de Ia antropologsa viene acentuéndose en los ttimos afios, El retomo al estudio de la umanidad sin distineién de época, lugar o condicién ha implicado una aproximacién o, incluso, un solapamiento de la investigacion antropologica respecto a las llevadas a cabo desde In sociologia, la historia contemporinea y ciertas ramas de La seografia, ls clencias polticas y la economia, La competencia fnire estas disciplinas es cada vez mis ardua, aunque por el momento el método de aproximacion al objeto antropologica, Ta observaciin participante, parece poner a salvo la especificidad de la antropologia. 63 desde el citado enfoque (cuestiones de epistemologta) y, finalmente, trataremos cuestiones relativas ala Proyeccién social y politica de la arqueologia anglosajona de orientacién cientifista. Asimismo, va- loraremos los temas clave de cada uno de estos apartados en referencia a los planteamientos defendi- dos desde los enfoques arqueolégicos tradicionales (LULL y MICO 1997), 2, Cuestiones de ontologia: la nueva carga seméntica del concepto de cultura. La organizacién del registro arqueolégico en enti- dades culturales realizado a finales del siglo xix y principios del xx mareé una importante rupiura en la investigaci6n, Seguin la vision tradicional, las cult arquealégicas se identificaban por recurrencias de {ipos materiales demarcadas espacio-temporalmente Cada una de ellas pondria de maniliesto la vigencia de una tradici6n de ideas y comportamientos modelada histéricamente, Los elementos que la integraban po- dian tener un origen autéctono 0 bien deberse a factores externos transmitidos por difusién, La con guracién de cada cultura era fruto de trayectorias historicas particulares y dnicas. Ante esta situacién, la investigacidn arqueolégica s6lo podia aspirar a aproxi- marse hermenéuticamente a las formas de vida del pasado, a sabiendas de que, al menos en las so-ciedades ‘grafas, nunca sera posible aprehender completamente el universo simbslico e ideacional que dio cuerpo a a cultura. De tales planteamientos se deriva. la negacién a establecer generalizaciones interculturales, Jo cual se tradujo en posturas de abierto escepticismo ©, a lo sumo, de interpretacién restringida del registro arqueol6gico, En su articulo “Archaeology as anthropology”, a menudo considerado el manifiesto fundacional dela nueva corriente en los EE.UU,, L. R. Binford (1962) recogia los dos aspectos te6ricos que marcarén el posterior desarrollo de la arqueologia procesual: la asuncién como marco de referencia teorica y metodolégica del modelo cibernético de W. R. Ashby (1956) y de la teorfa de sistemas de L. von Bertalanfiy (1968), y la adopeién de las premisas explicativas de la ecologia cultural, avanzadas bésicamente en los trabajos de J. Steward (1955). Esta redefinicién te6 rico-metodolégica de la disciplina comporté inmedia- tamente la critica a la nocién de eultura astimida hasta entonces. La nueva concepeién, inspirada en la obra de L. White (1949, 1959), la define como el “modo extra-somitico de adaptaci6n del organismo humano”, n funcién de lo cual Ia cultura sera indicadora de un tema ecol6gico humano” (BINFORD 1962). Asi pues, la cultura se concibe de manera holistica como tun sistema integrado por subsistemas interdependientes, cuya dinémica conjunta puede ser expresada mediante modelos formales. El funcionamiento del sistema presupone la retroalimentacin (feedback) entre varios subsistemas. En una fecha tan temprana como 1962 Binford distingui6 entre los subsistemas tecnol6gico, social e ideotégico, aunque esta triple division puede detallarse_més_y desdoblarse en otros subsistemas (RENFREW 1972), La retroalimentaci6n o interaccién 64 entre subsistemas constituye una nocién clave que desplaza el concepto tradicional de “influencia cultu- ral” a la hora de desemperiar el papel de correa de transmisién entre el motor 0 motores causales ahora considerados (clima, poblacién, tecnologia) y la per cepeién de los nuevos estadlos del sistema (el cambio). Desde esta dptica, el sistema en movimiento define el proceso. Dicho funcionamiento no seria azaroso, sino que estaria sujeto a un limitado ntimero de relaciones causales susceptibles de ser enunciadas en leyes. Tal seria uno de los principales objetivos de la nueva arqueologia: la reconstruccién del proceso cultural a la luz de una teorfa explicativa. El funcionamiento e interaccién mutua entre subsis- temas se encaminaba invariablemente hacia el mismo fin: la reproduccién del todo social mediante una adaptacién satisfactoria al medio ecol6gico. El “cuerpo social” expresa metaféricamente una ontologia y un modelo de funcionamiento. Como totalidades orgini- cas, las sociedades o culturas persiguen el objetivo de su propia conservaci6n y reproduccién. La superviven- cia, en el sentido fisico de mantenimiento de las constantes vitales, se conceptualiza como la necesidad primigenia que impuls6 la fundacién de la vida en comtin (cl nacimiento de la sociedad); la actualidad permanente de esta necesidad, en tanto que imperativo instintivo-ontolégico del ser humano, impone la reno- vaci6n cotidiana del contrato social. Desde esta pers pectiva, se presupone una comunidad de valores que se traduce en una finalidad adaptativa de los compor tamientos individuales y sociales. EI equilibrio se concibe como el estado normal del sistema, mientras que la inestabilidad y el cambio constituyen situaciones excepcionales, Cualquier alte- racién del equilibrio, generalmente contemplada como de origen externo al propio sistema (ya sean los fac tores climaticos o la idea de una presién demogrilica tomada del pensamiento malthusiano en la formula- cién actualizada por Boserup, 1967), requiere inme- diatamente una regulaci6n entre los componentes del sistema (homeostasis-regulacién-feedback) con el ab- jetivo de restaurar la situacién inicial, Slo en los casos en que las alteraciones afecten de forma suficiente a uno o varios de los subsistemas basicos para la subsistencia (tecnologia), a la poblacién (demografia) al medio (variacién en la disponibilidad de recursos) pod producirse un cambio cualitativo en la totalidad (feedback positivo). Las relaciones sociales y politicas, asi como los aspectos ideacional-simbélicos quedan en un segundo plano: las primeras implementan solucio- nes diversas para la satislaccién de necesidades materiales; Ios segundos, reducen sti cometido al refuerzo de la identidad grupal oa la transmisién interna de informacién adaptativa.* En suma, a nivel abstracto, la cultura, un concepto que no es abandonado, se equipara con la nocién de sistema. El sistema en movimiento genera los procesos 4. La epistemologia del materilismo cultural, tal y como ha sido fexpuesta por M. Harris (1985a, b), constituye un modelo de funcionamiento y evolueién sociales, en el que algunas de sus Premisas bsicas (distineién entre infraestructuras.fisieas, estiucturss organizativas y-siperestructuras ideacionales, con niveles de determinacién diferentes en cada easo) han tenid una tran influencia en el pensamiento. procesual y,a su ver, las directrices que marcan el funcionamien- to de dicho sistema se importan desde la cibernética. Ahora bien, de qué manera esta mutacin conceptual afects a la caracterizacién y ordenacién de los mate- riales arqueol6gicos? Abordaremos esta cuestién desde tres puntos de vista, El primero de ellos hace referencia a la ampliaci6n y enriquecimiento de la base empirica, gracias a la potenciacién de mltiples clases de andlisis sobre los materiales arqueolégicos. Como consecuencia de la atencién dispensada a las variables ecolégicas tecnolégicas de los sistemas culturales, la arqueologia procesuial ha desarrollado de forma significativa la investigaci6n centrada en variables que, si bien no desconocidas, habjan recabado hasta entonces una atencién limitada. La lista es larga, aunque es posible discernir wes Iineas principales. Una de ellas, la lafonémica, parte de la consideracién de los yacimien- tos arquealégicos como productos actuales fruto de una cadena de ransformaciones postdeposicionales de diversa génesis. Esta linea se propone eliminar los efectos de la distorsién postdeposicional de cara a reconstituir el momento de la deposicion original para, de ahi, estar en condiciones de identificar patrones de conducta humana (SCHIFFER 1987). La atencién prestada a la descripcién y andlisis de la matriz sedimentaria de los yacimientos constituye una de las implicaciones mas importantes de esta preocupacién. La segunda de las grandes lineas de la investigacién, empirica se ha centrado en proporcionar datos rela- tivos a los subsistemas tecnologicos, ecoldgicos y demograticos, a la luz de la causalidad tecnoambiental propugnada desde las teorias antropol6gicas sobre la dinamica de las sociedades. De ahi la importancia cobrada por la recogida sistematica de restos vegetales y animales, y los numerosos intentos para determinar la gestién humana de los recursos orginicos. Este tipo de investigaciones fue iniciado desde planteamientos adicionales como el de G. Clark y vivieron una segunda juventud en los afos setenta con la llamada escuela paleoeconémica de Cambridge (HIGGS 1972, 1975). Lo mismo puede decirse de las investigaciones orientadas a la reconstruccién paleoecolégica, en funcién de las cuales comenzaron a proliferar andlisis sobre los componentes del espacio natural (geologia, geomorfologia, suclos, recursos hidricos, vegetacién clima), Por tiltimo, cabe sefialar también el desarrollo decidido de los métados de prospeccion de yacimien- tos, de los métodos radiométricos de datacién absoluta y, fundamentalmente, de los andlisis de composicién ‘elemental e isot6pica y de tecnologia de manufactura, entre otros (BROTHWELL y HIGGS 1973, HENDERSON 1989), aplicados sobre muestras extrai- das de los propios objetos arqueolégicos, El segundo de los aspectos relacionados con la actitud procesual hacia cl registro arqueolégico tiene que ver con lo que podriamos denominar una concep- cién funcional de los artefactos, Muchos de ellos, en tanto elementos tecnolégicos, posibilitaron la adapta cién de las sociedades a su medio ecolégico* o bien 5. La funcién adaptativa de la cultura material, en cuanto teenologia que asegira la supervivencia de una sociedad en un medio natural, habia sido enunciada tiempo atris por V. G. Childe (1984: 23, 44, 176; 1985: 33) y G. Clark (1980: 214-215), maximizaron la relacién coste/beneficio en términos materiales y energéticos que implicé su uso (incremen, to de la eficacia o de la rentabilidad). En este s cabe valorar positivamente el esfuerzo analit tado a determinar los trabajos implicados en la manufactura, asi como los usos coneretos a que fueron destinados. Sin embargo, ademas de considerar la vertiente de funcionalidad practica, es posible observar tuna segunda funcionalidad, esta vez abstracta, asigna- da a los objetos como parte integrante del sistema cultural en que fueron utilizados. Dicha funcionalidad absiracta responde a una clave social, en tanto que se asume que los artefactos fueron utilizados en el seno de uno u otro subsistema de cara al mantenimiento de Ia totalidad del sistema cultural, Ast, por ejemplo, tun monument funerario megalitico “coneilia® tensio- nes colectivas y/o afirma ciertos derechos del grupo gracias a su consideracién simbélica; las obras de irrigacién o los productos derivados (secondary prodticts) “intensifican’, “hacen mis eficaz” ylo “estabilizan” la produccién subsistencial; los objetos exdticos 0 excep- cionales. “simbolizan” el estatus de determinados individuos o grupos; los estilos cerdmicos “transmiten” informacién 0 contribuyen a crear identidad de grupo (CASTRO, LULL y MICO 1993: 13), Se trata, pues, de tun significado funcional asignado desde “fuera” de los objetos, concretamente desde la teorfa interpretativa Esta conchusién puede aplicarse ya a la division establecida por Binford (1962) entre items tecnomicos, sociotécnicos ¢ ideotéenicos. Los tecnémicos se defi- nen por poser una funcién tecnoldgica relacionada con la transformacién humana del medio sociotécnicos desempefian un papel de articula lo individual en grupos sociales coherentes, mientras, que los items ideotécnicos simbolizan las racionalizaciones ideolégicas dentro del sistema social, constituyendo el medio simbélico de endoculturacién. Resulta patente la correspondencia entre cada tuna de las tres clases de items y los tres subsistemas, tecno- logico, social € ideolégico que, a juicio de Binford, conformarfan el sistema social global. Ast pues, la definicién de los objetos materiales se halla cargada de una signilicacién extrinseca a los mismos, proce- dente de la teorfa de partida. Ello se prestaré a la confusién, ya que al no haber una teorfa puente que determine qué requisitos fisicos debe cumplit un objeto para que sea encuadrado en una u otra clase, la decisién de hacerlo recaerd en el criterio particular del investigador/a. Asi, por ejemplo, los principales problemas de cara a la aplicacién de este esquema surgieron a la hora de definir “contextos primarios” de uso 0 de discriminar entre lo sociotécnico y lo ideo- tecnico. Con este proceder se construye una tipologfa de funciones abstractas, en lugar de una de caracter empivico y morfolégico, tal y como era costumbre desde la arqueologfa histérico-cultural, Sin embargo, ello no supuso el abandono de las tipologias clasicas. Es cierto que la arqueologia procesual no ha conside- rado el ejercicio tipoldgico dentro de sus prioridades. Ahora bien, las seriaciones tipologicas tradicionales se heredaron, a lo sumo matizadas o afinadas mediante la aplicacion de criterios analitico-formales estadisti- cos (CLARKE 1968), y continuaron desempenando su. 65 Papel en la demarcacién de culturas, la definicién de cronologias y, en ciertos casos, la interpretacién social. Se produjo una variacién, eso si, en la menor utilizacion del examen tipol6gico-formal como medio para establecer relaciones de difusién, Para la arqueo- logia procesual no importa tanto sugerir paralelos formales entre objetos hallados a muchos kilémetros de distancia, circunstancia que constituirfa wadicional- mente una informacién crucial a la hora de wazar las vias de dilusion y su cronologia, sino que en cambio se sefiala que el uso de objetos aldctonos favorecié los intereses de la comunidad que los obtuvo. Asi pues, la relevancia de las “importaciones” reside en tanto habrian desempenado una funcién til para el manteni- miento de un sistema social considerado como entidad autéctona. La cuestién tipolégica nos ayuda a enlazar con un tercer tema, el que hace referencia a los criterios para la definicién material de las unidades de analisis con significado social, es decir, de los sistemas culturales, En la practica investigadora, la arqueologia procesual no lleg6 a cuestionarse radicalmente la delimitacién cronolégico-espacial establecida por la arqueolo- fa historico-cultural. ¢Qué supuso esta postura? De hecho, la asimilacion entre la definicisn de las culturas © periodos tradicionales con los nuevos sistemas socio- culturales. De este modo, la delimitacién procestial de los subsistemas se cfectué en el interior de los conjuntos empiricos que habian definido las culturas arqueolégicas tradicionales, a lo sumo enriquecidos, como ya hemos indicado, por un creciente volumen, de datos paleoeconémicos y paleoecolégicos. La propuesta mas novedosa para establecer la varia- bilidad del sistema cultural en su aspecto empirico procede del ambito académico briténico. Conforme a la orientacién ecolégica dominante, la. delimitacién espacial de la unidad de andlisis deberfa coineidir con la del “nicho ecol6gico” donde se desarroll6 un sistema cultural determinado, El desarrollo de esta primera variable para concretar una unidad de anélisis arqueo- légica dio lugar a lo que D. L. Clarke (1972) denomind “paradigma geogritico y ecolégico” que impulsé desde la década de los sesenta un notable auge de los estudios de tervitorio, El primer ejemplo del desarrollo de este “paradigma” lo proporciona el Site Catchment Analysis desarrollado principalmente por la escuela paleoeco- némica de Cambridge (HIGGS 1972, 1975). En otros, lugares, la investigacion arqueoccol6gica abandons la primigenia unidad de andlisis restringida al asenta- Iiento y su tetvitorio de explotacién inmediata, para tomar en consideracién un marco conceptual que con- templa la interaccién dialéctica de los grupos humanos cen el paisaje concebida de una forma amplia (BUTZER 1982). Con todo, las dnicas novedades destacables proce- dieron de la formalizacién y cuantificacién de los elementos materiales definidores de las culturas. En este sentido, la aportacién de Clarke con st Analytical Archaeology constituyé la formulacién més elaborada de cara ala sistematizacion de la evidencia arqueo- logica. Clarke mantuvo las categorias analiticas ya propuestas por Childe (cultura, tipo, atributo) y las reformulé de modo que resultaran adaptables al concepto de sistema cultural, En primer lugar, aplicé 66 la nocién de “grupo politético” *a la unidad de andlisis, en contraposicién a la concepcién de cultura arqueo- lgica como grupo monotético asumida anteriormente, En la propuesta de Clarke, el “artelacto-tipo” venta a sustituir al antiguo “fésil-director”, si bien ciertas consideraciones matizan esta alirmacién. De entrada, Ja concepeion de la unidad de anilisis como grupo politético invalidaba la asuncién previa de que un sélo ftem 0 atributo de un ftem puede considerarse como distintive de todo un grupo de materiales asociados. Segtin Clarke, la correlacién estadistica de diversos artelactos-tipo concebidos de igual manera en cuanto a sus atributos, demarcaria la especificidad de un conjunto cultural. El propio autor manifesté que st propuesta estribaba precisamente en definir los “tipos de artefactos unitarios" y, por extension, el resto de elementos conformadores de las unidades taxonémicas, “a partir de algo més que una base intuitiva arbitraria de discutible objetividad y una aplicacion de redu- cidisimo alcance, imprecisa ¢ insuficientemente defi- nida en términos de atributos’ (CLARKE 1984: 183). Sin embargo, este tipo de metodologfa arquealégica no resolvia la dicotomia evidenciada en los trabajos de Childe a la hora de ajustar la ordenacién de los datos, con las explicaciones sociohist6ricas, La alternativa de Clarke consistia en una propuesta taxonémica de los artefactos en la que se sustituye la demarcacion intuitiva de los rasgos materiales por su delimitacién a partir de umbrales definidos estadisticamente. En palabras del propio Clarke (1984: 143), la interpreta- cién de la variabilidad espacial y, sobre todo, temporal, segttia permaneciendo en el campo de la arbitrariedad. A modo de resumen de lo expuesto en este apartado, cabe sefialar que la arqueologia procesual asumié globalmente las entidades de agrupacién material preexistentes (tipos y culturas). Ello supuso en la priictica continuar fundando las condiciones de inte ligibilidad de la materialidad social a partir de relaciones entre unidades diseretas (objetos arqueols- tsicos), establecidas a nivel analogico-formal y en tér- minos de frecuencia (recurrencia). Se renuncié, en consecuencia, a establecer nuevas claves de agrupacién, y descripcién empfrica que fuesen mas coherentes con las exigencias tecno-ambientales de la teorfa explica- iva, Se introdujeron, no obstante, ciertos aspectos destacables. Uno de los mas relevantes vino dado por los esfuerzos puntuales para conseguir una forma- lizacién rigurosa y plural (politética) de los elementos ‘materiales que conformaban cada unidad de anélisis, objetivo que pretendia sentar sobre una base explicita Jas agrupaciones con frecuencia intuitivas del proceder tradicional Asimismo, aparte del ya aludido incremen- to en la riqueza de la base empirica debido a la incorporacién de datos econémicos y ecoldgicos, se tomé conciencia de la necesidad de tratar de eliminar él filtro postdeposicional en los yacimientos, con el fin de poder reconstruir los contextos primarios de uso 6 “Un grupo politético es un conjunto de entidades en el que cada entidad posee un gran numero de ls atributos comparridos yada atributo es eompartido por numerosas entidades mientras {que ninguno de ellos es a Ia ver sufciente y necesario para aasegurar su calidad de miembro del grupo (CLARKE 1984: 31), de los objetos, es decir, contextos en que fuese posible observar espacialmente agrupaciones de objetos que revelasen la conducta de las sociedades que los uti lizaron, La iiltima de las novedades més importantes consistié en la atribucién de significados funciona: les a los objetos, conforme a criterios derivados de la teorfa de sistemas y de la ecologia humana. 3. Cuestiones de epistemologia: contrastacién, inferencia, interpretacién Para la arqueologia procesual los restos arqueolé- gicos constituyen un universo lisico ordenado, proc! toy reflejo de las actividades humanas no azarosas que Jos generaron. A diferencia de la concepcién escéptica tradicional, se postula que el registro contiene datos relevantes correspondientes a todos los ambitos de la totalidad sociocultural, de modo que el «nico limite para su conocimiento es el establecido por nuestra propia capacidad de generar inferencias fables y explicaciones globales. gDe qué forma se accede al conocimiento de una sociedad del pasado? Tomando como referente el proceder hipotético-deductivo, el instrumento intelec- tual utilizado para acceder a dicha reconstrucci6n es el modelo explicativo. Un modelo contempla una serie de variables relevantes y establece el tipo de relaciones {que mantienen entre elas segtin las expectativas de una teoria general del comportamiento humano, por ejem- plo, la ecologia humana. Las relaciones propuestas se plantean en términos de hipotesis, a partir de las cuales se derivan determinadas expectativas de reconocimien- o empitico. La investigacion practica, en forma de trabajos de campo y andlisis de diverso tipo, sera k encargada de verificar el cumplimiento de tales expec- tativas. Los modelos enuncian los rasgos principales del funcionamiento y desarrollo de un sistema socio cultural dado, En su formulacién inicial, el modelo permite incluir planteamientos derivados de la induc- cién y de inferencias previas. Esta permisividad, en apariencia paradéjica dado el aparente rigor formal y las exigencias de explicitaci6n del método deductivo, se entiende porque lo verdaderamente relevante en éste consiste en a contrastacién empfrica del modelo teérico. Silos resultados empfricos cumplen las exigencias derivadas de éste, se supone una coinciden- cia entre la propuesta de conocimiento y los hechos acaecidos en el pasado. Se obtiene asf una contrastacién, positiva, con un sentido de verdad. En teorfa, la acumulacién de verdades, es decir, de modelos veri- ficados inspirados desde teorias generales, conducirfa a Ia elevacién en forma de ley de los axiomas que aquéllas establecen. En suma, la arqueologfa cientifista defiende la realidad de su objeto (realismo) y, por extension, la realidad de un tnico pasado que puede ser conocido aplicando procedimientos intelectuales adecuados. Se da por sentado que, a pesar de que la seleccién de informacién relevante constituye una empresa guiada por la teoria explicativa del investiga- dotia, éstefa conserva una actitud neutral respecto a la objetividad de los datos, En otras palabras, se seleccionan conscientemente segmentos del amplio mundo material, pero dicha selecci6n no los convierte en impresiones subjetivas EI problema crucial reside en Ia contrastaci6n, la prueba de fuego entre el modelo tedico y la materia lidad arqueolégica, ¢Como determinar que un con- junto de ideas en forma de modelo han sido verificadas (© no? gCémo pueden dar razén unos restos inanima- dos, unos materiales mudos y a menudo fragmentarios a una w otra abstraccién propuesta como hipdtesis? Como un medio esencialmente esttico como es el registro arqueolégico disponible en el presente de la investigacién puede contrastar una propuesta teérica {que trata de representar relaciones dinémicas entre grupos de individuos a lo largo del tiempo? L. R. Binford (1983a, b, 1988, 1989) ha sido uno de los investigadores que mas se han esforzado en dar respuesta satisfactoria a estos interrogantes, A tal fin, ha reiterado la conveniencia de desarrollar “teorfas de rango medio” (middle-range theories), cuya finalidad radicarfa en proporcionar métodos de inferencia fiables, como tinica via para tender un puente inequ ‘voco entre las propiedades del registro estatico actual y las caracterfsticas de un pasado dinamico. Un primer objetivo consistiria en desvelar los vin- culos causales que originaron la naturaleza y dispo- sicién de los elementos arqueol6gicos observables en la actualidad. Ello requiere, en primer lugar, eliminar el “ruido” posdeposicional, es decir, aquellos atributos, ‘© manifestaciones que no pertenecen a la realidad acontecida en el pasado (SCHIFFER 1987). Una vez, alcanzada esta meta, el verdadero problema se plan- tearfa al tratar de determinar la correspondencia entre determinadas disposiciones de materiales con respecto a determinados comportamientos humanos propues- tos inicialmente en un modelo te6rico. Esta labor no se antoja nada fécil, ya que las actividades humanas que gencraron Ios restos arqueol6gicos no son direc- tamente observables en la actualidad. De partida, tan sélo contamos con sus efectos en el plano material [Asi pues, ge6mo conocer los comportamientos origi- nales si se han desvanecido irremisiblemente? cqué solucién hay ante la imposibilidad de cambiar el sentido de la flecha del tiempo? La tinica posibilidad estriba en analizar la relacién entre el comportamiento humano y sus desechos a partir de situaciones vivas actuales. De ahi se comprende que la etnoarqueologia y de la arqucologia experimental hayan jugado un papel primordial en los intentos por formular las Citadas teorias de aleance medio (YELLEN 1977; BINFORD 1978). La investigacién y la experimenta- cién actualistas constituyen la tinica via que combina cel mundo de las actividades humanas y el mundo de los objetos en contextos de observacidn controlados por el investigadorla, La observacion actualista se centrarfa en determinadas conductas observables y procederia a definir sus causas inmediatas y a iden- tificar sus huellas o sintomas materiales inequivocos, de forma que pudiese garantizarse la derivacién de inferencias conductuales seguras si tales huellas fuesen identificadas en el registro arqueoléico. Las teorias de alcance medio deben cumplir un requisito basico: ser independientes de las teorfas generales propuestas para explicar el pasado, con el fin de evitar que la investigacién arqueologica sélo 67 “vea” Io que quiere “ver”. Un ejemplo claro de teoria de aleance medio es el proporcionado por los métodos isot6picos de datacién absoluta, como el Carbono 14. Este se basa en leyes fisico-quimicas que tigen la producci6n, asimilacién y desintegracion del C14, Tales leyes son independientes de la gestion humana de la materia que contiene dicho is6topo y, a la vez, permiten situar inequivocamente en una escala cronol6gica absoluta las manilestaciones materiales del pasado. Segtin el proyecto binfordiano, la construc cién de un cuerpo de teorias de alcance medio proporcionarfa una base metodolégica neutral median- te la cual evaluar la precision y validez de diferentes propuestas teéricas y, de este modo, hacer avanzar el conocimiento arquealégico, Ya hemos sefialado que la experimentaci6n arqueo- logica y la etnoarqueologia constituyen una fuente de informacién decisiva de cara al conocimiento de las propiedades fisicas de los objetos, por lo que resultan obligados en cualquier estudio que pretenda determi- nar la funcionalidad de los artefactos del pasado. Asimismo, proporcionan nuevas sugerencias a la hora de plantear hipétesis sobre posibles tipos de compor- famiento, Sin embargo, la propuesta de elaborar un conjunto de teorfas de aleance medio se ha visto sujeta importantes criticas fundamentadas en el unifor- mitarismo implcito en la base del trabajo arqueol6gico actualista. En este sentido, se ha argumentado que un mismo efecto, en nuestro caso una determinada configuracién de restos materiales, puede haber sido producido por causes (comportamientos. humaros) diferentes, Ast, aunque determinados patrones actuales de deposicién de elementos materiales puedan ser similares a otros documentados arqueologicamente, los comportamientos de los grupos humanos actuales responsables de dichos patrones pueden estar en fun- cién de factores muy diferentes a los existentes en el pasado. En tltima instancia, la tentativa de conoci- miento elaborada a partir de la observacién etnoat= queolégica depende en muchos casos dle analogias empiricas directas y, como tales, siempre abiertas al contragjemplo, porque se basan en un suptesto inductivo, a saber, Ia constatacién reiterada de que cuando A aparece, B aparece también Sin embargo, pese a las objeciones recibidas, Binford ha planteado de manera correcta el. gran problema que debe afrontar la arqueologia como sistema de conocimiento. Indudablemente, sino somos capaces de idear una metodologia que vincule el registro empirico con la teoria explicativa, no saldre- mos nunca de los debates basados, en el fondo, en diferencias de opinién sobre cémo creemos que funciona y funcioné el mundo, Sin embargo, a diferencia de lo que plantea Binford, la primera teorfa de alcance medio que seria preciso elaborar deberfa tener como objetivo cualificar el mundo de los objetos arqueolégicos y de sus disposiciones espaciales, inde- pendientemente del tiempo y del lugar de aparicién y, asimismo, independientemente de las premisas de la teorfa explicativa. Esta teorfa de alcance medio Pondria a los objetos, sin necesidad de recurrir a referentes comparativos concretos, en ser explicados desde una teoria, La quiebra en el esquema binfordiano consiste en que dicha cualifica 68. cién adopta acriticamente las categorias del lenguaje observacional arqueolégico al uso (tipos, industrias, restos de fauna, etc.) 0 bien se sirve de criterios procedentes de la teorfa explicativa general (Ios tems twcnémicos, sociotécnicos, ideotécnicos, en cuanto asociados a los respectivos subsistemas tecnolégico, social ¢ ideolégico). Al obrar asi, Ia significacién de los objetos arqueolégicos se establece a partir del significado actual de los objetos actuales, por lo que nunca saldremos de las expectativas de nuestro pre- sente. La tinica referencia es entonces nuestra decision de dar significado, De ahf que sdlo quepa esperar que dicha referencia sea compartida por quienes comulgan con los criterios de significacién de uno mismo. En suma, aunque discrepamos de la manera en que la arqueologia binfordiana ha puesto en prictica la solucién para salvar el abismo entre pasado y presente, y entre discurso teérico y realidad empirica, es indudable que posee el valor de haber planteado y afrontado de forma inédita ambas problematicas que, a nuestro juicio, constituyen el principal escollo a la hora de elaborar un sistema de conocimiento del pasado humano, 3.1. La arqueologia: una ciencia de las sociedades? La aspiraci6n a una “arqueologia social” constituia uno de los puntos basicos de la arqueologia de aspiracion cientifista (RENFREW 1973a). Desde los nuevos puntos de vista, se critics fuertemente el cempirismo de las arqueologfas tradicionales y, sobre todo, su escepticismo respecto a la posibilidad de conocer los aspectos principales de la organizacién social y politica de las sociedades desaparecidas." Sobre esta cuesti6n, la arqueologia prehistorica tradi cional tan s6lo aleanz6 a identificar las figuras de “jefes’, “principes" o "reyes" mediante inferencias ana logicas sobre restos materiales emblematicos. La dinémica social se conceptualizaba en términos de difusién, aculturacién o influencia, término este tiltimo que, como afirmé Childe para satisfaccién del procesualismo posterior, no es mas que “una confesién de ignorancia que no puede ser clevada al rango de explicacién” (CHILDE 1929), En este sentido, para la arqueologia procesual la carencia de fuentes escritas para buena parte de las sociedades objeto de estudio de la arqueologia no debia suponer un obsticulo salvable para el éxito de esta empresa, como alegaban los/as profesionales tradicionales, puesto que el regis- tro empirico contiene informacién potencial sobre todas las esleras de la vida social (Iéase subsistemas del sistema social general). La clave de la soltcion 7. Una primera versiGn del testo incluido en este apartade fue avanzada en Castro, Lull y Mic6 (1993: 13-15). 8. Bs preciso puntualizar que ciertos investigadores, entre los ‘que destaca especialmente V. G. Chikle, propusieron sintesis globales y regionales en las ctiales Tos factores sociales. y econsmicos jugaron un protagonismo evidente, Otros, como G. Clark, expresaron también la necesidad de interpretar les datos arqueolégicos en clave socio-econdmica, Se trata, no obstante, de excepeiones a a norma de st tiempo, radica, como hemos comentado anteriormente, en articular la investigacién de manera que los objetos mudos y estaticos que se registran en la excavacién, revelen el dinamismo de las pautas de organizacién, y conducta desarrolladas en el pasado. A juicio de loslas partidarios/as de la aproximacién cientifista, el estrecho inductivismo tradicional constituye una estra~ tegia deficiente para alcanzar esta meta. La pretensi6n tradicional de “alcanzar las dimensiones sociales. y espirituales de los seres humanos” del pasado se contempla como un enunciado vacfo caracteristico de tun enfoque humanista y empitico-hermenéutico con nulas posibilidades de proporcionar conocimientos fiables. Tan sélo mediante programas de investigacién guiados por hip6tesis explicitas sobre la naturaleza de To social y con la ayuda de una metodologia rigurosa y objetiva de recogida de datos y de inferencia, “staremos en condiciones de acceder a este Ambito del pasado durante tanto tiempo ignorado. La antropologia ecolégico-funcional y el neoevo- lucionismo proporcionaron en la mayorfa de los casos, Ia materia prima de los modelos a partir de los cuales. otorgar significado social a los restos arqucolégicos. Se abordé el estudio de problematicas concretas, entre las que, por el interés suscitado, podriamos destacar el origen de la agricultura y el desarrollo de la jerar- quizacién social y la formacién del Estado (BINFORD 1988), Este ultimo es el tema “estrella” de la arqueo- logia procesual, sobre el que existe una abundantisima bibliografia.’ Su examen detenido revela los supuiestos de la ontologia social de esta “corriente”, Como ya hemos sefialado, todo cambio en la organizacién econémica, social o politica remite desde la perspectiva procesual a imperativos adaptativos materiales ineludibles. En el caso que nos ocupa, la instauracién de relaciones de desigualdad social cons- tituiria una respuesta social orientada a conseguir Ia superviviencia de los individuos que forman el grupo. Los términos de la alternativa que se plantearia a la sociedad son claros: 0 extincién 0 ineremento de la “complejidad” bajo la forma de jerarquizaciGn/estra- tificacién, Se supone que la propia sociedad, enfren: tada a la satisfaccién de sus necesidades subsistenciales Dasicas," se encarga de generar una serie de posiciones 9. Las teorfas sobre la desigualdad social y el origen del Estado son numerosas, Tema fundamental en el pensamiento moderne Cilusirado (Locke, Spinoza, Hobbes, Montesquieu, Rousseau), I siglo xr (Comte, Durkheim, Marg, Engels, Morgan, Spencer) tstablecié las tradiciones explcativas de las que son herederos Tos enfoques actuales. Aunque a lo largo de todo este pertodo siempre se ha mantenido vivo el interés por la cuestion, es Innegable gue desde los aos sesenta puede obsenvarse un ineremento considerable en el esfuerzo por refinar perspectivas teoricas y enrkquecer la base empirica referente al proceso 0 procesas que candicen a la estatalidad. No es este el lugar para xponer una sintesis de este conjunto de teorias ce Investigaciones Conerelas, y por ello nos remitimas a una serie de ttalos en los {que puede hallarse informacion espectfia y de conjunto sobre Todas ells (ADAMS. 1966, CARNEIRO 1970, CLAESSEN y SKALNIK 1978, CHILDE. 1936, COHEN y SERVICE. 1978, FLANNERY 1075, FRIED 1967, GALL y SAXE 1978, HAAS 1982, HARRIS 1985B, 1987, O'SHEA 1981, RATHIE 1971, REDMAN, 1978, SANDERS y WEBSTER 1978, SERVICE 1984, WITTFOGEL 1968, WRIGHT y JOHNSON 197% divectivas 0 gestoras (lideres) en aras del bien comtn, de concederles un estatuto especial y de marearto con atributos materiales distintivos, los llamados “objetos de prestigio” Cuando se afirma que Ia sociedad genera estas posiciones, queda sobreentendido que la sociedad en sut conjunto aprueba su creacién, pero no que siempre designe necesariamente a los individuos encargados de ‘ocuparlas mediante conductos institucionales (cargos) En este punto, tiene cabida el mareado individualismo de la teoria sociolégica liberal fuertemente influida por T. Parsons y de amplio eco en la investigacion procesual. Asi, si por un lado se considera al sistema social como una unidad capaz de tomar decisiones para su reproduccién, por otro lado también se Feconoce que el sujeto individual (aman agency) o el grupo doméstico (houselrold) son libres y soberanos de sus actos, el primero de los cuales consistié en dar conformidad a las normas que rigen la sociedad." Todo el mundo cuenta con las mismas oportunidades para realizar sus deseos. A partir de ahi, utiliza las facultades, habilidades y recursos a su alcance para, en competicién con otros individuos, maximizar sus objetives econémicos (homo oeconomicts), politicos (homo politicus) 0 cualquier otro que se suponga “natural” en nuestra especie. De este modo, el procestialismo identifica la satisfacet6n de los deseos individuales con el bien comtin, dando por sentado que el fin es correcto (la supervivencia de la sociedad por ‘medio de una adaptacién satisfactoria al medio) y que Jos medios para conseguirlo también lo son (compe- ticién entre individuos) Los nuevos lideres que ocupardn los puestos de gestion y decisién satisfacen una serie de requisitos: son individuos masculinos y suelen ser los mejor dotados en términos de inteligencia, habilidad o fuerza fisica. Ello les confiere prestigio social y politico que se expresa en correlatos materiales. Bebiendo directa mente de las fuentes del antropoligico, se alirma que en las sociedades més simples el big man encarna todas estas caracterfsticas y se constituye en el elemento dindmico, transformador del originario igualitarismo, que posibilita una jerarquizacién incipiente (SAHLINS 1963). En cambio, cen otras formas sociales mas evolucionadas, donde las posiciones de rango personales se transmiten hereditariamente, la competicién no se establece entre todos los integrantes de la sociedad. Intervienen emtonces los conceptos de “representatividad’” y “leg timidad”, en virtud de los cuales un individuo asume las aspiraciones colectivas delegadas en él libre y neoevolucionismo 10, La satisfaccién de tales necesidades requiere soluciones, diferentes en cada caso, que pasar a conceptualizarse como los ‘motores’ del cambio. Ast, septin las zonas y las épocas, factores como el comereio, la guerra, la necesidad de coordlinar o ampliar taleance de las abores agricola, la lucha contra la incertidambre fen la provisién anual de alimentos mediante el “almacenaje Sbelal'o la necesidad de regulaeién de los lujos de informacion Se encuentran a menudo en la base de las explicaciones sobre Tas evolucin de Ia, humanidad. Ii. Las teorias sociolégicas adoptadas por la_arqueotogia procesual presuponen que la vida social fue fundada mediante tin acuerdo 0 comunidad de intereses individuales, una premisa fque remite 4 la idea iusnaturalista de un eontrato socal 0 voluntariamente. Pasa entonces a constituirse elemento dinamizador de su grupo y de los que entran fen contacto con él gracias al mismo mecanismo que medié en la desigualdad originavia: la dindmica “competicién-interaccién’, esta ver mantenida entre lites por mecanismos de emulacién (la peer polity interaction y las economias de “bienes de prestigio") yo bien por guerra y conquista. La maleabilidad de 4a “sociologia de la competencia” permite su aplicacién tanto en un marco explicativo ecolégico-adaptacionista, como en el menos funcionalista que suipone la maximizacién de las necesidades y descos individuales © grupales como tendencia natural de la humanidad, A modo de sintesis preliminar, conviene retener de cara a la argumentacion que desarrollaremos a con- tinuacién que la perspectiva sociolégico-antropolégica adoptada por la arqueologia procesual considera que el mérito individual constituye una condicién para el beneficio comtin, y que ambas premisas subyacen en la conceptualizacién de los origenes de la desigualdad social, Asf pues, ciertos individuos destacados desem- pefian roles titiles de cara a la superviviencia social y, como consecuiencia de ello, pueden pasar a ocupar posiciones jerdirquicas de rango mas 0 menos institu cionalizadas, respecto a las cuales se supone una aprobacién colectiva (prestigio) y que son simbolizadas ‘mediante la ostentacion de determinados ftems de uso restringido (bienes de prestigio). Los conceptos subra- yados aqui (rol, rango, prestigio), asi como el mas amplio de estatts, que designa el conjunto de los roles sociales, sean 0 no de rango, desempeftados por un individuo, poseen como veremos una enorme impor- tancia a la hora de valorar los resultados cognos-citivos de la “arqueologia social” procesualista Es el momento de ocuparnos acerca de cémo las Investigaciones procesuales establecieron los mecanis- mos coneretos mediante los cuales la desigualdad social cobré carta de naturaleza. En otras palabras, resta por definir Jas causas concretas que propiciaron, la aparicién y el desarrollo de dicha desigualdad (el llamado “incremento de la complejidad social”), ast como las formas sociopoliticas conforme a las cuales ésta se expres6, Como comprobaremos a continuacién, la antropologia neoevolucionista va a jugar un papel decisivo en ello Resulta evidente que las sociedades se tranforman Y que su polimorfia es notable. Sin embargo, ¢se debe esta multiplicidad al azar de los eventos sociales, a la difusién aleatoria de rasgos, ala idiosinerasia cultural irreductible? La respuesta es negativa. Los/as defen- soresfas de una arqueologia cientifista comparten la creencia de que las sociedades funcionan y se trans- forman en respuesta a imperatives causales que la arqueologia esta en disposicién de conocer y formular en enunciados generales o, al menos, de representar en forma de modelos para evaluar sw grado de ajuste con las evidencias empiricas. De cualquier manera, desde esta perspectiva se asume que la evoluicién de la humanidad se ha regido por factores determinados y se ha llevado a cabo de manera ordenada, siguiendo tuna escala gradual de creciente complejidad orga- nizativa, jerarquia politica e intensificacién econémi- ca. La nueva arqueologia social ha hecho un amplio uso de las tipologias de evohucién social elaboradas 70 desde el necevolucionismo antropoligico (FRIED 1967; SERVICE. 1962, 1984),"" herederas de las elaboradas por L. MORGAN y E. TYLOR en la segunda mitad del siglo xx. En ellas se presenta el encadenamiento de una serie de tipos abstractos de organizaci6n social sociedades igualitarias, jerarquizadas, estratificadas y estatales en el caso de Fried, y segmentarias, jefaturas y civilizaciones en Service. La definicién de cada estadio o tipo evolutivo parte de considerar como prioritario el grado de centralidad politica y el reflejo institucional de este liderazgo. Ast, @ partir del material empirico proporcionado por diversos grupos documentados etnogréficamente en todo el mundo, se elaboré una gradacidn que se inicia en las posiciones situacionales de auttoridad propias de sociedades igualitarias hasta alcanzar las formas institucionalizadas del poder estatal, pasando por las, sociedades de grandes hombres y las jefaturas, A con- Ainuacién, a cada uno de los estadios de esta gradacion se incorporan los elementos econémicos, parentales ¢ ideolégicos que se asocian con mayor frecuencia a los criterios politicos de referencia. En consecuencia, cada estadio constituye un tipo ideal, sintesis de factores comunes observados en determinadas actividades humanas y, a la vez, en grupos distantes geogré- ficamente. Ello quiere decir que el contenido de cada estadio se define de manera inductiva y analégica. Este proceder estaba orientado a detectar regularidades interculturales, con la esperanza de llegar a formular algin tipo de relaciones causales universales que explicasen la aparente variabilidad de las culturas actuales y, por ende, que explicasen también los meca- nismos a partir de los cuales obré la evolucién social en tiempos pasados. Obviamente, con esta pretensidn el nevevolucionismo se oponia al programa del par- ticularismo cultural imperante en antropologia y arqueologia durante la primera mitad del siglo xx. En sintesis, la construccién de tipologias de evolu- cin social asume dos premisas basicas: (1) El camino que inicié la humanidad hace varios millones de afios ha implicado una evolucién social desde formas organizativas simples hacia otras cada vez mas “complejas” 0 con mayor grado de diferen- ciacién interna, siendo la sociedad occidental el exponente mas desarrollado de éstas, El unilinealismo que supone esta concepcién recibié numerosas eriticas desde el momento de su aplicacién en la antropologia de finales del siglo xx. Con el fin de salvar tales ‘objeciones, en los tiltimos tiempos se han propuesto diferentes soluciones que contemplan la multilinealidad 12, Sin lugar a dudas, los esquemas de Fried y Service han sido los ms ampliamente empleados en arqueologia. Conviene no olvidar su deucla con los trabajos precursores ce Steward (1985) ¥y White (1949, 1955), de quienes aquellos fueron disefpulos, En las diseusiones mantenidas entre éstos diltimos durante la década de los cineuenta se plantearon cuestiones tan relevantes posteriormente como et papel del cambio tecnoldgica en la evolucion humana y la diferenciacién entre evolueion unilineal y muitineal. Steward y White so consideran los protagonistas 4e la restauracin nomotética en la antropologta norteamericana en los afios cuarenta y cincuenta, asf come los “padres” de los enfoques materialistas (ecologia cultural, materialismo cultural) e tan amplio eco en tas disciplinas humanas de las dltimas Aécadas (vease HARRIS 1985a) en el desarrollo (SANDERS y WEBSTER 1978), asf ‘como la posibilidad de “involuciones’, crisis y colapsos (RENFREW 1979; Tainter 1988; YOFFEE y COWGILL 1991). (2) Las sociedades “primitivas” que la etnograffa ha documentado y estudiado constituyen “reliquias” 0, en todo caso, exponentes de formas de vida ya superadas por la civilizacién occidental (ALCINA 1989: 22-25). Siendo asi, su estudio nos permitiré conocer los condicionantes y procesos que han regido la evoluci6n general y, en particular, la del mundo occidental. El proceder consistente en utilizar la sincronta ajena para establecer la diacronia del pasado propio forma parte de las condiciones de posibilidad de las disciplinas sociales y puede retrotraerse como minimo al pensa- miento de la Edad Moderna europea. El aserto de que “en los tiempos primitivos todo el mundo era una especie de América” (LOCKE 1985: 49; véase también MEEK 1981) (la América que encontraron los conquis- tadores europeos) testimonia la creencia muy arraiga- da en occidente consistente en considerar que las formas de organizacién social diferentes, en particular si no son deseables o acordes con las expectativas de Jas clases dominantes del Primer Mundo, constituyen situaciones “superadas” por el desarrollo europeo 0 bien “desviadas” respecto a la linea de desarrollo de mayor éxito (la nuestra). Hemos senalado anteriormente que la investigacion cemprendida desde la antropologia neoevolucionista cobra sentido en el marco de Ia biisqueda de regula ridades empiricas en la conducta humana, con inde- pendencia del tiempo y del lugar en que se manifes- tasen, De ahi que el proyecto antropolégico neoevolucionista resultase atractivo para la arqueolo- fa, circunstancia que no debe ser de extrafar si tenemos en cuenta que la propia arqueologia “nacis” bajo el signo del evolucionismo decimonénico. De esta forma, muchos/as de los/as partidariosias de la arqueo- logfa procesual consideraron oportuno y necesatio tratar de identificar en el registro arqueolégico de un territorio aquellos elementos materiales que testimo- nniasen la existencia de algunos o todos los estadios de evolucién social definidos desde la antropologia. Se abrié entonces un amplio campo de investigaciones que, partiendo de manifestaciones o facetas especificas de Ia fenomenologia arqueolégica (como por ejemplo, las deposiciones funerarias, la organizacion del poblamiento, las formas de produccién de alimentos 6 la distribucién espacial de los objetos como reflejo de modalidades de intercambio de bienes), tenfa como objetivo definir los umbrales de complejidad social subyacentes en los restos materiales. Estas Iineas de investigacién permiten explicar la proliferacién de las especialidades profesionales tipicamente procesualistas (arqueologias de la muerte, espacial, econémica, medioambiental, etc.) ‘Sin embargo, la principal objecién que cabe plan- tear a este enfoque resulta similar a la que sefialamos, cn relacién al proyecto binfordiano de generar un cuerpo de teorfas de alcance medio: la seleccién de los, segmentos empiricos que deberian identificar inequi- vocamente uno u otro de los tipos sociales no obedece una teorfa previa sobre el valor de tales objetos y de su disposicién arqueolégica, sino que depende de asociaciones empiricas de rafz inductiva. Tales asocia- proporcionan tna impresién de cierta “familia- , muchas veces como consecuencia de la focalizacién de la investigacién en Areas determinadas. Asi, por ejemplo, se reconoce una sociedad estatal en el registro arqueolégico de una regi6n si algunos elementos materiales se hallan préximos por analogia formal o por inferencia de vecindad a los rasgos de las sociedades que en un momento dado han sido consideradas como los paradigmas de la estatalidad, basicamente las formas “pristinas” de Mesopotamia y Egipto, Esta postura empirico-analégica condena a la creacién infinita de nuevas casillas-estadio donde colocar los grupos analizados que no se ajustan a los criterios establecidos. Niega, por supuesto, Ia historia y la especificidad resultante de soluciones 0 conflictos inéditos, ya que proporciona la ilusién de pensar que se tienen “controladas” (conocidas) todas las posibi- lidades de la experiencia e inventiva humana en materia de organizacion social. Y no sélo eso, sino que incluso la propia inventiva estaria predicha: la sociedad de jefaturas desembocaré en un Estado, a menos, claro esti, que medie un colapso tipo catdstrofe ecolégica 6 guerra exterior; de ser asi tampoco importa, por debajo todavia tenemos las ya conocidas “tribus” y/o las “sociedades igualitarias/segmentarias’. Uno de los motivos del éxito de las tipologtas neoevoluicionistas en arqueologfa reside en que propor cionan un esquema de referencia que permite carac- terizar en clave social, econémica y politica los restos materiales del yacimiento o la region en estudio; en otras palabras, proporcionan esquemas analégicos de uso relativamente sencillo. Presentan posibilidades comparativas en sintonia con la actitud que nutre © informa todo el trabajo arqueol6gico, desde la iden- tificacién e interpretacién de los restos exhumados hasta las infereneias sobre el grupo que los produjo. La perspectiva neoevolucionista permite modelizar el proceso, es decir, el sistema cultural dinamico a su paso por diferentes estadios de cambio, El hecho de que cada uno de los estadios evolutives posea una definicién a la que se ajustan correlatos materiales y tecnolégicos identificables en el registro material, facilita y posibilita el procedimiento, Ademés, confiere a los restos materiales mudos las sugerentes y vividas imagenes sociales que describe Ia etnografia contem- pordnea, Entre todas estas categorias, posiblemente la “jefa~ tura” haya obtenido la mejor acogida en el estudio de la Prehistoria europea. Decenas de sociedades y cculturas desde el Neolitico hasta la conquista romana han sido clasificadas en dicho estadio. Tal vez su condicién de fase “puente” en el salto cualitativo que separa las sociedades igualitarias de las estratificadas yestatales haya contribuido decisivamente a su amplia utilizacién. Distinguir tinicamente entre igualitarismo yestatalidad supondria una polarizacién excesivamen- ie simplista que no se ajusta a la variabilidad de formas sociales constatadas etnografica y arqueolégicamente. Es este amplio espacio el que pretenden ocupar las jefaturas; es también el espacio de su fracaso, puesto que la adicion de una categoria mas no ha logrado el objetivo de aprehender la multiplicidad de los grupos humanos. La generaci6n de una tipologia adicional de a jefaturas (EARLE 1987; RENFREW 1973b) es sintoma de esta especie de “huida hacia adelante” inherente a toda actitud de investigacion que confunde conoci- miento con clasificacién, No todosias los arquedlogosias partidariosias de dotar a la arqueologia de una estructura cientifica se han mostrado a gusto con las definiciones sociales de a antropologia neoevolucionista, pero lo que resulta innegable es que la aplicacién de sus claves de interpretacion (bandas, sociedades jerarquizadas, jefa- turas, etc.) ha gozado de una acogida muy favorable, incluso entre quienes se apartan menos de una consideracién historico-cultural de la arqueologia. ¢E: qué ha consistido y qué ha supuesto este éxito? En pocas palabras, la Hamada “nueva anqueologia’” pasé pronto de la aspiracién a contrastar modelos cientificos para generar leyes universales dela cultura’? a la prdctica de ilustrar relatos antropolégicos. Y precisamente en dicha practica confundié su epi mologfa con la propia de las perspectivas hi culturales, Anteriormente, hemos mostrado cémo, en el plano ontol6gico, la arqueologia procesual asumié la ordenacién empfrica propuesta en las unidades de andlisis tradicionales (periodos, culturas) sin cuestio- narla rigurosamente. En lo que respecta al plano epistemolégico, en ausencia de un completo cuerpo de teorias de rango medio independientes de la teorfa sociolégica general, la nica via procesualisia para evar a cabo una “arqueologia social” ha consistido en interpretar los objetos del pasado de forma analégica, segtin claves de signifiacién sociopolitica establecidas desde un presente etnografico supuestamente conoci- do. Es precisamente sobre este punto desde donde parte nuestra tltima consideracién critica Al inicio de este apartado mostramos los plantea- ientos sociol6gicos subyacentes en la “arqueologta social” procesualista. En sintesis, ales planteamientos consideran al individuo como una entidad abstracta dotada de voluntad auténoma y como unidad basica del agregado social. El andlisis social, anclado en la accién individual, ¢s abordado mediante los conceptos, de rol, rango, prestigio y estatus. A su vez, dichos conceptos proporcionan los criterios clave a la hora de discernir grados de centralidad politica y liderazgo y, con ello, sientan las bases para establecer las tipologias de evolucién socio-politica. Ahora bien, ninguno de los cuatro conceptos citados, como tam- poco st articulacién conjunta o su derivacién en tipos sociales ideales, resultan explicativos. Su orientacion es descriptiva, es decir, ordenan segtin ciertos criterios la dimensién fenomenologica de las relaciones interindividuales designadas como politicas y, entre éstas, las especificamente vinculadas a las formas de liderazgo."" En consecuencia, el proyecto de una “arqueologia social” procesualista constituye, de he- cho, un intento de poner en prictica una “arqueologia 13. En este sentido, resulta emblemtico el relativamente femprano desmarque_protagonizado por K. Flannery (1973), respecto ala pretension nomatétien de la nueva, arqueolosi Recotdemos que este investizador fue precisamente uno de sus primeros impulsores 114. En relacion a este tema, puede consultars el aniliss critica de la dimension exclasivamente descriptiva del termina “estatus publicado en Lull y Pesza (1989). n politica” basicamente clasificatoria adénde nos conduce este proyecto? Fundamentalmente, obliga a la arqueologia a asu- ir que su objeto de conocimiento son las relaciones politicas, entendidas como el mbito privilegiado de las relaciones sociales. Por tanto, supone admitir una ‘causalidad de signo idealista e’individualista en la explicaci6n del devenir social, lo cual no es defendible ni desde una postura cientifica general ni desde las posibilidades de la arqueologia como disciplina espe- eifica, Basamos esta afirmacién en un razonamiento que considera las caracteristicas y los limites epistemol6gicos de la arqueologia. Para iniciar dicho Fazonamiento, situémonos en el punta de partida de tuna hipotética investigacién procesualista. El andlisis, de la materialidad arqueol6gica permite identificar funciones realizadas por agentes. sociales que, ast entendidas, podrfan ser equiparadas a la delinicién de roles. Al hacerlo, todavia no habriamos abandonado, el plano descriptive. El problema surgiria al abor- dar el plano inferencial implicado en mostrar la existencia 0 no de roles jerénquicos, es decir, de posiciones de rango. A tal fin, resultaria necesario, valorar comparativamente Ia materialidad asociada a cada rol. Sélo si se observan diferencias materiales entre roles dispondremos de base argumental para proponer la existencia de una posicién de rango. Por lo general, la presencia de una limitada cantidad de objetos singulares, ya sea por haber requerido un proceso de trabajo mas elaborado. ylo por estar fabricados en materias primas aldctonas, suele dar pie a considerarlos “items de prestigio” y a interpretarlos como indicadores de posieiones de rango. Este proceder indica, por un lado, una propuesta de iddentificacion de tales posiciones que, en si misma, es de tipo inferencial. Ahora bien, cqué elemento sustenta © permite “explicar” esta inferencia? La nocién de prestigio, Es aqui donde radica la quiebra episterol6gica en términos estrictamente arqueol6gicos, ya que el prestigio no es mostrable ni contrastable materialmente. EI prestigio es un concepto que allude a un consent miento colectivo de orden ideal-psicol6gico; el pre no es identificable materialmente, sino que es conferido ‘mental o subjetivamente."* Por tal razén, nunca podre- ‘mos confirmar si la presencia restringida de los “stems de prestigio" responde precisamente a una motivacién relacionada con el prestigio. Con otras palabras, el empleo de conceptos pretendidamente explicativos cuya iransitividad arqueolégica (material) es imposible revela una deficiencia epistemolégica; en este caso una limi- tacién al objetivo de conocer la sociedad que produjo la materialidad que hoy designamos como arqueol6gica. As{ pues, ni el concepto de prestigio (cuyo campo semantico es a menudo designado erréncamente con el término “estatus”), ni, evidentemente, la supuesta com- peticién emulativa © interaccién al que suele ser asociado, explican ni pueden explicar la produccién de los objetos ni tampoco su presencia diferencial en las tunidades arqueolégicas con sentido social (viviendas, necrépolis, poblados, ciudades, etc.) Qué acarrea y 15. En este sentido, el prestigio formaria parte de la dimensién emi tal y como ha sido definida por ka antropologia (HARRIS. 1985). 4. El papel social de la arqueologia. Filosofia de la ciencia y proyecto ilustrado La arqueologia_procesual ha sido caracterizada como un proyecto basicamente anglosajon y, en este sentido, vinculado a los intereses y expectativas de las clases capitalistas més poderosas del mundo. Sin embargo, aunque esta asociacién pueda ser genévica- mente correcta, tal vez conduzea a emitir juicios de valor excesivamente simplistas sobre toda la filosofia, implicita en las propuestas arqueol6gicas de aspiracién Cientifista. En el presente trabajo _consideraremos brevemente la cuestién del papel social de la arqueo- logfa, va que st tratamiento en extensidn resulta mas oportuno cuando emprendamos en otro lugar el Anilisis de las arqueologtas criticas “postprocesuales” © "postmodernas' Annuestro juicio, la cuestion de la proyeccién social de la arqueologia procesual deberfa enfocarse desde dos puntos de vista, En primer lugar, valorando la utilidad de su iniciativa como proyecto de conocimien- toy, en segundo, examinando el papel de las propues tas sustantivas sobre el funcionamiento y dindmica de las sociedades ‘Como proyecto de conocimiento, el programa procesual se alinea con la pretensién del pensamiento ilustrado. En éste, la reflexién racional encarnada en ta ciencia es depositaria de las esperanzas de progreso social, en cuanto supone la via para la mejora de las Condiciones de vida de las individuos. Por un lado, el desarrollo de la ciencia permitirfa el dominio tecno- logico de la sociedad sobre la naturaleza, lo cual posibilitaria la satisfaccién de las necesidades biol6- tticas basicas de los seres humanos. Por otro lado, el estudio cienttfico de los hechos sociales, es decir, los hechos de conviviencia entre individuos en el seno de colectividades, habria de contribuir a una mejora de la organizacién de las mismas, de forma que los individuos aleanzasen mayores cotas de libertad, igualdad y fratemnidad Gusticia social). En suma, la ciencia se considera un medio objetivo pata el cono- cimiento verdadero del funcionamiento social y un instrumento para la consecucién del bienestar social Hallar un procedimiento inequivoco para dirimir lo acertado 0 no de los enunciados realizados sobre el funcionamiento de cualquier manifestacion de la realidad resulta un objetivo deseable y, a la ver, insoslayable, Nuestra labor como intelectuales debe estar guiada por esta pretensi6n, que, acems, cons- tituye en rigor una de las metas principales de cara a justificar socialmente nuestra actividad. El riesgo que siempre acecha en las disciplinas sociales estriba en presentar versiones subjetivas bajo la pretensién de que ho lo son, es decir, de que son cientfficas, Tal riesgo solo puede ser conjuraco mediante la reflexién, la explicitacién y Ia discusién de nuestraspremisas ontolbgicas y epistemol6gicas. En este sentido, la arqueologia procesual obr6 correctamente al defender esta necesidad y al denunciar los procedimientos subjetivos, impresionistas 0 personalistas de las préc- ticas tradicionales, Ouienes desde estas ditimas posi- ciones respondieron tachando de “elucubraciones te6- ricas” a las cuestiones planteadas por el debate sobre €l estatuto cientifico de la arqueologfa delataron que su propia labor era inconsciente, si no socialmente invesponsable. No obstante, si bien aprobamos lo conveniente del planteamiento del debate procesual sobre lacientificidad en arqueologia, no podemos por menos que lamentar que sus Iineas de investigacion mas prometedoras no hayan tenido la continuidad que merecen. La lucide7, que subyace en la propuesta binfordiana sobre la necesidad de elaborar teor‘as puente entre entinciados y realidades, 0 bien el rigor explicito de la arqueologia analitica de Clarke anunciaron caminos de investiga- Cidn que (todavia) no han sido explorados satisfacto- riamente. En su lugar, los estudios emparentados con Ja arqueologia procestial de estas tres itimas décadas han ido equiparindose en procedimiento a la larga tradici6n empirista e historico-cultural de la disciplina, Las novedades detectables son mas de tono que de naturaleza, De este modo, los restos arqueolégicos han dejado de ser interpretados a Ia luz de la difusion cultural para pasar a ser entendidos como las mani- festaciones de sistemas y procesos autéctonos recono- ciddos desde el discurso antropol6gico neoevolucionista Desde esta base, estamos en mejores condiciones para valorar el papel sociopolitico de las propuestas sustantivas sobre el pasado elaboradas desde la arqueo- logia procestal. Como hemos mostrado al examinar las caracteristicas de la arqueologia social (apartado 3.1), las interpretaciones procesuales sobre el funcio- hamiento y dindmica de las sociedades se basan en las siguientes premisas: (1) la organizacion sociopolitica responde a imperatives causales radicados en la interaccién medio-tecnologia-demogralfa; (2) dadas tunas determinadas condiciones tecno-demogrifico- ambientales, la organizacién social refleja un consenso uunitatio de voluntades y (3) dadas ciertas condiciones tecno-demogrifico-ambientales, el individuo, competi- dor y al tiempo funcionalmente competente, actiia como vertebrador de la organizacién sociopolitica. Probablemente no sea casual que tales premisas, acordes con las doctrinas del liberalismo burgués, hayan sido ampliamente aceptadas y financiadas desde las instituciones piiblicas y privadas de algunos de los paises capitalistas mas ricos del mundo, Dada esta fundada sospecha, resultarfa facil denunciar el papel de la arqueologia como cémplice en la legitimacion de las estrategias de explotacién y alienacién desarrolla- das desde estos paises. Desde el punto de vista de la lucha politica, esta denuncia es pertinente y debe pasar por denunciar la falacia que supone considerar al individuo maximizador abstracto como protagonista de la historia, por mostrar los fundamentos reales de las claves interpretativas procesusles y también por desocultar aquellos ambitos de la producci6n de la vida ial negados desde dichas claves. No obstante, si adems de ello deseamos fundar nuestra erftica no sélo defendiendo una ética y una politica contrarias a las manifestadas por las teorfas Iiberales, sino desde un programa de conocimiento que permita desechar sobre una base cientifica las versiones emanadas desde estas teorias, entonces

También podría gustarte