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EL CATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL CONFLICTO ENTRE LA IGLESIA Y EL ESTADO EN EL. SIGLO XX; NEOLIBERALISMO Y NEOINTRANSIGENCIA CATOLICA ROBERTO J. BLANCARTE™ INTRODUCCION [se POLITICA social ha sido, en la época moderna, el punto mayor de debate y de conflicto entre el Estado y a Iglesia cat6lica, particularmente allf donde ésta es mayo- itaria o en los paises donde ejerce una cierta influencia en os asuntos ptiblicos. Ciertamente, ha habido muchos otros Spicos que en los dos tiltimos siglos han sido motivo de livergencias entre ambas instituciones; la educacién, por jemplo, fue durante mucho tiempo un punto Algido de es- as relaciones, sobre todo hacia finales del siglo XIX. En la Itima década de la presente centuria, la Santa Sede ha in- istido en otros temas que considera también de vital im- ortancia, en particular aquellos relacionados con la amilia y el «derecho a la vida». De cualquier manera, se uede afirmar que, desde la Revolucién francesa hasta la aida del Muro de Berlin e incluso después, una fuente onstante de divergencias entre el Estado y la Iglesia caté- caes la politica social. El Colegio de México. ROBERTO J. BLANCARTE El fenémeno anterior no es un sindrome especifico del pasado ni concierne exclusivamente a los Estados mis lai- cos 0 secularizados. De hecho, constituye en cierta medida el punto de friccién mds importante (y en algunos casos el \inico) entre la Santa Sede y algunos gobiernos de pafses «catélicos», por ejemplo de América latina. En ese sen do, el modelo econémico que se ha aplicado en los Ultimos ailos en esta regién y que se ha catalogado como «neolibe- ralismo» se ha convertido en el blanco de los ataques de la jerarqufa catélica y en el tema central de las divergencias con el Estado. En este debate, el «neoliberalismo» se ha convertido en la «bestia negra» de la Iglesia cat6lica de fin de siglo, la cual reafirma asf con este nuevo blanco de ataques su tra- dicional rivalidad con la modernidad y sus expresiones so- ciales, particularmente con el liberalismo y ahora el neoliberalismo, el cual es visto como una prolongacién del primero, con aplicaciones y efectos nocivos en el area de la economia y de la justicia social. Habria que considerar, sin embargo, hasta qué punto en esta critica del neolibera- lismo hay realmente elementos originales y novedosos del catolicismo social o no representa mas que una reformula- cién de la vieja condena hacia el sistema en el siglo XIX. En todo caso, en el conflicto secular de la Iglesia caté- lica y el Estado mexicano, el ataque al neoliberalismo apa- rece como la tiltima expresién de una condena ancestral, pero que se inserta en los albores del tercer milenio, en un nuevo contexto social y politico, diverso del de los inicios del siglo XX y donde se esta redefiniendo el rumbo del pais. EL CATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL... 1. LA INTEGRAL-INTRANSIGENCIA Y LOS REFLEJOS DEL PASADO 1. Globalizacion y neoliberalisma La critica catélica al neoliberalismo se enmarca en una tra- dicional desconfianza al mundo capitalista y a los efectos de la creciente globalizacién, Sin embargo, contrariamente a lo que se podria pensar, el ataque al neoliberalismo no tiene sus origenes en el Vaticano, sino mds bien en la pro- pia regién latinoamericana. De hecho, el Papa no utiliza dicho término sino hasta fecha muy reciente, en su visita a Cuba, en enero de 1998. Hasta entonces, en términos gene- rales la Santa Sede preferfa hacer referencia al término de globalizaci6n y no es sino hasta documentos muy recien- tes, a finales de la tilima década del siglo, que el Papa ha hecho referencia al «llamado» neoliberalismo. En esa oca- sién, sin embargo, Juan Pablo II no sefialé al neoliberalis- mo en cuanto sistema econémico nacional, sino como sistema internacional que afecta a los paises mds pobres. Después de condenar al Estado ateo o secularista, en su es- tilo tradicional de equilibrar sus argumentos, el Papa afir- m6 que, por otro lado, estaba resurgiendo en varios lugares «una forma de neoliberalismo capitalista que subordina la Persona humana y condiciona el desarrollo de los pueblos a las fuerzas ciegas del mercado, gravando desde sus cen- tros de poder a los paises menos favorecidos con cargas in- soportables»,' Juan Pablo II tenfa de esta manera un gesto de acerca- miento con el régimen cubano, al solidarizarse en su criti- Juan Pablo II, Homilfa durante la Cancelebracién Eucaristica en Ja Plaza José Marti de La Habana; «Les traigo el Evangelio de Cristo: no es una ideologia politica ni un sistema cconémico. Es un camino de paz, justicia y libertad», La Habana, 25.de enero de 1998. ROBERTO J. BLANCARTE ca al neoliberalismo, en tanto que sistema econémico in- ternacional, pues ciertamente no se referfa a la situacién interna de la isla. Es necesario destacar, sin embargo, que esta referencia del Papa al neoliberalismo es mas bien inusitada, ya que Juan Pablo Il, a pesar de su abierta condena a ciertas formas del capitalismo, no acostumbra utilizar este término en sus documentos. Es mas bien en otros lugares y con otros ac- tores, donde la nocién ha tenido fortuna y se ha expandido. Fue en la TV Conferencia General del Episcopado Lati- noamericano, que tuvo lugar en Santo Domingo, en octu- bre de 1992, que los obispos de la regién elaboraron un documento en el cual hacen referencia en tres ocasiones al neoliberalismo. En el contexto de la situacién social en la regi6n, los obispos afirmaron: EI creciente empobrecimiento en el que estéin sumidos millo- nes de hermanos nuestros hasta llegar a intolerables extremos de miseria es el mas devastador y humillante flagelo que vive América Latina... Las estadisticas muestran con elocuencia que en la i do tanto en mimeros absolutos como en relatives. ‘a década las situaciones de pobreza han creci- La politica de corte neoliberal que predomina hoy en América Latina y el Caribe profundiza atin mas las consecuencias negativas de es- tos mecanismos, Al desregular indiscriminadamente el merca- do, eliminarse partes importantes de la legislacién laboral y despedirse trabajadores, al reducirse los gastos sociales que protegian a las familias de los trabajadores, se han ahondado mids las distancias de la sociedad,” Celam. Nueva evangetizacién; Pramacién humana; Cultura cristia- na. Conelusiones de la 1V Conferencia General del Episcopado La- tinoamericano, México, D.F.: CEM, 1992, mim. 179, p. 125. EL CATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL... Mas adelante, en el mismo documento, dentro de las lineas pastorales que los obispos latinoamericanos recomendaban estaba la de «urgir respuestas de los estados a las dificiles situaciones agravadas por el modelo econdmico neoliberal, que afecta principalmente a los mas pobres».’ Finalmente, en ese mismo documento, al referirse los obispos al «nuevo orden econémico», mareaban en sus «desafios pastorales»: ‘Ante la crisis de sistemas econémicos que han conducido a fracasos y frustraciones, sucle plantearse como solucién una economia de libre mercado, asumida por no pocos bajo térmi- nos de neoliberalismo: y con un alcance que va més alla del puro campo econémico, y que parte de interpretaciones estre- chas o recutivas de la persona y la sociedad.* Curiosamente, la mencién al neoliberalismo no sc repite, por lo menos de manera sistematica, en documentos poste- riores del episcopado Latinoamericano. Asi por ejemplo, en los «Lineamenta» elaborados para la discusi6n en ¢] Sino- do de los Obispos en su Asamblea Especial para América (Sinodo de América) por la Secretaria General del Sinodo, en cooperacién con miembros de un Consejo Pre-sinodal y teGlogos del continente, no se habla ni de neoliberalismo ni de globalizacién. En el documento final o exhortacién apost6lica postsi- nodal Ecclesia in America, fechado en enero de 1999, el Papa se refirié tinicamente al «fenémeno de la globalizaciGn». Dijo al respecto, que desde el punto de vista ético, éste puede tener tanto una valoracién negativa como positiva 3 pbid., nim. 181, p. 126. 4 Tbid., nim. 199, p. 133. ROBERTO J. BLANCARTE. En realidad hay una globalizacién econdmica que trae consigo ciertas consecuencias positivas, como el fomento de la efi- ciencia y el incremento de la produccién, y que. con el desa~ rrollo de las relaciones entre los diversos paises en lo econémico, puede fortalecer el proceso de unidad de los pue- blas y realizar mejor el servicio a 1a familia humana. Sin em- bargo, si la globalizaciGn se rige por las meras leyes del mercado aplicadas segin la conveniencia de los poderasos, lleva a consecuencias negativas. Tales son, por ejemplo, la atribueién de un valor absolute a la economia, el desempleo, la disminucién y el deteriora de ciertos servicios piblicos, la destruccién del ambiente y de la naturaleza, el aumento de las diferencias entre ricos y pobres, y Ia. competencia injusta que coloca a las naciones mis pobres en una situaci6n de inferiori- dad cada vez més acentuada. La Iglesia, aunque reconoce los valores positivos que la globalizacién comporta, mira con in- quictud los aspectos negativos derivados de ella.” 2. Juan Pablo II y el capitalismo Durante su pontificado, el Papa se refirié a diversos aspec- tos de la nueva problematica econémica y en particular a sus efectos sociales. Pero fue sobre todo a partir de la se- gunda etapa del mismo, es decir una vez eliminado el so- cialismo real, cuando Juan Pablo II acentué sus eriticas sobre el modelo capitalista. En este ataque, la desconfianza al fenémeno de la globalizacién se unia a la tradicional cri- tica contra el capitalismo salvaje, * Juan Pablo Il, Eeelesia in America ExhortaciGn aposidlica postsinodal, Ciudad de! Vaticano; Libreria Editrice Vaticana, 1999, nim. 20, Pp. 36. EL.CATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL... En Centesimus annus, por ejemplo, el Papa sefialé que en la actualidad estamos enfrentando «la llamada glob: zacién de la economia», un fenémeno que —dijo— no debia ser menospreciado, puesto que podria crear «oportunida- des inusuales para una mayor prosperidad». Sin embargo, Juan Pablo II agregaba: Pero se siente cada dia més la necesidad de que a esta crecien- tc internacionalizacién de 1a econom(a correspondan adecua- dos érganos internacionales de control y de gufa validos, que orienten la economia hacia el bien comiin, cosa que un Estado solo aunque fuese el més poderoso de la tierra no es capaz de lograr® El Papa insistia en los efectos que sobre el mundo del tra- bajo estaba teniendo esta globalizacién o internacionaliza- cién econémica, ya que mientras que en los tradicionales paises industriales se agrava el desempleo, en los pafses en desarrollo, la organizacién del trabajo globalizada, «apro- vechdndose de las extremas carencias de éstos, con fre- cuencia conlleva graves situaciones de explotacién que desprecian las mds elementales demandas de dignidad hu- mana». Los efectos sociales que esta «descuidada» globaliza- ci6n estaria generando en el mundo del trabajo se reflejarian en aspectos importantes de la vida de las naciones, como es el problema de la migracién. En efecto, el Papa sefiala que las nuevas teconologias permiten producir y comerciar Juan Pablo II, Carta encielica Centesimus annus. Documentas pontifi- cios, 40, México: Librerfa Parroquial de Claverfa, 1991, nim. $8, p. 112. Juan Pablo Il, Discurso ante la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, 25 de abril de 1997, ntim. 4 ROBERTO J, BLANCARTE casi sin restricciones en cualquier parte del mundo para reducir la mano de obra no calificada e imponer sobre ella muchas limitaciones, «apoydndose, después del fin de los bloques y la desaparicién gradual de las fronteras, en un nuevo abastecimiento de trabajadores pobremente pagados»,* En la base del discurso de Juan Pablo II y de la jerar- quia catélica en general, esta la tradicional visién que ha construido la doctrina social de la Iglesia. En su enciclica citada, para festejar los cien afios de la Rerwn novarum, el Papa lo dice claramente: ise puede decir quizé que, después del fracaso del comunis- mo, el sistema vencedor sea el capitalismo y que hacia él es- tén dirigidos los esfuerzos de los paises que watan de reconstruir su economia y su sociedad? ;Es quizas éste el mo- delo que es necesario proponer a los paises del Tercer Mundo que buscan la via del verdadero progreso econémice y civil? La respuesta obviamente es compleja. Si por «cay entiende un sistema econémice que reconace el papel funda- mental y positive de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de lw consiguiente responsabilidad para con los me- dios de produccidn, de la libre creatividad humana en el sector de la economia, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quiz seria mas apropiado hablar de «economia de empresa», «economia de mercado», o simplemente de «economia libre». Pero si por «capitalismo» se entiende un sistema en cual la li- bertad en el simbito econdmico no esté encuadrada en un ss do contexto juridico, que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensién de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la res- puesta es absolutamente negativa.” De hecho -dice el Papa en lismom se Sid. Juan Pablo I, Centesimus annus, nim, 42, p. 83. EL CATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL. ‘esta enciclica~ «existe el riesgo de que se difunda una ideolo- gia radical de tipo capitalista, que rechaza incluso el tomarlos, en consideracién, porque a priori considera condenado al fra- caso todo intento de afrontarlos y, de forma fideista, confia su soluci6n al libre desarrollo de las fuerzas del mercado.!° El «libre mercado», a pesar de todo, tampoco es, para la Santa Sede, la respuesta a todo, Aunque asi aparezca en Jos planos individual, de las naciones y de las relaciones internacionales, el libre mercado es una respuesta tnica- mente para aquellas necesidades que son «solventes», en tanto tienen poder de compra y para aquellos que tienen un precio satisfactorio: «... pero existen numerosas necesida- des humanas que no tienen salida en el mercado». Luego se agrega que «por encima de la Idgica de los intercambios a base de los pardmetros y de sus formas justas, existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad»,'" Centesimus annus es ciertamente, por su misma razon de ser, la liga obligada entre la posicién del Vaticano a fi- nes de los siglos XIX y XX. Pero no se insistird nunca de- masiado en el hecho que esta liga tiene una continuidad que se debe tener siempre presente. Lo sefiala el mismo Juan Pablo II: En el contexto del Tercer Mundo, conservan toda su validez -y cen ciertas casos son todavia una meta por alcanzar—los objeti- vos indicados por la Rerum novarum, para evitar que el traba- jo del hombre y el hombre mismo se reduzcan a pura mercancfa. io ie. p. 84. n Ibid. niim. 34, p. 68. ROBERTO J, BLANCARTE, Es importante tener claro que la linea de conexi6n entre la integral-intransigencia catélica del siglo XIX y la neoin- transigencia de finales de siglo XX no es tnicamente dis- cursiva, Se trata mis bien de una permanencia de los elementos constitutivos de esta posicién ideolégica, inseri- taen la llamada «doctrina social de la Iglesia», Pero ;qué es este modelo integral-intransigente? ;Qué relevancia tiene para la cuestién social?, ,cudl es su signi- ficado en el contexto de la disputa entre el Estado y la Iglesia? Il. EL MODELO INTEGRAL-INTRANSIGENTE J. La Santa Sede y la cuestién social en el siglo xix La llamada «Doctrina Social de la Iglesia», nocién por lo demas cuestionada en sus tres términos (sus critics sefia- lan que no es doctrina, ni es social, ni es de la Iglesia), sur- gié en un contexto de luchas ideolégicas y de pugnas por el control o encauzamiento del movimiento obrero, en el siglo XIX. La «cuestién social» nace como una preocupa- cién para la Santa Sede, en la segunda mitad del siglo XIx, con el objeto de «rescatar» a la clase obrera del influjo de las ideologfas liberales y socialistas, consideradas enemi- gas irreconciliables de la Iglesia. Las razones de este conflicto se remontan al surgimien- to del individuo en la edad moderna, cuyo primer producto histérico fue la Reforma protestante. Pero ciertamente se agudizan en el Siglo de las Luces, con su expresién politi- ca en la Revolucién francesa y posteriormente con los di- versos socialismos y movimientos libertarios de toda indole que sacudicron el continente europeo durante la prime- EL CATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL... ra mitad del siglo XIX. Por diversas razones, no sélo politi- cas 0 econémicas, sino también filoséficas y doctrinales, los pontifices de esta época terminaron respaldando al An- tiguo Régimen, contra la Revolucién (liberal y socialista), frenando al mismo tiempo cualquier intento de reforma in- terna que condujera aun entendimiento de la Iglesia con el mundo moderno. Es importante sefialar que la Curia romana tenfa mu- chos motivos para pensar que esta Revolucién se haria a expensas de la Iglesia catélica. No sdlo los hombres de la Tlustracién eran en su mayoria anticlericales (si bien fueron también defstas), sino que la Revolucién francesa habia demostrado su cardcter antirromano. El galicanismo era ciertamente una expresién en continuidad con el regalismo absolutista, que también pretendia disminuir la fuerza de la Iglesia, pero no constitufa una amenaza a los Estados Pon- tificios en sf. En cambio, el liberalismo era una amenaza interna que se manifestaba dentro de los territorios directa- mente gobernados por el Papa y que sacudia los cimientos de una doctrina que vefa en el poder temporal una base in- dispensable para la actividad evangelizadora. El fracaso del catolicismo liberal (ya no digamos del li- beralismo catélico), en su débil intento por conciliar dos mundos resueltamente opuestos y todavia en contradiccién beligeramte, se resume en la gestidn de Pio IX, un Papa que llegé a la sede pontificia con fama de ser un «liberal», pero que termina su pontificado, encerrado en ¢l Vaticano, después de haber condenado todos los «errores moder- nos», cristalizados en los regimenes liberales. Es en ese contexto que surge el catolicismo intransi- gente, integral, social y romano, es deci Intransigente: quiere decir, por un lado, negacién de un liberalismo que constituye la ideologia oficial de la socie- ROBERTO J. BLANCARTE dad moderna y, por el otro la actitud inquebrantable ante los principios que le dictan esta posicién; integral: que se resiste a ser reducida a practicas cultu- tales y convicciones espirituales; Social: que pretende penetrar toda la vida piblica, al mismo tiempo que busca tener una dimensién popular esencial, ante el problema que plantea precisamente «la cuestiGn social»; Romano: significa que dicha posicién esté encabezada por el papado y que Roma (més precisamente el Vaticano) es la punta de lanza de la conquista de este mundo obrero y social.! EI rechazo a la modernidad es el eje central de la in- transigencia. Sus elementos constitutivos esenciales, que se fueron definiendo en la segunda mitad del siglo XIX, son los siguientes, tal como los describe Jean-Marie Mayeur: rechazo del individualismo, organicismo, defensa de la fa- milia, suefio de la alianza del pucblo y del clero contra los no- lables, corporativismo, descentralizacién, hostilidad contra el orden establecido, aquel de los bienpensantes y de los conser- vadores, biisqueda de una tercera via entre el liberalismo y el socialismo, antindustrialismo, anticapitalismo, con un tinte de antisemitismo,!* Sobre estos elementos, consultar la extensa obra de Emile Poulat, particularmente Le cathalicisme sous abservation; du modernisme 4 aujourd'hui, Parts: Editions du Centurion, 1983, pp. 185-186 Jean-Marie Mayeur Catholicisme social et démocratie chrétienne: principes romains, experiences frangaises, Paris: Cert, 1986, p. 29. EL CATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL. 2. Elementos constitutivos de la intransigencia Dada la importancia de estos elementos constitutivos de la intransigencia catélica, es importante detenernos para exa- minarlos y trazar, de alguna manera, su trayectoria a lo lar- go del siglo Xx: a) Rechazo del individualismo: la Iglesia catélica siem- pre ha estado en contra del individuo, ya que esta no- cién conlleva la de libertad de conciencia y produjo, entre otras cosas, el protestantismo, asi como muchos de «los males de la era moderna». En este rechazo hay una continuidad ininterrumpida hasta la época actual. De hecho, los pontifices se refieren mas bien al concepto de persona humana, para contrastarlo al de individuo, cuya nocién es de origen liberal, b) Organicismo: la idea de la Iglesia como un cuerpo orgdnico, cuya cabeza es el Pontifice y el cuer- po son los creyentes, recibié una fuerte sacudida en el Concilio Vaticano II, con la introduccién de la nocién de «Pueblo de Dios», Sin embargo, en la practica la visién organicista de la Iglesia sigue prevaleciendo con la divisién entre un clero buro- cratizado y una feligresia que dificilmente tienen ac- ceso a la toma de decisiones claves en la institucién, ¢) Defensa de la familia: este elemento, ligado al de la defensa de la vida, se ha convertido en uno de los puntos centrales de la intransigencia catéliea de fin de siglo Xx. d) Suefio de a alianza del pueblo y del clero conira los notables: el ideal de una alternativa catélica pa- ra las masas se ha expresado de diversas formas desde finales del siglo XIX en todo el mundo, sea e) p a) h) ROBERTOJ. BLANCARTE en el Partido Popolare de Luigi Sturzo, sea en el movimiento cristero, siempre con poco éxito. Sin embargo, en tanto que ideal permanece en el ima- ginario catélico, frente a las crisis de ideas y de va- lores, que afectan al conjunto de las sociedades. Descentralizacién: a pesar de su esquema institu- cional absolutamente jerarquizado, la Iglesia propone un modelo de sociedad descentralizado, anclado en la idea de pequefias comunidades 0 regiones con alto grado de autonomia frente a un poder central temporal, que se juzga cominmente opresivo. El pastor y sus ovejas es la imagen privilegiada de es- ta concepcién, que se refleja incluso en posiciones sociales y politicas contemporaneas. Hostilidad contra el orden establecido de los bien- pensantes y conservadores: es importante destacar el elemento «disruptivo» y «popular» de Ia intran- Sigencia catélica en contra del orden conservador, ya que la Iglesia no es s6lo enemiga del orden libe- ral, sino también ha tomado distancia desde finales del siglo XIX del Antiguo Régimen Biisqueda de una tercera via entre liberalisma y socialismo: es éste un rasgo netamente distintivo, aun si no define lo que es, més que en sentido ne- gativo. Se debe agregar que esta «tercera via» no ha sido realmente alcanzada, aunque si muchas ve- ces intentada. Antindustrialismo: el cardcter antimoderno de 1a in- transigencia la conduce a un rechazo de sus formas econémicas en general. El catolicismo, contraria- mente a sus origenes urbanos (pagano viene de pagus, es decir hombre del campo) reivindica en el siglo XIX y a lo largo del XX una utopia bucélica frente a la urbanizacién descristianizante, EL CATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL. i) Anticapitalismo: al ser éste un producto del mundo liberal y una forma de concebir al hombre desde una perspectiva filoséfica diversa, que le permite verlo como un factor mds de la produccién, su re- chazo es ldégico, aun si en el contexto de la cafda de los regimenes comunistas la Iglesia ha considerado su revaloracidn parcial. J) Antisemitismo: si bien, en el pontificado de Juan Pablo II algunos cambios espectaculares se han operado en esta materia, lo cierto es que a lo largo del siglo el antisemitismo fue parte presente de la intransigencia cat6lica y ciertamente, a pesar de los esfuerzos y particular empefio del Papa, continia siendo un elemento de la visién catélica. II], REVOLUCION E INTRANSIGENCIA; LA DISPUTA SOBRE LA POLITICA ‘SOCIAL EN MEXICO J. Las saldos de ta Revolucién; la Constitucién y Ja resistencia La Revolucién (con mayiiscula porque se volveria una ins- titucién) termina su fase armada con la elaboracién de una Constitucién que habra de limitar seriamente la actividad ptiblica de la Iglesia, aun si ello no significa una absoluta limitaci6n de las actividades ptblicas de los catélicos. De cualquier manera, en esos afios, la posibilidad para el clero de influir en el disefio de la nueva politica social en México es minima. Dos son los puntos centrales en los que se manifiesta una abierta diferencia de opiniones en materia social, por lo menos durante las dos primeras décadas de la Revolu- cidn: el agrarismo y la organizacién laboral. ROBERTO J. BLANCARTE El movimiento obrero mexicano, como es bien conoci- do, estuvo estrechamente ligado al poder politico en turno, desde la alianza con Alvaro Obregén. Durante el gobierno de Calles la organizacién laboral mas poderosa fue la CROM (Confederacién Regional Obrera Mexicana) y su brazo politico era ¢l Partido Laborista. Esta estrecha liga habrfa de afectar directamente la posibilidad para los cat6- licos de constituir organizaciones sindicales de corte con- fesional o con espfritu cristiano. De esa manera, el Estado mexicano, que tenia en el movimiento obrero uno de sus puntales sociales, no permitiria el surgimiento de un movi- miento obrero independiente y mucho menos de corte con- fesional. La Confederacién Nacional Catélica del Trabajo (CNCT) nunca llegé por ello a constituir una alternativa se- ria para los trabajadores en los afios treinta, como tampoco la Asociacién Nacional Guadalupana de Trabajadores en los afios cuarenta. Cierto es que no sélo las causas externas fueron las que explicaron un movimiento obrero catélico incipiente y practicamente inexistente, la doctrina catélica, con su énfasis en la conciliacién del capital y el trabajo, no era necesaria- mente atractiva para los obreros mexicanos y los obispos vefan con desconfianza cualquier organizacién que no es- tuviera bajo su control directo, Por lo demas, en la época de los regimenes corporativistas y totalitarios, donde el control e integracién politica de los sindicatos era comin, las posibilidades de desarrollo del sindicalismo catélico eran practicamente nulas. Por lo demas, la Ley Federal del Trabajo de agosto de 1931 negaba personalidad juridica a los sindicatos confesionales y prohibfa hacer propaganda politica o religiosa dentro de las fabricas. La jerarquia cat6lica mexicana afirmaba de cualquier manera su derecho y necesidad moral de constituir asocia- ciones sindicales de conformidad con los principios cri EL CATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL... nos. Para la Iglesia, los sindicatos debian ser mas bien ins- trumentos de concordia, Pedia ciertamente, de acuerdo a las enciclicas sociales, una remuneracién suficiente para el sustento del obrero y su familia.'* La vision eclesial del mundo obrero, ajena por comple- to a una perspectiva de lucha de clases, era considerada pa- ternalista y limitada por los dirigentes de los sindicatos ligados al régimen. En junio de 1936, el episcopado mexi- cano publicé su primera instruccién pastoral dirigida «a los obreros y campesinos del pais», para prevenir a los trabajado- res de «los errores que predicé (sic) Carlos Marx». En ella la jerarquia catélica criticaba fuertemente el agrarismo, el sistema ejidal y a los «falsos libertadores del pueblo». '° Por otra parte, aunque la doctrina catélica de la propie- dad consideraba tanto su cardcter individual como el so- cial, el agrarismo y las expropiaciones no eran bien vistos por la jerarquia y se hacia mas bien énfasis en que el Esta- do no tenia derecho a disponer arbitrariamente de la pro- piedad ni a intervenir en la transmisién de los bienes por herencia, nia suprimir el derecho de propiedad. 2. Del modus vivendi a ja neointransigencia Si bien el conflicto doctrinal entre la intransigencia catéli- ca y la Revolucién no desaparecié, la gestacién del modus vivendi entre la Iglesia y el Estado, que permanecié durante 'S Sobre este periodo, consultar el capitulo 1 de mi libro Historia de la Iglesia catdlica en México 1929-1952, México: Fondo de Cultura Econémica, 1992. Episcopado mexicano, Jnstruccién pastoral del V. Episcopade na- cignal dirigida a obreros y campesinos de toda la Repiiblica, junio de 1936. ROBERTO J. BLANCARTE, la década de los afios cuarenta supuso sobre todo el abandono catélico de Ia lucha en el terreno social, a cambio de una «tolerancia» en el terreno educativo. Contribuyeron los acontecimientos internacionales, en particular la Segunda Guerra Mundial y la lucha contra el fascismo, la reorienta- cién del Gobierno mexicano hacia posiciones sociales me- nos radicales y la convergencia de la Iglesia catélica con las reivindicaciones sociales de la Revolucién. La cooperaci6n, iniciada de hecho desde 1938, durante el gobierno de Lazaro Cardenas, continué con el gobierno encabezado por Manuel Avila Camacho y se intensificé con el de Miguel Aleman. De esa manera, en 1948, el epis- copado pedia a los feligreses «cooperar con las autoridades civiles en la solucién de los graves problemas sociales y morales» que afligian al pais y a los sacerdotes que procu- rasen «por todos los medios que sus feligreses secunden Jas campafias promovidas por las autoridades eiviles, para bien general».'° El entendimiento en materia social parecia ser tan bue- no, que el jesuita José A. Romero, jefe de la editora catéli ca «La Buena Prensa», escribia en 1950; Nuestra Constitucién no es mala sino en sus aspectos espect camente antirreligiosos. En otros aspectos, como la legisla- cién obrera por ejemplo, puede considerarse un modelo, puesto que en sus lineas generales parece inspirada en las en- sefianzas pontificias.!7 '© “Episcopado Mexicano, Exhortacién del episcopado nacional al clero y a los catélicos para ativiar la situacién de las campesinos mexicanos, 28 de marzo de 1948 José A, Romero, «Editorial: Un tercero en concordia», articulo pu- blicado en Mafana, el diez de junio de 1950, reproducido en Christus, Ajio 15, ntim. 176 (uno de julio de 190), p. $27. "7 EL CATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL... El tema de la inspiraci6n cristiana en el apartado sobre el trabajo de la Constitucién (en especifico el articulo 123), mas que una reivindicacién de la influencia del catolicis- mo social, serfa una manera de aceptar el predominio de la politica social del régimen revolucionario.'* La aceptacién de estas tesis implicé en gran medida la marginacién de al- gunas reivindicaciones relativas a la cuestién social y el abandono de hecho de la organizacién obrera y campesina a manos del control estatal. Este periodo del llamado modus vivendi, cuya clave era esta cuestién social habria de durar poco. Desde principios de la década de los afios cincuenta, la jerarquia catélica co- mienza a poner en cuestién este acomodo y comienza a cuestionar, de manera més sistemética, ya no al comunismo que habia sido el centro de sus ataques, sino al liberalismo y a las «clases dirigentes», por la creciente corrupeién del sistema. La cuestién social adquiere asi una nueva dimen- sidn, en la que ya no se trata necesariamente para la Iglesia de competir con el Estado, constituyendo un movimiento sindical confesional independiente, sino de construir una alternativa doctrinal global (es decir integral e intransigen- te) frente a los otros modelos sociales que se estin dispu- tando el predominio ideolégico. De esa manera, durante el decenio de los afios cincuen- ta, la Iglesia catélica en México reconstruye una posicién en materia social, que habria de consolidarse doctrinal- mente, aun si no existia, como en otros paises catdlicos, una base social y una estructura organizativa que le diera '® Este tema ha sido retomado mis recientemente por Jorge Adame Goddard, Influjo de 1a doctrina social-catdlica en el articula 123 constitucionat, Centro de Estudios y Promacién Social, México Impresora y Editora Palmarin, 1984. ROBERTO J. BLANCARTE sustento. En otras palabras, mientras que en un lugar como Bélgica existia un movimiento obrero socialista, uno libe- ral y uno catélico, asf como un partido representativo de cada una de estas posturas ideolégicas o doctrinales, en el caso de México la posicién de la Iglesia catélica no tenia un reflejo en las organizaciones sociales, ya que no existia ni partido catélico (o demécrata cristiano) ni sindicalismo cristiano, ni cualquiera de las otras corporaciones sociales equivalentes, Es asi como la Iglesia cat6lica, quiz por la misma au- sencia de esta organizacién social «pilarizada», se convier- te en una institucién crecientemente critica y fiscalizadora de las acciones del Estado mexicano, sin poder sin embar- go influir mayormente en el curso de los acontecimientos sociales. La historia de esta oposicién, en la que «la cues- tién social» esaparte medular, es la historia de la recons- truccién de una:posicién doctrinal, que se puede catalogar como «nueva intransigencia» frente al proyecto social del régimen. Y si bien es cierto que la Iglesia no pudo desarro- llar una conciencia integral en la accién social de las ma- sas, que se tradujera en fuerza social concreta, si se convirtié en una instancia cuestionadora de la politica so- cial del régimen, ahora catalogado como «neoliberal». TV, NBOLIBERALISMO ¥ NEOINTRANSIGENCIA; A MANERA DE CONCLUSION Las criticas al modelo «neoliberal», por parte de la jerar- quia y de amplios sectores de] catolicismo mexicano, reco- tren el abanico de posiciones, de derecha a izquierda, del Progresismo al conservadurismo, de radicales a modera- dos, de reaccionarios a teélogos de la liberacién. Poco im- porta en este caso que el «neoliberalismo» no haya sido EL CATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL... cabalmente definido y por lo tanto se haya convertido en una «etiqueta» facilmente atribuible a un modelo econémi- co, Mas alld de su validez teérica, existe una realidad con- creta que se ha catalogado como tal y que es objeto de anatema con su sola designacién. Los ejemplos de este abanico de posiciones y de esta convergencia en la condena son innumerables y recorren no solo el pafs sino la entera regién latinoamericana. En las diversas formas que esta condena se expresa podemos también identificar muchos de los rasgos de la integral in- transigencia catdlica. En mayo de 1999, el Consejo Episcopal Latinoamericano publicé un documento titulado: El Tercer Milenio como Desafio Pastoral; Informe Celam frente al 2000, En este informe, avalado por las veintidés conferen- cias episcopales, se cuestiona, en la parte relativa al andli- sis econémico, que en nuestra época, el neoliberalismo aparece como «el modelo indiscutido». Sin embargo, de manera sintomatica, es en la parte dedicada al andlisis polf- tico que se hage la critica mas fuerte: El capitalismo mostré toda su capacidad de instalar como re- ferencial a las sociedades un cuerpo doctrinal no definido, una. setie de creencias no fundadas, un conjunto de t6picos y de imereses revestidos de lenguaje pseudocientifico, al que pre- tende convertir en pensamiento hegeménico bajo el nombre de neoliberalismo. Este, en asociacién al mercado, pretende erigirse como sintesis del pensar y el hacer de una moderni- dad que, segiin esa concepcién, seri capaz de superar Ia sis del presente.!? crix Celam, EI Tercer Milenio como desafio pastoral; Informe Celam frente al 2000 (mayo de 1999) ROBERTO J. BLANCARTE En suma, el episeopado latinoamericano sefiala al neolibe- ralismo come una estratagema de] capitalismo, para imponer através de un cuerpo amorfo un pensamiento hegeménico, que en realidad no es mas que ¢l producto de intereses ocultos. Este anticapitalismo, que se atina a la tradicional des- confianza hacia las potencias y los organismos internacionales, es uno de los elementos esenciales de la neointransigencia catélica, que se convierte asi en el lugar de confluencia de todas las posturas ideolégicas dentro del episcopado. En México, esta convergencia en la intransigencia es muy amplia y encuentra desde los sectores sefialados como. progresistas hasta los mds conservadores. Asf por ejemplo, el obispo de Tehuantepec exigfa en relacién al Proyecto de Comunicacién Interocéanica del Istmo «que antes de Hevar a cabo este plan se tome en cuenta al | pucblo empobrecido por el sistema neoliberal mexicano».”” El arzobispo eméri- to de Oaxaca, sostenfa que debfan dejarse de lado «progra- mas econémicos neoliberales globalizantes», para dar paso aun proyecto nacional surgido de la idiosincrasia mexica- na «y no pagar con errores de otros moldes».”' El obispo de Tuxtla Gutiérrez, opinaba que ¢l proyecto econémico del pais requeria de un rostro mas humano y que por ello las criticas de la Iglesia a los «descarnados» programas neoliberales eran multiples.” En su conjunto, «los obispos de la Regién Pastoral Pacifico-Sur también condenaron al neoliberalismo, por conducir a un creciente empobreci- miento de la poblacién» es La Jornada, 3\ de julio de 1992, p. 19. Ibid, 4 de enero de 199s, El Economista, \4 de mareo de 1995, p. 34 Una mds wna, 29 de septiembre de 1995, p. 3 ELCATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL... Las criticas al neoliberalismo no disminuyen en secto- res considerados moderados. El arzobispo de Xalapa sefia- 16 que en México, como en todo el mundo, la politica del neoliberalismo estaba Ilevando a «una divisién cada vez més profunda entre los grupos privilegiados que tienen to- do y las mayorias que no tienen casi nada».”* El obispo de Querétaro sostuvo que la feligresfa debfa actuar para erra- dicar del pais al neoliberalismo ¢ implementar en su lugar una «democracia econémica».”’ Pero el abanico de posiciones en contra del neolibera- lismo es mucho mas amplio: el arzobispo de Guadalajara y el obispo de la Tarahumara afirmaron que los obispos con- denaban «la politica de corte neoliberal que ha agudizado las desigualdades sociales.” El arzobispo primado de México condené a su vez a quienes buscaban arrojar del acontecer politico, econémico y social a la Iglesia catélica y advirtié sobre la existencia de grupos que en nombre del neoliberalismo «quisieran ver desterrado el nombre de Dios»2’ El entonces obispo de Zacatecas, también sefialé: «nuestro juicio es el mismo para el neoliberalismo que pa- ra el marxismo, ambos sistemas son la misma gala, pero con distinto moiio».”* Los elementos del viejo modelo integral & intransigen- tes estan presentes. El viejo antindustrialismo y anticapita- lismo, la busqueda de una tercera via entre el liberalismo y el socialismo, con desconfianza hacia las grandes potencias desarrolladas y los organismos internacionales, particular- mente los financieros, los cuales serfan los instrumentos de Bry 28. 26 2 EI Universal, 14 de agosto de 1995, p. 13 La Jornada, 22 de noviembre de 1995, p. 15. EI Universal, seis de septiembre: de 1995, pp. 2, ® Excélsior, 27 de noviembre de 1995, p. Ibid., 17 de noviembre de 1998, p. 10. ROBERTO J. BLANCARTE. esta nueva hegemonia ideolégica. «Existe un peligroso so- metimiento de lo econémico en el pafs —dice por ejemplo el arzobispo de Guadalajara— a politicas gxtranjeras que colocan en riesgo la soberanfa nacional». El ya citado obispo de Zacatecas afirma: «Hay un cambio, impulsado por fuerzas externas, pero no sabemos a donde vamos».”” El entonces Secretario General del episcopado sostenia de la misma manera que la economia en México ha fracasado «porque estamos dominados por decisiones que no depen- den de las autoridades mexicanas, sino de quienes tienen un poder politico y econémico fuera de México».*! En suma, el neoliberalismo se ha convertido, a finales del siglo XX, en el principal blanco de los ataques de la neointransigencia catélica, que logra de esa manera encau- zar, como ya lo habfa hecho desde finales del siglo XIX, hacia un mismo objetivo y con una posicién relativamente uniforme, las més diversas corrientes dentro de la jerarquia catélica y de amplios sectores del catolicismo de México y de América Latina. Al finalizar el siglo Xx, la Iglesia catélica en México se encuentra en un momento muy favorable, en cuanto a su posicién frente a un Estado, al que califica y anatemiza co- mo neoliberal, de la misma manera que amplios sectores de la poblacién. Lo anterior se refleja en una gran eferves- cencia y activismo, pero sobre todo en una presencia pti- blica, a través de los medios, que hasta ahora no habia alcanzado. Sin embargo, esta nueva presencia catélica si- gue eareciendo de la base social que le permitiria influir de manera mds decisiva en el rumbo del pais. En ese sentido, Ja neointransigencia carece de un sustento real. 2 hid., seis de junio de 1997, pp. 14, 32. % El Nacional, 17 de noviembre de 1995, p. 10, Reforma, 28 de agosto de 1997, p. 7. EL CATOLICISMO SOCIAL EN EL DESARROLLO DEL. Al mismo tiempo, se podria afirmar que en la condena cat6lica del neoliberalismo, hay en gran medida una recu- peracién de viejos esquemas y perspectivas intransigentes de lo social, que parecerian ajustados a un nuevo objeto de critica y ataques. Este objeto, definido de manera vaga y difusa, se ha designado como «neoliberalismo». Pero po- driamos cuestionarnos si se trata de una realidad o de un fantasma Util. Es por ello que, en los albores del tercer milenio, quiza tendriamos que hablar del fantasma del neoliberalis- mo al que se le enfrenta el fantasma de la neointransigencia.

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