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MISTICOS Y MAGOS DEL TIBET Alexandra David-Neel MISTICOS Y MAGOS DEL TIBET Casanova, 82 08011 Barcelona ‘Traducir: Josoph Aptana Portada: AgusinPanker| © Lorene Pon ‘© esciones igo Primer econ Sepia 1988 |sotves-c8668-10-7 Depot gal 6-37245-1988 Fotocompreon Pomeriog ..Lpanto, 26,3. 08013 BARCELONA Imprescnyencuncrncln: NDCE, AG. Caspe, 16 0601S BARCELONA PROLOGO ara muchos occidentales, el Tibet sigue siendo un enig ima. El epals de las nievese es para ellos la cuna de lo miste- oso, de lo fantéstico y de lo imposible. ‘Los lamas, los magos, los brujos, los nigromantes y los ccultistas de toda clase que pueblan esas elevadas mesetas espléndidamente aisladas del resto del mundo, debido tanto a fa naturaleza como a la voluntad de aquellos hombres, son gentesa quienes se atribuyen poderes sobrehumanos. Por ello, os relatos més inverosimiles se aceptan como vverdades indiscutibles. Dirfase que, en ese pas, plantas, ant males y gentes pueden sustraerse a su antojo alas eyes més firmes dela fisica, la quimica la fisiologia y hasta del simple sentido comin. Asf pues, es natural que Ios cientiicos, acostumbrados & la disciplina rigurosa del método experimental, solo hayan ‘prestado a esos relatos una atencin despreocupada y diverti- 4a, como la que se otorga alos euentos de hades, "Tal era mi estado de dnimo hasta el dia en. que tuve Ia ‘suerte de conocer a la sefiora Alexandra David-Neel ‘La famosa y valiente exploradora del Tibet retine todas las condiciones fisicas, morales e intelectuales que deseari mos ver juntas en un solo observador para tratar semejante tema, Aunque lo que digo se oponga a su sentido de la mo- destia, engo interés en afirmart. La sefiora David-Neel entiende, eseribe y habla corrion- temente todas las lenguas del Tibet. Ha vivido catorce aftos seguidos en «el pais de las nieves> y en sus regiones vecinas, Profesa el budismo y ha sabido eaptarse la confianza de los mds grandes lamaista. Su hijo adoptivoes un auténtico lama. Misticos y magos del Tibet Esta célebre exploradora se ha sometido al adiestramien- to psiquieo que ella misma nos relata. En resumen, la sefiora David-Neel, segiin nos afirma ella misma, se ha convertide ‘en una perfectaasistica, reconocida como tal por los propios frientales, cosa de mayor importancia atin para la explora- cién de un terreno vedado, hasta aquet momento, a los ob- servadores extranjeros Sin embargo, esta asatca, ests perfectatbetana, ha sabido mantenerse occidental, aunque una occidental seguidora de Des: cartes y de Claude Bernard, practicando la duda filosfica det primero, que debe sr, segtin el segundo, la guia de todo sabio. Sin ideas preconcebidas y no siguiendo doctrina o dogma especial alguno, la sefiora David-Nee! ha podido observar las cosas del Tibet con entera libertad y objetividad. En una de las confereneits que le ped para mi citedra del Colegio de Francia (que fue ls de Claude Bernard), la sefiora David-Neel afirmé: «Todo aquello que de cerca © de lejos tetiga afinidad con los fendmenos psiquicosy con la accién de las fuerzas fisicas en general, ha de ser estudiado y sistemati- zado como una cieneia, No hay en todo ello milagros, nada sobrenatural, nada que engendre y alimente la superstcisn, El adiestramiento psiquico, razonade y conducide cientifica- ‘mente, puede lograrinteresantes resultados. Por ello, los da- tos adquiridos por dicho adiestramiento, aun cuando éste se realice empiricamente y basado en teorias alas que no: pre pademos asociarnos, constituyen documentos tiles de ‘nuestro estudiow. Por eso mismo, advertimos que el determinismo cientitico esti tan alejado del esceptcismo como de la ciega credulided. Los estudios dela seiora David-Neelinteresardn tanto a los orientalistas, como aos psicdlogos y alos fisi6logos. Doctor D'ARSONVAL ‘Miembro dela Academia de yyde la Academia de Medicina, Profesor del Colegio de Francia, ‘Presidente del Instituto General Psicol6gico INTRODUCCION Recién publicado el relato de mi viaje a Lasa, un gran n- mero de personas demostr6 gran interés, ya fuese por articu- los dedicados a mi libro o por motivos particulares, por saber ‘cémo habia conseguido vivir entre los lamas y en informar- ‘me, ademés, sobze las doctrinasy las prcticas de los misticos yde los ocultistas ce Tibet. ‘Coneste libro intento satisfacer su amable curiosidad. Sin ‘embargo, la tarea ofrece algunas dificultades por el poco es- pacio de que dispongo. Para responder alas dos preguntas de indole distinta que se me haa hecho, he relatado primero las, circunstancias que me han puesto en contacto con el mundo religioso lamalsta y con el de los ccultistas de todo géner0 ‘que gravitan en tomo suyo. Después, he intentado reunir cierto niimero de hechos sobresalicntes que se refieren alas teorias ocults y misticas y alas practicas de adiestramiento psiquico de los tibetanos, Siempre que he encontrado en mis recuerdos algo que se le refiera, lo he narrado en su lugar correspondiente. No se tra ‘a, pues, de un diario de viaje, ya que el tema no se presta & allo, En el curso de las investigaciones que he llevado a cabo, {el dato abtenide un dfa no se completa a veces hasta que n0 han transcurrido varios meses ¢ incluso afios. Slo presentan- do la sintesis de los datos adquiridos en distintos sitios se pue- de aspirar @ dar una idea exacta de este asunto. 'No obstante, me propongo volver a tratar, en una obra sms téenica, la cuestion del misticismo y dela filosofia de los hhabitantes del Tibet Hemos transcrito los nombres tibetanos fonéticamente, cen general, como en el Viaje de una parsiente « Lasa. Aque~ 9 Misticos y magos de! Tibet los casos en los que se menciona Ia ortogratiatibetana harén ‘er cudnto se aleja de la pronunciacién correcta. Nétese, ai- mismo, que toda g, hasta delante de una e 0 una, tiene Soni do de gue, gt. Ast, por ejemplo, gelong se prononla gue long. 10 1, HIMALAYA ». Entonces estamos de acuerdo, Le dejo a Dawasan- ‘dup como intérprete. Seguird nuestra misma ruta.» Es un hombre ei que me habla?... Este personaje tan pe- quefi, de catis amarillento, vestido con traje de brocado de color naranja, con una estrella de diamantes que ceateliea sobre su gorro, jn0 es ms bien un genio que ha descendido de las montafas vecinas? Se le lama lama reencamado y principe heredero de un ‘ono himalayo, pero por ahora dudo de su realidad. Proba- blemente va a desvanecerse, como un espejismo, con su sé 4uito abigarrado y su montura con gualdrapa de pao amari- lip. Forma parte de la magia en que vivo, o en que creo vivir, desde hace dos semanas, Este neva episodio enceja perfec: tamente en el mundo onirico; dentro de un momento me des- pertaré en la cama, en cualquier parte, em un pats que no fre ‘cuentan los genios ni los Jamas reencarnados vestidos con ti- 3 irisadas, donde los hombres usan vulgares chaquetas y los caballos, de tamafio natural, no se envuelven en telas co lorde sol Un redoble de timbales me sobresalta; los oboes inician ‘un aire melancolico en tono menor. El genio monta en su res- plandeciente caballo; sefores y lacayos de la escolta satan Sobre sus caballes, sang it Pe rele rncpe ama, soriendo rai Escucho mis propias palabras como si fueran ajenas y le pprometo llegar dos das después a su capital, yl singular ca- Dalgata se aleja, precedida porios misicos. ‘Con los ultimos sones de la planidera melodia, que se pagan a lo lejos, empieza a desvanecerse la especie de en- n Misticos y magos det Tiber cantamiento que me retiene inméuil. Doy un paso. No, no he sofiado; toda esta escena es real. Estoy en Kalimpong, en el ‘Himalaya, y junto a mise encuentra el intérprete puesto a mi dispasicion desde que llegué. {Cm me hallaba en aquel lager? Ya lo he dicho antes. En quella época, el Dalai Lama se vio obligado por razo. nes politicas a refugiarse en territorio biténico, y su estan- cia en Ia frontera india me parecié una ocasién tnica para verle y obtencr datos sobre el género de budismo que preva- Teefa en el Tibet. Son muy pocos los extranjeros que se han acercado al monje rey, retirado en su ciudad santa, en el pais de las nievess. Incluso en el destiero, no resultaba facil abordarle; hasta mi visita, se neg6 repetidamente aconceder audiencia a ningun mujer que no fuese tbetana. Fui la pri= ‘mera con quien hizo una excepci6n, e intuyo que he sido la ‘Al abandonar Darjling, una fresca mafana primaveral, en que Ia montafia se envolvia on nubes rosadas,estabs muy lejos de imaginar los incresblessucesos que conllevaria mi vi- sita, Crefa tan s6lo que se trataria de una charla interesante, cuando en realidad me embarcaba en uns serie de peregrina’ ciones que habrian de retenerme en Asia durante diez largos ‘fos, ‘Cuando pienso en el comienzo del largo camino recor do, el Dalai Lama apazece en mi recuerdo como el sefior ge neraso que, al pic de las murallas que rodean sus dominios, descubre al vigjero y le sefala la direccion a seguir para en= ‘aren su mansion. ‘Aquella direccién me fue indicada en tres palabras «Aprenda el tibetano». Sihemos de creer sus vasallos, que le llaman thamstched ‘mkyenpa (el Omnisciente), el soberano del Tibet sabia, al ddarme aquel consejo, cudl habia de ser el resultado, y me {guiaba no séloa Lasa, su capital prohibida, lo que no hubiera significado gran cosa, sino también hacia los inasequibles 1. Enelibe Vii deuna parisenvea Lesa R Himalaya maestros misticos y magos desconocidos que se ocultan en su pals maravillos, En Kalimpong, el fama rey ocupaba una gran casa que pertenecia al ministo del rajé de Butén. Para que la residen fia adquiriese cierto majestuoso aspecto, habia simulado una avenida con dos hileras de altas eaia de bambées, plantadas desde el camino, con una banderola en cada una donde fig: Taba escrito: ;Aum mani padmé hum, 0 sea «el caballo del aires, rodeado de f6rmulas mégicas. Creo que en aquel tiem- po aiin no se habia inventado el estandarte tibetano: un leon Se oro sobre fonda rojo. La carte del soberano en el desterro era numerosa y los servidores superaban la centena. Generalmente, todo aquel ‘mundo se abandonaba a la placider del dulce far nlene yal encanto de charlas interminables, reinando la tranquilidad en tomo a fa mansién del gran lama, Pero en cuanto llegaba lun dia de fiesta 0 de recibo, aparecta por todas partes una ‘gran cantidad de dignatarios y de servidores, ruidosa y llena de afin, Llenabaa las puertas, se asomaban a todas las venta- nas, se esparcian en torno, apresurindose, agitindose, voci- ferando, tan idénticos los unos a los otros la mayor parte de las veces con sus vestides mugrientos, que cualquier extran- jero habria cometido, fécilmente, lamentables confusiones, {Cun lejos estaban of decoro, la etiqueta y el lujo del Potala! Los que han Ilegado a ver, la orila del camino, aquel cam- ‘pamento donde el soberano de! Tihet aguardaba & que sus vvasallos le reconquistasen el trono, no pueden suponer lo La expedicion britanica que penetes a viva fuerza en te- rritorio prohibido, exhibiéndose en su capital a pesar de los Cencantamientos y de las brujerias de los magos mas eSlebres, hizo, quiza, comprender al Dalai Lama que los bérbaros ex: tranjeros eran sus amos por la fuerza. Los diversos invents ‘que Tue conociendo durante un recorride porla India, pudie ron convencerle también de la habilidad que tenian para B Misticos y magos del Tibet adueftarse de la materia y darle forma. Pero respecto ala in- {erioridad mental de los blancos su conviecid era inquebran- table, en lo que no hacia més que compartir a opinion co- iiln de todos los asiticos, desde Ceildn a los confines sep- tentrionales de Mongolia. ‘Una occidental empapada de las doctrinas budistas era algo inconcebible para é1. Si hubiese desaparecido mientras hhablaba, no se hubiese sorprendido: al contrario, lo que le sorprenda era la realidad de mi persona, ‘Rendido a la evidencia, al fin, el Dalai Lama quiso infor- rmarse sobre mi maestro, Debia tenerlo y tnicamente podia ‘er un asidticn, Adn se sorprendié més cuando le asoguré ‘que, antes de nacer yo, ya habfan traducido al francés el tex- to tibetano de uno de ios libros budistas mas apreciados por lostamas." ‘Como era ua hecho que admitia con dificultad, le rstaba importancia: «Si algunos extranjeros han aprendido, de ver ‘dad, nuestro idioma —decia— y leido nuestros libros sagra- ‘dos, su mensaje se les ha escapadon. ‘Al decir esto me ofrecia una excelente ocasign para pre sentarle mi demanda, Me apresuré a aprovecharla: «Precisa- mente —le contesté— porque temo que algunas doctrinas re ligiosas del Tibet hayan sido mal interpretadas, me atrevo a dlirigirme a usted para que melas aclare>.. “Mi respuesta agrad6 al Dalai Lama: no s6lo me dio exp ceaciones orales sobre las preguntas que le hice, sino que mas tarde me entregs un memorial deserrollando algunas de aquellas, El principe de Sikkim y su escolta habian desaparecido;, sélo me restaba cumplir mi promesa y preparar el viaje & ‘Gangtok. No obstante, otra idea bulia en mi cabeza, Habja presenciado le vispera ls bendicién del Dlai Lama 1. El Gyatcher rfp, trauido por Eduardo Foucau, profesor de callie se France “ Himalaya 4 los peregrinos, tan diferente de una bendicion papal en Roma, Mientras que el papa da la bendicion a la multitud co solo gesto, los tibetanos, més exigentes, quieren recibir cada uno su bendicion particular. Los lamaisias tienen maneras de ‘bendecir que corresponden al grado de admiracién del lama {que bendice por aquel a quien otorga su bendicién. Poner las «dos manos sobre a cabeza de alguien es el modo mas cortés, ‘Con menos cortesfa, una sola mano roza la cabeza, yen esto hhay matices, como el contaeto con dos dedes 0 con uno solo, ‘¥ por iltimo, queda la bendiciOn dada rozando la cabeza con tuna especie de plumero compuesto de un mango del que cuelgan cintas de seda de diversos colores. Advertiremos que en este modo de bendicion siempre hhay contacto, directo o indirecto, entre el lama y los fiees. {Por qué es necesario dicho contacto? Porque, sogtin los la mmaistas, la bendicién no consiste tan s6lo en invocar la mi ‘icordia de Dios sobre las personas o las cosas, sino en infun dirles a fuerza saludable que emana del lama. El ntimero considerable de gente que acudia a Kalimpong. para sentir el roce de las cintas del plumero empusado por el Dalai Lama me dio una idea de su gran prestigio. El desfile ddur6 algunas horas y advert que la procesién de devotos no estaba compuesta s6lo de lama(stas ind/genas. Se encontra- bban entre ellos muchos nepaleses y bengalies pertenecientes a sectas hinds. Me fijéen varios que llegaban como simples. espectadores que, repentinamente, sentian una especie de atraceién oculta que les obligaba a feunise corriendo al pia oso rebar. ‘Mientras contemplaba aquella escena, descubri a un indi viduo sentado en el suelo, algo retirado, cuya pelambre en- ‘marafiada se arrollaba en forma de turbante a usanza de al ‘gunos ascetas de la India. Sin embargo. el hombre no tenia ‘asgos indios y levana un habito mondstco lamaico, mu- {griento y hecho jirones. El indigente tenia una pequens al- forja a su lado y contemplaba ala multitud con expresion que seme antojé buriona. 15 Misticos y magos del Tibet Se Jo mostré 2 Dawasandup, preguntandole si tenia idea de quign era aquel Didgenes himalayo. —Debe de ser un naldjorpa' (visjero) —me contest6, y ‘como notese mi curiosidad por saber més, el complaciente twaductor fue a hablar. Volvié muy serlo—. Ese lama —me dijo— es un butani,! un asceta peripatético. Vive unas veces acd, otras alléen cuevas, en casas abandonadas o bajo los dr boles del bosque. Estard aqut unos dias y se loja en el pe- ‘que‘io monasterio vecino. ‘Después de Ia partida del principe con su cabalgata, re ‘cordé al vagabundo. Disponia de tiempo; :no podria ir hasta la gompa (monasterio) en que se alojaba? Tal ver Te enon tease. :Por que parecia buriase del gran lama y de sus fcles? Seria interesante averiguarlo. ‘Comuniqué mi deseo a Dawasandup, que se ofrecis a ‘acompanarme, Partimos a caballo y legamos pronto a la gompa, que eta, sencillamente, una casona de labranza. En €l Iha kang (sala donde estan las estatuas de los dioses) en- ‘contramos al naldjorpa sentado en un almohadén, delante de ‘una mesa baja, acabando de comer. El encargad del templo nos trajo otros almohadones y nos ofreciété ‘Se trataba de conversar con el asceta erkante, muy poco dlispuesto a ello, porque con la boca lena de arror, solo con- test6 con un ligero grufido a nuestros amables saludos. Mientras yo buscaba una frase para romper el hielo, aquel buen hombre se eché a refr pronunciando algunas palabras, Dawasandup parecta sentirse disgustado, = ,Qué dice? —pregunté. [Diseulpe —contest6 el intérprete—, estos naldjorpas cemplean, a veces, un lenguaje rude... No sé si debo tradu- Por favor —repliqué—. Estoy aqut para tomar nota de todo y especialmente de las cosas ms inusuales. 1. Ltealmeate, sel que alcanzado la seridad peeectas,perocn ‘semis generates, un aceta mie 3 Taigema de Buti 16 Himatay —Entonces.... perdéneme, dice: «,Oué viene a hacer aqui esta majadera?» ‘No me extrafé demasiado el tono grosero de le pregunta. ‘También en la India ciertos sannyasins (ascetas) ingen ins tar cuando se les visita, —Contéstele —dije & Dawasandup— que he venido a preguntarle por qué se burlaba de los que recibfan la bend ion del Dalai Lame —Llenos de importancia todos ellos y déndose importan- cia por lo que hacen ~masculé cl naldjarpa entre dientes— Insectos que se agtan en lam. inicio de la conversaci6n era de lo més curios, ~Y usted —le repiqué—,;se encuentra a salvo fuera del estercolero? ‘Rig con grandes carcajadas. —"Tratarde evitarlo cs hundirse cada ver més. Me revuel- co en él como un puerco. Lo digiro yl transformo en arena 4e oro, en arroyo de agua clara. Mitareaes fabricar estrellas ‘Decididamente, mi interlocutor gustaba de las compara ciones excatoldgices. Seria su manera de presumir de super- hombre En fin —dije—, los piadosos lsicos deben estar en to cierto al aprovecharse de la presencia del Dalai Lama para ‘obtener su bendicién. Son buenas gents sencilas cuyo esp ‘itu no puede llegar a doctrinas més elevadas. El naldjorpa me interrumpi6. —Para que la bendicién sea eficaz —dijo— hace falta que «quien a otorga posea la fuerza transmisora. Puede emplearla de diferentes mods. Por qué sila tiene, el precio protector (Dalai Lama) necesita soldados para comibati los chinos 0 a cualquier otro enemigo? (No puede rechazar det Tibet a {Quien no le agrada y cercar el pais con una murala invisible € infranqueable? El Padmasambhava (guri nacido en ¢1 oto) tenfa aquel poder, y su bendicion llega siempre a quienes Ie adoran, aunque vive ahora en la tegibn lejana de los rakcha- sas. Yo s6losoy un humilde diseipul, y sin embargo 7 Misticos y magos det Ther EL humilde diseipulo me pareci6 loco y, sobre todo, no poco vnidaso, porque su «sin embargo» iba acompafado de tuna mirada que decia bastante sobre el pensamiento final de lninacabada frase ‘Mi intérprete se sentia a todas luces molesto. Sentia por el Dalai Lama una gran admiracida y no le agradaba aquellacr- tica, Por otro lado, el hombre capsz de «fabricar estrellas con excrementos caninos» le inspiraba cierto temor supersticioso. Propuse que nos fuésemos, pero al saber por el encarga- do del templo que el ama continuaba su viaje al dia siguien te, alargué algunas rupias a Dawasandup diciéndote que se las ofreciese pura proveerse en su camino, El regalo disgust al naldjorpa y lo rechaz6, con el pretex to de que ya tenia més provisiones de las que podia llevar Dawasandup ctey6 acertado insistiry se adelant6 con Ia in- tencion de dejarie el dinero sobre la mesa. No le salié bien. No habia dado tres pasos cuando le vi vailar, retroceder ise de espaldas contra la pared, como sile hubiesen empuja- do violentamente. Al mismo tiempo lanz6 un grito y se evs amano a la boca del estomago. Elnaldjorpa se levants y sald de a estancia burléndose He recibido un formidable pufetazo que me ha echado para atrés —dijo Dawasandup—. El lama esté enojado, peémocalmarle..2 = Vamonos ~ dije—. El lama nada tiene que veren lo que hha pasado. La causa puede ser cualquier desarreglo en el fun- cionamiento del coraz6n, Hari bien en visitar a un médico. EL intérprete, pélido y acongojado, no replicd y regresa- mos sin que lograse disipar sus temores. Al dia siguiente, de madrugada, Dawasandup y yo part- ‘mos para Gangtok El camino de herradura que seguiamos se adentraba en el, Himalaya, tierra sagrada que la tradicion hinds puebla de sa- bios, aseetas, autores de prodigios y dioses. Las estaciones estivales fundadas al margen por los extranjeros apenas han 18 Himalaya ‘cambiado su aspecto. La selva virgen recobra sus derechos a pores kilémetros de los grandes hoteles, donde se baila al son del jazz. Flotando entre las nicblas errantes, un extrano desfile de arboles, envueltos en largas lianas de un verde Iivi- do, esboza gestos inquictantes ante ls viajes. En la jungla ‘exuberante, desde los valle hasta los altos picos cubiertos de nieves perpetuas, todo el pais se ve envuelto por una atm6s- {era de misterio indecible. En este marco propicio, la hechiceriareina soberana entre las poblaciones pseudobudistas y de los médiums: benpos, aos, buntingos y yabas de ambos sexos hacen legar los mena Jes de los diosesy de los muertos hasta las mas pequefias aldeas, Durante el viaje, pernoctamos en Pakyong, y al dia si aguiente legamos a Gangtok, que me recibié a pocos kiléme- {os del pueblo capital con una formidable tormenta de gra- nizo desencadenada repeatinamente. ‘Segan los tibetanos, los fenmenos metcoroligicos se de- ben a los demonios o a los magos. El pedrisco es una de sus armas favoritas. Emplean los primeros para trastornar Ia ‘marcha de los peregrinos que se dirigen a los lugares santos ylos lamas taumaturgos para impedir el acceso de los inopor- ‘unos a sus retiros y para ahuyentar a los discipalos candids tos poco constantes. El supersticioso Dawasandup me confes6, algunas sema- nas més tarde, que habja consultado con un mapa (adivino) sobre el asunto del huracdn tan imprevisto en el dia radiante de millegada. El oriculo habla declarado que los dioses locales y los santos lamas no me eran hostiles, pero que, sin embargo, me ‘costaria gran trabajo permanecer en el «pais de la religidn> (perifrass para designar el Tibet). Fuso casualidad o carividencia, el mopa no se equivocs- ba. Elfuturole diola razén, EI principe heredero de Sikkim, S. A. Sidkeong Namg- yal, era lama verdadero, abad de un monasterio de la sects 19 Misticos y magos del Tiber de los khagyudkarma y, ademas, ulku,!considerado como la reencarnacion desu io, lama de santa memoria, Segiin costumbre, habia tomado el habito religioso desde ‘muy nino en el monasterio del que era jefe nato y donde ha ‘fa pasado una parte desu juventud. Lego, ls autoridades britinicas le dieron la referencia, ‘en lugar de su hermano mayor. como sucesor eventual del ‘maharaj, su pade, yelresdente inglés Te sae0 del monasterio ‘confiéndole a un hind britanizado para que le sirviese de tutor ¥ de maestro, Completaron su educacién, no del todo homogé- ‘nea, uma corta temporada en la universidad de Oxford y un via- je alrededor del mundo baja tutela de un diplomtico. 1g tuk hablaba perfectamente cf inglés ¥ no tan fano, su lengua matema. Se expresaba con co rreccion eft indostano y un poco en chino. La villa privada {que mand consiruir en los jardines del palacio paterno se ‘parcefa a una linda casa de campo ingles. langueada por un templo tibetano. El interior respondia a su aspecto exterior: mucbles de estilo inelés en el piso bajo. y en el primer piso, ‘oratorio ysaléntibetanos. El joven principe cra de espirty abierto. Se interesé en sequida por misinvestigaciones y, con gran afén, intemt6 ayu- darme. ‘Consagré el primer tiempo de mi permanencia en Sikkim a visitar los monasterios diseminades por los bosques. Me impresionaron mucho por su situacion, generalmente mara- villosa, sobre montafias escalonadas. Como eran de cons. truccién ristica, los imaginaba habitados por monjes dedica- dos 2 1s contemplacién, que despreciaban las ambiciones y las luchas del mundo y cuyos dias transcurrian en laquietud y en meditaciones profundas. Pero la realidad no respondia a la apariencia. La mayor parte de los religiosos de Sikkim son simples aldeanos. poco Eultos, que no sienten el menor deseo de iustrarse ni siquiers 1. Lama de expe saperio, a qe los extranjeros thm buds eno ease pa. 8) 20 Himalaya sobre el budismo que profesan. Por otra parte, no tienen mo- mentos de oci. Los monasteris son pobre, sin la menor ren ‘ta que repartir entre sus miembros, y también carecen de bien- Inechores tos. Por eso, las traps (eligiosos de lero inferior) se ven obligados # trabajar, ya que no cuentan con subsidies ‘egulares ni con donaciones que les aseguren laexistencia, Es necesara la explicacién acerca del término rapa, qu cabo de empleary que seguiré empleando, Los autores extranjeros denominan lamas, indistintamen- te, a todos los miembros del clero, No es lo mismo en el i bet, Sélo los dignatatios eclesidsticos tienen derecho al titulo {de Lama (superior): as los tufkus, os sacerdotes de monaste~ rios importantes y los religiosos que poseen altos grados ut ‘verstarios. Todos los otros monjes, aun cuando hayan recibi do ordenacién mayor (la de gelong), no son més que trapas (Giseipulos). No obstante, por cortesta se acostumbra a dar el tftulo de lama, al diriirls ta palabra, a todos los religiosos| de edad madura ycultos, ‘Algunos érapas de Sikkim, consideracos como sabios por sus colegas, eran capaces de celebrar ciertos rites religiosos. Ensefiaban los recitados litdrgicos a novicios que pagaban ‘sus lecciones con donativos en especie y un poco de dinero, [pero con frecuencia otros les pagaban sirviéndoles de eria: dos. A pesar de es0, el ejercicio sacerdotal era la fuente prin cipal de ingresos de todos los frailes. TEL budismo ortodoxo, ya se sabe, prohibe todos Ios ritos religiosos. Los lamaistas eruditos admiten de buen grado su inutlidad en lo referente ala luminacién espiritual, que slo puede ser aleanzada por cl esfucrao intelectual. Sin embargo, la mayoria de ellos preconizan ciertos modos rituales para ‘otros Fines, como la curacion de enfermedades, la prosper: ‘dad material, el dominio de los seres maléficosy Ia direccién ‘del espiritu de los difuntos en el mas alld. La principal mision eclesidstca de los monjes montafieses del Himalaya era la de proceder a los funerales religiosos, Debo decir que la eumplian con gran celo y hasta con una rontitud que casi rzaba con el agrado. Misticos y magos del Tibet Los ritos funeratios se componen de uno o dos banquetes que Ia familia del difunto ofrece a todos los miembros del mo- hasterio del que era fligrés, Ademas, so oftecen honorarios, en dinero y en especie, a los apas que ofician en la casa mor- tworia, Ya he dicho que el clero aldeano de estas montafss, de ordinario, es pobre ¥ ayuna, As{ que, a veoes, es diffi repri- ‘mir en esta gente primitiva un cierto placer cuando la muerte ‘de alginricachén del terrufo les promete dias de abundancia. Los hombres ya maduros saben disimular generalmente sus sentimientos, pero los nifios novicios que cuidan de los rebatios en el bosque son de una ingenuidad divertida Un dia que estaba sentada merendando cerca de unos frailecillos pastores, oimos, debilitado por la distancia, so- nid prolongado de un instrumento de viento. En un abrir ycerrar de ojos, los chicos, que jugaban jun tos, se quedaron inmaviles, atentos, eseuchando. El mismo sonido se repitid. Los nifos comprendieron. Las caracolas dijo uno de ellos. ~Alguien ha muerto —afiadis otro. Después permanecieron silenciosos mirdndose, con fos ojos billantes,sonriendo come complices. ~ Vamos a comer carne —murmuré uno de los chicos. in embargo, en ciertas aldeas, el sacerdote Iamasta tie- ne que sufrir la competencia del hechicero. De ordinario, testo no acarrea enfrentamientos; ambos, la mayor parte de las veces, si tienen fe en sus métodos, tienen también fe en ls de su vecino. Aun cuando el lama sea més respetado que cl ben (hechicero) —sectario de ls antigua religion de los aborigenes— 0 que el mago ngagspa —asimilado al clero of cial—, se considera a estos iltimos mas hébiles cuando hay ‘que tratarcoa los demonios que, de modo diferente, perjudi- can a un ser viviente oal espiitu de un difunto. Un hecho fortuito hizo que deseubriese c6mo el lama ofi- ante extrae el expiritu del cuerpo de los moribundos y Io di- rige hacia el buen camino en el otro mundo, 2 Himalaya Regresaba aquol dia de una excursién por el bosque cuando of un grito breve y agudo que no se parecia al de nin- ‘Bin animal conocido, Minutos mas tarde, el mismo grito se epitié dos veces seguidas. Avancé quedamente en la direc cionde donde proventa Pronto divsé una cabafa oculta en un pliegue del terre ‘no, Escondiéndome tras un matorral. pude observar lo que ppasaba sin que me viesen, Estaban alifsentados en el suelo, bajo los 4rbotes, das monjes, con los ojos bajos, en actitud de rmeditar, —jHlik! —exclamé uno de ellos, con una voz muy espe ial. —;Hik! —repiti6 cl otro algunos momentos después. ‘¥ continuaron asf, sin hablar ni moverse, espaciando sus aritos con argos intervalos de silencio, Observe que parecian ‘emir aquel grito con gran esfuerzo, como si lo sacasen del fondo de las entranas. Después de haberlos observado du rante algdin tiempo, vi que uno de ellos e levaba la mano a Ja garganta con expresion de dolor en el rostro. Volvis la ca- bbeza y escupid un hilillo de sangre. ‘Su compaiero le dijo algunas palabras que no pude escu- char. El monje se dirigis ala cabatia sin responderie. Vi en- ‘tonces que del pelo le sata una larga paja que se mantenia er- {Buida sobre la cabeza. ; Qué significaba aquel adorno? Apro- ‘vechando que uno de los dos irapas habia entrado en a caba- fay el otro me volvia la espalda, me escabull. En cuanto encontré a Dawasandup le interrogué. ;Oué hacian aquellos dos hombres? {Por qué daban aguel extrafio prito? Ese grito —me explics mi intérprete— es una exclama- ‘ida ritual que el lama oficiznte profiere junto al que acaba {de morir, con el fin de desprender su espritu del cuerpo ha- cetlo salir por un hueco que esta silaba magica produce en la boveda del créneo. Sélo el lama que haya recibido de un maestro competente el don de articular ese hik con la ento- nnacion y la fuerzs psiquica que requiere es capaz de actuar con éxito. Cuando oficia al lado de un cadaver aftade ;fet! 2B Misticos y magas del Tibet ‘tras el jhik!, pero debe guardarse de pronunciar ese fer cvan- do ejetcta Gnicamente la préctica del rito, como los monjes que usted ha visto. La combinacién de estos dos sonidos arzebata, inevitablemente, e]espiritu del cuerpo y, por consi- {uiente, el lama que los pronunciase correctamente moriria ‘con rapidez. El peligro no existe cuando esté oficiando, por- {que obra entonces como procurador, en lugar del muerto, prestindole su vo2, de modo que el efecto de las sflabas mé- Bicas lo siente el muerto y noel lama ‘Cuando un maestro competente ies ha conterido el poder psiquico de atraer el espirita fuera de su euerpo, los dsefpu- fos tienen que ejercitarse en emitireorrectamente el jhik! Se “eonoce que han alcanzado su objeto sila paja, hineada en el ‘eréneo, permanece tiesa, sin eaerse, durante todo el tiempo ‘que quieran. En efecto, la pronunciacién correcta de hik pro- ‘duce un pequefo orificio en la boveda del craneo y la paja se inserta en él. El agujero es mucho ms ancho cuando se trata de un muerto. Llegan a poder introducir el dedo menique. Dawasandup se interesaba mucho en lascuestiones relati- ‘vas ala muerte ya supervivencia de un espirit. A los cinco ‘ seis aos de estas explicaciones, tradujo una obra clasia ti- betana sobre las peregrinaciones de los difundos en el més all! ‘Algunos funcionarios briténicos y algunos orientalistas cextranjeros han hecho uso de los servicios de Dawasandup, reconociendo su talento. Sin embargo, tengo motivos para creer que siempre desconocieron su verdadera personalidad, ue disimulaba muy bien, En cierto modo, Dawasandup era, de verdad, oculista y hhasta mistico. Cultivaba Tas comuniones seeretas con las da- kinisy con los dioses amenazantes; todo lo que se relaciona- ’ba con el mundo misterioso de los seres generalmente invisi- bile le atrafa iresisiblemente. Tenia también tendencia al 1. Elba Tod a 2, Deidaesfemeninas das qu hay varias ators Los tibetan los da el tulo de madres. Ensen 2s Beles ne doctrinas tics 4 *supersticioso, pero por encima de todo, bueno y cart Himalaya ‘mediumnismo; pero a necesidad de trabajar le impedia cult varlo como hubiera deseado. ‘Nacido en Kalinpong, descendlia de butanis y de sikkime- ses, gentes de las montafas y de los bosques. Le admitieron ‘como becarioen la escuela superior de Darjling para mucha- hos de origen tibetano. Entr6, después, en el servicio brité- nica de Ia India, donde le nombraron intérprete en Base Duar, localidad stuada en la frontera sur de Butin. ‘Allfencontr6 al lama que fue su guia espirtual y por el que sentia gran respeto. He conseguido imagindrmelo tal eval debe ser, por cuanto de I me hacontado Dawasandup. Me ha pare ido igual a muchos otros que he conocido: algo docto, algo Le diferenciaba de sus colegas la eitcunstancia de haber tenido como guni (director espiritual) a un verdadero santo ceuya muerte merece ser relatada, Era un ermitano quo se dedicabs a la contemplacién mis- tica en un sitio apartado, en Butén, Uno de sus diseipulos vi- via con ly leservia, Pero un buen dia, cierto bienhechor del ermitafio fue a vi. sitarley le dejo una pequetia suma de dinero para que com- prara provisiones para el invierno. El discipulo, aguijoncado ‘ot lacodicia, asesin6 al viejo maestro y huy6 con el dinero, El lama, dejado por muerto, volvié en sf. Lleno de sabla- 20s, sus heridas eran graves y el anciano suftia atrozmente. aca sustaerse a aquella tortura se absorbis en Ia meditacion Los misticos tibetanos aleanzan una concentracién de pensamiento que suspende la sensibildad fisica y la atenta ‘considerablemente. ‘Otro diseipulo del lama, que fue a verle algunos dias des- ppués, lo encontrs inmévil, envueltoen una manta, Llamaron fu atencisn el olor que desprendian las Haas, ya infectadas, y la manta lena de sangre, Interrogs a su maestro, El anaco: reta le cont6 fo que habia pasado; y como el hombre quisiera ir corriendo al monasterio més proximo en busca de un médi 0, lo prohibis. Si se enteran del estado en que me encuentro buscarén 25 Misticos y magos del Tibet al culpable —dijo—. Como no puede estar muy lejos, lo en: contrarén, y probablemente seré condenado a muerte. No puedo permitirlo, No diciendo lo que ha sucedido tiene mas tiempo para escapar a sus perseguidores. Algin dfa volve Auiad, a sentimientos mejores y, en todo caso, no seré lca sa de su muerte, Ahora no me hables més, déjame solo y ‘marchate. Mientras estoy meditando no sufro, pero en cuan- to recobro Ia coneiencia del cuerpo los dolores que padezeo son intolerables. 'Ningin disefpulo oriental discute una orden de tal natu leza, Comprende el espiritu que la dicta. E1 hombte se arro- Aillé a los pies de su gurd y se retir6. Algunos dias después el ermitaiio morfa solo.en su cueva. ‘Aun cuando Dawasandup admirase mucho la conducta de aquel santo lama, tales alturas morales le parcefan dema- siado elevadas para alcanzarlas. Lo confesaba con huildad, Lo que le atrafa de un modo irresistible, ya lo he dicho, eral ‘ato con los seres del mundo oculto para lograr podetes su- ppernormales. Su suefo era ver prodigios y legar a hacerios. ‘Tenfa todas las aspiraciones de un mago, pero carecia de la cioncia y de Ia fuerza moral para realizarlas. La bebida, pasin muy frecuente entre us compatriot, fue 1a maldicion de su vida. Alimentaba en luna dsposicién a en- colerzarse, y por ello estuvo a punto de converse en asesino, Mientras permanect en Gangtok pude ejereer cierta in- fuoncia sobre él. Consegui que me prometiese abstenerse por completo de hebidas fermentadas, prohibidas a todos los ‘budistas; pero para perseverar en esta resoluciGn era preciso ‘una energia mayor de la que tenfa mi iatérprete. No podia re- Sista los que asu alrededor opinaban que beber firme y de~ jar caer Ia raz6n en el fondo del vaso era el deber de un fel dlisefpulo de Padmasambhava. 1 Apsol del Tet en e siglo Vt, Padasambhava era ua mao aque prteneclo a seca de sue! bude degenerado Hamad basis ‘Ehuricos pero nada prueba que fee inlemperant, como alguaos que ‘en acr creer para sia su borracher, % Himalaya Cuando conoet a Dawasandup hebla dejado el servicio det Gobierno para cjereer las funciones de primer maestro thirector de la escuela tibetana de Gangtok. En el papel de profesor era inenarrable [Los trabajos particulares de traduociones w otras coses, tas visitas yl largas conversacones con los lamas, el oficio de los ito ocultosy, sobre todo el gusto por la lectur la {que debia sa erudiciGn le impedian ocuparse de la escucla ¥ £Tmenudo pares olvidarse de su existencia. Dondequiera qe fese, hasta en el lugar més rcdindito desu casa, levaba ta libro yabsorto en él se sentiaembargado por una especie Ge extn que le hacia peter durante horas y horas la nocibn del sitio en ques hallaba. Llegabs apasase un mes entero sin poner los pies en la sala donde daba clase, abandonando a sus {scolares en manos de un segundo mest que, a su vez, imi {aba la nepligencia del jefe sempre quel era posible Los miuchachos, libres, no hacian mds que jugar y deam- balar por los bosques praximos a la escuela olvidando lo poco que habian aprendido. Sin embargo, un buen dia Dawasandup aparecia ante ellos eo fa faz tan severa como la del jue de los ditutos. y Jos muchachos temblaban eoa toda su alma, porque sabian por experiencia lo que les espersa Primero tenfan que formar fla delante del examinador. Este hacia una pregunta a uno de los dos escolares del exre- smo de a fila Ste ciseipulo no contestaba, ocontestaba mal, tl compafero que estaba junto a él podta responder, ysi16 hacia suisfacttiamente, 4 fe ordenaba dar un fuerte bofe- {nal primeroy ocuparsu sito. El despraciado que habia recibido el bofetn era interro- ado otra ver, 9 side nuevo permanecia mudo o contestaba ial, el tercero de fa fila debia administrare otro sopapo ¥ ‘uitarle cl sitio, acondicin de mostrarse més sabio. ‘Gualquir chiquillo desgraciado, atontado por el castigo sucesivo, pada encontrar ene timo puesto del fila des- ppués de’haber recibido doce cachetes. Sucedia frecuente- mente que algunos esoolares, compaiers de fila, eran inca 2 Misticos y magos del Tibet paces de recitar la leccidn. En ese caso, el més stbio del gru- po distribuia solo todos los sopapos, y si todos resultaban qualmente ignorantes, Dawasandup se encargaba del cat go general “Algunos chicos vacilaban al pegar fuerte a un amigo y se ‘ontentaban con fingrlo. No les valfa, porque Dawasandup Vigilaba. «Amiguito —decia riendo eruelmente—, no sabes hacerlo. Acércate, voy # ensefiarte». ¥ ;pam!, la mano enor ime cafa sobre la mejilla del chico, que veta las estrellas y que, para no tener que soportar una nueva demostracién, tenga ue abofetear a su condiscipulo con vigor capa de dejar sa tisfecho a su terrible maestro. A veoes el castigo no tenfa que ver con fas lecciones. En quella bendita escuela, donde desconocian toda disciptina, cl espfritu de inventiva y nad trivial de Dawasandup desc bria por todas partes faltas a regla sin formular que surgian con intermitencia, Eatonces cogia un baston ad hoc, ordena- bba que el condenado extendiese el brazo abriendo la mano y. en [a palma, ef muchacho recibia, dando aullidos, los palme- tazos que su verdugo fijaba. Sino extendia la mano, el infeliz recibialosgolpesen lacabera Mientras maniobrata con su bast6n, Dawasandup ejecu- taba una especie de danza, saltando a cada golpe que daba y cemitiendo un sonoro ;har, como es costumbre de ciertosle- fiadores. Y de esta manera, con la participacion foreada del desgraciado chiquillo, a quien el dolor hacia pataleary retor: cerse, el castigo adquiria el aspecto de un baile diabolo. He visto tales escenas cuando llegaba al colegio sin que ime esperasen y, ademés, los chicos, familiarizados conmigo, ‘me informaban ampliamente. ‘Al cabo de unos dias o de unas semanas de aquellasctvi- dad profesional, Dawasandup dejaba de nuevo a sus discipu- Podria narrar muchss otras cosas concernientes a mi bra- vo intérprete, hasta ciertas historias divertidas, como los euentos de Boccaccio, No sdlo era maestro de escuela, ocul- tista y letrado; también sabia desempetiar otros roles. Pero 28 Himalaya hhaya paz para su memoria, no quiero denigrarle. Taly como yo lo he conocido, Dawasandup era una personalidad intere- sante que habia adquirido gran erudicion por su esfuerzo y su perseverancia, Siempre me alegré de haberle encontrado y Feconozeo eusinto le debo. ‘Afado que Dawasandup es el autor del primero y tnico diccionario, hasta ahora, anglotibetano, y que termin6 sus ‘las siendo profesor de tibetano en la universidad de Calcuta, Me llevé una gran alegria cuando el principe tulku me anuncié que un verdadero tibetano, doctor en filosofia de a télebre universidad monéstica de Trachilhumpo,' vendria a la gompa de Enché, cerca de Gengtok, y que muy pronto tambien volveria a su pafs natal otro lama originario de Sik- kim que habia cursado sus estudios en el Tibet. Al cabo de poco tiempo tuve ocasién de conocer a los dos, hombres, reconocidos letrados. EI primero, Kuchog® Chos-dzed, pertenecia a la familia de los antiguos reyes del Tibet. Por razones polities habia estado encarcelado durante bastante tempo y atribuia el pre- cario estado de su salud a los alimentos envenenados que, se- sin crefa, le dieron durante su reclsion. EI principe de Sikkim, que estimaba mucho 2 los letra dos, acogié con entusiasmo al refugiado. Para proporcionar- le medios de existencia, y al mismo tiempo para que los mon- jes jOvenes sacasen provecho de su cienci, le nombré abad ‘del monasterio de Enché, con la obligacion de ensefar la gra- ‘matica a unos veinte novicios, Kuchog Chos-dzed era un gelug pa, es decir un miembro de la secta reformada fundada por Tsong Khaps (hacia 1400) yllamada fariliarmente secta de los bonetes amarilos 1, Stands on gata, capital de provincia de Teng 2. sSeorm com oro mate Je mayor resp, que hace, més ben, suivante al sr fos ingles, indcando a rango socal superior a ds 2» Misticos y magos del Tibet Los autores extranjeos, que deseriben las préctcas rei siosas de los bonetes amaritos como totalmente opuestas & las de los Bonetesrojos. habrfan resifleado su error al ver due un sacerdote glug pa estaba al frente de una secta jay Salmodiaba los oficios con sus monies. Tgnoro si puedo clasficarente os mstcos al lama de Ea- ché Y's se dedicaba normalmente a la moditaci, pero era ‘sombroso como erudit, Su memoria era como wna bibio- Teca milagrosa en a que cada libro estuviese siempre dis- puesto a abrise en la pdgina nocesaria a menor gest. Citae ba a docenas los textos sin ef menor esfuerzo, En el Tibet {esto no es excepsional, pero lo era la comprensi6n perfecta de los maties més stiles de los textos que posefa Kuchog Chos-dzed "Ya fuese por dscrecin 0 por orglloinstintivo de su no- bea, mayor y ms antigua que lade sututor llama de E- ch raravea vista al principe, y eso slo cuando tenfa que comunicarlealgin asunto del monasteio que dria. A ve- ces venia a mi casa, pero, en general, era yo quien sua ala ‘gompa, situada sobre la cesta de una montafa que domins- baCangiok. Despucs de varis charas, llama, descontiado como to- dos los orientales, se vais de una graiosa estratagema para Probar la extensiOn de mis conocimientos del budismo y el frado de comprension de sus doctinas Un dia que fui a vsitarlo, me present6 una hoja de papel lens de preyuntssy, con la mayor cores, me invil6 8 con- testaras inmediatamente Las euestiones a trataroran abstracts y hablan sido esco- sida con premeditacin para desconcertarme Super’ la prucba con honra y el examinador qued6satis- fecho. Me confess entonces sus das acerca de que yo fuese ‘budista, como afrmabs y. sin poder desenmarana los mat vos, el temor de que mi atin porinterrogar los lamas escon- diese intenciones ocultas. Desde entonces me pareci completamente tranquil, demostrindome micha confianza, 30 Himalaya Er segundo lama, que leg6 poco tiempo después, volvia del monasterio de Tulung Tserpug, situado en la regién de Lasa. Estudié alien su javentud y regres6, mas tarde, como seeretario del jefe de Ia secta de ios karmapas (la secta mas, importante de los bonetes rojo). Le llamaban Bermiak Kuchog (seftor de Bermiak) por- ‘que era hijo de un gran sefior de aquel lugar, de los excasos ‘miembros de la nableza de Sikkim que pertenceia ala raza de Jos aborigenes: los lepchas. Habla recibido, como Kuchog Chos-dzed, la ordenacién ‘mayor de gelong, vera soltero. Ocupaba una habitaci6n en el ppalacio, titulo de capellin del maharais, Casi todas las tardes atravesaba los jardines para dirgirse ‘la villa del principe heredero, y ali, en la sala amueblada a In inglesa, conversébamos largamente sobre las cosas desco- ‘nocidas on Occidente. Recuerdo, con gusto, aquellas charlas donde empecé a escorret el velo que nos ocilta el auténtico cardeter del bety desu mundo religioso. ‘Sidkeong tulku, que siempre usaba trajes irisados, pres fa sentado en un divin con una mesita delante, y yo lo hacta vis @ vis, sentada en una butaca, Frente a nosotros colocaban un pequetio taz6n de fina poreeiana china sobre pie de plata, ‘cubierto con una tapa en forma de pagoda, adornada de co. raleso de turquesas ‘A cierta distancia del principe, el seflor de Bermiak, ma Jestuoso con su tinica mondstica y su toga granste oscuro, ‘colocaba otra butaca, una mesita y un tazén con platillo de plata, pero sin apa. En cuanto a Dawasandup, presente mu- thas veces, se sentaba a la manera oriental @ auestros pies (en Oriente se dice «en forma de loto»), y su taz6n, puesto sobre el tapiz, no tenia ni planillonitapa. Asflo prescribi etiqueta tibetana, muy complicada y muy estrcta en la cate- {oria de las tapas, tazas y asientos de diferente altura que co- sresponden a cada huésped. ‘Mientras conversaba Bermiak Kuchog, disertador y eru dito, nos servian con gran abundancia elt tibetano, color de a ‘Misticos y magos del Tiber rosa marchita, sazonado con manteca y sal. Los tibetanos ri- 0s tienen a su alcance a cualquier hora una taza llena. La ex- presin corriente en el Tibet para sefalar alas gentes que vie ‘ven en la opulencia es la siguiente: «Sus labios estan siempre hhimedos de té 0 de cervezar. Por respeto a mi ortodoxia bu- dista slo aparecia el téen aquellas reuniones, [Lo trafa un sirviente joven en una enorme tetera de plata. CCirculaba con ella levandola a la altura del hombro. Luego | inclinaba hasta nuesteastazas, con los gestos estudiados y pprecisos del oficiante que celebra un rto, Las maderasoloro- Sas que ardian en un rinedn del cuarto le lenaban de un per- fame distinto de los inciensos dela India que yo habia tenido ‘ocasidn de aspirar durante mis viajes. Otras veces, una melo- dla lenta y grave, hondamente melancslica, nos legaba, de- biltada por la distancia, desde la copilla de palacio... ¥ el lama de Bermiak coatinuaba conversando, deseribiendo la vida y las mediteciones de los sabios y de los metafisicos que habian vivid o que vivian en la terra prohibida, cya fronte- raestaba tan proxima. Debo a Kuchog Chos-dzed y a Bermiak Kuchog el haber- sme iniciado en la fe de los lamaistas yen ls creencias que sere fierem a la muerte y al més all, y que son tan poco conocidas. ‘Como el primero de estos lamas era miembro de la secta de bonetes amarilosy el segundo pertenecia a una de las sec- ta de Bonetes rojs, al oft alos dos tenfa la seguridad de que ‘mis informes representaban la opinién admitida en general, y no tal o cual doctrina perteneciente a una secta y rechazada por las restantes. Ademés, en los fos siguientes tuve aume tosas ocasiones de interrogar a otros lamas de las distitas giones del Tibet. Para facilidad del lector, hago a continu sion ua resumen de las diversas informaciones.. La muerte y el mas allé Generalmente, los profanos imaginan que los budistas reen en la reencamacién y hasta en la metempsicosis. Se 2 Himalaya trata de un error. El budismo ensefa que la energia que pro: ‘duce la actividad mental yfisica de ua ser es causa dela apa icin de nuevos fenémenos mentales y fisioos cuando este ser ha sido disuelto porla muerte. Existen teorias stiles sobre el tema, y los mistioos del Ti Det, mds que otros budisias, parecen haber logrado un punto de vista ms profundo de la cuestién. No hace falta insistir para comprender que slo un nimero selecto de ellos enti ea los conceptos filos6ficos. En cuanto alas masas, aunque repitan el credo ortadoxo — «Todos los agregados son transi- torios, no existe ningtin “yo” en el individuo—, permanecen ficles ala creencia ms simple de una entidad indefinida que. revistiendo formas diversas, peregrina de mundo en mundo. ‘Sin embargo, los lamaistasdifieren mucho de sus correli- narios de los patses del sur: Ceilan, Birmania, etc. ¥ €X- plican las condiciones de esta peregrinacién de modo muy particular. Segin ellos, tanscurre un lapso de tiempo mas 0 menos grande entre el momento de la muerte ¥ aquel en que €l difunto renace en una w otra de las seis especies de sexes ‘animados reconocidos por ello. Estas seis especies son, respectivamente: 1) los dioses; 2) Jos no dioses, especies de ttanes; 3) los hombres; 4) los no hombres, que comprenden los genios, espiritus, hadas, et., de carécter amable unos y malhechores otros; 5) los anima Aes, y 6) los yidags, seres monstruosos perpetuamente tortu~ rados por el hambre y la sed, y los habitantes de purgatorios distintos que soportan crueles sufrimientos, ‘Ninguna de esta situaciones es perpetua. La muerte llega ppara todos, tanto para los dioses come para los desgraciados {que gimen en los purgatoris, y la muerte sigue el renacer, sea en la misma clase de seres en una clase distin, La creencia popular segura que el difunto renace en con- dicién mas 6 menos feliz, por sus buenas o malas acciones. ‘Los lamas, mejor informados, enseflan que ei hombre ocual- uier otro ser, desarrlla por sus actos y sus pensamientos afinidades que le conducen con toda naturalidad hacia una ‘ondicidn de existencia en relacién con ellss. Por vitimo, 33 Mésticos y magos del Tibet otros dicen que unser modifica la naturleza de la sustancia ‘le que se ompone por his actos y, especialmente, por sac tividad mental, y puede transformarse a sf mismo en dios, en animal, en eondenado,etecera “Tales teoras son, hasta aqui, cas igules las que admi- ten la mayor parte de los budistas. Los lamaistas son m4 Or sinales eno que sigue Es necesario advertir que a importancia otorgada por al- frnassectas budistas mahayeanistas al saber hacer y la abi Iidad es macto mayor en los lamaistas. VE] que sabe To que hay que hacer, vives confortble- mente hasta en el infierno.» Este es un refein muy popular en el Tibet. Nos muestra mejor que cualquier otra expica én Ia opinign dels lamaistas a propésito de lo que deno rman thabs, el metodo “Mientras que la mayor parte de su correligionrioscreen aque la suerte dels dfuntos depend, matematicarente, de Su moral, los lamaitassuponen que el «que sabe lo que hay aque hacer» puede modiicar y hasta mejorar su suerte post ‘morte renacer en la mejor condicion posible igo lo mejor posible porque, a pesar de su fnucha con- fianza en los efectos de 1a habilidad, ezeen tambien que el peso de los actos pasos posce fuerza considerable, tanto Ge, veces, todos ls enfuerzos del difuto y hasta Tos de Cualquier tavmaturgo inicado que se interese por él son ind tiles para retener el espa que se precipita hacia un renack ricnto miserable ‘Mis adelante daremos un ejemplo de ello Partiendo de la idea de que el metodo, el saber hacer, es siempre de interés eseacial, los lamaistasjuzgan que al arte de bien vivir habria que afadivle el de bien mori y saber de Senvoiverse enel mas all. Los iniiados deben conocer lo que les espera cuando rmueren, y los contemplativos ven y experimentan de ante- mano las Sensaciones que acompanan ala mucrtc. Nose sor- prenderdn ni se turbarén cuando la personalidad presente se disgregue y aquelo que ha de prosegui su camino, entrando En Himalaya conscientemente en el més alld, eche a andar con pleno cono- imiento de los caminos, de los senderos y de los lugares ‘donde conducen. {Qué es aquelio que sigue su camino cuando el everpo es ya cadaver? Es una de las miltiples conciencias que distin- juen los lamaistas: la conciencia del yo 0, segin otra expre- ‘on, el deseo de vivir. ‘Designaré con el nombre de espiriu al viajero cuyas pere- srinaciones vamos a seguir en ef mas allé. Aunque este ter- ‘ino no representa bien lo que los letrados expresan coa las palabras yid ky rmampar chespa. tiene la ventaja de ser fami liar a los occidentales y, adem, he de emplearto por no en- ‘contrar otro similar en los idiomas europeos. ‘Ya he comentado que los niciados son capaces de canser- var el espritu licido durante el acontecimiento de la disre- ‘gaci6n de su pertonalidad y de pasar de este mundo al otro plenamente conscientes de lo que les sucede. Asf que no ‘esitan ninguna ayuda en su dltima hora yes inti la celebra i6a de tos religiosos tras su muerte 'No sucede igual para el vulgo, y por vulgo se entiende aqui cualquiera, religioso 0 aico, que no posee la ciencia de a muerte. Y son la gran mayoria El lamaismo no deja abandonados a estos ignorantes a st ‘mismos. Mientras agonizan, y después de que han expirado, tun ama les ensefia fo que no han aprendido durante su vida. ‘Les explica la naturaleza de los eres y de las cosas que se les ‘aparecen, les tranquiliza y, sobre todo, no cesa de indicarles Ta buena direceién que han de tomar, El primer cuidado del lama que asiste « un moribundo es ‘tratar de impedirie que se duerma, que pierda el sentido o ‘que entre en coma, Le senala la pérdida sucesiva de las dife- rentes conciencias que animaban sus sentidos: concieneia del ‘ojo, conciencia de la nariz, de Ta lengua, del cuerpo, de la ‘oreja, os decir, la pérdida gradual de la vista del olfato, del gusto, del tacto, del ofdo. El pensamieato debe permanecer alertay activo al suceso que se desarrolla en el cuerpo ya in- sensible. Se trata de proyectar el espititu fuera de su cuerpo 35 ‘Misticos y magos del Tibet por la béveda dol creo, porque si se escapase por otro con- sducto veria grandemente comprometido su bienestar futuro. Los iniciados capaces de provocer por su cuenta la ascen- sign del espiritua la caspide de la cabeza, pronuncian, euan- do sienten su fin prdximo, el ik! y el fe! liberadores. den asi sucidarse yse dice que algunos lo hacen. Elespiritu, desprendido de la carne, emprende una pere~ sgrinacion peculiar. Aun cuando la ereencia popular haga de sta un viaje real através de lugares reales, poblados de seres ‘gualmente reals, os lamaistas mas instruidos la consideran ‘como un desfile de visiones subjetivas, un suefio que el mis- ‘mo espiritu erea, bajo la influencia de sus tendencias diversas de sb actividad pasada. ‘Algunos afirman que el espiritu, inmediatamente des- pués de su desencarnacisn, tiene la intuicién, pasajera como el ayo, dela suprema realidad. Sies capaz de alcanzar aque- Jia luz, se libera definitivamente de la ronda de los renaci- rmientos y de las muertes sucesivas. Ha llegado a ser nirvana. Es un easo extrafio, En general, el espirtu se deslumbra ‘con aquella claridad sibira. Retracede, arrastrado por falsas ‘eoncepeiones, por su apego a la existencia individual, al yo y ‘los placeres de los sentidos. O se le escapa por completo el significado de lo que se le aparece, asi como al hombre absor- t0-en sus problemas se le excapan los hechos que se preducen as alrededor, I difunto vulgar, que ha entrado en el mas allé durante ‘un desvanecimiento, no se have cargo inmediato de su situa- cién cuando recobra la conciencia, Durante varios dias habla ‘on Tas personas que viven en su antigua casa y encuentra muy extrafio que nadie le conteste ni se dé cuenta de su pre- Un lama del monasterio de Litang (Tibet oriental) me conté que varios muertos habian hecho saber por los paos (mediums) que se esforzaban en usar cosas de su pertenen- cia, como coger el arado para ira labrar los campos, 0 descol- ‘gar sus ropas, que pendian de un clavo, para vestise. Viendo {que no podian realizalo, se iritaban, 36 Himalaya En ese caso el exprtu del muerto ests desorientado 206 ha pasado? Seta en un cuerpo inerte, igual a 8y0, fodeado de lemas. 2s posible que haya mucro? Pretendon las bent gents que, para asegurase de cll, cl derencarnado debe digirsea tna tetra aenosa y rata huela de sus pis. Sve que dich halla tiene los pies welos, ¢ decir, conc abn hacia adelante los dedos hacia ats, fo pucde quedarle ninguna dada: std muerto bien mucrto, Pero, se dir, cq lane de eopri es el que tiene pis? Estos no pertenecen al esp, sino al cuerpo eéreo al que ‘sin est unido, Los tbetanos, como fs antiguas egipeios,creen ene do- be. Er via, en estado normal, el doe permanece estes mente unido eon clser material. Pero certascrcunstancias pueden denniloy entonces fe posible mostarse lejos del uerpo material, invisible realizar vests persgrinaciones Te separacion del cuerpo y desu dobie se relia involun- tariamente en algunos hombres, xls qve han procticad Aprendizaje adhoc pueden efectari 4 voluntad,segin los tbetanos. No obstant, la eparacin noes completa: hay un Tazo que une a ambos y pers, més 0 menos tiempo, des- prs de la muerte. A la Gestrucidn del caddver sigue, gene- Falmente adel doble, pero no necesariamentc, yen ertos Casos puede sobrevivirie ‘Se encuentran enel Tibet gentes que han permanecidoen estado letirgico ms 0 menos tiempo que fuego deseiben tos gares que aseguran haber recorido. Unos se han ita doa vistar pases habitados por hombres, pero otros reltan Peregrinaciones alos paraiso, alos pargatorios 0 al Bardo. In regida intermedia donde el espnta vage después de Ia tere, mientras espera su reencamacién, Estos sngulres peregrinos son llamados delogs, qu sig- nites , pense, La biografia del asceta Milarespa, queef con Dawasandup, ¥ todo cuanto habia oido sobre Ia vida de los ermitaios, sus Singulares doctrinas y los prodigios que hacen, habfan excita- do mi curiosidad. Ahora se trataba de aprovechar aquel ‘ocasion y hablar con uno de ellos. Pero je6mo? El muchacho s6lo hablata el dialecto del Sikkim y, por supuesto, descono- {alos términos filosoficos de los ibetanos. No podria tradu- ‘iris preguntas. La situacién me preocupaba y me exeitaba. Dormi mal, ‘con suefios incoherentes. Me vela rodeada de elefantes, ‘apunténdome con sus trompas erectas, que cmitian los soni. dos de las trompetas tibetanas. Aquel concierto singular me ddespert6. Mi cuarto estaba rodeado de sombras. No veka los elefantes, pero escuchaba la musica. Después de algunos {nstantes de atencién, reconoci aires religiosos, Los lamas to- aban en el stro del templo. ;A quién dedicaban aquel con- erto nocturno?... Pasara lo que pasase, quiseintentar la en- ttevista con el gomichen. Le pedi audiencia y, al dia siguien- te, volvi al monasterio con el muchacho, Se llegaba a la habitacion del lama por una escalerilla de earacol que conducia a una loggia pequefia, decorada con frescos. Mientras esperdbamos que nos invitasen a entrar me centretuve examinandolos. Sobre uno de los muros, un artista ingenuo, de imagina- oo Monasterio de Kum-Bum merciante chino de la provincia lejana de Kansu y algunos anénimos con el deseo de aprovechar la protecciGn que signi- fica iren grupo numerosoa través de un pais pligroso. ‘Viaje sumamente pintoresco, Mis compaieros de ruta cconstituyen ya, por si mismos, un motivo de asombro. ‘Nuestro gigantesco jefe de caravana invitO un dia, en Ia pposada que acupsibamos, a unas hetairas chinas. Pequetitas, ‘con pantalones de raso verde claro y chaquetas rosa. Entran, como una familia de Pulgarcitos, en la habitacion del otro lama, Es un ngagspa que apenas pestenece al clero, y esta ceasado, de la secta muy heterodoxa de magos. Con la puer= ta abierta, xe organiza un Sspero y ruidoso regateo. Los tér- ‘minos, cinicos ¢ ingenuos a un tiempo, son traducidos at chino por su impesibleintéxprete secretario. Negocio hecho [por cinco piastras. El invididuo se queda com una de las mu ‘Recas toda la noche y no la despacha hasta las diez de fa ma- ana, ‘Otro dia el mismo gigante se pelea con un oficial ehino, Los soldsdos del puesto cercano, armados, invaden la posa= da, Ellama lama asus criados, que corren a coger sus armas. El posadero se echa a mis pies, suplicéndome que intervenga para evitar una batalla Con la ayuda del comerciante, compaiero de viaje, que sabe el tibetano y me sirve de interpret, convenzo a los sol- ddados de que es indigno de ellos prestar la menor atencion a salvajes dela «ticrra de prados». Después demuestro al gue- rtero lama que un hombre de su rango no puede alternar con ‘vulgares soldados. Renace kacalma, Tuve ocasién de conocer la guerra civil y el bandoleris- ‘mo, Trato de ser enfermera bondadasa y de cuidar als heri- dos, faltos por completo de auxi ‘Una mafiana veo, horrorizada, un ramillete de cabezas, ‘cortadas colgads Ia puerta de mi posada. Mi placido hijo adoptivo se inspira en ellas para exponerme consideraciones filosoficas sobre la muerte, Elcamino empieza a ser impracticable; combaten delante 9s Misticos y magos del Tet de nosotros. Se me ocurre que podemos alejaraos de los combaticntes dando un rodeo para alcanzar Tungschow. Al dia siguiente de mi llegada rodean la ciudad. Contem- plo los asaltos, que se verfican con escalas, y veo a lo asal- {antes arrojar una liuvia de picdras desde las murallas. Me parece vivir en uno de aquellos viejo cuadros que represen {an las guerras de antatto, Aprovecho el dia de tormenta, en que los ejércitos estén resguardades, para huir, Carrera en la noche: Hegada a la ‘rill de un rio tras el cual estaremos 2 salvo. Llamamos al Dbarquero que ha de pasarnos en su barcaza, La respuesta es un tiroteo desde la ots ila Recuerdo agradable de un té en casa del gobernador de Shensi. El enemigo cerca la ciudad, Nos sirven el té solda- 1. Franco veo. de 1940 2. Hana nena de cebad tostada, principal alimento dels tibeta 0s, Ocupa alle lugar del pen ea Ociente “3 maquclla pce el dla chin este casa nade Undo par det dar de os 100 Monasterio de Kum-Bum Ast, dia tras dia, en Jos erudos amaneceres invernales como en los tbios del estio, durante todo el alo, se celebra- ‘ban aquellos extranos mitines en numerosas gompas disper- ‘ss por inmensos territorios, de los que el Tibet es slo una ‘minima parte. Todas las maftanss, los chicos, medio des- piertos, se encuentran junto asus mayores, bafadosen aque Ia extrania atmésfera mental, mezcla de mistcismo, de gula y de avidez por las limosnas. ‘Aquel comienzo del dia puede aclararnos el cardcter dela via mondsticalamaica. En él hallamos las asociaciones hete- rogsneas que la asamblea matutina deja presenti: filosafia suti, mercantilismo, espirituslidad elevada, persecucisn en- ‘carnizada de placeres mundanos. Elementos diversos, tan es- trechamente mezclados, que en vano se esfuerza uno por se- pararlos completamente Los novicios, educados entre tales corrientes de influen- cias contrarias, ceden a una u ott, segin sus tendencias ya direcciéa de sus guias. ‘La educacign clerical tibetana consigue una pequelia e- leecién de letrados, gran niimero de holgazanes torpes, de amables y joviales gozadores de la vida y pintorescos vaga- ‘bundos, més algunos misticos que pasan su vids en las ermi- tasdel desierto en continua meditac Sin embargo, la mayor parte de los miembros de! lero ti= bbetano no pertecen clara y exclusivamente a una wotrade es- tas categorias. Més bien llevan ocultos, en potencia al me- nos, cada uno de esos caracteres. Es evidente que Ia plural dad de personajes en un solo individuo no es exclusiva de los lamas del Tibet, pero ta poseen en alto grado, y por es0 sus discursos y su conducta son continua fuente de sorpresas paral observador. 1 budismo lamaista es muy distinto del que se encuentra en Ceilsn, en Birmania, en Siam y hasta del que existe en China y Tapén. Los lugares que eseogen los tibetanos para 1, Fucra del Tibet cl amatano se extends por tods Mongo, parte eSiperiay de Manshira,y tee adptos sa on ta Resin cutee 101 Misticos y magos det Tibet ‘construir sus casas descubren, en parte, lainterpretacién par- ticular que han dado ala doctrna budista ‘Asentados en cumbres que azota el viento, los monaste- rios del Thet muestran una fisonomia agresiva, que parece huye a toda prisa hacia el sur. Cuando juzga que estd bastan- te lejos de los monstruos para no temer nada de ellos, se para. Entonces pasan otros vagabundos desu calana. Alaban Tos encantos de cualquier pals bendito, tierra de abundancia ¥y de alegria, adonde se encaminan. Lleno de entusiasmo, el hombre errante se les agrepa, dirgiéndose al oeste. Y, ut vez més, en este camino, otros incidentes le hardn cambiar ‘de rumbo sin haber entrevisto siquiera el reino de la felici- ad, YY asi, cambiando continuamente de dizeecién toda su vida, aque! loco no alcanzaré nunca su meta ‘La muerte le sorprenderd en el curso de sus deseabelladas peregrinaciones, y las Tuerzas antagGnicas, nacidas de su act ‘Yidad desordenada, se dispersardn. No habigndose produ do la suma de energia® necesaria pata determinar ia conti- rnuacién de una misma corriente, ningin rulkw puede for- PPor el contrario, el hombre iluminado se compara a ur viajero que sabe adonde quiere iryesté bien informado de Ia sStuaclin geogrifica del sitio que ha escogido como objetivo y de los caminos que ha de seguir. El espiritu, emteramente Absorto en su tarea, ciego y sordo alos espefisos ya las ten- taciones que se le presentan a cada lado del camino, no se aparta para nada de su ruta. Este hombre dirige las fuerzas 1. Elam que hac eta compari dei olor a fuegoe, Lote ‘anos que evan las mons os dover de pasts del ort Som my habe en perc, dead muy leer coor que esparce ana hopes, tamu nos es! humo. "Eo autores tetanoe mencionanfeewentemente esa eneria. Se esoatina Chagso Pa us Monasterio de Kum-Bum cengendradas por su concentracién del pensemiento ¥ por su actividad fisica, En cl camino la muerte puede disolver su ‘cuerpo, pero la energta psiquica de la que éste ha sido a la ver ereador¢ instrumento, permanece coherente. Obstinin-

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