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Carta XXI.

A los estpidos malvados que me atormentan


Marqus de Sade

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Carta XXI. A los estpidos malvados que me atormentan

Marqus de Sade

Viles satlites de los vendedores de atunes de Aix, bajos e infames criados de


verdugos, inventad, inventad para atormentarme, suplicios de los que por lo menos se
desprenda algn bien. Qu obtenemos de la inaccin en que me mantiene vuestra
miopa espiritual, si no llevarme a maldecir e injuriar a la alcahueta indigna que tan
cobardemente pudo venderme a vosotros? En lo que va que no puedo ya leer ni
escribir, he aqu el centsimo octavo suplicio que invento para ella. Esta maana, en
medio de mi sufrimiento, vea a la vieja zorra, la vea desollada viva, arrastrada sobre
cardos y arrojada luego en una tina de vinagre. Y le deca:
Execrable criatura, aqu tienes, por haber vendido tu yerno a unos verdugos!
Aqu tienes, por haber servido de celestina a tus hijas!
Aqu tienes, por haber arruinado y deshonrado a tu yerno!
Aqu tienes, por haberlo puesto en el caso de aborrecer a los nios por los que lo
sacrificas!
Aqu tienes, por haberlc hecho perder los ms hermosos aos de su vida, cuando
slo te tena a ti para que lo salvaras despus de su juicio!
Aqu tienes, por haber preferido, antes que a l, a los viles y detestables
engendros de tu hija!
Aqu tienes, por todos los males con que lo abrumas desde hace trece aos para
hacerle pagar tus tonteras!
Y aumentaba sus tormentos, y la insultaba en su dolor, y me olvidaba. de los
mos.
La pluma me rehye. Tengo que sufrir.
Adis, verdugos. Tengo que maldeciros.

Vincennes, 1783.

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