Samael miro a su alrededor, al pueblo abandonado de la mano de Dios en
que se encontraba. Amarillo. Un puado de casas apiadas en torno a una mina ajada que daba de comer a las cuatro pobres almas que se enfrentaban a unas condiciones de trabajo draconianas lejos del mundo civilizado; haba muchos puebluchos cmo ste, asentamientos de frontera que se enfrentaban a los peligros de ste mundo desconocido y tan diferente de la Tierra. Pero eran precisamente las cabezas de playa cmo ests las que permitan que la ley y el orden del Gremio fuese asentndose lenta pero firmemente fuera de Malifaux, dndole la posibilidad a la humanidad