Está en la página 1de 35
‘Tiulo origins Four Ey on Liberty This exacaton of Four Bay om Liberty oninaly publi in Engl in 1969 is ublicved by arongemen with Onfrd Uaivcay Pres sca uaduccién de Four Esays on Liberty publicao oignalmenteen inglés en 1969, se publica de acuerdo con OPU, Primera edici en sAlianea Universidade: 1988 Primer aici en sEnsayon; 1998 “Tercera reimpresén: 2004 Rexavalo tas fos denchos EH connie deca obra toed ora Ly. rm de prin yo mula, dems de as concpoiensindemnzctons or das pape Hon, pata quienes serait, plaginen,dibyeno comunicuenpitamente ec ele pate un obra cea ata acne, wu tansfrmacéninerpecion 6 soca as jad encase sp de sop o comuicaa tvs de calguarnado oe no Fa sleccidn introduccin © Isiah Destin 1969 Political Leas in dhe Twenieth Ceneury Copyright Forcign Airs, 1950 ‘isorcl Inevitably Copyright Lain Belin 1954, © Isaiah Bettin, 1969 Two Concepts of Liberty @ Isiah Beein 1958, 1969 John Stuart Mil and che Ends of Life © Istah Belin, 1959 ‘© FA. cast: Alianza Fdlitoral, S.A, Madd, 1988, 1993, 1996, 1998, 2000, 2003, 2004 Calle Juan Tgnacto Luca de Tena, 15; 28027 Madd; le. 91 393 88 88, wnwallanaetria.es ISBN: 84-206-2925-1 Deepest legal: M 4186-2004 (Compuesto impreso en: ECA, 5. rind in Spin INTRODUCCION La libertad posciva frente ala libertad negativ LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO XX, LA INEVITABILIDAD HISTORICA DOS CONCEPTOS DE LIBERTAD. La idea de libertad negativa La idea de libertad positiva 1a retiada a la ciudadela interna Laaworralizaciin El temple de Sarastzo. La buisqueda del sea. Libertad y soberania Lo.uno y lo maple, JOHN STUART MILL LOS FINES DE LA VIDA, APENDICE fxpice anauirico, CUATRO ENSAVOS SOBRE LA LIBERTAD digos morales, segtin ellos repelences, de su propia sociedad © profesién, y roman las armas contra todo cédigo ético en to tal, como medio digno de echar fuera de sf una moral que, segiin ellos, es, quiza con justificacién, repulsiva. Sin bargo, estas ideas, aunque puedan tener su origen en una cidn natural contra una excesiva retérica moral, son un rem desesperado; los que las sostienen utilizan la historia como do para evadirse de un mundo que, por alguna razén, se Ie hecho odioso, y adentrarse en una fantasia en la que unas ef des impersonales vengan sus agravios y lo arreglan todo, bul do con ello, més o menos, a sus perseguidores reales 0 imagl ris. ¥ al hacer esto describen las vidas normales que viven hombres en unos términos que no sefialan para nada las mdsiif portantes distinciones psicolégicas y morales que conocemoyy hacen al servicio de una ciencia imaginaria y, al igual que log trdlogos y adivinos, a los que han sucedido, lanzan su mirad las nubes, hablan con grandes imagenes y similes insustanci con metéforas y alegorias profundamente engatiosas, y utili formulas hipnéticas, teniendo muy poco en cucnta la experi cia, los argumentos racionales y los test que ya han demost set dignos de confianza. Con ello echan tierra tanto a sus propl ojos como a los nuestros, obstruyen nuestra visién del verdadk mundo y, ademés, confunden a un piiblico que ya esté Io cientemente perplejo sobre las relaciones que hay entte la moti dad y la politica, e igualmente sobre la naruraleza y mérodos las ciencias de la naturaleza y los estudios histéricos. DOS CONCEPTOS DE LIBERTAD! Silos hombres no hubieran estado en desacuerdo sobre la finali- dad de la vida y nuestros antepasados hubiesen seguido imper- turbables en el jardin del Edén, los estudios a los que estd dedica- da la cftedra Chichele de teorfa politica y social apenas podrfan haber side concebidos. Pues estos estudios tienen su origen y se desarrollan en la existencia de la discordia. Puede que alguien ponga esto en cuestidn, basndose en que incluso en una socie- dad de santos anarquistas, en la que no puede haber ningtin con- flicto sobre el fin tiltimo, todavia pudieran surgir problemas politicos, como por ejemplo cuestiones constitucionales o legis- Iativas, Pero esta objecién se basa en un error. Cuando se esté de acuerdo en los fines los snicos problemas que quedan son los de los medios, y éstos no son politicos, sino técnicos; es decir, capa- ‘ces de ser resueltos por los expertos o por las méquinas, al igual {que las discusiones que se producen entre los ingenieros 0 los médicos. Es por esto por lo que aquellos que ponen su fe en al- tin inmenso fenémeno que transformars el mundo, como el ' Bseaconferencia de comienzo de curso fue pronunciada en In Universidad de Ox: {ard 3 de oerabre de 1958, peblicds ee mismo abo poe Clarendon Pres 215 CUATRO ENSAVOS SOMRE LA LIBERTAD triunfo final de Ia razén o la revolucién proletaria, rienell creer que todos los problemas morales y politicos puedk ‘tansformados en problemas tecnoldgicos. Este es el signi que tiene la famosa frase de Sainr-Simon sobre sla sustituel gobierno de personas por la administracién de cosasy, y las fecias marxistas sobre la supresién del Estado y el comienzo verdadera historia de la humanidad. Esta concepcidn es li urdpica por aquellos que consideran que especular sobré condicién de perfecra armonfa social ¢s un juego de ocioss tasfa. Sin embargo, quiz se pudiera perdonar a algyin mal que viniera a ver hoy dia cualquier universidad brivéniea americana— y defendiesc la impresién de que sus profesol alumnos vivian en una realidad muy parecida a esa situ inocente ¢ idflica, a pesar de toda la seria atencién que log sofos profesionales prestan a los problemas fundamentales politica Sin embargo, esto es sorprendente y pcligroso. Sorprent porque quizé no haya habido ninguna época de la historia dena en que tantos seres humanos, tanto en Oriente cor Occidente, hayan tenido sus ideas y, por supuesto, sus vid profundamente alteradas, y en algunos casos violentamente tornadas, por doctrinas sociales y politicas sostenidas con & fanatismo. Peligroso, porque cuando las ideas son desculd por los que debieran preocuparse de ellas —es decir, por Io han sido educados para pensar criticamente sobre ideas adquieren a veces tn cardcter incontrolado y un poder irressi sobre multitudes de seres humanos que pueden hacerse dem do violentos para ser afectados por la critica de la razén. iis de cien afios el poeta alemn Heine advirtié a los fran que no subestimaran el poder de las ideas; los conceptos filo cos criados en la quietud del cuarto de estudio de un pro podfan destruir una civilizacién. El hablaba de la Critiea de 2én pura, de Kant, como la espada con que habia sido deci do el defsmo europeo; describia a las obras de Rousseat co arma ensangrentada que, en manos de Robespierre, habia’ tuido el antiguo régimen, y profetizaba que la fe roménti 216 DOS CONcERrOs DE LIBERTAD Fichte y de Schelling se volverfa un dia contra Ta culcura liberal dde Occidente. Los hechos no han desmentido por completo esta prediccién; pero si los profesores pueden ejercer verdaderamente ste poder fatal, gno es posible que sdlo otros profesores, o por lo menos otros pensadores (y no los gobiernos o las comités de congresos}, sean los tinicos que puedan desarmarles? Es extrafio que nuestros fildsofos no parezcan estar enterados de estas efectos devastadores de sus actividades. Puede ser que, iintoxicados por sus magnificos logos én ambitos mas abstractos, lox mejores ce ellos miren con desdén aun campo en el que es menos probable que se hagan descubrimientos radicales y sea re- compensado el talento empleado en hacer minuciosos anilisis Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos que, llevados por una ciega pedanteria escolistica, se han hecho para separatlas, la polt- tica ha seguido estando entremezclada con todas las demas formas de la investigacién filoséfica. Descuidar el campo del pensamiento politico porque su objeto inestable, de aristas con- do por los conceptos'fijos, los modelos abstractos y los finos instrumentos que son apropiados para la lgica.o el andlisis lingifstica —pedir una unidad de mérodo en Filosofia y rechazar todo lo qué el método no pueda manejar eon éxiro— no es mas que permitirse el quedar a merced de creencias politicas primitivas que no han tenido ninguna critica. Un mate- Fialismo hist6rico muy vulgar es el que niega el poder de las ideas y dice que los fdeales no son mds que intereses materiales disfia- zados. Puede ser que las ideas politicas sean algo muerto si no cuientan con la presién de las fuerzas sociales, pero lo que es cier- {0 es que estas fuerzas son ciegas y carecen de direccidn si no se revisten de ideas. Esta verdad no se les ha escapado a todos los profesores de Oxford, incluso en nuestra época. Porque ha comprendido la importancia que ticnen las ideas politicas en la tcoria y cn la prictica, y ha dedicado su vida a su andlisis y propagacién, es por lo que el primer titular de esta citedra ha producido tanto im- pacto en el mundo en que ha vivido. El nombre de Douglas ‘ole es conocido dondequiera que haya hombres que tengan en 217) ok) » [CUATRO ENSAYOS SOBRE LA LIDERTAD, su alma problemas politicos o sociales. Su fama se extiende cho mds alla de los limites de esta universidad y de este ph Pensador politico de total independencia, honradez y valor, critor y otador de extraordinaria Iucidex y elocuencia, poet novelista, profesor dotado como ningin otro, y animateut idées, es, por encima de todo, un hombre que ha dado su ¥i por el mantenimiento valiente de principios que no siempre etl populares, y por la firme y apasionada defensa de la justicia y- verdad, frecuentemente en circunstancias de gran facilidad y d saliento, Estas son las cualidades por las que principalmente hoy dia conocido en el mundo este generoso e imaginative soci lista inglés. El hecho no menos notable y quiza mas caracterfstil acerca de él es que ha conseguido este puesto en la considcracié social sin sacrificar su natural humanidad, su espontaneidad sentimientos, su inacabable bondad personal y, sobre todo, profunda y escrupulosa dedicacién a su vocacién de profesor d cualquiera que quisiese aprender; dedicacién que estaba refordi da por muchos conocimientos polifacéticos y una fabulosa me moria. Es para m{ motivo de profundo placer y orgullo intental hacer constar lo que yo y muchos otros sentimos acerca de est gran figura de Oxford, cuyo carfeter moral ¢ intelectual es uff preciado valor para su pals y para la causa de la justicia y de lt igualdad humana en todas partes. Es de él, por lo menos tanto como de sus escritos, de quiet muchos miembros de mi generacién de Oxford hemos aprendis do que la teorla politica es una rama de la filosofia moral, que comienza con el descubrimiento de las ideas morales en el émbie to de las relaciones politicas y con la aplicacién de aquéllas a & tas, No quiero decir, como creo que han pensado algunos Fil6so= {fos idealistas, que todos Jos movimientos 0 conflictos hist6ricos que se hayan producido entre los seres humanos sean reductibles a movimientos o conflictos de ideas o fuerzas espirituales, ni sie quiera que sean efectos (0 aspectos) de ellas. Quiero decir (y no) creo que el profesor Cole estuviera en desacuerdo con ello) que entender tales movimientos 0 conflictos es, ante todo, entender las ideas o acticudes sobre la vida que van implicados en ellos, las 218 OS CONCEPTOS DE LIBERTAD cuales son las tinicas que hacen que tales movimientos sean parte go de la historia humana y no meros acontecimientos que ocurren cn la naturaleza. Las palabras, las ideas y los actos politicos no son inteligibles sino en el contexto de las cuestivues que dividen, 1 los hombres, a los que pertenecen dichas palabras, ideas y ac-| (os. Por consiguiente, es muy probable que nucstras propias act- \s tudes y actividades queden oscuras part nosotros, a no ser que | encendamos las cuestiones dominantes de nuestro propio mun- | do, La mayor de éstas es la guerra declatada que se estdIlevando a cabo entre dos sistemas de ideas que dan respuestas diferentes y antagénicas a lo que ha sido desde hace mucho tiempo el proble- rma central de la politica: el problema de la obediencia y de la coaccién. Por qué debo yo (0 cualquiera) obedecer a otra per- Sona?» «;Por qué no vivir como quiera?» «Tengo que obedecer?» «Si no obedexco, zpuedo ser coaccionado? ;Por quién, hasta qué punco, en nombre de qué y con motivo de qué?» Hoy dia se sostienen en el mundo ideas opuestas acerca de las respuestas que se dan a la pregunta de cudles sean los limites que pueden permitirse a la coaccién, pretendiendo contar cada una de estas respuestas con la lealtad de un gran nimero de hombres. Por canto, me parece que merece la pena examinar todos los as- pectos de esta cuestidn. i Coaccionar a un hombre es privarle de la libertad: libertad, gde qué? Casi todos los moralistas que ha habido en la historia de la humanidad han ensalzado la libertad. Igual que la felicidad y la bondad, y que la naturaleza y Ia realidad, el significado de este tétmino se presta a tantas posibilidades que parece que haya po- ‘as interpretaciones que no le convengan. No pretendo comen- tar la historia ni los muchisimos sentidos que de esta palabra han sido consignados por los historiadores de las ideas. Propongo examinar nada més que dos de los sentidos que tiene esta pala- bra, sentidos que son, sin embargo, fundamentales; que tienen a 219 CUATRO ENSAYOS SOBRE LA LIDERTAD, sus espaldas una gran parte de la historia de Ia humanidad y, me) atreveria a decir, que la van a seguir teniendo. El primero de ese tos sentidos que ticnen en politica las palabras ffeedom o liberty (libertad) —que emplearé con el mismo significado —y- que, guiendo muchos precedentes, Hlamaré su sentido snegativoy, es ¢h ue esté implicado en la respuesta que contesta a la pregunta «cuales el mbito en que al sujeo—una persona o un grupo de personas— se le deja o se le debe dejar hacer o scr lo que es cae } paz de hacer o ser, sin que en ello interfieran otras personas». El | segundo sentido, que llamaré «positivon, es el que esté implicada Jen la respuesta que contesta a la pregunta de «qué o quién es la [causa de control o interferencia.que- puede determinar que ale \guien haga o sea una cosa u otras. Estas dos cuestiones son clarae imente diferentes, incluso aunque las soluciones que se den a ellay puedan mezclarse mutuamente. Lat idea de libertad «negativay Normalmente se dice que yo soy libre en la medida en que nin ‘in hombre ni ningdn grupo de hombres interficren en mi acti= vidad. En este sentido, la libertad politica s, simplemente, el mbito en el que un hombre puede actuar sin ser obstaculizado por otros. Yo no soy libre en la medida en que otros me impiden hacer lo que yo podria hacer si no me lo impidierans y si, a con secuencia de lo que me hagan otros hombres, este émbito de mi actividad se contrac hasta un cierto limite minimo, puede decitse que estoy coaccionado 0, quizé, oprimido, Sin embargo, el tér= mino coaccién no se aplica a toda forma de incapacidad. Si yo digo que no puedo saltar mds de diez metros, 0 que no puedo leer porque estoy ciego, © que no puedo entender las piginas mis oscuras de Hegel, seria una excentricidad decir que, en estos, sentidos, estoy oprimido 0 coaccionado. La coaecién implica li 4 intervencién deliberada de otros seres humanos dentro del émbi« “(to en que yo podria actuar si no intervinieran: Sélo se carece de libertad politica si algunos seres humanos le impiden a uno con- *) (220) seguir un fin, La mera incapacidad de conseguir un fin no es falta de libertad politica?. Esto se ha hecho ver por el uso de ex- presiones modernas, tales como «libertad econémica» y su con- uapartida woptesién ccondmicas. Se dice, muy plausiblement que siun hombre es tan pobre que no puede permitirse algo, res- pecto a lo cual no hay ningin impedimento legal —una barra de pan, un viaje alrededor del mundo, o el recurso a los tribuna- les—, él tiene tan poca libertad para obtenerlo como si la ley se lo impidiera. Si mi pobreza fuera un tipo de enfermedad que me impidiese comprar pan, pagar el viaje alrededor del mundo o re currie 2 los tribunales, de la misma manera que la cojera me im- pide correr, naturalmente no se dirfa que esta incapacidad es fal- ta de libertad, y mucho menos falta de libertad politica. Sdlo porque creo que mi incapacidad de conseguir una determinada Se ei eet erent ne tal manera que a mi, a diferencia de lo que pasa con otros, se me impide tener suficiente dinero para apodar pagarla, es por lo que me considero victima de coaccién u opresién, En otras palabras, 0 del término depende de una especial teorfa social y eco- aie eee ee ee a te ‘a de medios materiales se debe a mi falta de capacidad mental 0 fisica, diré que me han quitado la libertad (y no hablaré mera- mente de pobreza) sélo en el caso de que acepte esta teoria. Si ademas creo que no me satisficen mis necesidades como conse- cuencia de determinadas situaciones que yo considero injustas ilegicimas, hablaré de opresidn o represién econémica, Rousseau dijo: «La naturaleza de las cosas no nos enoja; lo que nos enoja es ta mala voluntad». EI criterio de opresién es el papel que yo creo + Porsspuet, no gules impli con esto que se ver Io conta. » Hiabes hea obserear et. de manera ney cls «El hombre Nhe es hombre ave et cadena, ni encertado en tna ce, tron ateroriado come tn esdav por el miedo al cai [noc la de bed no volar come un gu Lari naar cons una baller i concep qe ene el mano de as yes vce e, por sup, le sin mde Concise ex eo, pro mn uns pais poreans de alguns does cits etliaras ye alas lis ocala 221 (CUATRO ENSAVOS SOBRE 1A LIBERTAD que representan otros hombres en la frustracién de mis deseos, Ia hhagan ditecta o indirectamente, y con intencién de hacerlo o sith ella, Scr libre en este sentido quiere decir para mi que otros no sé interpongan en mi actividad. Cuanto mas cxtenso sea el dmbito de esta ausencia de interposicién, més amplia es mi libertad, Tid) Esto es lo que querfan decir los filésofos politicos ingleses clé« | sicos cuando usaban esta palabra’. No estaban de acuerdo sobre ill podia o debia ser la extensidn del ambito de esa libertad, Suponian que, tal como cran las cosas, no podia ser ilimitada porque si lo fuera, ello llevaria consigo una situacién en la que todos los hombres podrian interferirse mutuamente de maneri ilimitada, y una clase tal de libertad «natural» conducitia al caod social en el que las minimas necesidades de los hombres no estas rian satisfechas, o si no, las libertades de los débiles serian supri ‘midas por los fuertes. Como vefan que los fines y actividades de fos hombres no se armonizan mutuamence de manera automdti= ca, y como (cualesquiera que fuesen sus doctrinas oficiales) valo~ raban mucho otros fines como la justicia, la felicidad, la cultura, la seguridad o la igualdad en diferentes grados, estaban dispuese tos a reducir la libertad en aras de otros valores y, por supucsto, cn aras de la libertad misma. Pues sin esto era imposible crear el tipo de asociacién que ellos crefan que era descable. Por con lu, by Buliente, estos pensadores presuponian que el imbito de las ace ‘ones libres de los hombres debe ser limitado por la ley. Pero igualmente presuponfan, especialmente libertarios tales como «| Locke y Mill, en Inglaterra, y Constant y Tocqueville, en Eran= cia, que debfa existir un cierto Ambito minimo de libertad perso- {nal que no podia ser violado bajo ningyin concepto, pues si ral mbito se traspasaba, el individuo mismo se encontrarfa en tna sicuacién demasiado restringida, incluso para ese minimo de~ sarrollo de sus faculeades naturales, que es lo tinico que hace po- * Un hombre libre —djo Hobhes— es aquel que no tiene ningin impediments para hacer lo que quiere hacer le ex siempre una sacena, incluso aunque po Ieja de estar atado por cadenas que sean mis petadas que las dela ley, comes por cgemplo, una ley o costumbre que sa mis epresiva, &t despotsino arbitaro. 6 el aos. Bentham dj algo muy patsido, 222 __ 0S CONCEFTOS DF LIBERTAD sible perseguin, e incluso concebir, los diversos fines que los Ho™ hay que azar una frontera entre cl mbico de [a vida privda Y el dela autorilad piblica. Dénde haya que eazarla es wr US tidn a disctir ys desde luego, regateat. Los hombres dependen én gran medida los unos de los otros, y ninguna actividad him nna es tan completamente privada como para no obscaculizar munca en ning sentido [a vida de ls demas, La ib o pez grande es la muerte del pez chicors la libertad de algunos ie ne que depender de las rearicciones de otoe.¥ ee mabe qu Es hhan afadido: «La libertad de un profesor de Oxford es una 65 muy diferente de a libertad de un campesino egipcion. Fsta proposicién cobra su fuerza en algo que es al mismo siempo verdadero e imporcance, per la frase misma sigue sen tuna engaifa politica. Es verdad que oftecer derechos politicos ¥ salvaguardias contra la intervencién del Estado a hombres (Ue | estin medio desnudos, mal alimentados, cnfermos y qué 8°" analfaberos, es reirse de su condicién: necesitan ayuda médica ¥ educacién antes de que puedan entender qué significa #4 mento de su liberiad 0 que puedan hacer uso de ella. Qué & 2 libertad para aquellos que no pucden usita? Sin las condiciones adecuadas para el uso de a libertad, zcudl es el valor de &t#? Lo primero es lo primero. Como dijo un escritor radical rus 44 is elo X0x, hay siuaciones en las que las botas son superiofes @ 1S obras de Shakespeare; a libertad individual no es la primer ™ cesidad de todo el mundo. Pues la libertad no es la mers auseh> cia de frastracin de cualquier clase; esto incharfa la ignite sin de esta palabra Hasta querer decir demasiado o que i muy poco, Fl campesino egipcio necesita ropa y medicinss 49° {ue Iberead personal, y mis que libertad personal, pero la gees ma libertad que él necesita hoy y la mayor cantidad de la msm que puede que neceste mafia no es ninguna clase de Hoe que le sea peculiar a dl, sino que es idéntica a la de los profesor artistas y millonarios. ‘A mi me parece que lo que preocupa a la conciencia de 18 me berales occidentales no es que crean que la libertad que bus 223 {CONTRO ENSAVOS SOBRE LA LIBERTAD. los hombres sea diferente en funcién de las condiciones sociales y econémicas que éstos tengan, sino que la minora que la tiene {a haya conseguido explotando a fa gran mayorfa que no la tiene ©, por lo menos, despreocupandose de ella. Creen, con razén, que sila libertad individual es un silimo fin del ser humano, nae die puede privar a nadie de ella, y mucho menos atin deben dis- frutarla a expensas de ottos. Igualdad de libertad, no tratar a los Lu. wal [demas como yo no quisiera que ellos me trataran a mf, resarci- ‘luca mienro de mi deuda a los tinicos que han hecho posible mi liber- tad, mi prospetidad y mi cultura; justicia en su sentido mas sim- | ple y més universal: estos son los fundamentos de la moral 1. La libertad no es el nico fin del hombse. Igual que el ‘ctitico ruso Belinsky, yo puedo decir que si otros han de estar privados de ella —si mis hermanos han de seguir en la pobreza, ¢n la miseria y en la esclavitud—, enconces no la quieto para mi, la rechazo con las dos manos, y preficro infinitamente compartit su destino. Pero con una confusién de términos no se gana nada Yo estoy dispuesto a sacrificar parte de mi libertad, o toda ella, para evirar que brille la desigualdad 0 que se extienda la miseria, Yo puedo hacer esto de buena gana y libremence, pero téngase en cuenta que al hacerlo es libertad lo que estoy cediendo, en aras de la justia, la igualdad o el amor a mis semejantes. Debo sen- tirme culpable, y con r2zén, si en determinadas circunstancias no estoy dispuesto a hacer este sacrificio, Pero un sacrificio no es niingiin aumento de aquello que se sacrifica (es decir, la libercad), por muy grande que sea su necesidad moral o st compens cién, Cada cosa es lo que es: la libertad es libertad, y no igual- 28 | dad, honradez, justicia, cultura, felicidad humana 0 conciencia {9 | tanquila. Si mi libertad, o la de mi clase o nacién, depende de ‘la miseria de un gran mimero de otros seres humanos, el siste- ‘ma que promueve esto ¢s injusto e inmoral, Pero si yo reduzco © pierdo mi libertad con el fin de aminorar la vergtienza de tal desigualdad, y con ello no aumento materialmente la libertad in- dividual de otros, se produce de manera absoluta una pérdida de libertad. Puede que éta se compense con que se gane justicia, fe- licidad 0 paz, pero esa pérdida queda, y es una confusién de va- 224 OS CONCERTOS DE LIRERTAD lores decir que, aunque vaya por la borda mi libertad individual | ciberal», aumenta otta clase de libertad: la libertad social» 0 weco- | 9 rngmicay. Sin embargo, sigue siendo verdad que a veces hay que reducir la libertad de algunos para asegurar Ia libertad de otros. En base a qué principio debe hacerse esto? Si la libertad es un valor sagrado e intocable, no puede haber «al principio. Una u otra de estas normas —o principios— conffictivas entre sf tiene qqueeéder por fo menos en la prctica; no siempre por razones que puedan manifestarse claramente 0 generalizarse en. normas o mé-| ximas universales. Sin embargo, hay que encontrar un compro-| miso préctico, Los filésofos que tenfan una idea optimista de la naturaleza humana y que crefan en la posibilidad de armonizar los intereses humanos, filésofos tales como Locke o Adam Smith y, en algu- nos aspectos, Mill, crefan que la armonia social y el progreso eran compatibles con la reserva de un mbito amplio de vida pri- vada, al que no habfa que permitir que lo violase ni el Estado ni ninguna otra autoridad. Hobbes y los que comulgaban con él especialmente los pensadores conservadores y reaccionarios, de-| fendian que si habla que evitar que los hombres se destruyesen los unos a las otros e hicieran de la vida social una jungla o una selva, habia que instituir mayores salvaguardias para mantenerlos en su sitio y, por tanto, deseaban aumentar el émbito del poder central y disminuir el del poder del individuo. Pero ambos gru- ppos estaban de acuerdo en que una cierta parte de la vida huma- na debia quedar independiente de la esfera del control social. In- vadir este vedado, por muy pequefio que fuese, seria despotismo. Benjamin Constant, el mds elocuente de todos los defensores de la libertad y la intimidad, que no habia olvidado la dictadura ja- cobina, declaraba que por lo menos la libertad de religién, de opinién, de expresién y de propiedad debian estar garancizadas frente a cualquier ataque arbitrario. Jefferson, Burkes Paine y Mill recopilaron diferentes catélogos de las libertades indivi les, pero ef argumento que empleaban para tener a raya a la auto= ridad era siempee sustancialmente el mismo, Tenemos que pre- servar un Ambit minimo de libertad personal, si no hemos de bay CUATRO ENSAVOS SOBRE 1A LIBERTAD «cdegradar 0 negar nuestra naturalezas. No podemos ser absoluta- mente libres y debemos ceder algo. de nuestra libertad para pre servar el resto de ella. Pero.cederla toda es destruirnos a nosotros mismos. Cusl debe ser, pues, este minimo? Fl que un hombre no puede ceder sin ofender a a esencia de su nacuraleza humana. AV cul es esta esencia? ;Cusiles son las normas que ella implica? Esto ha sido, y quizé serd siempre, tema de discusiones intermi- nables, Pero, sea cual sea el principio con arreglo al cual haya que determinar la extensién de la no-interferencia en nuestra activi- dad, sea ésce el principia de la ley natural 0 de los derechos natu- rales, cl principio de sutilidad o los pronunciamientos de un im- perativo categérico, la santidad del contrato social, o cualquier otro concepto con el que los hombres han intentado poner en claro y justficar sus convieciones, libertad en este sentido signifi- ca estar libre de: que no interfieran.en mi actividad mis all de un limite, que cs cambiable, pero siempre reconocible. «La tinica libertad que merece este nombre es la de realizar nuestro propio bien a nuestra manera», dijo el més celebrado de sus campeones. Y si esto es ast, zpuede justficarse jams la compulsién? Mill no cavo ninguna duda de que s se podia. Puesto que la justicia exi- ge que cada individuo tenga derecho a un minimo de libertad, serfa necesatio reprimir a todas las demds, en caso necesario por la fucrza, para impedir que privaran a alguno de su libertad. En efecto, la unica funcién de la ley era prevenir estos conflictos, y el Estado se reducia a ejercita las funciones ce un sereno o de un guardia de trafico, como desdefiosamente las describia Lasalle. Seguin Mill, qué es lo que hacfa que fuese tan sagrada la pro- teccidn de la libertad individual? En su famoso ensayo nos dice que, a menos que se deje a los hombres vivir como quieran, «de manera que su vida sélo concierna a ellos mismos», la civiliza- cidn no podré avanzar, la verdad no podré salir a la luz por faltar tuna comunicacidn libre de ideas, y no habri ninguna oportuni dad para la espontaneidad, Ia originalidad, el genio, la energi ‘mental y el valor moral, Todo lo que es sustancioso y diverso sei aplastado por el peso de la castumbre y de la constante tendencia que tienen los hombres hacia la conformidad, que sélo da pébu- 226 OS CONCERTOS DE LIBERTAD lo a wcapacidades marchitas» y a seres humanos «imitados y dog iiiticos» y «restringidos y pervertidos». «La autoafirmacién paga- nna tiene tanto valor como la autonegacidn cristiana» «Todos los crrores que probablemente puede cometer un hombre contra los buenos consejos y advertencias estin sobrepasados, con mucho, por cl mal que representa permitir a otros que le reduzcan a lo que ellos creen que es lo bueno.» La defensa de la libertad consis- te en el fin «ncgativor de prevenir la interferencia de los dems. ‘Amenazar a un hombre con perseguirle, a menos que se someta a) + tuna vida en la que él no elige sus fines, y cerrarle todas las puer-| tas menos una —y no importa lo noble que sea el futuro que | éta va a hacer posible, ni lo buenos que sean los motives que ti |” gen a los que dirigen esto—, es pecar contra la verdad de que él | es un hombre y un ser que tiene una vida que ha de vivir por su |= cuenta. Esta sla libertad tal como ha sido concebida por los li- berales del mundo moderno, desde la época de Erasmo (algunos irfan desde la época de Occam) hasta la nuestra. Toda defensa de las libertades civiles y de los derechos individuales, y coda | protesta contra la explotacién y la humillacién, contra el abuso | de la autoridad publica, la hipnotizacién masiva de las costum-| bbres, o a propaganda organizada, surge de esta concepcidn indi- vidualizada del hombre, que ¢s muy discutida, Sobre esta posicién pueden destacarse tres hechos. En primer lugar, Mill confunde dos ideas distintas. Una es que toda coac’ & ‘in, en tanto que frustra los deseos humanos, es mala en cuanto). tal, aunque puede que tenga que ser aplicada para prevenit otros , ‘males mayores; mientras que la no-interferencia, que es lo pues to a la coaccién, es buena en cuanto tal, aunque no es lo nico, que es bueno, Esta es la coneepcién snegativay de la libertad en su\! Torma clésica. La otra idea es que los hombres deben intentar des- cubrir la verdad y desarrollar un cierto tipo de earseter que Mill aprobaba —critico, original, imaginativo, independiente, no con-| formista hasta cl extremo de la excentricidad, étc.—, que la ver dad pucde encontrarse, y que este caricter s6lo puede desarrollar-| se eh condiciones de libertad. Estas dos ideas son ideas liberales, ‘pero no son idénticas, y la conexidn que existe entre ellas es, en el) 227 CUATRO ENSAYOS SOMRE LA LIBERTAD mejor de los casos, empirica. Nadie defenderia que la verdad, la (libertad y la expresién puedan florecer donde ef dogma aplaste odo el pensamiento, Pero Tas pruebas que proporciona la historia tienden a mostrar (como, en efecto, sostuvo James Stephen en el formidable ataque que hizo a Mill en su libro Libertad, igualdad, \fraternidad) que la integridad, el amor a la verdad y cl ardicnte in- dividualismo se desarrollan por lo menos con la misma frecuencia len comunidades que estén regidas por una severa disciplina, {como, por ejemplo, los calvinistas puritanos de Escocia 0 de Nue~ wva Inglaterra, 0 que estén bajo la disciplina militar, que en socie- dades que son mis tolerantes 0 indiferentes; si esto es ash, el ar- gumento de Mill en favor de la libertad como condicién necesaria para el desarrollo del genio humano cae por su base. Si sus dos metas resultasen ser incompatibles, Mill se encontrarfa frente a un cruel dilema, ademas de las otras dificultades originadas por la in- consecuencia que guardan sus doctrinas con el utilitarismo estric~ (©, incluso en la propia version humanista que tiene de él En segundo lugar, la doctrina de Mill es relativamente moder- na, Parece que en cl mundo antiguo casi no hay ninguna discu= sién sobre la libertad como ideal politico conseiente (a diferencia del mundo actual en que si la hay). Ya habia hecho notar Con- dlorcet que la idea de los derechos individuales estaba ausente de las ideas juridicas de los griegos y romanos, y esto parece ser igualmente vilido para los judo, los chinos y otras civilizaciones antiguas que han salido a la luz desde entonces’. La dominacién de este ideal ha sido més bien Ia excepcién que la regla, incluso © Fo no ex més que otro clemplo del tendencia que tenen no poces pensadors a ‘reer que todas las cosas que ellos consderan buenas tienen que esta ntimamente relacionadas 0, por lo menes, ser corapibles ene sh La historia del pensamiento ‘gual quel historia de las nacones, esd sembrada de ejemplos de elementos incon secuentes, 0 por lo menos dispaes, anid atfcialmente en un sistema desptio,« reunidos por el miedo al peligo de un enemign cmmin. A su debido tempo pasa ‘te peligro, y entonces surgen los conics entre lot otto alias, lo cual destora frocuentemente dicho sistema vers en beneficio dela humenidad, * Vease d valioso examen que se hace de eto en el libro Leen dsoire dela pi sophie dds, de Michel Villy, que leva has Occam el eigen de la idea de los derechos subjetivos, 228 Dos CONCEPTos DE LIBERTAD cn la reciente historia de Occidente. Tampoco la libertad consi- deradaten este sentido ha constituido con frecuencia el gran grito de las manifestaciones de las grandes masas de la humanidad. El deseo de que no se metan con uno y le dejen en paz. ha sido cl distintivo de una elevada civilizacién, tanto por parte de los indi- viduos como por parte de las comunidades. El sentido de la inti- ‘midad misma, del ambico de las relaciones personales como algo sagrado por derecho propio, se deriva de una concepeién de la li- bertad que, a pesar de sus origencs religiosos, en su estado de- sarrollado apenas es mAs antigua que el Renacimiento o la Refor: ima®. Sin embargo, su decadencia marcarfa la muerte de una civilizacién y de toda una concepcién moral La tercera caracteristica de esta idea de libertad tiene mayor importancia, Consiste en que la libertad, considerada en este sentido, no es incompatible con ciertos tipos de autocracia 0, en todo caso, con que la gente no se gobiemne a si misma. La liber- tad, tomada en este sentido, se refiere al émbito que haya de te- ner el control, y no a su origen. De la misma manera que una democracia puede, de hecho, privar al ciudadano individual de imuchas libertades que pudiera tener en otto tipo de sociedad, igualmente se puede concebir perfectamence que un déspota li- bral permica a sus sibditos una.gran medida de libertad perso- nal. El déspota que deja a sus stibditos un amplio margen de li- bertad puede ser injusto, dar pabulo a las desigualdades mis salvajes 0 interesarse muy poco por el orden, la virtud o el cono- miento; pero, supuesto que no disminuya la libertad de dichos bditas © que, por lo menos, fa disminuya menos que otros muchos regfmenes, concuerda con la idea de libertad que ha es pecificado Mill”, Lallibertad, considerada en este sentido, no tie * La creenca eisiana (dia y musulmana) en Ia autoridad absoluta dels leyes i ‘rales y divas, yen la igaad de rods los hombres or ojos de Dio amay ferente dela creenciacnlabertad de vvie como se pref "En elec, es dscuuible que en a Prasia de Federico el Grande o en la Aust de José IL Tos hombres con imaginacio, originaidad y genio reader 0, pot supuesto, las minorlas de too tipo, fuesen menos persegudee y sintisen menor la represion de las instuciones y costumbres que en ota muchas demoerscias anteriores 0 pos 229 CUATRO ENSAVOS SOBRE LA LIBERTAD. ne conexién, por lo menos légicamente, con la democracia 0 el autogobierno. Este, en general, puede dar una mayor garantia de Ia conservacidn de las libertades civiles de la que dan otros regi menes, y como tal ha sido defendido por quicnes creen en el li- bre albedtio, Pero no hay una necesaria conexién ence la liber tad individual y el gobierno democritico. La respuesta ala ) ppregunta-«quién-me gobierna» es ldgicamente diferente de la pre- ‘gunta sen qué medida interviene en mf el Gobierno». En esta di- Ferencia es-en.lo.que consiste en iltimo término ef gran contraste que hay entre los dos conceptos de libertad negativa y libertad positiva ®. Bl sentido «positivor de la libertad sale a relucit, no si La aibertad negativae es algo cuya ampli e dif de etna ex un cao deter minado. A primera vita puede purecr que depende simplemente del pode que se sengs para elegir, en todo caso, entre dos posiilidae, Sin embargo, no vdas as de sisiones son iguaiment libres ni siquiera bres, Sen un esada teatro yo eaicio- ‘noun amigo mo baje la amenaza de torcur, e inclaso, qui, si obro por micdo 2 petri cmpleo, puedo decir con razén que no ob libremente, Por supucso, en ‘se eno yo tom una decisiny, porlo menos en tenia, pda haber clegidn que me ano me metiran en fa cite. La mers exstencia de dos pos lida no e,por can, suficente para hacsr que mi acidn sen libre (aunque puede ‘que sea volunaaria) en el sentido normal que ene esta palabra. La amplicud de mili herd parece depender de lo siguiente a) de axinta posbilidics cengn (aunque e méiodo que haya pare contalas no pucds ser nunca this que unital basa en impresiones. Las posibiidades de acién no son entidaesseparadas como manvanss, que se puedan enumerar de une manera exhaustiva), b) de qu facia o difcultad haya para realizar estas posblidades; ) de qué imporcnca tengan Gas, comparadas ‘us com ots, en el plan que tenga de mi vida, dados mi crite y ecunseincas, <0} de sss qué pun estén abieras o cetads por lo actos delibersds que ecutan Tos hombres ede qué valor aibuyan a estas varias ponbilidades no lool que va 4 ‘obra, sno tari el sentir gence des sociedad en que dt vive. Todas estas mag niwdes tienen que sintegranes, y de ee proceso hay que sicar una coneusién, que ‘oes nunca necsariamence precisa ni indisctble, Bien pucde sucder que haya en hos tpos ygradosinconmensurabes de liberad y que fos no se pucdan deter fac en una soa scala de magnicud. Mas ain, en lo que ereficre a las saccades nos cnfrentamos con euestiones(absurdas igicamente) como esta aumentara la situa cin X la bert del seior A mis quel que tienen ences los senores B. Cy D su ‘mado todos juntos? Esas mismas dficutades suspen aplicando criterias uiitaton Sin embargo, suponiend que no pidaros una meds precisa, podemos dar razones valdas para decir qu el eérmino medio de los sibs del rey de Suecia son hoy dl, en general, mucho ins bres que érmin medio dels cudadanos de Espa 0 de Albani Los modelos toaes de vidn hay que compararosdirectameate en conjunc, aunque sea diffe o imposible emostar el mérodo con cl que hacemos esta comp racién y la verdad dels conclasiones que stcamos, Pero lavaguedad de los concep 230 'BOS CONCHPTOS DE LIBERTAD intentamos responder a la pregunta «que soy libre’ de hacer o°de sep», sino si intentamos responder a «por quién estoy gobernador © «quién tiene que decir To que yo tengo y lo que no tengo que ser 0 hacery. La conexién que hay entre la democracia y la liber- tad individual es mucho mis débil que lo que les parece a mu chos defensores de ambas. El deseo de ser gobernado por m{ mismo 0, en todo caso, de participar en el proceso por el que ha de ser controlada mi vida, puede ser tan profundo como el deseo de un Ambito libre de accidn_y, quizd, histéricamente, mas-an- tiguo. Pero no es el deseo de la misma cosa. En efecto, es tan diferente que ha llevado en tltimo término al gran conflicto ide- oldgico que domina nuestro mundo. Pues esta concepcién «posi- tivan de la libertad —no el estar libre de algo, sino el ser libre para algo, para llevar una determinada forma prescrita de vida—, cs la que los defensores de la idea de libertad «negativay conside- ran como algo que, a veces, no es mejor que el disfraz engaioso ‘en pro de una brutal tiranfa, WL La idea de libertad «positivay El sentido «positivo» de la palabra dibertads se deriva del deseo por parte del individuo de ser su propio duefio. Quiero que mi vida y mis decisiones dependan de mi mismo, y no de fuerzas exteriores, sean éstas del tipo que sean. Quiero ser el instrumen- to de mi mismo y no de los actos de voluntad de otros hombres. Quiero ser sujeto y no objeto, ser movido por razones y por pro- pésitos conscientes que son mios, y no por CaUsAS que me afec- ) can, por asi decirlo, desde fuera. Quiero ser alguien, no nadie; quiero actuar, decidir, no que decidan pior mf; dirigirme a mi vos y la multiplicidad de los cxteris que van implicados en el objeto que saraios, son aributon de ete mismo ober, y no de nuestros méxodos de medio de nucstra incapacidad de pensar con preci, {CUATRO ENSAVOS SODRE 1A LIBERTAD mismo y no ser movido por la naturaleza exterior 9 por otros hombres como si fuera una cosa, un animal o un esclavo incapaz de representar un papel humano; es decir, concebir fines y me- ins propins y realizarlos. Esto es, por lo menos, parte de lo que quiero decir cuando digo que soy racional y que mi razén es lo que me distingue como ser humano del resto del mundo. Sobre todo, quicro ser consciente de mi mismo como ser activo que piensa y que quiere, que tiene responsabilidad de sus propias de cisiones y que es capaz de explicarlas en funcién de sus propias ideas y propésitos. Yo me siento libre en la medida en que creo que esto es verdad y me siento esclavizado en la medida en que me hacen darme cuenta de que no lo es. La libertad que consiste en ser duefio de si mismo y Ia liber tad que consiste en que otros hombres no me impidan decidir como quiera, pueden parecer a primera vista conceptos que I6gi camente no distan mucho uno del otro y que no son més que kas formas negativa y positiva de decir la misma cosa. Sin embargo, Jas ideas «positiva» y enegativa» de libertad se desarrollaron hist ricamente en direcciones divergentes, no siempre por pasos Idgi- Camente aceptables, hasta que al final entraron en conflicto di- (recto la-una con Ia otra, Una manera de aclarar esto es hacer referencia al caricter de Independencia que adquirié la metéfora del scr duefio de uno mismo, que en sus comienzos fue, quizd, inofensiva, «Yo soy mi propio duerio»; eno soy esclava de ningiin hombtes; pero, zno pudiera ser (como tienden a decir los platénicos o los hegelianos) que fuese esclavo de la naturaleza, o de mis propias «desenfrena- das» pasiones? No son éstas especies del mismo género wescla- vvo», unas politicas o legales y otras morales o espirituales? No han tenida los hombres la experiencia de liberarse de la esclavi- tad del espititu o de la naturaleza y no se dan cuenta en el trans- curso de esta liberacién de un yo que domina, por una parte, y por otra, de algo de ellos que es sometido? Este yo dominador se identifica entonces de diversas maneras con la rs2dn, cof mil sta turaleza superior, con el yo que calcula y se dirige a lo que satis- fard a largo plazo, con mi yo everdadero», «ideal» o xaurénomo», 232 DOS CONCEPTOS DE LIBERTAD ‘6 con mi yo «mejor», que se contrapone por tanto al impulso 122) vod ional, a los deseos no controlados, a mi naturaleza «inferior, a) sini la consecucién de los placeres inmediatos, 2 mi yo «empitico» | ‘a heterénomas, arractrada por todos los atrehatas de los deseos y's. las pasiones, que tiene que ser castigado rigidamente si alguna) Lberind vex surge en toda su wverdadera» naturaleza. Posteriormente estos(®: } 4. nuestra (61 es que se necesita demostracién para una verdad tan\ 9) evidente) que las concepciones que se tengan de a libertad se de}. rivan directamente de las ideas que se tengan sobre lo que const \ * auye el yo, Ia persona, el hombre. Se pueden hacer suficientes manipulaciones cow las definiciones de hombre y de libertad para que signifiquen todo lo que quiera el manipulador. La his reciente ha puesto muy en claro que, esta cuestién no ¢s | ) Las consecuencias que lleva consigo distinguir dos yos se” hardin incluso més elaras si se consideran las dos formas més im- portantes que histdricamence ha tomado el deseo dle autoditigirse 8) 38 (235) ey (CUATRO ENSAVOS SOBRE 1A LIBERTAD —dirigirse por el everdaderor yo de uno mismo—t la primera, la de la aucoabnegacién con el fin de conseguir la independencia; la segunda, la de la autorrealizacién 0 total autoidentificacién con tun principio 0 ideal especifico, con l fin de conseguir el propio fin, I La retirada a la ciudadela interna Yo tengo tazén y voluntad; concibo fines y deseo perseguirlos; Peto si me inipiden conseguirlos, ya no me siento duefio de tuacidn. Puede que me lo impidan las leyes de la naturaleza, 0 determinados accidentes, o las actividades de los hombres, o el efecto, frecuentemente no intencionado, que traen consigo las instituciones humanas. Puede que estas fuerzas sean demasiado para mf. Qué he de hacer para evitar que me destruyan? Tengo que liberarme de los deseos que sé que no puedo realizar. Quiero ser duefio de mi reino, pero mis fronteras son largas ¢ inseguras; ppor tanto, las reduzco con el fin de disminuit o eliminar cl érea que es vulnerable. Empiczo por desear la felicidad, el poder, la sabidurfa o la consecucién de algiin objeto especifico; pero no puedo dominarlos. Blijo evitar la derrota y el desgaste y, por tan- to, decido no luchar por nada que no pueda estar seguro de ob- tener. Me determino a no desear lo que es inaleanzable, El tirano me amenaza con la destruccién de mis propiedades, con la pri- sién, con el exilio o con la muerte de aquellos a quienes quiero. Peto si ya no me siento ligado a ninguna propiedad ni me im porta estar o no en a cércel, y si he matado en mi mismo mis afectos naturales, y2 no puede dominarme, pues todo lo que ha quedado de mi ya no es sujeto de miedos o descos empiricos. Es come si hubicta efectuado una retirada estratégica a wna cluda- dela interior —mi razén, mi alma, mi yo «nouménicor— que no pueden tocar, hagan lo que hagan, ni las cicgas fuerzas exteriores ni la malicia humana, Me he retirado a mi mismo; ahty sélo ahi, 236 estoy seguro. Es como si dijera: «tengo una herida en Ia pierna; hay dos maneras de librarme del dolor: una es curar la herida, pero si la cura es demasiado diffeil 0 incierta hay también otra manera: puedo librarme de la herida cortindome Ia piernas si me acostumbro a no querer nada para lo que sea indispensable tener Ia pierna, no sentiré su falta». Esta es la tradicional autoemanci pacién de los ascetas y quietistas, de Tos estoicos 0 de los sabios budistas, de los hombres de diversas religiones, o de ninguna, que han huido del mundo y se han librado del yugo de la soci dad 0 de la opinién priblica mediante un proceso de autotrans Tormacién deliberada que les permite dejar de preocuparse de to- dos sus valores-y quedar al margen, aislados e independientes, y no vulnerables ya a sus armas . Todo aislacionismo politico, toda autarqufa econémica y toda forma de autonomfa tienen al- gtin elemento de esta actitud. Flimino los obstaculos que hay en. ‘mi camino dejando el camino. Me retiro a mi propia secta, a mi propia economia planificada o a mi propio territorio deliberada- mente aislado, donde no se necesita ofr ninguna voz del exterior ni puede tener efecto ninguna fuerza externa, Esto es una forma de la bilsqueda de Ia seguridad, pero tambien se le ha llamado biisqueda de la libertad o independencia personal.o nacional. En lo que se reffere a los individuos, esta doctrina no dista mucho de las concepciones de aquellos que, como Kant, identi- fican la libertad no con a eliminacién de los deseos, sino con resistirse a ellos y controlarlos. Yo me icentifico con el que con- trola y me libro de la esclavitud de lo que es controlado. Soy li- bre porque soy auténomo y en la medida que lo soy. Obedezco leyes, pero las he impuesto yo a mi propio yo no coaccionado, o las he encontrado en él. La libertad es obediencia, pero «obe- diencia a una ley que nos damos a nosotros mismos» y ninggin hombre puede esclavizarse a'simismo, La heteronom(a es depen- der de Factores externos, prestarse a ser un juguete del mundo ex- "© Un hombre sabi, aungue sta un eclavo, esi en libertad y de esto se deduce que, aunque sea una eglaetpida, eden a eslavirud, dijo san Ambrosio. Iu seat lo pois haber dicho Epeteo 6 Kane 237 terior que yo no puedo controlar por completo y que por tanto me controla y me eesclaviza». Soy libre solamente en la medida fen que mi persona no estd eencadenada» por nada que obedeaca a fuerzas sobre las que yo no tenga ningtin control; yo no puedo controlar las leyes de la naturalezas por tanto, ex hypothesi, mi ac- tividad libre tiene que ser puesta por encima del mundo empii- co de la causalidad. No es este el lugar de discutir la validez de esta antigua y famosa doctrina; sélo quiero hacer notar que la lacién que guardan las ideas de libertad como resistencia a los ddeseos itrealizables (0 liberacién de ellos) y como independencia de la esfera de Ia causalidad, ha tenido un papel muy importante no menos en Ia Politica que en la Etica. Si a esencia de los hombres consiste en que son seres aucéno- —autores de valores y de fines en si mismos, cuya autoridad iste precisamente en el hecho de que estén dotados de una ad libre—, nada hay peor que tratarles como si no lo fue- ‘omo si fueran objetos naturales manipulados por influen- usales, y criavuras que estén a merced de estimulos exter- yas decisiones pueden ser manejadas por sus gobernantes lio de amenazas de fuerza o de ofrecimientos de recom Tratar a los hombres de esta manera es tratarlos como si no estuviesen determinados por s{ mismos. «Nadie puede obli- garme a ser feliz a su manera decfa Kant, «El paternalismo es el ‘mayor despotismo imaginable.» Esto es as{ porque es tratar a los hombres como si no fuesen libres, sino material humano para que yo, benevolente reformador, los moldee con arreglo a los fi- nes que yo he adoptado libremente, y no con arreglo a los suyos. Precisamente esta es, por supuesto, la politica que recomendaron los primeros utilitaristas, Helvetius (y Bentham) crefan que no se debia contradecir, sino utilizar, la tendencia que tienen los hom- bres a ser esclavos de sus pasiones, y querian oftecetles premios y castigs —la forma mis aguda posible de heteronomia— si me- diante étos se podta hacer mas felices a los «esclavos» ". Pero ala coaccién prolearia en todae sus formas, desde la jecucions «Tos tabsjos fornados, es, aunque eto pueda some paradsjco, el meéoda de moldear la soiedad 238 10s CoNcHYTOS Dr LBERIAD manipular a los hombres y lanzatles hacia fines que el reforma-") ¥ dor social ve, pero que puede quc cllos no vean, Cea ley ia humana, tratarlos como objetos sin voluntad propia y, por (-y- eed oemceaie pram cncem ah ames ‘engafiarles, es decir, usarlos como medios para los fines que yo hhe concebido independientemente, y no para los suyos propios, incluso aunque esto sea para su propio beneficio, es, en efecto, tratarles como subhumanos y actuar como si sus fines fuesen ‘menos tiltimos y sagrados que los mios. ;En nombre de qué pue- de estar justificado forzar a los hombres a hacer lo que no han quetido 0 aquello a lo que no han consentido? Solamente en. nombre de algin valor que sea superior a cllos mismos. Pero si, como sostenfa Kant, todos los valores se constituyen como tales cen virtud de los actos libtes de los hombres y sélo se llaman valo- res en cuanto que son asi, no hay ninggin valor superior al indivi- duo. Por tanto, hacer esto es coaccionar a los hombres en nom- bre de algo que es menos tiltimo que ellos mismos, someterles a mi voluntad o al desco particular de otro (u otros) para su felici- dad, ventaja personal, seguridad 0 conveniencia. Tiendo hacia algo deseado (por cualquier motivo, no importa lo noble que sea) por ml 0 pot mi grupo y para ello utlizo a otros:hombres como medios. Pero esto esti en contradiccién con lo que yo sé aque son los hombres; a saber, fines en s{ mismos. Todas las For- ‘mas de forzar a los seres humanos, de intimidarles, de confor- imarles contta su_voluntad con la propia nor nto y todo condicionamiento " son, por tanto, una ne- To que constituye alos hombres como tales y a sus va Tores como esenciales. comunista& partic del material humano dal peso capitalist» Estas Fases esritas Pore lider bolchvique Nicos Bujainen una obra que pare en 1920, y ep Galmente el trmsino «material amano, expresanvivameonte eta acttu Ta pscolgta Kantian ax inno le de los exoics y crisanos, suponta que habia tun eetenta en el hombre —a sincera mers desu menter— que poi segura ‘onrra el cnicionainiento, El desarrollo del enica de a hipoosis, de los savados Ge cerchrow, dela sugestionessubliminales y de otas cosas parecdas ha hecho que ‘ex menos plausible eta suposicién prior. por lo menos como hipStsis empitica, R G39) ® 8 (CUATRO ENSAVOS SOBRE LA LIBERTAD El individuo libre que proponia Kane es un ser trascendente 4que esta mas alld del mbito de la causalidad natural. Pero en su forma empitica —en que la idea del hombre es la. que se tiene en Ia vida cortiente— esta doctrina fue el niicleo central del humanis- ‘mo liberal, tanto moral como politico, que estuvo profundamente influido tanto por Kant como por Rousseau en el siglo xvii, En su versién a priori es una forma del individuslismo protestante secularizado en el que el puesto de Dios esté ocupado por Ia idea de la vida racional y el puesto del alma individual que tiende a la uunién con El estd sustituido por la idea del individuo, dotado de raz6n, que tiende a ser gobernado por la raz6n y sélo por la ta- un y a no depender de nada que pueda desviatle o engafarle comprometiendo a su naturaleza irracional. Autonoma, no here- ronomifa: actuar yo y no que actiien sobre mi, La idea de la escla- vitud de las pasiones es mAs que una metéfora para los que picn- san de esta manera. Liberarme del miedo, del amor o del deseo dle conformidad es liberarme del despotisma de algo que yo no puedo controlar: Séfocles, del que Platén nos dice que afirmaba ue solamente la vejez le liberé de la pasién del amor —yugo de tun amo cruel—, nos dice que esta experiencia es tan auténtica como la de la liberacién de un tirano o de un propietario de es- clavos. A esta manera de pensar y de hablar corresponde la expe- riencia psicolégica de observarme a mi mismo rindiéndome a algiin impulso sinferion, obrando por un motive que me desa- ss{ gfada, o haciendo algo que deteste en ef mismo momento de ha- cerla, observando después que «no era yo mismo» 0 que «no te- nia control de mi mismo» cuando lo hacia. Me identifico con Isledad| mis momentos criticos y racionales. No pueden importar las s consecuenicias de mis actos puesto que yo no tengo control de J ellos: s6lo lo tengo de mis motives. Tal es el eredo del pensador ) solitario que ha desafiado al mundo y se ha emancipado de las adenas de los hombres y de las cosas. Esta doctrina, en esta for: -ma, puede parecer primariamente una docttina ética y apenas pol- tica; sin embargo, sus implicaciones politicas son clatas y etd den- tro de la tradicién del individualismo politico, por lo menos de tina Lnnanera tan profunda como el concepto «negativos de libertad. 240 DOs CONCEPTS DE LiseRTAD, Quizé merezea la pena observar que, en su forma individua- lista, el concepto del sabio racional que ha huido a la fortaleza interna de su verdadero yo parece surgir cuando el mundo exte- rior ha resultado ser excepcionalmente érido, cruel o injusto, «Es verdadcramente libre —decia Rousseau— quien desea lo que puede hacer y hace lo que desea.» En un mundo en el que puede hacer muy poco un hombre que busca la felicidad, la justicia o la libertad (en el sentido que sea) porque encuentra obstaculizadas: demasiadas posibilidades de actuacidn, puede hacerse irresistible la tentacién de recitarse a si mismo. Pudo haber sucedido asf en Grecia, donde el ideal estoico no debe desconectarse por comple- to del hundimiento de las democracias independientes ance la autocracia macedénica centralizada, También fue as( en Roma, por razones parecidas, despues de la Repiblica ®. Surgié en Ale- mania en el siglo Xvi! en el periodo de la més profunda degrada cién nacional de los estados alemanes que siguid a la Guerra de los Treinta Afos, en el momento en que el carfeter que cobré la vida publica, especialmente en los pequiefios principados, forzé a tuna especie de emigracién interna —no por primera ni ultima vez— a los que estimaban la dignidad de la vida humana, La doctrina que sostiene que tengo que ensefiarme a mi mismo a no desear lo que no puedo tener y que un deseo climinado o refie- nado con éxito es ran bueno como un deseo satisfecho, es una docttina sublime; pero a mf me parece, sin temor a errar, que es tuna forma de la doctrina que ensefia Ia fibula de la zorra y las tuvas: no puedo querer verdaderamente aquello de lo que no pue- do escar seguro. Esto pone en claro por qué no vale la definicién de libertad negativa como posibilidad de hacer lo que uno quiera —Ia cual , incluso si tal «infacciéne (lleva a un aumento del total de libertad. Si estos presupuestos fundamentales hubiesen sido correctos, si el método de resolver los problemas sociales se pareciera a la ‘manera como estin fundamentadas las soluciones a los proble- mas de las ciencias de la naturaleza, y si la raz6n fuesc lo que los facionaliseas dijeron que era, quiz4 se seguiria todo esto que se acaba de decir. Fn el caso ideal, la libertad coincide con Ia ley: la autonomia con la autoridad. Una ley que me prohibe hacer lo que yo, como ser sensato, no puedo querer hacer, no es una res- triccién de mi libertad. En la sociedad ideal, compuesta por scres totalmente responsables, las leyes irian desapareciendo poco a poco porque yo apenas serfa consciente de ellas. Tan s6lo un mo- vimiento social fue lo suficientemente audaz para hacer explicita esta suposicién y aceptar sus consecuencias: fl movimiento de los anarquistas. Pero todas las formas del liberalismo fundamentadas en una metafisica racionalista son versiones mis o menos difu- ninadas de este credo, Los pensadores que pusicron sus energfas en resolver el pro- blema de esta manera, llegaron a enfrentarse a su debido tiempo con la cuesti6n de cémo habia que hacer racionales a los hom- 252 DOs CONCHPTOS DE LIRERTAD bres en este sentido, Por supuesto, tienen que ser educados,-pues ) los que no lo estén son irracionales, beterénomos y necesitan ser") coaccionados, al menos para hacer tolerable la vida a los raciona: Tes, si han de vivir en la misma sociedad y no van a ser obligados ‘a retirarse a un desierto o a algdin monte olimpico. Pero no se puede esperar que el que no esti educado entienda los propésitos de sus educadores 0 coopere con ellos. La educacién —dice Fichte— debe actuar inevitablemente de tal manera que «reco nnozeas después las razones de lo que estoy haciendo ahora». No se puede esperar que los nifios entiendan por qué sc les obliga a ir a la escuela, ni que los ignorantes —es decir, por el momento, la mayoria de la humanidad— comprendan por qué se les hace obedecet las leyes que después les harin racionale. «El obligar es también un tipo de educacién.» Se aprende Ia gran virtud de la obediencia a las personas superiores. Si no puedes entender tus propios intereses como ser facional, no se puede esperar de mi {que te consulte © me atenga a tus deseos en el proceso de hacerce racional, En diltimo término, tengo que forzarte a que te protejas de las viruelas, incluso aunque no quicras. Incluso Mill esta dis- puesto a decir que yo puedo, por la fuerza, impedir a un hombre que ettice un puente, si no hay tiempo para avisarle de que éste esti a punto de caerse, ya que yo sé, 0 estoy justificade a supo- rer, que él no puede querer caerse al agua. Fichte sabe lo que quieren ser o hacer los alemanes de su época que no estén cduca- dos, mejor que lo pueden saber ellos mismos. El sabio te conoce’ mejor de lo que te conoces a ti mismo, pues ttieres la victima de) tus pasones, un esclavo que vive una vida heterénoma, un mio- \TL) pe, incapaz de entender tus verdaderos Fines. Quieres ser un ser j human. El propésito del Estado ¢s satisfacer tu deseo. «El obli {gar esti justificado por la cducacién para la futura comprensién.» La razén que hay en mf, si ha de triunfar, tiene que eliminar y suptimir mis sbajos» instintos, mis pasiones y deseos, que me ha cen eschiyo; de igual manera (este paso fatal de los conceptos que se refieten al individuo a los que-se reficien a Ta sociedad es cas imperceptible) los elementos superiores de la sociedad —los que cstdn_educados mejor, los que son més racionales, los que «po- ) (253) cx ‘CUATRO ENSAYOS SOHNE LA IBERTAD seen la mas elevada comprensin de su época y de su gente— pueden ejercer Ja coaccién para racionalizar a la parte irracional de la sociedad. Pues —ast nos To han asegurado frecuentemente Hegel, Bradley y Bosanquer— al obedecer al hombre racional nos obedecemos a nosotros mismos, desde luego no tal como so- ‘mos, sumidos en la ignorancia y las pasiones, débiles eriacuras afligidas por enfermedades que necesitan alguien que las cure, pupilos que requieren un tutor, sino como podriamos ser si Fué- semos racionales; como podrfamos ser incluso ahora, si al menos oyésemos el elemento racional que ex hyphoces est4 en todo ser human que merece tal nombre. Los fildsofos de la «razén objetivay, desde el duro y rigida- mente centralizado estado «orginico» de Fichce hasta el suave y humano liberalismo de T. H. Green, han supuesto indudable- mente que ellos cumplfan, sin resistise, las exigencias de la razén ue, por muy incipientes que fuesen, tenfan que encontiarse en cl corazén de todo ser-consciente. Pero puedo rechazar tal opti- mismo democritico y, apartindome del determinismo teleol6gi- o de los hegelianos para ie hacia una filosofia mas voluntarista, concebir la idea de imponer a mi sociedad —para su propio me~ joramiento— un plan mfo que he elaborado con mi sabiduria racional, y que, a no scr que actiie por mi.cuenta, quiz en con- ira de los deseos permanentes de la gran mayoria de mis conciu. dadanos, no se logre nunca en absoluto, © bien, abandonando por completo el concepto de razén, puedo concebirme a mi mis- mo como un inspirado artista que moldea a los hombres con arreglo a determinadas estructuras a la fuz de su vision dinica, de J misma manera que los pintores combinan colores o los com- positores combinan sonidos; la unidad es la materia prima sobre Ja que yo impongo mi voluntad creadora; incluso aunque los hombres sufran y mueran en este proceso, mediante él son eleva~ dos a una altura a la que nunca hubieran podido ascender sin mi vviolacién conctiva — pero creadora — de sus vidas. Este es el az _gumento que emplean todos los dictadores, inquisidores y mato- nies que pretenden alguna justificacién moral, o incluso ascética, desu conducta. Tengo que hacer por los hombres (o con ellos) 254 DOS CONCEFTOS DE LABERTAD Jo que ellos no pueden hacer por si mismos, y no les puedo pedir su permiso o consentimiento, porque no estin en condiciones de saber qué és lo mejor para ellos; en efecto, lo que ellos permiti- rin y aceptardn puede significar una vida de mediocridad despre- Giable, o incluso su ruina y su suicicio, Permifraseme vitas al ver dadero creador de esta heroica doctrina, Fichte una vez més: «Nadie tiene... derechos contra la razénm. «El hombre tiene mie: do de subordinar su subjetividad a las leyes de la razén. Prefiere fa tradici6n o la atbitraricdad.» Sin embargo, tiene que estar su- bordinado. Fichte defiende los derechos de lo que él llamé la razén; Napoleén, Carlyle o los autoritarios romdnticos pueden rendir culto a otros valores y ver en st establecimiento por la fuerza el tinico camino para la «verdadera» libertad. Fsta misma actitud fue expresada de manera aguda por Au- guste Comte cuando preguntaba: «Si no permitimos la libertad ‘de pensamiento en la Quimica o en Ia Biologfa, zpor qué habria~ mos de hacerlo en la Moral 0 en la Politica?» En efecto, :por qué? Si tiene sentido hablar de verdades polticas, todos los hom- bres, puesto que sor: hombres, tienen que estar de acuerdo en que lo son tales las afirmaciones que se hagan sobre los fines de la sociedad, una vez que son descubiertos, y si, como Comte crefa, el método cientifico los revelaré a su debido tiempo, en- tonces qué sentido tiene en estos asuntos la libertad de opinion ode accidn, al menos como fin én'sfimismo, y-no s6lo como cli- ‘ma intelectual estimulante para individuos para grupos? :Por qué debe ser tolerada tuna conducta que no esté autorizada por los expertos adecuados? Comte expresé de manera directa lo que habia estado implicito en Ia teorfa politica tacionalista desde sus antiguos origenes griegos. En principio, solo puede haber una nica manera correcta de vivir; los sabios Ia llevan esponténea- ‘mente; por €50 se les lluma sabios. Los que no lo son tienen que ser empujados hacia ella por todos los medios sociales que estin + Obl as hombres» que adoptn form de gbieno que buen ipo ted ech pr lfc, ao slo se derecho sino tambien el agra ber Cts lmbre ue tng ona a nec cate ole de hacer 255 CCURTRO ENSAVOS SOBRE LA LIBERTAD, en poder de los que son sabioss pues, zpor qué ha de soportarse Giie sobreviva y crezca el error que puede ser demastrado como tal? A los inmaduros y faltos de tutela hay que hacerles decirse a sf mismos: «Sélo la verdad libera, y la inica manera de que yo pueda aprender la verdad es haciendo hoy ciegamente lo que ti, que la conoces, me mandes hacer o me coacciones a que haga, con la certeza de que solamente ast Ilegaré a tu clara visién y sere libre como tt. Nos hemos apartado, por supuesto, de nuestros comienzos li berales. Este argumento, empleado por Fichte en su iltima fase, vel y después de él por otros defensores de la autoridad, desde los exis | maestros de escuela de la época victoriana y los administradores \csfehite| de Tas colonias hasta los ultimos dictadores nacionalistas o comu- le Ge nistas, es precisamente aquello contra lo cual mas amargamente protesta la moralidad kantiana y estoica en nombre de Ta razén ch tela} def individuo libre que sigue su propia luz interior. De este "Gath mado, eFargumento ‘onalista, con su supuesto de la Ginica so | lucién verdadera, ha ido a parar (por pasos que, sino son validos | l6gicamente, son inteligibl ri ec ccién indivi- dual aun estado_autoritar liente a las directrices de una lite de guardianes platénicos. {Qué puede haber Hlevado a tan extrafia inversi6n: a la crans- formacién del severo individualismo de Kant en algo cercano a tuna pura doctrina totalitaria, defendida por pensadores, algunos de los cuales pretendian ser sus discfpulos? Esta cuestién no es sélo de interés histérico, ya que no pocos liberales contempord- neos han pasado por esta misma peculiar evolucién. Es verdad que Kant, siguiendo a Rousseau, insistié en que la capacidad para dirigirse a s{ mismos pertenecia a todos los hombres, que no podfa haber expertos en cuestiones morales, ya que la moralidad no era cuestién de ningiin conocimiento especializado (como habfan sostenido los utilitaristas y philosophes), sino del uso correcto de una facultad humana universal, y que, por tanto, lo que hacia libres a los hombres no era obrar de cierta manera que les mejorase, a lo cual podian estar coaccionados, sino saber por 256 DOS CONCEPTOS DE LIBERTAD ‘qué debfan obrar asi, lo cual nadie podia hacer por nadie ni en nombre de nadie. Pero incluso Kant, cuando llegé a tratar de te- mas politicos, concedié que ninguna ley (suponiendo que éta fuese una ley tal que yo aprobase como ser racional, si me lo consultatan) podia privarme de ninguna parte de mi libertad ra- ional. Con esto quedaba la puerta abierta de par en pat para el papel de los expertos. Yo no puedo consultar en todo momento a todos los hombres sobre todas las leyes. El Gobierno no puede ser un continuo plebiscito. Mas atin, algunos hombres no tienen cl ofde tan fino como otros para la voz de su propia razén; algu- ros parecen especialmente sordos. Si soy legislador o gobernante, tengo que suponer que si la ley que impongo es racional (y slo puedo consulear a mi propia raz6n), sers automdticamente apro- bada por todos los miembros de mi sociedad en tanto que son sctes racionales; ya que si no la aprueban, tienen que ser pro fan- zo iracionales, entonces necesitardn set reprimidos por Ia ra26n, no puede importar si por la suya o por la mfa, pues los pronun- ciamientos de la razén tienen que ser los mismos en todas las mentes. Yo doy mis érdenes, y site resistes a ellas me encargo de reprimir el elemento irracional que hay en ti, que se opone a la razén. Mi tarea serfa més facil si ti Jo reprimicras en ti mismo; intento educarte para que lo hagas; pero soy responsable del bie- nestar puiblico y no puedo esperar hasta que todos los hombres sean completamente racionales. Kant puede que proteste de esto diciendo que la esencia de la libertad del sujeto consiste en que Ete, y sdlo éste, ¢ el que se ha dado a sf mismo la orden de obe- decer. Pero esto es un consejo de perfeccién. Si dejas de discipli- ratte a ti mismo, yo tengo que hacerlo por ti, y no puedes que~ jarte de falta de libertad, pues el hecho de que el jucz racional que proponia Kant te haya Hevado a la cércel es prueba de que no has escuchado a tu propia 1326n interior y de que, al igual que un nifio, un salvaje 0 un idiora, no estés maduro para dirigir- tea ti mismo, o de que eres permanentemente incapa de ello” Kant casi leg afirmat el idea enegutivs de liberad cuando declar (en uno de sus tras politicos) que eel mayor problema de In rasa humana, a cuya solucisn 257 (CUATRO ENSAVOS SOBRE LA LIBERTAD Si esto lleva al despotismo, aunque sea por el mejor de los mis sabios —al templo de Sarastro de la Flauta mdgica— pero a fin de cuentas, despotismo que resulta ser idéntico a la libertad, {ho plied ser que haya algo erréneo en las premisas de este argu- ‘mento, que los propios supuestos basicos sean defectuosos en al- { guna parte? Permitaseme enunciatlos una ver mds: primero, que yg | todos los hombres tienen un fin verdadero, y s6lo uno: el de diri- gitse a's{ mismos racionalmente; segundo, que los fines de todos 2p) | los seres racionales tienen que encajar por necesidad en una sola ti cbligads por naturaleza, esl esubleciiento de una sociedad civil que adminis tue universlmene bien, con alo al ey. Solamence eau sociedad que tenga la ‘iim Herd. —juneo con, a deterinacin ms exact y Ia garantla dels mntes de (libertad [de cla individvo] para que pueda coexitic con la liberad de les demis— es donde puede consegutse la suprema fnlidad dela naturalera en el caso de ls hamanided que eel dearollo de tds sus capaciadess. Aparte de ks impliciciones telologcis que leva consign, extn formulacon no parece dire rm ch dal ibealsno ortodoxo a primera vista. Sin embarg, el punto fundamental es ‘émo determina leer para la determinacin exact y la gaan de le limite dela libertad individual. 4 mayoris de le liberals mevdernos, en #8 postura mis ‘consecuente, quieren una stuacin en a que d auayornimeto posible de indviduos ‘pueda llsarsccaberchmayor miner posible de us fnc, sin far el valoe que tenga Exon convo eles ines, exepio en cuanto que fasten les propsstes de orton iavi= ‘os. Quiren que la dlimitacin de fronceras enue los individuos © ene or gr jos hans se estalerc solamente con vist a impedir que haya conflicts ent les propdstos que regan Ins hombres, tos les eiales tenon que ser consderados fn si mimo Fines gualmence ims y no crtcable. Kane y Tos racials cle st ‘Silene consderan sue vodos los fines regan igual valor, Para ellos, los limites de ls liberad se determinan aplcando las aotmac de la tad, fa cal ex mucha mae que |i merageneraidad de norma en cuanto ele, por cuanto que e una Gculead- que ‘are ave una Mnaldad que @ idéndes en todos lor hombres y pats todos ello, Ea nombre dela ruin xe pce condenar todo lo que no sca racional, de modo que, por la menos en orf, para dat cabida a las exigencias dela rain pucdea suprenie tlespiaadamente los dversos fines personales que la imaginacin e iosineraia ind vidal de los hombres conduce 4 perseguis, por ejemplo, los Fines esttcosy otras tipo no nacionales de auterreiacién, La awordad de la raz y de ls deberes que ‘ta impone a les hombres se identifi con I Hbertad individual. sobre [a base de {Tue Tos Fines ractonales som los nicns que pueden ser objetosoverdadeross de a «- ‘Eis natura sibs del hombre. Tenge que confer que nunca he entendide qué sgnfis Ia palabrs srazéas en cate contero; solamente quiero sefular aqui que los presupurstoe& prior de eta pi ‘ogi filosica no son compatibles on I aexcud emp: e dei, con cualquier floerina que se base en el conocimiento que ve deriva de lt expeienca de lo que son loshombresy de o que quiee DOs CONCEPTOS DE LIBERTAD, ley universal arménica, que algunos hombres pueden ser capaces de discernit més claramente que otros; tercero, que todos los conflictos y, por tanto, todas las tragedias, se deben solamente al fe de fa twain con lo intacional o lo insuficientemente ra ional —los elementos de la vida que son inmaduros o que no estdn desarrollados—; sean éstos individuales o comunales, y que tales choques son, en principio, evitables, e imposibles para los seres totalmente racionales, y finalmente, qué cuando se haya he- cho a todos los hombres racionales, éstos obedecerdn las Teyes rae cionales de su propia naturaleza, que cs una sola y la misma en todos ellos, y seran asf sujetos de la ley por completo, y al mismio tiempo, totalmente libres. No seri que Sécrates, y los creadoresy de lo fundamental de la tradicién occidental en Erica y Politica | ” que le siguieron, hayan estado equivocados durante mis de dos milenios, y que la virtud no sea conocimiento, ni la libertad idéntica a la una ni al otro? zNo ser que, a pesar del hecho de que actualmente dirijan las vidas de mas hombres que en cul quier otro momento de su larga historia, no sea demostrable, ni, | quizd siquiera verdadero, ninguno de los supuestos bésicos de | esta famosa doctrina? VI La biisqueda del status Adin hay otro enfoque, histéricamente importante, de este temas cl cual, confundiendo la libertad con sus hermanas la igualdad y la frarernidad, lleva a conclusiones que tampoco son liberales. Desde que se sacd a relucir esta cuestién a finales del siglo xvi se ha estado haciendo persistentemente, y cada vez con mayores consecuencias, Ja pregunta de qué quiere decir «un individuo», En tanto yo vivo en sociedad, todo lo que hago inevitable mente afecta a lo que hacen otros, y es, a su ver, afectado por esto. In- cluso los arduos esfuerzos que hizo Mill para sefialar la distincién. que hay entre la esfera de la vida privada y Ia de la vida social se 259 *) (CUATRO ENSAVOS SOBRE LA LIBERTAD desvanecen cuando se la examina de cerca. Virtualmente, todos los criticos de Mill han sefialado que todo lo que yo haga puede tener resultados que perjudiquen a otros seres humanos. Més atin, yo soy un ser social en un sentido més profundo que el que significa la interaccién con los demds. Pues, zen cierta medida, no soy yo lo que soy en virtud de lo que los demés piensan y cereen que soy? Cuando me pregunto qué soy y respondo que un inglés, un chino, un comerciante, un hombre de importancia, tun millonario 0 un convicto, si analizo la respuesta veo que poseer estos atributos leva consigo ser reconocido por otras personas de mi sociedad como pertenecienié a un determinado grupo 0 cla Se, ¥ que este reconocimiento es parte del significado de la mayo- tla de los términos que denotan algunas de mis caracterfsticas mas personales y permanentes, Yo no soy una razén despersonilfi- cacada. Tampoco soy Robinson Crusoe, solo en su isla. No se trata solamente de que mi vida material dependa de la interac Gidn con otros hombres, ni de que sea lo que soy como resultado de las fuerzas sociales, sino de que algunas de mis ideas sobre mi mismo, quiz todas, y en particular la concepcién que tengo de ‘mi propia idencidad moral y social, son sélo inieligibles en Ios términos de la red social a la que pertenezco (la metdfora no debe llevarse demasiado lejos). La falta de libertad de la que mu- chos hombres y grupos se quejan, la mayorfa de las veces m0 es mas que falta de reconocimiento adecuado. Puede que no bus- que lo que Mill quisiera que buscase; a saber, seguridad concra la coaccién, contra el arresto arbitrario, contra la tirania, contra la privacién de ciertas oportunidades de accidn, o un espacio en el que no sea responsable de ninguno de mis movimientos. Igual- mente, puede que no quiera un plan racional de vida social 0 la autoperfeccidn de un sabio sin pasiones. Puede que lo que quiera evitar es simplemente que me ignoren, que sean paternalistas conmigo, que me desprecien, 0 que me consideren muy poca cosa; en pocas palabras, que no me traten como individuo, que tenga mi singularidad insuficientemente reconocida y que sea clasificado como miembro de una amalgama sin caracteres, como una unidad estadiscica sin cualidades identificables, espe- 260 'DOS CONCEPTOS DE LIBERTAD cialmente humanas y sin propésitos propios. Esta es la degrada- cidn contra la que lucho; no lucho por la igualdad de derechos ue otorga la ley, ni por la libertad de hacer lo que desee (aunque puede que también quiera estas cosas), sino por una condicién en la que pueda sentirme que soy, porque se me considera que la soy, un agente responsable, cuya voluntad se toma en considera- cidn porque tengo derecho a ello, incluso si se me araca y se me petsigue por ser lo que soy © por decidir lo que decide. Esto es desear status y reconocimiento. «El mis pobre de Inglaterra tiene una vida que vivir tanto como el més grande.» Quiero que me entiendan y me reconozcan, aunque esto signifique que no me quieran y que no le guste a la gente. Las tinicas personas que pueden reconocerme en este sentido y, por tanto, darme la sensa- cidn de ser alguien, son los miembros de la sociedad a la que siento que pertenezco histérica, moral, econémica y, quiza étni- camente®, Mi yo individual no es algo que se pueda desligar de mi relacién con los demds, o de aquellos atributos mios que con- sisten en la actitud que ticnen los otros hacia mi, Por tanto, cuando pido que se me libere, por ejemplo, del status de depen- dencia social 6 politica, lo que pido es un cambio de actitud res- pecto a mi por parte de aquellos cuyas opiniones y conducta contribuyen a determinar mi propia imagen de mi mismo. Y lo qu es verdad para el individuo lo es para los grupos sociales, po- lisicos, econémicos o religiosos, es decir, para los hombres cons- Bea tene una evdemeafinidad con ln doctin kancana del iberad humana: ero es una versién enpticay scializada de clay, por tano, es cas su contra. EL hombre lee de que habla Kane no neces para st iberad interna que se a eco noaca piblicamente. Sie le trata coma medio pars un fin externa, esto consiniye tin acto malo por pace de Ios que e expan, pero status enous permane ce incctay sgue senda compleamente ive y completamente hombre, ee le tate como oe le tate, La necesidad de que aqul ae habla ex otalmente lgads al rl ‘in que yo tenga con los demas yo no soy nda si no me reconocen. No puedo ig fora con desdén byroniano la aertud de lo dems, roalmente consiente de mi propia vocacin y valor inseco y hui ai vida imeror; pues yo soy paras mi ‘mo tl como me ven ls dems, Yo me denilicn con el punto de Vitrde mi meio ‘rblente mie seo alguien, 6-09 me searo nadie sein fa poicin y ancidn que tenga end conjunto de la sociedad: sta esl condiciin mis sheternomas que se eda iaginat 261 CUATRO ENSAVOS SOBRE LA LIBERTAD cientes de las necesidades y fines que tienen como miembros de tales grupos. Por regla general, lo que piden las clases las na~ ionalidades oprimidas no es simplemente libertad de accién no Comtada para sus miembros, ni, sobre todo, igualdad de oportu nnidades sociales o econémicas, ni menos atin el que se les asigne un lugar en un estado orgiinico y carente de fricciones, ideado por un legislador racional. Lo que quieren, por regla general, ¢s ‘onorca (su clase, nacién, color, raza) ente de actividad humana, como entidad tue intenta obrar de acuerdo con ella (sea 0 . y-no.set gobernados, educados 0 guiados, fan completamente humanos y, por tanto, toral- Hsto da un sentido mucho mis amplio que el de simplemente que se le come fuente indeper con voluntad pro} un puro racionalismo a la idea Kantiana de que «el patetnalismo es el mayor despotismo imaginable». El paternalismo es despsti- co, no porque sea mis apresivo que la tiranfa brutal, descarada e inculta, ni slo porque ignore la raz6n trascendental que estd en Garnada en mi cuerpo, sino porque es un insulto @ la concepcién que tengo de m{ mismo como ser humano, determinado a reali zat mi propia vida de acuerdo con mis propios fines (no necesa- riamente racionales 0 benéficos) y, sobre todo, con derecho a ser reconocido como tal por los demas, Pues si no soy reconocido como tal, puede que deje de reconocer mi propia pretensién de ser un ser humano completamente independiente, 0 que dude de ellas ya que lo que yo soy est determinado en gran parte por lo que creo y pienso, y esto a su ver esti determinado, por las creencias ¢ ideas que prevalecen en la sociedad a la que pertenez- 0; de la que, en el sentido que decia Burke, yo no constituyo un 4romo que se pueda aislar, sino un ingrediente de una estructura social (pata usar una mecéfora peligrosa, pero indispensable). Puede que no me sienta libre en el sentido de no ser reconocido como un set humano individual que se gobierna a sf mismo; peto puede que tampoco me sienta libre en cuanto que sca miembro de un grupo no reconocido 0 no respetado suliciente- mente; entonces cs cuando quiero la emancipacién de toda mi clase, comunidad, nacién, raza 0 profesién. Y puedo desearla 262 OS CONCEPTOS DE LIBERTAD tanto que, en mi-gran anhelo de status, quizdipreficrarseriatrope-) llado y.mal gobernado por alguien que pertenezca ami propia *~‘* raza.o a mi propia clase social, por el que, sin embargo, soy tero- ) ** * nocida como hombre y como sival—es decin. como un igual— ser ttatado bien y de manera tolerante por alguien de algdin |x. 2 grupo mis elevado y remote, que no me reconoce lo que yo} {quiero sentir que soy. Esto es lo que hay de fundamental en el gran fito qué lanzan tanto los individuos como los grupos que piden su reconocimiento, y en nuestros dias, en el que lanzan las clases sociales, las profesiones, las naciones y las razas. Aunque) € quizd no me den libertad enegativa» los que pertenecen a mi |, propia sociedad, ellos son, sin embargo, miembros de mi propio grupo, me entienden, como yo les entiendo 2 ellos, y este enten- dimiento crea en mi la sensacion de ser alguien en el mundo. Este deseo de reconocimiento reciproco es el que lleva a que, fos| que estin bajo las més aucoritarias democracias, a veces las p' ficran conscientemente a las mds ilustradas oligarquias; y algunas veces es la causa de que alguien que pertenece a algin estado asitico o afticano recientemente liberado se queja menos hoy jue es tratado con ruceza por miembros de su propia raza 0 nnacién que cuando era gobernado por algin administrador de fuera, cautcloso, justo, suave y bienintencionado. A no ser que se comprenda este fendmeno, se convierten en una ininteligible pa- radoja los ideales y la conducta de pueblos enteros que, en el sentido que daba Mill a esta palabra, sufren la privacién de los derechos humanos elementales y, con toda apariencia de sinceri- dad, dicen que gozan de més libertad que cuando tenfan estos derechos en més amplia medida, Sin embargo, no es con la libertad individual, canto en el se tido «negativo» de esta palabra coma en el «positives, con Ta que puede identificarse ficilmente este deseo de status y reconoci- imiento, ¢ los seres humanos necesitan no menos profundamente y p 2 apasionada, algo emparentado con la libertad, pero no Ia lil aunque lleva consigo la libertad negativa de todo el grupo, esté relaciona- o-mas estrechamente con la solidaridad, la fraternidad, cl mu- 263 CUATRO HASAYOS SOBRE LA LneRTAD tuo _entendimiento, la necesidad de asociacién en igualdad de condiciones, todo Jo que se llama a veces —pero de mi gafiosa— libertad social. Los té:minos sociales y politicos son necesariamente vagos. El intento de hacer demasiado preciso el vocabulario politico puede hacerlo inutil. Pero no es ningiin tei- buro a la verdad debilitar el uso de las palabras més de lo necesa- rio. La esencia de la idea de libertad, ranto en su sentido «positi- ek. del yon como «negativon, es cl frenar algo o a alguicn, a otros que sc Ai yet) meten cn mi terreno 0 afirman su autoridad sobre mi, frenar ob- qos) Sesiones, miedos, neurosis o Fuerzas infacionales: intrusos y dés- | potas de un tipo u otro. El deseo de ser reconocido es un deseo ‘de algo diferente: de unién, de entendimiento mds intimo, de incegracién de intereses, una vida de dependencia y sacrificio co- Ee dad( mune, Y cs sdlo el confundir el desco de libertad con este pro- deel ffi sal anhelo de status y comprensién (confundido vs atin mds cuando se identifica con la idea de autodireccidn social, tehertyl./en la que el yo que ha de ser liherado ya no es el individuo, sino pocial, {sl stodo social») lo que hace posible que los hombres digan que en cierto sentido esto les libera, aunque se sometan a la autori- mR | dad de oligarcas o de dictadores, ‘Mucho se ha escrito sobre la falacia de considerar a los grupos sociales como personas 0 yos —en el sentido literal de la pala- bra—, el control y diciplina de cuyos miembros no es més que autodisciplina y autocontrol voluntario que deja libre al agente individual. Pero incluso en la concepeién worginica» de la socie- dad, ;seria natural o deseable llamar a la exigencia de reconoci- miento y de status exigencia de libertad en un tercer sentido? Es verdad que cl grupo por cl que el individuo pide ser reconocido tiene que tener un grado suficiente de libertad «negativan —estar libre del control de cualquier autoridad exterior, ya que, si no, el reconocimiento por parte del grupo no dard al que lo pretende al status que éste pide, Pero, :puede llamarse lucha por la libertad ala lucha por un status més elevado y el deseo de salir de una po- sicién inferior? :Es mera pedancerfa limitar el sentido de la pala- bra libertad a los principales sentidos que se han estudiado ante. riormente, 0, como sospecho, estamos en peligro de llamar sp (264) aumento de libertad a cualquier mejora de la situacién social que quiere un ser humano, lo cual hace a este término tan vago y ex tenso que le convierte virrualmente en un término intcil? ¥ sin embargo, no podemos simplemente dar de lado a esta cuestion como si fuera una mera confusién de la idea de libertad con la tus solidaridad, fraternidad, igualdad o alguna combi- n anhelo de starus est muy cerca, en cier- tos spin es de ser alguien que obra independiente- ment Podemos negarle a esta meta el titulo de libertad, pero esto sevia una idea superficial que supondria que las analogias entre los individuos y los grupos, las metéforas orginicas, o los diver- sos sentidos de la palabra libertad, son metas falacias, que se de ben, o bien a una confusién semantica, 0 bien a que se dice que son iguales unas entidades en aspectos en que no lo son. Lo que quieren aquellos que estin dispuestos a cambiar su propia liber tad de accién individual, y la de otros, por el status de su grupo y su propio status dentro de ese grupo, no es simplemente una en- trega de su libertad en aras de la seguridad y de un puesto asegu- rado en una jerarquia arménica en la que todos los hombres y todas las clases saben el puesto que les corresponde; tales perso- nas estin dispuestas a cambiar el penoso privilegio de decid —sel peso della libertad»— por la paz, la comodidad y la relativa innecesariedad de tener que pensar que lleva consigo una estruc- cura autoritaria o cotaliaria. Sin duda alguna, tales entregas de la libertad individual pueden ocurris, y, por supuesto, han ocurrido frecuentemente. Pero es entender profundamente mal el tempe- ramento de nuestro tiempo suponer que esto es lo que hace que sean atractivos el nacionalismo o el marxismo para naciones que han sido gobernadas por dirigentes extranjeros, 0 para clases s0- ciales, cuyas vidas fueron dirigidas por otras clases en un régimen feudal o en algiin otto régimen organizadlo jerérquicamente. Lo que quieren estas naciones y clases ¢s mas afin a lo que Mill Ila- m6 sla autoafirmacién pagana», pero de una forma colectiva y socializada. En efecto, mucho de lo que él dice sobre sus propias razones para desear la libertad —el valor que atribuye a la auda- 265 CUATRO ENSAYOS SOBRE LA LIERTAD cia y al.no conformismo, a la afirmacién de los propios valores del individuo frente a la opinién que prevalece, y a las fuertes personalidades que dependen de si mismas y estan libres de las directrices de los legisladores oficiales y de los insrewcrowes de: la sociedad— tiene bastante poco que ver con su concepcidn de la libertad como no-interferencia, y mucho que ver con el deseo que tienen los hombres de que no pongan su personalidad a un nivel demasiado bajo y de que no sc les suponga capaces de una conducta auténoma, original y «auréntica», aunque tal conducta haya de enfrentarse con el oprobio, con las restricciones que im- ponga la sociedad, o con una legislacién que les inhiba, Este de- seo de afirmar la «personalidad» de mi clabe, de mi grupo, o de ‘mi nacién, tiene relacién tanto con la contestacién que responde a la pregunta sobre cusl ha de ser el Ambito de la autoridad (pues el grupo no debe ser mediatizado por dirigences de fuera) cuanto —< incluso més estrechamente— con la que responde a la de quién ha de gobernarnos; gobernatnos bien o mal, con liberali- dad © con opresidn, pero, sobre todo, «zquién?» Respuestas tales como «representantes clegidos por mf y por otros, elegidos sin ninguna traba», «todos nosotros reunidos en asambleas regu- laresy, wlos mejores», «los més sabios», «la nacién en cuanto que «std encarnada en estas o en aquellas personas o instituciones», 0 «el lider divino», son respuestas que son independientes I6gica- mente, y a veces tambien politica y socialmente, del grado de li- bertad snegativa» que yo pida para mis propias actividades 0 para las de mi grupo. En el caso de que la respucsta a la pregunta sobre quién me va a gobernar sea alguien o algo que yo pueda re- Dresentar como «mfor, como algo que me pertenece, o alguien a quien pertenezco, puedo definir a este algo o alguien como una forma hibrida de libertad, usando palabras que llevan la idea de fraternidad y solidaridad, asi como, en parte, la connotacién del sentido «positivo» de la palabra libertad (que es dificil de especi- ficar con més precisién); en todo caso, puedo definirlo como un ideal que hoy dia cs més prominente que cualquier otto en el mundo, pero al que no parece convenir con precisidn ningun término de los que existen. Los que compran al precio de su li- 266 10S CONCEPTS De LiBERTAD bertad unegativay, que es la que Mill defendfa, pretenden, desde Juego, que se «iberan» por estos medios, en este sentido confuso que tiene esta palabra, pero que es vivido con pasién. De este modo la expresién «estar al servicio de Dios es la perfecta liber- tad» puede ser secularizada, y el Estado, la nacién, la raza, una un dictador, mi familia, mi medio ambiente, o yo mis- mo, podemos sustituir a la Divinidad, sin que por ello deje de tener sentido por completo la palabra slibercad>”. Es indudable que toda interpretacién de la palabra libertad, por tara que sea, tiene que incluir un minimo de lo que yo he llamado Tibertrd «negativar. Tiene que haber un ambito en el que no sea frustrado. Ninguna sociedad suprime literalmente todas las libertades de sus micmbros; un ser al que los demas no le dejan hacer absolutamente nada por su cuenta, no es un agente moral en absoluto, y no se le puede considerar moral ni legalmence un ser humano, aunque un fisidlogo, 0 un bidlogo, © incluso un psicdlogo se inclinase a ch s del liberalismo, Mill que es compatible con. el minimo de rece probable que esta extrema exigencia de libertad haya sido nunca hecha ms que por una pequefia minorfa de seres huma- 1nos, muy civilizados y conscientes de s{ mismos. La mayorta de la humanidad ha estado casi siempre dispuesta a sacrificar esto a otros fines: la seguridad, el starus, la prosperidad, el poder, la virtud, las recompensas en el otro mundo,.o la justicia, la igual- * Hay que dsinguir ets manera de pensar de la acitud tradicional que tienen a- suns de fos discfulos de Burke o de Hegel. que dicen que, puesto que yo soy To {que me han hecho la sociedad y la historia, ex imposible huir de star y et raconal Intertao, Sin duds alguna, yo no puedo salrme de mi piel it nepirar Fura dee propio elemento; es una mera tattologla decir que yo say lo que sy y que no acd ‘querer liberarme de mis eracieristicas eencales, algunas dela cules ron socile, Peto de agut no se sigue que todos mis stibutos sca intrinseco inaienablesy que so pueda queer cambiat mi raas dentro de lt eran sociale ode la veteutua > micar que determinan mi nacuralera ia aera, no ve pod dar gin significado 4 palabras tales como sclecrim, eden» © vacividads, Si éxas han de significa alg, no se pueden exlur protegerme de la aureridad,o incluso para huir de mis ruacién y de os deberes que és leva consign, 267 CUATRO FNSAYOS SOBRE LA LIRERTAD, dad, la fratetnidad y muchos otros valores que parecen ser in. compatibles por completo, o er parte, con el logro del maximo de libertad individual, y que desde luego no necesitan &ta como condicién previa a su propia realizacién. No ha sido la exigencia de Lebensraum (espacio vital) para cada individuo lo que ha estimulado las relaciones y las guerras de liberacién por las que los hombres estuvieron dispuestos a morir en el pasado, , desde luego, lo estin en el presence. Los hombres que han lu- cchado por la libertad han luchado generalmente por el derecho a ser gobernados por ellos mismos o por sus representantes; Zo- sf bemados severamente, si era necesario, como los espartanos, con poca libertad individual, pero de una manera que les permi- ‘Uo/\ |} tiese participar, o en todo caso, creer que participaban, en la le- gislacién y administracién de sus vidas colectivas. Vlos hombres ‘que han hecho las revoluciones han entendido por libertad algo que no era més que la conquista del poder por parte de alguna determinada secta de creyentes en alguna doctrina, 0 de una cla- se, 0 de algiin oto grupo social, antigo o moderno. Sus victo. Flas frustraron desde luego a los que eliminaron, y a veces repri- mieron, esclavizaron o exterminaron a un gran ntimero de seres humanos. Sin embargo, tales revolucionarios generalmente han considerado que era necesario defender que, a pesar de esto, ellos representaban al partido de la libertad, de la everdaderay li- bertad, proclamando universalmente su ideal y alegando que también lo querian los «werdaderos yos» de aquellos mismos que se les oponian, aunque considerando que estas tiltimos habjan perdido el camino que les conducia a este fin, o que se habjan equivocado en el fin mismo a causa de alguna ceguera moral @ «spiritual. Todo esto tiene muy poco que ver con la idea que tic ne Mill de la libertad, solamente limitada por el peligro de ha- cer daito a los demas. No haber reconocido este hecho psicol6- gico-y-politico. (que estd oculto tras la aparente ambigiledad del término slibertad») es lo que quiz ha cegado a algunos liberales contempordneos respecto al mundo en que viven. Lo que éstos, piden es claro y su causa es justa. Pero no tienen en cuenta la variedad de las necesidades humanas bésicas, ai el ingenio con 268 DOS CONCEPTOS DE LIBERTAD que los hombres pueden probar, para su propia satisfaccién, que el camino que conduce a un ideal también conduce a su_con- var Libertad y soberanta La Revolucién francesa, como todas las grandes revoluciones, fue)? por lo menos en su forma jacobina. pressamente tna tal ey Gidn del deseo de libertad «positivay de autoditeccién colectiva\ 2 ppor parce de un gran niimero de franceses que se sentéan liberados /. como nacién, aunque, para muchos de ellos, el resultado fue una Fuerte resiriecién de las libertades individuales. Rousseau habia ' dicho con regocijo que las leyes de fa libertad pueden resultar mis austeras que el yugo de la tiranfa, La tiranfa es servir a amos hu- manos. La ley no puede ser un tirano, Rousseau no entiende por libertad la libertad «negativay del individuo para que no se metan con dl dentro de un determinado Ambito, sino el que todos los bros idéneos de una sociedad, y no solamente unos cuan- rngait participacidn en el poder pablico, el cual tiene dere” cho a interferirse en todos los aspectos de todas las vidas de los ‘ciudadanos, Los liberales de la primera mitad del siglo XIx previe ron correctamente que la libertad entendida en este sentido »po tivow podia destruir ficilmente demasiadas libertades «negativas, {que ellos consideraban sagradas. Sefialaron que la soberania del pueblo podia destruir ficilmente la de los individuos. Mill explicé paciente e incontestablemente que, bajo su punto de vista, el go- bierno del pueblo no implicaba necesariamente la libertad. Pues Jos que gobiernan no son necesariamente el mismo «pueblo» que los que son gobernados, y el autogobiemno democritico no es go- bernarse ecada uno a sf mismo», sino, en el mejor de los casos, {que «a cada uno le gobierne el resto». Mill y sus diseipulos habla- ron de la tirania de la mayoria y de «las ideas y opiniones que pre~ valecen», no viendo gran diferencia entre este tipo de tirana y 269 ‘tro cualquiera que invada las actividades humanas més alld de las fronteras sagradas de la vida privada. Nadie vio mejor —o lo expres6 con mis claridad— el con- flicto que hay entre estos dos tipos de libertad que Ber Constant. Fl sefialé que la transferencia de libertad de unas m fos a otras, mediante el aumento de la-autoridad ilimitada, miinmente llamada soberania, ho aumenta la libertad, sino sim plemente desplaza eT peso de Ya esclavitud. Con mucha razon _preguntaba por qué un hombre debe preocuparse profundamen- te de si es oprimido por un gobierno popular, por un monarca, 0 incluso por un conjunto de leyes represivas. Se dio cuenta de que cl problema fundamental que tienen los que quieren ibertad in. dividual «negativay no es el de quién ejerce la autoridad, sino el de cudnta autoridad debe ponerse dn unas manos. Pues dl creia gute una autoridad en manos de cualquiera, tarde o temprano te- nfa que destruir a alguien. Sostenia que gencralmente los hom- bres protestaban contra cualquier grupo determinado de gober- , nantes porque los consideraban opresivos, cuando la verdadera 4 (causa de la optesidn esté en el mero hecho de la acumulacién copy misma de poder, esté donde esté, ya que la libertad se pone en peligro por la mera existencia de la autoridad absoluta como tal. #No es el brazo el que es injusto —escribié—, sino el arma la que es demasiado pesada; algunos pesos son demasiado pesados para la mano humana.» La democracia puede desarmar a.una detcrminada oligarqufa ‘© a un deverminado individuo 0 grupo de individuos, pero tam- hign_puede oprimir a las personas de manera tan implacable como las oprimian los gobernantes anteriores. En un ttabajo en que compara la libertad de los modernos con la de los antiguos dice que el tener igual derecho a oprimir, o a interferirse en los emis, no es equivalente a la libertad. Tampoco el consenti- miento universal a la pérdida de la libertad preserva ésta de ma- neta un tanto milagrosa porque aquél sea universal o sea consen- timiento, Si consiento que me opriman, © acepto mi condicién con una actitud distante 0 irénica, zestoy por cllo menos optimi- do? Si me vendo como esclavo, ;soy por eso menos esclavo? Si 270 DOS CONCEPTOS Dx LnERTAD, me suicido, zestoy menos muerto porque me haya quitado la vida libremente? «El gobierno popular es una tiranfa espasmédi- ca, la monarquia, un despotismo més eficazmente centralizado.» Constant vio en Rousseau al mas peligroso enemigo de la liber- tad individual porque éste habfa dicho que wal darme a todos, no me doy a ninguno». Constant no podia comprender por qué, aunque el soberano sea «todo el mundo», no debia oprimir a ninguno de los «miembros» de su yo invisible, si asi lo decidia. Por supuesto, yo puedo prefer ser privado ce mis libertades por tuna asamblea, por una familia, © por una clase social, en las que soy minorfa, Puede que ello me dé algiin dia la oportunidad de convencer a los demas para que hagan por m{ aquello a lo cual yo creo que tengo derecho. Pero estar privado de mi libertad en manos de mi familia, amigos 0 conciudadanos, es estar privado de ella de una manera igualmente efectiva. En todo caso Hobbes fue mds ingenuo: no pretendia que el soberano no esclavizase, justificé su esclavitud; pero por lo menos no tuvo la desfachacez, de llamarla libertad. ante todo el siglo x1x los pensadores liberales sostuvieron aque sila libertad implicaba un limite en los poderes de cualquier hombre para forzarme a hacer lo que no querfa 0 quisiera hacer, si yo era coaccionado, cualquiera que fuese el ideal en nombre del cual se hiciese, yo no era libre, y que la doctrina de la sobera- nnfa absoluta era tirénica en sf misma. Si quiero preservar mi li bertad, no es bastante decir que no debe ser violada a no ser que su violacién sea aucorizada por alguien: por el gobernante abso- luto, la asamblea popular, el rey en cl parlamento, los jucces, una combinacién de autoridades, o las leyes mismas —pues las leyes pueden ser opresivas—. Tengo que establecer una sociedad en la que tiene que haber unas fronteras de libertad que nadie esté a torizado a cruzar. Se pueden dar nombres 0 naturalezas a las nor- mas que determinen estas fronteras; pueden Hlamarse derechos naturales, la Palabra divina, la Ley nacural, las exigencias que lle- va consigo la utilidad, las que llevan consigo «los intereses per- manentes del hombres; puedo creer que son vilidas a priori, 0 afirmar que son mi propio fin dlkimo, o el fin de mi sociedad o 271 (CUATRO ENSAVOS SOBRE 1A LIBERTAD de mi cultura. Lo que estas normas o mandamientos tendrén en comtin es que son aceptados por canta gente y estin fundados tan profundamente en la naruraleza real de los hombres tal y como se han desarrollado a través de la historia que, por ahora, son parte cxencial de lo que entendemos por un ser humano nor- mal, La ereencia auténtica en la inviolabilidad de un minimo de libertad individual implica una postura absoluta de este tipo. Esti claro que la libertad tiene poco que esperar del gobierno de las mayorfas; Ia democracia como tal no estd, ldgicamente, com prometida con ella, ¢ histéricamente a veces ha dejado de prote- sgetla, permaneciendo fiel a Sus propios principios. Se ha observa- do que pocos gobiernos han encontrado mucha dificultad en hacer que sus sibditos quisieran lo que querfa ef gobierno. «El triunfo del despotismo es forzar a los esclavos a declararse libres.» Pucde que no sea necesaria la fuerza, puede que los esclavos pro- clamen su libertad sinceramente; pero por eso no son menos es- clavos ara los liberales el valor principal de los derechos de participar en el gobierno, es el de ser medios para proteger nisideraron que era un va Jor iltimo: la libertad individual «neg Pero si las democracias, sin dejar de serlo, pueden suprimir la libertad, al menos en el sentido en el que los iberales usaron esta palabra, zqué es lo que harfa verdaderamente libre a una socie- dad? Para Constant, Mill, Tocqueville y la tradicién Tiberal a la ‘que ellos pertenecen, una sociedad no es libre a no ser que esté gobernada por dos principios que guardan relacién entte st: pri- mero, que solamente los derechos, y no ef poder, pueden ser considerados como absolutos, de manera que todos los hombres, cualquiera que sea el poder que les gobierne, tienen el derecho absoluto de negarse a comportarse de una manera que no ¢s hu- mana y segundo, que hay fronteras, trazadas no artficialmente, dentro de las cuales los hombres deben ser inviolables, siendo de- finidas estas fronteras en funcidn de normas aceptadas por tantos hombres y por tanto tiempo que su observancia ha entrado a formar parte de la concepcién misma de lo que es un ser huma- no normal y, por tanto, de lo que es obrar de manera inhumana 272 ‘DOS CONCEFTOS DE LIBERTAD © insensata; normas de las que serfa absurdo decis, por ejemplo, que podrian ser derogadas por algyin procedimiento formal por parte de algin tribunal o de alguna entidad soberana, Cuando digo de un hombre que es normal, parte de [o que quiero decir és que no puede violar ficilmente estas normas sin una desagea~ dable sensacién de revulsién, Tales normas son las que se violan cuando a un hombre se le declara culpable sin juicio o se le casti- ga.con arteglo a una ley retroactiva; cuando se les ordena a los nifios denunciar a sus padres, a los amigos, traicionarse uno al otto, 0 a los soldados, utilizar métodos birbaros; cuando los hombres son torturados 0 asesinados, 0 cuando se hace una ma- tanza con las minorfas porque irritan a una mayorfa 0 aun tira- no. Tales actos, aunque sean legalizados por el soberano, causan horror incluso en estos dias, y esto proviene del reconocimiento de la validez moral —prescindiendo de las leyes— de unas barre- ras absolutas a la imposicién de la voluntad de un hombre 0 de o1ro, La libertad de una sociedad, de una clase social 0 de un grupo, en este sentido de la palabra libertad, se mide por Ta fuer- 7a que tengan estas barreras y-por el nrimero ¢ importancia de las posibilidades que oftezcan a sus miembros; si no a todos, por lo menos a un gran niimero de ellos”. Fsto es casi el polo opuesto de los propésitos que tienen los que ercen en la libertad en su sentido «positivos: el sentido que lleva la idea de autodireccién. Los primeros quieren disminuir la autoridad como «al, Los segundos quieren ponerla en sus propias manos. Est es una cuestin fundamental, No consttuyen. des) interpretaciones diferentes de un mismo concepto, sino dos acti-| tudes propiamente divergentes e irreconciliables respecto a Ia-fi- | nalidad de la vida. Hay que reconocer que € asl, aunque, @ ¥e~ Pero ase Incoduccdn, p. 10-11 (anterior ed) Sn Gran Bretaha, por supuesto este poder legal est investide consticucionalmen- seen eaobcrano absoluto, que es el Rey ene Parlamento. Lo que hace que este pals sea compaativatnenie Hye e, por canto, ol hecho de que esta entidad teéricamente Somnipotente este restringida, por la costambre o la epinign pibiea, para aceuar Como tals Est claro que lo gue imports noes la forma que adopeen eta resricio hes impuestas al poder —sean legals, morales 0 consttucionales—, sino la feet dad que rengan 273 ces, en la prictica sea necesario hacer un compromiso entre ellas. Pues cada una tiene pretensiones absolutas. Ambas pretensiones no pueden ser satisfechas por completo, Pero es una profunda falta de comprensién social y moral no reconocer que [a satisfac- cidn que cada una de ellas busca es un valor iltimo que, tanto histérica como moralmente, tiene igual derecho a ser clasificado entre los intereses mis profundos de la humanidad. VHT Lo uno y lo miileiple Una creencia, més que ninguna otra, es responsable del holo-

También podría gustarte