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CAPITULO IV
La lectura habla en un inicio del padre Antonio Tempis, quien lleg de Bohemia a la
Nueva Espaa en 1736, despus de descansar unos das fue enviado a la California,
destinado a la misin de Santiago, cuyos indios se acababan de rendir, y se mostraban
dispuestos a revivir padre, y formar pueblo. Luego sucedi que le dieron muerte a su
reverendo el padre Lorenzo Carranco, que fue lo que se vio en la lectura pasada. En 1746
padeci y muri el padre Tempis, y fue una muerte muy sentida pues fue un gran
misionero.
Un ao despus de la muerte del padre Tempis algunos indios de su misin de
Santiago, los peruces, le dieron muerte a un sirviente de esa misin. El sirviente se
llamaba N. Carrera. Otro caso parecido a este ocurri en la misin de Los Dolores, de los
guaycuras, en el ao de 1750. En esta misin mataron a Vicente, los indios que haban sido
los culpables, inventaron una historia para justificar su muerte, inventaron que se haba
ahogado, aunque el padre Lamberto (encargado de la misin de Los Dolores) hizo como
que les crey, sin embargo, se dedico a averiguar lo que haba ocurrido, y finalmente se les
dio castigo a los responsables.
Explica cmo es que los sacerdotes utilizaban todos los recursos que tenan a su
alrededor para poder mantener a los indgenas. Es decir, todos los recursos iban enfocados a
conseguir utensilios y alimento para los indios, aunque tambin para abastecer de
ornamentos necesarios para la iglesia.
No les pareca a los padres que podan emplear en otra cosa el dinero, sino en sus
misiones. Los jesuitas en tales misiones estables de indios se consideraban no como los
dueos, sino como puros administradores de tales productos.
Posteriormente nos habla la lectura sobre algo que me pareci muy interesante, es el
hecho de que no hubiera suficientes mujeres para que los hombres de las misiones se
casaran. Explica por ejemplo, que algunos indios de Loreto cruzaban el ro Yaqui para que
buscaran en otras misiones a ver si conseguan con quien casarse.
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La misin de Santiago era una de las que padeca gran falta de mujeres y, de la poca
gente que haba quedado, una gran parte era de mozos solteros sin esperanza de casarse. El
padre misionero de este establecimiento, hizo diligencias en las misiones de la provincia de
Sinaloa en orden a buscar mujeres para sus indios.
CAPITULO V