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IPABLO OLIVEROS MARMOLEJO EDUCADOR, PENSADOR Y HOMBRE DE CIENCIA POR: MIGUEL ALVAREZ DE LOS RIOS Los sereshumanos se dividen en dos bloques distintos, dice Larry Smithson en su original interpretacibn de la condicién y la conducta humanas: los que sélo piensan en si mismos y con tal criterio acttian y se desenvuelven en este mundo, convertido por ellos en nido de serpientes; y los que, desde luego, también piensan en simismos, pero, muy especialmente, en beneficio de los demés. Para Smithson, fil6sofo y socidlogo, profesor y conferenciante, los hombres no se dividen en blancos y negros, ricos y pobres, cultos ¢ ignorantes, esas son condiciones externas del sujeto, sino, esencialmente, en egofstas, es decir, mezquinos, es decir, innobles, y liberales © generosos. Los primeros constituyen la enorme, la abrumadora mayoria, Setrata de una cantidad heterogénea y no necesariamente compacta, a cuyos integrantes no los diferencia la posesi6n o la carencia de bienes, o la cultura y la incultura, o la raza, el color de la piel: pues en ella los hay inopes, despojados de lo minimo para sobreyivir; los hay medianamente acomodados, sin afugias econémicas insoportables; los hay corrientemente pobres, los que viven al dia y los hay, por supucsto, ricos, duefios de fortunas incalculables; los hay mentalmente cultivades y los hay, lamentablemente, zafios; los hay blancos, negros y amarillos. A todos los cuales, en apariencia tan opuestos y tan dificilménte asociables, Jos conecta, sin embargo, una fuerza oscura y potente:el sentimiento arraigado de seé ellos solos y para ellos solos. Egoistas y generosos, No existe ni existird otra variedad de hombres; seria raro, sino imposible, que uno u otro, especialmente el egoista, cambiara sibitamente de mentalidad al conjuro dé una emocién o.de un suefio alucinante, como acontece con Scrooger, el rico insensible del cuento de Dickens, trocado en ser magnénimo de la noche a la mafana, El arte literario aporta esta excepeién que confirma la regla lejos de desvirtuarla, porque el humano coraz6n, bureno o malo, egofsta o generoso, no cambiaré porqueside un momentoa otro. No es necesario decis, porque lo preanuneia lo anterior, que al segundo segmento en que se dividen los hombres, al mas pequefio y esclarecido, a aquella minorfa que acapara las mds altas calidades del corazén y del espiritu, pertenecié por derecho propio Pablo Oliveros Marmolejo. Nacié generoso, esto es, liberal, grande de alma; la generosidad es una condicién personal que no sc adquiere: viene de atras, por los caminos de la sangre. De nifio hizo lo que todos hacen: jugar, solo 0 con otros, con sus hermanos, con sus amigos; correr, saltar,aspirar évidamente los confusos aromas de la tierra, ya veces, avivado por las lluvias, el acre olor de los rfos cercanos; escuchar con interés y,a menudo, con perplejidad, las historias narradas por sus mayores, cuando las estrellas, empezaban a descender de sus lugares en el cielo y se ponfan a brillar con su luz de magnesio en las colinas tutelantes, Y,ademis, trabajar, trabajar un poco, mucho, con sus desnudas mianos,en las horas vacantes del estudio y hasta en las horas muertas del domingo, enlos predios rurales desu padre. Pensaba en sf mismo, y razonaba sin duda con esa bella arbitrariedad del juicio con que los nifios entienden la vida y procuran dilucidar los misterios del mundo, pensabaen si mismo y en lo que sabia suyo: sus padres, sus hermanos, su casa, su escuela; el paisaje de clamante verdura en medio del cual palpitaba su coraz6n, rumoreaban sus suefos:lo vefa ante sus ojos dilatarse, espejeante al mirarse en el rf0 Cauca, que lo duplicaba, Y, en las tardes exhaustas, olorosas a miel_y a hojas quemadas, contemplaria el largo, el lameante creptisculo que incendiaba las nubes, esdecir, las praderasdel cielo. Pensaba en sf mismo, como todos los nifios, pero con un hondo sentimiento de solidaridad hacia los demas. El nifio, dicen los sociélogos, no es nada quie no haya de ser el hombre, solidaridad ficilmente advertible en sus actitudes y sus gestos, en el tono que usaba para referirse a su familia y a sus amigos, segiin recuerda, emocionadamente, una de sus parientas cercanas, mayor que él en edad, en cuya fresca casa pernoct6 el précer alguna vez, que, bajo el apremio de la nostalgia, retorné al paisaje nativo. Fue aquella una visita fugaz, atropellada por los buenos y los malos recuerdos, durante la cual Oliveros se dioa desandar, a grandes trancos, sus primeros pasos porla vida. Y nacié inteligente, intuitivo, creativo. Sus condiscfpulos recuerdan cémoen elcurso de las exposiciones orales que los alumnos debian hacer periédicamente ante un maestro imaginativo que solfa desbordar la rigidez del prograima oficial, era ya discernible en el nifio “Oliveros, Pablo”, una singular percepcién de las cosas, una capacidad de comprensién, avanzada para sus afios; de la mesmedad de las ciencias abstrusas que su cerebro empezaba a afrontar. Muy pronto esa capacidad de entendimiento, de penetracién, naturalmente superficial, en los enigmas de la fisica, a geometria, la quimica, la botdnica, las ciencias naturales, lo irfa despojando dfa a dia de la ilusién maravillosa con la que antes sus ojos objetivizaban los seres, as cosas y los fenémenos simples de la naturaleza y empezaria a mostrérselos en: sus verdaderos contornos. La fantasfa, la ensofiacién, que eran como anteojos magicos de su sicologia infantil, la mirifica seudestesia propia de la edad con la que los nifios condensan en una gota de agua la vastedad del océano, en un espejo todo el misterio de los cuentos, como lo observa un celebrado escritor, tendrfan que ceder su lugar a los lineamtientos de una realidad concreta y menos poética del mundo. De igual manera, en algunos de sus balbucientes dibujos que alguien de su familia rescat6 del naufragio del tiempo para conservar en el cofre de sus tesoros afectivos, asomaba ya el sentido de la exactitud, de la reflexién, de la lucidez, de todo aquello que més adelante le daria caricter, dimensién a su talento, y que al reveldrsele tempranamente, en la mafiana de su existencia, lo inducirfa eludir, al comenzar sti etapa universitaria, la falsa orientacién grecolatina que atin predominaba en las universidades colombianas, y a preferir el camino técnico- cientifico, ya abierto amplio y luminoso en las universidades norteamericanas. En 1955, con su cartén de bachillerato cursado en Pereira y Manizales, se trasladé a los Estados Unidos ¢ ingres6 a la Universidad de San Ambrosio de lowa, en el centro geografico de la Unién, Cinco afios después, en 1960, culminé sus estudios profesionales con excelentes calificaciones y regres6 al pais armado con dos diplomas: el de ingeniero fisico y el de licenciado en radiologfa, manejo de aparatos medidores de radioactividad. Afos después, de 1967 a 1968, enviado por la Universidad Tecnolégica de Pereira (UTP), estudiaria en la Universidad de California en Berkeley, hasta obtener el Master en Educacién (Administraci6n de universidades). Como era previsible, en Norteamérica recibié una formacién rigurosa. Alli ha imperado, e impera, la ensefianza centrada en la iniciativa personal, que despiertan la imaginacién y el espiritu creativo del estudiante, no el arcaico método memoristico, que obliga al alumno a grabarse mentalmente las lecciones recibidas y horas o dias més adelante, al ser requerido por el profesor, a recitarlas en clase con todos sus puntos y comas, Este método que, hasta hace poco, atin perduraba entre nosotros, pugna abiertamente con la pedagogia moderna, y el mismo Oliveros Marmolejo, en reciente nota recordatoria de su vida estudiantil, lo critica con cierta hilaridad por anticuadoe inatil. El universitario Oliveros era consciente de sus humanas limitaciones. Tenia ya veinte afios. A esta edad, se dice, no se puede vivir sin fe, sin la esperanza siempre verdecida de llegar a ser alguien. Pero los objetivos que uno se trace deben ser razonables y la fe que a uno lo impulse no debe centrarse en la consecucién de cosas imposibles. Oliveros no, pens6 en ser demasiado grande, porque quid la vida no le alcanzaria para llegar tan alto, sino en ser ttil en la medida en que pudieraserlo y con los recursos intelectuales de que dispusiera. Pensaba que el deber de cada uno era poner su conciencia al servicio de los demiis. La vida se justificaba en funcién de servicio, pero de servicio desinteresado a quienes o han necesitado. 2Serfan estos razonamientos los que lo indujeron a tomar el camino de la ensefianza para llegaral ideal desu vida? Faltaban todavia varios afios para que Oliveros descifrara las claves de su porvenir. Mientras tanto estudiaba sin descanso y asimilaba todo lo queestudiaba. Su educacién fue integral; naturalmente hizo énfasis en las materias propias de su carrera, pero al profundizar en otras de cardeter humanistico, cuyo conocimiento abordé someramente en el bachillerato, su pensamiento adquiri6 consistencia, reciedumbre. Pensar no es arrumar ideas unas tras otras; no es tener pensamientos, como aclara Alain, sino tener un pensamiento. Oliveros lo adquirié en la universidad y lo conservé, firme, aunque sensible y sensitivo hasta su muerte: tun pensamiento sustentado en los mas altos principios de la filosofia occidental, bajo cuya inspiracién y de cuyos hontanares brota la cogitacién cientifica moderna que no esatea ni desconoce o execra la religién, sino que encuentra que su esencia esté en la aprehensién del sentido césmicd de Ja existencia, y descube en el orden universal entrelazados esquemas matemiticos, que confirman lo que antes dijeron otros, sin que se les creyese: que el'universo jamas ha sido un caos y si, por el contrario, una completa organizacién fisica, quimica y biol6gica, siempre regida racionalmente. La inclinacién de Oliveros Marmolejo hacia la fisica y las matematicas que él apreciaba en una unidad fundamental, su fascinacién por estas ciencias, viejas y complicadas, se hizo, mds evidente al entrar la universidad con Ja escogencia de su carrera y la dedicacién y el interés que puso en su seguimiento. La fisica, particularmenite, fue para él como caramida que lo mantuvo gravitando en su Srbita magnética, La estudié desde su origen pitag6rico, pasando por los postulados de la mecinica aristotélica, hasta las admirables teorias einstenianas, pero se detuvo, deslumbrado, ante la asombrosa genialidad de Galileo, que en el esplendor del Renacimiento, y desde lo alto de la torre de Pisa, arroja al vacio, junto con las dos esferas de masas diversas con cuya caida simulténea comprueba que la velocidad de tun cuerpo noes proporcional ala fuerza.ala que esti sometido, el dos veces milenario dogmatismo de Aristteles; da origen a una nueva concepcién cientifica del mundo y abre las puertas a la ciencia experimental de los tiempos modernos, y d= cuyo principio de la relatividad, al que adhirié Newton cien afios después con su concepto de “masa puntual”, parte la Teoria de la Relatividad formulada por Einstein en 1905, + Ennoviembre de 1955 el joven fisico norteamericano Willis Lamb recibié ¢l Premio Nébel por sus estudios sobre el tomo del hidrégeno, con los cuales probs quela Ticrra y el Sol han girado en la base de uno delos tres brazos de una formidable espiral de cien millones de estrellas que tiene la forma de una rueda (girdndula) de fucgos artificiales. Lamb se convirtié en una notoriedad; visit6, por invitaciée, varias universidades de la Unidn incluy6en su giraa la de San Ambrosio, Oliveros le oyé decir que el hidrégeno no emitia solamente ondas luminosas sino también radioeléctricas, y que, bajo ciertas condiciones de excitacién, esas radiaciones formaban mensajes que informaban con precisién sobre la composicién del espacio de donde provenian. Se habian podido captar esos mensajes gracias alos descomunales telescopios construidos sobre el principio del radar. El estudio de estos, mensajes emitidos por el hidrégeno demostr6 que la masa de materia queha rodeado nuestro sistema estelar presenta golfos y continentes que tienen forma. ¥ el estudio espectral dela propagacién de la luz emitida por las éstrellas permiti6, por otra parte, cestablecer una tabla de velocidades estelares en todos los puntos de la galaxia. EI Nobel Lamb dijo: “Las dimensiones de nuestro Universo son asomibrosas. En un vehiculo que se desplazara a la velocidad de la luz. (300.000 kilémetros por segundo) tardariamos cien mil afios en recorrerlo de un extremo a otro, 15.000 afios para atravesarlo en su centro y 1,000 afios para Megar, desde el lugar donde se encuentra el Sol, hasta uno de sus ‘bordes”. Oliveros escuché la exposicién del sabio, admirado y estupefacto, pero afios més tarde, ya‘ en ejercicio de sus tareas educativas, diria a sus alumnos de la Universidad Tecnolgica que las palabras del doctor Lambo alejaron de losestudios, astronémicos que él habria queridoemprender al unisono con los de fisica. “Me puse a pensar”, dijo, “que una persona como yo, proveniente de un pais Pobre, no podia darse el lujo de dedicarse a aquellos estudios tan apasionantes pero inaplicables en mi patria. Mi deber era.invertir mi tiempo en el conocimiento de matcrias que fueran titiles aqui en la Tierra y ahora”. Volvié a lode la Tierra, alo de sutiempo, alode sugeneracién. Oliveros fue una conciencia positiva; sabfa que habia que luchar contra la injusticiayla miseria, y queera deber dela gente nueva participar en esa lucha, pero no estaba muy seguro de que la solucién consistiera en cambiar ciertos usos, ciertas Costumbres,ciertas modas y en mantener una posicién pasiva y regresiva ante los hechos nuevos de lahistoria. “Noes posible que el mundo dé marcha atrés”, se dijo, “Estamos en. la €poca de la técnica y tendremos que adaptarnos al medio en que vivimos, medio Prodigiosamente diferente por su ritmo, por su sentido de la duracién, por sus géneros de vida, por sus maneras de pensar, de sentir y de reaccionar, del medio natural en el que, durante milenios, se ha establecido y evolucionado la civilizacién”. Oliveros supo, ademés, que el hombre estaba solicitado por valores espirituales, més que impulsado por sus instintos y que, filoséficamente,esa la véz un sujeto y una persona. Cuanta més cientifica sea la cultura, pensaba, més convenienté es que los técnicos se fortifiquen en el humanismo.

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