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TRAMAS SOCIALES Uitimos titulos publicados Directora de coleceién Irene Gojman 41, Mabel Munisty otros (comps) Adeleceniny resend 42 hia Duschatehy ‘Macias erent 43. Alejandro Ila (comp) Ele mirgees del ey 4, Daniel Maceira(comp.) ‘Aten Primi en Salad 45.Iavier Auyero y Debora Swistan Tiflenable 46. Daniel Migs (comp) Valence y conf en lr eels 47. Carmen. Victoria Garcia-Vinegras ida de vide 48.E. Saforcada yJ. Castelli Sarseta (comps) Eafe concep y Woes en plage conuitaria 49. Silvia Rivera (comp.) Exicay gesiin dela ieestigncinbordica 50. Alfredo J. M. Carballeda Les eye fragoneader 51. Bernard Jiménez-Dominguer (comp) Subj, porsipancttrsenion sneer 52. Mati Raquel Nikodem [Nitorde lovee 53. Miguel Angel Alvarez Gonvdlez Datos aks para cece does 55, Mariana Carbyjal EL cbortoen debate 56, Lilisna Mayer Hijo de a dermoracia Dévora Heres los Eros (comp) Demorsaca y derecos bumanos $9, E, Saforcada, M. de Lellis y 8. Mozobancyk Pricalogia ysl pice 60. Marie Kpele Sijetar por a eri = SUJETAR POR LA HERIDA Una etnografia sobre drogas, pobreza y salud MARIA EPELE PPAIDOS (65 ANIVERSARIO. Buenos Aires Barcelona * México Epele, Maria Sujetar por la herida : una etnografia sobre drogas, pobreza ly salud,- 1a ed.- Buenos Aires : Paidos, 2010. 296 p. ; 21x18 cm.- (Tramas sociales) ISBN 978-950-12-4560-8 1. Antropologia. 2. Sociologia. |. Titulo CDD 306 SSS Cubierta de Gustave Macri T° edici6n, 2010 Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente pohibids, sin In autoriacion sexerila de los tilares del copyright, bajo las sancionesextableidns en ls eyes, la Teproduccién parcial o total de cata obra por cualquier medio o procedimiento, in ‘hidas la eprogafay el tratamiento informatio © 2010, Maria Epele © 2010 de todas las ediciones en castellano, Editorial Paids SAICF Independencia 1682/1686, Buenos Aires ~ Argentina E-mail: difusion@exeapaidos,com.ar ‘www-paidosargentina.com.ar Queda hecho el depdsito que previene Ia Ley 11.723 Impreso en la Argentina ~ Printed in Argentina Impreso en MPS, Santiago del Estero 338, Gerli, Peia. de Buenos Aires, en abril de 2010 Tirada: 2.500 ejemplases ISBN 978-950-12-4560-8 k INDICE Agradecimientos.o.scnesiinnn seach Prélogo, Alejandro Isla 19 Introduccién ........ a. is il 2B Sobre Uovido... mojado 23 El trabajo de campo 26 Etnografia y escritura 29 Cartogratias sobre drogas, pobreza y salud Economias, politicas y drogas. La expropiacion del bienestar Economfas marginales. Plan del libro. ‘PRIMERA PARTE 1, (Des)arreglos y malestares.... 7 “Malos negocios” y cTisis os. 57 indo cuentas en las transacciones 6 Los intercambios y la mieroproduccién dle la desigualdad .. 66 Economfas morales y mereantilizacién 68 2. Transar ... 75 “Primero te a regalo, después te la verdlo”™ 8 Malestares y desigualdades: “el transar”, 82 llovido... mojado Habia llovido. Las rormentas de verano en el drea det Rio de a Plata se an convertido en los iltimos afios en algo serio. A los tradicionales 30s, relimpagos y viento, se le ha sumado, por el cambio climstico, una cortina subtropical de agua que sobrepasa Ia pesbiidad de rimiento. Sin embargo, ese dia de enero de 2002, el alerta meteo- co, 0 bien no fue dado, o bien nadie lo escuchd. Entre el efecto iné de presdentes y la declaracion progresiva del estado de emer- ‘econémies, social y sanitaria, ¢quién podria estar inceresado en ‘lima? Ménica, No solo en las tormentas fuertes de verano, sino en aquellasIlvias que pasan casi inadvertias, la casa de Ménica, eomo la oria de esa 2ona del barrio, se inunda. Ese dia nos sentamos afuera su humilde vivienda, porque fiinea de ladrillos que Ménica impro- para poder caminar por dentro de a cass cuando llueve, habia que do también debajo del agua. ‘una nube de vapor caliente, cargada de olorescortantes que emana~ del suelo de tierra, nos sentamos con Ménica en dos banquitos a Er eorcer el tempo toma mae client. La calmed deen = Cuerpo rmareados por balas de goma, nuevas nel preeakialmacén y repetidos relatos sobre qué habia pasado fbn os del barrio qua pois habia leva rant embed ‘os supermercados en las diltimas semanas de diciembre, se transforma- on progresivamente en quitud, hambre calmada con inate, eseasez de odio, miedo por I supervivencia, queas contra los politicos, recuerdos demasiado cargados y algunas ganas dle Fururo.Teniendo casi la misma Maria Kpele dad, con Mini converstbamos de sus fuertes deseos y complicaos Janes para poder hacer ls fiest de quince de su hija mayor, Cinti, Thienrras los chicos usuarios de drogas que se juntaban en a esquina de $uesa, donna la siesta, hacian la noche de dia, o algo as. Cuando et calor himed del ambiente se ecombiné con el aumento ripido de ta temperacura corporal, resultado de una pava entera de mate, entramos fas dos en un sopor que nos impuso un silencio prolongado. Como algo aque se dice desde otro lugar, Monica sin mirarme, me dijo: “Mrs si estamos mal. Ves esa bicileta que esti abt tirada. Es de Rieardo (su vecino), Esa bicileta fie de Cintia. A enf me la regal6 una senora, donde yo trabajaba antes, cuando Cinta tenia euatro 0 cinco aos. Yo sel segaléa otro y fue pasando. Hace vnos meses, Rafiel pagé 5 pesos por la bici.. para su nieta. Toda la vuele que dio, sin pinturay vieja, S pesos! Estamos mal, cada vez peor!!” (Nota de campo, 2002) Recordado y escrito sin mayor emusiasmo, este fragmento gued6 un poco escondido y otro canto olvidado entre cientos de notas de campo que detallan Gm los cunbios en el uso de droga han acompanado lag modifiicions a “Fuerce™ ta “Cantera yet" Mirador”, te de sexkOrex POP fare abesdos S421 Gran an Buenos Aires. Con una petspectiva tainizada por afios de investigacidn, ef comentario de ‘MGniea no era para nada superficial. Apuntaba a desenmascarar las modificaciones que habian experimentado los intercambios y con- secuentemente los vinculos, los laz0s sociales desde tiempo atris, en algin impreciso c irrecuperable momento del pasado reciente, Algo habia cambiado en el dar, el recibir, el pagar en dinero, el vender y el prestar, Algo habia definido nuevas fronteras, margenes y carac- reristicas de fos vinculos en las redes sociales locales. Algo también habia cambiado en los modos de encontrar bienestar y de sentir pla- cer, en los contornes, prictieas y distancias corporales, en los vin- cailos, estructuras y afectos en familia y en la pareja; his formas de suftir, el cuidar de si y de otros, en el enfermar y morir. Con y por estas modificaciones, los problemas tlamados “Sociales” se habjan transmutado, casi insperceptible y silenciosamente, en “problemas hhumanos”, Algo parecia estar nublando la mirada y trastocando los procesos por los que otros y hasta el si mismo eran reconocidos como seres hunian0s, como un otro semejante, como un sujto. es que venian transformando la vida cotidia- nia de estos barrios Se hicieron visibtés ~con sus rostros mas crucles~ ‘emaqaetmomento en que ln extrema escasez, expresién local del Intrudacci6a 25 iebre de la economia nacional, habia llegado a comprometer los igios de los mecanismos locales de reciprocidad tradicional, y Ia posibilidad misma de establecer y descansar en ~al_ menos 105 pocos— lazos sociales. © La precariedad de las condiciones de vida en estos barrios ya era ica aftos antes del inicio de la investigacién. Sin fa, la falta casi completa de trabajo, la desnutr bre, el malestar y en ocasiones la desesperacin, indicaban en In inminencia de alguna reaccién. Lejos de la ilusién ligada a tipo de viraje y cambio radical que el quiebre econémico y itico del fin ce 2001 tenia para algunos, la delgader, el decerio- 9, la extremada lejania de los ya vaciados servicios de salud, la falta smedicamentos, el perceptible y diario aumento de la mortalidad “infantil, y el suicidio entre algunos adultos, no tan mayores ¥ jove- ‘nes, el encierro, el aislamiento y la desesperanza, eran asuntos de ‘extrema urgencia a los que habia que “ponerle el cuerpo y la cabe "asin horario ni agenda. Aun a3i, con lo poco que habia, se iba " armando el dia a dia. Se aguantaba, se-charlaba en el comedor “comnitario, se veia el lado bueno del “plan” y de “salir la ciudad” "eon el carro a recolectar cartones, se resistin haciendo algunos y _ peqaefios planes, conversindo, mate mediante ya pesar del diluvio, ‘cornio Monica. En el medio de una crisis de tal magnirud, interrogar sobre el ‘consumo de drogas me hacia reflexionar ~inevitable y permanente ‘ente sobre la relevancia ce este problema, que en ese nexnento ‘anadie, o a casi nadie, parecia importar, salvo, por supuesto, a los ‘propios javenes y no ran jovenes, sus familiares y, en. general, a Jos Ahabitantes de estos barrios. Con su ayuda, colaboraci6n y hasta ~en ‘ocasiones~ con su mas abierto rechazo, fue posible ir transitando y "Participando en sus espacios, viviendas, ritmos, palabras, recuerdos ‘Yolvidos, dolores, fortalezas, debilidades, miedos y esperanzas En sintonia con aquel comentario de Ménica, las numerosas ‘observaciones, comentarios y entrevistas levadas a cabo.en el exten $0 periodo de trabajo de campo (2001-2005), fueron sefalando y espejando los intercambios, mis precisamente: le economia de les intercarabios que involucran direca 0 indirecsamente a las dragas coo “uno de los problemas mis importantes a analizar. De este modo, las ‘modificaciones de faza social vinculadas eon (a civeudacion y usos de drogas se fue convirtiendo progresivamente en wina lve defect bilo con= ductor, en el enmarsiado e incon psu coniunto disperso de frag- 6 Maria Epele mentos que hablaban sobre tas eambiantes relaciones entre di xen ssn de cox, Echos pasta base/paco (PB/paco), pobreza y salud e1 rea geogrd durante las iltimas décadas. eee El trabajo de campo ‘Luego de seleccionar el barrio en el que iba a trabajar, solo debia dar con alguien, algiin residente, petro nea ie sentido. No una persona, sino tres, en tres barrios, el mismo proce- $0. Solo algunos decidieron ayudarme en los inicias de la rea - cin. Con ellos pude llegar, entrar, eaminar y salir. Se aes abrieron su territoria, relacionesy algunas regiones de la intimidad, La investigacién fue levada'a cabo en tres barrios del Gran Buenos Aires que he denominado el “Fuerte”, la “Cantera” y el “Mirador”, desde mediados de 2001 hasta el 2005. Si bien la i tigacién consinéa en ta actualidad, los datos integrados en este tra- ‘bajShfusron |prticips Rasots/eptseedos (dirarte- ese ypeviodo. Mienzas queen los dos primers bao abajo decompose ssn por dot aos el tltimo solo se llevé a cabo durante seis A diferencia de las etnografias tradicionales s¢ cor pee ta te a ast oalauec bier ene razones. En primer lugar, la inclusién de mas de un bain posible deunenta los dierent tipos de sutras de drogas sus ‘modos de uso y sus variaciones en el tiempo. En segun- do lugs; did ala esas de datos primar enconexo se is de uso de drogas en nuestro pais, el trabajo en diferentes zonas zo posible reconocer el grado de extensién y corroborar ciertos Laat y tmayectorias generales relacionadas con el consumo de drogas Por iiltimo, ademas de modificar los lugares geograficos y i hombres de los participantes, la documentaci6n en mas de un barrio hizo posible lograr un reaseguro “extra”, respecto de las con- aud a PE el a cae itso ha Los barrios en los que fe llevado cabo el trabajo de campo a seleccionados pot tener una historia siblegaaata caine I dogaey por extensn, de afectados por la epidemia del VIH- la, Mas precisamente, forman parte de aquel mapa virtual de Introduccion Ld pesados” o “zones calientes” que, insriptos como “zosas grosas” en el imaginario popular quedan excluidos del cerritorio Plibre trinsto craves de wna serie de consignas: ‘no acercarse”; ventrar”, “salir antes dc las 5 de la tarde”, “no parar en los semné- os cercanos”, entre las principales. Estos barrios tienen diferen- ses acteriticas y emplazamientos. El primer caso, un conjunto de wm de viviendas estatales cominmente denominado, “mono ” El segundo caso, tna “villa de emergencia”, es deci, vivien~ de chapss y ladrillos que carecen de la disposicin de calles deh model emplazamiento urbano. El ercer caso, un banio pico de “ex case scabajadora del conurbano, es decir, con cilles de tierra parcilmnente respetan el emplazatniento urbano, y con ress de vemientos o villas que fueron itnprovisidas en el cursa d lox ta, yson producto de la expulsion territorial cle otras dress Ainigones de violencia, droga, delito y muerte se désencadenan 1 asoetaciones inmediotas por parte de los no residentes con la ‘Eimple enunciacién de los nombres de estos barries. Las propies Hentes, especificamente en los prinieros encuentro, hacen de Tess recuerslosy las experiencias en este tipo de eventos e! modo de “presenraciin deh barsio. y la explicitaci6n de los motivos por ls que “demandan al Estado o desean irse a otro tugar. TAL abordar el consumo de deogas en estos espacios sociles, es Snevitable. focalizar en estos problemas que frecuentementt Pro~ Mimeven diseriminacion ¥ estigma, Tal como otros estudios sabre tere tema han sefialado, esta es soko wna parte de la descripeién: esta Gendefera, este clima, se relaciona con algunos de los resientes, Snientras fa mayoria, trabajadora, intenta y lleva una vida bajo estas Goordenadas sociales. Ademés, las lentes particulares del método ttmogrifico, por sual poder de resolucion para la documentacich fie lee detalles, debido tanto a Ja mirada microscopica como la Jnelosion de periodos de tiempo prolongados, tende a concextuai- gar estas imagenes, experiencias y recuerdos en la compleja trama de la vida que incluye todas las variaciones y contrapuntos de cual- ‘quier cotidianeidad. La expresién “usuarios/as" de drogas incluye un amplio espestro de prictessy ritmos de consumo. En este trabajo, se inchuyen 4e0- tro de esa caregorizacién aquellos que cumplen con dos condicio- re | consume de sustancias psicoactivas y Ja auto-adscripeidn de Tos rnismos jévenes dentro de la categoria dle usuatiosias, Bara evi- wor ts complcjas definiciones del saber experto (uso reereacional, 2 Muri Epele abuso, adiccién), utilize Ia expresién “uso intensivo” para hablar de esas pricticas que tienen un ritmo de consumo que hace de las dro- gas un componente bisico de la vida cotidiana. Fstas eategortas son contestuales, es dlecir, si hablamos de cocaina, por ejemplo, el con- sumo intensivo implica generalmente la salida de gira, de tres o més y después “bajar”, dormir y recuperarse. Si hablamos de PB/paco, el consumo intensivo implica el uso diario, o casi diario, de esta sustancia. Entre decenas de entrevistas € innumerables conversaciones, pude entablar una relacién cereana con aproximadamente cos doce nas de personas que debido a la afinidad y a partir de la continuidad en el tiempo, me guiaron en el trabajo de campo. De fundamental importaneia para todo esto fueron algunas mujeres ¥ varones que tenian entre 30 y 40 afios, es decir, aproximadamente mi edad, durante el desarrollo de la investigacién. Eran pocos, ya que forma- ban parte de una generaci6n profundamente afectada por la epide- mia del VIH-sida y otros tips de padecimientos, encierros y muer- tes fruto de ta expansién de Jas economfas marginales en estos barrios. Sin ellos, seguramente no hubiera podiclo llevar a cabo la investigacién, ya que compartiamos algo mss que una edad relativa: algunas experiencias, referencias, recorridos, perspectivas, «leseos, frustraciones y hasta ciertos estilos de misica que eran comunes entre los que viviamos de un lado y otro de las fronteras de estos, barrios Ya desde una hipstesis mis arriesgada, lo compartido puede que refiera mis Ja experiencia de crecer y pararse en un periodo de la historia argentina (con dictaduras, erisis, perfodos de violencia poli tica y econémica, polarizaciém de la sociedad y alta incertidumbre), en el que fueron abriéndose brechas y feonteras materializadas en destinos sociales diferentes, que podrian haber so otros, mejores para todos. Estas brechas, sin embargo, adquirieron una solider progresiva como componente de las realidades sociales vividas,difi- ccultades y obsticulos no solo en el desarrollo del trabajo de campo sino también en el andlisis y escritura de los resultados. 1. El rabaja de campo fue llevado cabo en tres barrios alos que he dena sminado “el Fuerte", "la Cantera” y el "Mirador" Si bien el trabajo de campo contimia la acralidad, Ia mayor de la informacién incluids en este libro es ‘quella que he documennado entre los afios 2001-2005, Adenuis de esr marea- ‘des socialmente como “pesilas”, exos barrios tienen prolongadas historias de uso y venta de drogas, y han sido profurcatnente afectados por la epidemia del ViHEsida, Durante ef desarrollo. le la investgicié, las poblaciones vivian Inteudnecin 2 y escritura westigar el uso de doogas ha definido nuevos desafios para las jas sociales y la antropologia. Expresiones de salud pablica 10 “poblaciones ocultas” o “poblaciones dificiles de aleanzar” bere, 1990) sintetizan las particularidades y desafios metodol6- ‘que se imponen en los estudios sobre el consumo de droga ajar con poblaciones de usuarios/as de droges impone Ia inclu- ‘ya resolucin de las distancias y obsticulos: el estigma, a dis- jnaciGn, la ileyalidad, las sanciones sociales y' los estados subje- deta ina de pert inchs nye. De acoerdo en la com its personal de gees nee oprorcin excinada de pobl- Scovtinicimerts steeds dette brio qc ex despa (le eon forma dere aise 2001-03 cr del den dt 70 yc ands plement el pln js yes de hot Dee aes at, a de Tor alates jovenes subi eobrevi 4 res de sedades trabajo y “chang” dela econo nora qu, habia rest scoters ch lo tion ao "Las encrevstas, historias de vida ycronicas del barrio fueron levadas a cabo Tera ch aural friars, vn, ers les abgdons ye petenls dns resdrrsen goers, qt ron inlr- Tetris ojos dee nvexieton ysxptvon prop I WD irtyrs tcc feron riba y nua vn fron regia en cra ee escriage vs nage ea ex abso Sn ler Wasa cabo 4D (24.0 varones y 16s mujeres. Las eas oscilan entre los 18105 Seaton Con Greate 13 log’ lc sotna drat to el pet (de le aujo de enp, Tin yon entre Ux ura © Grogs, 20 familiares, Tires locales, 7 méicos,#pricélogos. La observaci6a- © arcane elev ate arene ety nents ia coi Rest lcs cosine conte de so gn de semn y de cosa Die Sasi etanacones tari sn les pints. Ur doo pate ova itorboci ue ein oh woos de mp i loa ada fro lentes alerts y rans al nics conjastoJecrngoras histone dl brio a “bios en las pricticas de consumo de drogas; sali en bos Boy erin ¥ pica ntsoton eagrcoras dconsuo te droga, wodeacoges onl De eee ay ee ebrcon de revs Grae, Fogle iegta) cnerttem det ttre, careers J ees D Joties riStones de genew y parses, conseciencas de a eriinaiacn, gas dss soteeia" cowcts de cninalizactn ye eepein pola Pusan mdcinicnes, enkeeiss pone de moor, seca Fe Pate ery al occ Ue enn fe ona Bo eee propa 30 Maria Epele tivos asociados al consumo de sustancias psicoactivas, Diversos and lisis han senalado a la emografia como un método que tiene «| porencial de resolver al menos algunos de estos obsticulos y dficul- tades. La observacién participante hace posible confrontar y neutra- lizar los sesgos que implica el desarrollo de entrevistas en estas, poblaciones y contextualizar en légicas locales las caracteristicas y consecuencias de determinadas prictices de consumo de drogas (Agar, 1997; Bourgois, 1998). El desarrollo de los estudios antropolégicos que abordan desde tuna perspectiva critica el uso de drogas y/o de poblaciones margi- nalizadas del primer y tercer mundo en que este consumo se con- vierte en un problema, fue simultineo a la revisi6n teérica y meto- dolégica de la etnografia como método. El cuestionamiento de la autoridad etnogrifica, de la representacién, los experimentos con nuevas formas de esericura, de la factibilidad del conocimiento de los otros (Marens, 1998) en el ambito académico se oponia a la situaci6n de emergencia social, politica y sanitaria (especificamente debido a la epidemia del VIH-sida) que demandaba aportes~enten- dimiento e intervenciones- desde la antropologia (Singer, 1993). A. ‘su ver, la inmersiGn de antropélogos en territorios cercados por la silenciosa aunque corrosiva violencia cotidiana, o donde los enfren- tamientos, conflictos armados y guerras tienen lugar, generaron, « su ver, muevas revisiones epistemolégicas, te6ricas e ideologicas. Rescatando el yalor del trabajo de campo, estos estudios han incor porado estas tensiones y debates como parte de sus agendas de investigacién (Feldman, 1995; Robbes y Nordstrom, 1995). Las tensiones entre demandlas contradietorias de revisién epistemol6gi- ca y te6rica del quehacer etnogesfico, las condiciones de emergen- cia y urgencia de determinados problemas de salud, y las cada vez, més complejas realidades sociales, dieron forma, como una suerte de solucién de compromiso, a nuevas etnografias. El descentramiento respecto de las propias categorias y siste- mas de referencias (condicién para el trabajo etnogréfico, para poder ver, sentir y apreciar lo extraordinario en el detalle, en lo ondinario de la vida de otros), en estas etnografias, es doble. En contextos de violencia cotidiana, de crisis econémicas y politicas, y/o en contfictos abiertos, no solo el etndgrafo sino ios mismos sujetos experimentan un extrafiamiento en relacién con las propias condiciones de vida. Al resquebrajarse los sistemas de referencia individuales y comunitarios (las estrategias de subsistencia, los Introduecién a es0s de reconocimiento de si-otro, las experiencias y Formas ypadecer y morir, los cédigos morales y las estrategias simbéli- ide domesticar la incertidumbre y el sufrimiento), se conmue- los sentidos de lo ordinario-extraordinario, emengencia-nor- idad, hasta puede llegar a comprometer y disolver Ia vida coti- sna en si misma (Nordstrom, 195). Bajo estas condiciones =que or extremas no dejan de ser rutinarias~, se inauguran crisis de eticidad, de los eriterios de verdad y de las formas de represen fn, que modifican el posicionamiento tradicional del etndgra- {ylos criterios canénicos y normativos de la observacién parti- ce (Feldman, 1995). Ta explosién, exploracién y experimentaci6n de nuevas formas y los de escritura ya no responde al solipsismo académico que la caida de la ilusion y de la ficcién de la autoridad y la com- 1d empirista. Las exigencias de nuevas formas narrativas y de ftura en estas etmografias de zonas de conflicto, crisis, slencia(s) y/o marginacién, dan respuesta simbolica, tanto en pala- iS como en estructuras, » condiciones de vida que subvierten las iraciones tradicionales de sistematicidad, no. contradiccién y ites formas de escritura que exceden las normativas tradicio- nales, Entre estos intentos podemos mencionar: las etnografias “sufi- " Gientemente buenas” (Scheper-Hughes, 1992); de ensamblaje entre “fo global y Io local (Marcus, 1998); las escrituras cubistas que estin iradas por miiltiples experiencias y perspectivas (Auyera, 2007), de zonas de muerte donde ficcidn y realidad se interpenetran _ ¥desdibujan entre si (Taussig, 1987). Fis etnografia sobre los vinculos entre pobreza, cocaina y salud, a "la tuz de las transformaciones econdmicas y politicas de los noventa, ~ (Golapso y postcolapso) fue llevada a cabo ~en su mayor parte~duran- Ia crisis econdmica y politica més profunda de la historia reciente “de la Argentina, en las poblaciones en que la pobreza, la marginacién ‘la vida cotidiana venian adoptando nuevos rostros y experiencias de Vullnerabilidad desde décadas atris. Por esta razén, la perspectiva t sobre In etnografia que ha fundamentado esta investigacion es aque- ‘que busca reconocer en los vinculos, la dindmicas, los cuerpos, las "expresiones, los modos de sentir, vivir y de morir, los modos en que Ios procesos macrosociales, politicos, econdmicos, se hacen presences nos sectores populares (Bourgois, 2003). s 22 Maria Epele En estas particulares condiciones histéricas, politicas y econé- ‘micas, la normalidad, lo tradicional y lo cotidiano en estos bartios y para los propios actores, ya se habian escurrido a un tiempo ind terminado atrés, y a otro ~e impreciso- lugar, siempre mis alejado, siempre otro (Puex, 2003), Casi imperceptiblemente, se fueron pro- duciendo nuevas normalidades y cotidianeidades, marcadas_ por fragmentaciones y dispersiones sujetas a otras y diversas logicas, generilmente contradictorias y conflictivas entre si: Considerando Jos modos particulares en que toman forma las experiencias y narra- tivas de los propios actores sociales y las experiencias y documenta- cidn en el trabajo de campo, Ia exposicién de los resultados en este libro tiene como guia implicita, da eseritura fragmentada. Esta tradici6n latinoamericana y argentina surge en la década de los sesenta, en relacidn con las transformaciones de estas sociedades relacionadas ‘con los procesos de aceleracién de la historia como por la atomizacién de los discursos y mensajes para reconfigurar simbdlicamente los dilemas gnoseoligicos y éticos de un sistema macional social y cultural segmentado” (Epple, 2000). La fragmen- taci6n, especificamente de la novela, hace de la yustaposicion de segmentos autGnomos una estrategia narrativa. Fragmentos autosu- ficientes y con la abierta posibilidad de contradecirse entre si. ‘Trazado de logicas no normativas, con mezcla de lenguajes y expre- siones, que cuestionan la nocién de toralidad de la vida coridiana, la ad del tiempo y la estructura homogénea y real del espacio Iiisqueda de referencias literarias en la escritura fragmen- tada no se corresponde con la agenda de esx antropologia, «lenomi- nada posmoderna, que busca establecer fazos eruditos y clitistas para lograr nuevos modos de representacién y escritura antropolé- gica. Al contrario, busca encontrar ciertos lineamientos para la 2.La fragmentacién como estrategia que rompe la narrativa puede enten-

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