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46 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS § 4, La ley. Ley ensentido material y en sentido formal. Caracteres. Im- portancia. Clasificacién. Orden jerarquico de leyes en derecho ar- gentino; el principio de supremacia de la Constitucién. Legislacién argentina: leyes nacionales y provinciales. Los tratados y la Cons- titucién de 1994. Cédigos de fondo y de forma. 46. NOCION DELA LEY.— La ley, dice Renard, es la regla emanada de la voluntad autoritaria de los gobernantes 5. Planiol enuncia una férmula, en la que se resalta menos el cardcter au- toritario de la ley. Dice que “es la regla social obligatoria establecida de modo permanente por la autoridad publica y sancionada por la fuerza” 56. Es, puede decirse, una tentativa de aprisionar el porvenir sujetandolo auna reglamentacién. 47. CARACTERES.— La ley presenta los siguientes caracteres: 1°) Socialidad. Se dicta para el hombre en cuanto miembro de la sociedad, y se dirige a gobernar las relaciones interindividuales; 2°) Obligatoriedad. Esto supone una voluntad superior que manda y una vo- luntad inferior que obedece. También supone la libertad del hombre por oposicién a la necesidad del mundo de la naturaleza fisica. Tampoco ha de confundirse con Ia idea de utilidad, pues quien obra para lograr un cierto resultado sigue una regla técnica, lo que es dable llamar un método o via para alcanzar el objetivo propuesto, sin que tal sujecién tenga nada que ver con el comportamiento que impera la ley bajo la coereién de la autoridad publica; 3°) Origen pablico. La ley emana de la autoridad publica y por ello actiia en la linea de la soberanta politica diferencidndose de las reglas impuestas por poderes privados, tales como la patria potestad o los poderes convencionales. 4°) Coactividad. Esta caracteristica propia de todo derecho positive luce emi- nentemente en la ley que es su medio de expresién tipico y privilegiado, en tanto que aparece velada en las otras fuentes del derecho. Las sanciones de la ley son re- sarcitorias y represivas: las primeras procuran un restablecimiento de la situacion precedente ala infraccién, v. gr.,el resarcimiento de dafios y perjuicios; las segun- das se inspiran en el castigo corrector del infractor 57. 58 Renard, G., Introduccién filosdfica al estudio det derecho... El derecho, (a justicia y la voluntad, ed. BS. AS.. p. 25. 56 Planiol, M., con la colaboracién de G, Ripert, Traité élémentaire de Droit Civil, \0eme. ed., Paris, 1925, t.1, n? 144, p. 67. 57 Sobre clasificacién de las sanciones civiles, véase infra mims. 1868-72. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL. 47 5°) Normatividad. Abarca un numero indeterminado de hechos y rige a quienquiera quede comprendido en el émbito de su aplicaci6n lo que distingue ala ley de otras expresiones del poder puiblico, tales como los actos administrativos. Noes indispensable que la ley sea perpetua, pues su vigencia temporaria puede ha- ber sido establecida desde su origen, v. gr., algunos impuestos. Tampoco es impres- cindible que rija a todos los habitantes, pero sf que su aplicabilidad a los sujetos con- templados sea indefinida, es decir, que tenga un carécter general y abstracto de manera de no quedar agotada su vigencia con la aplicacién a un caso determinado. 48, LEY EN SENTIDO MATERIAL Y EN SENTIDO FORMAL.— Para evitar equivocos debemos decir que en los desarrollos precedentes hemos aludido ala ley en sentido material, que es la que constituye fuente del derecho, no teniendo esta naturaleza las leyes en sentido formal, que pese a su denomi- nacién pueden no ser verdaderas leyes de acuerdo a su estructura. a) Ley ensentido material es la norma escrita sancionada por la autoridad ptiblica competente. Responden aeste concepto: la Constitucién Nacional y las constituciones provinciales; las leyes dictadas por el Congreso Nacional y por las legislaturas provinciales, si estatuyen normas generales; los decretos regla- mentarios del P.E.; las ordenanzas municipales de cardcter general, los edictos de policia, los reglamentos de la Corte Suprema y acordadas de las Cmaras de Apelaciones, cuando establecen normas de cardcter general. b) Ley en sentido formal es el acto emanado del Poder Legislativo que en el orden nacional se elabora a través de lo dispuesto en los arts. 77 a 84 de ia Constitucién reformada en 1994, bajo el titulo “De la formacién y san- cidén de las leyes”. En el orden provincial las leyes, en sentido formal, son dictadas por las legislaturas de cada provincia. Las leyes, en sentido formal, reciben un ntimero que las identifica. Se- guin su contenido serAn al propio tiempo, 0 no, leyes en sentido material. Re- visten el doble cardcter las expresiones del Poder legislativo, nacional o pro- Vincial, que sientan normas generales. Por el contrario, si esas expresiones se refieren a asuntos concretos de gobierno, como el presupuesto de la ad- ministracién ptiblica, o la ereccién de un monument, 0 el otorgamiento de una pensi6n, s6lo serdn leyes en sentido formal, pero no en sentido material porque no estatuyen norma juridica alguna. 49. IMPORTANCIA.— En nuestro tiempo la ley constituye la fuente de dere- cho més importante. En los ordenamientos juridicos primitivos la ley cedfa en importancia a la costumbre, Pero cuando las relaciones sociales adquirieron mayor complejidad cada vez més quedaron sujetas al dictado de leyes que imponfa la autoridad publi- 48 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS ca. Ese proceso lleg6 a culminar durante el siglo pasado, en que lleg6 a pensarse, con la escuela de la Exégesis, que la ley agotaba el derecho, o sea, que la ley erala nica fuente o medio de expresidn del derecho. Como hemos ya refutado esta erré- nea concepcién remitimos a lo dicho oportunamente 58, Para una buena parte del pensamiento juridico contemporéneo la ley es la Principal y més importante de las fuentes de derecho, pero no excluye la existencia de otras fuentes con virtualidad bastante para provocar en ciertas situaciones ex- cepcionales hasta la caducidad de la misma ley. Es lo que ocurre con la costumbre “contra legem” y con la equidad 59. Finalmente, la escuela del derecho libre reduce exageradamente la importan- cia de la ley y traslada el elemento principal de soluci6n de las controversias entre particulares, de la ley a la prudencia del juez. Este ha de computar ala ley como una guia de su decisién sin quedar estrictamente sujeto a lo que aquélla dispone 50. CLASIFICACION.— Las leyes, en sentido material, pueden clasifi- carse desde diversos puntos de vista: a) segiin la indole de la sancién que contienen, b) segiin el sentido de su disposici6n, y c) segiin el alcance de su imperatividad. Nos referiremos separadamente a esas clasificaciones. 51.1) CLASIFICACION SEGUN LA SANCION.— Una antigua clasificacién roma- na tomaba en cuenta el tipo de sancién que la ley imponfa de acuerdo a un texto de Modestino, segtin el cual “legis virtus est imperare, vetare, permittere, punire” *!, para efectuar la siguiente discriminacién: 4a) Leyes “imperfectas” o carentes de sanciGn expresa, que no serfan verdade- ras normas de derecho positivo, por esa ausencia de sancién, sino mas bien exhor- taciones legislativas tendientes a encausar en un cierto sentido la conducta de los hombres ©; b) Leyes “perfectas” son aquellas cuya sancién estriba en la nulidad de lo obrado en infraccién de lo que ellas ordenan o prohiben, v. gr., la venta de una cosa fuera del comercio (conf. arts. 953, 1327, 2335 y 18, Céd. Civ.); c) Leyes “menos que perfectas” son aquellas cuya infraccién no es sanciona- da con la nulidad de lo obrado sino con otra consecuencia. Tal la que sanciona el dolo incidental con el resarcimiento de los dafios y perjuicios sufridos por la vic- tima del engafio, sin afectar la validez del acto celebrado (art. 934, Céd. Civ.); 58 Véase supra, mins. 3-6. 59 Véase infra: sobre el valor de la costumbre “contra legem”, n° 70, c); sobre la -equidad, ndims, 84-85. © Véase sobre escuela libre del derecho, infra n? 111 61 Digesto, I, 3, parr. 7. © Bunge, C. O., El Derecho, 4" ed.,t. ll, n°93, p. 192; Arauz.Castex, M., Derecho Civil, Par- te General, t. 1, n° 38, p. 30; Borda, G. A., Tratado de Derecko Civil, Parte General, t. 1, n° 43. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL 49 d) Leyes “mds que perfectas” son aquellas cuya violacién no sélo determina la nulidad del acto celebrado en contravencién, sino que dan lugar a la aplicacién de otras sanciones adicionales, v. gr., el acto celebrado mediante intimidacién es invalido —sancién de nulidad— y ademas compromete la responsabilidad del au- torde la violencia por los dafios y perjuicios que sufra el intimidado (arts. 910,922, 941, 942, 1045, cldusula 4*, 1066 y 1067, C6d. Civ.). 52. Il) CLASIFICACION SEGUN EL SENTIDO DELA DISPOSICION LEGAL. de este punto de vista se distinguen las leyes “‘prohibitivas” de las “disposit Des- /as”. a) Las leyes “prohibitivas” son las que prescriben un comportamiento nega- tivo, 0 en otros términos las que vedan la realizacién de algo que se podria efectuar si no mediase la prohibicién legal. Esta clase de leyes pueden o no haber previsto determinada sancidn para el caso de contravenci6n. Si la ley hubiera contemplado cierta sancién la infracci6n dard lugar a la aplicaci6n de dicha sanci6n. Si en cambio nada se hubiese previsto, entonces corresponderd hacer funcionar la sancidn de nulidad, de acuerdo a lo pres- cripto por el art. 18 del Cédigo Civil, que dice asf: “Los actos prohibidos por las leyes son de ningtin valor si la ley no designa otro efecto para el caso de contra- vencion”. Se ha observado que el precepto transcripto constituye “un fragmento de nor- ma con el que se completa toda disposicién prohibitiva, formando asf una norma integra. Se ahorra asf la tediosa repetici6n de la frase «bajo sancién de nulidad» que Jos textos de Jas leyes suelen afiadir a continuacién de las prohibiciones que esta- blecen” ®, b) Las leyes “dispositivas” son las que prescriben un comportamiento posi- tivo, 0 sea que imponen que se haga algo determinado. Tales leyes quedan al mar- gen de lo dispuesto en el recordado art. 18 del Cédigo Civil, y en principio la san- cién de nulidad no serd apropiada para el supuesto de contravencién. Con todo, si se trata de la omisi6n de requisitos impuestos por la ley para la celebracién de cier- tos actos juridicos, esa infraccién podra dar lugar a la nulidad del acto obrado con esa falla, si es que la sancién de invalidez esta prevista, v. gr., la omisi6n de las fit- mas de las partes en las escrituras puiblicas (art. 1004, Céd. Civ.); o si tal sancién puede ser inducida del ordenamiento juridico ™. Esto tiltimo, segtin nos parece, es lo que ocurre cuando se han omitido equisios de forma que es dable estimar como esenciales para la validez del acto © 6 Arauz Castex, M., op. cit. n° 42, p. 31 © Sobre nulidades expresas y virtuales, véase t. Il, ntims. 1880-83 de esta obra. ®5 Comp. sentencia de la Cémara Civil, Sala “A”, votos de los doctores Abelleyra y Borda, publicada en “J.A.”, 1959-IIf, p. 490, fallo n° 798, y en."La Ley”, t.94,fallo 43.269, donde se de- Cidi6 que no acarreaba la nutidad de 1a compraventa de inmuebles por mensualidades la omisién de inscripcién del instrumento respectivo en el Registro de la Propiedad, como lo requiere el art. 4° de la ley n° 14.005 como forma esencial para su validez (art, 1° de dicha ley). El autor vots en 50 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS. 53. IID) CLASIFICACION SEGUNEL ALCANCE DE LA IMPERATIVIDAD LEGAL. Sin duda la ley como expresién tipica del derecho positivo, se caracteriza por la coactividad inherente a éste. Pero esa coactividad puede ser mas 0 menos rigurosa, pues la propia ley ha podido prever que su régimen sea dejado de lado en ciertos ca- sos por la determinacién de los particulares a quienes se autoriza para reglar de otra manera sus derechos, Obsérvese, con todo, que cuando esto ocurte la ley no pierde coactividad, pues tal reglamentacién de derechos por obra de los particulares se apoya en la permisi6n de Ia ley que esto autoriza, de manera que si esa ordenacién resulta juridica es porque la misma ley asf lo ha dispuesto. En otros términos, cl im- perio de la ley se presenta en esas situaciones bajo una modalidad alternativa: si los particulares nada han dicho quedan sujetos al régimen concretamente previsto por laley; si, en cambio, han usado de su derecho para regir sus propias relaciones de otra manera, quedan sujetos a esta ordenacién, en cuanto ella es querida también por la ley que la ha autorizado. Atendiendo a esta gradacién en la imperatividad de la ley, segdn que su ré- gimen pueda o no ser dejado de lado por los particulares, se clasifican las leyes en “imperativas” y “supletorias”: 4) Las leyes imperativas son aquellas que prevalecen sobre cualquier acuer- do diverso de los particulares sometidos a ellas. Su contenido se aprecia que es de “orden piblico” ® y consiguientemente el comportamiento previsto se impone in- contrastablemente, no obstante el deseo de alguien de quedar sujeto a una regula- cién diferente. Asi no se decretaré el divorcio sino por las causales admitidas por la ley, aun cuando los esposos concordaran en separarse legalmente por otros mo- tivos, v. gr., incompatibilidad de caracteres, porque lo relativo al matrimonio es asunto que interesa al bien comtin de la sociedad, no admitiéndose que el interés particular pueda alterar el régimen matrimonial, que es siempre de carécter riguro- samente imperativo, 6) Las leyes supletorias, también llamadas interpretativas, son las que las Partes pueden modificar sustituyendo su régimen por el convencional que hubie- sen acordado. Consiguientemente s6lo rigen en caso de ausencia de voluntad de los particulares, como ocurre respecto a los contratos, materia que en obsequio a la li- bertad de los individuos ha sido dejada en primer término a su propia determina cin. Pero puede ocurrir que los particulares no usen de la facultad que tienen para regir sus derechos conforme a la autonomfa de su voluntad y para esa hipstesis el legislador ha previsto un régimen supletorio que se inspira en lo que de acuerdo a Ja recta raz6n y a la prictica de los negocios habrian verosimilmente acordado los contratantes en caso de decidirse a usar las facultades de que disponfan para ello. ese caso en disidencia, entendiendo con el juez de |? instancia doctor Marcelo Padilla, que tratin- dose de requisitos impuestos por la ley “como forma esencial para la validez del acto”, suomisién hacfa al acto nulo por no tener fa “forma exclusivamente ordenada por Ia ley” (art. 1044, cléusula 3°, Céd. Civ.) % Sobre el concepto de orden piiblico, véase infra niims. 186-195. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL. 51 Por esto tales leyes supletorias se llaman también interpretativas, en cuanto el le- gislador ha pretendido con ellas realizar la interpretacién de la voluntad inexpresa- da de las partes. Las leyes imperativas reinan en el sector autoritario del derecho: capacidad de las personas, familia, derechos reales, etc. Las leyes supletorias son numerosas en materia de obligaciones y contratos, que ha sido primordialmente confiada al li- bre juego de la iniciativa particular. Elcaracter imperativo o supletorio de la ley depende de la determinacién del pro- pio legislador. Cuando éste nada ha declarado, el intérprete debe decidir el punto aten- diendo a la finalidad de la norma. Si se ha establecido para satisfaccién del bien comin o del interés publico, la ley es imperativa, pero si se ha instituido en mira de un in- terés particular se ha de concluir, en principio, que la ley es meramente interpreta- tiva y que puede ser dejada de lado por aquellos cuyo interés ella resguarda °?. 54. ORDEN JERARQUICO DE LEYES EN DERECHO ARGENTINO: EL PRIN- CIPIO DE SUPREMACIA DE LA CONSTITUCION. LEYES NACIONALES Y PRO- VINCIALES.— En nuestro pais, por raz6n del sistema federal adoptado por la constitucién politica, conviven dos ordenamientos juridicos yuxtapues- tos, el nacional originado en el Gobierno de la Nacién y el provincial que proviene de la potestad legislativa de cada provincia. Para evitar las friccio- nes y los antagonismos de esos dos érdenes la Constitucién Nacional ha deslindado las competencias propias de uno y otro poder publico, el nacio- naly el local. En la cima de la jerarquia de las leyes estan las Constituciones que emanan de los poderes constituyentes de cada Estado, el Estado nacio- nal y los Estados provinciales. La Constitucién es la ley fundamental del Es- tado que organiza la forma de gobierno y las atribuciones y deberes de los gobernantes asf como también las consiguientes garantfas de los derechos de los gobernados. Todas las otras leyes deben ajustarse a la Constitucién, y las constituciones provinciales a la nacional (art. 5°, Const. Nac.). Los de- cretos reglamentarios son las normas que dictan el Presidente de la Naci6n, en el orden nacional, y los gobernadores, en el orden provincial, para faci- litar y precisar el cumplimiento de las leyes, por lo que quedan condicionados por éstas, no debiendo “alterar su espiritu con excepciones reglamentarias” (art. 99, inc. 2°, Const. Nac., reformada en 1994). Esta facultad reglamentaria también la tiene el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autonoma de Buenos Ai- res (art. 102, Const. de la Ciudad Auténoma de Bs. As.). Las ordenanzas municipales y los edictos de policia son las normas que dictan los municipios y jefes de policfa para hacer efectivas las funcio- nes que les competen. 7 Borda, G., Tratado de Derecho Civil, Parte General, t. 1, n° 44. 52 JORGE JOAQUIN LLAMB{AS Esta jerarquia de las leyes indica cudles son los motivos que pueden in- validarlas, a saber: la inconstitucionalidad 0 contradiccién con la respectiva Constituci6n; la ilegalidad de los decretos reglamentarios, ordenanzas mu- nicipales y edictos de policfa; en fin, la iniquidad cuando el sentido de la norma pueda representar no el afianzamiento de Ia justicia, propésito fun- damental que preside la crganizacién institucional (Preémbulo de 1a Cons- tituci6n, 2° objetivo), sino el afianzamiento de la iniquidad 6. 54 bis. Los TRATADOS Y LA CONSTITUCION DE 1994.— Hasta la refor- ma de 1994, la supremacfa de nuestra Constitucién Nacional aparecia in- cuestionable, no sélo frente a la legislacién nacional y provincial, sino tam- bién respecto de los tratados, por aplicacién de los arts. 27 y 31, atin vigentes. La nueva Constitucién de 1994, recogiendo. cierta jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia (caso “Ekmekdjian”, E.D., 148-338), ha recono- cido a los tratados, como regla general, jerarquia superior a las leyes; y je- Tarquia constitucional a los tratados y convenciones sobre derechos huma- hos que expresamente enumera. Los no mencionados precisarin ser aprobados por las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cémara para gozar de dicha jerarquia. Ello resulta de lo dispuesto en el art. 75, inc. 22 de la nueva Constitu- cién: “Corresponde al Congreso:... 22.— Aprobar o desechar tratados concluidos con las demds naciones y con las organizaciones internaciona- les y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos tienen jerarquia superior a las leyes. "La declaracién Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaracién Universal de Derechos Humanos; la Convencién America- na sobre Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Econé- micos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Politicos y su Protocolo Facultativo; la Convencién sobre la Prevencién y la Sancién del Delito de Genocidio; la Convencion Internacional sobre la Eliminacién de todas las Formas de Discriminaci6n Racial; la Convencion sobre la Eliminacién de todas las Formas de Discriminacién contra la Mu- Jer; la Convencién contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhu- manos 0 Degradantes; la Convencién sobre los Derechos del Niiio; en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquia constitucional, no derogan ar- ticulo alguno de la primera parte de esta Constitucion y deben entenderse “ Loexpuestoenel texto se relaciona con la vigencia de la equidad como fuente del derecho, tema que consideramos infra ntims. 84-85. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL 53 complementarios de los derechos y garantias por ella reconocidos. Sélo podrdn ser denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo nacional, pre- via aprobaci6n de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Camara. ” Los demds tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el Congreso, requerirdn del voto de la dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Camara para gozar de la je- rarquia constitucional”. De lo expuesto, resulta que e! nuevo orden jerarquico de normas es el siguiente: 1) Constitucién Nacional; 2) tratados con jerarquia constitucio- nal; 3) tratados con jerarquéa superior a las leyes; 4) leyes dictadas por el Congreso Nacional. Con respecto a los tratados sobre derechos humanos, cabe sefialar que como ellos no son parte integrante de la Constitucién Nacional, puesto que slo tienen su “jerarquia” en el supuesto de un eventual conflicto con la Constitucién Nacional, debe acordarse supremacia a ésta (arg. arts. 27 y 31, no derogados por la reforma de 1994). 55. CODIGOS DEFONDO Y DEFORMA.— No obstante el sistema federal de gobierno adoptado, la Constitucién Nacional ha reservado para el Con- greso Nacional la atribucién de “dictar los cédigos Civil, Comercial, Penal, de Mineria, y del Trabajo y Seguridad Social” (art. 67, inc. 11, Const. Nac.; hoy art. 75, inc. 12, luego de la reforma de 1994), con lo que siguiendo el consejo de Alberdi se mantuvo el principio de legislacién bésica uniforme heredado de Espafia. Pero la reforma constitucional de 1860 aclaré que la aplicacién de ta- les cédigos correspondia “a los tribunales federales o provinciales, segtin que las cosas o las personas cayeran bajo sus respectivas jurisdicciones” (art. 67, inc. 11, Const. Nac.; hoy art. 75, inc. 12). Por esto se ha entendido que corresponde a las provincias dictar los cédigos de procedimientos, por referirse el régimen del proceso a la aplicacién de la ley, y caer aquella at bucién dentro de las facultades de las provincias no delegadas en el Go- bierno federal (conf. art. 104, Const. Nac.; ahora art. 121, luego de la refor- made 1994). 56, FORMACION DE LA LEY.— El proceso de formacion de las leyes esta de- terminado en la respectiva Constitucién. En el orden nacional las leyes pueden ori- ginarse en cualquiera de las Cémaras, por iniciativa de un diputado o senador, o del P.E.,y requieren el voto concordante de ambos cuerpos legislativos, salvo respecto 54 _JORGE JOAQUIN LLAMBIAS de detalles para los que puede prevalecer el voto de dos tercios de la Camara ini- ciadora sobre la opinién opuesta de la Cémara revisora. En el proceso de formulacién de las leyes cabe distinguir tres momentos: la sanci6n, la promulgacién y la publicacién. a) La sancién es un acto por el cual el Poder Legislativo crea la regla legal. b) La promulgacién es el acto por el cual el Poder Ejecutivo dispone el cum- plimiento de la ley. Puede ser expresa, si el P.E. dicta un decreto “ex protesso”, y técita si comunicada la sanciSn por el Congreso el Poder Ejecutivo no devuelve ob- servado el proyecto dentro de los siguientes diez dfas habiles (art. 80, Const. Nac. teformada en 1994). ¢) La publicacién es el hecho por el cual llega la ley a conocimiento del pablico, es decir, de los sujetos a quienes se aplica. De ordinario la publicacién se verifica por la inserci6n del texto legal en el Boleti Oficial, pero no se descartan otros medios de efectuar la publicacién de las leyes, tales como Ia insercidn en periddicos no oficiales osu lectura por radiotelefonia, con tal que por la expectativa general deba estimarse que la ley ha sido efectivamente conocida del piblico por esas vias . Lapublicacién constituye un elemento integrante de la norma, porque ésta no puede reputarse en vigor si no es conocida por el pueblo que debe observarla. Por esoel art, 2° del Cédigo Civil previene que “las leyes no son obligatorias sino des- pués de su publicacién 57. VIGENCIA DE LA LEY.— Efectuada la publicacién de la ley, ella entra en vigor a partir de fa fecha que determine su texto. Es lo que dice el recordado art. 2° del Cédigo Civil reformado por la ley 16.504: “Las leyes no son obligatorias sino... y desde el dia que ellas determinen”. Habitualmente las leyes nada dicen sobre la fechade su vigencia, yen tal caso el punto se resuelve de conformidad a la previsién contenidaen la segunda parte del citado art. 2° del Cédigo Civil que luego de la reforma efectuada por la ley 16.504 ha quedado asf: “Sino designan tiempo, serdn obligatorias después de los ocho dias siguientes al de su publicacién oficial”. Laaludida ley ha superado la impropiedad de la redaccién originaria del art. 2° del Cédigo 7, © Con relacién a la vigencia del decreto 33,302/45 de fecha 20 de diciembre de 1945 y pu- blicado en el Boletin Oficial del 31 de ese mes y aiio, que cres el pago del aguinaldo, ta Camara de Apelaciones de ia Justicia del Trabajo de la Capital Federal, resolvis que “el referido estatuto legal rige desde el dia de su sancién —21 diciembre 1945—, pues los modernos medios de difu- sin son suficientes para perfeccionar su publicidad, no siendo necesario ajustarse alas normas i= gidas del derecho civit” (“J.A.”, 1947-IIL, p. 597), 71! El texto del ivo art. 2° era confuso por Ia alusién que hacfa a ta publicacién de las Jeyes en las capitales de provincias. Como no era concebible que la vigencia de una ley nacional quedara supeditada a publicacin alguna en el interior del pafs, Salvat entendi6 que la alusién a esa publicacién en tales capitales se aplicaba a las leyes provinciales (Salvat-Lépez Olaciregui,t. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL 5S 58. LEGISLACION COMPARADA.— Acerca de la entrada en vigor de las leyes las legislaciones extranjeras siguen dos sistemas diferentes: 1°) Sistema de la entrada en vigor escalonada. Toma en cuenta la distancia existente entre el lugar de publicacién de 1a ley y el distrito en que habré de apli- carse la nueva ley, postergando proporcionalmente la entrada en vigor del nuevo régimen, asf: en Francia, segtin el viejo Cédigo Napoledn era un dia por cada 100 km de distancia; en Chile, un dia por cada 20 km. En Brasil las leyes entraban en vigor, segtin el Cédigo de 1916, en el Distrito Federal a los tres dfas de la publica- cidn, en el Estado de Rfo de Janeiro a los quince dfas, en los Estados maritimos y en Minas Geraes a los treinta dfas, en el resto del territorio nacional a los cien dias y en los paises extranjeros a los cuatro meses 72. 2°) Sistema de entrada en vigor uniforme. Considera a todo el pafs como un solo distrito a los fines de la aplicabilidad de la nueva ley, de manera que ésta entra en vigor simulténeamente en todo el territorio: en Bélgica y en Uruguay, a los diez dfas de la publicaci6n, en Italia a los quince dfas, en Espafia a los veinte dfas 7°. En nuestro tiempo, por la celeridad de las comunicaciones, ya no se justifica Ia adopcién de un sistema escalonado de entrada en vigor de las leyes. Sorprende que un Cédigo tan moderno como el brasilefio haya seguido un criterio que al tiem- po de su sancién era completamente anacrénico. 59, PROYECTOS DE REFORMA DEL CODIGO CIVviL.— En nuestro pats los pro- yectos de reforma del Cédigo Civil se enrolan decididamente en el sistema de la uniformidad. El Anteproyecto Bibiloni dispone que las leyes, si no designan tiempo, serén obligatorias después de los diez dias siguientes al de su publicacién en la Capital de la Nacién (art. 2°). El Proyecto de /936 elevé el plazo a treinta dias (art. 1°) prevaleciendo para ello las opiniones de Lafaille, Salvat, Martinez Paz y Rivarola sobre las de Bibiloni, Repetto y Pera 4, 1,n° 228, p. 230). Pero esa opinién no podia defenderse por ser incompetente el Congreso Nacional para decidir cudndo habrfan de entrar a regir las leyes locales. Por ello sostuvimos en las ediciones 1*a3* de esta obra que ta alusién de referencia tenfa que tenerse por no escrita. La elimina sumada por la ley 16.504 debe, pues, ser aprobada. ? Cod. Civil francés, art. 1°, completado por la ordenanza real del 27 de noviembre de 1816, art. 3%; C6d, Civ. chileno, art. 7°; Céd. Civ. brasilefio, at. 2°. En Francia, un decreto-ley del 5 de nov. de 1879 moditicd el sistema del Cédigo Napoleén y dispuso que las leyes serfan ejecutorias en cada departamento luego de un dia libre de llegado a la capital del departamento el ntimero del Boletin Oficial que contuviese el texto de la ley. 73 Céd. Civil belga. art. 1°, completado por fa ley del 28 de febrero de 1845, art. 2°; Cd. Civ. italiano de 1942, art. 10 de las Disposiciones Preliminares; Céd. Civ. espaol, art. 1°; Céd. Civ. del Uruguay, art. 1°, parte 3° 74 Actas, 1.1. p. 192. 56 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS El Anteproyecto de Cédigo Civil del afio 1954 (art. 2°) sigue el criterio de Bi- biloni, Realmente no se justifica un plazo mayor de diez dias, que desde luego no impide la adopcién por el legislador de términos mayores o menores, en funcién de las circunstancias. 60. DEROGACION DE LA LEY.— En principio las leyes se sancionan para regir indefinidamente, pero el cambio de circunstancias puede hacer conveniente la derogacién parcial o total de la ley. La atribuci6n de derogar la ley compete al propio poder que la ha origi nado, que puede dictar una nueva ley para determinar el cese de la anterior. La derogaci6n de la ley puede ser expresa o técita: ) Es expresa cuando una nueva ley dispone explicitamente el cese de la ley anterior. Un ejemplo de tal modo de derogacién lo suministra el art. 22 del Cédigo Civil, asf concebido: “Lo que no estd dicho explicita 0 implicitamente en ningiin articulo de este Cédigo, no puede tener fuerza de ley en derecho civil, aunque an- teriormente unadisposicion semejante hubiera estado en vigor, sea poruna ley ge- neral, sea por una ley especial”. Esta disposicién determiné en el émbito del derecho civil la abrogacién de todo el derecho espafiol y de las leyes nacionales y provinciales dictadas desde 1810, asf como de las costumbres vigentes hasta la sancién del Cédigo Civil 74s, 6) La derogacién es tdcita cuando resulta de la incompatibilidad existente entre la ley nueva y la anterior, que queda asf derogada: “lex posterior derogat priori”. Para que tenga lugar la derogacién tdcita de la ley anterior, la incompatibili- dad de ésta con la nueva ley ha de ser absoluta. Pues basdndose tal derogacién en una interpretaci6n de la omisa voluntad legislativa expresada en la nueva norma, basta que quede alguna posibilidad de conciliar ambos regimenes legales para que el intérprete deba atenerse a esa complementacién. La derogaci6n de un principio legal importa la ticita derogaci6n de las con- secuencias del mismo aunque nada se diga de ellas 75. 61. LBY GENERAL Y LEY ESPECIAL.— Un problema complejo de apreciacion relativo a la derogacién tacita de una ley se presenta cuando difiere la extensién l6- gica de la ley nueva respecto de la anterior. Desde luego, no se duda que la ley especial deroga técitamente ala ley gene- ral en cuanto a la materia comprendida en el nuevo régimen. Pero a la inversa, se 74 bis Es de notar que la derogacién de una ley no importa el restablecimiento del régimen sustituido por esa ley, para lo cual serfa menester una disposici6n actual expresa: Trib. Trabajo Lo- mas de Zamora, “L-L.”, t. 106, p. 505; Trib. Trab. Junin, “I.A.”, 1962-VI, p. 420; S.C.B.A., “L.L.”,t. 104, p. 116; Pigretti, E., su nota en “J.A.”, 1962-VI, p. 415. Contra: Cam. Paz letrada de Bell Ville, “J.A.", 1962-VI, p. 415, 75 Busso, E., Cédigo Civil anotado, t. 1, art. 17, p. 166, n° 17. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL 57 entiende que la ley general no deroga a la ley especial, salvo que apatezca clara la voluntad derogatoria o por el objeto o espfritu del nuevo ordenamiento 76, Finalmente, se ha decidido que la ley general derogaa la anterior de igual ca- récter, aun con relacidna las disposiciones secundarias de la ley antigua, porque no seria discreto alterar la economia y la unidad de la ley nueva mezclando a ella dis- posiciones quiz heterogéneas de la anterior que ella ha reemplazado ””. 62. CADUCIDAD DE LA LEY.— Independientemente de su derogacién por la sancion de una nueva ley, puede extinguirse la fuerza juridica de una ley, ya por la constitucién de una costumbre contrariaa ella "8, ya por haber- se operado un cambio tan sustancial de las circunstancias tenidas en cuenta por el legislador que resulte absurda su aplicacién ”. Enel primero de los supuestos mencionados se produce la derogacién de una norma legal por una norma consuetudinaria ulterior, y vano serfa seguir pregonan- do la subsistencia de la primera si los hechos estuvieran mostrando lo contrario. Este problema pide una adecuada sinceracién de los principios juridicos con las realidades vitales, y por ello estamos persuadidos de la caducidad de la ley escrita cuando la vida social exhibe la formacién de una practica extralegal realizada con la conviccién general de su obligatoriedad juridica. En cuanto al otro supuesto mencionado, la caducidad de la ley escritaestd im- puesta por los modernos principios de interpretacién juridica (conf. opinién de Reichel, ver n® 111). 63. LOS DECRETOS-LEYES.— En la exposicién de los ntimeros precedentes hemos tenido en cuenta a la ley como medio de expresién juridica, constituido re- gularmente. Pero la historia muestra la experiencia lamentable de leyes, en sentido mate- rial, que han sido impuestas por autoridades surgidas de movimientos de fuerza, lo que ha obligado a la doctrina juridica a considerar la posible validez de los llama- dos decretos-leyes. ‘Aun cuando el tema es propiamente de derecho constitucional ® no hemos deseado eludir, por la relacién que tiene con la teorfa de la ley desarrollada en este 76 Aubry y Rau, Cours de Droit Civil frangais, 4" ed., 1, parr. 29, p. 557, texto nota 7; conf. Corte Supr. Nac., 10 de setiembre de 1937, “L.L.”, t.7, p. 1122. 7 Conf. C.S.N., 7 de diciembre de 1937, “J.A.”, t. 64, p. 700. 78 Véase infra, n° 70, c). 79 Véase infra, n° 124. 80 Véase Linares Quintana, S. V., Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional, t. VI, parr. 419, ps. 349-473; Sinchez Viamonte, verbo “Doctrina de facto”, en “Enciclopedia Omeba”, 1. V. p. 608; Dana Montafo, S., Principias de derecho piiblico, t. IU, p. 128; Constantineau, A., Tratado de la doctrina de facto, BS. AS., 1945; Aftali6n, E. R.y M.E., Los decretos-leyes ante la constitucién real, “LL.",t. 114, p. 872. 58 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS capftulo, una sintética exposicién de la jurisprudencia de la Corte Suprema a este respecto. Luego indicaremos nuestra propia opinién. a) Segiin la primitiva jurisprudencia de la Corte, elaborada con motivo de la Revolucién de 1930, la existencia de gobiernos de facto no suspende en absoluto el imperio de la Constitucién, pues ésta “es el Estatuto que rige las relaciones de los hombres tanto en tiempo de paz. como en tiempo de guerra y sus previsiones no pueden suspenderse en ninguna de las grandes emergencias en que los gobiernos puedan encontrarse”. Los funcionarios Ilamados “de facto” tienen las mismas fa- cultades y atribuciones que los legales. “El Presidente provisional tuvo los mismos poderes que el Presidente legal, consignados en el art. 86 Const. Nac... De ahf se desprende que ese gobierno tuvo las facultades ejecuti vas mas no las legislativas y judiciales. Si la fuerza de la necesidad hace que al funcionario de hecho se le reco- nozcan las mismas facultades que al de derecho, nada justifica que se le atribuyan mayores” 8!, Consiguientemente el tribunal declaré la invalidez de los impuestos creados por el gobierno revolucionario, no ratificados por el siguiente gobierno constitucional. 4) En el afio 1945, la Corte tuvo ocasién de introducir alguna modificacién en su jurisprudencia anterior. La mayorfa del tribunal insistié en que el P.E. “de facto” tiene los poderes propios del P.E. constitucional, y por tanto carece de facul- tades judiciales. En cuanto a las facultades legislativas, por imperio de la necesi- dad, ha. ‘e reconocérsele su ejercicio limitadamente, en cuanto a la materia indis- pensable para mantener el funcionamiento del Estado y para cumplir los fines de la Revolucién, y en cuanto al tiempo de vigencia de sus disposiciones, hasta la vuelta la normalidad. El ejercicio limitado de las funciones legislativas era respal- dado por la mayorfa de la Corte con las siguientes palabras: “Reconocer a un hom- bre oa un grupo de hombres amplias facultades legistativas es incompatible con la vigencia de la Constitucion” 2. Enel mismo juicio “Municipalidad de la Capital c/Mayer, Carlos M.” votéen disidencia el ministro de la Corte Dr. Tomds D. Casares, quien sostuvo que la po- sicién de los tribunales de justicia es la misma frente alos gobiernos “de jure” o “de facto”. Segiin el Dr. Casares éstos no estan sujetos, en el ejercicio de las facultades legislativas, a revisiGn en funcién del origen de su autoridad, sino en orden al ade- cuado respeto de los derechos individuales garantizados por fa Constitucién. Por lo demis, desecha el temperamento propuesto por la mayoria, porque saber cusil es fin revolucionario y qué lo indispensable para el funcionamiento del Estado es propio de un juicio de prudencia politica, y por lo tanto no lo es del juicio judicial. “Los 81 Caso “Administracién de Impuestos Internos e/Malmonge Nebreda”, del 15 de noviem- bre de_ 1933, en “Fallos”. t, 169, p. 317. 82 Caso “Municipalidad de la Capital c/Mayer, Carlos 1.201, p. 266. del 2-de abril de 1945, en “Fallos”, INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL 59 jueces, ensefiaba de antiguo San Agustin, no deben juzgar de las leyes sino seguin ellas” 8, c) Enel afio 1947, producida la renovaci6n en la composicién de la Corte Su- prema, luego del juicio politico a los Dres. Repetto, Sagarna, Ramos Mejfay Nazar ‘Anchorena, el tribunal tuvo diversas oportunidades de apreciar la validez de los de- cretos-leyes dictados por el Gobierno surgido de la Revolucién de 1943. En todas ellas la Corte siguié la anterior opinién minoritaria del Dr. Casares, declarando que “en la medida en que sea necesario legislar para gobernar, un gobierno tiene facul- tades legislativas, sin que la determinacién de esa necesidad —en cuanto a la ex- tensién 0 en cuanto ala oportunidad— siendo como es objeto propio de la pruden- cia politica pueda ser judicialmente revisada” *. En consecuencia la Corte reconocié la validez de los decretos-leyes emana- dos de los gobiernos “de facto”, que debfan ser considerados como medios de ex- presién juridica “sin limitacién de tiempo” 5 hasta tanto no fuesen derogados por el Congreso, como cualesquiera leyes. d) Después de la Revolucién de 1955, la Corte, con su nueva composicién, mantuvo sustancialmente esta orientacién jurisprudencial, si bien no sent6 princi- pios tan terminantes. En el caso “Juan Domingo Perén”, por sentencia del 21 de junio de 1957 la Corte dijo que “dentro de nuestro régimen constitucional, todo gobierno, sin distincién de la forma particular que asuma —en el caso se trate de un gobierno regular o de un gobierno revolucionario— est facultado para establecer la le- gislacién que considere conveniente, tanto en las situaciones ordinarias como en las de emergencia, con el limite de que tal legislacién sea razonable y no des- conozca las garantias individuales o las restricciones que la misma Constitu- ci6n contiene en salvaguardia de las instituciones libres” #5. Obsérvese que Jos limites que pone el tribunal al ejercicio de las facultades legislativas por los. gobiernos “de facto” no residen en los factores contemplados por la jurispru- dencia anterior al afio 1947, a saber la necesidad de mantenimiento del Estado y el cumplimiento de los fines de la Revolucién, sino en la justicia intrinseca de Ja norma dictada por su subordinacién a las garantias individuales y restriecio- nes contenidas en la Constitucién. Esta doctrina fue reiterada por la Corte en la sentencia del 28 de febrero de 1958, dictada en el juicio “Lejarraga de Alvarez de Toledo c/Santoni de Donnari”, donde para convalidar el ejercicio de facultades legislativas por los gobiernos “de facto” se alude a la jurisprudencia de fa Corte anterior a 1947. Pero se agrega que “Ja oportunidad y discrecién con que se ejercite el poder de legistaciGn estén ex- 83 fdem nota anterior. 84 Caso “Enrique Arlandini”, “L.L.”.t. 47, p. 803. 85 Casos “Zicllac/Smiriglio” y “Juan A. Valenzuela”, cn “Fallos Corte Sup.”, y 361, respectivamente. 85 bis “JA”, 1957-111, p. 69. 207, ps. 207 60 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS cluidas de la revision de la justicia” 85, con lo cual la cuestion ha venido a quedar en los términos en que la ubicé la jurisprudencia inauguradaen el caso “Arlandini”, fallado el 22 de agosto de 1947. En los fallos posteriores la Corte ha hecho funcionar el argumento de que a diferencia de los gobiernos revolucionarios anteriores, el surgido de la Revolucion de 1955 se arrogé explicitamente funciones legislativas por el decreto 42/55. Asi, en el caso “Manuel Ortiz”, resuelto el 28 de marzo de 1958, el tribunal consideré que las restricciones que se habfan opuesto por anteriores pronunciamientos suyos —los de antes de 1947— al ejercicio de facultades legislativas por los gobiernos “de facto” no podfan mantenerse frente aun gobierno revolucionario que, apenas instalado, se reservé expresamente el ejercicio de tales facultades 87, Esta misma posici6n campea en el fallo dado el 10 de abril de 1959, en el jui- cio “Leopardo Petrucci de Amoroso Copello c/Amoroso Copello” 87s. Segtin el tribunal la validez de los decretos-leyes dictados por el gobierno surgido de la Re- volucidn de 1955 debe ser apreciada a la luz del decreto 42/55, que atribuy6 facul- tades legislativas a ese Gobierno, que las ejercié reiteradamente. “Ocurrida la di- solucién del Congreso —dice la Corte— como uno de los actos primeros y necesarios que integraron el proceso revolucionario, debe estimarse incuestionable ‘a aptitud creadora de normas legales por parte de un gobierno “de facto” que te- niendo realmente el mando politico y habiéndose constituido en la nica fuente efectiva de poder, se impone la finalidad de asegurar el ejercicio ininterrumpido de Ja funcién legislativa, en cuanto ella resulta esencial para la vida del Estado y el lo- gro de sus fines, y la asuma expresamente, desemperindola como verdadera “fun- cidn”, es decir, “en el interés publico o de terceras personas y no parasu propio uso” (doctrina de “Fallos”, t, 169, p. 309), durante prolongado lapso y con la comin acep- tacién de su fuerza imperativa” ®, ¢) De acuerdo a nuestra opinién no es apropiada la referencia de la Corte al decreto 42/55 para afirmar en esa auto-atribucién de facultades legislativas por parte del Gobierno Provisional, la legitimidad del ejercicio que hizo de tales facul- tades. Como ha dicho Rayces, “sino hay una norma de derecho publico que auto- rice a los gobernantes de facto a legislar de nada les vale anunciar que lo harén. Y si la hay, no necesitan anunciarlo” ®9. Esta disyuntiva plantea la cuestin en sus exactos términos. Las facultades le- gislativas de los gobiernos “de facto” no reposan en una previa arrogacién de ellas, Porque si tales gobiernos careciesen de esos poderes mal podrian arrogérselos “per 86 “LL”, 1.92, p, 582, fallo n® 42.870. 8 “LL.” t.91, p. 508. fallo n® 42.462 57% Ese fallo esté suscripto por los doctores Alfredo Orgaz, Benjamin Villegas Basavilba- 0, Aristbulo D. Arioz de Lamadrid, Luis M. Boffi Boggero y Julio Oyhanarte. 88 J.A.", 1959-II], p. 93, fallo n° 594, ® Rayces, Federico, Los decreios-leyes, su naturaleza juridlica, su autoridad legal y su sub- sistencia, en “J.A.”, 1958-Ul, sec. doctr., p. 161. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL 61 se”. Derivan de la necesidad, puesto que noes concebible que durante un lapso més ‘o menos prolongado pueda permanecer la sociedad en estado de ineptitud para dic- tar su propia legislacién. El bien comin cuya tutela y promocién incumbe ala au- toridad publica, no tolera ser postergado por la lamentable circunstancia de no estar constituido regularmente el Poder Legislativo. De aqut ha de concluirse que no es viable la impugnacién de los decretos-leyes por razén de su origen: ellos son vali- dos desde que emanan de la tinica autoridad publica con capacidad, acordada por las circunstancias, para sancionar leyes. No hay duda de que los gobiernos “de facto”, por la misma irregularidad de su constituci6n, deben ser sumamente parcos en el uso de las facultades legislati- vas, reservando para la vuelta a la normalidad constitucional toda definicién sobre las posibles opciones que en problemas fundamentales se planteen a la sociedad. Pero aun cuando los gobernantes no se atengan a ese criterio de prudencia y con- tinencia, no por ello sus sanciones dejardn de merecer el respeto con que los goberna- dos han de acatar las leyes para que reine el orden en la sociedad. Ni tampoco se podran entender autorizados los tribunales de justicia para invalidar tales decretos-leyes, sus- tituyendo su propio criterio al de la autoridad ejecutivaen la apreciacién circunstancial de la oportunidad y disctecién en el ejercicio de la facultad legislativa. Cuando se re- aliza tal sustituci6n, los tribunales de justicia desvirtéan su propia funci6n, se “politi- zan" y entran “revolucionariamente” en pugna con la autoridad constituida, con grave desmedro del bien de los ciudadanos, que pierden entonces la proteccién que aquéllos deben brindarle en toda circunstancia, frente a gobiernos “de jure” o “de facto”. Porque lo primero que se requiere para que no se subvierta el orden juridico es el respeto de la Justicia, y no puede haberlo si los tribunales que la administran exceden su cometido natural, ¢ interfieren en lo que ha de quedar reservadoa los poderes politicos del Estado, sean éstos “de jure” 0 “de facto”. A) Después de la revolucién de 1976 la Corte sustenté la validez por habilita- cién del ordenamiento ilegitimo creado por los gobiernos de facto, no para conva- lidar el poder legisferante de facto sino a fin de atender, «n aras de la seguridad ju- ridica, a una realidad de hecho que no pudo soslayarse y que se prolong6 durante un lapso social y politico en el cual la comunidad toda hubo de desenvolverse con arreglo a las pautas que dicho poder ilegitimo gener6, ya que su desconocimiento in totum resultarfa caético, desde que anularia el universo integro de las relaciones juridicas nacidas durante ese tiempo al amparo necesario de tales normas. Pero, al propio tiempo dejé bien en claro que no reconocerle al gobierno de la Constitucién la potestad legal de anular la vigencia de los efectos pendientes de dichos actos im- plicarfa, por lo pronto, limitarlo nocivamente en el logro de la consolidaci6n del sistema democratico y, ademas, significarfa otorgarle —a los actos del poder de he- cho—Ia plenitud de los atributos s6lo tazonablemente atribuibles, de por si, a los actos legitimos del poder “de jure” 6s, #9 Uis_C.S.J.N., “Gamberale de Mansur, Maria E. c/UNR”, 6 de abril de 1989, en Rep. “E.D.”, 1.24, p. 451, sum, 38/39. 62 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS §5. La costumbre. Concepto y caracteres. Importancia. La cuestién en nuestro derecho positivo. 64. NOCION E IMPORTANCIA.— La costumbre es la forma espontdnea de expresién del derecho, en tanto que la ley es la forma reflexiva y cons- ciente, Histdricamente la costumbre ha precedido a la ley en la organizacién juridica de los pueblos: las sociedades primitivas se rigen por la costumbre y no conocen la ley escrita. Sélo cuando las relaciones sociales adquieren cierta complejidad aparece la necesidad de fijar la norma juridica en un tex- to escrito. En laactualidad el desarrollo cientifico del derecho elaborado sobre la base del estudio de la ley escrita especialmente los cédigos— y todas sus posibilidades, ha reducido la costumbre a zonas estrechas, pero con todo no deja de hacer sentir su influencia especialmente a través de la jurispruden- cia, que algunos Ilaman “usus fori”. Es lo que ocurria en la materia del nom- bre y especialmente en lo relativo al apellido de la mujer casada antes de la sancién de la ley 18.248 %. 65. CONCEPTO DE COSTUMBRE.— La costumbre consiste en la obser- vancia constante y uniforme de un cierto comportamiento por los miembros de una comunidad social, con ta conviccién de que responde a una necesi- dad juridica 66. ELEMENTOS ¥ CARACTERES. De la definici6n precedente surgen los dos elementos constitutivos de la costumbre, uno objetivo, otro subjetivo. a) El elemento objetivo est constituido por la serie de actos semejantes uni- forme y constantemente repetidos. Este elemento, para ser considerado integrativo de la costumbre, ha de presentar los siguientes caracteres: 1°, uniformidad en el modo de realizacién del hecho, sin alteraciones sustanciales con relaci6n a los hechos anteriores; 2°, repe- ticién constante y no interrumpida del hecho configurativo de lacostumbre; 3°, ge- neralidad de la prdctica del hecho que no habrd de ser efectuado s6lo por ciertos sectores sociales sino por todo el pueblo; 4°, duracidn de la préctica por un cierto tiempo, sin que sea posible especificar lapsos porque en raz6n de la misma espon- taneidad de la formacién de esta regla juridica no ha de esperarse que pueda pre~ determinarse el proceso de constitucidn de la costumbre. A este respecto.el derecho canénico fijaba un plazo minimo de 10 affos respecto de costumbres “praeter le- gem” y de 40 afios si se trataba de costumbres “contra legem”. Pero la imposicin ® Conf. Spota. A. G., Trarado..., 1. 1, vol. 1°, n° 136, p. 405. 9! De Ruggiero, R.. Instituciones de Derecho Civil, trad. espafola, t. 1, parr. 13, p- 80. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL 63 de esos plazos es una tentativa de sujetar a la reflexion de] hombre lo que por su na- turaleza es espotdneo y no racional: de ahf que para reputar constituida una “cos- tumbre” haya que acudir a la consulta de los datos sociales que permitan verificar Jaexistencia de una norma consuetudinaria, independientemente de la mayor o me- nor duracién de la practica de que se trate. 6) El elemento subjetivo radica en la conviccién de que la observancia de la prdctica responde a una necesidad juridica (“opinio juris et necessitatis”). Este ele- mento psicolégico sirve para distinguir la costumbre de otras practicas que no en- gendran normas juridicas, como Ios usos sociales, tales como el saludo a un cono- cido en la calle, o Ja propina que se deja en un bar. En estos supuestos el sujeto se conforma a la prdctica por distintos motivos, tal vez, por no pasar por desatento o por no desafiar las iras del mozo, pero falta en el comportamiento la conviccién de su obligatoriedad, que es lo caracterfstico de la costumbre como fuente de derecho. 67. CONDICIONES NEGATIVAS DE LA COSTUMBRE.— Cuadra examinar si la presencia de ciertas caracteristicas peyorativas en el hecho consuetudinario desvir- ta a éste de su natural eficacia juridica. A este respecto Gény estudia la irraciona- lidad de la préctica que aparece como constitutiva de la norma y entiende que sf obsta a la constitucién de la norma consuetudinaria. Porque no pudiendo enfrentar el derecho a la moral desde que ha de conformarse a ella %, ha de quedar excluida como regla juridica la costumbre opuesta “a la moral universal, 0 a los principios més delicados que constituyen el fondo de nuestra civilizacién cristiana” 93, Dice Savigny que “el fin general del derecho surge de la ley moral del hombre, bajo el punto de vista cristiano” * lo que explica la destituci6n de eficacia juridica que re- cae sobre la costumbre que entra en pugna con la moral cristiana, estimada por los pueblos occidentales como el principio basico de su organizacién social. Por andlogas consideraciones concluye Gény que también ha de excluirse como norma juridicaa la préctica que sea opuesta “a las bases esenciales de nuestra organizacién politica y social” °5 como podrfa ser la costumbre que limitando la li- bertad de elegir profesién hiciera revivir las trabas feudales. 68, FUNDAMENTO DELA COSTUMBRE.— La historia comprueba la existencia del derecho consuetudinario. Esa verificacién obliga a examinar cuales su raz6n de ser para apreciar si reside en alguna caracteristica constante del hombre, o si se co- Nectacon circunstancias sociales contingentes extrafias a nuestro tiempo, o a nues- tro pais. No puede desconocerse, conforme a las exigencias del orden juridico con- temporéneo que pide una gran dosis de seguridad por la densa trama que constitu- 2 Véase supra n° 25. °3 Gény, F..op. cit., n° 121, p. 365. 4 Savigny, F.C. de, Sistema de derecho romano actual, trad, francesa, t. L p. 51. 95 Gény, F. op. cit., n° 121, p, 366. 64 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS yen las relaciones juridicas y la complejidad de éstas, la superioridad de la ley es- crita sobre la costumbre. De ahi se sigue que las condiciones de nuestra época son poco propicias para la constitucién de normas consuetudinarias, en especial por esa omnipresencia que se atribuye a la ley en el mundo juridico que casi no deja materia que pueda escapar a su influencia y caer bajo el gobierno de la costumbre. Con todo atin hoy se verifica, como dato social, la existencia de “costumbres” en paises su- jetos a la codificacién, y en los paises anglosajones que han quedado al margen del movimiento general de la codificacién, el derecho consuetudinario o “common law” constituye la base de su organizacién juridica. Se justifica, entonces, que entremos en el examen de las teorfas que explican Ja subsistencia del vigor de la costumbre, como norma juridica, en nuestro tiempo. a) Segtin la idea corriente en Francia la costumbre recibe su fuerza obligato- ria de la voluntad técita del legislador. Para esa postura, conferida la funcién legis- lativa a un Poder especifico del Estado moderno, la vigencia de la costumbre de- penderfa de la no contradiccién del legislador: la costumbre serfa una ley técita. Pero esta concepcién parte de un principio que por nuestra parte hemos re- chazado, a saber que pueda reducirse todo el orden juridico al régimen de ley es- rita °, Nadie duda sobre las posibilidades del legislador para someter a su imperio. el comportamiento humano conforme al designio que se proponga encaminado a la obtencién del bien comiin. Pero de ahi a cegar para el futuro todo medio de ex- presién juridica que no sea la ley hay mucho trecho. El asunto de definir lo que sea derecho no puede ser resuelto por un dictado del legistador sino por las conclusio- nes de la ciencia juridica, la que indica que si aquél puede en un momento dado de- rogar las costumbres existentes en un pafs, no puede impedir la formacién de otras nuevas en el futuro. Por otra parte, la explicacién que se examina es artificiosa y se apoya en una ficci6n, puesto que los legisladores, en concreto, estan muy lejos de conocer las costumbres que puedan estar en continua germinacién y que reciben acatamiento social. 4) El gran mérito de la escuela histérica alemana es haber advertido la insu- ficiencia de aquella explicacién. A ella se debe que ya no sea “permitido definir las, fuentes del derecho positivo en raz6n de prejuicios politicos 0 disposiciones escri- tas arbitrarias...” y que la costumbre se haya “cimentado sobre bases indestructi- bles” 2”, Siguiendo las orientaciones de Hugo, Savigny y Puchta, los autores ale- manes ven la base de todo derecho positivo en la comiin conciencia del pueblo. De aqui se sigue que la costumbre noes otra cosa que la revelacisn inmediata y espon- tdnea de esta conciencia comtin, mientras la ley es la expresiGn mediata y reflexiva, emanada de érganos sociales especiales creados a ese fin. Se sigue también, segdin esos autores, en un posible conflicto, la superioridad de la costumbre sobre la ley, 98 Véase supra, niims. 3-6. 7 Gény, F., op. cit., n° 115, p. 331. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL 65 en cuanto aquélla es un reflejo espontineo de la conciencia popular —el “volk- geist”— a la que no puede traicionar como la ley. Pero enesto hay un “prejuicio roméntico”, segiin la feliz expresion de Blunts- chli, porque laconciencia popular noes un ente real al que pueda atribuirse la crea- cidn de una norma apta para dirigir la conducta humana. En verdad, la costumbre resulta de una serie de actos individuales inteligentes, los que pueden contradecir el sentir popular, si bien es dificil que ello ocurra. c) La doctrina de Gény. Para este autor la costumbre no sélo se explica em- piricamente por su sola existencia sino que responde a una verdadera y permanente necesidad social. Gény formula tres consideraciones para mostrar el fundamento de la costumbre como legitima expresion jurfdica: 1° La estabilidad de los derechos individuales, asf como la exigencia iguali- taria que constituye el fondo de toda justicia, exigen que una regla acreditada por un largo uso con el cardcter de obligacion juridica se imponga como ley de manera que guie sin vacilacién la actividad de todos; 2° Tal resultado es el eco de un sentimiento profundo de la naturaleza humana que rodea de temeroso respeto las costumbres de los antepasados y rehuye cam- biarlas; 3° Por tiltimo, el asentimiento de los interesados, aun de aquellos a quienes la regla constrifie, importa un reconocimiento general, esencialmente voluntario, que constituye un sintoma decisivo del valor intrinseco de la norma consuetudina- ria y la mejor garantia del equilibrio que mantiene entre los intereses reglados. En suma, el fundamento de la costumbre reside en la propia naturaleza de las cosas 8, 69. PRUEBA DELA COSTUMBRE.— Acerca de esto se han emitido tres opinio- nes diferentes: 4a) Primera opinién. Profesada por los glosadores deseosos de hacer prevale- cer el derecho romano sobre las costumbres germAnicas; por los antiguos comen- taristas franceses; por Demolombe, Aubry y Rau, Garsonnet y Lyon Caen y Re- nault, sostiene que la costumbre es un hecho que como tal debe ser probado por quien lo alega a menos que fuera notoria. b) Segunda opinién, Fue sustentada por Puchta y se atiene rigurosamente al carécter de norma juridica que reviste la costumbre, por el cual ha de ser aplicada de oficio por el juez, aun sin prueba de las partes interesadas referente a ella. Este autor hace una aplicacién directa del aforismo “jura curia novit”, seguin el cual al juez corresponde prover el derecho y a las partes la prueba de los hechos: “Da mihi factum, dabo tibi jus” %8 Gény. F., op. cit, n° 116. ps. 337-338. 66 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS c) Tercera opinion. Fue sostenida por Savigny, Windscheid, Dernburg y Gény, y ha sido luego seguida por la doctrina, en general. Segtin ella, en principio la costumbre no requiere prueba, puesto que integra el ordenamiento juridico de un pais, el que debe ser reputado conocido del juez, pero con todo, éste puede exigir su prueba y la parte interesada adelantarse a producirla, Es una soluci6n ecléctica, eminentemente préctica. 70. ESPECIES DECOSTUMBRES.— Doctrinariamente, y atendiendo al conteni- dodelacostumbre en relacién con laley, se distinguen tres especies de costumbres: a) la costumbre “secundum legem”, b) la costumbre “praeter legem”, y c) la cos- tumbre “contra legem”. 4a) Costumbre “secundum legem”. Es la norma consuetudinaria que deriva su vigencia de una disposicin de la ley: tal la que prevé la primera parte del nuevo art. 17 del Cédigo Civil que luego de su modificacién por la ley 17.711 dice asf: “Los usos y costumbres no pueden crear derechos sino cuando las leyes se refieran a ellos. De este tipo son las costumbres previstas en los siguientes preceptos del C6- digo: el art. 950 que sujeta las formas de los actos juridicos al regimen de las leyes y usos del lugar; el art 1424 alude al plazo que determine el uso del pafs para hacer efectivo el precio de la cosa comprada; el art. 1427 se refiere al término de uso para recibir el comprador la cosa vendida; el art 1504 determina el uso a que puede des- tinarse la cosa alquilada por la costumbre del lugar; el art. 1556 obliga al pago de! alquiler en los plazos fijados por los usos del lugar, a falta de convencién; el art. 1627 establece que en la locacién de servicios, afalta de convencién, rige el precio de costumbre; el art. 1632 remite a la costumbre del lugar para establecer el modo de hacer el trabajo en la locacién de obra; el art. 2268 fija el destino de la cosa dada en comodato por la costumbre del pais; el art. 2631 obliga al duefio de un predio a recibir las goteras del edificio vecino, cuando asf lo imponga la costumbre del pueblo; y finalmente el art. 3020 determina la extensi6n de las servidumbres segtin el uso local. b) Costumbre “praeter legem”. Es la norma consuetudinaria que rige una si- tuacién no prevista por Ia ley. Gény entiende que esta clase de costumbre reviste el valor de fuente del de- echo. En teorfa pura se discute la posibilidad de que pueda haber algtin margen de aplicabilidad para la costumbre “praeter legem”, argumentindose para llegar a.una conclusién negativa con la plenitud del ordenamiento legal en base a sus normas generales y particulares. Segiin nuestro punto de vista la concepcién hermética que postula la plenitud del ordenamiento legal para resolver cualquier controversia posible por aplicacisn de los principios generales o particulares del mismo ordenamiento, se resiente de un exagerado racionalismo. No ha de pensarse que tales principios generales im- INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL 67 peran por la sola fuerza de su I6gica estructura, sino por la prudente apreciacién de que el caso planteado ha de juzgarse comprendido en el ambito de su vigencia: el derecho no es un panlogismo, sino una ordenacién justa de la sociedad que rige los hechos humanos conforme ala efectiva previsién de los mismos. De ahi que cuan- do se advierta que los hechos ocurridos no han sido realmente previstos por ta ley, no resulta legitimo procurar un forzado regimiento legal de ellos, fiando en la sola fuerza l6gica de los principios generales, En tales casos es mas prudente reconocer la “laguna” legislativa y dejar obrar a las otras fuentes del derecho, entre ellas la costumbre “praeter legem”. Por otra parte, la vigencia de esta costumbre resulta, también, de considerar que ella ha constituido una norma particular que ha venido a sustraer los hechos a que se refiere de la aplicabilidad de los principios generales de la ley %. Finalmente, no creemos que pueda argiiirse contra la vigencia de la costum- bre “praeter legem” con lo dispuesto en el art. 19 de la Constitucién Nacional en el sentido de que “nadie esté obligado a hacer lo que no manda la ley”, pues conside- ramos que la voz “ley” esta aquf tomada en la significacién de “derecho”, que por cierto esté también integrado por las normas consuetudinarias 1°, La jurisprudencia ha admitido la vigencia de la costumbre “praeter legem” en diversos supuestos de vacfos de la legislacién, tales como el nombre de las per- sonas y especialmente de la mujer casada ©", en materia de sepulcros "2, y de ser- vicio doméstico !®8, La ley 17.711 ha ratificado la doctrina expuesta sobre la vigencia de la cos- tumbre “praeter legem” al establecer en el nuevo art. 17 del Cédigo Civil que “los usos y costumbres no pueden crear derechos sino... en situaciones no regladas le- galmente”. ® Conf. De Ruggiero, R., op. cit.,t. 1, p. 85. 10 Comp. Busso, E., Cédigo Civil Anotado, tI, ar. 17, n° 79, p. 174. Contra lo que soste- ‘nemos en el texto se suele argtir con el propdsito de los constituyentes de instaurar e! gobierno de la ley, de donde se deduce la ineficacia normativa de toda pretendida regla no aprobada por cl legislador. Nosotros pensamos que el reinado de Ia ley mentada por el art. 19 de la Constitucién Nacional debe ser relacionado con la finalidad superior de “afianzar la justicia” inscripta en et Predmbulo: sin duda los constituyentes quisieron desterrar la arbitrariedad o discrecionalidad como sistema de gobierno y para cllo proclamaron en todos los tonos el reinado del derecho. Pero ‘no obsta a la supremacia del derecho, sino al contrario, la robustece, el reconocimiento de la vir- twalidad de la costumbre como norma juridica. Adviértase que Ia existencia de garantfas const tucionales expresas no esté refiida con la validez de la costumbre como medio de expresién del de- echo, como lo demuestra el hecho de haber tenido este carscter y seguir atin teniéndolo en el pats de origen de nuestro constitucionalismo politico: los Estados Unidos. "Ol Cam. Civ. 1°,“L.L", 1 11. p. 310: fd.. “LA.", t. 50, p. 94: Cam. Civ. 2, J.A".t. 50, ps. 140 y 198. "©? Cam, Civ. 1*,J.A.",t.50, p. 121; Cam. Civ. 2", “J.A.”. 1, 60, p. 185: Cam. Com..“I.A.", 1.35, p. 739; Cam. Civ. y Com. 2*, La Plata, “.A.”, 66, p. 349, - 193 Cam. Civ. 1, J.A.",t. 1, p. 675; Cam. Civ. 2, “LL.”, t. 14, p, 413: fallos en los cuales se ha invocado la costumbre para admitir la prueba del pago sin exigir recibos. 68 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS c) Costumbre “contra legem”. Es la constituida en contradiccién con Ia ley. sin que corresponda distinguir entre “consuetudo” abrogatoria y “desuetudo”; pues como dice Gény, en ambos casos hay desuso de Ia ley 1%. El pensamiento juridico racionalista no reconocfa valor alguno a la costum- bre formada en desmedro de la ley. Con el advenimiento de la escuela hist6rica se produjo en esta materia una reaccion, pues colocada la costumbre en un rango igual al de la ley, debia aceptarse la derogacién de una norma legal por otra norma con- suetudinaria posterior. Puchta mantiene este principio con todo rigor. Savigny, en cambio, le intro- duce atenuaciones, pues para él la costumbre local no derogala ley general, y ni aun la costumbre general puede invalidar una ley de orden publico !%, La doctrina alemana posterior s6lo ha exceptuado 1a costumbre que choca con una disposicién legislativa expresa que la prohibiese. Pero aun esto no se ad- mite por todos !%. Ladoctrina francesa no ha llegado a una posici6n tan avanzada. Los primeros comentaristas coinciden con Portalis en admitir el desuso de la ley. Pero suscitada la cuesti6n en el afio 1841, con un motivo poco feliz, a propésito de la inasistencia de los testigos al otorgamiento de las escrituras puiblicas, la tesis del desuso legis- lativo no encontré buena acogida en los tribunales '°7, Desde entonces la mayoria de los autores niegan vigencia a la costumbre y con mayor razon a la abrogacién de la ley por causa de ella. Asi, Aubry y Rau, De- molombe, Laurent, Huc, Hauriou y Baudry-Lacantinerie !°8, Sélo Boistel, y sobre todo Beudant, se apartan durante el siglo XIX de esa corriente, agregdndose en este siglo a la disidencia los nombres ilustres de Josserand y de Bonnecase !. Gény, después de muchas vacilaciones y de anotar que no considera obliga torialadisposici6n legal que sefialara la jerarqufade las fuentes jurfdicas—materia, en verdad, impropia de la ley y propia si de la ciencia del derecho—, se pronunciacon- tra el desuso derogatorio de la ley en nuestro estado actual de civilizacién, Se de- fiende este autor de la escasa logica de su conclusién en relacidn con los principios que él mismo sienta sobre fuentes del derecho, significando que “Ia pura légica no puede decidir una cuestién que procede antes que nada de consideraciones hist6- 108 Gény, F., op. cit., ntims. 125 y ss. 105 Savigny, F.C. de, op. cit, 1, p. 190. 106 Asf Adadicckes y Laband, citados por Gény en p. 389, nota 2, rechazan toda costumbre contraria a la ley. 107 Sirey, 41-1-105. 18 Aubry y Rau, Curso de Derecho Civil francés, # ed. t.1, parr. 29, p. 56; Demolombe, Curso de Céd. Napoledn, 1, niims. 35 y 100; Laurent J., Comentario al Anteproyecto de Cédiga Civil, t1, p. 199, niims. Ly 3: Huc, Comentario tedrico prictico del Cédigo Civil, Paris, 1892- 1903, t I, ntims. 49-50, ps. 58-59; Hauriou, Compendio de derecho administrativo, 3° ed., p. 45; Baudry Lacantinerie y Houques Fourcade, De las personas. Paris, 1896, t.[,n? 123, ps. 84-86. 109 Beudant. C..Curse de Derecho Civil francés. Paris. 1896, Introduccién, t. I, n° 105, ps. 110-112; Bonnecase, J., Elementas de Derecho Civil, México. 1945, 1, n° 141, ps. 183-188; Jos- sezand, L., Derecho Civil, Bs. As.,t1, vol. 1°, n® 101, p. 106. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL 69 ricas y sociales eminentemente variables. TeGricamente —dice— son la ley y la costumbre fuentes que se nos aparecen con igual autoridad; hist6ricamente su po- der respectivo debe depender de las condiciones politicas o sociolégicas en que na- cen” HO, En nuestra opinion el predominio tedrico de la ley sobre la costumbre no es asunto que pueda decidirse por fuerza de las circunstancias hist6ricas y sociales. Desde luego, tales circunstancias pueden constituir un obstdculo para la constitu- cién de la costumbre, pero no para impedir su vigencia cuando pese aesos factores desfavorables la costumbre se ha constituido. No es posible aceptar la ficcién de tun imperio de la ley que de hecho no impera cuando los sujetos a su obediencia no se sienten obligados en conciencia a respetarla. La probidad cientifica pide un sinceramiento con la realidad en este problema, en el cual la falta de coac- tividad que revela la caducidad de la vigencia de la ley es un hecho objetivo y real que no es posible desconocer mediante la proclamacién de una supremacfa de la ley sobre la costumbre que seria puramente nominal y resultarfa descono- cida por la vida del derecho. La jurisprudencia, entre nosotros, no ha aceptado la virtualidad juridica dela costumbre “contra legem” !"! salvo en materia de remates !!2, La doctrina, en cambio, acusa una sensible evolucién en favor de la validez. de la costumbre “contra legem”, Hasta hace treinta afios ni parecia posible que ante un texto tan categérico como el antiguo art. 17 del Cédigo Civil pudiera sostenerse la eficacia de esta clase de costumbre '!3, En cambio los autores més recientes, ya antes de la ley 17.711 admitian la eficacia de la costumbre, aun de esta especie, sin duda por considerar que el anterior art. 17 del Cédigo Civil excedia las posibilida- des del legislador para incursionar en el terreno propio de la ciencia juridica. Si bien compete a aqueél fijar el sentido a que debe sujetarse el comportamiento humano, no le es dable usurpar al jurista el cometido cientifico, que es lo que hace cuando define para el futuro qué es lo que se reputard derecho. Spota estudia el punto con su habitual versacién y se pronuncia a favor de la validez de la costumbre “contra legem” recordando a De Page: “Laley noes la sola fuente del derecho, una ley siempre llega tarde. Interviene cuando las circunstan- cias lo exigen y cuando las costumbres lo imponen. La costumbre, la jurispruden- 10 Gény, P., op. cit., n° 129, p. 402. 1" Corte Suprema Nacional, “Fallos”, t. 8, p. 295; id., “Falls”, t. 17, p. 187; fd., “JA”, t. 59, p. 382ytt. 31, p. 5; Cam. Com.,“J.A.”.t. 23, p. 472. Pero es de hacer notar que en todos esos ‘casos no se trataba de verdaderas costumbres, sino de corruptelas de a ley establecidas a través de pricticas a las que faltaba el elemento subjetivo de la costumbre, a saber la conviccién de la obligatoriedad (opinio juris et necessitatis). 12 Cam. Civ. 18, “IA.” 53, p. 326. 113 Asi Salvat, R., Parte General, 5*ed.. n° 330, p. 173. Comp. L6pez Olaciregui, quien de- nota lareal gravitacién de la costumbre en el derecho argentino (su anotaci6n a Salvat, ed. del Cin- cuentenatio,t. I, n° 330-A, p. 326). 70 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS cia, la equidad son las verdaderas fuentes reales del derecho. Es necesario recono- cer la importancia que Ja vida les da” "4, Borda admite también el desuso derogatorio de la ley. Entiende este autor que “las caracteristicas propias de la legistacién contemporénea obligardn a los jueces ano aplicar ciegamente el principio de que las leyes s6lo pueden ser derogadas por otras leyes y a admitir con relativa frecuencia que el desuso hace caducar ciertas disposiciones legales” "5, Arauz Castex piensa igualmente que el posible conflicto entre la ley y lacos- tumbre se ha de resolver atendiendo a la regla que tenga verdadera efectividad, lo que “‘depende principalmente de la vivencia de justicia compartida en el seno de la sociedad y en especial entre los jueces” !'6, 71. LA COSTUMBRE EN LOS PROYECTOS DE REFORMA DEL CODIGO CIVIL.— El Anteproyecto Bibiloni y el Proyecto de 1936 no hacen lugar a lacostumbre como fuente del derecho sino cuando la ley se refiere a ella, tal como preceptuaba el art. 17 del Cédigo Civil. No es aceptable ese criterio tan estrecho que viene a identificar en definitiva el derecho con la ley. Aun cuando los autores de esos proyectos participaran de ese concepto, mas juicioso habria sido no imponerlo por via legislativa, para dejar ala ciencia juridica elaborar la teorfa de las expresiones validas del derecho. Nada se gana con declarar la inmortalidad de la ley si esto no pasa de una ficcién que choca con la naturaleza de las cosas, y no por esa declaracién lograrén efectiva vigencia las leyes que hayan sido, en los hechos, derogadas por la costumbre. En un orden de ideas congruente con las que hemos expuesto, dispone el art. 5° del Anteproyecto de Cédigo Civil de 1954 lo siguiente: “Los jueces no pueden abstenerse de juzgar en supuesto alguno. Si la cuestin controvertida no pudiera decidirse por aplicacién de norma legal, consuetudinaria o emanada de tribunal de casaciGn, se atenderd a los principios generales del derecho y alas exigencias de la equidad teniendo en consideracién las circunstancias del caso”. ‘Al fundar la redaccién del precepto transcripto, en lo referente a la inclusién de la costumbre como fuente de derecho, decfamos: “El precepto auspiciado am- pliael horizonte del intérprete del derecho que ya no se ver constrefiido a moverse en el plano de la ley escrita, a veces insuficiente, sino que también podré acudir a falta de ella a la costumbre... Desde que una caudalosa corriente del pensamiento juridico contemporéneo que reconoce sus nombres mas eminentes en Puchta, Sa- vigny, Riimelin, Ihering y Gény se concreté en el art. 1° del Cédigo Civil suizo, ya no es posible dejar de ver en las costumbres un medio vilido de expresién del de- recho vigente en cada pais. En verdad sorprende que se hubiera llegado a mediados "4 Spota, A. G., Tratado...,t 1, vol. 1°, n° 138, p. 409, y De Page. Henri, Traité élémentaire de Droit Civit belge, Bruselas, 1923, t., p. 17. MS Borda, G. A., Tratado.... Parte General, t. 1, n° 59. "6 Arauz Castex, M., Derecho Civil, Parte General, Bs. As., 1955, t. 1. n° 54, p. 37. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL 7 del siglo IX a radiar de esa posicién a la costumbre, puesto que ese mismo siglo se habia inaugurado corf aquellas palabras, lenas de sabidurta, de Portalis, que veia en la costumbre la fuerza social que aligeraba al pueblo de las malas leyes. “Algu- nas veces —decia Portalis— las leyes son abrogadas por otras leyes, otras veces lo son por la simple costumbre. Esta segunda especie de abrogacién, que se llama de- suso, no ha escapado a los redactores. Se les reprocha no haberlo definido, pero, {debian hacerlo? Cuando se sabe lo que es la costumbre se sabe también lo que es el desuso, puesto que éste no es sino la abrogacién de una ley por el no uso o por una costumbre contraria a ella. Al hablar del desuso, los redactores lo han presen- tado como la obra de una potencia invisible que sin conmocién y sin sacudimiento nos hace justicia de las malas leyes y que parece proteger al pueblo contra las sor- presas del legislador y al legislador contra sf mismo. La critica pregunta: cual es esta potencia invisible? Es la que crea insensiblemente los usos, las costumbres y las lenguas” "17. 71 bis. LA COSTUMBRE EN EL DERECHO COMERCIAL (Céd. de Comercio, tit. preliminar y art. 218).— En el derecho comercial la costumbre tiene una funcién mas amplia que en materia civil, en razn de las particularidades de la actividad de los comerciantes, que esté muy influida por los usos y précticas corrientes entre ellos. Asf se explica que la costumbre tenga especial significacién como criterio de interpretacidn de los actos y contratos comerciales (conf. arts. IT y V del tit. preli- minar, 217 y 218, inc. 6°, Cod. Comercio). Fuera de ello son numerosos los casos en que la jurisprudencia ha acudido a la costumbre para definir la norma aplicable. En este sentido es dable mencionar los siguientes ejemplos: la costumbre es fundamental para apreciar cudndo el em- pleado que vende y cobra mercaderias esté facultado para ello; o para determinar cual es la oportunidad de pagar el precio de las mercaderfas vendidas; 0 el témino de tolerancia para la entrega de esas mercaderias; 0 para establecer el vencimiento de una deuda; etc. "7 Discurso preliminar, en Fenet, Recueil complet des travaux preparatoires du Code Civil, thp.479. Apuntamos que en la edici6n pulcramente realizada por la Universidad Nacional de Tucumén. del Anteproyecto de 1954, no aparece el patrafo transcripto, enel que se fundamenta la aceptaci6n del derecho consuetudinario, como nos lo advirtiera el doctor B. Nieto Blanc. Ello se debe, sin duda, a que el original que se suministe6 para la pertinente publicacién a aquella Universidad pa- decfa de esa omisién, por un descuido de nuestra parte, que lamentamos 72 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS § 6. La jurisprudencia. Concepto. Medios para lograr su uniformidad. Los recursos de inaplicabilidad de ley y extraordinario. Sentencias obligatorias. El recurso de casacién en el derecho comparado. Ne- cesidad de establecer en el pais un tribunal de casacién. 72. JURISPRUDENCIA: CONCEPTO.— La jurisprudencia es la fuente de derecho que resulta de la fuerza de conviccién que emana de las decisiones judiciales concordantes sobre un mismo punto. En todos los paises se advierte la tendencia de los tribunales de justicia a se- guir los precedentes, y de ahi que luego de haberse dictado una serie de fallos coin- cidentes sobre una misma cuestién juridica, brota de ese hecho una gran fuerza de conviccién para lo futuro en cuanto es dable pensar que si una cierta regla ha con- citado la adhesin de los jueces es porque ella resulta justa, y por ello, la misma doctrina ha de seguir siendo aplicada. Para que exista jurisprudencia se requiere, de ordinario, que la doctrina apli- cable haya pasado la prueba de su sucesiva confrontacion en diversos casos. Pero, excepcionalmente, podré ocurrir que una sola sentencia siente jurisprudencia si cuenta con la aprobacién de la critica y constituye el apoyo referencial de ulteriores sentencias: es el “leading case” del derecho anglosajén que arrastra con su fuerza persuasiva a los fallos posteriores. El valor de la jurisprudencia como fuente o medio de expresién del derecho es diverso, segtin que ella haya sido dotada o no por el ordenamiento legal de la calidad de norma juridica. En el primer caso, la jurisprudencia constituye una fuente formal, es decir, es una regla emanada de una autoridad externa al intérprete con virtualidad bas- tante para regir su juicio: v.gr., la doctrina sentada en sentencias plenarias de las Cama- ras Nacionales de Apelacién, la que es obligatoria para las Salas de la misma Camara y jueces dependientes de ella (art. 27 del decreto-ley 1285/58 que creé ese recurso, mantenido por el art. 303 del Céd. Proc. Civ. y Com. de la Nacién). Enel segundo caso la jurisprudencia es fuente material, porque la doctrina que trasunta no esté impuesta como reglapor el ordenamiento legal, sino que vale porla fuerza persuasivaqueemana de ella, conforme a la naturaleza de las cosas. De cualquier modo, aun como fuente material de derecho positivo, la juris- prudencia reviste gran importancia porque son los tribunales los principales orga- nismos que adaptan o concilian la ley con la vida. La ley es sin disputa en un orden jerérquico la primera de las fuentes del derecho positivo, Pero la ley es inmévil, lo que constituye su mérito por la seguridad que brinda a la organizacién social y también su debilidad porque esa inmovilidad contradice la vida humana con la espontaneidad siempre renovada de sus aspiraciones y exigencias, que no pueden ser sacrificadas 0 as- fixiadas dentro de férmulas rigidas establecidas en mira de otras realidades diferentes, tal vez perimidas. De ahfel papel principal que en esa labor de “composicién” cuadra a la jurisprudencia, como también a la doctrina de los autores. mall entinnntent Attendee inn imeem INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL 3 Fuera de ello—zel remedio al anquilosamiento legal— estén las “lagunas” de laley. Se ha pretendido negarlas sobre la base de una concepcién hermética del sis~ tema legal que a falta de una norma particular para resolver el caso siempre provee- ria al intérprete de una norma general dentro de la cual pueda quedar subsumido el caso planteado. Pero ello serd asi cuando pueda demostrarse que la norma de alcan- ce general, seguin su finalidad, fue dictada para comprender en su émbito situacio- nes tales como la que se examina, y no en razén de la mera generalidad dela norma, porque el derecho no es una estructura puramente l6gica que pueda operar por un dinamismo de exclusivo rigor dialéctico, sino que es disciplina social al servicio del hombre y de la dignidad de sus fines. De ahf que cuando en el examen total de la ley el intérprete Hlegue a persuadirse de la ausencia de previsi6n de la conducta de que se trate, deberd reconocer la “laguna” de la ley, y resolver el caso por la apli- cacién de otras fuentes qué no por subsidiarias de ia ley dejan de ser expresiones vélidas del derecho. Alli donde terminan las posibilidades de la ley cesa también su imperatividad, que no puede apoyarse en el solo funcionamiento de una pura l6gica formal "8, Es interesante mostrar cémo han cumplido los tribunales esta funcién de con- ciliar la rigidez legal con la variabilidad de la vida humana y de suplir las lagunas dela ley, ya realizando una interpretacién extensiva de la norma legal, orestrictiva, o deformante de ella, o simplemente creando al margen de la ley el régimen efec- tivamente imperante. a) Jurisprudencia extensiva: es la que incluye en 1a norma legal situaciones no previstas por el legislador. Ejemplos: 1°) la inclusién en el régimen legal de la edificacién en suelo ajeno, de la simple invasién de la construccién en el fundo ve- cino "9, 2°) la vocacién hereditaria de los parientes legitimos extendida a los pa- tientes colaterales naturales 9, 3°) la extensi6n del régimen de la sociedad civil a lasociedad conyugal, para privar al culpable de la separacién de hecho, o del divor- cio, de su parte en los bienes habidos por el otro después de la separacién !2!, 118 Contra: Aubry y Rau, Cours de Droit Civil francais, 4 ed, tI, parr. 29, p. 56, texto nota 3. 19 Cam. Civ. P,°.A.",t. 27, p. 7515 fd.,{d.,t.37, p. 189; (.,t. 50, p. 817, con valiosa nota de A. G. Spota; Cam. Civ. 2, Jur. Trib, Nac., 9 marzo 1915, p. 135. Comp. Cam. Civ. 2, "JA. 21, p. 904, 120 Véase el estudio del punto en Ja sentencia dictada por la Sala “A” de la C4mara Civil, vo- tos del doctor Borda y del autor en el juicio “Angeloni c/Albigini de Baigorria”, publicados en “LiL”, t. 96, fallo n° 43.973, p. 60. Es de notar que la ley 17.711 ha recogido esa jurisprudencia, ‘creando con buen sentido, aunque no buena técnica, el derecho hereditario de los hermanos extra- ‘matrimoniales, mediante un agregado hecho al art. 3585 (véase nuestra obra Estudio de la reforma del Cédigo Civil. Ley 17.711, afio 1969, ps. 469 y ss.. n° 10) 121 Cm. Civ., Sala “A”, “L.L.”, t. 101, p. 469, con voto del autor; Sala“C", “L.L.”,t. 74, p. 280 y p. 749; id., Sala “B”, “J.A.”, 1955-Il, p, 103; fd., Sala “D”, “L.L.”, t. 83, p. 703 y t. 89, p. 234. Esta es otra de las avanzadas de la jurisprudencia que ha recogido muy acertadamente 1a ley 17.711, al plasmaria en el nuevo art. 1306, parrafo final (véase nuestra obra citada en Ia nota anterior, ps. 286 y ss., n° 9). 74 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS b) Jurisprudencia restrictiva: es la que excluye del imperio de la norma legal si- tuaciones comprendidas materialmente en la misma. Ejemplo: la admisiGn de la res- ponsabilidad de la persona juridica por el delito cometido por sus agentes o dependien- tesy por el cuasidelito obrado por un representante suyoo sus miembros en comin ™. ¢) Jurisprudencia deformante: es la que “deforma” o desvia el sentido de Ta norma legal para satisfacer lo que estima una necesidad de la vida. Ejemplo: 1°) ka admisién de la “incompatibilidad de caracteres” como causal de divorcio, concep- to extrafio al de “injurias graves” que la ley prevé para ello '23, 2°) fa negacién de alimentos al cnyuge divorciado que lleva vida inmoral !24, 3°) la inadmisibilidad del cobro de alimentos que se han dejado acumular. no obstante lo dispuesto en el art, 4027, inc. 1°, Cédigo Civil, que autorizaria la percepcién de los atrasos hasta 5 afios !25, 4°) la inadmisibilidad del lucro pretendido por el cesionario de un cré- dito a costa de la sucesién de su hermano 126 4) Jurisprudencia derogatoria, es 1a que elabora el régimen a que ha de su- jetarse cierta situacién, contraviniendo lo dispuesto por la ley. Ejemplos: 1°) lacon- cesién al vendedor de inmuebles de la facultad de resolver el contrato en razén del incumplimiento de las obligaciones a cargo del comprador, no obstante lo dispues- to por los arts. 1204 (antiguo) y 1432 del Cédigo Civil !?”, 2°) el levantamiento de la prohibicién de adoptar por quien tiene hijos legitimos o extramatrimoniales re- conocidos, que habfa dispuesto el art. 5°, ines. a) y b) de la ley 13.252, cuando me- dia conformidad de los hijos !28. 12 Cam. Civ., Sala “A”, voto del autor que estudia el punto, publicado en “L.L.”. t. 93, p. 656. Como en los casos citados en las dos notas anteriores, la ley 17.711 ha concordado la letra del art. 43 con la jurisprudencia imperante, a través de una formula que ha suscitado observaciones (véase nuestra obra antes citada, ps. 23 y ss., n° 3). 133 Cém, Civ. 14, “J.A.", t. 23, p. 813; id., t. 25, p. 1316; Cam, Civ. 2%, “J.A.",t.7, p. 459: fd., t. 12, p. 376 Contra esa jurisprudencia que importaba claramente la creacin de una nueva causal de divorcic: no contemplada por Ia ley, han reaccionado los tribunales que actualmente rechazan el divorcio fundado en esos motivos: Cém. Civ., Sala “A”, 2 de noviembre de 1958, causa n° 41,559 (fallo inédito); fd., Sala °C”, “L.L.”, t. 68, p. 412, yt. 77, p. 567; Cam. Civ. 1", “J.A.”,t. 75, p. 316; id. “I.A.”, 1943-II, p. 405; Cm. Civ. 2%, "L.L.”,t. 22, p. 552. 14 Cam. Civ. 2", “Gac. Foro”, t. 108, p. 251; fd., “LL.” t. 16, p. 839. Sobre este asunto la ley 17.711 admitis que se reitere el juzgamiento en materia de divorcio para lograr la declaracién de culpabilidad, por su inconducta posterior, de un cényuge que fue inocente del divorcio, lo que arrastra la pérdida de varios derechos, incluso los alimentos (véase art. 71 bis de la ley 2393, y nuestra obra citada en nota 120, ps. 404 y ss.). Esta cuestidn se encuentraactualmente regulada por los arts. 207 y 218 del Codigo Civil 125 Cm. Civ. en pleno, “J.A.”, 1954-II, p. 832 y “L.L.”, t. 75, p. 737. 126 Cam. Civ. 1°, “J.A.”, 1943-V. p. 248. "27 Cam, Civ. en pleno, “I.A.”, 1953-II], p. 52. 128 Cém. Civ. en pleno, “L.L.”, t. 97, p. 72. La Ley de Adopcisn 19.134 ha regulado el punto con un criterio distinto al de esa jurispru- dencia. Lo mismo sucede con ta nueva Ley de Adopcién 24.779, incorporada al Cédigo Civil ‘como Titulo LV del Libro Primero, Seccién Segunda. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL, 75 72 bis. LA SENTENCIA COMO FUENTE DE DERECHO; CARACTERES; NA- TURALEZAJURIDICA.— Dado que la jurisprudencia se constituye por la rei- teracién uniforme de las sentencias judiciales cuadra dar el concepto de es- tas dltimas. Se puede decir siguiendo la orientacién de L6pez Olaciregui (en su ac- tualizacion al Tratado de Salvat, t. I, n°27-A) que la sentencia es un acto ju- risdiccional emanado de juez competente, que esta fundado en derecho y soluciona un conflicto, por modo que obliga a las partes. Si se penetra en la sustancia de ese acto se advierte que laten en él dos elementos, uno racional y otro de autoridad 0 jurisdiccional. El elemento racional aparece en los considerandos de la sentencia sin los cuales ésta careceria de validez. Trasunta el razonamiento seguido por el magistrado para llegar a la conclusion que se estima correcta y atiende al fundamento en que se sustenta el orden normativo aplicado. El elemento de autoridad, 0 jurisdiccional, resalta en la parte dispositiva de la sentencia que impone con la fuerza de un Poder del Estado (el Judicial) ladecisi6n que el 6rgano al que pertenece ese poder (el juez) ha definido decla- rando la solucién de derecho que corresponde aplicar en el caso dado. Luego se impondré el efectivo cumplimiento de lo decidido en el tramite de ejecucién de sentencia que ordena a instancia de parte el mismo magistrado. Finalmente, cuadra decir que bajo el prisma de su naturaleza juridica, la sentencia es concebida como un acto juridico (conf. art. 944, Céd. Civ.) que tiene la peculiaridad de emanar de un érgano jurisdiccional que ejerce un poder del Estado. 73. MEDIOS PARA LOGRARLA UNIFORMIDAD DELA JURISPRUDENCIA.— Launiformidad de la jurisprudenciaes una necesidad social y la mejor garantia deestabilidad juridica. La contradiccién entre dos fallos sobre una misma cues- tidn revela una vida juridica precaria, porque siendo el derecho el ordenamien- to social justo, aquel hecho comprueba que en una de las dos especies no pre- valecié la justicia, no obstante la buena voluntad que haya movido a los jueces encada caso. Una organizacién judicial que permite semejante cosa con el es- cdndalo popular consiguiente, es sumamente deficiente. Por esto mismo des- prestigia a la judicatura al dejar librado el resultado de los pleitos al azar de las reglas de competencia y de tumo de los jueces, lo que es inaceptable “porque laconvivencia decente y armoniosa depende en gran medida de que cada ha- bitante tenga la sensacién de que en los jueces tiene el amparo seguro de su de- recho y la sancién inexorable de su falta” , 129 Arauz Castex, M., Derecho Civil, Parte General, Bs. As., 1955, t.1.n° 74, p. 48. 716 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS Los medios para lograr la uniformidad de la jurisprudencia son: a) el recurso de inaplicabilidad de la ley, b) el recurso extraordinario, y c) el re- curso de casaci6n atin no instituido en nuestro pais. Daremos una nocién de tales recursos. . 74. a) RECURSO DE INAPLICABILIDAD DELEY.— Este recurso est organizado desde antiguo en la provincia de Buenos Aires y lo ha sido hace afios en el orden nacional por el decreto-ley 1285/58, habiéndolo mantenido el Cédigo Procesal Ci- vil y Comercial de la Nacién, en sus arts. 288 a 303. Su finalidad consiste en el man- tenimiento de una interpretacién uniforme del derecho por los tribunales de una misma jurisdiccién, lo que se obtiene mediante la revisi6n que hace un tribunal de Ja sentencia dictada por otro, generalmente de jerarquia inferior, para apteciar si la ley aplicada ha sido interpretada correctamente. No se trata de una revisi6n para in- dagar la justicia del fallo con arreglo a los hechos controvertidos por los litigantes, sino de la sola apreciacién acerca de la correcta interpretacién del derecho aplicable. En la provincia de Buenos Aires el recurso se sustancia ante la Suprema Corte de Justicia provincial respecto de las sentencias dictadas por las distintas CAmaras de Apelaciones, En la Capital Federal, y en las provincias en el fuero federal, el recurso de ina- plicabilidad de ley, se interpone dentro de los diez dias de notificada Ia sentencia definitiva, ante la Sala que la pronuncié (art. 292) y la que sigue en orden de turno determina su admisibilidad, la existencia de contradiccién y la suficiencia de fun- damentacién (art. 293). Procede cuando la sentencia objetada contradice otra ante- rior del tribunal siempre que el precedente haya sido mencionado concretamente por el interesado y hubiese sido dictado dentro de los diez afios anteriores (conf. art. 288, Céd. Proc. Civ. y Com. de la Nacién). La doctrina sentada en el fallo plenario debe ser aplicada obligatoriamente por los jueces de la misma Camara y de primera instancia subordinados a ella, todos los cuales podrén dejar a salvo su opinién per- sonal contraria (art. 303 del Cédigo antes citado). 75. b) RECURSO EXTRAORDINARIO.— Este recurso de apelacién extraordina- rio para ante la Corte Suprema de Justicia de la Nacién no tiene como objetivo in- mediato la uniformidad de la jurisprudencia pero produce ese resultado con rela- cién asu materia propia por ser nico el tribunal de alzada. De ah Ia necesidad para los tribunales inferiores de ajustarse a lo decidido por la Corte, pues en caso con- trario sus sentencias podrdn ser revocadas por via de este recurso. El recurso extraordinario est reglado por el art. 14 de la ley 48, y tiende a man- tener la supremacia de la Constitucién y de los derechos fundados en ella, asi como de las leyes nacionales dictadas en su consecuencia, de los tratados con las naciones ex- tranjeras, y de lo dispuesto por las autoridades nacionales. Procede este recurso respec- INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL Ti to de las sentencias definitivas dictadas por los tribunales de siltima instancia de cada jurisdiccién local, es decir de cada provincia y de la Capital Federal 76. c) RECURSO DE CASACION.— Remitimos a lo que expresamos en los niims. 78-79. 77. SENTENCIAS OBLIGATORIAS.— Son las que dictan las Camaras Na- cionales de Apelaciones, que estan integradas por Salas, cuando se redinen en pleno, ya por propia iniciativa, ya para sustanciar algtin recurso de inaplicabi- lidad articulado respect de la sentencia dictada por una Sala del tribunal (conf. art. 303 del Céd. Proc. Civ. y Com. de la Naci6n). Los disidentes, como antes se ha dicho, pueden dejar a salvo su opini6n, pero deben ajustar las ulteriores decisiones a la doctrina del fallo plenario. Poresto la sentencia plenaria resulta obligatoria para lo futuro en cuan- toa la doctrina legal que ella ha definido. De ahi que constituya una verda- dera fuente formal de derecho de la que emana una norma juridica valida para todas las situaciones posteriores "3", 78. EL RECURSO DE CASACION EN EL DERECHO COMPARADO.— El recurso de casacién es el remedio instituido para uniformar la jurisprudencia dentro del ém- bito territorial donde se aplica un mismo derecho. ‘Aun cuando dentro de un pais exista una legislacién uniforme, por razén de las diversas jurisdicciones territoriales en que el pafs esté dividido, hay el peligro de que la te6rica uniformidad legislativa resulte de hecho fraccionada en tantas di- versidades como distritos judiciales puedan existir Para eludir este grave inconveniente, en los paises europeos tales como Fran- cia, Italia, Espafia y Alemania, se ha creado un tribunal llamado de casacién con ju- risdiccidn en todo el territorio del pais, cuyo cometido es apreciar la interpretacién del derecho que han efectuado los tribunales de tiltima instancia de cada circuns- cripeién judicial. Siel tribunal de casacién entiende que la interpretacién realizada 130 Una nocién clara y sencilla del recurso extraordinario brinda Juan Carlos Beccar Varela en “Aspectos practicos del recurso extraordinatio”, publicado en “J... 1959-VI, sec. doctr.,p. 75, Para un conocimiento completo del tema remitimos a Esteban Imaz y Ricardo E. Rey. El re- curso extraordinario, ed. Jurisprudencia Argentina, 131 Sobre el tema de la obligatoriedad de las sentencias plenarias, véase Ia opinién discordan- te de José C. Sartorio en “La obligatoriedad de los fallos plenatios. Su inconstitucionalidad”, pu- blicado en “L.L.”, t.96, p. 799. Comp. Gottheit,J., “La obligatoriedad de los fallos plenarios. Su constitucionalidad”.en“L.L.”, . 96, p. 874, Especialmente recomendable, sobreel tera, €s lalec~ tura de las armpliaciones de Lépez Olaciregui, J. M.,al Tratado de Salvat, Parte General, ed. 1964, tL. niims. 27-A a 30-A, esp. ps. 76-77. 78 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS por los tribunales de distrito no es adecuada, casa —anula, del francés “‘casser”— la sentencia dictada, variando segtin los sistemas, las ulterioridades del procedimiento. En el sistema francés e italiano, anulada la sentencia por el tribunal de casa- cin, se remite el pleito para su pleno juzgamiento a otro tribunal de distrito, el cual puede libremente coincidir o no con el tribunal de casacién acerca del derecho apli- cable y su interpretacién: si lo primero, juzgael pleito conforme al criterio de coin- cidencia; si lo segundo declara su disconformidad y eleva el expediente para que la Corte de Casacién, en pleno, se pronuncie sobre el punto de derecho en cuestién. Cuando el criterio del tribunal de casacién sea mantenido por la Corte en pleno, se girard el pleito a un tercer tribunal de distrito para que lo juzgue conforme a la doc- trina juridica que se ha fijado, sin libertad para dejarla de lado. En este procedi- miento el recurso de casacién se refiere exclusivamente al andlisis del derecho. apli- cable sin juzgar de los hechos de la causa. Enel sistema espafiol, cuando el Tribunal Supremo casa la sentencia dictada por los tribunales de distritos, dicta nuevo pronunciamiento sobre el fondo del asunto, juzgando asimismo de los hechos de la causa. No hay, pues reenvio del ex- pediente a otro tribunal. En pura teoria hay mayor perfecci6n en el sistema francés porque el tribunal de casacién se mantiene siempre en el plano del derecho, sin atender a las circuns- tancias de hecho propias de cada pleito, cuyo juzgamiento no le incumbe. Pero en Ja practica el trmite resulta excesivamente dilatorio de la solucién final. 79. NECESIDAD DEESTABLECER EN EL Pa[S UN TRIBUNAL DECASACION.— En nuestro pafs existe el peligro de que la aplicacién de los cédigos Civil, Comercial, Penal y de Minerfaen cada provincia y en la Capital Federal, que constituyen 24 ju. tisdicciones independientes, convierta « cada c6digo en tantos como jurisdicciones existen, por la posible prevalencia de criterios interpretativos diferentes. Un conato de establecimiento de tribunal nacional de casacién fue insinuado en la reforma constitucional de 1949, la que atribufa (art. 95) a la Corte Suprema funciones de tal, luego de reglamentarse por ley el recurso de casacién correspon- diente, lo que nunca lleg6 a hacerse, sin duda porque para que pudiera funcionar la Corte en ese cardcter se hacia indispensable elevar varias veces el ntimero de miembros del tribunal. Para evitarel fraccionamiento.o mosaico de la legistaci6n de fondo, que los cons- tituyentes quisieron fuera uniforme en todo el pais, es necesario dictar una ley de crea- ci6n del tribunal nacional de casacién, que no repugna al art. 75, inc. 12 de la Consti- tucién Nacional reformada en 1994 porque ese tribunal no hard “aplicacin” de los cédigos Civil, Comercial, Penal, de Mineria y del Trabajo y Seguridad Social que el precepto referido ha reservado a los tribunales locales, sino que se limitard a “fijar” la interpretacién aplicable, dejando su aplicacién al tribunal que deba intervenir segin las reglas procesales de cada provincia y de la Capital Federal 132-133, 132-33 Sobre cl punto consultar Spota, AlbertoG., Tratado....t.1. vol. 1°, mims. 147 s8., ps. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL. 719 § 7. La doctrina de los autores. Importancia. Antecedentes histéricos. Derecho moderno. Su influencia en la evolucin del derecho. Doc- trina nacional y extranjera. 80. LA DOCTRINA: IMPORTANCIA.— Observa Planiol que la doctrina juega en la ciencia dal derecho el mismo papel que la opinién ptiblica en la politica, el que es muy considerable, pues orienta la interpretaci6n que cua- draefectuar del derecho y prepara, por su labor critica y por el valor de laen- sefianza, muchos cambios en la legislacién y en la jurisprudencia. Esto explica la importancia de la doctrina en la evolucién del derecho, pero aun respecto del derecho positivo vigente la doctrina es elemento ca- pital de su conocimiento, porque la jurisprudencia, que hace vivir el dere- cho, suele tomar los principios de sus decisiones de la cantera inagotable que le proporciona la doctrina de los autores. 81. ANTECEDENTES HISTORICOS.— En Roma la influencia de los doctrina- rios del derecho fue fundamental. En un principio los patricios, como tinicos inicia- dos en el conocimiento del “jus civile”, acogfan a la clientela que los consultaba y le daban sus respuestas, a modo de un oréculo. Después de la publicacién de las XII Tablas y alcanzada la igualdad politica por los plebeyos, se salié de aquella especie de misterio difundiéndose la profesién de jurisconsulto, que no consistia solamente en la evaluacién de consultas sino también en la ensefianza del derecho abierta a todos. Tiberio Coruncanio fue el pri- mer plebeyo que llegé a la dignidad de gran pontifice y ademds ejercié la profesin del derecho. Luego de él, dice Cicerén, muchos le siguieron y cerca de 50 afios des- pués el Senado obsequid a Escipidn Nasica una casa en la Vfa Sacra para que pu- diese ser consultado més facilmente. Segiin Cicerén, en su tiempo, la profesi6n de jurisconsulto se resumiaen cua- tro palabras: “respondere”, “cavere”, “agere” y “scribere”, es decir, responder a las consultas, aconsejar las precauciones legales en los negocios, representar y patro- cinar en los juicios, y ensefiar niediante la publicacién de libros de derecho. Prac- ticando esta tiltima actividad, Quinto Mucio Scévola constituy6, segtin Pomponio, el “jus civile”, es decir, el derecho fundado por los pretores desarrollado en su con- junto general a través de 18 libros. La gravitacién e influencia de los jurisperitos fue grande en Roma. Su pen- samiento y doctrina, por el crédito que merecia y por la autoridad del saber, lleg6 a ocupar un lugar sefialado como fuente de derecho, pues los Pretores lo seguian habitualmente. El dictamen del jurisconsulto no se imponfa al Pretor como obliga torio: su autoridad no era individual, sino de conjunto por la coincidencia de pare- 439 ss.,y especialmente sobre la distincin entre la aplicacién y la interpretacién de los cédigos, n° 164, p. 471, 80 JORGE JOAQUIN LLAMBiAS Ceres, por el poder de la l6gica y por la utilidad que brindaba al buen sentido de los romanos. Augusto acord6 a ciertos jurisconsultos la facultad de evacuar consultas con fuerza de ley: eran los que gozaban del “jus publice respondendi ex autoritate prin- cipi”. Los demas jurisconsultos ejercitaban el “jus publice respondendi sine aucto- ritate principi” e influfan sobre los jueces por el vigor y légica de sus opiniones. En la primera mitad del siglo 11, el emperador Adriano modificé el sistema exigiendo, para que tuviesen fuerza de ley, que las opiniones de los jurisconsultos dotados del “jus publice respondendi” fueran concordantes. Pero como mantuvie- Fon su valor las opiniones escritas de los jurisconsultos oficiales fallecidos prolife- raron las normas de este cardcter a tal punto que se hizo necesaria una seleccién de fuentes doctrinarias: tal el sentido de la ley de citas de los emperadores Teodosio TLy Valentiniano III (afio 426) que s6lo acordé valor de fuente formal a los textos de Papiniano, Paulo, Ulpiano, Modestino y Gayo, y a los citados por éstos proban- dose la autenticidad de la cita. Justiniano extinguié a la doctrina como fuente formal de derecho después de re- coger en el Digesto las opiniones de los jurisconsultos més valiosas. Pero la fuerza de ellas, a partir de entonces, no provenia de su origen doctrinario, sino de haber pasado a ser texto legal comprendido en el Corpus Juris Civilis. Se dio asf una evolucién in- teresante de opiniones doctrinarias que quedaron condensadas en un texto legal 82-83. LA DOCTRINA EN EL DERECHO MODERNO.— En nuestro tiem- po la doctrina de los autores no constituye una fuente formal del derecho, porque ella no impera en virtud de una autoridad que se impongaal intérpre- te independientemente del asentimiento intelectual de éste. La doctrina vale como expresi6n o traduccién del derecho por la fuerza de conviecién que ella es capaz de transmitir. Y desde este punto de vista la importancia de la doctrina como fuente cientifica del derecho, en el decir de Gény, es innega- ble, porel sistematico conocimiento del ordenamiento juridico que ella pro- porciona, al mostrar al intérprete todas las posibilidades del derecho posi- tivo. Por lo demis, de ordinario, las cuestiones dudosas 0 controvertidas se deciden por la postura que frente a ellas asume la doctrina. § 8. La equidad. Nocién. Su arraigo constitucional. Conflicto con Ia ley y modo de resolverlo. 84. NOCION DE LA EQUIDAD.— La equidad es la versién inmediata y directa del derecho natural, o como dice Savatier, “el derecho natural inter- pretado objetivamente por el juez” ™, 1 Savatier, R., Cours de Droit Civil, 2 ed., Parts, 1947, t. 1.n® 22, p. 15 INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL, 81 Recordamos con Casares que el derecho natural es “aquel conjunto de prime- 10s principios del orden juridico que deben informar esenciaimente toda legisla- cién positiva para que sea de veras derecho o asignacién de lo propio a cada uno de acuerdo con las esenciales exigencias de la naturaleza humana en cada cir- cunstancia” !35, De aqui se sigue que la equidad ampara los bienes fundamentales del hombre cuya privacién trae consigo ta pérdida de la existencia o condicién humanas, Desde luego ese amparo de bienes humanos fundamentales es de ordinario Jogrado por el derecho positivo que, segtin se ha explicado, es la traduccién del de- recho natural a una circunstancia histdrica concreta determinada. Y, en especial, el amparo lo brinda la ley, quees el principal medio de expresidn de derecho positivo. Pero, como dice Savatier, “si la ley procura traducir el derecho natural, una traduccién mas completa y detallada debe hacerse a la medida de los casos concre- tos y de sus exigencias. La ley no ha podido prever la variedad y multiplicidad de Jos mismos, El juez se servird, pues, de la equidad para decir el derecho cuando el legislador es oscuro o cuando es incompleto” ". Adviértase que la equidad proporciona el criterio para arribar a una solucién de especie que, segiin dice Aristételes, obtiene “una dichosa rectificacion de la jus- ticia rigurosamente legal”. Para Arist6teles hay ciertas materias rebeldes a una su- jecion a normas generales. “Y asf en todas las cuestiones respecto de las cuales es absolutamente inevitable decidir de una manera puramente general, sin que sea po- sible hacerlo bien, la ley se limita a los casos més ordinarios, sin que disimule los vacios que deja. La ley no es menos buena por esto; Ia falta est por entero en la na- turaleza misma de las cosas, porque ésta es precisamente la condicién de todas las. cosas précticas. Por consiguiente, cuando la ley dispone de una manera general y en los casos particulares hay algo excepcional, entonces, viendo que el legislador calla o que se engajia por haber hablado en términos absolutos, es imprescindible corregirle y suplir su silencio...” “Lo propio de lo equitativo consiste precisamente en restablecer a ley en los puntos en que se ha engafiado a causa de la férmula ge- neral de que se ha servido” 137, Con ello se denota la funcién complementaria de la ley que incumbe a la equidad en virtud de la “indocilidad” de cierta materia juridica para sujetarse a la generalidad de la ley. Esa es también la funcién que desempefia la equidad cuan- do conscientemente la ley adopta una directiva flexible que se remite a ella, v.gr., el art. 4° de la Constitucién Nacional en su exigencia del cardcter “equitativo” de Jos impuestos a establecerse. Pero ademiés, la equidad Ilena una funcién principal como medio de expre- sién del derecho, ya en un aspecto positivo, ya negativo. "5 Casares, Tomés D., La justivia y el derecho, 2 ed., p. 292. 136 Savatier, R., op. cit loc. cit 157 Aristételes, Etica a Nicémaco, libro V, capitulo X. 82 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS Enelaspecto positivo la equidad da origen a la obligaci6n natural. En efecto, el art. 515 establece: “Las obligaciones son civiles o meramente naturales. Civiles son aquellas que dan derecho a exigir su cumplimiento. Naturales son las que, fun- dadas s6lo en el derecho natural y la equidad, no confieren acci6n para exigit su cumplimiento, pero que cumplidas por el deudor, autorizan para retener lo que se ha dado por raz6n de ellas...”. En este caso la equidad es una fuente de eficacia ju- ridica restringida. En el aspecto negativo la equidad impide que una prerrogativa individual fundada en una norma de derecho positivo menoscabe una facultad 0 atribucién fundada en el derecho natural. 85. ARRAIGO CONSTITUCIONAL DELA EQUIDAD. CONFLICTO ENTRE LA EQUI- DAD Y LA LEY Y MODO DE RESOLVERLO.— Si se recuerda cudl es la influencia del derecho natural sobre el derecho positivo —véase supra n° 28— se comprenderé que el aspecto negativo a que se ha aludido en el parrafo anterior, constituye el 4m- bito propio y ordinario de vigencia de la equidad 0, mejor dicho, de paralizacién de la iniquidad legal. Casares ha visto con singular lucidez cudles son las virtualidades de este principio de operacién jurfdica que es 1a equidad. Comienza por establecer el propésito general y esencial de la Constitucién Nacional expresado en el Preém- bulo, segdin el cual uno de los fines de la organizacién polftico-social argentina es “afianzar la justicia”, que no significa solamente afianzar el Poder Judicial. “Una magistratura sabiamente organizada, obligada a aplicar sin recurso alguno leyes inicuas, no afianza Ia justicia sino la iniquidad” !38. Elart. 59 del antiguo Cédigo de Procedimientos de 1a Capital Federal parecfa oponerse aesta supremacia de la equidad sobre la iniquidad legislativa, Ese precep- to disponia: “El juez debe siempre resolver seguin la ley. Nunca le es permitido juz- gar del valor intrinseco 0 de la equidad de la ley”. No obstante, nos parece claro que ese texto requerfa una adecuada interpre- tacién conforme a la directiva emanada de la propia Constitucién, ya que en la li- teralidad de sus términos resultaba francamente inconstitucional. Desde luego, el juez no puede juzgar de la perfeccién de la ley en orden asu conveniencia oa la po- litica legislativa que incumbe determinar al Poder Legislativo, pero de su justicia —cuyos principios estén por encima de toda consideracién circunstancial y todo ctiterio subjetivo, porque provienen de la naturaleza de las cosas—, de la justicia de la ley, dice Casares, “no s6lo puede juzgar sino que debe hacerlo: 1°) porque es un imperativo de la conciencia; 2°) por respeto a la Constitucién, ley de las leyes (art. 31, Const. Nac.), que manda que lajusticia sea afinzada. ;Cémo? Sancionando el Estado leyes justas, aplicdndolas los jueces estrictamente cuando son justas, y negdndose a aplicarlas por respeto a la justicia, que es en esto respeto a la Consti- 138 Casares, T. D., op. cit., p. 284. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL, 83 tuci6n, cuando las leyes violan los principios esenciales del orden justo que el Es- tado debe mantener” }?9, . En suma la equidad es incuestionablemente una fuente de derecho, o medio de expresidn del mismo. Pero es menester formular una observacin importante. Como la equidad aplicada en todo y por todo puede quebrantar la seguridad de la ley positiva, a veces cuando el bien que pueda quebrantar 0 menoscabar la ley no sea primordial para la existencia y dignidad del hombre, la prudencia aconseja que ceda la equidad ante la ley para que se salve el orden de la sociedad. Otra cosa “seria una obstinacion injusta de la justicia, porque pretenderfa mantener perpetuamente una sociedad en estado deplorable —de inseguridad juridica— por no privar de su derecho a un individuo” 1°, La opcién, en los casos de conflicto, entre la equidad y la ley positiva serd otra tarea del “buen sentido” del intérprete que deberd orientarse porel criterio que queda sefialado. 85 bis. EXPANSION DEL PRINCIPIO DEEQUIDAD. LEY 17.71 1—Laley 17.71 ha reconocido la penetracién de la equidad en el derecho positivo vi- gente. Entre los varios supuestos que trasuntan la influencia de la equidad para definir la solucién apropiada mencionaremos los siguientes: 1) Segtin el agregado hecho al art. 907, en caso de dafio involuntario los jueces pue- den disponer un resarcimiento a favor de la victima del dajio, fundados en razones de equidad, y teniendo en cuenta la importancia del patrimonio del autor del hecho y la situacin personal de la victima “bs; 2) La reforma in- troducida en el art. 954 prevé que en los casos de vicio de lesién, el perju- dicado puede demandar la nulidad del acto o un reajuste equitativo del con- venio; por su lado, el demandado por accién de nulidad puede mantener la validez del acto ofreciendo un equitativo reajuste “1; 3) Segiin el agre- gado efectuado al art. 1069 es posible reducir equitativamente la indemni- zacién a cargo del autor de un acto ilicito culposo en funcién de la situacién patrimonial del deudor "92; 4) EI nuevo art, 1198 incorpora al derecho po- sitivo la teorfa de !a imprevisién !49%is3, Ep tal caso el demandado por reso- 9 Conf. Casares, T. D., op. cit, ps. 284-285. 40 Taparelli, citado por J. M. Bargallé Cirio, Sociedad y persona, Bs. AS., 1943, p. 195. 8S Con respecto a las indemnizaciones de equidad remitimos a nuestra obra Estudio de a reforma del Cédigo Civil. Ley 17.711, ps. 212 y ss. HObIs! Acerca de la incorporacién del vicio de lesi6n ‘subjetiva remitimos a nuestra obra ci- tada en la nota anterior, ps. 57 y ss...e infra n® 1475 bis. '40bis2 Con respecto a la atenuacién equitativa de la responsabilidad por culpa, remitimos muestra obra citada en nota 140 bis, ps. 227 y ss 19885 Acerca de la teoria de la imprevisin que aparece incluida en el nuevo art. f 198 det (Cd. Civil, remitimos a nuestro Trarado de Derecho Civil, Obligaciones, t. 1, miims. 214-230. 84 JORGE JOAQUIN LLAMBIAS lucién de un contrato que se ha tornado excesivamente oneroso para el ac- tor, por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, puede “impedir la resolucién ofreciendo mejorar equitativamente los efectos del contrato” (nuevo art. 1198, “in fine”); 5) Seguin el art. 1316 bis sancionado por la ley 17.711 “los créditos de los cnyuges contra la sociedad conyugal al tiempo de la disolucién de ésta, se determinardn reajustandolos equitativamente, teniendo en cuenta la fecha en que se hizo la inversion y las circunstancias del caso”. Es de notar que sin duda por un olvido del legislador no se ha con- templado la situacién inversa de créditos de la sociedad conyugal contra al- guno de los esposos, por el aprovechamiento que éste hubiere hecho en sus bienes propios de fondos gananciales, supuesto en el cual corresponde, sin embargo, aplicar la misma soluci6n; 6) También influye la equidad para re- ducir la utilidad pactada a favor del locador, cuando el duefio de la obra de- siste de su ejecuci6n (conf. nuevo art. 1638). Esta solucién recoge una con- vincente jurisprudencia “bi; 7) Segdn el agregado hecho al art. 3477 el valor que debe colacionar el heredero que ha recibido en vida del causante algtin beneficio, debe computarse al tiempo de la apertura de la sucesi6n. Empero, como tratandose de créditos o sumas de dinero, el valor de esos bienes es inalterable, la nueva disposicién autoriza a los jueces a “determi- nar un equitativo reajuste segtin las circunstancias del caso”. De ese modo se puede templar la influencia negativa de la inflacién que resultaria muy in- justa para los herederos no beneficiados con la donacién si los valores co- lacionables tuviesen que computarse en funcién de las cifras del tiempo en que las donaciones fueron hechas, tal como Jo disponia el antiguo art. 3602. Los preceptos enunciados muestran la honda penetracién de la equi- dad en el ordenamiento juridico vigente, lo cual ha de computarse como un mérito sobresaliente de la reforma aportada por la ley 17.711. 140 bis4 } antiguo art. 1638, que autorizaba al duefio de la obra a desistir de ella en cualquier momento, lo obligaba a indemnizar a locador por “todos sus gastos, trabajo y utilidad que pudiera obtener por el contrato”. No obstante, algunos fallos entendieron que la utilidad mentada no era el precio de la locacién, sino la ntilidad lfquida, luego de descontados los gastos ahorrados en vir- tud de la no prosecucién de la obra (Cm, Civil, Sala “A”, causa “Palmieri c/Ryan’ del 22 de julio de 1959; fd.,"J.A.”, 1964-11. p. 360, "L.L.”,t. 112, p. 392, y “El Derecho”, t. 5, p. 604; conf. Cém. Civ.. Sala “D", "L.L.", t. 74, p. 254), como también los probables ingresos que el constructor hu- biera podido lograr mediante el empleo a favor de terceros de ta misma actividad profesional que result6 liberada por el desistimiento de la obra (fallos citados de la Cim. Civ. Sala “A”, conf. Cam, Civ. 1* Capital, “J.A.”, 66. p. 846: Cém. Civ. 2° Capital, “J.A.", 1943-1V, p. 353). La ley 17.711 ha experimentado la influencia de esa convincente jurisprudencia que evita un enriquecimiento sin causa. INTRODUCCION AL DERECHO CIVIL, 85 § 9. El derecho comparado. Nocién. Importancia. 86. NOCION DEL DERECHO COMPARADO.— El derecho comparado consiste en el estudio de las diversas instituciones juridicas a través de las legislaciones positivas vigentes en distintos paises '4'. 87. IMPORTANCIA Y VIRTUALIDADES DEL DERECHO COMPARADO.— Dos concepciones diferentes se han esbozado respecto del cardcter de esta ciencia. Para unos autores —es la concepcién de Saleilles—, el derecho comparado es una disciplina auxiliar del derecho nacional positivo que contribuye a reforzar Jas soluciones de éste 0 insinuar sus cambios. Para otros autores —es la concepcién de Lambert—es una ciencia principal, auténoma, que pone de relieve el fondo comtin de las diversas legislaciones posi- tivas, con lo que permite alcanzar el conocimiento de las leyes, de la evolucion de dichas legislaciones, las finalidades perseguidas y la existencia de principios que reciben una adhesin més o menos numerosa. Nosotros aceptamos la primera opinidn porque no rendimos tributo al posi- tivismo juridico. El criterio de verdad, en el orden jurfdico —justicia inmanente mds circunstancia social concreta—, no resulta del estudio del derecho compara- do, sino que le precede y sirve para enjuiciar axiol6gicamente al derecho compa- rado prevaleciente en una época determinada. Por eso, si se lo encara como ciencia auxiliar del derecho nacional, el derecho comparado tiene efectiva utilidad y de- sempeiia el papel de un ingrediente del método de interpretaci6n. No se trata, dice Saleilles, de fundir el derecho local en un sistema comparativo unificado, respecto del cual cada legistacién nacional no seria sino una rama divergente, como se po drfa decir, por ejemplo, de las codificaciones alemanas, con relacién al derecho co- miin alemén anterior a la sancién del Cédigo de 1900. Se trata de “estudiar princi- palmente, en una o varias legislaciones dadas, el funcionamiento de la institucién en la cual se busca inspiracién a fin de examinar de cerca la organizacisn practica, pesar las ventajas e inconvenientes y preguntarse cudles han sido los resultados ad- quiridos” ! Desde este punto de vista es incuestionable la importancia del derecho com- parado, tanto més cuanto la evolucién social y econdmica de los pueblos se orienta hasta un tréfico més frecuente de personas, ideas y bienes. 88. METODO DE DERECHO COMPARADO.— Corresponde sefialar dos orienta- ciones metodolégicas en la investigacién referente al derecho comparado: a) inves- ‘'4U Para intensificar ef estudio del tema remitimos a Spota, A. G., Tratado..., t. I, vol. 1°, riims. 118 y ss., ps. 365 y s., si bien este autor encara el tema con criterio distinto del sostenido or nosotros. 12 Saleilles, R., cit. por Spota, A. G., Traiado..., t. 1, vol. 1°, n? 119, p. 366, nota 3. 86 JORGE JOAQUIN LLAMBiAS tigacidn restringida a legistaciones de similar afinidad cultural; b) investigacién amplia a través de toda clase de legistaciones. Conforme al criterio adoptado en el parrafo precedente, entendemos que el método apropiado es el primero de los mencionados, pues ninguin rigor cientifico puede esperarse de investigaciones que indiscriminadamente computan los datos provenientes de legislaciones carentes de homogeneidad cultural. 89. S{NTESIS FINAL.— En suma, considerado el derecho comparado como fuente de derecho, sélo tiene el valor de elemento corroborante de la solucién indicada por otro medio de expresién del derecho nacional, v.gr., cuando se admitié la vigencia, en nuestro pats, del principio que veda el abuso del derecho "3, aun con anterioridad a la reforma del art. 1071 efec- tuada por la ley 17.71. Pero, en cambio, si se trata de considerarlo como factor computable en el trance de sancionar la ley y especialmente elaborar un cédigo, entonces el derecho comparado suministra un aporte de inapreciable valor, como ocurre cuando se trata de formar opinién sobre la inhabilitacién del prodigo o sobre la conveniencia de adoptar la lesién enorme, t6picos sobre los cua- les la experiencia del derecho comparado sugiere una orientacién definida que no debe ser desatendida. La ley 17.71 | se ha afiliado aesa tendencia del derecho universal, en lo que toca a los institutos mencionados: véanse art. 152 bis y nuevo art. 954. '43 Asi loha sostenido el autor en el voto dado como juez.integrante de la Sala “A” de Ia Cé- ‘mara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal, en el juicio “Consorcio de Pro- pietarios Paraguay 1148 c/Migone, Alberto”, publicado en “L.L.”, t. 101, p. 635.

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