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LOS INTELECTUALES Y LAS INSTITUCIONES DE LA CULTURA josé joaquin brunner angel flisfisch Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales CAPITULO VI Los intelectuales en el campo cultural: los aparatos formativos y de comunicacién El campo cultural de la sociedad es un complejo de précti- as, instituciones y organizaciones, donde los intelectuales se insertan como sujetos, configurando a través de sus activida- des ese campo y, a la vez, desplegando actividades que ese mis- mo campo cn gran medida determina. Hay asf una vonstante interaccion entre sujetos y campo cultural, una determinacién recfproca en perpetuo movimiento entre unos sujetos que son los intelectuales y un conjunto de condiciones que son los presupuestos de sus actividades. El examen de la literatura sociologica pertinente, Hevada a cabo en los capitulos anteriores, permite enunciar la siguiente proposicién general: los intelectuales se sitian como sujetos en el campo cultural en cuanto portadores de determinadas posiciones y ejecutantes de ciertas funciones, en contextos que entrelazan estrechamente situaciones de poder y situaciones de mercado. Vistas las cosas desde ol lado active de la relacién, es decir, desde el punto de vista de ese sujeto que es el intelectual, el campo cultural aparece como un conjunto de condiciones que el intelectual entrenta 0 utiliza, con grados de libertad variables. En términos de nuestros objetivos en este libro, el conjun- to de condiciones que ol intelectual enfrenta e inotrumentaliza pueden analizarse segtin una triple distinci6n. Primero, la actividad intelectual consiste de procesos de formacién y expresién. En estos procesos, hay un condiciona- miento por determinados aparatos, que son especificos respecto de cada tipo de proceso. En otras palabras, loa intoloctualea actéan en el campo cultural de la sociedad condicionados por aparatos formativos y por aparatos de comunicacién Segundo, una vez que el intelectual ha consolidado su capital cultural, el campo cultural se le presenta como un dominio articulady Ue pusivioues yue le planted un double 97 problema: como acceder a posiciones que le permitan desempe- fiar su actividad, y cémo realizar su capital cultural a través de productos, materiales y simbélicos. Estos problemas exigen del jntclcciual wompostamicntos estratégivos, y ellos definen un segundo punto de vista: el de las estrategias elaboradas por los intelectuales para valorizar v realizar su capital cultural. Finalmente, no debe olvidarse que la valorizacion y realiza- cién del capital cultural se relaciona estrechamente con la biis- queda de influencia (poder), tal como 10 destaca 1a tradicion gramsciana. Hay aqu{ un tercer orden de cuestiones: las que se relacionan can las condiciones que le permiten al intelectnal convertir su saber en influencia. Es decir, cudles son las modali- dades que adopta en la préctica especffica del intelectual la conversion del saber en influencia. ‘Comenzaremos con el examen de los aparatos a través de los cuales tos intelectuales se forman y se expresan, a) Aparatos formativos El proceso de formacién de los distintos tipos de intelec- tuales es un complejo entrenamiento en el empleo de un capital cultural recibido por via familiar y acreditado por via educa- cional. Que el origen social de los intelectuales sea por lo general mesocratico ("pequento burgués") v yue el intelectual desvienda de familias pertenecientes a la clase alta (burgues{a)' tiene que ver, sabre tala, can la condicién inicial necesaria del ser intelec~ tual: la herencia familiar de un capital cultural. La apropiacién inicial de la cultura —entendida como apropiacion de unos c6di- {g0s lingilisticos elaborados, de ctertos esquemas ae percepcion, de pensamiento, de apreciacion y de accién®—, es decir, la adquicicion de na familiaridad con la eulhiea, es tina condicién que favorece, en ciertos grupos y clases sociales, 1a emergencia de intelectuales de su seno. Luego, la familia como “aparato” capaz. de transmiur un capital cultural juega un rol central en la formacin de los intelectualea. La escuela y, posteriormente, la universidad, confieren al capital cultural un valor de mercado al establecer “tasas de convertibilidad entre el capital cultural y el capital economico, 98 garantizado ol valor, on dinero, de un capital escolar determi nado"? Pero el sistema educacional puede, ademés, sustituir la carencia de un capital cultural inicial y, en ciertas condiciones especiales, convertiré el capital escolar transmitido en condicion para la emergencia de un intelectual desprovisto de “herencia familiar”. Por uno u otro concepto el aparato escolar es decisivo para Ia formacién de los diversos tipos de intelectuales. Sobre todo en la sociedad moderna, el efecto de escolariza- eién devione mis y més importante para lor intelectualec, En efecto, no solo depende de é1 la adquisicién del capital escolar, sino que la propia posibilidad de desempefiar roles intelectuales en la sociedad est sujeta crecientemente a la acreditacion del capital escolar acumulado, Esto es efectivo para el desempefio dol rol dol académico, pero también para ejercor las profeciones, ciertas funciones técnicas y, progresivamente, muchas funciones directivas, ‘En breve, la figura del intelectual modemo esté estrecha- mente vinculada, en cuanto a sus posibilidades de existencia, a lor aparatos que garantizan eu formacién: la familia y of sistema educacional. En el caso de este tiltimo, Ig universidad juega crecientemente un papel estratégico puesto que certifica el capital escolar requerido como condicion de entrada a una proporcién creciente de las posiciones intelectuales en la sacieriad Las notas precedentes se refieren, pues, a los aparatos for- mativos del capital cultural y escolar requerido para actuar y ser reconocido como intelectual en la sociedad. Mas el énfasis ha estado puesto, hasta aqui, en la carrera formativa individual de los intelectuales Ta otra cara de este proceso consiste en la reproduccion social de las condiciones formativas de los intelectuales. Gramsci se refiere a esto cuando constata que clertos grupos y no otros “producen” ciertos tipos de intelectuales*. Asi, las familias componentes de una determinada clase 0 grupo social transmitirén a sus hijos el capital cultural caracte- ristico de esa clase 0 grupo y, mas decisivamente, buscardin valorizario escolarmente en “los herederos”. Al efecto usarén estratégicamente las oportunidades educacionales accesibles y buscarin modificarlas en su favor cada ver que las condiciones 99 de distribucién del capital escolar se vean alteradas en su perjui- cio. Por ejemplo, cada vez que la encefianza ce masifique que las certificaciones escolares pierdan su cardcter de valor escaso, esos grupos tenderin a reaccionar creando nuevas moda- lidades selectivas de educacién, nuevos filtros educacionales, y aumentando la rareza de ciertos titulos 0 monopolizando Otros en beneticio de tos herederos. Sobre todo esto hay ya una extensa literatura’ . kn detinitiva, distintos grupos sociales tenderin a mono- polizar en su favor las condiciones educacionales que permiten mantener un control cobre la formacién de los grupos inteloc- tuales, En tanto que el aparato escolar moderno es una prolonga- cign en la sociedad del Estado y aquél no puede existir sin éste, es a través del Estado que se intentard generar condiciones que aseguren la reproduccion social de los intelectuales. Pero, en la misma medida que el Estado se ve forzado a representar un interés universal, costo os, un complejo de intereses sociales relativamente diferenciados, la cuestiOn decisiva de la reproduc- cidn de los grupos intelectuales se trancfarma también en vin hecho privado. Se sustrae, al menos en parte, de la esfera pliblico-estatal. Deviene un proceso “local” dentro de la so- ciedad civil. Se explica asi, por ejemplo, el surgumento de un poderoso sector privado en la enseftanza, especialmente de nivel superior. Asi, si en Tos arigenes de la educacién moderna de masas la cuestion decisiva fue la del disciplinamiento de ta Poblacion (que en eso consistia su efecto civilizatorio)®, hoy la educacién masiva ha puesto al centro el problema de la repro: ducién social de las élites, y también de los intelectuales. El antagonismo barbaric/civilizacién uv Mega @ amenaza ol mul polio que ciertos grupos detentan sobre las condiciones que les vermiten formar. separadamente. a sus élites. En cambio. la ten- sion del sistema’ educativo contemporineo, especialmente bajo ciertas condiciones tépicas, llega a ser la de masificacién/selec- cin, que emenaza directamente ese monopolio sobre las condiciones de reproduccion de los procesos selectivos en la sociedad Ta masificariém, par de pronto, mesncratiza las savin dades, pero ademés, desvaloriza a las élites’, El hermetismo de la alta cultura se deteriora progresivamente; las catezorias de intelectuales se expanden a un ritmo acelerado y los aparatos 100 formativos tradicionalee do lae clases y grupoe dirigen... taminan répidamente, Con todo, los estudios disponibles permiten afirmar qu fen sociedades como la nuestra, y a pesar de los procesos de masificacion educacional, la transmisién inicial del capital cultural por via de la familia juega todavia un rol cotratégico en la reproduccién social de las condiciones que favorecen la emergencia de intelectuales en la sociedad. Incluso, en los tilti- mos afios, esa situacion tiende a consolidarse en Chile debido a los procesos que estén volviendo més selectiva la univers ded. En estas condiciones interesa particularmente preguntarse por los modos eémo tos grupos sociales subalternos generan sus propios grupos intelectuales. Una posibilidad, como se afirmé antes, es sustituir la caren- cia de capital cultural inicial por la adquisicién de un capital escolar que permita competir por las funciones intelectuales en la sociedad. En la prictica, esa posibilidad existird v tendré una mayor 0 menor vigencia dependiendo del acceso universal a la educacién, de la capacidad de ésta de discriminar en contra de Jos que no poscen un capital cultural inicial® y, solue tudu, de las oportunidades disponibles para que los hijos de las familias pertenecientes a esos grupos logren ingresar a la universidad, Pero es posible imaginar también que las clases y grupos subalternos logren atraer hacia sf a intelectuales 0 aprendices de intelectuales (por ejemplo, estudiantes universitarios) provenion- tes de otras clases y grupos. En este sentido, el partido (tanto en su concepcién leninista como en otras concepciones posibles de partido popular) desempeftarfa un rol central como aparato fomativo de intelectuales sustrafdos a la clase dominante 0 a los giupys poscedores del capital cultural. Ota institucién clave ent en este sentido puede ser, bajo ciertas condiciones, la Iglesia Por altimo, cabe una tercera posibilidad, Puede sostenerse, en efecto, que las clases y grupos subalternos dan origen a un tipo de intelectual que, careciendo de capital cultural y de capital escola, v teniendy un capital escolar reducido, si embargo accede al desempeno de funciones intelectuales su generis. como las de dirizente de oreanizaciones: de_masas, trétese de organizaciones sindicales 0 de otro tipo. Estricts- mente, sin embargo, no se tratarfa de funciones intelectuales Por canto no se desempensrfan ni producen efectos dentro 101 del campo cultural: no procuran Ja valorizacion de bienes en el mercado simbélico, transformando allf un saber en influencia Este es un argumento, El contrario va a sostener que, miradas las cosas desde la Sptica de la constituciéu de una cultura popular, el saber organizativo de un dirigente sindical escapa por completo al mercado simbélico establecido, pero valoriza otro tipo de bienes simbélicos (por ejemplo, la identidad cultural obrera) que se mueven todavia en laesfera de una acumulacion ptimitiva del capital cultural de una clase. Procesos histOricos como el de la constitucién de ta clase obrera inglesa, por ejem- plo, avalarian este argumento Fn contra, tra ve7, povirfa sost nerse que la cuestién reside precisamente en que no existe nada que se parezca a un capital cultural proletario, siendo todo capital cultural detimido como una relacion social que en el campo cultural permite a unos individuos y grupos y no a los dems la apropiacién de la herencia cultural!®, Sélo el aparato escolar tendrfa la posibilidad —por medio de los procesos de inculcacién y aprendizaje que posibilita- de transmitir esa herencia y de permitir su apropiacién en ausencia de su confor- macion familiar. En otras palabras, el capital cultural es por definicion dependicute de una vicita estructura de duminacion y solamente puede ser incorporado por via familiar, sustituido (y siempre compleiamente, de maneras designales) par el capital escolar y apropiado (a condicién de que existan las condiciones de su apropiacién espectfica) como capital cultural objetiva- do" Puede pensarse que cuando Lenin hablaba de la necesidad que la clase obrera triunfante en Rusia se apropiase de la heren- cia cultural de ta humanidad, apuntaba justamente a este problema: al problema, pues, que solo la cultura historicamente desarrollada, la més avanzada, puede dar lugar a procesos de acumutacion de capital cultural y escolar siempre renovados en cada individuo que se encuentra situado en la posicion de hacer ‘6a acumulacién/apropiacién. El hecho que 6343 posiciones posibilitantes de una acumulacion/apropiaci6n no son, tampoco en los socialismos reales, las posiciones detentadas por los obreros, parece claro desde el momento que es la burocracia intelectual del Estado y el Partido la que logra monopolizar a su favor las condiciones de reproduccién del capital cultural"?, dando al traste con las expectativas de una nueva cultura prole- taria, De este modo, si los obreros v campesinos legan a “pro- ducir” intelectuales en las sociedades de socialismo real, ello es, 102 exclusivamente por la via de adquirir esos grupos un acceso més abierto al sistema escolar y universitario’”. O sea, por la via del proceso sustitutivo del capital cultural, Que, en segunda xgencraci6n, e505 intelectuales puedan transmitir por via familiar un capital cultural acumulado primitivamente por via escolar s6lo confirmaria que, obrero 0 no, la logica de reproduccién del campo cultural y de sus funciones goza de autonomia respecto de las relaciones de produccién. Por ditimo, que ese capital vsvular adquiridy (pur ybietus uu) pueda ser convert do en capital econdmico, a través de su valorizacion en una estructura de oportunidades escasas centralmente planificadas y distribuidas, permite pensar que, también en las sociedades de socialismo real, es posible y necesario hablar de una repro- ducclon social del capital cultural, asi como de grupos intelec- tuales que alli también se hallan condicionados por aparatos (de formacién y de expresién); por las estrategias que esos grupos emplean frente a esa estructura de oportunidades escasas centralmente planificadas, y por las influencias que logran eyercer a partir de la conversion de su saber en poder. ) Aparatos de comunicacion Los aparatos especificos y tipicos del campo cultural son aparatos de comunicacion, Es en y a través de ellos que los intclectuales desempefian sus funciones. Al punto que su fur cién ha podido caracterizarse como la de comunicar sus opinio- nes piblicamente. Incluso la clisica definicién del intelectual como creador de cultura reposa, en ltima instancia, en su fun- cién comunicativa. Si la prdvitea especifica de los intelectuales es una practica comunicativa, los aparatos que organizan esas pricticas se tor- nan centrales para el ejercicin de las funciones intelectuales. De hecho, varios estudios recientes sobre los grupos inte- Iectuales en diversas sociedades tratan inseparablemente a los intelectuales y a los aparatos por medio de los cuales ellos corganizan su produccion y afirman su identidad colectiva. Debray, por ejemplo, analiza la intelligentsia francesa del liltimo siglo a partir de su cambiante insercién en aparatos comunicativos que se toman sucesivamente heseménicos dentro del campo cultural". Asi, estudia cambiantes modos 1u3 de produccién intelectual que tienen su base en la universidad, lucgo en el complejo editorial y, por fin, en la television. Con ello cambian también las ocupaciones principales de los intelec~ tuales, se transforman los modos de competir por status y pres- tigio-y, en cada caso, se altera la relacién comunicativa predo- ‘minante del intelectual con la sociedad. Asi, el académico, que tiene su posivién més firme cit la universidad, se relaciona con un pablico principal, formado por sus pares en la academia y por los estudiantes en la sala de clases. Su influencia es de corto alcance y altamente especializada; su status depende de la competencia por influencias institucionales y su prestigio esta conferido, antes que nada, por el reconocimiento de sus méritos en una comunidad de académicos. Es evidente que para cada campo académico especifico (las cienciae naturales, las cienciae sociales, las profesiones, etc.) existiré un modo especifico de obtener influencias, status y prestigio™®. En el caso del intelec- tual que predomina en la época de la hegemonfa de la television, en cambio, su relacion principal es con un publico masivo, sicudy ou influcnvia de laigu alvanive y eovasauicule eopcvialica da, Su status depende, en este caso, de la exposicion a través de los medios v su prestigio est4 sujeto al reconocimiento por una diversidad de audiencias. En contraste con la situacion francesa, en el caso de Gran Bretana se ha sugerido que las universidades tradicionales (el sistema Oxbridge) habria logrado mantener su funcién hegemé- nica, actuando como la autoridad que certifiea (licencing authority) a las dems instituciones culturales, reconociendo y regulando sus pretensiones de influencia y prestigio™*. Resul- tarfa de alli un gran peso e influencia de los elementos conser- vadores en la constitucién del campo cultural britanico De lech, ny resulta diffell upreciar como un ferioaeny re lativamente universal, cual es el tipo de relacién que se establece entre el capital cultural y el capital escolar, y entre ambos y su conversién en capital econémico, resulta marcadamente distinto en las universidades y en los modernos medios masivos de comu- mieacion, en particular, en fa television, La television, por lo me- nos en paises con una tardia conformaci6n de la cultura de masas, tiende a ser una especie de frontera cultural, hasta donde llegan aventureros y hombres rudos en busca de fama y fortuna, a diferencia de la universidad en la que, aun en medio de fuertes procesos de masificacion, se mantiene un altogradode selectividad 104 y operan eficaces estrategias de exclusion respecto de aquéllos {que carecen del necesario capital cultural o de los atributos de tuna carrera meritocratica. Por 1o demés, es claramente discern. le que la posicién de la universidad frente a la cultura de masas 2 estrachiralmente excéntrica, on tanto que la television es uit instrumento esencial de ella: de su conformacién y reproduc- cién ampliada. En contra de la tesis de las fases hegeménicas sucesivas sustentada por Debray, cabria sostener que, en las més variadas vendiciones, aquellos aparatos quc suit eericiales para la forma. cin de los intelectuales y para su comunicacién en medio de la sociedad tenderdn a ser constantemente hegeménieos. Tal seria el caso de la universidad y, en grado menor, el del sistema educacional de un pais. Es obvio que el valor de rareza de las pusivivnies avadéinicas, por ejemplo, tende a perderse una vez que la funcion académica se profesionaliza y expande bajo el efecto de la masifiencién de ta enceftanza cuperior. En Estados Unidos, el niimero de profesores se incrementa en mds de 10 veces en medio siglo, pasando de un total de 48 mil a 603 mil, entre los anos 1¥2U y 19/2, Kendmenos semejantes se observan en Europa y América Latina, En Francia, los profesores universitarios aumentan entre 1930 y 1980 de menus de 12 snl a 43 mil, comprendidos los profesores asistentes. En Brasil, slo entre 1962 y 1979, los profesores pasan de 25 mil a mds de 100 mil. La escasez de posiciones esta asociada con el Prestigio de quienes las detentan. Le ley del hermetismo, se sostiene, es asi constitutiva de la influencia de las élites en el campo cultural, Sin embargo, lo que las posiciones académicas pierden en rareza lo ganan, en el otro extremo, por su radio de influencia en la conformacién de los modemos grupos sociales portadores de las veruificaciones academicas superiores. Asf, en los colleges y universidades norteamericanas, e] nimero de estudiantes Pasa, entre 1920 y 1972, de 598 mil a 8.116 miles; en Prancia, lus estudiantes de letras solamente aumentan de menos de 10 mil en 1920 a mas de 191 mil en 1976: en Brasil. entre 196? y 1979, los estudiantes universitarios pasan de 107 mil a 1,311 miles. Luego, si a abundancia desvaloriza las posiciones, por otro lado las refucrza por la extensign de su cobertura, Peto no es sdlo eso, Como se indicaba anteriormente, los Propios inte- lectuales tienen a su disposicidn, y de hecho emplean, estrato 10s sias encaminadas a preservar, desplazandolo, el valor de rareza de sus posiciones. Asi, la carrera académica modema experi- menta con el paso del tiempo una creciente estratificacién, a la par que solo algunos profesores tienen acceso a los fondos de Investigacion, a los Contactos internacionales y a 10s cursos de postgrado. Al volverse, pues, més complejo el mercado acadé- mico, tanto por la estructura de acceso a las posicianes cama por la estructura de os bienes ofrecidos, tiende normalmente a producirse una nueva distribucién de oportunidades escasas que mantiene los valores de rareza y la jerarquia de cierres y aperturas posibles a lo largo de escalas de prestigio cambiantes. En cualquier casu, parece clato que la figura del intelectual moderno es inseparable de los aparatos de comunicacién cultu- ral a travfe de log cnales ejerre cue fincinnes Fl caricter y el funcionamiento de los aparatos comunicativos es por eso mismo un rasgo distintivo del campo cultural y, en general, su relacion con el Estado (0 el modo de su integracion a él) pasard cada vez. mis a tener un peso decisivo en la conformacién de ese campo. La nvvién althusscriana de los aparatos idcolésicos de Estado, donde se incluye la familia, la escuela, los sindicatos, las iglesias, la prensa, etc., ha contribuido no poco a extender una apreciacién simplificada de la naturaleza social de esos aparatos comunicativos. El rétulo de aparatos “de Estado" ha llevado demasiado rapidamente a la conclusion de que se trata de orga- nos estatales, al igual que la policfa, los tribunales de justicia o cl gobierno, 2610 que oon un modo diferente de opsracién: a través de ideologias, Lo que se pone en juego con esa nocién es nada menos que Ja autonomfa del campo cultural, el cual pasa a estructurarse esta vez “desde arriba”, determinado por la politica. La metéfo- ra de lt nfiaesuuctuia/superestiuciuta, Libulaia dct viejo economicismo determinista se sustituye asf por la metéfora del Fstado/ideologia, tributaria de un nuevo determinismo poli- ticista En el hecho, sin embargo, el campo cultural posee su propia infraestructura, que esté contormada por Ia division del trabajo intelectual y por los aparatos comunicativos; pot eso su relacién con la esfera ceonémica y con la politica debe ser pensada desde el interior mismo de ese campo. Témese un eiemplo cualauiera. {En aué medida vodrfa afirmarse que la universidad, para citar s6lo este caso, esté deter- 106 ® jpinada en tiltima instancia por las relaciones de produccién? is siquiera ésta una pregunta que tenga sentido hacerse? En dyanto aparato de trasmision cultural y de certificacién éducati- fa del més alto nivcl, la universidad cumple efectivamente un papel decisivo en a reproduccion de la cultura de la clase Gominante, distribuvendo selectivamente las _ovortunidades de valorizar el capital cultural y el capital escolar y de obtener “jas certificaciones respectivas. Pero la universidad cumple esa foncion independientemente de determinaciones economicas de “altima instancia”, al interior de un campo cultural que la Sendiciona (pera canflictivamente) por completa. La mismo cabe decir del determinismo politico que se supone operaria a través de los aparatos ideol6gicos de Estado. El propio hecho que una universidad sca o no definida juridicamente como pblica o privada no le define su posicién al interior del campo coaltural en que existe. Su relacién con el Estado es siempre una telacion de miltiples mediaciones, entre las cuales no es la menos importante la tradicion institucional y, mas decisiva- mente, sus recursos organizativos propios para controlar el acceso del personal académico, de los estudiantes y de sus propivs auitinisuaduies cu (ulus lus niveles de ta burueravia aniversitaria, EI desarrollo del masxismo académico en la universidad brasilefia, en pleno tiempo del autoritarismo en exe pais es, por ejemplo, un interesante fenémeno que, probablemente, no encuentra expucacion saustactoria alguna en el marco de una concepcién estrecha del modo de funcionamiento de los apara- tos ideolégicos “de Estado”. Mas bien, Ia explicacion cabria buscarla por el lado de la autonomia del campo cultural y, en particular, del campo intelectual al interior del cual un complejo juego de instituciones y circuitos de transmision de ideologfas y de prestigios hace posible el surgimiento de formas especificas de disonancla Wevléglca, atin dentro de un régimen polttico autoritario'? Sobre todo en relacidn a los intelectuales cahe precaverse de los viejos presupuestos deterministas, que desembocan generalmente en puntos muertos: el intelectual como funciona- no de una clase social; el intelectual racionalizador de intereses, Politicos; el intelectual “orginico” del protetariado, ete. Tam- poco sirve volver atris desde esos puntos muertos para situar al intelectual en el difuso mundo de la pequefia burguesia o en 107 el més ambiguo limbo todavia de las posiciones intersticiales que aseguran una libre flotacién por entremedio de las clases sociales. En verdad, lo que ocurre es que el intelectual ocupa posiciones bien determinadas dentro del campo cultural y ejerce funciones bien precisas en relacion a las clases y grupos sociales, amén de ejercer sus expecifioas ectrategine de poder y meroado segiin veremos en seguida, EB] intelectual no accede a una metaocupaci6n como al- guien ha sostenido, sino que integra un cierto bloque ocupacio- nal relativamente acotable, segiin condiciones historicas especi- fivas. Lo cual vale, ven gialuy de complejidad probablemente recientes, por igual para el académico, el artista y el sacerdote. Es decir, las funciones intelectuales tienen una clara insercién en la division del trabajo y se constituyen invariablemente den- tro de una estructura de empleos que nada tienen de interst les, Otra cosa es que el intelectual acceda a posiciones que, por decirlo asi, se hallan sobredeterminadas por una especifica division del trabajo cultural, de donde cs pusible, a veurs, usar un concepto mas amplio de intelectuales (como en la nocion de trabaiador intelectual ‘versus trahajador mammal: a Jo cual canénicamente se contrapondré la tesis gramsciana de que “todos los hombres son filosofos”, sin agregar, sin embargo, que soto algunos ejercen y son reconocidos como tales); 0 und ms restringido, reservado a aquella parte del trabajo intelectual que tiene que ver directamente con el campo cultural y su fun- cionamiento (donde reencontrarmos al fil6sofo que ejerce y es reconocido como tal, pero no necesariamente al hombre de sentido coma filos6fico). La funcién esencialmente comunicativa del intelectual roduce asiinisuwy cunfusivnes a granel. En efecto, las funclo- nes comunicativas son coextensivas con el lenguaje, y no con una clase cualquiera, de donde se cupane a veres que al intelec- tual estaria situado por encima de las clases sociales. O bien se percibe, y se lo hace correctamente, que el intelectual es espe- cialmenté activo en la comunicacion entre las clases y grupos sociales, a partir de lo cual se tiende a generar el espejismo de su posicién flotante ¢ instersticial. Pero, bajo cualquiera de las, imagenes anteriores, se elude el hecho principal, cual es que el intelectual tiene una funcion comunicativa a partir de un cierto capital cultural y escolar, bajo cuya forma se manifiesta justa- 108 ‘mente una relacion de clases en el campo cultural. La incorpora- ion y Ja apropiacion de csc capital, de algunas clases de ese ‘capital segtin seflala Bourdieu, es la incorporacion y apropia. ‘ion de un capital de clase simulténeamente. A través de él so accede no a una lengua, en el sentido de las competencias linglisticas de Chomsky, sino a un Ienguaje que es aprendido yempre por refercacia ay cu uma sttuacion de habla especifica se lenguaje socialmente contextualizado es el que constituye eaquemas de pensamiento. de apreciacién y de accién y cs a través de 1 que el intelectual se vuelve tributario de su “origen social”. Lo cual no significa afirmar, sin embargo, que el origen social del inwlectual tenga un caricter determinante para su insercién en el campo cultural especifico dentro del cual desem- pefia su funcién. puesta que aqui, otra vez, au origen es cumven tido en opcion, esta vez en relacién a las oportunidades de discer- nimiento ideol6gico disponibles. La conversién, en el sentido de ‘San Pablo, es por eso mismo casi una matriz de comportamiento en el mundo cultural de los intelectuales, como Jo testimonia tina larga historia de “compromicos y autocsitivas, Edagar Morin es uno de los que més recientemente ha dado testimonio de este fendmeno especitico del campo cultural"®. propiedad inseparable de 1a autonomia de ese campo. 109 NOTAS AL CAPITULO VI Al respecto pueden consultarse G. Cuculu, “Fl Estereatipo del Inteletuat Latinoamericano: Su telicién con fos cambios econdmicos y socials”, en I Marsal (od), Et Inelevtuel Latinoumericaty Eausal Gel Irasiste, 13 70, especialmente cuadro en p. 97 scbre origen social de os eseritors argeatinos: 4. Matsal, "Los ensaystassociopolticos de Argentina y México", en J. Marsal (ed), op. eltypp. 129 186; 1H. Godoy, El fico dela Letrae, Editorial Univer- saiia, 1970, especialmente pp. 26-48 sobre la situacion de los esritozescile- poser la estructura social; EC. Ladd y SM. Lipset, The Divided Academy, Me Nos guiamos aqui por Bourdieu, Véase, por ejemplo, P. Bourdiey, Outine ‘of a Theory of Practice, Cambridge Unversity Press, 1977, Hay versién teow tmida en castellano: “E.T- Fan, "La education como violencia simbélcs: Bourdieu y Passeron”, Sociologia de ba Educacion, Centro de Estudios Edu. cativos, 1981, P. Bourdic, "Les trois etats du capital culture! Actes de la Recherche, nim, 30, noviembre, 1979, p. 6. ‘Véase, A. Gramssi, La Formacién de lot Intelectuales, Péitoral Griatbo, 1967. ueden consultatse los dversos trabajos refridos ala univesidad latinoamert. cana surgidos del proyecto Desarrallo y Educacion en América Latina y el Pra un tratamiento particularmente agudo del tema, véase A.O. Hitschman, Exit, Voice and Loyalty, Harard University Pres, 1970, especialmente eanstuloed v5 Por ejemplo, B. Sim6n, Education and the Labour Movement 1870-1920, Lawrence & Wishart, 1974 La tesis ha sido sostenida, casi textualmente, por R. Debray en Le Pouwoe Intlletuel en France, Editions Ramsay, 1979, ‘Véase G, Briones, Las Universidadeschilenas en ef Modelo de Economia Neo: Liberals 1973-1981; PU, Santiago de Chile, 1981 ease P, Bourdiew, “Les trois eats du capal culture op ct, por P. Boudieu y 1. Passeron, La Reproduccin, Editorial Lai, 1977. Vease, AMdemis, J. Nun, “El otto teduccionismo". Varios autores, América Latina! Vase P, Bourdieu, a Distinction, Les Editions de Minit, 1979, ‘sont esto, ease por eJemplo G, Nunad y. Sueuy, Le Mache eu Fouvoe des ntellectuels, Editions du Seu, 1978, 23. 14 1s ‘éase RB, Dobson, “Social Status and Inequality of Access to Hier ua sion inte UNSS"sen J. Razabel y AH Hey ede), Powe and Wolo i Education, Oxford University Pres, 1977; tambien 8. Willamaon, Education, Social Strture and Development, The Macmilan ress, 1979, especialmente X. Debay, Le Fouvoirintlectuel en France, op. ct, Vése también el Capi- {ulo IV del presente libro para una dscusion dels ieas de Deby R. Boudon, La Logique du Social, Hachette, 1979, pp. 77-82. FF, Mutiny "Teacher, Waites, Clee elgentsia ahd thelr histories” New Left Review, marchspri, 19 1. Martine Rovriges, Cloncine Sola Uniscakinde « Inctctuts Jo DEAS, locumento presentado al seminar sobre Intelectuales, Universidad y Sovie ‘dad organizado por FLACSO en Santiago de Chile, 17 al 19 de mayo, 1982, 1, Morin, Autoeritiea, Editorial Kairos, 1976

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