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* . BIBLIOTECA ROMANICA HISPANICA Duna rox DAMASO ALONSO. I, ESTUDIOS Y ENSAYOS . LITERARIA BIBLIOTECA ROMANICA HISPANIGA EDITORIAL GREDOS MADRID eye Ne Reservados todos los derechos Qheden hel Jn depos geese ee ‘S'Copyright by: Batol GreloyMadeld 1955 a I LINGUISTICA E HISTORIA LITERARIA (1) El titulo de este libro quiere sugerir la unidad esencial de la lingiifstica y de le historia de la literatyra. Puesto que mi actividad a lo largo de gni“vida de: profesional de las letras ha estado consagrada en amplia medida al acer- camiento de estas dos diseiplinas, sé me perdonaré, creo yo, que inicie mis obsexvaciones con un esbozo autobiogré- fieo de, mis primeras experiencias académicas. Mi prop6- sito es sencillamente contaros mi propia vida: cémo a tra- «és de la lingiifstica, por la que habfa comenzado. me abré camino hasta el jardin encantado de la historia de la lite- ratura y c6mo descubri que hay también un jardin‘en- cantado en la lingiifstica, igual que en la historia Jiterarié un laberinto; que los métodos y grados de certeza son fundamentalmente los mismos en ambas disciplinas y que si las humanidades son hoy objeto de ataqué (atac mi entender, injustificado, pues no son culpables las hu- (1) Texto do una comunicaci6n, titulada primeramente ¢Thin- king in the Humanities», dirigida a Ia Seccién do Lenguas y Li- teraturas Modernas de la Universidad de Princetdn,. ya la que 0 han afiadido algunas notas y tm epflogo. se Eq paradéjico el quo profesores de literatura demasiado ou- perficiales para bucear por af mismos en un texto y quo se con a _Hingiation ¢ Historia Literoria Spas So tlguZos Uamados humantstas, que per °* sistelftn imitar una periclitada aproximacién a las clen- ngs neturalés, que, hoy, se desarrollan en direccién de las iimanidadesf—si, repito, las humanidades son hoy objeto * daptaque, seria necio querer exentar del veredicto a cual- quiera de gllos. Si ningiin,valor cabe derivar del estudio del Tenguaje, no podemos empefiarnos en mantener la historia Htereris, la historia de la cultura o, simplemente, la his- toria. i -— g ‘entan con frases gastadas de manual, sean los que precisamente oo sfimman quo ps superfiuo ensefiar el valor estético de un texto de Racine o Victor Hugo: el"satydiante —arguyen— de una manera 0 de otra legaré a comprender su belleze sin direccién de nadie, © hablarle de ello, si €& ineapaz de hacerlo, es tiempo perdido. Pero hay bellezas ocultas que no se delgi‘descubrir a los prime- ros intentos de exploracién (como sabe miay bien el teélogo apo- Togista); on realidad, toda belleza tiene una clerta cualidfa mis- teriosa que no se transparenta a primera vista, Ello no cbstante, _ no hay mayor razén para eludir la descripeién del fendmeno es- tético que la de cualquier otro fenémeno natural. Aquellos que 0 oponen al andllisis estético de \aihybras posticas parecen afec- tar a vetes Ia sensibilided de una . Si damos erédito a sus palabras, ello.se debe a que aman tan tiornamente la obra de arta y tan*profundamente respetan su castidad, que no quersian desflorér Ja cuslidad virginal y etérea de la obra artisticn con A6rmulas intelectuales, ni-sacudir el polvo dorado de Iss alas de estas matiposas poéticas, Yo, por mi parte, me atrevo a sostener que Ia fermulacién de observaciones por medio de Ia palabra, no es parte para que la belleza art{stica se evapore on vanas sutilo- 4228 intelectuales; antes al contrario, contribuye a In formacién de tun gusto estético més amplio y més profundo. El amor, ya sea 4 Dios, a los hombres 0 a] arte, no puede sino salir ganando con a ‘del"entendimiento humano por descubrir las causas de sus mags sublimes y pir reducirlas a f6rmulas. Un amor frivolo, eo" éa el que no puede sobrevivir a Ia definiclén intelec- tual; que ql amor grande se engrandece més a} ser comprendido. * Lingittstica ¢ Historia Lavcrerig: Me. he decidido por el camino de la autobiogtat{g.por que mi situacién en Europa hace cuarenta afios nd’era, a lo que creo, esencialmente distinta de la situacién cogs que veo enfrentados generalmente a los jévenes estudians tes de hoy (y de este pafs). Y preferf, ademés, comuni- caros mis personales experienciag, por la raz6n de que las viveneias fundamentales de todo hombre de letras, condt- cionadas como estén por su Erlebnis, como dicen los ale- manes, son las que determinan su método: «Methode ist Erlebnis» ha dicho Gundolf. Y, en efecto, yo aconsejaria | a todo profesional de las letras entrado ya en afios, que ~ * diese a conocer al piblico las experiencias bésicas subya- centes a su método, a su (valgf la expresién) «Mein Kampfo... sin connotaciones dictatoriales, por supuesto. ‘Me habia. Propuesig, una ‘vez quel Instituto me habia dotado de una sélida’ bse en las lenguas clésicas, estudiar las 8 romances y especialmente filologia francesa; pues mi nativa Viena, la alegre y tranquila, escéptica y sentimental, cat6lica y pagana Viena de antafio rebosaba “adoracién por las formag de vida francesas. Yo habia vi- vido siempre inmerso en Mine atmésfera francesa; y en aquella etapa juvenil de experiencia, habfame forjado una imagen quiz& excesivamente generalizada de Ja literatura francesa, que me parecia poder definir como una’mezcla muy austriaca de sensualidad y reflexién, de vitalidad y disciplina, de sentimentalismo y agudeza critica, El mo- mento en que se alzaba el telén en una comedia francesa representada por una compafifa francesa y el camarero, con sabia entonacién de vigilancia psicolégiea, propuncis- ba, con su voz sonora y reposada, las palabrds,«¥gdame est servieo, era una delicia para-mi coraz6n... * Pero cuando comencé a asistir a las clases actu ca francesa de mi gran maestro Meyer-Litbke, ningune a ¢ a +s 8 ay ° Lingitistica ¢ Historia Literaria *__*_ = _Hruiistion ¢ Historia Tatereria gfhanidades,"sino slguios Hamados humanistas, que per- “‘sisteif'tn imitar una periclitada aproximacién a las cien- ias naturalés, que, hoy, se desarrollan en direccién de las \pinanidades!—si, repito, las humanidades son hoy objeto ” dautoque, sepia necio querer exentar del veredicto a cual- quiera de gllos. Si ningin valor cabe derivar del estudio del Ienguaje, no podemos empefiarnos en mantener Ia historia literaria, la historia de la cultura o, simplemente, la his- toria, ° -_...—, tentan con frases gastadas de manual, sean los que precisamente afirman que gs superfiuo enseflar el valor estético de un texto de Racine o Victor Hugo: el"sitydlante —arguyen— de una maner © de otra legard a comprender su belleza sin direccién de nadie, © hablarle de ello, sie incapaz de hacerlo, es tiempo perdido. Pero hay bellezas ocultas que no se deigii/descubrir » los prime- os intentos de exploracién (como sabe miay bien el teblogo apo- logista); en realidad, toda belleza tiene una cierta cualidfa mis- teriosa que no se transparenta a primera vista, Ello no cbstanto, _ no hay mayor razén para eludir In descripeién del fenémeno es- iy ‘tético que Ia de cualquier otro fenémeno natural, Aquellos que se oponen al anélisis estético de Uighvbras posticas parecen afec- tar a veces la sensibilided de una Yiltiosa. Si damos erédito a sus palabras, ello se debe a que aman tan tiernamente. Ia obra de arfo y tan*profundamente respetan su castidad, que no querrian deaflordr Ja cualidad virginal y etérea de la obra artisticn con A6rmulas intelectuales, ni-saeudir el polvo dorado de las alas de estas mariposas posticas. Yo, por mi parte, me atrevo a sostener que la formulacién de observaciones por medio de la palabra, no es parte para que la belleza artistica se evapore en vanas sutile- zas intelectuales; antes al contrario, contribuye a Ia formacién de tun guste estético més amplio y més profundo. El amor, ya sea a Dies, 2 Tos hombres 0 a} arte, no puede sino salir ganando con a ‘entendimiento humano por descubrir las causes de tus anoghil sts oblimen y por rodaon' forsans, Us snor trivolo, Bie" és el que no puede sobrevivir a Ia definiclén intalec- tual; que ¢l amor grande se engrandece més al ser comprendide- Lingittstica @ Historia Literaria: nl oe Mo he decidido por el camino de la autobiogtat{g.por-« que mi situacién en Europa hace cuarenta afios nd’era, a lo que creo, esencialmente distinta de la situacién consis que veo enfrentados generalmente a los jévénes estudian- tes de hoy (y de este pafs). Y preferf, ademés, comunt- caros mis personales experienciag, por la raz6n de que las vivencias fundamentales de todo hombre de letras, condt-. cionadas como estén por su Erlebnis, como dicen los ale- manes, son las que determinan su método: «Methode ist Erlebnis> ha dicho Gundolf. Y, en efecto, yo aconsejaria , a todo profesional de las letras entrado ya en afios, que diese a conocer al piblico las experiencias bisicas subya- eentes a su método, a su (valg@ la expresién) mezcla muy austrfaca de sensualidad y reflexién, de vitalidad y disciplina, de sentimentalismo y agudeza critica, El mo- mento en que se alzaba el telén en una comedia francesa representada por una compafifa francesa y el camarero, con sabia entonacién de vigilancia psicolégica, propuncia- ba, con su voz sonora y reposada, las palabrds ,s}fgdame est servies, era una delicia para mi corazén... & Pero cuando comencé a asistir a las clases de*Tinfgatsti- ca francesa de mi gran maestro Meyer-Litbke, ningung 1 os tte 7 SSS SSS iw : : “a. ig “ Lingitistica ¢ Historia Literaria = * > Liigifetion ¢ Historia Literoria on “Ainaggn sé'ios ofresia del pueblo francés ni del casticismo bfan dejado a Ia luna de Valencia, mientras néBotros.dist- de su’ lengua. En estas clases velamos el paso, conforme 7 cutfamos sobre su lengua; verdad es que aquel francés no | 2% jes fonétiess inexorables, de la @ latina a la ¢ francesa $ era la lengua de los franceses, sino un conglomerado ge,:* k + Gpater > pire); velamos alli surgir de Ja nada un nuevo evoluciones inconexas, separadas, anecdéticas y sin sexy sistema de declinacién, un sistema en que los seis casos tido. Una gramética histérica francesa, exeeptuado su latinos se redujeron a dos y mAs tarde a uno solo, infor- material léxico, podria igualmente haber sido una grama 2 méndosenos al mismo tiempo que habian sufrido pareja : tica histérica germénica o eslava, pues la nivelacién de violencia otras lenguas romances, como también mu- Jos paradigmas y las evoluciones fonéticas se dan en estas chas de las lenguas modernas. Habla, sf, en todo esto, lengua Io mismo exactamente que en francés. mucha riqueza de hechos y extremado rigor en la fijacién Al pasar a-Jas clases del igualmente gran historiador ~ “Ge los mismos, pero todo era vaguedad Fespecto a las . _ dela literatura¥ Félipe Augusto Becker, aquel mi francés * .* ideas generales subyacentes a esos mismos hechos. 4 Qué é “ideal pareci6“dar “algunas débiles sefiales de vida en los " * . fuerza misteriosa y sécfeta explicaba la renuncia de los briosos andlisis de los sucesos del Pélerinage de Charle- casos y sonidos latinos a mantenerse y su comportamien- magne o de la trama de una comedia de Moliére; pero to? Velamos operarse en el lenguaje yn cambio incesante; era Gomo si el tratamiento de sus contenidos fuera s6lo pero zcuél era la causa? Me di cuenta a la larga de que un medio subsidiario para la obra verdaderamente cien- To que nos ofrecia mi maestro Meyer-Libke erg nada’, tiffea, gue consistfa en fijar las fechas y datos histéricos més que la pre-historia del francés (tal como la establecta, de estas obras de arte y en sefialar el cmputo de los ele- i por comparacién eon las otras lenguas romances) no sus: 2 mentos autobiogréficos y fuentes escritas que se suponfa historia, Nunes se nos permitia contemplar un fenéme-"* <*habfan incorporado los poetas a sus creaciones artisticas. no en su estado de reposo, estudiarlo en sf mismo, cara 4Tenfa algo que ver el Pélerinage con la X*? cruzada a cara; por el contrario, estudiébamos siempre los fen6- 2Cuél era su dialecto original? ; Habla habido una poesta menos que le acompafiaban o precedian; el fenémeno en épica, merovingia 0 de otro origen, anterior a la antigua * af, s6lo- de soslayo y como por encima del hombro, Nos Poesfa épica francesa? 1 Habfa trasvasado Molitre su de- 7 presentaban la reiacién entre el fendmeno a y el fendme- $ cepeién matrimonial a la Ecole des femmes? (Si bien es no b; pero el fenémeno « y el fenémeno b no tenfan éxis- ; clerto-que Becker no insistfa en una conclusién afirmati- : tencia en sf, como tampoco la linea histérica a-b. En rela- vi va, consideraba esta cuestién como parte de una auténtica is cién y # propésito de una forma francesa dada, Meyer- critica literaria.) ;Sobrevivian las farsas medievales en Lilbke gitaba formas del antiguo portugués, del moderno - | 1a comedia de Molidre? Las obras de arte existentes eran @ manera de estriberones para Iegar a otros fenéménos, antiguorlatin; pero, .dénde se reflejabs, en estas ense- contempordineos o anteriores, que eran en realidad comple- fianza# aquél mi francés sensual, ingenioso y disciplinado tamente heterogéneds. Hubiera parecido indiscreto pre- en sus aproximadamente mil afios de existencia? Le ha- guntar qué era lo que convertfa aquellas obras en obras de hergamés y macedonio-rumano, del germénico, eéltico 7 s * 2 ot 2 Lingitetioa » Historia Literaria Atte, cudf"era su contenido intimo, por qué ese contenido aparecfa en Francia y precisamente en ese tiempo. Tam- bfén aquf lo que se nos ensefiaba en todo esto era no his- Yforia sino prebistoria, y una especie de prehistoria ma- terialista. En esta actitud positivista los hechos exterio- res se toman tan en serio s6lo para eludir Ia respuesta al problema real: zpor qué en resumidas cuentas se produ- jeron los fenémenos que lamamos Pelerinage y Heole des femmes? Debo confesar, a fuer de leal, que las leéciones de Meyer-Libke ensefiaban més de la realidad que las dq Becker: era indubitable que la o bia trange formado en la ¢ francesa; no lo era, en cia de Moliare con Ja posible infidelidad de Magdalena Béjart hubiese desembocado en Ia obra artistiea Boole des femmes. Pero, en ambos campos, el de la lingilfstica y el de la historia de la literatura (que estaban separados por ” una enorme sima, pues Meyer-Liibke hablaba solamente” de lenguaje y Becker solamente de literatura), reinaba una” laboriosidad sjn sentido: no s6lo no estaba centrada esta. clase de humanidades en un pueblo y época determinados, sino que se habla volatilizado el objeto mismo que estu- diaban, el Hombre (2). Al final de mi primer afio de estu- dios graduados, habia Hegado a la conclusién, no de que (2) Le presentacién de un profesionel de Jas letras tan des- tacado como Meyer-Lilbke desde el dngulo exclusivamente que aqut nos interesa, es forzosamente unilateral. Para una evaluacién més completa de su personalidad clentifica, asf eomo de su personalidad hhuggna en general, remito al lector a mi trabajo «Més souvenirs sur Rleyer-Libkes on La francois moderne, VI, 218. En cuanto a F. Augusto Becker, mis escasas observaciones no pueden dar una idea do !n exiberancia de su persona, quo Taras veces so trans- parenta on su personalidad literarla, Era In suya una naturaleca forgidstica, que cassba mal con ol tipo tradicional de profesor do “ude la experieti#>: } ala, logré a Lingittatica ¢ Historia Literaria 138 sar DLA T >A gPaLGT TENET pL NE PTT Ia ciencia que sé nos ofrecia ex cathedra careciese de valor, sino que era yo quien carecia de aptitudes para gstudios tales como el de la vocal irracional ~ de los dialectos fran- ceses orientales, o e] del Subjektivismusstreit, el problema del subjetivismo en Moligre. ; Nunca alcanzarfa la borla de Doctor en Filosofia y Letras! Fué'la'benignidad de la Providencia la que, utilizando mi nativa docilidad teuté- nica hacia los hombres de ciencia que saben més que yo, me méntuvo fiel los estudios de la filologia roménica Gracias a no haber abandonado prematuramente esta su- esta cienciiy utes al contrario, a tratar de asimilérme- 'p0 a6lo su verdadero valor, sino también ‘mis propias posibilidades de trabajo y fijar asi la meta de mi vida. Al utilizar el instrumental cientifico que se me ofrecfa, Hegué a ver, bajo la capa de polvo que lo recubria, + las,huellas de las manos de Federico Diez y de los roman- os que habfan creado aquellos instrumentos. Desde aquel * fnstante, nunca més estuvieron ya polvorientos, sino siem- pre brufiidos y siempre nuevos. Habis aprendido a mani- letras, Sirva de flustracién de lo que digo la anéedota que me ‘conté Walther von Wartburg: Becker, que era un tanto devoto de Baco-Dionisos, solia invitar a sus colegas de Leipzig a copio~ ‘sas Tibaciones en una hospederia popular. Una noche, después de ‘varias horas de francachela, Becker se dié cuenta de que los pa- rroquianos habituales do la casa estaban entados 6 su alredo- dor admirados de su exuberancia y vitalidad. Entonees, se volvié ripido hacia sus colegas y les dijo: <¥ ahora voy a deciros unas palabras sobre los himnos cristianos primitivoss. Durante east hora entera estuvo hablando con gran placer no sélo de paileros sino también de 1a numerosa clientala de los Spiseebtiraer, que, poco a poco, so le habia ido aceresndo més y més, hipnotizads or el verbo clocuente de este vate barbieano, que revivia el espfri- ta de San Ambrosio en una taberna. ae “4 Lingitet lororia pular muchos y miltiples hechos: el Sammie en el manejo de los hechos, de los hechos brutos, constituye quizé la mejor educacién de una mente vacilante todavia -eomo lo es la de la fogosa juventud. Y ahora me vais a permitir que os conduzca, como 08 promet{, por Ia ‘senda que lleva de las téenicas més rudi- mentarias de la lingtifstica la obra del historiador de la literatuka. Los diferentes campos aparecerén aqu{ en or- den ascendente, tal como yo los veo hoy, sin que por ello los ejemplos coneretos, tomados de mi. propia actividad, hayan de respetar el orden cron de su publicacién. Meyer-Libke, autor del Diccionatig ‘etitholégico de la» Jenguas roménicas, amplio y todavia no superado, me ha- bfa ensefiado, ademés de otras muchas cosas, a manera de hallar etimologias. Voy a tomarme la libertad de mo- estar vuestra atencién con un ejemplo concreto de: procedimiento; y ello sin perdonaros ninguna de las me; nudas fatiges que entrafia. Desde mi legada a América andaba intrigado con la etimologia de dos palabras ingle- sas caracterizadas por un mismo : conundrum = acertijo, pregunta embarazosa, respuesta a lo que en- vuelve un equivoco, y quandary = situacién embarazosa, perplejidad. El NED registra por vez primera conundrum en 1596; variantes primitivas son: coninbrum, quonun- drum, quadrundum, Su significacién es: «genialidad, ex- travagancia, capricho» 0 bienhadados; en tiempos de Noé ; tal cosa aconteci6? | Ah, no y nol» Esta técnica barroca de rellenar los ‘sermones con retruécanos es bien conocida por el sermén det capu- chino, a lo Abrahén de Santa Clara, en el Wallenstein’s Lager doe Schiller: y podemos admitir que calembour tenfa también en sus comienzos esta misma significacién general, Esta familia lingiiistica deriva probablemente de la voz francesa bour- de (del latin quadrifurcus, franeés correfour cencrucijada>: la qu- de las variantes inglesas apunta a esta etimologia latina). La terminacién francesa ~aine de calembredaine pas6 a -um: la n se trans- formé en m como en ransom creseate>, del francés gon; ai se convierte en o como en mitten «mitén> (anti- guamente, mitton) del francés mitaine, De esta manera calembourdaine, como resultado de varias asimileciones ¥ abeviaciones, de las cuales os haré gracisy' {pynstorms en colundrum, columbrum y después en onundrum, conin- trum, ete, Desgraciadamente los testimonios sobre esta familia de palabras francesas son mas bien tardfos, pues aparecen atestiguadas por vez primera en la 6pera cémi- ca de Vadé en 1754. En cambio, encontramos un équil- bourdie cextravagancia, genialidad> ya en 1686 en la Muse normande, wi texto dialectal. El hecho es que los térmi- nos populares de esta clase tienen por regla general esca- sas probabilidades de penetrar en el lenguaje de la lite- ratura (predominantemente idealistica) Ge la Edad Me,, dia. Por esta raz6u, débese meramenté a Ia’ casualidad ef, el francés calembour no antes de 1754; pero, al menos, la presencia fortuita de équilbourdie en el texto dialectaj de 1658 nos proporciona un testimonio anterior de esta fa- milia lingiffstica francesa. Que las voces medievales ¢ dentemente populares surjan tan tardiamente en la lité. ratura, es un hecho que se explica por las corrientes predo- minantes en la literatura, El lingilista ha de aventurarse con los teatimonios que Ia literatura le ofrece. En cuanto ala evidencia absoluta de la ecuacién. conundrum = ca- lembredaine, no deben intimidarnos las divergencias cro- nolégicas que en tanto parece haber fenido la antigua es- cuela etimol6gica (representada por los editores del NED). Una vez que conundrum habia dejado de ser un enig- ma para mi, me sent{ con énimos para preguntarme si no podria ahora desenredar Ia etimologia de Ia palabra quan- dary, 1a cual también me sugerfa una procedencia fran- cese. Y fijaos bien: esta palabra de origen desconocido, ‘que aparece atestiguada desde 1580 aproximadamente, re- vel6 tener idéntica etimologfa que conundrum. Existen en inglés formas dialectas como quéndorum, quéndorwm, que nos, syudan a establecer una cadena ininterrumpida: TO a eg Lingittstica o' Histori@Literaria conimbrum-conundrum-quonundrum-quandorum; y estas formas nos dan quandary (3), : Ahora bien, {cual puede ser el valor humanistico, inte- Jectual de este aparente escamoteo con formas de pala- bras? El.caso particular de la etimologia de conundrum es un hecho fortufto. Que una palabra pueda ser hallada por un hombre es milagroso. Una etimologia lena de sentido To que carecfa de él; en nuestro caso, la evolueién de dos palabras en el tiempo —esto es, una poreién de historia ;Hingilfstica— ha quedado esclarecida. Lo que parecia un : . té '~ j= ‘aqmero conglomerado de sonidos aparece ahora co1 que el inglés conundrum aparezea atestiguado en 1596 y= + vomprensi6n de “qué. Sentimos que acompafia a nuestra comprensién de esta evolucién en el tiempo la «misma sacudida interna> que experimentamos cuando hemos comprendido el sentido de un pensamiento o de un poema, que entonces vienen a ser algo més que la suma total de cada una de sus palabras y-sonidos (poema y pensamiento son, en efecto, los ejem- Plos clésicos puestos por Augustin y Bergson para demos- trar la naturaleza de una extensién de la durée réelle 0 duraci6n real: las partes unidas en un todo, el tiempo hen- chido de contenidos). En el problema que hemos elegido, dos palabras que parecian errabundas y fantésticas, sin Parentesco en inglés, han quedado unificadas entre af y emparentadas con una familia lingilfstica francesa. La existencia de tal préstamo lingilistico constituye una prueba” més de la situacién cultural predominante, euando-la Inglaterra medieval se hallaba bajo la hegemo- nfa de la influencia francesa. Las familias lingiifsticas (8) Estas etimologias fueron publicadas en l Journal of Bn- gtich and Germanic Philology, XLI, 405; también sugeria alli In posibilidad do otro origen, *calembourd-on. Pero hoy prefiero calembredaine a aquella otra forma hipotética. * a 8 Lingitatiod! « Hist inglesa y frangesa, aunque atestiguades siglos después de la Edad Media, debieron de pertenecer a una familia lin- gilfstica anglo-francesa durante aquel periodo; y esa exis- tencia anterior se prueba precisamente probando su in- timo parentesco. ¥ no es simple casualidad el que las pa- labras expresivas de epun» =equfvoco, juego de palabras y «whime= genialidad, las hayan tomado prestadas los ingeniosos franceses, quienes han dado también al inglés la palebra carriwitehet eargucia, suti- leza> y (quizé: ef. el NED) la misma palabra «pun». Pero . como el préstamo lingilfstico raras veces se siente como en su casa en su nuevo medio ambiente, tenemos las mil- tiples variaciones de la palabra que se desdobla en dos grupos lingilisticos (claramente diferenciados hoy en dia por el sentimiento lingiiistico general): conundrum y quandary. La inestabilidad y separacién de Ia familia lin- giifstica es sintomética desu posicién en el nuevo medio amn- biente. Pero“esta inestabilidad evidente en nuestras palabras inglesas ha sido siempre caracteristica de la familia ca- lembredaine-calembour, precisamente en su medio am- biente native. Como ya dijimos, esta familia lingifstica francesa era una combinaeién de al menos dos rafces dis- tintas. Por ello debemos sacar la conelusiéa de que su ines- tabilidad esté también unida a su contenido seméntico: una palabra que significa es na- tural que se comporte de un modo equivoco y caprichoso, exactamente como pasa en todos los idiomas del mundo ‘con los nombres de la «mariposas, que ofrecen una va~ riedad calidoseépica, El lingtiista, que trata de explicar tales palabras fluctuantes, por fuerza ha de recurrir como a unia especie de escamoteo, pues que tal juego lo ha em- pleado antes la misma comunidad que las emplea (en nues- Lingilatica 9 Historia Literaria : 19 “tro caso, los ingleses lo mismo que los franceses). ‘Esta prestidigitacin tiene en si misma su raz6n de ser tanto desde el Angulo psicolégico como desde el cultural. No es el lenguaje, como pretende la escuela mecanicista 0 ma- terialista de lingtlistas, boyantes hoy én varias Universi- dades, una mera actividad fisiolgica y ciega, un rimero de cuerpos sin vida ni sentido, material léxieo muerto, chbitos parlantes> autométicos, cuyo funcionamiento no sea posible controlar. Cabe admitir cierto automatismo en el empleo de conundrum y quandary en el inglés actual, y de calembour, calembredaine en el francés contemporé- neo (si bien, aun hoy en dfa tal automatismo no es ab- soluto, ya que todas esas voces conservan todavia una con- notacién de antojo y capricho y estén, por tanto, hasta cierto punto motivadas). Pero es falso, sin género de duda, aplicado a la historia de las palabras. La creacién lingilfs- tica tiene siempre su sentido y sabe siempre lo que quiere: fué su conciencia de la propiedad de la nomenclatura la que impuls6 a las comunidades 2 emplear, en el caso que nos ocupa, palabras paralelas. A un concepto caprichoso dieron una expresién caprichosa, simbolizando en la pala- bra su actitud frente al concepto. S6lo cuando hubo pa- sado la frase creadora, el Renacimiento, dejé el inglés que estas voces se congelasen, se petrificasen y bifurcasen en dos, Esta misma petrificacién obedece a Ia decisién de la comunidad, en la Inglaterra del siglo XVIII, que pas6 de Ja actitud renacentista frente al lenguaje a Ja actitud cla- sicista, que queria sustituir el impulso creador por una regularizacién estandardizada. A nuevo clima cultural, nuevo estilo lingtfstico. De entre la infinita variedad de palabras, cuya historia hubiera podido trazar, he elegido solamente una, pero tal que ofrece circunstancias total- mente individuales, como son: el haber sido tomada por 20. Lingitstion 0 Historia Literaria los ingleses en calidad de préstamo de una palabra extran- jera; su primitiva combinacién ya en francés y las alte- rasiones y restricciones subsiguientes. ¥ es que cada pa- labra tiene eu propia historia, que no ha de confundirse con la de ninguna otra, Pero lo que se repite en la histo- ria de cada palabra es la posibilidad de reconocer, refleja- das en ellas, las caracteristicas culturales y psicolégicas de un pueblo, Para emplear el modo de hablar de la pa- tria de la filologia: al situar el francés y el espafiol junto con el vaseo y el irlandés en un grupo lingiifstico atléntico, y el rumano con el grupo balednico (véase mi critica en Anajes del Inst, de lingaseticn do Cuyo, 11. Y hay, yor otra parte, Ia eseucla russ de los eJafetistas», que no creen en sino en eststemss> fingtfsticos y que se atreven a descubrir en cualquier idioma dado ‘certos celementos> bésicos’ primitives del perfodo prelégice del Tenguaje humano (véase el articulo de Malkiel en Language, XX, 150. Lingittetica ¢ Historia Literaria, 23 en otros términos, que respecto a existe en'la civilizaci6n indoeuropea una continuidad de sentimiento que se extiende hasta més allé de cuatro mil afios. ‘Ast, nuestro estudio etimolégico ha derramado luz s0- bre una extensién de la historia lingifstica, que esté uni- da con la psicologia ¥ Ix historia de la civilizacién, y nos ha sugerido una urdimbre de reciprocas relaciones entre al lenguaje y los que lo emplean. Esta trama de mutuas conexiones la pondria igualmente de manifiesto el estudio 7 de una evolucién sintéctica 0 morfol6gica; por ejemplo, Ia evolucién fonética del tipo e», donde no aleanz6 Meyer-Lilbke a ver la duracién real, interesado como es- taba exclusivamente en Uheure de la montre, en su hist6- rico tiempo del reloj. "Ahora bien, puesto que el documento més revelador, del alma de un pueblo en su literatura, y dado que esta ‘iltima no es otra cosa mas que su idioma, tal como Io ban escrito sus mejores hablistas, 2n0 podemos abrigar fun- dadas esperanzas de llegar a comprender el espfritu de una nacién en el lenguaje de las obras sefieras de su literatura} Porque hubiera sido temerario comparar el conjunto de una literatura nacional con el conjunto de un idioma na- ional, como intenté hacer prematuramente Karl Vossler. yo comencé mas modestamente con este problema: 1 pode- mags definir el alma de un determinado escrit por su lenguaje particular? Es evidente que dores de Ia literatura han sustentado esta. opinién, ya que, después de la consabida (mejor dicho, mal trafda) cita del dicho de Buffon , reflejo del lenguaje hablado e iliterario: «los despertares del médiodia son pesados y pegajosos... Se experimenta un vago sentimiento de frustracién a cau- sa de ( Un escri- tor més académico habria escrito: en el momento de la creacién de Ia palabra; en e} segundo, es . As{, no de- bemos sorprendernos cuando e] escritor pone en boca de uno de sus personajes las siguientes palabras: ehay en mi coraz6n dos o tres cientos de pequefias emociones, que ar- den por causa tuya (a cause de toi)». Una poética con- vencional habria dicho «que arden por tis, pero eque ar- den por causa tuya>, es a la vez menos y més: més, por- ‘que el amante expresa mejor el lenguaje de su corazén de ‘esta manera vulgar, pero sincera. Esta frase causal, con todas sus resonancias semipoéticas, sugiere mas bien un personaje vulgar, cuya forma de hablar y habitos de pen- samiénto pargce sancionar el escritor en su propia narra- cién. Nuestra observacién sobre a cause de cobra eficacia ‘al contrastarla con el uso, en la misma novela, de otras ‘eonjunciones causales, tales como «parce que>, porque. Por ejemplo, dice asi al describirnos el amor del chulo hacia su dulce Berta: <él amaba aquella su voluptuosidad particular, cuando ella juntaba’su cuerpo al suyo... Ama ba aquello que la distingufa de todas las ‘mujeres que ha- bia conocido, porque (parce que) era algo mAs dulce, por- que (parce que) era algo més delicado, porque (parce que) era su mujer propia, a la que habia conocido virgen. la amaba porque (parce que) era honrada y porque (parce que) lo parecia, y por todas las razones que tienen los bur- gueses pata a amar a su mujer>. Claramente clasifica y en- ingilietica ¢ Historia Literoria a Lingiltstica ¢ Historia Witerarig casilla aqui el eseritor como burguesas las razones por las que Mauricio gustaba de abrazar a su dulce amada (porque era algo dulce y delicado, porque era su mujer propia); y ‘ademas, en la narracién de Philippe, este porque aparece tusado como si el eseritor considerase estas razones de va- lidez objetiva. ‘La misma observacién es aplicable # le conjuncién cau- sal car epues» en el siguiente pasaje, que describe a Mau- rico como un ser a quien las mujeres no pueden menos de amar: ¢Rodeébanle de su amor las mujeres, como aves que cantan a la fuerza y al sol, Era uno de esos seres a quien nadie puede domefiar, pues (car) su vida més fuer- te y més bella entrafia el amor del peligro>. Puede a las veces suceder que, aun sin estar explfcita Ja conjunci6n, esté sobrentendida la relacién causal; una, relacién debida al carécter gn6mico inherente, al menos ‘en aquel medio particular, e una afirmacién general, cuya verdad quiz4 no es aceptada plenamente en cualquiera otra parte: ¢La abraz6 y In bes6. Hs una cosa higiénica y bue~ fra entre un hombre y su mujer, que os divierte durante un breve cuarto de hora antes de dormiros», (Philippe po- aria también haber escrito: «cars o bien «parce que c'est tune chose hygiénique...») Esto evidentemente es verdad ‘solamente en el mundo particular del realismo sensual.que ¢l novelista nos va describiendo. Al mismo tiempo, sin em- argo, mientras por una parte el escritor parece que res- palda estas vulgaridades burguesas del inframundo que describe, por otra nos sugiere su propia critica de ellas, eritica a un mismo tiempo firme y discret. ‘Ahora bien, yo os presento la hipétesis de que todo ese enorme desarrollo de los usos causales en Philippe no pue- de imputarse al azar; debe de haber (6) se hallaba de acuerdo con lo que por otras fuen- tes sabemos de los elementos de su inspiracién, También aqui hay implicada una creencia, creencia no menos aven- turada que la de que las lenguas romances remontan a un modelo invisible y basico que se manifiesta en todas ellas. (8) Esto estudio ha sido publicado en Stilatudien, IL El método que he estado describiendo en el texto ¢, natural mente, el que seguimos todes nosotros cuando tenemos que inter. pretar la correspondencia de cualquier persona a la que no cono- cemos bien. Hace algmos aiios mantave correspondencia epistolar con una emigrada alemana, refugiada en Francis, a Ia que no conocia personalmente y cuyas cartas me daben la impresién de tuna persona un tanto concentrada en si misma y descos de un eontomne e6modo en consonancia con su temperamento, Cuando pasb, finalmente, rescatada a otra regién, publicé un Wbro de memorias, del que me envié un ejemplar, En la eubierta del libro i dibujeda Ta ventane de la habitaciGn que habfa ocapado en Pa- His; detrds de la ventana, y en primer término, aparecta un enor- io gato mirando a lo lejos Ja eatedral de Notre Dame, Una gran parte del libro mismo ocupébala el gato; y no habia avanzado Eran cosa en su lectura, cuando encontré, sin que ello me sor- prendiera mayormente, varias frases como ésta: No entréis aqui, hipScritas, gazmofos, Pfearos redomados, galopines, tragavirotes, Santurrones cuelligachos, papanatas, més que los Godos Y¥ los Ostrogodes, precursores de los monigotes, Peleles, mojigatos, cucarachas embotinadas, Pordioseros disfrazados, frailazos motilones, ‘Sncoo de viento, chapuceres, urdidores de. baradindas; Largo de aquf a vender a otra parte vuestras monsergas. ‘Los prosaicos comentaristas de la edicién Lefranc pre- tenden que esta clase de poesfa, un tanto mediocre, deri- va del género popular del cry, sobrecargado con los recur- sos de la escuela retoricista, Pero yo nunca he podido leer estos versos sin sentirme estremecido; y ahora mismo es- ; toy sobrecogido por el horror que emana de esa acumula- cién de -fl- y -got-; verdaderos racimos de sonidos que, en sf mismos y tomados por separado, son completamente ino- centes, pero que en ese amontonamiento de palabras pa- ‘recen erizarse con el odio que inspira a Rabelais la hipo- cresfa, el mayor de los erfmenes contra la vida. Conforme que se trate de un ery; pero a condicién de tomar la pala- ra en su més lata acepcién. Es el grito gigante de Rabe- lnis que nos grita directamente a través del abismo de los siglos, restallante todavia como en el momento en que Ra- belais forj6 estas palabras. Si, pues, es cierto que esta formacién de palabras ra- belesiana refleja una actitud intermedia entre la realidad y Ia frrealidad, con sus sobresaltos de horror y su c6mico ‘serenamiento, ;qué pensar de la famosa afirmacién gené- rica de Lanson, afirmaci6n repetida en miles de escuelas francesas y, por el influjo de Lanson, en la mayoria de se- minarios de francés en todo el mundo: ; 0 acudiendo: a atra metéfora, la sangre vital de la creacién poética (7) (7) Vale Ia ‘pena recordar también aguf el simil de Goethe 36 Lingiltstica © Historia Literaria es siempre y en todas parte la misma, ya puncemos el or- ganismo en el lenguaje, o en las ideas, o en la trama, o en la composicién, Por lo que a esta ‘iltima se refiere, hubie- (en Weblverwandtschaften, Hl, 2): sobradamente humsnos, que en opinién de Fread matizan y coloran en el fondo los escrites de las Grandes figuras de Ia literatura, sino més bien los moldes ideo- Véeicos> en cuanto estén presentes en la historia de In mente ba- mans. “El sefior Kenneth Burke, en su libro Philosophy of Literary Form (Laisiana, 1940), ha claborado una metodologia de lo que lama 61 método o expresadas por el poeta no hay quo excluir a tedos los escritores anteriores al siglo xvi, Spoca en que se descubrié y aplicé la teorfa del «genio original». Es muy dificil descubrir, antes de esta centuria, en ningin escri- tar asociaclones , es decir agociaciones no motivadas por una tradicién literaria. Dante, Shakespeare, Racine, son grandes cindividualidades> iterarias, pero no permitieron (0 no To pudieron) que sus fobias y sus {diosincrasias personales se in- filtrasen en ou estilo (Montaigne precisamente, al hacer su auto- rretrato, habla de sf mismo como «l'homme, eel hombre). ‘Cuando uno de mis disefpulos, en un trabajo sobre el estilo de Agrippa d’Aubigné, traté de aplicar por influjo del libro del Pro- fesor Burke el método de las easociaciones emocionsles> a aquel poeta épico de Ja centuria décimoséptima y logré efectivamente hallar series do asociaciones antitéticas tales como , aplicadas a los dos grupos representades por 1a catélica Catalina de Medici y sus adversa- ‘ios protestantes, hube de indicarle que estos grupos particulares: de asociaciones (que Ie hicieron pensar en Joyce) provenfan todos do la tradicién clasica o escrituristics. D’Aubigné se limits a dar xpresién incisiva a viejos motivos ideolégicos, que rebasaban su vigoroso temperamento personal. Su «mare non-mére> arranca evi- ( dentemente del griego phrnp dnijeop(=madre desnaturalizada), Re- cientemente he tenido ocasién de subrayar también esta misma Yerdad en el poeta del siglo xv1, Guevara, cuyo estilo se ha expli-/ cade por frustracién freudiana, SSS son otra cosa més que uno de los rasgos superficiales en una obra artistica) (8); que agrupe después aquellos deta- Iles y trate de integrarlos en un principio creador que pue- da haber estado presente en el alma del artista; que final- mente intente un hébil ataque por la espalda sobre los otros grupos de sus observaciones, para comprobar de este (8) Bajo el laudable pretexto de introducir en la eritica litera- rid Ia chistoria de las ideas>, han aparecido en estos siltimos tiem- pos, con I aprobacién de las Secciones de Historia de la Literata- ra, tesis académicas con titulos como y periférics). Carece del més leve asomo de verdad Ia objecién, suscitada poco ha por ui're- presentante de la escuela lingiifstica mecaniciste de Yale, contra ¢la circularidad de los argumentos» de los (9). Podria con- testarlo sencillamente que mi escuela lingifstica no se contenta con construir une explicacién psicolégica a base ide un solo rasgo, sino que todos sus presupuestos los fun- damenta en numerosos hechos agrupados e integrados con sumo enidado. Cierto que habria que abarcar todos los ras- gos lingilisticos que se puedan observar en un autor (yo mismo, en mis estudios sobre Racine, Saint-Simon, Que- vedo en mis volimenes Romanische Stil- wnd Literatur studien, me he esforzado por lenar en lo posible este requi- sito de absoluta perfecci6n). El cfreulo de que habla el contrincante poco ha citado, no es un cfreulo vicioso; al contrario, es una operacién fundamental en las humanida- des el Zirkel im Verstehen 0 movimiento circular en el en- tender, como denominé Dilthey el deseubrimiento, realiza- do-por el erudito y teélogo roméntico Schlelermacher de (9) Cf. mi artieulo en Modern Philolopical Quaterly: «Why Does Language Changets, y la polémica resultante en Lewgua- gt, XX, 4B y 245, que en filologia el conocimiento no se alcanza solamente por la progresién gradual de uno a otro detalle, sino por la anticipacién o adivinacién del todo, porque de Schlelermacher y que ‘muestra muy poco tacto diplomitico al propugnar un método tan en desacuerdo con el método tradicional en las humanidades (cuan- do Dewey censuré a los humanistas los residuos teclégicos de su pensamiento, éstos so apresuraren a. repudiar cuslquicr preocupa- ci6n. teolégica, al paso que yo me atrevo a proclamar: «Si, nos- otros los humanistas somos teflogos>). {No seria mejor, se me prerunta, sefialar el irracionalismo inherente a cualquier opera- cién racional en las humanidades, que abogar por el abierto irra- clonalismo religioso por el que sienten profundo horror nuestras ‘Universidades soculares? Mi respuesta es que Séerates mismo era ‘un genio religioso y que a través de Platén pervive en gran parte del pensamiento cristiano, En cuanto a la necesidad por parte del Lingitatica « Hiatoria Literaria a talles externos al centro interno y, a la inversa, del centro a otras series de detalles, no es sino la aplicacién del ex viefoso solamente cuando a una intuicién ineontrolads se le per- inlte ejercerse en Ins obras Witerariae. El. procedimiento consisten- ta en pasar de los detalles exteryos al centro fatimo y ‘sa no es én sf mismio”nedes 2 En realidad, tara enteligentes que postala el profesor Cherniss sin definirla (si bien se ve forzado a conceder un poco a regafiadientes que es a Lingiltatica © Historia Literaria guas romances, como basado en e| sustrato de un latin vulgar y reflejandose en ellas bien que sin ser idéntico a ninguna, fué logrado por el furdador de la filologia roma- ¢a certain native insight, eal it direct intelligence or intuition as you please») esté basada precisamente en e| mismo efreulo filol6- ico, El comprender una frase, una obra de arte o la forma inter~ ‘na de una mentalidad artistica implica en grado creciente movi- mientos frracionales, que en grado creciente también deben ser ‘controlados por Ia razén. Heidegger, en Sein und Zeit, I, 92 (eVerstehen und Ausle- gung>) demuestra que toda cexégesise es circular, es decir, una aprehensién intelectual (un asir con el entendimiento) que no e otra cosa que una anticipacién del conjunto que se nos da ¢exis- tencialmentes: ¢Zuhandenes wird immer schon aus der Bewandl- alsganzheit her verstanden... Die Auslegung griindet jeweils in einer Vorsicht, die das in Varhabe Genommene auf eine bestimmte Auslegbarkeit hin ‘anschneidet’... Auslegung ist nie ein voraus- setzangloses Erfassen eines Vorgegebenen... Alle Auslegung, die Verstindnis beistellen soll, muss schon das Auszulegende verstan- den haben... Aber in diesem Zirkel ein vitioeum sehen und nach Wogan Ansschau halton; ihn 2x vermeiden, ja thn auch nur ale unvermeidliche Unvollkommenkeit 'empfinden', heisst das Ver stohon von Grund aus missverstehen (el subrayado es del autor)... Das Entscheidende ist nicht aus dem Zirkel heraus-, sondern in ihn mach der rechten Weise hineinzukommen... In ihm verbirgt sich eine positive Moglichkeit urspriinglichsten Erkennens, die frei- lich in echter Weise nur dann ergriffen ist, wenn die Auslegung verstanden hat, dass ihre erste, stindige und letste Aufgabe bleibt, sich jeweils Vorhabe, Vorsicht und Vorgriff nicht durch Binfalle ‘und Volksbegritfe vorgeben zu lassen, sondern in deren Ausar- beitung aus den Sachen sebst her das wissenschaftliche Thema. mi sichern. Der 'Zirkel” im Verstehen gehdrt zur Struktur des Sin- neg, welches Phinomen in der existenzia'en Verfassung des Da- seins, im auslegenden Verstehen verwurzelt ist.» Esta eVorsicht», esta anticipacién del todo es particularmente necesaria para Ia comprensién de escritos filosSficos. Franz Ro- senzweig «Das neue Denken> (en Kisinere Schriften, 1987) escrl- ‘vet Las primeras plginas de los libros filoséticos son tenidas por | Lingitistioa ¢ Historia Literaria “a nica, Dfez, disefpulo del romanticismo, gracias precisamen- te a este circulo filolégico que le permitié situarse en el centro del fenémeno . En realidad, don- de menos sucede esto os en Ios libros filos6ficos. Aqui una frase no se sigue de Ia que le antecede, sing mucho més probablemente do 1a que le sucede... los libros filoséficos rechazan esa estrategia metodolégica de ancien-régime; tienen que ser contestados a lo Napoleén, en un denodado ataque contra el enerpo principal del enemigos y después de Ta victoria en este punta, las pequefias for- talecas eaerin por sf mismas> (Debo esta cita al artfcu- lo do Kurt H. Wolf, eThe Sociology of Knowledges, en Philosophy of Science, X: Wolf llama a este comprender por anticipado (en contraposi- cién al ceaprit géometrique>). Para los estudiantes de filologia roménlea formulé Grober a dea del cfreulo filolégico (sin mencionar expresamente Ia palabra las cuales a su vea so basan en eleyes fonéticas>, también es verdad que se mue- vo dentro dé un efreulo, segin las palabras de Zupitzs, en Zeitschr. fir vorgloich. Sprachwissenschaft, XXXVI (1904), pg. 387: , eseribe: . En esta serie de sonidos 46 Lingitatica ¢ Historia Literaria gargoteantes, guturales, las voces crai y poscrai son au- ‘ténticos reflejos italianos de las voces latinas eras y post- eras; en cambio, poscrilla y posquacchera son términos ereados por la fantasfa popular (11). Las onomatopeyas con que el lenguaje popular gusta de juguetear, las ha - empleado aquf el poeta erudito con fines de arte grotesco. Podemos ver aqui el punto exacto de la transicién del len- guaje popular al literario. La fe de Pulci en los ideales ortodoxos de Ja caballerfa cristiana es menos sincera y fir-* me que lo fué la de Turoldo, para el cual tenfan realidad los valores heroicos y religiosos, y quien por ello forzosa- mente habia de subordinar su lenguaje a la expresién de aquellos valores. El mundo lingiifstico a que da cabida Pulei en su obra artfstica, todavia no era utilizable por Turoldo, como tampoco por Dante (cuyos cretruécanos etimolégi- cos» en Ia Vita nuova son de muy otra naturaleza: cons- tituyen simplemente , ni mas ni menos que los juegos de palabras de los Padres de la Iglesia) (12). La aparici6n de este mundo intermedio esté condicionada por la fe en Ja, realidad de las palabras, creencia que ha- bria sido condenada por los «realistas» de la Edad Media. ‘La creencia.en vicerrealidades, tales como las palabras, es (11) Este punto Jo ha pasado enteramente por alto un anti- ‘mentalista al tratar el pasaje: véase mi articulo en Itali- oa, XXI, 154, (12) Ello no quiere decir quo los juegos de palabras y repe- ticlones empleados por Rabelais no deriven bist6ricamente de los mismos recursos ompleados por los Santos Padres y egcritores me- dievales. La graciosa etimologia de Beauce=<(je trouve) beau ce> ¥ su: reiteracién do palabras como moine moinant de moinerie, constituyen recursos escolésticos; s6lo que Rabelais los emplea do modo antimedieval, informéndolos de un espfritu mundano y, Yo més importante, con plena conciencia do Ja autonomia del emun- do de ta palabra>. Lingitatica 6 Historia Literaria a posible tnicamente en 6pocas cuya fe en los cuniversalia realias, en la realidad de los universales se ha debilitado. Gn este clima fantasmagérico, evocado casualmente en Pulei, es donde Rabelais se moverd con soltura y naturali- dad, con una especie de c6smica independencia. Fué la ereencia en la autonomfa de la palabra la que hizo posible todo el movimiento del Humaniamo, en el que tanta impor- taneia se concedi6 a la palabra de los antiguos y de los es- critores bfblicos, Esta misma fe explicaré en parte el extra- ordinario desarrollo de las mateméticas en los siglos XVI y XVII, es decir, del lenguaje mas aut6nomo que jamais ha ideado el hombre. Y¥ bien; ¢d6nde estén los descendientes de Rabelais? La literatura clisica francesa, con su ideal de ele mot Juste, la palabra justa, y a ‘Aquf evidentemente la creacién verbal, que es ella mis- ma cuya in- terseccién crea el clima particular en que madura toda obra grande literaria; exactamente igual que el sistema de una lengua est4 hecho a base de Ja interseccién de dife- rentes trayectorias histéricas de] tipo calembredaine-co- nundrum, Asf, tuestro punto de partida fué una trayectoria his- t6rica particular, la etimologia de una determinada fami- lia Tingiifstica, y en ella encontramos las pruebas de un cambio de clima histérico, Después estudiamos el cambio de todo un clima hist6rico expresado en las innovaciones, Vingiiisticas y literarias, de dos Spocas distintas (el si- -glo XX y el siglo XVI) para llegar finalmente a afirmar * te6ricamente sistemas autosuficientes: las grandes obras do arte, determinadas por diferentes desarrollos histéri- cos y reflejando en todos sus detalles externos, tanto lin- giisticos como literarios, su respectivo «sol» central. Es obvio que en este ensayo no me ha sido posible presenta- ros més que ejemplos dispersos, cuyas conclusiones he cargado y .quizé sobrecargado con la experiencia resul- ‘ 50 Lingitatica @ Historia Literaria oC ation Be ee tante de cientos de tales necesaria para Ia percepoién de las obras artisticas: «Um von Kunstwer- Ken eigentlich und mit wabrem Nutzen fur alch und andere =u ‘aprechen, sollto es freilich nur in Gegenwart derselben geschehen. ‘Alles Kommt auf Anschauen an; es kommt darauf an, dass bei . & Lingiltatica Historia Literaria 61 de arte, o, en otras palabras, la actitud que considera to- das las manifestaciones del hombre como igualmente se- riag, es una consecuencia de la firme conviccién, preesta- blecida —del (sean célebres o no) empleadas por un escri- | tor (filoséfico o de otro género), sin establecer ninguna clase do ' relacin entre aquéllas y ¢] resorte principal de la inspiracién del eseritor, es historia literaria... fala. & 62 Lingitistica ¢ Historia Literaria contrado», dice el Dios ‘de Pascal. De esta suerte el pensa- miento humanistico, pese a la distincién metodolégica que ‘cabo de hacer, no se halla tan completamente desvincu- lado del pensamiento teol6gico como generalmente se cree. No es puro capricho de] azar que fuera descubierto por un te6logo, que esté avezado @ ar- monizar lo diseordante y a rastrear la belleza de Dios en este mundo. Esta actitud se refleja en el término acufia- do por Schleiermacher o carifiosa ‘atencién a lo pequefio, que recomendaba Jacob Grimm. Iré lenando sus papeletas con datos y ejemplos, en la espe- ranza de que una luz superior, derraméndose sobre ellos, perfilard las claras Ifneas de la verdad, El humanista cree en el poder otorgado a la mente humana de estudiarse a sf misma, Cuando en hombres de letras, cuyo fin y cuyo instrumento’ son idénticos entre sf, se quiebra la fe en la mente humane, como instrumento y como fin, .qué otra cosa puede signifiear esto sino que hay crisis en las Hu- manidades, si no es que debo decir en las Divinidades? ‘y“esta es la situacién actual. Un hombre sin,confianza en Ja inteligencia humana es un ser incompletamente des- arrollado; y 4¢6mo un hombre as{ puede ser humanista? Solamente podrén restaurarse las Humanidades, cuando depongan los Humanistas sus actitudes agn6sticas, cuan- (44) Segin Gundolf, en su ensayo sobre Schlelermacher. En cambio, segin A. Gitze, Euphorion (1924), eso término no fu6 for- ado por Schlciermacher, sino que se trata de una creacién de on boca. Lingilatica ¢ Historia Literaria 58 do vuelvan a humanizarse y compartan la creencia de aquel rey humanista y religioso de Rabelais: Pero el filélogo puede probar que Virgilio piensa (y del pensamiento consciente eo de lo que ex- lusivamente se ocupa el filéloge) el primero, el emenor> de los Pensamientos imencionados (como lo estén indieando los dos sunt anaféricos con su sugerencia de un paralelismo de ideas que nos evan ‘al alentador verso final). El segundo pensemiento ex una Grrada eupoatelén do 1s posteridad, error debido a considerar ose verso sisladamente y desglosado do x contexto (lo quo origina una orelda interpretacién de rerum como en lugar de ; o tam- ‘ién-a las interpretaciones, agudas © ingeniosas, pero equivocedas, Lingitatica @ Historia Literaria ‘ 85 para servir no s6lo de ilustracién a mi procedimiento, sino también como estudios independientes, que contribuyan a la comprensién de los autores estudiados en ellos; estu- de clertas versos; por ejemplo, cuando el verso de «La Doncella de Orleéni>, do Schiller «Johanna geht und nimmer kehrt sie wie- Gero, s0 le interpreta jocosamente por y «muerte» fsa valor indefinido, La mésiea pottica de Virgilio estriba en su procedimfento de extender e} ejemplo particular del sino de Pris~ Jao al de todos los hombres (paralelamente, tampoco se debe con- fretar el sentido de mortalia en , sino que hay que con- gervarle el genérico de cel destino mortals), Es este pensamien- to gnémico general, que Virgilfo engarza tan indisolublemente con 1 cago particular, el que la posteridad ha desglosado de un modo completamente arbitrario (y Jo ha interpretado, a base de este gnévil antipostico, de manera torcida y, esta vez, poétiea en la for- ma arriba indieads). ‘En este estudio y en los que le siguen, el lector me verd pole- mizar contra los puntos de vista de mis compafieros de profesién. ‘So me ha acusado a veces de poner en pie testaferros no mée que por el gusto de derribarlos, en vez de contentarme con exponer mi Versién. propia del fenémeno en cuestién. A esto respondo que en materia eatilfsticas, 1o mismo que en cuestiones positivas de his- torla Iiteraria y Tingiifstica, el consensus omnium es el desidera- . . we : 56 Lingiatica 6 Historia Literati. - dios cuya lectura es accesible a toda persona interesida en el estilo de las obras artisticas (16). Porque si algin valor tiene mi procedimiento, éste se revelaré en sus re- sultados, en el progreso de los -estudiosos, conseguido gracias a aquél. El cfreulo filolégico no implica que uno se contenta con moverse dentro de lo ya conocido; no es un edar vueltas en el mismo sitio sin salir del atolladero>. Por ello, estos ensayos han sido pensados y redactados para formar cada uno una unidad separada e independiente. Es- pero que las repeticiones de puntos de vista teéricos o his- t6ricos, que son consecuencia inevitable de esta manera de exponer las cosas, sabré sentirlas e interpretarlas el lector como o estribillos cuya periédica repeticién quiere poner de relieve la constancia y unidad del método. ‘Antes de poner a prueba el método del «cfreulo filol6- gico» ya esbozado, quiero advertir al lector que no espere encontrar en mi demostracién de este método el procedi- miento servilmente sistemAtico que parece prometer la descripcién:que de 6 he hecho (17). Pues cuando hablaba (16) El hecho de que frecuentemente ocurran en e| texto citas ‘en su original idioma (0 idiomas) extranjero, puede ofrecer una dificultad para el lector espaficl. Pero como mi propésite es tomar fn serio la palabra (y el estilo) de los poetas, y como por otra parte Ia fuerza probatoria y el rigor de mis conclusiones estilisti- cas dependen completamente de los pequefics detalles lingisticos do los. textos originales, era imposible ofrecer traducciones de ellos. (17) Quizé debiera dejar bien sentado que empleo constante- mente Ia palabra método en un sentido algo distinto del uso co- ‘rriento amorleano, Para raf, método es mucho.més «un procedi- miento habitual de In mentes (Lalande, Vocabulaire de la philo- Jophia, & v. Méthode 1), que un (ibid. 2). En el empleo que hago del Ie Lingiatica « Historia Literarja is 34 movimientos de vaivén (primero el detalle; después el conjunto; Iuego, otra vez, el detalle, ete.) lo hacia em- pleando una imagen lineal y temporal para describir es- tados de percepciin interior que con demasiada frecuen- ~cia coexisten en la mente del humanista. Este don, o defecto (pues tiene sus religros), de ver conjuntamente en cual- quier momento la parte y el todo, y que en cierta medida es fundamental en las operaciones de una mente filolégica, quizé en mi propio caso se halla desarrollado en grado excesivo y ha suscitado objeciones de parte de estu- diantes y lectores, tanto en Alemania, donde Ja capaci. dad de sintesis del piblico es superior generalmente a su capacidad de andlisis, como en América, donde ocurre lo contrario. Una de mis ex-alumnas americanas, tan dotada de inteligencia como de agudeza critica, me escribié una vez: «Establecer una técnica concreta y positiva que reve- Je la aplicaci6n de su método, sobrepasa sus posibilidades, término métedo coinelde con su significado casi sinonimicamente con Ja palabra alenana de esta tltima palabra, matiz derivado del fasedio de una plaza o dél rastrear Ta pista de la eaza, y que cons- tituye Ia posible explicacién hist6riea do la palabra capproach>. ‘A este propésits, quiero traer aqu{ un pasaje de una carta de Descartes a Mersenne (Oquores, ed. Adam-Tannery, 1, 347): ¢Mais, fe n’ay sceu bien entendre co que vous objectez touchant le titre (Discours de In Méthode); car fe ne mets pas Traité de la Metho- da, mais Discoure de la Methode, ce qui est le mesmo que Preface ‘ou Advis touchant la Methods, pour monstrer quo le n’ay pas des- tein de Penseigner, mais seulement d’en parler. Car comme on pent ‘voir de co quo f'en dis, elle consiste plus en Pratique qu’en Theo- Ho, & fe nomme les Traitex suivans des Eseaie de cette Methods, ource que fo preters que les choses qu’ils contiennent n’ont pQ estre trouvées gang elle, & qu’on peut connolstre par eux ce qu’elle vant.» 1a juicio mfo. Usted emplea los’ principios que le gufhn més bien que una etéenica>, sea cual sea, que se pueda decir que sigue usted rigurosamente. Aqu{ puede ser una reminiscencia de su juventud, allf una inspiracién que le viene a usted de otro poema; aqui, alli y siempre hay en* usted un estimulo, un instinto, favorecido por su experien- cia, que le dice inmediatamente: Evidentemente, estas palabras ofrecen un cuadro de las limitaciones de un particular temperamento individual. Pero mucho de lo que dice mi comunicante se da en el método del cfrculo filolégico, cuando éste se aplica no a lecturas Tutinarias por una parte ni por otra a las deduc- cfones de una lingiifstica esquemAtica, sino a una obra de arte, La solucién lograda por medio del método circular no puede someterse a una exposicién rigurosamente raz0- |= por la razén de que la operacién circular, en su forma més perfecta, es una negacién del procedimiento gradual y paso a paso: una vez alcanzado un escalén, tien- de @ borrar los escalones anteriores (recuérdese el leén de Jos bestiarios medievales que, a cada paso adelante, borra lag huellas con la cola, para burlar a sus perseguidores).- Por qué insisto tanto en Ja imposibilidad de ofrecer Lingilistica ¢ Historia Literaria 59 al lector una exposicién razonada paso a paso, aplicable a la obra artistica? Por una razén: la de que él paso, del que dependen todos los demés, nunca pues ideado. Esté ahf previamente i i de un detalle que nos Hama la al viecién de que ese detalle guarda una ielacién fundamen- tal con el conjunto de la obra artfstica. Ello significa que hemos hecho una cobservaciéns, punto de partida de una teorfa; que nos hemos dirigido una pregunta a la cual hay que hallar respuesta. El comenzar omitiendo este pri- mer paso malograré cualquier intento de interpretacién, como ocurrié con una monografia americana consagrada al estudio de la eimagen» en Diderot y en la que el concepto de cimagen» se basa no en una previa observacién perso- nal, sino en una categoria ya hecha y aplicada desde fuera a la obra de arte. Desgraciadamente no conozco la manera de garantizar ala impresi6n> o conviceién que acabo de deseribir: es el resultado del talento, de la experiencia y de la fe. ¥ aun entoneés, él primer paso no depende de nuestra volun- tad. 1 Cudntas veces, con toda mi experiencia tebrica del método, experiencia que he ido acumulando a lo largo de los afios, he permanecido, completamente igual que uno de mis alumnos prineipiantes, con Ios ojos en blanco so- bre una pégina que no queria entregarme su secreto! El Gnico camino para salir de este estado de esterilidad es leer y releer (18), paciente y confiadamente, en un (18) Si hubiera de dar un consejo a nuestros estudiantes de historia do la literatura, seria sustanclalmente el mismo que aié Lanson, enando visité, hace cuarenta afics, los Estados Unidos, ‘a los estudiantes de aquel tiempo, quienes estahen entonces, coma 60 listoria. Literaria esfuerzo por egar a quedar calados, valga la expresién, por la atmésfera de la obra. Repentinamente, una pala- bra, un verso, se destacan y sentimos que una corrieh- te de afinidad se ha establecido ahora entre nosotros y el Poema. Frecuentemente he comprobado que, a partir de este momento, con la ayuda de otras observaciones que se afiaden a la primera, y las experiencias anteriores de la aplicacién del efreulo filolégico, y el refuerzo de las aso- ciaciones proporeionadas por mi previa educacién (todo ello: potenciado, en mi propio caso, por una urgencia cuasi metafisica de solucién) no tarda en producirse aquella ca- racteristiea a modo de que debfan estudiar: nos leva simplemente a una caracterizacién del autor que ya ha sido acep- tada hace tiempo por los historiadores do a iteratura (quienes no han tenido necesidad, aparentemente, de seguir el sendeto ser- penteante que yo he elegide) y que puede resumirse en una frase con sabor 8 manual de colegio. Pero recorrer pertonalmento e] ca- ‘mine hasta una antigua verdad no es sélo enriquecer nuestra in- teligenela propia; produce, ademés, inevitablemente, nueva eviden cia, de valor objetivo, para esta verdad que asf queda renovada. Un combdie-proverbe entero de Musset se basa, después de todo, en un Lingitatica ¢ Historia Literaria or ¥ al volver la vista atrés en este proceso (cuyo final, por supuesto, sefiala solamente la conclusién de la etapa preliminar del anélisis), ¢c6mo podemos decir el momento exacto en que comenz6? (Precisamente el primer paso» es anterior a toda condicién.) Vemos que.de hecho leer es haber lefdo y comprender quiere decir haber comprendi- do (20). ~ Acabo de referirme a la importancia de Ja experiencia anterior en la comprensién de una obra artistica, pero s6lo como uno de los factores que entran en juego. Pues la experiencia del circulo filolégico no es suficiente por si sola para permitirnos fundar sobre ella un programa apli- cable @ todos los casos. Para cada poema ha menester el eritico de una inspiracién determinada, de una luz espe- cial de lo alto (esta constante necesidad es la que nos hace ser ‘humildes; y el recuerdo de las numerosas veces que anteriormente hemos recibido aquella luz es la que alien- ta en nosotros una piadosa confianza). De hecho es requi- sito indispensable en un eritico una mutabilidad proteica, pues el ardid que ha resultado eficaz en una obra no pue- de aplicarse mecénicamente a otra, Mal podria yo esperar que «la estratagema de las cinco repeticiones de la palabra grand> (que apliqué a una oda de Claudel) sea igualmente eficaz en el , o que los nombres pro- pios, que’ me servian de punto de partida de mi estudio dicho vulgar: jfué una pérdida do tiempo ilustrar tan ingeniosa- ‘mente ? (20) A mi entender, es buena Ia exigencia de los Cien Gran- des Libros, do 8. John’s College en Andpolis en cuanto pueden contribuir a que el cestallido o sacudida interior» so repita por st misma do manera acclerada —euponiendo, naturalmente, que se ha roducido en las primeras experiencias—. El haber lefdo todos estos Mbros sin ¢la sacudids interior» equivale a no haber lefdo ni uno solo. Cc Lingilistica ¢ Historia Literaria ——__—_________nariioticn ¢ Historia Literaria sobre Cervantes, puedan rendir idéntica eficacia en un en- sayo sobre Diderot, Constituye de hecho una labor suma- monte delicada para todo, profesional experimentado el te- ner que estar en guardia contra pricticas y usos vélidos Para un autor, pero que aplicados a otro se convierten en abusos; contra una pista que pudo serle itil en el estudio de un autor, pero que seguida con un autor completamente diferente seria como si un actor novato quisiera trasladar In mirada atravesada del Ricardo III de Barrymore a su representacién de Otelo, Este mutabilidad que se exige al eritico s6lo puede alcanzarse gracias a repetidas experien- clas con autores totalmente diferentes. Aquella ). La raz6n de que la pista que nos permite entender una obra artistica no pueda aplicarse mecénicamente a otra obra de arte estriba en la naturaleza de Ja expresivi- dad artistica en sf. El artista presta a un fenémeno ex- terno del lenguaje una significacién interna (continuando y extendiendo con ello el hecho fundamental del lenguaje humano, es a saber, el hecho de que un significado est& asociado con un fenémeno actistico de una manera arbitra- ria enteramente —arbitraria al menos desde el punto de vista del uso corriente del lenguaje—); y precisamente qué clase de fenémenos elegiré el artista literario para dar cierpo a sus ideas, es arbitrario desde el punto de vista del. cusufructuarion de la obra de arte. Para superar la | !mprestén de una asociacion arbitraria en la obra artis- | Hea, el lector debe tratar de colocarse también él en el ! eentro creador del artista wismo y de re-crear el orga- Lingiliatica o»Historia Literaria 7 6s nismo artistico. Tropezamos a cada paso en la literatura con una metéfora, una anffora, un ritmo staccato que _ puede tener o no tener significado. Lo que nos dice si! i tienen o no importancia es tinieamente Ia sensibilidad, que debemos tener ya adquirida, para el, conjunto de la obra, artistica- particular. Pero la capacidad para esta sensibilidad est4 profui- damente enraizada en Ja vida y educacién anteriores del eritico y no exclusivamente en su formgvién profesional. Al ordenar su vida y con el fin dé mantener el espfritu listo para su quehacer profesional, debe el eritico haber hecho eleccién de lo que yo lamarfa una naturaleza moral. Asf debe haber optado por purificar su pensamiento de lo inconexo que distrae, de la obsesién de los menudos deta- Iles cotidianos, para mantenerlo abierto a la aprehensién sintétiea de los

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