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Azorin y los poetas y la poesia de su tiempo FRANCISCO JAVIER DIEZ DE REVENGA Universidad de Murcia EI 30 de agosto de 1905, Azorin, en plena época de juvenil madurez, recién estrenado su universal sinénimo, escribe un articulo tem- prano sobre poesia contemporéneo!, unas semanas después de haber dado conocer otro, con el titulo de «La nueva poesia»®, Ambos articulos tienen como protagonista a un gran poeta de su tiempo, al mas grande de ese momento, a Rubén Dario y a su poesia. Pero en el articulo de agosto, Azo- rin también nos habla del poeta en persona, al que ha ido a visitar al lugar de veraneo del autor de Azul..., en la playa asturiana de La Arena. La con- ‘Azorin, «La Arena. El poeta en la noche», ABC, 30 agosto 1915. Tombién en Los clésicos redivivos. Los désicos furos, Buenos Aires, Espaso-Calpe, 1945. ‘Azorin, «Lo,nueva poesia», ABC, 6 julio 1905. Tombién en Los clésicos redivivos. Los clési- cos futuros, cit. 53 54 versacién entre los dos escritores gira en torno a la poesia y, en especial, a una determinada poesia: la que el gran nicaragiense deja sentir en sus dos bros maestras, recién publicadas, que Azorin conoce a la perfeccién: Pro- sas profonas'y Cantos de vida y esperanza. £1 didlogo parte de un terror de Rubén: el Mar Cantabrico, cuon- do se embravece e impide a las barcas de los pescadores llegar a puerto y se suceden escenas de terror («las mujeres gritan y rezan angustiadas...»). Rubén explica: «pero yo no puedo mirar esto...» Poesia y vida se unen, lite- ratura y existencia se mezclan cuando tratan de explicar este terror rubenio- no y Azorin lo explica con rigor y con contenido entusiasmo contemplando al gran poeta de la sensibilidad, sensibilizado ante la vida y ante la muerte que, con tanta fuerza, se han hecho presentes, sobre todo esta dltima, en su dltima ‘obra: «Una vaga sensacién de espanto corre por los nervios del poeta al pen- sar en este espectaiculo. Su sensibilidad vibra ante la Muerte. Rubén ya no es el mismo artista de antes. Diriase que desde su peniltimo libro —Prosas pro- fanas— hasta el dltimo —Cantos de vida y esperanza— se ha trasmutado en otro hombre. Antes Rubén era un poeta de elegancia, de ingenio y de mun- danidad; los temas de Grecia y de Versalles cautivaban su pluma; la forma armoniosa, el movimiento retérico, un gesto de gracia, un desdén elegante era lo que encontrébamos en sus versos. Pero los afios han ido trascurriendo inexorables; los entusiasmos y las ilusiones de la juventud han ido desapare- ciendo, El poeta se ha reconcentrado en si mismo y ha ide pensando en la vanidad de las cosas. Ha visto que «la Carne y la Primavera acaban»; ha sen- tido que es angustioso el pesar que experimentamos de no haber alcanzado nuestra dicha en algunos instantes de la vide en que estwvimos abocados a ella, pero que es mas angustiosa todavia la amargura que él deseo satisfecho —que no volverd a ser deseo en las mismas circunstancias tnicas y prima- rias— deja en nosotros; ha percibido, en fin, que todo camina hacia lo des- conocido, que el destino es ciego, que la evoluci6n no tiene més plan ni mas finalidad que ella misma... Y todo eso ha sido en él —son sus palobras— como un «terremoto mental». Y todo esto es un temperamento sensitivo, emi- nentemente lirico, es la duda, la tristeza y la noche. gRecordais la inquietud que se apoderd de Nietzsche cuando descubrié la vuelta eterna? y no saber a donde vamos, ni de donde venimos... dice Rubén lleno de amargura en los dos ttimos versos de su libro poste: ro», El texto nos revela, en 1905, la gran sensibilidad de Azorin ante lo poesia y su admiracién ante los cambios experimentados por Rubén, al que reconoce su variacién de rumbo, que ya seria definitivo, hacia una poe- sia metafisica preocupada por la decadencia, la vejez y la muerte. Sin duda, este texto de Azorin —recordemos, ante todo, la fecha— es trascendental porque el escritor, adelantado en su tiempo, calibra con certeza las modifi- caciones de Rubén, que todavia, hoy, muchos no han entendido, y creen, superficialmente, que Rubén es tan s6lo ese poeta de «elegancia, de ingenio y de mundanidad» al que se ha referido Azorin, De la trascendencia de este texto no hay duda y es comparable, en su significacién histérica, a la famo- sa «Carta-prélogo»™, que Don Juan Valera escribié a raiz de la primera edi- cién de Azul... y que Rubén incluy6 como presentacién de este libro a par- tir de la siguiente edicién, otorgandole al escrito de Valera una significacion especial y una trascendencia definitiva en su obra’. Si la «Carta-prélogo» de Don Juan Valera sitia a Dario en su papel de gran renovador de la agostada poesia escrita en espaiiol de final del siglo XIX, el texto que hemos trascrito de Azorin nos descubre al Rubén comprometido, que el autor de La Voluntad ha podido descubrir personol- mente, contemplando el Mar Cantabrico y, con el mar, la muerte, y advir- tiendonos de la dimensién de poeta tragico que Rubén adquiere a partir de Cantos de vida y esperanza: «El mar envio, fuera, entre las tinieblas, sus olas que rompen con estrépito sobre las rocas. El poeta calla y nos sonrie con su amable sonrisa»’, > Azorin, «la Arena». El poeta en la noche», ABC, 30 agosto 1915. También en Los clasicos redivivos. Los dlésicos futuros, cit. + Juan Volera, «Corterprélogo, en Rubén Dario, Azul... 172 ed. Madrid, Esposo-Colpe, 197, * Azorin, «la Arena. El poeta en la noche», ABC, 30 agosto 1915. También en Los clisicos redvives. los clsicos futuros, ci 55 56 No cabe duda. Azorin es lector de su tiempo y su sensibilidad ante la poesia es indiscutible. Muchos serdn los textos que, desde este 1905, publicaré Azorin durante més de medio siglo, en los que juzgard c la poe- sia contempordnea,a los poetas de su tiempo, y sus criterios revelaran, ante Yodo, un interés nunca oculto hacia ese fenémeno que a él siempre le ayudé a ser escrtor: la poesia y lo que el arte de la poesia significa para la for- macién del hombre y para la expresién de sus inquietudes. Recordaba Gerardo Diego en un articulo publicado en los afios sesenta, un afio después de la muerte del maestro de Monévar, la decidida vocacién postica de Azorin, que tanto se mostraba en su condicion de escri- tor de prosa poética como de lector de poesia. Y evocaba las muchas pay nas escritas a lo largo de los afios por Martinez Ruiz sobre poetas y poesia «El lector de poesia Azorin —escribia el autor de Alondra de Verdad— nos ha dejado en muchos de sus libros un impresionante caudal de sensaciones, de descubrimientos de bellezas ocultas o disimuladas, de exaltacién de lo minimo o de lo vulgar, de modo tal que hoy se han hecho ya proverbioles los versos sobre lo que él fijd su mirada y los ritmos que hicieron vibrar su delicado corazén. Desde el Poema de Mio Cid hasta los poetos jévenes de ayer mismo —recuerdo una profunda exégesis poético metafisica de la poe- sia de Jorge Guillén, cuando el poeta volisoletano empezaba sv obra— apenas hay un poeta de consideracién o un poeta modesto sobre el cual no se haya inclinado el fervor sensible de Azorin* Hace unos aiios escribi un ensayo sobre Azorin y los poetas del 27, sorprendido ante la atencién que dedicé el escritor de Monévar a unos poetas tan jévenes que se abrian camino en la poesia con aires renovado- res’, Me inquieté entonces observar que tales ensayos, pertenecientes a los ilfimos afios de la década de los veinte y primeros de los treinta y escritos con motivo de la oparicién de determinodos libros, no habian sido recogi- dos por Azorin en ningiin libro. Sélo algunos de ellos se habian coleccio- nado en el volumen aparecido ya péstumo, Critica de los aiios cercanos. Resulta de gran interés saber cual es la opinion de Azorin sobre la poesia y, * Gerardo Diego, «Azorin yl poesia», Arribo, 2 marzo 1968. Vid. tombién, Gerardo Diego, «8 poeta Azoriny, ABC, 16 febrero 1949 Francisco Javier Diez de Revenga, «Azorin y los poeias del 27», Monteorabi, 8-9, 1990, pp. 7-14, ya en aquellos artculos, publicados en la prensa de aquellos aos, 0 facil- todos por los propios autores © por antologos de criticas sobre estos poetas —Rofoel Alberti, Jorge Guillén’ se podian descubrir algunas ideos sor- prendentes. Nuestro gran prosista fue admirador de la novedad traida por los poetas mas jévenes, por la limpieza, nitidez y pureza de unc poesia total- mente nueva, como la de Jorge Guillén, como la de Alberti o la de Salinas. Por estas ideas, estaba siendo blanco de las aceradas criticas de Juan Ramén Jiménez, quien llega a asegurar que la actitud de Azorin ante la poesia de estos jovenes, por el poeta de Moguer ya despreciados, era de «una inmo- ralidad insostenible», sobre todo por el giro que habia supuesto respecto a actitudes anteriores, que el poeta de Moguer denuncia muy enfadado: «Su posicién actual mi querido Azorin es de una inmoralidad insostenible. Hay yo que faltarle a usted al respeto. En su ABC y en su PEN viene usted hacien- do una defenso clara de lo fécil, de lo feo, de lo vulgar, que es una incta- cién para la juventud espafiola que ha creido en usted; y a la juventud hay que ensefiarle elevacién y sacrificio, darle ejemplo de altura, de pureza y de dificultad>”. En otro articulo de los mismos afios, el andaluz universal se des- pachaba también a su gusto: «Hace unos diez afios, los mismos diez aiios que precisa Azorin, cuando, después de una obra de todos los ejemplos cos, yo comprendi que mi «actualidad» de poeta en verso tenia que pasar- la a los mas jévenes, inicié una serie de intentos de revistas y libros para estos jévenes, de los que entonces Azorin se burlaba a diario (existen los arti- culos firmados}, exactamente por las mismas poesias que luego, seis afios después que yo, Azorin se ha puesto, él sabré por qué, a exaltar desmedi- damente»" © Azorin, Critica de los aos cercanos, Madrid, Taurus, 1967. Vid. también Jorge Guillén, edicién de Birvté Cipliauskaité, Modrid, Tourus, 1975; Rafoel Albert, edicién de Manvel Durén, Modrid, Taurus, 1975; y mi orficulo cit. «Azorin y los poetas del 27», que contiene todos las referencias bibliograficas de los articulos de Azorin. Juan Ramén Jiménez, «Poesia pura y critica menos pura® Y para recordor por qué he veni- do, edicién de Francisco Javier Blasco, Valencia, Pre-Textos, 1990, p. 228. Juan Ramén Jiménez, «1, Otro y Ddooss. I», ¥ para recordar por qué he venido, p. 231 57 58 Son aiios, estos finales de los veinte y primeros de los treinta, en que Azorin capta la importancia de la poesia y se adscribe, como tantos, al mundo de los admiradores y los lectores de la joven literatura. El habia sido posta de la prosa muy joven y habia creado, al filo del siglo XX, el gran cam- bio en la novela forjando en esa nueva narrativa, reflexiva y personal que, ahora, modernamente, ha denominado «novela lirica». No se puede dudar de la condicién de grandes poemas en prosa de La voluntad, Antonio Azo- rin y Las confesiones de un pequeito filésofo. Y no tenemos que demostrar chora las muchas relaciones de Azorin con la poesia, y con la lirica espo- jiola en concreto: con los clasicos y los moderns". Pero volvamos a la década de los veinte, a los afios finales, y a los primeros de los treinta, y descubriremos a Azorin coleccionando sus arti- culos sobre poetas, escritos entre 1910 y 1930 —el libro, sin embargo, lleva «copyright» de 1929— para hacer un nuevo volumen de ensayos suyos: Leyendo a los poetas”, que llevaria el titulo de una seccién cultivada por él en la prensa y que tendria, salvo rara excepcién, la condicién comin de hablar sobre poetas ya desaporecidos del mundo de los vivos. Aun asi, el libro no veria la luz hasta 1945, en la coleccién de «Obras pretéritas» de Libreria General de Zaragoza. Interesa mucho este libro y la intencién publicadora de! mismo que Azorin se propone en este momento. La década de los veinte ha sido fructifera, sobre todo en la segunda mitad, en lo que al renacimiento de la poesia se refiere. Por estos aos, Salinas proclama que el signo de la litera: tura del siglo XX es el signo litico: «Para mi el signo del siglo XX es el signo lirico; los autores mas importantes de ese periodo adoptan una actitud de "Dario Villanueva, La novela lirica I, Azorin, Gabriel Mird, Madrid, Tourus, 1983. vid. tom- bign Francisco Javier Diez de Revengo, «los primeros novelas de Azorin: aproximacién ol estudio de lo novela lirica en Martinez Ruiz», Actos du Colloque International José Martinez Ruiz «Azorin», Pau, Cahiers de l'Université, 1985, pp. 63-72; y ¢Actuolided de Azorin», Homenaje a Azorin en Yecla, Murcia, Caja de Ahorros del Mediterraneo, 1988, pp. 69-84, "2 Azorin, Leyendo a los poetas, Coleccién variorum, Libreria General, Zaragoza, [1945]. El «copyright» es de 1929, pero el libro pertenece a la coleccién de «Obras pretéritas» que preparé José Garcia Mercodol,y fue publicando a partir de 194d en la Librerio General de Zoragoza, cunque se imprimian en Modrid, en la Imprenta Séez, Buen Suceso, 14. Vid. E Inman Fox, Azorin. Guia de la obra completa, Madrid, Castalia, 1992, pp. 3) y 72. lirismo radical al tratar los temas literarios. Ese lirismo basico esencial {liris- mo no de la letra, sino del espiritu), se manifiesta en variadas formas, a veces en las menos esperadas, y él es el que vierte sobre novela, ensayo, teatro, esa ardiente tonalidad poética que percibimos en la mayoria de las obras importantes de nuestros dias>”, La poesia lo inunda todo y la sociedad inte- lectual lo reconoce. Azorin, que no escribe en verso, no se queda al margen de este gran movimiento y recopila articulos sobre poetas espafioles para crear un libro nuevo, en cuyo titulo ya se refleja con claridad qué pretende: slo leer a los poetas. Pero expresado en gerundio, «leyendo», es decir, con aire de habitualidad, con aire de seguir haciendo una vez mas lo que viene llevando a cabo desde hace mucho tiempo: tan sélo leer a los poetos. No tenemos que insistir en la oportunidad del libro de Azorin y su interés de estar presente en este movimiento en favor de la poesia, que culmina en 1930. Hay que tener en cuenta que en la Espafia de los veinte se consolida la coleccién «Clasicos Castellanos» de La Lectura, que ha empe- zado en la década anterior. Azorin lo ha constatado en un articulo recogi- do en este libro. En 1926, en esa coleccién, ha aparecido la edicion de la poesia lirica de Lope de Vega, hecha por Montesinos, y, en 1927, los mas jovenes han conmemorado el centenario gongorino. Azorin lo sabré y seré espectador distante del acontecimiento. Cuando nos cuente que, a finales de 1929, Guillén dara un curso sobre Géngora en Oxford, se produciré un menosprecio de Géngora y una alabanza de Guillén muy interesantes. El atficulo puede leerse en el ABC de 10 de julio de 1929 y en el volumen de Critica de los afios cercanos"*. Algunas de las ediciones que mas éxito tuvie- ron en esta coleccién de «Clasicos Castellanos», aparecen citadas e incluso resefiados en los arficulos de Leyendo a los poetas. Asi, la de Lope de Vega, ya citada, que hizo Montesinos en 1926-27'%. Asi, la de Solinas sobre Meléndez Valdés, de 1925". Asi, la de Villegas hecha, en 1913, por Nar Pedro Salinas, «El signo dela literatura espaiiola del siglo XX», Ensayos completos, Madrid, Tourvs, 1983, vol. Il, p. 181 “ Azorin, Critica de los afios cercanos, cit., pp. 79-82. 'S Lope de Vega, Poesias Liricas, edicin de José F, Montesinos, Madrid, La Lectura, 1926- 1927. Clésicos Castellanos. "Juan Meléndez Voldés, Poesis, edicion de Pedro Solinas, Madrid, Lo Lectura, 1925. Clas 0s Cosellanos. 59 60 ciso Alonso Cortés”. Poetas de Espafia en un momento en que la poesia todo lo abarco, todo lo logra. Azorin, consciente de ello, permite a «algunos bue- Ros amigos», que rednan este libro, tan actual y tan oportuno, en ese momento, tan permanente y evocador, para un lector de fin de siglo: «No es imputable al maestro Azorin esta publicacién. Se ha rendido, para consen- fila, a la tenacidad de algunos buenos amigos y admiradores suyos, que hace afios venian atacdndole en pro del consentimiento. Estos amigos se han tomado y se seguirin tomando el trabajo de estas recopilaciones, y si, en definitiva, consiguen algén éxito, se creeran bastante pagados con la satis- faccién de haber contribuido a que resalte, en la historia literaria, mas amplio el panorama de la representacién de Azorin en las letras de Espa- jia.»"® Como sefiala José Maria Valverde, «el ya casi viejo maestro Azo- rin pugnaba por ser de su instante»”” y lo intenta por todos los medios, a tra- vés de la novela, como en Félix Vargas, de 1928, que luego titularia El caba- lero inactual, y lo pretende a través de los orticulos dedicados a los mas avanzados. Es también la época de Superrealismo, que subtitularia «Preno- vela» y que luego llamaria El libro de Levante, por constituir uno de los tex- tos que tiene al paisaje de su tierra natal como protagonista. Pero su acer- camiento a los vanguardias tiene una personalidad muy especial, yo que no se puede hablar en sus textos de que el autor se aproxime de una forma con- creta a las corrientes mas en boga, sino que su interpretacién sigue siendo diferente, como concluye Valverde: «Sin embargo, no llega a haber aqui «palabras en libertad», como en el dadaismo y el surrealismo, sino, simple- mente, imagenes, visiones, todas ellas extraidos de la cantera de sus paisa jes levantinos»®, 1 En este contexto hay que integrar lo oportunidad en los primeros aifios treinta de Leyendo a los poetas, titulo mas que representative de una actividad muy azoriniana porque, como recordé Gerardo Diego, «Azorin se "” Edleban Manvel de Villegas, Erétcos © amatorias, edicién de Narciso Alonso Cortés, Modrid. Lo Lectura, Madrid, 1973, Clisicos Castellanos. " Azorn,Leyende alos poets, ed, ct, slope, "José Maria Volerde, Azori, Planeta, Barcelona, 1971, p. 360 ® José Maria Valverde, Azorin, p 352 pasé la vida leyéndolos y vibrando sensiblemente ante la magia de los ver- sos", Pero ahora hay que volver al momento preciso en que este libro apa- rece, 1929-1930%, y descubrir al Azorin de este afio, dando a conocer arti- culos antiguos y recientes que se refieren a poetas de todos los tiempos, menos los contempordneos, los vivos, salvo la excepcién excelsa de Rubén Dario. Los recopiladores de los breves ensayos que componen el libro quisieron abarcor, con Leyendo a los poeta, toda la literatura espaola (cos- tellana y no castellana, como enseguida se vera), desde los comienzos de nuestra poesia, es decir desde Gonzalo de Berceo a los poetas més recien- tes, justomente los de regiones olejadas, como el conario Fernando Gonzé- lez, 0 los de otras lenguas de Espafia, como Maragall, al que Azorin consi- deré uno de los poetas mas importantes de la Espafia de su tiempo, y como Rosalia de Castro. A estos dos escritores dedica varios articulos. Hay tam- bién poetas especialmente dilectos: sin duda, Lope de Vega, que recibe mil- tiples elogios de un Azorin entusiasta, en estos momentos, con las alegrias barrocas y las bellezas seiscentistas de la poesia del Fénix. Y junto a él los del dieciocho, menos conocidos y admirados por todo el mundo, pero redes- cubiertos por Azorin: Cadalso, Meléndez Valdés, Eugenio Gerardo Lobo, Moratin... y, por supuesto, los motivos de la admiracién permanente, que surgen por aqui y por alla, y se hacen presentes en algunos articulos de manera monografica: Cervantes y Rubén Dario. 2. Gerardo Diego, «Azorin y la poesia», Arribo, 2 marzo 1968, = Ellibro que uilizomos leva fecha de «copyright» de 1929, pero contiene ariculos fechados en 1930, Hay dos artculos con fecha posterior, pero podemos sospechar que son errals, ya que el dedicado a Esteban Manuel de Villegs se abuye 17 de ochre de 1931, pero debe de ser 1913, yo que es la fecha en que aparece la edicién comentado de Norciso ‘Alonso Corts, y en el artcuo se dice: «La Lectura ha publicodo en su coecci6n de clsicos castdlonos, una edicién de...» (p. 73) En efedo, el artculo se publica, segin la informa cién de E. Inman Fox, op. cit, p. 166, en ABC, el dia 17 de octubre de 1913, ounque Fox en su indice, no odvierle que ext inclvido en Leyendo o ls poets. Le otra errata se halla en el arficulo sobre «Espronceda» fechado en 1944, cuando debe ser 1914, aiio del estu- dio en Coscoles y Mufoz sobre el poeta extremefio, que Azorin califica de «flamante> {p.115}. El articulo se publicé en ABC, el dia 28 de junio de 1914. Aun asi, la publicaci6n del libro en 1945, en Zaragoza, permite suponer que las erratas no sean tales. Para todas ‘estas cvestiones, vid. E. Inmon Fox, Azorin. Guia de la obra completo, citoda. 61 62 En este libro, cuyo pie de imprenta es de 1929, aparece también un articulo de Azorin sobre Géngora, que tiene todo el interés que imagi- narse puede para entender a nuestro prosisto en este momento histérico. Tengamos en cuenta la fecha de preparacién del libro, es decir 1929-1930, pero advirtamos més atin la fecha que lleva el articulo a su final, no menos significativa, en lo que a hablar de Géngora se refiere: 28 de mayo de 1925. Su estudio de Géngora es muy tipico del libro. Lo evoca en su infon cia y juventud y lo descubre despertando después de haber estado tres dias en un parasismal suefio profndo» y explicando a partir de enfonces un mundo diferente, ya que el mundo para él era «una maravillosa tenuidad». Y he aqui cémo Azorin, a la altura de 1925, explica el lenguaje de Géngo- ra: «De pronto, en el vivir suil de sus dias, surgia lo sensacién aguda y pene- trante de las cosas. Escribia él versos; esos versos no eran como los demas que escribian otros poetas. Lo que hacia él —-y hasta entonces no se habia hecho— era acercar sensaciones distantes, apartadas, que antes no se hubiera atrevido nadie a pintar. La modernidad profunda de su poesia estri- baba precisomente en esa superacién de los intersticios de las cosas, de las sensaciones. Entre determinadas sensaciones existian antes espacios vacios © llenos de otras cosas. Repentinamente, é| habia suprimido esos espacios; las apartadas sensaciones se veian por primera vez juntas, reunidas. Y de ese acercamiento insdlito, inaudito, resultaba una poesia original, novadora, audaz. Y ese acercomiento requeria, para ser realizado, el uso —de un modo intrépido— de la elipsis y de la sintesis.»>®, Azorin, en su aproximacién a Géngora atribuye, indirectamente, implicitamente, su vision del mundo a la caida que de mozo sufrié el poeta y que le interes6 el cerebro. O a los tres dias, que durante una grave enfer- medad, estuvo sin conocimiento, en ese «parasismal suefio profundo» antes referido, aunque finalmente asegura que las circunstancias patolégicas no dain la obra del artista y que Géngora debié de vivir «en un estado espe cial de sensibilidad». Justamente, en ese campo es donde Azorin ve mayor influencia, en el arte moderno, de Géngora: en la sensibilidad, y no sélo en la poesia, sino también en la prosa y en la pintura. En 1925, Azorin dejd escritas palabras que hoy tienen especial relieve, por su caracter, en cierto % Azorn, leyendo a los poetas, pp. 63-64 modo, premonitorio. No nos.puede extrafiar que las mandara incluir en su libro de 1929-1930: «La innovacién realizada por Géngora —lo hemos dicho— radica, no en la expresi6n sino en la sensibilidad. Y al estudiar su influencia en la estética moderna no habria que limitar el examen a la poe- sia. La influencia de Géngora alcanza a més, se extiende, principalmente, a la prosa literaria. Y se extiende, aunque parezca extrafio a primera vista, a los dominios de la pintura. En la prosa y en la pintura moderna es donde hay que estudiar, sobre todo, la influencia de! gran poeta. Y bien merece que se le rinda un tributo, no meramente local, sino nacional, al hombre que por modo tan extenso e intenso ha influido en el arte moderno»™. Interesa también conocer el concepto de poesia que Azorin tiene en este momento. Es fundamental para entender su posicion, en estos finales de los veinte, y para ello nos sirve muy bien un arficulo de 1928, titulado «Et libro amado». Azorin se plantea un viaje con destino a una cartuja «aban- donada» que dista una hora de Madrid, que esta tras el Guadarrama, y que debe de ser El Paular. Quiere llevar consigo un libro de poesia y busca uno en su mesa donde hay varios (Reparese en los nombres): Antonio Machado, Juan R. Jiménez, Alberti, Salinas, Garcia Lorca y otros poetas que se han dedicado a otra cosa, pero que también escriben poesia: Miguel de Una- muno y Ramén Pérez de Ayala, Pero escoge un libro de Enrique de Meso, El silencio de la Cartuja. Mesa falleceria en mayo de 1929. Entre tanto poeto, Azorin busca, dado el lugar hacia donde camina, una poesia que sea remanso de paz. Y he aqui el elogio definitorio hacia la poesia que queda escrita en las paginas de este articulo y con cuyas palabras cerramos el nues- tro a modo de conclusién: «La poesia lo purifca todo; la poesia pura, pris- tino, posee la virtualidad de elevar al espirity a un plano superior, desde donde las pasiones, las mezquindades —ain teniéndolas el poeto— se ven de otro modo; al impetuoso soplo lirico del poeta, fa realidad se transfigu- rar®, Los palabras de Gerardo Diego inicioles nos devuelven ol reposo de unos articulos de Azorin escasamente conocidos y que no estan recogi- dos en libro. Su obra Leyendo a los poetas, muy elogiada porque en ella ™ Azorin, Leyendo a los poetas, p. 65. * Azorin, Leyendo a los poetas, p. 214. 63 64 Azorin lleva a cabo un acercamiento muy intenso a la literatura poética esporiola —intenso y preciso, porque son muchos los poetas «menos cono- cidos> a los que Azorin se refiere—, se detiene, sin embargo en Rubén Dario. Quizé por su fecha casi contempordnea, se opt6 por no incluir en este libro de 1929 ninguno de los articulos que sobre poetas jévenes Azorin yo llevaba publicados. En otra importante recopilacién de figuras de nuestra literatura © nuestra cultura, el titulado Varios hombres y alguna mujer’ se llega a los hermanos Machado, pero tampoco se incluye ningin arficulo sobre poeta joven alguno. Tan solo, en la recopilacién hecha por Garcia Mercadal en las mismas fechas de la muerte del poeta, lo ya citada Critica de afios cercanos se recogen dos 0 tres articulos sobre poetas de los afios veinte, junto a alguno sobre reflexiones de cardcter mas amplio, pero tam: bién referidas a generaciones de jévenes poetas. Pero un importante néme- ro de articulos sobre Salinas, Guillén, Gerardo Diego, Aleixandre, Altola- guirre y, sobre todo, Alberti, han sido lamentablemente olvidados. No vamos ahora a plantearnos la razén de tal olvido. Los articu- los, como vamos a ver, son elogiosos hacia los jévenes poetas. Pero quizés en ellos no se encuentra la opinién que uno podia esperar. Azorin es ante todo un critico peculiar. Muy admirador de la juventud, pero sobre iodo muy personal en sus apreciaciones. Quizé por ello nos interesan tanto estos jui- cios del ilustre prosista. Ya lo sefialaba Gerardo Diego, cuando habla de enfrentarse con sus articulos sobre poetas: «“Habria que fechar cada lectura y opinién, porque nuestro poeta receptivo y creativo se contradice fecunda- mente a lo largo del tiempo. Sefial de sinceridad y de emotividad, que no en modo olguno condenable sino laudable». Aunque no hay contradicciones en el caso que nos ocupa, seremos precisos y fecharemos los articulos. Nos revelardn, justomente, su condicién de avanzados, de pioneros en el reco- nocimiento de unos jovenes por los que Marlinez Ruiz aposté y acerté ple- namente, ya que la historia le ha dado la razén. Unos jévenes que, como ya sabemos, habrian de constituir la promocién mas valiosa de poetas en la Espatia del siglo XX. Azorin fue de los primeros en soberlo. Y no dudé en * Azorin, Varios hombres y alguna mujer, Borcelono, Aedos, 1962. ” Gerardo Diego, «Azorin y la poesian, Ariba, 2 marzo 1968. expresarlo con tanto rigor como justeza, aunque también con la vision tan particular que caracteriz6 su critica de la poesia. De la lectura hoy de los articulos de Azorin, la primera impresion que se obtiene es que Azorin se sorprendia notablemente ante la nueva poe- sia. Sus articulos reiteran observaciones sobre lo diferente que es esta poe- sia de lo anterior y, de hecho, su vision de los «jdvenes» insiste una y otra vez en la novedad que aportan. Y no oculta su admiracién hacia ellos, dado que disponen de medios y circunstoncias que hacen a la juventud conscien- te de su novedad y de su valor: «Es preciso considerar el ambiente que todos respiramos; en ese ambiente encontramos las diferencias posibles entre un escritor joven y un escritor viejo. La ciencia ha aportado a Ia vida humana, modernamente, conceptos y nociones que no se tenian hace cincuenta afios. El automévil, el aeroplano, la radiodifusién, el cinematégrafo, han modi cado la sensibilidad humana. Los categorias de tiempo y espacio no son las mismas ahora que antes». Y se plantea el escritor la cuestin de la presen- cia, reformada por la radio y por la intuida television, a la que se refiere en este 1929 como un futuro inmediato. Pero desde luego, lo interesante es la nueva sensibilidad que compite chora con la antes de convertirse en futura sintesis. Azorin nos habla ahora de un nuevo «eterno retorno»: «3 es que la juventud, con su sensibilidad virgen, intacta, no tiene un poder de receptividad acaso superior a la receptibilidad de los viejos? Si los viejos tienen el poder de la sintesis, gno tendran los jovenes ese poder de receptividad para la sensacién nueva que es el que hace revolu- cionar la estética y preparar los elementos para la futura sintesis?»”. esis que represento el viejo, Alescritor le sorprende esta novedad pero en ningén caso le dis- gusta. Antes bien le causa no reprimida admiracion. «Todos los javenes, los més y los menos jévenes, inspiran sinceras simpatias; en ellos nos vemos los viejos reproducidos; y algunos viejos que no quieren acordorse del pasado encuentran en los jévenes la obturacién de ese pasado. No nos escandali- cemos de lo que dicen los j6venes»®. Palabras como éstas,escritas a propé- ™ Azorin, «Diferencias», ABC, 20 febrero 1929. También en Critica de los afos cercanos, ct. * Azorin, «Diferencios», ABC, 20 febrero 1929. También en Critica de los afios cercanos, cit % Azorin, «levenes», ABC, 24 enero 1930. Tombién en Critica de los afi cercanos, cit 65 66 sito de un comentario de la Nueva Revista y de la admiracién que despierta Rafael Alberti en 1930, son representativas de la actitud permanente de Azorin, La nueva poesia le llama la atencién por su nueva forma y también Por su intencién de pureza, aunque el término gusta muy poco a Azorin, seducido por ese nuevo modelo de poesia, que él conoce bien a través de Paul Voléry. Asi escribe, en 1929, cuando elogia los libros de Guillén, Sali- ‘nas y Alberti Céntico, Seguro azar y Cal y canto y Sobre los éngeles: «En Espafia contamos con tres poetas perfectos puros. sPuros? Pasadas discusio- nes sobre la poesia pura; impropiedad del vocablo para designar una poe- sia inmaterial, exenta de humanidad tosca y trivial. Poesia pura puede ser una poesia que, en su género, haya llegado a lo supremo», Para él la poe- sia pura ha existido siempre. Y da ejemplos de poetas espafioles anteriores que Azorin considera puros: desde Jorge Manrique a Rosalia de Castro. Pero la de ahora es una pureze diferente: «En la nueva poesia no habria ‘anécdota; toda la vision del poeta se reduciria a una imagen de planos y de interferencias de lineas. Lo humano desapareceria; nos quedariamos tan solo con lo inmaterial, con la realidad reducida a su mas estricta esencia. Ten- driamos la misma poesia; pero de un modo, no puro [...] sino irreduetible. 3Confusién? glncongruencia? Siempre de la poesia nueva se ha dicho lo mismo. Se ha dicho aun de la poesia que hoy no consideramos como inno- vodora»®. Puede adivinarse facilmente, en las palabras precedentes, una alusién més 0 menos velada a Juan Ramén Jiménez, que sin duda habia de despertar su no reprimida iracundia hacia este Azorin admirador de los j6venes, pero no admirador de una poesia pura, deshumanizada, Por posi- ciones como esta, Azorin merecié la reprimenda juanramoniana que recor- débamos al principio.1929 era ya un afio de marcadas distancias. Azorin descubre en los jvenes nuevas perspectivas en torno a temas predilectos: el espacio, el fiempo, la imagen, la palabra, la sustancia de la lengua, la profundidad del pensamiento. Y admira sus hallazgos. Por eso no debe extrafiamos que sus preferencias vayan hacia Pedro Salinas y hacia Jorge Guillén, que, en justa reciprocidad, también escribieron con * Azorin, «Tres poetas», La Prenso, 8 septiembre 1929. También en Ullramarinos, EDHASA, Barcelona, 1966. % Azorin, Tres poetas», La Prenso, 8 septiembre 1928. También en Uliramarinos, ci aprecio sobre Azorin, al que mostraron siempre admiracién y respeto. De Salinas admira sobre todo la inteligencia, y no dudard en reiterar sus obser- vaciones elogiosas hacia esta cualidad de la poesia saliniana: «La poesia, en la actualidad tiende ol predomino de la inteligencia, gSeré la inteligencia cosa distinta de la intuicién? Pedro Salinas acaba de publicar un libro de poesias: Seguro azar. El leclor apasionado de la poesia lirica imogina, repa- sando estas paginas, la lucha del poeta con la realidad. sExiste, en efecto, la reolidad? 40 existen s6lo imagenes, sensaciones, estructuras? gHay fuera de nuestros sentidos una cosa absoluta, inabordable, incognoscible? El poeta —durante las horas suaves, melancélicas, de los crepisculos vespertinos—, siente que en el fondo de su espirity se agudiza, de un modo doloroso, el gran problema. La imagen lo es todo. La imagen, o la sensacién, o la estruc~ tura»®, La admiracién, en este articulo de 1929 se extiende también, por las mismas capacidades, « la poesia de Guillén, en su recién aparecido Cént- co. Martinez Ruiz no duda en volorar la excepcién que en ese momento constituyen estos libros, en cuya novedad ve él su maximo valor. Preciso- mente el Azorin conocedor y admirador de los clasicos defiende chora, por respeto a los mismos, esta poesia nueva, diferente: «Poetas como Pedro Sali- nos y Jorge Guillén usan de un mundo nuevo, original, de forma conocido; ‘otros poetas usan de un mundo viejo, tradicional, de forma subversiva. Los primeros son perfectamente claros, coherentes, profundos; los segundos, con sus subversiones y trastrueques, llegan, muchas veces por fuerza logica de las cosas, fatalmente a la incoherencia y al mal gusto. Su poesia es infecun- da, Lo es tanto como la primera es bienhechora, paciente, serena y moravi- llosa en su luz eternal. ;Magnificos libros los de Pedro Salinas, Seguro azar y Jorge Guillén, Cantico! Acoso en esta poesia lirica la més avanzada, la mas fisica, la mas honda de toda Europa». El elogio hacia Jorge Guillén, una vez aparecido Céntico no se hace esperar. Considera sus versos pristinos, sencllos e inmaculados y se emaciona ante la realidad del nuevo libro que le despierta admiracion més > Azorin, «Poetos espafioles. Caminos», ABC, 16 febrero 1929. También en Critica de los fos cercanos, ct % Azorin, «Pootas espofioles. Caminos». ABC, 16 febrero 1929. También en Critica de los aos cercanos, cit 67 68 que por su perfeccién métrica —aspecto secundario, segin Azorin— por su perfeccién fisica. «jLa fisica de un gran poota lirico! La fisica de nuestro Jorge Guillén en su libro reciente tan bellamente editado— Céntico. La manera como se dan los planos y las interferencias en los versos de Jorge Guillén, Fisica singular, originalisima, la del poeta lirico moderno, Fisica que no es la de Garcilaso, ni la de Géngora. Un verso nuevo, tal como lo ve la inteligencia moderna, se refleja en estos versos, tan limpidos de Jorge Gui- llén. Otros poetas, compafieros suyos de generacién, se entrelienen a veces, graciosa y elegantemente, en modificar, principalmente con metéforos, la superficie de las cosas. Jorge Guillén va més hondo, llega més adentro: no es la metafora lo nuevo en su poesia: es todo el uego de planos del mundo visible. Y del invisible. Céntico marca a nuestro parecer, una época en la evolucién de la lirica espaiola, Con emocién profunda, sagrada, cogemos este hermosos libro»**, En el mismo terreno de innovaciones destaca Azorin también la poesia de Rafael Alberti. Con Salinas y con Guillén, Alberti constituye el grupo de los tres poetas mas innovadores que merecieron un articulo con- junto para Buenos Aires®, Y a los tres les une, para Azorin, su capacidad de haber alcanzado lo abstracto: «De lo abstracio, que es a la vez lo sensible. Y éste es el milagro de la nueva poesia. Un mundo nuevo han descubierto estos poetas. Parece que en él ha sido tajado el pasado y lo venidero. Pre- sente s6lo, Presente limpio, nitido, sin una rugosidad, sin una mancha. Juego de superficies que evolucionan en el espacio brillador. Los angeles de Alber- ti se deslizan suaves, sin ruido, callados y amorosos. El poeta en este libro llega a las més altas cumbres de la poesfa lirica. No creo que en todo nues- tro Parnaso haya cosa més bella, mas honda, de mayores perspectivas idea- les, que la poesia titulada E! éngel de los nimeros. Se lee y reforna a leer esta poesia espléndida, maravillosa; se deja el libro un momento; la emocién nos lo hace dejar; se explaya nuestro espiritu por lo ignoto; se torna a coger el libro, y otra vez avestros ojos pasan por la maravilla de El éngel de los nimeros»"”, ® Azorin, «Lirica espafola: época», ABC, 17 enero 1979-También en Jorge Guillen, edicién de Biruté Cipliiouskaite, Madrid, Tourus, 1975. % Azorin, «Tres poetas», La Prenso, 8 septiembre 1929. Tombién en Ullramarinos, cit ® Azorin, alos éngeles», ABC, 6 junio 1929. También en Critica de los ats cercanos, cit Y Federico Garcia Lorca. No podia faltar en esta vision de la poe- sia més joven y avanzada la figura de Garcia Lorca y la sensibilidad de Azo- rin no podia dejar de ser herida por la magia del gran poeta espafiol. Un articulo Gnicamente, pero muy extenso, dedicd Martinez Ruiz a Lorca, en concreto a Poema del cante jondo. Poco amigo de lo folklsrico, como super- ficial y populachero, Azorin, sin embargo, se ve seducido por la magia de la palabra y de los gestos lorquianos: «Cuando se lee este libro se experi- menta una sensacién extrafia. El titulo nos induce a pensar en una cosa, y el contenido nos lleva muy lejos de esa cosa. Nos apresuramos a experimentar por adelantado las sensaciones de un especticulo que se ha de desenvolver en ef fondo de una sala, sobre un tablado, entre cantadores y bailadoras. Y al ir pasando las paginas vemos poco a poco, con profunda sorpresa, sin- tiéndonos dentro de cuatro paredes blancas. Encima de una mesita arrima- daa la pared, reposa una amarillenta calavera. la eternidad y la nada! jlo soledad y la contemplacién de lo Infinit! En estas dos frases se puede con- densar toda la poesia de Federico Garcia Lorca en este su Poema del cante jondo. Andalucia, si; la Andalucia melancélica; una Andalucia trégica. Pero la perspectiva espiritual de la poesia de Garcia Lorca es tan sutil, tan pro- funda, tan intensa, que nos hace traspasar las formas de la vido diaria, las opariencias superfciales, y nos lleva a fo Infinito»*®, No hay que decir que en su extension el articulo definitivamente representa la gran sublimacién del arte tragico de Federico Garcia Lorca, realizado por la ‘pluma de Azorin. Podemos ahora mismo suponernos el entusiasmo del escritor al ver tan certeramente consagrados sus versos, al verlos sublimados en su esencia més tragico, més infinita, Las palabras fina- les de este excepcional articulo, tan escasamente conocido por los estudiosos de Azorin —iy de Garcia Lorca!—, elevan al plano mas alto las criaturas creadas por la imaginacién tragica lorquiana: «El mozo que amanece con un pufial en el pecho; la nifia que ofrece su cabellera a la Virgen; el embo- zado que camina por la calle; las viejectas enlutadas y las cantadoras que enfonan una cancién henchida de honda melancolia; todos, en suma, apa- recen en la poesia de Federico Garcia Lorca de modo tan etéreo, que seme- jan yo —en la perspectiva espiritual— seres glorificados; estin escapéndo- * Azorin, «Hellas en la arena. Los cuatro dones», Crisol, 2 julio 1931 69 70 se del mundo; van a evadirse, sin que lo podamos evitar, de la realidad terrena; poseen ya la ligereza, la sutileza y la claridad. Tiemblan y se estre- mecen con tenues movimientos; titubean sobre un fondo de irrealidad; nos hablan ya como desde otro mundo; nos miran ya con ojos de eternidad. Un paso mas, y desde este ambiente de fino y hondo misticismo con que nos envuelve el poeta, saltaran a la region de lo eterno; a la radiante e inefable regién en que tendrdn el dltimo de los dones que les faltaba: el don de la imposibilidad»”, Son visiones de unos poetas y de un tiempo de Espaia, visiones que no se reducen a los pérrafos aqui recordados, sino que van mucho més alla, hasta encontrar nuevas perspectivas de poetas y de estilos. Que van desde el anélisis de un libro de relatos de Salinas, como es Vispera del ozo" al elogio de la edicién de Melendez Valdés, realizada por el poeta madrilefio" 0 al deslumbramiento ante la aparicién de La voz a ti debida, en una evocacién literaria interesantisima: «La poesia de Pedro Salinas podria- mos representarla en una mujer que instantaneamente desaparece tras una esquina. No hemos logrado ver su rostro, Contemplames ahora, durante un segundo, una silueta fugaz. Y el poeta, sorprendido como nosotros, profiere un grito, Pero ya est lejos la figura ideal. Esa mujer que escopa se lleva sen- saciones nuestras. gPodremos correr tras ella? gDeberemos dejarla que se detenga a entregarnos solo el presente? Si la alcanzéramos, gseria la mujer + —nuestro pasado— los que nosotros nos figuramos? El poeta cree que ve y besa a esa mujer, y lo que ve y besa es una ilusién. Sus palabras y sus besos son palabras y besos a un fantasma [...] El poeta domina y condensa pro- digiosamente el tiempo. En un segundo encierra siglos. El tiempo que resta a etemidad— no sive para nada, Lo tira desdefiosamente», Que va también desde elogio total de Alberti®, al de algin libro ‘tHuellas en lo arena. Los cuatro dones», Crital, 2 julio 1931 1, «El arte de Pedro Salinas», ABC, 9 julio 1926. También en Escritores, Mac Biblioteca Nueva, 1956. *\ Azorin, ePoesio espofila», Lo Prensa, 16 mayo 1926. También en Leyendo o los poets, ct © Azorin, «Lo inferferencia opasionade. Pedro Salinest, Ahoro, 11 marzo 1936. Tombién en Dicho y hecho, Bareelono, Destino, 1957, Azorin, «Rofoel Alberti», ABC, 16 enero 1930. Tombién en Crilia de les aos cercanos, ci. y en Rofae! Alber, edicién de Manvel Durén, Modrid, Tourus, 1975, . z S de Moreno Villa o de Manvel Altolaguirre. Que von, en defnitiva, desde la resefia del segundo Cinco de Guillen —nuevo canto enlusiasmado a la poesia nueva—" o de sus conferencias sobre Géngora en Oxford —menos- precio de Géngora y alabanza de Guillén—" ol elogio de la Antologia de Gerardo Diego o a una final referencia a un poema de Aleixandre”, ya de 1962, al realizar el elogio de la sintaxis espafiola. El poema evocado es «¢Bomba en la épera» de En un vasto dominio, como ejemplo de lenguaje ruevo, nuevo en la poesia desde Mallarmé, nuevo en la poesia espafola desde Géngora. Lenguaje, para Azorin, que no expresa ideas, sino que «sugiere sensaciones?. Palabras todas que Azorin crea y construye para elogiar una generacién nueva, que trae vientos renovadores a la poesia espafiola, y a la {que Azorin no duda en saludar con admiracién y con entusiasmo y procla- mar, en 1930: «Insurreccién literaria existe ahora también; de todo hay en esta insurreccion, como lo hay en todas las insurrecciones. Lo importante es que no nos hagamos de nuevas, y que no condenemos como cosa privativa de estos tiempos lo que ha ocurrido en todos». En 1905, Azorin habia acertado al valorar las innovaciones de Rubén, otorgandoles lo medida exacta de su alcance, distinguiendo lo super- ficial de lo profundo, cuando habia escrito en ABC, bajo el titulo de «Lo nueva poesia», palabras como éstas, a raiz de sv lectura de Cantos de vida y esperanza: «E| poeta Rubén Dario es un visionario novisimo; hasta ahora, en lo esfera de las artes lterarias, habia imperado un método de congruen- cia seguido por los artistas; para dar una sensacién se encadenaban, se encuadraban los detalles escrupulosamente, minuciosamente, con arreglo a la logica conocida; la dltima obra del sefior Blasco Ibafiez, verbigracia, en “ Azorin, «Jacinta>, ABC, 11 diciembre 1929. También en Critica de los aos cercanes, cit Azorin,

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