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Algunas notas sobre Ia herencia en Atenas Mariateresa GALAZ I. Introduccion E] articulo que presentamos a continuacién en realidad forma parte de un estudio introductorio a la obra del orador Iseo, quien vivid en Atenas durante la primera mitad del siglo 1v a.C. El valor fundamental de los discursos de los oradores es que constituyen la parte mds importante de los testimenios so- bre situaciones legales de su época; en el caso especifico de Iseo, sobre la sucesién de los bienes. Es por ello que casi toda nuestra ejemplificacién sera sobre textos de oratoria griega, principalmente de Iseo y Demédstenes (s. IV). Ahora bien, porque nos parecié que el tema de la herencia en Atenas era televante no s6lo para quienes se interesan en el desarrollo del derecho, sino también para quienes retoman la lectura de los clasicos desde una perspectiva histérica 0 an- tropologica, es que consideramos justificable presentarlo por separado. Ademdas, aunque aqui se podré apreciar que existe una abun- dante bibliograffa desde el siglo x1x hasta Ja fecha, atm hay problemas —la mayorfa— insolubles y sin visos de solucidn, sea por el estado fragmentario o por la inexistencia de fuentes, sea por los nudos gordianos que ha significado la interpreta- cién de las leyes. Asi, pese a que algunos puntos han sido tra- tados muy a fondo, casi siempre se han contemplado parcial- mente y en distintas épocas, por lo que no existe ni visién de conjunto ni sistematizacién de la polémica. Lo que pretende- mos con este articulo, entonces, es dar un cuadro general de la legislacién ateniense relativa a la herencia que auxilie no 55 solo para comprender cualquier texto de oratoria referido a sucesiones, sino que contribuya a actualizar situaciones legales y de otra indole propias de la sociedad ateniense, dandoles una nueva valoracion. Cabe advertir, por ultimo, que para las publicaciones peris- dicas seguimos el criterio de abreviaturas utilizado en L’Année Philologique, mientras que para los discursos de los oradores nos valemos de la numeracién tradicional que tienen dentro del corpus al que pertenecen. Il. Importuncia de la herencia en Atenas En griego la palabra “herencia” (cyporopia = legislacion re- lativa al wAjpos) se deriva de xAjpos, término utilizado para designar la propiedad, bien fuese ésta la patrimonial, heredada por los antepasados (ri warpfa) 0 la adquirida en el curso de Ja propia existencia (ri émxryrd).t El concepto, aunque mate- rialista en principio, se relaciona siempre con aspectos sociales y religiosos de la vida, como la responsabilidad de dotar y dar en matrimonio a Jas mujeres de Ja familia, la proteccién de los menores y de Jos ancianos, o bien la perpetuacion del culto familiar a los antepasados, asi como la realizacién de ritos y 2 El primero en hacer tal distincién es Gernet (“La loi de Solon sur Je testament’ ", en Droit et Soci¢ié dans la Grece ancirnne, Paris, 1955, 142 3%), y la adopta Harrison (The Law of Athens, I: The Family and Property, Ox- ford, 1968, 122-25), Los bienes patrimcniales (3 wuxpda), que en epoca clasica constituyen la parte inalienable del oitos, de preferencia son los inmuebles, como fincas campestres y casas familiaves y, en especial, Jas tierras de cultivo. Sin embargo, las restricciones para alienar tievas no son absolutas; aunque en Js, Pull, se cita como wna aberracién cl que un tutor haya comprado (epiduevos) 1 casa patrimonial de sus pupilos, se sibe que existia Ia prictiea de compra-venta catre ciudadanos que cntonces debian pagar impuestos_ cn los diferentes demoi donde estuvieran los terrenos (cfr, W. K. Lacey, The Family in Classical Greece, London, 1968, 97-99; también M. I. Finley, “La alienacién del suelo en la Grecia antigua”, en Uso y abuso de la historia, Barcelona, 1979 (Ia. ed. 1975, 246-47). Las propicdades adquiridas (73 érucrn rd. aunue comprendian igualmente inmucbles que sirvicran de habitaciones © talleres, nunca inchufan terrenos de uso agricola. De aqui podemos pensar que Ia inalicnabilidad de los bienes patrimoniales funcionara de modo estricto mis bien en relacién con los extranjeros y metecos. 56 sactificios exclusivos de la clase ciudadana* De alli que fuese un lugar comun expresar temor de que el oikos —esto es, la casa y patrimonio familiares, y la familia misma, quedase aban- donado (por ejemplo, D. XLIV; Is. I, VL, VIL, etcétera) y, con ello, que los difuntos pudieran ser deshonrados y olvida- dos. Esta preocupacién, al volverse un tépico no pierde su efecto, sino que, por el contrario, hace constante hincapié en un asunto de interés para los jueces, pues a cualquiera de ellos podrfa ocurrirle Jo mismo. Asi pues, en el momento de “heredar’, no se heredan wnica- mente los bienes materiales y el disfrute de todos sus benefi- cios, sino también una serie de compromisos hacia los miem- bros de ia familia, tanto vives como ya fallecidos, Esto se aprecia no sélo en el afan que algunos parientes muestran por ser titulares de ciertos oikoi privilegiados, sino incluso en Ja posibilidad que existe de renunciar a la herencia de los patri- je doble aspecto social y religioso ya ha sido contemplado por Harrison, para quien “es un anacronismo contemplar a succsién en Atenas disica como un asutito puramente econémico” (ibidem, 128); y, mas recientemente, por W. E, Thompson (“Athenian attitudes towards Wills”, en Prudentia XIN, 1981, 13-23) que se declara opuesto a la posicién materialista de J. W. Jones (The Law and Legal Theory of the Grevks, Oxford, 1936, 197). * Una ley de Solén prohibia difama: a los muertos. En efecto, en D., XX.104 aparece: ea} gly edxelvos rv Kadds Boxovvrow xe vdpov Néduwds doris ny Ayew caxds tov reOvedra, pf’ dv tard Tan exetvou Tis dxoty mabSuv urs. (*¥, en verdad, de las eves consideradas buenas, cs de Solén aquélla [que prescribe] no hablar mal de Jos difuntos, ni siquiera si lo hiciese uno dle sus propios hijo ~ Cfr. Plutarco, Solén, Xi. También D., XLA9 (axa Adyew rePvedras)i Teofrasto, Caracteves, XXVUL (kad cimety xal_ wept ray reredevriedroy)) 0 Wy ING: “atroverse a imentir contra la yoluntad dc Astifilo” (roApjral ce WetoanBa Kati “Aaruplio reredevrgeéros)- Vea . Rhode, Pugie, f, Barcelona, 1973 (1a. ed., 1882), 239-240. 1 Es oportume cl comentario de “‘Vhompson acerca de los lugares comunes, cuando afiema que “para ver cl constante significado religioso de Ja adopcién tesiamentaria slo necesitames cxaminar a los oradores. E] hecho de decir que logran un tépico cuando éste conviene a sus propésitos no va a disminuit cl valor de sur prueba. Hse cs todo el asunto: cfectivamente se ajusté a sus propésitos de abundar sobre los aspectos sociales de la hexencia desde cl momento en que cso era Jo que le importaba a los jurados, Cualesquicra que yan sido fas mitas de los litigantes voraces, ef ateniense comin y corriente —represeniado por el juez— todavia se interesaba, durante el siglo 1v, en ver que el difunto recibiera Tas honras debidas...” (op, cit., 19), 57 monios endeudados,* o en el deber tacito de asistir a los pro- genitores en sus ultimos afios (Is. VIIL.32). Porque lo que se transmite no son s6lo los bienes y las transacciones: realizadas previamente sobre esos bienes, sino la responsabilidad del des- tino de una familia —tomado el término como el conjunto de personas unidas por parentesco de sangre— durante su vida y més.alla de cila. Pues a pesar de que el sistema ateniense de proteccién a la familia y el patrimonio en ocasiones fuese quebrantado —y de ello tenemos miiltiples ejemplos, entre otros, los célebres discursos de Demdstenes contra sus tutores (XXVII, XXVHI, XXIX, XXX y XXXD-, era indudable- mente mas efectivo que nuestra débil responsabilidad familiar, por apoyarse en una responsabilidad institucionalizada y co- lectiva, y no sdlo en posiciones morales individuales, como sucede actualmente con !a manutencién de los ancianos.* Por otra parte, en una sociedad como la occidental, en donde la familia est4 sufriendo modificaciones, no se puede confiar en un sistema de valores individuales que varian seguin los an tecedentes étnicos, el estrato social o, sencillamente, Ja capaci- dad econdémica de Ja familia para hacerse cargo de todos sus miembros. Cabe afiadir, por wiltimo, que el interés social y econédmico de que se reviste Ja familia en Atenas trasciende al plano po- 5 Ast piensa Harison (ibfdem, 124-90), después de discutir en forma muy clara las diversas posiciones. 6 Aunque en el Cédigo civil mexicano por principio se especifica que “ios hijos estin obligados a dar alimentos a sus padres” (art. $04), y que a falta de descendientes direcios la obligacién recac incluso en “los parientes colate- rales dentto del cuarto grado” (art. 305), en Ia priictica se ve que la protec. cién de los ancianos depende del Ambito socio-cutural al que pertenezcan Asf, los ancianos de las clases bajas, los que no estén afiliados a ningtin gremio, no tienen familia 0 estén impedidos fisicamente se encuentran total monte desprotegidos; inclusive los jubilados reciben pensiones minimas que no cubren, ni con mucho, su manutencién. Una institucién como el Mustituio Nacional de ta Senectud, que enfoca su proteccién hacia pequetios servicio médico, albergues y alimentacién, asi como fomenta la recreacién la convivencia, funciona mis bien como centro asistencial que como instancia legal; la cortupeién, adentis, evidenciada en el “influyentismo”, impide que estos servicios eguen 2 todos los ancianos que verdaderamente los necesitan. Valdria 1a pena investigar qué porcentajes de casos en los juzgados civiles son promovidos por ancianos contra sus parientes irresponsables, 58 litico, pues de la continuidad y bienestar de los oikoi depende la estabilidad de la Ciudad y el pleno ejercicio de la demo- cracia por parte de una clase ciudadana que detenta el poder como privilegio propio. IIL. Lineas de sucesién Dentro de la familia existe una serie de relaciones que com- prenden derechos y deberes ineludibles. No nos corresponde aqui describirlos, pues esa tarea ya ha sido emprendida en detalle por conocidos estudiosos,’ sino entender el ambito en el que se daban. En la época que nos ocupa, la familia ate- niense se habia independizado del clan (genos); lejos quedé el palacio del rey Priamo, con su mujer y sus cincuenta hijos legitimos y naturales, ademas de todas las esposas de éstos y sus descendientes. Tal independencia se debié, en parte, a las reformas que en la esfera individual realizara Solén en 594/93 relativas a la herencia, sobre todo a Ja invencidn del testamen- to, que daba cierto margen de libertad de eleccién al indivi- duo; pero muy especialmente a la redistribucién territorial de las tribus, efectuada por Clistenes en los tiltimos afios del siglo vt, gracias a la cual los demoi, unidades locales, se convirtieron en unidades de registro civil. Empero, en la época de los oradores —siglos vy 1v— el oikes atin posee lazos bastante sutiles y extensos. Para Lacey eso se debe al fuerte sentimiento ateniense de continuidad familiar, que volvié hereditarios los demoi, independientemente del lugar de residencia de los ciudadanos, con lo cual se retorné a un estado semejante al que existia antes de la reforma de Clistenes.* Tenemos nuestras reservas acerca de que esa situa- cién se diera en forma tan generalizada para todas las clases hay que pensar que los thetes seguian poseyendo registro aumque no tuyieran tierras en ningtin lado—, pero se puede Principalmente W. K. Lacey, The Family in Classical Athens (1968). ALR. W. Harrison, The Law of Athens (1). The Family and Property (1968) y D. MacDowell, The Law in Qlassical Athens (London, 1978). © Op. cit, 90 55 59 ver esa complejidad en la naturaleza endogimica de fami como la del discurso XXXII de Lisias, donde los hijos son a Ja vez primos segundos de su madre (cfr. también Is. VII y X1)° Asimismo queda en evidencia en la expresién péxp. dvepoy aides,” Que aparece en contextos relacionados con he- rencias sobre la que hasta hace poco ha habido una gran dis cusién, pues se ha concluido que no sélo se trata de “los hijos de los primos”, sobrinos segundos del difunto, sino de “los hijos de los primos del padre del difunto"’, esto es, !os primos en segundo grado.” Rstas relaciones de parentesco quedaban comprendidas cn el concepto de anchisteia, “derechos de parentesco / de heren- cia” cuyo primer sentido se amplia a “grupo de parientes” / “estructura familiar’.'? Por ejemplo, en el Iéxico Suda (s.v. dyyurrets), se define a los anchisteis (“parientes mas proximos’ © “carnales”) como: “Los descendientes de los hermanos, pyi- mos y tfos, tanto paternos como maternos, que se encuentran mas cerca del difamto, Quienes se hallan fuera de este grupo s6lo son parientes colaterales (syngencis).” * De hecho existen verdaderos linajes que rivalizan en importancia, conio nos deja ver el de los Eumdlpidas, que realizan cada aiio los Misterios de Eleusis yal que pertenece él trigico Fsquilo; o cl de lox Alemeénidas, c: quienes se cuentan importantes hombres de Estado como Megacles, Clist . Fr. Lacey, op. cit, 67 8, y K. J. Davies, Athenian Propertied Families, Oxford, 1971. W Véase Ia ley de sucesin en [DJ], XLT, 51, donde Wesscting corige aparece en Jos cédices, Sin embargo, eff. In glosa de Is., UN dveyuada ve XL2i Gvedndv. 1 Chr 5. Bianchetti, “MEXPT ANEWIOTATOS IN IG 2 115", en SIPC LEV, 1982, 129-65, con profusa dibliografia. También Harrison, The Law. 1, 18; W Thompson, De Hagniae Hereditate: An Athenian Inheritance Case, Mnemosyne Suppl. XLIV, 1976, 4-5. De aqui en adelante nos servire mos de los téminos comunes que expresan Ios grades de parentesco, sin importar gue juridicamente scan diferentes © sencillamente no estén contem- plados como tales. V. infra, n. 16. 12 El significadi: que se da en LS] es “close kinship 2, rights of kin, right of inheritance 3, exclusion by descent,” En Lacey (op. cit, 12): “Close relationship; hence the group of Kinsmen acknowledged by law for purposes sich. as the succesion to a deceased person's estate”: tambi¢n “kinship group" (28-29). Para S. Bianchetti (149-50), “strattnra del diritto successorio”. Sobre cl alcance del concepto. véase, de U, E. Paoli, “Ll? dyed nel diritto successorio attico", en SDHT 2, 1936, 77-119. 38 gyyurreis of dd édeAav Kal dvepav xal Below Kari warépa Kal warépa eyyerdto rot rekevrfoarres. of Bt tn robrons ovyyecis pdvor. 60 Pero, por encima de los mencionados anchisteis se encuen- tran los descendientes directos (engonoi) del difunto, sus hijos; durante la época cldsica en Atenas se trata de los hijos legiti- mos, ya que a partir de Ia ley propuesta por Pericles en 451/50 los derechos de sucesién se restringen a los hijos “ Tegetantos, de madre y padre ciudadanos”.** Iseo (VIII.32) dice que “proge- nitores son la madre y el padre, y el abuelo y la abuela, asf como la madre y el padre de éstos, si todavia viven. Pues ellos son el origen del linaje (genos) y sus propiedades se entregan a sus descendientes (engonoi),”* En seguida (§ 33), €l orador especifica: “ZQué pariente es mis cercano de Cirén, su hija © su hermano? Es evidente que su hija. Pues una nacié de él, y el otro, con él. ¢¥ los hijos de su hija o su hermano? Los hijos, indudablemente. Pues se trata de parentesco lineal (ge- nos) y no colateral (syngencia).” Asi pues, heredan en primer lugar los hijos 0 hijas legitimos y carnales. Para los primeros no es necesario ningun tramite, sino que automaticamente toman posesién de sus propiedades 14 Los testimonios que hay sobre esta ley som indirectos. (Aristoteles, Gonst. de Atenas, XXVI; Plutareo, Pericles, XXXVM). Cir. esp. Highnett, A Hisiory of the Athenian Constitution, Oxtord, 1952, Appendix X, 346-47. También Harrison, cit., 24-29, 61-68 y P. Rhodes, A Cormmentary on the Aristotelian “Athenaion Politeia”, Oxford, 1981, 331-35. © youets 8° ead ihryp xad arp xal dimes Kab jy xad roster yofrne kal marip, div Eri Léa" exeivor yhp spy robs -yévovs elit xod rh beetoww rapadidovrat rois éyyévors. 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Civ. mexicano, arts. 295 a $00) y lo compara con el griego, resultando que si en el inglés un tfo y un sobrino tienen cl mismo grado de parentesco con ef difunto (tercero}, en cl gricgo el sobrino tiene preferencia sobre cl tio, pues “en este sistema los descendientes del antepasado may cercano ayentajan en grado a los de uno mis lejano,” De aqui que en un afin de mis precisién traduzca genos coma “inheritance class”, Es interesante notar que entre la ley y el uso modernos hay una inconsccuencia, pues mientras en cl Ienguaje comin designamos al primo hermano 0 carnal como si Jo fuese en primer grado, juridicamente Jo es en cuarto grado, Para Ja ley mexicana es precisamente este grado donde termina el parentesco por linea transversal, por lo que cualquier parentesco mis alld del primo hermano s6lo lo es en el uso social y no legalinente. 61 por intestado; su categoria les confiere ese derecho." Las mu- jeres, ademas, como carecen de personalidad juridica, depen- den de que previamente a la muerte de su padre éste haya espe- cificado su situacién legal y se encuentran sujetas a un proceso especial.* Cuando los hijos de cualquier sexo son legitimos y han conyiyido como tales con el difunto, en general reciben su herencia sin problemas, aunque puede suceder que algun otro pretendiente a la herencia ponga en entredicho su status, y se vean obligados a comprobarlo ante la corte. Pero cuando no hay hijos o hijas legitimos y carnales, entra en funcionamiento ¢l sistema de sucesién de la anchisteia, donde se sigue cierto orden segiin el principio de linealidad citado por Iseo (VIIL32-33), siempre dentro de un margen que Al parecer bastaba con que los reconociera el padre en la amphidroméa, ceremonia familiar que, segtin las fuentes mis antiguas, se Ilevaba a cabo cl décimo dia después det nacimicnto (egdny)- en la que también se les ponia nombre (asi Aristofanes, Aves, 494, 929; Is., 111.30, 70; D,, XXXIX22, KL.28; eft. en Harpocration, 2@8ouevouévou). Posteriormente eran registrados en la phoatria, teniendo como testigos a todos los demis miembros, y aunque s< estd de acuerdo en que se trataba de un acto religioso y no de un requisite juridico (ofr. Harrison, cit, 64, 1. 1), todos coinciden en que este paso era tina prueba importante a favor de la legitimidad (Beauchet, Histoire du droit lirivé de la Republique Athénienne, Paris, 1897, I, 343 $53 Lipsius, Das attische Recht und Reckisverfairen, Leipzig, 1905, 505, n, 25: y mils recientemente Mac Dowell, The Law, $1). El iiltimo registro ert ante el demos, exclusive para ciudadanoy varones que hubieran alcanzado Ja mayoria de edad (cfr. Avist., Const, de Atenas, XLT). 38 La epidikasia, mediante 1a cual una hnérfana de padve que se convertia en heredera universal (epikleros), quedaba sujeta a reivindicacién (epidikos) junto con los bicnes, por parte del pariente mas cercano, Sabemos por Iseo que inclusive mujeres ya casadas se encontraban sujetas a reclamacién y hasta podfan ser separadas de sus maridos (cfr. 111.64; X19, donde el marido es amenazado por los parientes con Ja separacién), De uma ley dtada por el Pscudo-Deméstenes (XLIH.75) en donde se menciona a las viudas que perma- heeen en el hogar marital alegando estar embarazadas (géoxoveai Kueiy)» 5 podria deducir que un matrimonio anterior no podia ser desharatada si ya habfa vastagos 0 si la esposa estaba encinta, puesto que al procrearse los hijos ya se habria cumpiido el fin matrimonial de proporcionar descendientes para cl ofhos del abuclo materno, Sin embargo, algunos cstudicsos piensan que, segin la ley, cl derecho del pariente mids cereano a reclamar Ja herencia cra inestricto (cfr. Harrison, The Law, ¥, 9 ss. y Appendix A, 09-311). Fn todo caso, tal ver para prevenir que otro la reclamase, era costumbre que cl padre adoptase al pariente mds corcano, que asi se convertia en heredero ¥ esposo de la epiltleros (Is., 111.66, 74), y el hecho de que este tiltimo no proceda a la reivindicacién y dé a la heredera cn matrimonio a otra persona era considerado como una ofensa (Is. X35). 62 llega péxp. dveydv aides, “hasta los hijos de los primos”. La ley relativa al orden de sucesién aparece en el discurso XLUT 4§ 51) del Pseudo-Demostenes: “Cuando alguien muere sin hacer testamento, si deja hijas van junto con Ia herencia; si no, son propietarios de los bienes las siguientes personas: los hermanos por parte del mismo pa- dre, si los hay; y si hay hijos legitimos de los hermanos, les toca Ia parte de su padre, Si no hay hermanos o hijos de los hermanos [* * *] suyos, les toca del mismo modo, Pero tienen preferencia los varones y los descendientes de yarones, si pro- ceden de los mismos antepasados, aunque no sean descendien- tes directos. Si no hay parientes paternos hasta los hijos de los primos, los parientes maternos (del difunto) se vuelven pro- pietarios de la misma manera. Y si no hay ninguno de estos parientes, de ninguna de las dos partes, se vuelve propietario el que esté mas cerca del lado paterno. Pero ni el hijo bas- tardo ni la hija bastarda tienen derecho de sucesién, ni en cuanto a los ritos religiosos, ni en cuanto a los bienes materia- les, a partir del arcontado de Euclides” [403 a.C.].% A lo largo de casi un siglo, esta ley ha presentado muchos problemas de interpretacién a causa del estado corrupto del texto. Para U. E. Paoli, quien ha realizado un amplio andlisis de ella con base en glosas del orador Iseo, se puede deslindar lo que es auténticamente la ley a partir de Ja informacién pro- porcionada por otras fuentes. No obstante, es indispensable que por principio se proponga una nueva edicidén, con un texto establecido rigurosamente que nos permita servirnos de él con suficiente autorizacién.*? “Oors dy py BuBeuero> dro éin, Biv py raiBas xarading Bndelas, by radryrny Ray 88 pulp Tobo8e Kupiows vas rir xompdrov. tay pev dBeAgot Sioer bnordropest Kat tay waldes & WSchiy ynjgion, thy rod marpds, polpav Aayxdvew* div 8 pi ddeAGo dow ij adeAdov aides, i* * 2 abriv curit rai Aayydvew" Kparety 8% robs dppevas Kal robs ax ray dppévar, diy ek ray abroy Sov Kal day yére Urwrépo. div 38 uh bot xpds marpis néxpr dvajty raibor, rods mpds unzpds Karke rubra, nuplows vat. edu, 8 mnderenober 4 evrds TovTov, aby pos ararpos eyprdza xbpov dau vibe BE Bt wy ph eva dyyorelay pS? fepdv pO’ dalov, dx? BixdeiSov dpxovros. 20 Thidem, 86. 63 Ahora bien, acerca de varios puntos controvertidos que con- tiene Ja mencionada ley ha habido amplias discusiones; aqui nos limitaremos a mencionar los que nos parecen indispensa- bles para comprender a grandes rasgos el sistema juridico de la sucesién. Teniendo en cuenta el escollo que representa el propio texto, es evidente que cualquier solucién propuesta para los diversos problemas dista mucho de ser satisfactoria y en un panorama general no pasa de la especulacién. En primer lugar el texto de la ley presenta una laguna que ha sido reconstruida por Bunsen, a quien, a su vez, corrige en parte Lipsius, gracias al cotejo con otros pasajes en donde se observa claro el orden de sucesidn.** Segtin el texto griego. el orden serfa el siguiente: los hermanos del difunto y los hijos de éstos; luego, “si no hay hermanos o hijos de los hermanos [les toca a las hermanas por parte del mismo padre y a sus hijos; si no hay hermanas o hijos suyos, a los hermanos del padre (del difunto) y a las hermanas y a sus hijos]... hasta los hijos de los primos.” En este punto Megamos al segundo problema, surgido de la expresién “hasta los hijos de los primos’ (yéxpi dveyudr waides), segiin dice la ley. Asi pues, es interesante notar que el vocablo dyads (“primo”) sin duda tenia en griego una connotacién mucho mds amplia que la de “primo hermano” o “primo car- nal” en nuestra terminologia. Al parecer indluia indistinta- mente a los primos del difunto y a los de su padre —como nos deja ver el discurso XI de Iseo, donde uno de los con- tendientes es en realidad primo segundo del difunto—, por 21 Cfr, Lipsius, op. cit., 854 ss, Wyse (564) apoya la lectura de Lipsius, aunque no la discute mayormente, cuando intenta “ajustarla” con Ia glosa de Is., XE1-2 mediante una alteracién del orden de los diversos clementes de la ley. Por su parte, Paoli (loc. cit.) se suma 2 quienes inchisive proponen al propio padre del difunto como heredero en primer lugar en el orden de suce- sidn. Esta tesis, empero, no ha sido atestiguada en los hecho y desde muy pronto fue rechazada por varios cstudiosos (principalmente Beauchet, 1/, 474 ss). Cfr. cl estado de la cuestion cn Harrison (Z, 138 ss.) quien tampoco se muestra convencido. 2 eky BM ph dBeaAdol Sow H adeAgdy ~raiSes, [8edds Sporarplas Kal maides 2 airy Aayydven* ev 8 pi) QdAdad Gow 4 waides ee edray, Gedpods rod marpds Kal ddedpis wal watdas]. 64 lo que su descendencia, segtin Ja letra de la ley, seria de primos en tercer grado. De aqui que la limitacién sefialada por uéyo: dvejuiy maides no sea en realidad tan estricta y haya representado un dilema para los estudiosos en fecha reciente.** A continuacién presentamos un esquema de Jos términos incluidos en Ia lectura que Lipsius da de Ja ley, Ia cual pres cribe que a la linea paterna de parentesco siga la materna, En segundo lugar presentamos un esquema segtin la connota- cion ampliada de anchisteia, donde se incluye a los primos del padre y a sus hijos, después de los cuales vendria la linea materna.** % Véase principalmente el articulo citado de Bianchetti; también Harrison, ib., 148-44. Al contrario, para Paoli, que intenta explicar Ja nocién de la anchisteia, el problema no estriba en marcar el limite 2 ia parentela que la propia expresién sugiere, sino en “cémo funcionaban esos limites en el orden juridico ‘itico y de modo particular en Ia sucesién” (ib., 78), Se trata, pues, de ver el modo en que se inserta el concepto de anchisteia, de oxigen religioso, al derecho de la polis. Asi, mientras para el Estado las mujeres carecen de personalidad juridica y, en consecuencia, de derechos y obligaciones, en el Ambito del ofkos forman parte de un derecho familiar donde cada miembro ¢s tomado cn cuenta aunque ante la polis lo represente un micmbro titular del mismo oikos, Como cl principio de sucesién es masculino, Jas mujeres ven materializados sus derechos en 1a obligacién que tiene el oikos de darles dote al entregarlas en matrimonio, Pero cuando no hay sucesién masculina fun- ciona el principio de que “a falta de yarén, sucede la mujer”, y éta se convierte cn heredera universal que ne va a ejercer un derecho de propiedad sino a transmitirlo. EL autor sostiene que en cierto punto Ta descendencia por linea masculina, que podria ser infinita, es frenada por el sistema del epiklerato proveniente del derecho familiar-sagrado, para dar paso a la des- cendencia por linea femenina. Coincide con la ley, entonces, en los cuatro pri- meros lugares (hermano y hermana syomdzpior Y SUS respectivas proles) y, a partir de alli, inserta ya, en quinto y sexto Iugares, la nea materna con los hermanos y hermanas jnour)rpioe del difunto, y los tios y tias matemsas, para dar fin asi a la parentela comprendida dentro de los limites de anchisteia, Como podemos yer, la novedad de Ia tesis de Paoli, que insert en cierto punto a Tos hermanos y hermanas Syousirpioy Mnque éstos podian no existir, estriba mds bien en el eriterio de revaloracién del elemento feme- nino en su relacién con los otros miembros de la anchisteia. Su teorla, pese a ser interesante, al parecer no ha sido seguida a fondo por ningdin estudicso, 2% EL segundo esquema ha sido claborado segin Ia interpretacién de Harrison para éyefeds (“first cousin once removed"); el autor admite que 2 partir de tos tfos abuelos y tias abuelas paternas la reconstruccidn sca dudosa, I) ESQUEMA DE LA LEY: [D] XLUI51 VALOR DE ’anEviox = I CLAVES: & hombre O mujer == matrimonio — parentesco genético A Abuelo G Tio B Abuela H Tia © Padre I Primo(a) D Madre J Hijo(a) del primo E Hermano K Sobrino(a) F Hermana EGO| El difunto I) LINEA PATERNA AO /Il) LINEA MATERNA AS 1, E(K) 6. GQ) 2. F (K) 7. Hd) 3. GI) 8. J 4H () 5. J * Los paréntesis sefialan el segundo término de sucesién en caso de no existir el primero. 66 (a WH) (e)opunSas (v)oung J (1 “WH ‘) W'S epungas en (a/A4 9) 1 “01 (Day opungas OL +O (alt 9) 6 1) 9 vpanqe al (CD) Hs (MD 2 opnge OL VW Cpou Ma ronqesrd ag opnqest 7 VNUGLVIN VONIT (1/ VNUGLKd VINIT (1 ee aX ISTAR TO ov i aoe ie ad a 2 5 iH ao By v 5 Vv ev ow al aly «| lw a-V ov o-v o-v ag AH OT = SOMINY, AC UOTWA PrESI'T Suayy fo muy ayy ‘NOSIMUVH NQOFS VPWANOST (1 Como podemos apreciar, las relaciones de parentesco se daban casi al infinito y es natural, por ello, que los juicios relacionados con la sucesién fuesen intrincados, y que, en oca- siones, subsistieran dudas “que el jurado sencillamente no podia resolver’ ‘Tal es el caso presentado en Jos discursos XI de Iseo y XLII de Pseudo-Deméstenes, donde casi cin- cuenta afios después de la muerte de Hagnias, un sobrino suyo en tercer grado debe responder a la demanda de reivin- dicacién (diadikasta) hecha por otro sobrino nieto de Hagnias, en cuarto grado, que también pretende la herencia. Por iiltimo, segtin prescribe la misma Iey, “tienen preferen- cia los varones y los descendientes de yarones, si proceden de los mismos antepasados, aunque estén més alejados en paren- tesco” (kpareiv 8% rods Gppevas Kal rods ee Tov dppevor, tev ex a0 airav dor eal ev yéver érorépw). Sin embargo, es incierto el texto. y el asunto ya desde antiguo ha sido materia de polémica.*° En principio, baste notar que no ha habido interpretacién posible sin que se dé una integracién, inclinandose los estu- diosos por la de Lipsius2" con Jo que el texto quedaria de la siguiente manera: “Tienen preferencia los varones y los descendientes de yarones, si proceden de los mismos antepa- sados [que las mujeres y los descendientes de mujeres], aun- que...”, etcétera.* No obstante, aun siguiendo esta lectura hay que sobrenten- der la intencién de la ley, que no queda clara en las diversas traducciones propuestas. A. T. Murray, por ejemplo, traduce para la Loeb Classical Library (Oxford, 1939): “if they are of the same ancestors, even though they are more remote of kin”, Para Paoli, “‘siano preferiti i maschi e i discendenti da maschi se (questi) derivano dagli stessi (da cui derivano le femmine), W. E, Thompson, De Iagniac Hereditate, 107. 20 Cfr. la discusién completa en Beauchet, IZ, 516-26 y en Wyse, 560-62 y 504-65. 2t Cf. op. cit, 558, n. 46 y Paoli, (ibidem, 94.95). * aby ee rav abrav [éé dv nal af Oprem ad of ee rar Onreiv] doc, wal tay... 68 anche se pit lontani di grado.” * O Wyse, mas explicito: “Se dara preferencia a los varones y a los descendientes de varones [sobre las mujeres y los descendientes de mujeres], si los va- rones tienen cl mismo origen [que las mujeres] aun cuando ellos [los varones] se encuentren en un grado més distante [del antepasado comin.” Ahora bien, en estas interpretaciones pareceria que hay un error metodoldgico al confundirse Ja sucesién por via feme- nina con la sucesién de las mujeres. En efecto, en todas se observa la misma obscuridad respecto a la preferencia que tienen los varones sobre las mujeres, en general, aunque estén mis alejados en grado de parentesco, algo bastante falso. si tenemos en cuenta el patrén de sucesiones que nos proporcio- nan los discursos de los oradores y para el cual, seguin Wyse, no hay ninguna excepcién.” Ciertamente alli se encuentra que el principio de la preferencia de los varones se cumple cuando hay varios candidatos de diferente sexo en el mismo grado y por la misma linea (paterna o materna); asi, “una ddeddiy porarpia (hermana paterna del difunto) era superior a un a4veyds p05 rarpds (primo paterno), y un hermano uterino del difunto (3cAges duo pifrpos) cedia su lugar a una éveyd pds rurpds (prima del Jado paterno).” Es posible, aunque no se ha comprobado, que cuando habia varios candidatos del mismo grado éstos heredaran por estirpes —cada quien su parte—, y que prevaleciera el principio de re- presentacion; es decir, que a la muerte del difunto (EGO) 29 Op. city, 95. 69 sus hermanos A y B recibieran su parte, y los hijos de cada uno, a su vez, pudieran repartirse entre sf las partes de sus padres (ry rod marpds potpav Anyxéver) (y. il., p. 69). En el caso de que hubiera un solo pariente en su grado, y que fuese el mas cercano, heredaria por cab Cuando se tata de parientes no tan cercanos, siempre estan sujetos a que otros les promueyan una diadikasta. Si los candidatos son de diferente sexo, prevalece ¢l principio de preferencia de los yarones; por ejemplo, un hermano tendria preferencia sobre su hermana, e igualmente su propio hijo y su nicto ante el hijo de la hermana. “Pero el hijo del hijo de un tio paterno B no excluira a la hija del tio paterno A porque A no seria expulsado por su hermano B. Por cabeza Por estirpes A-0 AO 1 2 a & G6 A wf AO EGO | l 1B &§ I 6 & e EGO 4a A CLAVES: 4 hombre a excluidos de Ja O mujer @ herencia = matrimonio — parentesco genético EGO] El difunto IV) Adopcidén y testamenio: En Atenas la adopcién (bv zouioba, cigroirba:) cumple con una doble funcion social y religiosa: quienes carecen de des- 88 Harrison, cit. 147 en nota. Cfr. también 131, n. 1 y 144 ss. 70 cendencia pueden procurarse herederos que se hagan cargo de ellos en Ja ancianidad, perpetien su oikos y realicen el culto familiar a los antepasados.** Aunque a veces no se la men- cione, como es el caso del discurso I de Iseo, se encuentra intimamente ligada al testamento (Saéjxy 0 mas comunmente en Iseo, d.ajea), medio por el cual se designa al administrador de los bienes del difunto, y se puede decir que cada uno for- ma una cara de la moneda, en cuanto a obligaciones y dere- chos, que trae consigo el ser continuador de un otkos. En este sentido ya sefialé Gernet * que el testamento “moderno” gue encontramos a partir del siglo m a.C., se deriva de un tipo de transaccién puramente material, la donacién por causa de muerte (especie de legado, antecedente de la donatio mortis romana), que ya no tiene nada que ver con la adopcién. Los requisitos para que se Ileve a cabo una adopeién estin especificados en la ley que acompafia a un discurso del Pseudo- Deméstenes (XLVJ.ii.14): “Quienes no hayan sido adoptados cuando Solén entré en funciones como arconte, de manera que no les corresponda ni renunciar a la heredad ni obtenerla por reivindicacién, pueden disponer de sus bienes como quieran, siempre y cuan- do no tengan hijos varones legitimos, ni padezcan de sus facultades mentales por efecto de la senectud, farmacos 0 en- fermedad, o hayan sido influidos por una mujer; por ningu- na de estas perturbaciones mentales, ni por coercién, ni por estar privados de su libertad.” * 4 Cr. Is, 21.10: “...sino que hubicra quien, mientras estaba vivo, Jo cuidara en Ja ancianidad, y a su muerte Jo sepultara, y de alli en adelante le hiciera las honras ftinebres”: 44)” Lauro abrd dors Ldvrd re ynporogriooe kal redevrfoayra Odyor adrdy kal es Tov Emera xpdvov Th vomtouera air roujarot. 86 Cit, 142 ss. % “Ogos uy teewointoy Bore pajre dxemdy writ? emBindgaoBas dre Ndhwv doer Dw dog, re Lavred BualloDar dra, ixos dy idm dv, phy ratdes dou nieve dppeves, dv 3) paviv 3) yfpos H dapydxoy j véaou Erexay 3 ywvaud meBspevos, tnd rovrav tov rapavody, i im’ dvdyens % bmb Beonod xaradndBels. WL 7 Asi pues, se requerfa que el adoptante, ademés de ser ciu- dadano varén en pleno ejercicio de sus derechos,*? no tuviera hijos (das) y en consecuencia su oikos corriera el peligro de quedar abandonado (pypos). Luego, aparte de los impedimen- tos mencionados por la propia ley, existian otras condiciones; por ejemplo, el magistrado que no hubiera rendido cuentas no podia disponer de su propiedad (Esquines, J/I.21), Si un ciudadano tenia hijas, podia adoptar con la condicién de que el favorecido contrajese matrimonio con una de ellas (cfr. la ley de sucesién ya citada en [D.], XLI/Z. 51 e Is. T1168; X.13) y dotase a las demas, como lo hubiera hecho un verdadero hijo. Si después de la adopcién nacian hijos varo- nes, compartia a partes iguales la herencia con ellos.* Final- mente, podia haber una adopcién condicional que sdlo en- traba en vigor si el adoptante morfa sin haber tenido hijos, 0 si éstos fallecian durante su infancia (cfr. [D.], XLVJ.ii-24. También Is., 14 y XJ.8 ss, donde se nombra una primera persona como sucesora y se prevé una segunda, en caso de deceso de aquélla), A los menores y las mujeres los represen- taban sus guardianes (k§rioi) o tutores (epitropoi), y aunque no era lo mds comun, también se adoptaba a mujeres (cfr. Is., ViL9; X1.8,41). "7 De aqui se deduce que ni el extranjero ni el meteco tienen capacidad para adoptar, aunque, segin Beauchet (IZ, 673-674), sus derechos de propie- dad quedan protegidos mediante la sucesién por intestado que Mega hasta los parientes mas lejanos. Con otros autores supone que pudiesen hacer dona- ciones, lo mismo que los esclavos manumisos sin descendencia, pero sobre «ste punto afirma que no hay ninguna certidumbre, No obstante, trata erré- neamente el testamento de Aristételes bajo cl rubro de “derecho atico” (cfr. 17, ta nota en 62-8), siendo que, ademas de meteco, el filésofo redacta su testamento en Calcis (Didgenes Laercio, V, Arist., 7. Cfr. también W. Jacger, Aristételes, México, 1984 (la. ed., 1923), (366-67). FI testamento de Pasion tampoco es raro, puesto que a su muerte ya tenia algin tiempo que el ban- quero gozaba de los derechos ciudadanos por sus servicios prestados a la pélis. Ouro ¢s ef caso de Teofrasto, a quien por una cxcepcién legal Demetrio de Falero le concede cl derecho de propiedad de ticrias pese a ser extranjero (Didg. Laer. V, Teofrasto, 6, 7). 28 Al contrario, en Gortina no habia impedimento para la adopcién en el caso de existir hijos legitimos, pucsto que podian concursar ambos (X, 48 $3.5 cfr, Gernet, op. cit, 158 55). 72 Hay tres clases de adopcidn: entre vivos, testamentaria y postuma, La primera es la mds antigua, y hay antecedentes miticos de ella como Ja adopcién de Heracles por Hera (Dio- doro Siculo, IV.39) 0 lade Teseo por Egeo (Plutarco, Solén, IV). Tampoco es exclusiva de Atenas: Ja encontramos en Es- parta (Herédoto, V1.57), en Egina (Isécrates, XIX.49), en Creta (Leyes de Gortina, X.33-53) y en otros lugares. Por lo menos de una frase de Aristételes acerca de las leyes tebanas sobre la adopcion, érws 6 dpifuds obtera rv KAnpov (“para que se conserve el niimero de lotes’’ Pol., I/.ix.5-6), podemos con- cluir que no sdlo en Atenas la adopcién cumplia una funcién social, ademas de la religiosa. La caracteristica de Ja adopcién entre vivos es que en prin- cipio es un contrato entre el adoptante y el adoptado, o su representante si es mujer o menor. Por lo tanto, depende de la voluntad de ambas partes, y sdlo se Iega a anular excepcio- nalmente con el consentimiento de ellas (p. ej., D., XLT. ss) Cuando un ciudadano varén que no tuviera hijos y se en- contrara en pleno uso de sus facultades y de sus derechos civicos, adoptaba a otro inter vivos, sus relaciones verdadera- mente emulaban las del padre con el hijo carnal, El adoptante no sélo iniciaba al hijo adoptivo en la administracion de los bienes que heredaria a su muerte, sino que adquiria la patria potestad, si era menor, y sus decisiones segufan influyendo grandemente en la vida del hijo adoptivo. En el discurso IZ de Tseo (§ 18), por ejemplo, es el padre quien decide que su hijo ya esta en edad de contraer matrimonio y es él, igual- mente, quien busca a la novia. Sin embargo, es en el aspecto legal donde Ia relacién entre padre ¢ hijo adoptivo se asimila mds a la del padre e hijo natural, A la muerte del adoptante, el hijo automdticamente toma posesién de la herencia ({uPareve); si alguno se Ja dispu- ta, tiene derecho a iniciar un juicio privado para proteger su legitima posesién (8«ey eéovdys), mediante una declaracién for- mal (Sapapropia) de que la herencia no est4 sujeta a reivindica- cién porque hay un hijo legitimo vivo (cfr. Is., I, III, V1) 73 O bien, puede recurrir a un juicio directo (cibvduda: cfr. Is., VI) que, al parecer, era el procedimiento mas usado por los hijos adoptados entre vivos.* Algunos piensan que con la et@obuxéa los hijos adoptivos adquirian también cl derecho de disponer testamentariamente de la herencia, pero a este res- pecto hay una divergencia de opiniones que depende de Ia in- terpretacién que se dé a las primeras frases de la ley ya citada del Pseudo-Demostenes: vot jai) eremoujyro, Gore pijre dmemdy pit” émdxdoacba (“quienes no hayan sido adoptados, de manera que no les corresponda ni renunciar a la heredad y obtenerla por reivindicacién”), Segtin el propio Demdéstenes (XLIV.68), nin- gtin hijo adoptive podia disponer en testamento de la herencia adquirida previamente al ser adoptado, y si fallecia sin dejar hijos, los bienes volyian a los parientes del adoptante. Esta limi- tacién es bastante ldgica si pensamos que Io que se esperaba de un hijo adoptivo era que éste a su vez engendrase destendientes y, al no hacerlo, con su muerte se rompia todo vinculo con la familia del padre adoptivo, retornando los derechos patrimo niales a los parientes mas cercanos del difunto (anchisteis).“ Sabemos, por otro lado, de hijos adoptivos que, una vez cur plida su funcién, dejan a sus propios vastagos en su lugar y retornan a su familia de origen (asi, Is., VI44, 1X.33, X.11: D., XLIV.21,44,46), 2 Para Sten efovhys, cit. D.. XNX, XXXT; para diamartyria, Is. I> 111.5, 6; y VIG [D.] XLIV29; opuesta a eiOySexla, Vease Is., V3, 43, y VIL3. Segtin Beauchet (JJ.58.59), era suficiente que 1a adopcién entre vivos se hubiese Mevado a cabo para que cl adoptado heredara legalmente, pero no aporta mayores pruchas, 49 Chr. Beauchet, 7, 85.36 y Harvison, cit., 85-87 y 156.57, donde se exponen las diversas opiniones, ‘Thalheim limita esta prohibicién al caso de los hijos adoptados entre vivos, que tienen los mismos derechos que los hijos legitimos de nacimiento, sobrentendiendo que estos witimos son equiparables a los heredes necessarii romanos. Hartison parce simpatizar con esta suposicién, aunque ailmitiendo que carece de testimonios independientes. Para Gemnet, que acepta la evidencia de los oradores, el problema es cémo explicar que la prohibicién, perteneciente a un derecho ya existente, permanezca en Ja legistacién de Solén, “esta restriccién a los derechos de los hijos adoptivos se dio como una conce- sidn a las ideas tradicionales, « las exigencias del espiriea familiar, a las resis- tencias que encontré Ia institucién del heredero” (cit., 128). ia Por tiltimo, Beauchet se inclina a pensar que la incapacidad de testar se limita a los bienes recibidos del adoptante, no a los que el propio hijo hubiese anadido a la herencia La segunda clase de adopcidn, la testamentaria, surge en la primera mitad del siglo vr por obra del legislador Solén. Lo novedoso de su obra radica, segin Gernet,? no en que se agregue un nuevo miembro a la familia, practica que ya exis- tia con la adopcién entre vivos, sino en la instituci6n de un heredero, de alguien a quien dejarle los bienes materiales. Es cierto que en la prdctica por lo general se adopta a parien- tes," pero a partir de la legislacién de Solén ya no depende de Ja costumbre, sino de la libre eleccién del testador, quien puede o no escoger a un familiar. Finalmente, Solén recoge institucionalmente las reglas sobre las hijas herederas, permi- tiendo a quien sdlo tenia una hija que le cligiese un marido y lo adoptase. De aqui se deriva otro rasgo de la adopcién testamentaria que la distingue de la anterior: no se expresa como un con- trato de yoluntades entre ambas partes, sino que depende sdlo del testador. Esto es algo que queda en evidencia desde el momento en que el hijo adoptivo podia desconocer las dispo- siciones del adoptante hasta Ja muerte de este tiltimo; sabemos que al presentarse testigos, sdlo atestiguaban la existencia del testamento, pero no su contenido, y en ocasiones ni siquiera estaban seguros de que el testamento presentado fuese e] mis- mo que habia dispuesto el difunto (cfr. Is., 7.12, 13). Pero es indudable que la adopcién como tal sdlo se levaba a efecto después del fallecimiento del padre adoptivo. Es importante notar que el testamento no existia indepen- dientemente de Ja adopcién. Ademds, aunque se permitian las donaciones por causa de muerte, al parecer no obraban sobre los bienes patrimoniales, sino unicamente sobre los adquiridos. En este punto si es importante la indole de los bienes; en los a. Cfr. 77, 61-65. 42 Ibidem, 42 Véase el registro de adopciones ertre vivos y testamentarias que nos pro- porciona Gernet (op. cit, 129-81), ~ ejemplos que tenemos de legados que abarquen incluso la mitad de la herencia, aun cuando existan hijos legitimos, se trata de bienes adquiridos y no patrimoniales (cfr. Lys., XJX.37-41; D., XXIX.44 §s.), Probablemente por este motivo no existiera ninguna reglamentacién sobre el monto de las donaciones,”’ al contrario de lo que sucede, por ejemplo, en la Jegislacién de Gortina.” Por tiltimo, existe otra modalidad Mamada impropiamente adopcioén péstuma, puesto que en realidad es una especie de cepidikasia donde el arconte, en respuesta a la solicitud de los parientes mas cercanos, designa un heredero para el oikos de un ciudadano ya fallecido que carecia de descendientes varones legitimos y que no habfa adoptado entre vivos 0 por testa- mento. Si acaso el difunto ha dejado una o varias herederas, el hijo asignado por el arconte tomaré una en matrimonio y dotara a las dems." Como afirma la ley en [D.], XLIIL75: “Que el arconte cuide de los huérfanos y de las hijas here- deras, de las fami 5 desprovistas de descendientes y de las mujeres que permanecen en sus casas a la muerte de sus ma- ridos, declarando estar embarazadas. Que cuide de ellos y no permita que sean violentados por nadie. Y si alguien los ultr o comete alguna ilegalidad en su contra, tendra autoridad para imponer una multa hasta el mite permitido por su autoridad. Si considera que merece una pena mayor, que lo envie ante cl tribunal de Ja Heliea,* cittndolo a juicio con un plazo de cinco dias y asentando la pena que considere necesaria, Y si se 4 Asi, Beauchet, 112, 684 ss,3 lo sigue Gernet, ibidem, 143-45. 46 Cfr, 117, 37-40, donde se limita a doce estateras la cantidad que pueden gastar el _marido y la mujer en sm manutencién (xépurrpa)i X. 14-20. donde se fijan cien estateras como Limite para otros gastos. Sobre 1a reglamentacin cn otros lugares, v. Beauchet, JI, 683-87. “6 Cfr, Atist., Const, de Atenas, 56. Sobre el papel det arconte ha habido polémica a partir de Is. VIL50: “pues una ley prescribe que el arconte cuide de las familias para que no queden desprovistas de herederas” (guy yap tH dpyovre THY olxow, Gros ey pr eepymdvros, Tpoordrre Tyy étude) in embargo, también se ha concluido que de Ja frase anterior no se des: prende necesariaments que el arconte sea quien inicie la accién, sino mas bien que se trata de una interpretacién que para su propio interés hace [sco (Harrison, cit., 91-98; Lipsius, Ib, 560, . 51 y Jones, op. cit., 198.04. 47 Es decir, ante un tribunal popular de seis mil jueces. 76 le condena, que la Heliea le asigne al convicto la pena fisica 0 pecuniaria.” ** Una peculiaridad de esta clase de adopcién es que no tiene reéglas fijas, de ahi que encontremos situaciones que para nos- otros serfan consideradas andémalas, como es el que se Negara a instituir un heredero péstumo hasta en cuarta generacién, por ejemplo (D., XLIV), 0 el que se levara a cabo una adopi casi veinte afios después de la muerte del adoptante (Is., Pese a que, en opinién de Harrison," esta modalidad de adop- cién “era un artificio bastante torpe para perpetuar los oikoi’”’, no podemos negar que cumpliese con su funcién de propor- cionar herederos a quienes hubieran fallecido sin descendien- tes o sin dejar claras disposiciones sobre su patrimonio. 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