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Director cla obra: lio Mangas Manjarrés (Gatodraton de Historia Antiqua | 01a Universidad Complutensa 0 Madr) Diseno y maqueta: Pedro Arjona slo esté perf la | reproducetén toil o parcial de bro su tratamiento Informatio, nila transmisién do ninguna forma 0 por cualquier medio, ya s0a electénico, ‘mecca, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin ol permige previo y por escrito do fos tularas dal Copycat» | © Ediciones Akal, S.A, 1991 | Los Berracales cel Jarama ‘Apdo, 400 -Torrajén de Ardoz Made - Esperia “Tels, 656 55 11-056 4911 Fax: 656 48 95 Depésio Legal: M.24.873-1991 SBN: 84.7600 274-2 (Obra completa) IDM: 04-7000 690-5 (Tomo XX0A) Inpreso en GREFOL, S.A. oi, I= La Fuensarta Méstoles (Madi) Printed in Spain [ REVUELTAS INTERNAS | ¥ PENETRACIONES BARBARAS [EN EL IMPERIO Gonzalo Bravo profesoria:__ COTALLA Materia: Hise. Epa care El siacoV , bos berbaws Titufoz Coatra ol inpario { Apunte N:__2__¢. pag: 2 30 Att aot da in imperiales disponen que regresen a sus haciendas y se reincorporen a las | précticas catdlicas, tal como Agustin fo afirma también en varias ocasio- res; de otto lado, los donatistas-cir- curncelliones recurren a acciones Vio- lentas contra la Iglesia de cuya flega- lidad se hacen eco las disposiciones imperiales. Agustin teme que este sis- tema se rompa y acusa de haber rehuido la unidad (“fugitur unizas”) a los adversarios de los catdlicos. El segundo texto, el de Optato de Mileve Telativo a las relaciones entre “seflotes” y “esclavos” contiene tam- bign referencias cronoldgicas indirec- tas a la “unitas” agustiniana: “ante unitate”, “illo tempore”, pero el te- ma centrel del texto optatiano es la indefensién juridica de los acreedores y domini contra sus deudores y servi Habia dificultad en recuperar las deu- das, dice Optato, por miedo a ser ‘maitratados ¢ incluso asesinados (me- ‘tu mortis). La situacién lleg6 a ser tan Brave que se cambiaron las relaciones entre “duefios” y esclavos (inter do- minos et servos condicio mutabatur). Esto se ha interpretado generalmente como un atentado contra las relacio- nes de propiedad establecidas, ya que constituye un ejemplo documentado de inversi6n de status social tardorro- ‘mano. Sin embargo, la existencia de Jas deudas y las dficultades econémi: cas del campesinado pueden desenca- denar un proceso de manifestaciones revolucionarias sin que se cambien Jas relaciones de propiedad. Ademés el texto no permite ubicar con preci- sida los testimonios y la expresién re- ferida arriba, mis que como descrip- cién de una realidad, podria interpe- ‘rarse como un recutso ret6rico del autor para enfatizar Ia inestabilidad social de la época. Tampoco Optato identifica la condicién ideolégica de os acreedores donatistas, catolicos, paganos. Si los domini eran donatis” tas, Ia revuelta de los circunceliones carecerfa de apoyatura ideolégica en esta secta religiosa, mientras que si 10s acreedores eran cai6licos 0 paga- nos, la base ideolégico-religiosa de! | movimiento explicaria su vertiente fandtica contra las propiedades, per- sonas y cultos de la Iglesia. Pero el testimonio quizé més segu- ro para interpretar la revuelta de los circumcetliones como un movimien- to social-revolucionario es el referi- do a la reforma social iniciada por Optato, el otispo donatisia de Tim- ‘gid, que apoy6 decididamente ta re- belién del Gildo en 397 contra las autoridades imperiales. La lucha en- tte donatistas ¥ catslicos, entre cir- cumcelliones y la Iglesia adquiere aquf un claro inatiz social. Optato es presentado por Agustin como un au- téntico patrono de ciudad, disponien- do de las prosiedades ajenas (aliena patrimonia) y de los bienes de perso- nas no implicadas en el conflicto (res vendendas irnocentium) separando matrimonios (separator coniugio- rum) y oprimiendo @ huérfanos viudas (oppressor pupillorum et vi- duarum). Pero no parece esta la for- ma més idénea de fondar un nuevo orden social. En realidad, la version agustiniana de la situacién en Tim- gad a finales del siglo IV sirve a Agustin para replicar a la acusacion de traditores a los obispos catélicos africanos, que origin6 el cisma dona- tista, causante de todos los males y responsable, 2n su opinién, de los ataques a las propiedades de Ia Igle- sia catbtica en Africa, Puesto que el patrimonio eciesiéstico era ya en esta Spoca considerable, 1a inestabilidad en este Ambito debié significar cam- bios notables en la estructura social tradicional, que los autores contem- pordneos describen como la imposi- ign de un dominio tirénico sobre las propiedades alenas (in fundis alienos dominationes), Pero la Iglesia no era el Estado, aunque fuera protegida por éste, ¥ el movimiento no se disi- 6 contra el sistema institucional vi- gente sino contra las minorias pri Jegiadas en el sistema, Foyss sey oneasas ban aps Imperio | 1, Romanos, barbaros y provinciales a) La presién externa y el fenémeno migratorio La presién de ios pueblos germénicos sobre el mundo romano se remonta 4 Tas incursiones de época tardosre- publicana (cimbrios y teutones). Los Contactos entre romanos y germanos fueron cada vez mds frecuentes du- rante los dos primeros siglos del Im- perio. Desde Marco Aurelio (161- 180), que asent6 en territorio romano alos derrotados marcomanos, 1os em- peradores utilizaron con fines milita- es 0 econdmicos la practica de la in- tegraci6n de elementos birbaros en el ejército (numeri) o del asentamiento de barbaros en los territorios pré- ximos al limes (foederati). Pero las relaciones de Roma con los pueblos situados a uno y otro lado de la fron- tera se modificaron sustancialmente durante el siglo IIT, debido a la situa- ‘cidn de crisis politico-militar y a ios ‘cambios introducidos en materia de politica exterior. Hasta ontonces los ‘emperadores romanos habian impues- to sin dificultad las condiciones y los términos de la relacién politica con sus vecinos. Alianzas necesarias, de mostraciones de fuerza y pactos obli lll. El siglo V: los barbaros centra el 31 gados, aun en condiciones favorables alos romanos, ocultaban sin embargo Ta progresiva’ debilidad del aparaio administrativo y militar romano en el control de un imperio demasiado ex- tenso gobernado por algunos centena- res de funcionarios. Los acuerdos dei gobierno romano con los pueblos bérbaros vecinos se debieron sobre todo @ razones estré- tegicas y econdmicas. La relacién amistosa con estos pueblos habia sido la mejor garantia de ta paz en las fronteras, mejor incluso que los pe- Ti6dicos ‘reforzamientos de algunos sectores del limes y desde luego me- 10S costosa, razin no menos impor- tante para tn Estado abocado a es- fuerzos financieros que no siempre podia cubrir. Pero los acontecimientos politicos y militares del siglo IMI debilitazon de tal modo el prestigio y la fuerza del ejército imperial, que Roma se vio obligada ya a aceptar las condiciones de paz impuestas por los bérbaros, ‘como las exigencias de los godos a ta muerte de Decio (251) al nuevo em- perador Treboniano Galo, obligado a comprar la paz en las fronteras me- diante una ignominiosa indemniza- cin anual. Esta préctica sent6 un mal precedente; a finales del i fent6 ser sustituida por la institucio Aiton Nee ts avstas nay porate bees a noato 3 ‘emperador Teodk Estaulila de Ella Flaca, mujr del bi nalizacién de los asentamientos me- diantes pactos (f.edera) concertados con los bérbaros, instalados como soldadas-colonos en las tierras proxi mas al limes (limitanei): Maximiano | asent6 a colonos francos, Constancio Cloro a germanos, iniciéndose asf un proceso ininterrumpido de colabora- Cién militar entre barbaros y romanos que en las diltimas décadas del siglo TV colocé a generales germénicos en puestos politicos de especial relevan- cia en la administracién imperial. ‘Durante el ditimo cuarto del siglo IV las tradicionales reiaciones entre romanos y bérbaros experimentaron cambios importantes. Graciano insta- 16.a sdrmatas en la seccién norte del limes renano. La presencia god se increments considerablemente des- pués del desastre de Adrienépolis (378), en el que perdié la vida el pro- pio emperador Valente, y el asedio de fos godos sobre Constantinopla, si- tuacién que fue finalmente resuelta por Teodosio, quien cedi6.a los godos ‘Mesia para su asentamiento Hacia el 400 Ia presién germé- nica se dej6 sentir de nuevo al habe: se roto la seguridad en las Hineas de defensa del limes en algunos puntos de especial importancia estretégica. Como ef limes renano y la seccién ‘occidental del danubiano carectan de une segunda linea de defensa, atrave: sando el limes resultaba précticamen- te imposible frenar el avance bérbaro hacia el interior. Bl limes oriental, en cambio, era mucho mas seguro. Las esporidicas incursiones zodas alcan- zaron Constantinopla, pero no avan- zaron més hacia el S., quedando « salvo las ricas tierras de Asia Menor, Siria y Ezipto. El fendmeno migratorio se entiende generalmente como el efecto de una serie de presiones simulténeas de unos pueblos sobre otros. La presién de los germanos sobre el Imperio era a su vez motivada por la que sobre ellos mismos eercfan otros pueblos situados mas ai N. y al E, obligéndo- -Missorium o disco de Teodosiotfato 288) ‘al vesrius Mspantaram: ey les a desplazarse hacia el S. y el O. Este esquema de presiones no es mera teorfa sino un hecho histérico docu- mentado. Ya en la época de Marco ‘Aurelio, en la segunda mitad dels. II, la Historia Augusta justificaba la pe~ netraci6n de los marcomanos al haber | sido presionados "a superioribus bar- baris”. Del mismo modo desde me- diados del siglo IV se detecta un mo- jento expansivo de los pueblos que habitaban las estepas asidticas La presién de los hunos hizo que los godos abandonaran las tierras que tra- dicionalmente cultivaban al otto lado del Danubio y se dividieran en grupos respecto a la conveniencia 0 no de mantener su independencia politica 0 pedir asilo al emperador romano. Uno de estos grupos, conducido por Friti- germo, se asent6 en Tracia hacia el 375 en condiciones tan precarias que os afios més tarde provocaron el le- vantamiento que levé a la derrota de s fuerzas imperiales en Adrianépo- lis (378). Su asentamiento definitivo ‘en Mesia (382) no evit6 el que veinte aos después un importante contin- gente de godos al mando del visigodo Alarico alcanzara Italia. poniendo en peligro la sede del emperador Hono- Fio en Mildn y obligando a la familia imperial a refugiarse en Ravena, que se conviriié desde entonces en sede imperial de Occidente. Entretanto, las, tropas imperiales al mando del ger- mano Estilicén se mantenian ocupa- das.en Retia ante Ia amenaza vandala fen esa zona del limes. Unos afios més tarde, la incursién de Alarico fue se- cundada por un grupo de ostrogodos asentados en Pannonia y conducidos hasta Italia por el pagano Radagaes (406) que caus6 el terror en la pobla- cidn italiana tan s6lo algunos meses antes de que los germanos del otro Ia- do del Rhin (suevos, véndalos, ala- nos) y otras tribus bérbaras unidas a la migracién germénica encabezada por Jos jefes véndalos irrumpieran en fa Galia, Aunque al parecer estas mi- graciones no eran muy cuantiosas. en riimero ni se produefan de forma si temética sino por grupos de familias y tribus que no siempre alcanzaban el ‘objetivo previsto, originaron no obs- tante profundos cambios en el habitat birbaro y en al romano. En el curso de tres generaciones, los territorios ‘ocupados por los germanos, desde el Mar Baltico a! Danubio, quedaron se- midespoblados. A excepcién de los alanos, les pteblos implicados en la penetracién birbara del 406 eran ya vecinos de los romanos y muchos de ellos contaban con predecesores asen- tados en territorio imperial que convi vfan con los provinciales romanos del area limiténea, | Se ha discutido mucho acerca de | os méviles de estas migraciones y la razones de estos desplazamientos a uno y otro lado de la frontera. Care- cen de valor histérico ciertos t6picos repetidos con frecuencia que no pue- den probarse documentalmente co- mo el estadio seminémada ("“barba- rie") en que los godos se encontrarf- | an todavia a fines del siglo TV frente a los “civilizados” romanos. Baste decir al respecto que, en esta época, los godos no zonstituian ya un grupo unitario y que muchos de sus pueblos y tribus, aseatados en territorio ro- mano, se habfan ya romanizado en convivencia con los provinciales ro- manos. Mas aceptables son sin duda las motivaciones econémicas que | exigian desplazamientos periddicos incluso después del asentamiento, de los que hay sobrados ejemplos duran- te las ultimas décadas del siglo IV y las primeras del V. La bisqueda de nuevas tierras o de tierras més ricas, sin excluir la adquisicién de botin, fueron seguramente Ia causa primor- dial de estos movimientos “dentro” y | “fuera” del erritorio imperial. Pero | tal vez tampece fueron ajenas a este fenémeno las razones politicas y mi Iitares en un pueblo de “guerreros’ que no dudé en presionar al Estado romano haste conseguir su indepen dencia politica ») Penetraciones barbaras y usurpaciones en Occidente (406-413) La penetraci6n de grupos germénicos en Occidente durante la primera déca- da del siglo V ha forjado en la histo- riografia una imagen de violencia y dramatismo (“invasiones”) que segu- ramente no se comesponde en todos sus aspectos con Ia realidad, por varias razones. En primer lugar, s¢ trata sola- mente del momento final de un largo proceso histérico que se remonta al si- | glo IIT del Imperio. Desde entonces la | presencia de los grupos bérbaros asen- fados en las zonas limiténeas no cons- tituyé un elemento aparte sino inte grado en la estructura de poder impe- rial. En segundo lugar, a lo largo del siglo IV la maquinaria politico-admi- nistrativa imperial demostr6 una gran capacidad de adaptaci6n a las nuevas situaciones y circunstancias al inte- | grar en el ejército romano a estos gru- pos asentados y encumbrar a sus élites irigentes confidndoles puestos de es | | | Moneda con sige del usurpador ‘Constantine i aor) pecial responsabilidad politica en la administraci6n civil y militar romana. En tercer lugar, la imagen destructora deberia restringirse a las acciones ais- Jadas de ciertos jefes germénicos que sembraron el tefror entre los provin- Ciales practicando el saqueo y la de- vastacién, sitiando ciudades y depre- dando el ieritorio, como ls incursio. nes de Radagaes y Alarico en Italia, las del véndalo Genserico en Africa en 429 0 el asalto de ilerda (Lérida) por el suevo Requiario en 450. Pero en casi todos los casos estas acciones ““vandéticas” persegufan objetivos po- liticos © econSmicos. A comienzos de siglo V, en muchos de estos pueblos estaban’ produciéndose cambios fun- damentales en su estructura social Comunidades tradicionalmente orga: nizadaa sobre una base familiar habi- an evolucionado en comunidades te- rritoriales, desbordando claramente Jos marcos tribales originarios. En es tas nuevas comunidades, ademas de la sangre, la riqueza era también simbo- lo de distincién social. Los antiguos 36 eT | tazos familiares, propios de I diversos, porque al no haberse consti- | a organi- ir tral, ivalizaron ahora con las iferencias patrimoniales y sociales caracteristicas. de una organizacién ‘asada en Ja tervitoriatidad, Las trans- formaciones socioeconémices opera- das en su interior originaron cambios polfticos de importancia tendentes ha~ Gia la constitucién de un Estado inde- ppendiente incluso cuando estas comu- hidades se habian establecido ya Iban a establecerse en territorio roma- no. «¢) Lz stuaciénlimikénea en tomo al 406 En visperas de la gran incursién ger- ‘mania de finales del 406 Ia situacién del frente galo-germano no habfa cam- biado sustancialmente respecto a la cxistente en Jas ttimas décadas del si- iglo precedente. En 396 Estilicén ha- bia procedide a redistribuir las fuer- zas militares destacadas en el limes enano con el fin de reforzar los pun- tos que oftecian mayor peligeo a po: bles incursiones, adoptando también algunas medidas administrativas co- ‘mo el traslado de la capital de la pre- fectura gala de Tréveris a Arlés en 401-402, consciente de que el peligro ‘en Ia frontera renana era mayor hacia el sur mediterréneo que hacia el norte baltico. ‘Tradicionalmente la frontera con Germania habia sido protegida por grupos de limitanei de procedencia Tiibura asentados on cete territorio por decisién imperial. Como en otras, Zonas del limes, estos grupos consti- tufan un importante contingente de ‘campesinos-soidados que trabajaban también la tierra asignada por el em- perador en calidad de dediticii, laeti o igentiles, scgin el grado de su someti- Tmiento al gobierno romano (Gunther, 1977). A estos tltimos se les respeta- ba incluso sus propias instituciones y eran de hecho socii, clientes 0 aliados ide los romanos. Resulta arbitrario adscribir estas categorias a pueblos tuido todavia en “estados", distintos grupos de tribus_pertenecientes sin embargo a un mismo pueblo deben hhaberse relacionado en forma diferen- Las migraciones bérbares del siglo V ee te con el Estado romano conforme al ‘momento y circunstancias que Jleva- ton a sus respectivos asentamicntos en territorio limftrofe. El caso de ia diversidad estatutaria de Jos francos es clocuente en este sentido (Demnou- geot, 1966). pore 37 Pero si su condicién juridica era diferente, su situacién social y sobre todo su funcidn polftico-militar eran muy similares a las de los fimitazei romanos. Después de varias genera- ciones result6 dificil distinguir Ia po- | blacién autéctona provincial de ta 38 At soc in Ais barbara federada asentada a uno y otro lado del Rhin, en un territorio de fronteras imprecisas y variables line~ as de defensa, caracteristicas de la organizacién provincial de la perife- ria en época tardia. Naturalmente la seguridad de las fronteras no era igual en todas los pasos y era eviden- te que algunos puntos eran més vul- nerables que otros. Ast, por ejemplo, Ia concentracién de elementos bérba- ros asentados en determinados secto- res evitaba la penetracién de los pue- blos transrenanos por esa zona. Co- mo los federados bérbaros estaban concenirados en el sector nordeste de Ja Galia, entre Germania TL y la pro- incia de Belgica, Ia incursion se ca- naliz6 hacia el O. y hacia el S. a la altura de Maguncia (Mainz). Por el contrario, la existencia casi exclusiva de federados germanos en estos sec~ tores més meridionales hizo més f4- cil Ta penetracién por esos puntos, dada la afinidad étnica y linglifstica de los grupos de tribus asentados a uno y otto lado de la frontera, con in- tereses econémicos similares y obje- tivos politicos comunes: sacudirse el yugo romano y apoderarse de las tie- ras de los provinciales. Para evitar esta situacién Estilicén habia autori- zado en 401 el asentamiento de los ‘vandalos asdingos en la parte septen- tional del Noricum y en Retia. Los asdingos unidos a los véndalos silin- gos protagonizaron la expedicién del 406 a la que se afiadieron suevos des- ligados de los véndalos, alanos libe- rados de los hunos, burgundios y tri- bus de otros pueblos menores. Este contingente atravesé el Rhin el ulti ‘mo dia del afio 406, dispuesto a ocu- par el teritorio galo, que recorri6 en todas las direcciones y sin resistencia aparente durante los dos afios si- Buientes. Pero este hecho episédico tuyo en realidad un efecto catastr6fi- ¢0 porque la ruptura del limes occi- dental dej6 la puerta abierta a futuras incursiones de nuevos pueblos barba- 08 presionados por otros mas orien- tales 0 en bésqueda de nuevas 0 me- Jores tierras donde instalarse. En el interior de este heterogéneo ‘grupo de “invasores” se produjeron disensiones acerca de la. actitud a adoptar respecto a los romanos. La mayorfa eran partidarios de 1a inde- pendencia y s6lo una minorfa estaba dispuesta a aceptar Ia tradicional con- dicién de foederati en condiciones ventajosas para el gobierno romano, El contingente mayoritario recorri6 y saqueé la Galia, especialmente el tringulo con vértice en Reims exten- digndose su base desde Burdeos a To- Iosa, d) La confuss situacién politica de las provincias occidentales en tomo al 409 Esta confusa situaci6n era terreno abonado para que se manifestaran las tendencias centrifugas de las provin- cias respecto al Poder central y para que afloraran fenémenos de revuelta social contra #1 Estado o sus repre- sentantes provinciales. Como res- puesta @ la incapacidad del gobierno fomano para controlar Ia conflictiva situacién provincial, los soldados de las, legiones aclamaron “emperado- tes" a sus resfectivos jefes militares, que fueron ccnsiderados “usurpado- es" por el emperador legitimo de Oc- cidente, con sede en Ravena. Sin em- bbargo, de forma casi ininterrumpida desde’ el 407 al 413 las provincias oc- cidentales estuvieron gobernadas por usurpadores: Constantino III, Cons- tante, Méximo, Jovino, Sebastiano. Al mando de las tropas imperiales en Britannia, Constantino se hizo proclamar “emperador” por sus tro- pas en 407, tras los fallidos intentos separatisias en la isla de algunos aris- tcratas locales. A su llegada a la Ga- lia fie reconocide sin dificultad por las legiones como la persona capaz de hacer frente a la situacién creada por las penetraciones bérbaras. Recibié ademds el apovo de una parte de los rats tas ypanainores ets en note provinciales galorromanos, especial- mente de las provincias del sector no- occidental, la region esmoricana, donde la existencia de un claro sus- trato céltico y el hecho de no haber sido ocupadas por contingentes de bérbaros asentados hacfa a los pro- vinciales més proclives @ separarse del control romano y a oftecer resis- tencia frente a los “nuevos barbaros". ‘Tampoco los birbaros foederati dei sector nororiental de 1a Galia fueron hostiles a Constantino: renové. sus actos de asentamiento y acepté la Colaboracién militar de sus jefes. Con estos apoyos Constantino III pudo afrontar primero el choque con las ‘wopas del visigodo Saro, enviado por el gobierno de Ravena para combatir contra el usurpador, y extender des- pugs su influencia a Hispania, atin no afeciada por la presencia barbara y donde la fidelidad al gobiemo legtti- ‘mo de Honorio ers mantenida por la aristocracia provincial encabezada por los parientes del emperador, Pero ademds la adhesin hispdnica a la ‘causa imperial tenfa un claro signifi- ado politico, puesto que representa- 39 eee ba un auténtico petigro pera las pre~ {ensiones independentistas de Cons- tantino y de los aristécratas galorro- manos. La convergencia en territorio galo de fuerzas imperiales proceden- tes de Hispania y de las tropas envia- das desde Italia estrangularia con fa- cilidad las acciones emprendidas por ‘el usurpador. Anticipandose a este ‘eventualidad, Constantino encomen- 6 Ta entrada en Hispania a su hijo Constante, nombrado “césar” por este motivo. A partir de este momento la informacién trasmitida por las fuentes es realmente confusa. La pretendida organizacién de la resistencia hispa- norromana por los primos de Hono- rio, Dfdimo y Veriniano, con sus mili- cias de campesinos y esclavos despla- zados hasta los pasos pirenaicos para impedir Ia entrada de los bérbaros en la Peninsula Tbérica y defender sus posesiones debe en realidad corres- ponder a la organizacién de la resis- fencia hispénica por Constante, que previamente habia reducido & ios sristécratas hispanorromanos ayuda- do por Geroncio, a quien Consiantina habia dejado como general en Brita- le de saredtago representando a soldados: ‘Tomanos deteniendo a un barbare nia, La rebelién de Jos aristécratas de Ia isla hizo que Geronei Gatia para apoyar la misién de Cons- | tante en Hispania, mientras los bri nicos consegufan el reconocimiento de su independencia por parte de Ho- norio, ras la victoria de Constante y Geroneio sobre los partidarios de Ho- norio ste entr6 en conflicto con ia familia “imperial” gala con sede en ‘Arlés, donde Constantino II habia fi- jado su residencia. Poco después puso fen préctica un.complicado.plan (Ar- Ge) para acabar con el gnhierno del usurpador y sobre todo con el control de Constante sobre Hispania. Entre Jos proyectos figuraba un pacto con Jos bérbaros que recorrian el sur de la alia para penetrar conjuntamente en Hispania y derrocar a Constante, mo- mento (409) al que sin duda hacen re- ferencia las fuentes al describir el episodio de los Honoriaci. Por las mismas fechas el gobierno de Ravena, arbitrado por Estilicén, era incapaz de atender a tantos frentes simulténeamente: Galia, Britannil nia (409) a pesar de la resistencia his~ | Hispania y 1a propia alia, La situa- cin se complicé aun mids porque en estas delicadas circunstancias el Se- nado de Roma retiré su confianza a Estiliedn, acusado de pactar con Ala- rico una ‘paz onerosa para los romia- nos, que inclufa una alta indemniza- ci6n en 070, al rey visigodo. De nada sirvié el acuerdo romano-visigodo contra Constantino I atrincherado cen su sede gala. Los s riales se amotinaron y Estilicién tuvo que refugidrse en R4vena, Poco des- pués el emperador Honorio ordenaba sa muerte (408). Desaparecta asi uno ‘ae los personajes politicos de Ia épo- | a que més habia luchado’por la con- ciliacién de los romanos con los biir- baros (Mazzarino, 1946; Chastagnol). Los grupos germénicos que se mo- vian a través de ia Galia vieron libre el paso hacia la Peninsula Ybérica | cuando Alarico, que habfa sido encar- | zgado por Estilicén de combatirlos, di- Tigi sus tropas contra Italia. Suevos, vindalos, alanos penetraron en Hiispa- Cristo entre San Pedro y San Pablo. LB6reda Gs las eatacumbas de 8, Pedro y 'S Mareaino, Roma (solo M7) panorromana para deternerlos, con- frolada por el césar Constante. Rida cio, un obispo de Gallaecia, informa fen su crdnica acerca de ia distri- bucidn de estos grupos biirbaros en itorio hispénico con relativa exac- titud: los vandalos asdingos y los sue- vos controlaron el sector norocciden- tal de la Peninsula hasta la linew del Duero (Gallaecia); 10s vandalos silin~ | gos se establecieron en la Bética mientras que Ios alanos ocuparon la zona meridional de Lusitania y de a Cartaginense. Solo la provincia Tarra~ Conese yueds todavia bajo control directo de Ja administracién imperial hhasta que en 411 los visigodos pene- traron en a Peninsula y establecieron su sede en Barcino (Barcelona) bajo el reinado de Ataiifo. Algunos afios después, sin embargo, 105 visigodos lucharon contra sus vecinos de comin origen hispénico como “federados” al servicio de Roma. Las disensiones entre Constantino IM y Geroncio hicieron que éste pro- |_slamara nuevo “emperador” a Maxi- (Tarragona) ‘usta (Zaragoza) de Constante. Muer- to éste cuando intentaba reunirse con su padre en Arié, las tropas imperia~ les sitiaron la ciudad y provocaron también ta rendicién de Constantino, ‘que fue ejecutado por orden de Hono- Ho cuando era trasladado a Révena (11). Conocida la noticia de su muer- te, que el magister militum Constan- cio Se habia comprometido evitar, Marl con el emperador Honorio | ‘ataviado con vestinenta militar 2 At Heil tr Ate Jos aristécratas galos _proclamaron | “emperador” al noble Jovino en Ma- guncia con el reconocimiento de bur- undios y alanos. Entretanto Italia atravesaba uno de Jos momentos més dificiles de su his- toria. Estaban atin recientes las de~ ‘mostraciones de fuerza visigodas en algunas ciudades del norte (Aquileia, Cremona, Bolonia) y sobre todo los, asedios y el saqueo de Roma por Alarico (410) ante la dilacién del emperador Honorio en dar una solu- cién administrativa al conflicto ro- mano-germénico, Los visigodos re- clamaban no sélo el reconocimiento piblico del emperador sino también os medios necesarios para mantener a su pueblo, como lo demuestra el hecho de la fallida expedicién poste- or a Sicilia y la flotilla organizada para pasar a Africa en busca de gra- no. Sin embargo, todas las tentativas de Alarico para negociar con Hono- rio fueron vanas. Ni siquiera dos ase- dios consecutivos sobre Roma (408- 409) consiguieron romper la pasivi- dad del emperador, impasible incluso ‘cuando, saqueada la ciudad, Alatico consiguié tomar como rehén a Gala Placidia, hermana de Honorio, a quien el emperador tenfa previsto ca- sar con el patricio Constancio, el ‘nuevo hombre fuerte del régimen im- perial. A propuesta de Alarico, el Se- nado de Roma decidié nombrar nue- vo emperador al prefecto de la ciu- dad Prisco Atalo. Pero la muerte inesperada de Alatico puso al ejérci- to visigodo en Italia en manos de Atailfo, su cuftado, y las diletantes relaciones politicas con Ravena cam- biaron radicalmente. El nuevo rey de los visigodos hizo su esposa a Gala ‘en Ja Gali, donde acab6 con las ten- tativas independentistas de los usur~ padores galos Jovino y Sebastiano. En cu lugar, Atatlfo nombré de nue vo a Atalo, que habia sido despuesto por el propio Alarico, y con la apro- bacién de los nobles aguitanos cedi6 Burdigala (Burdeos) como sede del nuevo “emperador”. Ante la tegada de las fuerzas imperisies al mando de Constancio, Atatlfo decidié pasar a Hispania, estableciendo su. sede en Barcino. Un complot urdido por el ‘grupo disiderte visigodo en conni- Yencia con los hispanorromanos aca- 'b6 con su vida (415), Tras una secue- la de asesinatos y venganzas, el trono visigodo fue ocupado por Walia, quien consiguié finalmente entrar en negociaciones con Honorio. El empe~ rador se vio obligado a reconocer ¢o- mo federados a los visigodos (415) y a entregarles una gran cantidad de grano acamb\o de recuperar a la rei- na viuda Gala, que de nuevo habia si- do convertida en rehén. De esta forma los visigodos, que habfan entrado en la Peninsula huyen- do de Ia pres:6n de las tropas impe- riales en el S. de le Galia, se convir- tieron ahora e1 defensores de ta causa romanoimperial combatiendo contra suevos, vandalos y alanos durante los os aos siguienies (415-417). Apa- rentemente et recompensa a sus ser- vicios, en realidad por razones de conveniencia politica, Honorio orde- 16 su traslade a la Galia cediéndoles el territorio de Ja Aquitania TI para su asentamiento (foedus Walia-Constan- cio del 418). Aunque largamente soli- citada por los visigodos, esta medida venfa motivaca ahora por una delibe~ rada decisién politica. Evacuados de Ia Peninsula Tberca, los visigodos po- ddrian ser vigilados mejor por el go- ierno de Ravena al mismo tiempo gue, su presencia permanente, en la jalia contribuirfa 2 sofocar las re- ‘vueltas independentistas de los armo- ricanos y, por afladidura, protegerian el territorio arte nuevas penetraciones ‘bérbaras por tierra 0 por mar (sajo- nes). Culminaba asf un proceso que hhabja transformado a los visigodos de adversarios en defensores de Ia causa imperial debiio sobre todo al hecho de que el Poder central se sentfa inca- paz de resolver por sf solo los proble- mas internos provinciales. wate nay nacre baron 1. Introduccién. Desde Ia represién de los bagaudas galos por el césar Maximiano en 285- 286, las fuentes no yuelven a recoger este tipo de revueltas hasta comien- 20s del sigio V en la Gali, y hacia mediados de siglo en Hispania. La emergencia de la bagauda galo-bispé- nica coincide con un clima de espe- cial inestabilidad politica y social en el occidente del Imperio, motivada por la confluencia de diversos he- hos: en primer lugar, las Iuchas nisticas que desde época teodosiana tuvieron:como escenario las provin- cias galas ¢ hispénicas (Garcia More- zo); en segundo lugar, las frecuentes usurpaciones del poder imperial (407- 413), consecuencia en gran medida de las disensiones internas que propi- ciaban este tipo de levantamientos: ‘Constantino TII, Constante, Geroncio (Arce), Maximo y Jovino contribuye- zon al desconcierto de las tropas im- periales divididas en apoyo de gene- Tales rivales; en tercer lugar, las pene- iraciones germénicas (406-415) que desde los primeros alos det siglo V ‘ocupaton Ia préctica totalidad del rritorio provincial en el extremo occi- ental del Imperio (Demougeot): des- e el 401 los visigodos ocupan Talia; ‘vandalos, suevos y alanos recorten 1a IV. Los provinciales contra el Estado: la bagauda galo-hispanica Galia durante ef 407, penetran en la Peninsula Therica el 408, tra el inten- to fellido de los primos de Honorio con su “ejercito” de campesinos de detener su paso a través de los Pirine- (0; dos afios mis tarde, los visigodos ppasan de la Galia a Hispania, Estos tres hechos indican un claro éebilitamiento del poder imperial en las dltimas décadas del siglo IV y en las primeras del Vy sefialan ef co- ‘mienzo de un proceso irreversible que acabé con el dominio politico romano en Occidente. Sin embargo, esta inestable situa- ign politica se agrav6 ain mas por el resurgimiento de fenémenos sociales que aceleraron la pérdida progresiva del control del poder central sobre los provinciales. Abandonados éstos a ‘sus propios recursos vieron instalarse en su suelo a grupos de origen germé- rico con quienes los gobernantes «: tablecieron relaciones de amistad co- mo foederati del Imperio romano. En estés condiciones @ gran parte del campesinado occidental no Ie quedé otra opcién que colaborar con los bar- baros asentados o engrosar las files de desertorss, lutrones y rebeldes ro Fagiados en las zonas_montafioses desde los Alpes a los Pirineos. Este marco de tensiones politicas y socia- Jes era el clima propicio para que la

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