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V8 120 Humanism y Renacimienio Le segunda parte (nn. 13.3) es apolopética, Comienaa con a] dogs da ts Hsnotie so lovandis et civ mange Ia Filosofia y de Ia ciencia, BIBLIOGRAFIA, Opera Omnis, Premessa de E. Garin, Edicion fact, Tari, De hominis dignitete, ed. de E. Gatin (Florenci ceste texto original hemos tomado nuestra traduccidn, P.O. Kristeller: Ocho Filésofos.... México, 1974, pp. 77-98. Junto con la bibliografia que se cita pp. 217s. Pico de la Mitindola: De la dignidad del bombre: Carta a Hermolao Barbaro y del Enie y el Uno. Edkcisn preparada por Luis Martinez ‘Gomez. Madrid, 1984. Ver abundance bibliogratfa, pp. 91-97. 1942). De Discurso sobre la dignidad del hombre Honorabilisimos Padres: En los escritos de los drabes he lefdo el caso del sarra- ceno Abdalah. Preguntado sobre qué era lo que més digno de admiracién aparecta en esta especie de teatro del mun- do, respondié: «nada_mds admirable que el_hombren». Si SP Sc er Se _szan crllagzo oq ol hatoby \sclepio» * vaeltas yo 3s dichos y trataba de explicarlos sin llegar a con- vencerme del todo de que muchos afirman sobre la excelencia de la naturaleza humana. Afirman, en efecto, que el hombre ¢s cl_vocero de todas las criaturas; empa- Soe i ee “Fisie de ln naturales por Ta perspec de los sentido, la mee y bee es oes {ntuicién penetrante r = i re Ia eternidad estable y el tiempo Huyente. i del mundo, y como su Himcneo, segun lor per 2 Mercurio Hermer, dice de Ja sabiduria, En este caso se sefite a la sctie de esctitos berméticos —Ascepins I, excit0s ‘eopitagérices que recogen la doctrina hermétien 121 122 Humanismo y Renacimiento sss, Un poco inferior «Jos dngeles septin David. Todo esto ¢s ciertamente muy grande, pero no la razén princi. pal, sein ellos, para apropiarse el privilegio de concitar con justicia la maxima admiracion. ¢Es que no se ha de adiirar mds a los mismisimos dageles y a los felicisimos coros celestiales? Por fin me parecié llegar a entender por qué el hombre es el set vivo més feliz y el més digno por ello de admi- racién. Y legué a entender también cual es la condicién que le ha cabido en suerte dentro del Universo, que le ar la envidi le los brutos, sino de y-deTas_mismi danas. Cosa increible y admirable, 77 podila Ser‘de" otra manera si por ésta su naturaleza el_he llamado. Toor oon ms Gece Ce a _mal_admirable? = ars Q, Escuchad atentamente, Padres, el sentido de la conidiciéa humana, prestando vuestra humanidad a mi em- peo, Dios, Padre y sumo arquitecto, habia construido ya esta casa del mundo que vemos, templo augustisimo de la divinidad, segtin las leyes de su secreta sabiduria, Y habia adornaclo las regiones sidéreas de inteligencias; poblando las esferas etéreas con almas inmortales, llenan- do las partes fétidas.y piitridas del mundo inferior con toda clase de animales, Pero, acabada su obra, el_gran Artifice andaba busea jue pudiera apreciar el “sentido de tan gran maravilla, que amara su belleza y se exiasara ante tants grandeza, Por evo, una ver acibada la obra, como atestiguan Moisés y Timeo, pens6 en crear al hombre , i No habia ya arquetipo sobre el que forjar una nueva raza, ni més tesoros que Jegar como herencia a la nueva ctiatura. Tampoco un sillén donde pudiera sentarse el contemplador del universo. Todo estaba lleno, todo orde- nado en drdenes sumos, medios ¢ infimos. Bero no po- dia faltar en este parto postrero, por agotada, la potencia * Génesis, 1, 3; Plarén, Timeo, dt y a. G.Pico de la Miréndola 13 creadora del padre. Ni podia titubear su sabiduria en cosa fan necesaria como carente de conscjo, El amor generoso de aguel que un dia ensalzaria la generosidad divina en los hombres no consentia condenarla en si mismo. "El mejor Artesano decretS por fin que fers. comtin todo lo que se habia dado a cada cual en propiedad, pues ho podia dirsele nada propio. En consecueacia dial hombre una forma indeterminada, Jo situé en el del mundo ¥ le hablé asl: «Oh Adin: no te he dado nin- in puesto Hijo, al una imagen peculiar, ni un empleo determinado. Tendrés y poseersis por tu decisién y elec- ‘én propia aquel puesto, aquella imagen y aquellas tareas que t6 quieras. A los demds los he prescrito una natura- leza regida por ciertas leyes. Té marcardés tu naturaleza sega la libertad que te entregué, pues no estés sometido a cauce angosto alguno. Te puse en medio del mundo plando lo que hay en él. No te hice celeste ni terrestre, ni mortal ni inmortal. Td mismo te has de forjar la forma que prefieras para ti, pues eres el érbitro de tu honor, su modelador y disefiador. Con tu decisién puedes rebajarte hhasta igualarte con los brutos, y puedes levantarte hasta las cosas divinas.» ;Qué generosidad sin igual Ia de Dios Padre y qué al- tisima y admirable dicha Ia del hombre! Le ha dado tenet Jo que desea, y_ser lo que quiera. TES animales —dice Lucio —ieg Lilo eaen ya del wens. de su madre lo que han de poscer. Por su parte, los espiritus Comenzarin a set lo que seria por eternidades sin fy Gesde el comienzo o poco después, Dios Padre sembré en el hombre_al_ clase de Semillas, gérmenes de vida de roa indole, Povecert fuctifcanf dentro del abre lo que cada individuo cultivare. Si ee To cn “getal, se conver en planta; si se entrega a lo sensual, Sexton bruto; si desarrola le raxGn, ve traneformard en |; si la inteligencia, en Angel e hijo de fecho con todas las criaturas se vuelve al centro de su unidad. él, que fue colocido-por encima de todas Tas cosas, las supezard-a todas, hecho un mismd para que miraras placenteramente a tu alrededor, cea 5 124 Humanismo y Renacimiento ‘spirea con Dios, envuelto en la misteriosn oscutidad del Padre. Habra quien no admire a nucstio camalegn? ZO habré algo mas digno de admiracién? Con razon afit- mé el ateniense Asclepio que el hombre, por su natura- Jeza versdtil y capaz de transformacién, estaba simboliza- doen los relatos miticos por Proto, A esto responden las metamorfoss de hebreos saubricos. Porque la teologia hebraica conviette af Seto “Enoch en dagel de la divinidad, lamméndole seam "9 y, en otras diversas realidades, Por su parte, lor pitego= aa aa eer a eae en bestias, y si damos fe a Empéddocles*, también en plantas, Siguicndo su elem: lor Mabinatt Rb dejaba de reperis «Quien te spate de a ley de Dios, se convierte en brut» Tenfa tasin, por jue lu planta no es In cortez, sino Su naturalezn rome ¢ insensible. Ni los jumentos son su pellefo, sino su alma bestial y sensual. Como tampoco el cielo lo constituye el cuerpo esférco, sino Ta recta raz, bi se es angel pot 50 tener cuerpo, sino por poseer una inteligencia capital 'Si ves, pus, @ alguien entregado a su vientie’y array. trindove por el suelo, no es un hombre, es una’ plants Si te detienes ante alguien obnubilado, como otro Calip- s0, con vanos fantasmas, y entregado al halago acaticiante fs ets ales min unre ran he ia. Si ves aun fildsofa que todo lo interpreta a la lux fain, cent, "un animal elest, no teens, aun contemplative puro, ohidado de su cuerpo ¥-metido en el templo de su espintu, no To dudes, ce es un animal de la tierra ni del cielo; es un numen superior vestido de carne humana. @Quign, pues, no admirard al hombre? En las, Sagra- Escrituras —mosaicas y cristianas— se le nombta con fa expresién acods comes, Toda eilaarse, yu que ef dl quien se representa, se constituye y sc ttansformna cn la imagen de toda carne, en la obra de todo ser creado’. 1 Eos, 107 (Di. 3 Ghness, 6,12. Evates, filéefo pera con gran infuencia en dos sofos presoerdticon,eapeialmentepltagericos (igo Wi C) G. Pico de la Miréndola 1s Por ello, sin duda el persa Evantes, cuando expone Is te0- Jogi caldea, airma que el hombre no tiene, por st mismo {pot mociaienie ui tage peuieas pane pa. ost s{ inches Eafas-y adventidas De ait ef dicho de Tos caldeor: 33 THR ret TW wm ou es decit: el hombre, ani inl atten vert roma "Gy Y todo esto za qué viene? Bara que, nacidos con condiaiSn; entsdamos que debemos se To que que recone Ws beer pease renpies diag oe oe “ures «Ei hombre opulento ¢ inconsciente es como ati oe es os ie aa brie ge (era Asaph ios sais todos del Altisimax t No convirtamos en perdiciGn la opcidn libre y salvadora que nos deparé a generosidad graciosisima ‘del Padre, sando mal de ella, Que embargue nuestra alma una santa bicidn de no confentarnos con Ta mos ansiar lo mis lio y tratar de conseguirlo con todas aues- tras fuerzas, Queser es poder, Desechemos lo. terreno, despreciemos To celeste y'volemos aia morada que estd tis allé del mando y prSximo a la divinided, dejando a un lado ste mud! Allccomo stesguan Ts sgrads ‘misterios, acupan-el primer lugar los Seraines, los Que- rubines y-los Trons! Emulemos su dignidad y ‘su gloria, dispuesios ano paste a un semundo Plano, Si-queremos, en nada les seremos inferiores. Observemos Jo que hacen y e6ma viven. Si vivimos como ellos —y podemos vivir—, compartizemos su suerte. El Serafin os"faego de amor, al Querubin resplandece con el brillo de su inteligencia, y la firmeza de juicio del Tro- no le hace inconmovible. Ahora bien, do engolfados én una vida activa nos ocupamos con juicio equilibrado Ge los seres inferiores, entonces nuestra solidez ser4 tan firme como la de los Tronos. Si libres de toda actividad nos entregamos al ocio de la contemplacién —viendo en ‘Ja obra al Artifice, y en el Artifice a la obra—, Ia luz de Salmo, 49, 21. 7 Salmo! 82, 6. cane ws (Pero gcSmo conseguirlo? gQué hemos de hacer? 2/~ 126 Humanismo y Renacimiento Jos Querubines inundard de resplandor todo nuestro ser. Si con el amor nos unimos al tinieo y solo artifice, el fue- go devorador nos inlamard de repente como a los Sera ines. Dios, juez de los siglos, deseansa sobre el Trono, esto es, sobre el juez justo, Se cieme sobre el Querubia, es deciz, el contemplativo, y su calor incubador Io hace germinat. Pues el aliento del Sefior se cernfa sobre la faz de las aguas’, las que estdn por encima del firmamento, las que en Job? alaban a Dios con himnos matinales. Ei G, Pico de la Mirindola 27 G2 Sue 8 Jo gue, vo hacer a los siécitos de los rubines al ser arrebatado al tercer cielo? Pregunté- moselo al Apéstol Pablo, vaso de eleccién, Su respuesta, a través de su intérprete Dionisio", nos dice que prime. 10 se purifican, iluminados y finalmeate lle- “gana Ta perfeccisn. ~~ Nosotics —los que anbelamos en Ia tierra Ja vida de los Querubines— debemos purificar nuestra alma de los ‘impulsos de iuestas pasiones por medio dea cendia To. que_es Serafin, es decir, amante, esté en Dios y Dios sat iisipar Ta tiniebla de Ia razén con Ia dis en a. Todavia més: Dios y él son una ‘cosa. Gran- \getica y expulsar Tas inmundicias de Ta ignorancia ze de es el poder de los Tronos que alcanzamos juigando, os vicios. De este modo, nuestros afectos no se altisima_lasublimidad de los Seraines qav | sands. Bio Pero ges posible juzgar 0 amar aquello que no se co- noce? Moisés amé a Dios porque Io vio. Y fue juez ante su pueblo por lo que antes contemplara en la montafia. El Querubin, pues, es mediador en nuestro empeo, nos dispone con su luz para el fuego serdfico y nos alumbra para el Juicio de los Tronos. Este es el nudo que une a las mds altss inteligencias, el orden de Palas que regula la filosofia especulativa. 4 nosotros toca emulat yampbicionar primero,» despues “digerir-de tal manera que de alli mos a escalar_las “ats couas del amor. De cata suerte; bist ehectados 7 fesirados, bajaremo®-a-poner-en préctica las exigencias le una vida activa. Se ha de mirar ademas —si queremos ‘conformar nuestra vida con la de los Querubines— qué clase de vida es la suya, qué hacen, cémo se comportan, y dado que no podemos conacer esto por nosotros mis- ‘mos —somes carne y silo gustamos las cosas a ras de tierra—, acerquémonos a los Padres antiguos. Fllos nos darn noticia abundante y fable de todo, como de cosas ‘eascras ¥ familiares para ellos. © Ghnesis, 1, 2. 8 Job, 38, 7 ¥ Palis 0 Minerva, diosa de Ia sabiduria, ri (mieos, ni esta Tasch insensata deli ~“Tnunde, pues, la flosoffa natural nuestra alma, ya bien ordenada y purificada, y condiizcala al perfecto conoci michto de las cosas divinas. Y sino basta auestro tes ‘monio, preguntemos al rtiaron Jacob, gure sesplanie dene G's ona dg loa Ete sppisimo Fae ne “nstruira, mientras duerme ‘en el suelo y vigila ian gi eee alto, ¥ Io hard en slegorla vast Tes suoedlae a cllos todas las cosas, mostrdnconos que-hey una-escala qhe se apoya en la tierra-y sabe haste el ulsime delo, Ticne ‘“infinitas gradas. En To mds alto se sienta el Sefior. Y los Angeles en contemplacién se suceden subiendo y bajando Pog as grades" il et 'Si ansiamos, pues, pareoernos a los dngeles, imitando gicicnle, vein agents, earned eee orale cal Sefior con los pies sucios y las manos no bien limpias? No es licito al impuro tocar Jas cosas puras, dicen las Escrituras, Entonces, usles son esos pies ¥ esas manos? El pic del alma es aquella parte digna de desprecio con Ik que ¥e-apopa en la materio, que ee como el suclo de la tierra. Me refiero a esa capacidad que alimenta y devora, G), conocido como et Preudo- "| Monje anénimo (siglos v ta, De Coelesti Hierarguia, VII- Dionisio'0 Sen Dionisio Arcoy viutt 1 Génesis, 28, 12.43 | * 125 Humanismo y Renacimiento que es incentivo de placer y maestra de voluptuosidad. 2¥ por qué no decir que las manos del alma son la po- {encia irascible que lucha por ella? Aliada al apetito, co- ‘bra su_presi-al-polvo-y-af sol, devordndola y-refocilén- lose ala sombra. Hemos de Tavar estas 1 ‘nos y estos pies con la filosofia moral, como un chorro ‘de agua corriente. Asi no seremos bajados de Ia escala ‘como laicos impuros. Se trata de lavar toda la parte sensual, en la que se asienta el halago del cuerpo, ¥ que a retiene, agarrindola, como se dice vulgarmente, por = el cuello. No bastari con esto si queremos seguir discurriendo por la escala de Jacob como compafieros de los angeles. Previamente deberemos ser entrenados ¢ instruidos para avanzar debidamente grada a grada. Asi no nos caeremos nunca de la escala y encaminaremos nuestros movimien- tos de subida y bajada por ella. Y una vez hayamos con- seguido esto —sea por via del discurso, sca por Ia 1 26n—, vivificados por el espiritu de los Querubines, dis curtiendo por los grados de Ja escala, es decir, de la naturaleza, recorreremos todas las cosas con un movimien- ro al centro. Enronces, o bien descenderemos di- 7 con fuerza titinica, “de Oats d= “-unided.-con- fuerza apo- linea. Para~tegar, finalmente, a la consumacién y a la quietud de la felicidad teoldgica en el seno del Padre que esté en lo més alto de la escala ®. (6) e¥ qué-es, por encima de todo, Jo que desea el Dis altfsimo de los diez millones de espfritus que lo asis- ten? Preguntémoselo también al justo Job, que antes de venir da la vide sellé un pacto con el Dios de la vida ¥ responders que a py, sin Io-que-leemos: fave hace la paz en lo alto,» " Y que sca intérprete el fildsofo © Osiris, dios egipcio que slcanz6 Ia inmortaided después de haber sido’ ucrto y dessuariaado, y despues ce que so mien trop se espatcieran por distintas partes de Exito, Beni 7 Pleo de ta Minéndola 12 Empédc de las palabras del tedlogo Job, puesto ‘principios de un orden supremo son interpretados, para los érdenes inferiores, por un orden intermedio. Em- pédocles distingue dos naturalezas en nuestra alma: la tuna nos cleva a lo celeste, la otra nos empuja hacia aba jo. Esto lo expresa con los nombres de discordia y ami tad, o de guerra y paz, segtin puede verse en sus poemas. Yiserquela de i, lanza ab alto como un loc por la discordia y la guerra, profugo de los diotes, se vea arto- jado al abismo™. | ae de discordias. Més I | —Bemos Gircsse Son giaver © iniestpas lacie SOD Ta Blo. | entry bones was vendlty ents nos. buseaiaos aquclla paz que nos cleve a To alto, junto-a Tos excelsos Primero, Ta Hlosofia moral —si es que | afi Eosumos una tag con Is enemigos sr cbse le frenar el galope dethocado del multiforme brato que ‘hay en nosotros, parando las arremetidas, las furias y asal- tos del ledn exterior. Después, si miramos més cverda- mente por nosotros y queremos Ia seguridad de ua paz verdadera, ésta vendré a nuestras manos y Ienaré con creces nuestros deseos, Pues tocadas de muerte las dos fieras, como puerca_herida, sellarén_un_pacto inviolable de paz eaniiopa-cnire la carne y el eapitgn, La alee “ca suavizard las arremetidas de una Jogomaquias, desbarat = enmasc er Silogismo de-un-enemigo insinuante y peledn. La filosofia natural apaciguaré las discordias de la opinin, las desave- hnencias que atormentan al alma inguieta, Ie dislocan y Ja desgarran, Y de tal manera los calmaré que nos per- nitatecordar lo dicho pop Herdelio: «Le naturales fe ‘engendrada por la guerra '*», y que, por esa misma razn, Homero la denominé lucha. No es, por tanto, Ia filosofia Ke estilo arn, 1h aealetael ¥ ag carats) een co 1S Empédodes, 115 (Diels) 6 Heraclito, 16 (Diels, F go gles, Paden casinos, cates mosses pl] l 130 ‘Hmanismo y Renacimiento || rresponde y es privilegio de la teologia santisima, La filo- Sbfle nos mostrar el camine hacls Te eologia, y Serf noes. Companierd y nuestra guia. «Venid a mi —nos grita- ef for foe ae es candos, Vid» on alia | Venid's mt y os az que cl mundo y la naturaleza \ pubis dae ee 7} Volemos con pies alados —como otros Mercurios tefrestres— a los brazos de la madre felicfsima, pues tan sanvemene nos lama y tan Benignamente nom fv “cemos de la paz anhelada, paz santisima, con uni soluble y amistad undrime. Esa amistad <0 que todas_las iias no sélo estin de acuerdo con una mente suprema, “ioe quedo telat se fanden amen a istad qué tos pitagdricos ser el fin de toda la sofia Es ta paz de Dios en las alturas, la que los angeles al descender « fs Hatta srunciaron 1 las hombres de buc- na voluntad "; por ella esos mismos hombres ascendie- ron hasta el ciclo y se hicieron dngeles. Deseemos esta| paz para los amigos, psra-nuestro tiempo, para ls casa ra que por ella se convierta en morada de Dios. Descenda sobre ella a Rey de a Goria, quien ium con ‘el Padre ponga en ella su morada, dest ue la moral a pues que se hays embellecido, como con pompa corte- sana de las distintas partes de la filosofia, y haya corons do los dinteles de las puertas con las guirnaldas de la teologia. Si por su inmensa clemencia se hace digaa de | tan gran huésped, recibiré el hermoso huésped no como tal sino como esposo, engalanada con manto de oro, como vestido de novia, rodeada de la variedad multicolor de las ciencias. Ya hunca se separaré de él, prefitiendo ser arrancada de su pueblo y de su casa paterna. Y olvidada de si misma, ansiara morir para vivir en el esposo, a cuyos ojos es preciosa la muerte de sus santos. Muerte, que ca- © Lucas, 12, 24 1 Dacat, 2,14 | | | | | | | G. Pico de Ia Miréndola wt befa mejor llamarla plepitad de vida, ou aoe aabos eI eoradio y quchacer de laf y Hagamos venir también a Moisés mismo, poco in- fetior a la fuente plena de inteligencia sacrosanta ¢ ine- fable, en la que los angeles se embriagan con su néctar. Oigamos al juez digno de respeto que nos dicta sus leyes a los que babitamos en la desierta soledad de este cuer- po. «Los que estén manchados —dice— siguen necesi- tando de Ia moral. Vivan con el pueblo al descampado, como los sacerdotes de Tesalia, lejos del tabernéculo de Ia alianza y en régimen de expiacién. Y los que ya han cordenado sus costumbres y han sido admitidos al santua- io no. toquen las cosas santas. Que como cumplidos le- vitas de la filosofia ejerciten el servicio de Ia dialéetica, y sirvan desde fuera a los ritos sagrados. Una vez que ha- yan sido admitidos a participar en los mismos —ése es al cjercicio sacerdotal de Ia filosofia—, que se entreguen a Ia contemplacisn de la belleza policroma de la corte del Dios altisimo. Me refiero al ciclo sideral, tanto al cande- labro celeste de los siete brazes como a los otros orna- ‘mentos de piel del Santuario. Y al final —gracias a Ja excelsa Teologia— penetraremos en lo mds arcano del ‘Templo, sin velos e imagenes, para gozar de la gloria de fa divinidad.» Esto es lo que nos manda Moisés, Y_al mandar nos advierte, cspolea ¢ invita a que por la filo- sofia —mientras podamos— nos vayamos preparando el camino a la futura gloria del ciclo ®. ‘9 No sélo Moisés 0 los misterios cristianos, si ia os muestra los Bienes y la dig- meditaci ‘Elosofla. tam- ie felon and nidad de las artes Iiberales, en cuya discusign estoy em- Gargado 700! signifian, ai no, Tos grados de iniaaciOn observados en los misterios de los griegos? Los iniciados accedian a la recepcién de los misterios, purificados. por In moral y la dialéctica —artes verdaderamente expiato- rias—. ¢Qué es, si no, la investigacién de los secretos de a naturaleza por medio de la filosofia natural? Bxodo, 2526. r | we Humanismo y Renacimiento Asi dispuestos, tenia lugar la tnomteta™, 0 contempla- ién de las cosas divinas a Ia luz de la teologia. ¢Puede haber alguien que no ansic ser iniciado en tales” miste- 03? ZQuien, olvi le Su cuetpo y viviendo todavia en esta tierra, no deseard sentarse a la mesa de los dio- ses, despreciando lo humano y pisoteando Ios bienes de Ja fortuna? 2Quién, embriagado por el néctar de la in- mortalidad, no querré recibir el don de la inmortalidad, siendo todavia animal mortal? ¢Habré alguien que no quiera sufrir los arrebatos de Sécrates descritos por Pla- t6n en su Fedro?® ¢Quién no querré hair velozmente de este mundo, domitade todo él por el maligno, reman- do con pies y alas, y ser transportado a la Jerusalén ce- (estial \ _S{, padres; seremos-transportados y arrebatados por el ccotusiasmo sacrosanto, que nos enajenard y pondré. nues- tia mente y todo nuestro ser en Dios. Si fuicemos 1a gue ~zntonces, fos por cl atsebara dels Ms S88, regalazemos nuestros ofdos con In musica celeste. En. tonces Baco, el corifeo de las Musas, nos mostraré a ‘wont lar que Alosotuace 1b invidie Dies en flecrios, ot, en Lor tqpoe dela gatnraion ible Y nos emborracharé con Ja abundancia de la casa de Dios, en In que A permanccaracs les com Malsehdejens entrar a la teologia— nos enardecerd con doble impetu. Primero, una vez en la cima de aquel mirador elevadisi- tno, sercmos amadores lados de it cteriad indie como vates apolineos que miden desde alli lo que es, Jo que seré y lo que fue, contemplando la Primera Her- spon eget gong sacaker os te Shea fr el amor divino, como Serafines encendides, enajenados 3 Epopieia, en sriggo on el original. Sigifica En Jov mistrioe de Eleuns ora ol vidente que ob srido. de inciaciSn BW Fedro, 244 9 ss. G. Pico de Ja Miréndola 133 ebrios de divinidad, y remos aquél que nos hizo. (103 Caardo cscudtifiamos Jos nombres sagrados de yy sus ocultos y arcanos sentidos, fécilmente adver- fimos que este dios es no menos fildsofo que poeta. Asi Jo vio Ammonio, llegando a esta misma conclusién, lo gue evita que vaya yo ahora por otros derroteros. Os pido, pues, Padres, que evoquéis los tres preceptos del ‘cos; imprescindibies para Tor que quieren entlar en el Templo 7 aaporeo, no, da faved, eo Ro sino del ie a moderno Apolo, ic alumbra a, todo ‘hombre undo. Pode nosottes mismos, hie Viens a ete Tt is ver que 00 nos Tnculean [ie gue menos or rerio, cn tae mete fer, esta Alosofla tipartita que venimos discutieado. Porque, bien mirado, la frase piv &yav —nada en dema- sia— sefiala la norma y Ta regla a todas Tas virtudes Ues- fed giteig del «punto medio», que estudia Ia moral. ¥ aqucl wis ceeurtov —condoete a tf mismo—, eno nos incita y estimula w conocer rode i aaturaleza de la que 1a mos ya a Dios, pronunciando con invocacién teoldgica el EI: eres, invocaremos con tanta familiaridad como ale- stig, a verdadero Apolo *, GH} Consultemos ademis al sapientisimo Pitégoras, un grat tabio, si, porque nunca se consider imerecedor de tal nombre. ¥ lo primero que nos ordenard seré que no nos sentemos sobre el celemfn; que no perdamos,ni aflo- jemos por incuria ni vagancia esa parte racional del a gue todo lo mide, lo juzga y lo escudrifa; que la di B Platdn, Alcibiades, Y, 132c. 3 Apolo: dios de ia belleza, de Ia verdad, de Js armonta. Ad- iértase el ueg® constante de’ Pico con la mitologia pagana, de in qse serve pea miner y explicar acide wdc ¥ cle Bsiosts cristianas, fes. En griego \en el orginal. Se slude Sin duds s ln definicidn que Yave da de sf mismo en el Exoda 2 'Moisés: «Yo soy el que soy.» < | 7t 134 Humanismo y Renacimiento mos y estimulemos con el ejercicio y las reglas de la dia- léctica. Luego nos pondré en guardia contra dos cosas: prime- ra, mear contra el sol; segunda, cortarnos las ufias du- rante el sacrificio. Pues slo cuando ayudados por la mo- ral hayamos desatraigado las apetencias de desmadradas voluptuosidades y hayamos cortado los rebordes cortantes de la ira y-las pias del alma, sélo entonces entraremos a participar en los ritos sagrados. Entraremos en los mis- guia —segin es fama— mos a la contemplacién. 75 Wee tite, nov econssfasd exite Ay coanar aN gaa] Nia (( daa entender con ello que alimentemos la re divina del alma, dandole como manjar sabroso y ambrosia ce- lestial el’ conocimiento de las cosas divinas. Este es el gallo ante cuya presencia el leén —todo poder terreno— tiembla y se postra. Es aquel gallo a quien le fue dada inteligencia —segiin leemos en Job *—; cuando canta este allo, cl hombre descarriado vuelve en si. Este gallo vie- ‘ne cada mafiana al levantarse la aurora —a sumarse al concierto de los que cantamos a Dios con los luceros del alba. Sécrates —al filo ya de la muerte, y a le espera de unirse la divinidad de su alma con la divinidad del { mundo nos alo ave este, sallo seo debia a Esculapio, el médico de las almas, estando ya fuera peligro \ de sgnfermedad * Consignemos también el testimonio de {los cal- i se les da fe, veremos que el camino a la felicidad ‘est@-abierto —por los mismos medios— files, Now dicen I mca m6_que el alma _suerpo, al de ¥y entonces remonté el vuelo por sus disefpulos e6mo o Presuniado smpartirfan con las aves un alma Job, 38, 36. 3 Platéa, Fedén, 118. G. Pigo de fa Miréndola 13 con las aguas de la vida.» Insisticron ellos: «Cémo ob- tl, con-ana_panibola*. ~~ «Cuatro rios bafan y riegan el paraiso de Dios; de ellos sacaréis vuestra agua de vida. El que viene del aquilén (norte) se lama Pisjén, que significa lo recto; el que vie- ne del ocaso es Dichén, que denota expiacidn; el que vie ne del Oriente, Chidekel, que suena a luz, y el que viene del Mediodia Perath, que puede interpretarse por pic- dad.» Ahora poned atencién y mirad, Padres, el_signific J _cado de estas doctrinas de Zoroastro. Apuntan, sin duda, gue For In ciencia moral, como con fueries bulos bo ‘rales, Timpiemos las legafias de nuestios ojos. Y_por “Gialéticasuavicemos sit puplla-para lo recto como-con “‘Entonces podremos irnos acostumbrando, por la con- templacién natural, a aguantar la luz de la verdad, como cl primer brillo del sol cuando nace. Hasta que, levados pot la piedad teoldgica y el culto de Dios —cual éguilas reales podamos aguantar el intenso resplandor, del sl uizd sean éstos los saber ales, ara uns, Estar 1a ts fen de mci Aiea poeta st into a en Serpdoesy eae ibce También « los Quecobines. Hets le regidn « la que el viejo patriarca Abraham encaminaba siempre sus pasos. ne aguc usa donde, a dene de abla y mers, no tienen eabida Tos espirinis inmundos ‘Yentones, sp que ex leo sca ala a ago de oo misterios sasralea antique sex bajo el velo del soie- mam; ¥ teniendo en cuenta que Ta ealda fulminante elo hind de “ertgo Ta abexa de mesto hombre, 5, ose par Tas-ventanss —como dice Jere- al al ‘yel corazén, invoquemos a Rafael, el médico celestial que nos curard con Tos s les far- % Génesis, 2, 104, Zoroastro 0 Zaratustra (siglo vi a. C.), gran seforiador moral y sligioso pens 2 Salmo 35, 18. a a” ve stein y Remini _macos de la moral y de la dialéctica. Recuperada Ia salud, ‘a vivir con nosotros Gabrig za_de Dios. naturaleza, nog_mostaHt por Ag gl poder de. Dios pard_ entre Imente al Sumo Sacerdote Miguel. \ Este, a su vez, coronaré como’ 1 de piedlras pre G. Pleo de la Miréndola 137 yue fi simple raén de que que no vale la_pena filosofar, por las Pare Jos fildsofos noha i_paga_establecid Como si ne fuera bastante esto pata demostrar que no Hong pe reba pee coe 2 Pl eee es Lee aad Giosas con ef seerdocio de fx teofoga a Jos que somos | veteranos bajo Tas banderas dela flosofi aS Estas cont, P 3) Estas cosas, Padres venerables, son las que no slo ie-Tlevaron, sino que me empujaron al estudio de la flo sofia. Yo no pensaba decirlas de no haber tenido que responder a los que suelen condenar el estudio de Ia filo- sofia, maxime a la gente principal ya los que gozan de Juna fortuna confortable. Pues todo lo_que sea filosofar —y ésta es Ia desgracia de nuestro tiempo— se acerca mis al “io y a la deshonra que al honor y la gloria “Hlasia tal grado se far difundido en Ta mente de todos la nefasta y monstruosa creencia de que no hay que filosofar, © s6lo deben hacerlo unos pocos. {Como si el explorar hhasta las iltimas causas de {as cosas y familiatizarse con silane las feys de natualea, al sentido del unt ‘vers6, los misteriox de Tos cielos y de la tierra, no con tisera mis que en consepur agin favor o scat alesin |p. Hemos Ilegado —lo digo con dolor— hasta no tener {| por sabios sino a los que convierten en mercenario cl cul- fivo de Ia filosoffa, Vemos asi el especticulo de una pi. dlica Minerva’ que los dioses nos dieron a los. mortales como regalo, expulsada, vociferada, silbada, No. tiene quién a quiera, a acoja, si no se presta como ramers, "cambio de unas monedas por st deflorada virginidad, 4 echar en el cofrecito del amante la mal ganade page ‘Digests esto —Ilevado de grandisimo dolor ¢ indigna- 6 no conten Tox prfnepes, so conte Tos Esofos _-de ouestro tiempo. Contta fos que plensan_y_proclaman ® Jeremias, 9, 10, Rafeel, Gabriel y Miguel son los tres arcén- ‘Yaug para sis mensajes 9 mic Me concederé a m{ mis el honor,» n@-me. zo'de alabarme por haberme entregado a la filosofia por “ella misma, No espero ni busco de mis estudios y refle- Xiories nada més que el cultivo del espiritu y el conoci- miento de la verdad, que siempre y tan intensamente amé. Tanta ansia y pasién tuve siempre por ella que, dejando un lado asuntos privados y_piblicos, me entregué de Ileno al ocio de la contemplacién. Ninguna murmuracién de los envidiosos, ninguna pulla de los enemigos de la sabidurfa me pudieron apartar de ella hasta ahora, ni po- Grin hacerlo en el futuro. La filosofia me ha ensefiado a depender de mi concenci’ mis que_de Jos jucis_ ot igs, Y sobre todo me ha ensefiado a no decir ni hacer SR soot, sla 0 edt en fos bape malice | 14) Soy consciente, Padres honorables, de que ésta puta seria tan grata para vosotros —mecenas de Tas buenas letras— que quisisteis honratla con vuestra augusta presencia, como pesada y molesta para otfos mu chos. Me doy cuenta de que estén aqui quienes ya antes reprobaron mi empefo y lo condenan ahora con muchos calificativos. Es ya costumbre que haya menos detracto- res —iba a decir mas— de lo bueno y santo que se hace por a viruad que de To inewo y perverso que se converse én vicio. Hay quienes no aprueban esta clase de disputas ¥ debates pERIGOE sobre temas Goctinales- sina ae | on rife pura el lcimicio def Ingenio 3 nstentacidn del | “Saber que pata aumentat nto. Hay también ‘quienes, aun sin condenar esta clase de ejercicios, recha- zan sea yo quien los haga. Que yo, a mi edad, a mis Geintieuatro aos, me haya atrevido a proponer tna dispo- te semefante sobre altsimos misteioe de Teologta exis tiana, sobre temas profundos de filosofia y de disciplinas ho conorigas. esto en una urbe celebértima, ante una awle- las pe fee 138 ‘Humanismo y Renacimiento brillantisima asamblea de varones doctisimos, y ante los ‘ojos del senado apostélico. ‘Otros, aun concediéndome que baje a la arena de la isputa, no se avienen a que abarque las novecientas te- . Me tildan de superiiuo y ambicioso, como si quisie- Ader algo superior a Mis fuerzas. Si la filosofia me fubiera guiado en ese sentido, al pun- hubie ido-a sua objeciones. V no responderia | yo, agut si ella no To aconsejara, y si estuviera convea- cido de que la disputa entre nosotros sélo obedecia a un | afén de lucha y de contienda. Lejos, pues, toda intencién | de golpes bajos y de heridas. Lejos también de nuestra mente la mala sangre, que, segin Platén, esta siempre ausente de la armonia divina. Pongamonos més bien a con- siderar como amigos si merece la pena que yo discura y (sobre. ese nimero- de tess. 15) En primer lugar, no diré muchas cosas a los que en cara esta costumbre de disputar en piblico. ‘Mi culpa —si es que la hay— Ia comparto con todos Vor. otros, doctores excelentisimos, que con frecuencia deser- pefidis este oficio y con suma alabanza y gloria. Y Ia com- parto también con Platén y Aristételes y otros filésofos \v__ Feconocdisimos de_ todos fos tiempos *, Todos ellos te ‘7 nian pot evidente que para alcanzar el conocimiento dé 1a-verdad—eipeiados como estaban en su bisqueda—, nada tan necesario como el ejercicio Frecuentisimo de la dispute. Pues Gat comm con le ginmenia a robubiocen at fuerzas del cuerpo, de 1a misma manera no hay duda de que en esta palestra literaria las fuerzas del alma se for- > Las 900 tests 0 conclustonesproporiciones scleccionadas por Pico para scr discutidas cn discustn publica, Estén tomadas de los’ chelistiees ristlanos' (124 tess}; “de los arabes (84 tis) de autores persas, exipcion,babilonion. Yel resto, de los fildsofos lisicos cementarsta. de Plat6n y"Arist6teles: Ammonio, Simpl Ge, Alegndio de Atos, Tenino, Tera, Hosta, hes io y Proclo. Especial interés tenen para Pico los neopitagsticos 1g salon junto con In Cable, de Tor cals tomar resto we Fedo, I ~deos cuando educan al futuro fil6so! G. Pico de Ia Mirgndola 2B talecen y se ensanchan. No creo que los poetas cuando cantan lis armas de Palas, 0 cuando los hebreos hacen del hierro ( 7 ) el simbolo de los hombres sabios, quie- tan darnos a entender otra cosa sino los limpios combates de esta indole, como indispensables para la sabiduria. Es- toy seguro también, por la misma razén, de que los cal- a hacen que Marte mire a Mercurio con triple mirada. Dando a entender uc s!quitamon tes encuntios y disput, La flostia sopor_y somnolencia ‘Un poco més dificil veo defender Ja razén de mi Con los que me tachan de incompetente en ‘este terreno, Si me declaro competente, caeré sobre mf el sambenito de inmodestia y engreimiento. Si, por el con- trario, reconozco mi incompetencia, vendré sobre mi la infamia de temerario y desaprens Ved dénde me he metido, en qué situacién estoy que no puedo en justicia prometer de mf lo que sin injusticia no puedo dejar de decir. ¢Me valdré, por ventura, el dicho de Job™ de que sel espiritu estd en todos»?; 0 el consejo de Pablo a ee «que nadie siSpeeele Ze jereniale = fo puedo negar que soy estudioso y que me gustan das Ieecas erasers coeeanietiine atsweal near de sabio. Pase, pues, que el Pibereti pee) re mis hom- F fan gran peso’ no se debe atribuir a inconsciencia de mi ean a que cra consciente de que lo pe liar y original de estas peleas literarias es, ganar sien vencido. En consecuencia, que el mds negado de luces no solo puede y debe ejercitarse en ells, sino que ha de bus- carlas. El que cae en esta pelea no recibe del vencedor Gano, sino beneficio. Es claro que por su medio vuelve a casa més rico, més docto y mas preparado para ulteriores combates. Esto me conforta a mi, soldado bisofio, y no me hace entablar un combate tan duro con los mds dies- tros y aguerridos. Si he sido o no temerario, lo podré decir quien juzgue més por el éxito de la pelea que por mi edad. 3 Job, 32, 8. B Timoteo, 4, 12. :

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