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6 MEXICANA El agrarismo y la industrializacion de Mexico 1940-1950 Xl siglo veintiuno editores, sa de cv (CERRO DEL AGUA 248, DELEGACION COYOACAN, 04310 MEXICO, DF. siglo veintiuno de espajia editores, sa CALLE PLAZA 5, 28043 MADRID, ESPANA siglo veintiuno argentina editores siglo veintiuno editores de colombia, Itda (CARRERA 14 NUM. 80-44, BOGOTA, 0.E.. COLOMBIA disefio de portada: maria luisa martinez passarge primera edicion, 1989 siglo xxi editores, s.a. de c.v. en coedicion con el centro de estudios histéricos del agrarismo en méxico isbn 968-23-1493-3 (tomo 6) derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico/printed and made in mexico INTRODUCCION La obra que aqui se presenta constituye un ensayo de interpreta- cién sobre el acontecer del agrarismo en México en el periodo 1940 a 1952. En este sentido no responde puntualmente a las exi- gencias de una investigaci6n historiografica detallada sino, prin- cipalmente, al propédsito de comprender los principales hechos que marcaron el rumbo del agrarismo en México en dicho lapso, a fin de procurar una explicacién a los mismos. Explicacion que inevitablemente rebasa los limites del acontecer en el propio sec- tor agrario porque éste se encuentra sujeto también a lo que su- cede o no sucede en la sociedad mexicana como conjunto. E] intento de entender las causas principales de tales sucesos conduce a procurar la identificacién de las principales fuerzas so- ciales, voluntades individuales y de grupos, que de alguna mane- ra tuvieron influencia en el agrarismo. No menos importante es el considerar las condiciones materiales, sociales, econémicas y técnicas de la produccién agropecuaria, por cuanto todo ello tie- ne que ver con el agrarismo, con los asuntos del campo. Asi es porque el concepto de lo agrario incluye no sdlo los mo- vimientos sociales en el campo, el reparto de tierras y las dispu- tas en torno a ello, sino también la produccién agropecuaria y fo- restal en todos sus aspectos relevantes. De aqui la necesidad de abordar lo mismo los grandes problemas y transformaciones na- cionales que las cuestiones de mercados y precios, las invasiones de tierras, la evoluci6n del agrarismo en sus dos formas propias —el ejido y la pequefia propiedad—, la demanda interna y exter- na de productos agropecuarios, la acumulacién de capital en el campo, los procesos de proletarizacién del trabajo rural, la tenen- cia de la tierra y la industrializacion del pais. Se trata de identifi- car y sopesar la importancia relativa de todo aquello que fue sig- nificativo en el quehacer agrario. La época de estudio es de consolidacion de las principales es- tructuras, tendencias y procesos nacionales para el ordenamien- to del capitalismo, pero también de grandes rupturas de relacio- nes para abrir la agricultura y el campo en general a la acumula- ci6n e industrializacion, segun lo exigié e impuso el nuevo orden 0) 2 INTRODUCCION social capitalista. Ademias, las grandes conmociones sociales que sufrié el pais en esos afios incluyen desde luego la segunda gue- tra mundial y, sobre todo, los profundos ajustes que impusieron a la naci6n las poderosas fuerzas sociales que echaron a andar el desarrollo capitalista de México. Todo ello afect6 severamente al agrarismo en muy diversas for- mas. Por una parte fue sometido a los cambios capitalistas. Por otra, fue desplazado de la centralidad que tenia en la sociedad me- xicana por la industrializacion, la cual se convirtié en objetivo prio- ritario y a la cual debid dedicar sus maximos recursos. Por ello no se puede comprender el agrarismo de esa época sin abordar la cuestin de la industrializacion del pais. Nuestra investigacion permitié establecer cémo el agrarismo, en sus dos vertientes simbidticas, el ejido'y la pequefia propie- dad, se adapté a fin de resistir los severos ataques que sufrid. Aun si las mas poderosas fuerzas capitalistas conspiraron contra su exis- tencia, supo encontrar formas de aguantar las embestidas e in- cluso prosperar bajo las nuevas condiciones. Todo ello se relata en la obra presente. Se debe advertir que fue propdsito explicito de los autores re- currir preferentemente a fuentes, opiniones, informacion y estu- dios de la época, sin dejar de lado investigaciones recientes de particular relevancia. Sin embargo, por la amplitud del tema fue inevitable utilizar predominantemente fuentes de segunda mano, de las que ademas se hizo una seleccién rigurosa para reducirla a lo esencial, en atencién de que esta obra se dirige a un publico amplio. De aqui que se hayan restringido a lo fundamental las referencias documentales, citas y en general el apoyo erudito. Deseamos hacer publico reconocimiento al apoyo familiar que hace posible tener el tiempo, el espacio, la tranquilidad para des- preocuparse por multitud de asuntos de la vida cotidiana, esen- ciales para el trabajo de investigacién, todo lo cual requirié mu- cha paciencia y tolerancia de nuestras respectivas compafieras, Jussara Teixeira y Marcela Gomez. SERGIO DE LA PENA MARCEL MORALES México, D. F., otofo de 1988 EN LOS UMBRALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL . LA HERENCIA AGRARIA DEL CARDENISMO Hacia finales de 1940 la cancelacién, desvio o freno de los impul- sos revolucionarios que habian conmovido y modificado profun- damente a la sociedad en los afios culminantes del cardenismo, se habia extendido a practicamente todos los frentes de transfor- maci6n social. Habia terminado, en lo esencial, la prolongada lu- cha por acabar con las bases de la reproduccion del régimen so- cial porfirista y por crear la plataforma para emprender la plena acumulaci6n capitalista. El agrarismo habia sido un aspecto fundamental del proceso. Después de todo fue en el campo donde se dieron las grandes ba- tallas para acabar con las bases del porfirismo que restaban, cuyo refugio principal y ultimo estaba en las estructuras de poder, ideo- légicas y productivas rurales. Ademas, el movimiento agrario y especificamente las demandas agrarias eran insoslayables para hacer gobierno y alcanzar la paz en el pais. Y por ultimo, el movi- miento agrarista representaba una de las fuerzas sociales que era obligado convocar para revolucionar a la sociedad. Todo ello le dio al agrarismo una centralidad indiscutible en el momento re- volucionario, misma que fue perdiendo a medida que aquél paso, que se desmovilizaron grandes contingentes activos mediante el reparto de tierras a ejidatarios y la formacion de pequefias pro- piedades, y que el desarrollo de la sociedad se orienté decidida- mente hacia la industrializacion. Asi, la culminaci6n de las rupturas revolucionarias tuvo que suceder en el campo porque alli estaban las raices mas podero- sas y vitales del porfirismo. Y no menos porque en el campo es- taban fuerzas sociales que eran fundamentales para efectuar la transformacion revolucionaria en torno a demandas que solo se podian ignorar a riesgo de reproducir constantemente la guerra civil. Y también fue en el campo donde primero se resintieron los nuevos vientos de la sociedad que predominaron a partir de 1939, dirigidos a frenar los procesos revolucionarios, consolidar avan- BI 4 EN LOS UMBRALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL ces y entrar de Ileno a la acumulacion capitalista. Nuevos porque eran los de la etapa final de la construccién del régimen social capitalista. Los objetivos sociales y valores que se postulaban eran los mismos que desde décadas atras se habian convertido en los dominantes entre las fuerzas revolucionarias; ahora se ponia el acento en la consolidacién de las transformaciones realizadas y en la producci6n. Se trataba de hacer compatibles los cambios revolucionarios con los objetivos capitalistas, que eran los de la construccién de un pais industrial en manos principalmente de los empresarios con el apoyo estatal, donde de alguna manera se esperaba que floreciesen la libertad, la democracia, la igualdad y la justicia. Y fue dentro de estos objetivos y valores compartidos por la mayor parte de la sociedad donde se mantuvieron contra viento y ma- rea las demandas populares que sostenian las principales fuerzas sociales del pais, mismas que le dieron tan peculiares caracteris- ticas al capitalismo mexicano y lo alejaron del paradigma liberal. En realidad, a finales de la década 1930-1940, las condiciones es- tructurales del desarrollo capitalista ya estaban en gran medida consolidadas. También estaban profundamente marcadas por la forma que habia cobrado la transformacién revolucionaria del pais con la imposicion de exigencias populares, algunas seculares como las agrarias y las étnicas, y otras recientes como las obreras, que tenian escasas dos décadas de haber cobrado importancia social. Sin embargo, ninguna lo modificé tan profunda y definitivamen- te como el agrarismo por cuanto éste atento contra las relaciones esenciales del capitalismo. EL EJIDO COMO CONTRADICCION EN EL CAPITALISMO. La contradiccién que supuso incorporar a las relaciones sociales, productivas y de propiedad una diversidad de componentes no capitalistas cobré su maxima expresiOn en el caso de las relacio- nes de propiedad, sobre todo en el campo. Fue por ello por lo que en el sector agropecuario la alteracién de las condiciones de re- produccién fue mas profunda. A consecuencia del inmenso reparto de tierras que se realiz6é durante la gestién cardenista, y que de alguna manera continua hasta nuestros dias, se habian trastocado severamente las rela- ciones de propiedad en el campo. Una idea de la conmocién que SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 5 se provocé la da el considerar que para entonces habian sido re- partidas y quedado en gran medida integradas a la reproducci6n capitalista, pero fuera del mercado, alrededor del 22% del total de la superficie agropecuaria, es decir, todo tipo de tierras sus- ceptibles de explotacién. A su vez, por lo que se refiere a las tie- rras de labor, el 50.4% eran ejidales, y por lo que hace a las de riego, el 57.4% estaban en manos de ejidatarios. A su vez, del ca- pital total que existia en el campo en instalaciones y equipo, el 52.9% era ejidal.! Esa inmensa riqueza de tierras en manos de ejidatarios, principal recurso de qué disponia por entonces la eco- nomia nacional, quedo congelada para todos los fines practicos mercantiles. Y no solamente el reparto masivo de tierras a ejidos influyé en el sentido sefialado de alterar las relaciones en los mercados de tierras, sino también la pequefia propiedad colaboré en igual direccion. Ello porque la propiedad privada no cobro un cardcter absoluto. Segtin las disposiciones de la Constitucion, “{. . .] esta limitada en su uso por el interés colectivo y, por lo tanto, la Na- cién esta facultada para imponer a esa propiedad privada las mo- dalidades que juzgue convenientes para el mejor aprovechamiento de la tierra. El Estado, por lo que ala pequejia propiedad se refie- re, no ha hecho uso de esa facultad constitucional sino en muy contados casos [. . .]’.2 E indudablemente tales restricciones for- males a la disposicién libre y sin trabas de la propiedad privada influyeron de alguna manera sobre el uso de los recursos y el in- tercambio de la tierra. La disposici6n constitucional acerca de la capacidad del Esta- do pata imponer modalidades a la propiedad privada era una ame- naza permanente y, por lo mismo, afectaba el juego mercantil de tierras. Ademas, cobr6é nuevo peso al tener lugar la gran expan- sion del ejido y la pequefia propiedad. Todo ello colabor6 para alterar atin mas la operacion de los mercados de tierras. Para apre- ciar la influencia que ejercia esa condicién, vale considerar que el numero de pequefios propietarios y la superficie que poseian se duplicé en 1940 con respecto a diez afios atrds, tanto por el fraccionamiento real o simulado de latifundios como por la ac- ’ Secretaria de Economia, Segundo censo gidal de los Estados Unidos Mexicanos, , 1940, y Tercer censo agricola, ganadero y gjidal, México, 1950. ? Marco Antonio Duran, Del agrarismo a la revolucién agricola, México, Taller Grafico de la Nacion, 1947, p. 69. Mé: 6 EN LOS UMBRALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL cién del gobierno en favor de la formacion de ese tipo de unidades productivas. Sin embargo, hacia 1940 existian las condiciones necesarias para avanzar en el desarrollo y operacién de las relaciones de pro- piedad capitalistas en el campo y en el conjunto de la sociedad mexicana, pero no correspondian exactamente a las demandas empresariales. Se habian incorporado procesos productivos y for- mas de organizacion social que eran extrafias a los capitalistas ain cuando ya para entonces estaban cancelados los rasgos socialis- tas en el ejido y los intentos de introducirlos de nuevo. Por ello prevalecié el caracter mercantil de la tierra, pero sdlo en el caso de la propiedad privada. Y por otra parte, es de suponer que, de alguna manera, se afectd también el proceso de la formacién de los mercados capitalistas internos que venia teniendo lugar des- de varias décadas atras, no solo de tierras, que era fundamental, sino también de mercancias, trabajo y capitales. Las consecuencias que tal alteracién tuvo entonces en la for- maci6n de los mercados internos capitalistas, y tiene en la actua- lidad en términos sociales, politicos y econémicos, no acaban atin de evaluarse. Por ejemplo, se alteré profundamente la cuantia de la renta de la tierra, su composici6n y apropiacién, lo cual supo- ne desde luego una modificaci6n de las relaciones econdmicas, sociales y politicas en el campo. Desafortunadamente, atin no se ha establecido nada respecto a ello con precision. Tampoco se co- noce de qué manera afect6 este fenémeno al resto de las relacio- nes econémicas y alas diversas fracciones de la sociedad, pero no se puede disminuir su importancia, ya sea por cuanto la renta de la tierra constituye un componente fundamental de los pre- cios absolutos y relativos de produccion y de mercado, como por afectar directamente las relaciones entre las clases sociales en el campo y las estructuras de poder. Pero con todo y la amplitud del reparto ejidal que habia tenido lugar durante el cardenismo, la formacién de un inmenso con- junto de pequefias propiedades, asi como la distribucién masiva de los bienes de produccién disponibles, el problema de la gran concentraci6n de la tierra estaba lejos de superarse. Hacia 1940, menos de 10 000 predios privados, que representaban solo el 0.8% del total de éstos, tenian en posesi6n cerca de 80 millones de hec- tareas. Lo anterior pone de manifiesto el verdadero sentido que tuvo la reforma agraria cardenista y los procesos posteriores, en particu- SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA. 7 lar los de la década 1940-1950. Esto no puede explicarse sdlo en razon de reparto de tierras sino que se tiene que considerar en una perspectiva mds amplia. Es decir, su trascendencia consiste en haber sido el eje de la profunda transformacion de la sociedad para lograr los objetivos capitalistas de la revolucién mexicana. Se constituy6 asi en parte del crecimiento para el desarrollo in- dustrial y para transformar a la sociedad, que atin hacia 1940 era predominantemente agraria, en una sociedad urbana. Esto creo numerosas contradicciones que persisten hasta la actualidad. EL MOVIMIENTO AGRARIO Y EL ESTADO La enorme redistribucién de la tierra mediante la accion agraria ‘para formar ejidos y pequefias propiedades atendié mas a crite- rios de beneficio para el mayor numero de campesinos, y menos a los problemas productivos para acabar con los restos del porfi- rismo y aliviar las presiones por la tierra. Por tal razon, la mayor parte de las unidades creadas se vieron con tierras y medios de trabajo insuficientes e inadecuados para subsistir econémicamen- te, lo cual significd que una parte de las tierras utiles quedaran fuera del mercado. Esto en si mismo tenia ya enormes consecuen- cias sobre las relaciones sociales y econdémicas en general, y so- bre todo en el campo, pero ademas, los procesos productivos y organizativos capitalistas no podian operar en plenitud. La ma- yoria de las unidades productivas que resultaron tras la redistri- bucion de la tierra eran inviables para sustentarse por si mismas. Por ello fue evidente la necesidad de crear las condiciones eco- ndémicas necesarias a fin de que pudieran operar en un medio competitivo capitalista. A tal objeto, era menester suplir las defi- ciencias de las unidades ejidales y privadas mediante procedimien- tos ajenos a las leyes del mercado para ordenar y sustentar su gestién econémica. A final de cuentas, practicamente todas las fases, aspectos y momentos del proceso de produccién y distri- bucion de los productos tuvieron que atenderse en alguna medi- da. Y obviamente, era el Estado el unico que podia intervenir y asumir las tareas de apoyo para compensar tales deficiencias. La dependencia econdémica abarcé no sdlo las unidades pro- ductivas mas débiles, sino todo el sector agropecuario. En efecto, muchas fueron las causas que llevaron a extender las relaciones de dependencia a toda la agricultura, ganaderia y silvicultura para 8 EN LOS UMBRALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL incluir en los sistemas de control y proteccién estatal a todas las unidades productivas, fuesen eficientes y présperas o ineficien- tes y miserables. Pero sin duda, una razon de gran importancia fue la ventaja que para los productores més eficientes les repre- sentaban los sistemas de apoyo, protecci6n y estimulo estatales. Y tales sistemas, que se habian empezado a desarrollar desde la €poca cardenista, se extendieron gradualmente hasta alcanzar una gran complejidad y cobertura a lo largo de los cuarenta. Estaban asi dadas las condiciones economicas para generar una intensa y creciénte relacién de dependencia con mutuas venta- jas y consecuencias negativas entre el Estado y el movimiento agrario. Pero ademas, desde el angulo politico, habia también po- derosos estimulos para ello. Después de todo, era inevitable la atencion a las demandas agraristas de las grandes fuerzas socia- les que el Estado utiliz6 para acabar con el porfirismo y luego apro- vecho para reproducir un consenso rural que le entregaba un in- menso poder. Cabe recordar a este respecto que como parte del proceso re- volucionario se habia consolidado un pacto social agrario de enor- me vigor que se concretaba en la formacion de pequefias propie- dades y en la reconstitucién del ejido de los pueblos. A pesar de su fraccionamiento, parcelacion y asignacién individual a los eji- datarios, y de las numerosas adecuaciones que se fueron intro- duciendo a partir de 1917 en las formas de concebir al ejido para poder avanzar en el reparto agrario, seguia inalterable la nocién y conviccién de que la tierra era de la nacién y que se otorgaba al pueblo y a las cabezas de familia para su dominio bajo el régi- men ejidal. De aqui la firmeza de la concepci6n generalizada de que el ejido no debia ser vendido por los ejidatarios y ni siquiera por el pueblo. El pacto se habia convertido en una relaci6n direc- ta y fundamental entre el Estado y el individuo, pasando por la comunidad, el pueblo y la nacion. E] pacto social agrario concretaba los poderosos lazos politicos e ideolégicos entre cada poblado, e! Estado y el conjunto de la sociedad. Lazos que derivaron, tal vez inevitablemente, en rela- ciones politicas y sociales asimétricas que facilitaron la domina- cién de los campesinos una vez cumplida la condicién de otor- garles tierras, Y eran tanto mas vigorosos cuanto que el movimien- to agrario se convirtié en uno de los ejes de sustentacion del Estado y de Ja naci6n, junto con el movimiento obrero y el ejército. Gra- dualmente se fueron definiendo otras relaciones fundamentales SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 9 del Estado en los afios cuarenta, tales como con los movimientos populares urbanos y con los empresarios. El ejército, en cambio, fue desplazado formalmente, a poco de empezar la década, de la escena politica. Asi, el movimiento agrario y el agrarismo establecieron una dependencia compleja con el Estado en cuanto a sus objetivos, demandas y existencia misma. Su triunfo social, consistente en imponer que la reforma agraria se convirtiese en un proceso per- manente y en introducirse ideolégica y socialmente en el Esta- do, le significé también el quedar dominado econémica, politica y orgénicamente. El Estado, a su vez, tuvo que recurrir al movi- miento agrario para hacér la revoluci6n que demandaba el pue- blo y para emprender el desarrollo capitalista, pero tuvo que ce- der a sus exigencias sobre la forma de hacerlo. Se apoderé del mo- vimiento agrario al hacerlo dependiente en todos los sentidos y, a su vez, se volvid dependiente de aquél en cuanto a que se con- virtid en una base esencial de apoyo, poder y estabilidad del pais. Por todo ello, ya hacia 1940, el agrarismo en general y el ejido en particular eran parte fundamental de las relaciones estatales con la sociedad, y marcaban directa o indirectamente todas las relaciones capitalistas del pais. Pero la centralidad que habia al- canzado el agrarismo en el Estado y en las relaciones sociales, sus rasgos contradictorios con las formas capitalistas y la afecta- cién de éstas, provocaron también una vigorosa reaccién en su contra. Diversas corrientes y grupos demandaban abierta o discreta- mente modificaciones a lo que se veia como una amenaza de ex- pansién incontenible del ejido que, se decia, ahogaria finalmente al capitalismo en México en su propia cuna. Algunos reclamaban el congelamiento del reparto agrario y darlo por terminado; otros, eliminar el ejido mediante el recurso de parcelarlo y entregarlo en propiedad a los ejidatarios, fuese con restricciones tempora- Jes para su libre compra-venta, fuese sin restriccién alguna. Y la disputa era todo menos moderada porque frente a las de- mandas empresariales y de sectores sociales urbanos de acabar con, el ejido y terminar con los repartos, estaba e] movimiento agrario formado por los cientos de miles de demandantes de tie- tras que ademas contaban con el apoyo del movimiento obrero, de gran parte del profesorado y de la ciudadania en general, asi como de sectores dentro del Estado de conviccién agrarista. Lo central en esto es que ideologica y organicamente se habia vincu- 10 EN LOS UMBRALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL lado la forma ejidal con el sentido reivindicativo, comunal y de seguridad en la persistencia de la revolucion, lo cual hacia invul- nerable al ejido. Es aqui donde la vieja ideologia tradicional cam- pesina y comunitaria habia vencido a la surgiente ideologia capi- talista y se habia incrustado en el Estado. El capitalismo tendria que aprender a convivir con ese cuerpo extrafio en su seno para poder prosperar, por lo cual se aboco a ajustarlo lo mas posible a su funcionamiento. Y aprendio, pero con enormes dificultades. Todo ello resulté en un acuerdo implicito de imponer las relaciones capitalistas al ejido, restringir su expansion y hacerlo renunciar a toda inclina- cién socializante, a cambio de persistencia y avance gradual. Este acuerdo se fue delineando y concretando tras muchos ajustes, con- frontaciones y concesiones mutuas, hasta quedar finalmente es- tablecido hacia finales de la década de 1940-1950. Pero volviendo atrds, apenas terminada la etapa cardenista de reparto masivo de tierras, se multiplicaron las tensiones y pre- siones de muy diversas fracciones sociales que demandaban un desarrollo capitalista pleno. Reclamaban una solucién a la con- tradiccién que se habia introducido en las relaciones de propie- dad, y seguridad para invertir, producir y explotar. De aqui los giros que se dieron en diversos momentos entre mediados de 1938 y finales de 1940 para contener y aliviar la con- tradiccion inmensa que se cre6 con el desarrollo del capitalismo. Se respondi6 a ello estableciendo los limites de la expansi6n del ejido mediante la delimitacién de su opuesto, es decir, al definir los limites de las inafectabilidades de las propiedades privadas de diverso tipo se marcaba la frontera del ejido, lo cual era una res- triccién a su expansion sin limite a costa de la propiedad privada. Pero también tenia dos efectos notables. Uno, el dar seguridad a ambos contendientes de retener lo que ya tenian bajo dominio, y otro, el abrir al ejido la posibilidad de ocupar enormes espacios de tierras repartibles, fuesen poco o nada productivas. Esto per- mitié rechazar los reclamos de terminar con el reparto agrario que empezaron a pronunciarse desde que se emprendié el repar- to masivo de tierras. Ningtin documento expresa con mayor riqueza las contradic- ciones de este transito acelerado y accidentado que se iba gestan- do como el programa del futuro gobierno. En noviembre de 1939 se dio a conocer el Segundo Plan Sexenal que el Partido Nacional Revolucionario elaboré para su candidato a la Presidencia, Ma- SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA i nuel Avila Camacho.3 Contiene los proyectos y aspiraciones del cardenismo radical sobre el futuro de México en cuanto a asegu- rar la continuidad de las profundas transformaciones que se ha- bian realizado en los tres afios anteriores, y preservar su heren- cia agrarista. En el capitulo sobre reparto agrario y produccion agricola des- taca la insistencia en que el siguiente gobierno habria de mante- ner la orientacion y el ritmo del reparto de tierras, asi como los esfuerzos para la transformaci6n de la produccién. Se postula el objetivo de consolidar la obra de la reforma, tomando al ejido como base de la economia agricola del pais, dandole preferencia a la canalizacién del crédito, agua para riego y asistencia técnica. Tam- bién se propone dar atencion a la pequefia propiedad mediante apoyos crediticios, y procurar su expansién mediante la asigna- cion de tierras, en lo cual destaca la opcion de recurrir para ello ala colonizacién de terrenos nacionales. Se establece que se aten- dera con particular atenci6n la integracion de los indios a la eco- nomia nacional apoyando su desarrollo, pero preservando la ori- ginalidad de su cultura. Desde luego, se proponia que el Estado jugaria el papel central y creciente en todo ello y en la direccion de la economia nacional. Se le daba gran importancia a aliviar los antagonismos entre ejido y productores privados originados por la alteracién de las relaciones de propiedad, mediante el expediente de crear institu- ciones paralelas de apoyo a una y otra forma de dominio de la tierra y de organizacion de la producci6n. Pero la atenciOn prefe- rente se daria al esfuerzo de adecuar la economia ejidal al capita- lismo mediante la intervencion estatal, sobre todo en lo que se refiere a la acumulacién dentro del ejido, construccién de obras basicas e introduccion de maquinaria. Se insiste en que se habra de procurar la organizacién colectiva ejidal y se propone como solucion al antagonismo entre ejido y propiedad privada el pro- curar que la capacidad productiva y eficacia del ejido sean simi- lares a los de la propiedad privada. En otras partes del Plan se habla de regularizar, intensificar y culminar el reparto de tierras, de intensificar la explotaci6n de los recursos, de tecnificar los pro- cesos productivos, de regular la distribucién de los productos y de atender a la capacitacion ejidal. > Partido de la Revolucién Mexicana, Segundo Plan Sexenal, 1941-1946, Méxi- co, sin pie de imprenta 12 EN LOS UMBRALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Se trataba, de hecho, de un testamento agrario radical que el cardenismo moderado pronto dejo de lado, sin duda de acuerdo con el candidato oficial a la Presidencia. Se elimin6 el propdsito de dar prioridad al ejido y convertirlo en la base de la produccién agropecuaria del pais, asi como el de continuar con el reparto in- tenso de tierras. E] 22 de agosto de 1940 se presenté ala Camara de Diputados el proyecto de modificacién del Codigo Agrario y . se aprobo en octubre de ese afio como se explica mas adelante. Vale aqui destacar el propésito que se mantiene en tales modifi- caciones: la garantia de que no se afectaria la pequefia propiedad agricola ni la explotaci6n ganadera, lo cual era parte de una gi- gantesca adecuaci6n del agrarismo a fin de emprender el desa- rrollo capitalista y ajustar el ejido a tales objetivos. En efecto, a lo largo de 1940 no solo se adelantaron adecuacio- nes agrarias para dar garantias y estimulos a los empresarios e impulso al capitalismo en el campo. Sucedia en realidad algo pa- recido en varios otros.campos de la economia que también ha- bian sido profundamente alterados por las rupturas revoluciona- rias, conllevando modificaciones radicales de las relaciones de pro- piedad y de las formas de organizacion y gestion de los procesos economicos. Particularmente importantes fueron, en este senti- do, los sectores petrolero y ferrocarrilero a consecuencia de la ex- propiacion y nacionalizacion de las respectivas empresas, asi como en los campos de la energia eléctrica, banca y otras actividades donde cobro gran peso la participacién del Estado. Desde principios de 1940, es decir, al ano y medio de haberse realizado la expropiacion petrolera, se emprendié un complejo proceso de ajustar el trabajo a las condiciones del crecimiento ca- pitalista, lo cual suponia redefinir su importancia en los asuntos nacionales. Se trataba, ademas, de adecuar técnicamente las in- dustrias vitales para dar apoyo al crecimiento capitalista, algunas de las cuales habian quedado en manos de los trabajadores. Y no menos importante era introducir una nueva disciplina en el trabajo mas acorde con las necesidades de los procesos capita- listas. Todo esto apuntaba hacia una redefinicion de la relacién gremial con la empresa y con el gobierno, lo que pasaba por afec- tar a la crmy a los grandes sindicatos para después extender los cambios al resto de la economia, incluyendo desde luego el campo. Fue un proceso de gran magnitud que tuvo lugar a lo largo de la década, y que enfrento desde luego fuertes resistencias. Como se vera mas adelante, el resultado fue una solucién mixta entre SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 13 el predominio del criterio empresarial y el laboral, pero fue de todas maneras apropiada para emprender una acumulaci6n Ca- pitalista acelerada aunque no necesariamente en la mejor forma ni con las mejores consecuencias para el pais. AGRICULTURA Y ACUMULACION Otra condici6n de la cuestion agraria que se consolid6 en el pe- riodo de estudio es el hecho de que las actividades agropecuarias, junto con las mineras, estaban destinadas a aportar la mayor par- te del excedente necesario para la industrializacién del pais, for- mar las bases esenciales de la acumulaci6n y financiar la urbani- zaci6n de la sociedad. Lo novedoso no era el ser fuente de exce- dentes sino la magnitud que se les demand, y la forma de producirlos, transferirlos y utilizarlos. Sin embargo, las esperan- zas que en este sentido alimento la gran expansion inicial que tuvo la produccion agropecuaria después del gran reparto carde- nista pronto quedaron frustradas. En poco tiempo fue evidente que se requerian grandes adecuaciones del aparato productivo me- diante enormes inversiones para crear la infraestructura esencial, antes de estar en condiciones de lograr un aumento sostenido de la produccién. De manera que la imposibilidad de ampliar el ex- cedente agropecuario fren6 el proceso de acumulacion en el con- junto de la economia, situacién que se prolongo hasta 1946. De este papel que debian llenar en ese momento historico la agricultura y la ganaderia en la dinamica de la acumulaci6n capi- talista se derivo en gran medida la centralidad que mantuvo jun- to con la industria, dentro de la economia en parte de la década de los cuarenta. Otra consecuencia fue la preocupacién y los es- fuerzos por crear las condiciones materiales, organizativas, tec- noldgicas, financieras, y en general productivas para que dicho excedente se generase de manera cada vez mas abundante. La combinacién adecuada de todos los factores y apoyos para lograrlo solamente se alcanz6 en la segunda mitad de la década, al madu- rar las grandes inversiones que se realizaron en riego, caminos y almacenes, se amplio el crédito y se introdujeron algunas trans- formaciones técnicas. Desde luego, el proceso para la ampliacion del excedente agro- pecuario y su transferencia se desarrollo dentro del marco capi- talista. De aqui las tensiones por los multiples intentos de ajuste 14 EN LOS UMBRALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL de las condiciones agrarias para adecuarlas a tales relaciones. Dentro del agrarismo se expresaban con insistencia voces que demandaban soluciones a la contradiccién del ejido con respecto al desarrollo capitalista mediante su disoluci6n; otras se inclina- ban por su adaptacién para transformar a cada ejidatario en el equivalente a un pequefio productor, y otras mas proponian so- luciones novedosas. Asi por ejemplo, en 1939 se publicé un optiscu- lo ito por Marco Antonio Durdn, expresando la opinién de una importante corriente dentro del agrarismo, en el que sefialaba las deficiencias mas importantes del ejido para operar en un medio capitalista, y se pronunciaba por la formula de “ni ejido ni pro- piedad; haciendas sin hacendados”.4 La argumentaci6n en este sentido era que el ejido es una insti- tucién feudal, inconveniente dentro de la economia capitalista, y que una vez terminada su funcién de destruir el latifundismo, se le debia adaptar introduciendo correcciones al agrarismo. La soluci6n en esta linea de pensamiento no era desamortizar al eji- do, sino ampliarlo y dotarlo de bases capitalistas para hacerlo rentable.> Al mismo tiempo que existia la preocupacién por la gestién eco- némica del ejido y la pequefia propiedad para la generacion de excedentes, ocupaba la atencion la demanda campesina por la tie- tra. Un millon y medio de campesinos habian recibido tierras, pero aproximadamente otro tanto carecia de ellas. Hacia finales de 1940 habia 15 000 expedientes sin resolverse.® Y a estas resoluciones, que estaban pendientes a principios de la década 1940-1950, se sumaron nuevas demandas, aun cuando en una cuantia notable- mente menor. De esta manera, se enredaba inevitablemente la capacidad del sector agropecuario de colaborar a la acumulacién del conjunto de la economia con las presiones sobre la tierra. 4 Marco Antonio Duran, Los sofismas de la reforma agraria, México, Liga de Agrénomos Socialistas, 1939. 5 Marco Antonio Durdn, “Del agrarismo a la revolucién agricola”, en Proble- mas Agricolas ¢ Industriales de México, vol. 1, nim. 2, octubre-diciembre de 1946, p. 29. © Declaraciones del presidente Cardenas en Excélsior, 30 de octubre de 1940. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA. 15 LA TRANSICION HACIA EL NUEVO AGRARISMO A lo largo de 1940 se muliiplicaron las demandas empresariales y de otros grupos para que se frenase el reparto agrario, se diese reconocimiento y apoyo a la pequefia propiedad y se otorgasen seguridades a la tenencia de la tierra. Usualmente, tales deman- das eran respondidas mediante declaraciones del Ejecutivo en las que se reiteraba el celo indeclinable del gobierno por conservar y proteger la propiedad privada, lo cual era cierto por cuanto el programa agrario se formaba por una combinacion de interés y acciones igualmente intensas en la formacién de ejidos y de pe- quefias propiedades. Por ejemplo, el 4 de enero de ese afio apare- cié un desplegado del Sindicato de Pequefios Agricultores de la Republica llamando a la union para defenderse contra los “inge- nieros” que buscaban la desaparicién de la pequefia propiedad. También fueron publicadas en las mismas paginas las declaracio- nes del presidente Cardenas que reiteraba los votos de respeto a la misma.’ Desde luego, habia también voces demandando que se diese un paso adelante en el camino de la transformacion socialista Tal fue el caso de la Federacion Nacional Campesina que en el XV Congreso de la cot demando que en los ejidos se establecie- se la explotacién colectiva o “socializada”.® Sin embargo, para en- tonces eran voces disonantes en un medio-donde predominaban las inclinaciones en sentido opuesto, tanto en el conjunto del mo- vimiento agrarista como en el gobierno. Por ello, no solo no se hicieron esfuerzos por multiplicar los ejidos colectivos sino que ni siquiera hubo fuerzas sociales suficientemente vigorosas para defender los que habia. De hecho, los ejidos colectivos que se crea- ron durante la gestion cardenista fueron los unicos que existie- ron en México, prevaleciendo precariamente ante los ataques cada vez mas virulentos de que fueron objeto a partir de 1940. Con todo, persistieron todavia algunos afios pero sdlo como experiencias ais- ladas y especificas de un lugar e incluso de un cultivo, como el caso de] henequén en Yucatan, antes de ser disueltos.° La formidable dimensién que alcanzo el reparto cardenista fue posible, en gran medida, por el apresuramiento que se le impri- 7 Exeélsior, 4 de enero de 1940. ® Excélsior, 5 de enero de 1940. 9 Salomén Eckstein, El ejido colectivo en México, México, Fc, 1961; € Ivan Res- trepo y Salomon Eckstein, La agricultura colectiva en México, México, Siglo XX1, 1975. 16 EN LOS UMBRALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL mi6 haciendo caso omiso de numerosos problemas. Pero ello dejo como consecuencia una secuela de conflictos legales que en mu- chos casos tomo décadas resolverlos, aunque sin duda el reparto masivo alivié temporalmente la presi6n por la tierra. Ello cre6, junto con las nuevas condiciones internas de vigorosa orientacién capitalista, y las externas que desde 1940 eran ya de hecho las de la segunda guerra mundial, un cambio cualitativo de primera importancia en el agrarismo; correlativamente se fortalecié la re- sistencia contra el reparto agrario y el ejido. La Oficina de la Pequefia Propiedad Agricola atendia las nu- merosas demandas y quejas por afectaci6n indebida de propieda- des que desde luego se multiplicaron con el reparto masivo de tierras. Hasta principios de 1940, la Oficina habia atendido 982 quejas de personas, sociedades 0 concesionarios, y declarado pro- cedentes 513 de ellas.!° No deja de sorprender que las quejas eran escasas en relacién con la magnitud del reparto, pero en todo caso, surgian a todo lo largo y ancho del pais. Por ejemplo, en Michoacan y Puebla se denunciaba la falta de respeto por la pe- quefia propiedad como habia citado el presidente, mientras que los poderosos ganaderos de Chihuahua y Sonora promovian ante la Secretaria de Agricultura y Fomento que se declarasen inafec- tables todos los terrenos dedicados a la explotaci6n ganadera."! Corrian los tltimos meses de la gestion cardenista cuando se formularon las reformas al Cédigo Agrario, mismas que habrian de marcar en lo fundamental el discurso del agrarismo en Méxi- co en las décadas posteriores. El 29 de agosto de 1940 quedaron - aprobadas por la Camara de Senadores y se publicaron en octu- bre de ese afio.!* Las reformas tenian como objetivos centrales adecuar el ejido al capitalismo, asegurar el espacio de la pequefia propiedad y per- mitir la expansién a ambas formas de organizaci6n sin conflictos entre si. De aqui la combinacion de medidas y vias que destacan con toda claridad que la finalidad de la reforma fue siempre la redistribucion de la tierra y la transformacion agraria en dos ver- tientes complementarias, la ejidal y la pequefia propiedad. El agra- rismo cardenista y posterior se desarroll6 a lo largo de esas dos 1 Excélsior, 4 de enero de 1940. ' Excélsior, 3 y 23 de marzo de 1940. '2 Diario Oficial de la Federacion, Exposicién de motivos del Codigo Agrario de los Estados Unidos Mexicanos, 29 de octubre de 1940. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA™ 19 era esencial para el destino del pais, pero el movimiento agraris- tay las luchas agrarias se centraban cada vez mas en la cuestion de la tierra y de la produccién, dejando de lado su papel protag6- nico en la politica y en la transformaci6n nacional, simplemente porque dicho papel se fue agotando a medida que avanzaba el re- parto de tierras y se desvanecia el estimulo basico de la moviliza- cién campesina. Y no sdlo sufrié un desplazamiento politico; el agrarismo cam- bio profundamente, sobre todo a partir de 1940, porque la adap- tacién del ejido y la comunidad al capitalismo mediante la inten- sa intervencién del Estado dejo fuera del alcance del movimien- to agrarista el dominio de la gestion econémica. En la medida en que al movimiento agrario se le fue reduciendo cada vez mas a la cuestién del reparto de tierras, reconstitucion de ejidos y de- mandas afines, perdié la batalla por controlar la produccién y por retener la centralidad politica. El control de la produccion qued6é fundamentalmente en manos del Estado, de comerciantes, de ban- queros, de empresarios, y muy poco en manos de ejidatarios. Esto no era tal vez la intencién del cardenismo, pero fue lo que de to- das maneras resultd. Por otra parte, se delineé una separacién entre ejidatarios que ya poseian parcelas y campesinos que demandaban tierras. De hecho surgi una division dentro del movimiento agrarista a con- secuencia de la diferencia creciente de intereses. Los ejidatarios tenian como preocupaci6n principal la produccion, mientras que para los solicitantes, la cuestién de obtener tierra era lo funda- mental. Los primeros pasaron a depender del Estado para la ge tion productiva y los segundos permanecian pendientes del Esta- do en su esperanza de obtener tierras. De esta manera, el Estado avanz6 poderosamente en la regu- lacion de la vida en el campo gracias en parte a la division de los intereses del agrarismo entre tenencia y produccion. Avanz6 en todos los sentidos, tanto en la esfera ejidal y comunal como ine- vitablemente en la privada, en vista no solo de su vocacién de intervencién econémica y social, sino sobre todo de la demanda de gran parte de la sociedad en cuanto a solicitar su mediacién y presencia para resolver los mas diversos problemas. Y desde luego, habia ademas en muchos casos y momentos de esa etapa de construccién de la nueva sociedad capitalista, la necesidad ob- jetiva de su intervencion, todo lo cual tuvo lugar intensamente a lo largo de la década ‘de los cuarenta. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. El esfuerzo educativo en el campo se intensifico. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. EI dirigente sinarquista Salvador “ees Abascal. Los sinarquistas eran en su mayoria campesinos cristeros que tenian en comin con el movimiento revolucionario la falta de tierras y de medios para cultivarlas. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. Sin embargo, la mayoria eran trabajadores del campo. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. eu a ad La integracion de ese total de tierras ejidales que lograria terminar el problema de reparto de tierras definitivamente, tendria lugar en 10 afios. Es evidente que el razonamiento técnico limitado a las cotas de las disposiciones legales de la época dejé de lado el problema del crecimiento demografico y las presiones indeclinables de tie- tras que en las décadas siguientes siguieron operando. El resulta- do es que, incluso en el lapso entre 1940 y 1952, se rebas6 el limi- te de 57 millones de hectdreas repartidas, pero no se eliminaron las demandas 0 los conflictos ni se resolvieron los problemas del reparto de tierras. Desde luego, tampoco se resolvié el rezago tec- noldégico y organizativo de la produccion ejidal ni de la pequefia propiedad, por cierto. Con el fin de mejorar las formas de cultivo, ampliar las tierras bajo explotacién, y dentro de éstas, multiplicar las beneficiadas con riego, se emprendieron grandes esfuerzos que incluian la pro- duccién de fertilizantes, la organizacién de centrales de maqui- naria, la construccién de obras de riego y de caminos, la amplia- cin de la asistencia técnica y la creacion de una base de investi- gaci6n. Con todo, eran cambios modestos e iniciales frente a la magnitud del problema. Contrastaba marcadamente el deseo de la modernizacién con las condiciones generales de México y particulares del campo. Las capacidades materiales para emprender un programa ambicioso de transformaci6n agraria eran muy limitadas. Los cultivos de ex- portacién tenian tal vez las mejores condiciones, seguidos por los cultivos comerciales para uso interno, pero incluso éstos encon- traban severas dificultades para su expansién y transformacién. Y en el caso del resto de la producci6n, era necesario replantear- 25 Marco Antonio Duran, "Del agrarismo a la revolucion agricola”, op. ait. p. 18. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 31 rramientas e insumos que se requerian para ampliar y mantener en funcionamiento la planta productiva. De aqui que el ris de la industria manufacturera solo creciese 8% anual en términos rea- les, a pesar de las condiciones de auge y de fuertes incrementos de la demanda externa e interna, lo cual hizo surgir pronto desa- bastos en numerosos renglones industriales. El Producto Interno Bruto total crecié 7.7% anual entre 1940 y 1942. Los ajios dificiles de la guerra se iniciaban en condicio- nes aparentemente favorables en cuanto a la actividad que se ha- bia desatado. Sin embargo, habia claros indicios de severas limi- taciones que serian extremadamente dificiles de resolver en lo inmediato. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 35 se establecié el pacto de defensa conjunta de América, en el que Estados Unidos se comprometio a ayudar al equipamiento de los ejércitos que mas le interesaba fortalecer, que eran los de Méxi- co y Brasil. Hacia finales de 1940, Cardenas urgié al gobierno de Roose- velt a llegar lo mas pronto posible a un arreglo de la deuda y al restablecimiento de relaciones comerciales mediante un conve- nio de mutuo interés. El mensaje era claro. Se condicionaba la cooperaci6n militar a la solucién de los otros conflictos. Hacia ene- ro de 1941, el gobierno de Estados Unidos presiono al Comité In- ternacional de Banqueros para llegar a un acuerdo con México y retiré la proteccidn incondicional que hasta entonces habia dado a sus ciudadanos reclamantes. A México le atraian inmensamente las perspectivas de aumen- tar las exportaciones a Estados Unidos, pero no queria una parti- cipacion directa en la lucha armada. Por otra parte, le interesaba lograr un arreglo a los reclamos externos del pais del norte, que era el principal agraviado y el portavoz del conjunto de recla- mantes. La expectativa mexicana consistia en establecer un convenio comercial que ademas abriese campo a un arreglo aceptable de los reclamos, diese a los productos mexicanos un nuevo acceso alos mercados externos y permitiese obtener apoyos financieros. A su vez, para el gobierno de Estados Unidos era cada dia mas urgente resolver el problema estratégico de su flanco vulnerable, convirtiendo a su vecino en aliado, que aunque no prometia ser muy activo en cuestiones bélicas, era en cambio una fuente in- soslayable de productos esenciales. A ello, sacrificé casi todas sus grandes objeciones al régimen mexicano. Casi todas porque no abandoné sino excepcionalmente y obligado por las circunstan- cias, su proposito de hacer que México se ordenase segun las nor- mas liberales que deseaba imponer a los paises bajo su dominio, lo cual suponia escasa participacién estatal en la economia, aper- tura de ésta al exterior y libre juego de los mercados. Es decir, todo lo que México no queria. Para el gobierno de Estados Unidos, la combinacién de premura con las evidencias de que él nuevo presidente Avila Camacho es- taba lejos de radicalismos fue suficiente para aceptar las condi- ciones de México y dio pasos para encontrar soluciones comunes alos problemas existentes. Y no sélo presioné a las empresas pe- troleras para negociar los reclamos de la expropiacion dentro de a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 39 como el Consejo Supremo de Defensa, en septiembre de 1942, con representantes de instituciones publicas, privadas y de orga- nismos laborales, que se habrian de encargar de asuntos milita- res, comerciales y administrativos. En ocasién de su formacién, el presidente afirmé que la guerra no deberia ser pretexto para centralizar el poder porque ello seria tanto como nazificar la de- mocracia.® Tres semanas mas tarde se creé la entidad Coordinacién y Fo- mento de la Produccién. La premura obligaba a introducir al mis- mo tiempo cambios importantes en una diversidad de aspectos y un nuevo ordenamiento de la produccion, distribucién y abas- to de bienes para uso interno y la exportaci6n, particularmente en el sector agropecuario. Esto demandaba inevitablemente una creciente intervencién del Estado en la vida nacional. Las tensiones sobre el sector agrario crecieron rapidamente des- de 1941 a causa de la guerra mundial. Por una parte, se elev6 la demanda de los productos mexicanos en Estados Unidos. Por otra, la demanda interna de alimentos y materias primas creci6 acele- radamente debido al aumento de la actividad econdmica, Ja in- dustrializacion y el consumo. La fuerte ampliacion de la demanda de productos agropecua- trios frente a una oferta limitada por las condiciones materiales y organizativas de la produccién cre6 fuertes presiones para im- portar alimentos, pero desde 1941 hubo restricciones externas en este sentido, que fueron haciéndose mds severas a medida que avanzaba la guerra. Asi, la combinacién de una oferta limitada con una demanda interna que crecia con vigor constituy6 un com- ponente principal de la nueva inflacion que se desaté a partir de 1941. Se habia iniciado el periodo de inflacién bajo condiciones de crecimiento intenso de la economia y de nuevas relaciones externas comerciales y financieras. Y no s6lo se elevaron los precios de los productos agropecua- rios sino que por primera vez, desde la etapa de la lucha armada de la revolucion, el pais enfrento una escasez, la cual lleg6 a ser tan grave que hizo necesario el racionamiento, lo cual dio lugar a su contrapartida inevitable, el mercado negro. De aqui los es- fuerzos tempranos por evitar las exportaciones de productos esen- ciales, por combatir la especulacion, ocultamiento y acumulacién de productos, que veremos en detalle mas adelante. ® Excélsior, 25 de noviembre de 1942. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 43 gunos acreedores privados, utilizando para ello reservas de divi- sas que se venian acumulando por el aumento de las exportacio- nes porque rompia acuerdos que se habian pactado entre los re- clamantes.'¢ Fue hasta noviembre de 1942 cuando culminaron las engorro- sas y accidentadas negociaciones para establecer un acuerdo de- finitivo. Se reconocieron por la comisién mixta designada por am- bos paises los montos de las reclamaciones por la expropiacién petrolera establecidos en abril. Qued6 pendiente todavia el acuer- do de la deuda ferrocarrilera que habria de lograrse en 1946. Y se hablé de un crédito del Eximbank por 30 millones de délares para carreteras y rehabilitacién de ferrocarriles, asi como de otros apoyos que podrian obtenerse de alli en adelante. Mientras tan- to, prosiguieron las negociaciones del Tratado de Comercio, todo lo cual requiri6, para concretarse en cada caso, de acuerdos com- plejos y siempre cargados de la posibilidad de un conflicto con Estados Unidos. En efecto, a pesar de los acuerdos, fueron constantes las con- frontaciones y presiones que se ejercieron sobre México para obli- garlo a asumir una politica econdmica del gusto norteamericano. Mediante el establecimiento de condiciones para otorgar finan- ciamiento, y aun mediante restricciones en la venta de insumos y maquinaria, se pretendia obligar al gobierno a modificar desde tarifas y barreras arancelarias hasta la intervencidn estatal en la economia. De esta manera, se mantuvo un clima que combinaba colaboraci6n con fricciones, mismas que en algunos aspectos lle- garon a ser graves. . Fue dentro de estas condiciones tensas que se firmé finalmen- te, a principios de 1943, el Tratado de Comercio que comprendié el trato mutuo de “nacién mas favorecida”, asi como la reducci6n de aranceles. Por parte de México se desgravaron alrededor de 200 productos que no se elaboraban en el pais o habia severas deficiencias de la oferta: leche en polvo, tractores, refrigerado- res, trigo. A su vez, Estados Unidos ofrecié ventajas en aranceles ala importacion de productos mexicanos mineros (zinc, plomo), petroleo, cerveza, plata labrada y algunos productos agricolas.'7 No obstante, pocos meses después México denuncié el tratado a 16 Eduardo Villasefior, Memorias-testimonios, México, FCE, 1974, pp. 182-183. 17 Revista de Economia, 20 de enero de 1943 a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 47 la demanda de equipo y maquinaria para toda la economia, en- contr6 desde el inicio de la guerra severas limitaciones para sa- tisfacerse. No obstante, se elevaron del 31% del total en 1940 al 37% en 1945, y al 39% en 1952, con un maximo de 45% en 1947 y minimo de 30 en 1942. En todo ello destaca ademas la vigorosa importacién de bienes de capital para la industria que incremen- t6 su participacion en el total de 14 a 23% entre 1940 y 1952, con un maximo de 28% en 1948. En todo caso, durante la guerra fue necesario con frecuencia adquirir maquinaria usada en Estados Unidos por ser la unica accesible ante el riguroso control que se impuso. . Las tendencias anteriores reflejan las exigencias y formas que cobré la industrializacién en el periodo. A principios de la déca- da, la explosién de la demanda se atendi6 basicamente con la ca- pacidad existente. Desde 1942 se aceleraron las inversiones para la instalacion de nuevas plantas a pesar de las dificultades para importar el equipo necesario. El crecimiento se realiz6 en gran medida con soluciones técnicas de emergencia, con altos costos y baja eficiencia. Pero con todo, sucedi6 un avance no duradero en la produccién de bienes de consumo y de insumos industriales. Desde luego, la espectacularidad de la industrializacion por la via de la sustitucién de importaciones en los afios de la guerra tuvo que ver con el hecho de que se trataba de la etapa inicial de dicho proceso. En la posguerra, la industrializacion se empren- dié sobre bases mucho mas sélidas y dificiles. Requirié enormes y crecientes fondos para la adquisicién de bienes de capital, en parte para sustituir los ya gastados durante la guerra, y los mas inadecuados que se instalaron al calor de la emergencia. Y los in- sumos empezaron a crecer correlativamente. De hecho, en la posguerra se perfil lo que seria de alli en ade- lante la pauta de industrializacién a lo largo de las tres décadas siguientes, hasta hacer explosion con la crisis de los ochenta. Los afios faciles y de resultados espectaculares habian sido los de la guerra a pesar de todas las penurias y deficiencias. De alli en ade- lante, la sustituci6n de importaciones por producci6n interna apor- tada por las nuevas industrias provocé el efecto de reducir las im- portaciones de bienes ahora producidos internamente, pero tuvo el efecto opuesto en el monto del total de aquéllas. Para sustituir la importaci6n de un producto se requirié en general de una im- portaci6n mayor de insumos y de bienes de capital. Resultado pre- visible mientras no se alcanzase el umbral de acumulaci6n y de- a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 51 Ademas, se trataba todavia de una red de caminos cuyas tronca- les eran en su mayoria paralelas a las vias del ferrocarril. De he- cho, todavia por entonces, una parte de la alimentaci6n del siste- ma central ferroviario y de autotransporte se hacia a base de car- ga llevada en carretas de bueyes, recuas y por seres humanos. Se trataba en gran medida de una economia rural dispersa cuyas regiones de concentracién econémica, que en algunos casos te- nian un avance industrial considerable, estaban conectadas en- tre si por el tinico sistema de transporte y comunicaciones mo- dernos. El resto del pais permanecia vinculado principalmente por los medios del siglo xix. Diez afios de esfuerzos para ampliar y adecuar la infraestruc- tura del transporte cambiaron sin duda el panorama, pero no lo- graron eliminar el problema de la insuficiente integracion terri- torial. Considérese al respecto que se logr6 contar para 1950 con una red de carreteras de 22 455 kilometros transitables en todo tiempo, de las cuales 13 600 estaban pavimentadas. Y desde lue- go, buena parte de la red se extendié a manera de sistema ali- mentador de las troncales, pero el transporte animal y humano siguié todavia jugando un papel importante hacia mediados de siglo. La red ferroviaria sdlo aumento en 300 kil6metros y comen- z6 a mejorar a fondo mediante un amplio programa de rehabili- tacion del sistema. A principios de la década de los cuarenta los mercados inter- nos estaban todavia en proceso de transformarse en propiamen- te nacionales e integrados. Se encontraban en recuperacion de los efectos traumaticos que provocaron las dos décadas de gue- rras internas, la crisis de 1929-1932 y la conmocion nacional car- denista. Una idea de la escasa integracion de los mercados nacio- nales la da la diferencia entre los precios de productos iguales en diversas plazas consignados en el cuadro 2; diferencias que en principio deberian reflejar solamente los costos de transporte y de comercializaci6n. Para fines de comparacién con el grado de integracion reciente se incluyen los datos de 1940 y 1970 de los mismos productos en cuanto a la diferencia entre precios maxi- mos y minimos reportados entre las plazas principales del pais, lo cual habla del grado precario de equiparacién de precios que habia en 1940, como consecuencia de la homogeneidad que con- lleva la consolidacién del mercado interior. La fragmentaci6n regional de la produccién agricola y de sus mercados se combinaba con la formacion y operacion de encla- a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA. 55 9.3%, y de 1947 a 1952 mejor6, aunque no exageradamente, al elevarse 13.5 por ciento.*° Los obstaculos y deficiencias eran inmensos, pero al mismo tiempo las condiciones eran favorables para emprender el creci- miento capitalista acelerado. Estas se referian principalmente a que las recientes rupturas sociales y econdmicas habian facilita- do la movilizacién de los recursos naturales, y sobre todo huma- nos, para la construccién del capitalismo. Surgieron numerosas posibilidades para la inversi6n gracias al programa de obras pt- blicas que se emprendié desde finales de la gestion cardenista. Cabe recordar al respecto que las formidables bases consen- suales en favor del régimen social demandaban, para su persis- tencia y ampliaci6n, que el gobierno asumiese el ordenamiento del desarrollo. Pero habia dentro de aquél resistencias para cre- cer sin limite, por lo que se hicieron varios intentos por estimu- lar la iniciativa empresarial para que asumiese el manejo de la economia. Sin embargo, no se encontro en los hombres de nego- cios la suficiente respuesta, por lo que el gobierno termino inter- viniendo y ocupando esos espacios en vista de la escasa ambicion y decision de la burguesia por hacerlos suyos. Habia en la mayoria de las organizaciones sociales y aun em- presariales (no siempre en su discurso pero si en la demanda y aceptacién del patronazgo estatal) la inclinacién por aceptar y pro- mover la planificacién bajo la orientacién gubernamental. En ello influia la expectativa de lograr mas eficacia en la acumulacién, al menos en sus etapas iniciales, cuando eran evidentes las gran- des deficiencias que deberian atenderse de inmediato, y que los empresarios no querian o no podian solucionarlas. De hecho, excepto unos pocos grupos y corrientes, la mayoria de la sociedad y, desde luego, las principales fuerzas sociales, eran proclives a la centralizaci6n creciente del poder en manos del go- bierno federal, y a la expansion del Estado en general como me- dio de adelantar el proyecto social, proteger sus intereses y pros- perar. Unos con entusiasmo y otros a regafiadientes, pero todos los grupos sociales, a final de cuentas, demandaban mas inter- vencion estatal. Asi, entre las ventajas del sector externo y las serias deficien- cias internas, se emprendié la acumulacién en los afios cuaren- % René Villarreal, El desequilibrio externo en la industrializacidn de México, 1929- 1975, México, rce, 1974, p. 128. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 59 privado. Pero estos espacios, tal vez por la debilidad y pereza em- presarial, quedaron también en gran medida dependientes del go- bierno para su prosperidad y persistencia. De aqui la alta propor- cién de la inversion publica en la inversion total en cada sector de actividad econémica, que se muestra en el cuadro 5. CUADRO 5 INVERSION PUBLICA FEDERAL EN LA INVERSION SECTORIAL (porcentaje) Agrope- Comunicaciones Afio Total cuario Industrial y Transportes 1940 37.5 43.6 37.5 60.8 1942 46.2 54.2 31.7 79.4 1945 37.3 57.1 24.1 72.3 1948 33.9 37.0 21.8 64.4 1950 45.0 39.6 66.1 63.2 FUENTES: Elaboraciones con base en estimaciones de la inversién territorial bruta total y sectorial de la Comisién Mixta, El desarrollo econémico de México xy su capacidad para absorber capital del exterior, México, rce, 1952; y Se- cretaria de la Presidencia, Inversién Publica Federal, 1925-1963, México, 1964. La informacién del cuadro anterior destaca la vigorosa amplia- cion de la participacién de la inversion publica en el total nacio- nal de 1940 a 1942, cuando llegé a representar el 46% y que se fue moderando hasta 1948 cuando apenas represento un tercio del total. De alli en adelante se marca la intensa recuperaci6n de la inversion publica y de la intervencion estatal en la economia, tras su contencién en los primeros afios de la posguerra, en abierto contraste con el discurso alemanista. Hacia 1950 la inversién pu- blica alcanz6 una representacion del 45% del total (véase el cua- dro 5). Uno de los campos prioritarios y mas dependientes de la in- versiOn publica era el sistema de comunicaciones y transportes, donde las ausencias eran formidables frente a los requerimien- tos del desarrollo a que se aspiraba. De aqui la elevada propor- cién de la inversi6n publica en este renglon a lo largo de la década. Y no menos importante es la evidente opcién estatal de hacer espacio en el campo industrial a la empresa privada, lo que se a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 75 los contratos laborales. Todo ello afect6 severamente a los traba- jadores debido a la impunidad de los empresarios y la despreocu- paci6n del gobierno por tales excesos. Uno de los campos de amplio consenso dentro de la crm era su adhesion a la politica antifascista en los asuntos internaciona- les. Su apoyo a la causa aliada le valié reconocimiento nacional y externo. Incluso hacia 1941 mantenia posiciones radicales, ta- les como la demanda de la nacionalizacién de la banca y las prin- cipales industrias, el apoyo a la URSS y la expropiacion de bienes de alemanes. En 1942 presion6 para la definicion de México en cuanto a la guerra, y a partir de que ésta se declaré a los paises del Eje, promovi6 la formacién del Comité Nacional Antifascista en junio de 1942. También emprendi6é una campafia por la diso- lucién de los partidos de Accién Nacional y Autonomista Mexica- no, asi como de la Uni6n Nacional Sinarquista, por considerarlos afines a las posiciones de los paises enemigos.*? Sin embargo, desde finales de 1941 empezaron a expresarse en el frente interno protestas por la inflacién y la caida de los sala- rios reales. El problema se agudiz6 cuando el gobierno decidié congelar los salarios minimos al nivel de 1940 durante el bienio 1942-1943, lo que afectaba inevitablemente a todos los demas por tomarse aquellos como referencia para cualquier negociacién de ajuste salarial. Se multiplicaron las protestas y se fueron hacien- do més violentas a lo largo de los meses, a medida que se acelera- ba la inflacién, crecia el desabasto de bienes esenciales, surgia el mercado negro de alimentos y se erosionaba rapidamente el - salario real. La crm demando hacer ajustes salariales de emergen- cia, controlar la inflacion y la especulacion, regular el abasto y reducir las exportaciones de alimentos. En numerosas ocasiones, grupos integrantes de la central llevaron a efecto actos violentos junto con muchos otros desesperados, pocas veces con la aproba- cién de su dirigencia, y las mds, con su censura. La politica del gobierno era clara. Mientras que no cedia en ma- teria de mantener congelados los salarios a pesar de la intensa inflacién, otorgaba a ciertos sectores algunas compensaciones que acentuaban su peso como protector. De aqui la multiplicacién y aumento de los subsidios a los alimentos basicos que quedaban bajo el control estatal, y el congelamiento de los alquileres de vi- viendas de renta media y baja. 43 ‘Jorge Basurto, op. cit., pp. 39-41. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 79 aparato productivo sobre el que se ejercia dicha presién era poco capaz de responder de inmediato a la misma, particularmente en el caso del sector agropecuario. En una primera etapa, la produccién comercial nacional se vol- cé en gran medida a las exportaciones, por lo que con frecuencia se desplazaron cultivos basicos por ser de menor rendimiento eco- némico. Incluso se exportaban productos de primera necesidad escasos ante los elevados precios que encontraban en el merca- do norteamericano frente a los internos, todo lo cual, combinado con una expansion limitada de la produccion, conducia inevita- blemente a la escasez interna. El desabasto se fue presentando en un nimero cada vez ma- yor de productos basicos a pesar.de los esfuerzos que se realiza- ron desde 1940 para tratar de aliviar el problema. A este objeto se oriento la accién de los comités reguladores del mercado de subsistencias y de precios, creados en 1938. Sin embargo, el pro- blema rebas6 tales instituciones, por lo que se opt6 por crear, en 1941, la Sociedad Nacional Distribuidora y Reguladora que susti- tuy6 con ventaja al Comité Regulador del Mercado de Subsis- tencias. Desde mediados de 1940, el mercado y la produccion internas estaban cada vez mas condicionados por las exportaciones. En ju- lio, el peligro del desabasto y el aumento de los precios determi- né que se prohibiese la exportacion de arroz, frijol, trigo, medici- nas y sus materias primas.** Con todo, no se evit6 el desabasto interno, el cual presioné severamente sobre los precios y empe- z6 a afectar directamente el consumo popular. Se reclamé con insistencia una intervenci6n estatal mas enérgica a fin de regu- lar el abasto, con lo que, a partir de ese momento, las restriccio- nes para exportar viveres esenciales se fueron haciendo cada vez mas severas y la vigilancia mas estrecha. Y no eran solamente los consumidores los que sufrian desabasto, escasez y precios cada vez més altos; las quejas de los industriales por la insuficiencia de insumos se multiplicaron desde principios de 1941.* Los esfuerzos por elevar la produccion y la oferta se multipli- caron. Pero en todos los sectores, y en particular en el agrope- cuario, las medidas que se tomaban requerian argos plazos para tener efectos productivos, ya que se referian por necesidad a gran- 4% Excélsior, 3 de julio de 1940. 48 Excélsior, 10 de mayo de 1941. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 87 se demandaba la intervencién estatal para resolver cada proble- ma. El caso lo ilustra la gran dificultad que cre6 la abundante co- secha de ajonjoli en 1943, ante lo cual los productores no pensa- ron en mas que solicitar al gobierno comprar e instalar molinos para procesarla.” Un problema similar existia en la industria azu- carera en algunas regiones. Asi por ejemplo, en el istmo de Te- huantepec se preveia la pérdida de una parte de la cosecha de cafia por falta de capacidad de molienda de los ingenios.”® Y por lo que hace a la distribucion, se movilizaron los mas diversos me- dios: 100 tiendas sindicales de la crm y de empleados publicos, y mas tarde otras, solicitaron les entregaran productos para ven- derlos a los precios oficiales, ya que eran violados constantemente por el comercio. El sistema de control era ineficaz; el mercado negro prospera- ba. Algunas voces desesperadas ante la especulacion y la eleva- cién de precios demandaron incluso la prohibicién del libre co- mercio de maiz, cuya deficiencia era la mas sentida.”? A media- dos del afio se agravé el problema. En la capital, los molinos pararon por falta de maiz ya que apenas entraban diariamente tres carros de ferrocarril mientras que eran necesarios 14.89 Se tomaron medidas desesperadas como la prohibicion de dedicar el maiz a fines que no fuesen el alimento humano, tales como la produccién de bebidas alcohdlicas y para forrajes.*! No era para menos, en vista de que incluso la situacién que prevalecia en la capital era privilegiada en comparacién con lo que pasaba en otras regiones deficitarias. Los motines por ham- bre empezaron a sucederse en diversos rumbos del pais. Asi por ejemplo, en Yucatan se levanto un pueblo por la desesperacién que causaba la ausencia total de maiz.8? En Tampico, el Comité Obrero se opuso e impidid el embarque de 15 000 toneladas de maiz para Yucatan por temor al desabasto local.83 Meses mas tar- de, tuvo lugar en Durango el asalto y saqueo por el pueblo de bo- degas de los ferrocarriles que contenian grandes cantidades de maiz destinadas a particulares y a la Nacional Distribuidora en 7” Excélsior, 18 de marzo de 1943. 78 Excélsior, 19 de abril de 1943. 79 Excélsior, 18 de marzo de 1943. 80 Excélsior, 9 de junio de 1943. *1 Excélsior, 10 de junio de 1943. 82 Rxcélsior, 23 de abril de 1943 83 Excélsior, 14 de junio de 1943. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 91 ciaba que no habia verdadera congelacién de precios, por lo que €stos subian en vez de bajar.!°* Y mas adelante, las camaras de comercio se comprometieron, con evidente exageracion, a bajar los precios si tuviesen iguales franquicias que las otorgadas a la Nacional Distribuidora para importar viveres, y adquirirlos de di- versas regiones del pais.!°> Lo cierto es que la emergencia que habia impuesto la guerra de cara a una verdadera explosién de la demanda y una insuficiencia agricola para responder en el corto plazo, hacia inmanejable la situacion para cualquier estructura comercial privada. En todo caso, el Decreto de 26 de octubre de 1944 confirm6 que, mientras existiese la situacién de guerra, se- guiria operando la Comision de Control de Precios y no se permi- tiria el libre comercio de comestibles. La Nacional Distribuidora importaba lo que podia y cuando po- dia, ahora con el apoyo y supervision de Hacienda. Pero siempre era insuficiente. Con todo, se lograron mejoras para mover las importaciones al levantarse el embargo de furgones de ferroca- tril que habia impuesto Estados Unidos contra México, por la re- tencién indefinida de grandes cantidades de aquéllos en el pais para el transporte interno, y aun como depésito para almacenar productos. Ferrocarriles anunci6 que con este motivo llegarian grandes cantidades de maiz y trigo.! Con frecuencia se denunciaban especulaciones de todo tipo. Una de las mas escandalosas fue la sefalada por el diputado Mi- guel Breceda contra el gobernador del estado de Durango, Elpi- dio Velazquez, quien adquiria grandes cantidades de maiz a 10 centavos por kilogramo, y las vendia en Monterrey y Torreén a 34 centavos.!°7 La existencia de un extenso mercado negro de to- dos los viveres, incluyendo harina, pan, carne, aceite comestible, manteca, leche, etc., era reconocido, denunciado y evidentemente tolerado en muchos casos. Asi, los comerciantes en pequefio de- nunciaron que el 80% del arroz y aziicar entregado a la Camara de Comercio para su distribucién, era desviada casi toda a cerve- ceros, y slo una cuarta parte se vendia al publico.'° Aarén Saenz declar6 que 200 000 toneladas de azucar, es decir, la mitad 104 Excélsior, 9 de junio de 1944. Excélsior, 17 de abril de 1944 Excélsior, 18 de febrero de 1944. 107 Excélsior, 19 de abril de 1944. Excélsior, 27 de octubre de 1944. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 95 los latifundios sino los terrenos nacionales. Por otro lado, se planteaba la necesidad de determinar con cla- ridad e] estatuto que habria de guardar la pequefia propiedad, lo que a su vez significaba la delimitacion de la expansion del ejido, con lo que se fijaron restricciones en este sentido, pero también se crearon seguridades para su persistencia. Un aspecto que resulta novedoso en materia de politica rural, es que en el Plan se contempla el problema de la relaci6n capital- trabajo, exponiendo la necesidad de mejorar los salarios de los trabajadores del campo, asi como las prestaciones. También se considera el Contrato de Aparceria como contrato de trabajo, co- brando el cardcter de patron quien presta la tierra, cualquiera que fuera el titulo con que la posea.!!9 En materia agraria, el gobierno de Avila Camacho puede ser considerado de transito entre la posicion cardenista, reflejada en el Segundo Plan Sexenal, y la privatizadora, que consideraba al ejido como simple paso a la pequefia propiedad y la desaparicion de todo limite a ésta. Esta corriente fue representada, entre otros, por Almazan. El gobierno de Avila Camacho mantuvo como eje de su politi- ca agraria el fortalecimiento y proteccion a la propiedad privada. “Haremos que se rodee de garantias la propiedad legitima del cam- po para que puedan cultivarla [. . .] Extremaremos la proteccién de la pequefia propiedad, no sdlo para defender la que ya existe, sino para que de las vastas extensiones incultas se formen nue- vas pequefias explotaciones agricolas.”!” Una de las primeras acciones que en su calidad de presidente lev6 a cabo Avila Camacho en materia agraria, fue el parcelamien- to de los ejidos mediante decreto presidencial del 11 de diciem- bre de 1940.!?! El argumento central para tal medida era el de la seguridad de la tenencia de la tierra; sin embargo, el atacar al eji- do colectivo era lo que estaba detras. Se decia que: “Los campesi- nos exigen que el disfrute de tal derecho se ponga a salvo de los trastornos y menoscabos que puedan provenir, desvirtuando los 19 Moisés Gonzdlez Navarro, La cnc, un grupo de presién en la Reforma agra- ria mexicana, México, uNam, 1977, pp. 100-101 120 Secretaria de la Presidencia, La administracién publica, México, 1976, p. 363. 121 Luis Medina, Del cardenismo al avilacamachismo. Historia de la Revolucion mexicana. Periodo 1940-1952, México, El Colegio de México, 1978, p. 236. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 99 que se pagaran mediante compensaciones.'° Desde el inicio del gobierno de Avila Camacho se agudizé la disputa en torno al problema del amparo agrario, alentada por los apoyos que el gobierno dio a los productores privados. Apoyos que incluyeron el inoremento de su presencia politica por medio de sus organizaciones a nivel nacional, y su participacion en los Consejos Mixtos de Fomento Agropecuario, y posteriormente en los Consejos Mixtos de Economia Regional. En este debate sobre el amparo agrario se delinearon claramen- te las dos corrientes en pugna: la que era favorable a su creacién, que incluia no sélo a los propietarios privados y el Partido Ac- cién Nacional como sus cabezas principales, sino incluso sec- tores del gobierno y del partido en el poder; y la corriente que luchaba en contra del amparo formada por la Sociedad Agron6- mica Mexicana, fracciones de la crs, la cnc y grupos de intelec- tuales. En esta discusi6n, la cuestion central que se debatia era si la pequefia propiedad era producto de la Revolucién mexicana. La corriente que estaba a favor del amparo argumentaba que tanto la pequefia propiedad como el ejido son productos de la revolu- cién. Por el otro, el grupo contrario llegé a expresar claramente que eran intereses antagénicos, y que la pequejia propiedad nada tenia que ver con la revolucién. Esta discusién se protagonizO de manera mas encarnizada en el Senado de la Republica entre el senador Noé Lecona y el también lider obrero Fernando Amil- pa: “Digase lo que se diga, la Revolucién mexicana es ajena a la defensa de la pequefia propiedad”, afirmaba este ultimo.! Re- sulta evidente que estos argumentos del lider de la crm ponian en entredicho la praxis del presidente y de la misma dirigencia de la cnc, la que timidamente apoyaba la tesis presidencial de la convergencia de intereses entre ejidatarios y propietarios. El de- bate sobre el amparo agrario era apasionado en extremo por lo que se encendia, se debilitaba y volvia a encenderse. Asi fue du- rante todo el sexenio de Avila Camacho, sin lograr el triunfo defi- nitivo ninguna de las posiciones. Uno de los ultimos actos de confrontacién entre las dos corrien- tes se suscitd en el Congreso Nacional Revolucionario de Dere- cho Agrario, que se celebré en la ciudad de México del 4 al 10 139 Thid., pp. 102-103, 13! Tiempo, 13 de noviembre de 1942. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 107 dad y calidad, estaba plenamente integrado al mercado y a la industria para los que fueron creados, y estaban abiertos a la modernizacion mds completa, en cambio dificilmente podian ajustar la mano de obra a los requerimientos de un proceso pro- ductivo tendiente a lograr mayores niveles de mecanizacién y rendimientos con menor numero de trabajadores. Esto era un obs- taculo formidable para competir en costos, productividad y acu- mulacién, pero ademas, el colectivo tenia implicaciones ideol6- gicas y politicas insoportables para la corriente empresarial. No obstante lo anterior, en las modificaciones al Codigo Agra- rio de 1942, si bien de clara concepcién individualista del ejido (parcelacion y titulacién de derechos individuales a los ejidata- trios por medio de certificados, aumento de las unidades minimas de dotacion, etc.), no se descarté el sistema colectivo. Y no sélo eso, sino que se conservé el hacerlo forzoso en aquellas explota- ciones en que fuera econémicamente incosteable la explotaci6n individual. Paralelamente a la modificacion del Cédigo Agrario se cambid la Ley de Crédito Agricola, agregando a los objetivos de las Socie- dades Locales de Crédito Ejidal el adquirir, para beneficio de sus miembros, terrenos o bienes inmuebles no ejidales.!4? La preservacién del colectivo como figura organizativa, a pe- sar de las objeciones politicas que se le oponian, se explica en parte por la fuerte oposicién hacia su desaparicién. Pero no me- nos importante fue que en cierta forma respondia a los requeri- mientos de la agricultura industrial, como es el uso conjunto de los recursos Esta concepcion de produccion industrial se manifiesta clara- mente en los considerandos de los decretos presidenciales para la constitucion de las Unidades Industriales de Explotacién Fo- restal, como en el caso de la fabrica de papel de Loreto y Pefia Pobre. Dicho decreto de 1947 plantea la demostracién (en el pre- dio “La Venta” ubicado en la carretera México-Toluca), de que mediante una atenci6n adecuada y reforestacion artificial, el bos- que pasa de una produccién anual de dos metros cubicos por hec- tdrea a 12, aun cuando se ha explotado ininterrumpidamente por mas de quince afios.'*° Para ello, “resultaba indispensable tratar 142 Sergio Reyes Osorio, op. cit., pp. 765-766. 143 Secretaria de Agricultura y Ganaderia, “Renglén agricola mexicano” [1958], en Codigo Forestal, México, Subsecretaria de Planeacién, 1960, p. 554 a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 11 bles que permitieran un incremento en la produccién agricola. Ademas, el momento de emergencia y de premuras no era el mas propicio que se podia imaginar para emprender transformacio- nes graduales y crear estimulos. La concepcién de modernizacion que plante6é Lazaro Cardenas en su ultimo afio de gobierno en el sentido de que ésta tendria que seguir una paulatina evoluci6n, dificilmente podria sostenerse ante el contexto bélico internacio- nal y la inminente participacién del continente y del propio pais en la contienda. Todo ello auspiciaba una vigorosa participaci6n del Estado para catalizar las transformaciones del sector, permitiendo un mayor desarrollo de la produccion y la productividad agropecuaria, a la vez que aprovechar la coyuntura que representaba el ambiente bélico internacional para incrementar los volumenes de exporta- cién, También era evidente que dicha participacién, que desde el principio de la década fue claro que tendria que incluir el con- trol de precios y del abasto, demandaba un ordenamiento, disci: plina, normatividad y conocimiento de la realidad nacional que el pais estaba lejos de tener, por lo que todo tendria que sobrelle- varse con improvisaciones, errores y deficiencias que implicarian un alto costo social. Desde luego, se crearon instituciones y organismos multiples para tratar de resolver estos problemas, a veces con éxito, pero en todos los casos tuvieron que trabajar bajo constantes presio- nes y emergencias. La inversion publica. El estimulo al desarrollo del sector agrope- cuario fue asumido con gran vigor por parte del Estado una vez que la reforma agraria sento las bases para ello, eliminando tra- bas estructurales que lo impedian. El gobierno de Avila Camacho decidi6 utilizar el instrumento de la inversion publica como prin- cipal palanca para estimular la produccién agropecuaria ante la evidencia temprana, hacia 1942, de que la capacidad productiva con la infraestructura existente estaba utilizada. Se inicié un muy inoportuno estancamiento de la producci6n, que se prolongé du- rante toda la guerra. El incremento de la inversién publica total de 1940 a 1946 fue del orden del 6% anual, tasa de las mas elevadas que hasta en- tonces se habian registrado. A su vez, la inversién publica desti- nada al sector agropecuario, en términos reales, crecié a una tasa a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 115 empresariales y daba respuesta inmediata a la demanda de pro- duccién. En efecto, el crédito ejidal se ejercié con un criterio se- lectivo riguroso, descartando sociedades con mayor nivel de ries- go, e incluyendo de preferencia las que tenian condiciones pro- ductivas mas favorables. A fines de 1940, el Banco de Crédito Ejidal operaba con 3 437 sociedades locales de crédito que comprendian 239 407 socios; y hacia 1946 operaba con 3 600 sociedades y 240 939 socios.'® Es decir, se mantuvo el mismo numero de sociedades y socios re- faccionados por el Banco durante la guerra; sin embargo, una la- bor constante del Banco fue la organizacién de sociedades de cré- dito en aquellos ejidos que presentaban mejores condiciones de produccion. Solo en 1946, el 60% de las sociedades ejidales orga- nizadas recibian crédito del Banco. En realidad, tenia lugar un proceso de depuracion y cambios en la cartera del Banco para asegurar la recuperacion de los cré- ditos, toda vez que se vio en la necesidad de utilizar recursos aje- nos, principalmente del Banco Nacional de Comercio Exterior, para apoyar a los ejidatarios. En 1944, Avila Camacho declaraba que se habia ejercido por el Banco Ejidal un monto de 103 millo- nes de pesos, alcanzando la recuperacién de 87 millones, lo que representaba el 85% siendo el monto de recuperacién mas alto desde que empez6 a funcionar el Banco.'® Aparte estaba el financiamiento de particulares. Frente al in- cremento de la demanda de productos agricolas en el mercado externo, no fueron pocas las compaftias norteamericanas que par- ticiparon directamente en el financiamiento a productores, como fue el caso del algod6n, como cultivo mas representativo de este nuevo procedimiento. Una de las primeras compajfiias que inicié esta actividad fue la Anderson and Clayton.'® Una parte importante de este procedimiento se orientaba a los ejidos, principalmente los colectivos. En este sentido, el director del Banco de México, Eduardo Villasefior, criticaba duramente en 1945 a los banqueros mexicanos por su renuencia a financiar la produccién agricola, especialmente la ejidal. Y el secretario de Hacienda confronto la actitud de los banqueros nacionales con la‘de los inversionistas extranjeros, como William Clayton, que 160 Sergio Reyes Osorio, op. cit., p. 838. '®! Secretaria de la Presidencia, La politica agraria, p. 127 ‘62 Blanca Torres, op. cit., p. 309. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 123 nas que en su inmensa mayoria eran de capital mexicano. Se tra- taba del sector mds vulnerable a la competencia externa, ya que surgi6 en las peores condiciones materiales, econdmicas y de so- breproteccién estatal. Por ello, no es'de extrafiar que ante la que era apenas la primera oleada de importaciones que se veia venir aun antes de que terminase la guerra, surgid un vigoroso movi- miento nacionalista en defensa del mercado interno y frente a las inversiones extranjeras. Y no era para menos, porque en con- traste con el aumento de las importaciones en 1944, las exporta- ciones apenas crecieron 5% y en consecuencia, se redujo en 40% el saldo comercial externo favorable (véase el cuadro 8). Cundié CUADRO 8 COMERCIO EXTERIOR DE MEXICO 1940-1952 (millones de délares y %) Importaciones Exportaciones Incre- Incre- mento mento Saldo Arto Valor (%) Valor (%) valor 1940 132.4 213.9 81.5 1941 199.5 50.7 243.4 13.7 43.7 1942 172.2 —13.7 272.5 12.0 100.3 1943 212.2 410.1 50.5 197.9 1944 311.0 432.2 5.3 121.2 1945 372.5 500.7 16.0 128.2 1946 600.6 570.1 13.8 — 30.5 1947 720.3 713.9 25.3 - 64 1948 591.4 715.5 0.3 124.1 1949 514.4 701.1 - 0.2 186.7 1950 555.7 493.4 29.7 - 62.3 1951 822.2 591.5 — 230.7 1952 807 4 625.3 — 182.1 PUENTE: Banco de México. la alarma en gran numero de empresarios, en el gobierno y en el movimiento obrero. Y como contrapartida natural se definié una corriente empresarial formada principalmente por comercian- tes y exportadores, pero también por banqueros, que encontra- ban ventajas en la apertura de la economia. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. 132 POSGUERRA, CRISIS E INDUSTRIALIZACION A su vez, las exportaciones deberian permitirse solamente en la medida en que el abasto estuviese asegurado. Demandaba tam- bién una politica de subsidios mediante la ampliacion de la Ley de Industrias Nuevas y Necesarias para que los precios internos fuesen iguales a los externos. Reclamaba ademas apoyos fiscales, tarifas preferenciales en ferrocarriles para manufacturas, y cré- dito abundante y barato. Mosk destaca la popularidad que alcanz6 el programa por no- vedoso y nacionalista. Ademas marco en gran medida la orienta- cion de la politica econdémica, aplicada de alli en adelante en ma- teria de industrializaci6n, con la excepcién notabilisima de la for- ma que cobraron las vinculaciones con el exterior, incluyendo la inversion extranjera. En realidad, habia numerosas coincidencias entre la orienta- cién del gobierno de Avila Camacho y después del de Aleman con las del Nuevo Grupo, en una diversidad de aspectos. Uno de ellos era la idea de ampliar el apoyo a la industria, para lo cual se re- formé la Ley de Industrias Nuevas y Necesarias en febrero de 1946 mediante la Ley de Fomento Industrial. Esta introdujo una clasi- ficacion de las industrias para ampliar los plazos de exencién que hasta entonces eran de 5 afios, en fundamentales (exencién de 10 afios), de importancia econdémica (7 afios), y el resto con 5 anos. Sin embargo, la aplicacién era discrecional, incluso de la tarifa arancelaria, que se fue decidiendo caso por caso, La condicion para acogerse a la Ley era la de satisfacer primero la demanda interna antes de exportar, lo que resalta la orientacion preferen- te que se tenia hacia el mercado nacional. Vale destacar que el candidato del pro a la presidencia, Miguel Aleman Valdez, incorporé a su programa, en 1945, junto con pro- mesas de reducir la intervencion del Estado en la economia y los llamados a la inversion extranjera complementaria que se vincu- lase a los destinos del pais, buena parte de los objetivos y proce- dimientos de los abanderados del nacionalismo econémico. En- tre ellos los que se refieren a la colaboracion de clases y la nece- sidad de la proteccién industrial. Lo cual por cierto era parte de lo que habia proclamado Lombardo Toledano en ocasién de la de- signacion de Aleman como candidato por e] prm en 1945, Lom- bardo llamo entonces a realizar la revolucion industrial en Méxi- co mediante una amplia coalicién de campesinos, clases medias, obreros, ejército y burguesia progresista. La lucha de clases de- beria ajustarse a estos objetivos, y tocaba al movimiento obrero a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. 156 POSGUERRA, CRISIS E INDUSTRIALIZACION un interés del 6%; con dos afios, 5%; tres afios, 4%; cuatro afios, 3%; y de 5 afios o mas, el 2%). Pero tales disposiciones se modifi- caron y se establecié que “los créditos que no sean pagados des- pués de un ajio de su vencimiento por causas que fueran de fuer- za mayor y no imputables a falta de laboriosidad 0 de atencion por parte de los campesinos, seran motivo de quitos de interés reduciendo la tasa del que haya cobrado en un 2 por ciento”.66 Las pérdidas que registré el Banco de Crédito Ejidal ascendie- ron al 24% con respecto a los préstamos otorgados durante el pe- riodo de 1946 a 1952; esto fue una mejoria, ya que de 1940 a 1946, las pérdidas del banco representaron el 30% del monto de los cré- ditos operados. Por otro lado, los subsidios otorgados por el Go- bierno Federal para cubrir los gastos de administracién del ban- co se incrementaron paralelamente con los montos de crédito ejer- cido. En 1940 este subsidio representaba el 8.8% de los préstamos ejercidos, al igual que en 1950.87 Cabe sefialar que en cuanto al crédito estatal a los productores privados, la evolucién fue simi- lar por cuanto el porcentaje de recuperacién de los bancos de Cré- dito Ejidal y Agricola en este iltimo periodo fue bastante pareci- do, de aproximadamente 80 por ciento. En relacion con lo anterior, es necesario precisar que el crédi- to oficial canalizado por el Banco Nacional de Crédito Agricola, si bien registra un descenso en su monto global, éste se orient6é a consolidar las unidades productivas mediante dos vias. Por un lado, se fortalecié la infraestructura productiva mediante el cré- dito refaccionario que de 1946 a 1951 se incrementé en mas del 400% en términos reales, para pasar, en su participaci6n en el monto total del crédito otorgado por el Banco Agricola, del 6 al 34%. Por otro lado, se sigui6 fortaleciendo la capacidad de reten- cién de excedentes generados por las unidades privadas, mediante los créditos prendarios que se establecieron en 1942, aun cuando disminuy6 el monto orientado a este destino. E] crédito de avio también registr6 un incremento importante. Un aspecto de gran importancia fue el avance en la politica de organizacién de los agricultores privados en sociedades de cré- dito, con vistas a procurar mayor eficacia en la gestion de otorga- miento, uso y recuperacion del crédito. Y a su vez, las uniones ° Alvaro De Albornoz, Trayectoria y ritmo del crédito agricola en México, Mé- xico, Instituto Mexicano de Investigaciones Econdmicas, 1966, p. 125. °? Alvaro De Albornoz, op. cit. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. SERGIO DE LA PENA Y MARCEL MORALES IBARRA 169 fles con silenciadores hubieron de dar muerte a 22 000 ciervos antes de que la batalla se ganara.9? Sin embargo, la carniceria desatada por Mohler tenia una fir- me sustentacion cientifica avalada por los expertos mas recono- cidos. Entre estos argumentos se pueden destacar: “{. . .] la loca- lizacién de los portadores del germen se manifiesta en los frag- mentos de epitelio que van contenidos en la saliva o en la sangre de los animales. Una proporcién determinada de animales cura- dos puede eliminar el virus aftoso, principalmente por la orina, y muchos afios después de su curacién. En muchos casos se ha registrado la enfermedad en ganados limpios poco después que se han agregado cabezas de ganado que con anterioridad han pa- decido fiebre aftosa con eliminacién de otras fuentes de conta- gio. Ocho meses después, y en muchos casos, mas de un afio des- pués de la curacién, los animales se han encontrado causantes de nuevos brotes de enfermedad”. Inicialmente, las estimaciones de los técnicos mexicanos so- bre la cuantia del ganado que seria afectado ascendié a 35 000, mientras.que la realizada por los técnicos norteamericanos era de cerca de un millén de cabezas.% Asi, bajo la fuerte presién de Estados Unidos y de los gana- deros del norte del pais, se acepté el método del “rifle sanita- rio” como se le llam6 a la campafia de exterminio del ganado. En febrero de 1947 se eché a andar bajo la coordinacién de la Co- misién Agricola México-Americana.°> De inmediato gener6 una gran resistencia en ganaderos y campesinos al sacrificio de los animales. Ante las enérgicas respuestas de los propietarios de ganados afectados ya fueran a grande o pequeiia escala, y el matiz politi- co que estaban adquiriendo los acontecimientos que generaba la campaifia, el presidente Aleman reiteraba que no se escatimarian esfuerzos para indemnizar totalmente y con el valor comercial alos afectados. También se ofrecian créditos oficiales para el im- pulso de la cria de ganado, asi corno la dotacién de mulas y trac- tores a los agricultores que perdiesen sus bueyes en la campaiia. Frente al temor de una reaccién desfavorable de los ganaderos Marte R. Gomez, La verdad sobre los cebuis. Gonjeturas. .., cit. p. 164 3 Ihid., pp. 102 y 103. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale 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desarrollo capitalista, es con mucho lo mds relevante du- rante la década de los cuarenta. Los propésitos de frenar y revertir la reforme agraria nacieron con ella misma, pero sdlo entonces se concretaron en poderosas fuerzas que ya no lo combatian en nombre de un retorno al porfirismo sino de la transformacién capitalista. Parte de tal cambio en las corrientes antag6nicas del agrarismo radical fue que predominé la preocupacién por en- contrar formas de adecuar el ejido a los propésitos capitalistas, més que combatirlo a muerte. Lo que destaca del agrarismo en el lapso que se estudia en el presente volumen es la indecli- nable lucha campesina y social por defenderlo y hacerlo avanzar a toda costa en medio de los fuertes desequilibrios de la segunda guerra mundial y de las exigencios sociales para la industria- lizacién de México. Afios que se han denominado, con evidente moderacién, de acumulacién sal- vaje Es natural que ajustes de esta naturaleza en el agrarismo hayan estado envueltos en violen- cia. Se gestaron movimientos de resistencia, algunos de importancia nacional, aunque menos nu- merosos de lo que podria esperarse, lo cual se atribuye en gran medida’a los efectos desmovi zadores que tuvo el gran reparto cardenista y, en su medida, el del avilacamachismo y el alema- nismo. No menos importante fue la conmocién nacional que produjeron los primeros pasos de la industrializacién de México, su urbanizacidn y los infinitos cambios sociales, econdémicos, politi- cos y culturales en la vide cotidiana. Sergio de la Pefia es investigador del instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y pro- fesor de la Divisién de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economia. Marcel Morales se de- sempefia actualmente como investigador del Programa Nacional de Alimentos y es candidato a doctor en Io Facultad de Ciencias Politicas y Sociales de la UNAM. ISBN 968-23-1493-3

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