Está en la página 1de 6
Siegfried acauer Los empleados fenémeno que llamé la atencién de Si de los empleados. imenaldn lanivw WHOMTA AOEIAL Territorio desconocido «{Pero si todo se encuentra ya en las novelas!», respondis una empleada de una empresa privada cuando le pedi que me hablara acerca de su vida en la oficina. La conoeé un domin- go, mientras viajabamos en tren hacia un suburbio berlings. Venta de un banquete de bodas que habia durado todo un dia _y se encontraba, segsin ella misma confesé, un poco ebria. Es- ponténeamente hablé sobre su jefe, un fabricante de jabones con quien llevaba ya tres afios trabajando como secretaria privada. El era soltero y admiraba sus bellos ojos azules. Sus ojos son realmente preciosos —dije. ~Salimos siempre de noche. A menudo, ya por la tarde, me lleva al café; entonces ya no retornamos. Vea mis zapatos; ca- da dos meses los gasto de tanto bailar. ;Por qué le interesa la oficina? No hablo en absoluto con el personal de la olicinas las chicas se mueren de envidia. ~4Se casaré con su jefe? ={Cémo se le ocurre? No me atrae la riqueza. Soy fiel a mi =No soy tan tonta. Lo que hago con mijefe no le concierne anadie, Resulté que, de momento, su novio dirigia en Sevilla la li- lial de un negocio de lenceria. Le sugert que lo visitara. En Barcelona tiene lugar ahora la Exposicién Universal... ~En el agua, uno no tiene dénde aferrarse ~repuso. a Strornep Kracaver ‘A pesar de que se lo aseguré seriamente, no creyé que es posible llegar a Espafia por via terrestre. Dijo que ms ade- ante querrfa instalas, junto con su novio, un pequefio hotel en Jos alrededores de Berlin, Alli tendran un jardin, y en verano irén los extranjeros... No todo se encuentra en las novelas, en contra de lo que opina la empleada de la empresa privada. Precisamente sobre ella y sus semejantes apenas pueden obtenerse informaciones, Centenares de miles de empleados pueblan a diario las calles itivas, cuyas costumbres admi as. Los funcionarios de los sindicatos de em- pleados ~como no podria ser de otra manera~ muy rara vez iran, rebasando el plano del detalle, en direccidn ala estruc- tura de la sociedad. Los empresarios no son, en general, testi- 0s imparciales. Los intelectuales, o son empleados o son tra~ bajadores independientes, y por ende el empleado suele carecer, para ellos, de interés, a rafz de su carécter cotidiano. Ni siquiera los intelectuales radicales suelen sondear més alld del exotismo de la vida cotidiana. ;¥ los propios empleados? Son los que tienen menos conciencia acerca de su situacién. Pero la existeneia de éstos transcurre a la vista de todos. Por el hecho de estar expuesta a la vista de todos, se encuentra atin mds a salvo de ser descubierta, como la «Carta a Su Ma- jestad- en el cuento de E. A. Poe.' Nadie advierte la carta porque ésta se encuentra a la vista de todos. Sin duda estén en juego fuerzas poderosas que querrian evitar que aquf se ad- vierta algo. Con todo, hace tiempo que es hora de que la luz de la opi- jcas en que vir nién publica caiga sobre las condiciones pal ven los empleados. La situacién de éstos se ha modificado ra- dicalmente desde los afios de preguerra. ‘Ya en términos puramente cuantitativos, hoy en Alemania hay 3,5 millones de empleados; 1,2 millones de ellos son muje- mop me ore Dinstién Cis 6 gai Los munizanos: 7 res. En un lapso en el que el niimera de los obreros no legs a duplicarse, los empleados précticamente se han quintuplica- do. Por cada cinco obreros hay, actualmente, un empleado. ‘También el néimero de funcionarios puiblicos ha experimenta- do un intenso crecimiento. Casi la mitad de esta enorme masa de empleados se en- cuentra ocupada en el comercio, en los bancos y en el trans- porte. Cabe destacar que, en los siltimos afios, el niimero de Jos empleados industriales ha aumentado con especial rapi- istrativas, organizaciones, et- ‘ibucién de las profesiones, 10€s, con mucho, el de los empleados cétera. En lo que respecta ala di el grupo més significa de comercio, con 2,25, nes. Le siguen, a considerable di tancia, los demés grupos ~de dimensiones précticamente milares- los empleados de oficina, los téenicos y los capata- ces cada uno de os cuales stiende alrededor de uncuarto Las razones para este formidable crecimiento pueden extra- erse de la bibliografia especializada. Se vinculan, esencialmen- te, con los cambios estructurales en la economfa. La evolucién hacia la gran empresa moderna, junto con la simulténea transformacién de su forma de organizacién; la expansién del rosos grupos, todo esto hizo que aumentaran las cifras, sar de todas las reducciones de personal. El hecho de que, precisamente, tantas mujeres hayan accedido a puestos como empleadas puede explicarse a partir del mayor excedente de poblacién femenina, a partir de las consecuencias econémicas de la guerra y lainflacién, y de la necesidad de independencia econémica que sintié la nueva generacién de mujeres. El salto dialéctico de la cantidad a la calidad no se hizo es- perar. O, en cuanto al contenido, la cualidad se convirtié en ‘SieorRIED Keacaven Los eurusavos itidad. La causa de este salto es la tan mencionada raciona- ‘én. Desde que existe el capitalismo, continuamente ha habido racionalizaciones dentro de los limites trazados por él, pero el periodo de racionalizacién que va de 1925 a 1928 sefia- la una fase especialmente importante. Ha producido la instala- ‘cin de la maquina y de los métodos de la «cadena de montaje» en las salas de empicados de las grandes empresas. A través de esta reorganizacién efectuada segiin el modelo norteamerica- no ~y que esté lejos de hallarse concluida-, gran parte de las nuevas masas de empleados asumen, dentro del proceso de trabajo, una funcién menor que antes. Actualmente hay una multitud de empleados no cualificados y cualificados que cum- plen con una actividad mecénica. (En las tiendas de precios fi- jos surgidos recientemente, por ejemplo, las tareas de las ven- dedoras estén mecanizadas.) En lugar de los precedentes «suboficiales del capital» ha aparecido un imponente ejército, cen cuyas filas surgen cada vez més hombres corrientes, que son intercambiables entre sf ‘Nada menos que Emil Lederer dice que se alude a «un he- cho objetivo cuando se afirma que los empleados comparten el destino del proletariado». Incluso se atreve a decir que af i en que avin encontramos la esclavitud moderna [.,.] ya no es la empresa en que trabaja la gran masa de los obreros, sino 4) i es la oficinay Es posible discuti pero no es posible poner en duda la proletarizacién de los em- pleados. En todo caso, para amplios sectores que trabajan ba- in de empleados rigen las mismas condiciones ‘que para el proletariado en sentido estricto. Se ha formado un ito industrial de reserva integrado por empleados. A la in segiin la cual se trata de un fenémeno pasajero, se ‘pone ofra que sostiene que ese ejército sélo puede ser supri- mido junto con el sistema que lo ha conjurado: una discusién de la que habré que hablar luego. Ademés, se ha agravado la p89 mag ute, Dimon Cis © godin us inseguridad de la existencia y se ha desvanecido casi por com- pleto la perspectiva de independencia. En consecuencia, jes posible sostener la creencia de que los empleados cons algo asf como una «nueva clase media»? Se veré que las ilu- siones producidas para los empleados se topan con una abun- dante demanda. De todos modos, el sentido de la realidad que poseen los empleados se ha agudizado a raiz de su oprimida situacién ma terial. Los sueldos promedio ~que, para los cualificados, se si ttian por debajo de los 150 marcos y, para los que tienen ma- yor antigiiedad en la profesién, ilmente alcanzan, en los puestos altos, los 500 marcos~ los obligan a considerarse, al menos desde el punto de vista econémico, como asalariados. Por lo demés, el ingreso de las empleadas, por regla general, es ferior en un 10-15%. En la lucha por mejores condiciones de trabajo se ha organizado sindicalmente alrededor del 50% de los empleados. Los tres sindicatos principales son: La «Asociacién general libre de empleados»? («Asociacién Afa»), con mas de 400.000 miembros. A ella pertenecen: la «Liga central de empleados»' («Z.d.A.»), la «Asociacién ale- mana de capataces»,’ «Liga de empleados y fancionarios téc- niicos» («Butab») y «Liga general de empleaclos de banco ale- maness;’ ademas, ‘timas y casi todos los sindicatos ical establece la relacién de la to libre~" con la « Asocia- cin sindical general de Al en términos politicos, es- td muy préxima al Partido Socialdemécrata. Impulsa la am- pliacién de la legislacién referente a la del sistema capitalista a de artistas. Un contrato <«Asociacién Afar —< si fundamentalmente a empleados de comercio y oficinistas. Junto con la «Unién alemana de funcionarios ban- ear KRACAUER 6 si cariose!!y la «Liga general de empleados de seguros»,"" con los que se encuentra organizado en el «Circulo sindical alemén»!* =que comprende las « Uniones sindicales Hirsch-Duncler-—" conforma el grupo «nacional-liberal» del movimiento de em- pleados, que retine @ 376.000 miembros, Su posicisn es, a grandes rasgos, demoerética. En términos de politica sindical, coincide ampliamente con la «Asociacién Ala» La «Confederacién de sindicatos de empleados alemanes»'" («Gedag»), con més de 400,000 miembros. Sus ligas més im- portantes son la «Liga nacional alemana de auxiliares de co- mercio»"* («D.H.V.») y la «Liga de empleadas de comercio y oficina».”” La ‘Trabajo intelectual, gusto en vender, trabajo facil y respe- table... no todos los suefios florales maduran." En todo caso, no basta con sentirse llamado; también hay que ser elegido.” [Blegido por las instancias que activan el proceso econémico que los activa. En Dresde, los fabricantes de zapatos, segiin

También podría gustarte