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armado de su dignidad y su
cansancio, chueco hasta lo
inimaginable, decide retirarse
tras llegar a la conclusin de
que actualmente (1968, pero
vale tambin hoy) el verdadero
horror est en las calles. En un
duelo con un psicpata
francotirador, Boris avanza
imparable por ltima vez en su
vida. En su pelcula siguiente
(The Crimson Cult, de V.
Sewell) otro partenaire de lujo,
su compatriota Christopher
Lee, lo asistira como alumno
aventajado junto a la diosa
del gnero en los 60, Barbara Steele en sus conjuros de
magia negra. Luego vendran los citados engendros
binacionales, rodados casi en silla de ruedas y con un
tanque de oxgeno a mano como Huston en Desde ahora y
para siempre . Y una bronquitis pudo, en el invierno del
69, lo que hordas de irascibles campesinos, variados
recursos tecnolgicos y numerosos heraldos del Bien no
haban podido: llevarse al bueno y viejo monstruo. Pero es
sabido que ste nunca muere. Si Lorre era el perverso
absoluto que apenas poda disimular el placer que le
causaba ser tan malvado; si Lugosi ademn vivientesupo convertir a sus actuaciones en documentales de su
delirio; si Price es hasta hoy la manifestacin ms acabada
de una inteligencia y una sensibilidad sobrehumanas
puestas al servicio del Mal, Karloff ser para siempre la
encarnacin de una Voluntad irrefrenable, destinada a
arremeter una y otra vez. Un monstruo que lo es a menudo
a su pesar, sin dejar de participar en la humanidad. Hay
algo heroico en su villana, y en su malignidad suele haber
una buena dosis de justicia. Karloff vive, recordndonos en
cada film que es el tipo ideal para volver de la tumba.