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El hombre que permite al mundo, o al menos a su mundo, elegir por el su plan de

vida, no tiene ms necesidad que de la facultad de imitacin de los simios. Pero aquel
que lo escoge por s mismo pone en juego todas sus facultades. Debe emplear la
observacin para ver, el raciocinio y el juicio para prever, la actividad para reunir los
materiales de la decisin, el discernimiento para decidir, y, una vez que haya decidido, la
firmeza y el dominio de s mismo para mantenerse en su ya deliberada decisin.
La consecuencia de aceptar cmodamente la costumbre por parte de un hombre.

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