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5 Cuando considero la corta duracién de smi yida,rabsorbida en la etemidad prece- dente y siguiente ~memoria hosptis unis dizi pracereunsis-,e| pequeno espacio que ocupo € incluso que veo, abismado en la infnitainmensidad de los espacios que ig- foro ¥ que me ignocan, me espanto y me asombro de verme agut y no all, porque ro existe ninguna raxin de estar agut y no alll, ahora y no en otto tiempo. ¢Quién ‘me ha puesto aque? :Por orden y voluntad cde quida crte lugar y exte tempo han sido destinados a me Pascat Z 1, FACHADA / , La Vida concluye en el momento en aie ee la fotografia. Es casi un simbolo de Hollywood, Tara no tenia habitaciones en su interior. Fra sélo una fachada Damn 0. Sexznick EI muchacho se acerca a la casa. Vereda de aler~ ces. La Fronda. Callarde ligrimas. El amor es una mercla de sentimencalismo y sexo (Burroughs). La ‘mansi6n sélo es fachada y la desmantelan para insta- Jarla en Atlanta. 1959, Todo esté envejecido. No es tun fenémeno reciente, Todo eagado desde hace mu- cho tiempo. Y los espafoles imitan tu modo de ha- blar. El ono sudamericano. Una vereda de palmeras ‘Todo lento y asmatico. Bidlogos aburridos contem- plan la luvia desde los ventanales de su corporacién. No sirve camsar con sensimiento: Querida mia, donde uiera que esté: ya no hay nada que hacer, no es ne- cesario ol gesto que nunca llegé. wEra sélo wna facha- dda.» El muchacho camina hacia la casa. 15 2. LATOTALIDAD DEL VIENTO Carreteras gemelas tendidas sobre el atardeces, cuando todo parece indicar que la memoria y la deli- cadeza kaputt, como el auromévil alquilado de un eu- rista que penetra sin saberlo.en.zonas de guerra y ya zo vuelve més; al menos no en automévil, un hombre que corre a través de carreteras tendidas sobre una zona que su mente se niege a aceprar como limite, punto de convergencia (el dragén transparente), y ls noticias dicen que Sophie Podolski kapuce en Belgica, la nifia del Montfaucon Research Center (un olor in- digno de una mujer), y los labios exangiics dicen «veo camareros de temporada caminando por una playa dlesirea a las ocho de la nocher... «Gestos lentos, no sé si reales o itealey... (Un grupo barrido por el viento cargado de arena»... «Una nifia de once afios muy gor- dda ilumin6 por un instante la piscina publican... gY a ti también te persigue Colan Yar... «gUna pradera 16 -=- 4 \ negra incrustada ey Ia autopista?s.. El tipo esté senta- doen una dela terrazas del ghetto conjetural. Bsribe postales pues su respiracién le impide hacer poemas como él quisiera. Quiero decir: poemas gratuite, sin ningsin valor afadido. Sus ojos retienen una visin de ccuerpos desnudos que se mueven con lenttud fuera del mar. Después s6lo resta el vaclo, «Camareros de ‘temporada caminando por la playa»... «La luz del atar- decer descompone nuestra pereepcién del viento v7 3. CUADROS VERDES, ROJOS ¥ BLANCOS Ahora dl, 0 lz mitad de él, se sube a una marca La marea es blanca. Ha tomado un tren en direccién contraria a la que deseaba. Sélo €l ocupa el comparti- mento, las cortinas estin descorridas y el atardecer se pega en'tl vidrio sucio. Colores répidos, oscuros, in- tensos, se despliegan sobre el cuero negro de los asien- tos. Hemos creado un espacio silencioso para que él de alguna manera trabaje. Enciende un cigarillo. La cajita de los fésforos es sepia. Sobre la cubicrta exté dibujado un hexégono compuesto de doce fésforos. FY culo es: sJugar con fésloross, y, como indica un riimero 2 en el Angulo superior izquierdo, éste es el segundo juego de la coleccién. El juego se lama «La inctefble fuga de criéagulos», Ahora su atenciéa se de- tiene en un objero pélido, al cabo de un rato advier- te que es un cuadrado que empieza a fragmentarse Lo que antes reconocié como pantalla se transfor 18 TTT ‘ma en marea blanda, palabras'blancss, vidrios que f- nalizan su tansparencia en una blancure ciega per rmanente. De improviso un grito concentra su aten- cin, El breve sonido le parece como un color tragado por una fisura, ;Pero qué color? La frase «El tren se detuvo en un pueblo del norte» no le deja ver un mo- vimiento de sombras que se desarrollaen el asiento de enfrente. Se cubte e!rostro con los dedos lo suficien- temente separados como para atsbar cualquier objeto aque se le aproxime. Busca cigartillos en los bolsillos de la chaqueta. Cuando exhala fa primera bocanada piensa que la fdelidad se mueve con la misma rigidez que el tren. Una nube de humo opalino cubre su ros- ito, Piensa que la palatira stostro» crea sus propios ojos azules.-Alguien grea, Observa sus pics fjos en el suelo. La palabra «zapatos» jamds levitaré. Suspira, ‘wuelve el rostro hacia la ventana, el campo parece en- vuelto por una luz mds oscura. Como la luz de mi ca- beaa, piensa. El ceen se desliza junto a un bosque. En algunas zonas se puede ver la huella de incendios re- cientes. A él no le extraia no ver a ninguna persona en las orillas del bosque. Pero el jorobadico vive alll, siguiendo un sendero para bicicleas, un kilémecro ds adentro. Le dije que preferia no escuchar més. ‘Aqui puedes encontrar conejos y rats que parecen ar- Alls. EL bosque esti delimitado por la arrerera hacia cl oeste la linea del ferrocartil hacia el este. En los alrededores hay huertos y campos de labranza, y pré- ximo a la ciudad un rio contaminado en cuyas riberas 19 hay cementerios de coches y campamentos de gita- nos. Mis allé esti el mar. Fl jorobadito abre una lata de conservas apayando la mitad de su espalda contra tun pino pequefio y podrido. Alguien grté en el otro exttemp del vagén, posiblemente una mujer, se dijo rill con la suela del zapato. ros verdes, rojos y blancos, de ‘manga larga y hea de algodén. Coit la mano iz- 4quierda el jorobadito sostiene una lta de sardinas con salsa de tomate. Esté comicido. Sus ojos escudrifian el folaj. Escucha pasar el wen, . 20 — \ 4, SOY MI PROPIO HECHIZO Se pasean los fantasmas de la Plaza Real por las escaleras de mi casy Tapado hasta las cejs, inmévil en le cama, transpirando y repitiendo mentalmente palabras que no quieren decir nada los oigo revolver- se, encender y apagar las luces, subir con tuna morosi- ad insoportable hacia la azotea. Yo soy la luna, pro- pone alguien. Pero antes fui el pandillero y tuve al frabe en mi mira y apreré el gatillo en el minuto me- ros propicio. Calles estrechas en el interior del Distri- to V, sin posibilidades de salir o de cambiar el destino que planeaba como una chilaba sobre mis pelos gra- sientos. Palabras que se alejan unas de otras. Juegos uurbanos concebidos desde tiempos inmemoriales.. «Frankfuro... «Una muchacha rubia en la ventana més grande de Ia pensiény... «Ya no puedo hacer nada»... Soy mi propio hechizo. Mis manos palpan un ‘mural en donde alguien, veinee centimetros mis alto 2 {que yb, permanece en la sombra, con las manos en los bolsillos de a chaqueta, preparando la muerte y su ul- terior transparencia, El lenguaje de los otros es ininte- ligible para mf. «Cansado después de muchos dias sin dormir»... eUna miichacha rubia bajé las escalera.. «gMe llamo Roberto Bolafior... bri los brazose. ‘ + 2 SAZUL sf i Hl camping La Comuna de Calabria segtin nota sensacionalista apayecida en PEN. Hostigados por la gente del pueblo: en el interior los campistas se pasea- ban desnudos. Seis chicos muertos en las cercanias «Bran campistase.. «Bueno, del pueblo no son». Meses antes recibieron una visita de la Brigada Antiterrorsta Se desmadraban, follaban en todas partes, quiewo decir: follaban en grupo y en donde les venia en ganab... «Al principio guardaron las distancas, slo lo hacfan dentro del camping, pero est aio armaron orgias en la plays y cn los alrededores del pueblo». La polica interroga a los campesinos: «Yo no lo hice, dice uno, «si alguien hhubiera prendido fuego al camping podrian echarme la ‘cups, mis de una vez lo pensé, pero no tengo corazén. para balear a seis muchachosw.. Tal ver fue la mafia. Tal ‘vez se suicidaron. Tal vez ha sido un suefio. El viento entre las rocas. El Mediterrineo. Azul 23 6. GENTE RAZONABLE Y GENTE IRRAZONABLE Me sospecharon desde el principio»... «Tipos pé lidos comprendieron lo que habia dts dees passe jer. eUn camping, un bosque, un club de tenis, un picadero, la carretera te Ieva-ejos si quieres i lejos. eMe sospecharon un espia pero de qué diabloss «Entre gente razonable y gente irrazonablen... «Ese tipo que corte por allf no existe... el es la verdadera cabera de este asunton.. «Pero también sofé mucha- chase... «Bueno, gente conocida, los mismos rostros del verano pasador... La misma gentleza... «Ahora cl dempo es el borrador de todo aquellov.. eLa mur ‘hacha ideal me sospeché desde el primer momen- {or «Un invento mfom.. «No habia espionaje ni hos- tins... «Bra tan claro que lo desecharon 24 as 72ELNIO / El infierno que vendré... Sophie Podolski se suici- 6 hace varios afios... Khora tendrfa veintsiete, como yo... Patrones egipcios en el cieloraso, los empleados se acercan lentamente, campos polvorientos, es el fin de abril y les pagan con heroin... He encendido la radio, una voz impersonal hace el recuento por ciuda- des de los detenidos en el dia de hoy... Hasta las cero horas, sin novedad»... Una muchacha que escribia cdragones, totalmente podrida en algsin nicho de Bru- selas.. «Metralleas, pistolas, granadas decomisadase... Estoy solo, toda la mierda literaria ha ido quedando aris, revstas de poesia, ediciones limitadas, todo ese chiste gris quedé ates... l ipo abrié la puetta con la primera patada y te puso la pistola debajo del men- én... Edificios abandonados de Barcelona, casi una invitacin para suicidarse en paz... El sol detrés de la cortina de polvo en el atardecer junto al Nilo... El par 25 ‘un piga con heroina y los campesinos esnifan en los surcos, tirados sobre las mantas, bajo palmeras escrtas ue alguien corrige y hace desaparecer... Una mucha- cha belga que esctibia como una estrella... «Ahora tendria weintsiete, como yom * 26 8, LOS UTENSILIOS DE LIMPIEZA Alabaré estas carreteras y estos instante, Paraguas de vagabundos abandorfados en explanadas al fondo de las cuales se yerguen supermercados blancos. Es verano y los policis beben en la itima mesa del bar. Junto al rocadiseos una muchacha escucha canciones de moda, Alguien camina a estas horas lejos de aqul, alejindose de aqui, dispuesto a no volver mds. ;Un ‘muchacho desnudo sentado junto a su tienda en el interior del bosque? La muchacha entré en el bao con patos inseguros y se puso @ vomitat. Bien mirado, «5 poco el iempo que nos dan para construir nuestra Vida en I tierra, quiero decir asegurar algo, casas, esperar la muerte. Sus ojos en el espejo como eartas desplegadas en una habitacién en penumbra; el bulto que respira, hundido en la cama con ella. Los hom- bres hablan de,rateros muertos, precios de chalets en Ja costa, pagas’ extras. Un dia morieé de cincer. Los 7 uteniilios de limpieza eomienzan a levitar en su ima- ginacidn, Ella dice: podrta seguir y seguit. El mucha- cho entré en la habitacién y la cogié de los hombros -Ambos lloraron como personajes de peliculas diferen- tes proyectadas en'la misma pantalla. Escena roja de -cuetpos que abren la espita del gas. La mano huesuda "y hermosa hizo ggg la lave. Escoge wna sola de estas fens escapé des ores. sn hotel deseonoch do... «No més caminos. 28 9. UNMONO / Enumerar es alabar, dijo la muchacha (dieciocho, poeta, pelo largo). En [i hora de la ambulancia dete- nida en el callej6n. El camillero aplasté la colilla con cl zapato, luego avanz6 como un oso. Me gustaria que apagaran las luces de las ventanas y que esos desgra- ciados se fueran a dormir. Quién fue el primer ser ‘humano que se asomé a una ventana? (Aplausos.) La gente esté cansada, no me asombraria que un dia de étos nos recibieran a balazos. Supongo que un mono. [No puedo hilar lo que digo. No puedo expresarme con coherencia ni escribir lo que pienso. Probable- mente deberla dejarlo todo y marcharme, :no lo hizo as{ Teresa de Avila? (Aplausos y risas) Un mono aso- mado a una ventana purulenta viendo declinar el dia. Bl camilero se acere6 a donde estaba fumando el sa geno; apenas se saludaron con un movimiento de ca- beza sin legar a mirarse. A simple vista uno podia no- 29 tar Que no habfa muerto de un ataque cardiaco. Esta- 10. NO HABIA NADA ba bocabajo y én Ia espalda, sobre el suécer martén, se aprecaban varios agujeros de bala. Le descargaron tina ametalladora enters, dijo un enano que estaba a la inquierda del sargento y que el camillero no habla visto. A lo lejos oyeron el ruido en sordina de una > manifestacién. Segs mejor que nos vayamos antes de aque cietren la avEhida, dijo cl enano. El sargento no pparecié escucharl, ensimismado en la contemplacién de las ventanas oscuras con gente que miraba el espec- téculo. Vamonos répido. :Pero addnde? No hay comi- sarias. Emumerar es alabat, se rié la muchacha. La ‘misma pasidn, hasta el infinieo. Coches deeenidos en- No hay comisarfas, no hay hospitales, no hay tre baches y tarros de basura. Puertas que se abren y nada. Al menos no hay nada que puedas conseguit Juego se ciercan sin motivo aparente. Motores, fos, con dinero, «Nos movemos por impulsos instancé- |i ambulancia sale en marcha atrés. La hora se infla nneos».. «Algo as{ destruird el inconsciente y quedare- revienta, Supongo que fue un mono en la copa de un mos en el aire... qRecuerdas ese chiste del toreto que tbo salfa a la arena y no habia toro, no habia arena, no har bia nada... Los policfas bebieron brisas andrquicas Alguien se puso a aplaudir, 31 If, ENTRE LOS CABALLOS nero para is ala ciudad de su promerida. Un amigo le proporciona la posibilidad de escribir articulos para luna revista. El piensa que con los cuatro primeros puede pagar el autobis de ida y vuelta y eal vez alga- . nos dias de alojamicnto en una pensién barata. Esci- be a su chica ananciando el viaje. Pero no puede re ; dacrar ningiin aticulo, Pasa las tardes sentado a una “ ‘mesa de la terraza del picadero intentando escribir, pero no puede. No le sale nada, como vulgarmente se dice, El tipo reconoce que esté acabado. Sélo escribe breves textos policiales. El viaje se aleja de su futuro, se pierde, y él permancce apatico, quieto, trabajando Soné con una mujer sin boca, dice el tipo en la de manera automatica entre los caballo. cama. No pude reprimir una sonrisa, Las imdgenes . son empujadas nuevamente por el émbolo. Mira, le dije, conozco una historia-tan triste como ésa. Es un cscrifor que-vive en las afueras de la ciudad. Se gana la vida trabajando en un picadero. Nunca ha pedido gran cosa de la vida, le basta con tener un euatto y tiempo libre para lee. Pero un dia conoce a una mi chacha que vive en otra ciudad y se enamora, Deci- ‘ den casatse. La muchacha vended a vivir con él. Se plantea el primer problema: conseguir una casa lo su- ficientemente grande para los dos. El segundo proble- ima es de dénde sacar dinero para pagar esa cas. pués todo se encadena un trabajo con ingresos (en los picaderos se trabaja a comisién, més cuarto, | comida y una pequefia paga al mes), legalizar sus pa- ples, seguridad social, etc. Por lo pronto necesia di- 32 33

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