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Cuando considero la corta duracién de
smi yida,rabsorbida en la etemidad prece-
dente y siguiente ~memoria hosptis unis
dizi pracereunsis-,e| pequeno espacio que
ocupo € incluso que veo, abismado en la
infnitainmensidad de los espacios que ig-
foro ¥ que me ignocan, me espanto y me
asombro de verme agut y no all, porque
ro existe ninguna raxin de estar agut y no
alll, ahora y no en otto tiempo. ¢Quién
‘me ha puesto aque? :Por orden y voluntad
cde quida crte lugar y exte tempo han sido
destinados a me
Pascat
Z1, FACHADA / ,
La Vida concluye en el momento en
aie ee la fotografia. Es casi un simbolo de
Hollywood, Tara no tenia habitaciones en
su interior. Fra sélo una fachada
Damn 0. Sexznick
EI muchacho se acerca a la casa. Vereda de aler~
ces. La Fronda. Callarde ligrimas. El amor es una
mercla de sentimencalismo y sexo (Burroughs). La
‘mansi6n sélo es fachada y la desmantelan para insta-
Jarla en Atlanta. 1959, Todo esté envejecido. No es
tun fenémeno reciente, Todo eagado desde hace mu-
cho tiempo. Y los espafoles imitan tu modo de ha-
blar. El ono sudamericano. Una vereda de palmeras
‘Todo lento y asmatico. Bidlogos aburridos contem-
plan la luvia desde los ventanales de su corporacién.
No sirve camsar con sensimiento: Querida mia, donde
uiera que esté: ya no hay nada que hacer, no es ne-
cesario ol gesto que nunca llegé. wEra sélo wna facha-
dda.» El muchacho camina hacia la casa.
152. LATOTALIDAD DEL VIENTO
Carreteras gemelas tendidas sobre el atardeces,
cuando todo parece indicar que la memoria y la deli-
cadeza kaputt, como el auromévil alquilado de un eu-
rista que penetra sin saberlo.en.zonas de guerra y ya
zo vuelve més; al menos no en automévil, un hombre
que corre a través de carreteras tendidas sobre una
zona que su mente se niege a aceprar como limite,
punto de convergencia (el dragén transparente), y ls
noticias dicen que Sophie Podolski kapuce en Belgica,
la nifia del Montfaucon Research Center (un olor in-
digno de una mujer), y los labios exangiics dicen «veo
camareros de temporada caminando por una playa
dlesirea a las ocho de la nocher... «Gestos lentos, no sé
si reales o itealey... (Un grupo barrido por el viento
cargado de arena»... «Una nifia de once afios muy gor-
dda ilumin6 por un instante la piscina publican... gY a
ti también te persigue Colan Yar... «gUna pradera
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-=- 4
\
negra incrustada ey Ia autopista?s.. El tipo esté senta-
doen una dela terrazas del ghetto conjetural. Bsribe
postales pues su respiracién le impide hacer poemas
como él quisiera. Quiero decir: poemas gratuite, sin
ningsin valor afadido. Sus ojos retienen una visin de
ccuerpos desnudos que se mueven con lenttud fuera
del mar. Después s6lo resta el vaclo, «Camareros de
‘temporada caminando por la playa»... «La luz del atar-
decer descompone nuestra pereepcién del viento
v73. CUADROS VERDES, ROJOS ¥ BLANCOS
Ahora dl, 0 lz mitad de él, se sube a una marca
La marea es blanca. Ha tomado un tren en direccién
contraria a la que deseaba. Sélo €l ocupa el comparti-
mento, las cortinas estin descorridas y el atardecer se
pega en'tl vidrio sucio. Colores répidos, oscuros, in-
tensos, se despliegan sobre el cuero negro de los asien-
tos. Hemos creado un espacio silencioso para que él
de alguna manera trabaje. Enciende un cigarillo. La
cajita de los fésforos es sepia. Sobre la cubicrta exté
dibujado un hexégono compuesto de doce fésforos.
FY culo es: sJugar con fésloross, y, como indica un
riimero 2 en el Angulo superior izquierdo, éste es el
segundo juego de la coleccién. El juego se lama «La
inctefble fuga de criéagulos», Ahora su atenciéa se de-
tiene en un objero pélido, al cabo de un rato advier-
te que es un cuadrado que empieza a fragmentarse
Lo que antes reconocié como pantalla se transfor
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TTT
‘ma en marea blanda, palabras'blancss, vidrios que f-
nalizan su tansparencia en una blancure ciega per
rmanente. De improviso un grito concentra su aten-
cin, El breve sonido le parece como un color tragado
por una fisura, ;Pero qué color? La frase «El tren se
detuvo en un pueblo del norte» no le deja ver un mo-
vimiento de sombras que se desarrollaen el asiento de
enfrente. Se cubte e!rostro con los dedos lo suficien-
temente separados como para atsbar cualquier objeto
aque se le aproxime. Busca cigartillos en los bolsillos
de la chaqueta. Cuando exhala fa primera bocanada
piensa que la fdelidad se mueve con la misma rigidez
que el tren. Una nube de humo opalino cubre su ros-
ito, Piensa que la palatira stostro» crea sus propios
ojos azules.-Alguien grea, Observa sus pics fjos en el
suelo. La palabra «zapatos» jamds levitaré. Suspira,
‘wuelve el rostro hacia la ventana, el campo parece en-
vuelto por una luz mds oscura. Como la luz de mi ca-
beaa, piensa. El ceen se desliza junto a un bosque. En
algunas zonas se puede ver la huella de incendios re-
cientes. A él no le extraia no ver a ninguna persona
en las orillas del bosque. Pero el jorobadico vive alll,
siguiendo un sendero para bicicleas, un kilémecro
ds adentro. Le dije que preferia no escuchar més.
‘Aqui puedes encontrar conejos y rats que parecen ar-
Alls. EL bosque esti delimitado por la arrerera hacia
cl oeste la linea del ferrocartil hacia el este. En los
alrededores hay huertos y campos de labranza, y pré-
ximo a la ciudad un rio contaminado en cuyas riberas
19hay cementerios de coches y campamentos de gita-
nos. Mis allé esti el mar. Fl jorobadito abre una lata
de conservas apayando la mitad de su espalda contra
tun pino pequefio y podrido. Alguien grté en el otro
exttemp del vagén, posiblemente una mujer, se dijo
rill con la suela del zapato.
ros verdes, rojos y blancos, de
‘manga larga y hea de algodén. Coit la mano iz-
4quierda el jorobadito sostiene una lta de sardinas con
salsa de tomate. Esté comicido. Sus ojos escudrifian
el folaj. Escucha pasar el wen, .
20
—
\
4, SOY MI PROPIO HECHIZO
Se pasean los fantasmas de la Plaza Real por las
escaleras de mi casy Tapado hasta las cejs, inmévil
en le cama, transpirando y repitiendo mentalmente
palabras que no quieren decir nada los oigo revolver-
se, encender y apagar las luces, subir con tuna morosi-
ad insoportable hacia la azotea. Yo soy la luna, pro-
pone alguien. Pero antes fui el pandillero y tuve al
frabe en mi mira y apreré el gatillo en el minuto me-
ros propicio. Calles estrechas en el interior del Distri-
to V, sin posibilidades de salir o de cambiar el destino
que planeaba como una chilaba sobre mis pelos gra-
sientos. Palabras que se alejan unas de otras. Juegos
uurbanos concebidos desde tiempos inmemoriales..
«Frankfuro... «Una muchacha rubia en la ventana
més grande de Ia pensiény... «Ya no puedo hacer
nada»... Soy mi propio hechizo. Mis manos palpan un
‘mural en donde alguien, veinee centimetros mis alto
2{que yb, permanece en la sombra, con las manos en los
bolsillos de a chaqueta, preparando la muerte y su ul-
terior transparencia, El lenguaje de los otros es ininte-
ligible para mf. «Cansado después de muchos dias sin
dormir»... eUna miichacha rubia bajé las escalera..
«gMe llamo Roberto Bolafior... bri los brazose.
‘ +
2
SAZUL sf i
Hl camping La Comuna de Calabria segtin nota
sensacionalista apayecida en PEN. Hostigados por la
gente del pueblo: en el interior los campistas se pasea-
ban desnudos. Seis chicos muertos en las cercanias
«Bran campistase.. «Bueno, del pueblo no son». Meses
antes recibieron una visita de la Brigada Antiterrorsta
Se desmadraban, follaban en todas partes, quiewo decir:
follaban en grupo y en donde les venia en ganab... «Al
principio guardaron las distancas, slo lo hacfan dentro
del camping, pero est aio armaron orgias en la plays y
cn los alrededores del pueblo». La polica interroga a
los campesinos: «Yo no lo hice, dice uno, «si alguien
hhubiera prendido fuego al camping podrian echarme la
‘cups, mis de una vez lo pensé, pero no tengo corazén.
para balear a seis muchachosw.. Tal ver fue la mafia. Tal
‘vez se suicidaron. Tal vez ha sido un suefio. El viento
entre las rocas. El Mediterrineo. Azul
236. GENTE RAZONABLE Y GENTE
IRRAZONABLE
Me sospecharon desde el principio»... «Tipos pé
lidos comprendieron lo que habia dts dees passe
jer. eUn camping, un bosque, un club de tenis, un
picadero, la carretera te Ieva-ejos si quieres i lejos.
eMe sospecharon un espia pero de qué diabloss
«Entre gente razonable y gente irrazonablen... «Ese
tipo que corte por allf no existe... el es la verdadera
cabera de este asunton.. «Pero también sofé mucha-
chase... «Bueno, gente conocida, los mismos rostros
del verano pasador... La misma gentleza... «Ahora
cl dempo es el borrador de todo aquellov.. eLa mur
‘hacha ideal me sospeché desde el primer momen-
{or «Un invento mfom.. «No habia espionaje ni hos-
tins... «Bra tan claro que lo desecharon
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as
72ELNIO /
El infierno que vendré... Sophie Podolski se suici-
6 hace varios afios... Khora tendrfa veintsiete, como
yo... Patrones egipcios en el cieloraso, los empleados
se acercan lentamente, campos polvorientos, es el fin
de abril y les pagan con heroin... He encendido la
radio, una voz impersonal hace el recuento por ciuda-
des de los detenidos en el dia de hoy... Hasta las cero
horas, sin novedad»... Una muchacha que escribia
cdragones, totalmente podrida en algsin nicho de Bru-
selas.. «Metralleas, pistolas, granadas decomisadase...
Estoy solo, toda la mierda literaria ha ido quedando
aris, revstas de poesia, ediciones limitadas, todo ese
chiste gris quedé ates... l ipo abrié la puetta con la
primera patada y te puso la pistola debajo del men-
én... Edificios abandonados de Barcelona, casi una
invitacin para suicidarse en paz... El sol detrés de la
cortina de polvo en el atardecer junto al Nilo... El par
25‘un piga con heroina y los campesinos esnifan en los
surcos, tirados sobre las mantas, bajo palmeras escrtas
ue alguien corrige y hace desaparecer... Una mucha-
cha belga que esctibia como una estrella... «Ahora
tendria weintsiete, como yom
*
26
8, LOS UTENSILIOS DE LIMPIEZA
Alabaré estas carreteras y estos instante, Paraguas
de vagabundos abandorfados en explanadas al fondo
de las cuales se yerguen supermercados blancos. Es
verano y los policis beben en la itima mesa del bar.
Junto al rocadiseos una muchacha escucha canciones
de moda, Alguien camina a estas horas lejos de aqul,
alejindose de aqui, dispuesto a no volver mds. ;Un
‘muchacho desnudo sentado junto a su tienda en el
interior del bosque? La muchacha entré en el bao
con patos inseguros y se puso @ vomitat. Bien mirado,
«5 poco el iempo que nos dan para construir nuestra
Vida en I tierra, quiero decir asegurar algo, casas,
esperar la muerte. Sus ojos en el espejo como eartas
desplegadas en una habitacién en penumbra; el bulto
que respira, hundido en la cama con ella. Los hom-
bres hablan de,rateros muertos, precios de chalets en
Ja costa, pagas’ extras. Un dia morieé de cincer. Los
7uteniilios de limpieza eomienzan a levitar en su ima-
ginacidn, Ella dice: podrta seguir y seguit. El mucha-
cho entré en la habitacién y la cogié de los hombros
-Ambos lloraron como personajes de peliculas diferen-
tes proyectadas en'la misma pantalla. Escena roja de
-cuetpos que abren la espita del gas. La mano huesuda
"y hermosa hizo ggg la lave. Escoge wna sola de estas
fens escapé des ores. sn hotel deseonoch
do... «No més caminos.
28
9. UNMONO /
Enumerar es alabar, dijo la muchacha (dieciocho,
poeta, pelo largo). En [i hora de la ambulancia dete-
nida en el callej6n. El camillero aplasté la colilla con
cl zapato, luego avanz6 como un oso. Me gustaria que
apagaran las luces de las ventanas y que esos desgra-
ciados se fueran a dormir. Quién fue el primer ser
‘humano que se asomé a una ventana? (Aplausos.) La
gente esté cansada, no me asombraria que un dia de
étos nos recibieran a balazos. Supongo que un mono.
[No puedo hilar lo que digo. No puedo expresarme
con coherencia ni escribir lo que pienso. Probable-
mente deberla dejarlo todo y marcharme, :no lo hizo
as{ Teresa de Avila? (Aplausos y risas) Un mono aso-
mado a una ventana purulenta viendo declinar el dia.
Bl camilero se acere6 a donde estaba fumando el sa
geno; apenas se saludaron con un movimiento de ca-
beza sin legar a mirarse. A simple vista uno podia no-
29tar Que no habfa muerto de un ataque cardiaco. Esta- 10. NO HABIA NADA
ba bocabajo y én Ia espalda, sobre el suécer martén, se
aprecaban varios agujeros de bala. Le descargaron
tina ametalladora enters, dijo un enano que estaba a
la inquierda del sargento y que el camillero no habla
visto. A lo lejos oyeron el ruido en sordina de una
> manifestacién. Segs mejor que nos vayamos antes de
aque cietren la avEhida, dijo cl enano. El sargento no
pparecié escucharl, ensimismado en la contemplacién
de las ventanas oscuras con gente que miraba el espec-
téculo. Vamonos répido. :Pero addnde? No hay comi-
sarias. Emumerar es alabat, se rié la muchacha. La
‘misma pasidn, hasta el infinieo. Coches deeenidos en- No hay comisarfas, no hay hospitales, no hay
tre baches y tarros de basura. Puertas que se abren y nada. Al menos no hay nada que puedas conseguit
Juego se ciercan sin motivo aparente. Motores, fos, con dinero, «Nos movemos por impulsos instancé-
|i ambulancia sale en marcha atrés. La hora se infla nneos».. «Algo as{ destruird el inconsciente y quedare-
revienta, Supongo que fue un mono en la copa de un mos en el aire... qRecuerdas ese chiste del toreto que
tbo salfa a la arena y no habia toro, no habia arena, no har
bia nada... Los policfas bebieron brisas andrquicas
Alguien se puso a aplaudir,
31If, ENTRE LOS CABALLOS nero para is ala ciudad de su promerida. Un amigo le
proporciona la posibilidad de escribir articulos para
luna revista. El piensa que con los cuatro primeros
puede pagar el autobis de ida y vuelta y eal vez alga-
. nos dias de alojamicnto en una pensién barata. Esci-
be a su chica ananciando el viaje. Pero no puede re
; dacrar ningiin aticulo, Pasa las tardes sentado a una
“ ‘mesa de la terraza del picadero intentando escribir,
pero no puede. No le sale nada, como vulgarmente se
dice, El tipo reconoce que esté acabado. Sélo escribe
breves textos policiales. El viaje se aleja de su futuro,
se pierde, y él permancce apatico, quieto, trabajando
Soné con una mujer sin boca, dice el tipo en la de manera automatica entre los caballo.
cama. No pude reprimir una sonrisa, Las imdgenes .
son empujadas nuevamente por el émbolo. Mira, le
dije, conozco una historia-tan triste como ésa. Es un
cscrifor que-vive en las afueras de la ciudad. Se gana la
vida trabajando en un picadero. Nunca ha pedido
gran cosa de la vida, le basta con tener un euatto y
tiempo libre para lee. Pero un dia conoce a una mi
chacha que vive en otra ciudad y se enamora, Deci- ‘
den casatse. La muchacha vended a vivir con él. Se
plantea el primer problema: conseguir una casa lo su-
ficientemente grande para los dos. El segundo proble-
ima es de dénde sacar dinero para pagar esa cas.
pués todo se encadena un trabajo con ingresos
(en los picaderos se trabaja a comisién, més cuarto, |
comida y una pequefia paga al mes), legalizar sus pa-
ples, seguridad social, etc. Por lo pronto necesia di-
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