El otro como requerimiento de justicia en Emmanuel Levinas
Es o no es una farsa la moral?, es la primera pregunta que se plantea
Emmanuel Levinas al inicio de su texto ms conocido Totalidad e Infinito. Ser definitivo responder esta pregunta; hacerlo dar la lucidez suficiente para entrever la posibilidad de la violencia en donde menos se piensa ella pueda ser posible. En este caso Levinas se refiere a el estado de guerra (Levins, 1977, pg. 47) el cual suspende la moral mediante dos operaciones: anular imperativos incondicionales y convertir as en irrisorias a las instituciones. El estado de guerra logra esto cuando, en ejercicio pleno de la razn, crea la poltica como el arte de preveer y ganar por todos los medios la guerra (Levins, 1977, pg. 47). Es la poltica quien maneja los hilos de la que ser su marioneta, la moral, a la que puede manipular y marginar en cuanto le convenga1. La realidad para Levinas, en consonancia con Herclito, es un estado de guerra inacabable, que la poltica disimula mediante la moral, mientras que al mismo tiempo es rompimiento permanente de la misma. Esta realidad, vindola en su desnudez misma, es dura. La realidad es dureza, donde la guerra es experiencia pura del ser puro (Levins, 1977, pg. 47) 2. Levinas trae una expresin grfica el momento mismo de su fulgor donde se queman los decorados de la ilusin (Levins, 1977, pg. 47), donde vida y muerte se cruzan en el mismo instante, y el ser y la nada se hacen uno.
1 Es innegable el vnculo entre la poltica y el estado de guerra, si se supone
que la poltica es aquel intento permanente de los hombres por evitar la guerra o visto de manera positiva, por preservar su existencia en medio del conflicto permanente que es inherente al acto de convivir. Sin embargo, regln seguido, queda la inquietud por el segundo prrafo del prefacio cuanto Levinas plantea la relacin entre el ser y la guerra, esta no como hecho, sino como estado patencia, verdad, o realidad misma del ser. La inquietud surge al pensar en Herclito y el cmo el conflicto permanente que desgarra y se impone puede ser en s, o mejor dicho, contra s, el reducto base sobre el cual se edifica el ser, la identidad que lo constituye como s mismo y no otro. 2 Esta expresin lleva a pensar en la dureza como constitutiva del ser, y cmo esta dureza es esencia de la guerra y por ella es dureza que despoja, anula, proyecta su sombra, se impone y desgarra al mismo ser que le da existencia. La guerra sera el ser mismo que se devora hacia la nada.