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La publicacién de Espectros da Marx en 1993 cupuso la primera contron- tacion oxplicita de Jacques Derrida con los textos de Marx. Su trabajo desplazo la lectura de los textos marxianos por mor de la aplicacion de la anoplia del instrumental anaiiico de la deconstruccién a la arquitectura linglilstica de diversos textos candnicos de la obra de Marx. El momento escogido por Derrida para ralvindicar vigorasamente la vigencia del mar xismo y la irenunciabilidad de «cierto espirity de Mark» itrumpié inter: pestivamente en un horizonte intelectual definide por la apologia del fin de, ta historia, ta ineluctabilidad del capitalismo como sistema social, la supre- sién intelectual del trabajo tedrico de Marx y la elisién de toda la expe. rlencia comunista de la historia del siglo 1x y de la conformacién de la modeniad, ‘Los autores que intervienen en este libro optan por diversos registros para enfrentarse a Espectros de Marx. mientras algunos de ellos acometen un Intenso diélogo con Derrida sobre las relaciones existentes entre marxis- mo y deconstruccién (Werner Hamacher, Fredric Jameson, Warren ‘Montag, Antonio Negri y Rasiko Mothik), otros efsctiian breves resenas polémicas de Espectros de Marx (Terry Eagleton y Piette Macherey) u ‘optan por lanzar una dura critica politica a la totalidad de la tentativa derr- deana de aproximarse al marxismo (Aljaz Ahmad, Tom Lewis). Ei volumen ‘eoncluye con una réplica de Derrida en la que desgrana sus opiniones ‘Sobre le controvertida cuestién de las relaciones que entreveran él mar- xismo y la deconstruccion, y en la que manifesta su posicién sobre algu- Ros de los conceptos mas candentes de la teorla marxiana, dcques Derrida, Director da Esivdos de la Ecole des Haules tees eh Sele Socios de Pais, e¥ autor de numétosos ibroe de oti, politica y erature, ete los jo ke nclyen De te gramatologi, Paliis de a amistad Palaera Michael Sprinkor fue orolesar de Literature Ingle y Comparaaa on ia St New York en Slory Brook Ene sur obrae desiacan Mlctory and ldeoloyy in Proust © MMOH 53286 UNAM i 384 st. de Inv. Floséficas NG Peet Pesce Coney eee Cee CeeaLy kK TSS AKAL CUESTIONES DE ‘ANTAGONISMO Indice general Agradecimientos 6 Introduccion, Michel Sprinker z La sonrisa del espectro, Antonio Negri... "1 Marx desmaterializado o el espiritu de Derrida, Pierre Macherey .. 23, ra robada de Marx, Fredric Jameson 3B Espiritus armados y desarmados: los Espectros de Marx de Derrida, ‘Worren Montog al Marxismo sin marxismo, Terry Eagleton ......-see00css0088 97 Reconclar Daria: Epecos de Mor pote deconsrucia ‘jz Ahmad 03 ‘Tas el derrumbe: atravesando las nieblas del 18 Brumario de las primaveras del Este, Rastko Motnik 129 La politica de la efantologia» en Espectros de Marx de Derrida, Tom Lewis 157 «Lingua amissav: el mesianismo del lenguaje de la mercancia y los Espectros de Marx de Derricia, Werner Hamacher 19 Marx e hijos, jacques Derrida seneebercesscssasseas TAD Agradecimientos El articulo «Marx Dematerialized, the Spirit of Derrida, de Pierre Macherey, se publics originalmente en Rethinking Marxism 8, 4 El articulo «Marx's Purloinder Letter», de Fredric Jameson, se publics origi- nalmente en New Left Review 209 (enero-febrero, 1995). El articulo «Marxism without Marsisms, de Terry Eagleton, se publics origi- nalmente en Radical Philosophy 73 (septiembre-octubre, 1995). El areiculo «Reconciling Derrida, de Aijaz Ahmad, se public6 originalmen- te en New Left Review 208 (noviembre-diciembre, 1995). Una versidn mis reducida del articulo «The Politics of “Hauntology" in Derrida’ Specter of Mar, de Tom Lewis, se publieé originalmente en Rethinking Marsism 9, 1 Agradecemos a los correspondicntes editores el permiso concedido para ree- ditar estas textos, Introduccion MICHAEL SPRINKER La ocasisn inmediata para Espectts de Marr, de Jacques Derrida —un simposio patrocinado por la Universidad de California en Riverside sobre el tema «lA donde va el marxisma?+ [Whither marxism?-, no fue qui dducir ef encuentro directo largamente esperado entre Derrida y el marxismo. La conferencia original, que después se convirtié en un libro, fue pronunciada en el arco de un cologuio aeadémico celebrado en una regis, sles que no cupiera sostener que una universidad, dominada polticamente por la derecha. El titulo del cologuio no podia sino evocar otto sentido, homonimico, del destino hist co del marzismo («iEsté marchitindose el marxismo?» (Wither Marasm?)) y su forganizacia coineidia con un momento (abril de 1993) en el que el fururo del ‘marxismo parecia més sombrio que nunca antes desde la derrota de la segunda revolucin slemana en 1923, EL ambiente para la conferencia de Derrida no pare- cia, pues, may propicio para que éste renovara, sino precisamente cumpliera, una vieja promesa: la de encararfrontalmente la relacién de la deconstruccién con el ‘marsismo, bi de someter los textos de Marx al mismo tipo de rigor exegéticn que el propio Derrida habia ejercido ya sobre los de Platén, Rousseau, Heidegger y muchos, muchos otros. Espectms de Marx consigue en efecto satsfacer parcial- rmente esta expectativa, en particular en sus dos timas secciones, dedicadas a tun detenido anlisis textual de El dieciocho Braamarioy de Lv ideoogiaalemuana res- pectivamente, Pero si nos acercamas al libro con la esperanza de que ahora, des- pués de tango tiempo, la telacién de Derrida (o de la deeonstruccién, que no es exactamente la misma cosa) con el marxismo quede totalmente clarficada 0 definitivamente resuelta, nos sentiremos, casi con tora seguridad, defraudados. Los autores que escriben en este volumen difieren acerca de si el modo en el ‘que Derrida uborda los textos de Mars y, de forma més general, el marxismo es 7 Algo de elogio o de condena (o, en algunos casos, simplemente de descarte). El ue predomine la condena era de esperat, dadas las posiciones polfticas que ocu- pan mayorta de los colaboradores, que, no debera ser una sorpresa,tienden a estar del lado marxista de la divisor cenere las distintas responsabilidades con las que carga la argumentacién de Derrida, esté la de desafiar este hinarismo, tal y como él mismo deja claro en el aque debe ser, hasta la fecha, el pasaje con mis frecuencia citado de Espectos: «La deconstruccién slo ha tenido sentido e interés, por lo menos para mf, como tuna radicalizacin, es deci, también en la madicim de cierto marxismo, con ciet- to espn de marxismo [...]- Pero una radicalizacién est siempre endeudada con quello mismo que radicaliza» (Espectros de Marx, pp. 106-107; cursiva en el ori na. Sin embargo, es este mismo geste de afin algo que se mantiene fie a «cierto espiritu de marxismoslo que mis itita a los eriticos de Derrida, que responden en registros que van del escepricismo a la ira, hasta llegar a manifestar un completo desprecio. Los lectores pueden juzgar por sfmmismos quin se lleva la mejor parte en este debate. Baste deci aut que, sean «cuales sean las limitaciones de spectros mismo, en su descripcién del capitals ‘0 contemporéneo, en su interpretacisn telegréfiea de las tradiciones marxista ¥comunista y en su postulacion de una «nueva Internacional» que se mantiene precisamente infraespecificada ~pese a que lo que el propio Derrida adie son. las grandes lagunas que es preciso llenar antes de poder jusgarjustamente el valor de su compromiso con el marxisme-, ningin marxista puede permicise, hoy en dia, ignorar el desaffo que este autor ha puesto sobre la mesa. Este desaffo, planteado en su forma més brutalmente simplificads, supone, para el marxismo, rendir cuentas con su propio pasado, politica y tedricamente, admitir sincera y abiertamente ~como al menos algunos de los colaboradores de este volumen hacen con franqueza~ los crimenes cometidos en su nombre, los ettores en los que incurti6, Ins formas de organizacién abrumadoramente no democriticas que roleré. Todavia no se ha empezado siquieta a enterrar a estos fantasmas; reconocer que continGan existiendo sigue siendo una de las tareas mds urgentes para cualquier posible resurgir del proyecto marxista. Dicho esto, se puede igualmente devolver el desafio a Derrida a la decons- truccién. En una conferencia publicada inicialmente en el ntimero 208 de la ‘New Left Review e incluida en el presente volumen, Aijaz Ahmad! afirma ine- ‘qufvocamente que el efecto politico dominante de la deconstruccidn ha consis tido en proporcionar ayuda y aliento a la derecha. (Ahmad se refiere ante todo, a Estados Unides, pero dudo de que el juicio hubiera sido significativamente dis- tinto de haber incluido su acusacién a Europa.) Ya se pueda 0 no absolver al final a la deconstruccisn de esta acusacién, indudablemente hay que lamar a Derrida y a otros al bangquillo como testigos y abogados en su propia defensa marxismodeconstruccién, Obviamente, 8 A estas atures la deconstruceién tiene, ambién, une historia, una historia que Derrida s: ha mostrado hasta ahora poco dispuesto @ examina, salvo de la forma mis eequemsétca, Los funcasmas de ambos lads txlavésandan rondanl por ab Cahnfa caracterizar los puntos de confrontacién y desacuerdo més directos tal y como sigue. En primer lugar, hay una marafia de problemas relativos a la rnaturaleza del capitalism en sus mutaciones desde los dias de Mars. Eric Hobs- hhawm, en su introduccién a la reedicidn del Manifesto comunisia publicada por Verso, he aseverado que la visin de Marx del capitalismo en visperas de las revolucicnes de 1848 resulta si cabe mis perspicua hoy en dfa que cuando fue escrita, En un cierto sentido, ni Derrida ni sus erticos estarian en desacuerdo con esto. Sin embargo, el que la teorizacién subsiguiente de Marx del modo de produccin capitalist, sobre todo en El capital, cumpla todavia el eriterio de va- lides ciertifiea al que Marx aspiraba constituye un asunto en cierta disputa ~ ‘no silo entre los eolaboradiores de este volumen! En segundo lugar, la poltica marxsta siempre ha romado forma y consegui- ddo sus mayores resultados politicos a través de onganicaciones de masa de la clase obrera, Desde finales del siglo 21x en adelante, éstas han adoptado gene- ralmente la forma de partdas politicos, ya sea clandestinos (como es el caso de los holckeviques y de muchos partes comunistas nacionales de la Tercera Internacimal) o a cara descubierta y, con frecuencia, con pretensiones electo rales (como sucedié finalmente con el Partido Socialdemécrata de Alemania [SPD] durante el Kaiserech o con muchos partidos comunistas que han estado eentrando y saliendo del gobierno hasta el dia de hoy), Este virtual ine qua nom de la poltica marsista resulta senillamente obvio. Elinsstente euestionamien- to por parte de Derrida de su valor consticuye con toda seguridad la euestin Yysus erticos. A la uz de su acesentada rms apremiante de la disputa entre historia, la pertinencia de la forma partido para una politica emancipatoria de la ‘nquienda debe sometersc, como minimo, a un escrutinio serio sostenido, aun- que s6lo sea para ser reinventada de nuevo, Pr ditimo, debemos abordar la cucstion de la ideologia, de su lugar dentro del corpas de conceptos marxistas y de su centraldad para cualquier interpre- tacién de la sociedad, historia © eontemporinea. Derrida se niega renasmente «admit lo que Mars afiens (de un modo especialmente directo en Lat ideno via alemana) y la mayoria de marxistas han continuade sosteniendo: que s¢ puede desterrar I ideologtn geavias a la ciencia del materialism histérico, No hhabré sido ésta la primera vez en que se vilipendia a un filisofo frances por plan. tear la hpétesis de que ni siquera una sociedad comunista seria capac de pres cindir dela idcologia. Han pasado més de tres décadas desde que Althusser pre- sentara por primera ve: su mocléin de denuncia del marxismo humanista de la cera Khiuschev. La dura reprobacién por parte de Derrida del dogmatism fami. 9 liar invocado con frecuencia para refutar sus premisas constituye el corazén de su desafio y brinda un testimonio inimpugnable de que efectivamente eseribe ‘en la radiciin de cierto marsisiyo, con cierto espivny de marxismos. Serta presuntuose aventurar cualquier caracterizacién de los ensayos incluie dos en est libro que fuera mis allt de la someras observactones ofrecidas hasta aqui. De nuevo, los leetores pueden jusgar por si mismos los métitos de cada tuno, as como Ia justica del tratamiento que Derrida hace de ellos. Silos textos ‘no hablan exactamente por sf mismos pero équé texto lo lega a haver!=, no obscante, se muestran, al menas en mi lectura de ellos, enteramente lhicidos acerca de sus objetivos en relacign con Espectras de Marx. Los colaboradores le han hecho a Derrida el cumplido de leerle con atencién, quiss de vez en cuan- do terdenciosamente, pero, en su mayor parte, no la lgera. Deerda ha devuel- to el favor procluciendo un cexto que estudia eserupulosamente, aunque casi siempre desde un punto de vista ertico, sus afirmaciones, en particular las exiti- ‘cay que efectian de Espectns. Se defiende de los mis virulentos, al mismo tiem ‘po que admite que quedan muchas mas reflexiones por hacer sobre todos los principales temas que él sus interlocurores han ineroducido en este debate. ‘Aunque cite con cierta ionia el eélebre estogan comunista, «Encore un cffort!», pparecerfa que esta inyuncidn resulta de la mayor pertinenecia general, para Derr day para toxios nosotros, Otras lecturas del libro de Derrida son posibles—muchas de ellas ya han sido escrtas y publicadas-, pero ninguna puede evadir total. ‘mente las agudas cuestiones v perspicaces evticas que estos ensayos plantean de diferentes maneras. La historia de la confrontactin de la deeonstruceidn con el ‘marsismo est muy lejos ce haber tocado a su fin, La sonrisa del espectro ANTONIO Necai [--]aungue elton yell, ta rte y la alga dependen igualmente de Dios, no puede el atin ser una especie de Sngel ni Ta risteza una especie de let, ‘SrINozs, Carta XXII, Gebhard, vol IN. 149 No resulta raro que una gran filosoffa avance y, al mismo tiempo, retroceda, cireunseribiendo ininterrumpidamente un niicleo central de pensamiento y una intuicin mestdica fuerte y coherente, En sus Especitay de Marx, Derrida da demostracisn del avance de su filoofia, restituyendo el método a los orfgenes de la deconstruccisn, al ovilo histérico especiico que condicions su génesiss -Semejante deconstrueciin hubiera sido impensable e imposible en un espacto premarxista. La deconstruccitin silo hat tenido sentido e interés [..] eomo una radicalizactn, es decir, también en la rradiciin de eierto marxismo, con certo esprit del marxsmo» Jacques Derrida, Espectmas de Mars, p. 106)!. En efecto, parece bastante claro que la deconstruccién nace y se desarrolla en el elima te6- rico de la Rue d’Ulm, al cual nutre a su vez, lugar donde, sucesiva pero no menos contemporineamente, se desarolla el trabajo de Althusser, Foucault y Derrida, En particulay cabe atrbuir a la médunde sympuomal y ala interpretacisn estruc- tural de la intromisin de los «aparatos ideolégicos de Estado», entre Lite le " Sino se indica otra cosa, las piginascitadas ene paténtesispertenecen a Jacques Deniupa, Estos de Mara. El ead del dew el rbajo del duclo >a revs tena, trad, M. Alarcin y C. de Pret, Madrid, Trot, 1995 [N. del Tl Capital y el texto Sur la reproduction dentro de un intercambioeeefproco la aénesis de la deconstruccin (Result interesante observar que, en ss iim excrivs, hoy en curso de publicacién, Althusser tetera In conviccsn de que Derrida es uno de les mej res filbsofos de nuestro tempo) Peto la reivindicacion deconstruccionsta de una tadicin yun esiritu move sistas resulta mucho mis pertinente si mi allé de la mera yenenloyi, conse ramos la dteccifn rigurosamente critica gue encamna la deconstruccsn na direccién hermenéutica (ontalégica a su manera) que participa de las dindmicas del mundo histérico y conceptual del capitalismo, pero para oponerse a éstas ori- ginarlamente como desmistificacién: de su lenguaje, en primer lugar, y, por ende, a través y tras el lenguaje, de las «metafisicas de lo propio y del «logocentris- ‘moe estatalencapsulados en el capitalism. En este sentido, en el construire progresiva de la deconstruciin se toma «ada vez mis importante la elaci que ésta mantine con la transformacién de su objeto, es deci, la perepeién de esa redfincionfantasmatica de loreal que ésta no produce, sino que registra progresivamente como matacién paradigms tica, En um periodo de gran aceleacién de la transonmacién del mundo, el aspecto hermenéutico, el ontolégco y el eitico de la deconstruccin se ven, por af ecto, obligades 9 apretarse cada ver mas y a avansir compartiendo una risa suerte, As, pues, la pregunta whither marxism2« se eneaza con la pre- stunta «whither deconstruction?» yambas presaponen un whither capitalism. De este modo, responder ala pregunta que inauiereadkinde estéo a donde va el marxsmos se torna de alin modo en una respuesta In pregunta que inure «donde esto a dénde va el capitalsmos, Dealiin mex, ie qué mada? Leer elrexto de Derrida, s esto lo que nos interes, ‘Asi pues, los Espetos de Marx sn, de agin mod, os espectes del capital Los que aparecen en Das Kapital, pero sobre todo oe que hoy eonfiguran una sociedad unénimemente defnida seapitalista» por ln economta politica y por la cpiniin pblica. Desde siempre, Marx habia juando con los espectos, con una szarabanda de [los] espectros» (ibid., p. 146), observa Derrida recorriendo las Paginas de esa obra fundadora que es La ideologia alemana. No le falta razén. De hecho, Derrida recta el prefacio marxiano en el que Ieemes cue la aba preten- de desenmascarar «las fantasfas inocentes y pueriles» de la filosofia de los jéve- nes heglianos ~-estas ovens que se een lobes y qe como tales son conside- tadoss y «mostrar que ne hacen sina remedar, con sus bales filosfics, las ® LAtmWssen yE, BALIBNR, Pina er El apt, México Df Siglo XXI, 1977; L. ArrHUSeR, Sw la vepduction, Pars, PUR, 1995 2 ‘das de los burgueses alemanes; que las bravuconadas de estos fildsofos exége: ‘93 no hacen sino reflejar la mezquindad de las condiciones reales alemanas. Su objetivo consiste en ridiculisar y restar erédito a la Lucha floséfica con las som. bras de la wealidad que ccmplacen al sofiador y somnoliento pueblo aleméns. ‘Trasladado al terreno de la critica de la economia politica, este proyecto de lec- tura espectial de Ia ideologta se aplica a las eategorias de la sociedad del capital yy se desarrella ontoldgicamente hasta afianzarse definitivamente en Das Kapital (de ello habla Derrida en las psiginas 180-192). Los fantasmas all referidos te ‘nen una sirgular pertinencia ontoldgiea: revelan, en efecto, el pleno funciona- miento de la ley del valor. Fantasma es el movimiento de un abstracto que se materialicay se tora potente: ante todo el valor, que, con movimiento exangie, vampiriza el trabajo obrera y, de tal suerte, transmutindase en plusvalos, se toma capital el dinero, en segundo lugar, que con movimiento circular se ver- inanciero ¥ como potencia ticaizay se consoida coma moneda, como capital porasitaria; le tecnologia, por iltimo, pero también en principio, que, acumu- indene, construyerda linea integra y fijas de mando objetivado, diseiplina 'yjerarquizal sociedad y a vida, De este modo, la enomenologia de la produc- «iG capitalista deserita por Matx en Das Kapital muestra cémo, a través de este movimiento fanta:mético, se constituyen una genuina metafsia del capital ast como la autonioméa de su poder. Peto en la media misma en que se desarrolla con formas fantasméticas y se autonomiza del capital, esta fenomenologta ~s0s- tiene Marx~ enmascara la géness real del proceso de desarwollo del capital, Para oparece en el libeo de Derrida: explo ‘cucsta comprender esta ausencia: en efecro, explotacién es la categoria con la cual, mas que en cualquier otto lugar, Marx haria sactuar una ontologta ~critiea 4 J, Denruna,Fince dela Le »Fonakamentmistqu de Faerie, Pais, Gali, 1994; Pa tages Fama ude rile de Heide, Pars, Gaile, 1994 fed. cast= Baars de ey El ‘ndemento mistco dela axcridal Madrid, Tecios, 1997; Pliteas de la amistad seguido de Eloi de Heeger, Madeid, Trot, 1998] 16 pero predeconstructiva~de la presencia como realidad efectiva y como objetivie ddd, Estamos de acuerdo la hora de considerarsuperada la ontologia marxia- na yen particu, esta descipcién ontoligica de la explotacitn. Sin embargo, Jacaso a supercgin teGriea acartea realmente In supresion de la explotacin? ‘nguna perconarazonable puede afirmarlo, del mismo moxlo que ninguna pe al unable ps rae en a eu cee las fomas de expos de ayer y de hoy. El hecho es que, para hablar de explotacién, es necesario no tanto consilerar ls categorias que, post fesum, la denuncian, sino, ms bien los rmeconismos gue Ia producen. Ahora bien, en la prouccién fantasmatica del capitalismo posindustral estos mecanismos permanecen intactos ¢ incluso s& roman cadh vez me pocerosos. Constatar esta siuacién significa recomocer {que aungue la ley del valor ya no funciona al objeto de desriir el proceso glo bal del capital, la ley del plusvalory de la explocacién consttuye de roa for- mas la gia de la proxluccin, Y cl hecho dle que conjuntos iscursves (antes aque masas de mercancis) ocupen ef espacio de la produecidn y articulen su ondenamiento no imide el otro hecho, esto es, ue estos conjuntos discursivos son su ye: productos dela industria capitalist, asl como efectos y causas cir cularmente—de un dispositive general de explotacin, Por lo tanto, constatar esta situacién significa reconocer que, mucho ms ald de toda medida objeriva (onto- logic, predeconsirctva.), ol trabajo humano, mental 6 manual, esté cada vex més implicedo en Ia explotacién, prisionero dein mundo de fantasmas que pro- dace, par alguns, rqueza y poder, miseria y dscplina para la maltitud. A la ves, sin dstincin posible, los universos discursivos y la explotacin corten por Incer- net se corstruyen a través ce las redes de comunicacién, determinando en étas linens de dissin jerdrquica y de expropincién. Dentro de estos horizontes com ticativos se realiza esa capeacidn del saber y de la actividad social en la que hoy onsite la acummlacisn y al mismo tiempo funcionan los mecanisins de expro- Piacién que, por mis que no calquen los dspostives de explotacion de la vieja fntologi del trabajo industrial, muestra, sin ermaryo, nuevos cspositivs, nme tetas y fantasmstico’. Tenemos, por un lado, la comunicaciGn y In riqueza que forma a ravés de esta comunicaciin; por oto, tenemes I soled, a miseria tl dolor cl éxodo las nuevas guertas de clase ue definen la explotacisn del tra- ‘bajo-en ef mundo de la inmaterialidad y de la producein expect Michael Hans y Antonio Nec, The Labur of Dyonisn, Critique of Stae-Fome, Min eapols-Londies, University of Minnesota Press, 1994 fe pris publcacin en esta colecin (N. del T)] ® Robert Hetsnonovery Lester Turow, Econncs Expand: Exeryching Yn Need wo Kors low te Economy Works and Whereis Ging, Nueva York, Sinn atu Schuster, 1994 7 Ferme a hacer un reve parts Ea a Eta, Deis Af nim, Pars I como conclu, Spina hab de un afer qe elena pas de inom, ue defi del uene modo esa seasons ea exya vid a mene sia de u cue ode un desu pes un fe Je ea, la mente es determina a pense al cosa mis en qe loa, Eo -Exsiacdsqu sige, Spin habla de ura few de ets mayor nee ae anes que nace de la compara ene a experiencia prada corns yde la mente (esto es, de la memoria acti i ‘on la actual consistencia del cuer- oy de la mente. Ast pucs, la «pasidne es un estado de énimo dual, que ge sitia ‘entre una pasividad y una actividad, que vive en el presente pero es preconsti- tudo en la memoria, que sufte el pasado pero est orientade hacia la aceién. Por consiguiente, la spasiins es también el momento, todavia incierto pero no obs- "ante abierto, de un trinsito ontoligico que conkduce al alma a aferray por enct- ‘ma de las determinaciones (pasadas) del existe de la eterna dialéctica (pne- sente) de la tristeza y a alegra, la naturaleza misma del Deseo. Siempre me ha Impresionado el cardcter espectral de este afecto, Asi como la dinsmica cons- titutiva que le atraviess. Hablando, en otro higar, en rome a los trabajos de “vel tsa cls nna osu fehl par sone tuna especie de paribola del matrano o de transcrip de la paradoja ontolig a que le earacteriza: condenado a elegir entre dos religiones que le confundden y le stormentan, el marrano rechaza la trascenulencia y lige vivir una ascesis intramundana, laica y racional que le encamina hacia una hermenéutica cons- titutiva y una ética de la iberacion. Me pregunto abo siesta via, que cond ce desde la pasiviad a la potencia, en el crepisculo de la spasine y entre los espectros que acometen la vida del marrano, no es también parabola de la expe rencia del cambio de paraclgma productive -de la material ala inmateria- lidad- y de la esperanza de comunismo, aqui, hoy, en la dimensién de la posmo ddemidad. Sin embargo, dicho esto, hay que resalar Ia otra cara de la explotacidn, esto 05; de la relacidin capiralista de produccién en la época presente. Esta ya no se cjerce ran slo sabre un sujeto caracterizado por la miseriay por una referencia spredeconstructivar a una esencia genética humana. Por el contraro, el sujet explorado, el que se presenta en el nuevo escenario y que tiene que vérselas con los fantasmas, se presenta mis bien como un flo, una realidad mévil y flexible, tuna potencia hibrida que atraviesa el movimiento expectral dela prxluceign y en esta travesia se configura siempre de nuevo. La explotacin, hoy, esto es, [a 1, «Studie Spinosianae, nm. 10, Hannover, 1995, 18 relacién capitalista de produccién, afecta a un sujeto laboral masifiado en Ia intelectuslidad y en la fuerza de cooperacién. Un paradigma nuevor explota- do, desde luego, peto nuevo: una potencia distinta, uns nueva consistencia de fenergéa laboral, un emule de potencia cooperativa. Se trata de una nueva ontologia: posdeconstructiva. ‘Creo que si tenemos la posibilidad de levar a la deconstruct terreno ontokigieo, podremos exaltar atin mds si cabe su eapacidad hermenés tica, que he servido precissmente para poner de manifiesto el earacter espectral de la proxvceion capitalista. Creo también que, en este e280, podremos hacer referencia dtl a algunas indicaciones de la deconstruceiGn, relativas al proble- sma de la resistencia, En efecto, resulta evidente que la deconstruccién, cuando comprende que la produccién capitalista es produccién de fantasmas, dominio (que atraviesa y disciplina universos linguisticos, castracién del deseo, en el mismo moreno indica lineas de fuga y lugares de resistencia: que han de orga- hizarse sobre una linea indecidible, pero en cualquier caso sostenida por una decisin de rechazo de texlo logocentrismo y de desercisn de toda forma de ges- tign discipfnaria insensata. Asi pues, dexiste una posibilidad de ruprura? Y de én este nuevo ser asi, ied? Sin embargo, para responder a este interrogante, sintetizando en la respues ta elementos importantes de la deconstruccién, debemos volver sobre los carac- teres fundamentales de la direceion de su curso y ahora, con toda probabil, plantear disriminantes. En el fondo, ya lo hemos dicho: nos parece que, en st proceder, ln deconstruccién sigue aprisionada en una definiciin de ontologia inactual y ayotada. El principio de realidad de la deconstruccign esta desorrai- sgado. Cuando Derrida lega al término de su andlisis de la ontologta marxiana, dlesembarazindose de ésta en tanto que ontologia ingenua de la presencia, en tanto que, por consiguiente, ésta piensa la posibilidad le disipar la espectralidad 1 pattir dela conciencia representativa del sujeto, Derrida no produce, amén de In correccién del enfoque fenomenolégico, un salto ontologico adecualo, Derri- dda es prisinero de la ontologfa que critica. Cuando la fenomenologia cambia, 61 Ja utiliza para critica, justamente, el horizonte de la ontologia marxiana, pero se nigga a cambiar, de modo inconsecuente, la propia ontologiay a reconsteirla 2 la medida de la mutacidn fenomenol6gica. No quiere ver eémo se desarrola, a partir de ls Giurasexpectralese hibridas que hoy, en el capitalismo posindus- trial, producen riquesa realidad (y que asi y todo Derrida define con tanto des- velo}, no quiere ver, pues, un movimiento de constitucién ontoldgica vio de pro- duccién de subjetividad. Elementos otros de la génesis de la deconstruccién, ‘otros con rexpecto al marsismo (y més bien ligados a la teologia negativa @ la Blanchot o al nietescheanismo parad6jico de Bataille), toman agut la delantera Alistados en esta milicia los «espectros de Marx» se tornan cada vez mas eva. 19 nescentes. Espectros intelectuales, idsnde queda ahora su prictica? Aqut, Derrida parece un Hume que penetra en los teritoros de Schopenhauer; como, por orra parte, ha sucedido a menudo en los mejores momentos de la wcftica, eticar cn la historia de la ideologia alemana. «Lo que euesta muy caro a la humanidad es, sin duda, creer que se puede acahar en la historia con una esen.- cin general del Hombre, so pretexto de que no representa miss que a un Haupt- 4espenst,a.un archifantasma, pero también, lo que viene a ser lo mismo en el fondo, cer todavia, sin dua, en ese fantasma capital. Creer en él como hacen los crédules 0 los dogmaticos~ (bid, p. 196). No, aqul la discriminante es neta ‘qui no hay ni eredulidad ni dogmatismo: antes bien, hay la conciencia no sla venidera sino presente, y de qué manera, en tanto que actual~ de que la reali- dlad fantasmética nos abraca y nos retiene no slo en la ideologia sino tambign ene cuerpo, de que forma una ontologia en la eval estamos inmersos. Pero pre cisamente por esta raz, los viejos problemas marxianos de fa explotacisn y de la lberacién ya no se nos presentan como si detrés de ka realidad espectral debig- ‘amos encontrar un positivo sobre el cual reconstruit: por el contrari, nos afec- tan en la medida en que, alli dentro, sit que ent lo sucesoo sea pusible wn afuera, ‘sin que en lo sucesivo contemos con alguna universalidad humana preliminae, luchamos contra la explotaeisn, que es real ¢ insoportabl, y esto sé lo pode- ‘mos hacer constituyendo nucva realidad, ser nueva e hibrido, cada ver distinto, cada ver construido y por lo tanto, cada ver arrancado de los archifancasmas de hhumanidad. Si quisiramos ahondar en la crisis de la deconstiuccisn respecto este Punto, es decis explicar por qué una correcta fenomenologia termina con una apertura ontol6gica inadecuada, tal vez debemos denunciar la insuficiencia de st concepto de préctica. El problema no estriba en que el obrar prctico sea, en la deconstruccién, mera amalgama de las operaciones de desencriptacién y de ddesmistifcacion de la discminaciém lingistica: por supuesto que no, yen caso de que lo fuera, el obrar presentaria ademas, en alguna parte, rasgos oncolégicos Pero estos rasgos se defiencen de su ser consti. La decomstrucein repartetesa- ros en la imei ahora en, ta nos de cuando la interpetacin ‘tuza o, para ser més exactos, se muestra como prictica? La performativity, ara reso dan roc de rn sal gDWELS etn oo

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