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ANTROPOLOGIA ESTEBAN KROTZ UTOPIA, ASOMBRO, ALTERIDAD: CONSIDERACIONES METATEORICAS ACERCA DE LA INVESTIGACION ANTROPOLOGICA’ Los filbsofor tienen que ver mais con este que la ciencia verdaciera uoculta, desde Platén el asomiry les es hecho cone nado 9 comlenzo: perc cudntos habrin coniservado en cuanto a eito el sefelamiento inicial? Casi nadie ha mantenido el asombro cuestionas te més alla de le primera contestacién; nadie ha medide los “p-oble- mas” concretamente aparecidos de manera constante con la rredida de este asombro 9 los ha concebide como sus refractacio ves © tyansformaciones. Y més ificil todavia result6 perctbir en el ascanbro no solamente la interrogante, sine también el lenguafe ot una ros de las socledades mas evolucionadas de su tlempo pudieron realtzar la creacién de conocimientos antropolégicos cler tificos propiamente dichos, se conjugaron para ello. Es, clertamente, una ironfa de la historla de Occidente que su juicio despectivo acerca de las llamadas especulaciones de autores anteriores haya sido repetido con respecto a ellos en los comfenzos: de la antropologia del siglo XX, tildando sus esfuerzos de “especulaciories seudohistéricas" ? La consolidacion de las clencias antropolégicas como disciplina cientifice -es decir, ef reconocimiento social de un campo de 2 Apowres - CEFyb oe - CEFYL “¢feacionista y de modelos evolutivos cohtrapiiestos cot Awrroro.ocin conecimiento que merecia este estatuto~ fue, pues, sélo on parte el resultado del preceso interno” entre investigadores dedicados ® este conocimiento®. Fue también cbra-y expresién ala vez de la creciente division social det trabajo y, en particular, de la division social de la produccién de conocimientos. Pocos han dudado de lo beneficos que resultaron estos procesos para la antrapologia, ante todo en cuan:o a la sistematizacién del conocimiento y del enirenamiento de sus practicantes como base confiable para la reproduccién ampliada de los materiales empiricos y la reflexién tedrica. Otros resultados, en cambio, apenas han recibido aencién, y su valoracién parece menos clara. Entve ellos se encuentra, ante todo, el efecio epistemolégico-tedrico del corte entre los conocimientos precientifico y cieritfico y la equiparacién del Primero con el simplemente no cientifico. La iegacién del :aracter rocesual de la coristitucién de le antropologia como ciencia y la eliminacion de sus ahora llamados “antecedentes" del campo de! quehacer cientifico llevaron conjuntamente’ al opace miento Practicamente completo de las condiciones —internas y e ternas- de’ este proceso de constituci6n. Como en tado proveso de Produccién, vin embargo, también en éste sus conciciones generales y esperificas obraron, de alguna manera, como elementos constitutives del conocimiento producide miimo, es decir, no sélo del proceso sino también de su resultado. Su ‘escurecimiento no las eliminé y han seguido presentes, e7 forma més abjerta unas, mas reprimida otras, bajo la forma de su impughacién implicita otras més. Pero st impidi6 que fueran explicitamente asumidas o al menos discutidas. Asf, por ejemplo, la discusin entre una de las cortientes més influyentes en el Pensamiento y los rovimientos sociales europeos del siglo pasado, {a utopia, y las ciencias antropolégicas nacientes simplemente no existe, aunque en verdad hay miltiples relaciones entre ellas y justamente en términos constitutivos.* La pregunta antropologica nace del encuentro: el encuentro entre pueblos, culturas, épocas. Siempre los ha habido y por ello siempre ha habido antropologfa, siempre ha habldo la pregunta antropoligica, aunque en diversas formas y, desde liejo, con Fespuestas més diversas atin. A. Palerm. ha elaborado todo un compehdio de estos encuentros y de estas preguntas (15/74). C. Lévi-Strauss ‘975: 18) ha sefialado el encuentro entre Europa y América como el origen de la antropologta europea. La pregunta que diera paso al‘evolucionismo decimonénico es una tle estas + Preguntas también, formulada en relagkin,tanto,con la d scusién con la expansién colonial de Europa con respecto a Africa y Asia y de 3 Avunres- CEP, - Arowres - CEF yh 3 Anrroro.ocia NEAR tose TencAveaiios Estados Unidos y Rusia con respecto a las regiones totavie no enetradas de sus propies territorios, asi como también en relacion con los arigenes histéricos de los estados nacionales bajo cuya forma se consolidaban las nuevas clases fundamen’ales del capitaismo indushrial.® Ast, las dimensiones espacial y “emporal+ de una pregunta antropolégica se combinan en el cor texto de una creciente ceniralizacion de poder y de riqueza en “odos los niveles y, naturalmente, ia respuesta antropolégica refleja la situacién def nuevo dominio, Pregunta y respuesta se formulan ‘en torno y a partir de uno colo de los des polos del encuuntro y se presentan investides de la autoridad que confleze ei discurso calificado de cientifico. Esta, recién obtenida, opaca la calidad del conceimiento come parte de Ia conciencia ~"efecto espzcitico de la complejidad organizada”, como la definiera mucho nis tarde, pero también'er. términos evoluctonistas, Teilhard de Chardin (1975: 304},, irnalidando definitivamente todas sus elab>raciones anteriores, Su éxito es tal que hasta el ditime tercio del siglo siguiente, el questro, tradiciones basadas en elaboraciones anteriores surgen nuevamente.comno legitnos Intentos de: pregunta y elemento de respuesta antropolégiea, aunque la antropologia marxista todavia no haya reconacido adecuadamente suis propios origenes y las implicaciones te6ricas y epistemotégicnr. de éstos, Por todo esto, la indagacién de la historia de la antropologia no puede concebirse como Ja descripcién de planas secuencias ronolégicas o Ja elaboracién de genealogias justificedoras. La historia de la ciencia forma parte de la teoria de la ciencia; la historia de la antrapologia -no solamente a partir de su canstitucion como disciplina cientifica~es parte de su metateoria. En particular el andlisis de este proceso de constitucién permite ~pcv ejemplo, fen una distincion mas precisa de clertas connotactones de las denctaciones que la que les fue posible a los antropélogos decimonénicos, ya que sigmpre la distancia de un contexto sociohist6rico libera de algunos de sus condicloaamientos cognoscitives-* reconacer, en su juego disigctice de ocultamiento xy desplazamiento, represién, reaccién ¢ inversion alganos de los elementos constitutives del problema antropolégieo y, por ende, de ls antropologia contemporaries que, ademéa, sigue definiéndose en gran parte con respecto al evolucionisme decimotiénico. HEL AsoMano 8 EXIRGLE Aristételes scstenia que “lo: que originariamente: tr pulsé a los hombres hacia las ptimeras irivestigactones fue el asoiizro” (citado por Geymonat, 1961; 9}. Esta afiracion no tlene por qué implicar, ‘ Apuvres- CEPyL - Avowres~ CEFyL bees AANTROFOLOGIA tuna posicién empitista, ya que “no hay que olvidar que lo real no ene nunca la iniciativa, puesto que sdlo puede responder si se le interroga” (Bourdieu y otros, 1975: 56).” Es dectr, el asombro no surge auténomarhente de la realidad observable y observada, no- se imprime en la mente vacia del observador. El asombro si funda, ontolégicamente hablando, en la dialéctica entre idertidad y diferencia, ‘movimiento en el cual dos polos opuestos se complementan, en el sentido de que uno no puede ser sin el otro. El asombro es, historicamente hablando, el momento reysetide y siempre tinico del proceso cognoscitivo. Parafraseando a I<. Kosik puede decitse que: el asombro es e! "punto de partida de la investigacion (quel, debe ser. idéntico al resultado" (1976. 48) Asi, hablar del asombro es hablar de una cualidad de la velacién entre las cosas y su conciencia En el caso de las ciericias del hombre y de la sociedad, er’ el caso de la antropologta, el asombro se relaciona con y se explicita en la categoria de la aiteridad. La alterided -precisamente como categoria y no como concepto- es constitutiva para el trabajo antropolégico. Su usa, su reconocimiento, su comprension implican siempre un conocimiento de lo propio, ante cuyo Horizonte solamente lo otro puede ser concebido como otro. dustamente en vista del peso que tuvo la demostracion dar winiana para las ciencias sociales decimonénicas y, més todavia, para sus historiégrafos, hay que recordar que “cuando pensamos las clencias sociales sclamente como ‘parientes pobres' de las ciencias naturales, nos olvidaros cle que un clerto conocimiento srirta linsight] del orden social fue anterior al de la naturale:a. Todo Pueblo primitive ve la natureleza a través de la analogi: con su. organizacion social. La ciencia natural empez6 cuando leyes tales ‘como las que implicaban gobiemos y tribunales fueron preyectadas sobre la naturaleza” (Beck, 1968: 81). Es decir, si la af'rmacion aristotélica sobre el origen -en el sentido doble de domlenzo cronolégico y fundamento condicioniante- del esfuerzo cognoscitive es vélida para clencia alguna, entonces lo €s para el caso de la antropologia. Pueden revisarse todos los pensadores que han dejad> huellas teconocibles en fa tradicién occidental y que de un modo u otro. pueden y sueler: ser considerados como precursores, de la antropologia cientifica y encontrar en la obra de cadii uno de ellos la alteridad reconocida como piedra angulat de sus »- investigaciones y de. sus construcciones teéricas. Del mismo Anistételes se" cugnta"Glie “recopllé cdind base’ de’sué ‘estudios, ~politicos 158 constituciones dé estados y ciudades tant» griegos 5 Apunres- CEFyL - Apuntes - CEF yt iecaeris anes ErRoro.csin ENRLEY* Hse eto oboe como extranjeros para compararias con la de Atenas yj claborar proposiciones pgra su majoramlento (Touchard, 1978: 45). La atraccién sentids por el orden social y politice de los espartanos y* etrechozo a la vila de los pueblos bétbaros y el despotismo perso hablan sido, pocos aitos antes, motivo para que su maeso Platén enjuiciara ceverz el ordenemiento de ls sociedad propla y de los demas puablos griegos y esbozara una opclén radical a la situacién existence. De los viajeras y 103 historladores, los misioneios y los administradores chlenioles, los comerclantes y hasta lor militares han salido durante siglos y sigios quienes, a partir del reconccimiento de }> alteridad, han utllizado los materiales etnogréficos de muchds lugares y de muchas épocas para penetrar la esencia del orden social, del ajeno y del propio. Et llamado descubrimiento de América, por ajempto, sblo se volts relevante a partir del reconecimienta pleno de ta tmpostbilidad de su comprension er los conocimientos gecaréficos, histdricos, antropoldaices, etc., deminantes en la épora. Como resultado de un proceso lento y sinuoso se impuso finzlmente la categorfa de Ia alteridad y ost se atrié el catnino hacia una comprensién mis nmplia y mas profunda del orden y de la evolucién sociocultural de Ja humanidad, de las scciedades diferentes de ls propia y de fa propia sociedad. Alejo Carpentier (1979) ha evacado el suefio de ts alterided que precedié a su reconocimiento pleno en el caso de América, Ello Neva a recordar que uno de los intentos “preclentticos” del anilisis socicantropolégtco occidental est& constituid por le tradicion utépica de la que los nombres y las obras excritas y no escritas de Platén, Moro, Campanella, Owen, Cabet y Weltling son slo algunes pocos de sus m&s cortocldos repretantantes. Los elementos fantisticos, ef lengudje de otras trocas, las imagenes > veces grotescas y el significado de irrealidad por antonomasis que en cl habla comun‘ha adquirde «l vocablo “utépico™ han contribulde 2 ocultar la celldad analitica de las utopias de todo tipo, también de Ins llamedas utoplas soctsles. Pero la consideracin stenta y no prejuzgada Ia dessulbre con claridad.® La sociedad sonada, primero dietante en el espacio, luego Iejana en ol tempo y finalmente convertida en proyecto a corto plazo es | descubre a In sociedad propin como la otra: distinfa, es mAs opuesta a un orden social aconle con las cnegesidades yx 2 mas.esandiales, més iimangs de los seres humanos stein de fas imagene? Race ver hasta él dia de hoy en los escritos utéplcos el desevbrimtento 6 + Aronnes - CEF is G Apuntis - CEP, BNTROPOLOGLG inciplente, verdaderamente germinal y no porns vecas profundamente aceitado, de los irlecanismmas y estructiras hbsicos de la organizacign soclal. Aunque ex posticularmnante en vl siglo IX quando se hace patente el entrelazomlento’ entre vlopla 9 clencias sidiales nacientes, ya en el caso de Moro pucde ser descublerio, por ejemplo en [a Interrelacién de las fuentes de Te pregunta antropolagica y las de le utopla: qulen exsone In situacién de ia isia Utopia es un marinero portugi3s que supuestamente participé en Jos viejes de Amerigo Vespucti quedandosa al término del Giltimo en una parte no esperfflcada del Nueva Munde, de donde realizG sus exploraciones que finalmente Jo llevaron 4 la sociedad fundada por el rey Utopos *no 26la la mejor, sino Ia Unica digna, a justo thulo, de tal nombre {en Krotz, 1980: 44), En este contexte ia mencion de Elarpa y Ja gombra puede servir también pa: cho de que, todas estas uioplas sociales y sus autores estaban profundamente compenetrados en las creendias, reflexiones y esperanzas de amplios sectores de sus conciudadanas, fa rnayarin iletrados, a las que sus obras, de alguna manera, dieron voz a wmemorar el h Siegiried Nadal he econocide como “la extrafieza de las sulturas primitivas, su Independencia respecto de’ nuestra civileacién. fueron vigorosamente centides por los primaros antropélogos” (1974; 15-16), refiriendase especificamente a Maine y Morgert y haciendo alusidn incluso a Kroeber. El asombro ante fo multiforme y fo diverso de los. pueblos salvajes y barbaros de su epoca y ef problema de la alteridad de los propios antecedentes de este tipo. representados para ntuchos todavia bajo la forma de los sectores campesinos, siguiaron alimentando en el siglo pasado la jyregunta antropoldgica, aunque ésta reciblera un trato cada vez mAs especializado por parte de una comunidad clentiiles en tence de constitucién Parece, sin’ arr 10, que el proceso de “paradigmatiza lon’ de Jas clencias antropalégices, en particular el menclonade paso por ja linea divisoria no clencia ~ clencia, ha sido acompafado por una especie de “desmitificacian” de esta pregunta y del .asombro que le hable dado origen, Ello significaba, consecuenters ente, un camnbjo en la valencia de las categorins de 2 alteridad y, ror ende, una inversién de la pregunta aniropolagica. Asi, la erectente importancia que, tbs antropdlogos decimonénicos, confirieren al estudio de mitag y simbolos, ritusles y creenclas de las chvlizaciones antiguas y de. los pueblos primitives aparece yo slo como eco leiena de la pregunta antropoldgica original y’cétno un resullodo dq Ja alteridad, invertida. Aponres « CEP E ~ Arayres eos - - CEF,L AnrRoroLlocin 0 Hinde aia pti BH, La uropta exnonnod La presuposicién fundamental que habia impulsado la pregunta antropalégica seguia presente er la antropclogta evoluc‘onista, pero con la modificacion a la que se acaba de aludir. La categoria de la alteridad se axpresabo en el reconocimianto de le Lamada unidad siquica de la humanidad, es decir, la aceptacion de una ima esencla hurnona para civilizados, bérbaros y salves, para antepasades primitivds y cullos contempordneos. Esto permitia, sobre [a base de este reconacimiento, un trabajo ordenador del vaste material etnogréfico que elaboraba precisamente fas diferencias entre los pueblos. Este ordenamiento, emp2ro, no maritenia la tensi6n dialéctica de la alteridad, sino tronsfiguré fo diverso en convergente. Asi, fa civilizacion ~unitarla, genérica & industial- fue establecida como negacién del salvajismo y de la barbarie, englobando la multiformidad de los grupos sociales correspondientes bajo el aspecto Igualmente generico de la no civilizacién. Es de sobra conocida ~y 2 menudo indebidamente simplificade- la relacién de la antropologia decimenénica con los centextos sociopoliticos y cultural intelectuales del Primer Mundo «le aquel siglo: ei avance de la organizacién de las socledades ind sstriales sobre fa base de las dos nuevas clases fundementales, la consolidacién de los estados nacionsles, homogenelzacores de grupos sociales, etnias y regiones, y justificadores del nuevo orden, la reparticién colonial de los continentes entre las maciones consideradas como las més avanzadas en todo sentido, representantes e integrantes exclusives de la civilizactén, ta emancipacién definitiva de las ciencias naturales del tutelaje religioso y metafisico, la generalizacion de un tnico modelo de conocimiente cientilico (erientade finalmente hacia la blologis) que fue acompafiada por la creciente cornpartimentacién de sus disciplinas. Ubicar la antropologia y a los antropélogos de tipo evolicionista en el contexto de su época y de sus socledades no significa, naturalmente, concebirlos como simples voceros o legitimadores del proyecto burgués del industrialismo decimonénico. Aunque las obras de estos outores ofrezcan nrobablemente mejores posibilidades que lds de corrientes posteriores pare alvandar en Jos procesos proplos del conocimiento de la relacién entre clencia @ ideologia, éstos no suclen problemetizarse*lo“suficiente;, ello lleva, con frecuencia, @ alirmaciones completemente infundadas y equivocadas ya solo por su sienpliemo. La corigecuencia de tales, 2 Avowres: CEP 5 Avuwees - CEF wNTkOBOLCGL simplismos no deja de ser curiosa: conduce a un ar.dlisis fundamentalmente sincrénico de la antropologia raiclente. Por decirlo.de otro mods: se caracteriza por una subvaloracian del momento genético, hecho que suele ser serialado comiininente como uno de los metanismos del discurso ideolagice, Pero justamente de esta dimension se esta tratando acul: la antropologia cientifica del siglo XIX como proceso que elimina de su interior a partir de cierto momento ~elde su reconocinniento social come disciplina clentifica—su génesis, ostentandose a partir de entonces como digno representante del madelo dominate de generacién de conocimientos vélidos. La brecha asi estatlecida entre la ciencia antropolégica y sus antecedentes correst-onde. en cierto modo, 2 la separacion del condicionamiento sociohistérico del esfuuerzo cientifice de su proceso y sus resultedos, El sefialamiento de esta segunda separacién, sin embargo, ha ‘ocultado con mucha, frecuencia la primera. Indudablenente, 1a ampliacién y formalizacion sin precedente del sistema educalivo general -siempre de cardecter eminenternente nacional- en todos sus niveles (incluyendo a las universidades) han tenid> una importancia todavia poco investigada para que la “paradigmatizacién” de las clencias sociales se haya efectundo de este’ modo. La antropologta evaluctonista consolidada y reconocida optd pues, por una comprensién especifica de la categoria de la alteridad. Civilizacibn, racionalidad industrial y occidental se convirtieran en la medida de todo lo dems al grado de utilizar con preferencia una terminologia fundamentalmente negativa pata su descripcion los no occidentales, los no civilizados, los extemporsnes. La necesidad del aislamiento tribal de los “otros” para poder estudiar la evolucién independiente se combinaba asi fatalmente con la necesidad de ubicarlos en etapas evolutivas generales, resultando en bi afirmacién circular de la sociedad propia, la sociedad del antropélogo en cuestién, como pardmetro de evaluactén de: todas las demas. “Suprimir la diversidad de las culturas sin dejar de fingir que se la reconoce plenamente”; asi ha caracterizade Lévi- Strauss (1979: 310) esta manera especifica de ubicar la alteridad antropolégica. Este “falso evelucionismo” libid,) disolvié 1a tensién inherente 2 la categoria de la alteridad a favor de un plana contraposicién de » dos palo’, donde iin gérferd de sotiedades se défini6 en tarminos s de lo quele falta del segundo, pero'fio viceversa. Esto se pone de relieve nitidamente’en la manera’ como ‘la’ antropologia ’ Apuntes - CEFyL’ z Apuntes - CEFyL AnrRoronocia Aung tana Frtase gin avolucionista se dedica a fundomentar Ia metéfore formulada por Herder, y retomeda por autores tan cisinailes como Hegel, Marx y Freud, sean ja cuss! la flogenia cultural recapitula con necesidad biolégica [a ontogariia fisfalégica: el primitive como nifie. ‘ste es al veredictum de las ciencias antropologiess, éste es el zbdigo organizador de su universo empirice, codigo investide ahora de autoridad cientifice v definitive. Aqui, finalmente, el enjulcia niento utépico en cualouicra de sus formas ha quedado eliminado. La clencia antropolégica no sdio no cree necesitar de sus or genes, de la pregunta antropolégica original, sino también carece de fa posibllidad de recuperarios al descalficarlos para siempre como no clentfficos, no relevantes pars y en el proceso de conocimiento: clentifico. De manera concomitante, el asombro se plerce coda oz mis: degenera en me's curlosidad por lo extrafte y lo gr>tesco, es insoparable del juicio de antemano al cual corresponden los prejuicos de los piblicos lectores mas amplios de las obras antropologicas. Noturalmente, aqui se ests hablande solamente de la tendencia {general lonto en relacién con los antropélogos de tipo evalucionista como en relacion con el conjunto de obras de cada uno ce ellos. Es tendencia general en ambos cascs, no caracteristica absoluta y férrea. Hoy huellas de la pregunta antropolégiea, ecos utopicos en no pocos de ellos, aunque a veces sea dificil seftalarlos por su ambigledad y porque se ocultan cada vez mas por le forma “clentifiea” que en forma creciente edeptan el :rabajo antropoldgico de gabinete y los resultados publicados de las investigaciones acudemicas. @Pero no podrian contarse entre tales “ecos” la demostracién de Maine sobre lo existencia de un orden no caético ¢ irteligible entre los uebios primitives, los intentos antidegeneracionistas de experimentar con sentido la tecnologia primitiva en sit proplo ‘contexto Industrializado por parte de Tylor, la insistencia de Spencer en la vinculacién necesaria, en andlisis y praxis, entre elaciones soclopoliticas internas y con las colonias, la visin de Morgan acerca de un futuro que retomars rasgos centreles del ‘orden social antiquo, fa historia del mundo blolégico y social antiliberalista de Kropotkin, por mencionar solamente algunos ejemplos? El reconoctmiénto de estos “ecos” es necesario, justamente para comprender la formacton de In teorla antropolégica como proceso, come fenbmeno dialégico-tialéetico gn el tiempo (aunque no conozca cabalmente a sus proplos crerlocutores utSpiece) y no como secuericia mecénfes ie Obras, autores, corfentes, Pero es necesarlo, ante todo, pare coraprender 0 ‘Apunres- CEFyb - Apowres- CEFyL AnTROPOLoGiA la posibilided de su transformacién a partir de la critica. [lo no quita, sin embargo, la caracteristica predominante de la antropologia de est tiempo que es importante captar con toda precisién porque la mayor parte de ts antropologia posterior se define, de una manera u ofa, por su relaci6n con el evolucionismo decimnonénico, TV. La msrortn como TeoRIA En todo lo anterior se ha insistido en la importancia de revisor criticamente y de aprovechar de modo consecuente la historia de las clencias antropolégicas, su génesis, en términos de una teorta de fas clenclas antropologicas. Se ha insistide también wn que tuna critica del evolucionismo desde una teorfa de la ideologts corre el peligro de volverse ideolégica por olvidar esta dimensién ev olutiva del conocimiente antropolégico mismo que es, ante todo, proceso. Este enfoque no impide ni vuelve innecesario, sino que complementa, el andlisis de ura cierta correspondencia erste los . intereses de la burguesia industrial y la investigacién antropolégica de aquella época. La supresién del caracter procesual del conocimiento y el opacamiento ideolégico de su génesis, su nndiisis como resultado de ciertas condiciones sociales de un memento histérico dado y sin considerarlo también resultado de pensa-niento investigacion anteriores, harfa caer a la historiografia de la siencia, antropolégica burquesa del siglo XIX en el mismo error de perspectiva en que incurrié la misma burguesia decimonénica cuando se definia céda vez més exclusivamente por la oposicion a los demés sectores sociales y se negaba cada vez mas a reccrdar su proceso de nacimiento, Tuvo que hacerlo, ya que “las tres pelabras, libertad, igualdad, fraternidad, sefialaban... una direccion den estar despegado que une a los hombres finalmente a si mismo, a su esencia desarrollabie... Pero se mostraba también que en ellas, mismas y enitre ellas no todo. estaba afinado; estén llenas de ambigledades. El uso que la burguesta ha hecho de elias al que than servido no ha pasado sin dejarle sus huellas, Su resplandor se ha dividido: pestafiea como el ojo de un encubridor; brilla como la luz de 1789" (Bloch, 1975: 176). Separados entre st ostaban también los dos polos inherentes a la aiteridad, proporcionando ast una base para su enfrentamiento directo, no dialécticumente articulado, en fin, para la subsuncién de uno a otro. La antropologia del siglo XIX, no obstante Jog ecos ut6picos que cnitiene, es ejeinplo de este olvido y de.que "nd sé habla podido abusar'de las tres palebras; si de antemano: todo hubiera sido claro entre ellas” (ibid. La antropologia evolucionista representa, " Apontes - CEF yk 7 Apuntes - CEF yi: PNTROPOLOGIA, sd i sis uno de fos ejemnpioi més lamatives de la wansflgurgcton del concepte de fratemnidad: gran parte de su estuerzo estaba destinado a cimentar la conviccién de la iqualdad esencial de todos los seres humanos, consideracién que no poco tuvo que ver con los movirnientos antiesclavistes. Pero la aceptacién de {a fraternidad ‘se basaba finalments sobre la iguiaklad abstracta y fundernentis ast una nueva relaciéin entre sefiores y siervos: bumanos ambos, pera cada quien en su lugar Sin embergo, hay que repetir que aqui no esté en discusién el aprovechamiento de la investigacién antropolégica en func.én de la legitimacién del coloniatismmo. No lo est8, pues, el problema de la antropologia aplicada, sino el de ls teorfa de la antropologia.® Eltema es un determinado aspacto de la configuraci6n especitica de la antropologia decimonénica a la que toda la produccién antropologica del"sigio XX, al metios de su primera milad, se feliere, incorporando de manera inconsclente muchas de sus premises, aunque explicitamiente se opengs de mado vehemente al paradigma’evclucionista “Todo sistema de pensamiento -ha tratado de demostrar G. Devereux- nace... a manera de dofenss contra la angustia y la desorientacién” (1977: 44; véase también 58 ss). Berger y Luckmann, por su parte, han identificado el proceso del couocimiento con la elaboracién de sistemas clasificatorios que ‘ordenan el cass de las percepciones. Por ello, todo contacto cultural crea problemas de legitimacién entre las partes involucradas (1972: 139) y redunda en demostracicnes de superioridad frente a Jo otro, a Jo extrafio, El evolucianismo GecimonSnico deja ver con claridad esta caracteristica del proceso cognoscitive en aniropologa zy no evoca en seguida su presencia fen la reanudacién evoluctonista cuando L.A. White (1964) intenta superar precisomente el subjetivisme decimonénico mecliante la elaboracién de criterios abjettvos (en parte por ser cuantificables) y formula su ley del desarrollo cultural en terminos de }rnovecharniento energético por afic y por cabeza justamente en visperas de Hiroshima y Nagasaki? E} “etnocentrisma es fa condicién natural de la humanidad”, ha afirmado ILM. Lewis (1976: 13) La antropologia decirronénica: fo demuestra ante todo como elemento constitutive de su proceso cognoscitive ~y no tanto como problema de valores 0 de accion y cs dificil ver su superacién ef las corrientes que la impugnaben. Es.decir, el etnocentrismo’ no &¢'revélé primondlalmerte como problema de la relacién entre investigacion antropolégiea y la Apuvres ; CEP yi > Aeuwnes - CEP E ANTROPOLOGIA uuilizacion de sus resultados ni coro problema de la gdsc ripeign de clase, etnia o nacién de sus practicantes. El anélisis de la ‘categoria de la alte-idad lo revela como elemento constitutive del Proceso cognostitive, de un proceso, finalmente, que tiene una dinamica relativamante propia que se prolonga bastante tnas alla de ia vigencia del paradigina mismo. La historia de lo 1eoria antropolégica se convierte asi on parte integrante de le teorfa de la antropologic. La crisis de la antropologia es, actualmente, un hech> poco controvertide. En su comprobacién se suelen mezclar fa lastirna con el cinismo y para su superacién parece disponerse a rienudo sélo de voluntarismo. Pocas veces se encuentra, en cambio, la reflexion sobre los {undamentos socivepistemolégicos del Conocimiento antiopolégice (y, como ya se ha repetide varias. veces, incluso donde la teoria de la ideclogia no ha degenerado en un mero recurse retérico para la ridicullzacién de poticiones opuestas, esta reflexion se ha limitado al estudio de las condicionantes externas del proceso cognoscitivo mismo), El imperialismo cultural que se extiende en nuestros paises y que en 1a antropologla se expresa por medio de fenmenes tales como el surgimiento periédico de modas intelectuales procedentes de los palses industrializados y a frecuencia con que los antropSlogos realizan parte de sus estudios en estos paises, la burocratizacion de la investigacién antropolégica que convierte al antropé ogo en. recolector y macuilader de datos empiricos, la atsencia generalizada de confrontacién real de los resultados al interior de la comunidad cientifica y con fos informantes,"! han sido factores gue han contribuide eficazmente al subdesarrolio de esta rellexién, La problematica de fa categoria de la alteridad es solamente uno de los t6picos centrales de esta reflexion que se propone aqui como tarea urgente para aclarar y resolver la actual crisis de la produccion de conocimientos antropoligicos ‘Asi como no es posible elaborar una historia de la ciencia bajo un enfoque internalista, sino que se impone su articulacion con un adecuado enfoque externalista, aqui no se defiende tampaco el diletantismo filoséfico ni el ejercicio epistemolégico como solucién de la crisis. Pero n partir del reconocimlento de una dinémica propia del proceso cognoscitive en antropologta se hace nucesaria la investigacién precisamente de su légica interna, sus implicaciones, el condicicnamlento de sus proplos resultidos, Li teoria de la antropologia necesita de la teoria ‘antrofolégica ara su realizacién, pero no a modo de dato historico petiificado, a Apuvres - CEF YL, 7 Aponres - CEFL AntrRoroLocin IMs tvs Tenth sino a mode de su lugar de reallzacién, Lo que hes, falta, pues, Ao ag UNA Nuevas materia en los planus de estur/o, meses de discustén adicionales en los congresos antropott ;08, @te., ino el énlasis en una dimension te6rica ~para muchos nueva @ inusitada~ de la proxis de la investigacion ar:icopolégica. V. HACIA EL ASOMBRG COME ASOMORO MUTUO En fa ciencia antropolégica establecida, 2! lugar por excalencia de Ia pregunta antropolégice as {2 praxis ce la investigacion. Ficl 9 ba tradicion especifics que esta clencia representa dentro del cor junto de las ciencias sociales, ef componente més significative de: esta proxis es el lamado zrabsjo de campo. For elo es, en principio, alentador que en los iltimes aftos los diversos programas de estudio en México han estade recuperando ef trabajo de campo sistemstico come elemento formative de primera importancia. Por ambos hechos, alguns consideraciones sobre la investigacién de cxmpo proporcionan una buena cportunidad pare relacionarlos elerr entos hasta ahora referides como el quehacer cotidiano del antropilogo. En muchas discusiones entre antropéleges acerca ce las caracteristicas adecuadas 0 inadecuadas de! trabajo de cam 30, se perfilan dos posiciones mutuamente opuestes de las que una se formula ante el trasfando de la caricature de la otra, Asi, mizntras que una concede importancia primordial a la realidad emmpirica por observar y elabora sus categorias analiticas a partir de ésta ‘para ponerse a salvo de los peligros del idealisme deductivista, la otra parte de esquemas analiticos de determinados autores y ve en a aplicacién a los fenémenos de la realidad observable la Unica posibilidad de escapar del empirismo plano. Independientemente de consideraciones més amplias es otvio un denominador comin -o al menos un peligro~ en ambas posttiones, Las dos “cabtan” la cealided soctal en categorias cuya subjetivided ‘en el centido de que son inadecuadas a la realidad~ no se cuestiona. La segunda posicion dificiimente puede obviar ta disto:cibn de la realidad investigada por su encajonamients en el echo de Procusto de los conceptos preconcebidos al cual en caso extremo solamente servirén de Hustrecion, La primera pesicién, fen cambio, dificilmente puede asegurarse ante el pellzro de encontrar en la realidad meramente tos reflejos de la propia organizacién mental y conceptual no explicita. Las dos Concepeiones tienen en comin que, de manera imp'fcita o explicit, no conceden valor de interrogante a la realidad ‘observada, es decir, aribas posiciones eliminan tendencielmente “la primera de hecho, gue no de forma, la segunda de manera Apunres “SEF - Apunres - CEF yh: ANTROPOLOGIA expresa~el asombio como actitud del investigador, Ja akeridad como elemento constitutive de su analisis. Como se sefalé claramente al c nienzo de fe porte Il cle este ensayo, el discurso de! asombro no significa en modo siguno concederle prioridad cronolégica o epistemolégica a la rualidad investigada. No se trata de un asombro al que le correspoxderia, en un plano politico, el populismo ~este asombro nuevemente eliminarfa la tension dialéctica inherente al proceso cognescitive (y politico). Mas bien, este asombro partiria de una cierta dimensién de incomprensibilidad e ininteligibilidad de lo otro en pritnera y en Gitima instancigs, este asombro se plasmaria en la coniccion de que “la palabra sencilla es, por mucho, demasiado; fa palabra * mis elevada, en cambio, por mucho, demasiado poco...” (Bloch, 1973: 244). Todo ello fundamentado en la calidad procesu| tanto de Ia realidad social como de su conocimiento. De modo congruente con esto, E. Bloch ha sefialado en otro lugar cue “la ciencia, particularmente, cansa al asombro cuestionante, sin fondo, “explica’ cémo surgié esto 0 lo otro, cmo aquel llega a ser nuevamente el otro...” (1979: 216) Para el caso de las ciencias de la sociedad y de la cultura, el priblema de la relacién entre conocimiento y asornibro expresa su especticidad en términos de la alteridd: sujeto y objeto son parcielmente idinticos -fa causa mas profunda, ademés, de la afirmacién sobre la imposibilidad de concederle prioridad de algin tipo a uno de los dos. Esta identidad parcial entre el estudioso ylo estudiade ~dieléctica de identidad y diferancia~ significa de manera necesaria que el conccimiento de uno implica siempre ya el del otro. Para la investigacion de campo en particular, sin embargo, vale que “quiza la mald:cién de las ciencias del hombre sea la de ocuparse de un objeio que habla” (Bourdieu et al., 1975: £7). G. Devereux ha ahondado en esta problematica y sefiaa que “probablemente la unica diferencia de importancia eritre lo animado y lo inanimado es la conciencia, y entre el homtre y el animal, lo conciencia de su propia conciencia: el saber que uno sabe” (1977: 49), La observaci6n citada de Lévi-Strauss sobre los primeros contacios entre europeos y americanos” lleva a ‘especificar y ampliar las presentes consideraciones de que la 'sistencia en el asombro del antropblogo no debe ocultar que se trata siempre de un asombro mutuo: el estudioso sotvre los estudiados, los estudiados sobre el estudioso. Cualquier antropSlogo encontraré en la memoria de sus trabajos de campo indicios suficientes para corroborar este punto." 1s APUNTES - CER YL gz Apunres- CEF yb, ANTROPOLOGIA En fa investigacion de campo el asombro mutuo ~reco r0cido como tal- se convierte, podria convertirse, en la base ‘sara la recuperacién del asombro de la pregunta antropolégiea original. De ser ast, significaria que el antropblogo, al estudiar la “otra” sociedad, recobraria e! asombro sobre sf mismo y sobre su propia sociedad. La ontropologia dei sigio XIX. al tratar de ca tar de. manera sistemética el proceso evolutivo de la realidad social, trensformé [a alteridad etnocéntricamente, suprimiende ast su componente viépico. Pero justamente en la utopia se vitlumbra lo imés esenciat del procese evolutivo, aquello que en irr4genes sieimpre cambiantes aparecta como su resultado deseado y sosible: 1a felicidad como fin ilkimo del proceso social.# Para la antropologia y tropélogos actuales {a reflexién profunda sobre la categorfa de la citeridad no solamente abrifa una mueva dimension en ef estudio de la historia de la teoria antropolégica al tratar de recuperar por medio de ésta los ecos de aquellas utopias qu influyeron. directarrente sobre sus primeras formulacicnes y al ideniificar Ios elementosque tlevaron paulatinamente a su eiminacion ¥y que finalmente conformaron el marco ampliamente aceptado del trabajo antropologico consideracie camo cientfico. Como rasultado mas importante, esia'reflexion abriris también una nueva dimension deb empirica, que partirfa y terminaria entonices con el asombto sobre cudntag y tan diversas tentativas ha habido y sigue habiendo para aicanzar esta felicidad que esboza el suefio ut pico. ¥ también por ello su investigacion tendré que comenzar con y deseribocar en la iva sobre cusntos y tan diversos recanismos ha habido y sigue hebiendo para impedir su realizacién, tarto en la sociedad sobre la que se asombra el investigador como en la sociedad sobre la que se asomibran los estudiados. Aeunres: CER yg» Hrures - CEF yh

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