Wakchas Literarios: Al Filo Del Rayo de Enrique Rosas Paravicino

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GRONICAS URBANAS ©1851 Wakchas'’ literarios: Al filo del rayo, de Enrique Rosas Paravicino ‘CESAR ALBERTO VENERO TORRES, De Goluyo © Machupicchu, n Al filo det rayo (1988), Enrique Rosas Paravicino percibe la im- posibilidad de separar el presen- te del pasado todavia relevante; por otra par tras que su actitud hacia el futuro quizds ain muestra resistencia hacia algunos aspectos de la cultura occidentaliza- da, el autor reconoce la necesidad de penetrar e808 cédigos culturales hegeménicos y resigni- ficarlos desde los margenes de la modernidad. Rosas se inspira en la historia andina y su na- turaleza oral, subvirtiendo la cultura dominan- te por medio de la cultura dominada, de una manera parecida a la de Arguedas en El zorro de arriba y el zorro de abajo (2001). Al sub- vertir la tradicién literaria, Rosas permite que sus lectores vean la precariedad del discurso de homogeneidad asociado con la modernidad (Galdo 2000: 137). En la contraportada de Al filo del rayo, Jesiis Diaz Caballero nos provee un comenta- rio perspicaz y pertinente sobre un sector de la literatura peruana que ha recibido poca aten- cién critica’. Para Diaz, con esta publicacién, Rosas se incorpora a la narrativa neorregiona- lista de la literatura peruana de la década de 1980, junto con otros escritores como Oscar Colchado, Cronwell Jara, Zein Zorrilla, Samuel Cardich y Andrés Cloud. Y explica’ que los cuentos de la coleccién de Rosas subrayan los valores andinos que se rehtisan a sucumbir a la modernidad occidental y, a la vez, mantie- nen una perspectiva realista en su tratamiento del desbordamiento de la migracién urbana y 182+ cRONIcAS URBANAS Jos cambios violentos en el imaginario cusque- fo, todo ello a través de un lenguaje directo y puntual que incorpora los patrones del habla del sur de los Andes (Diaz Caballero 1988). ‘Sin embargo, mientras las observaciones de Diaz les dan a los lectores de Rosas un con- texto mas amplio desde el cual leer sus obras, encuentro el término neorregionalista algo re- miniscente de la tradicién literaria del neoindi- genismo, 0 aun de la del indigenismo, que res- tringe la literatura de Rosas a una region espe- cifica o incluso, se podria decir, a un mercado especifico. Por su parte, Rosas claramente sitia su obra en los Andes peruanos y sus cuentos y su tematica van més allé del regionalismo; asi, se puede decir que llena el espacio literario, que Arguedas cre6 en Los zorros a través de su subversién del género novelesco en términos de a cosmovisién andina. ‘Sin embargo, Rosas prefiere mantener la estructura narrativa tradicional, permitiendo que los didlogos de los personajes logren lo que Arguedas en Los zorros. O sea, Rosas coloca a su lector en una posicién de “leer” dialégica- mente (en el sentido bakhtiniano), lo cual por consiguiente delega al lector la reconstruccién de la historia, incorporéndolo en una cosmo- visién andina heterogénea contemporénea. La coleccién de cuentos progresa en su urgencia y su proximidad a asuntos contemporaneos, cada uno agregandose al anterior, para crear una ted sociohistérica intricada que enlaza el pasado precolonial y colonial, el presente y el futuro a través de la violencia. Para Galdo, el eje estructural de la colec- cién es un discurso mitico-histérico, un discur- 80 que considera que las raices de la violencia contemporanea, especificamente la de Sendero Luminoso’, se originan en las fracturas basi- cas de la sociedad establecidas durante la con- quista del Nuevo Mundo (Galdo 2000). Al filo del rayo da un paso adelante sustancial deritro del ciclo que Arguedas empieza con el final de Los zorros: la coleccién de cuentos la vez re- conoce la necesidad de una identided andina pertinente a la modernidad contemporanea y comienza a desestabilizar el idioma, la ideologia, y el discurso en general desde los margenes de la cosmovisién andina. Sin embargo, no logra completar la subversion, dejando la identidad andina moderna en un estado huérfano, remi- niscente del wakcha, El libro presenta diez cuentos cortos, de los cuales analizaré tres, a los cuales considero representativos de la identidad del wakcha y del uso del lenguaje como tecnologia de subver- sin del poder. En el primer cuento de la colec- cién, “Temporal en la cuesta de los difuntos”, ‘una variedad de personas viajan en un autobts, pequeiio de Madre de Dios® a Cusco. En este cuento, desde el principio se nos infunde un sentimiento contundente de wakcha: hay gente de diferentes origenes, literalmente en transito, y para el lector, en este punto de la narraci6n, tienen una identidad colectiva cuyo tinico enla- ce es al autobtis. Cuando al inicio del cuento se desarrolla una conversacién entre un minero, un sabio de la cultura andina y un tarmefio® gresando de Puerto Maldonado, puede el lector enterarse de dénde viene cada personaje indivi- dual, El minero saca cada personaje individual del grupo colectivo de pasajeros a través de sus preguntas, incorporéndolos en la conversacién.. Al hacerlo, asocia el conocimiento del pasado ‘andino que él encarna con su estado de “no lu- gar” del presente y al mismo tiempo subraya la hheterogeneidad del grupo colectivo al permitir que cada individuo hable por si mismo y expli- que sus origenes. En otras palabras, el minero enlaza el pasado andino a un presente pluri- cultural representativo de la nacién peruana. Su centralidad en el didlogo es evocativa de la centralidad de la cosmovision andina en la identidad presente de los pasajeros; aun como wakchas, estén conscientes de sus raices y no haan olvidado su pasado. El presente se interpreta por una perspectiva del mundo que es distinta a ta comprensién occidental del catolicismo: esta co- loca la vida en este mundo y la vida en el més alld en un Plano secuencial, no en uno de coexistencia, lo cual es un rasgo indigena hemisférico. Los pasajeros conversan mientras el au- tobis pasa por un abra en las montafias que sirve como marcador de la mitad de camino entre las dos regiones, Amazonia y Andes. El lector infiere a través del didlogo que estan via- Jando por Walla-walla, un rea conocida por la proliferacién de condenados. Como en Los zorros, la vida y la muerte no se yuxtaponen; los condenados estén muertos pero coexisten con los vivos. “Le dicen también el paso de los, condenados. De aqui al cielo esta cerquita. Uno puede terminar visitando a San Pedro’ en cual: quier rato” (Rosas Paravicino 1988: 14). La alti- tud de la region hace que se esté mas cerca de los dioses, facilitando el paso del mundo de los que estan vivos al mundo de los muertos. Otra ver, el presente se interpreta por una perspecti- va del mundo que es distinta a la comprension occidental del catolicismo: esta coloca la vida en este mundo y la vida en el mas alla en un plano secuencial, no en uno de coexistencia, Io cual es un rasgo indigena hemisférico. No obstante, la referencia del minero a San Pedro CRONICAS URBANAS +153 CESAR ALBERTO VENERO TORRES. De Goluyo @ Machuplochu, también demuestra que su versi6n del presente no se sitiéia nostdlgicamente en el pasado ar- caico que no toma en cuenta el presente; es un presente pluricultural que permite que todos los aspectos de la historia andina, aun los que fueron establecidos en la época de la conquista, como el catolicismo, tomen parte en la creacion de una identidad futura. Los que se murieron no eran solo conde- nados, sino también “forasteritos”, como des- cribe la cancién del minero. “He venido y no he venido / linda palomitay, / a las puertas de tu casa. / Forasterito soy, / sin consuelo estoy, / pasajerito soy, / mafana me voy (Rosas Para- vicino 1988: 15)”. Los condenados también son viajeros sin hogar y sin un lugar donde quedar- se, por ello es dificil determinar a dénde perte- necen. A lo largo de las conversaciones sobre los condenados, los pasajeros establecen una historia de forasteros que han viajado por el lu- gar exacto donde estan en ese momento y que han muerto; algunos de ellos probablemente todavia permanecen alli. La historia est inevi- tablemente amarrada a la violencia del pasado y la discusién leva a una conversacién sobre Violencia, criminales, muertes de gringos que han pasado por el area y hasta la desaparicion de tribus enteras, como la nacién antigua de los chunchus. No obstante, el viajero irlandés -que tam- bién se encuentra en el autobtis- comprende ificilmente la historia de violencia en la regién. “Yo no entiendo -intervino el irlandés-. Pero, epor qué usted dijo que aqui hay hasta con’ denados? -No digo yo -aclaré el minero-, dice, eya?, dicen” (Rosas Paravicino 1988: 18). Aqt atisbamos la estratificacién interna del lengu: je que segtin Bakhtin es el requisito esencial para la auténtica prosa novelesca (1981: 264)°. Porque el lenguaje se considera una represen- tacion de una cosmovisién (Bakhtin 1981: 271); cuando cada persona habla en el autobtis, se presentan diferentes cosmovisiones, no solo la del autor. Sin embargo, la estratificacién y he- teroglosia del discurso novelesco van més all. Bakhtin explica que “cada sonido concreto de un sujeto hablante sirve como un punto donde fuerzas centrifuges y centripetas son aplicadas (1981: 272)". En otras palabras, cuando cada personaje habla, demuestra la inestabilidad del Ienguaje y asi la de la cosmovision que repre- senta. Ademas, cuando cada personaje habla en el cuento, expresa dos diferentes intenci nes: la intencién directa del personaje que ha- bla y la intencién refractada del autor. Cada fragmento del habla dentro del cuento siempre esta dialogizado internamente (Bakhtin 1981: 324). Al mantener la naturaleza dialogica del habla dentro del cuento, junto con el asunto clave respecto a que el lenguaje es la expresién de la cosmovisién, se sigue que el viajero irlan- dés no comprendiera el lenguaje de los otros viajeros peruanos en el autobiis, aun cuando entiende las palabras que enuncian, porque estén repitiendo la historia en términos de su propio lenguaje y cosmovisién. Detrés de esta ‘in esta ademas la naturaleza oral de la cosmovisién andina, la cual contrasta con la 1542 cRoNicAS URBANAS naturaleza escrita de la cosmovision occidental. Decir que el mundo andino y el mundo occidental son mutuamente excluyentes seria hacer una simplificacién demasiado limitada, que haria que un mundo sea incomprensible al otro por causa de una dialéctica oral/escri ta", Rosas demuestra a través de una imagen esctita del lenguaje hablado que la cosmovision occidental y la de los Andes son mutuamente comprensibles, pero no sinénimas. Asi, como Maxwell en Los zorros explica al padre Cardozo que puede que no entienda su lenguaje (en es- pafol) aunque entienda el significado de las pa- labras, el minero explica al irlandés que no ha entendido la naturaleza oral del lenguaje enun- ciado y que, por consiguiente, no ha entendido el significado verdadero de la historia de vio- lencia establecida por los peruanos en el auto- btis. En los términos de Bakhtin, cada discurso presupone una concepcién especial del oyente, €l trasfondo de percepcién de conocimiento an- terior y el grado de recepcién (1981: 346), Aqui Rosas ha hecho una distincién a través del len- guaje entre la perspectiva del irlandés de la his- toria y la de los peruanos en el autobis. El lenguaje no solo se torna en vehiculo para establecer una distincién entre las cosmo- visiones del mundo andino y del occidental, sino ‘que, al repetir las repercusiones de la distincién entre ambas desde el tiempo de la conquista hasta el tiempo contemporaneo de “Temporal”, cl Ienguaje también se torna en la tecnologia por la cual vemos la violencia que, para Rosas, fue creada en la época colonial y es la razn preeminente que se encuentra tras la continua- cién de la violencia en el tiempo en que escribe AL filo del rayo. Como sefiala Cornejo Polar, en Escribir en el aire, la literatura durante la con- quista y la época colonial no es solo un punto cultural, sino también y sobre todo un vehiculo para la conquista y la dominacién (1994: 39 Rosas utiliza la oralidad en un género literario escrito para destacar el mismo asunto. En el caso de “Temporal,” demuestra la continuacién de la dominacién colonial de los espafioles so- bre los indigenas quechuas. Aunque el minero representa el conocimiento y la tradicion de la cultura andina, su profesién significa la domi- nacién y destruccién de la tierra indigena, y por consiguiente de la cultura indigena, por parte de los espanoles y después por parte de los criollos. Se encarga de este significado cuando elige pre- guntarle a un indio que est4 masticando coca en silencio de dénde es, no en espafiol, como les habia preguntado a los otros, sino en quechua. Después el minero detuvo sus ojos en un indio que mascaba coca en silencio. Era un pastor de puna que habia servido de peon en las minas de Laberinto. Volvia a su tierra tras dos largos afios de au- sencia, Le pregunté en quechua: ~May- mantan kanchis taytay? -De Llallapara, sefior, provincia de Canas -respondié el hombre en espafiol fluido. (Rosas Paravi- cino 1988: 18) Al responder en espafiol, el indio resalta el punto que Rosas sefala a través de Al filo del ayo: mientras la cultura andina pueda retener el lenguaje y las tradiciones de su pasado est preparada a participar y considerarse a si misma agente en la construccién de una identidad an na moderna. El indio demuestra esta ide: al utilizar el lenguaje hegeménico del Pera. EI cuento progresa y Rosas enfatiza el sentimiento de soledad y la condicion de huer- fano, con los cuales empieza el cuento, al pre- sentarnos al wakcha primordial de las futuras generaciones de peruanos: un bebé nacido a una viuda joven en el camino y durante la tormenta, El bebé tiene madre, asi que no es hnuérfano en el sentido tradicional de la pala- bra; pero es un wakcha en el sentido andino contemporéneo de la palabra: nace sin hogar, en el camino, en transito. No con una comuni- dad de origen predeterminada, como los otros viajeros; por consiguiente, no tiene origen y no puede ser miembro colaborador de la sociedad en la concepcién andina del término. Su fu- turo es incierto como la vision del futuro que Rosas tiene para una nacién concebida en vi lencia y dominacién. Sin embargo, después de que nace el bebé, cada uno de los viajeros le da una prenda de ropa, expresando el peda- zo de su propia identidad que dan al futuro de la nacién”. Los regalos de ropa vienen de las identidades de los miembros de la sociedad y evan el conocimiento y las tradiciones del pa- sado con ellos. En el acto de presentar al recién nacido fragmentos del pasado y del presente, el grupo colectivo de pasajeros le provee de todas las herramientas necesarias para que no sea un wakcha de la sociedad. Aun el irlandés le entrega una manta fina de alpaca, dandole un fragmento de su identidad propia del pasado y del presente en forma andina. El nacimiento del bebé parece cambiar la situacién en la que se encuentran los pasajeros, El autobtis averiado por fin empieza a moverse otra vez, mientras los pasajeros dejan escapar un grito colectivo: “Ocho gargantas respondii ron a una sola voz: ~Yaaa... jListooo!” (Rosas Paravicino 1988: 29), demostrando su vision plural pero unificada del futuro. La importan- cia de la tierra y la valorizacién de la naturale- za, tan importantes en la cosmovisién andina, van juntas con el futuro del Pert. “iSalis pa troncitost... por el ninito. ;Por ese varoncito de la apachetal En el cielo -entre nubes despan- murradas por la tormenta— una estrella errante trazé una curva fugaz |...)” (Rosas Paravicino 1988: 30). La naturaleza une la muerte con la nueva vida cuando la viuda joven da a luz a su bebé, la esperanza del futuro del Pera. Un largo aliento vigoroso, una sola fuer- za, un impulso coordinado, unido a la potencia del motor, consiguié arrebatar las lantas al lodazal [..., pronto el llanto de la criatura, filtrado tenuemente en el viento, les hizo constatar que, en efecto, aquella tarde Walla-walla les tenia reser~ vado, como una extraordinaria sorpresa, al pasajero mas joven del mundo. (Rosas Paravicino 1988: 26-28) Sin embargo, los viajeros también discu- ten por nombrar al bebé, reflejando la incerti- dumbre respecto a la identidad, aun después de proveerle con fragmentos dei pasado. Para Rosas ~como para Bakhtin-, el lenguaje produ- ce una ambigtiedad que permite movimiento. a El poder simbélico del lenguaje andinas; sin embargo, mientras él gana poder simbélico a través de asumir el lenguaje det dominante para renombrar y reconocer a quienes son dominados, crea un espacio de esperanza para el futuro. Y también connota una historia de vio- lencia de la cual parece imposible escapar. Bourdieu atribuye la constitucién de tal violen- cia al poder simbélico o el poder de crear cosas con palabras, como una nacién, Una nacién empieza a existir solo cuando se distingue de otros grupos por conocimiento y reconocimi to (Bourdieu 1989: 23). De la misma manera como en Los zorros, él reconocimiento juega un papel esencial en la creacién. Bourdieu conti- nia, explicando que el poder performativo de designar transforma en una nacién lo que an- tes era solo una coleccién de personas varia- das, como los viajeros en el autobas (1989: 23). El poder simbdlico del lenguaje del pasado para. Rosas ha residido en las manos de quienes han dominado a las culturas andinas; sin embar- go, mientras él gana poder simbélico a través de’ asumir el lenguaje del dominante para re- nombrar y reconocer a quienes son dominados, crea un espacio de esperanza para el futuro, El cuento cierra cuando el minero vislumbra la magnitud del significado del nacimiento del bebé: “El suceso, por muy prodigioso que fuera, no cambiaba un apice la situacién en el cerro. 20 tal ver si? [...] Claro que si, parecié contes- tarse a sf mismo” (Rosas Paravicino 1988: 29). GRONICAS URBANAS +155 El autor transmite una idea final a sus lectores a través del didlogo que quiza, aunque el len- guaje y los discursos del presente reiteren la violencia del pasado colonial, puede escapar al ciclo de la violencia por subvertir los discursos dominantes con una cosmovisién andina con- tempordnea. En “El caballo jubilado”, la historia de don sno y su caballo Korilazo"*, ambos son representativos del sistema del gamonalismo en el Pera" o del sistema antiguo de vida en los Andes, en el cual un nimero pequefio de mistis mantenia un poder regional sobre los campes nos indigenas en una época en la cual arrieros, como don Crispiniano llevaban mercancias por la regién. Los lugarefios miran a don Crispinia- noy a Korilazo con un sentimiento de nostalgia por una “edad de oro” ya pasada, muy posi blemente de la misma manera en la que Rosas percibe el tiempo antes del comienzo de la gue- ra interna iniciada por Sendero Luminoso'*. Don Crispiniano esta ligado al sistema gamonal de la regién, un sistema basado en la explotacién y la dominacién de la gente indi- jena para los intereses del poder regional. Su istoria, entonces, lleva los marcadores violen- tos de dominacién y confiicto. También trae a Ja mente la ética laboral y el orgullo de la gente andina utilizada por la élite regional para ex- plotar a sus trabajadores indigenas. Cualquiera sea la razén de su explotacién, un sentimiento de orgullo en su trabajo que surge de su identi- dad andina los motivaba. Arguedas ejemplifica este orgullo en su novela temprana Yawar fies ta (2007 [1941}) tanto en la explotacién del tra- bajo indigena en la construccién de la carretera entre Puquio y Lima como en la instigacién ala participacién de los indios en el yawar pukllay que toma lugar al final de la novela. La gente de la ciudad mira al arriero viejo y a su caballo regio Korilazo recordando el orgullo y la ética laboral del pasado, a pesar de sus connotaci nes violentas. Estan inseguros del futuro pero ya no pueden aferrarse al tiempo anterior de la misma manera que don Crispiniano: son wak- chas del presente, inseguros de la direccién en Ja que deben mirar. El viejo ya se ha dado cuen- ta de que él y Korilazo pertenecen a un estilo de vida que ha perdido su significado en la socie- dad contemporanea. La tecnologia y el empuje hacia la expansién del comercio internacional, los han hecho superfiuos. “No le fall6 el caballo, pero si el tiempo” (Rosas Paravicino 1988: 53). El arriero viejo no estd enlazado inevita- blemente a la manera de vida de las haciendas feudales de la época pasada. Entiende como una versién occidentalizada funciona y cémo esto afecta su vida. No obstante, rehiisa ver a su pueblo de Pitumarca a través de cédigos culturales occidentales, eligiendo relacionarse al pasado en vez de al presente. En otras pala- bras, elige la misma perspectiva del tiempo que a de una concepcién occidental de Ia moderni- dad. En esta, segin Javier Sanjinés, el pasado 186+ cRONICAs URBANAS puede existir en el presente como nostalgia o el futuro puede existir en el presente en forma de pensamiento revolucionario, pero ambos -pa- sado y futuro- no pueden existir en el presente de uria perspectiva “moderna” (2009: 191). Don. Crispiniano no se da cuenta de que no es nece- sario ver su presente por la lente de la moder- nidad. Al principio del cuento, un Iugarefo lo consuela mientras planea jubilar a su caballo con un dicho creado por la cultura criolla de la, élite costena: “Vaya don Crispiniano, no es para tanto, Dice el dicho que los robles cuando mue- ren, no solo lo hacen de pie, sino cantando el himno de victoria |...)” (Rosas Paravicino 1988: 52). Don C no sigue la légica, pero opta por su propia version andina: “Diré usted como ‘un eucalipto sefiorcito, Porque en Pitumarca no crecen robles. Y en lugar de himnos preferiria morir cantando uno de esos cacharparis!® que ya no se cantan” (Rosas Paravicino 1988: 52). ‘Asi, se sittia con firmeza fuera del discurso he- geménico, encontrando que las comparaciones son menos que satisfactorias para los senti- sntos que tiene hacia su caballo. El discurso implicito en los himnos de victoria es uno de violencia y dominacién de las regiones andinas y de su gente. Don Crispiniano prefiere los ca- ‘charparis de los Andes. Sin embargo, al relacio- narse a las canciones del pasado, también se coloca deliberadamente a si mismo en el pasa- do en vez de en el presente. En otras palabras, el cuerpo del arriero viejo es emblematico del pasado andino. Encarna el pasado arcaico de los Andes, que puede ser compatible con el pre- sente, pero que no permite ningin futuro. Por lo tanto, por voluntad propia se suicida al final del cuento, cuando se enfrenta con el futuro de su cultura querida. Porque, como Rosas elabo- ra.en “Temporal”, el futuro de la nacién signifi- ca un proceso estratégico de resignificacion de los cédigos culturales andinos en un contexto moderno. Su versién de existencia andina no puede sobrevivir en el futuro que est siendo forjado por los wakchas del presente, como el bebé en “Temporal.” ‘Cuando se selecciona como el represen- tante del final de un ciclo, don Crispiniano ase- gura que las generaciones futuras de Pitumar- ay del Perti como una nacién son incapaces de seguir con su mirada hacia el pasado para la fuente de su identidad andina. Esto es muy parecido a lo que hace Arguedas en Los zorros al anunciar su suicidio inminente a través de la narrativa y al conchuir con el suicidio mismo. Curiosamente, mientras don Crispiniano deja a os hombres en la cantina y regresa a casa para preparar su suicidio, los hombres discuten la existencia legendaria del arriero, su participa cién en las diferentes guerras y aun el hecho de que nunca tuvo hijos, no por falta de deseo sino porque -ellos proponen- no pudo como consecuencia de su profesién. “Parece que el exceso de cabalgatas le malogré algo de ese ar- tefacto que nos sirve para hacer hijos. Se quedé ushpay’” para toda la vida” (Rosas Paravicino 1988: 59). Aqui se presenta otra vez a los lecto- res, como en “Temporal”, la idea de la creacion (0 la falta de creacién) de una nueva generacién LJENNYFER NAVARRO / MARCO MOSCOSO. Héroes del Bicentenari, en relacién a la procreacién. En el alboreo de una nueva identidad andina contemporénea, la encarnacién del pasado arcaico comprensible- mente no puede reproducir y ctear una identi- dad para el futuro. El autor deja a sus lectores con la ima- gen de Korilazo corriendo del pueblo desenfre- nado y sin jinete, con una mirada afiebrada en los ojos. Desaparece en las afueras del pueblo momentos antes de que los pitumarquefios en- cuentren a don Crispiniano muerto en el patio. Esta imagen del caballo hace eco de los sen- timientos de los wakchas del Pera contempo- réneo de Rosas. La comodidad y el orgulllo del pasado, por ser tan violento como fue, ya no existe. Korilazo, quien era parte del gamonalis- mo del pasado, corre afiebrado fuera del pue- blo. Aunque tiene miedo, no se queda atrés con su duefo, y él, como los viajeros en “Temporal”, encuenira en un estado transitorio. En esta iltima escena, el titulo del cuento se hace cl ro, Rosas prefiere enfocarse en el caballo jubi lado que viene a representar a los wakchas del Peri contemporaneo, en vez de hacerlo en don Crispiniano, quien simboliza una visién del pa- do que no es compatible con el futuro de la identidad andina. “Al filo del rayo”, el ultimo cuento de la coleccién de Rosas, manifiesta la violencia que lo precede en la coleccién de cuentos y en la historia misma. El cuento empieza con la na- rracién de un suefio que el gobernador y el al- calde de un pueblo andino tienen la misma no- che. Los dos sofiadores galopan a caballo por un paisaje inhéspito, recordandoles a los lec- tores de Rosas el escape afiebrado de Korilazo al final de “El caballo jubilado”. Estos caballos también corren a maxima velocidad de modo incontrolable. Tanto el alcalde como el gober- nador intentan dirigirlos para poder pasar por un portén bronceado que sube hacia el cielo, tal vez el portén hacia lo que podria haber sido un futuro posible para la nacién, si sus lideres hubieran reaccionado de manera diferente en el amanecer de la crisis econémica después del régimen de Velasco; pero no logran entrar. Al contrario, entran a un mundo de pesadillas lle- no de espejos y rayos de luz. Alzaron los ojos al cielo y en el lugar del sol encontraron un reloj gigantesco que marcaba una hora estancada. Fue enton- ces que se partié en dos un picacho de nieve. Repentinamente de sus entrafias roto un torrente de agua roja, con tal violencia que inund6 pueblos, semente- ras, corrales y bosques [...|; vieron cémo se formaba una gran laguna a partir de la puerta. (Rosas Paravicino 1988: 105) El tiempo ha parado, reflejando la pérdi- da de desarrollo positivo sociocultural para los ‘Andes como consecuencia de la violencia que habia estancado al Peri en la década de 1980. CRONICAS URBANAS +157 Una montafa de nieve, una figura generalmen- te considerada como waka en la cosmovision andina por su belleza y majestad sobresalien- tes, se parte en dos, inundando el area violen- tamente con agua roja, recordandonos la san- gre y la violencia fisica en la regién andina y l trastomo violento de su cosmovisién subya- cente durante la guerra interna. Los espejos y rayos de luz sugieren no solo el reflejo de la. so- ciedad contemporanea desde la cual enuncia el narrador, sino también presagian la aparicién més tarde en el cuento del danzante andino de tijeras, una figura presente en la cultura andi- na tradicional que refracta los espiritus mal- vados con espejos incontables amarrados a su disfraz. Como veremos mis tarde, el danzante de tijeras en este cuento es la reinterpretacion moderna de la figura tradicional. Don Crispiniano asegura que las generaciones futuras de Pitumarca y del Peri como una nacién son incapaces de seguir con su mirada hacia el pasado para la fuente de su identidad andina. La muchedumbre de gente con quien el gobernador y el alcalde se encuentran en el in- fierno de pesadillas se adapta répidamente a su nuevo estilo de vida, construyendo casas, calles, plazas y hasta un templo con una torre circular en el medio del lago. Ellos aprovechan su situacién, adaptandose de cualquier mane- a; sin embargo, los dos lideres son forasteros en el infierno y se sienten perdidos ¢ inseguros de cémo comportarse. Simplemente caminan sin rumbo, observando la destruccién y el caos alrededor de ellos sin la habilidad de hacer algo para mejorar la situacién, expresando la deses- eracién que sentian ambos lideres y los ciu- dadanos del pais en la década de 1980 y a ini cios de la siguiente. De repente, el alcaide y el gobernador se encuentran en la plaza en medio de una muchedumbre de lugarefios sin sentido de individualidad y comportandose como una unidad cohesiva, con la excepcién de dos no- vias objetivadas: [...] alli una multitud los recibié con aplausos y vivas |...]. La multitud senté al alcalde y al gobernador junto a cada novia. Y entre cohetes, musica y danzas ‘empez6 la fastuosa boda que las truchas Jamas olvidarian, Al cabo de varias ho- ras los azorados novios alzaron los velos 188+ cRONIcAS URBANAS de sus parejas, y cuél seria su sobresal- to cuando en vez de rostros encontraron dos calaveras de mujer, blancas y pulidas como para un ritual vesénico. Desper- taron violentamente cuando las novias pugnan por arrastrarlos al lecho nupcial y cuando atin sonaban en sus oidos las carcajadas espasmédicas de la multitud bajo el agua. (Rosas Paravicino 1988: 105) La muerte supera una ceremonia cuya funcién tradicional legitimiza e inicia la pro creacién dentro de los confines de la religion occidental. Mientras que en “Temporal” la pro- creacién produce ansiedad y esperanza a la vez y en “El caballo jubilado” la procreacién se con- ‘sidera imposible, aqui, en “Al filo del rayo”, la perspectiva occidentalizada de la procreacién legitima ha sido puesta al revés por una violen- cia ineludible y agobiante. Rosas demuestra la pertinencia de los wakchas, los cuales desde los margenes enlazan sus acciones en el presente a la cosmovision andina primordial que todavia juega una parte formativa en la construcciébn de sus identidades. El suefio en “Al filo del rayo” cuenta una historia de horror desde una perspectiva ines- perada. La perspectiva no es, como uno podria asumir, la de los habitantes de la region. En el suefo son una muchedumbre que solo pue- de actuar como una unidad colectiva. Ademés, aunque el alcalde y el gobernador son los per~ sonajes principales en el suefo, este es con- tado por alguien que no se considera parte de esta comunidad de “truchas”. Paulson reitera las ideas de Bakhtin sobre el habla reportada cuando explica que la escena onirica en Dioses xy hombres del Huarochiri demuestra como dos voces confictivas interactian en la expresién de un hombre (1990: 54). Aqui, en el suefio del cuento de Rosas, es igual. Por un lado, el suefio. relata el suftimiento y la muerte que el pueblo andino ha padecido debido a la guerra interna, invitando al lector a simpatizar con él; por ei otro lado, la manera en que se cuenta el sue- jo establece una divisién entre la comunidad, sus lideres y la voz narrativa en el suefio. El narrador desempefia un double-talk: un discur- 80 para los forasteros y otro para los que com- parten su perspectiva, como se interpreta en la cosmovision andina. Curiosamente, el autor concede que sus lectores solo escuchan dos voces principales en el cuento. La primera es la de un muchacho de diez afios que ha atestiguado cémo se hizo realidad la pesadilla del gobernador y del alcal- de en su pueblo. Después de que el narrador cuenta la escena onirica al principio del cuento, el muchacho relata su testimonio de la legada de Sendero Luminoso a su pueblo, del cabildo popular que realiza y de la justicia ejecutada por los senderistas en los lideres del pueblo. La segunda voz es la de la camarada Flor, la portavoz del grupo de senderistas que llega alli. El autor repite el discurso dialégico en el suefio que divide la voz narrative del pueblo y la de los lideres del pueblo a través del didlogo en el resto del cuento, Ni el muchacho ni la cama- ada Flor son parte de la masa colectiva. Sus discursos emanan desde los mérgenes tanto del discurso colectivo representado por los lu- garefios como del discurso oficial representado por el gobernador y el alcalde. Flor y los otros miembros de Sendero Lu- minoso son wakchas autoproclamados: eligen dejar las comunidades a las cuales pertenecen para reconstituir su identidad a través de otra ideologia. La camarada Flor explica los origenes de su grupo al pueblo. Hemos abandonado nuestras casas, nuestras familias y nuestros trabajos para incorporarnos a la lucha armada. Y como nosotros hay miles de peruanos combatiendo en el pais, tanto en costa, sierra y selva [...] y en representacion del Camarada Gonzalo, lider-guia de nuestra causa, padre de los huacchas deshereda: dos del Peri [...]. (Rosas Paravicino 1988: 112-114)'8 Lacleccién del narrador al incluir a Flory permitirle identificarse como wakcha demues- tra su reconocimiento de los que estén en los mérgenes de la sociedad y su importancia en la creacién de nuevas definiciones identita- rias. Flor y sus camaradas pueden estar en esa ubicacién y autoproclamarse como sin hogar, pero todavia son sujetos de la nacién, lo cual nos obliga a repensar la designacién de la gen- te “como uno” a través del lenguaje (Bhabha 1990: 304). Rosas demuestra la pertinencia de los wakchas, los cuales desde los margenes enlazan sus acciones en el presente a la co: movisién andina primordial que todavia juega una parte formativa en la construccién de sus identidades. Cerca del final del cuento, Flor y sus ca- maradas han decidido el destino del alcalde y el gobernador y su atencién se dirige hacia un policia que habia estado escondiéndose del ca- bildo. En un esfuerzo de salvarse de la justicia de Sendero Luminoso, él expone las armas y la las en el sdtano de la escuela del pueblo. Aun asi, la camarada no se con- JAVIER SOLIS. Revista Noganehis N* 1 vence de que deba sobrevivir. Bl desesperado policia le muestra a Flor una foto de su familia, esperando su piedad, y asi Flor se da cuenta de que la esposa del policia es su hermana. Por consiguiente, deciden no matarlo a diferencia de lo que han hecho con los otros representan- tes del Estado. En cambio, le obligan a some- terse a un castigo menor, que se asemeja a la danza andina de las tijeras™. En tanto, el terro grande |...] se paseaba a sus flancos, haciendo sonar unas tijeras negras. Sus pies parecian llevar el compas de alguna danza del lugar |...]. Asi como estas tijeras cortan el pelo del mal hom- bre, asi la revolucién cortaré la mala yer- ba del pueblo. Asi tambien cortaremos de raiz la pobreza, la explotacion, la ignoran- cia [.... (Rosas Paravicino 1988: 117) Flor relaciona la ideologia que ella y sus camaradas practican con los codigos culturales andinos. La camarada busca “iniciar” al policia en su propia ideologia al exponerle una vi moderna de las tradiciones andinas. Ella, como los otros personajes en los demas cuentos de la coleccién, siente la pérdida de origen e iden- tidad debido @ los conflictos sociales que se originan en el sistema del gamonalismo. Sus acciones violentas y las de los senderistas son simplemente parte de una respuesta explosiva y brutal a la violencia del gamonalismo. Flor y los otros wakchas en la coleccién de Rosas relacionan la violencia del pasado a través de CRONICAS URBANAS #159 c6digos andinos, creando nuevos discursos identitarios desde los margenes y basados en los cédigos de la cosmovisién andina. Mientras los lugarefios, ahora converti- dos en senderistas, celebran la justicia elabo- rada en el cabildo popular cantando y bailando con méscaras en el pueblo, Flor se sienta a un lado, mirando tristemente. Se da cuenta de que realmente nunca habia perdido a su familia y a su comunidad. De hecho, en ese momento, cuando el senderismo se ha convertido en la nueva familia e ideologia para la comunidad, el mundo de Flor se debilita gracias a su reiden- tificacién con su propia familia; y mientras las personas bailan en la plaza con méscaras que no esconden sus identidades verdaderas, se hace muy aparente que la ideologia senderista no puede acabar con la identidad andina a la cual los personajes se relacionan. Nuestro narrador joven cierra el cuento con la observacién inquietante de que la ideo- logia senderista es la causa de mas dolor y vio- lencia en el mundo andino, volviendo a trazar el ciclo del wakcha en vez de resolverlo como proponia, cA quién quieren enganar con sus més- caras de lana? A cualquiera; a mi no, Me entran ganas de llamarles por sus nom- bres, pero me contengo |...]. Porque ese otro bailante, de chompa café, con més- cara de colores vivos, es don Mermenegil- do Astete Carpio [...], es decir mi padre. Mejor me voy. (Rosas Paravicino 1988: 121) La ideologia senderista que antes era par- te del discurso marginal ahora se ha incorpo- rado al discurso colectivo. Sin embargo, Flor hha visto que la ideologia senderista realmente no la ha transformado en una wakcha verda- dera y solamente transfiere ese sentimiento de orfandad al narrador joven, creando un efecto cfclico. El cuento termina cuando el narrador se autoidentifica como marginal, abandonado su comunidad y su familia, como Flor habia hecho en el pasado. Lucha con sus sentimien- tos: entre querer individualizar a las “truchas” de la comunidad mientras celebran bailando, llamandolas por sus nombres, y mantener su enlace familiar todavia presente con su padre, quien es parte de la comunidad. Nuestro wak- cha no niega sus origenes ni sus relaciones fa- miliares, aunque escoge el estado de huérfano por encima del de ser parte de la comunidad. De la misma manera que en Los zorros, mien~ tras la humanidad se vuelve “medio-loca”, ol- vidando parte de su identidad y su pasado, la cosmovision andina subyacente y su insepa- rabilidad del pasado siempre serdn una fuerza impulsora en la formacién de identidades andi- nas contemporaneas. 1606 José Moria Aquedas define ol wokcho de i siguiente manera: “Diiden a 1a genio en dos cotegoros. la calegota de los que po- seen Bienes, yo sea en teens o animales, {65 gonto, pero ol que no tiene ni crimoles o& Ihuok’cho. La froduccion que se le da 9 slo ‘érmino ol castelono es huésfono. Es el }emi- no mas proximo a 1a orlondad porque Hane {una condicién no solamente de pobreza sino ‘que fombién indica un estado de drimo, de Soledad, de abandono, de no tener a quién ‘Goudie. Un huérfano, un huck’cho, es oquol ‘que no tiene nado. 56 senimentaimerte lleno de gran soledad y da gran compasion {Gos dems. ompoco pusde teria: con los ‘Que tienen Bienes. Enlonces no puede hacer ftueques y esis ol margen de fa gente que ‘puede recibir proieccién a cambio de dor proleccion. Un huakcho es en este seriido un Subhombre, no esié dentio de 1a categota {de fos hombres que son tles” (Del festimonio {de Argued: Pore decir ooo, grabado por ‘Sora Casto-Klarén y pubicado por Julo Crie- {9a.en Texto. comunicaci6n y cuftuo: “Los ros rolundos” de Jose Maria Arguects 11982: 106-107). tle orfculo viene de un proyecio mds orp, fitsodo Cusco desouds de 1s z0T0s 1 }egoco 4 ING cereco on cir paseo ohm 161 CChuncho es el nombre dado o los intograntes {de os bus incigeras dela seta del Ped. bnepteto el género del cuanto conto como por ede la categoria de ‘rosa novela’, 1a Cul ‘contrasia con a languote una y el elo ca rctetsico de la posse (Bokhin 1981: 264), TWoduecién des avon. \yéose el capio uno de Escrbi en el ae, de ‘Antonio Comnojo Polat, especiaimenio las Pook ‘a 25 a 60 (1994) fsa costumbre de los Andes peruanos consiste fen dale a un recién nacido prencos de vest, ‘bjetos votlosos y tiles y cuciquier heramien- fa que puada necestar pom hacense pate de | sociedad y para poder paricipar reciotoca ‘mente ena comurisod, ola alata en avectun que sion Yom: 8 gomonailtmo se desaola en et Ret ol rol al sgo 20 9 fants del 2% ES in so. ‘ma remniscenie Gal feudalisno medieval, de ‘poder itamenie prvatzad. En 6! los podores Tocoies y los duatos de la feo, mayormerie ‘fit (Degregen 1996: 178}, En au estudio sobre movimienios éinicos, de- ‘mocrocie y nacién en el Par Y Bol, Corio Min Degiegot explica cémo con 1a exponsén

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