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Hannah Arendt Eichmann y el Holocausto TRADUCCION DE CARLOS RIMALTA RBar 1DBas taurus t DR © De eta ein: Samana Ediciones Generale, A de CV, 2012 ‘As. Bio Mincaue 274, Cl Aeacisa Mexio, DE, 05240 Telefono 64207530 de tan frat Harsh Are, © Removed 3, (© Dela edn origina 1999 Eder men, $A. ln raduceie: 1p, Caos Riba ise original de cube: David Pearson pa Penguin Primers edicn:novlewbre de 2012 ISBNS gTaaTAL e280 lenpreso en México siregienda en gana forma ip co eecrpeco pk hel pense pres por exert dln etna &, SFerisacociones fowocopa, oculguier ‘Las siguientes extractes fueron seleeconadies de Bichmann en Jerusalén, libro hasado en «A Reporter at Large: Eichmaten in Jerusalem, wn reportaje en cinco entregas en- cargato @ Arendt por la revista The New Yorker: Las partes fueron publicadas ol 16 de febrero, el 23 de febrero, el 2 de ‘iarzo, el de marzo y el 16 de marzo de 1963. El ucz Moshe Landa presidis el juicio. El fiscal general Gideon Hausner representé al Estado. Adolf Eichmann estuvo repesentado por el doctor Robert Servatius. Especialista en asuntos judios En 1934, cuando Bichmann soliito y obsuvo un puesto ‘enla SD", esta era una relativamente nueva onganizacion dependiente de las $S, fundada dos afios atrés por Hein- 1ich Himmler, para que cumpliera la funcién de servicio de informacién del partido, y que a la sazén dirigia Rein- hard Heydrich, antiguo oficial de informacién de la ar- mada, que debia legar a ser, dicho sea en las palabras de Gerald Reitlinger, «el verdadero arquitecto de la Solu- cién Final> (The Final Solution, 196%). La tarea inicial de sta organizacién fue Ta de espiar 2 los miembros del par- * SD = Sicherhieut (Serio de Seguridad dele SS). (N. dl) 5 Hannah Arendt y dar as las SS la superionidad sobre la organizacién regular del partido. Al paso del tiempo, la SD asumié otros deberes, y se convitié en el centro de informacién e in- vestigacion de la Policia Secreta del Estado 0 Gestapo. Estos fueron los primeros pasos que, a la langa, debian conduci @ la fusi6n de las $$ con la policia, fusién que no se llev6 a cabo hasta el mes de septiembre de 1930, ese a que Himmler ocupé, desde 1936, los puestos de Reichsfidkrer 8S y de jefe de la policia alemana. Como es natural, Bichmann no pudo adivinar los futuros aconte- cimientos que acabamos de referir, pero, al parecer, cuando ingres6 en la SD, también ignoraba cuél era la funcién de esta organizacién, cosa perfectamente I6gi- ‘asi tenemos en cuenta que las actividades de la SD fue- ron siempre mantenidas en el mas siguroso secreto, En cuanto a Eichmann, esta ignorancia fue causa de que experimentara euna gran desilusion, ya que yo creia que Ia organizacién en la que habia entrado era aquella de que hablaba el Miinchener llustrierten Zeitung, cuando relataba que Los altos jefes del partido iban protegidos por unos hombres, en pie en el estribo de sus coches. En fin, confundi el Servicio de Seguridad del Reichs- Jfidkrer SS con el Servicio de Seguridad del Reich... Yna- die enmendé mi error, nadie me dijo nada. No tenta la ‘menor nocién de la naturaleza del servicio en el que ha bia entrado». Saber si Bichmann mentia o decia la ver- ded cenia cierta trascendencia en el juicio, ya que en la sentencia debja declararse si habia aceptado voluntaria- mente su cargo o si le habian destinado a él sin contar con su voluntad. El error en que Bichmann incurrié.no es inexplicable, ya que las SS, o Schutzstaffeln, fueron 6 Eichmann ye Holocausto fandadas originalmente con la misiOn de proteger a los dirigentes del partido, La desitusién de Bichmann se debfa, principalmente, ‘a que en sunuevo empleo tendria que comencar de nie. vo desde el ultimo peldafio, y su tinico consuelo consistia en saber que otzos habfan cometido el mismo error que 41 Fue destinado al departamento de informacién, don- de sa primera tarea fue la de archivar informaciones re- ferentes a los francmasones (a francmasonerta, en la pri- mnitiva confusién ideo! comin con el ju y también colaborar en la formacién de un museo de la francmasoneria. Asi es como Fichmann tuvo plena opor- ‘anidad de aprender el significado de aquella extrafia pa- Jabra que Kaltenbrunner habfa pronunciado durante la conversacién que sostuvo con él acerca de la Schlaraffia, (Es curioso advert la peculiar pasién con que los nazis se entregaban a formar museos para perpetuar la memo. a de sus enemigos. Durante la guerra, diversos servi- Ja cultura judia europe: problema, en su nueva ocupaciém, era que su trabajo le abureia extraordinariamente, por lo que sintié un gran Alivio cuando, ras cuatro o cinco meses de francmasone: sa, e destinaron al departamento de nueva creacion de- rminar en la Audiencia de Jerusalén. En 1935, Alemania, quebrantando las clausulas del ‘Teatado de Versalle, implanté el servicio militar obliga- 7 Hansa Arendt torio, y anuncié pablicamente sus planes de rearme, en- tre los que se contaba la formacién de una nueva armada Y ef€rcito del aire. También en este afio, Alemania, tras haber abandonado la Sociedad de Naciones, en 1953, co- ‘menz6 a preparar, sin hacer de ello ningin secreto, la ‘ocupacién de la zona desmilitarizada del Rin. Corrfan los dias de los discursos pacifistas de Hitler («Alemania desea Yy necesita la paz», «Reconocemos a Polonia como la tie- ra de un gran pueblo animado por el patriotismon, «Ale- mania no pretende ni desea inmiscuirse en los asuntos internos de Austria, ni anexionarse Austria, ni tampoco concluir un Anschluss), sobre todo, en este afi, el Par- tido Nazi gan6 las generales y, por desgracia, sinceras simpatfas en Alemania y en el extranjero, e Hitler era ad- mirado por considerdrscle un gran estadista. En la pro- la Alemania, fue un afio de transiciém. Debido al formi- dable programa de rearme, se super6 la situacién de desempleo y se vencié la inicial resistencia de la clase obrera, La hostilidad del régimen, que al principio se ha- bia centrado en los eantifascistas» —comunistas, socials tas intelectuales de izquierdas y judios que ocupasen | puestos relevantes—, todavia no se habia dirigido exclu- Cierto es que una de las primeras por el régimen nazi en 1933 fue excluir a , Cuando el capitén Less lepidi6 su opi- | algo... ire alléy veré qué le pasa, Fuia ver a Ebner [je- ‘nin sobre algunas pruebas perjudiciales y posiblemente | fe de la Gestapo de Vienal, y Ebner me dijo —lo recuer falsas aportadas por un antiguo coronel de las $S, Eich- | do de un modo vago—" ‘ann exclamé tartamudeando de rabia: «Estoy muy sor: 6, intent escapar, 0 algo as prendido de que este hombre haya podido ser un SS gin las Grdenes Standartenfhrey, me sorprende rmuchisimo. Es por com- del Reichfihrer Himmler), nadie podia salir una vez den- Pleto, por completo inconcebible. No sé qué decir». | sro. No habia nada que hacer; ni el doctor Ebner, ni yo, Nunea dijo estas cosas con espiritu de provocaci6 | ninadie podfa hacer nada, Me fai a Auschwitz y pedi a como si quisiera, incluso en este caso, defender las nor- Hiss que me dejara ver a Storfer, jo Hiss), esta ‘mas con las que habia vivido en el pasado. Las solas pa- | en ina de las unidades de trabajo". Con Storfer, hombre labras «SS, 0 «carrera», o «Himmler» (a quien siempre nombraba con su largo ticulo oficial: Reichsfihner SS y je- fe de la policia alemana, aunque no lo admiraba en abso- ni querido y viejo amigo (fa, mein lcber gute Stor: Juto), ponfan en-marcha en él un mecanismo que habia | fe), inos ha tocado! (Qué cochina suerte!”. ¥ tambi Tegado a ser invariable en su fancionamicnto. La presen- | je: “Mire, en realidad no puedo ayudarle, porque segin fa del capitan Less, judio alemén, y que, en todo caso, | es drdenes del Reichfikrer nadie puede sili. Yo no pue- ‘era muy improbable que pudiera pensar que do scart. Hl doctor Ebner no puede sacaro. Me enteré bros de las SS avanzaran en sus carreras por elejercicio | de que cometi6 usted un error, que se oculté 0 queria de altas cuaidades morales, no dessjusté ni por un mo- | fagarse, cosa que, después de todo, usted no necesitaba mento este mecanismo. hacer’. [Bichmann queria decir que Storfer, como repre: De vez en cuando, la comedia se convierte en horror |. sentante judio, gozaba de inmunidad a la deportacién} ¥ acaba en relatos, seguramente bastante veridicos, cuyo | Olvidé lo que me respondié. Y entonces le pregut hhumor macabro sobrepasa el de cualquier imagen su-_ | podia ayudarle en algo. ¥ dijo que si, que deseaba, sera ‘ealista, De este tipo es lo contado por Eichmann du- || pesible, que lo eximieran de trabajar, porque ali el traba- terrogatorio policial sobre el desgraciado Kom- | jp era duro, Después dije a Hoss: “Storfer no debiera tra rante e 28 29 Hannah Arendt bajar”. Pero Hoss repuso: “Todo el mundo trabaja aqut Entonces yo die: “Muy bien. Redactaré una nota al ob- | dios, €l mismo autoengai diciones los senderos de grava con wna escoba”, habia rmuuy pocos senderos de grava alls, “y le concederé al de recho de semtarse con su escoba en tno de los banco TA Storfer] le dije: “dEstard bien asi, sefior Storfer? {Le conviene esto?”. Entonces se sintié muy complaci nos estrechamos las manos, y luego le dieron una escoba y se sent6 en su banco. Fue una gran alegria interior rami poder ver, al menos, al hombre con el que habla, - | requisito moral para sobrevivir, q chara y ef Holocausto | personas habia sido resguardada de la realidad y de las pruebas de los hechos exactamente por los mismos me. nentiras y estupidez que impregnaban ahora la mentalidad de Bichmann, Estas ‘mentiras cambiaban de afio en afio, y con frecuencia ‘eran contradictorias; por otra parte, no siempre fueron las mismas para las diversas ramas de la jerarquia del toengaiio se extendié tanto, convirtiéndose casi en un incluso ahora, die- ocho afios después de la caida del x trabajado tantos afios, y que pudiéramos hablar». Storfer | do la mayor parte del contenido especifico de sus men- rorfa ses semanas después de este encuentro normal y | hbumano. No gaseado, por lo que parece, sino a tres. toengsiio combinado con estupidez ultrajante? que habia jugado un papel nel exterminio de los judios; naturalmente que si él eno x jeran sido entregados a) cuestiOn es que de >, un sentimiento que ¢ ‘pre que los j taban apelar as tisfacciém y se sent arse cuenta de que el ac le wsatisfaccin» para cai té de con-, lich? is responsables de las, r2 cada una de sus creible. icei6n entre la indignante cliché ya no se ase hecha, tan carente de re Ja cextraordinaria sensaci ba al que la pr mntos de exas} 2 | nino mis facil para al acusado: «Qu d tie thos fe po era, Sus propias banitjos de ser modestas: «Uno ¢ erminio de tanto depends di cruciales d i 2 Hee eed des para recordar J) metido, Bn las notas neb asd en Arge luego, después de decirsele ex testificar en su propia defensa podri declar6, sin m objetivos y no se desvien del r jetidas veces y con grandes cada una de las lineas de su mal de todo lo que no yechar que a sido fatal a bastante dificil de nisiquiera se daba cuenta de la existencia de «inconse 8 que ély sus semejan as, sus peares pe fasis, que ido en toda su vida fa prestar, gin juez podria per -laraci6n jurada, declarar alg o aello, me niego p nsefia que sis cargar con las c Hides, qui Reich judenrete lo fueron veinte mi sido smediatam r, habia ingeni ir provecho de «sus» judios. rimer gueto que se estableci6 y humor que lleg6 in 1¢ Fichmana enécdota el defensor intent infer o adios pudo, ba a la real tear que el final de to: dificltades de ‘euentas, significa que Eichmann habi a evidentemente el aso en que de verdad Salvar de la muerte 0s, Sin embargo, thes semanas después de acaecidos estos hechos, se cele- as (clase dos sobre el terren humanitaria consista en matai equerido ¢ tas cosas parecen un tanto fantasticas, pero son plena- ‘in demuestra que el co- ann todavia ignoraba Ja mucho més smente no le sorprendié ni pizca. La k2bla que los +o gnoraba que los judios del be). c ww Iommissar en la Rusia ocup: Ademis, e son ciertamente distintos de I las animalizadas espiritu interrogantes: «Las matanzas d que cons i inteligencia! elaba ante el} Jervsalén, no zi. Al contrario, en vi en le conspiracién contra dencia 0 en las manifest ‘aso de que el atentado contr ‘mino, sentimos la tent ban extraordinaria impor considerar este problema, po. dela primeriza o ‘posicion que tod alin a la perse lache de clases, determinaba 2 fas, sta oposicion habi fapo en sus sotanos, ppleno e conciencia, que tanto pre: de julio de 1944, Este en su correspon: por principio, no problemas morales, | comenzar i} podian es, algunos intel sus ereencias ten la os estaban princip: ‘uanta importancid ¢s totalment guerra, smn, Los conspirad * fs jento de lo que ocurria en el Este enor duda de que ni tan siquiera sca atvevide a pensar que era el estallid wil, En Alemania, la palmente en los ata el histo- abierta, y la subsigu erza ante la guerra, los! resistencia activa estado de res 3 de dexech: ee prin - si tenemos en. ial Alemana, dificil ra cambiado erdas hubieran tenido una may n todo caso, la cues: la conspirac nica, ya que durante lo idad, la situacién era perada: la abrumadora ma fe Hitler, incluso después del ataque a ue verdaderamente era irreso! acter de ponia con ipo de aquellos que, | Ritter, quien dice alos conspiradores», pero estos jo Hegar a un acuerdo en p 0 hacia referencia a la c cra Carl Friedrich C Sino h clestablecimiento de al que Wilhelm s ocasiones le I ren juricico fa bue1 ados en los 110 de individuos grave cometidos por el seculars, yj del movim Jaman ye Holocausto conde York von Wartenburg, se unieran a las fi men impulsados, inicial- ‘mente, blemas comenzaron més tarde, al iniciarse las deporta- ciones. Al principio, el reverendo Gritber y su grupo de clérigos protestantes intervinieron timicamente en repre: sein y benef de vis qu ron heise eleurso de la Primera Guerra Mundial, de aquell habfan merecid altas condecoraciones, de los vi de las viudas de los cafdos en la Primera Guerra Mun: diaby, Estas categorias se correspondian con aquellas que hhabfan sido declaradas exentas pot los propios nazis, un principio, Ahora, a Griiber le dijeron que sus peticio: nes «contradecian la politica adoptada por el gobierno ‘estos asuntosr, pero nada malo ocurrié al pastor. Pos después, el reverendo Gridber hizo algo verdaderament extraordinario: intenté legar hasta el campo de concer n de Gurs, en el sur de Francia, en el que el gobier rernado, janto con los judios alema: Bichmans yl Holocansto nes refugiados en Francia, a unos siete mil quinientos judios de Baden y del Saarpfalz a quienes Eichmann ha- pasado de contrabando a Francia en el otofio de 1940, ‘quienes, segén las informaciones de que Griiber dispo- ala, se encontraban en condiciones todavia peores que deportados a Polonia. A resultas de este intento, el reverendo Griber fue detenido y enviado a \un campo de concentracién; primero a Sachsenhatsen Y, después, a Dachau, (Parecido destino tuvo el sacerdote ‘atblico Bernard Lichtenberg, de la catedral de Santa Eduvigis, de Berlin, quien no solo os6 rezar pablicamen- , bautizados ono —lo cual resultaba mu- Jos paises del Este. Este sacerdote murié cuando era tras- ladado a un campo de concentracién). Con la salvedad de haber dado testimonio de la exis. tencia de cotra Alemania, el reverendo Griiber no contri- ¢ gran cosa ala mayor signifcacién juridiea y legal del iio. Formulé muchos juicios banales acerca de Eich- ‘ann —dijo que era como un epedazo de hielo», como én popular alemana para indicar al hombre que se in- dia ance sus superiores y patea a sus subordinados)—, ninguno de los cuales indicaban que el reverendo Gritber ‘iclistay quedo refutada mediante pracbas demostrati yas de que Eichmann era bastante benévolo con sus su- bordinados. De todas formas, el caso es que estas conclu siones ¢ interpretaciones normalmente no se hubieran ne \cia en el acusado? a go, en caida de elesistico, hace ass, Y que > dlichés que ni gacién en que las 1 de ehechoss, tenido el deber de p de eximir a algunos de tales sufi unas categorfas estableci: s nazis. Desde un principio, los judios alemanes frente a batientes y condecorados frente a vista de que, actualm que obligara a todos a perder la dignidad aquel caso, cor sean atribu , 1045). No es precis estas dis tinciones, puesto que, para 180, cindadanos que intentaban soslayar fe ella qui jews and Non-Jews in Nazi-Occupied an excepciones, y al acceder de vez en \s solicitantes, habian ¢ merecerla gratitud de nncido a sus oponentes de la Jegalidad de sus actos. As, el reverendo C el tribunal de Jerusa: ‘eron un geave error al pres ticiones de e los g jer que las pe jucién Final fue- (ctimas judas, sienst sas pr de, Theresienstadt se cor set mostrado a los visitantes extranje: erior, pero esta no fue su originaria iis derecho a vi ‘ichmann— se impuso inelu nunca habia espacio sufi: _privilegiadoss,y si por Ernst Kaltenbranne: gracias, fe portar al doctor Kastner. Pe- existencia de a de su involuntaria los udios y beneficio de aquellos caya desap: sactificados e 99 Haya Arendt del Este podia provocar incémodas pesquisas. No era preciso que «las amistades en el mundo extetion» vive ran fuera de Alemania, Segiin Himmler habia ochenta millones de buenos alemanes, y cada uno de ellos tenia su judio decente, Evidentemente, clos demas judfos son rans cerdos, pero es de primera cla- sex (Hilberg). Se dice que el propio Hitler conocia a tres- cientos cuarenta judios de «primera clase», a quienes ha- bia dado la condicién de alemanes o concedido los privilegios propios de los medio judi Jjudios fueron declarados exentos de ‘cual quizi explique que Heydrich ocupara tan alto cargo en las 85, y que el Generalfelamarschall Erhard Mich tu- ‘viera tan alto puesto en las fuerzas aéreas de Géring, ya agae nadie ignoraba que Heydrich y Mich eran medio ju- ios. (De los grandes criminales de guerra tinicamente dos se arrepintieron antes de morir. Uno de ellos fue Hey- de agonia, antes de que las heridas que le infligieron los patriotas checos le causaran la muerte. Y el otro fue Hans Frank, en su cel da de condenado a muerte, en Nuremberg. Lo anterior no deja de producir cierta angustia, ya que es dificil evi tarla sospecha de que Heydrich, al fin, no se arrepintié de haber cometido asesinatos, sino de haber traicionado ‘a su propio pueblo). Silas intercesiones en favor de ju: dios eprominentes» eran efectuadas por personas «pro- ‘minentes» solian tener éxito. Asi vemos que Sven Hedin, uno de los mis ardientes admiradores de Hitler, interce- i6 en pro de un conocido gedgrafo, el profesor Philipp- ‘nn, de Bonn, quien evive en condiciones inmundas en, Eichmann y el Holocausto Je amenazaba diciéndole que «su actitud con respecto @ Alemania estaria en funcién del destino de Philipp- sohny, @ consecuencia de lo cual (segrin el bro de H. G. Adler sobre ‘Theresienstadt} Philippsobn fue inmediata- mente trasladado a mas conforrables aposentos. Actualmente, en Alemania, esta idea de los judios eprominentes» todavia no ha sido olvidada. ¥ asi vemos que mientras los judios ex combatientes y los demés gru- pos de judios privilegiados nisi a se mencionan, to- davia sek sino de judios «famosos», con toral restantes. No son pocos, especialmente en Jas minorfas cultas, quienes todavia lamentan publica mente que Alemania expulsara a Einstein, sin darse cuenta de que constituyé un crimen mucho més grave dar muerte al insignificante vecino de la casa de enfiente, aun Hans Cohn cualquiera, pese ano ser un genio, Ejecucién [40] El procedimiento de apelacién duré una semana; Aespués, el eibunal deliberd durante dos meses. El dia 29 de mayo de 1962, se leyé la sentencia, que fue algo me ‘nos voluminosa que Ja anterior, ya que cons ‘cuenta ¥ una paginas, a de cin- smafio folio, escritas a un solo ‘espacio. Confirmaba tajantemente la sentencia recurti- da, en todos sus extremos, y para tal confirmacién pare- ce que los magistrados no hubieran debido necesitar dos -meses y cincuenta y una paginas. La sentencia del ribu- ‘al de apelaci6n era, en realidad, una revision del juicio | telebrado por el tibunal inferior, aun cuando no se ma- Srdenes superiores en: manera ag ‘ecurrente no tenia superior, y él era quien daba to cernia a los asuntos judios. cia. las érdenes en cuanto 'ocas horas después Ademés, hab co para la ra de ias tres ign se realizé poc Bichman los argumentos de la acusaci sus expresiones. de peticién de clem izhak Ben-Zvi, pt ; .do instrucciones de slicirud. cenizas arto} jurisdiccionales snasalvar la vida de irigida a un tribunal fe castigo humano, lapena de muer .go verdad, en ciert idar que Israel no c eda convertirse en una co! ridicase, si «a todos los ceremonia pi ra ser la de la indignaci riesgos, no tiesgos cualquiera. Eso: s, que de vez e: tros que medi (Cuando los cela lea que més tar person: vincente esta tltima afi de que Eichmann de sv as palabras. Comenzé sentando con énfasis lamentable coi a término usual entre los naz 1s actos por él ejecutados. se oyeron las voces de erte, po srgumentos ae ae ran tenido a b Je jugé una a 1a de su propio entierro, -n aquellos tltimos nga carrera de mal: ale palabras y el pensan de todos los detito sin rio, el més antiguo delito del que te- casi inevita: y deficiencias del proceso de Eichma Ninguna de las personas que en él part 1a clara comprensién de los horrores de Aus- tuna naturaleza muy distinta a la de directa entre ziy las leyes raciales de solo en cuanto a su gravedad Las leyes de N cener par: por esto un ciudadan ‘traet «matrimonio mixto» en Hi delito i as leyes de Ni onal; estas leyes violaban los der nales, constitucionales, pero de politica nacional Sido expulsados aparecian en ses, que o bien quedaban bbuéspedes do 2 otros p otras palabras, la expulsion de pordnea. La en todos los paises currido al tér cedentes, in balednicos, y la expi eza de la humani 0 habia sido hec ee ee ea aaa yrmente por el minis yesde Is se ha declarado competente, roseguir su activ dictar sentencia. Sin embargo, ran podido ser ones puramente arrestadas si Jaspers no se referido al tribunal de justicia de Je guntar una y otra vex. qué debi al que tenia prisionero en su terri stante repeticion hubiers hecho compre as siormente ocupados por Jo juzgara rescindiend de Bichmann, se dos los pat ines, ¥ que aban reeurtirad e, Por primera vez, no tes de que se revolucio ba al tibunal de lo que se re tribunal f 7 | seguin dijo el la ley de 1950 ante mn que afirmaba que el de ante tod se basaban las ciones Democrat que Ben Gurién siempre fue «incapaz, al nte Ja pregunta :Pe onsist verdaderamente ocurri ba wechos que de- Hansa Arendt mismo modo que el mente correcta, debido a que del aseinto es jet de perseouion debido au cca calaley de a comunidad y no porque hava evade a cual familia de aquel miembro que con su trabajo ga Tabael pan de od soy par, glen po demos decir qu asesinos masivos, funcio- natios del Estado, deben ser perseguidos debido a que han transgredido el orden imperante en el género huma- y no porque hayan dado muerte a millones de seres .0 para la correcta comprensién 8, o nada bay que obstaculice ma- «que sea de aplicacion 2 aquellos, que la difundida fsa creencia en que el delito de asesinato y el delito de geno- cidio son esencialmente iguales, ¥ que, en consecuencia, indo «no es un delito nuevo, en puridads. La esen- elsegundo, soa a un orden distinto y perjudica a una communi- debido a que Ben Gurién ue «sofismas» inspiredos por el antisemitismo, 0, caso aelque pereneceran la raza jada, porlos complejs de inferioridad. «Que el mundo lo sepa: no entregaremos a smuestro prisioneror. ; En honor ala verdad, debemos decir que el espirita inspirador de estas palabras fue el que imper6 en el cur n6 ichmays y el Holocausto 0 del proceso de Eichmann. Pero creo que podemos afirmar, sin temor a errar, que este iltimo juicio, entre los que fueron secucla del de Nuremberg, no tendré un valor de precedente superior, y quiza lo tenga inferior, al propio de los que le precedieron. Lo dicho poca impor- tancia tenciria, habida cuenta de que la principal finalidad del proceso de Bichmann —acusar y defender, juzgar'y condenar al procesado— fue conseguida, sino fuera por Je un tanto inquietante, pero précticamente innegable, posibilded de que en el futuro se cometan otros delitos de esta misma naturaleza. Las razones de esta siniestra osibilidad son tanto de catécter general como de catic ter especifico, Es propio de la historia de la naturaleza humana que todo acto ejecutado una vez e inscrito en Jos anales de la humanidad siga siendo tna posibildad mucho después de que su actualizacién haya pasado a formar parte de la historia. Jamas ha habido castigo do- tado del suficiente poder de ejemplaridad para impedi la comisién de delitos. Contrariamente, sea cual fuere el «castigo, tan pronto un delito ha hecho su primera apazi- cién en Ia historia, su zepeticién se convierte en una po- sibilidad mucho mas probable que su primera aparicién, Las razones especificas que abonan la posibilidad de la repeticién de los delitos cometidos por los nazis son to- davia mis plausibles que las que abonan aquella genérica repeticién. La temible coincidencia del moderno y explo- sivo mcremento de la poblaciém mundial con el descubti iento de medios técnicos que, a través de la automatiza- cién, darn a amplios sectores de la poblacién el cardcter de csuperfluos», incluso desde el punto de vi ‘que, por medio de la energia nuclear, permis uy annah Arendt para el uso de cionte para la de que el he que todos los esos concernientes a Ja bumanidads ser consider iterios que, en nuestvos di internacional. E aquello que internacional. Exigir que los j 10 constituye una petici6n ex ar mis de lo que cabe esperar. magistrado Jacks 5, el derecho internaci Hannah Arendt cel de una justa definicién de adetito contra la Tomannd lde esablece ramen pel raevo tipo de delincuente que comete este tipo de delito. En cuanto al primero de estos problemas, debemos decir que en Jerusalén los intereses de la justicia queda- ron todavia mis perdido elo que fueron en No smberg, debido a que el tribunal no admitié la presen: ca Ecce dela defense. Desde el punto de vista de Jas exigencias tradicionales en orden @ la celebracién de tun juicio justo y legal, lo anterior fue el mas grave defec- to del proceso de Jerusalén. Ademés, sib de Ja guerra sesultaba inevitable que fuesen los vencedo- res quienes dictaran sentencia —al argumento dado por el magistrado Jackson, «o bien los vencedores Juzgane ‘comprensible creencia de los aliados, se- gin la cual sqpizes leben ariesgado todo no pueden neutrales» (Vabres|—, no cabe decit lo mismo dieciséis afios mis tarde, y en circunstan- cas bajo las cuales la argumentacion contra la actuacién de los neutrales habia dejado de tener sentido, En cuanto al segundo problema, los considerandos del tribunal de Jerusalén fueron infinitamente mis justos ¥y razonados que los del tribunal de Nuremberg, Me he referido anteciormente a aquella definicién que de los scrimenes contra la humanidad» da la Carta de Nurem- berg, consideréndolos como «actos inhumanos», lo cual fue traducido al aleman como Verkrechen gegen die Mens cilichkeit, como silos nazis solamente hubieran carecido de bondad bumana, traduccién a la que bien podemos llamar e] mayor eufemismo del presente siglo. Cierto es 120 Eichmann ye Holocausto que sila direccién del juicio de Jerusalén hubiera estado ‘inicamente en manos del fiscal, los errores bisicos hu- bieran sido mucho peores que los de Nuremberg. Pero no se permitié que el cardcter bisico del delito juzpado quedara oculto sumergido bajo un mar de atrocidades, y ‘os jueces no cayeron en la trampa de equiparar el delito Juzgado con los ordinatios crimenes de guerra. Lo que en Nuremberg se mencioné ocasionalmente, como si de ‘un asunto marginal se tratara—las prucbas demuestran que los asesinatos y crueldades masivas no fueron come- tidos solamente con el fin de reprimir la oposicién al ré gimen», sino que constituian «parte de un plan encami- nado a eliminar por entero poblaciones nativas—, en Jerusalén constituyé el mismisimo objeto central del procedimiento, debido a la evidente razon de que Eich- mann fue acusado de delitos contra el pueblo judio, de delitos que no podian ser aplicados en méritos de un pro- ésito utilitario. Los judos fueron asesinados a lo largo. yancho de Europa, no solo en el Este, y su aniguilamien- tono se debié al deseo de conseguir terzitorio spara sa posterior colonizacién por parte de los alemanes», La ‘gran ventaja propia de un juicio centrado en los delicos contra el pueblo judio radicaba, no solo en que senta- __ ba com la claridad suficiente para permitir que pasara a formar parte del fusaro derecho internacional aquella di- ferencia que mediaba entre los delitos de guerra, tales -_ como el fsilamiento de guersillecos yla matanza de rehe- es, por una parte, y los «actos inhumanos», tales como la cexpulsién y aniquilamientor de poblaciones nat fin de pecmitir que los invasores colonizar: Ro, por otra, sino que también sentaba la dif ar Hannah Arendt re los «actos inbumanos® (cometidos con propésitos ctdon y etiminaler, eval la expanctn colonial) los edelitos contra la humanidad>, cuyo propésito a {ia de precedentes. Sin embargo, tanto en el curso del proceso como en el contenido de la sentencia no se io de Jerusalén siguiera la posiil ‘exterminio de grupos émicos, en sa tora fos, polacos 0 gitanos—, pudiere consttuir Igo mis que un delito contra los judios, ls pol Jos gitanos, y que tales delitos ponian en peligro y aban gravemente cl orden internacional y el género mano en general En estrecha relacién conspicua impotencia que los juzgadores d cuando se enfrentaron con la mis ineludible de sas ta- {area de legar a conocer al delincuente al cosmo aeeparan ls de Cebncs que la scsi hizo del procesad, al que ce do cd de esi do», ni tampoco hubiera basta eae ae oe jucts bublesendado'un paso ma y nubs ro, en el que el fiscal Hausner aa ‘monstruo més anormal que jamnés vieran los humanos, yal mismo tiempo, pretendfa que al castigar al procesa. do se castigara, en su persona, a «muchos que fueron igual que él, e incluso sal movimiento nazi y al antise= mitismo globalmente considerados». Los jueces sabian aque hubiera sido nay confortante poder creer que Eich mann era ua monstruo, incluso teniendo en cuenta qué llegar a tal conviccién significaba la frustracion de los de Eichmawn ye Helocausto 203 de Israel, 0, por lo menos, que el caso perdiera todo interés. Evidentemente, no hubiera valido le pena con- vyocar alos corresponsales de prensa de todos los rinco- nes del mundo con el fin de exhibir ante ellos a un nuevo Barba Azul, Lo més grave, en el caso de Bichmann, era recisamente que hubo nuchos estos hombres no fueron perve que fueron, y siguen siendo, terrible y terrorificamente normales. Desde el punto de vista de muestra instiucio- nes juridicas y de nuestros criterios morales, eta norma- lidad resultaba mucho més terrorifca que todas las atro idades juntas, por cuanto implicaba que este nuevo tipo de delincuente —tal como los acusados y sus defensores dijeron hasta la saciedad en Nuzemberg-—, que en reali dad merece la cal le hostis huonani generis, come- te sus delitos en circunstancias que casi le impiden saber © intuir que realiza actos de maldad. tin este aspecto, las pruebas practicadas en el caso de Eichmann fueron toda- ia més convincentes que las pruebas efectuadas en los juicios de los principales criminales de guerra, cuyas pro- ras de inocencia y de conciencia limpia podian ser més | ficilmen ‘adas por cuanto estaban sustentadas en cuando la mala fe de los acusados era ‘manifiesta, la nica base que permitia demostrar mate- Fialmente que su conciencia no estaba limpia estaba ‘onstituida por el hecho de que los nazis, y en especial miembros de las organizaciones criminales a que Fichmana habia pectenecido, se dedicaron con gran ar- dor a destruir las pruebas de sus delitos, en el curso de 23 Hanna Arendt los dikimos meses de la guerra. B incluso esta base era un tanto débil, por cuanto solamente demostraba cl recono- cimiento de que las leyes que preceptuaban el asesinato masivo no habian sido todavia aceptadas, debido a su no- ‘vedad, por las restantes naciones; 0, dicho sea en el len- guaje de los nazis, que estos habian perdido la batalla iniciada con el fin de eliberar» al género humano del «yu- subhumanosy, especialmente del dominio de de Sién; 0, dicho sea en lenguaje comtin, solamente demostraba el reconocimiento de su derrota. Alguno de los acusados habria sentido remordimientos de conciencia, en caso de ganarla guerra? Entre los grandes problemas planteados en el proceso de Bichmann, tenia principal importancia el planteado por la premisa, comiin a todos los modernos ordena- mientos jurfdicos, de que para la comisién de un delito es imprescindible que concarra el énimo de causar daft. La jutisprudencia de los paises civilizados quiza de nin. ‘guna otra nota se haya enorgullecido tanto como de la consistente en tener en cuenta el llamado factor subjeti- vo. Cuando dicho éaimo no concurre, cuando, por las razones que sea, incluso las de la locura moral, activo no puede distinguir debidamente entre el bien y el ‘mal, consideramos que no puede haber delito. Rechaza- ‘mos, ¥ las consideramos birbaras, las afirmaciones de que los grandes delitos ofenden de tal modo a la natu: raleza, que incluso la tierra clama venganza; que el mal viola la natural armonta de tal manera que tan solo la retribucién puede restablecerla; que Jas comunidades ofendidas por el delito tienen el deber moral de castigat al delincuy ‘osal Rogat), Pese a ello, estimo innega- Eichmann y el Holacausto ble que precisamente en virtad de estas olvidadas afirma ciones Eichmann fue sometido a la accién de la justicia, y ‘que tales afirmaciones fucron, en vertiad, la justificacién suprema de la pena de muerte. Debido a que Eichmann habfa intervenido, cumpliendo una funcin central, en una empresa cuya finaidad era la de elimina para siem. pre 2 ciertas arazas» de la faz de la tierra, tenia que ser eliminado. Y si admitimos que «no sol hace jute, también deberemos admit quel justia hecha en Israel hubiera sido pablicamente mosteada a todos, silos juzgadores se hubieran atrevido a ditigir al acusado las siguientes, © parecidas palabras: Has reconocido que el delito cometido contra el pueblo Judo en el curso de la guerra es el més grave delito que ‘onsta en la historia, y también has reconocido tu par | dpacién en él Peto has dicho que nunca actuaste imp\ sado por bajos motivos, que nunca tuviste inclinacién a | matar, que nunca odiaste a los padiste comportarte de manera distinta y no te sientes culpable. Nos es muy dificil, aunque no imposible, creer existen prucbas, aunque escasas, que demuestran sin dejar lugar a dudas razonables lo contrario de cuanto afirmas, en lo referente a tus motivos y tu conciencia, ‘También has dicho que tu papel en la Solucién Final fue de carhcter accesotio, y que cualquier otra person: biera podido desempefiarlo, por lo que todos los alema: ‘es son potencialmente culpables por igual. Con esto quisiste decir que, cuando todos, 0 casi todos, son culp2- | Bles, nadie lo es. Bsta es una conclusién muy generaliza Hannah Arendt da, pero nosotros no la aceptamos. ¥ si no comprendes las razones por las que nos negamos a aceptatla, te reco- mendamos que recuerdes la historia de Sodoma y Gomorra, dos vecinas ciudades biblicas que fueron des- ‘ruiidas por fuego bajado del cielo porque todos sus habi- tantes eran culpables. Esto, dicho sea incidentalmente, inguna relacion guarda con la recién inventada t de la “culpabilidad colectiva”, segiin la cual hay gente «que es culpable, 0 se cree culpable, de hechos realizados ‘que dicha gente no ha realizado, ¢s x0 se beneficaron. En otras palabras, ante inocencia como la culpa tienen cardcter objetivo, ¢ inch so si achenta millones de alemanes hubieran hecho lo que ti hiciste, no por eso quedarias eximido de respon- sabilidad »Afortunadamente no se llegé tan lejos. Ti mismo has hablado de una culpabilidad por igual no en acto, de todos aquellos que vivieron en un Estado ccaya principal finalidad politica fue la comisién de inaw ditos delitos. Poco importan las accidentales circunstan- cas interiores 0 exteriores que te impulsaron a lo largo del camino a cayo término te convertirias enn erimi- nal, pot cuanto media un abismo entre la realidad de to ‘que tti iciste y 1a potencialidad de lo que los otros ht Diesen podide hacer. Aqui nos ocupamos tinicamente de Jo que hiciste, no de la posible naturaleza inocua de to vida interior y de tus motivos, ni tampoco de la crimnina- lidad en potencia de quienes te rodeaban. Has contado tu historia con palabras indicativas de que fuiste vicsima de la mala suerte, y nosotros, conocedores de las circuns ns Bichmann ye Holocausto tance en que te halls, estamos dspuestos a recone- cer, hasta cierto punto, que si estas te hubieran sido més favorables muy dificilmente habrias llegado a sentarte ‘ante nosotros 0 ante cualquier otzo tribunal de lo penal. Siaceptamos, a efectos dialécticos, que tan solo ala mala suerte debs que gers ser voluntario instrumento tuna organtzacién de asesinato masivo, codavia que clheco de haber cumplinenadoy cn come ia, apoyado activamente, una politica de asesinato ma- sive. EI mundo de Ia politica en nada se asemeja a los parvularios; en materia politica, la obediencia y el apoyo son una misma cosa. ¥ del mismo modo que ti. zo : ue ti apoyaste ¥ samplimentaste una poticica de unos hombres que no leseaban compartir la tierra con el pueblo judio ni con ‘iertos otros pueblos de diversa nacién —como si ri y tus superiores tuvierais el derecho de decidir quién pue- dey quién no puede habitar el mundo—, nosotros con. sideramos que nadie, es deci, ningtin mi felara. va humana, puede descar compartir la tierra contigo, Esta cs la raz6n, la nica raz6n, por | Bra cal » Por la que has de ser Post scriptum {-]]Incluso antes de que viera lah 1 viera la luz piblica, este libro fue objeto, no solo de controversia, sino también de una ‘campafia organizada, Como es légico, la campafa,lleva- dla atérmino con los conocidas medios de formacién de imagen piblica y manipulacién de ion gener am6 la atencién mucho mas que la controversia, de ny Hannah Arendt ‘manera que esta iltima quedé acallada por el uido artifi- | de la primera. Lo anterior qued6 de relieve con espe- cial daridad cuando una rara mezcla de Ios argummentos de Ja controversia y los instrumentos de la campatia, en la que se empleaban casi textualmente las frases anterior mente utilizadas —como silos ataques contra el libro (, mis a memudo tod de una maquina copiado: mitida desde Estados Unidos a Inglaterra, Y¥ ello fue posible debido a que les protestas y se centraban en la eimagen» de un libro que jamés se es- nado, sino que ni siquie bate —porque de u interés, ni mucho menos, Los manejos de la opinién biica, en tanto en cuanto estin inspirados por intereses claramente definidos, tienen finalidades muy limitadas, Sin embargo, cuando tratan de un tema que despierta verdadero interés, producen unos efectos que escapan al y pueden comportar consecuencias que estos ni pretendian. ¥ al fin result6 que la €poca del régimen de Hitler, con sus colosales crimenes sia cedentes, constituia un «pasado desconocido», no solo con respecto al pueblo alemén o al pueblo judio en gene- ral, sino también con respecto al resto del mundo, que tampoco habia olvidado la gran catastrofe ocurrida en el corazén de Buropa, pero que igualmente habia sido in- capaz de comprenderla. Adé _ liferaron las més diversas hipétesis h | be alguien, a quien sin duda ls discusi | ttemadamer ‘at ‘Eicimann yel Holocausto Plano del interés piblico divers ‘caricter general, dotadas dernas, que y portamento del pu Ho durante de la Solucién Final, con. ee ia ‘a cls cuestion, abordada primeramente por el fiscal de Israel ¢1 pueblo judio podia y debia haberse defendio, Ye babi soslayado este asunto por considerar que investi lo erai principalmente por el psi 's fariosaprotesta del judaismo oficial norteamericano) un comportamiento que no fue excl de los judios, y que, en consecu cr + en consecuencia, no puede ser e ado cambios de heoresegecticamene aioe Be asta el momento en le parecia ex- a de recu- nas, y attibuir al pueblo judio, en Sa toralidad, un «deseo de muertes; inconscientemente, eo imprevista conclusién a ‘iettos comentaristas quisieron llegar basindose en 29 Hannah Arendt Ja cimagen» de un libro, creada por ciertos grupos uni dos por comunes intereses, en el que, segiin decian, yo habia afirmado que los judos se habian as sf mismos. 2¥ por qué raz6n dije yo tan monstruosa € inverosimil mentira? Por «odio hacia m{ misma», nata- ralmente. ‘Como sea que el papel de los dirigentes judios quedé de 30 de Jerusalén, el cual yo reseié y coment faquel tenia que ser abjeto de discusién, En mi opinion, {a funcién cumplida por los dirigentes judfos plantea un importante problema, pero el debate al especto poco ba contribuido a su clarificacion, Tal como ha demostrado el eciente proceso celebrado en Israel, en el que cierto Hirsch Birnblat, ex jefe de la policia judia de una ciudad polaca y en la actualidad director de la orquesta de Ja Opera de Israel, que en primera instancia fue condenado por el tribunal de distrito a cinco afios de circel, y luego absuelto por el Tribunal Supremo de Isra unk ‘nimemente exonerd, de modo indivecto, judios en general, las clases dirigentes Ta actualidad amargamente divididas en lo referente al fo que les merece la actuacién, durante la guerra, de los jefes judios. Sin embargo, en el debate a que me he referido, quienes mas vehementemente se expresaron. fueron aquellos que identificaron al pueblo judio con sus jefes, en marcado contraste con la clara distinci6n efec- ‘ruada en casi todos los informes de los supervivientes, ique puede quedar resarida en las palabras de un ex in temado en Theresienstadt: «En general, el pueblo judi ‘se comport magnificamente; solamente sus jefes falla 0 Bichmann y el Holocausto ton», También destacaron las voces de quienes justif- caron a los representantes del pueblo jadio, citando los encomiables servicios que habfan prestado antes de la guerra, sobre todo, antes del inicio de la SoluciOn Fi nal, como sino hubiera diferencia alguna entre ayudar a los judios a emigrar y ayudar alos nazis a deportarlos Sibien estos problemas guardab: él contenido de la presente obr. Proporcionadamente hincha .g0sa discusi6n acerca del movimiento de resistencia ale- ‘man a partir del momento en que el régimen de Hit fue implanado tema ene! que yo no ene com ee légico, por cuanto el problema de la conciencia de Bi- chmann, asi como el de Jnsitnelén en que ete se hall 9a, estén tinicamente relacionados con el perfodo de I guerray della Sokucién Final, También surgiecon ala su. Perfcie otros temas todivia més fantisticos, Mucha gente fomenzb a cscs asso las vicimas dela persecucon 0 eran wns desagradables» que los asesinos persecu- 6 que no estuvieron presentes en el | camo dela penecucén tenan derecho ung | pecto; 0 si el objeto princ aioe del proceso fue el acusado 0a afrmar que no solo comet! un error al prestar ites an determinaién de la pessons dad humana de Eichmann, sno que a este no ele hu- jera debido permitir hablar, lo cual implica que el pro- eso hubiera debido celebrarse sin defensa de género ‘lguno. Hannah Arend Como sule ocurir cuando as discusiones tienen 1cién, los intereses préic- con grandes muestras de emocior Sos de tes pron sayin eres snurests materi, que en conseeuenea procaran de los , quedan répida ricablemente wider lat macusdsnptacones elon intleru es, quienes, pr el contra, no denen nig ners en ad i6n de los hechos, que utilizan solamente chine tampon para eponer bs sexe Per ines0 enentasconfasas batalla cabe aprecar cet seredad cio grado de auténtia preocupacién, yell se adres te hasta elas manifestaciones de indviduos que alan deaban de no haber leido el presente libro y prometis solemnemente no leerlo jams. : En contraste con estas discusiones que a tan remotos snos llegaban, el libro se centra en un triste tema beset Bnforme sobre un proceso solamente vuede estudiar los temas tratados en el curso de dicho posses oasis que bubieran debido ser tratados pa- : justicia. Si se da cl caso de que la situacién general del pais en que se ce- wo ee eso tiene trascendencia en la celebracién de debe. en consideracién, ‘este, debe, forzosamente, ser tenida Este libro no se ocupa de la historia del mayor desastre wana crénica sufrido por el pueblo judio, ni tampoco es Gel totalitaismo, nia historia de! pueblo alemén en tiempos del Tercer Reich, ni por tltimo tampoco, ni mu cho menos, un tratado sobre la naturaleza del mal. Todo proceso se centra en a persona del acusado, en una pet sona de cane y hues, con un historia aya, naval con sus propias formas de comportamiento, y cor pe | enel banquillo, para convertrse, pri __ pueblo alemén en general, en el a Fichmavmy el Holocaust tancias, Cuanto escape ak sdelo anterior, como Is historia del pueblo judio en la Didspo. 13, a historia del antisemitismo, de as imperantes en determinada wencal del Texcer Reich, solamente en cuanto for. época, o de la méquina gui gvarda relaci6n con el proc ‘ma parte de los antecedentes y de ls circunstancias en que cl acusado reaiz6 sus actos. Todo aquello con lo que ido no tuvo relacién, o aquello que no eerciéin- en &l, debe ser omitido en el procedimiento ju- en consecuencia, en el informe sobre el mismo. Quiz quepa argtir que todas as cuestiones generales que involuntariamente nos planteamos tan pronto co ‘menzamosa estudiar estos temas— por qué tuvieron que serlos alemanes precisamente?, spor qué tuvieron que ser Jos judios?, cul era la naturaleza del totalitarismo2— son mucho més importantes que el problema de determinar tipo de delito por el que el acusado es objeto de juicio Yel modo de ser del hombre sobre cuya conducta se dic- tard sentencia, y también més importantes que determi- rar hasta qué punto nuestro actual sistema de adminis. | taci6n de justicia es capaz de acuar con respect a este especial po de delito y de delincuente, con los que se ha enfrentado tan repetidas veces desde el término de la Se- __ Banda Guerra Mundial. Se puede asimismo afrmar que __elobjeto de la actividad judicial ha dejado de ser un ser humano concreto y determinado, el individuo senitado ralmente, en el smo bajo to- as sus formas, en la historia contemporénea, en la nati- taleza humana, en el pecado original, de tal modo que, us Hannah Arendt cen tilima instancia, ¢s a humanidad quien se sienta en fl banquillo junto al acusado. Todo lo anterior ha sido alegado muy a menudo, especialmente por aquellos que no descansardn hasta haber descubierto sun Adolf Bich ‘mann en el interior de cada uno de nosotros». Sise da al acusado el carécter de simbolo, y al proceso el de pretexto para plantear problemas que son aparentemente mis resantes que el de la culpabilidad o inocencia de un indivi duo determinado, entonces deberemos, si es que quere- ‘mos ser consecuentes, aceptar la afirmacién hecha por [Bichnann y su defensor: Bichmann fue Hevado ante el ti ‘bunal porque se necesitaba un chivo expiatorio, y este chi- vo expiatorio lo necesitaba no solo la Repiiblica Federal ‘Alemana, sino también los hechos historicos ocurridos y ‘cuanto los hizo posibles, es decir, se rataba de un chivo expiatorio del antisemitismo y del gobiemo totalitatio, ‘asicomo dal género humano y del pecado original. ‘No es necesario hacer constar que jams se me hubie +a ocurvido acudir a Jerusalén si hubiese sido participe de tales opiniones. Creia y sigo creyendo que el proceso de- bia celebrarse con la finalidad de administrar justicia, y nada mis, También creo que los magistrados estaban en Io cierto cuando hicieron hincapié, en su sentencia, en que «el Estado de Israel fue establecido como el Estado de los judos, y como tal ha sido reconocido», por lo que tenia competencia de jurisdiccién sobre todo delito co- metido contra el pueblo judio. Habida cuenta de la con: fusion imperante en salos juridicas acerca de la rnaturaleza y utilidad del castigo, me alegré que la sen- tencia recogiera una afirmacién de Grocio, quien, citan- doa un autor todavia més antiguo, explicd que el castigo, a Eichmann y el olocausto es necesatio «para defender el honor y la autoridad de aquel a quien el delito ha lesionado, para que la ausencia de casngo no le degrade mayormentes Evidentemente, no cabe la menor duda de que pee sonalidad del acusadoy Ia naturaleza de sus actos ash como el proceso en s mismo, plantearon problemas de cardcter general que superan aquellos ottos considera. dos en Jerusalén, En el eplogo, que deja de ser pura y simplemente un informe, he intentado abordatlon, No me sorprencevfa que hubiera quien considerase que na Jos ae trata con a debida profundidad,y con gusto en trafaen la dscusién del igniticado general de los hechos slobalmente consderados, que tanta mayor profandidad tendkfa cuanto mss cifera aos hechos conezecon Tam big compreno que el subttulo dela presente obra pue- de dar lngara una auténticacontroversia ya que cuando hablo de la banalidad del mal lo hago solamente aun né ‘el estritamente objetivo, yme limo a senalae un fené- meno que, en el curso del juico, result evidente. Eich. ‘mann no era un Yago ni era un Macbeth, y nada pudo estar mas lejos de sus intenciones que sresultar un villa. nos, al decir de Ricardo Il, Eichmann carecia de mot +, salvo aquellos demostados por su extraordiaria ct ligenca en orden a su personal progreso. ¥en s'misma, tal diligencia no era criminal; Eichmann hubiera sido ab- solutamenteincepaz de asesinara su superior para here dar su cargo, Para expresazlo en palabras lanas, pode: ‘mos decie que Bichmarn, zeeilamente, no suo jams lo ue se hacia. ¥ Fue procisamente esta falta de ieaginacion, Jo que le permiti, en el curso de varios meses, estar frente al udio alemén encargado de efectuar el interto 35 Hannah Arendt Jerusalén, y hablarle con Scorn en snes por las snte coronel gavoro poli Ja mano, explicin: ° ye tan solo pudo alcanzar el gr dts 7 ging cate deo aber de mente, Eichmann cendido a superiores rangos. Te6ricamente, Saba muy bien cles eran ls problemas de fondo con ue se enfrentaba, y en sus declaraciones postreras ante Borel gobierno [nai No, Eichmann no er epi Unicamente la pura y simple ireflexion —que en modo siguo podem quar aa estpies—fae lo qu predopuso a comeratse en anode lor mayors cna Tes de su tiempo. ¥ si bien esto merece ser clasficado smo «banalidads, ¢ incluso puede parecer cémico, y ni siquieta con la mejor voluntad cabe atrbuir a Eichmann Giabélica profundidad, también es cierto que tampoco posemos dec au se go normal o comin No cen do alguno comin que un hombre, en el instante niente con a matey demi, ene! pel, solo sea capaz de pense en ls frases ods en los enie~ ros y funerales alos que en el curso de su vida assti6, y que estas «palabras aladas» pudieran velar aan le realidad, una de las erspectiva de su propia muerte, En Irecones que ns el proceso de ers Fae que tl alejamiento de la realidad y tal ireflexiém pueden causar sis dafio que todos los malosinstinos inherentes, ui, a lanatucaleza humana, Pero fue tinicamente una leccién, zo una explicacién del fenémeno, ni una teoria sobre él ‘Miaparentemente més complicada, pero en realidad mucho mis simple que elexamen de la intendependencia 16 bless, y que tenfa la int Eichmann y dl Holocausto entre Ia irreflexion y la maldad, es la cuestion referente al {ipo de delito cometido por Eichmann, un delito unéni- memente considerado sin precedentes. El concepto de enocidio, acusado con el explicico propésito de pificar tun delito anteriormente desconocido, aun cuando es aplicable al caso de Eichmann, no es suficiente para abar- caclo en su cotalidad, debido ala simple razén de que el asesinato masivo de pueblos emeros no carece de prece: lentes, La expresion ematanzas administrativaso parece mis conveniente. Esta expresién nacié a ratz del imperia. lismo briténico; los inglesesrechazaron este procedimien. to como medio de mantener su dominio en la India, Esta expresiOn tiene la ventaja de deshacer el prejuicio segtin cual actos tan monstruosos solamente pueden come. terse contra una nacién extranjera o una raza distinta, Es notorio que Hitler comenz6 sus matanzas colectivas Concediendo la «muerte piadosay a los «enfermos incura. cién de continuar su programa de exterminio desembarazdncose de los alemanes egené- ticamente lesionados» (con enfermedades de los pulmo nes y el coraz6n). Pero prescindiendo de este hecho, re- sultaevidente que tal tipo de matanzas puede dirigitse | Contra cualquier grupo, es decir, el criteria selectivo de- Pende tnicamente de ciertos factores circunstanciales ‘Cabe concebir que en el sistema econdmico basado en la jautomatizacion que puede darse en un futuro no muy distante, quizés aparezca la tentacién de exterminar a aquellos cuyo cociente de inteigencia esté por debajo de certo nivel En Jerusalén este problema no fue adecuadamente es. tudiado, debido a que es muy dificil encuadrarlo en el 37 Hannah Arendt 7 108 las afirmaciones Ambito de lo jusidico, Allf escucham¢ de la defensa, en el sentido de que Eichmann tan so ‘una «tuedecita» en Ja maquinaria de la Soluci6n Fin como las afirmaciones de la acusacién, que creia haber hallado en Bichmann al verdadero motor de aquella mé- ynina, Por mi parte, a ninguna de las dos teorias di ma- Ser importancia que a que les ororgaron Jos jueces, por ccoria de la ruedecillacarece de trascendencia iporta determiner la ‘magnitud de la Ia eueda Eichmann, tribunal reconocis, como es Légico, nev sentenca auc el delito juzgado tnicamente podia ser comet mediante el empleo de una gigantesca organizacion racritica que se sirviera de recursos gubernamental Pero en tanto en cuanto las actividades en cuestion cons san un delito—Io cua, como e gio, er premisa indispensable a a celebracién del juicio— todas las ru das de la maquina, por insignificantes que fueran, se transformaban, desde el punto de vista del wibunal, en si el acusado se am- sarores, es decis, en seres humanos. Si el acus paren hecho de que no actus como el hombre, sino Eonno wn fancionatio cuyas funciones hubitenpodido ser leads abo por cunguier ors pesons lo vale ala actitud del delincuente que, amparéndose en. TGedisicatdecrminaidad que sefalan queen elo suantos delitos al dia—, cual lugar se comeren tantos o cuzntos delto 2 camente presto, ¥ que tenia carkcter meramente acc dental el que fuese él quien lo hubiese hecho, y no cual quier otro, por cuanto, a fin de cuentas, alguien tenia que hacerlo, 38 Bichman y el Holocausto Desde luego, para las ciencias politicas y sociales tie- ne gran importancia el hecho de que sea esencial en todo gobiemo totalitario, y quiza propio de la naturaleza de toda burocracia, transformer a los hombres en fancio- narios y simples ruedecillas de la maquinaria adminis- ‘sativa, y, en consecuencia, deshumanizarles. ¥ se puede siscutir larga y provechosamente sobre el imperio de Na. die, que es lo que realmente representa la forma de admi- nistracién politica conocida con el nombre de burocra. cia, Pero es preciso comprender con toda claridad que la administraciOn de justicia tnicamente puede prestar atencién a estos factores en cuanto constituyen circuns- tancias modificativas de la responsabilidad criminal, co- ‘mo, por ejemplo, en el delito de robo se toma en cuenta Ja situacin econémica del acusado, sin que por ello quede el robo, en si mismo, justificado, y sin borrarl i mucho menos, del articulado del cédigo. Ci que la moderna psicologia y sociologia, por no hablar ya de la moderna burocracia, nos han habicuado gran. demente a.no atribuir responsabilidad al ejecutor de de- terminado acto, en virtud de tal o cual determinismo. La validez de estas aparentemente més profundas expli caciones del comportamiento humano es muy discuti- ble, Pero, en cambio, no cabe discutir que sobre su base seria imposible claborar un procedimiento judicial, fae- sede la clase que fuere, y que la administracién de jus- ticia, considerada segtin los criterios de estas tcot luna institucién muy poco moderna, por no decir ana- sténica. Cuando Hitler dijo que amaneceria el dia en que, en Alemania, seria considerado como «una ver- glenza» tener la profes i Haya Avent harto consecuentemente, de su suefio de instaurar una exfecta burocracia. Pin cuanto se me alcanza, la jrisprudencia a y acto en abediencia de sérdees supesiores. En realidad, estos son los dos nico concepts que rgen diseusion de dichos temas en os procedinentos judi les usuales, yes generalmente Ie defensa quien los alega. La teoria del acto de Estado se basa en la consideracion de que ninggin Estado saberano puede ser juzgado por cro Estado, porgue pa epee non haber urine. Desde un punto de vist practico, ete aumento quedo yatoaldido en Nuremberg, desde wn principio, carey ia de poses de tito, or cunt, cle det i siquiera a Hitler, la nica persona que oe ee sele cuentas, lo cual hubiera sido contrario al més elemen- tl seri de justia. Sin embargo, rachos ar ue en la practica carecen de valor siguen en pie en Inn lan sahides sions faa 10 argumento poca validez tuvieron. Por ejemplo, se Soqcie friend Teer Reh, Aan ee dominada por una pandilla de delincuentes a quienes i fiiimente se pos aribuir el concepto de soberania yen consecuencia, el de pardad, Por una parte, nadie ignora que la analog de opal de imines es de tan limitada aplicacién que resulta précticamente inapl cable, y, por otra parte, es innegable que los delitos se ‘Bickmarn y ef Holacausta cometieron en el marco de un ordenamniento juridico legals. Esto timo fue su mis destacada caracterisica, Quiz’ podamos comprender el Pais, asf como las eyes que la igen, no estén sujetos las mismas normas que regulan los actos de los ciudadanos. Del mismo modo que la imposicién del cumplimiento de la ley, que tiene la finalidad de eliminar la violencia y la guerra de todos contra todos, necesitaré siempre de os instrumentos de violencia afin de mantenerse, tam- én es cierto que el gobierno puede verse obligado a cometer actos generalmente considerados delictuosos, a fin de conseguir su propia supervivencia, y la supervi. vencia del imperio de la ley. Las guerras han sido fre- cuentemente 60, pero los cen el campo de las relaciones internacionales, y, ademas, Ja historia de las naciones civilizadas nos ofrece muchos ejemplos de delctuosos actos de Estado interiores, como elasesinato del dugue dBnghen por Napoleén, o el ase sinato del des socalista Matteotti, del que probable- ‘mente fue culpable Mussolini. Jusca o injustamente, la raison d’Btat se basa en una ezesided,y los delitos estatalescometidos en nombre de aquella (que son actos plenamente delictuosos, segtin el ordenamiento juridico imperante en el Estado en que ‘ocurren) son considerados como medidas de emergen cia, como concesiones hechas a los imperativos de la Realpolitik, a fin de conservar el poder y, de este modo, at Hannah Arendt ntinuidad del ordenamiento legal existen- ¢ considerado, En un normal sistema po- tales delitos son excep y no son objeto de castigo legal aque son geichtsfe), debido a que esti en juego Ta misma cexistencia o a imponerle los medios con los que conser- ‘varla. Sin embargo, tal como es de ver en la historia de la politica judia del Tercer Reich, en un Estado fundado en principios criminales la situacién queda invertida, En es te caso, un acto no criminal den dada por Himmler, en 1044, de suspender las deportaciones de judios) tuna concesién impuesta por una realidad, ejemplo dado, era Ja inminencia de la derrota. Y a surge la siguiente pregunta: qué naturaleza tiene la so- berania de un Estado de este género? ¥ ademis: jacaso no se ha situado este Estado fuera del principio d dad (par in parem non habetjurisdictionem) que le oro derecho internacional? ;Acaso por par in parem entende- ‘mos solamente los externos atrbutos protocolaris anejos a la soberania? 0 significa también una igualdad o equiva Tencia sustantiva? :Cabe aplicar a un Estado en el que el excepcién, y se dan en casos extremos tnicamente La insuficiencia préctica de estos conceptos jurfdicos en orden a solucionar los problemas planteados por los hhechos delieruosos objeto de los juicios a que nos refer ‘mos queda todavia més patente en el caso del concepto ua | 10 cual, si bien comprensible, no es demasia. ican ye Holocausto de sos ejecta ’s en curnplimaic ire sores Elninal de fertelen sess pan nee Dlacién civil de i Seer scree lini de capa te ae fa i. Las gents dl pueblo en cucston abana, era de sus casas, después del toque de que ‘ecordar qu la elacién entre norma y exc Smportanciaprimontial a los efectos de ter delictivo a la orden ejecutada por un habla quedado invertida en el caso de Ei ‘mos que baséndonos en esta realidad no era Eichmann cuando no cumplié determinadas Ga epcién, que es atribuir carde- subordinado, ichmann. Ast ve cabe sino defen- de Hitler, o cuando las cumplié de man, » Por cuanto eran manifiestas exce imperante, La sentencia consider gas ‘mento de Eichmann tenia naruralesaalemene ido coheren. ‘© Lo dicho puede apreciarse con claridad si prestemos us Haak Arendt atenci6n a la jurisprudencia de los tribunales militares aviso que diga Prohibido». En bandera negra, como un aviso qh Ba otras palabras, para que el soldado pueda calificarla d «manifiestamente lita, la orden debe viola, com c las normas del tg look dado cx habituado, En esta mate la juiprden ssraet coincide plenamente con lade los res fera a sus subordinados la orden, por ejemplo, Ie oi Bn poco nib de esta navuraleza, queda ch enable dete sno qu al sldad nos le pela que consltar a vox des concenca ade ean setimiento de jsticia profundamente arraigado en la conciencia humane, qu tambien yen aquellos poco versados en eyes stempre ¥y cuando no sean ciegos 0 su corazén no se haya endu- recido y corrompido». Bn vez de eso, el soldado debia eee ean aay eieay, Crips fags dee Mar sein, ora Se, iammares grt toc pense g ncaa er toa da por su conciencia 0 por los preceptos de su region no excluye la punibilidad de sus actos u omit onete Tom or nun egies er a eat aes deals ates de arma uh Fichmann y € Holocausto sentido de justicia arraigado en lo més profundo de todos los seres humanos solamente sirve para suplir la falta de Conocimiento de las leyes. La validez de esta afirmacion se basa en la presuncidn de que la ley tnicamente contiene Jo que Ta conciencia de todo hombre proclamna. Siaplicamos inveigentemente la totalidad de los ante. tlores razonamientos a Eichmann, tendremos que con- luir que este actué, en todo momento, dentro de los Ip rates impuestos por sus obligaciones de conciencia: se comporté en armonia con la norma general; examind las érdenes recibidas para comprobat su «manifiestav le galidad, 0 normalidad, y no tavo que tecurri ala consul. '2 con su sconcienciay, ya que no pertenecta al grupo de quienes desconocian las leyes de su pais, sino todo lo contratio, La segunda razén por la que el argumento basado en | comparacion antes citada resultaba deficiente hacia re- ferencia a Ia prictica seguida por los wibunales, consis. tente en admitir la alegacion de séndenes superioress co. ‘mo circunstancia atenuante muy califceda, préctica que Ja sentencia dictada contra Eichmann no mencionaba ex. plicitamente. La sentencia citaba el caso, antes referido, dela matanza de los habitantes érabes de Kfar Kassem, como prueba de que los tibunales israclies no exoneran a un acusado, en virtud de haber recbido «érdenes supe- Hiores». ¥ efectivamente asf es, ya que los soldados israe les fueron condenados por homicidio, pero el hecho de haber recibido érdenes superiores fue considerado como ‘rcunstancia atenuante de tal peso que se les impusieron enas de prision relativamente leves. Cierto es que, en ‘este caso, se juzg6 un hecho aislado, no, como en el caso us Hava Arent de Bichmann, unas actividades desarrolladas en el cur- so de vatios afos, en les que los tantemente. Pese a todo, era ind. haba actuado siempre en el cump! condenarle ala pena capital. La verdad es que el derecho Grol once prcicancnte ial ee vena smientos juridicos de los restantes paises, no puede sino reconocer que las «érdenes superiores», incluso cuando suilicitud es emanifiestay, afectan gravernente al normal funcionamiento de la conciencia humana {Lo snterore solamente an ejemplo entre lo muchos que existen encaminados a demostear la insaficiencia de los vigentes ordenamientos juridicos y de los acruales conceptos de la jurispradencia, en orden a hacer justicia cen lo referente a las matanzas administrativas onganiza- das por la burocracia estatal. Si examinamos més deteni- damente esta cuestién, advertiremos sin dificultad que los juicios alos que nos Jos jueces que actuaron en todos los ju 2 referimos dictaron sentencia teniendo en cuenta tinica- mente la monstruosidad de los hechos. En otras pale uicio en los exi- bras, juzgaron libremente, sin fndar su juicio terios y precedentes juridicos alegados con mayor menor fuerza de conviccién para justficar sus decisio- nes. Esto fue ya evidente en Nuremberg, donde los ces declararon, por una parte, que el xdelito contra la » era el mds grave de todos los delitos, dado que in- clufa todos los demas, pero, por otra parte, en realidad solamente impusteron la pena de muerte a aquellos acu- 146 Eichmann y el Holocausta sados que habfan participado en la comisién del nuevo delivo de matanzas administrativas, supuestamente con. siderado de menor gravedad que la conspiracién contra 1a paz. Es muy tentador dedicar cierta atenciGn a esta y otras incoherencias ocucridas en un émbito tan obsesio. nado por la coherencia, Pero, naturalmente, no pode- ‘mos hacerlo aqui ‘Queda un problema fimdamental que estuvo implici- famente presente en todos los procesos de posguesta, y al que aqui debemos referimnos por cuanto concierne tuna de las mas relevantes cuestiones morales de todos los tiempos, a saber, la naturaleza y funcién del juicio humano, En estos procesos, en los que los acusados ha. bian cometido delitos «legales», se exigié que los seres hhumanos fuesen capaces de dlstinguir lo justo de lo in. Justo, incluso cuando para su guia tan solo podian valer- se de su propio juicio, el cual, ademé aba hallarse en total oposiciSn con la opinién, que bien podia const derarse uninime, de cuantos les rodeaban. Y este proble- ma alcanza mayor gravedad cuando recordamos que quienes fueron lo bastante carrogantes» para confiar tan solo en su propio juicio eran seres idénticos a aquellos otros que siguieron ficles a los viejos valores y se guia- Ton por sus creencias religiosas. Debido a que la socie dad respetable habia sucumbido, de wna manera u otra, ante el poder de Hitler, las méximas morales determi, antes del comportamiento social y los mandamientos religiosos —eno mataris»— que guian la conciencia ha. ‘bian desaparecido, Los pocos individuos que todavia sabian, distinguir el bien del mal se guiaban solamente mediante su buen juicio, ibremente ejercido, sin la ayuda de nor. 147 Hannah Arent ‘mas que pudieran aplicarse alos distintos casos particu les congue se enfenaban Tenn que decidir en cada ocasién de acuerdo con las especificas circunstancias del ‘momento, porque ante los hechos sin precedentes no ha- eps controvesspovoats po a pi de presente obra, asi como aquellas otras, en tantos aspec- tos parecidas a las primeras, suscitadas por la obra de 10 de que haya gente capaz de quzgar al projimo». De estas discusiones no han surgidio tendencias nihilistas 0 cinicas, como cabia esperar, sino una extraor- inaria confasi6n sobre las mas elementales cuestiones morales, deta -materas, es la existencia de un cierto instinto moral. En el Pres ipieieipiipmenelpaanrauneianrd uriosas que parecen especialmente revelado- tu lemon que igen de esac ricanos han proclamado la ingenua creencia de que la tentaci6n y la coaccién inboc de uu pane mc pero mpd ue ‘matemos a nuestro mejor amigo, debemos matarle, pra y simplemente. O bien, como se arguyé —hace algunos afios, con respecto a un escéndalo, ocurrido en un con- ‘curso de preguntas yrespuestas, en el que un profesor de segunda enseZanca engaté al piblico— cuando una ee- vada suma de dinero esté en juego, . (Eso dice Robert Weltsch en Summa Inivria, antes citada), Otro camino para evadirse de la zona en que se en- cuentran los hechos demostrables y as responsabilidades personales lo forman las innumezables teorias, basadas en premisas abstractas, inconcretas hipotéticas —-desde el Zeitgeist hasta el complejo de Edipo—, de cardever tan ‘general que sirven para explicar todos los acontecimien- 10s y todos los actos: no podemos siquiera tomar en con. sideracién las alternativas que el pasado oftecia, y nadie pudo comportarse de modo distinto al que lo hizo, Entre {as teotias que lo explican todo, merced a oscurecer 10. dos los detalles, hallamos conceptos tales como el de smentalidad de gueto» de los judios europeos; o el de la culpabilidad colectiva del pueblo alemén, deducida de ‘una interpretacién ad hoc de su historia; ola afirmacién, * Bn curva ene erginl, Hanah Arendt igualmente absurda, de una especie de inocencia colecti- va del pueblo judio, Todos estos clichés tienen en comin Ja nota de dar carécter superfluo a la emisi6n de juicios, asi como la de poder utilizar tales clichés sin correr el jor riesgo. Y aun cuando podemos comprender muy Ta resistencia de los afectados por el desastre —judios y alemanes— a examinar con demasiada detencién el ‘comportamiento de grupos o de personas individuales ‘que parecen haberse salvado, o que debieran haberse sal- ‘ado, del taal colapso moral —es decir, el campoctamien- to de las iglesia cristianas, de los dirigentes judios, o de quienes atentaron contra Hitler el 20 de julio de 1944—, cesta comprensible resistencia no es suficiente para justif- la evidente renuncia de todos as dems a emitirjuicios centrados en responsabilidades individuales. En le actualidad, son muchos los que estin dispuestos a reconocer que la culpa colectiva, 0, ala inve cencia colectiva, no existe, y que si verdader tHeran no habria individuos culpables o inocentes, Desde negar la existencia de la responsa- existe con total independencia de Ios actos de los individuos concretos que forman el gru- po. y, en consecuencia, no puede ser jurgada mediante

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