Está en la página 1de 8

El muro…

y la araña.
Dicen que una vez un hombre era perseguido
por varios malhechores que querían atracarlo.
El hombre entró en una cueva.
Los malhechores empezaron a buscarlo
por las cuevas anteriores a la que él se encontraba.
Con tal desesperación
elevó una plegaria
al Creador:
"Dios Todopoderoso,
haz que tus ángeles
bajen y tapen
la entrada, para que
no entren a matarme".
En ese momento
escuchó a los hombres
acercarse a la cueva
en la que él
se encontraba, y vio
que apareció una arañita.
La arañita empezó a tejer
una telaraña
en la entrada.
El hombre volvió a elevar
otra plegaria, esta vez
más angustiado:
"Señor te pedí ángeles,
no una araña."
Y continuó:
"Señor por favor,
con tu mano
poderosa coloca
un muro fuerte
en la entrada para
que los hombres
no puedan entrar
a matarme".
Abrió los ojos
esperando ver
el muro tapando
la entrada, y
observó a la arañita
tejiendo la telaraña.
Estaban ya los malhechores entrando en la cueva
anterior y el hombre se quedó esperando su muerte.
Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva,
ya la arañita había tapado toda la entrada.
Entonces se escuchó
esta conversación:
- Entremos
en esta cueva.

- No. No hace falta.


¡Mira, hay una telaraña!
Es imposible que haya
podido entrar
en esta cueva.
Sigamos buscando
en las otras.
Pedimos cosas que desde nuestra
perspectiva humana son lo que
necesitamos, pero Dios nos da
aquellas pequeñas cosas
que se pueden volver grandes.

A veces pedimos muros para


estar seguros, pero Dios en
cambio
nos pide confianza en Él,
para dejar que su poder
se manifieste y haga que algo
como una telaraña nos de
la misma protección
que una muralla.
Si has pedido un muro y no ves
más que una telaraña, recuerda
que Dios sabe lo que realmente
necesitamos.
Confía en Él y Él actuará.

También podría gustarte