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La coleccién «La construccién de Europa» se publica simulténeamente en cinco editoriales europeas: C. H. Beck, Munich Basil Blackwell, Oxford Critica, Barcelona Laterza, Roma-Bari Editions du Seuil, Paris Las revoluciones europeas, 1492-1992 Charles Tilly Critica Grijalbo Mondadori Barcelona CAP{TULO UNO Conflicto, revuelta y revolucién El retorno de la revolucién L A HISTORIA REPUDIA LA ARROGANCIA. En 1989 una serie de in- telectuales franceses y de franc6filos anunciaron el bicentenario de la gran revolucién francesa con réquiems por la revolucién. El pro- vocador historiador Francois Furet declaré que la revolucién france- sa iniciada en 1789 habfa concluido por fin, porque Ia institucién de un presidente elegido por la poblacién y de un consejo constitucional habian limitado, finalmente, los poderes de la asamblea nacional, por- que la iglesia cat6lica estaba reconciliandose con los partidos pol ‘cos y —jen no poca medida!— porque el partido comunista, herede- to de los jacobinos, estaba en trance de desaparicién como fuerza politica de primer orden. En todos los paises de Europa occidental yen América Latina, continuaba Furet, el marxismo estaba desapa- reciendo a medida que la gente descubria los «riesgos del maximalis- mo revolucionario» (Furet, 1989, p. 28). En el prologo de un diccionario de la revolucién —gran éxito de ventas— publicado ese mismo aft, Furet y Mona Ozouf menciona- ban una paradoja de la escena politica francesa: un coup d’état habia curado esa herida abierta que habia sido la revolucién durante casi doscientos aftos. La toma del poder por De Gaulle cuando los nacio- halistas franceses se rebelaron contra la descolonizacién puso final mito revolucionario: «al parecer, De Gaulle dio con Ja clave para.crear una repiiblica mondrquica que al cabo de doscientos afios ha reconci- liado al Ancient Régime con la Revolucion» (Furet y Ozouf, 1989, p. xxi). La revolucién habfa terminado; Francia podia finalmente ocu- parse de los asuntos politicos que los lamentables acontecimientos de 1789 habian interrumpido con tanta brusquedad. La mayor parte de 18 Las revoluciones europeas, 1492-1992 Jos europeos, no sélo los franceses, compartfan la idea de que la era de la revolucién habia terminado. En Europa occidental, la poblacién parecia demasiado préspera y egoista para la revolucién y en Europa oriental, los gobiernos parecian demasiado represivos y los ciudada- nos demasiado divididos. En 1988 Jacques Denoyelle afirmé, refiriéndose a Occidente en ge- neral y a Francia en particular, que Ia experiencia del socialismo auto- ritario y el advenimiento del individualismo democratico «se unieron para hacer de la rebelién violenta un recuerdo del pasado, una utopia desprovista de su maquillajen (Grambelle y Trebitsch, 1989, II, p. 306). Después de todo, en una época dominada por el consumismo y en. a que los estados acumulaban tanto poder, poco podian hacer los di- sidentes de los paises europeos salvo poner bombas, garabatear graf- fiti, maldecir 0 abandonar, Reforma o represién, tal vez; revolucién, munca, ;,Acaso no habia enseftado eso el triste remedo de programas revolucionarios que se formulara en 1968? Sin embargo, en 1989.los habitantes de Europa oriental invalida- fon totalmente cualquier andlisis que contemplara el fin de la rebe- lin. Hicieron sus propias revoluciones y, mas atin, el Estado domi- ante, la Unidn Soviética, les ayudé de manera inconsciente. En los afos posteriores a su ascenso al poder en 1985, el der de la Unién Soviética, Mijail Gorbachov afirmé rotundamente que, dado que pre- {endia reducir los elevados gastos militares, no solo trataria de esta- blecer la paz con los Estados Unidos y la OTAN, sino también redu- ir Ia intervencién militar de la Unién Sovietica en los asuntos internos dle otros estados. La costosa y desmoralizadora intervencién de la Unién Soviética en Afganistén, que desembocé en una situacin sin salida y fue el enfrentamiento mas directo con el poder militar norteameri- ‘eano desde hacfa muchos afios, habia socavado el prestigio militar de la Unién Soviética y habia sembrado algunas dudas sobre la politica de equiparacién militar con los Estados Unidos. El programa de no interferencia y de desmilitarizacién de Gorbachov se extendié a los paises satdlites de la Unién Soviética de la Europa oriental Cuando la Unién Soviética redujo su presencia y sus gastos mili { lates, los ciudadanos de otros estados de la Europa oriental comen- | maron a comprender que sus gobernantes tenian menos probabilida- des de obtener el apoyo militar soviético para hacer frente a los | problemas internos, En la Unidn Soviética, los habitantes de regiones Conflicto, revuelta y revolucién 19 no rusas comenzaron a legar a la misma conclusién y la relajacién de la represidn indujo a presentar puiblicamente una serie de reclama- ciones largo tiempo silenciadas. 1Los problemas surgieron répidamente, aunque de forma diversa, en Polonia, Hungria, Checoslovaquia y Alemania oriental. En los tres primeros paises, existfan desde hacia diez afios o mds diversas formas de oposici6n, que adquirié mucha mayor fuerza en los afios de rela- jacién a partir de 1985. En junio de 1989, los polacos eligieron a 99 de los 100 candidatos anticomunistas de Solidaridad que se presenta- ron a una eleccién democritica para la Cémara Alta, En la Cémara Baja, la ley electoral habia limitado la presencia de Solidaridad al 35 por 100 de los escaiios, pero en agosto de 1989 el partido agrario aban- doné la alianza que mantenfa desde hacia cuarenta afios con los co- munistas, para dar a Solidaridad ta mayoria y al pais un primer ministro no comunista, Tadeusz Mazowiecki. Los soviéticos no reac- cionaron ante esos sucesos. En Hungria se estaba produciendo un pro- ceso similar, aunque més limitado, de desalojo del partido comunis- ta. A finales de ese afio se habia disuelto el hasta entonces hegeménico Partido Socialista Htingaro de los Trabajadores y un referéndum na- cional habia ratificado por abrumadora mayoria la disolucién de las células del partido en las fabricas, el desmantelamiento de su milicia y larevelacién a la opinidn piblica de los bienes del disuelto partido, En Checoslovaquia, los ideres politicos continuaron utilizando la fuerza para reprimir las manitfestaciones hasta el mes de noviembre. Sin embargo, el flujo de exiliados procedentes de la Alemania orien- tal, la condena de la invasién de Checoslovaguia en 1968 por dos de los paises que habia patticipado en ella (TTungria y Polonia) y las profundas transformaciones que se estaban registrando en los paises ex comunistas vecinos fueron otros tantos factores que renovaron la presidn sobre el régimen. A mediados de noviembre, las manifesta- ciones masivas que tuvieron lugar en Praga y en otros lugares coloca- ron al gobierno en una situacién sin salida, estimularon la formacién de una oposicién piiblica en el foro civico ¢ impulsaron una serie de devisiones politicas improvisadas que llevaron a Alexander Dubeek, ‘exiliado durante tantos afios, a la presidencia del Parlamento y a Vé- clay Havel, que recientemente habia sido encarcelado, a desempefiar cl cargo de presidente de la reptiblica. La ironia habia triunfado. Los alemanes orientales, a diferencia de sus vecinos, apenas ha- 20 Las revoluciones europeas, 1492-1992 bian ofrecido resistencia abierta al régimen comunista. Sin embargo, en el otofio de 1989, las autoridades checas, polacas y hiingaras per- mitieron que millares de alemanes orientales (que se hallaban en sus paises supuestamente como turistas en vacaciones) entraran en Ale- mania occidental. La no intervencién de las fuerzas soviéticas y la in- capacidadl del régimen de Alemania oriental para poner fin a esa san- ‘via indicaron de forma atin més dramética que los tiempos habian cambiado, En el interior del pais, los alemanes orientales comenza- Ton a manifestarse exigiendo la reforma democratica y protestando contra las malas condiciones de vida. Luego, la embajada soviética en Praga recibié respetuosamente a una delegacién de disidentes del foro efvico, episodio del que tomaron buena nota todos los lideres de la oposicién de Europa oriental. Muy poco después, en formas y en gra- dos diversos, las rebeliones populares que estallaron en Rumania, Bul- aria y Albania desalojaron también del poder a los lideres comunistas. Por si eso fuera poco, las exigencias de independencia o autonomia cobraron fuerza en algunas regiones de Yugoslavia, Checoslovaquia y la propia Unién Sovietica, en donde se inicié un proceso que de- sembocé en su desintegracién total antes de finales de 1991. La modi- ficacién de la situacién en la Unidn Soviética precipité también cam- bios importantes en el equilibrio de poder fuera de Europa, en Mongolia, Etiopia, Somalia y otros pafses. Una serie de estados afri- anos en los que la guerra fria habia facilitado la implantacién de la tirania, comenzaron a caminar hacia la democracia o la anarquia. De ningiin modo puede considerarse que todos esos enfrentamientos eran, revoluciones, pero desde luego demostraron el potencial revoluciona- tio de unas poblaciones que, durante mucho tiempo, habfan sido con- sideradas fragmentadas y déciles. © {Qué acontecimientos europeos de 1989 pueden considerarse, de hecho, revoluciones? Ello depende de la amplitud con que se defina el término. Si se aplica un criterio restrictivo, en el sentido de que una revolucién se asemeja fuertemente a los enfrentamientos ocurridos en Francia entre 1789 y 1799 y en Rusia entre 1917 y 1921, ninguno de os conflictos ocurridos en Europa oriental en 1989 obtiene el cali eativo de revolucionario, Dificilmente pueden encontrarse equivalei tes de los Estados Generales, los soviets, Robespierre, Lenin o la Cons- lucién Civil del Clero, Peto si en el concepto de revolucién se incluye sndente de los gobernantes de un pais, en Conflicto, revuelta y revolucién 21 Ja mayor parte de los pafses de Europa oriental se registraron revolu- ciones durante ese aiio, én restrictiva tiene la ventaja de que se ajusta a la idea del Manifiesto comunista de un acontecimiento singular, que posible- mente s6lo ocurre en condiciones excepcionales y que modifica la his- toria de todo un pueblo. Desde Marx y Engels, son tantos los militan- tes que han estructurado la teoria y Ia practica en torno a esa idea de la revolucién que merece una consideracién especial. Sin embargo, ¢\ aspecto positivo de una definicién en sentido amplio es que pone de relieve problemas importantes que no salen a la luz en Ja defini. cin restrictiva: hasta qué punto y en qué forma las grandes revolu- ciones se adaptan a la politica no revolucionaria? y, en especial, ;cdmo fectan a las revoluciones los cambios importantes en la organizacion de-los estados? Ambos interrogantes, referidos a Europa entre 1492 y 1992, han dado origen a este libro. Hace ya varios siglos que los historiadores empezaron a estudiar las relaciones entre los estados y la revoluci6n. En los tiltimos dece- nios, historiadores como R. R. Palmer, Perez Zagorin, Roland Mous- ner, Peter Blickle e Yves-Marie Bercé han escrito incluso historias ge- nerales de la rebelidn y la revolucién, circunscritas a perfodos limitados de la historia europea (véanse Palmer, 1959, 1964; Zagorin, 1982; Mous- nier, 1967; Blickle, 1988; Bercé, 1980). No faltan relatos histéricos ni teorias amplias de la revolucién (para ejemplos, restimenes y andlisis criticos, véanse Amann, 1962; Arendt, 1963; Aya, 1990; Baechler, 1970; Brinton, 1938; Dunn, 1989; Friedrich, 1966; Goldstone, 1986; Hobsbawm, 1986; Kimmel, 1990; Laqueur, 1968; Rule y Tilly, 1972; Trotsky, 1952). Lo que falta, en cambio, ¢s un andlisis sistematico y. de cardcter histérico que lo relacione firmemente con nuestro conoci- njento acumulativo respecto a la formacién de los estados y Ja con- tienda politica normal. El presente libro afronta ese reto para los ilti- ‘mos quinientos afios de la historia europea. Este libro relaciona las revoluciones europeas de los cinco tltimos siglos con las transformaciones que se han registrado en la naturaleza de los estados y en las relaciones entre ellos. Lleva a cabo una exposi- cidn general de las revoluciones en Europa, sus causas y sus efectos y presta una atencién especial ala correspondencia existente entre las alteraciones ocurridas en el ambito del poder de los estados y los cam- bios por lo que respecta a la naturaleza, al lugar y el resultado de las 22 Las revoluciones europeas, 1492-1992 revoluciones. Ademés, aunque reserva un lugar destacado a las revo~ luciones inglesa, francesa y rusa, el libro no se ocupa tanto de las caracteristicas comunes de las grandes revoluciones como de su im- portancia respecto a las transformaciones politicas de Europa a largo plazo, De esta forma, vincula el pasado, el presente y el futuro. En las paginas que siguen se analizan las revoluciones europeas, definidas en sentido amplio, planteando tres tipos de interrogantes. En primer lugar, en qué forma-se-ha modificado la transferencia por Ja fuerza del poder del Estado en funcién de las transformaciones ocu- Ffidas en Ia estructura social europea, especialmente-en- la. organiza- “Gibn de los estados y las relaciones entre ellos. En segundo lugar, la Peorrespondencia que existe entre los cambios ocurridos en las revolu- Giones y las alteraciones respecto a los confflictos y la accién.colectiva no tevolucionarios. En tercer lugar, cudl es la dinamica de las revolu- clones yi se ha modificado sistematicamente durante los cinco si- los que se examinan, Sea cual fuere la respuesta a dichos interrogan- tes, puede establecerse una conclusién, la de que: ( — atmargen de otras consecuencias que puedan conllevar, ls r- \ Joluciones suponen una transferencia por la fuerza del poder del Es- )tado, y en consecuencia nara describir adecuadamente las revoluciones hay que tener | en cuenta, entre otras cosas, cémo cambian los estados y el uso de | a fuerza en el tiempo, en el espacio y en el marco social. josibilidad y la naturaleza de la revolucién cambiaron con la or- Reis itn de tas y de sistemas de estados y cambiardn de nuevo ‘con las alteraciones que puedan producirse en ‘el futuro en el sistema. de poder de los estados. Las revoluciones se han transformado por- que se han transformado los estados. Al margen de otras consecuen- cias que puedan conllevar, las revoluciones suponen, obviamente, apo- derarse del poder de los estados y, por consiguiente, su probabilidad turaleza vat cin del sistema de estados en vis No sélo la organizacién de un Estado determinado To hace mas ‘o menos susceptible a la revolucién, sino que Jas relaciones entre los estados influyen en aspectos tales como el lugar, Ta probabilidad, la naturaleza y ¢l resultado de la revolucién. ‘Consideremos, por shi plo, las revoluciones rusas de 1905 y 1917: en ambos casos, la derrota Conflicto, revuelta y revolucién 23 en la guerra desacredit6 al Estado, tanto en sentido literal como me- taférico, pues en ambas ocasiones la bancarrota del Estado contribu- 6 poderosamente a su hundimiento politico. Japén contribuyé a de- sencadenar la revolucién de 1905 al derrotar a los ejércitos rusos, de la misma forma que Alemania contribuyé a desencadenar las revolu- ciones rusas de 1917. Generalmente, las guerras ejercieron una pode- rosa influencia sobre las perspectivas revolucionarias en Europa. Una guerra no se produce como consecuencia de Ia accién de un solo Es- tado, por agresivo que pueda ser, sino de las interacciones entre esta- dos, de los alineamientos que se producen dentro del sistema de es- tados en su conjunto, Ademds, las reacciones de otros estados frente allas luchas internas de otro pais influyen no poco en el resultado de esas luchas. Bastaria con preguntar a cualquier ciudadano del Liba- no o de Afganistén sobre la influencia exterior. Para saber qué esta dos son susceptibles de sufrir una revolucién, es necesario examinar ‘ho s6lo su politica interna, sino también su posicién en el sistema de relaciones entre los estados. Las fevoluciones no se producen en el dominio aislado del poder del Estado, sin importar cual sea la organizacién social. Al contrario, los procesos sociales. que-se-desarrollan-en-el-entorno.de un Estado ‘afectan profundamente a la perspectiva y-naturaleza de la revolucion, pero lo hacen indirectamente, en tres maneras esenciales: 1) dan for- ma a la estructura del Estado y a su relacién con la poblacién que lo constituye; 2) establecen quiénes son los protagonistas principales en una comunidad politica (polity) concreta y cual es su planteamiento respeeto a la lucha politica; 3) determinan la presién que ha de so- portar el Estado y de dénde procede dicha presion. Por ejemplo, la transicién de la economfa agraria a la industrial no sélo modifica la naturaleza del Estado sino que, ademés, reduce la importancia de se- flores, campesinos 0 trabajadores rurales sin tierra en la lucha por el oder, Asi pues, las revoluciones adoptan formas muy distintas en un escenario agrario y en un entorno industrial. Si no aumenta la pro- duceién y no se teatiza con mayor eficacia la recaudacién de los in- {gres0s estatales, un crecimiento demografico prolongado debilita la ‘capacidad de cualquier Estado para llevar a cabo sus actividades, en- tre ellas Ia guerra y la represién de la oposici6n interna. Siendo igua- les todos los demas aspectos, un Estado debilitado es mas susceptible de sufrir una revolucién que un Estado fuerte, Muchas veces, para 24 Las revoluciones europeas, 1492-1992 yanalizar los cambios en la estructura del Estado hay que examinar las transformaciones que experimenta el sistema social en el seno del cual ‘cambian los Estados y tienen lugar las revoluciones. El concepto amplio de revolucién que se adopta en este libro sos- tiene que las grandes revoluciones no experimentan una evolucién sui generis, segiin unas leyes que las apartan totalmente de las formas mas rutinarias de cambio politico. Consideremos la diferencia que existe entre los eclipses solares y los embotellamientos de trafico. Las revo- luciones no recuerdan a los eclipses de Sol, que, en virtud de la regu- laridad con que se produce el movimiento de los cuerpos celestes, se repiten segin un plan exacto y en condiciones que se pueden explicar y que son perfectamente comprensibles. Los eclipses se producen en esas condiciones y no en otras. En cambio, las revoluciones recuer- dan a los emboteliamientos de tréfico, que son muy diversos en cuan- to a su forma e intensidad, que desaparecen de forma imperceptible para dejar paso a un flujo normal de vehiculos, que se forman a par- tir de dicho flujo y que ocurren en diferentes circunstancias y por un ctimulo de razones diferentes. Sin embargo, los embotellamientos de tndfico no se producen al azar, sino seguin unas claras pautas determi- nadas por cuestiones tales como la coordinacién del trafico, Ia reac- cién de los conductores ante las condiciones meteorolégicas, los sis- temas de mantenimiento y construccién de las carreteras, el lugar donde se producen accidentes y averias de los automéviles, y otra serie de factores, cada uno de los cuales es independiente de los otros pero relativamente predecible. La coincidencia de esos factores es tan com- pleja que parece casi fruto del azar. En un lugar, la niebla densa, por ‘ejemplo, es una condicién suficiente para que se produzca un embo- tellamiento de tréfico, en otro la causa puede ser la detencién de un coche y en un tervero el levantamiento de un puente levadizo. ‘Una vez se han producido, en los embotellamientos de trafico exis- ten unas pautas establecidas, como los esfuerzos de los conductores, de la periferia del atasco para alejarse y la rivalidad entre los que se hallan en el centro para conseguir pequefias ventajas. Por otra parte, los embotellamientos tienen consecuencias importantes, no sélo para la vida diaria de quienes se ven atrapados, sino también para el esta- do de sus vehiculos, la contaminacién del medio ambiente, la utiliza- cién del transporte piblico, el despliegue de la policia, el mimero de nuevos accidentes de tréfico, y muchos otros aspectos. Conflicto, revuelta y revolucién 25 Considerados por separado, cada uno de los mecanismos causan- tes —la reaccién de los conductores ante las condiciones meteorol gicas, el mantenimiento de las carreteras, ete— responde a unas pau- tas comprensibles. Tanto la policfa de tréfico como los estudiosos de los embotellamientos han codificado esas pautas mejor que los estu- diosos de la revolucién han codificado las suyas. Con ciertas reser- vvas, como el caso de acontecimientos impredecibles (la stibita enfer- medad de un guardia de trdfico y el caos producido por una suma de factores), se podria incluso simular su interaccién en un ordena- dor. Serfa mas facil elaborar un modelo esténdar para un caso espe- cial, por ejemplo el atasco espectacular de decenas de coches en una carretera si se produce una gran nevada. Sin embargo, ni en el caso de los embotellamientos de tréfico ni en el de las revoluciones existe ‘una teoria general que especifique una serie de condiciones necesa- rias y suficientes, unas secuencias internas invariables y las consecuen- cias precisas. Ademés, en ambos casos, son una serie de diferentes conjunciones de escenarios y mecanismos causales los que producen {resultado critico: las revoluciones o los embotellamientos de trafi- co, Esa es Ia raz6n por la que cada vez.que alguien propone un mode- lo nico y general de revolucién algiin otro menciona inmediatamen- te casos que no encajan» y.propone modificaciones de la teorfa 0 incluso una nueva teoria. Pero si es imposible especificar las condiciones —necesarias y suficientes— variables de la revolucién para todos los tiempos y Inga res, sin embargo es perfectamente posible mostrar qué mecanismos causales similares intervienen en una amplia gama de situaciones re- volucionarias, mecanismos tales como la demostracién dramitica de que un Estado, hasta entonces formidable, es vulnerable, y la disolu- cidn parcial de los poderes del Estado que habitualmente se produce cenilos momentos de desmovilizacién cuando concluye una guerra. Sus- tento la convicci6n, y espero poder mostrar que es cierta, que el mis- ‘mo tipo de mecanismos subyace en una amplia gama de acontecimien- tos alos que llamaré revoluciones y en una gran variedad de conflictos {que no desembocan en una revolucién. Espero mostrar también que la variacién en la naturaleza e incidencia de las revoluciones resulta de la modificacién de esos mecanismos recurrentes. Finalmente, es- pero poder mostrar que esos mecanismos se refieren prineipalmente ‘il funcionamiento rutinario y a la transformacién de los estados. De 26 Las revoluciones europeas, 1492-1992 Ja misma forma que las pautas segtin las cuales se producen los em- botellamientos de tréfico responden a la manera uniforme en que los, yehiculos cireulan por las calles y las carreteras —cémo actiian los tran- setintes ante los accidentes de tréfico, cémo cambian las luces de los seméforos, o6mo aparcan los conductores de los camiones de repar- to, en qué forma la jornada laboral y los horarios de los trenes indu- cen a tomar el coche para el desplazamiento laboral—,las pautas a las que se atienen las revoluciones derivan de.determinadas caracte- {sticas de los.estados-que condicionarrsufuncionamiento-en:situa- iones no revolucionarias. Tal es la hipétesis de trabajo en la que se basa mi andlisis de las revoluciones europeas. Thtentemos, pues, definir con mayor precisién el término revolu- cidn, Consideremos que la revolucién es una transferencia por la fuerza del poder del Estado, proceso en el cual al menos dos bloques dife- rentes tienen aspiraciones, incompatibles entre si, a controlar el Esta- do, y en el que una fraccién importante de la poblacién sometida a la jurisdiccién del Estado apoya las aspiraciones de cada uno de los bloques. Dichos bloques pueden ser grupos homogéneos, como por cjemplo la clase de los grandes terratenientes, pero frecuentemente estén formados por coaliciones de gobernantes, miembros de la poblacién y pretendientes al poder. En una revolucién, la comunidad politica no se comporta como antes; la distinciém-entre-gobertiantes, miem- bros de la poblacién y pretendientes al poder se hace menos nitida luego se modifica. Muchas veces, en el curso de una revolucién, aque- los que en principio no luchaban por el poder se movilizan y partic pan en el proceso. Cuando el poder del Estado se ve seriamente ame- nazado, todos los intereses que dependen de la aocién del Estado estén ‘en peligro. Si existe una minima organizacién y vinculacién entre los, miembros de la poblacién, ver sibitamente amenazados unos intereses ‘compartidos es un poderoso acicate para que la poblacién se movilice. Recapitulemos los elementos que se han mencionado: dos 0 mas bloques de poder con un apoyo importante, aspiraciones incompati- bles con respecto al Estado, transferencia de poder. Se trata, por tan- to, de una secuencia revolucionaria completa, que va desde la ruptura de la soberania y la hegemonia, a través de un perfodo de enfrenta- mientos, hasta el restablecimiento de la soberania y la hegemonia bajo na nueva direccién. El proceso de enfrentamiento y cambio desde omento en.quese-plantea la situacién de soberania miiltiple has- al Conflicto, revuelta y revolucién 27 ta que ésta deja de existir constituye el proceso revolucionario. A fin de evitar las ocupaciones del poder momenténeas, afladamos Ta esti- pulacién de que el nuevo rézimen debe detentar el poder durante un periodo significativo, de al menos un mes. Y para no tener en cuenta el desafio al poder del Estado de caricter estrictamente local, estipu- Jemos también que el bloque mds reducido debe controlar al menos una circunscripeién importante del Estado, ya sea geografica o admi- nistrativa. Los términos de la definicién no impiden distinguir la subelase tradicional de las grandes revoluciones, en las que las di profundas, los enfrentamientos masivos, las transferencias de poder icales y las consiguientes transformaciones de la vida social am- plias y duraderas. De hecho, en capitulos posteriores se examinarén de forma pormenorizada las célebres revoluciones inglesa, francesa y rusa. Ahora bien, ese andlisis se realizard ateniéndose al esquema dela definicién.en sentido. amplio, en el intento de diferenciar las con- diciones en las que se producen las grandes revoluciones, las peque- fias revojuciones, las guerras civiles y.otras transferencias violentas del poder. ‘eon: arreglo a dicha definicidn, las rebeliones que son aplasta~ das, los golpes incruentos y las transformaciones sociales impuestas desde arriba no pueden considerarse plenamente como revoluciones pero pettenecen a.una categoria préxima. De hecho, se podria am- pliar o reducir el alcance de la definicién sift que ello influyera dema- siado en el andlisis. A lo largo del libro se afirmara repetidamente y seilustraré profusamente que esos otros acontecimientos que se aca- ‘ban de mencionar tienen muchas caracteristicas en comtin con los pro- cees0s u los que se reficte la definicién, que todos ellos se integran en el mismo mbito de transformacién. Las situaciones revolucionarias Segiin esta definicién, una revolucién tiene dos componente: tuacién revolucionaria y un resultado revolucionario. La situacién re- volucionaria —la idea estd tomada-direetamente del-concepto-de-po- det dual de Leon Trotsky— entrafla una soberania miiltiple; dos o.mas bloques tienen aspiraciones, incompatibles entre si, a controlar el Es- tado, 0 a ser el Estado. Ello ocurre cuando los miembros de una co- 28 Las revoluciones europeas, 1492-1992 munidad anteriormente subordinada (por ejemplo, Lituania en el seno de la Unién Soviética en 1990) proclama su soberanfa, o cuando gru- os que no estén en el poder se movilizan y constituyen un bloque {que consigue hacerse con el control de una parte del Estado (por ejem- plo, las coaliciones entre intelectuales, burgueses y trabajadores cua- lificados que se formaron en muchos lugares en 1848) y cuando un Estado se fragmenta en dos o més bloques, cada uno de los cuales controla una parte importante del mismo (por ejemplo, Ia division dela gentry inglesa entre «cabezas redondas» (Roundheads) y «caba- eros» (Cavaliers) con posterioridad a 1640). En una situacién revo- lucionaria convergen tres causas inmediatas: 1, la aparicién de contendientes, 0 de coaliciones de contendien- tes, con aspiraciones, incompatibles entre si, de controlar el Estado © una parte del mismo; 2. elapoyo de esas aspiraciones por parte de un sector importan- te de los ciudadanos; 3. la incapacidad —o falta de voluntad— de los gobernantes para suprimir la coalicién alternativa y/o el apoyo a sus aspiraciones. Bstas causas son s6lo causas inmediatas; una explicacién completa de cualquier revolucién exige especificar, primero, por qué aparecie- ron las coaliciones de contendientes, por qué un mimero importante de ciudadanos acepté sus pretensiones y por qué los gobernantes no podian 0 no querian reprimir su oposicién. Una gran parte de este libro se dedicaré a explicar por qué ocu- rrieron cada uno de esos fenémenos y como se modificaron las con- diciones para que ocurrieran. Habré que preguntarse, por ejemplo, por qué los contendientes son en algunos casos redes de patronos- clientes, otras veces clases sociales, en otras ocasiones comunidades locales, a veces congregaciones religiosas, ¥ en otros casos grupos ét- hicos. Mas que uniformidad, encontraremos variabilidad en el con- junto de circunstancias en que se producen las causas inmediatas. Esa uuniformidad se encontrar no en las condiciones generales de la revo- lucidn, sino en tos mecanismos- que en-ocasiones producen una pro- testa ineficaz, otras veces guerras civiles y mas raramente divisiones politicas que conllevan una transformacién total de la vida social Enumerar las causas inmediatas de las situaciones revolucionarias Conflicto, revuelta y revolucién 29 es como mencionar los componentes de un embotellamiento de trfi- co. Las causas surgen inevitablemente de la definicion de revolucién como una transferencia forzosa de poder que implica la ruptura del Estado en al menos dos bloques. Son tautolégicamente ciertas. Esas obviedades tiene la ventaja de especificar exactamente qué es lo que seha de explicar y, en consecuencia, de dirigir la busqueda de causas ‘mis y mds contingentes. Asimismo, ponen en evidencia que las situa- ciones revolucionarias consisten en la convergencia de condiciones po- liticas variables —aspiracién exclusiva al control del Estado, apoyo de tales aspiraciones, negativa del Estado a suprimir las coaliciones y aspiraciones que se le oponen— que se manifiestan en muchos ca- s05-en situaciones no revolucionarias. (Los mecanismos causales cruciales de las revoluciones se agrupan ‘en tres categorias: los que provocan la aparicién de aspiraciones an- tagénicas al control del Estado, los que-determinan el apoyo a tales aspiraciones y los que hacen que quienes controlan el poder del Esta- do no estén dispuiestos a suprimir las coaliciones y aspiraciones que se les oponen. En el primer conjunto de mecanismos se incluyen, por ejemplo, la mtovilizacién de sectores afines de la poblacién cuya iden- tidad compartida se ve amenazada por la accién del Estado y la difu- sin de la conviceién de que el Estado atraviesa una situacién nueva, de vulnerabilidad. Los mismos mecanismos producen en algunas ‘cunstancias un enfrentamiento no revolucionario por el poder, y en ‘otras dan lugar a situaciones revolucionarias. Nuestra labor consiste en comprender esos mecanismos en general y en especificar las con- diciones en las que concurren para producir situaciones revolucionarias. Generalmente, las revoluciones de mayor envergadura contienen no will sino una sucesién de situaciones revolucionarias. Cambian los oponentes, cambian los gobernantes y también cambian las aspira- iones, el apoyo de los citdadanos a esas aspiraciones y la capacidad de los gobernantes para hacer frente a la accién de los oponentes. En las revoluciones més largas y complejas fluctua también la profundi- dad y la naturaleza de las situaciones revolucionarias, con fases en las que la mayor parte de tos ciudadanos estan alineados en uno u otto band y en que ninguno de ambos bandos ejerce el control del Bslado, que alternan con otros momentos en que una coalicién con- sigue el control efectivo de todo el aparato del Estado. Por esas razo- ‘nes, e8 discutible si la revolucién francesa de 1789-1799 es una serie 30 Las revoluciones europeas, 1492-1992 continua de situaciones revolucionarias 0 media docena de situacio- nes revolucionarias separadas por periodos transitorios de consolida- xr del Estado. a ; Hidones revolucionarias exacerban un fendmeno politico que es mas comtin e igualmente crucial en las situaciones no revolu- cionarias: el cambio en el poder del Estado que amenaza a todos aque- Ilos grupos vinculados de alguna forma a la estructura de poder exis tente, al tiempo que offece nuevas oportunidades a todos los grupos especialmente a los que controlan el poder— que pueden ver favo- recidos sus intereses si actéian con rapidez. Aunque el grado extremo de conjuncién entre oportunidad y amenaza distingue a las situacio- nes plenamente revolucionarias de otras situaciones préximas a ellas, esa conjuncién ayuda a reconocer la afinidad entre ambos tipos de situaciones. Los fenémenos que acompaiian a la derrota en un con- flicto bélico, la desintegraci6n de un imperio y un movimiento de pro- testa pueden producirse con o sin que tenga lugar una division clara en la comunidad politica, pero en todas esas situaciones hay unos rasgos que son tipicos de las revoluciones. ‘Aun cuando no se produzca una divisién abierta en la comunidad politica, esa situacién se presenta con frecuencia al término de las gue- ras, Practicamente todos los estados adoptan mas compromisos, en el curso de la movilizacién bélica, de los que pueden cumplir cuando concluye. Esos compromisos adoptan la forma de una deuda piiblica acumulada, promesas a los grupos organizados de trabajadores, ca- pitalistas, sectores de la administracién o grupos étnicos, que forman parte de la oposicién y que suspenden sus reivindicaciones para cola- borar en el esfuerzo bélico, la responsabilidad con respecto a los vete- ranos de guerra y sus familias, ete. demas, en tiempo de guerra los. estados suelen establecer un control mucho mas estricto sobre la vida ‘econémica y social, control que se empieza a relajar al terminar el conflicto, en el momento en que se desmoviliza la produccién militar y los antiguos combatientes se reintegran en la vida econémica civil. ‘Cuanto mayor sea la pérdida de capacidad y credibilidad que ha su- frido el Estado durante la guerra (la situacién extrema es la derrota total a manos de una potencia ocupante), mas graves serdn los pro- blemas. circunstancias amenazan viejos derechos y hacen al Estado vulnerable ante las nuevas reivindicaciones. Consideremos, por ejem- Conflicto, revuelta y revolucion 31 plo, la situacién al terminar la primera guerra mundial, momento en ue todos los estados beligerantes, incluso los Estados Unidos que no intervinieron hasta las fases postreras de la guerra, hubieron de afrontar una fuerte oposicién por parte de sectores politicos que an- teriormente habian colaborado en el esfuerzo bélico, La gravedad de los problemas de cada Estado estuvo en relacién directa con las pér- didas suftidas durante la guerra. Sélo en Rusia y en Alemania, donde las pérdidas ocasionadas por la guerra habian sido extraordinariamente cuantiosas, estallaron situaciones plenamente revolucionarias. Ahora bien, la politica italiana de posguerra, con hueleas importantes, ocu- paciones masivas de fabricas y un répido incremento del activismo fascista, no tardé en situarse al borde de la revolucién. Entretanto, Francia, Gran Bretafta y los Estados Unidos, por ese orden, afronta- ron riesgos menos graves para el orden establecido. Otros paises de Europa, Irlanda, Holanda y los estados de los imperios turco y austro- hiingaro, en proceso de descomposicién, también vivieron en mayor © menor grado situaciones revolucionarias. iertamente, Ia desintegracién de imperios, coaliciones y federa- ciones tiene rasgos comunes con las situaciones revolucionarias. La defeccién no reprimida de uno de los miembros envia un cimulo de sefiales: Ia misma posibilidad de la defeccién, la pérdida de capaci- dad del poder central ejecutivo para mantener sus compromisos y man- tener a raya a otros miembros, la posibilidad de acceder a bienes que antes estaban bajo el control central, la posibilidad de cooperar con otros secesionistas y el probable incremento del costo de la lealtad al poder central. Mijail Gorbachov sufti6 los efectos de esa ldgica amarga luna vez que Estonia, Letonia y Lituania abandonaron la Union So- viética, para lo cual contaron con el total apoyo de las potencias occi- dentales. ¥ lo mismo les habia ocurrido, varios decenios 0 varios si- fulos antes, a los gobernantes de los imperios borgofén, habsburgo, urco y austrohtingaro cuando los dominios que los integraban se in- dependizaban con la connivencia de las potencias rivales, que se be- neficiaban del proceso. forma, las situaciones revolucionarias tienen algo.en.co- nt movimientos de protesta que.terminan sin producir cam- bios fundamentals. Como seiala Sidney Tarrow (1989), los movimien- 1o$ sociales (abiertos desafios a las autoridades piiblicas en nombre de-yectores de poblacién agraviados) se producen muchas veees en ol y 32 Las revoluciones europeas, 1492-1992 das, como lo démuestran las protestas de estudiantes y obreros en 1968 fen gran parte de Europa y América, Durante esas oleadas, una serie de peticiones parecen inducir otras las organizaciones que participan en {1 movimiento social compiten entre si por conseguir el mayor apoyo posible y las exizencias son cada vez mis radicales para luego ir perdien- fo fuerza, Frecuentemente, ese proceso sirve a los activistas para expe- imentar nuevas formas de organizarse, estructurar sus demandas, com- patir a sus enemigos y mantener lo que ya poseen. Al finalizar el ci- clo, algunos protagonistas nuevos han conseguido cuando menos una pequeBa parcela de poder, otros miembros de la comunidad politica han perdido poder, el marco de los asuntos piblicos se ha alterado tun tanto y los modos de lucha han cambiado al menos ligeramente. ‘Durante los ciclos de protesta, las primeras peticiones sirven para dos objetivos fundamentalmente. En primer lugar, demuestran la vul- nerabilidad de las autoridades ante esas €Xigencias, lo cual indica in- mediatamente a otros grupos que tal vez Ia ocasién es propicia para {que planteen sus propias exigencias. En segundo lugar, inevitablemente Iesionan los intereses de otros grupos, ya sea porque las concesiones ‘un grupo determinado disminuirdn la reompensa que pueda con- Sepuit otro, 0 porque las exigencias planteadas suponen un ataque di- recto contra los intereses de un grupo bien situado en el contexto de ta comunidad, El paralelismo con las situaciones-revolucionarias es evidente. Ciertaffente, la multiplicacién de situaciones revoluciona- tas en estados adyacentes, caso de las numerosas revoluciones y se- mnirrevoluciones europeas de 1848, tiene numerosos rasgos en comin Gon otros movimientos de protesta menos virulentos (Tarrow y Soule, 1991), La demostracién de que un Estado importante ¢s-vulnerable alas exigencias revolucionatias indica la posibilidad de plantear exi- gencias similares en otros estados, pone en circulacién doctrinas ytéc- hnicas revolucionarias y reduce la probabilidad de que el Estado en el que se registra Ia revolucin intervenga para sostener a otros. viejos regimenes vecinos. 7 Fin las crisis politicas que se producen al concluir una guerra, en 4h desintegraci6n de imperios, federaciones 0 coaliciones y en Jos mo- ‘vimientos de protesta, las causas inmediatas son similares a las que provocan las sittiaciones revolucionarias: 1) aparicién de contendien- tes, o coaliciones de contendientes, con fuertes aspiraciones a contro- lar el Estado o una parte del mismo; 2) apoyo de esas aspiraciones Conflicto, revuelta y revolucién 33 por un sector importante de los ciudadanos; y 3) incapacidad —o fal- ta de voluntad— de los gobernantes para suprimir las coaliciones al- ternativas y/o el apoyo a sus aspiraciones. La diferencia reside espe- cialmente en el alcance y exclusividad de las aspiraciones a controlar @LEstado, No puede decise que haya surgido una situacién revolu- cionaria en tanto en cuanto todos los principales protagonistas consi deran que el Estado continuard actuando y dando satisfaccién a sus intereses. Cuando uno o més participantes, distintos de los gobernantes, espa, plantsan a prscasié-de hoses conc contre Esti , puede afirmarse que una sit ivindicaci i Bonpondealirmare quo ns si imple reivindicacién se ha convertido Los resultados revolucionarios Un resultado revolucionario se produce cuando tiene lugar una trans- ferencia de poder de manos de quienes lo detentaban antes de que se planteara una situacién de soberania miltiple, a una nueva coali- cin gobernante, en la que, ciertamente, pueden estar incluidos algu- nos elementos de Ia coalicién gobernante anterior. En una situacién revolucionaria, es mas probable que se produzca un resultado revolu- cionario si se forman coaliciones importantes entre los que aspiran a ocupar el poder y algunos miembros actuales del Estado (es decir, algunos miembros o incluso algunos gobernantes hacen defeccién del gobierno) y sila coalicién revolucionaria cuenta con un ejécito importante. De forma més general, las causas inmediatas de los re- Suillados revolucionarios son las defecciones de miembros del Estado, la obtencién de un ejércto por las coaliciones revolucionarias, la neu- tralizacién 0 defeccién de la fuerza armada del régimen y el control del aparato del Estado por miembros de una eoalicién revoluciona- ria, Cuando todos esos procesos ocurren con rapider, se ha produc do una transferencia revolucionaria de poder. Una vez més, las cau- 08 se siguen de manera tantoldgica'a partir de la definicién de la revolucién como una transferencia por Ia fuerza del poder de un Es- tado que supone una ruptura, y una vez mds dicha definicién orienta la busqueda de las causas a mis largo plazo. Pocas situaciones revolucionarias tienen un resultado revolucio- nario, En muchos casos, os que detentan el poder del Estado vencen 34 Las revoluciones europeas, 1492-1992 ‘asus oponentes; con frecuencia incluyen en sus filas a algunos de ellos y rechazan al resto; a veces la guerra civil provoca la division perma- nente del Estado. En ocasiones, un resultado revolucionario —la trans- ferencia total del poder del Estado— se produce tan gradualmente o tan rdpidamente que no lega a aparecer una soberania multiple. S6lo ‘en el caso, poco frecuente, en que esa soberania multiple deriva en el control del Estado por elementos nuevos se puede hablar de una revolucién en sentido pleno. ‘Sin embargo, con arreglo a esa definicién, muchas guerras civiles y muchas guerras de sucesién entran en la categoria de revoluciones, ‘en la medida en que el poder cambia de manos después de un ruptura por la fuerza de la soberania, Lo mismo cabe decir de algunos casos de conquista militar del poder, si se produce una ruptura abierta en la comunidad politica, y de los movimientos de independencia que triunfan por medios violentos. Sin duda, entran en esa categoria las revoluciones briténicas de 1640-1660 y 1687-1689, aunque no puede decitse lo mismo de la fracasada Comuna de Paris de 1871, porque no entrafié una transferencia duradera del poder. De acuerdo con di- cha definicién, no es necesario que se produzea una alteracion fun- damental de la estructura social, aunque en general, cuanto mayor el cambio que determina una revolucién en la coalicién gobernan- te, mas profunda es la transformacién de otros aspectos de Ia vida social. En definitiva, esta concepcién de la revolucién incluye una gama de acontecimientos mucho més amplia que las grandes revoluciones, pero una serie de acontecimientos mucho menor que la violencia ci- vil, la protesta, la transferencia de poder o la rebelién. La distincién entre situaciones revolucionarias y resultados revo- Jucionarios permite apreciar mejor la relacién que existe entre diver- 508 tipos de accién politica que contienen elementos revolucionarios. La figura 1.1 recoge algunos de ellos esquematicamente. Por defi cidn, una gran revolucién entrafa una division fundamental en el g0- bierno (una situacién profundamente revolucionaria) y una amplia transferencia de poder (un resultado revolucionario trascendente). Cier~ tamente, la guerra civil implica una situacién profundamente revolu- cionaria, pero no conduce necesariamente a un resultado revolucio~ nario, una transferencia decisiva de poder. A la inversa, una toma del poder desde arriba puede implicar una importante transferencia de poder (resultado revolucionario), pero no una divisién profunda en Conflicto, revuelta y revolucién 35 completa toma dal poder ‘desde atriba Transferencia de poder rormalided polttea Inexistente inoxtene compte Divisién en la. i ‘comunidad politica 1.1. Tipos de revoluciones en funcién de las situaciones revolucionarias y sus resultados. al gobierno (situacién revolucionaria). En todo caso, en todos esos fenémenos hay una cuestién de grado y de cronologfa: las revueltas se transforman en grandes revoluciones y los golpes devienen impor- tantes transferencias de poder. Pero todos esos procesos tienen algu- nos rasgos revolucionarios. sta definicion anplia de revolucién suscita una cuestién empiri- cca: gpor qué las transferencias por la fuerza del poder del Estado tie- nen resultados tan sorprendentemente diversos, que van desde la alte- racién de la vida social al restablecimiento del statu quo ante? Para responder a esa interrogante parece necesario examinar atentamente la interaccién entre la naturaleza de la coalicién que accede al poder, €l proceso por el que se divide la comunidad politica y el propio pro- eso revolucionario. 36 Las revoluciones europeas, 1492-1992 Perspectivas Un aspecto debe haber quedado claro ya en relacién con el andlisis, de la revolucién: para comprender e6mo las situaciones revoluciona- rias y los resultados revolucionarios se conjugan para dar lugar a re- voluciones en sentido pleno, hay que analizarlos por separado, La his- toria de las situaciones revolucionarias nos lleva a examinar numerosos enfrentamientos que no produjeron una transferencia sustancial de poder, de la misma forma que el estudio de los resultados revolucio- narios hace necesario considerar en que forma se modified, en gene ral, el control de los estados. Analizar esos dos aspectos para luego relacionarlos es el objetivo de este libro. Dado que otros estudios an- teriores han prestado tanta atencién a los determinantes de los resul- tados revolucionatios, este libro compensa esa tendencia al centrarse ¢n el inicio de las situaciones revolucionarias y en los procesos revo- lucionarios como tales. Intenta, también, evitar uno de los més graves errores en los que incurren los andlisis de la revolucién: la teleologia. Los historiadores de la Inglaterra del siglo xvn, de la Francia del xvi o de la Rusia del siglo x1x y comienzos del xx tienen una fuerte tendencia a consi- derar los perfodos que estudian como preparativos para las grandes revoluciones que en ellos se produjeron. Todo converge en 1640, 1688, 1789, 1799, 1905 0 1917. Ello hace que los acontecimientos anteriores pierdan su contingencia, que se invierta la relacién de causa y efecto ¥y que desaparezca la posibilidad de otros resultados distintos de la revolucién que de hecho se produjo. Aunque, sin duda, quien esta im- pregiado de un sentido teleoldgico encontrar un razonamiento cau- sal en las paginas que siguen, en general consideran la historia como un principio y un final de posibilidades, como un proceso de selec- cién fuertemente condicionado por la historia anterior. En la medida en que sus explicaciones invocan generalizaciones causales, los andlisis que siguen se refieren a mecanismos sociales que operan e interacttian en pequefta escala, y no a grandes secuencias, cambios lineales de vastas estructuras sociales o fuerzas hist6ricas uni- versales. Por ejemplo, sostengo que la relacién entre una forma de fiscalidad y la economia en la que se enmarca (por ejemplo, la exis- tencia de impuestos indirectos en las economias con un grado eleva- do de comercializacién o en una economia de subsistencia) influye Conflicto, revuelta y revolucién 37 fuertemente no s6lo en su eficacia financiera sino también en el gra- do de resistencia popular que suscita el impuesto y en el tipo de orga- hizacién gubernamental que genera. En cambio, nunca afirmaré que un tipo o un nivel determinado de fiscalidad favorezca la aparicién de situaciones revolucionarias en cualquier Estado y en cualquier con- texto social. El mecanismo fundamental radica en la resistencia po- puilar que generan una determinada conjuncién de estrategia fiscal y entorno econdmico. Sin embargo, el hecho de que esa resistencia fa- vorezea una situacién revolucionaria depende de otras circunstancias que nada tienen que ver con la politica fiscal, circunstancias tales como que los rebeldes cuenten 0 no con el apoyo de otros poderes externos. ‘Subrayaré también que el hecho de que en los comienzos de la Edad Moderna las jefaturas de los estados recayeran, por herencia, en el seno de casa reales, unido a las estrategias de concertacién de matri- monios a nivel internacional, hizo vulnerables a dichos estados ante las crisis sucesorias. Los regimenes dindsticos corrian el peligro de verse ssumidos en situaciones revolucionarias cuando el heredero (0, més atin, laheredera) era muy joven o carecia de la competencia necesaria para ‘ocupar el cargo y cuando dos o mas familias tenfan aspiraciones legi- timas al trono. Sin embargo, seria absurdo argumentar queen la Europa de nuestro tiempo el acceso de un incompetent al poder es una con- dicibn necesaria 0 suficiente para que se produzca una revolucién. ;Qué ocurriria si ello fuera asi! El tipo de fiscalidad y la organizacién de Ja suicesidn real influyen en el funcionamiento del gobierno en un gran niimero de estados, pero s6lo en determinadas condiciones fomentan 0 inhiben la revolucién. Las constantes histéricas no se manifiestan ‘en secuencias repetidas, estructuras replicadas y tendencias recurren- {esa gran escala, sino en los mecanismos causales que vinculan series contingentes de circunstancias. No pretendo afirmar, en modo alguno, que no existen pautas ge- nerales subyacentes en la aparicién y evolucién de las situaciones y resultados revolucionarios. Bien al contrario, los capitulos que siguen mostrariin repetidamente cémo, en diferentes combinaciones, la na- (uraleza de la estructura impositiva, la disponibilidad de aliados po- derosos por parte de los insurrectos populares, las formas de suce- sidn, la vulnerabilidad de las monarquias con ocasién de una sucesion conflictiva y otra serie de mecanismos fomentaron o inhibieron los procesos revolucionarios. Dichos meca 38 Las revoluciones europeas, 1492-1992 te al compas de los profundos cambios que experimentaron las eco- hnom{as, Ios estados y los sistemas de estados en Europa. Desde Iue- fo, existen constantes histéricas que se manifiestan en el funciona miento de esos mecanismos. Los capitulos que siguen no demostrarén mis argumentos mas allt de la duda, Segin mis propios conceptos de la investigacién histéri- a, este libro ofrece simplemente ilustraciones de sus tesis principa- Jes, He trabajado de forma selectiva en los archivos nacionales brité- nnicos pertinentes que contienen la documentacién relativa a los devenios transcurridos entre 1750 y 1830, y en los archivos nacionales, regio- nales o locales franceses para el periodo transcurrido entre 1600 y 1980. Para el resto, mis afirmaciones se basan en una lectura incompleta de los estudios y sintesis que han publicado otros historiadores. No conozco por igual todas las lenguas y las publicaciones histéricas ne- cesarias para emprender una investigacién exhaustiva de las revolu- ciones europeas entre 1492y 1992 (la sola idea le hace a uno sobresal- tarse). Atinque un dia un equipo de investigadores o un ordenador podré elaborar un andlisis que contenga todos los estudios criticos txistentes, todo lo que puede hacer hasta entonces el estudioso indi- vidual es abordar una pequefia parte del problema o atreverse a pre- sentar una sintesis provisional. He dedicado una gran parte de mi vida académica a hacer lo primero. Heme aqui intentando lo segundo. ‘Las cronologias de las guerras y de las situaciones revolucionarias seftalan lo que es necesario explicar en la mayor parte de los capitulo {que siguen. Dichas cronologias proceden de compilaciones clisicas Como la de Jack S. Levy, War in the Modern Great Power System, “1495-1975, y a de Evan Luard, War in International Society, moditi- cadas por la informacién procedente de las historias nacionales que he consultado. De forma genérica he incluido como situaciones revo~ lucionarias secuencias de acontecimientos en las que es0s estudios in- dican que durante un mes o mds una parte importante, una region fo ciudad de un Estado permanecieron bajo el dominio de un oponen- te, ode un micleo de oponentes, al gobierno establecido. He actuado ‘con honestidad al enumerar en las cronologias los principales acon- tecimientos a analizar, y ello me hace vulnerable a la sin duda, he omitido acontecimientos importantes y he clasificado otros erroneamente, Antes de que los especialistas en la historia de uno w ‘otro pais rechacen las cronologias, y por tanto la argumentacién det Conflicto, revuelta y revolucién 39 libro, les pediria que consideren silos errores invalidan mis conclu- siones generales sobre las tendencias y diferencias. Silas dudas acer cade la argumentacién inducen a criticos bien informados a invest gar y refutar, sélo puedo animarles a ello. En efecto, la idea que me ha llevado a escribir este libro no ha sido la de cerrar una linea de investigaci6n, sino la de intentar abrirla. __Siest libro oftece, como espero, una imagen coherente de los cam- bios y variaciones ocurridos en la naturaleza de las revoluciones euro- peas, los observadores de otras partes del mundo tendrén buenas ra- zones para prestarle atencién, Teéricamente, en los estudios de la revoluci6n en todas las zonas del mundo han tenido un peso exagera- do las revoluciones europeas. Las revoluciones francesa y bolchevi- que contimian siendo el modelo de lo que podria suponer Ia revolu- cién en América Latina 0 en Asia. Ademés, debido a la posicién dominante de los estados europeos, las revoluciones europeas influ- yeron en los cambios politicos en zonas muy alejadas del continent, como cuando Toussaint Ouverture y sus aliados aprovecharon la co- yuntura de la revolucién francesa para establecer una repiblica negra libre en la colonia francesa de Haiti. La reafirmacién del poder eco- nnémico europeo en Ia actualidad garantiza que las revoluciones euro- peas pasadas, presentes y futuras continien influyendo en todas par- {¢s, Finalmente, el sistema de estados vigente en el conjunto del mundo actual se originé en Europa y todavia lleva el sello europeo. Existen buenas razones para pensar que si se comprende la relacién existente entre la revolucién y la transformacién del sistema de estados euro- ‘peo se comprenderdn mejor las revoluciones presentes y futuras fuera de Europa. Con la finalidad de alcanzar ese objetivo, el libro presenta un es- quema general de los cambios sociales y politicos ocurridos en Euro- pa y su impacto sobre las situaciones revolucionarias desde 1492 has- ta el momento presente (capitulo 2), una comparaci6n preliminar de Jas situaciones revolucionarias en los Paises Bajos, la peninsula ibéri- ca y los Baleanes desde 1492 (capitulo 3), un examen més detallado de las revoluciones en las islas Briténicas, especialmente durante las revueltas del siglo xvi (capitulo 4), Francia, con referencia especial ‘la eenturia posterior a 1750 (capitulo 5), y Rusia, particularmente on el siglo xx (capitulo 6). A continuacién, el capitulo 7 ofrece un examen comparativo de Ins revoluciones y presenta unas reflexiones 40 Las revoluciones europeas, 1492-1992 finales, Los capitulos centrales del libro destacan los siglos en los que se produjeron las grandes luchas revolucionarias en los Paises Bajos (1550-1650), las islas Britdnicas (1600-1700), Francia (1750-1850) y Rusia (1900-1992). Al terminar la obra deberiamos poder, al menos, situar claramente las revoluciones ocurridas en Europa oriental en 1989 y cen los afios posteriores en el contexto de un perfodo revolucionario de quinientos afios. CAPITULO DOS Las transformaciones de Europa El cambio desde 1492 OMENCEMO$ NUESTRO ESTUDIO quinientos afios atrés, en 1492, EI punto de partida es arbitrario pero no disparatado. En los afios postreros del siglo xv se produjeron acontecimientos decisivos para la economia y la politica europeas. El viaje de exploracién de Colén de 1492 inicié la integracién definitiva del continente america no en la érbita de Europa. Muy pronto, los espafioles extendieron al Caribe los experimentos que habfan realizado en el cultivo de pro ductos tropicales como el azticar, experimentos que también hab hecho sus vecinos portugueses en otras islas ms cercanas del Atlin tico como las Canarias, y comenzaron a comprar esclavos africanos para encomendarles los mas duros trabajos. Pero si la flora y la faw na europeas (por ejemplo, el diente de len, el caballo y el virus del sarampidn) se difundieron por América, también los productos del continente americano adquirieron pronto una presencia importante con la vida europea. la aventura americana del siglo xv debe Europa no s6lo la Coca- Cola, el tango y el jazz sino también el maiz, Ia pa tata, el tabaco y, tal vez, la sifilis. Esa expansion hacia las Américas fue tan s6lo una parte del pro: ‘eeso que permitid a Europa convertirse en el centro econdmico del mundo, Hasta el siglo x1v, Europa habia sido la periferia noroveiden tal de un vasto sistema econémico que se extendia hacia el Pacifico ¥y cuyo eje eran los territorios del Asia central dominados por los mon goles. Con anterioridad, en Europa surgieron y se derrumbaron di versos imperios, particularmente en torno al Mediterraneo y el ni Negro, pero el imperio romano solo abarcd la mitad del espacio euro peo y lo incorpord plenamente al sistema comercial, politico y culty

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