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‘acid en Carboneros (Jaén), el 7 de diciem-
bre de 1895, Realizé una gran labor pre-
dicando el Evangelio y cuidando nitios,
a lo que dedicé su vida en tiempos muy
lificiles.
En tiempos de represion
“La tita Irene”, como se le llamaba carifiosa-
mente, tenia su vida dedicada al Evangelio, era una
misionera incansable, en su mente no cabia otra
cosa que ayudar a conocidos y desconocidos.
Su Biblia era su fortaleza, y con esa arma en la
mano, no la vencia nadie.
La tita Irene, se mantenfa fiel a sus creencias y
no se arrodillaba ante el paso de imagenes, custodia
o curas, La Biblia no se lo permitia.
En cierta ocasién en La Carolina, en una de las
reuniones que hacia con los amigos para hablar del
Seftor y del Evangelio, se presentaron dos sefiores
bien vestidos, la llamaron y le dijeron: Dofa Irene,
disuelva inmediatamente la reunién o nos Ia Ileva-
remos detenida.
Irene, siempre con la seguridad que le daba su
gran fortaleza espiritual y su confianza en el Seftor,
les respondié: Por favor, tomen asiento y escuchen,
y cuando termine la reunién, si hay algo que haya
hnecho o dicho que no esté bien, entonces podrin
Por Elena
Lépez de Palomares
detenerme. Los dos policfas
accedieron y escucharon el
Evangelio.
Cuando termind, se le-
vantaron y se marcharon sin decir nada.
Decidio trasladarse a Santa Elena, un pueble-
cito proximo a Despefiaperros, para continuar
predicando el Evangelio;
alquilé una casita y se
present6 la Guardia Civil,
para comunicarle que alli
no era bien recibida, que
se marchase. Cuando ter-
minaron de hablar, mirén-
doles a los ojos y con voz
firme les dijo: “;Verdad
que soy ciudadana espa-
fiola y no he cometido
ningin delito?” y respon-
dieron: “Que sepamos,
no, pero cumplimos ér
denes”, “Entonces, como ciudadana espafiola que
soy, tengo derecho a vivir donde quiera y por ahora
me quedo en Santa Elena”. Se quedo alli, donde
siguié predicando y fue muy querida por muchas
personas, aunque no por las autoridades, que la vi-
gilaban muy de cerca.
Dejé huella por su cardcter y la obra
que realizé
Muchos de los que la conocieron dan testimo-
nio de que dejé huella por su carécter y por la obra
que realizé en la provincia de Jaén, donde centré
su servicio mayormente entre los nifios desvalidos,
huérfanos y necesitados, en tiempos dificiles, de
necesidad y falta de libertad, ya que vivi6 el iiltimo
periodo de la segunda republica, la guerra civil es-
pafiola, y la represi6n de la posguerra; tiempos ma-
los para el testimonio evangélico en Espafia, donde
Irene mostré muchas veces su valentia y fe en el
Seiior, a quien sirvi6 con total entrega.
Empezé su servicio al Seftor en Ubeda (Jaén),
visitando casa por casa, dando tratados y testifican-
do de su fe en Cristo cada dia, y esa labor tuvo su
fruto, varias personas aceptaron al Sefior como Sal-
vador, abriendo posteriormente una capilla
En 1941 abrié en La Carolina la “Casa Evangé-
lica de Huérfanos”, en calle O'Donnell, 7, domicilio,
actual de la Iglesia en esa ciudad, Su interés por los
nifios la habia cautivado y cualquier nifio necesitado
que encontraba era atendido por “Tita Irene”, y eran
muchos los que necesitaban ayuda, asi que se sintid
atraida por este servicio y se ocupé en ello, habiendo
sentido el Ilamamiento del Seftor para esta obra,
El comienzo fue muy dificil, la casa era peque-
fia y los tres primeros nifios que recogié venian en
un estado lamentable, necesitaban rucho cuidado
y educacién, pero la casa de Irene era un verdade-
ro hogar cristiano, donde ella era todo, y llevaba
la responsabilidad, dependiendo s6lo del Seftor, y
Dios iba cubriendo todas las necesidades, ya que
no recibia apoyo de ninguna iglesia o misién en
particular, pero sabemos por una carta de agra-
decimiento que ella escribié a las Asambleas de
Hermanos de Espaiia, que muchos hermanos de
‘wwvw.caminemosjuntas.ongoe, Ree
Galicia, Madrid, Barcelona, Sevilla, y muchos de
los misioneros que nos habian traido el Evangelio,
ofrendaban para esta labor que hacia “Tita Irene”.
La oposicion a la Obra
La oposicién que encontré a lo largo de su mi
nisterio fue muy grande, por la falta de libertad en
el pais, y el fanatismo de quienes estaban a su alre-
dedor, que incluso llegaron a atentar contra su vida.
Una vecina de enfrente de su casa le hizo todo el
mal que pudo, y algo terrible. La “Tita Irene” enfer-
mé de pulmonia, y esta vecina se puso de acuerdo con
el cura y el médico, que le hizo un diagnéstico distinto
a lo que era su enfermedad y le recetaba medicamen-
tos contrarios a los que necesitaba, por lo que cada vez
estaba peor. La Iglesia no cesaba de orar por ella, y
‘como la gravedad iba en aumento, un hermano en la fe
lallevé a un médico de Linares (Jaén), el cual se asom-
bré cuando vio que los medicamentos que le estaban
suministrando eran los que la estaban empeorando.
“Tita Irene” se restablecié con el nuevo tratamien-
to, el cura murié repentinamente, y la vecina de en-
frente de su casa le pidié llorando que queria hablar
con ella, que por favor la recibiera, porque queria
pedirle perdén, y asi le confesé la trama que habian
hecho contra ella, el cura y el médico para envenenarla
con las medicinas y acabar asi con su vida. Desde ese
momento la “Tita Irene” la visitaba con frecuencia y
una sobrina de esta vecina se convirtié al Seftor.
Alguna correspondencia personal
En el afio 1947 escribe: “Quisiera satisfacer
vuestro deseo, pero son tantas las bendiciones y
experiencias, que sélo podré comunicaros unas
cuantas grandes cosas de las que ha hecho el Seftor
con nosotros, proveyéndonos de todo lo necesario,
en medio de las grandes dificultades actuales.
En el momento preciso nos envié el dinero que
necesitébamos, yendo a comprar con dos pesetas,
dinero insuficiente para comprar lo mas elemental,
y el cartero nie entregs un giro, ese giro no legs a
Ta casa, fue en el camino ala compra. Asi prueba el
Sefor nuestra fe”.
En otra ocasién el cartero le dijo: “Hoy poco
le traigo, solo diez pesetas”, pero ella le contesta,
-www.caminemosjuntas.org
“eso es un capital, pues sélo me
quedaban cinco céntimos””.
El Seftor sieiapre tenia preparado
Jo que necesitaban; un médico que la
curs porque los nifios dieron de sus
huchas, Este mismo médico, viendo
Ja obra que hacia nuestra hermana,
operé a una de las nifias alli recogi-
das y le proporcion6 medicamentos.
A Dios no se le escapa ningtin
detalle digno de mencién, decia
ella en su carta, y es la salvacion
de dos nihos por los que estéba-
‘mos orando
Asi se va haciendo la obra en
esta casa, por lo tanto, demos Glo-
ria a Dios que es el que obra en
nosotras. El quie-
re el hacer de
su propia vo-
luntad.
En el aio
1949, se cerrd
Jacasa, pero la
Misién Evan
gélica Espa-
fiola, le presté una her-
mosa casa amueblada,
en la calle Monesci-
Ilos, 9, de Valdeperias
(Ciudad Real), donde
pudo continuar la
hermana Irene su
labor.
Partié a la pre-
sencia del Sefior
el 21 de Noviem-
bre de 1977, y
desde entonces
forma parte de
esa gran nube de
testigos que nos
precedieron.
“La tita lrene”
ER Ee)
ear 22)de Kukin