A pesar del malestar generalizado, solemos priorizar el "cmo nos
ven" al "cmo nos sentimos". Tanto es as que para muchos la pregunta de cortesa "cmo ests?" supone todo un incordio. La mayora nos limitamos a contestar mecnicamente: "Bien, gracias". Y en caso de no poder escaquearnos, enseguida redirigimos la conversacin hacia cualquier "charla banal". Es decir, la utilizamos para fingir que nos estamos comunicando, cuando en realidad lo nico que estamos haciendo es llenar con palabras un potencial silencio incmodo. En este contexto social, algunos individuos ocultan sus miserias y frustraciones tras una fachada artificial que seduzca e impresione a los dems. La paradoja es que cuanto ms intentamos aparentar y deslumbrar, ms revelamos nuestras carencias, inseguridades y complejos ocultos. De hecho, la vanidad no es ms que una capa falsa que utilizamos para proyectar una imagen de triunfo y de xito. Es decir, la mscara con la que en ocasiones cubrimos nuestra sensacin de fracaso y vaco. Si lo pensamos detenidamente, qu es la "respetabilidad"? Qu es el "prestigio"? Qu es el "estatus"? Qu tipo de personas lo necesitan? En el fondo no son ms que etiquetas con las que cubrir la desnudez que sentimos cuando no nos valoramos por lo que somos. En este sentido, qu ms da lo que piense la gente? De hecho, quin es la gente? Nuestra red de relaciones es en realidad un espejismo. En cada ser humano vemos reflejada nuestra propia humanidad. Por eso se dice que los dems no nos dan ni nos quitan nada; son espejos que nos muestran lo que tenemos y lo que nos falta. La gente no nos ve tal y como somos, sino como la gente es. O como dijo el filsofo Immanuel Kant, "no vemos a los dems como son, sino como somos nosotros". De ah que la opinin de otras personas solo tiene importancia si nosotros se la concedemos.