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EVI CeLUIi Por NCO) oom ENRIQUE OCHOA REZA PN RS ans ZQUE SON RY eae CT Ce nx ia mtr ece TT G cree are nana IU TOU MST STON Brann coon etree Errunrestom eer atacertettey LOS JUICIOS ORALES? STR cere anton ee ite ae "198; desde 6uamplig Conocimienio. del pesca Le ae Ta Aa nO ort a ” . y f Posse) TN es e Z ERNESTO CANALES ciety ete Ponies Craconee ten ey rad Co cS fis Por cure a BAR ied i ey oeeace ss) Een que a heats ics eure t eee teem ae Tie oak eer meer ac ime te Cl Be as ey) SOCIO ESOT DE MEXICO CAPITULO 1 PORQUE UNA REFORMA EN MATERIA DE JUICIOS ORALES? 1, IvrropuccioN Conviene tener presente que el tema de los juicios orales y el debido proceso legal no son cuestiones que les preocu- pen solamente a algunos académicos ni que hayan surgido en los cubsculos de algiin instituto de investigacién jun Por el contrario, estamos frente a un asunto que es a la vez ciudadano y_ pe ya que ha sido situaco en la opinion puje de la sociedad civil y a las pr puestas y pi nes dle nos, con independencia de sus in En.efecto, durante la campatia elector candidatos se comprometieron a reformar el sistema de jus- ticia penal que tenemos en México para avanzar hacia un sistema de “juicios orales”. Uno de ellos fue Felipe Calderén, pero no fue el tinico. Otros candidatos triunfantes que tenfan este tema en su agenda ocupan hoy posiciones de parlamentario al frente de sus propios pat De hecho, es posible les que justifican ¢ impulsan profundas reformas al pr dimiento penal. Entre dichas causas pueden sefialarse las Estado en gen del papel de los de- rechos humano } Ia percepcién negativa sobre el sistema Judicial y, en particular, sobre los juzgados penales' MIGUEL. CARBON ENRIQUE OCHOA, ‘eemos que todas estas razones generales, presentes en buena parte de América Latina, son aplicables al caso mexicano. Es obvio que si no se Inibiera dado la apertur jue hemos presenciado en los ¢ plantear una reforma del proceso penal. Fs gualmente obvio que la reforma penal y de seguridad pti- ‘a debe ubicarse en un proceso de mds largo alcance, por medio del cual se esta intentando aleanzar una moder- nizacién del Estado mexicano en De la misma forma, también es cierto que la mayor presencia de los derechos ate priblico hacional supone una palanca de apoyo para revisar la ne- cesidad de ciertas modificaciones en el quehacer de nues- twos policias, de nuestros agentes de Ministerio Pablico, de nuestros jueces y de los responsables de los establecimien- tos penitenciarios. Es importante, en esa medida, no per- der de vista el contexto politico y social en el que debe darse la reforma al procedimiento penal mexicano. 2, ELEMENTOS PARA UN DIAGNOS 0 Partamos de una certeza: el sistema penal mexicano est cen completa bancarrota. Ninguno de sus principales actores puede estar satisfecho con su funcionamiento actual. Todas las estadisticas disponibles nos permiten concluir que el mexicano hace agua por todos lados: a) no neventes mas peligrosos; b) per- mo nivel de impunidad y co- pcién; c) no asegura los derechos fundamentales ni de victimas, ni de acusados; d) no establece incentivos para una investigacién profesional del delito; y e) es sumamente cos- toso si se toman en cuenta sus pobres resultados ‘Los datos estadisticos que avalan las anteriores conclu- siones son muy conocidos, pero quiza valga la pena recor- dar algunos de los mas destacados, a reserva de profundi zar en ciertos indicadores en las paginas siguientes. 85% de las victimas no acuden a denunciar los delitos; 99% de Jos delincuentes no terminan condenados; 92% de las au- ba Bog EQUE SON Y PARA QUE SIRVEN LOS JUICIOS ORALES? diencias en los procesos penales se desarrollan sin la pre- sencia del juez; 80% de los mexicanos cree que se puede Sobornar a los jueces; 60% de las drdenes de aprehensién no se cumplen; 40% de los presos no ha recibido una sen- tencia cond 80% de los detenidos nunca hablé con el juez que lo conden Fs especialmente preocupante lt pues ya Beccaria nos advertia en el siglo XVII q mayor aliciente para los delincuentes que el sat actos van a quedar impunes, En este aspecto los datos son aterradores. La impunidad aleanza cifr nantes. Los ‘studios més serios coinciden en sefialar que se castigan menos del % de los delitos cometidos'. Segrin Guillermo Zepeda, or del mas amplio estudio sobre la impunidad y la inefica- wide mente que llegue ante el juez, no que sea condenadlo) es, del 3.3% del total de delitos denunciados, lo que equivale a decir que la impunidad se dla en el 96.7% de los caso: En buena medida, la impunidad se genera por la baja ceficacia institucional de los cuerpos policiacos mexicanos. La mayoria de las detenciones realizadas por la policfa con mo- tivo de la comisi6n de un hecho delicuvo son practicacas mismo momento de cometerse el hecho o durante las si- Segiin una encuesta realizada entre po- a en el 2002, el 48% de los encuestaclos lo detenido a escasos minutos (menos de 60) guientes tres hor: blacién penitenci 4 MIGUEL CARBONELL~ENRIQUE OCHOA tes. Es decir, el 70% de los detenidos lo fueron con menos de 24 horas de distancia respecto a la comisién del delito Esto significa que la posibilidad de que la policia pueda de- tener 2 una persona cuando ha pasado mids tiempo desde que cometié el delito es muy baja; a partir de este dato po- demos concluir que la policia mexicana sabe, si acaso, vigilar, pero no investigar :] cumplimiento estricto de las érdenes judiciales de aprehensién tampoco es un punto fuerte de la policia mexicana (en este caso la referencia es la policia minis- terial, policia de investigacién o policfa judicial, como to- davia se le llama en algunas entidades federativas). Duran te el afio 2000 solamente se lograron ¢jecutar el 33% de esas 6rdenes, porcentaje que un afio antes era apenas del 25%. En el 2000 estaban pendientes de ser ejecutadas 253,539 ordenes de aprehension’. ‘Ahora bien, la cercania entre la comisién del delito y Ja detencién pone de manifiesto otro rasgo peligroso de la justicia penal mexicana: la policia detiene en muchas oca- siones sin orden judicial. La Constitucién permite, en el articulo 16, detener a una persona cuando es sorprendida fen flagrancia 0 cuando se trate de un caso urgente, siempre gue se trate de delito grave y no se pueda obtener la orden judicial respectiva. Se calcula que el 40% de las detenciones se realizan sin la orden de aprehensién que debe emitir un juez", Las encuestas realizadas a poblacién penitenciaria se- fialan que en el 92% de los casos a los detenidos no les fue mostrada la orden de aprehensién'. No hace falta tener mucha imaginacién para suponer el peligro que existe de que una persona sea objeto de detencién arbitraria por la policfa, sobre todo si vive o trabaja en barrios marginales. Si lo anterior pone de manifiesto, en parte, la despro- teccién de las victimas, la situacién de los detenidos esta © Bergan. Marcelo (coordinador,Delincuencia, margnelidady desempei in tiwrional, et, pA. T epeda, Crm sin caige, i, pp. 208-206, Zepeda, Crmen sn este, ct, Peet Bergman, Marcelo y ottos, Delimeuenca, marginalidd y drempeste inaitaci, al. Reston deka segunde ences a poblrin en econ eel Dstt Rede ye ‘ado de Méxiro, Méxse0, CIDE, 2008, p. $5. QUE. SON ¥ PARA QU SIRVEN LOS JUICIOS ORALES? 5 muy lejos de ser iditica, FI 71% de los detenidos en el D ito Federal no tuvo asistencia de abogado mientras estuvo privado de su libertad ante el Ministerio Pablico; del 30% que sf tuvo asistencia de abogado, la gran mayoria (70%) no pudo hablar con él a solas. Ya ante el juez que conocié de Ia acusacién en su contra, el 60% de los detenidos no fueron informados de que tenfan derecho a no declarar. Durante su declaracién preparatoria ante la autoridad judicial uno de cada cuatro detenidos no estuvo asistido de abogad E] 80% de los detenidos nunca hablé con el juez. que lo conden; el juzgador no estuvo presente durante la declara- cién del detenido (ya en sede judicial) en el 71% de casos Sobra decir que la Constitucin mexicana reconoce el de- recho a la asistencia de abogado desde el momento dle lit detencién asi como el derecho a no declarar de los detenidos {articulo 20). Por su parte los cédigos de procedimientos penales exigen la inmediatez del jue7, es decir, su presencia durante el desahogo de las diligencias judiciales. Con los datos que se acaban de mencionar podria tener fundamento la idea de que el sistema de justicia penal es una amplia red de ineficacias y corrupcién que puede atra- par y procesar a muy pocos delincuentes", Pero falta toda- via un aspecto importante para poder tener una imagen mas fiel de esa red: Za quienes atrapa el sistema penal? La mayorfa de los sentenciados han cometido delitos contra la propiedad, particularmente robos de poca cuan tia, 0 delitos contra la salud, sobre todo trafico de drogas en pequefios montos (menos de 100 détares en promedio sevesa misina direccin puede encontestseel"Clabeleortpt 3 sid deena por La em le 2,000 ps ‘G08, Delnenorie eaginidd9 don ‘sete npc eu an el Dest Masini 1 ‘ecios 81, CARBONELA.—ENRIQL 5 que fueron vale para algunos analistas estos al mits que detener a Jas sustancias con nf timos di verdaderos 1 blemente nes que ma penal parece at jamente el 29 sido sentenciados con anterioridad por alg ; "Lo que podemos concluir es que la justicia penal procesa fa delincuentes novatos y de poca monta, pero de} ‘que son expertos y cometen delitos por grandes ¢ panorama penal mexicano el castigo de ‘cuello blanco” es un caso verdaderamente (0s exhorados en los parrafos ant es para 'das las alarmas. De hecho, su cia es en parte el ‘mas necesarias con un cupo o cuota de 's exigen sus superiores". Por otro lad ndamentalmente primo proceso pet n verdaderamente rmentarios cle hoy. fomprender lo que se acaba en la evidencia estadlis- hemos disponible. Las cifras que ; situacion del sistema penal mexicano suman ares (desde ef mi fas hasta el (es previas, desde @ de. patrullas hasta et gasto en por lo que imitado a citar al iguarden relacién con el tema de los ad de de ap SON Y PARA QUE SIRVEN 108 JUIC psORaLis? 7 Desde hace unos afios los medios de plagados de noticias relacionadas e« penal, en sus diversas v escuchar truculentas ejecutaclas, sobre detenciones y persecuciones pol wre el quehacer de las procuradurias de justicia le personas penales que dictan tal 0 cual se: reclusorios y los motines de los presos, etcétera. Muchas veces los medios de c tales noticias con la mayor dosi posible. Desde ‘es muy setio en México y recta a un por pero a ese mal hay que ai temor magnificados no por lo percepecién que existe de los mismos gracias dia ofmos en Ia radio 0 vemos en la t pena que en ef futuro los expertos ¢ medios de comunicacién cruza rratamiento infor mn. Valdr ogia de los re percepcio- ivo del delito y conductas que esta presente en buena también, en otros paises) an que hay qu de inseguridad y objetivas del crimen y la violencia dentro de cada grupo so: al, Una sensacién vos para el conjunto de Ja sociedad, pa el desarrollo personal y profesio ida, etcétera, En palabras de “La vensacién de inseguridad! acaba pc de su sociedad, Io cual va en detrimento d un sentido de com 8 MIGUEL CARNONELL ENRIQUE OCHOA jolencia ¢ inseguridad tienen pocas probabilidades de vesu ar efectivas; de hecho, ellas suelen crear barreras entre I grupos sociales. Este es uno de los principales conceptos a la hora de definir los programas y evaluar su lativo"”. Los elementos que se citan a cont propésito —al igual que los que ya han sido enuni er un diagnéstico minimo que nos permita identificar idad algunos de los mayores yenal en México. Creemos que la rev ‘un panorama sombrio y preocupante, pe nsideramos que se puede revertir si tomamos las las adecuacias y damos pasos decididos hacia un cambio aradigma penal y penitenci certeza en el diagndstico se puede lograr el intes para rescatar el espacio pablico we pueda hacer su vida en su patrimonio. liza la justicia penal a (entendida de forma que comprenda los distintos tanto estatales como municipales y del Distrito F el “fuero federal” (es decir, lo que es competenc érganos federales: po de caminos, procuradurfa general Distrito, tribunales unitarios sorios federales, eteétera), Si observamos los datos estad .ciados por cada mil habitantes en los afios que van 97 a 2005, veremos que en et ical se ha dado ro perceptible disminu litos por cada mil habitantes, ciaban 15.8 pero esa ciffa SON Y ¥ éque RA QUE SIRVEN LOS j sec) 108 OR siguiente, a 1 6 en el 2000 y a 18.5 en y esa cifra era de 0.9 en el 20 Si to 1 consideraci a jantes: bajan al, En 1997 se d mente 202 d eran 241, para mero 1), Cuadro nimero 1 Indicadores seleccionados de delitos denunciados 1997 a 2007 ante el Ministerio Publico segtin fuero, (Por cada cien mil Fuero comin | Fuero fed ee ies me de bic, 20 10 MIGUEL CARBONELL—ENRIQUE OCHOA Los datos anteriores pod warnos a dos hipétesis: © bien la criminalidad se ha vuelto mas “sofisticada” y se ha ido enfocando a delitos mas graves (que suelen ser ob- jeto de conocimiento por parte de la autoridad federal) 0 bien las autoridades locales se han tomado mas en serio el esfuerzo de prevencién del delito. No tenemos evidencia empirica suficiente para decantarnos por alguna de estas hipétesis, © por ambas, pues puede haberse dado una combinacién de Factores. ‘Ahora bien, cuando se revisan las cifras ya no de de- nuncias presentadas, sino de personas sentenciadas por fos jueces penales, encontramos alguna paradoja, Mien- ras las denuncias dese ‘io en el fuero comin, el néimero de personas sentenciadas aumentaba Mientras en 1996 los jueces penales del fuero comin sen- tenciaron a 111,682 personas, para 2005 esa cifra zaba el ntimero 126,615, presentando aumentos afios con 9 (excepto en 1998 y, por muy poco, en 2000). Una tendencia semejante, pero mucho més matizada, se pre~ senta en el fuero federal, donde el nimero de personas sentenciadas era de 27,263 en 1996 y ega hasta los 29,300 en 2006 (ver cuadro nimero 2). 1 ' Cuadro mimero 2 Total No tes sentenciados registrados en los juzgados especificado ° de primera instancia segain fuero y sexo, 1996 a 2006 Delincuent | Fuuste: INEGI, Bstodiscas Judiciles en Materia Prual gnitud cuas mnte una evidencia sobre la que hay del pais que, en algan momento ido de haber cometido un delito es 10 que de acuerdo con datos del Glen el periodo = va de 1996 a 2005 se consignaron ante los 1,224 jueces de 1,931,513 perso- lo que da un promed mbos fueros"*. Esas per mas fureron acusa Muchos de esos delitos con- lencia; por ejemplo, en el pe- on 86,300 acusaciones por el an promedio de 24 dia penal mexicano han le- nimero de acion penitenciar jones para intentar darles iciones dignas de vida a los reclusos hayan aumentado ‘dad ni tampoco en calidad en la atencién de sus "Para finales de 2006 la poblacién penitenciaria era de 213,000 personas; dle elas el 25% se concentraba en el Distrito Federal y en el Estado de México. mayor parte de los establecimientos pen diversos grados de sobrepoblacié 1 que las condiciones de vida dentro de las cérceles se wuelven muy adversas para los reos. Sus derechos suelen ser violados y el ideal readaptador que esti o elarticulo 18 constitucional suele quedarse, en. en un conjunto de buenos deseos con e: (ver cuadro néimero 3). do sefialado se present ‘0 de homicidio, es dec ‘Algunos estudiosos del siste Jo la vor. de alarma sobre presos. Entre 2002 y 2008 I: en un 40%, sin que las inst 1 practica, ‘aplicacién ZQUE SON Y PARA QUE SIRVEN LOS JUIGTOS ORALES? 18 Cuadro ntimero 3 indice de sobrepoblacién penitenciaria, 1998 a 2006 indice de sobrepoblacin penitenciaria + Cifvasal mes de julio de ea ure: Pain 1998: §G. Direcién Gener: Social 2001 2 2008: SSP. Organ’ A revenciny Readaptacion Socal Los datos que hemos citado relativos al volumen de delitos procesados por el sistema penal se vuelven todavi mas impresionantes si tomamos en cuenta [a alta inciden- cia de delitos no denunciados, asi como el porcent denuncias que no son finalmente consignadas ante un juez debido a distintas razones, por lo que quedan solamente bajo conocimiento del ministerio publico. Segtin algunas estimaciones la llamada *cifra negra” (compuesta por los delitos efectivamente cometidos que no llegan al conocimiento de la autoridad) alcanza al 75% del total de delitos cometidos en México. En otras palabras, 3 de 4 delitos no se denuncian. Del 25% de delitos que sf son denunciados solamente se concluye la investigacién mi- nisterial en el. 4.55%, pero se pone a alguna person: disposicién de los jueces solamente en el 1.6% del total de delitos cometidos. Es decir, de cada 100 delitos “4 Mu 1L GARKONELL ENRIQUE OCHOA 1.6 llega ante el conocimiento de un juez; las condenas judiciales alcanzan una cifra del 1.06%", lo que significa ‘que la impunidad alcanza una horrorosa cifra del 99% Debe también tomarse en cuenra la desigual mani festacién territorial de la criminalidad, Hay" entidades federativas que concentran un porcentaje importante de delitos, mientras que en otras las conductas delictivas son marginales y esporddicas. Con datos del aio 2005, tene~ mos que el mimero de presuntos delincuentes consignados ante los juzgados penales de primera instancia muestra una oscilacidn territorial que va desde las 1154 personas en Tlaxcala, las 1379 en Campeche o las 2257 en Aguas- ‘alientes, hasta las 16617 en Baja California, las 17413 en el Estado die México o las 22000 en el Distrito Federal ‘Aunque también tiene que ver con el nimero de habitan- tes de cada entidad federativa, lo cierto es que existe un perfil geografica de la violencia y de la criminalidad més ‘© menos marcado’ 4, €Por DONDE EMPEZAR? A la luz de lo anterior casi cualquier analista estarfa dispuesto a reconocer la inmensidad del reto inmediata- mente renunciar a mejorar cualquier aspecto del sistema penal mexicano. No es para menos, pues la tarea se antoja titdnica y los impulsos reformistas se tienen que enfrentar a un sinntimero de obstéculos. Nosotros pensamos que sf se puede reformar el sistema penal mexicano y que para que la reforma sea exitosa debe darse una buena combina- cidn de liderazgo politico, capacidad técnica de respuesta, apoyo presupuestal suficiente y un buen disenio de ruta para la propia reforma.

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