La Huelga de Curas de 1926
y la Contra - Revolucién Cristera
Capitulo XXXIV
DR. MATEO A. SAENZ
TOMADO INTEGRAMENTE DEL LIBRO.
UN CURSO DE HISTORIA DE MEXICO.
DEL DR. MATEO A SAENZLA HUELGA DE CURAS DE 1926 Y LA
CONTRA - REVOLUCION CRISTERA.
Hay un episodio de nuestra historia
contempordnea, que se ha tratado de que
‘olvidemos y en el que se a mantenido en la més
absoluta ignorancis a la juventud: La “huelga de
curas” de 1926 y la “‘contra-revolucion cristera”,
(). Constituyen el iltimo intento violento
irigido. por el ciero, para. subverti el orden
Constitucional y destruir las Leyes de Reforma y
Jas conquistas revolucionarias plasmadas en la
Constitucion de 1917.
Antes de entrar en materia, y a fin de
comprender este doloroso episodio de nuestra
historia contemporsitea, debemos sefalar que los
que hemos recibido una formacion liberal y
hhemos aprendido a venerar, junto con el re-
cuerdo de Judrez el de Jos grandes hombres de
que supo rodearse (Ocampo, Altamirano, Do-
blado. Degollado, Prieto, ete.), nos duele pro-
fundamente el desconocimiento en que se na
rocurado mantener a la juventud de Mexico
fn relaciOn con las personas y acontecimientos
de esas fechas, porque como en alguna ocasiOn,
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hemos afirmado; “Creemos que para amar o des-
preciar a los hombres no necesitamos mas que co-
rngcerlos, conocer el medio en que les tocd actuar,
Jos problemas a que se enfrentaron, las presiones
que vencieron 0 resistieron, y los resultados que
se obtuvieron”.
Desde la conquista hasta nuestros dias,
pricticamente ha sido constante Ja lucha entre
el poder civil y el clero: Llegaba el conquistador,
valiente y cruel, matando al que se oponfa a sus.
designios, violando y ultrajando las mujeres por
cl simple placer de hacerlo, apoderindose sin
misericordia de los bienes de los confiscados, pro-
fanando sus templos, destruyendo sus {dolos, etc.
y tras ellos, con un’ manto de hipdcrita bondad,
iba el elérigo, picaro y lascivo, predicando a cas
tidad y dejando una estela de hijos sin padre; ha-
blando de humildad y con soberbia inaudita des-
preciando a los numildes; predicando el amor y
sembrando el odio; y apoderandose no solamen-
te de los cuerpos, sino de las conciencias de los.
Indios y asf, entre ambos, obtuvieron la conquista
total, absoluta, definitiva,
Los primeros aftos de la colonia, la Corona
4i6 graciosamente la tierra a los espanoles, por
supuestos 0 reales favores recibidos; favorecio a
Tos sacerdotes porque pens6 que el clero, hacien-2
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a
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a
dose de grandes extensiones de tierra, constitufan
tun aliado al que serfa més fécil someter que a los.
soberanos indigenas; ¥ asf la Iglesia forme su
capital en México con donativos de la Corona,
con mandas y disposiciones testamentarias,
arrancadas casi siempre en art{culo de muerte, por
el clero y con la amenaza de irse para la eternidad
al infierno en caso de no obedecer; ademés, de las
dotes de las monjas diezmos primicias y obten-
‘cones parroquiales, que eran més caras en Nueva
Espafta que en la Madre Patria, Las enormes
cextensiones de tierra de que se hizo propietaria Ia
Iglesia (recordemos que en 1810 las tres quintas
partes de la propiedad rural del hoy Estado de
Puebla estaban en manos de la Iglesia), le permi-
terom el lujo de imponer condiciones a la Corona,
y sial principio los cargos de obispos y arzobispos
‘eran nombramientos expedidos por el Rey,
pagudos por la Corona y se escogian a individuos
leales al Estado no @ la Iglesia a medida que ésta
se enriquecia, fue exigiendo el derecho de que, de
acuerdo con los cénones eclesidsticos, fuera
precisamente ella quien daba los nombramientos,
¥ que los nombrados le sirvieran con lealtad, (2)
EL pecado original con que nacio a la vie
da independiente la nacién mexicana, conforme
al Plan de Iguala y el Tratado de Cordoba fue el
Feconocimiento de Ia Iglesia como un Estado
dentro del Estado.
Cuando el movimiento de Independen-
cia iniciado en Dolores por el Bachiller Miguel
Hidalgo y Gallaga, ex-ector de la Universidad
de Valladolid, vimos claramente la diferencia en-
tre el alto y bajo clero; porque Hidalgo, Morelos,
Matamoros, Mercado, y los curas todos que entre
el 16 de septiembre de 1810 y el 31 de julio de
1811, lucharon por la Independencia, fueron de!
bajo clero; curas repudiados por la Iglesia,,con-
denados por sus tribunales, perseguidos. por sus
representantes, fusilados por sus esbirros, y con
hos, cuando todavia eran curas, Esta clase de
ccuras nos merecen todo respeto por su sinceridad,
por su valor, por su hombria, por sus ideales y
sobre todo, porque consideramos que ellos nos
dieron Patria no por ser curas, sino a pesar de ser-
lo, y ello constituye indudablemente un mérito
mayor, En cambio los obispos y arzobispos de
ese tiempo, todos jugaron una competencia en
bajezas y procacidad, excomulgando a Hidalgo
¥ los suyos en bulas, y edictos que constituyen
lun paradigma de ignominia para sus autores,
‘A medida que Ja nacion mexicana va con-
formando su modalidad jurfdica y estructurindo=
se, van apareciendo leyes restrictivas del poder del
lero y provocando, entre los que en nombre deli
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a
Rubio Raby de Galilea usufructuaban las riquezas
terrenales, protestas que, frecuentemente, hacen
degenerar en rebeliones armada,
El pueblo, ultrajado por el conquistador,
hhumillado por sus descendientes, befado por el
hhacendado; azotado por el capataz, engaflado por
el sacerdote, embrutecido por el alcohol, y sumiso
oF su ignorancia, se da cuenta intuitivamente de
ue la verdadera causa de su desgracia no es el co-
lor de su piel, sino la influencia nefasta que sobre
su conciencia ha tenido el clero y que repercutfa,
sobre las actividades de la nacion, y queria como
una necesidad urgente que sentfa hasta el més hu-
‘milde y el més ignorante de los mexicans, que
se separaran la Iglesia y el Estado; que se seculari-
zaran los comentarios; que se nacionalizaran los
bienes de manos muertas; que se estableciera el
Registro Civil y que se estableciera el laicismo en
Ia ensenianza.
Cada una de estas aspiraciones populares
se concretaron, después de una cruenta lucha fra-
tricida, en las lamadas Leyes de Reforma,
Vencido el segundo Imperio, rodando las
ccabezas de Maximilian, Miramon y Meifa, en el
Cerro de les Campanas, el clero, mal de su grado
se sometié. Aunque la Constitueién de 1857
“arrancé lagrimas de sangre” al Papa entonces en
‘turno, no tuvieron los clérigos otro remedio que
fingir someterse 2 la Ley, para continuar disfru-
tando de los privilegios que tenfan, pues pensaban
que la rigidez, pronto se convertirfa en tolerancia,
Y que el olvido terminarfa por resttuirles en su
da regalada de violaciones sistemdticas,
Si podemos afirmar que Hidalgo fue anti-
clerical (no bastard citar una frase de su manifies
to, contestando los cangos de la inquisicion: "son
atolicos por politica, su dios, es el dinero y sus
admoniciones s6lo tienen por objeto mantener al
Pueblo en la ignorancia); si en la Reforma los
clericales sufren 1a mds tremenda de las derrotes
¥ se restituyen a la Nacion gran niimero de las po-
Sesiones que se le habfan arrebatado; en la Revo-
lucién Mexicana, que estuyo integrada por gente
que conocfa los problemas de los campesinos
(Asrarisno) y de Jos obreros (Sindicalismo), el
pueblo, confirmd que el enemigo remoto de sus
libertades ciudadanas y la causa profunda de sus
ificultades econémicas era, entre otros, la ne-
fasta influencia del clero; y era previsible suponer
Gue al consolidarse, se procurarfa dar an mas
figidez a los ordenamientos legales a fin de impo-
sibilitar al clero para renovar su funesta labor.
Las discusiones en el seno del Congreso
Constituyente de 1917, permiticron al pueblo
darse, una vez més, cuenta de que la idea domi.A ALTOS:
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ante en este aspecto era insstir en la uplicacion
de das Leyes de Reforma ¥ precisa inclusive los
derechos y las obligaciones del clero con el gobier
no emanado de la Revolucion
La discusion de Jos Artfculos 30.. 24 ¥
130, dio oportunidad de que se escucharan. en
Queretaro, verdades historicas magnificamente
documentadas que permitieron llevar al conven:
cimiento de los Constituyentes la justicta de la
redaccion actual de esos art{culos.
La Iglesia naturalmente no se resign6; pe
ro penso que era facil que continuara la letra de
a Constitucion existiendo. y que en la practica
fas Leyes no se cumplirian
De 1917 a 1924, los Gobiernos producto
de la Revolucién Mexicans tuvieron ante si pro:
blemas de urgente resolucion, tanto en el terreno
politico como en el econémico y atin problemas
eXtranjeros que hubo que atender. lo que obligé
4 desatenderse un poco del clero, El clero apro:
‘ech esta tregus para organizarse mejor.
E15 de octubre de 1924. el General Plu.
tarco Elfas Calles, fue declarado Presidente Cons.
titucional de la Republica y el 30 de noviembre
rindi su protesta de Ley e jnicio su gestion giran-
ido instrusciones al Procurador de Justicia de la
Nacion, para que se hiciera una excitativa a todas
las dependencias Federales y que se exigiera el
‘cumplimiento de las disposiciones legales que s0-
bre cultos existfan.
EI 7 de febrero de 1925, e1 Procurador de
Justicia del Estado de Veracruz, consigno al
Exmo. y Remo. sefior Arzobispo de México, por
faltas praves a las Leyes de Reforma, ahora inclui-
das en la Constitucion. Esto causo a la clerigalla el
Cconsiguiente disgusto, acostumbrados como esta-
ban a violar impunemente la Ley, y sobre todo
porque consideraban “sagrada’ la persona del Ar-
zobispo y “’sacrilego” a quien se atreviese a juz-
gatlo, a pesar de las protestas y de la presion eco:
nomics con que se amenaz6 y Is oferta inclusive,
de euantiosas “mordidas”, el proceso siguio st
curso normal apegandose rigurosamente a los cé-
rnones legals.
En varios Estados de la Repablica, al apli-
carse las leyes, s¢ clausuraron Seminarios, se ex-
pulsaron religiosos, se cerraron colegios contesio-
rales y se proceso a algunos sacerdotes por delitos
{el orden comin. (3)
EI 7 de abril, Heg6 a México el Exmo. y
Rvmo, seftor Dr. don Feliciano Antonio Cimino,
Delegado Apostolico y. nabiendo salido para los
Estados Unidos de Norteamérica el dfa 15 de ma-
¥yo alegando motivos de salud. cuando quiso regre-sar a México, s le neg6 la entrada, en virtud de
que la Secretaria de Gobernacion habsa tenido
eonocimiento de que durante el escaso tiempo
{que habia estado en el Pafs, no solamente habia
‘cometido acto penados por la Ley. sino que habfa
‘expresado opiniones y juicios desfavorables al Go-
bierno, cosa que no podia ni debia tolerarse,
E11 de febrero de 1926, Su Santidad e!
Papa, Pio XI, dirigid a los senores Obispos de la
icin mexicana una carta, “Paterna Sane Sollici-
tudo” que es una amarga queja por los atropelios.
que segin él,.estaba recibiendo la Iglesia y que
est4 eserita con la intencion de provocar compa-
sion hacia el elero de México y fundamentalmente
para despertar simpatfa y excitar a los Gobiernos
textranjeros. para que s¢ desconociera al de nues-
tro Pafs, En esa pastoral critfca, no solamente al
Gobierno, sino a sus leyes, violando normas inter-
nacional.
‘Sin embargo, y dando muestras el Gobier-
no de México de una tolerancia y una complacen-
cia que Su Santidad no tenia. permit la entrads
a la Repiblica de otro Delexado Apostolico. el
Exemo. y Rvmo. sefor Dr. Don Jorge Carrana
Arzobispo Titular de Sebasio. que comenz6 a des:
pachar el 16 de marzo de 1926, El 16 de mayo.
dle ese mismo ano, comprobaue plenamente que
‘no solamente estaba violande la Ley, sino aconse-
jando desobediencia y violencia, se le expuls6 del
Pais, declaréndolo persona ‘“non grat
Mientras tanto, el Gobierno recibfa adhe-
siones de todos los sectores sociales y particular-
‘mente del sector obrero, que comenzaba a forta-
leeerse
La CROM (Confederacion Revoluciona-
ria Obrera Mexicana) que dirigfa Luis N. Moro-
nes, envi6 citculares a todas las organizaciones
obreras del Pafs, pidiendo que se hiciera con-
ciencia entre el pueblo, respecto a Ia forma en
que estaba procediendo el clero.
Desde el 12 de febrero de 1925, un sa-
cerdote, Joaquin Pérez y Budar con un grupo
de fieles de la parroquia de Santa Cruz y Sole-
dad, de la Ciudad de México, habfa tomado el
templo proclaméndose Patriarca de Ia Ilesia
Cat6lica Apostélica Mexicana, pidiendo al Pre-
sidente Calles que lo confirmara en el uso de}
mismo. (4).
La cosa prendi6. Inclusive en Estados
Unidos de Norteamérica, principiaron a esta-
blecerse Iglesias Cat6licas Mexicanas. El Pa-
triarca fue a los Estados Unidos y recibi6 Ia
consagracién episcopal, en Chicago, de manos
de otro Obispo, norteamericano, Uamado Car-
‘mel Henry Calfora, al cual asisticron, de acuer-
do con los canones eclesiésticos, otros Obispos
¥ clérigos consagrados legitimamente.:
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Hy
—
Una de las primeras gestiones