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Kl siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. CEARO DEL AGUA 248, DELEGACION COYOACAN, 04310, MEXICO, D-F. siglo xxi editores argentina, s.a. LAVALLE 1634, 11 A, C1048AAN, BUENOS AIRES, ARGENTINA portada de marina garone primera edicién en espanol, 2001 © siglo xxi editores, s.a. de c.v. isbn 968-25-2356-8 primera edicién en francés, 2000 © flammarion, paris titulo original: lacan, lécrit, Vimage derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico / printed and made in mexico PREFACIO Esta obra retoma el ciclo casi integro de las confe- rer organizadas en la Ecole de la Cause Freu- dienne en torno a las conexiones de la ensefanza de Lacan durante el afie 1998-1999, Lacan se interesé en todos los dominios del saber y, €n contrapartida, ejercié una influencia importan- te en los mas variados ambitos de la cultura. Aque- Ilas conferencias quisieron ser testimonio de la refe- rencia viva que su pensamiento sigue representando para nosotros, Damos las gracias vivamente a sus aur tores por haber tenido a bien permitir la realizacién de este libro. Para empezar, Jean-Claude Milner se consagré a una reflexién sobre el periplo de Lacan. Después de re- conocer la cientificidad de la lingiistica saussuriana y especialmente de la tesis de In diferencia absoluta {fundamento de su teoria del Uno), Lacan la sustitu- yo por una referencia a lo que é1 Hama su lingiliste- ¥fa, la cual, por su parte, se dedica a definir el suje- to en relacién con el significame. “Mi hipétesis es que el individuo que es afectado por el inconsciente es el mismo que constituye lo que yo llamo el sujeto de un significante.”! Por eneima de la cientificidad de la lingitistica, se "Jacques Lacan, Le Séminaive, libro xx, Encore (1971-1972), Le Scuil, 1972, p. 129. m 8 PREFACIO: plantea, pues, la cuestién mis consistente de su abje- to: el lenguaje; y siguiendo el pensamiento de Witt- genstein, Jean-Claude Milner decidié situar el paso de Lacan. Wittgenstein pretende establecer una frontera entre lo que puede ser dicho y lo que no puede serlo, Pero ésta no es aceptada por Lacan: el sinsentido, en accion en el sentido mismo, no puede quedar excluido, El medio-decir de la verdad remite menos a una frontera que a lo que sélo se evoca coblicuamente y no se deja pensar en la significacién, Asf, Ia parte de sinsentido queda reservada, seguin Lacan, al juego de las escrituras que —mds alld de Wittgenstein— resultan ser un “cereo de lo real”. Ademas, la tesis que sastendra Wittgenstein medi- ade su segundo planteamiento al refutar solipsismo y lenguaje privado, parecerfa ~segin Jean-Claude Milner— inaceptable para la teoria psicoanalitica: desde ese punto de vista, en efecto, el inconsciente dependeria de reglas privadas impublicables a fortio- ri si, como sostiene Lacan, el inconsciente se sitia més acd de las significaciones. ‘La referencia al Otro con mayiiscula permite, sin embargo, descartar ese punto de vista, y no tiene na- da de argumento artificial: antes bien, hace valer el desplazamiento fundamental que Lacan opera en re- lacién con la intersubjetividad clasica y que acta, con todo su peso, para arrancar a la oposicién priva- do-pablico el alcance que Wittgenstein le otorga. La lengua publica que éste invoca no tiene otro funda. mento que el cara a cara imaginario. De esta forma, Lacan dice no a Wittgenstein en las dos cuestiones esenciales de la frontera y del len- guaje privado. Es en torno a la nocién de silencio donde, segiin Jean-Claude Milner, el enfrentamiento PREFACIO: 9 cobra su significacién mds general. El pensamiento de Lacan postularia un “eso jams se calla” y el enun- ciado “Yo la verdad, hablo” atravesarfa de manera re- currente toda su obra. A “el inconsciente, eso habla", como es sabido, Lacan unié progresivamente la idea de que el in- consciente, eso se escribe. Eso escribe cadenas don- de “el sentido se goza”. El inconsciente escribe la po- sicién singular del ser de goce del sujeto; queda la imposibilidad de escribir la propia relacién sexual. A ese lugar, precisamente, nos convocan los artis- tas. Sabido es que Lacan, como Freud, tenfa gran in- terés en la literatura, en la pintura. De ello dan testi monio numerosas clases a lo largo de todos los afios de su Seminario, Sobre literatura, Séfocles, Shakes- peare, el teatro clisico francés, Poe, Gide... pero también Claudel y su trilogia, Joyce, a quien dedicé el Seminario Le sinthome, la escritura poética china. Sobre pintura, Las embajadores de Holbein, Las Meni- nas... La literatura acompafié constantemente la re- flexién clinica de Lacan quien, como Freud, piensa que son los artistas quienes nos ensefian, y no a la in- versa, Pues no se trata aqui de psicoandlisis aplicado si- no, antes bien, de reconocer cémo cada artista re- suclye a su manera un problema humano, universa- lizable porque interesa al psicoandlisis. De este modo, el Lacan qtte se interesa en la lite- ratura es el que interpreta el deseo como deseo del Otro pero también el que considera “la relaci6n del hombre con laletra’.? Efecto de un encuentro singu- # Jacques Lacan, Kevits, Le Seuil, 1966, p. 789 Buritar 2, Méxi- 0, Siglo XXI, 1984, p. 719} 10 PREFACIO lar, las conferencias sobre Claudel, Joyce y la poesia china nos recuerdan lo que la letra es para Lacan. En primer lugar, Claudel, a quien Francois Regnault “interpreta” especialmente basandose en Partage de midi y Le soulier de satin. Hace unos treinta anos, La- can habfa consagrado tres leceiones de sts Seminario Le twansfert a releer ¢l complejo de Edipo en Ia trilo- gfa de los Cotifontaine. Aqui, es la imposible escritura de la relacién se- xual entre un hombre y una mujer lo que Francois Regnault hace surgir en Partage de midi, al plantear esta pregunta: para Claudel, éexiste La mujer? Y, sir viéndose de las férmulas lacanianas de la sexuacion, nas guia en esta lectura, La letra, en ese teatro, esta ya en los nombres Ysé, Prouhéze, anagramas de Rose, “esta mujer”, a quien encontré en el navio rambo a China en 1900, y cuyo encuentro dominara la dramaturgia de las dos pie- zas. Pero también esté en ese La de La mujer “que na se puede escribir sino suprimiendo La”.? Ahora bien, en esta mujer Toda, en el momento del encuen- tro, Claudel al parecer cree. Pero este uso genérico del articulo definido Lacan lo prescribe como impo- sible, pues es un “significante cuya propiedad es que no puede significar nada”. Inspirandose en los trabajos lingitisticos de Jean- Claude Milner, Francois Regnault analiza la opera- cién propia de Lacan que presenta el genérico La para tacharlo inmediatamente delante de la unidad Jexieal “mujer”, lo cual no significa tachar el propio significante mujer. 3 Jacques Lacan, Le Séminaire, libro 3%, op. cit, p. 68. Tid, PREFACIO ul Sin duda, cuando “el hombre quiere La mujer, s6- Jo Ia alcanza al caer en el campo de la perversion”? pero esto no vale para Claudel. De la Trinidad en la que cree, la de la Virgen Maria, la de la Sabidurfa del ‘uo Testamento y la de la Iglesia, lo libera esa encontrada en un navio. “No toma a ¥sé par Cree, sin embargo, que encuentra a La mujer en ido maléfico, "La Gran Prostituta del Apoca- lipsis”, 0, asimismo, La mujer de una teologia que se- ria la de la “predestinacién sexuada”. Entonces, sélo la separacién podri reunir a los amantes Asi, Claudel se dedicara a declinar en Partage de midi todas las formas del “paso de lo genérico alo definido, a lo indefinido, a lo demostrativo del en- cuentro”, y que certifican que La mujer no existe; pero “ese maldito La, marea del Todo, esta siempre a punto de resurgir” y, en efecto, resurge en el acto tit con el retorno de Ysé, donde ésta se encuentra co- mo “en el lugar de Dios para Mesa”. Claudel intenta entonces lo que se podria llamar una “travesfa del fantasma” de La mujer. Alli se revela que la relacién sexual es imposible; como en Le soulier de satin, im- posible de escribir. Lo real alo que se reduce “la doctrina de la pre- destinacién sexuada” se resuelve finalmente en una docurina del nombre propio que nos recordara que la nominacién concierne siempre a una experiencia, inica de goce: operacién imposible de la que el tea- tro s6lo puede dar un equivalente, “el otro nombre del nombre" —en forma de nominaciones reiteradas: “Mesa, soy Ysé, soy yo"; “Is, Ysé!” ¥ sin embargo, 3 Jacques Lacan, Télewision, Le Seuil, 1974, p. 60.

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