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por el reciente diluvio se calenté con los soles celes- 435 tes y el elevado calor, parié incontables especies y en parte reprodujo las antiguas figuras, en parte creé ma- favillas nuevas. Ella ciertamente no lo hubiera qued do, pero entonces también te engendré a ti, enorme Pitén y, serpiente desconocida, eras el terror para los aap nuevos pueblos: tanto espacio de montaiia ocupabas. ‘Aésta el dios portador del arco™ y que nunca con an. terioridad habia hecho uso de tales armas a no ser contra los gamos y fugitivas cabras, la maté agobiada por mil dardos, con la aljaba casi vacia, derraméndo. se su veneno por negras heridas. Y para que la anti- 445 giiedad no pudiera borrar la gloria de su hazafa, ins. tituyé los juegos sagrados con una concurrida com- eticién, a los que llamé Piticos™ por el nombre de serpiente domefiada™. Aqui cualquiera de los jave- nes que habia vencido con sus manos, con ss pes 0 con la rueda recibfa el honor de las hojas de encina; todavia no existia el laurel, y sus sienes, que se embe- 459 llecian con sus largos cabellos, las ceftia Febo con ho- jas de cualquier érbol. © Apolo es el dios anguitonens adaptacién del epiteto griego toxophoros, hhecha ya por Nevio (cf. B.P. Fr 30 More), quien es el ceador de este tipo de compuestos latinos que tienen como segundo clemento un partcipio de presente, segtin sefala acertadamente M. Barchiesi (1962) 381-382 y 436. 8 Estos juegos, como los Olimpicos, se celebraban cada cuatro ais, pero sin coincidir con ellos: dos afios antes y dos después de cada Olim piada. Comenzaron siendo certimenes de himnos a Apolo, pero mis tar de fueron también atlticos como el propio Ovidio indica a continuacién, Sobre su origen, caricter y evolucién, cf. Nat. Conti Myth V2 (pigs. 320. 321 de nuestra traduccién), quien offece un buen resumen de Pau. X 6, 5. 8, 1 amén de recoger otros testimonios. © Acerca de la muerte de Ptén a manos de Apolo y de las distinta va. riantes que de ella hay, asi como de su nombre y si es dragén o serpiente, cfr. A Ruiz de Elvira (1975) 7981, Sobre si en Ovidio Pitén es masculino © femenino cfr. D. E. Hill (1983). tau] Darne® Fue Dafne, la hija del Peneo*, el primer amor de Febo: éste nc lo ocasioné un ciego azar, sino la renco- 108: Cy . Poco ha el Delio”, orgullo™ so de haber vencido a. slo habia visto do- 455 blar el arco Yensando la cuerda y le habia dicho’ «Qué tienes tt que ver, nifio juguetén, con las armas de los valientes? Estas gestas convienen a mis hombros, puesto que soy capaz de producir certeras heridas a los animales y producirlas a un enemigo, yo que no ha mu- ® Para un estado de la cuestién sobre este episodio, oft. H. Herter (1983). En lo reerente a sus modelos, en especial las Buclicas de Virgilio, ct P. E. Knox (1990). Que la de Dafne es a primera de una serie de his torias idénticas vel por qué de esa recurrencia lo indica J. Fabre (1985). Seguin la veri6n més extendida Dafne es hija de la Tierra y del Lax dén, rio de Arcadia. Que Ovidio, innovador en todo este episodio, a lx ime hija del Peneo, ro de Tesla, puede deberse al intento de dar una ex plicacin etioldgica de cémo el laurel, propio del Tempe valle por donde discurre el Peneo y en el se rendia gran culto a Apolo), se trasplanté a Det fos; ft. L. Castglioni (1964), 117 ss. y HauptEhwald, H. Breitenbach y F. Bimer ad lo © Este eprimer amor» no se refieretinicamente a Apolo sino que abre [a larga lista de amores de dioses y mortales del poema, del mismo modo aque el «primer cimen» de Técito, Ann. 16, abe la larga serie de muertes contenidas en lz obra. Cft. W. C. Stephens (1958) 288. Segin I. A. Cruce (ecogido por P. Burmannus) Ovidio alude al gran amor que sintié Augus to por Livia, qvien, como el laurel, fte estén! en su matrimonio con el prinacps. ft. M.R. Barnard (1975/76). Sobre el significado politico del epi- sodio y su modelo helenistico, cft. F. Williams (1981) y U. Schmitzer (1990) 73-74. 5 Dios del amor, el Eros de los griegos, hijo de Venus. Acerca de su pa drey de otras genealogias,cft. A Ruiz de Elvira (1975) 97. " Sobrenombre de Apolo por haber nacido en la isla de Delos. La critica es undnime en considerar invencidn de Ovidio este dislo- 40 entre Apolo y Cupido. Cit. H, Frankel (1945) 78, E. Doblhofer (1960) 79, W. S. M. Nicoll (1980), para quien el dslogo es una variacién del mo- tivo dela reusatio, y H. Le Bonniec (1985) 156157 n. 36. (1s) cho he abatido, hinchada por numerosas flechas, a Pi- 460 t6n, que con su vientre portador de ponzoita ocupaba tantas yugadas. Tii date por satisfecho mientras provo- cas con tu antorcha no sé qué amores y no aspires alas alabanzas que me pertenecen» A éste le responde el hijo de Venus: «Que tu arco atraviese todas las cosas, Febo, a tiel mio, y cuanto todos los animales son infe. 445 riores a un dios, tanto menor es tu gloria que la mia» Dijo, y surcando el aire con batientes alas rapido se de- tuvo en la umbria ciudadela del Pamaso® y de su aja ba portadora de flechas envi6 dos dardos de diferente actividad: uno pone en fuga al amor, el otro lo provo- «a; el que lo provoca es de oro y resplandece en su agu- 470 da punta, el que lo pone en fuga es romo y tiene plo- mo bajo la cafia. Este lo clavé el dios en la ninfa Penei- de, con aquél, en cambio, hirié a Apolo en lo més {ntimo atravesando sus huesos: al punto uno ama, la otra huye del nombre del amante feliz con los escon- 475 diijos de los bosques y los despojos de los animales cx zados y émula de la casta Febe™; una cinta sujetaba sus cabellos dspuestos sin orden*. Muchos la pretence: ron, ella rechazando a los pretendientes, sin poder so- pottartn marido y libre de l, come los inaccesibles osques y no se preocupa de qué es Himenco™, qué 480 Amor, qué las bodas. A menudo su padre le decia: «me debes'un yerno, hija», a menudo su padre le decia: © Delfos. ® Diana, diosa de la caza y virginal, asi lamada por su abuela la Titéni- de Febe, como se ha dicho en la nota 5. % P.R.J, Tarrant (1982) 355 considera interpolado el v. 477 porque no aparece en los més importantes manuscritos «lactancianos» (eM? Ny, so bre todo, porque estf fuera de contexto y es una recurrencia con el 497 Sobre los argumentos a favor de a autenticidad, que neutralizan los de Ta. sant, ft. Ch. E. Murgia (1985). ® Divinidad protectora del matrimonio, entendido la mayoria de las veces como la propia ceremonia, al igual que Amor puede ser entendido como divinidad 0 abstraccién. Sobre si Himenco es hijo de Urania o de ‘Venus, cfr. R.M.* Iglesias (1990) 190 n, 10. [216] eme debes nietos, hija»: ella, que odiaba las antorchas conyugales como un crimen, habia cubierto su bello rostro de pudoroso rubor y en los carifiosos brazos de 485 su padre, abrezada a su cuello, le decia: «Permiteme, queridisimo padre, gozar de etema vitginidad: antes le concedié esto. a Diana su padres. El, en efecto, se muestra complaciente; pero a ti ese mismo encanto te impide que se dé lo que ansias y tu belleza se opone a tus aspiraciones. Febo est enamorado y desea las bo- 490 das con Dafne nada més verla, y confia en lo que de- sea y le engafan sus propios ordculos; y de la misma manera que lz ligera paja se quema una vez segada la espiga, al igual que arden los setos con las antorchas jue por azar un caminante acercé demasiado o aban- dong al amanecer, asf se inflam el dios, asi arde en 495 todo su pecho y alimenta con su esperanza un amor estéril. Observa que sus cabellos caen sit arreglo en su cuello y dice: <€Qué si se peinan?»; ve los ojos que bri- Ilan con fuego como las estrellas, ve los besos que no es suficiente haber visto; alaba sus dedos y sus manos y 500 sus brazos y también sus antebrazos desnudos en mas de la mitad: si algo esté oculto, piensa que es lo mejor. Ella més rapida que la ligera brisa huye y no se detiene ante estas palabras de quien la quiere hacer volver: «iNinfa, hija del Peneo, deténte, te lo ruego! no te ppersigo como enemigo; ininfa, deténte! Asi huye la 505 cordera del lobo, asi Ia cierva del le6n, asi las palomas con alas temblorosas del aguila, y cada una de sus ene- migos naturales; el amor es para mila causa de la per secucién. iDesgraciado de mi! No caigas al suelo, y las ® Como indica E. Doblhofer (1960) 81, muy pronto fue reconocida la deuda de Ovidio para con Calimaco Hino a Artemis Il 6 583 fue U. Wi lamowitz Moellendorf (1924) I 52 quien hizo hincapié en que las palabras de Ovidio no eran una simple reminiscenca, sino tna cita exacta del dos ‘mo’ parthenienaibrion, appa, pbylésin; con todo, ya Muretus en el siglo xv. (en nota de Ciofanus recogido por Burmannus) habia dicho que Ovidio csté aqui traduciendo a Calimaco, idea en la que también insiste Pontanus en su edicién de 1618. [217]

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