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ot Ardener Tease a ee by Of} i logia 7 , Biblioteca de onmtica v Semiolocsia BIBLIOTECA DE LINGUISTICA Y SEMIOLOGIA E. ARDENER, H. HENSON, R. H. ROBINS, D. HYMES Y J. B. PRIDE 1 A. M. Kondratov DEL SONIDO AL SIGNO ee ae eee ANTROPOLOGIA SOCIAL 3 Y LENGUAJE N. Trubetzkoy, E. Sapir y otros FONOLOGIA Y MORFOLOGIA 4 V. Z. Panfilov Compilador GRAMATICA Y LOGICA Ebwin ARDENER 5 D. Maldavsky TEORIA LITERARIA GENERAL ven Enfoque multidisciplinario PATRIMONNO 6 Orden N° E. Ardener y otros ANTROPOLOGIA SOCIAL Y LENGUAJE 30514 7 E. Ardener y otros MULTILINGUISMO Y CATEGORIA SOCIAL 8 ‘ E, Ardener y otros ANTROPOLOGIA SOCIAL Y MODELOS DE LENGUAJE @) VOLUMEN pemaeea EDITORIAL PATDOS BUENOS AIRES ‘ Titulo del original inglés CIAL ANTHROPOLOGY AND LANGUAJE Parte 1 Publicado por Tavistock Publications Limited 11 New Fetter Lane, London EC4 This book has been set in Modern Series 7 and twas printed by Butler & Tanner Ltd., Frome and London © Association of Social Anthropologists of the Commonwealth 1971 Versién castellana de César TomAs Ama Impreso en la Argentina - Printed in Argentina Queda hecho el depésito que previene la ley 11.723 © Copyright de todas las ediciones en castellano by EDITORIAL PAIDOS S.A.LC.F. Defensa 599, 3°" piso - Buenos Aires NOMINA DE COLABORADORES Edwin Ardener Nacido en 1927, en Inglaterra; graduado en la Universidad de Londres, B. A., y Oxford, M.A. Treasury Studentship, 1949-52; investigador, Inego investigador Senior WAISER/NISER, University College Ibadan, Nigeria, 1952-62; Oppenheimer Student, Oxford, 1961-62; Treasury Fellowship, 1963; catedratico en Antropologia Social, Oxford, 1963; miembro del St John’s College, Oxford, 1969. Autor de Coastal Bantu of the Cameroons, 1956; Divorce and Ferlility, 1962; y ensayos sobre antropologia social. Coautor de Plantation and Village in the Cameroons, 1960. Hilary Henson Nacido en 1946, en Londres; estudié en Oaford, St Hilda’s College y St Cross College, B.A. (inglés), B. Litt. (Antropologia Social), Colabora regularmente en la Bec. Dell Hymes Nace en 1927, en Portland, Oregon; educado en el Reed College, B. A. (Litera- tura y Antropologia); Universidad de Indiana, N. A., Ph. D. (Lingiiistica). Investigador de campo de la lengua y cultura chino¢k, Oregén, 1951, y hasta el presente, con inter- mitencias; profesor asistente e instructor de Antropologia Social, Universidad de Har- vard, 1955-60; profesor asociado y profesor de Antropologia, Universidad de California, Berkeley, 1980-65; profesor de Antropologia, Universidad de Pensilvania, 1965. Autor de On Communicative Competence, 1971. Compilador de Language in Culture and Society, 1964; Pidginization and Creolization of Language, 1971. Ha compilado, junto con J. J. Gumperz, The Etnography of Communication, 1964; Directions in Socio- linguistics, 1972, John B. Pride Nacido en 1929, en Inglaterra; educado en la Universidad de Edimburgo, M.A. -(Rengya y Literatura Inglesa), tras prestar servicio en la Armada Real. Lektor de SBitéiatura’Inglesa, Universidad de Gotemburgo, Suecia, 1959-60; profesor Inglesa, Universidad de Edimburgo, 1960-63; profesor de estudiantes extranjeros, Moray House College of Education, Edimburgo, 1963-65; profesor de Lengua Inglesa y Lin- giiistica General, Universidad de Leeds, 1965-69; profesor de Lengua Inglesa, Univer- sidad Victoria, de Wellington, Nueva Zelandia, 1969. Autor de The Social Meaning of Language, 1971; y ensayos sobre sociolingiiistica. Robert H. Robins Nacido en 1921, en Broadstairs, Kent; educado en la Universidad de Oxford, M. A., Universidad de Londres, D. Litt. Profesor de Lingiiistica, Escuela de Estudios Orien- tales y Africanos, 1948-54; Docente de Lingiiistica General, Universidad de Londres, 1954-64; Profesor de Lingiiistica General, Universidad de Londres, 1965. Investigador en la Universidad de California, 1951 (trabajo de campo sobre los Yurok); Profesor Invitado, Universidad de Washington, Seattle, 1963; Profesor Invitado, Universidad de Hawaii, 1968; Profesor Invitado, Universidad de Minnesota, 1971; Secretario Hono- rario de la Sociedad Filologica, 1961. Autor de Ancient and Medieval Grammatical Theory in Europe, 1951; The Yurok Language, 1958; General Linguistics: An Intro- ductory Survey,-1964; A Short History of Linguistics, 1967; Diversions of Bloomsbury: Selected Writings on Linguistics, 1970. ‘ INDICE INTRODUCCION, por Edwin Ardener Antropélogos sociales y lingiiistica: niveles de relacién EI nivel técnico EI nivel pragmatico E] nivel de explicacién Referencias bibliogrificas LOS PRIMEROS ANTROPOLOGOS INGLESES Y EL, LENGUAJE, por Hilary Henson Lenguaje y raza La idea del lenguaje primitivo Las lenguas primitivas y el origen del lenguaje Estructuras cognitivas y lenguaje El uso de las categorias “nativas”: miana, totem y tabi Conclusién Referencias bibliograficas MALINOWSKI, FIRTH Y EL “CONTEXTO DE LA SITUACION”, por Robert H. Robins Referencias bibliograficas LA SOCIOLINGUISTICA Y LA ETNOGRAFIA DEL HABLA, por Dell Hymes El alcance de la descripcién lingiiistica Direcciones de la descripcién lingiiistica Funciones del habla Resumen metodoldgico Referencias bibliograficas USOS Y CASOS DEL COMPORTAMIENTO VERBAL, por John B. Pride Un enfoque transaccional de la sociolingitistica Funciones del habla Referencias bibliogréficas 103 112 115 120 127 135 138 148 153 153 169 ‘ INTRODUCCION Edwin Ardener DoranTE Mucuo tiempo ha llamado la atencién Ja incapacidad de la importante generacién intermedia de antropdélogos sociales de la escuela inglesa para responder al desafio del lenguaje; y actualmente quiz nada ejemplifique con tanta claridad ese creciente abismo entre la vieja y la nueva antropologia social, como las diferentes actitudes hacia el lenguaje que se aprecian en cada bando. Esta situacién contrasta notablemente con la “antropologia cultural” de los x.v.a., donde el estudio del lenguaje nunca ha perdido su prioridad. En realidad, hasta la antropologia lingiiis- tica ha alcanzado alli un desarrollo muy superior al que corresponderia a un mero subcampo de la antropologia: su vasta bibliografia esta empe- zando a exceder lo que cualquiera, salvo un’ especialista consagrado por completo a la materia, puede asimilar. Por supuesto, la autonomia acadé- mica de la lingiiistica ha sido ratificada en todas partes hace ya mucho, por lo cual parecié econédmico y légico que su estudio fuera confiado a especialistas. En su momento, este criterio fue el mas razonable. Durante las décadas de 1940 y 1950, no obstante, cuando la teoria inglesa en antro- pologia social solia dar la impresién de seguir cobijandose bajo los resul- tados del periodo malinowskiano, la lingiifstica cientifica Ievé a cabo uno o dos sorprendentes avances de suficiente importancia como para que el pensamiento en disciplinas adyacentes empezara a sentirse acosado. Fue Ja creciente influencia de Lévi-Strauss lo que puso a la antropologia social inglesa al tanto de las novedades. Resulta un tanto irénica esta situacién: que la influencia de un pensamiento que en alguna medida se decia deri- vado de la lingiifstica haya Iegado a ser tan importante en la antropologia social inglesa, de la que el estudio directo de la lingiiistica habia estado ausente tanto tiempo. La importancia de Malinowski en la escuela londinense de lingiiistica oscurecidé esta situacién. Como lo demuestra Henson, los antropélogos so- ciales no han dejado de sentirse intranquilos ante el lenguaje desde prin- cipios del siglo x1x. En muchos aspectos, el temprano desarrollo de la filologia comparada fue un estorbo antes que una ayuda al avance teérico, por haber estimulado, como lo hizo, algunas de las especulaciones menos fecundas sobre razas y origenes primitivos. En Oxford, Max Miiller, ale man, traté de éxpresar, adelantandose a su tiempo, aunque en una forma posteriormente muy criticada (Evans Pritchard, 1965: pags. 20-23), algunas de las relaciones entre ler guaje y mito, estudio que no volvié a gozar de i aprobacién oficial a lo largo de los cincuenta afios que siguieron. ft E.imoVimiento filolégico de la década de 1870, obra de Brugmann y sus colegas, parecié no ejercer ninguna influencia. Los neogramaticos vivieron y murieron ignorados por la antropologia inglese. En la primera década del presente siglo Ferdinand de Saussure hablé en sus clases de temas como sincronfa y diacronia, y no fue citado luego por antropélogos cuyo tratamiento de estos asuntos era mucho menos habil. Malinowski enseiié a sus alumnos a “aprender el lenguaje”; lo prueba el hecho de que tantos, y con tan buenos resultados, lo intentaran, provistos de un conocimiento muy pobre (asj nos parece ahora) de los principales avances de la Tin- giiistica descriptiva de las décadas de 1920 y 1930. En los E.UA. Ja lingitis- tica antropolégica crecié de década en década, de Boas a Sapir, hasta el presente, casi inadvertida. La glotocronologia surgid y cay. La teoria de la informacién aparecié en 1948, fecundé la lingitistica y la psicologia y lentamente pasé de moda: pocos antropdlogos ingleses la notaron. Chomsky florecié durante diez afios antes de que muchos pudieran, con vacilacio- nes, deletrear su nombre. Sdlo en uno o dos centros académicos que se mantenian en relacién con un mundo intelectual mas amplio pudieron, en los ultimos afios de la década de 1950 y en la de 1960, las influencias de las escuelas francesa y norteamericana reunirse y ser incorporadas a la tradicién inglesa. ; Si todo esto hubiera sido expresién de una suprema autoconfianza disciplinaria, hubiera merecido una total admiracién. Pero, de hecho, des- pués de 1960, mientras los movimientos recientes sacaban a relucir los problemas més vivos, a los arquetipos de la profesién se los veia sumidos en una actitud de autoimpugnacién (véase pAgina 60) que, en su valor nominal, corrié el-riesgo de ser confundida con la ascendente institucién “ciencia social”. La idea de la pertinencia de la lingiijstica tedrica en el campo de la antropologia social nunca tuvo mucho predicamento en los circulos antropolégicos de Londres posteriores a Malinowski (pese a los esfuerzos aislados de Milner, 1954, y mas recientemente de Whiteley, 1966), y en la estructura social de la antropologia inglesa, Londres ha tenido considerable peso, aun en sus perfodos mas sofiolientos. Hacia 1969, cuando fue convocado el simposio de la sa sobre el lenguaje, el numero total de miembros de la Asociacién que se consideraron calificados para presentar ensayos formales fue atin muy bajo. Y entre éstos hubo quienes, por una u otra razén, no pudieron presentar trabajos, y en consecuencia no estén representados en este libro, excepto por citas de sus escritos. Otros hicieron valiosas contribuciones verbales. Los lin- giiistas que vinieron como nuestros invitados, y que si estan representados aqui, han sido muy generosos al apoyar nuestros pasos relativamente incultos, ; Ee Este volumen, por Jo tanto, se propone alcanzar varios objetivos (cual- quiera que sea su posibilidad de éxito). El! primero, ser leido sobre todo por antropélogos sociales, y no como:una mera rama especializada de su disciplina, sino como una ilustracién de ciertas tendencias postfunciona- listas de pertinencia general. Segundo, mostrar los alcances del trabajo que puede hacerse o ha sido hecho, y ubicarlo en Ja perspectiva de las nuevas 12 tendencias tanto de Ja antropologia social como de la lingiifstica. cfrecer con dnimo de colaboracién algunas reflexiones al creciente co de lingiiistas y otros estudiosos con intereses “sociolingiifsticos”, En cuanto al primer objetivo, gran parte dé este ensayo introductorio se limitara a repetir un mémero de temas bien conocidos por los lingiiistas, de un modo que puede ser a yeces algo elemental; no obstante lo cual, se trata casi siempre de un modo antropoldgico, si no el unico modo an. tropoldgico posible. He trabajado aqui sobre algunas de mis conferencias leidas en Oxford entre 1964 y 1969, Es posible que por momentos la dis- cusién esté dirigida con excesiva insistencia a la elucidacién de los errores del pasado, y quede expuesta a una critica més seria por parte de antro- pdlogos sociales que, tomando por sincera la intencién que la anima, duden de la habilidad de su realizacién. Desde 1967, afio en que por primera vez se proyecté la Conferencia, ha aumentado dentro de la asa el numero de antropélogos entrenados en lingitistica. Confio en que las flaquezas serdn toleradas, teniendo en cuenta el perfodo particular en que fue com- pilado el presente volumen. Posiblemente ser4 recibido en Estados Unidos como una evidencia mas de la eterna “insularidad” y “parroquialismo”, cargos que ahora parecen inseparables de a idea que los norteamericanos se hacen de la antropologia social inglesa (Murdock, 1951; R. Firth, 1951; M. Harris, 1969). Quizd podamos sentirnos respaldados en parte por la contribucién de uno de sus mas eminentes antropélogos-lingiiistas. Sin duda es cierto que los antropdlogos sociales de'la asa deberian estudiar el Jenguaje recurriendo al copioso trabajo ya realizado en el campo de la antropologia en general. No seria necesario un debate interno mediado por intérpretes especiales. En consideracién a todo lo cual, cualquier apro- ximacién al lenguaje que la escuela inglesa pueda hacer, tiene, 0 promete tener, caracteristicas propias, y deberd desarrollarse a partir de sus propios intereses, En lo que al segundo objetivo se refiere, el volumen entero es presen- tado como prueba, con las bibliografias de los colaboradores citadas como evidencia parcial. Aqui dependemos més estrechamente de nuestros co- legas lingiiistas. Algunos temas no estén representados: en particular la contribucién de filésofos que podrian iluminar muchos de los problemas tratados. La mayor omisién deliberada desde el punto de vista socioantro- poldgico es la consideracién directa de la terminologia de parentesco, puesto que el préximo volumen de esta serie esta dedicado al estudio del parentesco, bajo la edicién de un especialista de primera linea (Needham, 1971). Un volumen posterior se referir& a otros aspectos del mismo terreno. EI presente enfoque, pese a todo, debe mucho al importante desarrollo en estos campos, con e] que esté claramente alineado. En cuanto al tercer objetivo, en un comienzo puede parecer impropio instrumentarlo a la luz de la larga ausencia de Ia lingiiistica en Ja antro- pologia social ingiesa, Creemos que en la Conferencia quedé demostrado que no era éste el caso. La falta de estudio directo del lenguaje ha tenido algunas ventajas. La antropologia social ha desarrollado por su cuenta reflexiones que tienen cierta pertinencia en la actividad lingilistica, y, como una disciplina profesional auténoma, estd perfectamente equipada para 13 .¢yaluar, el componente “social” de cualquier sociolingitistica que se le pro- eRe La materia tiene sus Junggrammatiker, jam cuando la opinién de Leitner sobre los primeros neogramaticos (“terrorismo literario ejercido por una horda de sanscritistas” - véase mds adelante, pagina 80 n. 2) crea un modelo prejuicioso para la comprensién de los movimientos “neoantropo- légicos”! A los lingitistas, bastaré ofrecerles como nuestra justificacién, y aspiracién, un texto convenientemente corregido de Hjelmslev (1963: pag. 127): “Una restriccién temporaria del campo de visién fue el precio que hubo que pagar para sacar de Ja sociedad misma su secreto. Pero precisamente a través de este punto de vista inmanente y'en virtud de él, la antropologia social misma devuelve el precio que exigié.” ANTROPOLOGOS SOCIALES Y LINGUISTICA: NIVELES DE RELACION Podemos empezar con los tres niveles de contacto entre los temas de las dos disciplinas, establecidos por Lévi-Strauss: 1) la relacién entre un Jenguaje singular y una cultura singular, 2) la relacién entre lenguaje y cultura, y 3) la relacién entre Ja lingiiistica como disciplina cientifica y la antropologia (Lévi-Strauss, 1963a: pags. 67-68; J. R. Firth, 1957b: pag. 116; Hymes, 1964: pag. xxi; Whiteley, 1966: pAg. 139). Estas divisiones dificilmente pueden ser consideradas exhaustivas, y las dos primeras man- tienen una vinculacién muy estrecha, Hymes (1964) muestra qué penoso resulta Ilevarlas a la practica, y sugiere una serie de distinciones que debe ser tenida en cuenta (pAginas 25-27). No menos importante, por su- puesto, entre los muchos largos debates que podrian plantearse, es si el “lenguaje” debe ser clasificado como parte de la “cultura”, como opuesto a la “cultura”, como un determinante de la “cultura”, 0 qué otra posibilidad —como si “cultura” (gy “lenguaje” también?) en este contexto, no fuera un término difuso capaz de oscurecer cualquier solucién. Prefiero aqui introducir la materia desde un punto de vista ligera- mente distinto, tomando tres niveles sobre los que los antropdlogos sociales de Inglaterra han notado la pertinencia de la lingiiistica para su temas hace ya una generacién o dos. La idea de niveles aqui deriva’de la ten- dencia observada en los antropélogos sociales ingleses a aislar piezas del estudio del lenguaje para su propésitos particulares. Pueden ser clasifi- cados de este modo: 1, Un nivel técnico: sobre el cual Jos antropdlogos. sociales pueden buscar y recibir ayuda en el aprendizaje de idiomas, especialmente idiomas cxéticos y sin escritura, con los que caracteristicamente tienen que trabajar. 2, Un nivel pragmdtico: en el que pueden interrogarse sobre la utilidad —si la tienen— de los datos lingiiisticos en la interpretacién de datos antro- polégicos de una regién dada o de un pueble dado. 14 | 30514 3. Un nivel de explicacién: en el que pueden buscar la ap! si la hay, de teorias sobre el lenguaje (aun de teorias sobre la lin; a teorias sobre la sociedad, o sobre la cultura, o sobre la ubicacién metas de la antropologia social. : En Inglaterra, como he dicho, Jos tres niveles tienden a ser tratados separadamente. En toda época ha habido interés en el nivel 1, A veces ha habido interés en el nivel 2. Hoy en dia, ha habido un considerable interés en el nivel 3. Estas relaciones escindidas con la lingiiistica han escindido correspondientemente Ia aprehensién del lenguaje como un todo, especialmente entre los postmalinowskianos. Estos niveles, entonces, cons- tituyen un punto de partida uitil para la discusién sobre el modo de dis- poner de ellos. EL NIVEL TECNICO A partir de Malinowski, la mayoria de los antropdlogos sociales han presupuesto el conocimiento de] lenguaje como condicién sine qua non de un buen trabajo de campo. En pocas palabras: “Los sociélogos pueden hablar el mismo idioma (aproximadamente) que el pueblo que estudian, con el que comparten por Jo menos algunos de sus conceptos basicos y categorias. Pero para el antropd- logo social Ja tarea mas dificil, casi siempre, es comprender el lenguaje y mods de pensar del pueblo que estudia,que pueden ser —y es pro- bable que lo sean— muy diferentes de los suyos. Esta es la causa por la que en el trabajo de campo en antropologia es indispensable un sélido conocimiento del lenguaje de la comunidad estudiada, pues las categorias de pensamiento de un pueblo y las formas de su lenguaje estén inextricablemente ligadas” (Beattie, 1964a: pag. 31). Este criterio, con su énfasis en las categorias del pensamiento, cons- tituyé un avance importante sobre la actitud mAs mecanicista de muchos autores, que a menudo se dejaban llevar por una fe irreflexiva en la habi- lidad lingiiistica del antropélogo social tipo. Los intérpretes parecian ser aborrecidos —aun odiados—. Ahora, hay muchas buenas razones que nos impiden dejar de lado a los intérpretes en la antropologia social. Sin duda la mayoria de los autores se imaginaban aquellas figuras de uniforme caqui (corruptas con frecuencia) al servicio de las administraciones coloniales. Sélo debemos comentar Ja sorprendente indiferencia de los antropélogos sociales ante las posibilidades de Ja ensefianza de idiomas para adultos. El profesor Fortes ejemplifica los problemas conexos con gran claridad en su Introduccién a The Dynamics of Clanship among the Tallensi. Dice: “Como no existe literatura lingjiistica sobre los tallensi, tuvimos que aprender su dialecto desde cero, con la ayuda de un intérprete medio analfabeto y la escasa literatura sobre Mole-Dagbane.” Hasta ahora todo va bien. 15 = ah “Nog/llevé alrededor de seis meses aprender suficiente talni para la copfunicacién practica con la gente. Hacia el fin de la primera gira -Yalcanzamos la suficiente eficiencia como para prescindir del intérprete. Con todo, demasiado bien sé que no alcanzamos sino un moderado conocimiento del vocabulario, y una pobre apreciacién de los matices mas finos de pensamiento y sentimiento que pueden expresarse en talni” (1945: pag. xii). Generalicemos el sentido de este informe: durante seis meses el antro- pélogo no tuvo “comunicacién practica” sino a. través de un intérprete semialfabeto. Finalmente, tras una “gira” (gdieciocho meses?) prescindié del intérprete cuando atin tenia sélo un “moderado conocimiento del vo- cabulario”, y no podia apreciar plenamente los “mds finos matices” del talni. Esta es la malla lingiifstica a través de la cual se nos transmite la cultura tallensi. Lo cual no implica, por supuesto, impugnar el trabajo de Fortes. Sin temor podemos tomar a este autor como ejemplo, precisa- mente porque en cada pagina se hace patente su habilidad técnica lin- giifstica. Nos las habemos con un modo de expresién: en la ideologia de ese periodo, que desde ese punto de vista recién ahora puede decirse que esta terminando, de los intérpretes siempre se “prescinde”, como si se bebiese de ellos hasta agotarlos y luego se los desterrase. La idea del Jenguaje bien y verdaderamente aprendido correspondié al viajero de ofdo pobre, del tipo “arrebaté unas pocas palabras de swahili”, y tiene origenes mas roménticos que realistas. Sospechamos que Malinowski alenté esta rama particular de la ingenuidad, aunque los boasianos norteamericanos tampoco estuvieron libres de ella. Hay que recalcar que la practica antro- poldgica fue a todas luces superior a la teoria lingiiistica que pretendia dirigirla. No obstante, fue un error considerar al lenguaje como una herra- mienta de investigacién con muy pocos problemas, y no es casual que el trabajo mas escrupuloso de los antropélogos sociales modernos en los cam- pos de] mito, las creencias y el simbolismo se apoyen generalmente sobre sdlidas bases de instruccién ajenas a la antropologia social: lengua, filosofia, clasicos, o alguna otra rigurosa disciplina humanista. Muchos antropdlogos de campo siguieron cursos técnicos de lingiiistica, hecho que, pese a las creencias mecanicistas corrientes, no tuvo el efecto de familiarizar a los antropdlogos sociales con la jerga ordinaria de la lingiifstica descriptiva. Esto contrasta con el caso norteamericano. Lo cual no deja de ser admirable. Lo apunto aqui solamente para hacer no- tar el hecho de que un criterio técnico de) lenguaje no ha conducido necesariamente a ninguna familiaridad con los tecnicismos del lenguaje. En realidad, aun entre estudiantes graduados los signos usados en una transcripcién fonolégica ordinaria sin gran sofisticacién, despiertan el mismo rechazo que los usados en matematica (0 en estadistica elemental). Esto puede deberse precisamente a un criterio mecanicista de ambas disciplinas: Jos elementos técnicos de la lingiiistica (como, en muchos casos, los de las estadisticas) tienen la mera utilidad de servir a propésitos especiales, mientras los principios apenas si son comprendidos. Van junto con las medicinas de viaje, y nadie se ocupa de ellos hasta que Iega el momento 16 de usarlos, El criterio postmalinowskiano del lenguaje se maneja\ fe permanente en el “Berlitz modificado de los investigadores una suerte de “mira, oye, y habla”. En gran medida el “contex situacién” de Malinowski dio titulos tedricos a esta confianza: como si € contexto’ fuera a decirlo todo si uno tiene realmente ojos para ver. En la practica fue comin recurrir a bilingiies, 0 mds bien a bilingiies parciales € inadecuados, como podia esperarse que sucediera. No es que el antro- pdlogo social no pudiese aprender idiomas, sino que no le acordaba a este aprendizaje el status intelectual que merecia. Por cierto, aprendian algo, pero jamas examinaban cémo lo hacian, ni lo discutian en publico, ni usaban su experiencia para corregir errores ajenos.' Un simposio de tra- bajo de campo, por otra parte excelente y actualizado, como el de Epstein (1967) carece de un capitulo sobre lenguaje (ni hay una sola referencia al respecto en el indice). La propia contribucién de Malinowski es discu- tida en este volumen; tocamos aqui la falla de sus alumnos més represen- tativos en cuanto al estudio del lenguaje, aun en el nivel técnico del cual puede pensarse que, implicitamente, depende el moderno trabajo de campo; ta ignorancia aqui es injustificada, pues lo mismo sucede con gtras materias, tales como psicoanilisis 0 macroeconomia (Gluckman, 1964). E] problema verdaderamente formidable de comunicacién entre el antropélogo social en accién y los miembros de la otra sociedad, radica en el corazén de la antropologia social tradicional, aunque pocos lectores des- prevenidos lo hayan percibido a través de la lectura de Jas mds blandas monografias de los ultimos treinta afios. Hay excepciones: la clésica me- moria de Evans-Pritchard, por ejemplo (1940), 0, mas recientemente, el informe lingiiisticamente c4ndido de Maybury-Lewis (1967). Por lo gene- ral, en las monograffas mismas el conflicto est4 superado. La contradiccién entre la tarea de interpretacién y el supuesto aparato lingiiistico implicado es notablemente amplia, como hemgs visto. Puede resolverse de este modo. Aun el acercamiento técnico mas ejemplar al Jenguaje no habré resuelto de hecho el problema basico de la comunicacién. La “experiencia” antro- polégica deriva de la aprehensién de una inadecuacién critica de (por lo menos) dos concepciones integrales del mundo. La rigidez de las herra- mientas lingiiisticas de los funcionalistas no impidié sin embargo esta refle- xién. Por el contrario, la experiencia de la “incomprensién” le es decisiva. Si todos los antropdlogos sociales hubieran sido cabalmente entrenados en (digamos) la fonémica de su época, es posible que hubieran llegado mucho menos rapido a la conviccién de que ias transcripciones no son suficientes. El problema puede haber sido oscurecido, como lo esta en cierta sociologia occidental, por una comprensién aparentemente detallada, pero superficial en realidad. Los postmalinowskianos hablaban como si ellos usasen el len- guaje como una “herramienta” para la comprensién de las sociedades, pero de hecho se vefan forzados a intentar esta comprensién por la imposicién 1 Sino nunca, entonces casi nunca. La correspondencia entre Bohannan (1956, 1958a, 1958b) con Beals (1957) y Taylor (1958), por ejemplo, es curiosamente discreta en esta materia. Bohanna que la lingiiistica no presta ayuda en el aprendizaje de idiomas. Este breve intercambio, sin embargo, viene de un medio excepcional en cuanto al mantenimiento de interés en el lenguaje. 17 a Seereeer sobre six’ material de varias “estructuras” cuyas bases intuitivas y observa- ales s6lo en parte estaban abiertas al examen. En la década de: 1950 itus existencial de tales estructuras se habia vuelto una preocupacién para el precavido. La escena estaba preparada para la discusién de los “modelos”, categorfas cognitivas, y todo el resto. El estudio del lenguaje tenia, por supuesto, una importancia real para los antropélogos sociales preocupados por estos temas, no principalmente en el nivel tedrico, sino, por el contrario, en los niveles mas generales de la teorfa y prdctica lin- gitisticas. Por cierto que estas observaciones no intentan hacer una virtud de un acercamiento obstinadamente erréneo al lenguaje. Los antropélogos sociales de Francia y los £.v.A. llegaron a similares consecuencias sin sepa- rarse del estudio del lenguaje. No obstante, sugieren la causa por la que las monograffas etnogrficas funcionalistas del periodo de posguerra con- tienen pocos clasicos, y, por el contrario, los trabajos recientes mas intere- santes no se han apoyado en la etnografia tradicional sino en el andlisis de modelos primitivos (y cientfficos) del mundo. EL NIVEL PRAGMATICO E] segundo nivel de contacto entre la antropologia social y la lingiiis- tica se ha ubicado esencialmente en el nivel de los “datos”. Hubo un tiempo en que mucha de la interaccién més fructifera entre las dos disciplinas pudo ser ubicada bajo este encabezamiento. Siempre ha sido normal, por ejem- plo, para los antropélogos, especialmente en £.v.a., interesarse por las implicaciones histéricas del material lingiifstico. Donde han existido espe- cialidades literarias y lingiiisticas bien establecidas para ciertas culturas y regiones, los antropélogos sociales han recurrido a ellas con gratitud (por ejemplo, para los estudios sobre la India, Dumont y Pocock, 1957-66; para sinologia, Freedman, 1963). La resurreccién general de los intereses his- téricos en la antropologia social inglesa a partir de la década de 1950 (Evans-Pritchard, 1950, 196la) ha dirigido también la atencién al trabajo lingiifstico en dreas etnogrdficas mAs tradicionales. Asi, la clasificacién de los lenguajes de Africa, que ha arrojado una luz nueva y a menudo des- orientadora sobre la historia del continente (Greenberg, 1963b; y Guthrie, 1948, 1953, 1962), ha provocado cierto interés por la naturaleza de la clasificacién de lenguajes y sus relaciones con la tribu (cf. Ardener, 1967: pags. 293-299; Chilver y Kaberry, 1968: pags. 9-12). Los problemas que plantea la clasificacién de lenguas exdticas han despertado también el inte- rés por la obra de Swadesh, y por las teorias asociadas con los nombres “lexicoestadistica” y “glotocronologia” (Swadesh, 1950; Hymes, 1960). La tradicién nativa de estos intereses histérico-lingitisticos pasa a través de antropélogos-administradores como Meek (v.g. 1931), Talbot (v.g. 1912), y Northcote Thomas (v.g. 1914). No obstante, estos hombres estuvieron pasados de moda durante mucho tiempo, y después solia acordarseles el rango menor de “etndlogos”. En este nivel, hay un sentido en el cual Ja antropologia social ha sido 18 ae + ame! aiduierer, capaz de “tomar o dejar” las contribuciones de la lingitistica. clases de datos, sociales y lingiiisticos, no siempre armonizaban bt paraddjicamente a causa de algunos contactos en este nivel que [a i faccién por la lingiiistica, caracteristica de la mayoria de los funcionalistas de posguerra, terminé de confirmarse. Los estudiosos de ambas materias construyen inevitablemente numerosas teorias sobre datos detallados sin preocuparse mayormente por el otro, Es también a este nivel que los ideales de “trabajo en equipo” o aun de seminarios comunes entre antropélogos sociales y lingitistas pierden eficacia. Como veremos, Lévi-Strauss pas6 aiios luchando con la terminologia lingiiistica en este nivel, y no empezé a clarificar su idea de la pertinencia de la lingiiistica estructural hasta que hubo abandonado efectivamente el nivel pragmitico por el nivel de expli- cacién. La mejor obra reciente en sociolingiiistica no se zestringe a un solo nivel de operacién: busca principios unificadores dentro de los cuales puedan usarse (con la mayor ventaja reciproca) los datos y métodos de la antropologia social y la lingiiistica. No obstante, un buen terreno en el que pueden hacerse los contactos pragmaticos es la investigacién del modo en que los miembros de las sociedades clasifican su medio ampiente. Una discusién aqui servira para introducir de un modo practico al; de las implicaciones que luego consideraremos en el nivel de explicacién. Clasificacion y categoria Este campo de la lingiiistica confina estrictamente con los intereses de la antropologia social. Hace mucho tiempo, Durkheim y Mauss presta- ron atencién a ciertos principios unificadores que ligaban las categorias sociales y mentales de un pueblo. Muchos nombres bien conocidos en la lingiiistica y la antropologia social norteamericanas (como, entre otros, Sapir, 1921; Whorf, 1956; Pike, 1954; Conklin, 1955; Lounsbury, 1956, Goo- denough, 1956; Frake, 1961), han contribuido, de una manera u otra, a este campo (algunas veces inadecuadamente Hamado “cognitivo”), asi como antropélogos sociales europeos como Lévi-Strauss (en mucho de su vasta obra), Leach (por ejemplo, 1964), Douglas (1966), y Needham (1960b). Algunos de sus desarrollos se han vuelto muy complicados. Hablando de manera general, casi todo este trabajo confirma la conclusién de Saussure de que el lenguaje no es simplemente un instrumento clasifi- catorio del mundo “real”. Mas bien, hay alguna relacién entre las catego- vias a través de las que se experimenta el mundo y el lenguaje usado para expresarlas. Algunas frases vagamente citadas al respecto no son causa de un serio conflicto de opiniones, pero las viejas cuestiones metafisicas y filoséficas que proponen estan lejos de ser resueltas (L. J. Cohen, 1966; Hook, 1969: pags. 3-47). EI criterio extremo de que el lenguaje realmente determina la concepcién del mundo de un modo cuasiindependiente, es atribuido por lo general a Whorf, y esta version es cominmente rechazada (véase Hoijer, 1955; L. J. Cohen, 1966: pags. 82-94). En algunos aspectos el trabajo de los semdnticos alemanes es mas estimulante hoy a causa de su enfoque mas verdaderamente estructural, derivado de Saussure. Le debemos a Ullman (1951) el que estas obras sean familiares en Inglaterra. 19 ve A aquellos antropélogos sociales para quienes todavia son novedosas las implicaciones generales de esta linea de trabajo, se los puede ilustrar mejor con cl ejemplo clésico de la terminologia de Jos colores. Esto es, la mancra cn que el espectro se divide en los diferentes idiomas. Podemos to- mar el ejemplo, popularizado ya por Hjelmslev (1943: pags. 48-49), de los diferentes campos de referencia de ciertos nombres de colores en inglés y galés, cuya reimpresién,® una vez mas, justifico afiadiendo, para mis propios propésitos, columnas para el galés coloquial moderno y para el ibo, y extendiendo el espectro hasta incluir el “negro” (figura 1). El modo en que interpretamos la relacién entre la realidad subyacente y la “clasificacién impuesta”, esta abierto a la controversia. Las etiquetas newtonianas a los colores en que se divide el espectro no proveen tal reali- dad, pues son el tipico ejemplo del mismo proceso. Se sabe que Newton llamé a un amigo para que designara los colores de su espectro, pues él] no era capaz de distinguir matices. Deseaba que hubiese siete colores, y el _término “indigo” fue usado para redondear ese niimero." Este relato extraordinario revela mucho acerca de la categoria “sicte” en el pensamiento cientifico del Renacimiento y acerca de las importaciones de tintura indigo a Europa en el mismo periodo. Se ha sugerido, no obstante, que hay ciertos detalles esenciales dados en cualquier clasificacién de color, que constituyen universales en la clasificacién de colores en un nivel mucho mas profundo que el que revela una simple comparacién de sistemas diferentes. De todos modos, no hay ninguna diferencia, en principio, entre el conocido, pero sorprendente ejemplo de la clasificacién de los colores y varias otras categorias impuestas sobre el ambiente social y fisico por diferentes comunidades sociolingiiisticas. 2 Véase también Helmsley, 1934: pag. 49; Malmberg, 1964: pag. 128; Capell, 1966: pag. 39 (donde no esta correctamente demarcado). Hielmslev alude también a otros sistemas: diferenciacién de hermanos por sexo y edad, como entre el magyar, francés y malayo (véase Hjelmslev, 1957: pag. 104); diferenciacién de “‘arbol-monte- selva” entre el francés, aleman y danés (1957: pag. 106; 1943: pig. 50). Véase también Ullmann (1951). 3. Newton (diciembre de 1675) pensé que los siete colores debian corresponder a los siete intervalos en nuestra octava: “Hace algunos afios, en una habitacién oscurecida, con los colores prismaticos reflejados perpendicularmente en un papel distante veintidés pies del prisma, le pedi a un amigo que dibujara con un lapiz lineas a través de la imagen, 0 columna de colores, donde cada uno de los siete susodichos colores fuera mis pleno y vivo, y también donde juzgara que se encontraban los confines entre ellos, mientras yo sostenia el papel de modo tal que la imagen pudiera caer dentro de un circulo marcado sobre él. Y esto lo hice en parte porque mis propios ojos no son muy exactos en distinguir colores, en parte porque otra persona a quien no le hubiese comunicado mis ideas en la materia, no tendria sino sus ojos para indicarle dénde trazar sus marcas” (correspondencia recopilada en I. B, Cohen, 1958: pag. 192; Turnbull, 1959: pigs. 376-377). Berchenshaw escribié sobre el sistema de Newton (10 de Febrero de 1676): “Que la naturaleza genuina, y verdadera razén de la excelencia y totalidad de la armonia de tres, cuatro, cinco, seis y siete partes, puede discernirse claramente en el sistema de siete partes” (Cohen, op. cit.: 226). La intuicién de que un relativismo total es improductivo ha si borada por la evidencia surgida del estudio comparativo, que sugi un necesario relativismo tis-d-vis (por ejemplo) de las categorias del no necesariamente ha de inducirnos a creer en una total arbitrariedad toda categorizacién humana, No pretendo internarme en este debate en tanto se trate de los términos de parentesco. Lounsbury (1969: pag. 18) se ha referido a las posiciones asumidas por colegas mios (Beattie, 1964b), junto con la de, por ejemplo, Leach (1958), como ejemplos de “criterio relativista extremo”. Este enfoque y algunos aparentemente similares (Needham, 1958), de hecho eluden su obligacién, pues su efecto es atribuir a la estructura de] parentesco homologias con otras estructuras simbélicas Ficura 1. Algunas categortas de color ahehea ndu (no necesariamente genealdgicas). que son, » pueden ser, atribuidas a uni- versales de otra clase: los de los procesos clasificatorios humanos. Ade- mas, ciertas clasificaciones al menos parecen fielmente calcadas sobre realidades fisicas y biolégicas de la condicién humana, segin lo cual las diferentes categorizaciones sociolingiiisticas de varias comunidades pueden desviarse quiza sdlo en su grado de “amplitud”, 0 en la direccién de ésta. El “relativismo” en tales casos aparece sélo en la determinacién de los limites, No obstante, la justificacién de la diferencia entre aquellas clasi- ficaciones que tienen un fondo “universal” y las que no lo tienen, no es de ningiin modo facil, y no puede ser supuesta por anticipade. Ha de atri- buirsele, entonces, el status de una hipétesis heuristica a cierto grado de relativismo, No parece haber una necesidad imperiosa de recelar de esto, aunque un antropdlogo social no puede dejar de observar que, en todas las sociedades, cualquier desarreglo de los limites de las categorias des- pierta el temor a la anomalia, generando creencias de corrupcién, fend- menos de inversién y tabtes (Douglas, 1966). Son las categorias de pen- samiento de nuestra propia tradicién las que resultan desarregladas con 21 dios. El “relativismo” puede, entonces, aparecer a veces como ‘10 filoséfico fundamental. En cualquier caso, se esta de acuerdo en que la hipétesis corriente de fa total universalidad de las categorias comunes no resistitia (aun en ausencia de material comparativo) a la evidencia de que pueden produ- cirse cambios en esos sistemas. Lo mds sorprendente de las categorias de color del galés que cita Hjelmslev es que no se usan, por ejemplo, para explicar a un publico de hablantes de galés ciertos cambios en el cédigo de color de los cables eléctricos (Y Cymro, 25 de marzo de 1970). Las formas modernas han sido alineadas cgn las inglesas, como en la tercera columna de la figura 1. Ademas, gwyrdd, nos enteramos, fue una cate-~ goria tomada en préstamo del latin viridis (Lewis, 1943: 10). Produjo una intrusién en el dominio de glas, que antafio habria tenido un rango “azul- verde” aun mis cercano al ibo ahehea ndu (Ardener, 1954). Una com- paracién mis detallada con el sistema ibo puede ayudar a elucidar alguno de los puntos en discusién, a través de los cuales emerge, del relativismo antropolégico, una suerte de universalismo. La oposicién basica de colores en ibo es ocha:ojii (claridad:oscuridad). Al respecto el lenguaje cae en una clase admitida; por otra parte, hay términos para “rojo” (obara obara 0 whye whye), “azul-verde” (ahehea ndu o akwkwo ndu), y “amarillo” (odo odo) con referentes concretos (“sangre” o “madera roja de Angola”, “vegetacién viva” u “hojas”, y “planta de tintura amarilla”). Hay una Ficura 2. Claridad y matiz obara obara ocha oii Claro Oscuro a (blanco) (gris) (negro) Clave Galés = (a basadas en el castellano) cantidad de otras posibilidades descriptivas para matices especificos, pero excepto por la adicién de “amarillo”, el sistema basico mas bien se parece al del hanunéo descripto por Conklin (1955), un caso tipico bien conocido. De ese modo, cl eje tinico de comparacién entre el inglés y el ibo en la figura I quiebra completamente el continuo ocha: el eje de la claridad, micntras que ahehea ndu descansa sobre el eje del matiz (véase figura 2). Hay una oposicién similar entre los términos galeses gwyn:du. El ‘ 22 Matiz _ | Goi) coch ‘edo odo (amarillo) melyn. ahehea ndu {azul-verde) glas i, que descansa sobre * término “gris” llwyd se ubica en la mitad del eje claro:oscuro,. con! asi una divisién triddica, opuesta a la diada del ibo. Los térmii se refierén a matices: glas “azul-verde”, coch “rojo” y melyn “amarillo”, similares a los del ibo basico. La artificial continuidad del “espectro” desde “verde” a “negro” en Ja segunda columna de la figura 1 esta dictada meramente por la primera columna en inglés. Resulta de ciertas discre- pancias documentadas del inglés con el galés: por ejemplo las yeguas “grises” son “azules” en galés: glas (caseg las), mientras que el papel “marr6n” es “gris”: Uwyd (papulr liwyd).‘ En el primer caso el inglés usa un término del eje claro: oscuro, contra un término de matiz del galés, mientras que en el segundo caso la situacién es la inversa. Los términos de color en galés, por lo tanto, se elucidan mej®r no en términos de “mallas perceptuales” ubicadas arbitrariamente sobre el espectro, sino en términos estructurales, que observaran la transicién histérica del galés, similar a la de otros sistemas en su camino hacia una mayor diferenciacién de términos a lo largo del eje de matiz, sin perder la oposicién claro:oscuro5 Es evidente que estas estructuras imbrican los. fenémenos “mentales” y “naturales”, que estan relacionados, a través de su expresién simbédlica en el lenguaje, con lo “social”. Ademéas, estan incluidas en metaniveles mas amplios de simbolismo, “calcados” (para usar una metdfora lingiiis- tica) sobre ellos. Asi, en ibo, la oposicién ocha:ojii esta asociada con opo- siciones como hermoso-feo, ritual:secular, femenino:inasculino, débil:robusto (Ardener, 1954), en las que la categoria ocha tiene el aspecto de “pureza y peligro”, mientras que ojii es ristico y tranquilizador. Esta clase de polaridad es por supuesto muy comtn en la antropologia social. Los usos galeses invitan a muchas especulaciones. Por ejemplo el eje claro:oscuro como un ‘todo (gwynn:llwyd:du) parece simbolizar lo “sagrado”, “anéma- lo” o “peligroso” (gwynfa: “paraiso”; llwyd: “sagrado” sacerdotal; dubwill: “pozo negro”, “la sepultura”), en oposicién quizds al eje de matiz como 4 GPC (1968), en el articulo glas, divide los referentes de color en 1) azul, celeste, azul cielo, azul verdoso, azul marino; 2) verde, verde pasto, verde azulado, azul claro, azul palido o verde palido, azul grisiceo, color pizarra, livido_palido, gris cristal, gris; 3) plateado; 4) blanco verdoso, acero, gris hierro. Un rompecabezas mayor no podria ser elucidado sin el diagrama estructural de la figura 2: glas, por ultimo, suele tener el mismo referente que Uwyd, “gris”, “santo de los clérigos”, lo que se explica por la vecindad de sus posiciones en el punto donde se unen los ejes galeses de claridad y brillo. 5 Ardener (1954). Fue la seforita M. M. Green (lingitista y antropéloga) la primera en mencionarme las caracteristicas de ocha. En los términos funcionalistas del momento, yo expresé la antinomia ocha: ojii en términos de “actividades”. Aqui ha sido usada una ortografia simplificada. Las transcripciones del “alfabeto africano”, en lo que difieren de las del texto, son éstas: acha, sbara osbara, uhye uhye, ahehea nde, akwekwonde. La teoria de un orden histérico en Ja sucesién de tipos de clasificacién de color viene de Berlin y Kay (1969). Segitn sus ideas, los sistemas pueden contener: 1) sélo “negro” y “blanco”; 2) “blanco” mas “negro” més “rojo”; 3) “negro” mas “blanco” mas “rojo” mas “amarillo” o “verde”; 4) “negro” mas “blanco” mas “rojo” mas “amarillo” g “verde”; 5) “negro” mis “blanco” mds “rojo” mas “amarillo” mas “verde” mas “azul”; 6) “negro” mas “blanco” mas “rojo” mas “amarillo” mas “verde” mas “azul” mas “marrén”; etcétera. De este mcdo los hanundo estarian en la fase 3, los ibos y galeses primitives, en la fase 4. 23 vee ae un todo. Pese a las analogias bdsicas entre los sistemas ibo y galés, el simbolismo de los matices est mucho més desarrollado en el ultimo, y el terreno es muy rico. No necesitamos ir mas alla del “Dream of Rho- nabwy” (Suefio de Rhonabwy ), del siglo xm (en Jones y Jones, 1949), para apreciarlo. No obstante, nuestra dilucidacién de Ja ubicacién de anomalias sobre el eje claro:oscuro nos da una inesperada explicacién estructural del asi Hamado “creptsculo celta”. Como lo dice el antiguo poema galés “The Spoils of Annwn” (El saqueo de Annwn): ygkaer pedryfan ynys pybyrdor echwyd amuchyd kymyscetor (En la Fortaleza Cuadrangular [del Otro Mundo], la isla de la dura puerta, el mediodia y la negra oscuridad estén mezclados) (Loomis, 1956: pags. 136, 165).* La relacién de las estructuras de color con otros rasgos estructurales en la sociedad ha sido estudiada en el campo de la antropologia social por Tumer (1966, “rojo”, “blanco”, “negro”), Tambiah (1968: pags. 203- 205), y Leach (1970: pags. 21-35: “rojo”, “verde”, “amarillo”) entre otros; para los fundamentos psicolingiiisticos véase v.g. Brown y Lenneberg (1954), Lenneberg y‘Roberts (1956), y Berlin y Kay (1969). E] gran interés del trabajo del lingiiista alem4n von Wartburg para la antropologia social reside en su util demostracién del cambio en las estructuras de categorias trabadas. En esos casos nos es dificil determinar si el cambio ocurre esencialmente en el “lenguaje” o en la “cultura” o en la “sociedad”. Cualquier intento de distincién rigida se vuelve de hecho una sutileza fuera de lugar. Este es un terreno en el que la lingiiistica y la antropologia social con frecuencia se recubren totalmente en su materia de estudio, y en el que sin embargo el andlisis de cada una ser interesante. Una vez mas un ejemplo familiar nos ayudard. Mientras que el latin distinguia entre “hermano de la madre” y “hermano del padre”, y “her- mana del padre” y “hermana de la madre”, esta distincién se ha perdido en, por ejemplo, el francés (figura 3). El andlisis lingiiistico nos muestra que “hermano de los padres” (oncle) y “hermana de los padres” (tante) son derivados de los términos latinos usados para “hermano de la madre” y “hermana de la madre” (este ultimo més facilmente visible en la palabra inglesa “aunt” que deriva del francés antiguo). El andlisis lingiifstico puede también sugerir razones por Jas que este par de términos habrian sido preferidos a los patrilineales. Asi, puede argiiirse, por ejemplo, que los derivados de matertera y de patruus caerian demasiado cerca en fran- cés de los derivados de mater y pater. No hubiera sido asi, sin embargo, porque las casillas vacias, en lugar de ser Ienadas con nuevos términos (como sucedié en otros sistemas de clasificacién) fueron absorbidas. Von © La traduccién presenta algunas dificultades, pero “La luz crepuscular” esté atestiguada en otras fuentes célticas: “terram pulcherrimam... obscuram tamen et aperto solari lumine non illustratam” (Loomis, 1956: pag. 165). 24 Wartburg (1969: p4g. 156) sefiala, de un modo esencialmente antropo- légico, que nos enfrentamos con el debilitamiento de la diferencia en cl status legal de parientes del lado paterno y del lado materno, que habia sido tan importante en el antiguo sistema latino. En el mundo medieval la solucién francesa fue aceptada por otros pueblos, incluido el alemén, que habfa conservado la distincién lado paterno:lado materno (FB Vetter, FZ Base, MB Oheim, MZ Muhme). Detrds de todos estos cambios de categorias amplias yace sin duda una Ficura 3. Los destinos de algunos términos latinos de parentesco ? Latin patruus matertera pater = mater avunculus amita (Ego) Francés oncle _tante revolucién social. Parece, no obstante, que en algé periodo cocxisticron la terminologia vieja y la nueva, rompiendo de ese modo la simple corres- pondencia directa entre terminologia y organizacién social que mantenia Radcliffe Brown. Ademas, Malmberg (1964: pg. 130) anota que la dis- tincién se mantiene atin en sueco a pesar de cambios juridicos andlogos.” Es precisamente el aspecto diacrénico de los sistemas clasificatorios Jo que han tendido a descuidar aun los modernos antropélogos sociales. En Ja denominacién de las partes del cuerpo, “cadera” en latin era coxa, y “muslo” era femur. En francés el derivado de coxa (la cuisse) ha legado a significar “muslo”, y un vocablo nuevo de proveniencia germanica, han- che, lena ghora la categoria antes ocupada por coxa (véase figura 4). La situacién en italiano, francés y portugués es similar. El lingiiista dice: Ficura 4. “Cadera” y “muslo” Latin Francés “Cadera’ coxa hhanche “Muslo” <_ oo cuisse 7 Estos casos apoyan a Kroeber (1969) y a lo que creo que es la posicion actual de Needham (véase Needham, 1971) 25 wee “La explicacién reside en la embarazosa situacién que se habia pre- -Sentado en latin: femur, -oris se habia vuelto homénimo de fimus «estiércol» siguiendo la modificacién de fimus, -i a femus, -oris bajo Ja influencia de stercus, -oris. Para evitar el ahora inaceptable femur, los hablantes recurricron al nombre de la parte del cuerpo més cer- cana, coxa, que de ahi en adelante designé la regién entre la cadera y la rodilla, y como esta extensién inevitablemente Ilevaba a confusio- nes, se volvieron en caso de necesidad al aleman *hanka, que habjan ofdo algunas veces en boca de los mercenarios y colonos alemanes” (von Wartburg, 1969: pag. 118). El problema antropolégico se encuentra precisamente en la Ultima frase. La admisién de *hanka no es un paso evidente por si mismo. Tuvo fases sociales tanto como lingiiisticas, y ya estamos en ese mundo de di- glosia, idiolecto, registro y diatipo. Como lo anota el mismo von Wartburg, “aparte de titta «pecho fe- menino», ningtin otro nombre de partes del cuerpo fue tomado del ger- mAnico en este periodo temprano” (pagina 118). Esto despierta la sospecha de que lo que parece ser un desliz categorial, causado por una homonimia adventicia, puede ser en realidad la fusién de porciones de dos registros diferentes relativos al cuerpo: uno “educado” y otro “sexual” (gserdn parte de esta historia las “nodrizas alemanas” de von Wartburg?). Coxa fue tomado por el britinico tardfo, y sobrevive en galés (coes: Lewis, 1943: pag. 23) para toda la pierna. La naturaleza conservadora del latin brit- nico (Jackson, 1953: pags. 109-112) tiende a confirmar la evidente ur- banidad de coxa, algo asi como el “limb” (miembro) victoriano. En la clasificacién H:L de C. A. Ferguson (1959) (con el uso de Denison del diatipo), coxa pertenece al diatipo H. El] cuerpo “educado” tiene menos subdivisiones que el cuerpo “sexual”; El cuerpo “médico” puede tener mas divisiones que ambos, y puede ser ambiguamente educado o sexual. La “lower leg” (pierna) romance asumié una terminologia veterinaria griega: camba, y en francés esto se volvid “toda la pierna”, subsumiendo as{ coxa, como jambe lo hace con cuisse hoy dia. La clasificacién corporal francesa actual contiene los restos de todas las clasificaciones, un verdadero bri- colage (Lévi-Strauss, 1962b), y seguird siéndolo mientras exista el soutien- gorge (para sostener una “garganta” que incluye “el pecho”). La lingiiis- tica de las categorias corporales se beneficiarfa de lazos con la antropologia social del simbolismo corporal (Douglas, 1966). En un nivel cognitivo mas complicado: hubo una divisién en el alto alemén medio, analizada por Trier (1931) y sus alumnos, entre wisheit, kunst y list (que ahora significan aproximadamente “sabiduria”, “arte” y “artificio”). Pero kunst fue usado en su momento para las “altas” habili- dades cortesanas, y list para las habilidades bajas, no cortesanas (von Wartburg, 1969: pag. 157; Ullmann, 1959: pag, 166). Wisheit cubria ambos, mas toda la sabiduria humana. Hacia 1300, no obstante, list habia caido (tras haberse vuelto “mafia” o “truco”), y wisheit se habia restringido a la experiencia mistica. El terreno ahora estaba totalmente reestructurado por kunst y wizzen (un vocablo nuevo); el primero habia adquirido con- 26 . an S ES ary ote iO 4 > notaciones de “arte” y el segundo de “conocimiento” (von Wartbur; pags. 157-158). El cambio representé no un deslizamiento categorial nomo, sino un “abandono de la imposicién social del campo del conoci- miento” (ibid.: pag. 161) resultado del colapso de la estructura cortesana. Un antropdlogo social insistiria en que se la abandoné en favor de otra. La nocién de “campo lingiiistico”, de “campo semantico”, o de “esfera conceptual” § fue extendida por Trier a tal punto que ha levantado criticas: “Postula que todo el cuadro del mundo, que el individuo y la comu- nidad lingiiistica llevan dentro, puede ser subdividido completamente y organicamente, desde la totalidad facia abajo, en campo de tamafio siempre menor. Y cree que, dentro de estos campos, los dominios seménticos de las palabras individuales se acomodan uno al lado de otro formando un ininterrumpido mosaico” (von Wartburg, 1969: pag. 164). Un gran defecto del enfoque de Trier es que no expresa la multidi- mensionalidad de la fabrica humana de categorias. No obstante, el desen- volvimiento independiente de teorfas préximas a las de Sapir y Whorf que han Ievado a cabo los semanticos alemanes, es del mayor interés. El primero da mayor importancia al vocabulario, mientras que el segundo se interesa también por los determinantes gramaticales. De modo similar Pike (1954) concibe la cultura y el lenguaje combinados para formar una “malla conceptual” a través de la cual los individuos miran el mundo. Otros hablan de un “filtro”. Capell (1966) acopia mucha materia util al respecto. Las implicaciones estaticas de estas analogias son obvias, como lo es Ja asuncién positivista de una realidad subyacente estable. Whorf, un “relativista total” si es que alguna vez lo hubo, se aferraba con firmeza a la realidad. Su relato del trabajo que Ievé a cabo como asesor de seguros contra incendio es un clasico (véase Carroll, 1964: pags. 135-137). Para él, los “tambores de gasolina vacios” explotaban porque estaban clasificados como “vacfos” (de modo que la gente fumaba cerca de ellos) en vez de “Ilenos” (de vapores de gasolina), La “piedra caliza hilada” y los “desechos de plomo” de los condensadores estallaban en Hamas, pues no eran no inflamables como sugerian “piedra” 0 “plomo”. La “realidad” de Whorf estaba inextricablemente entrelazada con las cl sificaciones humanas. Las explosiones fisicas se producian por una desc dada mezcla de categorias tanto como de sustancias quimicas. Toda la discusién precedente obviamente tiene implicaciones de la mayor importan- ia para los antropélogos sociales en cuanto a la interpretacién o traduc- cin de las categorias de una sociedad en los términos de otra. Esta claro, no obstante, que esta tarea parece no poder ser efectivamente abordada & Von Humboldt (1836/1867) es el predecesor intelectual de la teorfa de campo, aunque su “misticismo de la lengua madre” no siempre es atractive. En sw forn moderna data de 1910, con el analisis de R. Meyer de la terminologia militar. Weis- gerber, Trier, Porzig, Jolles e Ipsen (que fue el primero en usar el término “campo” ) son los nombres principales (para referencias completas, véase Ullmann, 1951: pags. 152-170; véase también Ullmann, 1963: pag. 250). 27 Yoo SRO > y ‘en condiciones “empiricas” con un enfoque meramente “técnico” al lenguaje._:# do en que se funden varios niveles de anélisis y varias discipli- nas en este campo puede ser ejemplificado wna vez mas. Los banyang y los bangwa son dos pueblos vecinos del Camertin Occidental. Entre los pri- meros el término lingiiistico ngo significa tanto “arma” como “fuego”. Entre los segundos la palabra ywo, tomada de los primeros, significa “arma”, mientras que em) significa “fuego”. La deduccién de que los bangwa recibieron armas de fuego por primera vez de los banyang es Util, siendo como era posible al menos, en términos generales, que las hubiesen recibido de otros pueblos. Hasta aqui, entonces, los datos lin- Qiiisticos han sugerido una inferencia de tipo histérico. No obstante, los banyang mismos recibieron las armas de los efik a través de los ejagham En cada caso el artefacto fue intercambiado sin retener el término efik. Pero el efik (y el ejagham) también denominan “arma” y “fuego” con un solo término (efik ikay, ejagham ngon). Los banyang aceptaron el arma y (a través de la traduccién) su identificacién con el fuego. Esta identificacién no sobrevivid, como vimos, en la posterior transmisién a los bangwa. El problema que ahora enfrentamos es la explicacién de las diferentes clases de contacto lingiiistico entre los efik (y los ejagham) y banyang, y entre los banyang y los bangwa. Podemos notar, no obstante, que el contacto fisico entre los banyang y los bangwa es interrumpido por un alto acantilado. El andlisis mas detallado de estas diferencias y simili- tudes partiria tanto de la lingitistica como de la antropologia social, y de fa antropologia social por su propio provecho, no s6lo por la ayuda (si la hay) que pueda prestar al lingiiista. Un problema mas complejo es tratado en otro volumen. Es el bien conocido proceso por el cual palabras tomadas del francés normando pro- dujeron los vocablos paralelos en inglés para las bestias de granja “vivas” y “muertas”: sheep/mutton, calf/veal, pig/pork, y cow/beef. Sir Walter Scott llegé a la conclusién de que la cscisién de Jas categorias inglesas reflejaba el hecho de que el inglés conocia el producto en pie, mientras que los normandos lo recibian ya cocido, La perpetuacién de la divisién cuando los normandos e ingleses se volvieron una sola comunidad de habla no es tan facil de explicar.. Es aqui donde lo que habria parecido ser un ' simple matrimonio entre la antropologia social y la lingiiistica a través de la nocién de “estratificacién social” resulta totalmente inadecuado. Otras distinciones de clases lineales se desvanecieron, a menudo por la super- posicién del refinado francés sobre cl ristico inglés. La estructuracién de estas series regulares de oposiciones es muy otra, y parece expresar ciertas propensiones clasificatorias entre los hablantes del inglés, que por medio de ellas usaron para sus propios fines un fortuito tesoro bilingiie. Han sido en su mayor parte los antropélogos sociales quienes, hasta ahora al menos, se han ocupado del estudio de tales estrycturas (Lévi-Strauss, v.g. 1962b y passim; Leach, 1964). Y, “4, >) We % ia o 3 amiotece > Ov erate. Fy] 4 7 : 0 EL NIVEL DE EXPLICACION He considerado Ja cuestién de la clasificacién en el aparta Os contactos “pragmaticos” entre la antropologia social y el lenguajer De hecho, esta claro que estas materias presentan problemas tedricos de algin peso, Examinaré aqui los contactos entre la feoria explicatoria de la antro- pologia social y la lingiifstica, especialmente bajo encabezados referidos a Ferdinand de Saussure y Claude Lévi-Strauss. En la época del primero se postularon algunos principios que han pasado al primer plano (al menos en lo que concierne a la antropologia social) sélo en la época del se- gundo. La discusién sobre estos autores formard un andamiaje uti] para el estudio de otras posiciones tedricas y temas analiticos en los contactos pasados y presentes entre ambas disciplinas. Después, bajo el titulo “El presente volumen”, la relacién de los trabajos aqui reunidos con algunos de estos problemas completara este ensayo introductorio. Ferdinand de Saussure A primera vista es increfble el total descuido de los antropélogos sociales ingleses por Saussure. Esto puede explicarse en parte por el aisla- miento intelectual y la preocupacién por Ja etnografia reinantes en el periodo entre las dos guerras. No obstante, debe decirse en compensacién que J. R. Firth, el lingiiista de los funcionalistas, no fue un intérprete comprensivo de Saussure, y que Malinowski nunca lo entendié. Aun en las condiciones més esclarecidas de los aiios recientes, muchos antropdlogos sociales parecen haber descubierto a Saussure con retraso, por asi decirlo, a través de Roland Barthes y de Lévi-Strauss, quienes, ambos de modo diferente, insertan una barrera entre el lector y Saussure, pese a que su pensamiento es la base de muchas de las ideas que acabamos de discutir. Obviamente, con casi cincuenta afios de debate detrés de nosotros, las observaciones siguientes sélo pueden ser el mds rudimentario bosquejo de su significacién puramente antropolégica, pero en un libro dirigido en primer lugar a los antropélogos sociales, vale la pena acometer la empresa. Ferdinand de Saussure hizo importantes contribuciones a la filologia comparada siendo muy joven (1878). Ensefié sdnscrito en Paris desde 1881 a 1891, pero es conocido principalmente por sus lecciones de lingiifs- tica dadas en la Universidad de Ginebra entre los afios 1906 y 1911. En 1916, después de su muerte, sus alumnos Charles Bally y Albert Sechchaye publicaron una notable reconstruccién de sus lecciones, siguiendo un pro- ceso que es en si mismo de vivo interés antropoldgico: “Todos aquellos que tuvieron el privilegio de participar de tan fecunda ensefianza lamentaron que de aquellos cursos no resultara un libro. Después de su muerte, esperabamos hallar en sus manuscritos, ama- blemente puestos en nuestras manos por Mme. de Saussure, la imagen i Ce ; fiel o por lo menos adecuada de aquellas lecciones geniales. Al prin- * cipio creimos posible una publicacién basada sobre un simple ajuste “~ de las notas personales de Ferdinand de Saussure combinadas con las my N" 29 4 wot tye avi Motas de los estudiantes. Estbainos muy equivocados. No encontra- mos nada (0 casi nada) que correspondiera a los cuadernos de sus discipulos. Ferdinand de Saussure habia destruido los borradores don- de trazaba diariamente ¢l esquema de su exposicién. En los cajones de su escritorio no encontramos mas que esbozos muy viejos, no sin valor, por supuesto, pero imposibles de utilizar y de integrar con la materia de los tres cursos” (Saussure, 1916, en la edicién 1922: pags. 7-8). De modo que se reunieron los cuadernos de siete estudiantes, y los cursos se reconstruyeron. “El problema de recrear el pensamiento de F. de Saussure fue dificil por cuanto la recreacién tenia que ser enteramente objetiva. En cada punto, calando hasta el fondo de cada pensamiento particular, tenia- mos que esforzarnos por verlo, a la luz del sistema entero, en su forma definitiva. En primer lugar tuvimos que quitar las variaciones ¢ irre- gularidades propias de las lecciones orales; luego, encajar Ja idea en su medio natural, presentando todas sus partes en un orden conforme con la intencién del autor, aun cuando esa intencién se adivinara mas que se manifestara” (1922: pag. 9). Asi fue compilado y publicado el Cours de linguistique générale, y con él se fundé la Escuela de Lingiiistica de Ginebra, en la que la sucesién del maestro fue ejercida hasta 1945 por Bally y Sechehaye, que murieron en 1946 y 1947 respectivamente. Desde entonces todas las fuentes han sido publicadas y criticamente analizadas (Godel, 1957; Engler, 1967, 1968). De algin modo es apropiado que el Cours y Saussure coexistiesen como significante y significado al modo de uno de sus propios signos lingiiisticos. Para los antropélogos la importancia del enfoque de Saussure esté en que sus ideas analiticas eran “sociolingiiisticas” mds bien que puramente lingiiisticas. Su distincién central fue, como todos saben, entre la langue y la parole. La langue para Saussure es el sistema abstraido de la totalidad de emisiones hechas por los sujetos pertenecientes a una comunidad de habla. La parole es susceptible de medicién actstica, de grabacién mag-* netofénica y de otras pruebas fisicas. La langue no lo es, pues se trata de un sistema abstraido de, y a su vez sobreimpuesto a la parole. Esta distin- cién langue/parole puede servir de patrén ejemplar para otras distincio- nes: tal la de la categoria del color versus el espectro fisico, o la categoria de parentesco versus el parentesco bioldgico medido por el estudio de la estructura genética y la forma de ios matrimonios. Pero langue/parole es usada por Saussure de varios modos diferentes. Esta antinomia basica entre “forma” y “sustancia” (donde “forma” en un nivel puede volverse “sustancia” en otro) ha sido estereotipada con frecuencia en tipologias: tipos de langue, tipos. de parole, formas intermedias (v.g. Sechehaye, 1940). Aun asi, su cardcter esencial deriva precisamente de esta supuesta fuente de confusién (Hockett, 1968: pag. 15; Householder, 1970: pag. 130). Po- demos ver ahora que su interés para la antropologia social yace en su ori- 30 ginal forma intuitiva, y la antinomia merece un lugar entre esas it son parte del “capital intelectual” de la disciplina (Evans-Pritchard, intNesS? duccién a Hertz, 1960: pag. 24; Needham, 1963: pags. xl-xliv).? También de interés central para nosotros es Ja visién saussureana del lenguaje como un sistema. de signos. Su contribucién aqui consistié en subrayar que el lenguaje no es un simple servicio de denominaciones (une nomenclature - 1922: pAg. 34): como si hubiera sélo objetos en el mundo real esperando que se les dieran “nombres”. Lo hizo al hablar de un signo lingiiistico formado por dos componentes: el “significante” y el “significado”. La palabra drbol en castellano es un signo lingiiistico que consiste en la cadena acistica transcripta como / Arbol / y en Ja clase de fenémenos que significa esta sécuencia en castellano. No se pueden por lo tanto equiparar dos signos de diferentes lenguajes (digamos, drbol en castellano y arbre en francés) sin tomar en cuenta diferencias en el componente “significado”. E] “significado” para Saussure, es, no obstante, no una realidad, sino un “concepto”. El signo no es la combinacién de una serie de segmentos acus- ticos con un organismo boténico (Malmberg, 1964, pag. 44). “Las dos partes del signo son igualmente psiquicas” (Saussure, 1922: pag. 32). La “arbitrariedad” del signo lingiiistico es una nocién saussureana de cierta complejidad (Benvéniste, 1989). Aparecid, sin duda, para responder a quienes adherfan a la idea (incidentalmente apoyada por Tylor) de que todo lenguaje tenfa un origen representacional —como lengua “signo”—. La ‘cadena acistica no puede, de hecho, ser enteramente arbitraria en su aso- ciacién con el “concepto” (v.g. Jakobson, 1960; J. R. Firth, 1957a: pdgs. 192-193). Como Durkheim y Lévi-Strauss (y Chomsky), Saussure desea subrayar la objetividad de sus entidades psiquicas: ticos, aun siendo esencialmente psiquicos, no son abstracciones; las asociaciones ratificadas por el consentimiento colec- tivo, cuya totalidad constituye la lengua, son realidades que tienen su asiento en el cerebro” (1922: pag. 32). Saussure se preocupé por las muy amplias implicaciones de esta teoria de los signos. Pensé que deberia haber una disciplina especial que estu- diase todos los sistemas de signos (une science qui étude la vie des signes au sein de la vie sociale) bajo el nombre de “semiologia”. ® La antropologia social en Inglaterra (para no hablar sino del pais donde ha adquirido més renombre en las tltimas décadas) se ha inspirado en ciertas ideas gene- rales, sutilmente derivadas de los primeros sociGlogos franceses, que han tenido una influencia teérica singular, y mucho del progreso ha de atribuirsele a ellos. “Se trata de nociones analiticas tales como “transicién”, “polaridad” (oposicién), “intercambio”, “solidaridad”, “total”, “estructura”, “clasificacién”. Ahora bien, éstas no son teorias sino conceptos altamente generales; son vagos, no formulan nada. A primera vista nada puede hacerse con ellos, y por cierto no pueden ser ensefiados como _postu- lados elementales en los cursos introductorios de antropologia social. En realidad, su importancia Iega a aprehenderse tras ardua aplicacién a la tarea de comprender los fendmenos sociales; cuanto menos se sabe de la sociedad humana y de las representa- ciones colectivas menos parecen significar. Pero han probado tener un valor analitico grande y perenne, de modo que puede decirse que son ellos los que constituyen el ‘capital te6rieo” de la antropologia social” (Needham, 1963: pags. xlii-xliii). 31 “La semiologia nos ensehara en qué consisten los signos y qué leyes ~. os gobiernan. Puesto que todavia no existe, nadie puede decir qué +. es lo que ella ser4; pero tiene derecho a la existencia, y su lugar esta determinado de antemano. La lingjiiistica no es mas que una parte de la ciencia general de la semiologia. Las leyes que descubra seran aplicables a la lingiifstica, y ésta se encontrara circunscripta a un area bien definida en el conjunto de los hechos humanos” (1922: pag. 33). Y luego: “Si queremos descubrir la verdadera naturaleza de la lengua, debemos empezar por considerar lo que tiene en comin con todos los otros sistemas del mismo orden; ciertos factores lingii{sticos que a primera vista parecen muy importantes (por ejemplo, el trabajo del aparato vocal) deben recibir una consideracién secundaria si no sirven mas que para distinguir a la lengua de los otros sistemas. De este modo no sdlo se esclarecera el problema lingiiistico. Estudiando los ritos, Jas costumbres, ete., como signos, creo que estos hechos apareceran bajo otra luz, y se sentird la necesidad de agruparlos en la semiologia y de explicarlos por sus leyes” (1922: pag. 35). Estas proféticas observaciones, publicadas cuando Malinowski estaba atin en las Trobriands, y formuladas sin duda poco antes de 1911 (y asi quedan separadas de nosotros por una generacion entera de funcionalismo), son la fuente dltima de muchas de Jas corrientes mas generales, prove- nientes de la lingiiistica y de la escuela francesa, que han penetrado, a través de varias grietas, en las bases de la antropologia social empirica desde 1945 y se han vuelto parte, gradualmente, de la atmésfera de su pensamiento, Saussure mismo, como Bloomfield, el eminente lingitista norteameritano de la generacién siguiente, se ocupé de las relaciones entre su disciplina y la psicologia. Pero Saussure hace Ja pregunta: “gTendre- mos que incorporar la lingiiistica a la sociologia?” (Para él antropologie no es aun antropologia “social”.) “El lenguaje”, dice Saussure, repitiendo a Durkheim, “es un hecho social” (1922: pag. 21). Doroszewski (1933), que demostré con precision Ja naturaleza durkhei- miana de la langue de Saussure (la oposicion de Durkheim social:indivi- dual equivale a la de Saussure /angue:parole), hace esta interesante ob- servacién: “F. de Saussure —lo sé de buena fuente— siguid el debate filoséfico entre Durkheim y Tarde con el mas profundo interés. Si se toma en cuenta no sélo la idea, esencial para Saussure, de langue, sino también la idea complementaria de parole, la doctrina saussureana como un todo aparece entonces como un curioso intento, llevado a cabo por un lingitista de genio, de reconciliar las doctrinas opuestas de Durkheim y Tarde, En la oposicién de langue y parole uno vislumbra la oposi- cién de la idea de Durkheim a la de Tarde” (pags. 90-91). Los lingiiistas franceses han mantenido en general un punto de vista “sociolgico” desde la época de Saussure. Vendryes (1921, 1952) »Seses haye (1933), por ejemplo, reafirmaron los designios del maestro. colaboré en L’Année Sociologique. Marcel Cohen (1948, en la edicién de 1955: pag. 40), pese a encontrar Ja escuela de Durkheim plutét idéaliste, menciona a Saussure junto con Marx y Engels (el Der frankische Dialekt de este ultimo fue publicado en Mosct en 1935). Otro paralelo entre el pensamiento de Saussure y el de la sociologia francesa, y de la antropologia social de Radcliffe-Brown y Evans Pritchard, que lo sigue, es su uso de los términos sinerdnico y diacrénico para describit dos enfoques basicos de la materia. A Saussure le importé hacer notar que el estudio histérico del lenguaje, que habia dominado la lingitistica hasta su momento, no era el tinico modo de investigacién. Lo comparé al estudio de un corte longitudinal a lo largo del tronco de una planta (1922: pag. 125). Demostré que un corte transversal del tronco —su metdfora para el estudio sincrénico— mostraria también un sistema. El avance mali- nowskiano en la antropologfa social, que ocurrié poco después de la muerte de Saussure, tomé una forma similar. La posicién “estructural- funcional” destacé el modelo sincrénico, en contraste con Jos enfoques his- toricistas —la preocupacién por los origenes— del periodo precedente. Saussure fue, no obstante, un pensador ms flexible que Malinowski, o por lo menos, que los sucesores inmediatos de éste. Reconocié la impor- tancia tanto de Ja sincronfa como de la diacronia, aunque arguyé que los dos enfoques debian ser claramente separados. Habla de leyes para ambos enfoques, pero realiza una importante reflexién que to leva mucho mas alla. de Radcliffe-Brown, otro creyente en Jas leyes, que murié recién en la década de 1950. Dice: “La ley sincrénica es general pero no impera- tiva... consigna un estado de cosas”. Los modelos sincrénicos no con- tenian indicacién de su propia estabilidad o falta de ellas: “El orden que define la ley es precario, precisamente porque no es imperativo” (1922: pag. 131). A veces, como veremos, Saussure usa vagamente *] término équilibre para un estado sincrénico, pero no hay aqui un atajo hacia la idea de un equilibrio autoperpetuante de tipo cuasiorganico, tal como el que ha persegiido la antropologia social en nuestros dias. Vale la pena citar directamente algunas otras formulaciones de Saus- sure, pese a su familidridad para los lingitistas: por ejemplo, este simil del lenguaje y el ajedrez. “Pero de entre todas las comparaciones que pueden imaginarse, la mas fecunda es la que se hace entre el funcionamicnto de la lengua y una partida de ajedrez. En ambos juegos estamos en presencia de un sis- tema de valores, y de sus modificaciones observables” (1922: pag. 125). (No un sistema de valuaciones, “valores morales”, sino un sistema en el cual todas las partes tienen una cierta ponderacién, una valencia.) En lo que sigue quiza valga la pena leer “sociedad” donde dice “lenguaje”. “Primero: un estado del juego corresponde enteramente a un estado 33 ted moos TEC ¥ “otha : “enuTeca & if del lenguaje. El valor respectivo de las piezas depende de su posicién bros. Lo mismo pasa con la pérdida de femur, en nuestro otro ej mplo me \, ceaaen el tablero, del mismo modo que cada término lingiistico toma su con sus repercusiones bilingiies. inte” 7 23valor de su oposicién a todos los otros términos” (1922: pags. 125-126). Saussure dice mas adelante: “El desplazamiento de una pieza es hecho absolutamente distinto del equilibrio precedente y del equilibrio fi (Notar esa palabra “oposicién”. Hemos establecido con claridad aqui subsiguiente. E] cambio operado no pertenece a ninguno de los dos esta- el punto de vista antropolégico, ahora en boga, de que los elementos en ., 7 dos: ahora bien, lo unico importante son los estados”. Esta ultima obser- el sistema se definen por oposicién a todos los otros elementos en el sis- vacién aforistica se amplifica ast: tema.) , “En una partida de ajedrez, cualquier posicién determinada tiene como ‘ “En segundo lugar, el sistema siempre es momenténeo: varia de una caracter tinico el estar liberada de sus antecedentes; es totalmente posicién a la siguiente. También es verdad que los valores dependen sobre todo, de una convencién inmutable: la serie de reglas del juego, que existe antes de iniciarse la partida y persiste tras cada jugada. Este tipo de reglas admitidas de una vez para siempre existe también en Ja lengua; son los principios constantes de la semiologia.’ (Podemos hacer aqui Ia reflexién de que las posiciones de las piezas, y sus valores, involucran la operacién de las reglas.) “Por ultimo, para pasar de un equilibrio al siguiente, o —segiin nuestra terminologia—, de una sincronia a la siguiente, basta el movimiento de un solo trebejo: no hay mudanza general. Aqui tenemos el contra- punto del hecho diacrénico con todas sus peculiaridades” (1922: pag. 126). En particular anota Saussure que los cambios que afectan a los elemen- tos singulares (como con el movirmento de una sola pieza del ajedrez) tienen repercusién en todo el sistema: “Los cambios de valores que resulten ser4n, segin la_circunstancia, nulos, muy graves, o de importancia media. Una jugada puede revo- lucionar Ia partida y tener consecuencias hasta para las piezas por el momento fuera de cuestién” (1922: pag. 126). Saussure tenia en mente fenémenos lingiisticos del tipo (digamos) de la pérdida de la p indoeuropea en el celta comin. Todas las lenguas cél- ticas modernas tienen p. Sommerfelt y otros dijeron, en efecto, que todo el sistema fonolégico se estremecié, por asi decirlo, y se reconstray6 (Hamp, 1958: pags. 209-210). La p en galés, por ejemplo, es con frecuencia un derivado de Ja ‘qu indocuropea (Jackson, 1953: pig. 413). Pero podemos extender esto a aquellas secciones del Jenguaje que ya hemos sefialado, de mayor importancia social, como cuando un término desaparece por una hendidura de un sistema de clasificacién. Diacrénicamente, dos de las piezas de la serie de parentesco latina avunculus (MB), amita (MZ), patruus (FB), matertera (FZ), desaparecieron. Los valores sincrénicos de tante (MZ, FZ) y oncle (MB, FB) como miembros de una serie de dos elementos son totalmente diferentes de los de sus “equivalentes” dia- crénicos amita y acunculus, que existieron en una serie de cuatro miem- Rey indiferente que se haya Ilegado’a ella por un camino o por otro; el que haya seguido toda la partida no tiene la menor ventaja sobre el curioso que viene a mirar el estado del juego en el momento critico” (1922: pag. 126). Llegamos ahora a un rasgo del pensamiento de Saussure que muchos han encontrado innecesariamente rigido. Insiste no sélo en que un estudio sincrénico de los fenémenos debe ser distinguido conceptualmente de un estudio diacrénico, sino en que los hechos inferidos pertenecen en realidad a dos universos diferentes. Las formulaciones diacrénicas no pueden ser reducidas a formulaciones sincrénicas. Establece una “oposicién” entre los dos modos, que deriva de su conviccién de que las metodologias de ambos no son intercambiables. Por esto Saussure ha sido criticado por quienes equivocadamente han crefdo que negando la posibilidad de separar lo sincrénico de lo diacrénico levantan un estrado para el solismo lingiiis- tico.1? Tratamos aqui, por supuesto, de modelos erigidos con diferentes selecciones de datos, y el instinto de Saussure era cabal al reconocer que es preciso gran rigor para no confundirlos. Saussure formula con mucha mayor eficiencia su intuicién de esas criticas cuando considera (como hipétesis puramente especulativa) la posibilidad de un criterio “pancrénico”. En esto se muestra particular- mente avanzado. “En lingiiistica, dice, como en el juego del ajedrez, hay reglas que. sobreviven a todos los acontecimientos” (1922: pag. 135). El razonamiento por el que pudo desenvolverse un criterio pancrénico puede ser aclarado de-este modo: decimos que la sincronfa equivale a un estado momentaneo del tablero de ajedrez. E] observador deducira algunas de las reglas, mds atin, casi todas las reglas del ajedrez, de los distintos estados que vaya adquiriendo el tablero a lo largo de una partida, pues los “va- lores” de los elementos (las piczas) implican Jas reglas en sus posiciones. Pero algunas de las reglas no pueden deducirse ni del desarrollo de la partida ni de su estado presente, entre ellas la regla del mate. Estas reglas en sentido total son las que Saussure excluiria de la sincronia y la diacronia, y asignaria al campo pancrénico. E] rechazo de Saussure de construir estas reglas en los fenémenos lingiiisticos mismos es un indicio de su determi- nacién de mantener Jas distancias entre el lenguaje y e) estudio del lenguaje. Hemos visto que el modelo diacrénico depende para é1 de la “oposicion”, el ' Asi, von Wartburg (1969: pag. 194). contraste, de cada elemento con otro en una serie; mientras que el modelo sincrénico depende de la oposicién de cada elemento a otro en un sistema en un momento dado. Las reglas que relacionan estos dos modos analiticos de oposicién no aparecen en ninguno de los dos modos por separado. Percibié correctamente, pese a las oscuridades de su expresién, que su oposicién metodolégica se resolvia no en el lenguaje, sino en lo que ahora comtnmente se Hama metalenguaje. Cualquiera que sea la critica que se le haga a Saussure (Collinder, 1988, hace un brioso ataque a las pretensiones “polémicas” de Saussure) "! es ahora la esencial modernidad de sus proposiciones la que nos sorprende a través de los apuntes de sus alumnos. Esta todo alli, No sélo la sincronia y la diacronia, sino la idea de oposicién, que luego es. desarrollada por Trubetzkoy, Jakobson, y la Escuela de Praga, y de alli transmitida a Lévi- Strauss. Muchos de los modernos devaneos con la teoria de los juegos parecen pobres al lado de la analogia que Saussure planted hace medio siglo. (Siempre tuvo cuidado con los peligros latentes de esta analogia: “Para que la partida de ajedrez se pareciera en todo a la lengua, seria ne- cesario suponer un jugador inconsciente o no inteligente” (1922: pag. 127). Su analogia con el ajedrez, por supuesto, reaparece en Wittgenstein (por ejemplo, 1963: pag. 15),!2 en el jurista Hart (1961) y en Ross (1958); véase Antropologia social y modelos de lenguaje. Si Saussure es el verdadero padre del estructuralismo, debemos, no obstante, pagar tributo a la influen- cia de la escuela francesa de sociologia por haber estimulado su pensa- miento, Saussure, por decirlo asi, canalizé hacia la lingiiistica elementos de la nueva sociologie a la que le faltaba aplicacién concreta, dada la escasez de datos sociales sistematicamente recogidos. Los datos lingiiisticos, mas copiosos, sirvieron como un campo de pruebas, del cual los conceptos analiticos fueron devueltos a los sucesores de Durkheim en una generacién posterior, sumados y enriquecidos. Lévi-Strauss con frecuencia habla con palabras de Saussure: “La antropologia aspira a ser una ciencia semioldgica ... Esta es una razén mas (sumada a otras muchas) por la que la antropologia debe- xia mantener un intimo contacto con la lingiiistica, donde, con respecto « al hecho social del habla hay el mismo cuidado por evitar la separa- 11 Collinder (1968: pag. 183) dice que Schuchardt expresé la idea de Ia coupe verticale y la coupe horizontale del lenguaje en 1874. Para Collinder (pag. 210): “Das Panorama, das im Cours de linguistique générale aufgerollt wird, ist kein getreues Bild der wirklichen Sprachwelt. es systeme ot tout sé tient ist nicht einer urwiichsigen Landschaft iihnlich; ‘ht viehmehr einem altmodischen augestutzten franzésischen Schlosspark. ule Vemos aqué el terco pero comin lamento por un modelo formal que no genera “realidad”. 12 Refiriéndose a Philosophical Investigations (1953) de Wittgenstein, dice Ullmann (1959: pag. 303) : “Hay una inconfundible afinidad entre algunas de sus ideas y el pensamiento de los lingiiistas contemporincos —afinidad tanto mas notable cuanto que Wittgenstein no parece haber estado familiarizado con libros de lingiiistic ann (1968), Observamos lo mismo. cn Wais 36 cién de la base objetiva del lenguaje (sonido) de sus funciones significativas (significado)” (Lévi-Strauss, 1963a: pdg. 364). Hjelmslev, de Copenhague, nos parece ahora, como afios atrés le pa- recié a Bally (Hjelmslev, 1959: p4g. 31), el més claro exponente de la visién saussureana. Cita el trabajo “semiolégico” checoslovaco de la década de 1930, sobre vestimentas t{ipicas, arte y literatura, que no es facilmente accesible;'* y también cita a Buyssens (1943). Advierte la importancia de légicos como Carnap, y considera los sistemas de signos como “sistemas abstractos de transformacién” (pagina 108), transportandonos, en 1943, al mundo de la antropologia social moderna, y, como en otra parte (véase volumen siguiente), usando la terminologia de la generatividad catorce aiios ‘antes de su encarnacién norteamericana. Anoté en 1948 (en Hjelms- lev, 1959: pag. 34) que la semiologia “no interesa a los lingiiistas”. No parece siquiera preparado para desarrollar el hecho de que “en el Cours de Saussure esta disciplina general es imaginada erigiéndose sobre bases esencialmente socioldgicas y psicolégicas” (Hjelmslev, 1943: pag. 96). Pese a lo cual su sistema no se limita a los meros datos lingiiisticos: “En la practica un lenguaje es una semidtica a la que pueden ser traducidas todas las otras semidticas y todos los otros lenguajes y todas las otras estruc- turas semidticas concebibles” (1943: pag. 97). Sobre esto volveremos mas adelante. Esto difiere de Barthes (1967: pg. 9) quien dice que, contrariando las expectativas de Saussure, la semiologia debe formar parte de la lingiifs- tica, porque: “Esta lejos de ser cierto que en la vida social actual puedan encontrarse sistemas extensivos de signos fuera del lenguaje humano”. Esta notable incomprensién deriva de la preocupacién de Barthes por la semio- logia de sistemas menores (el cddigo de transito, la moda). Su problema basico, no obstante, retrocediendo a las observaciones de Hjelmslev, es que los lingiiistas no pudieron ver realmente en la sociologia o en la antro- pologia que se les ofrecia en la generacién posterior a Saussure, ninguna evidencia real de lo que Saussure decia. La sociologia de Durkheim, po- demos decir que se habia vuelto subterranea. Sélo ahora, a través de Lévi-Strauss, empieza a emerger una semidtica de amplia importancia so- cial. La semiologia de Barthes, como la de Buyssens (1943), esta muy intimamente calcada de detallados ejemplos lingiiisticos para cumplir su cometido, Es una semiologia minor, de pequefios sistemas icénicos. Para comprender la semiologia de Saussure acertadamente debemos admitir que sdlo en parte sus principios seran deducibles del lenguaje; una semidtica de la sociedad deducira sus propios principios, que serdn asociados con los de otros sistemas. La dificultad de Barthes es afin a la de los antropdlogos que pretenden aplicar los conceptos operacionales pragmaticos (saturados de datos) de otra disciplina a la propia. El enfoque pancrénico (o pancronistico) de Saussure, por otra parte, que para él nunca dejé de ser un programa, pues no pudo percibir ningun modelo 0 método para hacerlo realidad, ha pasado, en lo que al lenguaje 18 Por ejemplo: Bogatyrev, 1931 (que no he podido consultar) y 1935. 37 aw. se refiere, a las manos de los gramaticos generativos transformacionales. msky postula que del estudio del lenguaje como una situacién dada ~*Pheden deducirse reglas; de modo tal que, para él, una gramatica puede predecir todas las oraciones bien formadas de una lengua, incluidas aque- llas que no han sido pronunciadas atin. Se ha dicho con frecuencia que la oposicién de competence y performance (“competencia” y “desem- pefio”) de los gramaticos generativos es andloga a la oposicién langue: parole, aunque e] criterio de Chomsky al respecto no ha sido consecuente (1968). Con posterioridad se ha reconocido (King, 1969: pag. 11) que los estrictos principios saussureanos hacen imposible la comparacién entre dos dialectos: porque los “valores” de Jos elementos en los dos sistemas no son los mismos. Asi, 0 en un dialecto con un sistema de cinco vocales no es comparable en valor con 0 en un dialecto con un sistema de siete vocales. Este problema no es distinto del que presentan los lingitistas diacrénicos: gen qué sentido /ai/ en el sistema vocdlico del inglés moderno “corres- ponde” a /i:/ del inglés medio? La solucién transformacional esta, no obstante, implicita en la rigurosa percepcién de Saussure del uso de mo- delos. Las evidentes conexiones entre los valores de dos sistemas pueden ser descriptas sdlo en el nivel de oposiciones entre reglas que estén ellas mismas en un sistema de reglas. Esto es lo que significa realmente el trata- miento transformacional en términos de “pérdida de regla” y “adquisicién de regla” (Chomsky, 1968; tercer volumen de esta serie). Las “gramaticas” de los transformacionalistas son modelos de “competencia”. Buscan, en realidad, “meta-reglas” transformacionales para la relacién de los “estados” saussureanos. Asi como los saussureanos (y Saussure) confunden con fre- cuencia el modelo langue con una realidad mayor que el modelo, tam- bién muchos transformacionalistas hablan como si sus programas para un modelo de “competencia” estuvieran ya realizados. Puede decirse en- tonces que el enfoque pancrénico se encuentra en proceso de formulacién —en principio por lo menos—. No nos sorprenderemos si su practica pre- senta grandes dificultades. Semiética y sociedad ® ¢Por qué deberian volver a pensar en Saussure los antropdélogos so- . ciales? Aparte de su importancia en haber anticipado la discusién de diacronia y sincronia, y haber mostrado el camino a la idea de sistema y 14 $& que una “lingiiistica pancrdnica” ha sido previamente anunciada varias veces (Ullmann, 1951: pags. 258-299). No es casual que esto haya tenido una impor- tante incidencia en una visién de la semdntica. No obstante, al discutir la distincién saussureana diacronia :sincronia, debemos reconocer que existe al nivel de modelos de sistemas formales (véase mi ensayo en este volumen): De modo similar, la pancronfa de Saussure debe ser observable al nivel modelo: hasta ahora sélo los transformacio- nalistas han demostrado creiblemente, si bien parcialmente, las posibilidades de tal modelo, Es interesante que la “pancronia” haya sido generalmente ignorada por los lingiiistas estructuralistas en su exégesis de Saussure, pues para ellos su mensaje era un manifiesto sincrénico, mientras que la diacronia tenia menos importancia (v.g. véase Wells, 1947, en Joos, 1957). 15 El término semidtica (semiotic) proviene de Locke, como “la doctrina de los signos”. Su uso fue desarrollado por C. S. Peirce. Morris, Carnap y Hjelmslev contri- 38 fica la tarea aun de la mente mds empirica. Tomaré un ejemplo. mente encontramos que los signos rituales tienen polos contradictorios de significado. Turner (1964: pags. 30-31) expresa esta distincién de modos diversos. Asi, un simbolo puede referirse a “emociones, sangre, genitalidad” (en el polo “sensorial”), y al mismo tiempo a la “unidad, continuidad de los grupos” (en el polo “ideolégico”), La divisién que hace Sapir de los simbolos en simbolos de “condensacién” (con raices inconscientes) y sim- bolos “referenciales” (sefiales, banderas), corresponde, para Turner, a estos dos polos, salvo que los simbolos rituales combinan ambos. Algunos antro- pdlogos sociales restringen el término “‘signo” a los simbolos referenciales de Sapir, y Ilaman “simbolo” a los que Sapir lama “de condensacién”. No es facil defender estas distinciones, desde un punto de vista saussureano. Tomemos un signo lingiiistico ndembu, el significante: mudyi (una “ima- gen actstica”); el significado: “un Arbol de savia lechosa” (“el concepto”). Ahora bien, la asociacién de “savia lechosa” con “leche de madre” es tan evidente que la ecuacién queda habilitada para su inmediata inclusién en el diccionario ndembu como parte del “concepto” (ibid.: pags. 21-27). De este modo, el aspecto mas “biolégico” o “sensorial” puede Ilenar los requi- sitos de “consciente” para una definicién lexicografica. Por el contrario, puede demostrarse fAcilmente que “unidad de la Iinea de descendencia materna” o algo similar, es inconsciente. Asi, el polo emocional, biolégico (“sensorial”) parece formar parte del signo lingiiistico antes que el polo “ideolégico”. Parecerfa mds Util volver a la distincién entre un signo lingiiistico y un signo ritual. Ahora bien, un signo ritual no es expresado como tal en el lenguaje. El “arbol mudyi”, como miembro de una serié de signos rituales, forma parte de una semiologia distinta del elemento léxico mudyi como signo lingitistico en idioma ndembu. No obstante lo cual el Arbol ritual no es menos “concepto” que el significante de mudyi. De este modo, el arbol botdnico genera dos “conceptos”. Uno esta vinculado a Ja cadena actstica mudyi y es un signo lingiiistico. El otro esta vinculado a imagenes rituales, y es un significante ritual, en un signo ritual (véase figura 5). En principio, tal signo existe sin ninguna “denominacién”: su denomi- nacién (aquello por lo que se lo conoce) es su “valor” como un elemento en un sistema de elementos similares. En la practica, los significados ritua- les recubren los significados lingiifsticos. Elementos Ilamados “sensoriales” e “ideolégicos” pueden caer en cualquiera de ambos terrenos. Los signi- oposicién, y todo el resto, sus ideas contienen una generalidad ave. i buyeron al crédito de que disfruta hoy. Margaret Mead acuiié el término semiotics para referirse al estudio de “comunicaciones pautadas en todas las modalidades” durante una discusién en el Congreso de Indiana de 1962, que es reproducida en Sebeok, Hayes y Bateson (1964, véanse pigs. 1-7, 275-276). De este modo semiotics esté cerca de la sémiologie de Saussure (mids de lo que lo esta la sémiotogie de Barthes). Puede ser ‘til retener semiologia para describir el estudio de las semicticas (semiotics) usado como plural de semidtica (semiotic). A su vez, una semidtica es un sistema de signos. La coexistencia en la sociedad de gran mimero de semicticas demuestra que no debe aoe ninguna descripcién util a través de modelos de sistemas, abstracciones, sistemas ideales. 39 == ficados lingiiisticos, no obstante, pueden ser “desenvueltos” conscientemente con palabras, Los significados rituales, por definicién, contienen elementos que nadie ha desarrollado atin con signos semiédticés 0 lingiiisticos. Podemos traducir la semiética ritual al lenguaje, pero si no tenemos cuidado termi- namos con las muchas polaridades que nos han legado los valiosos trabajos de Turner. Una “metasemiética” que se encargue de la estructura de todos los signos tendraé una simplicidad mayor que la laboriosa traduccién de significados rituales a lenguaje natural. Las polaridades internas de los simbolos pueden ser comprendidas, al menos provisionalmente, ubicando sus elementos en diferentes sistemas de signos. Lo que se ha dicho acerca Ficura 5. Signos lingiiisticos y rituales Diplorrhyncus mossambiciensis (“el 4rbol de leche”) significado 1S Signo ingufstico ritual (mudyi) significante \"™ COmtS**9} (sin denominacién Uingiifstica ) de semidtica ritual en relacién con la semidtica lingitistica es aplicable a todas las semidticas que podamos definir. Hasta aqui podemos estar de acuerdo con Barthes en que el lenguaje serviré a menudo como indice de algunos de estos sistemas, como en su propio estudio sobre la moda —pero, de un modo bastante interesante, es justamente aqui donde el lenguaje como semidtica es mas oscuro. Estas sugestiones de otros sistemas subsisten a menudo como “redundancias” de! lenguaje. La semiética del cuerpo hu- mano ya ha sido mencionada. Su continua “interferencia” en la clasificacién lingiiistica del cuerpo es uno de los problemas diarios de la existencia social ordenada, y ya ha sido ilustrada mas arriba con material lingiiistico tradicional. Banderas en blanco Podemos imaginar un sistema semidtico que dependa, en ausencia del poder del habla, de la conciencia que tengan sus participantes de relaciones légicas entre ellos en el espacio, definidas contextualmente. Es decir: la posicién de cada participante en relacién con otro en una reunién, y en relacién con objetos en un ambiente fijo. Los “clementos” de la semié- tica serfan formulados por su presencia existencial y adquirirfan “sentido” (“valor”) a través de las “relaciones”, que serjan conscientes, al modo de una sintaxis. La extensién posible de tales semidticas no parlantes disocia- das es grande. Para su estudio serfa necesaria una cuidadosa estructuracion previa del ambiente biopsiquico, pues los actores mismos son simbolos en 40 la semiética, y debe proveerse una serie reconocible de teatros para la ac- cién, La serie completa de rastros semidticos esta vacia en términos lingiiisticos, pues no hay habla. La “adquisicién” del lenguaje (si uno puede usar tal palabra en tal situacién) serfa como la adquisicién de las matematicas para los celosos mensuradores primitivos que tenfan unidades ad hoc para cada clase de objeto medido. acopiadas en forma fisica (como los bastones de madera con medidas que durante mucho tiempo sirvieron de lefia en el Parlamento). La generalidad yotencial de la imagen actstica como sustituto para multiples significantes tipo es evidente. Estas obser- vaciones no necesitan tener un significado evolutivo (aunque en la novela Los Herederos, de William Golding, encontramos refugiados neanderthali- cos que usan la novedosa semidtica actistica con deficiente habilidad: para la comunicacién rapida y eficaz se muestran unos a otros “cuadros”)—. Si fueran a tener tal importancia, indudablemente serfa para decirnos (pace Chomsky) que Ia semidtica no lingiiistica habia Hegado a un alto grado de complejidad antes de que el lenguaje iniciara la codificacién de su dominio. La similitud de mi caso hipotético con semidticas “primitivas” que real- mente coexisten con el lenguaje, sugiere que la necesidad de una cuidadosa estructuracién del ambiente es mayor donde el lenguaje no traduce todas las semiéticas. El rasgo principal de las sociedades —término convencional discutible— arcaicas, populares, “de minorias”, y otras, toma asi el aspecto de un mecanismo “sostén de canal”. Ademés, si tienen lugar todavia nuevos movimientos en sociedades altamente “lingiiisticas”, pueden, quizds exclu- sivamente, expresarse al principio en una semidtica no lingiiistica. En este sentido los movimientos politicos de la década de 1970 son manifestaciones con banderas en blanco, no importa lo que, en cada oportunidad, se escriba en ellas, En un nivel mas detallado: los supucstos “cédigos restringidos” de los marginados de la clase obrera de que habla Bernstein son mejor comprendidos como una variante local del caso “primitivo”. Finalmente, la vieja y atin floreciente conciencia de las semidticas no lingiiisticas, provee, mediante la estructuracién del ambiente biosocial en todos los niveles, un adecuado “locus” no mistico para las representaciones colectivas durkheimianas y otras entidades “cosmoldgicas”, que hace mucho provocaron el rechazo de Malinowski, como aun Jo provocan en los depar- tamentos de antropologia social donde la tradicién ortodoxa fue transmitida intacta. Debemos admitir que el mismo Durkheim (1898, traduccién 1951) lucha con Ia relacién entre representaciones individuales y colectivas. Esta reducido a una declaracién de fe, y a algunas esperanzas de telepatia (1951: pags. 18-23). La escuela francesa se basa en los conceptos de extériorité y extério- risation —términos que los comentaristas de habla inglesa no siempre com- prenden—. Para Saussure, extériorité era un rasgo de langue (Doroszewski, 1933: 89). Sechehaye (1933: pag. 63), su discipulo, vio el lenguaje como “similar” a las costumbres, creencias, organizacién politica: “Comme toutes ces choses, elle constitue un objet extérieur a Vindividu...”. Es muy su- gestivo que Cassirer, en el mismo periddico, en el mismo afio, hable de la construccién lingiiistica del mundo de los objetos como “lextériorisation 4) a simples états du moi” (1933: 30). Que Simonis hable de la obra de s4evisStrauss como expresién de Ja “exteriorizacién del hombre” (1968: pags. 335) resulta natural y previsible. No es que Jos saussuro-durkhei- mianos vean las representaciones colectivas come “fuera” del individuo: el individuo de algin modo es parte de ellas. Es interesante observar que McLuhan (1970: pags. 37-40) reproduce la nocién esencial de extériorisa- tion como outering, aunque no conozco el proceso por el que incorpora de ese modo setenta afios de pensamiento francés.'* La terminologia de la semidtica puede ser expresada de modo mas mecanicista por medio de la teoria de Ja comunicacién. Debemos visualizar que el mensaje en un canal se vuelve a si mismo el cana! de los metamen- sajes, Lévi-Strauss (1963a: pag. 61) formula implicitamente el caso general, a partir del caso particular de las mujeres: los seres humanos hablan, pero también son elementos simbdlicos en un sistema de comunicacién (véase también Ardener, en prensa). Cuando el lenguaje falla, 0 se retrasa en su tarea, como en cierta medida sucede en Ja vida actual, nos sentiremos felices si nuestros ensayos desenredan principios semiolégicos generales, a los que durante tanto tiempo dirigié su atencién Saussure. Claude Lévi-Strauss y el fonema Los originales ensayos en los que Lévi-Strauss expone sus contactos con la lingiiistica son muy disimiles en su consideracién del problema. La primera formulacién fue publicada en agosto de 1945, en el primer nimero de Word. Sus observaciones introductorias ganan un interés adicional si se tiene en cuenta la época en que fueron publicadas: “La lingitistica ocupa un sitio especial entre las ciencias sociales, a las que incuestionablemente pertenece. No es sdélo una ciencia social como las otras sino mas bien Ia ciencia en la que se han hecho los mayores progresos. Quiza sca la inica que puede reclamar con derecho el nom- bre de ciencia y que ha Ilevado a cabo tanto Ja formulacién de un método empirico como la comprensién de Ja naturaleza de los datos sometidos a su anélisis” (1963a: pag. 31). Habla de la “privilegiada posicién” de su disciplina y de psicdlogos, socidlogos y antropdlogos “ansiosos de aprender de la lingiiistica moderna el camino que los conduzca al conocimiento empirico de los fendmenos sociales” (ibid.). El elogio de la lingitistica es, en parte al menos, el elogio convencional al anfitrién en una publicacién nueva y una cierta precaucion ante la critica que pudiera acusarlo de invadir terreno ajeno. No obstante, 1945 fue una fecha temprana de verdad para una postura que, un cuarto de siglo después, no es todavia aceptada plenamente por la mayoria de los antropélogos sociales funcionalistas. Por supuesto, puede decirse “fecha 16 McLuhan (1970: pig. 30) habla de sillas “que esteriorizan” (outering) al ser humano, y que Hevan a mesas, y a una reestructuracion del ambiente humano. Sus modismos “pop” reflejan las modemas corrientes “estructuralistas” de wn modo a veces curioso, pero inadecuado, 42 antigua de verdad”, porque Lévi-Strauss se refiere a un articulo de (1924), citando esta declaracién: “Por cierto que la sociologia habria llegado rhucho mas lejos si hubiera seguido en todo la gufa de la lingitis- tica...” (en Mauss, 1950; en la edicion de 1966: pg. 299). Lévi-Strauss creia que la posicién habia cambiado de grado: lingiiistas y antropdlogos sociales no habian dejado de observarse, pero si los ultimos no habian seguido el ejemplo lingiiistico tan lejos como hubieran podido, “después de todo la antropologia y la sociologia buscaban en la lingiiistica sélo ideas; nadie esperaba una revelacién” (1963a: pag. 33). ¢En qué consistié su revelacién, en 1945? Dice: “El advenimiento de la lingiiistica estructural trastornd esta situacién”; y sigue, en un tono apo- caliptico: “La lingiiistica estructural tendr4, respecto de las ciencias sociales, el mismo papel renovador que correspondié a la fisica nuclear, por ejem- plo, en cuanto a las ciencias fisicas” (ibid.). Una declaracién publicada en el mes de la explosién de las bombas atémicas de Hiroshima y Nagasaki encontrarfa una audiencia que no iba a subestimar la contribucién de Ja fisica nuclear: en ese entonces la fisica nuclear no era todavia un trasto viejo. La revelacién se referia, de hecho, a la lingiifstica de Ja Escuela de Praga (emigrada a los E.u.A. por esa épo- ca), con la que Lévi-Strauss habia entrado en contacto gracias a Roman Jakobson, La declaracién es curiosa y comparte las cualidades de tantas expresiones programaticas de hombres de genio: aparentemente inadecuada e indocumentada en su momento, y sin embargo llevada finalmente a algin tipo de realizacién.!7 La generacién posterior a Saussure habia Ilegado a una nueva fase de consolidacién de Ja teoria lingiiistica (en e] periodo aproximado 1920-1950) en la cual aparecieron muchos de los desarrollos de diferentes escuelas, vagamente incluidos en la descripcién “lingitistica estructural”. Este pe- riodo esta sefialado por la realizacién de un método para la lingiiistica sincronica de Saussure, método que ofrecia el mismo rigor que el de la “filologfa comparada” (‘Trubetzkoy, 1933: pags. 249-243). El método y el periodo se caracterizan por la discusién del asi Namado fonema, una idea esencialmente sensata que levanté una marea de discusién mientras hacia posible la produccién de una masa de detallado trabajo lingiiistico. Fue mas o menos contempordneo con el alto periodo malinowskiano en antro- pologia social, y mostré mucho de su mismo esfuerzo productivo. No abstante fue, basicamente, el menos “antropolégico” de los movimientos 17 La breve exposicién sobre e] fonema incluida aqui obviamente es selectiva, y hubiera podido ser omitida si no fuera porque el término, tal como es discutido por Lévi-Strauss, tiene atm un aspecto misterioso para algunos de sus lectores. Sus interro- gaciones no puede responderlas una consulta directa de las obras corrientes en lin- giifstica. Incluyo la seccién, cuidando su sesgo europeo. Esto puede equilibrarse consultando a Fries (1963) acerca de los bloomfieldianos. El nota que “la gran importancia de los procedimientos y técnicas de anilisis... no se opone de manera directa a Bloomfield” (pag. 22). En general, véase Mohrmann, Norman y Sommerfelt (1963); Mohrmann, Sommerfe t y Whatmough (1963); y Hockett (1968: pags. 9-37). 43 lingiiisticos. Desde el punto de vista saussureano (cuyo mensaje se dirigia tanto al lingiiista diacrénico como al sincrénico y al estudio de todos los signos, no sdlo de los signos lingiiisticos), fue un movimiento de repliegue. _ Fue caracteristico de los estructuralistas la concentracién en uno de los elementos esenciales: la lingitistica sincrénica (cf. Wells, 1947). El fonema se sentia a gusto sdlo entre los detallados datos de la descripcién lingiiistica. Provoca asombro ver al Lévi-Strauss de la primera época y aun a Pike (que fue lingitista y antropélogo) luchando con el fonema —como figuras laocodnticas debatiéndose entre serpientes— para aplicarlo a los fenédmenos sociales. La relacién del fonema con los principios de Saussure es como la de los patines con el concepto de Ja rueda: una apli- cacién particular y especializada. A quienes ignoran la rueda, los patines pueden parecerles objetos hermosos, y no hay duda de que asi es. Come- teremos una gran tonteria si construimos un carro en forma de patin. En cierto modo, esto es lo que nuestros antropdlogos han estado urdiendo, y aun exhibiendo ante los lingiiistas con banal engreimiento. En pocas pa- labras, era el saussureanismo del fonema Jo que era transferible, no la terminologia. Por su “saussureanismo” entiendo su relacién con la oposicién langue:parole, y con las nociones de “sistema”, “oposicién”, “valor” y otras similares. La contribucién inglesa a la lingiiistica es el mejor enfoque de la cuestién desde el punto de vista del sentido comim: el casi solitario desarrollo del estudio de la fonética durante la vida de Henry Sweet (1845-1912), Durante mucho tiempo pudo definirse muy simplemente la fonética como los rasgos actsticos del habla y los modos de transcribir- los adecuadamente. En la segunda parte esta el problema. Porque en cierta medida el estudio de la fonética deriva del interés en las discre- pancias entre las formas habladas y escritas de] lenguaje, y e] supuesto original fue que rasgos actisticos = “sonidos” = letras de un alfabeto. No es casual que la fonética se haya desarrollado en Inglaterra en el momento en que lo hizo, La situacién del inglés en Inglaterra ejemplificaba, y to- davia ejemplifica, algunos de los mejores estimulos para tal estudio: a) una discrepancia entre la ortografia del lenguaje escrito y su pronunciacién: recibida; b) una discrepancia a su vez entre la pronunciacién recibida y los dialectos del inglés; c) una discrepancia entre los status sociales de diferentes formas de habla, incluyendo la pronunciacién recibida y los dialectos. La fonética inglesa, tan a menudo despreciada por antigua por los lingiiistas norteamericanos (Gleason, 1955a), fue un verdadero ejercicio cn sociolingiiistica, Heury Sweet fue transformado en el profesor Higgins por Bernard Shaw en Pygmalion (y puesto en musica en My Fair Lady), y el problema de Higgins es en Jo esencial el mismo que el de Bernstein (1958, 1960, 1961, 1965): un problema de ingenieria social.'* 18 Shaw dice de la polémica reputacién de Sweet en Oxford: “Con el fisico y el temperamento de Higgins, Sweet podria haber incendiado el Tamesis. Tal como fue, se proyecté profesionalmente en Europa a un grado tal que hizo de su relativa falta de popularidad, y de la falla de Oxford en hacer justicia a su eminencia, un rompecabezas para los especialistas extranjeros. . . aunque yo sé bien lo dificil que es para un hombre de genio aue se ocupa de Hacia la década de 1880 hubo también un fuerte interés internacional en la fonética, En 1886 nacié la Asociacién Fonética Internacional (al principio bajo e] nombre de Asociacién de Profesores de Fonética) con el temprano y reconocido propésito de producir un alfabeto fonético capaz de escribir cualquier “sonido” de cualquier idioma, propdsito que resultd, en su sentido mas estricto, 0 imposible o errado (1a, 1949; J. R. Firth, 1957a: pags. 92-120). No obstante, esta busqueda de un alfabeto de sonidos completo Ilevé a los fonéticos, por una ruta minuciosa y altamente empirica, a la misma conclusién de Saussure. Empezaron pensando que habfa solamente una diferencia entre la “escritura” o la “ortografia” y los sonidos del habla, y que cuantos mds “sonidos” pudieran escribirse, mas correcta seria la ortografia. Pero descubrieron, precisamente cuando ana- lizaban los “sonidos”, que los hablantes actuaban lingiiisticamente como si sdlo existiese un reducido nimero de sonidos. El resto lo clasificaban junto con estos pocos. Cada idioma los clasificaba de distinto modo. Aqui, entonces, se percibié por primera vez, en el trabajo lingiifstico al nivel de parole, que la estructura langue se extendia a la esfera “fonética”. Asi, la categoria que marcamos /r/ en el japonés tiene una dispersién acustica que cubre una “banda” particular. Esta se superpone a la /r/ convencional del inglés (del mismo modo en que los nombres de los colores en los dos idiomas se superponen en sus subdivisiones del espectro visual), pero una parte de la realizacién de /r/ en japonés también se superpone a la reali- zacién de /1/ en inglés. Todo lo que restaba era dar un nombre a los “sonidos convencionales” de una lengua para distinguirlos de los “sonidos reales” descubiertos por los fonéticos. Sweet no tardé en quedar atras. Los “sonidos reales” fueron registrados en transcripciones “estrictas” y los convencionales que reconocian los hablantes fueron Jos registrados en transcripcién “amplia” (Jakobson, 1966). $i las cosas hubieran quedado ahi, nos habriamos, dado cuenta muy pronto de que los sonidos supuesta- mente “reales” eran tan abstractos como los convencionales. Pero el término que se necesitaba fue proporcionado como sabemos: las “categorias fonoldgicas nativas”, los sonidos convencionales que Jos ha- blantes reconocian, fueron Iamados fonemas. En la terminologia que fue aceptada mas adelante, los sonidos del habla fueron Ilamados fonos. Los fonos actisticos a los que los hablantes de un idioma consideran “los mis- mos” fueron lamados aldfonos del fonema. El mismo término basico fue, mas tarde, objeto de discusién. Muchas escuelas reclamaron para si su invencién, o haber sido las primeras en usarlo, 0 en usarlo correctamente. Pero, en el periodo entre 1870 a 1912, la mayoria de los investigadores en lingitistica general habfan legado a la conviccién de la necesidad de la distincién entre los sonidos “significantes” y los sonidos “insignificantes” una materia menospreciada mantener relaciones serenas y amables con quienes la menosprecian y reservan los mejores sitios para otras menos importantes que profesan sin originalidad y a veces sin mucha capacidad, con todo, si él los agobia con ira y desdén, no puede esperar que ellos lo colmen de honores” (Pygmalion, Prélogo, 1941; 8-9) Véase también Jakobson, 1960. 45 que se usan al hablar una lengua. Trubetzkoy (1933: pag. 227) atribuye la distincién basica a J. Winteler, en 1876. En cuanto al término, fue usado por lo menos ya en 1876 en Francia (phonéme) por Havet, aunque sélo en el sentido de “sonido de habla”, justamente lo que no es. El primero en usarlo en el sentido que tiene hoy (como fonema) fue Kruszewski, un estudiante de la Universidad de Kazan en 1879, quien tomé la idea del lingiiista rusopolaco Baudouin de Courtenay, que habia estado trabajando en este problema desde 1868. Sweet nunca Jo usé, pero en 1915 los alumnos de Sweet en Londres ya usaban el término de Courtenay (D. Jones, 1964: pag. 4). Sapir, el lingiiista norteamericano, no lo usd consistente- mente hasta la década de 1930, Entré de lleno en el uso norteamericano con el libro de Bloomfield Language (1933). En el continente, Trubetzkoy, Karcevskij y Jakobson recibieron el concepto de fonema de Baudouin de Courtenay, aunque ninguno, en realidad, fuera su alumno (Trubetzkoy, 1933: pag. 229). Resulta asi que la historia del fonema son dos historias separadas: la historia de una idea y la historia de un término. Durante algun tiempo el término eclipsé a la idea. En general, se desarrollaron dos enfoques principales: 1. El criterio bloomfieldiano 0 norteamericano. Segin él, el fonema podia ser abstraido de una lengua por una metodologia cuidadosa, si ya se disponia de suficientes emisiones reales, simplemente anotando cuales soni- dos distinguian realmente una unidad significativa de otra. Habia nume- rosos “procedimientos de descubrimiento” que servian para lograrlo. Eran tan aparentemente buenos que se intenté obtener unidades mayores y me- jores. Después de los fonemas vinieron los morfemas, y asi con un gran ntimero de otros emas. La lingiiistica estructural de la escuela postbloom- fieldiana se habia yuelto una ciencia scudoobservacional. Baste decir, como ya mencioné, que dificilmente podia haber un término mas firmemente ligado a los datos lingiiisticos que el fonema postbloomfieldiano. 2. La version de Praga desarrollé el tema de modo diferente. Sus adherentes intentaron Ilegar a principios mds universales a través de los cuales el fonema mismo pudiera ser construido. Hicieron esto desarrollando el concepto de oposiciones en el nivel fonolégico: los asi Iamados “rasgos distintivos”. Trubetzkoy (1933: pag. 227) vio que la teoria de Saussure habia quedado incompleta hasta el avance de la fonologia, y que el “fone- ma” era un puente entre el programa de Saussure (y el de de Courtenay) y los hechos. Quedé en claro, no obstante, que la definiciéri de un fonema consistia en su lugar en un sistema, Aqui encontramos la idea fonémica for- zando una vez més la generalidad saussureana. Después de todo, el “valor” de un fonema deriva de su posicién en um sistema fonolégico (como siempre lo dijo Hjelmslev). Los universales que yacen tras los fonemas son las reglas universales de oposicién: aquellas reglas por las que se deter- minan los “valores” de elementos singulares en sistemas de elementos. Los “rasgos distintivos” de Trubetzkoy y Jakobson eran de tipo actistico © articulatorio (tenso:relajado, grave:agudo, y asi por el estilo). El mo- do binario de distincién y su notacién, podian ser aplicados a la precisa 46 determinacién de los valores de elementos en otros sistemas —no sélo el del lenguaje—. Percibir esto representé, como ya he dicho, la recreatidir laboriosa de Ja generalidad de la que el fonema de la escuela de Praga habia tomado sus rasgos distintivos. Fueron los fonemas de Praga, y espe- cialmente los de Jakobson, los que estimularon a Lévi-Strauss (acerca de una exposicién tardia, véase: Jakobson y Halle, 1956; acerca del estimulo, véase: Simonis, 1968: pgs. 163-166). Los lingiiistas pasaron un largo periodo estudiando los fonemas, y hubo mucha controversia acerca de si eran “reales”. Habian Megado al escalén que habjan alcanzado los comparatistas en el siglo xix. Sus reconstruc- ciones fonémicas eran tan rigurosas (y a menudo de aspecto tan exdtico) como las de la filologia comparada, pero. sus principios y problemas eran si- milares (véase tercer volumen de esta serie). Los bloomfieldianos, que te- nian modos supuestamente “objetivos” para descubrir fonemas, pensaban ge- neralmente que los fonemas estarian alli (“Fe en Dios”). El criterio opuesto es que estaban en la mente (“Hocus Pocus”). Estos fueron términos acu- fiados por Householder (1952). La confusién representada en este debate, entre modelo y realidad, es obvia ahora. En lo esencial los fonemas eran férmulas que abstrafan las unidades significantes del habla. El analista simplificé los datos “fonéticos” iniciales usando menos. términos pero al precio de necesitar un libro de reglas para interpretarlos. Podemos escri- birlo asi: émica + reglas > la ética; 0 en un nivel diferente: modelo + convenciones de la realidad — el conjunto de datos. Los fonéticos ingleses deben ser admirados por su rechazo a complicarse con la metafisica del fonema (D. Jones, 1962; 1964: p4g. 15). En la fantasia de los sistemas formales: su teoria se restringiéd a la generacién de “adecuados” sistemas de transcripci6n, ny Es quizds una ironia que el debate sobre el fonema dé cuenta, en parte, del rechazo de la lingiiistica por parte de los antropdlogos sociales ingleses de posguerra. A muchos de ellos les parecia extrafio y recargado de simbolos de transcripcién. De un modo similar el debate sobre el parentesco en antropologia social sacudié a miembros de otras disciplinas. En 1945, entonces, la voluntad de Lévi-Strauss fue notable: el matrimonio de] fonema con el parentesco. E] ensayo publicado en Word muestra el proceso de su pensamiento en el intento de transportar al parentesco la nocién de sistema de la escuela de Praga. El resultado fue su conocido élément 0 “Atomo” de parentesco (1963a: pdg. 48). Los simbolos (+-) y (—) derivan, por analogia directa, de las marcas de “presencia” o “ausen- cia” de rasgos distintivos por los que cran analizados los fonemas en la Escuela de Praga. Para apreciar lo inesperado del intento, deberiamos ubicarnos en Jos £.v.a. en esa fecha. La lingitistica estaba atin en plena fase postbloomfieldiana, ahora altamente empirica y “conductista”. Por otros diez o quince aiios, la bibliografia introductoria seguiria Iena de refe- rencias a “procedimientos de descubrimiento” y cosas similares (Gleason, 1955a y b; Hockett, 1958). Cuando Zellig Harris escriba sus Methods in Structural Linguistics (1951, prefacio fechado en 1947), la culminacién de esas tendencias, Noam Chomsky sera mencionado apenas por haber dado su “valiosa asistencia al manuscrito”. Nos encontramos tres afios antes de 47 Ja publicacién de los fundamentales trabajos sobre tcoria de Ia comunica- cién (Shannon, 1948; Shannon y Weaver, 1949) que dieron a Ia lingitistica jakobsoniana posterior su forma especial. Lévi-Strauss no tenia en cuenta siquiera a la lingiiistica antropolégica norteamericana, que era también esencialmente bloomfieldiana, aunque la influencia de Sapir era fuerte. Voegelin y Harris (1945) se refirieron al articulo de Lévi-Strauss en su ensayo de la misma época, “Lingiiistica y Etnologia”, pero su enfoque era totalmente diferente. Si bien incuestio- nable (“el habla y el comportamiento no vocal constituyen una ‘situacién etnolingitistica”, pag. 457), el espiritu era resueltamente pragmatico. Su dltimo ensayo (1947 - “los datos de la lingiiistica y de la antropologia cultural son en gran medida los mismos”, pag. 588) tiene un rumbo similar. E] estructuralismo inmigrante de la Escuela de Praga, como la lingiifstica europea en su totalidad, no era por cierto sobrevalorado por los norteame- ricanos (Householder, 1957: pag, 156, nota que “europeo” era equivalente a “precientifico”). Todo esto fue cambiando, y con extremada rapidez, pero la declaracién de Lévi-Strauss sobre Praga no facilitaba la relacién entre la antropologia orientada hacia la investigacin de campo y la lingiiistica descriptiva del momento. Es comprensible que haya tenido dificultades para expresar Ja naturaleza exacta de la revelacién. Cita la concepcién de Trubetzkoy de los objetivos de la lingiiistica estructural (“descubrir leyes generales ya sea por induccién «ya... por deduccién légica, lo cual les daria un cardcter absoluto»”), y de su demostracién del concepto de sistema. Lévi-Strauss no da muestras de encontrarse cémodo con los conceptos de Praga. Dice: “De este modo, por primera vez, una ciencia social puede formular relaciones necesarias. Este es el significado de la tiltima observacién de Trubetzkoy.” Si lo comparamos con las decla- raciones previas sobre la fisica nuclear tode esto parece expresado con cierta sequedad, y también a la luz de lo que sigue: “Pero cuando un suceso de esta importancia tiene lugar en una de las ciencias humanas, no es sdlo permitido, sino necesario, que los repre- sentantes de disciplinas emparentadas examinen de inmedisto sus consecuencias y su posible aplicacién a fenédmenos de otro orden” 1963a: pags. 33-34), La aplicacién directa, cuando llega, ilustra el mayor problema de Lévi- Strauss: lo que él queria de Praga era la nocién de “oposicién”, de la que intuitivamente sospechaba la gran importancia. Desgraciadamente, el principio fue oscurecido por su expresién acerca del fonema. Como hemos visto, fue un concepto operacional en lingiiistica: concepto que hizo posible relacionar la langue y la parole de Saussure ~el principio de la rueda hecho real en el especializado patin—. La idea de la notacién (+ —) fue la con- tribucién técnica que salié de Jos contactos en 1945 de Lévi-Strauss con la lingiiistica de Praga. No obstante es interesante notar que en tanto sus andlisis (+ —) mantenfan la menor relacién con el fonema, su uso impli- caba que la infraestructura de las relaciones de parentesco (Ja fuente de oposiciones equivalente a las oposiciones acusticas y articulatorias de los 48 anilisis praguenses) era de naturaleza afectiva en gran parte. Esto result cn cierto modo mas bien inesperado, dadas las ideas generales de la escuela francesa. Simonis (1968) muestra que su interés de entonces por la “in- conciencia” de los sistemas subyacentes provenfa en su mayor parte de Freud. No obstante, hacia ya mucho que Mauss Ie habia pedido a la psi- cologia: Donnez-nous donc une théorie des rapports qui existent entre les divers compartiments de la mentalité... (1950, en la edicién de 1966, pag. 305). He discutido con cierta amplitud las implicaciones de este primer ensayo de Lévi-Strauss para mostrar que su naturaleza “lingiifstica” era ambigua. La difcrencia entre mi tratamiento del ensayo y el de Simonis (1968: pags. 12-32) es obvia. Mds tarde el mismo Lévi-Strauss se expres6 con mas claridad, pero en relacién con una lingitistica mas bien diferente. Simonis lee al Lévi-Strauss esencial en ese primer ensayo, actitud justi- ficable en el sentido de que es el verdadero Lévi-Strauss, y no la lingiiis- tica, quien habla aqui. Pero como Simonis mismo lo admite, Certes, les détails manquent (pag. 19). Nos muestra que la respuesta a la pregunta implicita, “;Por qué Lévi-Strauss veia relacionadas de ese modo fa antro- pologia social y la lingiiistica, en época tan temprana?”, es que Lévi-Strauss ya estaba pensando de este modo. La publicacién de Les structures élé- mentaires en 1949 mostré mas claramente su asimilacién de la nocién de de estructura como sistema formal. Lo cual, no obstante, provenia de Mauss tanto como de Ia lingiiistica. Hacia 1951, la escena habia cambiado: en ese afio Lévi-Strauss publicé “El lenguaje y el andlisis de las leyes sociales”, en el American Anthropo- logist (vol. 53 (2): pags. 155-163; 1958, capitulo m). En el intervalo habia surgido la teoria de la comunicacién, y esta vez la frase: “una obra reciente, cuya importancia desde el punto de vista del futuro de las ciencias sociales dificilmente puede calcularse” se refirié a Cybernetics (1948) de Wiener. E] ensayo es un ejercicio similar al primero: la investigacién a través de un oleaje de analogias del modo de aplicar una idea estimulante. Uno de los puntos de Wiener era que los estudios sociales, por ser hechos por seres de la misma escala que los fenémenos estudiados, no podian ser tratados con buenos frutos por los métodos de la ciencia natural. Esto esta relacionado con la cuestién del “Demonio de Maxwell”: zpuede revertir la entropia un ser del tamafio de una molécula? (Maxwell, 1871, en Ia edicién de 1872: pags. 308, 309; Wiener, 1948: pags. 57-58). Lévi-Strauss sugirid, por el contrario, que los hechos del lenguaje estan distanciados del obse1 vador. E] lenguaje “vive y se desarrolla como una construccién colectiva” (1963a: pag. 57). Ademés, los “calculos largos” que Wiener creyé inacce- sibles a los estudios sociales eran accesibles a los estudiosos de las familias lingitisticas histéricas (indocuropeas y otras similares): “De ese modo encontramos en el Jenguaje un fenémeno social que manifiesta a la vez independencia del observador y largos cdlculos estadisticos, que parecerian indicar que el lenguaje es un fenémeno completamente calificado para satisfacer las exigencias de los mate- maticos...” (ibid.). 49 Para casos similares en antropologia, Lévi-Strauss cita el trabajo sobre la moda de Kroeber y su propia interpretacién de los sistemas de parentesco _ mediante la circulacién de las mujeres. Es en este punto donde lleva a “¢abo la reflexién esencial del ensayo: que los sistemas maussianos de inter- cambio y reciprocidad son andlogos a Jos sistemas de comunicacién, de los cuales uno es el lenguaje. La importancia subsecuente de esta idea para la antropologia social ha oscurecido el hecho de que, en el ensayo original, est4é abrumada por un prematuro y equivocado intento de poner en corre- lacién las estructuras de parentesco con los rasgos estructurales de los len- guajes de familias establecidas por los filélogos comparatistas. Toma las familias indoeuropea y sinotibetana, asi como la “africana” y “ocednica” (no atestiguadas ninguna de Jas dos), y la “indigena americana”. En este alto nivel falla el intento. Posiblemente se vio influido por no reco- nocidos ecos de Saussure, cuyos intentos de correlaciones entre familias de lenguas y factores psicolégicos y sociales estan documentados con mas solidez (Cours, 1922: pgs. 304-317). La lectura que hace Lévi-Strauss del libro de Wiener en este momento, es la fuente de su distincién entre modelos “mecanicos” y “estadisticos”, distincién que no ha sido siempre bien comprendida por los antropdlogos sociales (tercer volumen de esta serie), Este ensayo mas bien vago fue criticado, aunque no siempre co- rrectamente, por Moore y Olmsted (1952). En 1952 presenté, en un Congreso de Antropdlogos y Lingiiistas en Bloomington, Indiana, un ensayo titulado “Lingiiistica y antropologia”, que fue publicado por primera vez en 1953 (y aparecié mas tarde como capi- tulo 1 de Lévi-Strauss, 1958 y 1963a). En este momento los especialistas en comunicacién ya habjan dejado su huella, lo que lo levé a decir, sobre las relaciones entre antropdlogos y lingitistas: “Durante muchos ajfios los antropdlogos han estado trabajando muy cerca de los lingiiistas, y de repente los lingiiistas les estan jugando a sus antiguos camaradas la pesada broma de hacer.las cosas tan bien y con el mismo rigor que antes se creyé privilegio de las ciencias exactas y naturales, Entonces entre los antropdélogos hay algo asi como melan- cola, y una buena dosis de envidia” (1963a: pag. 69). Una vez mas, entonces, una revelacién. En 1945 fue el fonema de la escuela de Praga, en 1951 fue Wiener, en 1952 la propia teoria de la comu- nicacién. Como el director de una orquesta de circo que sefiala la aparicién de] acrébata con sonoros acordes, bien puede ser relevado cuando al tercer estallido el acrébata aparece realmente. “Ahora bien, gqué conexiones son posibles con la lingitistica? No puedo ver ninguna salvo una: que cuando el antropélogo estd trabajando de este modo, estA trabajando de un modo mas o menos paralelo al del lingiiista. Ambos estan tratando de construir una estructura con uni- dades constituyentes. Pero, no obstante, no puede aleanzarse ninguna conclusién a partir de la repeticién de signos en el campo del compor- tamiento, y de Ja repeticién, digamos, de los fonemas de la lengua, 0 axtiese de la estructura gramatical de la lengua. Nada por el estilo: el intento es perfectamente desesperado” (1963a: pag. 70). ay Esta sorprendente retractacién de los ensayos de 1945 y 1951 tiene jugar precisamente la vispera de la hazafia de Lévi-Strauss de lograr una homologia entre Ja antropologia social y el lenguaje. Los criterios expre- sados en el conjunto de estos ensayos son. ya mas claros. Postula sus tres niveles de relacién entre la antropologia y la lingitistica, los que (si bien no los he aceptado aqui) contienen utiles ideas. Ya mira hacia La pensée sauvage cuando se refiere a “este invitado de piedra que ha estado sentado entre nosotros durante este Congreso, y que es la mente humana” (ibid.: pag. 71). Por ultimo, en Antropologie structurale (1958), en la que Lévi-Strauss reproduce sus ensayos de 1945, 1951 y 1952, inserté una “Posdata” (1958, capitulo v) que presenta extensas analogias con la lingiiistica jakobsoniana en términos antropolégicos. En particular la publicacién de Jakobson y Halle (1956) en la que las inferencias de los conceptos de comunicacién (“eédigo”, “mensaje”), habian sido asimiladas al sistema de Praga, muestra ahora su influencia. Lévi-Strauss, a través de la discusién de Benvéniste del signo lingiifstico (1939), vuelve también a los principios de Saussure. El método praguense es usado ahora para distinguir oposiciones ideolégicas, no afectivas o de parentesco. Su enfoque del simbolismo ocupando todos los dominios (prefigurado en su Introduccién a Mauss, 1950) lo Meva a su notable cita de Marx (“que no puede ser sospechoso de idealismo”) sobre el simbolismo del oro y la plata. Tras esto los elementos para cl estudio estructural del mito y el simbolismo estan presentes todos, y seran completamente desarrollados en La pensée sauvage (1962b) y siguientes obras. La vuelta a Saussure fue expresada finalmente en su forma més ine- quivoca en la Legon inaugurale: “Qué es entonces la antropologia social? Creo que nadie estuvo mas cerca de su definicién que Ferdinand de Saussure —si bien haciendo caso omiso de su existencia— cuando, presentando a la lingiiistica como parte de una ciencia no nacida atin, reservaba para esta ciencia el nombre de semiologia y le atribuia como objeto el estudio de la vida de los signos en el seno de la vida social... Concibo entonces a la antropologia como el ocupante de buena fe del dominio de la semio- logia que la lingitistica todavia no ha reclamado para sf...” Evans-Pritchard Habfamos tenido hacia 1958 una Odisea mental: los trece afios de la reflexion de Lévi-Strauss sobre la lingiiistica. Las ideas son las del gran desarrollo saussureano, inspirado en Ja seciologie de Durkheim, luego pasé a través del fonema de Baudouin de Courtenay, recogié sangre lingitistica en la escuela de Praga y el estructuralismo postbloomfieldiano, tomé rigor cientifico con los ingenieros de la comunicacién, fue percibido intuitiva- mente por Lévi-Strauss y reunificado con Durkheim a través de Mauss. 51 En esta extraordinaria realizacién personal, la lingiifstica, como disciplina, ss volvié, como lo expresan sus frecuentes declaraciones admirativas, un tipo ideal. Pero él fue el tnico antropélogo social equipado para percibir intui- tivamente las implicaciones analiticas y explicativas de la lingiiistica del Betlodo 1945-1955, antes que sus implicaciones pragmaticas. Los lingitistas antropoldgicos norteamericanos no lo hicieron, quizds a causa de su empi- rismo 0 conductismo. En 1948 Greenberg se interes brillantemente en la importancia de las semiéticas a partir de Ja obra de Morris (1946). También Goodenough (1957) reaccioné contra Ja lingitistica estructural bloomfieldiana, a través de Morris. Pero ambos escribian del signo “con- ducta”. Del mismo modo, el amplio enfoque de Pike (1954, 1955, 1960 - véase también 1956) de las nociones de émica y ética, fue una teorfa de la “conducta”. Y asi, como lo dice Casagrande (1963: pags. 294-295) : “Fs una paradoja que él enfoque antropolégico més intimamente apro- ximado a los métodos de la lingiiistica estructural de nuestros dias, es decir, el de la antropologia social francobritanica, se haya desarro- Hado alli antes que en los E.u.a., donde Ja lingiiistica y la antropologia han estado tan relacionadas a través de los afios.” La parte francesa de esta paradoja ya la hemos considerado. El afiade correctamente: “Mas atin, es notable que, excepto Malinowski, la antro- pologia social inglesa haya mostrado tan poco interés por la lingiiistica” (ibid.). Puede ser apropiado poner aqui mds atencién a esta Ultima cuestién, a la que ya hemos aludido antes, Para dar Ja respuesta debemos consi- derar a un antropdlogo social inglés que, sin ser lingiiista, manifest6 un fructifero interés hacia el lenguaje en todos sus niveles y hacia las materias y autores de importancia, tanto para la lingiiistica como para la antropo- logia social: se trata de E. E, Evans-Pritchard. Es cierto que muchos de sus escritos han tenido una base explicitamente lingiiistica (v.g. 1934, 1948, 1954b, 1956b, 1961b, 1962c, 1963b, junto al gran numero de textos sobre zande: 1954a, 1955, 1956a, 1957, 1962a, 1962b, 1963a, 1963c, y otros). Pero no es esto lo que més importa a nuestra investigacién. Su antropologia social ha tendido a integrarse con un enfoque concordante con el de las escuclas de lingitistica continentales. Su famosa frase’ sobre “relaciones entre relaciones” repite libremente a Hjelmslev. Su nocién de “oposicién” tal como se desarroll6 originalmente en The Nuer (1940), fue de tipo saussureano, Sin duda que sus lecturas de la sociologia francesa lo prepa- raron para esta comprensién (cf, Evans-Pritchard, 1962d: pag. 61). Nada pudo estar més lejos de la posterior euhemerizacién de la idea como “con- flicto” en las obras de Gluckman. Pocock (1961: pag. 78) cita a Adam Ferguson como un predecesor intelectual, que escribié, por ejemplo: “Los titulos de conciudadano y compatriota, no opuestos a los de forastero y extranjero, a los que se refieren, caerian en desuso y perderian su sentido” (A. Ferguson, 1767: pag. 31). En el periodo de Oxford, también podemos notar la influencia de Dumont sobre su departamento. Con el aliento de Evans-Pritchard, sus alumnos y colegas se daban 52 4 ‘ i continuamente a la tarea de traducir obras de complejidad siempre cfé"* ciente de la escuela sociolégica francesa (Pocock: ‘Durkheim, 1951. slo son: Mauss, 1954; Needham (con C. Needham): Hertz, 1960; N Durkheim y Mauss, 1963; Needham: Lévi-Strauss, 1963b; Needham (con Bell y von Sturmer): Lévi-Strauss, 1969a). Su tarea técnica en lingiiistica fue acompaiiada por la importante exégesis e interpretacién creativa de las obras mismas que caracterizaban a los antropélogos oxfordianos. Ademas, obras originales de la mayor importancia reflejaban aspectos de esta tra- dicién; por ejemplo: Lienhardt, 1961; Needham, 1962; y Douglas, 1966. El interés de Evans-Pritchard por los textos de origen oral encontré nueva expresién en los volimenes editados por él mismo, Lienhardt y Whiteley (1964: series), un interés que fue ejemplificado también por Finnegan (1969a, 1970) y otros discipulos recientes. También refiriéndonos al in- terés por temas de importancia lingiiistica en el mismo medio, podemos citar a Beattie (1957, 1960, 1964b), Needham (1954, 1960a), Beidelman (1964), Ardener (1968), Beck (1969), por nombrar una lista selectiva pero A Haneipuibe Por ultimo, en su propio departamento, Evans-Pritchard : ao ie sus colegas a ensefiar en el campo de Ja antropologia social y el Fue Evans-Pritchard, entonces, antes que Malinowski, quien senté las seguras condiciones pedagégicas para una participacién seria (si bien re- trasada) de la antropologia social inglesa en los problemas del lenguaje —una participacién que supera la tradicién malinowskiana—. Sdélo Leach entre los discipulos de Malinowski siguid un sendero parecido, y aun mantiene una posicién innovadora con contribuciones que enriquecen el campo lingiiistico (1957, 1958, 1964, 1970; véase también Tambiah, 1968, y Humphrey, més adelante, en la nueva tradicién de Cambridge). Pocock dijo agudamente, ya en 1961, que el trabajo de Evans-Pritchard llevé a cabo, en da antropologia social inglesa, “un deslizamiento de la funcién al sig- nificado’ (pag. 72), y agregé: “Hay indicios de que todas las implicaciones de este movimiento... no fueron colegidas por todos los antropélogos sociales en cl periodo de posguerra” (pag. 77). En un aspecto quiz4 fue Pocock demasiado optimista en su aprecia- cién: “La negativa [de Evans-Pritchard] a hacer explicito el desliza- miento del énfasis tenia ciertas ventajas tacticas. No hubo tormenta que oscureciera con nubes de polvo la presentacién, y se preservé un sentido de la continuidad y muchos jévenes antropélogos pudieron ver la profunda importancia del lenguaje en sus estudios” (pag. 79). Bien puede ser que tuviera desventajas estratégicas: un comentarista (Blacking, 1963: pags. 194-195) escribié acerca del libro de Pocock: “Cae con excesiva facilidad al aleance de las mentes jévenes y entusias- tas que buscan nueva informacién sobre la condicién humana; y en tal sentido puede hacer un dajio irreparable. .. el libro es muy estrecho y provinciano... hace un grave dafio a la antropologia social.” 53 E] mismo comentarista creia que Coral Gardens de Malinowski “im- +2¢pl{¢itamente” Hevaba a cabo el deslizamiento de Ja funcién al significado. ¢ es, por supuesto, el punto importante: pudo haberlo hecho, més atin, debié haberlo hecho, pero no lo hizo ~y hubo treinta afios de tedio en las sedes del funcionalismo ortedoxo para probarlo—. Podemos observar que Evans-Pritchard nunca practicé esa brutal supresién de las opiniones con- trarias que los biégrafos, con sorprendente tolerancia, citan con tanta fre- cuencia dg Malinowski (R. Firth, 1957: p4g. 1; Kardiner y Preble, 1961: pags. 167-168). La posicién de Malinowski como el mayor antropélogo lingiiista de la escuela funcionalista sera considerada mas adelante. El cri- terio ligeramente menos favorable de lo comin que yo expreso puede ser balanceado con facilidad sin buscar lejos en la literatura. No obstante, he Hegado a la conviccién de que fue exactamente a causa de la influencia personal de Malinowski en Ia antropolgia social que el interés de los fun- cionalistas por el lenguaje se marchité, junto con muchos otros intereses, en un clima de antiintelectualismo provinciano y cayé como una sequia sobre su imperio, tras su muerte.’ ¢Estructural” 0 “transformacional”? Anthropologie structurale (1958) aparecié un afio después de Syntac- tic Structures (1957) de Noam Chomsky, sin ninguna relacién entre una y otra. En los diez afios siguientes el sistema maduro de Lévi-Strauss, apli- cado a material mitolégico detallado, se dirigié hacia la generacién de mo- delos que reflejasen “las estructuras fundamentales de la mente humana”, La lingiijstica de Chomsky afirma generar modelos (gramaticas) calcados sobre la “competencia” lingiifstica humana, firmemente asentada en la mente del hombre. El conjunto de los datos de Lévi-Strauss, el “mito”, era todas las versiones del mito, incluyendo, claro esta, versiones atin no for- muladas (1963a: pags. 216-217). Las gramaticas chomskyanas afirman generar todas las emisiones bien formadas de una lengua. Ambos sistemas usan notaciones inspiradas por las matematicas de los sistemas formales. Ambas superaron viejos problemas mediante la aplicacién de la nocién de.“transformacién”. En este aspecto el mensaje final de Lévi-Strauss fue, 19 Sin duda la reaccién de Jarvie (1963) fue justificada. El presente autor comenté el libro de Jarvie al modo critico (Ardener, 1965) porque parecia ajeno a los importantes desarrollos fuera de la tradicién malinowskiana, a los que ya me he referido. Me interesa el tiempo excesivamente largo que ha tomado para infiltrarse a través del reconocimiento de los obvios cambios en el clima de pensamiento en la materia, y de las habilidades exigidas. Virtualmente estamos forzados a recaer en las explicaciones ad hominem en una materia reducida como la antropologia social. La impaciencia de Malinowski frente a la opinién contraria fue aceptada como um cambio favorable al avance cientffico. Su imposibilidad para reclutar y mantener muchos estudiantes escépticos de las principales corrientes de la tradicién europea, ha de contar segura- mente en su neutro legado intelectual. La muerte de Nadel (en Australia) fue una pérdida. Cualesquiera que hayan sido las falencias de Radcliffe-Brown, la existencia de su obra les permitid, a los disidentes del antiintelectualismo malinowskiano, encontrar en ella un temporario estimulo alternativo, aunque sélo a través del ataque (v.g. Evans- Pritchard y Leach). Por alguna razén, las mujeres antropélogas en la tradicién mali- nowskiana también mantuvieron una presencia viva, y atin lo hacen. 54 ewer pe a de modo bastante irénico en términos lingiiisticos, no “estructural”. sino “transformacional”: como si, buscando Ja isla de St. Brendan, hubi descubierto América. Hay diferencias considerables, por supuesto. Los dos enfoques per- manecen cada uno en su disciplina, pero Lévi-Strauss es mucho menos’ riguroso, asi como menos licido, en su expresién. De la lectura de La pensée sauvage, Chomsky sélo saca en conclusién “que la mente salvaje intenta imponer alguna organizacién al mundo fisico —que los seres hu- manos clasifican, si evan a cabo el menos acto mental”—. (1968: pg. 65). Con mas justicia, Chomsky es también escéptico acerca del modelo pra- guense de Lévi-Strauss: “La importancia de la fonologia estructural, tal como es desarrollada por Trubetzkoy, Jakobson y otros, yace en las propicdades formales de los sistemas fonémicos sino en el hecho de que una pequefia can- tidad de rasgos que pueden ser especificados en términos absolutos e independientes del lenguaje parece proveer las bases para la orga- nizacién de todo sistema fonolégico... Pero si abstraemos el especi- fico haz universal de rasgos y los sistemas de reglas en que funcionan, poca o ninguna significacién queda” (ibid.). Chomsky observa que las estructuras lingiifsticas son el “epifendmeno” del ‘“intrincado sistema de reglas’. Habla de “sistemas de reglas con infinita capacidad generativa” (ibid.: p4g, 66). Por ultimo: “Si esto es correcto, no podemos esperar que la fonologfa estructuralista presente en si misma un modelo util para la investigacién de otros sistemas culturales y sociales” (ibid.). Pero, como hemos visto, lo improbable fue realizado por Lévi-Strauss, mds por intuicién que por légica. La vigorosa campafia de Chomsky en favor de una distincién entre sistemas humanos y no humanos, y entre lenguaje y otras semidticas, lo disponen mal para abrir su sistema a la posibilidad de una antropologia semidtica general. No hubiera sostenido la hipétesis de la existencia de una semiédtica no lingiifs- tica precedente (véase Chomsky, 1968: pags. 60 y 70-72) si ésta fuera a usurpar la posicién privilegiada del lenguaje. Puede tratarse del prejuicio de un antropdlogo, pero me parece que en éste, como en otros aspectos, Lévi-Strauss tiene mas que decirle a la humanidad en general que Chomsky. También es instructiva la diferencia de sus modalidades de enfocar los problemas contemporaneos: uno dando lo que Simonis lama un modelo de la “exteriorizacién del hombre”, y, como creo, un método de interpre- tacién de los movimientos desarticulados (aun antiarticulados) de nuestro tiempo; el otro mas limitado, y aun (detrds de la critica. social) menos revolucionario. Esto deberia ser natural, quiz4, porque la antropolgia sigue siendo el estudio del hombre, mientras que la lingiifstica, aun la gramé- tica generativa transformacional, sigue siende el estudio del lenguaje. La similitud de terminologia, no obstante, puede provocar confusién. EI sistema chomskyano se caracteriza por la precisién de la expresién, mientras que Lévi-Strauss es programatico. No recomiendo las detalladas comparaciones punto por punto. Asi, la antinomia entre estructuras “pro- 55 =nOTE! 3 5 anf A ene fundas” y de “supérficie” aparece en Lévi-Strauss, como en Chomsky (Ainsi lanalyse structural se heurte d una situation paradoxale, bien connue du linguiste: plus nette est la structure apparente, plus difficile devient-il de saisir la structure profonde... - 1958), La “estructura profunda” de Chomsky, tal como se aplica, por ejemplo, a oraciones con estructuras de superficie ambiguas, se muestra a través de claras secuencias de transfor- maciones dentro de un modelo, por ejemplo, el del inglés (véase Hymes, mas adelante, pag. 123). Por supuesto, puede considerarse a la “competencia” de los transformacionalistas como un tipo de “estructura profunda” gene- ralizada, o una generalizacién de las reglas basicas para la formacién de todas las estructuras profundas de una lengua. El componente _semantico de-ur-tenguajé est& ligado a las estructuras profundas. Las estructuras profundas de Lévi-Strauss en el andlisis del mito, por el contrario, derivan de unidades ya adscriptas a un significado convencional. Las transforma- ciones de inversién, de signo contrario, y otras, operan para demostrar, a través de las diferencias 0 contradicciones en los significados de superficie entre mitos emparentados, la naturaleza de lo mitolégico mismo (1964, 1966b, 1968). Comparado con Lévi-Strauss, Chomsky es (paraddéjicamente para un “racionalista” proclamado) de estilo mas “empirista”. Se ha reconocido en general una diferencia de tono y objetivos entre el Chomsky de antes de Aspects of the Theory of Syntax (1965), y el Chomsky subsiguiente. El anterior a los Aspects muestra atin signos de su explicito interés por los modelos exactos: como su sistema fue recibido entonces, aparecié como una refutacién de los simples modelos de lenguaje generados “de izquierda a derecha’”,.de tipo “estado finito”. Tales modelos derivaban en tiltimo té mino del original trabajo de Shannon sobre la teorfa de la comunicacién (1948), y con Chomsky se extingue la principal corriente de aplicacién directa de esta teorfa al lenguaje. Los modelos estado-finito se expresan en forma box-and-arraw como en los estudios de computadora. Ast son Jos medelos alternativos, mas poderosos, de Syntactic Structures (1957) y de Current Issues (1964). El Chomsky posterior a los Aspects se ha vuelto, de su interés primario y absorbente por la produccién de sus modelos —el conjunto de emisiones~ a un problema mas dificil, que en cierto modo permanecia tras la destruccién del modelo de estado-finito con sus proba- bilidades estadisticas implicitas. Este problema era: gcomo adquiere un nifio el modelo de competencia~(la gramética generativa) para su lenguaje? “Desde este punto de vista, se puede describir la actividad del nifio como una especie de construccién tedrica. Con muy escasos datos, | construye una teoria del lenguaje de la que estos datos son una muestra (y, de hecho, una muestra sumamente degenerada, en el sentido de que gran parte habr4 de ser excluida como irrelevante 0 incorrecta —de este modo el nifio aprende reglas de gramatica que identifican mucho de lo que ha ofdo como deformado, inexacto e inapropiado). El conocimiento del lenguaje que ci nifio obtiene al final se extiende mucho més alla de los datos que habfa tenido presentes. En otras palabras, la teorfa que él ha desarrollado en cierto modo tiene un alcance predictivo del que Jos datos en que se basa constituyen una parte desdefiable” (1969; pag. 63). Chomsky sostiene, no obstante, que el organismo tiene “como propie- dad innata”, una estructura que dard cuenta de este modo de adquisicién —como frivolamente lo dice McNeill (en Lyons y Wales, 1966: pag. 116): “Metaféricamente hablando, un nifio nace ahora con un ejemplar de Aspects of the Theory of Syntax metido de algun modo dentro de su cuerpo”. Chomsky ha recurrido a Descartes, Leibniz y los filésofos racionalistas de Jas ideas innatas, buscando titulos filoséficos para su enfoque; estos pen- sadores representan las ideas opuestas a Locke y los empiristas, cuyos descendientes mas extremistas son los psicdlogos conductistas. La base filos6fica del mentalismo chomskyano es materia de discusién. En efecto, él] da status ontolégico a lo que para los conductistas es una “capacidad” o “aptitud” para el lenguaje. Estarfa fuera de lugar intentar aqui una discusién detallada (véase, por ejemplo, Cohen, 1966: p4gs. 47-56; Hook, 1969; Lyons, 1970). Para nuestros propésitos bastara anotar que el sistema chomskyano comenzé cg) tic i ional, con las caractersticas de un sistema bien defigido. Ahora tiene por Jo menos otros_dos sistemas montados sobre él: un isicid = guaje genéticamente ubicado en él organismo, y un’modelo fonolégico que. dirige Tas cadenas de Fonemas. E] status mental del modelo de “compe- ! tencia” mismo tiene opositores circunstanciales, Esta “presente” como un andlogo de una redaccién completa de un analisis transformacional, o esté expresado en alguna otra forma —del mismo modo en que, por ejemplo, los engranajes de un reloj expresan sélo indirectamente lo que sabemos sobre los movimientos del sol y la tierra segan las leyes newtonianas?—. (L. J.-Cohen, en Lyons y Wales, 1966: p4g. 164). El movimiento chomskyano, como fendmeno histérico, es de gran interés antropoldgico. Intelectualmente, la arbitrariedad inevitable, y hasta elogiable, de los primeros modelos chomskyanos, ha sido reemplazada por un aumento de modelos parciales vagamente articulados al original; 0, cuando mucho, para usar la analogia usada con tanta frecuencia (Wiener, 1948: pag. viii; Leach, 1961: pag. 26), se agregan “epiciclos”. El imperia- lismo del sistema chomskyano, que se mantenia en el dominio de la langue (“todas las emisiones bien formadas”), se asienta ahora en el cerebro, y por momentos parece desear irrumpis en el dominio de la parole misma, y arrogarse la generacién de las formas actisticas. Este impetu fdustico supera la competencia de cualquier modelo singular; con los ingenieros de computadoras, recordariamos que en esencia, la Unica provision efectiva de orden natural es el orden natural. La nocién original de erativids formal se pierde, en virtud de su excesiva limitacion, y la terminologia originalmente rigurosa con sus nuevos merodeadores filosficos empieza a tomar la apariencia de un conjunto de procedimientos para distinguir lo ortodoxo de lo heterodoxo. Lévi-Strauss arroja una luz sobre este proceso: el movimiento chomskyano como un todo esta empezando ahora a trabajar como un sistema mitico con sus propias (antropoldgicas) reglas transfor- macionales. Si Ias cosas siguen su rambo normal, ésti ran explicitamente 57 reconocidas (“desenvueltas”, como dicen los filésofos), el sistema tal como lo conocemos “explotara” y otros armaran un sistema nuevo mediante un bricolage de los restos del antiguo, y asi comenzara otro ciclo de conse- cuencias similares, Esto no es una verdadera critica, y por cierto no es una exageracién decir que contiene elementos initicos; éste es el poder de todos los grandes sistemas humanos; los modelos son, en parte al menos, justificaciones ex post facto. No obstante, es indice de la riqueza del es- tructuralismo de Lévi-Strauss, su posibilidad de tomar conciencia de este proceso. “Por lo cual”, dice, “no seria falso considerar a este libro mismo como un mito: es el mito de la mitologia” (1964). Podemos traducir estas observaciones en términos de la revisién critica de la teoria chomskyana Ilevada a cabo por Hockett (1968). Establece una formulacién sumaria del sistema de Chomsky (en 1965) en diecinueve puntos, que fueron respaldados por Chomsky mismo. Arguye entonces, con considerable habilidad y documentacién, que ningtin sistema fisico, y el lenguaje en particular, estd bien definido. Ataca el programa original, sin embargo, por su arbitrariedad. Pero ahora es evidente por si mismo que un sistema formal (que esté bien definido) no dice nada de la “buena definicién” del orden natural. Los verdaderos modelos generativos son modelos: sin embargo, son menos que los fenémenos que ayudan a explicar. No obstante, la critica de Hockett confirma de un modo diferente nuestra preocupacién por la ambigiiedad del movimiento chomskyano. Hemos dicho que lo que parecié haber empezado en 1957 como una aplicacién consciente de la construccién de modelos a la lingiiistica estructural de posguerra —-su terminologia “generativa” y “transformacional” es-muy clara en este punto-- ha superado ahora sus fases tempranas. La reconocida capacidad de Chomsky para el desarrollo original y creativo ha ocultado el hecho de que su sistema total no ha sido bien definido. De ese modo, paraddjicamente, la critica de Hockett cae en dos cam- pos contradictorios: Si el modelo chomskyano de un sistema fuera formal y por lo tanto bien definido, no irfa contra el sistema decir que el len- guaje como un fenédmeno natural no esta bien definido; y, en tanto el sis- tema de Chomsky no esta bien definido, Hockett no tiene critica que hacer. De hecho, el rechazo de Hockett probablemente deriva de una intuicién de la contradiccién entre el formalismo de la _terminologia transformacio- nalista y el crecimiento vivo y especulativo de la visién de los transfor- macionalistas. En un ensayo incluido en otro volumen sugiero que el modelo neogramatico de la filologia comparada era totalmente generativo. Su “inextensibilidad” basica deberia iluminar tanto el poder de los verdaderos modelos generativos, como los peligros que se derivan de olvidar sus fun- -ciones. La insatisfaccién de Chomsky con su objetivo primitivo, y la exten- sién de su trabajo al significado, y més allA atin, han sido altamente pro- ductivas, pero todavia no se ha formulado un sistema formal total para esto. Chomsky es a la vez Bopp en el nivel de realizacién de su programa, y Brugmann en su biisqueda de precisién. Es este deseo de una imagen totalmente formalista el que, equivocamente, lo aparta de Lévi-Strauss, quien disfraza su propio formalismo con metéforas literarias. Por venir de un antropélogo social, estas observaciones son presuntuo- 58 sas. Me impulsa a hacerlas el hecho de que los generosos objetivos de los transformacionalistas y los de la nueva antropologia social son, cada uno en su disciplina, bastante similares, Es interesante que su pensamiento cubra algo del mismo terreno. A yeces parece que transforma- cignalista se beneficiaria de_un consileracidn mis. cuidadosa de *idn_mis_cuidadosa de la-antro- Pp is z ganaria mucho del encuentro. La critica a esta ultima hecha por los sobrevivientes de Mati ‘que aparecen en todos los grupos de edad) se parece a la que los postbloom- fieldianos norteamericanos dirigieron a los transformacionalistas. La vieja antropologia social encuentra “increible” a la nueva por su aparente indiferencia hacia el criterio positivista del orden natural. También se les pide el equivalente de los “procedimientos de descubrimiento”, y tam- bién ellos parecen considerar de interés subsidiario el objetivo, aunque grandes cantidades de datos “empiricos” han sido analizados (me refiero especificamente a su trabajo sobre parentesco y simbolismo). También ellos comienzan con el establecimiento de modelos de sistemas formales simples y elegantes. También ellos se han elevado de estos propésitos pri- marios en direccién de teorfas de radio mas amplio. También ellos estan preparados para considerar la existencia de universales, mas all4 del radio del solipsismo etnografico. La relacién entre aspectos del enfoque transformacionalista y las ten- dencias “estructurales” en antropologia social, ambos en sus fases rigurosas y en su expansién creativa, es mas interesante desde que, como hemos visto, los dos movimientos estan ligados s6lo indirectamente. Nada impide que se vuelvan en direcciones muy diferentes; de ningtin modo dependen uno del otro. La critica de Hockett a Chomsky excede en brillo a cualquier critica en la antropologia social dirigida contra los movimientos nuevos,2 pero el mensaje es el mismo: los modelos son demasiado rigidos y se los impone a la realidad; los “hechos” son distorsionados para que encajen. Pero, como.hemos visto, la naturaleza_de un is n_definir_y en establecer_reglas ae pertinencia.__De ese modo, todos los modelos nuevos aparecen supremamente abiertos a tales cargos. Como he mostrado (mas abajo), la generatividad del modelo neogramatico era preservada por tres reglas, de las que una era la de la “analogia”. La critica hecha a esta regla por los primeros comparatistas era exactamente que la “analogfa” forzaba los hechos, y Osthoff y Brugmann tuvicron que responder a la acusacién de “arbitrariedad” ya en 1878. Por supuesto que trivialmente sus criticos “tenian razén”, como Hockett “tiene razén” y como las acu- saciones funcionalistas y neofuncionalistas, en nuestra propia materia “tienen razén”. Nada sc les podia responder a las eriticas salvo que el poder del nuevo modelo finalmente desarrollado era una garantia del status de la nueva regla de proteccién. Nadie ahora dudaria de la productividad de 20 La unica critica de interés estilistico viene en realidad del norteamericano Marvin Harris (1969), un materialista cultural “buscapleitos’, Habla con admiracién renuente, si bien irdnica, de “los idealistas profesionales, distintos de los aficionados eclécticos norteamericanos, que han marchado juntos con el positivismo légico y cara durante demasiado tiempo como para saber cémo disponer del campo” pag. 59 este enfoque. Las armas que protegen un modelo no son “arbitrarias” en el sentido comin de la palabra sino en un sentido técnico particular. No hubiera sido compensacién para los criticos del siglo xxx, si vivieran, ente- rarse de que estamos de acuerdo con ellos. Al reflexionar sobre la situacién de la “neoantropologia” postfunciona- lista britanica, no obstante, se ve la relativa debilidad de su ubicacién, comparada ¢on los nuevos movimientos en lingiifstica. Debemos notar el niimero relativamente reducido de sus adherentes, y su relativo aisla- miento. La obra voluminosa de Lévi-Strauss parece no haber sido suficiente para establecerla, ni lo fue la detallada busqueda de sus ejemplos y desa- rrollos nativos.2!_ Aun en 1970, la mayoria de los puestos antropoldégicos de importancia estaban ocupados por continuadores de Malinowski. Pese a que éste mostré una triste falta de confianza en su propia disciplina.? Aun cuando en la década de 1960 los practicantes de la vieja antropologia social declaraban uno tras otro que la materia habia muerto, la nueva ya existia como programa y como nivel empirico. De muchos jinetes que entonces se lamentaban de la muerte de su caballo, podria haberse dicho quiza: “No fue el caballo el que murid”. Me he extendido sobre lo que constituye el tema general de este volumen para mostrar que la relacién entre la antropologia social y el estudio del lenguaje es genuinamente fructifera en todos los niveles. Son materias que confinan con las fronteras de importantes campos que han sido descuidados durante demasiado tiempo por la tradicién empiricista. Al presentar los ensayos de este libro a un publico antropolégico general parece mejor hacerlo sin abandonar la linea de pensamiento desarrollada aqui. Si esto no puede hacer total justicia a los inteligentes y variados contenidos de las contribuciones (un problema compilatorio insuperable 21 Véase también mas adelante pig. 67, y Ardener, 1971. Uso el término ad hoc “neo-antropologia” para cubrir los movimientos postfuncionalistas de tipo creativo, no todos los cuales aceptarian el término “estructuralista”. Algunos de ellos tienen clara- mente mucho en comin con la asi lamada “nueva etnografia” de x.u.a. (Sturtevant, 1964). Leach, un antiguo exponente, reclama ambiguamente para si el nombre de “funcionalista”. Los neoantropélogos son caracteristicamente diferentes tanto en interés como en estilo de la mayoria de los ingleses de la profesién, pero desde el momento en que no estén de acuerdo necesariamente uno con otro (y pueden rehusar relacio- narse) les falta la sefial de escuela. A este respecto han permanecido aislados y divididos vis-d-vis del grupo “Palaeo”, relativamente unido. 22 Bames (1963), Freedman (1963), Goody (1966), Maquet (1964), Worsley (1966), hicieron valiosas observaciones. Puede ser que Leach inadvertidamente haya pasado de moda (1961), pero su lenguaje no fue entendido propiamente. Ya en 1954 (pags. 92-93) Leach escribié, comentando Ja traduccién de Durkheim hecha por Pocock (1951), acerca de “una resurreccién general del interés por las ideas e ideales en si_mismos, en contraste, por ejemplo, con el empirismo extremo de Malinowski”. En la década de 1960 era rara la edicién de cualquier periédico profesional importante que no contuviese algunas exposiciones de los puntos de vista de Needham y sus alumnos. Casi ningiin periddico literario carecia de una exégesis de Lévi-Strauss. Douglas (1966) hizo mucho por dirigir la atencién de los antropélogos sociales en general a algunos de los importantes temas. La actividad de los colegas y alumnos de Evans-Pritchard (dis- tintos de Needham) ha sido ya mencionada. Aunque su importancia no fue tenida en cuenta hasta el fin de la década por los profesores representativos. En cuanto a un pesimismo justificado, véase ahora Needham (1970). 60 en trabajos de este tipo), al menos pue it s mos' ! i maulaeién argumentativa 6 la que facteronl Cree mostrando] est ; a primera de las colaboraciones que figuran a conti i informe de la sefiorita Henson (al que ye = ha hecho walgons alta sobre la prolongada separacién de la antropologia briténica y la lingiiistica © . Para su perfodo, 1850-1920, ella ha definido cu grupo como el conformado por los colaboradores y lectores de los periédicos de la Sociedad Etnolégica y del Instituto Antropolégico Real. Aunque no todo en el primero era necesariamente antropoldgico o britdnico, las principales actitudes estén bien claras. Como ya hemos visto, los lingitistas comparativos tuvieron su mayor efecto en Oxford, a través del alemén Max Miller, quien desarrollé sus ideas en la fase mds especulativa de los estudios lingitisticos de la época de Bopp y Schleicher, antes del surgimiento de los neogramaticos. Miller sigue siendo, no obstante, el timico teérico con algo remotamente parecido a un enfoque moderno del mito, El interés de Tylor por los len- Suajes gestuales y de sordomudos, prefigura algo de la semiologia pro- puesta por Saussure, pero se inclina con firmeza hacia un punto de vista evolucionista en el que los primeros signos lingiifsticos eran “motivados”. El uso de categorias “nativas” como mana, totem y tabti no condujo en este pericdo temprano (ni, en realidad, mucho después) a una considera- cién de la relacion de categoria y lenguaje. No obstante, la coleccién de material “comparativo” bajo estos titulos Ievd a importantes avances en Jas manos de otros tedricos (totemismo: Lévi-Strauss, 1962a; tabti: Freud, 1913; Steiner, 1956; Firth, R., 1966: pags. 109-113; mana: Mauss, 1950: eas. 101-15, Firth, R., 1940; Milner, 1966). BEE HEH Sete cee i la filologia comparada alemana no fue un buen ej antropédlogos del momento, la fonética inglesa no estaba Se a de gran ayuda. Henry Sweet, el fonetista, que entonces estaba en Oxford, tuvo que luchar ( come muchos de sus sucesores) por un lugar para una vente de la lingiitistica distinta de la lingiiistica amortajada entre las umanidades tradicionales. Su polémica reputacién puede haber conven- cido a nuestros abuelos de que el problema sincrénico del lenguaje era en su esencia un problema técnico de transcripcién. No obstante, los primeros preropeloges, Con ‘pocas excepciones, apenas si tenfan noticia de los pro- lemas fonéticos’ . Bien puede ser que el genio nativo para lo exético expresado a través del profundo estudio lingiifstico haya sido casi total- ae absorbido por el estudio de los clasicos, por una parte, y por los ‘ el ist imperiales. por la otra, Hay razones valederas para buscar al inven- or de la palabra “antropologia” en sir William Jones, en un tiempo Presi- dente de la Sociedad Asiatica. Su famoso Discourse de 1786, pronunciado én Caleuta, al que se le reconoce haber sido el primero en establecer las relaciones del sanscrito con las lenguas clasicas y el gético y céltico, es Tag Una disquisicién etnogréfica que lingiifstica (Jones, 1799; ahora’ en ‘chmann, 1967; pags. 10-20), Como Sweet, fue una figura polémiea, En Ta cleccién parlamentaria de 1780, siendo candidato por la Uni- yetsidad de Oxford, su aversién a la guerra y al trifico norteamericano ce esclavos fue expresada con demasiada fuerza para resultar agradable 61 i los votantes, y fue obligado a retirarse de la lid. En el mismo afio, : por razones Xmilares, no fue elegido profesor de arabe en Ja uni- versidad” (J. R. Firth, 1957a: pag. 161). . iertos precursores de Koelle (1854) en Africa podrian ser mencio- dcr aoe is contribuciones tanto etnograficas como ines en ha sido mencionado por Hymes (1964: pag. 3), a quien puede afiadirsele Clarke (1848). ; Hats El papel de Malinowski como introductor del Jenguaje en la antro- pologia social fue ambiguo y frustrado, como ya he indicado, al menos be lo que a su propio interés se referia. El profesor Robins discute el estado presente del “contexto de la situacién” que la escuela lingiifstica de mo dres ha compartido con él. Tras haber sido descuidado durante mae 10 tiempo por los teéricos norteamericanos, este competente grupo de estudio- sos ha sido recientemente objeto de un “andlisis positivo” por los emisarios transformacionalistas (Langendoen, 1968), a los que responde el profesor Robins. No obstante, a un antropélogo social le parece a veces que nues- tros colegas lingiiistas (Berry, 1966, es una excepcién) son muy generosos al compartir el crédito de su fama reciente, la mayor parte del cual debe ir sin duda a J. R. Firth, que ensefié a los sucesores lingiisticos que habian buscado en vano durante mucho tiempo cualquier signo de interés entre sus contemporaneos antropdélogos. Con excepcién de Whiteley, ningin an- tropélogo social de posguerra fue educado en esta tradicién durante mu- chos afios. Los herederos de Malinowski solian decir de tales personas que se habfan “pasado a la lingitistica”. El excelente informe de oat (1957b) sobre las ideas de Malinowski (en R. Firth, 1957, y Palmer, ) es més un tributo a la reflexién del autor que a la de Malinowski. fu- chos antropélogos sociales recuerdan claramente ideas de Firth expresaclas en sus conferencias, que ahora son moneda corriente. Por ejemplo su relato del “mito” del “Ieén” en Uganda comparado con el inglés (“the lion-house”, “Red Lion”, “lions in Trafalgar Square”, “social lion”), ( Ta casa del leén”, “el leén rojo”, “leones en Trafalgar Square”, “el leén social )- a et por los posibles correlatos fonolégicos del sentido (en J. R. Firth, ea pags, 43-45, 192-193) se volvié respetable con Jakobson y Halle ( teat Jakobson (1960) y otros escritos. Aunque él, y también ae ( f pag. 226), citaron los ejemplos compensatorios, ciertos rasgos i ae (“flojo”/“tenso”, “grave” /“agudo” y otros. similares) tienen indudal lement te correlatos con otras formas sensoriales (por ejemplo los casos clasicos ci- tados por Firth, de los dibujos de oombooloo y kikiriki: redondo y pun- | tiagudo, respectivamente ) .* Firth dice: “He comprobado personalmente que Malinowski encontraba no sdélo ] faltas de atractivo sino de poco valor practico en el estudio del signi- ficado, que era su principal interés, las partes de la teoria de lingiifs- 23 Véase ahora el ensayo de Leach en Needham (1971). 62 tica general de Saussure que conductan [en direccién a la sociologia francesa |” (pag. 95). Firth considera que Malinowski realiza algunas ideas de Sweet, que habia dicho: “Nuestro propésito, mientras asimilamos los métodos y resul- tados del trabajo aleman, debe ser concentrar nuestras energias_principal- mente en Jo que podria lamarse «filologia vivientes” (J. R. Firth, 1957b: pag. 100). Es notable que el mismo J. R. Firth se refiera al congreso de Bloomington de 1952 y observe que alli no se “enfrentd el problema for- mulado por Lévi-Strauss” (ibid.: pég. 116; en cuanto a la ponencia de Lévi-Strauss, 1963a, capitulo 1v). El retroceso de la fonémica al sentido, que fue exigido en el Congreso, se alineaba rotundamente con los intereses de Firth, El interés de Malinowski por el “sentido”, fue, por supuesto, su ran contribucién en un momento en que sdlo la escuela alemana de lin- Silistica se interesaba en la materia (es dificil, no obstante, que lo haya estimulado la obra de Trier y de von Wartburg). Como Io sefiala Leach (1957: pag. 130; 1958), Malinowski rechazé totalmente cualquier intento de relacionar etiquetas terminoldgicas con sistemas de categorias, y algunas de sus negaciones bordean el absurdo. Malinowski creyé estar defendiendo a los trobriandeses de las imputaciones de inferioridad “prelégica”, un error magnanimo, originado sin embargo en su propia certeza etnocéntrica de que la “razonabilidad” occidental puede dar la tinica “racionalidad” posible. Malinowski creva én Tos "hom. nimos” establecidos por comeidencias accidentales, La reunién histérica de palabras “diferentes” en los lenguajes documentados pudo haberlo hecho pensar asi. El no hubicra comprendido, en cambio, como lo hizo von Wartburg, el modo en que los homénimos producidos por cambio fonémico pueden no sobrevivir cuando se cruzan con una categoria limite impor- ante (véase més atrés, femur “muslo”, fimus “heces”~>"femor-). Las formu- laciones extremas de Malinowski son, Por supuesto, un recurso util contra criterios de “categoria” igualmente extremos. Su idea del contexto, defen- dida con propiedad, podria llegar a proporcionar una base estructural para ciertas limitaciones subcategoriales dentro de [as categorias de “homéni- mos”. Lo cual esta mejor realizado por la idea saussureana de “valor” y “sistema”. Asi, de los valores sistemAticos que en Trobriand tienen el tabi: “abuela”, el tabti “abuclo”, el tabti “hermana del padre”, y otros (Mali- nowski, 1935, II: pags. 28, 113) puede decirse que difieren uno de otro a causa de los elementos dispares lingiiisticos presentes en el “contexto de uso” en cada caso. Pero no podemos prejuzgar la naturaleza de ninguno de esos contextos simplemente sobre la base de estos simulacros ingleses elegidos por Malinowski. El no fue realmente un analista componencial (Lounsbury, 1965). El reandlisis que hace Leach del término tabi (1958) es de hecho el “contexto de la situacién” etnografico elevado a niveles profesionales. Vemos ahi que el término se refiere a una categoria de rela- ciones marginales que no se agota en los “homénimos” que cita el mismo Malinowski (Leach, 1958: pags. 121, 144). Lounsbury (1969: pag, 18) ha dicho que el andlisis de Leach padece de un relativismo extremado. He hablando de esto ya (pag. 21). De hecho el “universal” subyacente es trans- 63 a ferido de una idea ctnocéntrica de parentesco a una categoria de “margi- nalidad” o “de umbral” a las relaciones entre los seres humanos, calcada aqui sobre una serie de referencias genealdgicas. Hocart (1937, comp. Needham, 1970: pgs. 173-184) demolié el en- foque de Malinowski en su propia época. La demostracién reciente de que el tabt: de Trobriand, “taboo”, cae en una serie etimolégica diferente, por las reglas del protoaustronesio, a la del término de parentesco tabi (Cho- wing, 1970), no restaura el argumento de Malinowski. Lo que si hace, en cambio, es presentar la pregunta tanto tiempo ignorada sobre el aspecto diacrénico de las categorias cognitivas (véase més atrds). Ademés, en lo que conciene a Ja evaluacién contemporanea del término trobriandés tabti, se enfocan los problemas que presenta la confrontacién de las eti- mologias “neogramaticas” con la propensién a las etimologias populares. En las culturas orales no hay etimologias histéricas privilegiadas. Cuando ~ Hocart pregunta “gCémo podemos hacer progresos en la comprensién de culturas, viejas 0 nuevas, si persistimos en dividir lo que la gente une y en unir Jo que la gente divide?” (1970: pag. 23), debemos asimismo aplicar este principio a los efectos del cambio fonético —puesto que tales cambios en realidad son asimilados, porque (como hemos visto) son capaces de ser sobrepasados si prueban ser semanticamente inaceptables para “la gente’ en general—. No obstante, si hemos de aceptar tal criterio no debemos olvidar que su corolario dice que los propios comentarios lingiiisticos de un pueblo proporcionan un modo significante de analizar una categoria léxica. Lo que la gente aparta no debemos unirlo. Por ejemplo: los rasgos risibles’ de lo “extrafio” deben haber sido en algén momento lo suficientemente evidentes para hacer la ambigiiedad de la palabra inglesa “funny” sin interes popular en un periodo del inglés coloquial. Era entonces una categoria unitaria, La conciencia social de las clases medias creé mas tarde la (gahora caprichosamente pasada de moda?) division “funny-raro, funny-cémico’ : originando de ese modo una taxonomia semantica consciente (gcémo des- cifrariamos el reciente “not queer-queer, but queer-funny”: “no extrafio- extrafio, sino extrafio-funny”?). Un estudio cuidadoso de las categorias sociolingiifisticas debe tencr en cuenta la semintica popular y la exégesis etimolégica, Esto seria una verdadera “etnolingiiistica’ (esto es, una lin- giiistica producida por “el pueblo”, de formacién paralela a la de la “etno- medicina”) —o aun una “etnometalingiiistica”—. a Quizd Malinowski Iuché tras algo asf. No obstante, él transmitio, en general, por una parte una visién conductista del contexto (ante Ja cual hasta los bien dispuestos lingiiistas firthianos tuvieron que encoger los hombros), combinada, por otra parte, con un modo de anilisis intelectual- mente etnocéntrico. En lo que Malinowski contribuyé a la vitalidad de Ja escuela de lingiiistica de Londres, cuya creatividad (como lo muestra el profesor Robins) no ha disminuido, ha de acordarsele un reconoci- miento total. Ya he sugerido que su contribucién en el campo pedagégico (en contraste con la de J. R. Firth) puede ser vista hoy en e] mayor entu- 64 siasmo.** Langendoen (1968) separa el Malinowski de los primer de Ia década de 1920 del Malinowski de Coral Gardens (1935). Para*ét, el Malinowski de Ia primera época sostiene ideas tales como: “la estruc- tura social es una realidad psicoldgica, y, como tal, no directamente obser- vable, y sélo en sus términos puede ser comprendido el comportamiento”; y “las categorias de la gramatica universal deben subyacer a las categorias implicitas en el comportamiento humano no lingiiistico” (pigs. 35-36). Esto es hacer mds que justicia a un psicologismo més bien irreflexivo y una vision escolar de la gramatica. La pintura de Malinowski como un “racionalista” protochomskyano, cuyas ideas posteriores fueron distorsio- nadas por su contacto con J. R. Firth, tendria su atractivo si no estuviera en contraste con todo Io que sabemos de Malinowski el antropdlogo ‘empirico”. E] profesor Hymes, en su amplia revisién, muestra lo que significa radio de accién y método cuando nos referimos a la lingiistica antropold- gica norteamericana. Sus escritos en esencia no doctrinarios proporcionan una mina de material variado, con el que estén endeudados todos los que se interesen en, “sociolingiifstica”, partiendo de una amplia gama de disci- plinas. Por si solo su libro de conferencias (1964) es, a causa de sus comentarios y erudicién, una obra original. Hay, sin embargo, una consis- tencia especial en el criterio, que emerge en su contribucién a este volu- men, como en otros escritos (1962; Gumperz y Hymes, 1964), que deriva de su firme apoyo sobre la “ctnografia del habla”. La idea es efectivamente una realizacién de Ja antropologia social de lu parole. El enfoque enci- clopédico de Hymes puede parecer superficialmente irreconciliable con los derivados de las escuelas de lingiifstica del continente, acerca de los cuales esta introduccién ha hablado bastante. Esta’ impresién’ seria errénea. Hymes dirige nuestra atencién al plano en el que e] lenguaje se genera en la sociedad: en ese aspecto esta cerca de lo que muchos lingitistas y antropélogos exigen idealmente de una “sociolingiiistica”. Cualquier and- lisis del material adquirido desde este punto de vista tiene que estar orga- nizado a través de modelos y de sistemas de organizacién menos conscien- tes, propuestos por hablantes y actores, por antropélogos y lingiiistas y sociolingitistas ~o por etndégrafos del habla—. La fecundidad de las reflexiones del profesor Hymes proviene del hecho de que tantas formulaciones estructurales hechas a partir de dife- rentes premisas légicas deben encontrarse en el “plano de articulacién”. Ya sea la oposicién de Chomsky “competence:performance”, o la de Berns- tein “cédigos restringidos: elaborados”, todas estan abiertas a revisién, ilus- tracién, confirmacién o comentario, en su lugar de encuentro. Su plano puede ser asi diagramaticamente ubicado en Angulo recto con el plano de la etnografia del habla, en la misma relacién conceptual que mantienen sintagma y paradigma. Asi como hay una eleccién entre “paradigmas”, 4 Acepto la observacién de Tambiah (1968: pag. 203) de que los criterios de Malinowski estaban por momentos mas cerca de los de Evans-Pritchard de lo que. podemos esperar. 65 ‘O8,ADOS: asi también hay eleccién entre “sintagmas”,** aunque es menos facil de comprender. El profesor Hymes ejercita esta eleccién con gran libertad. Apenas si liay rama de la lingiifstica o de la antropologia social en Ja que Jos etndgrafos del habla no tengan cabida. Asi Colson y Gluckman escri- ben sobre las murmuraciones, pero gcudl es la frontera de la murmuracién? “Los relatos etnograficos estén Ienos de términos que de hecho denotan modos de hablar, aunque no siempre se los reconoce como tales” (mas abajo, pag. 138). El enfoque basico de Hymes es formalmente consistente, pese a la variedad de sistemas paradigméticos que cruza, que hacen de su ensayo mismo una introduccién a los escritos sociolingiiisticos. Si el funcionalismo de posguerra hubiera desarrollado Jas reflexiones de Mali- nowski sobre lingiifstica, se habria extendido etnogrdficamente al plano del interés de Hymes. El “contexto de la situacién” mismo pertenece a este plano sintagmatico. En estos terrenos el rechazo del profesor Pride de la idea de que los contextos de la situacién estan necesariamente “por debajo del nivel de una teoria abstracta general” (pag. 154) parece particularmente convincente, Como sociolingiiista proveniente de la lingiiistica, se ubica en el plano de las transacciones lingiiisticas: relacionandolas asi como el modelo de Barth del andlisis antropolégico social. El interés del modelo de Barth reside en que cae también en el plano sintagmatico, con una definicién clara de los elementos del modelo: las “transacciones” nocionales. A veces es acu- sado, en la antropologia social, de “rigido”, “parcial”, “mecénico” —términos que son, como acordaremos ppr ahora, el honorable estigma de un modelo de un sistema formal. Si estuviera totalmente articulado mostraria ser totalmente “generativo” quizds, en el sentido formal mas bien que en el metaférico. La discusién de Gluckman con Paine sobre la murmuracién . (Paine, 1967, 1968; Gluckman, 1968). en la que Paine asume una posicién, “transaccional”, est4 basada en parte sobre la imposibilidad de ver que los modelos sintagmaticos no estan en el mismo plano que los modelos para- digmaticos (para Gluckman, “las transacciones entre personas individuales 25 Los términos paradigma:sintagma —formulacién final de la oposicién saussu- reana de série associative y sintagme (1922: 170-184)— representan, no obstante, una relacion mas basica, no restringida al lenguaje. Los usos lingiiisticos se aplican a las “cadenas lineales”. En el lenguaje antropolégico de la estructura, estructuras sintagmd- ticas son las apercepciones de relaciones entre hechos tales como son generados; las estructuras paradigmdticas especifican las clases de sucesos que son generados. En un primer momento puede no parecer claro que la relacién paradigmdtico:sintagmdtico no produce su importancia a través de un modelo que es: a) estatico, b) bidimensional. Si tomamos un modelo de la generacién continua de sucesgs, el eje sintagmatico debe corresponder en realidad al continuo tetradimensional (las tres dimensiones de] espacio y una del tiempo). El “eje” paradigmatico llega a ser de ese modo una quinta dimen- sién légica de interesantes propiedades. Es homélogo a la expresién en fisica del modo. de especificacién del mévil “presente” (un desplazamiento “cuasi-temporal”). en un continuo tetradimensional —para el que se requiere una dimensién conceptual més precisa. No he tratado en el texto estos asuntos, pero aparecen en Ardener (1971). Aludo a ellos aqui: a) porque Lefebvre (1966: pags. 227, 247) ayregando una supuesta “tercera” dimensiOn a la relacién paradigmdtico:sintagmatico confunde varias distinciones importantes, b) porque el problema de Jos modelos de la “historicidad” en la antropologia social, que he abordado en otro ensayo, es esencialmente un artefacto del andlisis sintagmdtico. 66 no pueden explicar las estructuras institucionales”, 1968: 30; lo cual resulta ser una perogrullada ). En la antropologia social, la imagineria “transaccional” puede ser des- cripta como parte del “mas alto estadio del funcionalismo”, esto es, un funcionalismo que advierte (o que est a punto de advertir) que el campo de comportamiento o accién, aun aislado arbitrariamente del programa ideolégico que determina su sentido, debe ser estructurado por el obser- vador antes de poder ser “observado”. El interés sociolingiiistico de este enfoque apunta ciertas diferencias en las historias de la investigacién antro- pologica y lingiiistica. La antropologia funcionalista se interesé (en los vagos términos de Saussure) por lo ‘social como parole.” Los desarrollos mas recientes han Ilevado a la antropologia social a ocuparse de lo social como langue (las versiones diacrénicas y sincrénicas, asi como los criterios “estructural” y “transformacional” diferian hasta hace muy poco sélo por cl énfasis puesto en este aspecto). Es natural que ahora los sociolingiiistas que intentan estudiar e] lenguaje como parole usen enfoques funcionalis- tas, o encuentren que los enfoques de la antropologia social funcionalista convergen en el mismo campo. La relativa falta de formalismo en la antigua visién de los funciona- listas ha de-ser corregida, indudablemente, pero no hay certeza todavia sobre la direccién de los nuevos desarrollos. “Teoria” para los funcionalistas ha significado durante mucho tiempo la confusién de frases basadas en modelos de tipo sintagmatico (a los que se sienten ligados por la compulsion de la observacién) con frases paradigmaticas. La confusién resulta la mds extrema porque las frases realmente paradigmaticas de escritores como Evans-Pritchard fueron interpretadas como sintagmaticas. Ya me he refe- rido a la nocién dé oposicién en The Nuer (paradigmatico) reinterpretado como “conflicto” (sintagmatico). Douglas (1970a: pags. xiv-xxii) muestra ahora cémo Witchcraft, Oracles and Magic, que’era acerca de “estructura cognitiva” (paradigmético) fue reinterpretada como “control social” (sin- tagmatico). He desarrollado algunos de estos puntos en otro lado (1971). Es necesario tocarlos ligeramente aqui, no obstante, para sugerir que hay dos enfoques sociolingitisticos paralelos a los funcionalistas y postfunciona- listas (“neoantropoldgicos”) en la antropologia social. Diagramaticamente pueden ser expresados de este modo: Paradigmatico Antropologia Social A (“estructuralista” de Lévi-Strauss; “neoantropolégica” de Needham, Leach, Donglas) Sintagmatico _ Antropologia Social B (“funcionalista”, “neofuncionalist: transacciones, redes, etc.) Sociolingiiistica A Sociolingiiistica B Tal_como se la describe generalmente, la sociolingiiistica es una So- ciolingiiistica B. Es la de Malinowski, la de Hymes en sus fases mas caracteristicas, y la de Pride en su momento més analitico, asi como la de Whiteley, Denison y otros. El enfoque desarrollado en esta introduccién 67 es el de la Sociolingiiistica A: alguien podré quizd considerarlo solo una incursién epistemolégica de la Antropologia Social A, pues los autores que la han quitado del lado lingiiistico no son vistos como sociolingiiistas. Los nombres que habria que citar (Saussure, Jakobson, Hjelmsley, el ultimo Firth, los semanticos alemanes, Sapir, Whorf, y sus ejemplificadores norte- americanos) son nombres sefieros en la lingitistica general. Ademéas, el enfoque transformacionalista (para algunos Ja precisa antitesis de una so- ciolingitistica ) tiene sus congéneres ms cercanos en la Antropologia Social A. En nuestro Congreso hubo muchas discusiones entre los antropélogos sociales del tipo A y los del tipo B, asi como entre los antropélogos sociales del tipo A y los lingiiistas y sociolingiiistas del tipo B. Algunos antropé- logos sociales del tipo B rechazaron cualquier tipo de lingitistas. En estas confusas circunstancias lo mas sabio es no dar Jugar a nuevas etiquetas, y menos a nuevas “disciplinas”, construidas al estilo del siglo xrx: con su aparato estatal de edificios, profesores y estructuras graduadas. Es de presumir, pues, que durante algiin tiempo la Sociolingiiistica B sera el mayor sostén del rubro “sociolingiiistica”, mientras que la Sociolingiiistica A seré tomada por una clase de antropologia social, de lingiifstica 0 de filosofia, segiin el punto de vista del que la practique. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Ardener, E. W. 1954. “Some Ibo Attitudes to Skin Pigmentation”. Man, 54: 101. —— 1962. Divorce and Fertility: An African Study. Londres, Oxford University Press.” ——: 1965. “Review of Jarvie”, 1963. Man, 65: 57. —— 1967. “The Nature of the Reunification of Cameroon”. En A. Hazlewood (comp.), African Integration and Disintegration. 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