Está en la página 1de 23
LA TREPANACION Y CIRUGIA DE CRANEO EN EL ANTIGUO aa Ome La trepanacion de crdneo es una intervencion quirtirgica practicada desde el Neolitico en distintas épocas historicas y continentes, pero en ningtin sitio como en el Perii prebispdnico se insistio tanto en su empleo, frecuencia y proeza técnica para la época. De OL Re ee ee LN tLe aed re aaa Oro conjugando los aspectos médicos con los arqueolégicos, eR eae eee En esta primera parte analizaremos las fuentes de estudio, aprendiendo a distinguir si bubo 0 no supervivencia, los motivos para trepanar, las técnicas COR ie ee aa eae De Td a ee ey aetna Gnstrumental, anestesia, asepsia, bemostasia) y del procedimiento quirtirgico. oc epoca) Peters ere ete INE Seer ay Peeps tere opera nies rts yadmira al visitante. Entre las ope- raciones de Ia actual cirugia, po: rere tere eee de las realizadas por los neuroci- pr reemrrerer cet oem Coa tg eee en nee eee ee einer eee nena er ster Cte eee rete ees nes, personalidad y recuerdos. Paes former ties Seer ee re earner tens Peete EERO raneo incaico procedente de Calea (Cuzco) con cuatro grandes “repanaciones curadas, De todos es sabida la complejidad técnica, a veces extrema, de estas intervenciones, las sofisticades ins- talaciones y medios que requiere, asi como sus tiesgos, complicacionés y secuelas. Todo elo hace que le ciru- gia moderna del cerebro aun conser- Ve cierto aura magico para la mayo- fia de la gante en el inicio del siglo XXI, Por eso, al examinar una vitrina del Neolitico y ver un créneo trepa- nado rodeado de hachas de piedta, comienzen las preguntas de! sorpren- dido visitante. Preguntas acerca de ‘e6mo y por qué, que evidentemente ya se hicieron con anterioridad mut titud de cirujanos, antropologos, ar- ‘uedlogas, paleopatdlogos, mecicos estudinsos varios Pocas intervenciones quirirgicas tienen un pasado tan remoto como le trepanacion de créneo, operacion que se practice desde el neolitico en distintas 6pocas histéricas y en dis- tintos continentes. Pero quizé en nine iin sitio como en el Peru precolom- bino se insisti6 tanto en su empleo, frecuencia y proeza técnica para su época, Su estudio comenzé en 1865, Cuando el naturalista y vijero norte. americano George E. Squier visitaba el Cuzco y examinaba la coleccién de abjetos precolambinos de la Sra Centeno de Romainville. Al encontrar entre ellos un créneo con una aper- tura cuadranguiar en el frontal y sos ppechar que Ia trepanacion pudo ha- ber sido hecha en vida del paciente, Squier se entusiasmé y consiguid {ue su propietaria le cadiese al ejem plar para su estudio especializado. El créneo, dibujado por Squier en sul bro Peru, Incidents of Travel and Ex- ploration in the Land of the Incas (1877), procedia del comantorio inca Grabado del eraneo procedento dol comenterio inca de Yueay, publicado por Squier en 1877 44 de Yucay, en el Valle Sagrado, y fue estudiado por varios cientificos en Estados Unidos y Europa, como Bro- ay Nelaion, Sus informes confirma- ron las sospechas de Squier, aunque la supervivencia del individuo habia sido escasa (1-5 semanas). A partir de entonces comenzaron ios an: sis ¢ interpretaciones de los créneos Y momias trepanadas que se iban exhumand, publicando sus estudios autores como Sénéze (1882), Man- tegazza (1886), Lorena (1890), Mu- fliz (1894), McGee (1897), Lavoreria (1901), Bandelier (1904), Sergi (1909), "etc. Mas entradios én esie siglo destacan los trabajos del er- quedlogo y médico Julio C. Tello (descubridor de la necrépolis de Pa racas}, H. Valdizin, Escomel, Bello, Mootle, Lorena, Pardal, Vélez y, so- bre todo, Quevedo (1944), Grana y Rocca (1954), P. Weiss (1549-1958) Corémica Mochica (200 a.C.-800 4.) ‘epresentando una paralisis facial perifrica dal lado izquierde, y Lastres y Cabieses (1960). Estos Ultimos autores abordaron el estudio de la trepanacién craneana en el an tiguo Peru con gran objetividad y r= gor ciantifico, [6 que carrigié viejos errores y Suposiciones poco fund: mentadas que se habjan sostenido durante muchas décades, En este ar- ticulo nos basaremos fundamentae mente en las rigurosas conclusiones de Weiss, Lastres y Cebieses, esi ‘como en nuestra experiencia perso nal al respecto, sin olvidar algunos in- teresantes aportes de autores ante- riores, Nada més peligroso al abordar el estudio de la trepanacién primitiva que el etnocentrismo o la falta de interdisciplinariedad. Muchos errores (0 excesos de interpretacién comet= dos en el pasado tienen su origen en estos defectos: médicos y cirujanos que interpretaban los especimenes segdn su experiencia 0 criterio clini- co actual, 0 arquediogos que desco- nocfan-aspectos basicos de la fisio- patologia del hueso craneal. Por ejemplo, una de las razones médicas habitualmente esgrimidas como motivo de la trepanacién es la de pro: blemas menteles, neurologicos 0 psiquiatricos, pero si se investiga en Jas cronicas y lenguaje andinos don- de ubicaba el indigena precolombi- ro las sensaciones, conacimientos, inteligencia, raciocinio, memoria 0 instintos, déscubrimos que lo hacia en 21 corazén 0 "soncco’, y no en la cabeza. Interpretar esas patologias de antafo con los conocimientos actuales produciria, pues, un craso error. En el sentido inverso, no fal- tan investigadoras que defienden el uso de protesis para cubrir la apertu- ra craneal con materiales como la Ala derecha: Curendera exarinando un paciente, Cura Mlochiea (200 a6. 00 AC) Abafo:Dibujo del cronsia inaigena Husman Poms, ropresentando tuna batalla do los oarefos Incas contra ios chagres (Golvia). Se apres lempleg de "meceanss”estretadss, porras, lanzashachas y otras armas contundentes copaces de produc graves traumas eraneoencelicns. EL QVARTOCAPITAU A la derecha: Extremos de porras ‘tmaceana” y easco protecto cultura inca (5. XIN 1932 a.) Abajo: Un guerrero golpea 2 off cen a region frontal eon una maccana’. ‘Ceramica Mochies (200ac.- 800d), ccalabaza o el oro: conocienddo la bio- logia ésea y meningea sabrian que resultaria imposible sobrevivir con un pedazo de calabaze bajo el cuero ca- belludo o incluso con una lémina de 70 sin estetilizar, debido a la provisi ble infeccién y reaccién de cuerpo extrano que ocasionaria. 46 En previsién de los riesgos de in- terpretacién etnocentrica de estos estudios, es fundamental comenzar por distinguir claramente lo que es la cirugia del craneo de la del cere- bro. La trepanacién efectuada en los hospitales actuales esta dirigida, précticamente en todas las ocasi nes, a permitir el acceso a meninges. y encefalo y tratar sus patologias. Por tanto, la creniectomia o trepanacién 5 en la actualicad simplemente un medio de abordaje a esos drganos. Sin embargo, la trepanacién en el antiguo Pert fue un fin en si misma, € decir, el objetivo era aqul el pro pio eréneo, procurando tener cuida- do de no lesionar las meninges y me- nos aiin el cerebro, y 25 que aparte de temores de tipo mégico-religioso, el operedor debia conocer muy bien la fatalidad de invadir estas estructu ras (hemorragias, meningoencetal tis, abscesos cerebreles, paralisis, convulsiones y muerte). Como afir- man Lastres y Cabieses, "...a trepa- rnacién primitiva y la trepanecién mo- dem, a pesar de su semejanza sica, son enteramente disimiles ‘como elementos culturales, y no es licito proyectar en el estudio de una la significacion de la otra’. Por todo, clo, el estudio de la trepanacion debe hacerse interdisciplinariamente, con- trastando las opiniones médico-qui- rargicas con las etno-arqueolégicas, mas aun teniendo en cuenta que ca- recemos de crdnicas o documentos de primera mano que la mencionen en efecto, no existen referencias escritas de los cronistas de Indias acerca de la trepanacién en el Pert antiguo. Aunque varios de ellos re~ copilaron creencias y practicas mé- dicas indigenas, ningun informante parece haberles mencionado la tre: panacién de créneo, intervencién por cierto que no debia de ser descono- cida para aquellos escritores, pues era bastante practicada en las cam- pafas militares del Renacimiento. Esto hace pensar que su ejecucién debie corresponder @ operadores concretos, conocedores de la técni ca, @ los cuales no accedieron los, cronistas, y/o que a mediados das. Vl era una intervencion ya en desu- sou olvidada, Tal vez los fracasos de algunos malas profesionales la des- prestigiaron. Aunque algunos autores. sospechen que le trepanacién se con- tinuaba practicando en las cercanias, del Cuzco al llegar los esparioles, no trascendid a las cronicas, y su esca sa popularizacin por entonces no sir. ‘vid para salvarle la vida @ Juan Piza- Fro. Garcilaso nos relata cémo este hermano del conquistador del Pert tras resultar herido en sus batallas contra los ejércitos de Manco Inca y *suftir mal la colada que traia, se la quité antes de tiempo que luego se a quit6 llegé una piedra trada con Crinco eon una importante fractura ‘conminuta en a region frontal Elindividuo sobrevivie y fos pedazos consolidaron entre s En la zona abiorta tal ver ee retire alguno de los feagmentos ‘ras el traumatismo, honda y le dio una mala herida en la cabeza, de que murié dentro de tres dias’. Aunque el cronista mestizo Menciona le presencia de curende- ros indigenas en las tropas espafio- las, no hace referencia alguna a los intentos terapéuticos hacia el grave traumatismo encefalocraneano de Juan Pizarro, ni por métodos indige- nas, ni occidentales. Es posible que el intento trepanetorio {més aun si hubiese terminado con éxito) hubie- ra sido recogido por las crénicas, es- pecialmente tratandose de un herma: no de Francisco Pizarro. ‘Al feltar fuentes de primera mano que describan el porqué y cémo de estas intervenciones, se hace prec so recutrir al estudio de materiales ~arqueol6gicos (créneos, momias, ins- trumental quirdrgico...) y antropole- gicos (medicina del antiguo Pert, Creencias magicas, andlisis linguisti- €0, la trepanacién primitiva en otros, pueblos, etc.) LO QUE NOS CUENTAN LAS MOMIAS Y LOS CRANEOS Cuando el paleopatéiogo recibe un créneo trepanado para su estudio, siempre debe tener presente que 10 que tiene en sus manos es el resul- tado de una serie de procesos biolé- gicos ocurridos en ese hueso antes, durante y tras el acto quirurgico, Por 20, el conocimienta de fa fisiopato- logia del hueso craneal es basico antes de elaborar interpretaciones, ues de lo contrario pueden ser des acertadas. El hueso craneal consta de tres cepas: la tabla externa (de hueso cor- tical compacto y duro}, al diploe (hue: 50 esporjoso intermédio) y la tabla interna o vitrea (también de hueso cortical, pero mas fino y duro que el de la tabla externa). La itrigacion san- Guinea corre a cargo fundamental mente del periostio, una membrana que tapiza el exterior del créneo, rica fen vasos sanguineos y terminales nerviosos (6! hueso craneal despe: fiostizado es apenas doloroso). En- tre la tabla interna del créneo y el cerebro se interponen unas membra nas fibrosas, las meninges, por les que ciscurren vasos sanguineos de importancia. La mas exterior yrigida de estas membranss os ta drama re. Desde los estudios de Greig se sabe que los aumentos en la iriga- cién sanguinea (hiveremia) del hue- 80 se traducen en fendmenos de Créneo precolombino con fractu hhundidas en la region oc ‘compatibles con golpes de "maccanat descaleificacion y osteoporosis del mismo, mientras que la reduccion del aporte sanguineo tree consigo une hiperealeificacién (osteoesclerosis) en esas zonas. Cuando desaparece la irrigacion se produce, como en todo érgano, une muerte (necrosis) de la porcién de tejido desvascular- zada. Por tanto, el.estudio del patron de mineralizecién del créneo seco ‘nos va a permitir saber el estado de la circulacion sanguinea local (apor- tada por periostio y duramadre) que habia en el momento de la muerte, y esto, conociendo los factores que pueden alterar esa vasoularizacién en Vide, nos puede dar ciertas pistes. Vedmoslo con algunos ejemplos: cuando el hueso craneal recibe un traumatismo o se le efectéa un acto quirdrgico como es una trepanacién, €1 periostio es arrancado o lesionado ysse liberan sustancias vasodilatado- fas en ese lugar, lo que favorece el aumento de la irrigacion sanguinea, ‘apareciendo unas semanas después la consecuente osteoporosis local. A Ccontinuacién se va reorganizando y proliferando una matriz de fibras y células, constituyendo un armazén de tejido de reparacién por el que avanzan nuevos capilares sangul- eos, En esa matriz van precipitan- doy fiandose las sales minerales que la previa hiperemia local habia disuel- to, De este forma se empieza ¢ for- mar un callo dseo a la vez que la cir- culacién local va recuperando la nor- malidad. Por fin, en la fase final de ‘esa cicatrizacion los vasos sangui- eos locales se adelgazan y los bor- des de ese callo dseo se hiperc can, desapareciendo la porosidad, a7 Establecidas las bases fisiopatol6- gicas del hueso craneal, podemos interpretar ya sus ‘huellas dactilares™ «en los créneos secos con menos ries os de caer en interpretaciones err6- eas o exageradas. También las momias, tan abundantes en el anti- quo Peril, nos proporcionan valiosa informacién, especialmente en el examen del tratamiento del cuero car belludo (incisién, sutura etc.) y esta do de las meninges. Conjugando to- dos estos datos, el examen del area trepanada nos permite deducir con cierta aproximacion los tiempos de supervivencia en el individuo: as Cuando una trepanacién o fractura no muestra serial alguna de reaccién vascular alrededor, 0 si las huellas y estrias producidas por los instrumen- tos trepanatorios son claramente vi- sibles, el paciente no habré tenido supervivencia 0 habra sido de muy pocos dias (en este grupo incluiria mos también aquellas craniectomias efectuadas postmortem). Si el cré- neo muestra un discrete halo osteo- porético (de aspecto apolillado) aire dedor dele trepanacién, interponién- dose entre ambos un sector de hus- so aparentemente sano, nos indica que hubo una supervivencia suficien- temente prolongada como para que 48 Ala izquierda: Craneo de Huarmey (costa central) con una antigua fracture hhundida, curada sin trepanacion. ‘fa derecha: Craneo de Paracas Cavernas (700 2.6300 a.C.), con una ‘gran trepanacion por raspado, no sobrevivida, que afecta incluso ‘al techo de Abajo: Mepa de la ‘dea trepanacion en el Antiguo ‘Seindiean los principales favo: trepanadores: Paracas, Atoa Centro y requena la hiperemia del periostio ain ache- fido @ los mérgenes de le lesion pu- diera comenzer @ remover las sales minerales del hueso en ese lugar. Este tiempo se estima que es de una a cuatro semanas, por io que el indi- viduo habra sobrevivido ese periado El margen de hueso aparentemente sano entre el érea osteopordtica y la ‘epenacién, en realidad no es tal: se trata de hueso que fue desprovisto de su nutricion vascular por el perios- tio, al haber sido este ultimo despe- gado por él crujano o lesionado gra- Vemente en el traumatismo. Este sector necrético, si el individuo so- brevive, ve pronto deshaciéndose liberéndose en forma de fragmentos ("secuestros’) con aspecto apoillado fen sus bordes. Estos podacitos, que suelen perderse en las exhumacio- nes del eréneo, podrian ser reapro- vechados en el proceso de cicatriza- ion a modo de autoinjerto, pero en todo este proceso, ademés, influye la infeccion local asociada, que inter- fiere con los mecanismos de repar cién y aumenta los focos osteopore: ticos al iritar el periostio. Les bacte rigs también ocupan el hueso necro- ado, impidiendo su reutilizacion en forma de injerto durante la cicattiza- cin, y siendo liberado en forma de Gran trepanacién (10x12 em) entre ambos huesos parietalas. Pese a su tamatio y la invasion del seno venoso Yongitudinal superior el individuo sobrevivio unas dos o tres semanas, come indies el halo osteoporeticn que presenta. Se aprecia tambien una antigua fractura hundida consolidada, Cultura Paracas. secuesttos a través de fistulas en el Cuero cabelludo. Ademés de apre- Ciarse un halo osteoporstico, la for ma de la craniectomia durante este periodo es irregular, desdibujandose ’ practicada inicialmente por el ope- rador, de le que ahora apenas es un esboio. Superada esta fase, y tras sobrevi vir més de dos meses a la interven Cién, la circulacién local se normaliza Y las sales minorales van precipitan do, constituyéndose un callo ése0 sobre la math fibrocelular generaca semanas antes. Esa callosided une ia tabla intema y externa del hueso Graneal, ocultando al poroso hueso diploica intermedi. El orticio se pre~ ssenta ahora con forma irregular, aun- que tendiendo a un aspecto redon deado, y mas amplio que el practica do inicialmente, al desaparer el halo de hueso necrético. El borde de la trepanacion es duro y muy mineral zado, apenas si se puede ver el hue 50 esponjoso del dipioe y adoptando una forma en bisel, debido al mayor retroceso y afeccién padecidos por ia tabla externa del hueso. MEDICINA YCIRUGIA EN EL ANTIGUO PERU Pero gen qué estado se encantra ba la medicina y cirugia en el antiguo Perii?. Su exposicién excede los li- mites de este articulo, aunque e: preciso hacer referencia a ello: en el Periinceico habia varios tipos de ré- ico: el ‘Hampi Camayoc? atendia a las clases nobles, mientras los curan- deros 'ccemasca’ y "soncoyoc’) se cupaban del pueblo llano, junto con adivinos, brujos, sangradoves y her- bolarios. Sus précticas médicas cons taban de une faceta magico-religio 8a que se complementaba con otra empirico-racional. Este timo aspec- to permitié un amplio conocimiento de plantas de poder curativo, algu- nas de probada eficacia y cuyos prin- cipios activos pasaron a la farmaco- pea actual (ej. fa quina contra el pale dismo}. De su importancia da fe una de las sentencias pronunciades por el Ince Pachaciitec y recosida por el ince Garcilaso: "EI médico o herbola Gréneo inca procedente de Machu Pech, con una grave fractura transver- sal y anteroposterior. El operador Intent, sin éxito, una doble trepanacién, rio que ignora las virtudes de las hier- bas, 0 que sabiendo las de algunas no procura saber las de todas, sabe poco o nada. Conviénele trabajar has- ta conocerias todas, as/las provecho- sas como las dariosas, para merecer el nombre que pretence" Para en él éxito final terapéutico, el poder de la sugestién, psicotera pia y confianza en el "ccamasca’ o ‘soncoyoc" "hombre de corazén", 0 inspirador) era sumamente importan- te, complementandose con los ritos magico-religiosos que el curandero consideraba que resolverian el pro- blema. Diversas enfermedades afec- taron al antiguo peruano, dejando sus huellas en momias y restos éseos, asi como en su lenguaje y manifes- \ciones artisticas: artritis, tumores, fils, tuberculosis, paludismo, uta o leishmaniasis, bocio, parélisis facial, Darasitosis, verruga peruana, asma, problemas Yentales y psiquidtricos, tienen referencias en esas fuentes Entre las maniobras quirUroicas prac- ticaron reducciones e inmovilzacio- nes de fracturas y luxaciones, cura cién y vendaje de heridas, amputa- ciones de miembros con prétesis protectoras para ol mufion, sangrias, masajes, succiones, empleo de bal samos y céusticos, horadacion de Orejas y tabique nasal, etc. Los trau- matismos, y en especial los encefa- locraneanos, merecen un tratamien- to més detaliado en el tema que nos ocupa, pues parecen haber sido la principal causa que motivé las trepe- naciones. 49 Créneo de Paracas con dos grandes “repanaciones on los parte UNA CIRUGIA DE GUERRA ‘Ya Wolfe! advirtio en sus trabajos la relacion habida entre la utilzacion de armas contundentes y la practica de la trepanacién en las cuituras an- tiguas. El Perd es una buena mues- ta de ello. Los hallazgos arqueolégt cos de armas y su empleo, descrito en crdnicas coloniales y en cerami cas, demuestran el generelizado em pleo de la porra de mano maccana'), ‘cuyo extremo podia ser redondeado (© con forma de estrella, elaborndo- se de piedra 0 aleaciones metlicas. La ‘maccana' se utilizaba en el com: bate cuerpo a cuerpo, produciendo graves traumas craneales que difici mente amortiguaban los cascos de madera forrados de algodén, si el escudo no habia parado el golpe ‘Ademés, antes del encuentro cuer: po a cuerpo los ejércitos se arroja ban une auténtica lluvia de piedras de honda, lanzas, flechas y dardos de estdlica. En los asedios a fortale: los defensores arrojeban piedras e, incluso, grandes rocas. El arsenal se ‘completaba con boleadoras y haches. Por todo ello, es fécil deducir el ele- vado numero de casos de traumas graneoencefélicos que resultaban durante la batalla y, de hecho, es fre- cuente su presencia en los craneos de los cementerios precolombinos, bien como causa de muerte, o mos: trando su cicatrizacién natural si no fue trepanado y el individuo sobrevi- vid. Las ‘maccanas' producian frac: turas conminutas (varios pedazos), ‘con hundimiento hacia las meninges, que podian ser lesionadas asimismo, La vineulacién existente entre las fracturas y la trepanacién se refleja también en las localizaciones de es- 50 ode ellas es fronto- previsible con més fe cuerpo a 5s con frac tas titimas: el mayor se realizaron en les reg Parietales, que es dond: mente se reciben golo: frecuencia en un o: ‘cuerpo. Incluso hay c turas sobre las que se intent trepa- nar sin éxito. La entre am- bas cuestiones per 5 induda- los trau sa que iy aun: ble, pero tal vez no mas craneales la Uni motiv6 las trepanacion que la gran meyoria de son masculinos, tambien plates trepanados de sexo no. Puede que la sintorr guerrero golpeado en lac: convulsiones, cefaleas, alt la conciencia, ete., y su cura la trepanacion, estimula’ a practicar la operacion en recionte: No tYaumatizados pero si con esos Sintomas (e. epilépticos, cefaleas intensas, cronicas o as, etc.) Los tra gran trepanacién en un erdneo de Paracas, sin supervivencia o muy Feducida menor de una semana), rencia al tratamiento de las cefaleas mediante sangrias, pero no sabernos el grado de generalizacion geogrsti- ca 0 cultural de esa practica. De to- das formas, diversos médicos estu- giosos del tema, influenciados por su ‘ormacién y conocimientos actuales, an resefiado como motivos trepa- natorios otras patologies, como tu- ‘mores benignos 0 malignos (metas tasis $seas), procesos que produz 1 hipertension intracraneal, focos osteitis tuberculosa osifiltica, ete. embargo, estas posibles incic ies son demasiado aventuradas y las razones que se apuntan (radio- graficas, anatomopatolégicas, etc.) 0 parecen muy consistentes. Por sas Como pro- lemas psiquiatricos 0 locuras, de- clas, otc., resulta probablemer erréneo, dado que segun las cre nicas y los estudios antropolégicos y inguisticos, los antiguos peruanos si an esa psicoemocional en. az6n, y no en la cabeza, onces qué opinaba el indige- la cabeza?. Hoy todos conoce- ia importancia del cerebro y la zaacién en el mismo de nuestras ciones afectivas, emocionales, motia, inteligencia, elaboracién rial, generacion de érdenes motrices, etc, En realidad, el resto de los organos corpovales estan al ser Vicio cel encéfalo. Pero esta certeza, Jo en culturas del mundo Egipto, Grecia, etc.), sino pocas relativamente proxi- cluso han quedado residuos sas antiguas creencias en la lite- ial a modo simbélico (ej corazén al sentimiento asociar el amoroso). Pese ello, cualquier pue blo primitivo o antigua reconoce la importancia de la cabeza en las fun ciones de relacién. En ella estan los Grganos de los sentidos (ojos, ofdos, fosas nesales, lengua) integrando admis la individualidad fisica de la persona (la cara). Los peruanos pre- colambinos si valoraban mucho es- tos aspectos, y buena muestra de ello son las practicas de deformacién craneal a modo de distincién social o regional, las representaciones ceré micas (huacos retrato), 0 la costum- bre de coleccionar “cabezas troteo* de los contrincantes vencidos en la batalla: una vez cercenada la cabeza, se extraia el encéfalo y se momifica- ba el resto perforando la region fron ‘al para pasar un cordén, y cerrando los labios con espinas. No hay cons tancia de que al cerebro le dieran mayor importancia como asiento de la personalidad del individuo, pero quiza sia aspectos magicos 0 sobr naturales. En este sentido, son des- Arriba: Craneo centroandino con tres. ‘ropanaciones cuadrangulares stoctuadas mediante cortes en huso entrecruzados, ‘ia izquierda:Granco centroandine. (Ancash) con doble trepanacién, por corte en huso. tacables los cuidados y protecciones brindados @ la cabeza desde Spocas remotas hasta la actualidad. Tras el nacimiento, al nifo se le vendaba la cabeza (a veces ya con fines moldea- dores), y esa proteccién le acompa- faria, de una u otra manera, el resto de su vida, En la cerémica precolom- bina es dificil encontrar a un indivi duo con la cabeza descubierta, ni si quiera cuando se le representa en actos sexuales. Todavia en la actua- lidad el uso de gorros y sombreros se mantione muy extendido entre la poblacién indigena serrana. Un indi- gente puede ir descalzo, pero procu fara evitar i sin gorro 0 sombrero Weiss interpreta el conflicto perma: nente entre fro y calor (ipico del cl ma serreno) como determinante de los estados de salud y enfermedad en la medicina indigena, siendo la cabeza la parte més vulnerable del ‘cuerpo. A\rearia os una amenaza de ‘enfermedad, incluso dentro de una habitacién. Todo este analisis nos acerca a consideraciones magico-re- ligiosas que, junto a las causas trau- miaticas, parecen haber sido les mo- tivaciones mas importantes para tr 51 Grineo del cementerio inca 4d Calea (Cuzco) con cuatro grandes ‘Wepanaciones cleatizadas. panar, Es imposible Saber hoy las consideraciones etiolégicas de este tipo que tendia el operador para ani- marse a trepanar a un enfermo 0 poseido, pero seguramente las hubo. Una cita interesante en este sentido es la de Walter Arriaga, que resenia como en 1949 alin se practicaban tre- panaciones de ovejas en las cerce- Nias del Lago Titicaca, para curarlas de [a enfermedad del ‘muyumuyé que les impulsa a ejecutar movimien- {08 giratorios repetidos, extrayéndo- les en ocasiones una “bolsita acuo- sa" (cisticerco) y consiguiendo a ve- es éxitos terapeéuticos. Tal vez cua- dias parecidos en humanos, debidos a disfunciones neurolégices, pero atribuidos a fenémenos magico-reli- giosos (posesién de espiritus, etc.), ayan propiciado alguna que otra tre panacién en el pasado, pero todo esto es una pura especulacion dada la ausencia de fuentes fiables que lo corroboren. En cualquier caso, si se practic6 un tipo de trepanacion, la Suprainiana, con muy probable carac- ter ritual y/o preventivo. Este tipo de ‘operacién se efectuaba a los nifios, en las culturas de la costa central del Pert, y consistia en la eliminacién por raspado de una pequefia porcién re- dondeada de la capa exterior del cra- Reo en la region occipital. Los ries gos de esta intervencién eran esca 805 y la supervivencia no peligraba, por lo cual -y dada su abundancie- sé Te supone parte de algtin rito del tipo Gel que practicaban los incas al hora: dar las orejas de los jovenes que se consagraban a la vida militar. 52 DISTRIBUCION GEOGRAFICA Y TECNICAS EMPLEADAS Un aspecto interesante al analizar las trepanaciones paleo, su distribucion geogréfica y cultural, ues en el antiquo Perd se sucedie~ ron diversas culturas en un periodo de més de 2000 afios y en medios geograficos muy diferentes (desier- to costero, siorta y selval. Analizen- do la procedencia de los craneos encontramos los siguientes focos trepanadores Paracas en el desierto costero de Ica, en los craneos y momias exhumados de la cultura del mismo nombre, y mas Trepanacién ofectuada mediante | teentea de raspado con cuchilas: ide obsidana El desgaste es biselado hacia ol centro do la porforacion. Cultura Paraces Cavernas (700 316-200 a.C). concretamente de su primera fase (Paracas Cavernas, 700 a.C.-300 aC). La profusion dela operacién fue aqu! muy notable (porcentajes de hasta un 45 % de créneos trepane- dos en algunos yacimientos), redu- ciéndose su presencia en fases pos- teriores de esa cultura (Paracas Ne~ cf6polis) en beneticio de otra pric- tica cefalica, la deformacién craneal Costa Central Caracterizada por la ya menciona- da trepanacién suprainiana, de pro- able carécter ritual y/o preventivo, Area Centro y Norandina Incluiriamos aqui los yacimientos arqueolégicos de diversos pueblos centro y norandinos de los departa- mentos de Lima, Junin y Ancash, Ca- jamarea y Amazonas, en los que pro lifer6 la técnica de corte en huso y de otificios cilindrocénicos. Estos Pueblos (S. VIIL-XIV d.C. ) se caracte- Tizaron por su alta belicosidad, sin ha: ber constituido ninguno de elios una cultura de las denominadas ‘clasicas’ ‘con la excepcion de Chachapoyas en los Andes septentrionales peruanos {érea del Marafién). Area del Titicaca Incluyen focos trepanadores en el territono altipkénico cereano al Iago Titicaca. Corresponden fundamental- mente a comunidades aymaras, tan- to peruanas como bolivianas. En al- gunos yacimientos se hallaron un 6% de craneos trepanados. Trepanacién ofectuads mediante la técnica de orfcioscilindrovonicos: on pequetas mies que lego Pespinterconaclaban, permtonss desprender opalanauear a plaqueta ‘oa Cranso centroandino. Area Inca-Cuzquefia Este importante centro trepanador se sitda en el Valle Sagrado de los Incas (Pisac, Ollantaytambo, Yucay, Calca...)y otras poblaciones cercanas a la antigua ciudad imperial del Cuz- co, estando vinculado, por tanto, at corazén de la cultura inca (‘S. Xill- 1532). Profundizando en este andlisis ge0- gréfico-cultural, nos. encontramos Con algunos aspectos interesantes, comoliaausencia de espocimenes en el area de la Costa Norto, donde se aseniaron pudblos guerreros de la importancia de la Cultura Moche o Chima. La trepanacién también pa- rece ausente en la selva, donde no se emple6 la ‘maccana” ‘También resulta interesante estu- diar los estilos trepanatorios y sus relaciones con esas reas. Es prefe- riblo atender a los procedimientos operatorios més que a la morfologia de las craniectomias, pues ésta es muy variable en cuaiquier estilo y, ademas, se modifica por factores bio l6gicos, ‘como la remodelacion y cr catrizacion ésea, infeccién, etc. En- Ccontramos asflas siguientes técnices de trepanaci6n: Técnica de Raspado En estos casos el cirujano efectus- ba un raspado o abrasion de la tabla externa del hueso craneal, valiéndo- se de instrumentos de obsidiana re- lativamente romos. El desgaste era biselado hacia el centro de la perfo- racién, en la cual quedaba asoman- do la tabla interna festoneada. Se cir ‘cunscribia raspando el sector de cré- neo a extipar, resultando morfolo- gias redondeadas u ovaladas en las Craniectomias resultantes. Esta téc- nica fue muy empleada en la cultura de Paracas y en la trepanacién su- prainiana de Ia costa. Técnica del corte en huso Valiéndose de instrumentos de ob- sidiane més afilados, el operador im- primia en los mismos un movimien- to de sierra, resultando un corte li- neal fusiforme en el craneo. Cruzan- do varios de esos cortes entre si, el citujano circunscribia el sector de cra- eo a extirpar, que era finalmente eliminado palanqueando. Asi, resul- taban craniectomias cuadrangulares, Trepanacién efectuada con la técnica do corte en huso: mediante ‘un movimiento de sierra se hacen varios Cortes fusiformes que dolimitan el sector nado Finalmente ido. Cr co poligonales. Este estilo fue emplea- do enel 4rea centroandina y cuzque- fa snica de orificios cilindro-conicos En este procedimiento se realiza- ban una serie de horadaciones prox mas entre si, circunseribiendo el area aextirpar. Sin embargo, esos orificios fo siempre se hacian mediante ba- frenado, como @ priori pore pare- cer (la obsidiana astilla y se quiebra en es0s movimientos, y ademas al- unos ofificios no son circulares, son DSvalados), sino cavando el huesd con algun cuchilito de obsidiana de pun- tas largas, coriando en circulo de spiral. Sise emples el barrenado se hizo recurriendo a punzones de bron. ce. Esta técnica se utilizd en Paraces ¥,n los mismos pueblos centroan- Ginos que useron el corte en huso. ‘Ademés, parece haberse practicado fen la zona del Marafion (Cultura Cha- ‘chapoyas}. Una modificacion de este procedimiento, ensanchando esos orificios por excavacion, pudo usar- se en el Area del Titicaca Incisiones éseas variadas Las hay mediante cortes en huso ofificios, tanto en Paracas, como én los pueblos centroandinos. No pa- fecen tener un pian predefinido de craniectomia. Algunos autores les su- pponen fines ce descompresién o dre- naje asaciados a creencias magicas © terapéuticas (cefaleas, euralgias, etc.) 53 LA TREPANACION Y CIRUGIA DE CRANEO EN EL ANTIGUO arama) CCdvo que reproduce un trepanacisn de ci preeereerenr Lie Cen eon eRe Lea en te Revisadas las fuentes de estudio (momias y créneos), téenicas, motivaciones, etc., en la primera parte de este articulo, efectuaremos ahora un andlisis arqueolégico y cultural de la trepanacién craneal OO eee ane a ae cae de la intervencién en cuanto a instrumental, anestesia, asepsia y hemostasia, Fa a See ne ed ee R Ce en ee eee Re ee ae cae ee ere oe Pe et Gremenshnayr ein ieee pectos culturales y arqueolégicos aso- ciados a ellas. Cuando el arquedlogo Julio C. Tello exhumé los crineos de las "cavernas” de Paracas (700-300 a.C,), se encontraron un 45% trepa- Cee eee ted mneracién terapéutica, una especie pA oeeecr sneer tras sucesivos éxitos en otras patolo- Peet etre on secs mos que podria tratarse del cemen- terio de alguna casta militar, por ser éste un grupo social més expuesto a eeerretn eee tae tsa ermine een ot y los golpes eran frecuentes. La téc- nica quirirgica practicada era fun- damentalmente la del raspado, em- pleando para tal fin cuchillos de Perret aC eon eee certs Los operadores mostraron bastan- te habilidad manual, raspando la ta- bla externa e interna del crineo en Penn ea Pees errr one et ene ee Sac dd por un pediculo de tabla interna, se palanqueaba y desprendia la plaque- : cure ta 6sea. Algunos cirujanos de Para- f Pekan peer ne eee ce rere ‘empiricos, como lo demuestra el res- Eeenipenrtek ei peto a los grandes senos venosos mar dsoea ease ‘meningeos. Su lesién podria produ- pope ee ee bolizacién de aire y muerte del pa- jente. Por ello, el operador respeta- Pee teeth seno longitudinal superior, dejando sobre él un puente éseo sila trepana- een eer seg del craneo. En ciertos casos, se efec- tuaron trepanaciones desconwunales aunque con escaso indice de supetvi- vencia. No es descartable la reafizaci6n Peete eer hs racas se utilizaron alguna vez. las per” foraciones cilindroconicas, aunque ‘mucho menos que el raspado. Los belicosos pueblos ce ECORI EET i Pe en eee os Peer eae | corte en huso por aserrado. Alanalie Reena A & ciones, se descubre un baj pier perenne ni Preece erect oma sacién-, dejando, a veces, el intento de craniectomia de un sector para co- Preree ei enrsts ead Freed reo pt Poet perc pees 08 palanqueedos de los fragmen- iminar eran bruscos y ap rados, produciendo astilamiontos de los bordes pequofias fracturas y fi suras en los puntos de apoyo. A ve- es el operador aumentaba la trepa- rnaci6n efectuando cortes adyacentes a la craniectomia recién hecha. En otros créneos abundan las incisiones y punciones exploradoras. Raramen- te se combinaba la téci ios con el corte en huso: c rador usaba su procedimiento. No parece que tuvieran conocimientos anatémicos, como en Paracas: las, aberturas invaden sin reparo el seno venoso longitudinal superior, @ inclu- so los senos frontales (camaras de aire entre las cejas). En este uitimo caso la curacion de la herida 6sea se dificultaba mucho. por estar en con- tacto con mucosidad, aire y bacterias de las vias aéreas superiores. Sin embargo, en algunos casos la inter- vencion parecia destinede a drenar 0 perforar ese seno, dedo que las sinu: sitis localizadas en ellos provocaban unas cefaleas muy puntuales que debian estimular a operar alli. Por todo ello, el nimero proporcional de intervenciones curadas o suficiente: mente sobrevividas es menor que en is craneos de Paracas, y su calidad técnica parece guardar relacién con la pobreza de su legado en cultura material. No obstante, en los cemen- terios centroandinos abundan ios cré neos con grandes traumatismos cra neofaciales no trepanados y cicatri- zados, y tampoco son raros los es- pecimenes trepanados con large su: rvivencia. La itradiacion geograti- a de estas técnicas parece haber lle gado al area de los Chachapoyas, en el norte, y hasta los valles cuzque: fos, en el sur. Dado que los Chacha: oyas, que ocuperon la zone mont fiosa del Maran, parecen tener un origen serrano (pueblos centroandi. nos que migraron al bosque de mon tafa del norte en busca de tierras cul 44 Arriba: Craneo trepanado, mediante raspado (9x7 emi. Cultura Paracas (700-100 ‘aC. Doroeha: Graneo deformado ‘con una gran ‘repanacion ofectuada modian- ‘ela técnica do raspado. Cultura Paracas (700-100 ac). Craneo con gran trepanacion (11°6 x 9 em) on Ia region ps ‘un puente dseo anteroposterior para evita ‘uparior, paro los defectos de mat permaneciendo sélo sus extr tivables), las técnicas trepanatorias se carresponden también con las de 8808 pueblos centraandinos de me: Nor entidad cultural. Entre los Chacha: poyas la técnica parece haber tenido algo mas de refinamiento, Seran de etal El cirujano conservé fonar el i nos. Cultura Paracas (700-100 a.) gran interés los estudios anatomops- tolégicos del abundante material de momias y créneos, recientement descubiertos en esa region, para cor probar si usaron otras técnicas y con qué éxito. mediante cortes on huso on la region oespital Setaprecia una exensa planificacion por arte del operador, que decidio aumentar Frraniectoria cuando ya habia limita: do un primer sector 2 extrar. El indivi “duo no sobrevivio ala interveneion ‘lo hize por pores die. No se sabe mucho de la trepana- ion aymara en el Altiplano, aunque parece que se realizaba meciante or. ficios cilndroe6nicos progresivame: ie agrandados. Durante le expansién Tiwanaku-Wari (ss. VIIFXIN parece que se utiizé algun tipo de raspado mas circunserito que en Paracas, ira diando su técnica hacia Bolivia, Chile y Noroeste argentino. Tal vez una de astas irradiaciones, la de la coste central peruana, sert6 las bases de a trepanacion suprainiana; aunque ye se aprecian algunos casos en los cré- neos de Pareces Necrépolis y Naz- ca, es en las tumbas tardias de le cultura Tiweneku-Wari costena don- de este tipo de trepenaci6n comien- za destacar. Su préctica se popula 26 aun mas en las cultures coste fas que los sucedieron, antes de llegada de los incas, documentando- se incluso en el 45% de los eréneos de algunos cementerios ds la cult ta Chancay 0 Chim surefia (ss. Xll- XIV). La trepanacién supcainiana hacia durante la infancia, en nifios y nifas, raspando la tabla externa del craneo por encima del extremo occ pital (inion), e intentando respetar la tabla intemma, Esta trepanacion pare- ce haber sido ritual y/o profilactica una especie de bautismo o de rito infantojuvenil, quiza destinada tam- bién a proteger al individuo de cier- tas dolencias (cefaleas, neuralgias, etc). Estos razonamientos se enmar: La osteoporosis periférica indica una supervivencia de una a tres semanas, carian en el conjunto de otros simile res, presentes en multiples pueblos y culturas: sin ir mas lejos, en nues: ira medicina occidental se extraia, hasta hace pocos afios, ia totalidad de la dentadura, apéncice 0 amigda: las con fines preventivos 0 curetivos de ciertas afecciones de dudosa etio logia. Una determinada practica mé dico-quirirgica, que en ocasiones coincidia con una mejoria (esponta- 1e2, 0 no) del paciente, pronto se incorporaba al repertorio terapéutico y preventivo de ese pueblo o cultu- ra, y algo asi pudo ocurrir en el Pert La trepanacion suprainiana se aso- cid con frecuencia a dispositivos de- formadores del créneo, que probable mente comprimian las heridas aun abiertas de la craniectomia. A pesar de todo, el ninio sobrevivia y la zona raspada cicatrizaba en forma de una fosita o depresion suprainiana, que tardé en ser identificada como tre- panacién, Por ultimo, debemos hablar de la denominad por Weiss "escuela Ince Cuzquefia"[s. Xill-1532). Los espect- menes exhumados de este foco tre panador muestran las intervenciones de mejor calidad técnica y supervi- vencia. De hecho, no abundan los craneos con poca o nula superviven ia, que son los que més informacion técnica aportan. En los escasos ejem plares que pudimos examinar con huellas de la operacién, los cortes en el hueso parecen efectuados en se Mentos cortos y precisos, unidos entre si para delimitar el sector a ex- tirpar. Esta minuciosidad técnica pro- bablemente guarda relacién con los avances metaluraicos de los incas, 45 Dorecha: Craneo del Alto Marafién {ropanacion por orficios eindrocanicas ‘sobre los fragmento. La supervivencia podria haber sido de un mes: se aprocia ePhitese necrotico mas blanquecina, que ala derecha -soby iiminado. Abajo: Craneo te onlcioe lindroce {Guiza en un intento de aliviar el dolor de una sinusitis on exe lugar. La superviven: ia fue escasa {menor de tres semanas) ‘que les permitian disponer de instru mentos de corte y filo preciso (cin- celes}. En definitiva, parece un pro- ‘cedimiento mas quirdrgico, minucio- 0 y planificado que en los craneos centroandinos, con elevados porcen- tajes de supervivencia, nese a inter- Venir sobre sectores de alta peligro- sidad (seno venoso longitudinal si petior,arteria meningea media, etc.) Quizé'la técnica cuzquefia tence sus raices ena centroancina del corte en huso, cuya influencia llegé hasta las cercanias del Cuzco, pero los incas la pertecoionaron y depuraron, tal vez complementéndola con alguna vieja practica heredada de la expansion Thwanaku-Wari En las trepanaciones inca-cuzque- fias es habitual encontrer varias aper- turas curadas en el mismo créneo, ‘Aunque también hay policraniecto- mias en Paracas, area centroandina y aymara, 9s entre los cuzquenios donde se documentan los casos m: soprendentes, especialmente al re- lacionar el numero de trepanaciones on aspectos como tamafo, peligro- sidad del érea y éxito de superviven- cia. En Paracas y area centroandina, ‘cuando hay mds de una trepanacién slo suele estar curada una de ellas la primera), Cabe resefar algunos craneos notables en estos aspectos, Como uno del Museo de Historia Na tural de Londres, con 7 trepanacio- nes de tamafio medio cicatrizadas y ampliamente sobrevividas pese a la ubicacién de alguna de ellas en sec- tores peligrosos. Otro créneo halla do en Liactapata (camino inca a Ma- chu Picchu, muestra 5 trepanacio- nes perfectamente curadas, también afectando 8 zonas de elevaco ries- Go. Pero quizé el crdneo mas sorpren- dente es uno procedente de Calca {Cuzco}, que presenta la mayor pér- dida de superficie craneal: este ojem plartione cuatro grandes trepanacio- nes cicattizadas y también sobre zo- nas peligrosas (seno venoso longitu- dinal superior y arteria meningea media). INSTRUMENTAL 2Do qué instrumental quirtrgico se valia ol antiguo peruano en sus inter: vencionas?. Diversos experimentos demostraron que trepaner un créneo 46 ‘no requiere gran sofisticacion instru- mental. £n 1879 Lucas Championiére recogi6 una piedra silicea de las ribe 135 del rio Sena e hizo una treoana- cién en pods tiempo. En las craniec- tomias del Perti precolombino pere- ce que se emplearon dos tipos de instrumental, vinculados @ los avan- ces culturales de los pueblos trepa- nadores. Asi, en Paracas se usaba un Vidrio voleénico, la obsidiana, conve: nientemente enmangads. La ausen- Cia de préctices metalurgicas a base de aleaciones dures hacian de la ob- sidiana el acero de esta cultura, El mineral bruto se trabajaba déndole formas triengulares, sujeténdolo lue- go a un mango de madera hendido. Tello enconti6, durante sus excava- ciones en una de las cavernas de Pa- racas, "un paquete conteniendo cu» chillos de obsidiana provistos de sus respectivos mangos, manchados de sangre, junto a une cucharila 0 cu- Teta hecha de diente de cachalote. (Los cuchillos de obsidiana son de diversos tamatios, unos son instru- mentos punzantes como si hubieran sido usados para practicar las sar ries, otros verdaderos bisturis con Tos que se pueden cortar y cercenar fécilmente las partes blandas y otros més grandes destinados a trabajar en el fueso. La cureta sirvio sin duda para denudar el periostio; los hilos ‘son las mismos que aparecen aproxi- ‘mando los bordes de las heridas." En la iconogrefia de los mantos funera- ros de Paracas son muy frecuentes los personajes voladores empunan do un cuchillo trangular de obsidia na en una mano y, en Ia otra, una cabeza cercenada. Estos instrumen 108 sirvieron sin duda para cortar te- jidos blandos (como lo hace un trozo de vidrio) y tambien para raspar el hueso, desgasténdolo por abrasién No parece que se usaran como fre sa, barrenando al girar el mango en- tre las manos, ni siquiera en los cré- eos trepanados mediante orificios cllindrocénicos; Grafa y Rocea afir- man que al experimentar ese proce dimiento, los bordes de la obsidiana se estillaban y disgregaban, y ya in- dicamos que esos ofificios a veces. son ovoides, lo que parece descar- ter una técnica giratoria 0 de barre- nado. Algin instrumento de los en- contrados pudo servir para excavar el hueso, como una lanceta consis- tente en un pequerio punzén de ob- sidiana encajado en un mango de madera hendido y fuertemente ata do, Con él pudo incidirse el cuero c: belludo sin problemas y luego exc: var circularmente esos orificios e trayendo las virutas 6seas. Con los avances metalirgicos co- mengaron a aparecer instrumentos de bronce y, mas adelante, de alea ciones algo mas complejas, como el “champ (bronce con oro y platal, di rsificandose la oforta instrumental De nuevo el arquedlogo peruano Ju lioC. Tello encontré interesantes ins- trumentos. En Yauyos (area cen- troandina con numerosas trepanacio- nes) halld punzones de ‘champi" cuyo posible uso le parecid compatible con gcnica de orificios cilindrocénicos, empleados a modo de barreno. Tiem po después estudid, en el valle de Asia (Huaca Malena), la tumba de un curandero o hechicero y, en el inte- ‘ior de una vasija, un arsenal de cin celes y cuchillos de bronce, lequlerda:Craneo ddel Alto Maranon {Revash, Departa mento Amazonas) ton trepanacion Sobrevivida dos Arriba: Craneo del ‘ato Maranon (Chipurik, Departa- ‘mento Amazonas) on trepanacion Sebrovivida, al ‘menos, mas de tres meses. Abajo Graneo del Alto Maranon iRevash, Departamento Amazonas) con ‘wepanacion. Bastante sobrevivi- da (mas de tres, meses) El cuchillo por antonomasia del an- tiguo Peri fue el ‘tumi’, con forma de T invertida, empuféndose en Ia porcién vertical de esa T y situando: 6 €l filo on la parte horizontal sem- ilunar de la misma. El "tumi y sus va~ rientes estén ampliamente represen- tados en la iconografia prehispanica no s6lo incaica, sino también prein caica (Mochica, Chimé, etc), fre cuentemente asociado a degollado- res y otros temibles personajes, Aun: que debié de ser el cuchillo de rutina ‘en el Pert antiguo, algunos tuvieron lun uso ceremonial o casi simbdlico, como los fatnosos *tumis" de oro dé la cultura Lambayeque (costa norte]. E| mango aparece decorado a veces con motives humanos 0 animales {cabezas de llama, aves, etc). Entre estes decoraciones destaca la de un interesante ejemplar conservado en | Museo de Hamburgo, donde se muestra une escena con tres perso- najes: en el centro un individuo sen- tado con los ojos cerrados y doloro- sa expresion. Apaya sus manos en las rodillas de dos personajes que le rodean: el de su derocha parece llo rar, pero el de la izquierda empuna, coh su mano izquierda, un “tum con | que esta haciendo tna incisi6n en | custo cabelludo del personaje cen- tral, 2 quien sujeta la cabeza con la mano derecha. Aungue el acto repre sentado evoca @ una trepanacion, podria més bien representar otra in tervencién en el cuero cabelludo o un deshonroso y punitivo corte de los cabellos. Estas interpretaciones se- n mas acertadas que la de la tre- panacién, porque este “tumi" pare provenir de la cultura Moche 0 Chi- ma, donde no se tiene constancia de le practica de la craniectomia (salvo le trepanacién suprainiana en el area mas surefia de los Chimd). Varios autores ensayaron los “um, cinceles, punzones y cuchillos de obsidiana, y no sdlo en cadaveres © animales, sino incluso en pacien tes viyos, que fueron tepanados en quiréfano empleando instrumental precolombino. Estos investigadores dedujeron que los "tumi sélo resul- taban operativos en [a incisién del cuero cabelludo y tejidos blandos pe- ricraneales. Para el hueso parecia mas eficaz aserrar con cuchillos de obsidiana y/o pereutir con un cincel Todos ellos coinciden en la escasa utilidad del "tui para seccionar el hueso. El andlisis de varias momias trepanadas sin gran supervivencia permite estudiar las incisiones prac- 47 ticadas on ol cusro cabelludo, cuya forma es variable en funcion de las preferencias personales del operador Y de la patoiogia preexistente. Ast Se encuentran incisiones en cruz, es- trella, semilunar y longitudinal. Es pposibie que en casos de traumatismos biertos, el ciruiano aprovechese le herida traumatica, slargéndola a su cconveniencia para poder despegar en blogue el cuero cabelludo y periostio. En opinion de Weiss, la aparicion de instrumentos de bronce no debio desalojar 2 los instrumentos neol- cos previos de provada eficacia come los cuchilos y sierres de obsi- diana, cuya dureza, agudeze de flo 0 abrasividad no fueron superadas. Por tanto, y asi como en Paracas hay ppoces dudas en cuanto al instrumen- tal empleado, en otros focos trepa nadores es diffel conocer este dato con exactitud, en espera de nuevos hellazgos arqueolégicos. Tal vez, como sospecha Weiss, los cuchil tes do obsigiana no fueron abando- nnados. No es tampoco descartable SU Uso junto con cinceles y punzo- nes de bronce, en funcién de la evo- lucién de la intervencién y de los re Qugrimientos del caso. Por iltimo, falta mencionarlas agu- jas, suturas, ninzas, apésitos y ven- dajes. El hallazgo arqueclogico de agujas motdlicas maleables hizo si poner a algunos investigadores que Se practicé la sutura quirurcica. Sin embargo, dicho hallazgo pulede su- geri -pero no demostrar- su uso que, por lo demés, hubiera sido engorro 50, dado el grosor, tamafio y falta de rigidez de esas agujes. No hay sena- les de sutura en el examen del ro cabelludo de momias trepanadas, con la excepcion de una momia inca en la que Quevedo asegura que si $e aprecia, a base de cerdas o pelos Sin embargo, su naturaleza nos hace pensar sino podria tatarse de cabe- llos englobados en el tejido cic cial de manera accidental. Varios au- tores suponen que no se practicé ia sutura como la conocemos. Posible 48, lquiorda:Crineo eon repanacién suprainiana, pacts ritual (e preventiva) infantokavenll muy generalized en los pueblos preincacos de la costa ‘central del Pert: Drache: Craneo nea de Cala (Case) can cto grandes tropanacionos ceatizadas ylargamente Sobrovivides, pose a nvodkr ssctores ‘snatomicamente peligrosos. tropanaciones. ‘Cultura Paracas (700-100 2.6. mente se limitaron a aproximar los bordes de la heride, tal vez anudan- do mechones de cabello y cubrien- do le zona con apésites y vendajes, de alaodén. Creemos que también podrian haber ampleado espinas ve- getales, ensartando ambos lados de ia herida de forma parecida @ como tnfan entre si los labios de les cabe- as trofeo para mantenerios unidos, © como usaban los “tupus’ (alfileres de vestido) para cerrar su chal a modo de botén. Sin embargo, tapoco hay momias que corroboren estas hipé: tesis, Una cita dol padre Cobo acerca de las técnicas de sutura fue referencia da por varios autores: en ella men- ciona que *..se juntaba el cuero de fos lados df a haride aplcando unas hormigas, las cuales muerden y aprietan los lados 0 labios dela her de y uego les corten les cabezes, que quedan asidas 4 la herida, y tan apre- {oda al bocado 0 tanadiles como Cuando estaban vivas" Sin embarQo, fingun otro cronista lo confirma, ni tampaco a hace la arqueologta o &t- noantropologia. Tal vez Cobo acce- did a textos de la época que descri- bian esa practica como usada por un ‘antiquo eutor musulman. Ademas, las hormigas que teércamente po- rian emplearse en cicha sutura eran do una especie selvatica thormigas soldado) cuya distribucion y habiat astaba muy alejada de las areas tr panadoras, y en cualquier caso se- rian incapaces de cerrar una brecha nel custo cabelludo, con fuerte ten dncie a abrise. Respecto alas pinzas metélicas de valvas anchas que algunos investiga dores consideran idéneas para usos hamostaticas (pinzamienta de vasos Sangrantes), creemos que es otro caso de extrapolacién al pasado de nuestras practicas y teenices quirir- gicas actuales. Esas pinzas metalicas Barecen haber sido usadas para Go ilacion, segin se describe en las Eronicas, yno hay constancia de que formaran parte de ningun ajar qui rurgico. ANESTESIA, ASEPSIA, HEMOS- TASIA Y CRANEOPLASTIAS Estos aspectos también han sido profusamente debatidos por los es- tudiosos de la trepanacion, recurrien- do de nuevo, y con frecuencia, a su- posiciones probablemente innecesa- Tias. En primer luger, hay que tener en cuenta que los pueblos antiquos. © primitivos tenfan un umbral del dolor sustancialmente menor que nuestros contemporéneos habitan- tes de las cludades occidentales, ast como unas defenses inmunologicas mucho mas activas y entrenadas contra los gérmenes contaminantes (de cepas menos agresivas que las estimpes capaces de infectar las her das del hombre actual, resistentes 2 antibi6ticos y antisépticos). La razén de ambos fenémenos se asocia a une mayor y continua expasicion a traumatismos de mas 0 menos ent- dad, desde pequefias heridas o pun- ciones casi a diario, hasta brechas, golpes, caidas, fracturas, etc. Su co: fidianeidad mantione al'sistema in- munol6gico activado contra los gér- menes habituales del entorno, y‘en- durece’ 0 acostumbra el cuérpo al dolor. Estos hechos son constatables todavia al comparar a los habitantes turales con los utbanos. Por ello, in tervenciones como le trepanacién, que hoy nos parecerien insoportebles sin anestesia, seguramente eran to- lerables, en cuanto a dolor, para el antiguo ‘peruano. Pero ademas, de- bbemos saber que el unico plano que rUrgico realmente doloroso en esa in- tervencién es @! cuero cabelludo y pe- riostio. 1 hueso craneal desperiost- zado puede ser cortado, respado, be- rrenado, fracturado 0 quemado sin que el pacionte perciba dolor. ¥ res ecto ala meninge y el cerebro, tam= equierda: Gon cuchitlas ddo obsidiana Convenientemente fenmangadas, los cirujanos ‘do Paracas ttectuaron Iediante hraspado. ‘Arriba: Mer dela Sierra Central, mn trepanacién iota Ino ae terminé de desprender fa plaqueta écea) Lalincision cutanea Parece haber poco son dolorosos ala manipulacién uirdigica, salvo en la cercania de los, grandes vasos, donde su estimula- Gién produce cefales difuse, pero muy tolerable. Hoy dia se realizan in- tervenciones quirurgices en esos ple ‘nos anestesiando localmente el cus- ro cabelludo y periostio. Por si fuera poco, el paciente que ibaa ser trepa- nado tras un traumatismo craneoen- cefélico, tendria con frecuencia un estado de estupor o coma traumati- co quele evitaria incluso el sufrimien- 40 de a incision y desperiostizacion Y para aquellos casos con conscien- cia conservada 0 de indicacion no traumética, siempre quedaba la s0- lucién de ia intoxicacién aleoholica ‘con ‘chicha’ (bebida de maiz fermen- tado) eventuaimente complementa- de con coca mascada, alguna planta estupefaciente (datura) y/o proced- mientos hipnéticos o de sugestion, empleados en la medicine prehispé nica, Todo ello podria bastar pare en- frentarse a esa herida del cuero c3- beliudo, cuyo dolor no seria muy su- erior al de otros cortes, brechas 0 desgarros que e! paciente habria te nido antes. En cuanto a la asepsia, tal y como hoy ja conocemos y practicamos, no debi exist. Hay que tener en culsn- ta que los inicios de su conocimien: to datan del sialo XIX, y que el nivel de informacién al respecto, entra in digenas y espafoles, era muy simi lat, por lo cual no se hacen tampoco referencias escritas a esta cuestion. Sin embargo, las infecciones post- traumaticas 0 post-quirirgicas, que siempre existian, eran benignas y poco virulentes, englobedas dentro del proceso infiamatorio y cicatricial general. Esto ora, como apuntaba- mos, debido ala elevada resistencia inmunolégica natural del indigena frente alos gérmenes del ambiente, @ su vez bastante benignos. En la zona operada siempre habia una con- ‘taminacién y proliferacion bacteriana {que se traducia en una mayor infla- macién y osteoporosis local, apre- Ciabios en ciertos créneos con esca sa supervivencia y borradas en los de curacion suficientemente larga. Sin embargo. y pese a la benignidad de la infeccién dsea y del cuero cabellu- do, una meninge lesionada o una ex- posicion de tejido cerebral ensom- brecia mucho el pronéstico de! ope- rado, dado el elevado riesgo de de sarrollar una meningoenosfalitis bac- teriana, Nos atreveriamos a asegu- rar que ésta podria ser la cause més habitual de fallecimiento en las pri meras semanas tras la intervenci6n, en [os individuos cuyos créneos mos- traban reaccién osteopordtica locel, ppero que no llegaron a vivir més de S 64 semanas, ial vez porque la os teomielits local era simulténea a una ‘meningoencetalitis let Tampoco sabemnos nada acerca de los cuidados postoperatorios en las heridas traumaticas 0 quirtraicas. Sélo podemos suponer e! uso de apésitos protectores de algodén (se encontraron algunos que podrian ha- ber tenido esa funcién) y las curacio- ines topicas con algunas resinas, in- fusiones 0 balsamos. Respecto a la hemostasia (reduc- cién y contencién del sangrado), hey ‘que tener en cuenta que las hemo- rTagias del cuero cabelludo son facil mente controlables mediante la com- presién digital © manual de la zona sangfante, y que los vasos de peque- 49 fio 0 mediano calibre cesan de san-

También podría gustarte