cada noche; en el silencio atroz de algn profundo eco, perdido y olvidado, en el misterio. All donde se escuchan redobles de vaco; el ruido solitario de mis voces. Soledad en furia hervida; con ansia, reprimida que palpa los fantasmas de la noche. Ardiente de deseo de un sueo que no llega; de llaga en carne viva del que espera. Y aquel antiguo anhelo de alcanzar la gloria, llenndome de paz y de alegra, se torna pesadilla. Pues cuando pareca cobrar forma yace desordenado y sin sentido. Temor galardonado, que cumple bien su encargo con justeza, si en l me encuentro slo.
De nuevo, la noche pide a gritos
retorno de la aurora, a un hombre triste ahora; a un sueo que senta nunca slo: palabras soadoras. Y slo se hace fuerte. Races en la tierra donde emerge, la roca: fortaleza de su espera. No pierde la esperanza su empeo valeroso, que cuando estaba en alza, muy fcil, con contagio y armona, sentido desbordaba. Y quien lo reciba, con gil valenta y sin tardanza, las alas desplegadas y enseguida, subiendo ms sus sueos, ya volaba, en busca de una tierra prometida.