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Primera edicién: junio de 2000 Primera reimpresién: 2004 Disefio de portada: José Luis Olivares y Plaza y Valdés, S.A. de C.V. © Hernén Solis Garza © Asociacion Regiomontana de Psicoandlisis, A.C. © Plazay Valdés,S. A. de C.V. Derechos exclusivos de edicién reservados para Plaza y Valdés, S.A. de C. V. Prohibida la reproduccién total o parcial por cualquier medio sin autorizacién escrita de los editores. Editado en México por Plaza y Valdés, $.A.deC.V. Manuel Maria Contreras nim. 73, Col. San Rafael México, D. F. Tel. 3097-20-70 editorial @plazayvaldes.com Francesc Carbonell, 21-23 Entlo 08034, Barcelona, Espafia Teléfono: 9320 63750, fax: 9328 04934 pyvbarcelona@plazayvaldes.com ISBN: 968-856-798-1 Impreso en México / Printed in Mexico INDICE Introducci6n Rolando de Leén Luévano . . ll BL Narciso negative ss seo ereinr en yan Nt unre 13 2. Oscar Wilde: Un dios que no pudo serhombre.................00055 31 3. La otra cara de Freud: El instinto de muerte 67 4, Dios los crea y Freud los junta. Retrato hablado de algunas parejas... 20.0... e cece er eceeeenee ee eeeeeeeeee cues 3 5: Bl duslo corporal en los: Nareis0s sii. ccccsaci sewers ees 87 6. Mas alla del aparato de pensar: Entrevista A Bibi sia scrseseeiee yieswrrapeema mers ay rer ata termes oe 101 7. Los que se creen dioses: Retrato hablado de algunos Narcisos ...... 6.000 0ccceseecesee cence secu eseserereene 19 8. La pareja “Quién vuelve loco a quién” y los, mecanismos defensivos interpersonales ..... ..... 22... veceeee 149 LOS QUE SE CREEN DIOSES Mas alld del psicoandlisis: La patologia preestructural ). Si yo fuera usted: Entrevista a Melanie Klein ..............000-5 171 . El Sindrome de la Colonia del Valle o el carcter Villa Pretidscccavrcenninincx nena aar eae eae aN 179 . Las amazonas del mundo Psi en terapia grupal amALAtiCA 4 siaia agiein'a tN NKg CNUUAS NTS ON UO TA RAW pan 187 . El cardcter envidioso: Vigencia de RIG en ce rrr cence coer ememaenna 197 . Esa droga lamada poder: Preguntadle a los POCA eevee eee . ve vveeeeeeeeeeeee 215 A mi Chapis. Ella sabe el porqué INTRODUCCION E inarcisismo representa en el psicoandlisis un campo controversial, situacién que se suscit6 desde el reconocimiento dado por Freud al creador de este término, asi como por lo variable de su uso, ya que la primera aparici6n del vocablo en los escritos de Freud en 1910 fue para hacer referencia a la eleccién de objeto en los ho- moscexuales. Posteriormente, en ¢l caso Schreber (1911), Freud lo utiliza para esta- blecer una fase del desarrollo psicosexual de los seres humanos. El concepto ha experimentado variaciones entre los diversos autores y creado polémica incluso en la aceptacién de su existencia. Ya en los afios veinte en la obra de Freud el narcisismo representa no s6lo un estado primario sino una “estructura” del sujeto (tanto en el plano econémico como en el t6pico). El concepto también dio pie en el pensamiento del maestro vienés a una base para la clasificacién de las neurosis y de la libido, estableciendo las indicaciones del psicoandlisis como modalidad terapéutica. © Abraham en 1919 lo utiliza para describir las formas narcisistas de resistencia en la transferencia. Rosenfeld sustentandose en los trabajos de Joan Riviere (1936) sobre la reaccién terapéutica negativa y de M. Klein (1957) sobre envidia y grati- tud, describe ampliamente las caracterfsticas de las personalidades narcisistas. Tema que en nuestra actualidad social e intrapsiquica es imposible dejar de lado. El Dr. Solfs ahonda su acercamiento al estudio del narcisismo en los autores kleinianos y en la tan debatida propuesta freudiana de la pulsién de muerte. Por lo amplio y polémico del tema, es importante reconocer el esfuerzo del autor al presentarnos estos catorce ensayos elaborados desde 1976 hasta 1996 y que demuestran el seguimiento, interés y conocimiento que el Dr. Hemén Solis Garza posee sobre la materia. LOS QUE SE CREEN DIOSES Los diversos trabajos que componen este volumen fueron realizados en for- ma independiente y no slo muestran los conceptos del autor sobre el narcisismo, sino que a través de é1 nos lleva por el Ambito de la psicopatologia, la teorfa psicoanalitica, la técnica analitica tanto en su acepcién individual, grupal, de pare- ja, y el psicoandlisis aplicado en el Ambito literario y social; con lo que se demues- tra la versatilidad del autor en aquellos campos del conocimiento humano necesa- rios para tener una visién completa de la persona que solemos llamar paciente. Rolando de Leén Luévano Monterrey, Nuevo Leén 12 1 EL NARCISO NEGATIVO* Ha mucho tiempo, un apuesto efebo relaté el siguiente sueio: Bajo de una montafia, vengo triste, Artemis no me quiere, Aminio se suicidé pro- nunciando mi nombre; Eco murié por mi culpa, quedése transformada en voz de los huecos. Son sus huesos ahora: peflasco, caverna, Camino desesperanzado, vago solo por los monies, llego a un manantial de cristalina limpidez; alli, extenuado, sediento, decido beber; en eso mi figura se refleja, queddndome prendido en las. tupidas redes de mis bellas pestafias, locamente enamorado de mi hermosura plena. Paso horas, dias, admirando mi estampa, pero el ocaso llama, mi cara se deforma, el dolor habita mi rostro, la fealdad aflora, surcos fieros pueblan mi semblante; derramo lagrimas de coraje, busco la imagen otrora amada {....], no la encuentro, mi desfallecido cuerpo cae desmadejado en la fuente. Después [...] soy planta pre~ ciosa coronada por flores blancas de rojas orlas [...] ellas languidecen contemplan- do su beldad en el agua. {Qué sabemos de este adolescente? Bien poco. Hijo de Cefiso y Liriope, el primero dios de los rfos y la segunda ninfa del agua. Al nacer fue Hevado ante el ciego zahori Tiresias quien augur6: “Hegaré a edad mayor, si de su belleza jams se da cuenta, ce”. El mancebo a pesar de ser idolatrado, no supo de verdaderos amores; eternamente si nunca se cono- iempo antes gustaba de ver en el agua a su hermana gemela, pero ella murié répidamente. Sus compaiieras fueron las desdichas, Aminio sucumbié tras su abandono, Eco, despechada, cayé en tal estado de melancolfa, que convirtiése en desolada reso- * Trabajo presentado en el XV Congreso Nacional de a Asociacidn Psicoanalitica Mexicana. México, DF., Dic. 1975. Publicado en Cuademos de Psicoanilisis, APM., vol. IX niims. 1 y 2, enero-junio, México, 1976. 13 LOS QUE SE CREEN DIOSES nancia de ausencia y otros desdenes. S6lo Artemis —diosa de los partos— logré embelesarlo con engafios, paraenseguida dejarlo en el més triste de los desamparos. ‘Asf sc cumplié el castigo de Afrodita, quien escuchando las quejas de Eco moribunda, decidié penalizar al puiber, materializandose asf, la profecfa de Tiresias. Intentar una interpretacién onirica exhaustiva, nos alejaria del tema central de nuestro quehacer, por tanto, enfocaremos la lente s6lo a ciertos aspectos En el suefio hay una inversi6n, el mozo no cae en el agua sino que sale de ella. La imagen inicial acuatica es de alguien vivo, gozoso, bello; tratase de un proto- re-gistro intrauterino. La transfiguracién habla del recién nacido angustiado, ira- cundo; la convivencia externa se experimenta como extrafia y amenazante. Es la tarjeta de presentaci6n del Narciso negativo impresa por el instinto de muerte. Las flores del suefio simbolizan el anhelo de retornar al refugio materno cono- cido, al doble anterior hedénico, germen del Narciso positivo. Paula Heimann escoge del mito una variante, la de Ovidio, y en ésta el joven se equivoca tomando su propia persona por una ninfa de cuya hermosura se apasiona violentamente. Heimann no hace referencia a la hermana gemela de la versién pausaniana, pero es obvio que la bisexualidad est4 operando: un objeto femenino idealizado reside dentro del sujeto. Esto es claramente visualizado por la autora, quien también sigue la regla familiar de inferir lo contrario. Estas son sus pala- bras: “Narciso mira el mundo externo, el agua, pero el significado inconsciente sugerido es el opuesto: mira dentro de s{ mismo. El que Narciso fuera hijo de una ninfa del agua hace mas punzante su experiencia” (68). David Liberman (92) vincu- la el mito al trauma del nacimiento y a la dualidad instintiva, sin embargo des- atiende el self, limitandose su hipotesis. En un trabajo anterior (112) apuntdbamos que el Narciso positivo tiene su na- cimiento en el lago mateo, allf donde el instinto de vida brota por todo el cuerpo. El afueza no cuenta ya que propiamente no existen deseos, pues la satisfacci6n es continua. El proto self es ideal y de este Ello-self no diferenciado, emerge un Yo rudimentario. En caso de sufrimiento fetal, el neutralizado instinto de muerte logra despertar, apareciendo vestigios 0 francos signos del Narciso negativo. Este, no obstante, se configura durante el trabajo de parto con el trauma del nacimiento. Conceptualizamos entonces, como Narciso positivo, todo self catectizado en un mayor porcentaje por el Eros. El Narciso negativo posee un self con predomi- nio del Thanatos. Esta extrema simplificacién se complica en la clinica, al enfren- tarnos con las idealizaciones patolégicas. La defincién de Hartmann (64) en el sentido de considerar al narcisismo como la catexia libidinal de un self mas evolucionado la apreciamos incompleta; esta- 4 HERNAN SOL[S GARZA mos con Jacobson (70) y su idea de un self psicofisiol6gico primitivo, investido por energfas sexuales y agresivas, dando ellas origen al narcisismo y al masoqui mo primario, Ademés, entendemos el narcisismo como una relacién objetal, y el que este objeto sea interno sélo aumenta su valor. Leén y Rebeca Grinberg sefia- Ian al respecto: Este concepto [el de Jacobson] parece encerrar una contradiccién, ya que si hay fuerzas que toman por objeto al self, es necesario lambién que haya un sujeto (Yo), que sea capaz de establecer el vinculo entre estas fucrzas y el self; se hace impres- cindible por lo tanto, la ratificacién de la existencia de un yo temprano, tal como lo postula la escuela kleiniana [...] Finalmente le dejamos planteada una pregunta al lector: Cuando Freud decfa que el yo es ante todo un Yo corporal, “se referia aque el Yoes ante todo un self, puesto que él consideraba a las funciones yoicas como de aparicién tardia? (61) Karl Abraham (1) indicé en 1924 la presencia de un narcisismo positivo y otro negativo; los relacioné estrechamente en una antftesis afectiva en el funciona- miento egético que corresponderfa a un narcisismo secundario, Este genial investi- gador pensaba que el narcisismo patolégico era més frecuente en el hombre, sien- do consecuencia de la herida narcisista causada por la madre, con quien el chico ensaya su mas temprana relacion de objeto, encontréndose después decepcionado, porque ella lo traiciona (2). Es sorprendente la similitud de esta formulaci6n con la tragedia mitica. Narciso, hijo engafiado por Artemis, sufre tal desilusién que no le restan otros caminos que morir de resentimiento regresar al mundo idealizado del adentro, dejando por siempre el ligamen amoroso con el afuera y los humanos. Abraham (3) se ocupé del narcisismo patolégico aunque sin darle nombre— desde 1908, pero sus alusiones al narcisismo agresivo no aparecen sino hasta 1917 (4), 1919 (5) y 1920 (6). En el primer articulo sefiala los componentes auto y he- terodestructivos del Narciso impotente; en el segundo denuncia la fuente de una particular forma de resistencia: el narcisismo, y alerta al terapéuta acerca del trans- ferir negativo, oculto en la seudorelacién. En el tercero se ejemplifica la agresin megalomaniaca del Narciso omnipotente, en sus funciones anales y uretrales. Por Ultimo, en el antes citado ensayo de 1924, este autor refuta el concepto psiquidtri- co de la inferioridad del deprimido, por el contrario, para él se trata de una gran- diosidad maligna. Ellos son “los més grandes pecadores..., culpables de cada uno de los pecados cometidos desde el principio del mundo” (7). “Existe clara eviden- cia —agrega Abraham—, por parte del melancélico, a representar sus sentimien- tos de odio como enormemente poderosos y él mismo, como un monstruc de maldades” (8). 15 LOS QUE SE CREEN DIOSES Ferenczi (16), por su parte, apunto desde 1913 vivencias traumaticas en el feto como resultado de enfermedad, injuria de la madre o del cord6n umbilical (17); describiendo a la vez a aquellos nacidos con demonios, quienes “a la menor pro- vocaci6n se sienten insultados o menospreciados” (18). El ocaso de los dioses narcisos es triste, asf el hijo adorado de Freud nos recuerda: “El viejo [como los nifios] se vuelve narcisista de nuevo” (19). Este pionero acufié también en 1931 el concepto de escision narcisista del self, dejan- do, sin embargo, la impresiGn de que su idea de self es a veces la de un Yo corporal narcis{sticamente investido, y en otras la de un Yo més desarrollado. Una parte de este self dividido est4 en profundo dolor, brutalmente destruida, mientras que la otra porcién lo sabe todo pero no siente nada: “En realidad parece como si bajo la emergencia de un inminente peligro, una parte del self se escinde y llega a ser una instancia psfquica observadora, deseosa de ayudar a la otra parte” (20). Ferenczi pensé que esto sucede en la més temprana infancia y Melanie Klein (83), (111) primero, y posteriormente Otto Kernberg (80), (81), continuarfan esta hipétesis. Rank, en su estudio acerca de “el doble” (1914), esbozé la dualidad instintiva, al describir los diferentes dobles (anterior, idéntico, antagénico, futuro), todos ellos masculinos. En nuestro esquema conceptual, la protoimagen reflejada en el agua es el doble idéntico, donde la vida habla a la vez de un Narciso positive an- terior. El adolescente en agonia representa la muerte, el doble antagénico, incluye un Narciso negativo anterior y adelanta un doble futuro. “De ninguna manera —puntualizé el primer analista no médico—, puede el psicoandlisis considerar como mero accidente, que el significado de muerte del doble aparece intimamente relacionado al significado narcisista” (97). Ahf residen el egofsmo impositivo, la inhabilidad para amar y una vida sexual anormal (98), Esto configura una “actitud erética hacia nuestro propio self’, (99) s6lo posible si defensivamente descarga- mos agresién “por via del odiado y temido doble” (100). Tiempo después en Fl trauma del nacimiento (1924), Rank nos brindé una descripcién que asemeja el Narciso negativo, la primera depresi6n, y el proyectar tandtico sobre el self. “La fase melancélica..., se caracteriza —escribié este precursor— por sf{ntomas soméaticos que recuerdan la situacién intrauterina” (101), a saber: “actitud depri- mida del cuerpo, replegamiento en la posicién acostada, inmovilidad en el le- cho..., negativa a alimentarse sin la ayuda de otra persona, negativa a hablar, a ejecutar el menor movimiento, etc.,” (102). Jones, en “The God Complex...” admite que el manto omnipotente narcisista puede servir para “bien o mal, creacién o destruccién” (76); paginas adelante, enumera algunos monarcas que no permitfan ser vistos de cerca. “Tal conducta s6lo puede indicar la creencia de que los rayos emanados por su presencia estaban 16 HERNAN SOLIS GARZA cargados con el poder de la destruccién, y la solicitud del rey posiblemente, cubria deseos de muerte reprimidos"(77). Tausk —cuyo narcisismo negativo lo condujo al suicidio— expuso en su Apa- rato de influencia (1919), inquietantes ideas: en el periodo anobjetal externo, la criatura considera todos los estimulos sensoriales que recibe como endégenos, la psique —en esto huella en terrenos de Freud (21)—no percibe los intervalos de tiempo y espacio, por locual no puede aceptarse la existencia de un Yo (115). Con la instalacién del mecanismo proyectivo, un Yo psiquico se muestra presente y sus relaciones con el mundo interno corporal se hacen evidentes (116). La ima- gen que el Yo tiene de este self —nace aqui el concepto de identidad—, puede proyectarse cn forma ambivalente, parcial; lo negativo 0 positivo es expulsado porel Yo si éste se avergiienza de ello (117). Este atormentado analista, insiste una y més veces en que el primer descubrimiento del Yo es el de un objeto “dentro del propio cuerpo del individuo” (118), visto éste como mundo extemo (119). En las citas mencionadas Tausk se contradice, negando primero un Yo temprano y acep- tando la posibilidad después; por esia tiltima linea prosigue, cuando conceptualiza al nifio cual unidad orgénica —libido y Yo atin no separados— que debe calificar- se como psicolégica, desde el comienzo del desarrollo cerebral en la vida fetal (120). Con el nacimiento, 1a primera proyeccién es hacia el mismo organismo, pero antes hay una posicién en 1a cual el infante es duefio de toda su libido. Al ocurrir la proyeccién en la pantalla corporal, la libido lena de autosatisfaccion al nifio, no existe el mundo externo, no hay objetos. “Llamamos a este estadio [nos expresa Tausk] narcisismo innato (121)". Hay a la vez miltiples alusiones en donde este self primitivo, es en ocasiones vivenciado a través de su rudimentaria representacién yoica, como extrafio, varia- ble, paralizado, terrorifico, persecutor, atacado, etc, (122). El autor define ense- guida el narcisismo adquirido o psiquico, diferencidndolo del innato al que nom- bra orgénico (123). La melancolia serfa la desintegracién del narcisismo psiquico y al ocurtir esto, surge el rechazo de la persona fisica: la autodestruccién somatica. Estarfamos frente a la psicosis persecutoria sin proyecci6n (124). ‘Tausk profundiza atin mas en su buceo, dejando el testimonio de creer en la uniGn y separacion entre psique y soma; acepta ademiés las fuerzas antitéticas vida y muerte, la herencia filogenética, los engramas, las fantasfas universales preformadas y el psiquismo fetal (125): “No debemos retroceder ante estas hipé- tesis” (126), nos anima desde el pasado este genio. Fueron necesarias, no obstante, varias décadas para que Hartmann (65), acla- rara un tanto la confusa drea de las representaciones del se/f en el sistema yoico; Edith Jacobson (71), retomard a su vez los conceptos de self mental y corporal, 17 LOS QUE SE CREEN DIOSES Amaldo Rascovsky (103), abundard acerca del psiquismo fetal, y Wisdom (127), siguiendo de cerca la escuela norteamericana, proporcionard importantes aportes ‘en el campo de los objetos internos nucleares y orbitales. Hemos dejado hasta este momento el examen de Freud, para asf colocar una marca sefialando el afio de 1920. El concepto de instinto de muerte planteado en Mas alld del principio del placer (22), limita el antes y después del quehacer que nos ocupa. Dejamos ademds asentado, que el pensamiento del maestro vienés en su forma final, definfa el instinto de muerte como aquel dirigido al cuerpo, y al instinto destructivo, la derivacién del primero hacia el afuera (23). La formula- cién de un instinto de muerte connatural al hombre, es quiz4 —junto con el andli- sis profano—, la posicién de Freud que suscit6 mayor encono entre sus seguido- res. Jones (78) quien estuvo definitivamente en contra, dejé escrito que durante la década posterior al ensayo, slo una mitad de los trabajos presentados la apoyaron, en la segunda un tercio, y durante la tercera ninguno. Ferenczi, Eitingon, Klein, Jekels, Bergler, Bemfeld, Nunberg y Menninger estuvieron a favor, pero la gran mayorfa en contra Antes de 1920, las ensefianzas de Freud acerca del narcisismo fueron numero- sas (13, 24, 30), todas ellas versaban sobre el estado narcisista, actividad autoerstica, transferencia, homosexualidad, ¥o ideal, ideal del Yo, elecci6n objetal narcisista, esquizofrenia, herida narcisista, etc., pero pocas tocaban frontalmente el aspecto agresivo del Narciso negativo, excepcién de alusiones aisladas en relacién al sadomasoquismo, observaciones de una compulsi6n a la repeticién (31), tenues menciones de un instinto de destruccién (32), timida frase registrando al odio ‘como més viejo que el amor (33), amén de retratos hablados de seres excepciona- les, fracasados ante el éxito y criminales por sentimientos de culpa (34). En Duelo y melancolia, Freud (35) se aproximé a la dualidad instintiva y lo mismo sucedié en Lo siniestro (36), donde colocé el fenémeno del doble en un estadio protonar- cisistay lo vinculé con la muerte. Relacioné lo siniestro a remanentes prenatales y a la realizacién externa de una fantasia inconsciente. En este excelente ensayo hablé también de objetos internos escindidos en buenos y malos. En los estudios ulteriores a 1920, Freud (37-44) conceptualizé al narcisismo no sélo como un estado primario, sino que lo categoriz6 como estructura; la dua- lidad instintiva adquiere carta de residencia interna, las idealizaciones positivas edifican el ideal del Yo, los elementos destructivos solidifican el SuperYo; la fu- sin, neutralizaci6n, y defusién de los instintos se clarifican un tanto, y los mecanis- mos de escisién yoica se reconsideran; la compulsién a repetir, la viscosidad ins- tintiva —o su labilidad reactiva—, son visualizadas como persistente relaci6n con un objeto interno, ligamen regido por el instinto de muerte. 18 HERNAN SOLIS GARZA Tomaremos enseguida algunas citas indispensable en nuestra tarea: “En el Superyo —nos demuestra Freud— reina entonces el instinto de muerte, que consigue con frecuencia llevar ala muerte al Yo" (45). “Los peligrosos instintos de muerte son tratados en el individuo de muy diversos modos. Parte de ellos —escribié en 1923—, quedan neutralizados por su fusi6n con componentes eréticos, otra parte es deri- vada hacia el exterior como agresién, y una tercera, la més importante, contintia libremente su labor interior. ;C6mo sucede pues que en la melancolfa se convierte el Superyo en una especie de punto de reunién de los instintos de muerte?” (46). Las dos anteriores acotaciones son fiel expresién del pensar freudiano. La trabaz6n patolégica instintiva es también detectada. En El problema econ: mico del masoquismo se nos dice: “Otra parte, no colabora a esta trasposicion hacia lo exterior, pervive en el organismo y queda fijada alli libidinosamente, con ayuda de la coexcitacién sexual [...]. En ella hemos de ver el masoquismo prima- rio erégeno” (47). Ms adelante, refiriéndose al masoquismo moral, Freud expo- ne: “Su peligro esta en proceder del instinto de muerte y corresponder a aquella parte del mismo que eludié ser proyectada (48). “El sadismo [...] proyectado pue- de ser [...] introyectado de nuevo, retornando asf por regresién a su situaci6n anterior. En este caso, producird —nos revela el maestro— el masoquismo secun- dario, que se adiciona al primario” (49). “En la mas ciega furia destructiva —abunda Freud— no se puede dejar de reconocer que su satisfaccién se acompa- fia de extraordinario placer narcisista, pues ofrece al Yo la realizacién de sus mds arcaicos deseos de omnipotencia” (50). Y como colofén, esta incertidumbre: “S6lo nos queda esperar que la otra de ambas ‘potencias celestes’, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adyersario, més —se interroga Freud al final del Malestar en la cultura — ,quién podria augurar el desenlace final?” (51). Una respuesta a la anterior interrogante acerca del porvenir de lo humano, la dio Melanie Klein sobre el destino infantil en el libro Amor, odio y reparacién (84). Reafirma su posicin en Envidia y gratitud (85) y en su resumen final (86), planteé que tanto en el desarrollo del nifio como en todo proceso analitico satis- factorio, el amor debe superar al odio, para poder asf unir parcialidades, lograr por ende depresiones reparadoras, y obtener un dominio de la gratitud sobre la envi- dia, Si durante la infancia no predominan las introyecciones buenas, en el adentro Teinaran: envidia, voracidad, desprecio, celos, rivalidad, odio. La integracion yoica —nos dice esta polémica autora— “sélo es posible si en la fusién, el instinto de vida predomina sobre el de muerte” (87), y en cierta medida, la aceptacién por parte del Yo de la actuacién de este tiltimo instinto (88). LOS QUE SE CREEN DIOSES. La teoria dual —lo expresamos antes— fue y es duramente atacada; Wilhelm Reich socarronamente declaré que: “Muchos analistas legan incluso a sostener que han observado directamente el instinto de muerte” (105); Franz Alexander seguidor inicial, posteriormente la repudi6 (79). Otto Fenichel la rebatié con deno- dado entusiasmo y para él, no es posible considerar la muerte como un instinto, por no cumplir los requisitos necesarios en éste. Acept6, no obstante, la versidn de Ehrenberg del vivir como un curso hacia el morir y que al pasar los afios las es- tructuras se rigidizan (14). Fenichel fue decidido impulsor de su pregunta: “;Nos hallamos aquf frente a cualidades instintivas basicamente diferentes, 0 es este con- traste una vez mis, el resultado de una diferenciacién a partir de una rafz co- min?”, El mismo se contest6: “Parece mds probable lo segundo” (15). Esta primitiva fase indiferenciada (Yo-Ello, libido-agresién), es la teorfa que Hartmann, Kris y Loewenstein (66), (67), mantienen. Spitz (113) —desde su lado— la llamé no diferenciada, y enfatiz6 que en este periodo no existe una clara distin- cién entre psique y soma; Jacobson (72) a su vez, piensa en similar linea cuando describe un self psicofisiolégico primario y va ala par con Hartmann, al reconocer una energfa indiferenciada primordial. Mahler (94) sostiene semejante posicién. Algunos freudianos clasicos y los continuadores de la escuela kleiniana, de- fienden la dualidad instintiva en lo presente, Queda la impresién sin embargo, de que si bien el instinto de muerte no es aceptado como tal, por no cumplir aparen- temente con todas las cualidades instintivas (origen, fuerza, objetivo y fin) (52). Persiste una sensacién metasicologica —desde Tausk—, que la muerte esta pre- determinada filogenéticamente cual engrana, de poseer la fuerza del estatismo y el retroceso y que ésta deviene en estructura —proceso—, con un claro objetivo ¢ ineludible fin. No debemos olvidar que las estructuras gobernadas por Thénatos —el Superyo como ejemplo—, son organizaciones cuya tasa de cambio es lenta, mientras algunos piensan que son inmutables, pero los pronunciamientos son pé- lidos. La mayorfa de los autores —nos refiere André Green— “tinicamente hablan de un narcisismo de vida y guardan silencio —el propio silencio que lo habita— sobre el narcisismo de muerte, presente en forma de abolicién de las tensiones a nivel cero” (60). Si, con los decenios, la muerte sélfica, corporal y psfquica, inicia su tarea final y decide concluir la misi6n; ahora es una fuerza dindmica superior al vivir. En esto ayudan el envejecimiento, las dificultades en el trabajo, las pérdidas objetales, los duelos no elaborados, la merma del poder, las heridas narcisistas, las enfermeda- des fisicas, la ruptura de sobreidealizaciones, la consciencia fobica de mortalidad, laextinci6n de la magia, la intensificacién de la envidia, la agonfa del ideal egético, las incisivas recriminaciones Superyoicas, el predominio de introyecciones 20

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