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En el camino de los perros mi alma encontr

a mi corazn. Destrozado, pero vivo,


sucio, mal vestido y lleno de amor.
En el camino de los perros, all donde no quiere ir nadie.
Un camino que slo recorren los poetas
cuando ya no les queda nada por hacer.
Pero yo tena tantas cosas que hacer todava!
Y sin embargo all estaba: hacindome matar
por las hormigas rojas y tambin
por las hormigas negras, recorriendo las aldeas
vacas: el espanto que se elevaba
hasta tocar las estrellas.
Un chileno educado en Mxico lo puede soportar todo,
pensaba, pero no era verdad.
Por las noches mi corazn lloraba. El ro del ser, decan
unos labios afiebrados que luego descubr eran los mos,
el ro del ser, el ro del ser, el xtasis
que se pliega en la ribera de estas aldeas abandonadas.
Sumulistas y telogos, adivinadores
y salteadores de caminos emergieron
como realidades acuticas en medio de una realidad metlica.
Slo la fiebre y la poesa provocan visiones.
Slo el amor y la memoria.
No estos caminos ni estas llanuras.
No estos laberintos.
Hasta que por fin mi alma encontr a mi corazn.
Estaba enfermo, es cierto, pero estaba vivo.

ERNESTO CARDENAL Y YO
Iba caminando, sudado y con el pelo pegado
en la cara
cuando vi a Ernesto Cardenal que vena
en direccin contraria
y a modo de saludo le dije:
Padre, en el Reino de los Cielos
que es el comunismo,
tienen un sitio los homosexuales?
S, dijo l.
Y los masturbadores impenitentes?
Los esclavos del sexo?
Los bromistas del sexo?
Los sadomasoquistas, las putas, los fanticos
de los enemas,

los que ya no pueden ms, los que de verdad


ya no pueden ms?
Y Cardenal dijo s.
Y yo levant la vista
y las nubes parecan
sonrisas de gatos levemente rosadas
y los rboles que pespunteaban la colina
(la colina que hemos de subir)
agitaban las ramas.
Los rboles salvajes, como diciendo
algn da, ms temprano que tarde, has de venir
a mis brazos gomosos, a mis brazos sarmentosos,
a mis brazos fros. Una frialdad vegetal
que te erizar los pelos.
Roberto Bolao

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