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EL HOMBRE A CABALLO REVISTA DE POESIA Y PENSAMIENTO ANOV N° 10 ENERO 2015 A Carlos Alvarez-Ude HASTA CUANDO PODRE DECIR: mar, luz, arbol... Oh, estos labios que inventaron el mundo... Refugiarse (hasta cudndo) en las palabras y confirmar la presencia del mar que llega a mien la luz, sentarme en esta piedra y recordarte, Carlos. Carlos, tu muerte es ya la muerte que me alcanza. (Estorninos) A Fernando Mondéjar Giran los pajaros sobre las copas de los pinos. Sus circulos se abren. Se dispersan y vuelven a juntarse. Desde la ventana del hospital los observo, escucho sus gritos anunciando la noche. Y la muerte esta aqui detenida un instante, blanca y avarienta, luminosa. Permanecen las aves girando sobre el mundo. (Orfica) Venimos de la luz y ambicionamos sombra. Miguel Florian POETICA I Que el verso sea como un beso, como el grito del hombre primigenio al ver el cielo azul y envidiar alas aves que lo surcaban libres. Que el verso, como el beso, haga alarde de ala. Y en su anverso 0 reverso siga siendo siempre el mismo, é| mismo. Como cristales de un caleidoscopio. Como el gusano, pupa, mariposa. Como la luz que estalla en arcoiris. PORTICA IT Desde el mismo momento en que sali vacio de la que fue mi madre, me comencé a llenar de colores, de sombras, de sonidos y luces, incomprensibles signos del idioma del mundo que gritan y que exigen salir como jauria a cazar esa forma que el corazén defiende. POETICA III Ojos muy liicidos serdn necesarios para poder mirar esta noche de lluvia sin que sus gotas mojen el corazén inerme ni su tristeza fria nos paralice el 4nimo. Sera preciso verla con dptica de sabio, arropar en la cama al poeta y al nifio y afrontarla con temple de guerrero. Félix Morales Prado (Del libro inédito “A la luz azul ala“) Ta y yo moriremos como muere la flor o la paloma, como tantos mueren (quizas sin ser mas que un reflejo). Pero nosotros, moriremos siendo ti y yo. Mataremos al yo que se consume, a los tus que son mentira, borraremos las miradas que ofrecen, de soslayo, una cumbre en un estero; apagaremos las sonrisas que guardan ironia en sus ojos. Ta y yo nos uniremos, haremos rostrps de verdad, caras que miren més alld de la presencia, que vean detras de un rayo de luz. Y, en nosotros, no tendremos las eternas palabras del adiés. Cuando td y yo muramos, siempre ti y yo, nos diré nuestra sonrisa: "duerme bien, cuido tu suefio” Francisco Rodriguez Valls INTENTANDO ABRIR Ojals algin dia puedas, Tat, en ser alado conver- tide, alzar ol vuelo en ol aire y, acomodado entre tierra y cielo, contemplar la solidez de la tierra, la superficie de! mar. los cursos de los rios. el libre vagar del aire, la intensidad del fuego, el curso de los astros y el répide movimiento del cielo en Srbita en torno a lo mismo”. Hermes Trimegisto INTENTANDO (Se te reduces a puro paladar, a gusto tenso de esta yema tardia, a mofas de fuego de la mansedumbro, a esta radial cuestionaria de la esfinge. icémo es posible que a tus afios, te sigan sin ventana empafiando los velos que envuelven las imagenes? ABRIR ———_-——_ titeres mendaces que se reducen a nada y que, contraviniendo el cristal de mi ventana, son algo asi como imagenes pero veladas, como una especie de antro eclipsado en la mirada. hablo de titeres custodios (casi nada), meras estelas opacas que se resisten a la luz, motas de oscura escarcha, una alquitranada espuma en la ignorancia, titeres mendaces que se reducen a nada. ae atrevida la imagen de esta marafia: “hemos visto el entreverado del inca, la cortina invisible de su creacién”. somos imagenes, a qué negarlo! puras estelas sombrias cuando no quieren ver su luz. tame las manos cuando digo garras y ya estén, cuando digo zarpas y ya estén, que sélo somos imagenes de pasos sobre el cielo, de rostros atrapados en el vertide comienzo de la luz. (TE hago imagenes de bocas cerradas: ven, vente aqui y escruta la frontera a ciegas con la mano, a tientas con la vela. se ‘a el dos bajo el parpado dela lluvia cuando digo opacs yno veo nada. (el amor no es hilo de tanza que enzarza a su pesar vena y arteria, sino el circulo comin de la sangre encarnada.) no sé quién y qué residuo de mi arroja tras la ventana. no sé quién soy: equé darte cuando llegue la manana? se precipita el dos, transparente y en silencio. UNA REFLEXION SOBRE EL ARTISTA YASUMASA MORIMURA Hace unos meses tuve la oportunidad de encontrarme en Sevilla con el artis- ta japonés Yasumasa Morimura. Nos unia a los dos haber tomado ambos la ‘obra de Velézquez como referencia para nuestra propia obra. Preparaba él su Ultima exposicién “Las Meninas renacen de noche” que presentara en Japon y que si hay suerte pronto veremos en Espafia. Quizd su obra alin no es muy conocida entre nosotros, pero su singularidad y su profundo interés por la iconografia espafola bien merecen que comencemos a tenerle en cuenta. La obra de Morimura se acoge dentro de ese marbete que los técnicos Ila- man “apropiacionismo” -no sé si é! estard de acuerdo con la etiqueta- y que consiste en tomar de referencia una obra singular anterior e intervenir en ella modificandola, alter4ndola, subrayandola o “aggiornandola”, si se me permi- te la expresién. No es Morimura el primero que lo hace. Antes que él Marcel Duchamp 0 el Equipo Crénica en Espajia lo hicieron. Lo peculiar, lo sorpren- dentemente original y distinto de Morimura es que él mismo se mimetiza del personaje en cuestién que desea tratar. Posee tal capacidad de simula que seria dificil distinguir, si no se nos advierte, la diferencia entre una foto- grafia de Einstein y de él mismo, del Che Guevara o de la Princesa Margarita de Las Meninas y del propio artista. Imagino que aunque esa metamorfosis de su fisico, que lo convierte en el propio lienzo de su obra, es algo que nos fascina, no obstante no debe estar ahi el sentido de su obra. No creo que Morimura se ejercite solo en un tra- vestismo de alta factura, pues en ese caso su obra no tendria mayor alcance, sino que su intencién mimética va mas alla de la simulacin y de la perfeccién técnica de la obra. Mas bien creo que To que Morimura pretende es reproducir criticamente el mismo fenémeno que Japén ha sufrido respecto a Occidente. Si ponemos un poco de atencién-y cualquiera que haya viajado a Japén pue- de comprobarlo- nos daremos cuenta de que Japén existe con una profunda herida interna, con una contradiccién no resuelta. Bajo las formas externas, domesticadas de la vestimenta y los modales pervive un espiritu que se resis- te a la occidentalizacién. Hay un oriente quieto y observante bajo la prisa y el desinterés con que se agitan quienes corren por las calles, un espiritu reco- gido que teme indignar a la naturaleza ante la soberbia técnica del presente, una dulzura en las formas que se sonroja ante el descarado atrevimiento oc- cidental. A veces la monstruosidad de esa contradiccién se muestra descar- nada en el borracho del weekend, o en la estupidez mimética del karaoke sin fin. Se ha domesticado un espiritu que parece occidental, pero que no lo es; que viste como occidental pero que est4 desnudo, que se rie como occidental n mientras llora en silencio como oriental. Quizé Morimura, con sus cuadros, sus fotografias, sus creaciones que primero nos atraen y después nos inquietan, nos repugnan o nos cuestionan, no pre- tenda otra cosa que hacernos sentir lo mismo que él y otros muchos orienta- les deben sentir frente a occidente, esa tensién profunda entre: atraccién y repulsa, fascinacién y rechazo, placer y dolor, vida y muerte, claridad y confu- sién, modernidad exultante y tradicién herida, cristianismo y budismo. indivi- duo y grupo, libertad y obediencia..., 0 sea, la misma atraccién que producen las sirenas a las que Odiseo, el héroe griego y occidental se acercé prevenido, sujeto al mastil de su barco, para no dejarse arrastrar por ellas. Porque el can- to de las sirenas es fascinante, irresistible, pero a la vez mortal. Quiero creer que Yasumasa Morimura terminaré por ceder a la conciliacién. Su personalidad, la manera tan afable de nuestro encuentro, la sen: idad personal que muestra con todo lo que le cuento y a lo que es ajeno, el talante acogedor con que piensa mis palabras y me dirige las suyas , me indican que tarde o temprano su personalidad tomaré la forma del puente, la conciliacién entre oriente y occidente, porque cuando las personas se encuentran sin ar- maduras, mas alla del yo cultural, cuando se acerca uno a la sensibilidad per- sonal de cualquier ser humano que “convida” a estar y a hablar o sea a vivir juntos entonces se ve que la union es posible. Quiz4 Morimura al pasear ahora por el camino de los fildsofos de Kyoto esté recorriendo el mismo camino es- carpado por el que intentamos salir nosotros de la caverna de Platén. Eliacer Cansino (___ QueparAs__) para José Antonio Antén Pacheco tu voz no es la de un ventrilocuo, tu, custodio de las imagenes. otro no habla por ti en el desvalor de la oficina o el polvo de este aula. sabes, porque cuidas de la hoguera, donde esta enterrado el borde de la luz: haces sdlo tu lo que el médico abandona, recuerdas lo que los libros olvidan, descifras las salpicaduras de este laberinto empecinado que como tal hemos tejido en derredor del nombre dios. muéstrame en silencio la férmula, tu, guardian de simbolos. sé que obras con mi causa. C__._» emis) «El esqueleto del Arcano Xil! iene los huesos de azicar” Alejandro Jedorowsky. Wor la vor los férmacos espurios este suefio y moriré de pie y del sol de esta tarde genuina. tornasolada esta y es telurica: ‘sé que no te reduces a tu sombra, la anquilosada imagen del mediosuefo. no me digas que no, no me lo digas. atisbaré la lumbre de este caserio, sabré de ti, de la muerte asi, y de los abalorios de esta aldea acartonada Isaac Renard ANGEL CIEGO, OJO SIN PUPILA El punto de partida es el primer plano cinematografico (Vampyr, 1932, C. Th. Dreyer) en el quo el doctor levanta el pérpado de la joven Léone, que transita hacia la muerte en el lecho: sélo vemos la esclerética, sin iris ni pupila, ojo en blanco con forma de herida, «abierto como herida» (Rilke). Por cl contrario, la secuencia en la que Gretchen (Fausto, 1926, F. W. Murnau) se ve obligada a vivir en ta calle con el bebé y, en una tormenta de nieve, queda sepultada y su hijo muere, lo hace con los ojos cerrados: muerte deslumbrada por una nivea luz cegadora que transfigura su figura en un cuerpo de luz. Cuerpo, el de Gretchen (Fausto), sepultado por el blanco niveo, como el del doctor (Vampy-) queda sepultado en la harina del molino por un blanco mortal. El poeta Paul Celan nos habla de un ‘perfil blanco, que no posee otra cosa que un ojo sin pupila y que precisamente porque no posee mas ue eso, puede y sabe més que nosotros». El ojo de Léone es la imagen de la tumba mistica: esta, come el sepulcro de Josiis, abierto y vacio; y es, come ol aspecto del angel que removié Ia piedra del sepulero, blanco: «Erd su aspecto como ol reldmpago, y su vestidura blanca come la nieve.» (Mt 28:3; Le 24:4). En este plano de Dreyer, el sepulcro vacio se ha convertido en ojo en blanco. También «el vigilante de la nieve» (Libro del frio) de Antonio Gamoneda duerme «con los ojos abiertos ante un territorio blanco abandonado por las palabras». Asimismo, Paul Celan repite el verso de su poema «Fliigelnacht» en el que demanda mas claridad: «Schnee. Und mehr noch des Weiften. // Unsichtbar» («Nieve. ¥ an més blancura. // Invisible»), pues, ‘segiin otro poema («Wir die wie der Strandhafer Wahren»), weingetan ist uns / sein Weif» («penetr do nos ha / su blancuras). En la tradicién de la Cébala judia con la que esté vinculada este poeta de origen judio familiarizado con los textos de Gershom Scholem (Zohar) y Martin Buber (Cuentos jasi- dicos), la primera sefirah Keter ‘elyon (Corona suprema), también denominada Nada (‘ayin), de color blanco extremo © negro (sin color, con relacién a 'Eyn-sof, la Nada Infinita, la fuente superabundante y sin limite de le que procede toda realidad), es asimismo lamada «nieve» por el esplendor que irradia, simbolo de que es absolutamente misteriosa e inaccesible. La tumba mistica en forma de ojo 0 de su- dario sin huella. EI Ojo-Almendra-Nada del Rey del célebre poema de Celan titulado «Mandorla», se refleja en el Ojo-Almendra-Nada del Hombre como dos espejos vacios enfrentados. «Dein Aug steht der Mandel entgegen. / Dein Aug, dem Nichts stehts entgegen.» («Tu ojo esti en la almendra enfren- tado. / Tu ojo a la Nada esta enfrentado.»). Estos versos de «Mandorla» hacen de Ia Nada de la que hablan una visién deblemente frontal, la del poema que, ahi enfrente, esté (no) viendo y (no) leyendo 2 quien, ahi enfrente, lo estd viendo sin leer leyendo sin ver: pura, reciproca in-visibilidad de un ojo rasgado por la escritura frente al que toda mirada queda ciega. Forma trascendente de ver, segin los versos de Paul Celan citados por Maurice Blanchot: «Augen weltblind, / Augen im Sterbegeklift, 7 Augen Augen: // Das Schneebett unter uns beiden, das Schneebett.» («Cjos, ciegos al mundo, / ojos en las quiebras de la muerte, / ojos ojos: // El lecho de muerte bajo nosotros dos, el lecho de nieve.» El «lecho de nieve» (Schneebett) celaniano podria verse como una imagen que puede evocar a la sefirah Keter, la «luz més secreto», «la luminaria celeste, ocultar (ha-‘or ha- rmit’allem), oscura porque comporta la privacién total de luz, y, sin embargo, en palabras de Hayyim Vital, uno de los mas grandes cabalistas y discipulo del gran Yitshag Lurya, en su Sha’arey Qadushah: cuendo pienses en algo que apunte a la [sefirah] Keter y la pronuncies con tus labios, dirigiras [tu pensamiento] para visualizar el nombre YHWH entre tus ojos con esta vocalizacién, (..] cuya visuali- zaci6n es blanca como la nieve.» Para Mallarmé el poema perfecto es una pagina blanca que. aun no conteniendo nada (realmente), contione todo (patencialmenta). 2 vieién mallarmeana de Ia pigina blanca reopera en cierto modo cl paso del libro a lo sagrado. En los rituales tavistas de establecimiento de un érea sagrada, la cere- ‘monia final consiste en la instauracién 0 colocacién de los Cinco Escritos Reales (an zhenwen}, e¢pon- taneamente revelados cuando la creacién del universo. En las liturgias taofstas, esos cinco escritos «reales» 0 xcésmicos» © «sin imagenes» estén representados por hojas de papel virgen, por paginas bblancas, puesto que la sentidad de los simbolos es tal, que un ser humano, incluso un gran maestro ‘tapista, no sabsrie trazarlos. Asimismo, en la historia de la pintura joponesa hallamos lo que se conoce como la «inscripcién sobre papel en blancon» (haku-shi-san), que consiste en dejar el papel absoluta- mente vacio y en escribir encima Gnicamente algunos versos destinsdos a interpretar la pintura que se supone deberia estar debsjo. El gran poeta mistico persa Yalal al-Din Rimi express la pasividad del espiritu(tafrigh) y la labor de purificacién del alma, convertida en un terso espejo, por medio de la imagen simbélica del «corazén blanco»: «El libro del sufi no ests compuesto de ti + otro que el corazén blanco como la nieve.» (Mathnawi,I159). Asimismo, Paul Celan, en su poema Der Stein aus dem Meer», hace referencia a «Das weifle Herz unsrer Welt» («El corazén blanco de nuestro mundo»). «La pobreza [espiritual] -nos dice el maestro sufi kubrawi Nor al-Din Isfara’ini- es un blanco en el cual cada existente es reducido a la nada, y en el cual cada cosa perdida se recobra.» Este método poético a le manera sufi es el planteado por el mistico quietista Miguel de Molinos en su Guia espiritual: «Mientras se halle [el alma] sumergida en su nada [...]. Lo que importa es preparar tu corazén a manera de un blanco papel, donde pueda la divina sabiduria formar los caracteres a su gusto». En la vor del poeta haiku (Matsuo Bashd, Oku no hosomichi): «Narciso y biombo: / uno al otro ilumina, / blanco en lo blanco.» «Nieve sobre la nieve» (Fujiwara no Teike, Hana wo machi): nieve que se acumula y es blancura y silencio, ausencia e inmateria. La blancura y el silencio son simbolos de la ituminecién. Este blanco donde se disuelven las formes, clore espacio informe y vacio de la pigina en blanco, de la nieve © de la niebla, en las que todo se borra, reaparece en la poesia de Yves Bonne- foy, heredera de la de Mallarmé. En Début et fin de la neige el poeta hace referencia a la «blencheur d‘abime» (xblancura abismab). Estas pginas blancas, espacio virgen, constituyen, como en Mallar- mé, una Nada auto-referencial: «Je recherche surtout, dans la blancheur» («Busco, sobre todo, en la blancura»). El poeta concluye que la forma sin-forma més pura es esta blancura (niebla, nieve) donde todas las formas se borran, Esto es lo que dice Dreyer a propésito de wuna planta de reciclado de yeso», descubrimiento deter- jnante para establecer el estilo de Vampyr: «Todo el interior era blanco, todos los objetos estaban bafiados de un polvo blanco, los obreros también estaban, todos blancos. Todo participaba de esta extraordinaria atmésfera blanca... La foto gris, a luz blanca: eso era lo que, en definitiva, tenia que darle homogeneidad a la pelicula.» Es la letania del clego que ve. El eblanco sobre blence imposible y de letras: no de filmar» (Dreyer). Una luz que sepulta los cuerpos, una muerte que no et debida sino a un exceso de blanco y a una consumacién de la luz. Dos aiios antes que el Vampyr de Dreyer, Jean Cocteau, en

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