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Las regiones y la globalizacién: reflexiones desde la antropologia mexicana Guillermo de la Pena RESUMEN Ni la globalizaciéa tiene un significado univoco, ni sus efectos son necesaria- mente la homogeneizacion o multiplicacién de diversidaces, Desde tal perspec liva, se examinan los efectos det establecimiento de wia economia mundial y una cultura informatizada y ubicua sobre los estudios regionales en México, en particular en las disciplinas antropoldgicas. Se revisan los estudios antropolgicos de la regidn que parten dle cuatro dngulos: productivo, distribu- tivo, potitico y cultural Ala memoria de Heriberto Moreno, estudioso de regiones agrarias EL FUTURO {INCIERTO? DE LOS ESTUDIOS REGIONALES Tal vez la palabra mis usada en los articulos y libros publicados por los antropdlogos socioculturales en los tiltimos diez afios sea globalizacién. No es sorprendente: el proceso al que se alude con tal término est obligan- do a muchos estudiosos a replantear sus perspectivas y objetos de investi- gacién. Es dificil, hoy, “recortar” una localidad o una regién para examinar con intensidad lo que ahi “dentro” pasa. Parecerfa, mds bien, que nuestros objetos de estudio, de manera creciente, serdn las “zonas de contacto” so- bre las que escribe Mary Louise Pratts:' los encuentros multidimensionales entre actores hetcrogéneos y culturas disimbolas. En ellos, paraddjicamen- 4 Mary Louise Pratts, Imperial eyes. Travel writing and wansculturation, Londres, Routledge, 1992. 15 DEL, HOMBRE te, convive junto a Ja diversidad ruidosa una tendencia a la homogeneizacién: vemos, aquf y alld, los mismos disefios de playeras, los mismos relojes desechables, la misma comida chatarra, la misma parafernalia informatica.” El propio concepto de globalizacién acarrea una vana de significa- dos, Si bien, como lo ensefian Wallerstein o Palerm,’ el f¢ndmeno comenzé desde Ja constitucién del “sistema mundial”, hoy adguijere earacterfsticas superlativas. La tecnologia de la informacién y la comunicacién permite un cambio sin precedentes en Ja escala de la interdependencia econdmica. La nosas: mediante la Internet oferta y la demanda operan a velocidades vertig se crean 0 destruyen mercados, incluso se fortalecen o subvierten gobier- nos. (En México, en 1994, el PRI gané en las urnas; pero los inversionistas, al sacar su dinero del pais, votaron en contra de él y suscitaron la magna crisis de diciembre de ese mismo afio.) Al desplazamicnto de valores, mer- cancfas y personas corresponde el desplazamiento de lalrelewancia politica, la debilidad —y nueva conilictividad— de las fronteras, la fragilidad del Estado nacional. Se construyen nuevos contextos hegemdnicos, en niveles insospechados, que subvierten las tert lidades hisiéricas, En Europ el surgimiento de un bloque politico-econémico de dimensién continental por la soberanfa dentro de los estados vuelve viable la disputa “razonable en las demandas de Escocia frente a Gran Bretafia, 0 de Cataluiia n América Latina, la vineulacién entre la legitimidad “parece haberse roto en mil (piénses frente a Espamia). estatal y el discurso sobre “lo nacional-pepula pedazos. Y “lo popular” pierde sus connolaciones de “autenticidad” y “pro- $? gregocijantes?) “culturas fundidad” para disolverse en las (glamentabl hfbridas” que analiza Néstor Garefa Canclini.* No abundemos en lo conocido. Es pertinente preg, ‘os esquemas de investigacién se ven afectados por los dk ne el “pensar globalmente”. En particular, me intergsa preguntarme qué ico, sobre intarnos e6mo nues- ios que impo- ar con los estudios regionales en est pasando y puede pa todo los de antropologfa regional. La cucstién no cs njenor: el concepto de Culture & Society, vol * Jonathan Friedman, “Being in the world: Globalization anil locaization” [Th 7, 1990, pp. 311-328. 1 Wallerst The modem world system, Nueva York, Academic Press, 1974; At Emagen, 1980. clint, Culuens ent ta gloilizacides, Caracas, Nueva Soptedad, 1996, Antropolo. “Néstor Garcia Cs a, México, 1s-tnat/Nuew | | | | LAS REGIONES v regién no s ademas ha mexicana.‘ dios puram servables e permitido ¢ Asf, lejos d jetos cambi siones espa Podem uestro pat: aunque inte livos regior trabajo; el cuarto a los ben reform: de los estuc rramicnta p caigaen col y la conting Bryan Robi encadenam A América Li tos, que m sociale: * Erie Van Ye development, Ln de Historiery Soc poster regional: p regional, M "Bryan Robs Zamora, EI Cole ESTUDIOS DEL HOMDRE homogeneizacién: os mismas relojes nalia informatica.” -avana de significa- ‘endmeno comenz6 ligre caracteristicas iicacién permite un icia econémica. La nediante la Internet subvierten gabier- > los inversionistas, uscitaron la magna ito de valores, mer- relevancia politica, as, la fragilidad del nénicos, en niveles éricas. En Europa, nensién continental entra de los estados stafia, o de Catalufia entre 1a legitimidad haberse roto en mil ulemticidad™ y“pro-—— rcijantes?) “culturas intarnos como nues- 3 desatios que impo- sa preguntarme qué ss en México, sobre enor: el concepto de Theory, Culture & Society, val | Palerm, c Press, 1974; An tedlad, 1996. ‘LAS REGIONES Y LA GLOBALIZACION 39 regidn no sélo “es bueno para pensar”, como dice Eric Van Young,’ sina ademas ha sido tal vez clave en la historia de la antropologia sociacultural mexicana.* Desde sus inicios, la disciplina ha buscado trascender los estu- dios puramente localistas, “de comunidad”, para situar los fenédmenos ob- servables en un contexto amplio de organizacién del espacio, lo que ha permitido entender la diversidad y el dinamismo del conjunto nacional Asi, lejos de concebirse como estaticas, las regiones se constituyen en ob- Jetos cambiantes, cuya naturaleza se define por el problema cuyas dimen- siones espaciales quieren investigarse, Pademos, entonces, referirnes a cuatro tipos de estudio regional en nuestro pais, que corresponden a igual némero de problemdticas acotadas, aunque interdependientes. El primer tipo se centra en Ios sistemas produc- Uvos regionales; cl segundo, en los mercados regionales de productos y de trabajo; el tercero se refiere a los sistemas de dominacién regional; y el cuarto a los patrones regionales de cultura, {Las cuatro problematicas de- ben reformularse en términos de la globalizacién? De ser asi, ;qué quedard de los estudios regionales? Mi hipdtesis es que continuardin siendo una he- tramienta privilegiada en la comprensién del cambio social, mientras no se caiga en concepciones reificadas y se mantenga el interés porla historicidad y la contingencia de las formas de organizacién espacial CAMBIOS EN, OS ESPACIOS PRODUCTIVOS __ Bryan Roberts’ defini de manera sucinta los espacios productivas como encadenamientos horizontales de instituciones, actividades y relacion r del siglo xvi se consolidé en México (y en otros paises de América Latina) un patrén o modelo formalizado de tales eneadenamien- tos, que mostraria una sorprendente persistencia, Los componentes * Erie Van Young. “Introduction: Are regions goo to think’ development, La Jolla, en Mexico's regions: Compavutive history anal can Siudies, ucsp, 19! * Guillermo-de fa Pefia, “Los les y la antropolayfa social en México", Relaciones. Esnuidios de Historia y Sociedad, niin. §, Zamora. El Colegio de Michoacén, L981, pp. 43-93: mismo autor, "Pader loval, oiler regional: perspectivas secioantropoldgicas, en Jorge Padua y Alain Vanneph (comps:), Poder local, poder regianal, México, El Colegio de Méxica/ceuca, 1988. Bryan Roberts, “Estado y regién en Ainérica Latina’, Relrciones. Extudliosde Historia y Socieclad, ntimn. 4, ‘Zamora, El Colegio de Michcacia, 1980, pp. 9-40. tudias region 40 ESTUDIOS DEL HOMBRE institucionales eran la hacienda, el rancho, la villa espafiola y la comunidad indfgena; en muchos casos habrfa que afiadir el ingenio, la mina, el molino y el obraje. Los estudios de Morelos y de los valles de Puebla-Tlaxcala —para tomar dos ejemplos entre muchos posibles— muestran como funcionaban los encadenamientos.* Las haciendas contaban con una fuerza de trabajo permanente que se ocupaba sobre todo en la produccién de cultivos especia- lizados destinados al mercado. Los habitantes de Jas comunidades indigenas tenfan su propiedad comunal dedicada de manera preferencial al autoabasto; pero. mantenfan una relacin simbidtica con Ja hacienda, al suplementar la__ produccién de alimentos para sus gentes, emplearse como aparceros y pro- porcionar fuerza de trabajo estacional para las épocas de cosecha. Igual que los rancheros medianos, los comuneros también podian y solfan arrendar tierras de pastoreo y bosque a los propietarios mas grandes. Las haciendas, adem4s, desarrollaban actividades agroindustriales (molienda de cafia y tri- go) o mineras, para las que empleaban trabajadores permanentes y eventuales. Por su parte, las villas espafiolas albergaban propietarios y auspiciaban una poblacién de artesanos y comerciantes de todos tamafios; eran, con fre- cuencia, centros de acopio y redistribucidn de los productos regionales y puertos de entrada y salida en cireuitos mds amplios de intercambio. Las expansiones y contracciones de los mercados (imperfectos y manipula- dos) condicionaban y aun determinaban las caracteristicas de los encadenamientos, e incluso podfan modificar dristicamente la organizacién espacial y las fronteras de una regién, como ocurié en el caso de la peninsula yucateca, donde el producto principal cambié de ganado a cafia de azticar y luego (ya en el siglo xix) a henequén.’ En el Bajio, segtin lo muestran Eric Woll, David Brading y Angel Palerm," el auge de la mineria provocé un protagonismo inusitado de los ranchos y llevé a una reorganizacién de las haciendas en aras de la © Amuro Warman, .. venimas @ contradecie: Las campesinas de Morelos y ef Estado nacional, México, Ediciones de la Casa Chala, 1976; Guillermo de la Pefta, Herederas de promesas. Agricultura, politica y ritual en los Altos de Morelos, México, Ediciones dela Casa Chata, 1980; Carlos Paredes Martinez, La regisn ele Arlixeo. Huaquechula y Tochimilea, México, Fce/ciEsAs/Cobierne del Estado de Puebla. 1991 * Arnold Stricken, “Iacienda and plantation in Yucatan: An historica-ecological consideration of the folk- urnan continuum”, América Indigena, vel. xxv, nim. 1, 1965, pp. 35-63, ™ Eric R, Wolf, The Mexican Bajio in she eighteenth century. Ar andilysis of cultural integration, New Orleans, Tulane University, Middle American Publications, 1955; David Brading, Hatciendas and rinchos in the Mexican Bajia. Lean 1700-1860, Canibridge, University Press, 1978; Angel Palerm, “Sobre la formacin del sistema colonial, Apuntes para una discusiin”, en Enrique Floreseane (comp.), Ensayas sobre ef clesarsollo regional de México y América Latina (1500-1975). Méxies, Fee 1979. | Las REGIONES ¥ Le produccidn d después de |: Jas comunida dades industr ejemplo, enT sin romperlo: del desarrollc noroeste micl poco destruys in 1s per du apar. ch cien se increment: revuellas carr sobrevivid al de las hacien agroindustrial de Jalisca, por pata Industri trolaban sendc Ja misma zon: "Brigida Von M cones prutei Dos haeiendas pulgt " Luis Gonzalez das cle tierra y agu burguesia ccompesina bourgenis production: in Mexico. Nineteenth " Brie R. Woll, Indios, Austin, Univ. Revalution, Nueva Ys ‘Sepsetentas, 1973; Le Ealtores, 1980, Arturo Warmat Exterior, vol. 25, nim * Guillermo de i: him. 1, 1980, pp. 38-5 da @ agroindustvia en ESTUDIOS DEL HOMBRE fiola y la comunidad la mina, el molino y sbla-Tlaxcala —para 1cémo funcionaban 1a fuerza de trabajo de cultivos especia- nunidades indfgenas encial al autoabasto; a, al suplementar la no aparceros y pro- ecosecha. Igual que in y solfan arrendar ides. Las haciendas, ilienda de cafia y tri- inentes y eventuales, $y auspiciaban una \fios; eran, con fre- ductos regionales y cambio. verfectos y manipula- los encadenamientos, acial y las fronteras de , donde el producto yaenel siglo xix) a f, David Brading y agonismo inusitado iendas en aras de la ef Estcule nacional, Ma gricultuse, politica y ritu ez, Let regivin ele ACl OL cal consideration of the folk- of cultural integration, New Hfaciendas and ranchas in the rm, “Sobre la formacia del Ensayos sobre ef desarralia LAS REGIONES Y LA GLOBALIZACION 41 produccién de metales preciosos. La relativa liberalizacién del comercio despues de las reformas borbénicas permitié la diversificacién interna de las comunidades indigenas, pero no se modilicé el patr6n. Surgieron activi- dades industriales y protoindustriales independientes de las haciendas (por ejemplo, en Tlaxcala y el suroeste de Morelos), que hicieron mds complejo sin romperlo el modelo de encadenamiento;'! algo semejante hay que decir del desarrollo de una economia ranchera competitiva, por ejemplo en el noroeste michoacano, en Querétaro y en la Huasteca hidalguense.'? Tam- poco destruyeron el modelo las reformas liberales que buscaron abolir la tierra comunal e impulsar el trabajo y el comercio libres. Incluso donde los ind ducci6n aparcera y tambi perdieron sus tierras, se mantuvo muchas veces la pequefia pro- la relacidn simbidlica entre comunidades, ran- chos y haciendas, aunque los conflictos inherentes a los encadenamientos sé incrementaron y tuvieron expresiones violentas en guerra astas, > El modelo incluso i al propio estallido revolucionario y al reparto agrario: la tierra de las haciendas se distribuyé, pero aparecieron los grandes complejos revueltas campesinas y en la Revolucién mexicana. sobrev agroindustriales y los neolatifundios tecnoldégicos y financieros."* En el sur de Jalisco, por ejemplo, entre 1940 y 1980, el ingenio Tamazula y la Com- pafifa Industrial de Atenquique, sin poseer de suyo tierra productiva, con- trolaban sendos territorios que resultaban mayores a los de las haciendas de la misma zona en el siglo xix.'* "Brigid as, mulatas y mesticas, Marelas, México, Eich ciones pa Dos hiaciend: tesis de ma ico, Unin ricana, 1 © Luis G: in, Méxien sicv. 196 perio Morena Caria, Patcis das Ue fierva y de Mi fans Schryer, Los runcheros de Pisajlores. Una burguesta campesina en ka Revoluciin mexicand, México, Era. 1976; Simon yction: Quer Wolf, ler, “Social dislocation and el (comps), Region, suare.an il Pansters y As “Levels of c en R. Wauchope (ei), Handhook of M vol. ¥t, pp. 299-316; John Womack, Zapata » Meyer, Prublemas ca sen Méxi ul the Mexican (1819-1908), Mé 1980. furo Warman, “E] neolatifun' Exterior, vol. 25, ném. 12, 1975, pp. I “Evo win Escobar y Mercedes Gc no; expansidn y crisis de una forma de dominio”, Comercio * Guillermo de uci el sur de Jaliseo”, Revista wricola y poder regional e zalezile la Rocha, € ac agroincsteie en ef sur de Jalisco, Guadalajara, Gobierno del Estado de Jalisco, 1988 aii. 1, 1980, pp. 385 “aitavereles y bos 42 ESTUDIOS DEL HOMBRE Con toda, los studios antropoldgicos de regiones productivas realizados en las décadas de 1970 y 1980 muestran los efectos de la gran expansiGn demogrdfica y los impactos de las polfticas de industrializacién sustitutiva de importaciones, sobre todo a partir de la segunda guerra mundial. México dejé de ser un pafs agrario. La produccién industrial en las ciudades polarizé el empleo y estimuld las migraciones caudalosas."" La invasién de articulos indusiriales urbanos desplaz6 la produccién artesanal en las zonas rurales y propicié-t-monetizacién total de ta-economia. La produccidmde a cedié el paso a los cultivos comerciales, que los campesinos buscaban colo- car en mercados urbanos ¢ incluso en el imternacional; pese a ello, Ja rela- cién de intercambio se volvfa mds y mds desventajosa para los campesinos (por la ausencia de crédito barato, por los costos de la intermediacién y los monopolios de los comerciantes urbanos).!? La historia de muchas de las viejas regiones agrarias adquirid connotaciones terrorfficas: pauperizacién, abandona rural, tierras abandonadas y deterioradas o apropiadas por agen- tes externos...'* Pero, al mismo tiempo, él crecimiento urbano generaba demandas de abasto que dinamizaban las zonas mejor comunicadas, aun- que muchas veces quienes dominaban ahora la produceién ya no eran los campesinos y rancheros, sino flamantes empresarios vinculados a la bu- rocracia y sobre todo los agentes de los mayoristas de la ciudad.” A partir de la década de 1980, la apertura comercial internacional —que acab6 de devaluar la produccién campesina, por la invasién poco discriminada de alimentos fordneos— y el desmantelamiento de las politicas sociales —incluyendo las agrarias— marcaron el comienzo de un nuevo capitulo: el de lo que se ha dado en llamar “las regiones globalizadas”. Formalmente, las fechas clave de la aper- tura fueron 1986, cuando México ingresé al General Agreement on Trade and Tariffs Garr), y 1994, cuando entré en vigor e] Tratado de Libre Comercio para Ja América del Norte (1c). Alba Pranci \d develops Population and De nm. 1, 1986, pp: 47 micnto”, cn Antrapalogia breve de MExice, MEXICO, CHIM-UNAMIAL "'G, de la Pefia, Herederes. * Jesis srroyo Alejandee, El abana nu ad de Guadalajara, 1989, © Héctor Diaz Polanco, Fo iyraria en Méxien, México, Era, 1982, Cristina Padilla Dieste, Tarlo querla en fismilia, El mercado de abustos de Gucelslajara, Guad Guadalajara, 1997. in Mexica since 1940: An in Lourdes Ariepe, “Una so pia de la Tnvestigacién C crpretation’ dae en movi- a, L993, lopment Review, vol Guadalajara, Unive ‘idm regional y burgees jara, Universislad de toabasto— Las REGIONES ¥ LA GLOBA En las region: acuerdo con los di: ana répida modern eficiencia y calidac donde ni los prodi quieren responder horticultura y fruti res no han tograde cultivos industrial, vos. Los Altos de orieniada a los me ductivo cuando, ¢ acaparadc /2s vincu De hecho, Ja ganan medida que la econ mente a mercados programas del m.c; el manejo del ganad publicos, varias aso. de los eslabones de cooperaci bargo, como lo mue de respuesta y apro tecnificacién paulat y sobre todo por la parientes y vecinos, habitantes de las rai Oorgullo regional y & Es todavia diff Altos de Jalisco rep en inst * Andrés Fb * Guadalupe Rodriguez de leche gas, La accidente, Mexic Ease también Mart Espaita, Guailalajara, £1 Cole » Ofr. John Gleslhall, tiva global”, en S. Zende iddentidlades y proyectos, Zan ESTUDIOS DEL HOMBRE, oductivas realizados 2 la gran expansién zaci6n sustitutiva de ‘a mundial. México as ciudades polarizé qwasion de articulos i las zonas rurales y ecidn de autoabasto. ings buscaban cola- pese a ello, la rela- ara los campesinos wermediacién y los a de muchas de las cas: pauperizacién, ‘opiadas por agen- o urbano generaba comunicadas, aun- cién ya no eran los inculados a la bu- dad." A partir de la icabé de devaluar la aada de alimentos ‘s —ineluyendo las. de lo que se ha dado has clave de la aper- sment on Trade and ibre Comercio para © 1940: An inteepretat pe. "Una sociedad en mavi- estigaciGn Cientifica, 1993 ft ico, Era, 19 vadlajara, Unive lds Las REGIONES ¥ LA GLOBALIZACION 43 En las regiones globalizadas, el espacio productivo se reorganiza de acuerdo con los dictados fluctuantes de un mercado intemacional que exige ina ripida modemizacién tecnolégica, correspondiente a nuevos criterios de eficiencia y calidad. Las regiones que van quedando devastadas son aquellas donde ni los productores regionales ni los empresarios fuerefios pueden o quieren responder a tales exigencias. En el sur de Jalisco ciertos tipos de horticultura y fruticultura han entrado en crisis terminales y sus cultivado- res no han logrado reorganizarse para, por ejemplo, reconvertir las tierras a cultivos industriales, Pero hay otros casos de reacomodos veloces y positi- vos. Los Altos de Jalisco, una clisica regidn de ranchos ganaderos, antes orientada a los mercados inmediatos, comenzé a modificar su patrén pro- ductivo cuando, desde mediados del presente siglo, fueron apareciendo acaparadores vinculados a la agroindustria lechera nacional y transnacional.”” De hecho, la ganancia directa de los propios productores fue descendiendo a medida que la economfa se mercantilizaba. La oportunidad de vender directa- mente a mereados vastos y dindmicos aparecié de modo mas clare con los programas del TLc; empero éstos demandaban un mayor control de calidad en el manejo del ganado y el almacenamiento de la leche, Gracias a ciertos apoyos publicos, varias asociaciones de productores han tomado en sus manos muchos de los eslabones de la cadena agroindustrial lictea; por ejemplo, mediante la cooperacién en instalaciones estabularias y tanques de enfriamiento. Sin em- bargo, como lo muestra el estudio de Guadalupe Rodriguez Gémez,”' este tipo de respuesta y apropiacién regional se hace viable por una historia previa de tecnifica atina inducida por las agroindustrias de las décadas pasadas, y sobre todo por la activacién de densas redes sociales de cooperacién entre parientes y vecinos, posibilitada a su vez por la colaboracién histérica entre los habitantes de las rancherfas altefias y sostenida por un discurso idealégico de orgullo regional y éticade trabajo” : Es todavia dificil ser muy optimista y pensar que los rancheros de los Altos de Jalisco representan una situacién trecuente en el agro mexicano in: i6n paul is tes Altos de Satis 1e2 (enon), Las ren del poate. tobe 4s. 1998 Y Aneés Fibeegas, Eure mundos. Provesas iuercalturates entre Méico Provincia! le Avilafinstitucién Gran Duy de Alba, 1995 dle pensar enotta ‘moderna! rural? El caro meaicane vision una perspec uafurmacionet de prictice, » Anuleés Fabregas, La formacin hissérica dle wna re % Guadalupe Roaei de leche en vecidtente, México, Manin Ton ole Jaliseo/Di put yeavtenas ag roinchascriales = Wéase +, Guadalajara, El Co fr. John Gledhall, {Se tva global”, en.S. Zendejas y P. idenidades y proyectos, Zanvota, El Colegin de Michoacin, L998, vol. | ics (eus.), Lets lispuras porel México rurat. T 44 ESTUDIOS DEL HOMBRE Abundan en esa misma regidn rancherias y comunidades pauperizadas, que han quedado fuera de la reorganizacidn productiva y para sobrevivir envian numerosos contingentes de trabajadores a los campos californianos. En zonas la reestructuracién de la produccién lechera ha sido mucho menos La necesidad de una profunda y veloz renovacidn tecnoldégica vuelve a muchos pequefios productores inviables, o bien dependientes en sumo grado de agentes externos.* La riqueza ya no esté en el campo: la tasa de crecimiento del pis de las principales ciudades es a veces mayor que la nacional. (Un seereto a voces es que la reorganizacién productiva mas las que cultivan eficaz ocurre en r ntes.) ‘Con todo, nuevos mapas regionales se van dibujando a lo largo de la publica: muestas de ello son los territorios industriales en el norte (indu- cidos tanto por |: rsas industrias de punta); los grandes territorios gar harticc el centro de Jalisco, la sier acuacultivo en varias partes del Pacilico, etcétera.** Sobre todo esto, norama que se abre a la investigacién regional es casi ilimitado. ones agrarias muy pecul ene; s maquiladoras como por div aderos en la costa del golfo; los territorias s zonas del centro y centro-occidente (el Bajio, los incipientes nucleos de Ip, y fruticulas en Los s ISTEMAS REGIONALES DE MERCADO Durante la poca colonial, la ausencia de mecanismos efectivos de libre mercadeo implicaba una articulacin bastante floja entre las regiones pro- ductivas. Solamente las dos o tes grandes ciudades administrativas y los centros mineros principales se convertfan en nicleos de acopio y redistribucién que subordinaban un buen ntimero de villas y sus entornos et H. McDonald, “Comm Mexico", en W. M. Loker (ed.), Global ial family farmers and collective action: Dairy farming erica, Boulder, co, Lynne Ricnner the rueal poor in Latin Publishers, 1999 *Véase, por ejeniplo, Robert R. Alvarez, "Changing ideology in a | onal market: ehife and chileras in Mexico and the is", Hume Organization, vol. $3, nim. 3, 1994. pp. ® Gf. Humberto Gonzalez Chavez y Jestis Araya Alejandre (comps), Glabalizacidn ¥ 4 acid, El «J de Guadalajara, 1998; Carlos Alba, Ilin Bizberg y Heléne Riviere omer cate da vin, Competitividal terruorial y recomposickin soetapolitica, Mca/oRSTOM, 1998 voccidente de México, G WAre (conips.), Lar re México, El Colegio de Méxic dlalajara, Universi a Las REGIONES ¥ La GLOBA productivos.*” E borbdnico estable diante la coordina distribuidas en el definidos y racior ban enfrentando eb (los consulados).™* del siglo XIX perm mmodiftear-el-patr hinterlands heter —anliguas cabec: también proporcic que la propia cap rante el porfiriatc las ciudades, las consec los Esia situacié predominio del t cacidn de los car en.un principio a tado, todavia en | deo prevalecienu. la terminologia d nc: Jas regiones que Eric Van Young, F region, 1625-1820, Berk jon in Mex ® Juan Carlos Gro alcabatas en a Nueva E * Alejandra Moren de México, 1821-1910” intema pal Congress « ™ Jolm Coatsw American Historical Re\ de Jalisco, Més *' Carol Snuith, en C. Smith (ed.), Region *Gonralo Aguirre ESTUDIOS DEL HOMBRE 5 pauperizadas, que a sobrevivir envfan fornianos. En zonas sido mucho menos vacién tecnolégica en dependientes en std en el campo: la 3a veces mayor que ién productiva més : las que cultivan ido a lo largo de la es en el norte (indu- idustrias de punta); sifo; los territarios occidente (el Bajio, ipientes nicleos de bre todo esto, el pa- ilimitado. bo »s efectivos de libre tre las regiones pro- sdministrativas y los icleos de acopio y villas-y-sus-entormnos in: Dairy farm ‘a, Bouller, co, Lynne Ri marker: chife and chiferas LAS REGIONES Y LA GLOBALIZACION 45 productivos.”’ En los ultimos cincuenta afios de colonia, el régimen borbénico establecié un sistema controlado y uniforme de mereadeo me- diante la coordinacidn centralizada de doce administraciones de aleabalas distribuidas en el dmbito novohispano; esta medida cre6 territorios mds definidos y racionalizé los flujos comerciales, que, no obstante, continua- ban enfrentando obsticulos que favorecian a los cuerpos mayores de mercaderes (os consulados),** La paulatina pero real liberalizacién del comercio alo largo del siglo xix permitié el surgimiento de “lugares centrales” urbanos que, sin modificar el patr6n interno de las regiones productivas, las agruparon en hinterlands heterogéneos. De hecho, eso permitié que varias ciudades —antiguas cabeceras de alcabalas, convertidas en capitales regionales que también propor os y administracian— 1 ran mds de prisa que la propia capital nacional. Sin embargo, la expansién ferroviaria du- rante el porfiriato introdujo un nuevo factor de desequilibrio:? decayeron las ciudades, las villas y los pueblos a donde no Ilegaban los trenes y, en consecuencia, los espacios productivos circundantes. Esta situacién asimétrica se modified un poco —sdlo un paco— con el predominio del transporte carretero a partir de 1940; de hecho, la multiphi- cacién de los caminos asfaltados (bastante lenta, antes de 1960) favorecié en un principio alas m udades que ya eran centros ferroviarios. Con todo, todavia en plena década de 1970 las estructuras espaciales de merca- deo prevalecientes en el mundo rural eran de tipo “solar” y “dendritico”, ja de Carol Smith.* Las estructuras “solares” eran propias de las regiones que Aguirre Belirin™ Iamaba “de refugio”; en ellas, un con- an servi mas n laterminolog ig, Haciender ancl market th eighteenid-century Mexico. The rural economy of Gua nh Berkeley y Los Angeles, Uaiversity oPCalifornia Pre nal confornuation in Mexico, 1700-1850: M peilieses”. en Eric Van Young (cd), ™ Juan Carlos Gi n Carlos Garavaglia, La rexidn de Puebla y rwouar, 1996, mo Ta ore worary Mexico. sity of California Press, 1976. ajara ros Reg exica's regions ecomomict novohispana, aleabalas en fer Ni * Alef de México, | Internati la 1-1910 tal Congress 0 ” h, "Railroauls a ratioa of lanl ownership in the early Porfiriato”, Hispanic American Historical Review, vol. $4, ains, 1, 1974, pp. 48-71; Guillermo de la Pei ef al., Ensayos sabre ef de Jalisco, México, cresas, 1977 (Cuadernos de ta Casa Chata; 4}, Carol Suuth, acicin * John Coatswa the cone; | economic systems: Linki analysis, Nueva York, Academic Press, 1976, vol. rin, Reglovies de’ refugio, MExico, Institute Ini lnteramericane, 1967 enista ESTUDIOS DEL HOMBRE glomerado de comunidades indfgenas se encuentra dominado (“satelitizadas”) por una ciudad ladina, la cual le compra productos agrico- las baratos (para su propio consumo) y le vende productos industriales ca- ras. Ejemplos de esta clase de “regién solar” se encuentran cn los Altos de Chiapas, la sierra mixteca, la sierra de Pucbla, el Totonacapan, el valle del Mezquital, la hoya del Papaloapan... y otros muchos lugares.* Por su parte, las estructuras “dendrfticas” han caracterizado las zonas donde el mercadeo sirve para que una cadena de intermediarios extraiga productos campesinos especial s i zados destinados a las grandes ciudades o a la exportacién: tal situa- cién mostraban los estudios de Morelos 0 el sur de Jalisco.* En uno y otro tipo, los pequefios productores quédaban excluidos del acceso al mercadeo directo: tanta los medios de transporte camo las red: idles eran mo- nopolizados por empresarios especializados (externos a la rm modelo dendritico) y por sus agentes. La velocidad de la expansidn carrete- racn las tres tlltimas décadas del sigle —es raro el poblado al que no Iegue al menos una brecha o “camino revestide"”—, asi camo ciertos programas gubernamer cién, han determinado que muchos de estos monopolios se vayan rompiendo (come en los Altos de Jalisco, menciona- do en el pdrrafo anterior): sin embargo, los efectos del Garr y del TLc empu- jan otra vez al predominio de las grandes compafifas acaparadoras y distribuidoras de los productos comerciales, organizadas en cadenas dendrfticas de gran escala.* Pero, ademis de Jas ciudades que constituyen eslabones de estas cadenas, emergen “ciudades informacionales” o ‘om in, en el jes de comercializ: ™ Gonzalo Aguirre Belirin, Formas ele yobiema inal ares det Papaloapan. Biografia dle una hoya, Mi Marroquin, La civelad mercado (Tlasiaco). México, Imprenta Universita de Tos otennies del Mezquital”,tesis de macsirfa, México, Universidad Ihe Cuanude lox arriesos peru Michoscéin, 1995 » Roberto Melville, “Una familia eampesina y el cultive de la cebolla para exportacié”, en J. Alonso et al |. valoat;G. de la Pea, ieetkamp, "Provuetos agricolas y el tianguis de Ciudad np. 97-130. Inyprenta Univer cones de la Casa Cl ja, 1983; mismo 1992; Alejandro Marzal, "La aculturacién amicricana, 1968; Emilia Veldzque ‘onal del Tutenetcapan, Zanwea, El Colegio de yom sus caminas. La confornacisa n Las canipesines de la tierra ce Zapata, subsistencia y explataciin, México, SEP-INal. LY Herederos...y “EWoluch Guzmin”, Nueve Anteopoioyédt, niin. 1, 2 Cfr, Claude Bataillon, “Espacio centralizadovfocalizado o espacio reticulado: yun problema de eseala?", en, Hoffman y F Salmeria (cooris.), Nueve estudios sobre ef espacio, Representacién y formas de apropia- -gidn, México, cissasforstou, 1997; Humberto Gonzilez Chiver y Margarita Calleja, “La consiruccisn de eade~ nas internacionales de frutas y hortalizas: vinculos e interiependencia entre Texas y México", en H. Carton de Grammiont et al, Agricuinnra de exportaciin en tiempos de globalizeicidu: el casa ce hortalizas, fratas y flores, México, Juan Pablos EditoresiCESAsfUNAMIUACH, 1998, ss Y LA GLOMALIZ® “teendpolis”, como |: importantes ya no so ciudades globales”.*’ La globalizacién transformaciones de das mantenian un par el espacio, como se ¥ convirtieron en poder sobre todo en sus per dian en busca de traba una “migracién de re tomaban turnos para | lar ocurria con la mi ro (1942-1964) ¢ incl del Norte sin perder s las dltimas cuatro dé cién de las economia: explosivo de las ciuda muchas familias en migrantes no pierde visitar ‘ res ya ade dinerc de comunicavién; ex que permite hablar d los Gltimas afios, var existencia de “comu Unidos —donde vive * Manuel Castells y Peter] siglo oq, Mactrid, Alianza Edito ” Bier Velie, Mandialisat fe France, 1996, * Lourdes Arizpe, i. CES, nmi, 28, El Colegio de Mé ™ Laura Gonzalez Martine: Tberoamericana, 1992. Douglas Massey ct al, Mexico, Berkele rersity of Jorge Durand, Mis alla. Y LA GLOBALIZACION 47 ESTUDIOS DEL. HOMBRE | } sntra dominado “tecndpolis”, como las llaman Manuel Castells y Peter Hall,** cuyas ligas productos agrfco-~ importantes ya no son a un hinrertand definido, sino a un “archipiélago de os industriales ca- ciudades globales”.” ‘an en los Altos de La globalizacién es asimismo evidente (a un grado dramiatico) en las capan, el valle del transformaciones de los mercados de trabajo. Hasta el siglo xrx, las hacien- res2? Por su parte, das mantenian un papel dominante en la distribucidn de los trabajadores en jonde el mercadeo el espacio, como se vio en la seccién anterior, Poco a poco, las ciudades se ductos campesinos } convirticron en poderosos centros de atraccién, pero hasta 1960 la ejercian. vortacién: tal situa- sobre todo en sus periferias inmediatas, y un buen niimero de quienes acu- o.* En uno y otro dian en busca de trabajo urbana regresaban a sus comunidades, o practicaban eso al mercadeo una “migracién de relevos”, por la cual diferentes miembros de la familia nerciales eran mo- tomaban turnos para pasar temporadas trabajando en a ciudad.* Algo simi- a la regién, en el lar ocurrfa con la migracién a Estados Unidos: durante ¢] Programa Brace- e: pansién carrete- ro (1942-1964) e incluso despues de él, la gente iba periddicamente al pafs do al que no Hegue del Norte sin perder su residencia pueblerina.” Pero la situacién cambid en ceripepiGenimas las Ultimas cuatro décadas del siglo: la presién demogrifica y la devasta- ue mu: je estos cidn de las economfas campesinas mercantilizadas causaron un crecimiento Jalisco, menciona- explosive de las ciudades, y también Hevaron al establecimiento definitive de wry del TLc empu- muchas familias en “el otro lado”*” Sin embargo, una mayorfa de los as acaparadoras y migrantes no pierde contacto con su pueblo de origen: no sdlo vuelven a zadas en cadenas visitar familiares y a celebrar las festividades religiosas importantes, sino 2s que constituyen ademas envian dinero y con los miembros de sus familias establecen redes formacionales” 0 de comunicacién; existe incluso una especie de doble residencia familiar 4t Bn que permite hablar de espacios sociales y econdémicos discontinuc los Giltimos afios, varios estudios innovadores han puesio de manifiesto la i xistencia_de “comunidades transnacionales de_migrantes”’: en Estados Unidos —donde viven mas de siete millones de personas nacidas en Méxi- Hall, Las teensipolis clel munud, Lat formacitin de tos complejns industriales del worial, 199d, fisution, vidles et territaives. L'economie darchipiélaya, Paris, Presses Universtiaires >: gun peoblema de eseala™ Maciin y formas de apropia: a. “La construceién de Gade y Méaico”, en H. Carton de de hortalicas, fraias y flores, mpesine a la revelucién verde en ef Bayi, México, Universidad on. The social process of imemational migration from Westem Iniversity of California 1987 Mids cli ole fr nea, Purranes anjgrenioring entre México y Bswactas Ul luc, México, cxcA, 1994, ESTUDIOS BEL HOMBRE co— se refuncionalizan los lazos comunitarios, y en la propia comunidad de origen la vida cotidiana esti marcada por las perspectivas y horizontes abiertos por los grupos que residen en el otro lado, con los que se mantie- nen constantes los intercambios de informacién y recursos.** LA ESPACIALIZACION DEL PODER —Evimportancia det poder regional suele ser inversamente proporcional a |. consolidacidn del Estado, Cuando éste no ej la fuerza nies capaz de garantizar el orden ptiblico, su ree el monopolio legitimo de een poderes alterna- tivos que se encargan de imponer un orden de acuerdo con sus intereses y alier* fue el pionero del andlisis del caudillismo: alcances. Frangois Ch los caudillos eran grandes propietarias que, desde la época colonial, manic- nian el control de sus dominios con sus propigs contingentes armados. La ocurrencia del caudillismo era ms frecuente en las zonas de frontera, don- de la burocracia colonial fue débil o inexistente; pero, en el siglo xix, la volatilidad del Estado independiente Ilevé a la proliferacién de caudillos. Incluso en el porfiriato, cuando se amplié y fortalecié el aparato estatal, los dadas” y mediante la manipulacién de los puestos piblicos.“ Por otro lado, emblematicos: los caciques. ‘al y popular; sus protagonis- Chevalier también se refiere a otros personaje: ic Calvo y Gustave EI Colegiode Michoacin, 1988; Ro, Diaspora, vol.1, nim 1, 19911, pp. 8-24;C political consciousness, and political activism” pez. (comps.), Muvimientas de p can migration and the social space of Kearney, “Mistec eth can Research Review, vol. 25, ném. 2, 1990, pp. 61- trade: leccons from a transnational cc 92; Rafacl Alarcén, “Labor migration from M nity” curr Working Paper, vol. 1,0 ome el mats Entrevistas a treba} ra, 1996; Robert C. Smith, “Los a memibresia en el contexta de la n cit; Luin Goldring, “Blurring borders: Cons migration”, Research in Commuunit 1, Berkeley, University of California, 1994; Jorge Durand (coord.). El Norte es res migrantes en Estados Unidos, Guadalajara, Universilad de Guadalaja sentes siempre presentes: comin sonal, tecnologia y Ia politica de icin México-Etados Unidos”. en S. Zendejas y Pieter de Vries (eats), op. jonal community an the process of Mexico-us pp. 69-90; Bryan Roberts er af, “Transnational 2, 1999, pp. Rosial Studies, vol, 22, wim. 2 migrant communities and Mex 238-266, © Francais Chevalier, “ 'C: Mélanges offerts a Mare ‘vol. 1x1 bis, 1962, + Véase, por eje os viejos, tiempos nuevos, Morelia, FonapavEl Colegio de Michoacén, 1980, pp. 151-152; ues" en Amérique: contribution aI' étude des liens personnels”, Bordeaux), n par les Hispanistes Fromcais, Bulletin Hispanique (Université ‘niplo, P, Warman, ...¥ venimas.... pp. 95-100; Heriberto Moreno Gareia, Guaracha, Trem Guillermo de la LAS REGIONES ¥ tas eran ind y politicos | nas), por ur Tenjan lam propia inte} fuerza pers La Re} jefes militt “Michoac nuevo ré o eliminar] poder de 1¢ sidad de in doen 1929 Ja década | pleja maqy de dominit que los ca¢ menor coh posible, er dor de figi namentale neolatifun t6 la emer marginale! de tierras j Pefia, “Populis Mexieo's.... pp Eric R.} 58, 1956; G. de “David 9 “Paul Fri perspectives, Q 0, Siglo Veing Wayne ¢ y Andrés Neca Fee, 1976, oOS DEL HOMBRE comunidad / horizontes 2 se mantie- orcional ala legitimo de 2res alterna- 3 intereses y cauclillismo: nial, mante- armados. La ontera, don- siglo xix, la ie caudillos. oestatal, los ‘or otra lado, 'os caciques. 3 protagon: ie Méxica, México, { postmodernist’ ity. Social idemtity, m. 2, 1990, pp. 6 sonal eomamunity”, zoord.), Ef Norte es islac de Guadalaja ort ade Vries (eds), op. sgecs of Mexiconus lapoliticade at, “Transnational nim, 2, 1999, pp. s liens personnels rsité de Bordeaux) ia, Guaracka, Tiem. Guillermo: de Ta LaS REGIONES ¥ LA GLOBALIZACION: 49 tas eran indigenas o mestizos pobres y servian como intermediarios culturales y politicos entre los habitantes de los pueblos (sobre todo los pueblos indfge- nas), por un lado, y los hacendados y representantes del gobiemo, por el otro, Tenfan la misiGn de traducir y convencer; su poder derivaba de su aptitud en la propia intermediacién, aunque también eran capaces de demostraciones de fuerza personal y de ejercer el liderazgo en las movilizaciones populares.* La Revoluci6n mexicana trajo un nuevo tipo de caudillismo: el de los jefes militares que controlaban estados y regiones (Migica y Cardenas en Michoacdn, Tejeda en Veracruz, Cedillo en San Luis Potosf, etcétera). El nuevo régimen debid pactar con ellos para luego, poco a poco, absorberlos 0 eliminarlos.** Concomitantemente, el reparto agrario fue destruyendo el poder de los hacendados. Mas los caciques persistieron, junto con la nece- sidad de intermediacién cultural y politica. El partido revolucionario, crea- doen 1929 y consolidado coma organizacién de masas corporativizadas en la década de 1930, requerfa mediadores para arrancar y mantener la com- pleja maquinaria de la reforma agraria. En torno a ella, tejié ademas redes de dominio a través de una combinacidén de clientelismo y represién, en las i que los caciques pueblerinos constitufan instrumentos clave.” Aunque con menor coherencia que en las viejas épocas del poder de los hacendados, era posible, en el periodo 1940-1980, distinguir espacios estructurados alrede- dor de figuras caciquiles, que también se vinculaban a las agencias guber- nameniales y a los nuevos poderes. econémicos: las agroindustrias y los ~ Reolatifundios tecnolinancieros. En su turno, la expansion urbana posibili- — td la emergencia de caciques urbanos, que mediaban entre los pobladores marginales y las autoridades, y gestionaban la ocupaci6n ilegal o semiilegal de tierras periféricas.* Pefia, “Populism, regional power, and political neiation: Sauthern Jalisco, 1900-1980", en E. Van Young (cd) Mexico's. pp. 195-198 # Erie R. Wolf, "Aspects of gtoup relations in a complex society: Mexico”, American Anthropologist. vol $8, 1956; G. de la Petia, Poder local David Bradding (comp.), Ca ” Paul Friedrich, “Th: Has y campesinos en la Revalucidin mexicanet, México, rcs, 1985, wart2 (etl.), Lovuth-level politics. Social and culziral perspectives, Chicago, Aldine, 168; Roger Bartra et all, Caciqutsmo y poder politico en el Méxice rural, Méxi+ co, Siglo Veintiune Esitores, 1975 Wayne Cornelius, “El México contemporineo. Anilisis estructural del caciquismo urbana”, en Luis Unikel y Andrés Necochea (comp.), Desarmilfo urbuno-y regional en América Latina. Problemas y politicas, México, Fee, 1976. formalizados i redes clientelistas con el partido oficial, ahora con objetivos directamente ~ 50 ESTUDIOS DEL HOMBRE {Qué significé la globalizacién para estos spacios locales de poder? ‘Veamos primero los espacios rurales. Desde la década de 1970. la crisis de Ja reforma agraria era evidente: ni habfa mas terra para distribuir, ni la tierra distribuida rendia mucho sin el apoyo de nuevas tecnologias y el ac- cesoamercados amplios.” En algunos pueblos surgieron pequefios grupos de empresarios que consiguieron créditos gubernamentales, estos grupos roductores, con frecuencia reactivaron las viejas econémicos; pero —como ocurridé con la unién porefcola de Purudndiro, estudiada por Xéchitl Leyva—® su poder se derrumbé con la quiebra eco- n6émica del gobiemo mexicano en 1982, con las recurrentes crisis del siste- ma financiero y —factor no menos crucial— con la avalancha de importa- ciones de productos agricolas wafda por la apertura internacional. En tanto, los grupos regionales de productores que en los alos siguientes han partici- pado con éxito en el mereado transnacionalizado estin inaugurando nuevos espacios de poder; pero sus mecanismos y estrategias tal ve erdn distintos alos del caciquismo tradicional.’! Si bien la relacién con el Estado tiende atin a ser vertical y a producir en ciertos casos efectos corporativos,” de hecho el derrumbe lento pero inexorable del caciquismo priista se ha vuel- to abvio al proliferar las organizaciones y movilizaciones independientes. Sin duda, estas Ultimas siempre han existido, incluso en la época dora- da de 1a hegemonfa del partido revolucionario, pero solian enfrentar formas brutales de represidn, como ocurrid, por ejemplo, con la Unién General de Obreros y Campesinos de Emigdio Ruiz en Michoacan, 0 con el Partido Campesino de Rubén Jaramillo en Morelos, 0 con Ia Central Campesina Independiente de Ramén Danaés en Puebla, o—ya en las décadas de 1970 y 1980— con la Organizacién Campesina Emiliano Zapata en Chiapas. G. de la Pefia, Heredens... » Xachitl Leyva, Poder y desarn Colegio de Michoacincresas, 1993. 31 Humberte Gonzdlez Chavez, El empresario agricola en ef jugoso negacia de las fratas y hortalizas en México, Universidad Agticola de Wageningen, 1994; G, Rodriguez Gamez, op. cit. ® Huinberto Gonzilez Chavez, "Las asociaciones locales de prosductores frenteal cemtratismo y ala discon- tinuidad de la politica agricola mexicana”, Estuclias Sactolagicas, mim. 48, 1998, pp. 689-710 © Armando Barira, Las hevederas de Zapata, México, Era, 1985; Fernando I. Salmerén Castro, Las timites det agrarixmo, Zamora, El Colegio de Miehoacén, 1989; Neil Harvey, The mew agrarian movement in Mexico, 1979-1990, Londres, Universty of London, Institute of Lavin 1990. Yo regional. Puradndiro en ef contexto norte de Michoaedor, Zamora, El rican Stud Las REGIONE: Tal repre: legitimar la ha acot se han ve independi tales (ONG con sus & comunica Mere politica er aparecer | fos y mec deudas ba sirvié com merosos g¢ mada por} racién inte zacién de} ysehama plo de nate organizaci el rezago a mas, contr suyo éste ¢ 1992.56 Los cac redefinirse e independ * Humbertc del Estado mexit aso de Jaliscoa 1995: Guadalupe ala politica neal: Gabriel T. campesinas indey ™ EduantoZ to",en $. Ze DIDS BEL HOMBRE es de poder? ), la crisis de tribuir, ni la ygfas y el ac- ueflos grupos estos grupos, won las viejas directamente : Purudndiro, quiebra eco- isis del si de importa- nal. En tanto, :s han par rando nuevos erdn distintos Estado tiende orativos,*? de se ha vuel- lependientes. a época dora- ‘rentar formas jn General de zon el Partido al Campesina cadas de 1970 en Chiapas hoacdin, Zamora, E at y hortalizas en rralismea y a la discon: 710, . Les Wan Mexico, LAS REGIONES ¥ La GLOBALIZACION SL Tal represion no ha desaparecido, pero la apertura politica propiciada para legitimar la entrada de México en los bloques econdémicos internacionales la ha acotado y ha permitido su denuncia. No sélo los partidos de oposicién se han vuelto presencias importantes; también impulsan la organizacién independiente y critica de las emergentes org tales (ONG) y las iglesias. jones no gubernamen- que han multiplicado los contactos entre ellas y con sus semejantes fuera del pafs, gracias a la nueva flexibilidad en las comunicaciones. Me releriré brevemente a algunos casos de nuevas redes de solidaridad politica en el occidente de México, El comienzo de la década de 1990 vio aparecer la organizacién de El Barzén, encabezada por empresarios peque- fios y medianos que protestaban contra la magnificaci6n irracional de sus deudas bancarias: no sélo logré una parte de sus objetivos, sino ademds sirvié como foco de alianzas alternativas, a las que se unieron también nu- merosos grupos de ejidatarios.** Una onc significativa fue Comagro, for- mada por pequefios y medianos productores y apoyada por redes de coope- racién intern: al: surgié para aprovechar la privatizaci6n y descentrali- zacién de la institucidn gubernamental eneargada de distribuir fertilizantes, y se ha mantenido como una empresa viable de interés social.’ Otro ejem- plo de naturaleza mds militante es la Unién Campesina Democratica, y su organizacién derivada, el Consejo Indigena Campesino: su protesta contra el rezago agrario no sélo alcanz6é una respuesta a esa demanda, sino ade- mis, contra lo previsible, gestion el reparto de nuevas tierras, aunque de suyo éste dejé de ser legal tras la reforma del artfculo 27 constitucional en 1992.56 Los caciquismos urbanos se vani redefinirse los espacios de poder px e independientes, como comenzé a acurrir en la ciudad de México después ualmente rompiendo al trastocarse y movimientos sociales reivindicativos a: una contrapropu arey (comps), Ajustes Jajara, Universidad de Guaialajarvcc.a, Program on Mexico, 51 Baran y Comagro: ka resistenciade los 176 a agropecuaria y las estrategias de lat organizaciones cls.) op. cit 102 Gomez y Gabriel Torres. Espinal, vo. 1, nim. 1, 1995, pp. 12 » Gabriel Torres, “El discursa de la nioderniz ",en S. Zendlejas y Pieter de Vries para entrar y salir del laberine to”, em 8. Zendejas y Pieter de V i, vol. ee ce ESTUDIOS DEL HOMBRE 52 del terremoto de 1985 y en la ciudad de Guadalajara por la accién de ons y comunidades eclesiales de base, en particular luego de las explosiones de 1992.5? En suma: en la ciudad y en el campo, aunque todavia se esté lejos lia, las redes horizonta- de una situacién de participacién democrdtica ar les van sustituyendo los mecanismos verticales de control y permiten una roturacién inédita —“desde abajo”— del territorio. Y, en los dltimos diez afios, la avalancha de triunfos de los partidos de oposicién en varios estados y cientos de municipios ha definido “territorios de alternancia” cuyas ca- Tacteristicas apenas comienzanaestudiarse,* Por supuesio, todo esto no es s6lo el resultado de la apertura internacional de México, sino sobre todo de Ja avanzada ciudadana; pero ésta misma se ha apoyado en la mayor exposi- ci6n de México a las miradas internacionales y en la ampliacién de la con- ciencia traida por la informacién, LA ERA GLOBAL JRAS REGIONALES Las c Los estudios de mierohistoria que irrumpieron con fuerza en los afios se- tenta y ochenta a partir del libro Pueblo en vilo, de Luis Gonzalez,” y de autores como Heriberto Moreno, muestran el contrapunto siempre existen- te en México entre 1a cultura nacional constitutiva del Estado hegeménico y las culturas de los pueblos y las regiones. Los microhistoriadores mostraron que cada localidad tiene sus propias tradiciones y peculiarida pero con frecuencia éstas pueden vincularse entre sf en una zona mds amplia. Manuel Gamio*! introdujo en México el concepto drea culiural, tomado de su maes- tro Franz Boas, para irazar fronteras entre las culturas étnicas de raigambre prehispinica. Después, Aguirre Beltrin rompié lanzas con esta visién mas bien arqueolégica de la organizacién del espacio cultural al acufiar los con- Jes aniza, México, Era, 1988; Cristina jara, 22 de abril, Guadalajara, 1750, 5 Carlos Monsivais, Eutrada libre. Notas sobre la sacie ulilla y Rossana Reyuillo (comps.), Quién nas hubiera dicha. Gua 93. Victoria E, Reulriguez y Peter M, Ward (ede.), Opposs of New Mexico Press, 1995; Alberto Aziz Nassif, Territorios de altermaneia, Chiluahwa, Triana 1996. L. Gonzalez, Puchlo en. © Heriberio Moreno Garcia. Cotijet, México, Gobierno del Estado de Michoacsin, 1981 México, Talleres Graficos de la Naci6n, 1922, 3 v que se 0 Albuquerque, University ernment in Me Manuel Gansio, La pooblacidn del walle de Teotibwac Las REGIONES ceptos “re; anilisis hi la poblacic cién —e] exclusién. revolucién dreas de cu procesos “ sedacne —donde v co— y las todo por si implantaci “proceso d del de inte, co, las poli mercado Ji entre mesti La fue intercultur. De hecho, Jas culturas modelo res gional en } yucateca, e plos entre n a las region manera dis tampoco pu vuelve, por paciales, co Vos, distribu identidades © Gonzales “fr. Guil DIDS DEL HOMBRE ién de ONG y plosiones de se esté lejos 2s horizonta- dermiten una ultimos diez arios estados ia” cuyas ca- do esto no es sobre todo de qayor exposi- 6n de la con- a los afios se- nadlez,” y de mpre exislen- hegeménico y ores most ades; pero con mplia. Manuel dode su mae: 3 de raigambre sta visiGn mas wufiar los con- o, Era, 1988; Cristina |, Guadalajara, Te50, Ibuquerque, University eSICIESAS. 81. de Ia Navin, 1922, 3 Las REGIONES ¥ LA GLOBALIZACION ceptos “regién de refugio” y “regidn intercultural”, Estos incorporaban un andlisis histérico-dialéctico de la cultura mexicana. A partir de la colonia, la poblacién étnica se vio sujeta, por un lado, a un proceso de incorpora- bordinacién y cién —el mestizaje biocultural— y, por otro, a uno de exclu: i6n. Durante el periodo independiente, y sobre todo después de la revolucidn, sé consolidé en el pais una mayoria mestiza; pero persisten dreas de cultura indfgena que no son resultado del aislamiento, sino de los procesos “dominicales” que resultan en la segregacién subordinada. Esta se da en el contexto intercultural de relaciones entre una “ciudad primada” —donde viven los mestizos que monopolizan el poder econdmico y politi- co— yk utélites, donde viven los indios, definides sobre todo por su exclusidn de los bienes estratégicos de la nacién. Por ello, la implantacién de una sociedad moderna, de igualdad ciudadana, requiere el “proceso de aculturacién” promovido por el Estado,” que ird de la mano del de integracién social (mediante el reparto agrario, el cambio teenoldgi- co, las politic sy el acceso al mercado libre) y cu nard en una distinta forma de relacidn en el espacio entre mestizos e indios comunidades s educativas y sanitarias, las comunicacion La fuerza analitica del modelo de regiones de refugio y regiones interculturales 0 ha impedido que se critique su determinismo unilineal. De hecho, los procesos modernizadores no han frenado la persistencia de enas (por “resistencia” o “acomodo”).” Por otro lado, el modelo resulta insuficiente para comprender las variedades de cultura re- gional en México, Es decir: tanto la sierra de Puebla como la peninsula yucateca, el sur de Jalisco o la Huasteca —por mencionar slo cuatro ejem- plos entre muchisimos— ti ondientes jones interculturales; pero cada una de estas zonas presenta de i bélica e identidades acusadas, que dual del modelo. Se udiar la historia de las contiguraciones es- ste ensayo —producti- vos, distributivos y politicos—, y examinar cémo ene las culturas indf teristica en cal tampoco p vuelve, por Paciales, >on bas en los aspectos mencionados en contextos surgen ® Gonzalo Aguirre Belt © Chr. Guillernia Bo n, El procese de cist, Me Meéxicu prafiende,, Uner ctvilizacie ne la, México, CiESAS, 1989) | aeeionssascageNR 34 ESTUDIOS DEL HOMBRE lograr este tipo de andlisis es el libro de Claudio Lomnitz Las salidas del laberinto.* que compara Morelos y Ja Huasteca. Para Lomita, la cultura regional implica la implantacién de simbolos piiblicos por parte de una élite que ejerce dominio sabre varios entos diferenciados de pobla- cién, La vineulacién entre ellos ocurre cn rela con procesos de organi- zacién espacial que les asigna papeles y nichos especificos en el contexto de actividades productivas 0 distributivas dominants. En cada nicho existe una “cultura intima” (que puede tener rafees étnicas) reforzada por una “ideologfa localista”, en la que se generan y repraducen simbolos particu- lares: Ja tarea de Ja elite es negociar una “eultura-de-relaciones sociales” que comunique a todos los segmentos; esto a veces Se logra “expropiando” simbolos particularistas y wastocdndolos en sfmbalos propios (tal es la f- cura de Zapata en Morelos, que de ser un simbolo eampesino-indigena se convierte en uno de eardcter estatal). COMENTARIO FINAL 2 echa de menos un es{uerzo de sintesis En Ja antropologia mexicana adn s e, a decir verdad, las sos modelos de cultura regional, aunqu culturas regionales en las Ultimas décadas se han transformado en molti- ples direcciones. No es que los viejos regionalismos desaparezcan: conti- mplo en Nuevo Leén, donde la élite industrial de nian recios por & Monterrey erigié estructuras fabriles que devinieron simbolos puiblicos, 0 en Guadalajara, donde la c iuarios marianos, sus edilicins puiblicos y sus totems ama de la republica lo que prevalece es, por 4 4 se reivindican como culturas na- ¢ innovaci6n cultural, trafda por ivos de comunieacién y por la entre los divs comerciante sigue ufandndose de sus san- futboleros. Sin embar- n lado, un go, en el panor: renacer de las culturas étnicas, que altor cionales y, por otro, un continuo flujo d préstamos de los medias mas innumerabl: creatividad de grupos cmergentes. Ambos fenémenos pueden considerarse como productos de la globalizacién. Paradéjicamente, la refuncionalizacién de las etnicidades ha ocurride en un contexto de jntensificacién de las comunicaciones y de trans- Jisdas del Jaberinta, Méxive, Joaquin Maniz, 1995. © Claulio Lommite, Lar sul LAS REGIONES ¥ misién de di Los migrant comunidade conciencia criminacién lengua y sus te, los nueve supuestamet al relacionar mis se inte mundo, med estas cultura dernidad, ta’ pero tambiér ela con los New Age. discursos cu Lo anter cia apabullar “tecnopalis”™ cidn de los § cha nos han ¢ y Guillermo de los seres J las relacione cil un proces cidn las ide: que des! voceros de Ic gional sigue: Ni Grijalbo, 1990; Gu | México, Universia: ESTUDIOS DEL HOMBRE Las salidas det nnitz, la cultura or parte de una jados de pobla- cesos de organi- os en el contexto sada nicho existe forzada por una imbolos particu- ciones sociales” a “expropiando” pios (tal es la fi- sino-indigena se fuerzo de sint decir verdad, las ormado en milti- aparezcan: comti- lite industrial de ibolos pliblicas, o ndose de sus san- aleros. Sin embi 3, por un lado, un gomo culturas ma- ultural, traida por unicacién y por la productos de la + las etnicidades ha caciones y de trans- LAS REGIONES ¥ LA GLOBALIZACION 55 misiGn de discursos internacionales de defensa de los derechos humanos, Los migrantes mixtecos en la frontera norte, por ejemplo, provienen de comunidades serranas dilerentes y antes incomunicadas. Adquirieron una conciencia étnica comin en la frontera, al unirse en la lucha contra la dis- criminacién, tanto en Estados Unidos como en México, y convirtieron su lengua y sus costumbres en simbolos de esa lucha.® De un modo semejan- te, los nuevos Iideres indfgenas son con frecuencia jévenes educados que Supuestamente se convertirfan en “agentes de aculturacién”; en vez de ello, al relacionarse entre si, reforzaron sus conciencias diferenciadas, que ade- mas se intensificaron al comunicarse con Ifderes étnicos de otras partes del mundo, mediante la Internet y la asistencia a congresos internacionales. Si esta simbolos de la mo- dernidad, tampoco rehtisan la convivencia —en las ciudades fronterizas, pero también en los contextos universitarios 6 politicos— e incluso la mez- cla con los grupos de cultura juvenil, los ecolog stas, los New Age... y todos los que puedan ayudar a quebrantar la ngidez de los discursos culturales hegeménicos. Lo anterior no debe ocultar —lo advertiamos al comienzo— la pre: cia apabullante de los medios masivos de comunicacién controlados desde “tecndépolis” distantes e impersanales, gue conllevan efectos de destruc- cién de los simbolos propios y de verdadera alienacidn: sobre esta avalan- cha nos han alertado, aquicn México, autores como Néstor Garefa Canclini y Guillermo Orozco. La urbanizacién y los continuos desplazamientos de los seres humanos en Ja era de la informdtica desterritorializada vacfan las relaciones sociales de contenidos personalizados y parecen volver dilf- cilun proceso de ural comunitaria que salve de ta destrue= egionales. No obstante, debemos recordar que esta destruccién se ha venido anunciando por décadas, por todas los voceros de la medernidad. Y el desafio de la persistencia de la cultura re- gional sigue entrentindose a la modernidad y a los ana antropoldgicos. culturas redivivas y reinventadas no rehuyen los lag femi rOplaciGn cui cidén lus identidades y simbolos ri oy, "Mixtec etlinieit. Sepcial pers hi Grijalbo, 1990; Guillerme Oeozen, A! México, Universidad Teroameriean: México, Ensayax pant entrar y salir de ka pesmacter scat te los medins, Desafie demaerisica para tas conunicudares naciéa Manuel Buena, 1994. [DIDS DEL HOMBRE 56 A MANERA DE CONCLUSION La palabra g/obalizacion les lena la boca a los altos funcionarios piblicos que proclaman la “inevitabilidad” de las politicas econémicas por ellos dic- tadas y, por ende, de la situacién de atroz desigualdad que prevalece en Junto a esta actitud einica hay una celebracién babalicona por parte de ciertas clases medias —azuzadas por las cadenas tele adalides de la vulgaridad voraz— de consumir todo lo nuevo que se les ofrezca. En contraste, hay una visién de pesimismo total por parte de nuestro pais si0. Jan que la globalizacién a) destruye ‘apitalistas sal reem- los académicos de —definitivamente, ahora si— todas las formas productivas n b) despersonaliza las relaciones privadas y forma las piblic: plazarlas por el nexo mercantil; c) instituye una divisi6n de clases en el izquierda que s rans orden mundial, correspondiente a la escala de acumulacién, que crea una hegemonia transnacional; d) instaura regimenes polfticos que se Haman sentantes populares carecen de poder nsnacionalizado; ¢) impone una cultu- gar —la s—; f) ahon- democraticos, pero donde los repr real frente al omnipoiente capital wr: Ta universal en tomo a la exaltacién del individualismo mds vu acumulacién y el consumismo como valores humanos supr da y justifica todo tipo de desigualdades: entre paises, clases, géneros y razas.®? En ambas visiones, la optimista y la pesimista, la unica regionalizacién posible serfa la dictada por el capital transnacional, alternativamente crea- dor y destructor de emporios y polos de atraccién y redistribucién de gen- tes y mereancias. Sin embargo, in de los estudios reg sentada en las paginas previas muestra, a pesar de todo, una terca resis cia, expresada en la capacidad de apropiacidn y redefinicién de las fuerzas ja rev onales. pre- en: globales por parte de muchos actores que, en sus localidades y regiones, se niegan a ser victimas pasivas de un destino inexorable. Los pequefios pro- ductores pueden volverse competitivos sin destruir —en sus procesos eco- s relaciones diferenciadas con parientes y vecinos que son pueden reivindicar se en una econo- némicos— I; naciona! rte de su viabilidad; los migrantes tran politicos y culturales al involuc P sus derechos humano: “William I. Robins: balisalion: nine theses on our epoch”. Race & Class, vol. 38, nim, 2, 1996, pp. 13-31 ‘LAS REGIONES ¥ L mia global; capturar los « la invencién entonces, de en la maquir satanizado desterritaric cesos funda de las relac pesquisas ar Arizpe, Lov Cole Gledhill, Jo Care Mes Hoffmann, Vera Vera Kearney, \ glob vol ESTUDIOS DEL HOMBRE ionarios pablicos icas por ellos dic- que prevalece en in bohalicona por enas televisivas, odo lo nuevo que total por parte de acidn a) destruye as no capitalistas; piiblicas al reem- n de clases en el idén, que crea una os que se llaman carecen de poder mpone una cultu- »mads vulgar —la wemos—, f) ahon- clases, géneros y ca regionalizacién snauivamente crea- stribucién de ge ios regionales pre- una terca resisten- cién de las fue 1ones, zs. ades y reg Los pequefios pt 1sus procesos eco- y vecinos que son pueden reivindicar arse en una econo- “1.38, ni 2.1996. pp. 13-31 Las REGIONES ¥ LA GLOBALIZACION 57 mia global; los movimientos sociales y los partidos de oposicién pueden capturar los espacios donde el autoritarismo se debilita por la globalizacién; la invencién cultural se niega a seguir cauces predeterminados. No se trata, entonees, de es ‘en favor’ o “en contra” de la globalizacién, ni de erigirla en la maquinaria preternatural de un capitalismo extraespacial, endiosado o Satanizado. Sin pecar de ingenuidad, y sin negar la efectiva desterritorializacién (0, quiz4 mejor, metaterritorialidad) de ciertos pro- cesos fundamentales, la pregunta por la regidn en cuanto espacia. én de las relaciones sociales continuard en buena medida guiando nuestras pesquisas antropoldgi OTRAS REFERENCIAS Arizpe, Lourdes. Migracién, etnicismo y cambio econdmico. México: El Colegio de México, 1978. Gledhill, John. Casi nada. A study of agrarian reform in the homeland of Cardenismo, Albany: State University of New York, Institute for Mesoamerican Studies, 1991 Hoffmann, Odile y Emilia Velazquez (coords.). Las lanuras costeras de Feraert La lenta construccién de regiones. Xalapa: Universidad Veracruzana/orstom, 1994. Kearney, Michael. “The local and the global: the anthropology of globalization and transnationalism”, Annual Review of Anthropology, vol. 24, 1995, pp. 547-565.

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