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ARTURO FRONDIZI En esta misma Biblioteca R. Frigerig: Crecintiento econdmico y democracia EL MOVIMIENTO NACIONAL FUNDAMENTOS DE SU ESTRATEGIA BIBLIOTECA DE ECONOMIA, POLITICA, SOCIEDAD VOLUMEN EDITORIAL PAIDOS Serie Menor BUENOS AIRES ~ BARCELONA © Copyright by EDITORIAL PAIDOS Impreso en la Argentina - Printed in Argentina Queda hecho el depésito que establece la ley N? 11.723 La reproduccién total o parcial de este libro en cualquier forma que sea, idéntica 0 modificada, cescrita a méquina, por el sistema “multigraph”, ‘mimedgrafo, impreso, ete.,no autorizada por lot editores, viola derechos reservados. Cuslquier utilizacién debe ser previamente soicitaéa, ISBN 950 -12-7178-1 NOTA PRELIMINAR DE LA 3a. EDICION Cuando me propuse, ocho affos atris, la redaccién de un trabajo en el que se bosquejaran los elementos de la estra- tegia del desarrollo nacional, intenté dar respuesta a un re- querimiento muchas veces planteado por militantes del de- sarrollismo y por quienes, sin serlo, sentian la necesidad de aproximarse @ nuestras ideas. No se trataba de desenvolver nuevas tesis sobre aspectos especificos de la realidad nacio- nal. En rigor, uno de los aportes altamente significativos a las luchas por construir la Nacién, que hombres de mi par- tido y otras corrientes afines han producido a lo largo del liltimo cuarto de siglo, es la vasta bibliografia en la que se precisan nuestras propuestas en torno a los temas funda- mentales (ideolégicos, politicos, hist6ricos, culturales y e- conémico-sociales). Se trataba, en cambio de dar elementos de tipo meto- dolégico que facilitaran la tarea de tomar y respaldar decisio- nes frente a la compleja realidad politica que nos propo- nfamos transformar, Aspiraba a allegarle al lector una he- rramienta para el trabajo politico concreto, un instrumen- to para la accidn y la lucha. Para ello se me ocurrié apro- Piado, ademas de explicar los lineamientos generales de nuestro esquema metodoldgico, escoger problemas de indole diversa con los que nos habia tocado confrontamos desde el gobierno y desde el Ilano y tratar de transmitirle los criterios teéricos que habfan orientado, en cada caso, las posiciones adoptadas. Este hilo conductor —el criterio metodolégico— es el que justificd la exposicién conjunta “@ Nota preliminar ish te sobre la cultura nacional de eyestonss ess gusta concep neared 0 sobre el. Pro’ tmiria frente a las posiciones liberales 0 re- ra de Ia histor’ Hiss eritico de diversas tesis explicita 0 i sieitan fn ite. antidesarrollistas en punto a politic as eco- implicitamen etcetera). Consideré necesario, asimismo, nomico-sorit jon oreanica de nuestro diagndstico Basico dar une oremas del pais — el diagnostico del subdesarro- arasen, Pretend, finalmente, exponer los linea Pusiiige de una politica de desarrollo y los de aquello que genera Sendo el Fequisito politico insoslayable para PO- contimjementaria y levarla a fa victona: la construcsion del Frente Nacional. a Las dos primeras ediciones de este trabalo | ~realzaes envjulio'y octubre de 1975~ se agotaron répidamente. Hoy, ls ircunstanlas que se plantean en Ins postrier ios de actual gobierno militar, donde sh aeate eon a Gatere imps renovado ¥ donde ls ideas del desarot nacional avanzan pujantemente, explical amare i oradores para que autorizara una nue’ i ms coe te conveniencia de encarara © plate ie aor mativa de reproducir, simplemente, 1a version de “heer rahe anos, 0 actualizarla incorporendole muestra, Ope fica y evaluacion de la dramitica experienci vivida desde entonces. COpté por lo primero en raz6n, precisamente, de be inten- cién metodoldgica que inspira este pequefio manu Bo: i i 16 en él un seguimiento c1 litica argentina: no se inten n a sistematico de la reciente historia politica del pais, sino un geamen de los criterios en funcién de Ios cuales avan Nota preliminar creativamente hacia la consolidacién del Movimiento Na cional. Sélo dos reflexiones finales. La primera, es la de que ca- da vez que en el camino amargo y no pocas veces trégico por el que ha transcurrido la profundizacién del subdesa- rrollo argentino estos tiltimos afios, las posiciones puiblicas del desarrollismo seftalaron el rumbo del interés nacional ante cada crisis. En cada caso, los hechos posteriores de- mostraron la correccién de nuestras evaluaciones, criticas, denuncias y propuestas. Recordarlo hoy no es, por cierto, jactancia, sino necesaria verificacion de la precision y efic: cia del método de anélisis utilizado. (EI libro La crisis ar gentina resefia las principales declaraciones del partido y sus dirigentes hasta 1981, y sera proximamente reeditado actualizéndolo). En segundo lugar, que en el balance de estos afios oscu- ros es posible computar, afortunadamente, un singular en- Fiquecimiento de la capacidad de discriminacién del pueblo en torno a cuales son los objetivos y procedimientos co- rrectos de sus luchas. El aporte hecho por el desarrollismo para posibilitar tal crecimiento de la conciencia politica de bases y dirigencias es, a mi juicio, esencial. Y es ese resulta- do el que fundamenta nuestra certeza —que no es subjetiva sino realista y, por ello, inquebrantable— de que aunque en lo inmediato nos aguardan jornadas azarosas y dificiles, lo- grard plasmarse, al cabo, esa gran Nacién en la que puedan consumarse los ideales generosos de los argentinos. ALF, Carfruzo 1 LA METODOLOGIA DE INVESTIGACION DE NUESTRA REALIDAD Conocimiento cientifico accidn revolucionaria, Este trabajo, que se propone servir como un manual para la accién politica militante, no contiene, sin embar- go, normas ni procedimientos preestablecidos, En cambio, intenta proporcionar pautas y antecedentes para el en- cuadramiento y el anilisis de nuestra problemitica, esto es, aspira a ser una herramienta metodolégica que posibi- lite la investigacién cientifica de la realidad nacional. Los instrumentos de nuestra militancia son, es cierto, la accién ideologica y politica para inducir conciencia, voluntad transformadora y organizacién’ dentro de los grupo socia- les; pero el empleo certero de esos instrumentos requiere antes haber conocido cabalmente la realidad politica y so cial sobre la que vamos a actuar y la estructura econémica sobre la que ella descansa. Una tarea politica que se pro- ponga ser consecuentemente revolucionaria plantea siem- pre, como requisito previo, un conocimiento critico y cien- tifico de la situacién cuyo cambio se fija como meta. Y, a la reciproca, en la medida en que nuestra metodologia sea coherentemente cientifica, la accién que se derive del conocimiento que obtengamos con tal método, sera obje- tivamente revolucionaria. Tal esfuerzo metodolégico y de investigacin es insoslayable porque en ninguna discipli- 12 Metodologia de la investigacion nna, y mucho menos en las ciencias sociales, la exterioridad Be tos endmenos coincide con su exencia, ni las simples Spariencias permiten conocer con certeza la direccién en que evolucionan los procesos. En esta perspectiva, la politica es el arte de actuar para modificar la realidad social, a la lux del conocimiento ob- tenido por la investigacién cientifica, y en funcién del in- terés de determinados grupos sociales. A lo largo de estas piginas procuraremos demostrar como, en nuestros paises cubdesarrollados, [a transformacién revolucionaria del atrar fo y la dependencia pasa por la afirmacién espiritual y material de la condicién nacional, y es una meta en la que converge el interés no ya-de un grupo social determinado, Sino del conjunto de las clases y sectores de la comunidad. Mientras desarrollamos nuestra tarea de investigacién nos bligaremos a proceder con estricta imparcialidad, en el sentido de poner a un lado los propios intereses, deseos y pasiones que puedan viciar la objetividad del andlisis. No Fomos imparciales, empero, a la hora de la accién, cuan- do planteamos los acontecimientos y las tareas politicas desde la perspectiva nacional y popular, y tomamos abier- tamente el partido del Movimiento Nacional. La metodologia que aplicamos al estudio de muestra rea lidad nacional -y en funcién de la cual estructuramos nuestro trabajo politico, comienza por considerar Tos fe hiémenos en su desarrollo, como sucesos de cardcter histé- rico, vale decir, con un principio y un fin en el tiempo, vinculados a aquéllos que les precedieron y a tos que les continuarén, Los acontecimientos aislados silo se logran entender y explicar si se los conceptia como etapas de un Fl liberalismo y nuestra concepelén de la historia 13 desarrollo histérico, en el cual cada estadio prepara los su- puestos del que le seguird. Con esta dptica, la tarea funda- rental consiste en descubrir las leyes que gobieman la for- ma especifica de movimiento del proceso que se estudi y que permitirdn anticipar las tendencias de su evolucién, Esto, a su vez, presupone encontrar las conexiones y con. talons fandamondes de los foninens, 9 compen ler estructuras histd1 bmi ders erent Hs wricas y econdmicas en que se apo- No hace al objeto de estas piginas, sin embargo, abor- dar un ensayo metodolégico. Nuestro propésito sera, sim plemente, ilustrar el empleo del método desarrollando el anilisis de determinados casos concretos afrontados poli- ticamente por nuestro movimiento en Jos tiltimos afios. En el presente capitulo nos referiremos a algunos problemas de cardcter histérico, politico y cultural; en el siguiente, abordaremos el examen critico de nuestra estructura eco- némica. 2. El liberalismo, el revision , mismo y nuestra concepcidn in- tegradora de la historia. ms La primera presidencia de Yrigoyen, en 1916, sefiala el comienzo de la participacién orginica de las masas popu fares en el poder politico, Desde entonces, la erisis @ ae fueron conducidos los sucesivos intentos de aflansar en la conduccién del Estado a movimientos de esencia nacional y democritica pueden ser explicadas, en buena medida, como producto de la errada percepcién histérica por parte 14 Metodologta ‘de la invéstigacién de amplios sectores de. nuestra dirigencia politica y_ gre mial, En 1930, 1955 y 1962 se reiteraron extrafias y hete- rogéneas alianzas —donde participaban, entre otros, Tos tqrupos oligirquicos, al lado de casi todos Jos sectores de Ta fquierda— para enfrentar sucesivamente a Yrigoyen, a Berén y a nuestro gobierno. La mayor parte del naciona Iiamo de derecha compartié en los tres casos idéntica post cién opositora, parad6jicamente, respecto de movimientos politicos de indole profundamente nacionalista, Tal desen- cuentro de muchos dirigentes con el rumbo profundo por Gonde transcufzen las reivindicaciones populares puede Vieualizarse con mayor facilidad desde la perspectiva de tuna comprensién cabal de nuestro pasado, pues reproduce alineamientos que se suceden reiterativamente a lo largo dd las luchas por el afianzamiento de la nacionalidad. Por tan razén, considero oportuno trarscribir parcialmente al- guna reflexiones formuladas hace ya mis de diez affos en un curso de formacién politica, a propésito del proble- ina de la interpretaciOn cientifica de la historia, Dijimos entonces: “La historia no es una parcialidad, es una totalidad. No est hecha de acontecimientos aislados, de los cuales eler gimos arbitrariamente aquéllos que concuerdan con nues- ros anhelos para edificar sobre ellos una interpretacién parcial, Tal ha sido el error de las dos grandes escuelas histéricas argentinas: liberalismo y revisionismo. Amb: cayeron en lo que un historiador inglés Tlam6 “interpre: tacién demonfaca de la historia"; ella se constituiria de “buenos” y “malos". Mas que andlisis del proceso histé- rico, lo que hicieron fue condenar a utios y exaltar a otros liberalismo y nuestra concepcién de la historia 15 Para el liberalismo, nuestra historia nace y se desartolla en los marcos de un proceso alumbrado por el enciclope- dismo (0 iluminismo). Este pensamiento nos vendria des de afvera, de las fuentes ideoldgicas de la revolucién fran- cesa. Los. procesos internos, los acontecimientos especifi camente nacionales, nuestros, no serian otra cosa que 1e- sultados de influencias exteriores. Mayo-Caseros serian los eslabones fundamentales y inicos de nuestra historia; los ‘eros acontecimientos alo merecen condena y execracién, no pertenecen a ella, Las otras etapas vendrian a ser algo asi como injertos en nuestra historia, ajenos a ells serfan ademas, “anormalidades” de la historia, La labor de esta escuela ha consistido —y consiste ain— en elegi, como en un almicigo, aquellos momentos o acontecimientos que coinciden con su interpretacién parcial. ET revisionismo tiene como punto de pati la gran obra de José Antonio Saldias, continuada més tarde por Er resto Quesada, El valor de esta obra consist en sacar al periodo de Rosas del “ostracismo” a que lo condenara fa escuela liberal para proyectarlo como etapa constitutiva de nuestra historia, reivindicando su significado esencial mente nacional. Pero no lo destacé para anular las otras etapas ni para condenarlas, sino para mostrarlo como par- te integrante de todo el proceso. 7 Después de Saldias y Quesada hay un interregno duran- te el cual el liberalismo domina todo el campo histérico; Ja tendencia que antes iniciara Mitre se impone como la tunica interpretacién, La revisiéa aparece —y no casual mente— cuando llega Yrigoven al poder. La nueva escue- Ja hist6rica tuvo como uno Je sus exponentes ms brillan- 16 Metodologia de la investigacién tes a Diego Luis Molinari, quien en su ;Viva Ramired! reivindica el papel de los caudillos en la formacién nacior nal, La oposicién oligirquicotiberdl a Yrigoyen ubicé al gran caudillo nacionalista como ura prolongacién de Ro- sas, Como Yrigoyen representaba la ruptura de M conti: idad oligirquicoliberal, su antecedente no podia ser stro que Roces, Inconcientemente, el liberalismo introdu- cfa a Yrigoyen en la historia. : ‘Mas el revisionismo —que era y es, a la ver, una expre’ sién de una corriente nacionalista— no se propuso la tar ea que iniciaran Saldias, Quesada y Molinari; esto es, soldar los eslabones de nuestra historia, Para los revisionis tas, Rosas era un hito sin antecedentes ni continuidad; la historia anterior a Rosas era la de la declinacién de nues- tros valores nacionales; la posterior, era la derrota de la nacionalidad, El revisionismo se sransformé en rosismo. Realizé una fecunda labor de investigacién, bused y difun- di6 una gran documentacién, Sus propulsores cayeron en el error del liberalismo; como éste, en lugar de integrar las etapas de nuestra historia, las desintegraron, las aislaron. Para el revisionismo, el punto de partida de la nacionali- dad es Rosas, como para el liberalismo lo fue Rivadavia. Tenemos, asi, no una historia, sino dos, cada una con sus etapas particulares, separadas entre si, sin continuidad ni unidad. Cada una de las etapas de nuestra historia tiene su pro pio valor, y los acontecimientos particulares son resultar dos de un proceso anterior, resultado que engendra, a su vez, otros resultados. La anarquia fue un producto del ré- gimen directorial que hizo crisis en 1820; las luchas civir El liberalismo y nuestra concepcién de la historia 17 {es que estallaron con el fusilamiento de Dorrego fueron, a su vez, resultado de la imposicién del liberalismo unita- rio resistido por las provincias; a estas luchas civiles pusc fin la dictadura de Rosas, que obré como elemento de fusién de las fracciones y de las aspiraciones provinciales. Con su sistema de pactos provinciales y alianzas, con su resistencia a la agresién extranjera, con su tarifa aduanera, Rosas preparé la etapa subsiguiente, en la que la disper’ siGn encuentra soluci6n legal en la Constitucién de 1853, Quien intentara explicar la Constitucién de 1853 exclusi- vamente por el triunfo del liberalismo constitucional, cae~ ria en error, pues ella no se explica sin el Acuerdo de San Nicolis, obra de los caudillos, y sin la contribucién de las provincias, gobernadas entonces por los mismos que fueron sostén de Rosas. La antitesis de ayer se resuelve en la sin- tesis de hoy. Para ilegar a esta concepcién integradora, totalizadora de nuestra historia, es preciso que nos despojemos de lo que he llamado “anteojeras ideolégicas”. En otras pala- bras, es preciso que abordemos su estudio sin conceptos, sin criterios aprioristicos. Lo que ha sucedido con las dos corrientes historiograficas es que el historiador ha fabri- cado, a priori, unos esquemas o unos compartimientos, y luego ha ido introduciendo, paso a paso, las etapas o los personajes, Un ejemplo de antinomia politica fue el famoso lema “régimen y causa”, lanzado por Yrigoyen, Estas férmulas sintéticas han sido muy usadas en nuestra politica y tas mas de las veces resultaron altamente eficaces para alinear a las masas en las grandes corrientes populares, Pero seria 18 Metodologia de la. investigacién tun grave error utilizarlas como instrumiento de anilisis historiografico, ya que en este cao el historiador dejaria en un cono de sombra los aspectos positives de la accién de nuestras clases conservadoras y de sus hombres repre’ sentativos. Nuestro método, en cambio, consiste en descubrir las leyes, vale decir, las tendencias generales con arreglo a las cuales se desenvuelve el proceso histérico en su totalidad. Estas tendencias generales, estas leyes, no se inventan, no se fabrican por nuestra voluntad ni obedecen a la subje- tividad del historiador. Aparecen objetivamente. Nuestro método consiste en descubrirlas y revelarlas a la compren- sin general. En iltima instancia, la ley que rige el proce: ‘0 histdrico es un nexo o una relacién entre los distintos ‘acontecimientos, aunque tio entre todos los acontecimien- tos. Hay que distinguir lo secundario de lo principal, lo ac cesorio de lo esencial, lo anecdético de lo histérico. Una etapa de la historia no puede ser juzgada por una anécdota; Jos historiadores de la “pequefia historia” discuten hoy si realmente Napoledn cruz6 0 no el puente de Arcola. Pero el hecho no puede alterar la trasvendencia historica de la batalla. Rosas no puede ser juzgado con el método de algu- nos historiadores nuestros, que se han dedicado a acumu- lar detalles y anécdotas de su vida, 0 con el rasero de aquel historiador autor. de Rosas en pantuflas. Nuestra tarea consiste en tomar en cuenta lo esencial de cada etapa histérica, 'Al distinguir lo esencial de lo accesorio, estamos en EL liberalismo y nuestra concepcién de la historia 19 condiciones de juzgar los acontecimientos, las etapas y los hombres que forman el proceso histérico. Por ejemplo, {Qué es lo esencial en el peronismo? Es el despertar de la conciencia nacional de las masas, el mejoramiento de sus condiciones de vida y de trabajo, su organizacién, su par- ticipacién en el gobierno de la cosa priblica, en resumen, l afloramiento del elemento social en el nacionalismo po- pular. La critica debe recaer entonces también en lo esen- cial de sus debilidades; en su incapacidad de echar las bases materiales, econdmicas, que cimentaran sélidamente aquellas conquistas sociales. Tal es el juicio objetivo, des apasionado, que merece el peronismo. Con este método, podemos definir, en pocas palabras, la tendencia general, {a ley que rige la evolucién de nues- tra comunidad nacional. Ella nos muestra —por debajo de las luchas ms enconadas— una tendencia hacia la sintesis, hacia la unidad nacional. Pero no una unidad na- cional formal, constituida por la simple suma de las re giones geograficas, sino una unidad constitufda por todos los factores de la nacionalidad: politicos, espirituales, so- ciales, econdmicos, integrados arménicamente. Pero esta tendencia no se desarrolla sin contradicciones; por el con- trario, desde su nacimiento tropezd —y tropezar4 atin— con grandes obsticulos. Tenemos, pues, una tendencia hacia Ja sintesis nacional y una tendencia hacia la disgre- gacién nacional. Esta, tendencia hacia la disgregacién se ha proyectado, en nuestra historia, a veces, en tentativas de fraccionamiento nacional, territorial; otras veces, cor mo imposicién de una clase social sobre todas las otras clases y sectores, Si reducimos estas dos grandes tendencias 20 Metodologia de ta investigacién ‘a sus expresiones politicas, nos hallamos, por una parte, con un movimiento de esencia nacional, que lucha por la sintesis, por la unidad, traducida en 1a constitucién del Estado Nacional; por otra parte, con un movimiento de esencia antinacional, que representa a una clase, a una fraccién de la nacionalidad, a unos intereses bien deter- minados. Cuando por la fuerza de los acontecimientos acepta la constitucién del Estado Nacional, lo acepta co- mo un Estado para si, para sus intereses. Estamos definiendo, politicamente, el contraste entre el movimiento nacional y popular mayoritario y la accién de las minorias que se nutren del atraso y la dependencia. El primero tiene su base en los sectores ¢ instituciones que miren hacia adentro, hacia el pais, hacia la totalidad de su realidad geogrdfica, econémica, politica, social, cultu- ral. Las segundas miran hacia el exterior, ligadas a intere- ses extranjeros, Los sectores nacionales estdn vinculados ala creciente expansién del mercado interno, de las fuer- zas productivas del pais, en el agro y en la industria, Las ‘minorias reaccionarias pretenden perpetuar la vieja rela- cién agro importadora que beneficia a los monopolios in- temos y extemos que estrangulan a nuestros productores de campo y traban el desarrollo de la industria nacional al importar lo que. podemos producir nosotros, con nues- tros propios recursos y con mano de obra y profesionales afincados en nuestra tierra” (2). (2) Introducctén a los problemas aacionales, Ediciones C.E.N., pig. 43. La cultura y la construceién de la Nacién 21 3. La cultura y la construccién de la Nacién, Una constante histérica de las luchas populares ha sido, desde la Independencia hasta el presente, el objetivo de afirmar y enriquecer nuestra condicién nacional. El cum- plimiento de esta meta ha planteado y plantea arduos pro- blemas politicos, tanto por la magnitud de los enemigos que es necesario enfrentar como por fa complejidad in’ trinseca del designio. En relacién a los primeros, los lazos de sujecién al sistema imperialista mundial —que exami- naremos con mayor precisién en el capitulo siguiente— tienden a robustecerse en la medida en que se concentra la economia myndial y se generaliza su estructura monopé- lica. El segundo aspecto —la indole compleja de la em- presa— resulta del concepto mismo de nacionalidad, que Presupone autodeterminacién en la base material que sus tenta a la comunidad nacional, pero presume, asimismo, Ja existencia de un propio acervo cultural y espiritual, definido nacionalmente y enriquecido y multiplicado se. gin pautas de un proyecto nacional y, por tanto, no me- nos autodeterminado, El problema de la definicién de una politica cultural y de su ubicacién dentro de una estrategia general de desa- roll nacional es otro campo fértil y poco transitado para al ejercicio de los instrumentos metodolégicos esbozados inicialmente. Una imputacién a veces formulada al desarrollismo, no Por infundada menos repetida, es la de enrolarlo en una 22 Metodotogia de la. investigacién suerte de grosero materialismo, unilageralmente preocu- pado por el tema econémico y presuntamente desintere- sado por los aspectos culturales y espirituales de la pro- blemética nacional. La consideracin de esta caracteriza- cién apécrifa nos lleva a examinar la relacién entre desar rrollo econémico y desarrollo cultural, y a precisar el con- cepto de cultura y de sus distintas manifestaciones concre- tas, materiales y espirituales. En un pais subdesarrollado, como Io es la Argentina, existe una primera prioridad para el movimiento popular revolucionario, que es la de romper los nexos de domina- cién que atan al factor externo y consolidar un mecanisme nacional de decisiones. Aquella dominacién se ejercita en todos los érdenes de la actividad social lo econdmico, lo politico, lo cultural, lo militer, lo internacional— pero inicial y esencialmente tiene objetivos econémicos, se ejer- ce en el Ambito de In produccién y del cambio, y su resul- tado final es el transvasamiento no retribuido de rique- za rracional hacia el exterior. Como veremos mas adelante, Jas demas formas que asume le dependencia del subdesa- rrollo se agregan a este mecanismo, lo perfeccionan y estan condicionadas por él. Es por esta razén que el desarrollo econémico autodeterminado comienza por ser el punto de partida de todo desarrollo national independiente, pues implica la ruptura del vinculo central de la relacién neo" colonial, En este sentido politico el desarrollo econémico es, indudablemente, el camino donde empalman las demas formas de desenvolvimiento de las potencialidades co munitarias y, en primer término, las posibilidades de un potente desarrollo cultural propio. Ea otras palabras, que La cultura y la construcctén de la Nacién 23, el prerrequisito del florecimiento de formas nacionales de cultura es el ejercicio de una parte decisiva del poder po- Iitico por parte del Movimiento Nacional, la primera de cuyas tareas es la transformacién liberadora de la estruc- tura econdmica subdesarrollada, Todo lo anterior no sig: nifica que un movimiento nacional revolucionario no deba plantearse desde el primer momento precisos y ambiciosos abjetivos de politica culeural, El desarrollo econdmico re- sultaré en condiciones materiales que estimulardn la crea cidn intelectual y la extensién y elevacién de la ensefianza, Jo cual, a su vez, dinamizard el proceso de construccién. de la base material de la nacionalidad y afianzard la con- dicidn de nacién, Este tltimo es un concepto complejo y totalizador, que arranca del legado de la historia y se ex presa y es expresado en las miltiples manifestaciones del genio y el sentir de sus hombres; que es mucho més que tuna economia integrada, pero que debe apoyarse en ella. Ambos procesos —desarrollo econémico y desarrollo cul tural— son complementarios, simulténeos y se influyen reciprocamente, Histéricamente, el crecimiento cientifico, téenico y cultural ha sido resultado y causa del crecimiento econémico, No existe, por otra parte, posibilidad alguna de demo- crarizar el acceso a la cultura sino sobre la base de la mul- tiplicacin de las fuerzas productivas sociales, Sélo Tas co- munidades industralizadas y poderosas —capitalistas o socialistas— producen excedentes considerables para des- tinar a los servicios educatives y culturales, subvencionar Ja creacién artistica e intelectual, promover oon criterio social los-medios masivos de comunicacién, crear y man- 24 — Metodologia de la investigaciin tener museos, bibliotecas, centros académicos y de inves: tigacién, La cultura de masas, y extendida a todos los rin- cones de la geografia nacional, aparece como posibilidad concreta a partir del desarrollo econémico. Una contribucién a la incomprensién del problema de Ja cultura nacional proviene de la confusién vulgar que asimila el concepto de cultura a lo que son sélo algunas de sus objetivaciones superiores, como la plastica, la lite- ratura o la musica, Esta aceptaciéa superficial y trivial deja fuera del concepto de cultura no slo Jos modos ma- teriales de vida de un pueblo, como la vivienda, la alimen- tacién, el vestido, y las formas de trabajar y producir —desde las artesanias populares tradicionales a la con- cepcién y realizacién de los modernos procesos industria les— sino que también excluye con frecuencia los modos particulares de relacién social, d> conocimiento 0 de acti- vvidad espiritual, como son las formas de ocio, de organiza- cién profesional, de lucha bélica, de accién politica, de instruceién, de investigacin cientifica o de fe religiosa La contribucién filoséfica del idealismo aleman y el aporte flctico de la antropologia y la sociologia han concurrido —entre otras fuentes— a la elaboracién del concepto mo demo e integrador de “cultura”, que se entiende como la accién del hombre sobre la naturaleza y sobre si mismo, modificdndose y modificando su contexto exterior con los instrumentos de que dispone en un dmbito y un medio dar dos. Al limitar la cultura a aquella versién parcial e insu ficiente de lo que se cree “mundo espiritual”, se adquiere tuna visiGn incompleta y falsa de lo que es y puede ser In actividad humana y se margina la importancia que poseen El problema agrorio 25 fas condiciones materiales objetivas para el desenvolvimien- to cultural. 4, El problema agrario. Lemas como “expropiacién y divisién de los latifun- dios”, “a tierra no debe ser un bien de renta”, “la tierra para quien la trabaja”, “division de la tierra en unidades econémicas familiares”, “la propiedad de la tierra eleva ia productividad y asegura estabilidad al campesino”, y otros de ese estilo, vienen siendo agitados en Ia arena poli tica argentina desde hace mis de medio siglo por socialis- tas, comunistas, demoprogresistas, radicales y honestos agraristas sin filiacién partidaria. Sus tesis, que presentan sélo diferencias de matiz podrian resumirse asi: a) el pro- blema agrario y, mas especificamente, la tenencia de la tierra por la oligarquia terrateniente, es el elemento fun- damental del problema econdmico argentino; b) es nece- sario expropiar las grandes explotaciones, dividirlas y en- tregar las fracciones en propiedad a pequefios propietarios, ex arrendatatios, u obreras; c) en tal reparto conviene fa vorecer las explotaciones familiares; d) las consecuencias de la ejecucién de los puntos anteriores serin la elevacién de la productividad y tecnificacién de los predios, y la estabilidad de la familia campesina. Desde el punto de vista de la critica metodolégica el anilisis de esta posicién es dil, precisamente, por su indo- le globalmente anticientifica. Como veremos, ésta resulta, en primer término, de un relevamiento incorrecto de la 26 Metodologia de ta investigacién realidad de los hechos, viciado por el prejuicio ideolégico; asimismo, de la consideracién aislada de una parte —el pro- biema agrario— fuera del contexto del todo —el subde- sarrollo argentino— que contiene a aquélla y 1a condicio- na; por tiltimo, de la ausencia de criterio histérico en Ia conceptualizacién del tema investigado que, de aplicarse, revelaria entre otras cosas el paralelismo, la simultaneidad y la relacién causal entre la crisis de Ja estructura econd- mica dependiente y la crisis del sector agrario. El agro argentino exhibe caracteristicas distintivas muy singulares dentro del Ambito latinoamericano, que se ad- vierten ya en las primeras etapas de su evolucién como sec- tor productivo. La produccién de cueros, tasajo y_sebo, posteriormente lanas, més tarde carnes ovinas y luego var sunas y, finalmente, la incorpozacién de la agricultura de cereales y oleaginosas, fueron estadios tipicamente mer- cantiles, en los que el objetivo econémico fue, sin excep cién, la produccién para el mercado, internacional 0 in- terno, Nunca existid, con dimensién perceptible, la peque- a produccién campesina de subsistencia precapitalista que, en cambio, es la forma de vida de extensos estratos de poblacién en otros paises latinoamericanos, como Boli via, Pert o México. En nuestro pais no existieron tampoco las formas sociales de produccién que, como el inquilinato en Chile, el peonaje en México, el pongueaje o el colonato en Bolivia, son supervivencias de relaciones semiserviles, propias del pasado feudal y heredadas de a colonia, que implican la obligacién de prestaciones de trabajo personal 0 del pago de la renta en trabajo. Por el contrario, las rela ciones de trabajo fueron relaciones tipicamente capitalistas El problema agrario 27 en las que el obrero rural es libre para contratar su fuerza de trabajo, percibe por esto un salario pagado por un em- presario capitalista, y no se encuentra sujeto o atado at predio en que trabaja por nexos tradicionales de status, sino vinculado por aquella relacién contractual rescindible. Por tiltimo, en el Rio de la Plata la oferta y demanda de tierras en venta o alquiler se ejercié libremente, sin impedi- mentos de tipo precapitalista y, en el caso de arriendo, me- Giante el pago no de una renta en trabajo, sino de una renta capitalista, 0 arrendamiento, en dinero o en especie. Las explotaciones agropecuarias argentinas son, ademis, extensivas, considerablemente mecanizadas y_tecnificadas —si no en relacién al nivel de los paises industrializados, si respecto ala mayor parte de América Latina— y hacen un empleo generalizado de mano de obra asalariada. Es de hacer notar, por iltimo, que desde la década del 40 hasta el presente ha ocurrido una continua y espontinea dismi- nucién del nimero de explotaciones cedidas en arrenda- miento y de la superficie trabajada segin ese régimen, y el correlative aumento de los establecimientos ocupados por sus dueiios, al punto que en la Pampa Himeda mis de las ocho décimas partes de los predios son hoy explotados por propietarios. En nuestro medio no se dan, por tanto, lis condiciones que impulsaron los movimientos agraristas y las reformas agrarias en las naciones en que estos tuvieron desarrollo. Tales condiciones aparecen en paises atrasados y predominantemente campesinos en los que es necesario li- berar a la economia rural —la tierra y el productor di- recto— de relaciones sociales arcaicas y semifeudales, que obstaculizan el avance y la generalizacién de las empresas 28 Metedologia de 1a, investigacion capitalistas privadas en Ia produccién agraria. Sobre esas motivaciones se suelen superponer otras de orden politico, ‘como es, en el caso de la revolucién peruana, la necesidad de incorporar al proceso revolucionario a grandes masas indigenas hasta hoy marginadas de la civilizacién, y para Jo cual la reforma agraria es una bandera efectiva. Nuestro sector agrario, integrado por empresas capita listas, extensivo y considerablemente tecnificado, experi menta desde fines del siglo pasado alternativas de pro- duccién que nada tiene que ver con el régimen de tenencia de la tierra y si, en cambio, con lo que ocurre en el con- junto de nuestro sistema econdmico. El campo argentino fue prospero y expansivo mientras nuestra ubicacién en el esquema de divisién internacional del trabajo asegurd in- gresos de exportacidn suficientes para sostener el resto de la actividad econémica, Cuando aquel sistema entra en cri- sis, como luego veremos en mds detalle, el conjunto. de la economia comienza a distanciarse rdpidamente de los nive> les a que va accediendo el mundo industrializado, y lo propio ocurre con el sector agrario. La oportunidad en que ocurre esta inversién del previo proceso ascendente puede ubicarse esquematicamente en la crisis mundial del 30, Los niveles de produccién agropecuzria global y de producti vidad por hectarea estin hoy pricticamente congelados al nivel alcanzado hace tres o cuatro décadas atras y, curio- samente, ese deterioro se corresponde con la ya anotada progresiva disminucién de los arrendamientos. A la inver- sa, en las primeras tres décadas del siglo, durante las cua’ les el volumen del producto agropecuario se triplica, se registra un permanente aumento de la superficie y el nti- EL problema agrario 29 mero de explotaciones arrendadas, Este y otros datos de la realidad se contradicen notoriamente con las tesis de nuestros reformistas respecto de las presuntas virtudes de Ja tenencia de Ja tierra en propiedad como régimen apto para incentivar la tecnificacién y elevar los rendimientos, Los hechos consignados no prueban tampoco lo contrario. Significan, simplemente, que régimen de tenencia y pro- ductividad son dos variables que no guardan relacién di- recta entre si y responden a causales diversas. En un agro organizado segin formas de produccién capitalista, como el que aqui se examina, hay mds tecnificacién y producti- vidad cuando aumenta la inversién, y esta crece cuando los mdrgenes de ganancia empresaria son sostenidamente convenientes, Esto tiene una validez universal cualquiera sea el tamatio de las explotaciones y la forma de tenencia; es el nivel del beneficio el que tendencialmente determina la actitud, inversora del gran hacendado como del peque- fio chararero arrendatario. Tanto el anilisis micro-econé- mico —a nivel de empresas individuales— como el macro econémico— que considera globalmente al sector —coin- ciden en demostrar que esa tasa de ganancia ha sido histé- ricamente insuficiente, nula 0, incluso, negativa, lo que explica la congelacién del crecimiento y la recurrencia de periodos de notoria desinversion. En tal contexto, obtener Ja tierra en propiedad, cualquiera sea el tamaio del predio, tiene el tinico y evidente significado econémico de una es peculacién inmobiliaria, ademés de representar, en espe- cial para el pequefio productor, una suerte de seguro frente a los resultados frecuentemente perdidosos de su actividad empresaria. Las causas determinantes de tal distorsién eco- 30 Metodologia dela investigacién némica serin analizadas posteriormente. “A los fines de esta discusion metodolégica basta con agregar que la pre- conizada expropiacién de los grandes predios y su distri- bucién entre varios propietarios mis pequefios, segin lo postula nuestro reformismo agrario, no significaria modi ficacién de los factores capaces de incentivar efectivamen- te la tendencia a invertir y, por consiguiente, no arrojaria resultado alguno en los indices de productividad. Ta idea de que la propiedad del predio asegura la estar bilidad de la familia campesina, otro frecuente apotegma reformista, es igualmente contradicha por los hechos. El éxodo rural, 0 transferencia de poblacién del, campo a las ciudades, es un fendmeno social caracteristico del mundo modemno y que responde a fuerzas incontrastables. Ha te nnido lugar intensamente tanto en paises cuya tierra es ex plotada preferentemente por prop.etarios, como Francia 0 Espafia, como en aquellos donde 2s alta la proporcién de arrendatarios, como Inglaterra. En Estados Unidos, unos y otros han sufrido Ia influencia de esta transferencia de- mogrifica, En nuestro pais es conocida la elevada cantidad de pequefios propietarios que har. emigrado a los centros urbanos desde las provincias pobres. La auténtica estabi- Tidad del productor es un objetivo que depende de que éste desenvuelva su actividad en condiciones que lo promuevan socialmente, es decir, en las que logre elevar su nivel de ingreso y en las que el medio en que vive se transforme para que él y su familia puedan ser participes del ascenso social en materia de cultura, esparcimiento, informacién confort, Por otra parte, el objetivo social no puede ser impedir el éxodo rural, inevitablemente asociado al prov El problema agrario 31 greso industrial y a la consiguiente mayor demanda de mar no de obta para los servicios y las fabricas, sino lograr que tenga Iugar de modo que: a) la ciudad devuelva al campo en forma de respaldo industrial y tecnolégico lo necesario para aumentar la productividad por hectérea y por hom- bre ocupado, a fin de incrementar a oferta global del sector (la Argentina es uno de los pocos paises donde un intenso"xodo rural no se vio correspondido por un au- mento de produccién agropecuaria); b) los centros urba- nos estén en condiciones de recibir a los nuevos contingen- tes laborales sin que éstos tengan que sufrir las situaciones de desarraigo, hacinamiento y marginacién social verifi- cables en nuestros cinturones industriales, La reivindicacién del trabajo familiar como desideratum dle progreso social es otro enunciado reformista que corres ponde a un agro ideal e inexistente y posee una connota- cién abiertamente reaccionaria. Proponer que el niicleo familiar sustituya la contratacién de trabajo asalariado equivale a promover la explotacién del trabajo de las-mu- jeres, los niiios y los ancianos, esto es, las formas social: mente mds retrégradas de produccién, y conspira contra todos los objetivos sociales y culturales de uma comunidad moderna. Desde el punto de vista econdmico, el trabajo familiar es un obstdculo para el incremento de la inversién y la tecnificacién, que tienden a ser reemplazadas por una mayor auto-explotacién del titular del predio y su familia; se interpone, ademés, al crecimiento y organizacién sin: dical de un proletariado rural consciente de sus derechos y en condicién de imponerlos. Asi las cosas, la propuesta expropiacién de la propiedad 82 Metedologia de la investigacién territorial puede asumir dos formas: Hevarse a cabo in Gemnizando a los propietarios de la cierra por el valor ver hal de ésta, 0 hacerlo mediante cualquiera de las variantes confiscatorias mis o menos dristicas. En el primer caso, el expropiado recibe de'una vez, el monto que de otro modo habria percibido a través de muchos afios de arrendamien to y realiza un pinglie negocio a expensas del conjunto de fa comunidad, que es la que debe financiar esta estéril conversién de un terrateniente grande en varios pequefios. La segunda variante es atentatoria contra los objetivos del Movimiento Nacional, tanto porque enajenaria a éste ta solidaridad politica de vastos sectores de clase media, que tenderian a alinearse en defensa del orden juridico tras trocado, cuando por lo que esta vulneracién del estado de Gerecho significa como agravio las posibilidades de in- crementar la inversin y encauzar el desarrollo. Y cuando la propuesta expropiatoria se refiee a grandes estableci- mientos organizados empresarialmente, “dividir esas gran- des empresas en pequetias propiedades agricolas es lo mis ‘mo que dividir una gran fdbrica modema en wn montén de pequefios talleres”, tal como lo formulé el general Pern en su discurso del Teatro Colén, en 1953, al referirse a la demagogia extremista sobre el tema agrario. Hemos abordado esta sucinta critica de las tesis del re- formismo agrario argentino con el objeto de demostrar, en primer lugar, que ni la productividad de la tierra agricola, hii al ascenso social de la poblacién rural, ni los objetives politicos generales del Movimiento Nacional tienen que ver con el problema juridico de la tenencia de la tierra y de la transferencia de su propiedad, y que se vinculan, en EL problema agrario 33 cambio, con la creacién de condiciones econdmicas qua promuevan la inversién de capitales en el sector. Lo tual, a su vez, es funcién de la transformacién de nuestra estruc- tura econémica dependiente del factor externo en una ecor nomia industrial autodeterminada, Cuando nuestros quierdistas vernéculos hacen del problema agrario el centro de gravedad de a problemitica politica coinciden, una vez més, con el pensamiento conservador, que visualiza ja crisis argentina a través de una nostilgica reminiscencia del pais de las primeras décadas del siglo y propone como objetivo econémico nacional volver a ser un importante exportador de productos primarios. Por nuestra parte, afir- mamos que Ja crisis agraria es solo un capftulo de la crisis general del subdesarrollo argentino y, como tal, no reco- noce soluciones sectoriales fuera del marco de la lucha por el desarrollo nacional. La meta econémica inicial de esta lucha es la construccién de la industria pesada y la inte gracién de un dindmico mercado interno que abarque todo el Ambito territorial mediante la fluida intercomunicacién de las regiones y la promocién industrial del interior. Para el sector agrario, las implicaciones de esa politica econémica —sobre las que volveremos en los dos capitu- Jos siguientes— se relacionan con: 1) el ascenso de los salarios de los obreros rurales, el incremento de las ganan- cias del empresariado agropecuario, la reinversién en el sector de una parte creciente de tales ganancias y la por sibilidad de aportes de capital piblico para obras de infra- estructura rural; 2) la existencia de un mercado interno solvente, capaz de pagar por los productos agropecuarios ‘un precio homogéneo con los reales costos de produccién 34 Metodologia de la investigacién y que permita la capitalizacién de las empresas rurales; el crecimiento de ese mercado interno significaré una meno: importancia porcentual de las exportaciones respecto de la oferta agropecuaria global, sin perjuicio de que aquellas aumentarin en valor absoluto; tal disminucién relativa reducira también la vulnerabilidad del sector frente a al ternativas incontrolables del mercado exterior; 3) 1a ap- titud de satisfacer con produccién locel toda la demanda de insumos de origen industrial, maquinaria y tecnologia originada en las explotaciones, a los cuales no se estaria en condiciones de importar por impedimentos de balanzo de pagos; 4) la posibilidad de negociar los saldos exportar bles desde una posicién de fuerza que permitira eludir la accién depresora que ejerce el sistema monopélico sobre Jos precios de exportacién; aquella superior capacidad nev gociadora resultari en primer término, de no estar peren: toriamente obligados a vender para comprar productos intermedios, como aceré, combustibles 0 quimicos, sin loz cuales se paralizatia la industria y que se fabricaran en el pais; en segundo lugar, por lx positilidad de ofrecer a las naciones compradoras condiciones de reciprocidad res- pecto a sus exportaciones, a partir de que existiré un mer ‘ado interno con una dindmica y solvente aptitud de con- sumo que lo capacitaré para adquirirlas; finalmente, por gue una economia que se desarrolla esta en condiciones de transferir parte del ingreso nacional a su sector de me- nor productividad relativa, que"es el campo, entre otros procedimientos, por via de la subvencién y promocién comercial de las ventas externas, expediente al que, dicho sea de paso, recurren todas las naciones industrializadas. El federalismo y ta integracién nacional 35 7 ; + El federalismo y la integracién nacional de las regiones Unir en una sola geografia econémica y social las regio- tres que integran el pais, y que permanecen aisladas y po tergadas como consecuencia del molde semicclonial que le fue impuesto histéricamente a nuestro desenvolvimien- t0,-¢8 uno de los objetivos fundamentales del programa de construcciSn de una Nacién modema y poderost’ Cony. rren a ello, en primer término, razones de solidaridad nav cional, que nacen en una historia de luchas compartidas en pos del comin ideal unificador; asimismo, la necesidad de preservar y afirmar la soberania del Estado nacional sobre la integridad de su ambito territorial; por ultimo, con no menos urgencia, porque es menester utilizar ‘en beneficio de los 25 millones de argentinos la enorme po- tencialidad econémica dormida en el interior de a vasta geograffa inexplotada. Esto ultimo se vincula a s6lo con una disponibilidad de recursos naturales que st " uno de los acervos nacionales mas ricos del slaneta a uitilizado en proporcién minima, sino también con la exe tencia de un mercado interno potencial no menos desapro vechado: fuera de los 300 kilémetros que rodean el a de Buenos Aires se extiende el 95 por ciento del territorio continental, poblado con el 50 por ciento de los habitantes, ue integran un mercado deprimido que consume sélo 20 por ciento de la energia generada en el pais, EI proceso que lleva a la situacién arriba sefalada es di larga data. Durante las épocas de la colonia, la ind ’ dencia y la organizacién nacional, las actividades arean 36 Metodologia de la incestigacién. jentes industrias del interior fueron factor seen de las individualidades provinciales y res paldo de su influencia. La accién del capitalismo Petco el Rio de la Plata redujo el mapa econémico a la zona productora de cares, lanas, cugros y granos, depends del intercambio con las manufacturas del Inpsri, y bart con la competencia que a ese comersio sgificaban tas producciones regionales no pastoriles. Las poblacions interior se empobrecieron, lnguidsieron sus. tradicones culturales y se generé una ininterrumpida comets de mi gracién interna hasta el litoral portuario. Lo fun etal dela actividad fabri se radicé alrededor del puerto metropor litano y ef sistema de transporte se organixé en : del intercambio de Buenos Aires con las zonas aor cuaias tradicionales. Hubo, asi dos Argentinas: una p quefia en superficie territorial pero rica y cosmep i 2 otra, la de Tas regiones del interior, empobrecida. y pro” gresivamente despoblada, Ante esta realidad cepinlaron en fos hechos Jas autonomias provnciles, rebasdas por una estrechez que obligaba a vivir del subsidio naci y al federalismo se redujo a wna apariencia institucional Sin verdadero significado concreto, Bate exquems sobre vive hasta hoy, més alla del crecimiento de cxnton indy trials como Cérdoba, Cuyo o Tucumnén, segin Jo rele, centre otras cosas, la invariable direccién de los movimie: tos demogrificos internos hacia el polo POT. aw El camino para revertir esta deformaciéa ra es aquel que lleva a desarticular el Estado Nacion a tun intento de fortalecer los poderes provinciales. tp puesta es, en realidad, una expresién de provincialismo El federalismo y la integracién nacional 37 trasnochado que se sitda muy por detris del auténtico federalismo por el que combatieron los caudillos durante todo el siglo pasado, cuya defensa de las autonomias provin- ciales no perdia de vista el compartido ideal de la unién na- cional. De la fuerza y cohesién que posea el Estado nacional depende hoy la posibilidad concreta de revitalizar e imtegrar el interior marginado. Sdlo a través del fortalecimiento del poder central, expresién del interés de toda la Nacién, bodremos enfrentar con éxito el poder del monopolio que, én caso contrario, logrard. preservar la estructura depen: diente en la cual, precisamente, se origina la actual pose tergacién y falta de integracién de las regiones. A la fuer” za del imperialismo no puede oponerse la fuerza de los estados provinciales, sino la de toda la Nacién que es, Por otra parte, mucho mayor que la simple adicién de aguéllos, ya que constituye su sintesis en un plano histé- ricamente superior. La solucién no se encuentra tampoco en la utopia igua- litaria de empobrecer el litoral portuario y trasladar su riqueza al interior. Por el contrario, se trata de reprodu- cir en todo el Ambito territorial la potencia econdmica acumulada en Buenos Aires, para lo cual es necesario no debilitar sino consolidar econémica y politicamente el Es: tado nacional. Este, conduciendo una politica de desa- rrollo integral, y apoyado en ella, estara en condiciones de fortalecer las individualidades provinciales y satisfacer los requisitos concretos'para homogeneizar en todo el te- rritorio formas de vida propias de la moderna civilizacion industrial. Aquellos requisitos son, basicamente: creacién de un sistema de transporte y comunicaciones que vincule 98 Métodologia de la investigacién eficazmente las regiones entre si y con la zona litoral; una politica energética que anticipe el pais integrado que que- remos, en lugar de una que acompafia —y por ende pro- fundiza— la distorsién geoeconémica del pais actual; apro~ vechamiento integral de los recursos naturales y su proce- samiento industrial en las zonas-de produccién; una poli- tica descentralizadora de radicaciones industriales y, en especial, de las industrias pesadas; estimulo a la industria- lizacién local de la produccién agropecuaria. En el curso de este proceso, adquiriré realidad el ideal federalista, del que hoy sdlo quedan la evocacién nostal- gica y una formalidad juridico-institucional carente de contenido politico, econémico y cultural. Carituto ID LA TRANSFORMACION DE LA ESTRUCTURA DEPENDIENTE 1. gLa Argentina es un pais subdesarrollado? Cuando, hace ya casi dos décadas, nuestro movimiento realiz6 la primera exposicién orginica sobre la teoria y la practica de la lucha por el desarrollo nacional, debimos hacer frente a una ola de objeciones y criticas. Aquellas ‘ideas, que configuraron el fundamento de la exitosa expe Tiencia frentista de 1958 y del programa que orientd las realizaciones de los cuatro afios de nuestro gobierno, fueron combatidas con los argumentos mis dispares y contradicto- tios, y del mas diverso color politico (antidesarrollismo que, dicho sea de paso, es una muestra de la caracteristica alic, nacidn ideolégica de vastos sectores dirigentes, frecuente en el subdesarrollo). Buena parte de esas criticas comen- zaba por no admitir el cardcter estructural de la crisis argentina que nuestro anilisis exponia o, lo que es lo mis mo, insistia —técita o explicitamente— en negar que la Argentina pudiera ser inclufda entre los paises subdesa- rrollados. Si sobre este punto la polémica ha podido sub. sistir hasta hoy, es evidente que lo que se debate no es una preocupacién académica o un prurito. seméntico, En efecto, sila Argentina fuera, como afirman nuestros ad- versarios, una nacién “insuficientemente desarrollada” o “en desarrollo“ o “en vias de desarrollo”, el remedio a sus males consistiria en mejorar, afianzar y desenvolver las ca, racteristicas actuales de produccién y de cambio, Es decir, se trataria s6lo de expandir y darle impulso a una estructura onsiderada bisicamente correcta. Si, por el contratio y 42 “Transformacién de la estructura dependiente como afirmamos, el pais comparte con otros tan diversos como pueden ser la India, Haiti, Brasil o Vietnam la con dicién del subdesarrollo econdmico, lo que se impone co- mo Unica solucién, lejos de intentar paliativos a una si tuacién deficitaria en su misma esencia, es su transforma- cin revolucionaria, poniendo de pie lo que esti cabeza abajo, rompiendo los canales de dominacién por los que se transfiere al exterior el resultado del trabajo de nues- tros compatriotas, y manumitiendo a Ia Nacién de una supeditacién que no es slo econémica, sino también so- cial, politica, internacional y cultural. “Por eso no es una cuestién académica ni sentimental detidir si somos 0 no subdesarrollados. De esta decision tedrica emana toda la politica préctica del crecimiento eco- némico, 0 sea la diferencia entre el conformismo ¥ la ilu sign que nos predican los partidarios del «statu quo» la actitud critica, combatiente y realista de quienes com prendemos cabalmente la urgencia y la profundidad de la politica que hay que seguir para liberarnos del atvaso y la dependencia” (*). Estos cambios radicales comienzan por lo que umiversalmente se prescribe a todas las comu- nidades subdesarrolladas: la industrializacién integral, par- tiendo de la base de la creacién de la industria pesada, Desaforturadamente para el pais, la cruda vigencia de la ley econémica hace cada vez mis insostenible no carac- terizar la situacién argentina como una tipica crisis de subdesarrollo. No somos ya, desde hace afios, la primera (2) Estrategia y Téctica det Movimiento Nacional, Editorial Desa- rrollo, 1964, pig. 158. Desarrollo y subdesarrollo 43 nacién de América Latina, y la doble realidad de nuestro ancamiento y el expansivo avance del mundo desarro- Tiado alarga dia a dia la distancia que nos separa de las modernas civilizaciones industriales. Pero es quizd la im- plicacién social de aquella crisis la que expresa con mas contundencia su verdadero carécter, El retroceso social, reflejado en Jos indices de morcalidad infantil, desnutri- cién generalizada, cescenso de la ingesta de proteinas y calorfas, incidencia de enfermedades endémicas propias del subconsumo, analfabetismo, desercién escolar, déficit ha- bitacional, promiscuidad, trabajo infantil, desproteccién de la vejez, y tantos otros, es draméticamente manifiesto en relacién al nivel actual alcanzade por los paises industria- lizados y, con frecuencia, también respecto a las propias es- tadisticas argentinas de algunos lustros atras. Y fue, preci samente, la existencia de condiciones sociales equiparables a las de muchas naciones desartolladas el argumento mis socorrido por parte de quienes, negando que fuéramos sub- desartollados, negaban la necesidad de transformar una estructura econémica subordinada al factor externo y ca rente del dinamismo capaz de dar respuesta a las exigen- cias comunitarias. 2. Desarrollo y subdesarrollo, dos polos contradictorios ¢ integrados. Antes de proseguir el examen de las particularidades del subdesarrollo de América Latina y en especial, de nuestro pais, es necesario ahondar brevemente el anilisis 44 Transformacion de la estructura dependionte dk este fenémeno a escala mundial, en cuanto a su géne- Sis Su crisis, sus carncteristicas actuales y alas fuerzas sociales que gravitan en el sentido de su superacién defi- Esta divisiin de la humanidad en dos grandes areas pode ecant© de Ja actividad industrial y por tanto det Desarrollo y subdesarrollo 45 tegorias de vigencia general, que ocurren tanto en el came PO capitalista como en el socialista. > Durante las wltimas tres décadas de Posguerra se de- trumbé definitivamente el viejo orden colonial de las po- tencias imperialistas, ante el auge irreprimible de los mo- vimientos nacionales de liberacién. A su vez, la derrota tiltar del hitlerismo fue acompafiada por la consolidacién, no menos definitiva, del bloque de los paises socialistas, Pero ninguno de estos dos hechos fundamentales, que signan nuestra época —Ia descolonizacién del Asia y el Africa, y la apariciin de un sistema socialista de escala mundial— han achicado Jas diferencias que separan al mundo industrializado del mundo rezagado. El hecho de que Cuba, Bulgaria o Albania estén conducidas por sen. das “dictaduras del proletariado”, por ejemplo, no les qui- ta en modo alguno su condicién de paises subdesarrollados, Tanto Vietnam como Corea conquistaron su independen, cia politica y se mantuvieron divididos en una mitad ca. Pitalista y otra socialista, sin que ninguna pudiera consi. Gerarse desarrollada, Dentro del sistema socialista existen enormes diferencias en el grado de desarrollo alcanzado Por la Unién Soviética —segunda potencia industrial del mundo—, Alemania Oriental o Checoslovaquia, y paises como Cuba o Albania, sin perjuicio del hecho de que la Mayor parte de las naciones de este sector hayan empren- dida enérgicamente el camino de su industrializacién ine tegral, Como lo expres con clarividencia Juan XXII en su enciclica “Mater et Magistra”, es esta contradiccién entre riqueza y 'miseria, progreso ¥ estancamiento, la que con 46 Transformacién de la estructura dependiente figura el-conflicto esencial de nuestro tiempo: e impone su rumbo al proceso histérico, Por encima de los subsisten- tes enfrentamientos politicos, ideoldgicos o militares, nues- tra época se singulariza por la lucha por extender a todas las naciones y, dentro de ellas, a todos los estratos sociar les, los logros de la civilizacién industrial, Por otra parte, desarrollo y subdesarrollo configuran polos de la realidad mundial que, al mismo tiempo que opuestos y contradictorios son, como afitmamos inicial mente, complementarios e integrados: el nexo entre ambos se establece en el mercado mundial, a través de la circu- lacién internacional de mercancias y capitales; de este co- mercio las areas subdesarrolladas obtienen un resultado crénicamente perdidoso, que tiende a congelarlas dentro de sus estructuras productivas atrasadas, mientras las Sreas industrializadas resultan, como se veri enseguida, las be- neficiarias de ese intercambio desigual, que acentia su he- gemonia y acelera ain més el ritmo de su capitalizacién, 3. El monopolio, titular del poder econémico. Todas las tendencias a que nos hemos referido anterior- mente operan en un cuadro mundial signado por la con- centracién y centralizacién de la economia, tanto en el sistema capitalista como en el socialista. Se trata de un fenémeno que arranca desde fines del siglo pasado, cuan- do’el capitalismo de libre competencia comienza a ceder lugar a las nuevas formas monopélicas, pero que en nues- tro tiempo adquiere una universalidad y un poderfo que El monopolio, titular del poder econémico 47 le otorgan peso decisivo. En el campo socialista esta con- centracién se corporiza en empresas estatales de diverso caricter. En la esfera capitalista ha dado lugar a la for- macién de gigantescas corporaciones monopélicas que fijan Jos precios y regulan el intercambio internacional y uno de cuyos rasgos distintivos es su carécter extranacional. Los centros de decisién de estas grandes corporaciones mul- tinacionales se encuentran ubicados en los paises desarro- Ilados, y es hacia alli que se canalizan los beneficios de su operacién a escala mundial, En manos de estos monopolioz esta lo fundamental del comercio de productos agropecua- rios y mineros, que constituyen la base de las exportacio- nes del rea subdesarrollada. Estin asimismo bajo control monopilico la produccién y el comercio de los rubros esen- ciales de importacién de los paises rezagados, que son bienes industriales intermedios, como acero 0 productos quimicos, combustibles, 0 articulos industriales terminados, También regulan los movimientos del capital financiero, a través de su participacién en el sistema bancario privado y su in- fluencia en las decisiones de los organismos internacionales de crédito. La dimensién gigantesca de estos complejos econémicos —muchos de los cuales tienen un volumen de operaciones anual superior al producto bruto argentino— Jes permite coordinar estrategias conjuntas, repartirse vay tas reas del mundo como mercados exclusives, gravitar decisivamente sobre la politica interna de los paises mis dé- biles y modelar la ideologia de considerables sectores de sus clases dirigentes. El interés de las corporaciones monopélicas entra fre- cuentemente en contradiccién con el de las naciones sub- 48. Transformactén de ta estructura dependiente Gesarrolladas en materia de decisiones de inversién, Un Pais dete:minado puede resolver, por via de ejemplo, que conviene a la expansin de su economia, al desenvelviinge to de una zona rezagada de su interior y a la autedeten minacién de su futuro crecimiento industrial, contratay ny el exterior la radicacién de un complejo petroguimico que Jp autoabastezca de rubros que hasta ese momento imporca Esta decisin entrard en colisién con la estrategia mendial del monopolio que provee de estos productos al mereade de pais en cuesti, y que intentard conservar su negocio de importacién y movilizara su influencia para paralisee o Postergar la nueva industria, Sin embargo, es en el érea de la formacién de los pre cios internacionales donde el interés monopdlico se ‘ma nifesta més directa y consecuentemente contradictnn con el de las regions subdesarrolladas, en la media os due tiende a deprimir el walor de Tos productos primarioe gue éstas exportan y a incrementar ef de los bienes ind triales que adquiercn, 4. Los rasgos distintivos del subdesarrollo El mundo subdesarollado de hoy despliega una abiga trada variedad de formas diversas, La geografia, le hee "a, ls caracteristicas nacionales de los pueblos, estaba diferencias sustanciales entre los paises que Ib integra Ja totalidad de Ja Pampa Himeda. Contemporaneamente, amarra en Buenos Aires el primer buque frigorifico, que regresa a Europa con reses ovinas congeladas, con lo que queda demostrada la factibilidad técnica de este tipo de trdfico. También por esos afios el pais se convierte en ex- portador de trigo —cereal que hasta entonces debfa com- prarse a Chile—, al amparo de medidas restrictivas de su importacién. Por iltimo, la difusién y el empleo generali- zado de dos nuevas tecnologias, termina de consolidar en 68 ‘Transformacién de la estructura dependiente esta margen del Plata la produccién agropecuaria expor- tadora extensiva, Una de ellas fue el alambrado, que posi- bilita definitivamente la convivencia entre agricultura y ganaderia y, al permitir controlar los apareamientos, ini- cia la etapa del mejoramiento genético de rodeos y maja- das. El otro avance técnico fueron los mclinos de viento, que emancipan al negocio pecuario de su supeditacién a las aguadas naturales y dan lugar a la ocupacién ganadera de todo el territorio disponible en la regioa pampeana. En este panorama debe incluirse otra particularidad na- cional que es, como hemos visto, la existencia de formas sociales de produccién de cardcter capitalista en todo su sector agrario; en éste no se conocieron las formas de pro- duccién arcaicas caracteristicas de buena parte de Améri- ca Latina, como son la pequefia produccién campesina de subsistencia, sin vinculacién con el merca¢o, o las relacio- nes semifeudales de explotacién de la fuerza de trabajo, frecuentes en las tradicionales haciendas latinoamericanas. Como resultado de tales -condicionamientos. naturales, histdricos y sociales, en el marco de una demanda externa consecuentemente favorable, el crecimiento argentino de principios de siglo fue destacable. La produccién agropecuar ria, reducida casi exclusivamente a los rubros de exportacién y al drea de la Pampa Hiimeda, se multiplicé por tres en el periodo 1900/1930. Como la relacién entre exportacién y consumo interno se mantuvo constante en un 50 bor ciento para cada destino, el- quantum exportado crecié no menos velozmente, y provey6 las divisas para importar to- do lo necesario —desde perfumes hasta locomotoras— pa ra un crecimiento sostenido y, en muchos aspectos, excep- Particularidades del subdesarrollo argentino 69 cional. A partir de la gran depresién mundial del 30 las tendencias se invierten, -y se manifiestan con crudeza los signos de una crisis que ya habsan sido perceptibles duran- te el conflicto de 1914/18, y que se agudizardn y genera: lizardn durante y luego de la segunda guerra. Desde enton- ces, la morosidad del crecimiento argentino se contrapone con el expansivo ascenso de quienes eran nuestros compra- dores de alimentos y proveedores de bienes terminados, y el pais se distancia sin pausa del nivel de progreso econémico y social que logra el mundo industrializado, La produccién y la productividad del sector agrario que- daron detenidas en el nivel alcanzado en los tiempos del auge exportador, y en los ditimos cincuenta afios el dnico cambio tecnolégico realmente significativo ha sido el reem- plazo de la traccién animal por la mecénica. Vale como ejemplo el hecho de que el consumo de fertilizantes qui- micos siga siendo nulo en toda el area de gran cultivo, 0 el de que las reservas forrajeras para épocas de adversi- dad climatica, corrientes medio siglo atras, hoy sean una Prictica infrecuente. Las areas sembradas con los princi- pales cereales y oleaginosas son, en la actualidad, simila- Fes 0 inferiores a las de preguerra, y los rendimientos por hectérea no han sufrido alzas de importancia. En materia ganadera, la receptividad por unidad de superficie tam- bién se ha mantenido estancada y las variaciones en los stocks se originan, bésicamente, en la sustitucién de 6 mi- llones de yeguarizos desplazados por la tractorizacién, po: 8 0 10 millones de vacunos. En sintesis, los avances fito- técnicos y zootécnicos, la difusién de plaguicidas y la me- canizacién, no han alcanzado a compensar la pérdida de 70 Transformacién de la estructura dependiente fertilidad, exportada con las reses y los granos, ni el pro gresivo enmalezamiento, ni el avance de devastadores pro- cesos erosivos, Un simbolo elocuente de este balance es el espesor promedio de Ja tizrra arable de la regién pampea- na, que era de unos 40 centimetros a comienzos de siglo y se ha reducido a sélo la mitad en Ia actualidad. Mientras tanto, no se detuvieron ni el aumento de la poblacién, ni la exigencia de mejores niveles de consumo individual, ni la creciente necesidad de importaciones. La impotencia de la vieja estructura bara enfrentar estas nue: vas demandas queda exhibida por la evolucién, entre 1930 y 1970, del quantum per cdpita de productos agropecua rios consumidos (+ 30%), producidos (— 30 %), y ex portados (— 70 %). Las consecuencias de nuestra sujecidn al obsoleto esque’ ma de la division internacional del trabajo quedan denun- ciadas, también, en la evolucién dé la relacién de precios de nuestro intercambio, cuyo deterioro impone un feroz recorte anual a nwestras posibilidades de importacién. Bas- te decir que si el valor unitario de lo que la Argentina compra y vende fuera hoy el mismo que regia en 1929, estariamos en condiciones de importar unos mil millones de ddlares adicionales. Entre las singularidades del subdesarrollo argentino no se cuentan solo expresiones de su mayor crecimiento rela- tivo, como el nivel de ingreso per cipita, su grado de urba- nizacién 0 el hecho de que el analfabetismo no configure aqui un problema de la dimensin que tiene en México, Peré o la India. El marcc de dependencia en el cual tuvo lugar aquel mayor desenvolvimiento relativo ha generado Particularidades el subdesarrollo argentine 71 también consecuencias negativas no menos singulares, La mds notoria de ellas es, sin duda, la deformacién de su geo- grafia econdmica, por la que se acumula riqueza y pobla- Cidn en el reducido dmbito de la regidn metropolitana, dan- do la espalda a un inmenso territorio despoblado. En el rea integrada por la Capital Federal y los partidos bonae- renses aledafios reside el 40 por ciento de los habitantes, con lo que esta aglomeracién urbana comparte con la de Montevideo el dudoso privilegio de ser la primera en el mundo por su dimensién relativa al censo nacional total. (El area metropolitana de las principales ciudades euro- peas, estadounidenses o japoneses congrega a no més del 10 por ciento de las respectivas poblaciones nacionales, con la excepeién de Londres y Paris, que no Ilegan al 20 por ciento). Exhibimos de esta manera, aunque en grado su- perlativo, un rasgo comin y caracteristico de todos los pai- ses subdesarrollados, en los que a poblacién se reubica en torno de la ciudad que hace de puente entre la economia dependiente y los centros de dominacién hacia los cuales se orientan las exportaciones, Este fendmenos econémico y Gemogrifico adquiere, una vex cristalizado, la propiedad de la autoalimentacién, ya que la nueva actividad econd- mica tiende a localizarse alrededor del mercado ya existen- te, Como ocurre con todas las manifestaciones del. sub- desarrollo, librado a su espontaneidad el proceso se pro fundiza y agrava. Sélo puede se: rectificado cuando se Io contraria premeditadamente con una firme politica de in- tegracién territorial que, guiada por el objetivo de con- solidar la condicién nacional, se proponga crear mercado donde no lo hay y hacer surgir en el hinterland empobre- 72 Transformacién de ta estructura deptndiente cido nuevos centros de actividad industrial y atraccién de- mogrifica. En nuestro caso, el extremo opuesto a la des- mesurada concentracién capitalina se ubica en la Patago- nia, a la que corresponde la tercera parte del territorio argentino continental pero donde vive s6lo un 3 por cien- to de la poblacién —en buena parte extranjeros— y est radicada apenas el 2 por ciento de la capacidad industrial. Otro elemento que particulariaa al subdesarrollo argen- tino es su alto grado de vulnerabilidad externa en relacién al que muestran paises con economias mds primarias. Ya en la década del 50 nuestra industria habia logrado éxito en sustituir con fabricacién local casi todos los bienes de consumo requeridos por el mercado interno, Se trataba, sin embargo, de un éxito parcial y de una evolucién in- completa y deficitaria, puesto que toda esa estructura in- dustrial dependia estrechamente del abastecimiento exter- no, Y esa riesgosa supeditacién se daba —y se da— no ya en relacién a los equipos y maquinarias que el proceso fa- bril requiere renovar al cabo de varios afios, sino respecto a rubros que es necesario suministrarle todos los dias, co- mo los combustibles 6 las principales materias primas in- dustriales (acero, diversos metales, productos quimicos, maderas y derivados, etcétera). De esta manera, cualquier carcunstancia que trabe la importacién fluida de estos insu- mos © eleve significativamente su precio, como conflicto: internacionales, maniobras monopélicas, 0 dificultades en nuestra propia balanza de pagos, pone en crisis a toda la estructura industrial del pais, como efectivamente ha ocu- rrido tantas veces. No es lo mismo, por via de ejemplo, depender de la importacién de cocinas y heladeras que te- Particularidades del subdesarrollo argentino 73 her que importar la chapa con que éstas son fabricadas lo- calmente. Si se plantean dificultades en el suministro ex. terno, en el primer caso se prescinde del consumo o se lo sustituye por formas mas primitivas, como la barra de hie- lo 0 el calentador. En el segundo caso, en cambio, la con- secuencia es la interrupcién del trabajo de todo un sector fabril y su secuela social de desocupacién en masa. Esto no significa, por supuesto, que nuestra situacién no sea netamente superior a la de la mayor parte de los paises americanos, africanos y asiiticos que atin se encuen- tran en la etapa de importar alimentos, textiles 0 bienes de consumo durables. Por el contrario, el crecimiento indus- trial alcanzado, el nivel y las apetercias culturales de la so- ciedad argentina, un mercado interno que es todavia el mds importante de América Latina, y una clase trabaja- dora con disciplina y capacitacién projesionales y sélida or- ganizacién simdical, configuran una plataforma excepcio- nal para la conquista del desarrollc. Todo ésto nos asegu- ra que, una vez en el camino del crecimiento econdmico autodeterminado, nuestro avance serd el mds rdpido y me- nor el costo social de la transicién, Pero, entretanto, aque- Va vulnerabilidad externa confiere al proceso labilidad -y riesgo adicionales y acentia la profundidad de la crisis. 8. Desarrollo nacional no equivale a autarquia. Una de las consecuencias del transcurso del subdesarro- To argentino a lo largo del tiltimo medio siglo ha sido nues- t10 progresivo aislamiento comercial. Este hecho, si bien ec TA ‘Transformacién de la estructura dependiente comin a la totalidad del drea rezagada y, en particular, al resto de América Latina, ha sido mas no:orio en el caso argentino en virtud de la considerable importancia que tu- vo alguna vez su comercio internacional, La dimension aquel aislamiento se mide tanto en términos absolutos —d6 lares 0 toneladas comprados y vendidos— como relativa mente a la expansién del comercio mundial y al crecimien- to de nuestro propio producto interno. La contrapartida de la tendencia al aislamiento en el rea subdesarrollada ha sido la concentracién de lo fundamental del intercambio mundial entre los propios paises industriales, Ante lo con- tundente de estos hechos, por otra parte bien conocidos, lo que sorprende es que atin siga apareciendo entre la argu mentacién antidesarrollista la acusacién de que nuestre programa de sustitucién de importaciones implica una ana- crénica pretensién autirquica, que llevaria —se afirma— a marginarnos de un mundo crecientemente integrado. La objecién es inconsistente, pues es facil probar que a lo lar- go de toda la historia del capitalismo mundial el desarrollo industrial se correspondié siempre con expansién del inter- cambio, pero formulada para la Argentina y en 1974 re- sulta abiertamente irrisoria. Lo evidencian los pocos datos siguientes. El valor de nuestras exportaciones de los afios recientes habia sido ya alcanzado en 1929, segin surge de compa- rarlas en délares de poder adquisitivo constante. El poder de compra de aquellas exportaciones era, sin embargo, con- siderablemente superior al de las actuales, si deducimos de ambas lo que debié girarse al exterior en pago de intereses, amortizaciones de deuda, fletes, seguros y o:tos servicios, y Desarrollo nacional no equivale « auterquia 15 comparamos el saldo resultante. Este saldo, que mide la can- tidad efectivamente disponible para compras externas, en- tonces debia hacer frente a las necesidades de importacién de 11 millones de argentinos, en tanto que ahora debe re- partirse entre las de 25 millones. Como consecuencia, la im- portacién en délares por habitante se reduce hoy a s6lo una tercera parte de Io que fuera en los affos previos a Ja gran crisis mundial del 30. Pero los precios de los bienes que de- bemos comprar no son los mismos que medio siglo atris, y su notorio encarecimiento determina que el volumen fisico de los productos importados per cApita sufra atin una dis minucién adicional en relacién al quantum de antafio, Como es obvio, no se importa menos porque se necesite menos. Por el contrario, el aumento demogrifico y el ac- ceso a la informacién de que disponen todos los niveles so- ciales, que posibilita el cotejo con las pautas de consumo vigentes en paises mis avanzados, no hacen sino estirar el déficit de satisfaccién de la demanda potencial. La participacién argentina en las exportaciones mundia- les pasé de 3% en el trienio 1927/29 a sdlo 0,7 % en afios recientes, {Qué naciones ocuparon el vacio dejado por nuestro insuficiente crecimiento econémico? No han sido por cierto las del resto del mundo rezagado, ni mucho me- nos, las de América Latina, ya que en ambos casos se ad- vierte un retroceso paulatino de la gravitacién comercial, que se acentéia a partir de la posguerra, Desde entonces has- ta hoy, la parte de Jas importaciones mundiales adquirida por el Area subdesarrollada cayé de la tercera parte a sélo el 20 por ciento. En ese interin, la significacién exportadora e importadora de América Latina en relacién al comercio 18° Transformacién de ta estrictura dependionte mundial total se redujo a la mitad. Fueron en cambio Ja naciones industrializadas las que inctementaron atin mas s1 posicién predominante en el intercambio, mediante la ex pansién de las corrientes comerciales que las ligan entr iy, mas recientemente y acompafiando la desintegraciér de las fronteras ideoldgicas, por la interpenetracién eco némica entre las potencias capitalistas y el bloque socia lista, En la base de este avance comercial del grupo de nacio nes desarrolladas se encuentra el hecho de que la demande por productos industriales crece mucho mds rdpidament« que aquella por productos primarios, Pero, adicionalmen te, se comprucba que tanto la produccién como la expor- tacién de bienes primarios —en especial la de productos agropecuarios no tropicales— se desplazan desde la peri- feria subdesarrollada hacia los paises mds avanzados, Ac- tualmente las dos terceras partes de los embarques de este Ultimo tipo de bienes se origina en naciones industriales, las que son, asimismo, sus principales: productoras, Es utépico pretender detener esa progresiva tendencia a la autarquia, que se origina en el poderoso respaldo in- dustrial que recibe el agro de los paises mas avanzados, La moderna tecnologia agropecuaria ha dado al traste con las ventajas comparativas que eran patrimonio de los paises con mejores condiciones de suelo y clima, y que hoy, en cambio, poseen los que pueden inundar su sector agrario con fertilizantes, plaguicidas, bienes de capital y asesora- miento tecnolégico. A estos factores se afiade otro, de cre- ciente gravitacién, que es el desplazamiento de bienes agro- ecuarios por sucedineos de origen sintétics. Esta sustitu- Desarrollo nacional no equivale a autarquia 77 cién, que comenzé en el drea de las fibras textiles, se ex: tiende hoy al campo de los alimentos (proteinas obtenidas por fermentacién del petréleo o carnes vegetales, por ejem- plo) y a decenas de materias primas industriales de origen agricola, pecuario y minero, y se amplia y consolida a par- tir de que los sintéticos no dependen de condiciones natu- rales aleatorias y permiten un estricto control de calidad industrial. La influencia de todas estas fuerzas econdmicas y tec- nolégicas han transformado a nuestros clientes seguros de ayer en competidores que hoy nos disputan con ventaja el mercado exterior. Para todos ellos, sin excepcidn, la autor suficiencia en los rubros principales de la industria pesa- da, la produccién orientada a satisfacer en primer térmi- no el expansivo crecimiento de los propios mercados inter- nos, y una invariable politica proteccionista cada vez que fue necesario salir al paso de la competencia’ extranjera, han significado todo Jo contrario de lo que habria augu: rado el razonamiento simplista y superficial de ciertos antidesarrollistas, Lejos de-llevar al aislamiento comercial y ala autarquia productiva, han conducido a una creciente integracién y al enriquecimiento permanente de las corrien- tes de intercambio. Bien que se trata, por supuesto, de una integracién de cardcter esoncialmente distinto de la que se establece entre un pais subdesarrollado y el mecanismo im- perialista del que depende y que lo explota, ya que aquel caso es el de una complementacién entre naciones auto determinadas, que tienen la posibilidad de ejercitar esa autodeterminacién modificando 0 no el carécter de su vin- culacién comercial cuando convenga a su interés nacional, 78 Transformactéin de la estructura dependiente Entre los paises industrializados el comercio crece no sélo en cantidad sino en calidad. Aumenta el tonelaje de jos productos comerciados, pero asciende también al valor unitario de cada tonelada, porque la composicién del in- tetcambio se modifica en el sentido de incluir productos de complejidad tecnolégica y valor agregado mis alto. Pero, ademés, en gran parte de las naciones avanzadas se advierte una creciente importancia relativa del intercam- bio externo respecto al total de actividad econémica. En otros términos, sube la relacién entre comercio exterior y producto nacional, y las importaciones configuran una proporcién cada vez mayor de la oferta global, o total de bienes y servicios disponibles. Esta tendencia tiene un ca- ricter general, aunque, por supuesto, reconoce grados di ferentes segiin las caracteristicas de la economia en cada caso. Estados Unidos —el mayor importador y exportador mundial— importa mecho menos en relacién a lo que produce que paises como Ttalia o Japén, que deben abas fecer su enorme produccién siderirgica con mineral de hierro y carbén extranjero- y carecen de petréleo en su subsuelo. / En los paises subdesarrollados se dan situaciones exactar mente inversas, que configuran un cuadro de margina- miento comercial y —en este caso si— incontrovertible aislamiento. Se trata de un panorama que, en general, ad- mite la siguiente cavacterizacién, con variantes individuales secundarias: el estancaniento de la productividad y el au- mento del consumo interno hacen caer el volumen expor- tado por habitante; el valor de esta exportacién per capita Desarrollo nacional no equivale a autarquia 79 se envilece respecto al de los productos que es necesario importar; el poder de compra de las exportaciones es adi- cionalmente erosionado porque su broducido debe satisfacer en primer té/mino los servicios del creciente endeudamien- to; la capacidad de importacién es absorbida en forma cada vex mds excluyente por bienes de consumo y materias pri- mas industriales, en detrimento de la posibilidad de incorpo rar equipos y maquinarias para la industria, la agricultura y el transporte y, con ellos, el avance tecnolégico de la socis- dad industrial contempordnea. Tal estado de cosas implica, en consecuencia, la cruel paradoja de que cuanto mds im potente es una economia subdesarrollada para comprar en él exterior lo que requiere, mayor es su dependencia y mds grande su vulnerabilidad respecte al factor externo. Es evidente que para modifica: el esquema descripto, los convenios internacionales de precios y de cuotas no pueden tener sino una significacién secundaria, No menos obvia es Ia inviabilidad de respaldar el desarrollo con la intensificacién del comercio exterior tradicional, por la simple razén de que dentro de la zctual estructura la pro- duccién no puede aumentar, como lo ejemplifica mejor que ninguno el caso argentino. Por tltimo, es igualmente inviable la idea de promover el desarrollo a través de la exportacién de productos de la nueva industria, ya que en la etapa actual esas ventas no pueden dejar de ser mar- ginales y en la prictica se transforman en esfuerzos de financiacién por parte de toda la comunidad nacional de operaciones realizadas, en lo fundamental, por las grandes corporaciones multinacionales. Las exportaciones indus triales no pueden ser punta de lanza en un pais subdesn: 80 Transformacién’ de la estructura dependiente rrollado que debe importar los productos industriales in termedios necesarios para fabricarlas, y cuya estructura de costos internos Io descoloca de tal manera frente a los tradicionales abastecedores industrializados que, para po- der participar del mercado exterior, debe apoyar sus ven- tas con subvenciones de una cuantia que no esté en con- diciones de sobrellevar. Para la problematica del subdesarrollo no existe otro camino de salida que el efectivo desenvolvimiento de las fuerzas productivas a partir de politicas prioritarias orien- tadas por el Estado, que apunten a la promocién de la industria pesada y los servicios de infraestructura con re- curso a todos los capitales disponibles de adentro y de afuera, con fa meta final de la integracin industrial y regional de cada pais. La autodeterminacién asi obtenida no significard, ciertamente, aislamiento; por el contrario, garantizard una vinculacién internacional perdurable entre unidades nacionales integradas. 9. Control de la natalidad versus desarrollo. La ideologfa antidesarrollista ha sido fértil en proponer alternativas al camino del desarrollo nacional independien- te, como solucién para el atraso y la miseria de los pueblos. Una de estas propuestas, que es oportuno examinar en este punto, es la del control de la natalidad que, como consecuencia del poderoso apoyo econémico que ha reci- bido desde diversos centros de poder mundial, ha logrado sobrevivir la experiencia de sus fracasos y la demostracién Controt de la natalidad versus desarrollo 81 de su inconsistencia tedrica. Para descartar la viabilidad de esta forma de genocidio ingenuo que se postula como sucedineo del desarrollo es innecesario recurrir a los pode- rosos argumentos de orden moral que fundamentan la opo- sicién al control de los nacimientos. Las razones de tipo econémico y social son mas que suficientes para demostrar que cuando se sostiene que el descenso de la natalidad es uuna precondicién del crecimiento econémico se tiende, en realidad, a postergar este iltimo, al invertir los térmi- nos reales del problema. Porque la disminucién de la nata- Tidad es consecuencia del desarrollo y la urbanizacién, y no su antecedente. No hay ninguna esperanza de que él actual aumento demogréfico decrezca sustancialmente por la via de planes que apunten a la mera reduccién de la rasa vegetativa, Sin industrializacién y la consiguient: transferencia de poblacién del campo a la ciudad, ese ob- jetivo es una verdadera imposibilidad cultural. El andlisis de cualquier proyecto exitoso de industrializacién regio- nal revela, en cambio, una invariable reduccién de los na- cimientos, acompaiiando el salto adelante en la produecién de bienes por habitante. El problema no es, por supuesto, que la poblacién crezea ripidamente, sino que la produccién de bienes no logre hacerlo a un ritmo atin mayor, que incremente la alicuota disponible: para cada individuo, ZY cual es la realidad de la situacién mundial a este respecto? En el curso de los ltimos tres Tustros la suma de la produccién de bienes y servicios de todos los paises se multiplicé por dos, en tanto que la poblacién sélo se incrementé en un tercio, Jo cual significa que la humanidad est triunfante en la 82 Transformacidn de la estructura dependient carrera de elevar el ingreso per cipita, contrariando asi todos los augurios neomalthusianos. El hecho de que esa clevacién se haya originado fundamentalmente en los pai ces industrializados, con lo que creci6 ain més la distancia que los separa del grupo de los subdesarrollados, donde cl incremento de la poblacién es particularmente intenso, no hace sino enfatizar que el objetivo correcto es la ex pansién de las fuerzas productivas sociales. Una prueba adicional es la experiencia de todas las naciones que han hecho esfuerzos firmes de desarrollo econémico y en las cuales, sin excepcién se ha logrado una mayor disponibili- dad de bienes —y en particular de alimentos— por habi- tante, como, entre otros, es el caso del bloque socialista. Para un pais que se desarrolla, el aumento poblacional deja de ser un anticipo de pauperizacién adicional para convertirse en un fundamento de poder econémico y po- litico, y de gravitacién regional. Por iiltimo, es dtil tener presente que en América Lati- nna el aumento demogrifico no configura un problema —a no ser por defecto— en ninguno de sus principales paises, en tanto que para varios de ellos la poblacién es una ver- dadera defensa Cabe preguntarse, por ejemplo, cémo karla una. nacién como México, sin la barrera humana de su creciente po- blacién, para proteger su nacionalidad y sus peculiatida- des como pueblo ante la vecindad formidable de Estados Unidos. Brasil, con una densidad de 12 habitantes por kilémetro cuadrado es todavia un gran espacio geogrifico vacio, La Argentina, con s6lo 9, necesita imperiosamente mas poblacién, No hay tres mundos, sino séto dos 83 10. No hay tres mundos, sino sdlo dos. Otra desviacién, de actualidad en estos dias, respecte de la estrategia correcta de los movimientos de liberacién nacional, es la de confundir eventuales solidaridades ter cermundistas con la efectiva colaboracién del capital ex- terno para la tarea del desarrollo. {Cuil es el significado de la designacién de Tercer Mundo, dentro de la que se propone incluir, en todo 0 en parte, a los pases subdesarrollados? ;Cémo se vincula este intento de agrupamiento con los objetivos de la lu cha por el desarrollo nacional independiente? ¢Qué comu nidad de intereses existe y cual el grado de solidaridad y cooperacién concreta que se puede llegar a instrumentar entre los integrantes de ese Tercer Mundo? Intentaremos dar una respuesta a estos interrogantes, para lo cual es requisito previo historiar suscintamente la aparicién del tercermundismo en la escena internacional Desde el fin de la segunda guerra decenas de nuevos estados independientes han surgido en Asia, Africa y América y han ingresado en las Naciones Unidas en pie de igualdad con las grandes potencias. Durante sus pri metos afios, este auge independista tuvo lugar en el mar co de las tensiones mas agudas de la guerra frfa. Los nuevos estados soberanos nacian-a una realidad interna- cional en la que se enfrentaban los asi autodesignados “Mundo Libre” y “Mundo Socialista”. La negativa a tomar partido en esta puja posbélica fue una politica que 84 ‘Transformacién de lu estructura dependiente en su momento encabezairon la India y Yugoeslavia y a la que se sumé posterformente un numeros> grupo de na ciones. El signo comin de este agrupamieato —bautizade como Tercer Mundo— fue el de proponerse una politica exterior de neutralidad, o no alineamiento y equidistancia entre [os dos bloques enfrentados, Esto ocurria en cir cunstancias en que podia considerarse altamente probabl. una nueva Guerra Mundial. Pero a partir del equilibrio de sus arsenales termonw cleares, alcanzado a fines de la década del 50, rusos y nor teamericanos comienzan a compartir el nuevo interés co min de evitar un choque militar que no podria tener sin« un caricter reciprocamente aniguilante. Desde este hech. cardinal la bipolaridad mundial cambia de estilo, y la guerra frfa se transforma progresivamente en coexistencia pacifica y competencia econémica. Este cambio fundamental en las condiciores interniaciona- les convierte en anacrénicas las postulaciones “terceristas” o “tercermundistas” de hoy, en tanto no computan que la relacién soviético-estadounidense tiene actualmente un ca- ricter cualitativamente distinto a Ta de la época de Stalin y Foster Dulles. En la actual ideologia tercermundista se al- bergan elementos contradictorios y confusos, que van des- de proclamar el no alineamiento en cuestiones de una gue- tra frfa que ya pertenece al pasado, hasta repudiar simul- téneamente al socialismo y al capitalismo. Al amparo de esta confusién ideolégica, hoy se agrupan bajo el rétulo de Tercer Mundo, al lado de gran parte de los paises sub- desarrollados, potencias militares como Francia 0 China, para las cuales el no alineamiento encubre el propésito No hay tres mundos, sino sélo dos 85 concteto de adquirir poder termonuclear propio y trans: formar en multipolar el equilibrio bipolar actual. También se consideran tercermundistas paises socialistas de diver so grado de desarrollo, como Cuba, Albania 0 Rumania, que buscan de esta manera solidaridad internacional para apoyar sus posiciones independientes respecto de la USS. Este conjunto heterogéneo que configura la ver’ sién actual del Tercer Mundo carece, obviamente, de una ideologfa comin, como no sea la del no alineamiento, que le dio otigen y que fue una de las expresiones de un con- flicto que se encuentra en vias de superacién definitiva. A esto se agregan, con frecuencia, postulaciones de un nacionalismo formalista que tienden a oponerse a la parti- cipacién de capitales externos en el desarrollo 0, lo que es.lo mismo, que proponen sustituir las tinicas fuentes id neas para proveer estos capitales, que son las actuales po- tencias industriales y los orgaiismos multinacionales que ellas controlan, por el apoyo de paises que no estin en condiciones de proporcionar otra’ cosa que solidaridad po- Iitica, En consecuencia, no hay “tres mundos” sino dos: ef mundo de las sociedades industriales desarrolladas y el de las sociedades tradicionales subdesarrolladas En la medida en que la convocatoria a los paises del Tercer Mundo logra reunir a la gran mayoria de los paises subdesarrollados, ese dmbito queda en condiciones de con- vertirse en un eficaz instrumento de presién para lograr apoyo financiero internacional para el desarrollo. Pero es necesario evitar que en ese vasto campo de accién comtin 88 Transformacién de Ia estructura dependiente interfieran posiciones ideoldgicas que afarten dela lucha por el verdadero problema, que es el de lograr el desarro- Ilo 0 que, proponiendo una defensa retdrica de la sobera- nid, dificulten la incorporacién de recursos financieros ca- paces de impulsar el cambio de la estructura dependiente 11. La verdadera opcién: desarrollo o disolucién de la individualidad nacional. Cuando, en 1957, la Unién Soviética experimenta con éxito su primer proyectil balistico intercontinental queda definitivamente consolidada la bipolaridad mundial al cris: talizar, de esa manera, la equiparacién del poderio militar estadounidense y soviético. La nueva realidad tecnolégica militar por la cual la ocurrencia de una guerra termonu- clear tendria el carécter de un suicidio mutuo para la URSS y los EE.UU, culmina y perfecciona la bipolaridad de posguerta y, paraddjicamente, abre el camino para el entendimiento pacifico de las dos grandes potencias y para la liquidacién de los bloques antagénicos. La profundiza- cién de la coexistencia pacifica, la disgregacién de los blo- ques y la solucién de los conflictos locales negociada por las dos grandes potencias, configuran el marco que ga- rantiza la posibilidad de una politica independiente por parte de las naciones débiles, amparadas por condiciones que hacen inviables las pricticas intervencionistas en que antafio apoyaron su diplomacia los paises més poderosos. Al mismo tiempo la ciencia y Ia técnica evolucionan en La verdadera opcién 87 el mundo a una velocidad sin precedentes que se refleja en ininterrumpidos aumentos de la productividad del tra- bajo. La umanidad esta en aptitud de producir en pocos afios la cantidad de bienes y servicios que algin tiempo atras hubiera demandado muchas décadas. A la posibili- dad politica del desarrollo independiente de las naciones se agrega, asi, la factibilidad técnica de poder alcanzar en plazos cortos niveles de bienestar homologables a los del mundo industrializado. Por otro lado, asoman en el futuro de la evolucién eco némica mundial dos hechos de ocurrencia inexorable y pre visiblemente cercana, que tendran una gravitacién decisiva en el desenvolvimiento de las regiones rezagadas. Nos referi- mos, en primer término, a la progresiva imposibilidad del mercado interno de los paises industrializados para absorber la totalidad de la masa de bienes que podra poner a su dis- posicidn la nueva revolucién industrial contemporinea. Esto implica por parte de tales naciones la necesidad insosloyar ble de crear nuevos mercados solventes en la periferia sub- desarrollada, que alberga la inmensa demanda potencial de las tres cuartas partes de la humanidad, Y para que ese enorme mercado virtual esté en condiciones de comprar y pagar debe, previamente, haber podido producir y vender, para lograr lo cual no existe otro camino que volcar enér- gicamente recursos en apoyo de proyectos de desarrollo industrial integrado. Para el rea industrializada este es el camino obligado, no ya por motivaciones de solidaridad humanitaria, 0 de reparacién hist6rica de siglos de explo- tacién colonial e imperialista, sino por razones de estricto interés econdmico. 88 Transformacién de lc estructura dependiente El otro hecho motorizador del cambio sérd, sin duda, el logro de un acuerdo definitivo y global sobre limitacién de armamentos que liberard ingentes capitales actualmen- te atados a la produccién bélica, lo cual coadyuvard a ace- Terar la canalizacién de inversiones hacia el subdesarrollo Cancelada la carrera armamentista, por otra parte, las contradicciones entre los dos bloques no podrin resolverse sino en la competencia del -crecimiento econémico-social propio, y el que sean capaces de inducir en el sector reza- gado del mundo, La busqueda de apoyatura internacional y solidaridades politicas dentro de esa ‘rea por parte de las potencias capitalistas y socialistas estimulara, asimismo, esfuerzos adicionales de inversién. Sin embargo, la existencia de condiciones internacio- nales y tecnolégicas en las que pueda respaldarse una poli tica de crecimiento veloz y autodeterminado no hace de ninguna manera automatico el éxito de ésta. Los enemigos Gel desarrollo son poderosos, y os movimientos nacionales gue tienen la responsabilidad histérica de darles batalla no encuentran, con frecuencia, el camino de st propia conso- lidacién interna, o la frustran por la incomprensién de los objetivos de un programa emancipador. Esto no quiere decir que el acceso de los pueblos a condiciones econémi- cas y sociales compatibles con las posibilidades de la mo- derna civilizacién industrial pueda ser demorado indefi- nidamente. Es inexorable que en pocas décadas mis las fuerzas politicas, econdmicas y tecnol6gicas antes descrip- tas promuevan en la totalidad del rea rezagada niveles modernos de bienestar material. La opcién que enfrentan las nacionalidades postergadas, no es, en consecuencia, en- La verdadera opcién 89 tre crecer o permanecer estancadas, sino entre desarrallarse como resultado de la propia decisién histérica de sus puc- blos o hacerlo, de todos modos, pero como furgén de cola de un proceso mundial indetenible. Las diferencias entre una y otra alternativa se refieren en primer lugar al ritmo del proceso liberador y transformador, y al elevado costo social de las demoras: para los vastos sectores populares sobre cuyos hombros carga el peso fundamental dei atraso no es lo mismo desarrollo actual, que desarrollo futuro. El fracaso de un pueblo subdesarrollado en asumir el rol protagénico que histéricamente le corresponde implicara, ademas, frustrar la afirmaciin, el enriquecimiento y la in- corporacién al acervo universal de sus propias caracteris: ticas culturales y espirituales, lo que equivaldria al renun- cfamiento a preservar su personalidad nacional. Cariruro IIL EL PROGRAMA DE LA REVOLUCION NACIONAL Y LAS FALSAS ALTERNATIVAS 1. Objetivos de la tarea critica. En las piginas precedentes hemos procurado enmarcar histéricamente el problema general del subdesarrollo y des cribir las fuerzas que precipitan su crisis contemporinea, asi como analizar Ja especificidad del subdesarrollo argen- tino y la estrategia de la lucha para su superaciéa. Toca ahora discutir los aspectos particulares de esa estrategia, lo que equivale a definir el programa revolucionario del Mo- vimiento Nacional. Nos proponemos también continuar aqui con el examen critico de las principales propuestas presuntamente alternativas al camino que defendemos, que es el que lleva al desarrollo nacional independiente. Mas precisamente, intentaremos despejar la vaguedad retorica, ingenua o deliberada, en la que se incurre con frecuencia respecto al tema central de nuestra lucha politica. —el tema de la liberacién nacional— explicitando las tacticas concretas en que debe materializarse un programa de dey sarrollo para la Argentina 1975. Procuraremos, asimismo, demostrar la inconsistencia cientifica —cuando no es co- lusién interesada con Io antinacional— en que incurren las diversas propuestas antidesarrollistas, las cuales reco- nocen filiacién en una vasta gama politica e ideoldgica que va desde la gran prensa conservadora hasta el extremismo ultraizquierdista, y a las que hemos involucrado genérica- mente entre “las falsas alternativas”. 94 El programa de (a revolucliin nactonal 2. Desarrollo nacional y desarrollo econdmico. La categorfa histérica de Nacién y su expresién politica ~-el Estado Nacional—, que nacen al mundo con la ruina del orden feudal, contintian siendo todavia el marco nece- sario para que los pueblos realicen su destino y concreten sus aspiraciones materiales y espirituales, En tanto que categoria histérica, Ia Nacién es indudablemente mutable y perecedera pero, paradéjicamente, en la época actual, en Ia que el poder egonémico se concentra aceleradamente cn gigantescas corporaciones de caricter transnacional y en Ja que los paises se intercomunican e interpenetran por encima de fronteras politicas e ideoldgicas, los estados na- cionales afirman su condicién de tinico instrumento poli- tyco idéneo para promover el acceso de las comunidades que aglutinan a formas de produtcién y convivencia su: periores. El mundo contemporineo es el ambito, no de la desaparicién sino del fortalecimiento de las nacionalidades, como etapa necesaria previa a la unificacién definitiva del género humano. Esto es particularmente evidente en el caso de nuestros paises subdesarrollados, Para superar su marginamiento, su atraso y su debilidad es necesario que enfrenten con éxito al enorme poder econémico del mo- nopolio, que s6lo puede ser vencido por la fuerza politica generada por Ja cohesién nacional. El fortalecimiento de Ia condicion nacional, esto es, de la solidaridad emergente dle la historia, la religién, el idioma, las tradiciones cultw- rales, la economia y el asentamiento geogrdfico comunes, es elemento esencial de la lucha de Ics pueblos rezagados Desarrollo nacional y desarrollo econémico 95 » dependientes por su liberacién y su progreso, la cual, in- variablemente, asume la forma de lucha por él desarrollo nacional. Se trata de un proceso esencialmente politico — sin perjuicio de que la opresién coldnial lo haya Wevado con frecuencia a etapas de enfrentamiento militar— cuyo eje consiste en el logro de la unidad del pueblo alrededor de un programa de liberacién. {Qué signitica concretamente desarrollo nacional? o, en otras palabras, jcudles son las metas concretas de es._ programa de liberacién? La consideracién inicial que sus- citan estos interrogantes se refiere a la obligada corres- pondencia entre los objetivos del desarrollo y de la libe- racién, Hemos visto como la dependencia en que se encuen- tran las naciones atrasadas respecto de los mecanismos de subyugacién imperialista conduce inevitablemente a agran- dar la brecha que las separa de las formas de vida de las modernas civilizaciones industriales, y desintegra la comu- nidad nacional al acentuar el marginamiento de determi nados sectores sociales y regiones geogréficas. Por otro otro lado, para nuestros pueblos, su desarrollo significa rapida equiparacién a los niveles de vida existentes en el area industrializada, acceso democrético a la cultura y al bienestar, desenvolvimiento arménico de sus diversas re- giones, enriquecimiento y afirmacién de sus propios valores culturales y espirituales, esto es, de su cardcter nacional y, finalmente, una politica exterior que sea reflejo cabal de sus objetivos nacionales. Para cualquier pais subdesarro: lado, el logro de estas metas es manifiestamente incompa- 90 ET programa de ta revoluctén nacionat * tible con el mantenimiento de su supeditacién a los centros del poder econémico mundial. Precisamente porque el sometimiento del subdesarrollo al sistema de dominacién monopdlico se fundamenta, inicial y bdsicamente en la sujecién econémica, la lucha de los bueblos subdesarrollados por su liberacién + por su desar rrollo nacional comienza por ser la lucha por el desarrollo econdmico, 3. Beneficiarios y dammnificados del cambio de estructuras La idea de lucha supone confrontacién, obstaculos, ene- migos. Y es natural que el trinsito hacia el desarrollo sea conflictivo y suscite toda clase de resistercias. A partir de ue la perduracién de la vieja estructura dependiente sig- nifica prolongar la transferencia de. ingentes beneficios hracia el factor externo, todo el sistema de opresién impe- rialista recurriré a cualquier clase de métodos para con- servar sus privilegios. Detras del fracaso de cualquiera d los intentos independistas frustrados ha existido siempre Ta mano del interés extranjero afectado. En cuanto a los grupos intenos —a la posicién y actitud de las clases y sectores sociales que integran la comunidad vacional frente a la perspectiva de un proceso de crecie miento autodeterminado— no existe, desde el punto de vista econdmico-social, ningiin interés sectorial que en st esencia sea contradictorio con el desarrollo. Mds atin, ‘no existe sector alguno de los que constituyen la Nacién que no sea objetivamente agredido por-la persetuacién de las Beneficiarioe y davnnificados det cambio condiciones de subdesarrollo, Sélo hacen excepcién a esto los grupos, poderosos pero numéricamente despreciables. de agentes conscientes de los monopolios. Un ejemplo de que sélo en el marco del desarrollo eco- némico es viable la realizacién del interés particular, | protagoniza un sector de nuestra sociedad tradicionalment vinculado a la actividad de los monopolios exportadores extranjeros, Me refiero a los grandes hacendados de la 20° na agropecuaria tradicional, aludidos genéricamente en nuestra historia politica como la oligarquia terrateniente. Ante la crisis del subdesarrollo argentino y en tanto que titular de explotaciones agropecuarias este grupo social sufre un agravio en su poder econdmico homologable al que ex: perimenta el pequefio o mediano productor rural. No hace excepcién, en tal sentido, a una situacién que hoy tiene validez general en nuestro pais, y por la cual ta actividad productiva de cualquier orden ‘ofrece tasas de ganancia insuficientes ‘0 negatives. La consecuencia obligada es la falta de crecimiento de la inversién, y el hecho de que los capitales busquen evadirse de ese destino deficitario refugiindose en In intermediacién, en la actividad especu- lativa 0, con frecuencia, en Ia emigracién, a partir de que el sistema bancario de cualquier pais industrializado posi- bilita colocaciones sin riesgo y con tasas reales de beneficio superiores a las del comin de las empresas locales. Frente a esta realidad, Ia actitud del productor rural, grande 0 chico, ha sido la de minimizar su papel empresario y ampa- rarse en las ventajas especulativas de la propiedad de la tierra, ya que el precio de ésta ha seguido aproximadamen- tc la evolucién de las inversiones en délares, al estimulo 98° EI programa de ta recoluicién nacional del crecimiento de I poblacién y de Ja extensién corre lativa de la actividad comunitaria. Esto explica, en primer lugar, el estancamientp ce Ia produccién y la productivi Gad. Se advierte, por otro lado, las razones que conducen a que la motivacién econémica del hombre de campo deje de cer la modernizacién y expansién de su explotacién y ce convierta en cambio en lograr acceso a la propiedad de Ja tierra, Jo cual ha dado lugar a que, al dia de hoy, Ia mayor parte de nuestros productores eurales sean propie- tarios, y a que las relaciones de arrendamiento tengan una significacién marginal. El propietario de una explotacién agropecuaria pose tuna doble condicién econémica: como titular de una empre- sa, recibe un eneficio capitalista del mismo caracter que el de cualquier industrial o comerciante; como duefio de Ja tierra, ce apropia —directamente 0 de manos de un ter- cero arrendatario— de Ia llamada renta territorial (aquella parte del ingreso social que va a manos de los terratenien- tes, por su condicién de tales). De hecho, el marco de las circunstancias cescriptas arriba implica que los grandes te- rratenientes, en tanto que empresarios, se descapitalicen © perciban una ganancia inferior a la de diversas alterna- tivas mas seguras, y como titulares de la renta territorial obtengan Ja porcién residual de una riqueza que, en vir- tud de las caracteristicas de nuestro comercio intetnacio nal, tiene a sus principales beneficiarios en el exterior. Desde el punto de vista de la distribucién del ingreso, el desarrollo implica el crecimiento relativo del salario obrero y la ganancia capitalista respecto de la renta territorial y, en general, de las rentas de origen especulativo, ;Cuales cExisten los enemigos del progreso? 99 serin, por consiguiente, las consecuencias econémicas que tendra para los grandes terratenientes —al igual que para los pequefios y medianos— la puesta en marcha de una politica de transformacién de la estructura productiva? Indudablemente, la de ser elevados de su condicién actual de detentadores progresivamente marginados de los decli nantes privilegios del statu quo, a la de un sector, al partir de la coincidencia de sus nuevos intereses objetivos —como empresarios rurales— con los del conjunto de Ia comunidad, esta llamado a desempefiar una funcién de im- portancia en la construccién nacional 4, -(Existen los enemigos del progreso? Es frecuente escuchar, en especial desde la gran prensa conservadora, la afirmacién de que quienes convocan a enfrentar a los adversarios del desarrollo promueven, en realidad, una lucha contra molinos de viento ya que, se afirma, “no existe quien no quiera el progreso”, Por nues- tra parte, venimos de sefialar que no hay sector alguno de la comunidad que tenga posibilidad de realizarse aislada- mente en el marco de la crisis general del subdesarrollo, que agravia sin distinciones tanto a los obreros como a los em- presarios, 0 a los intelectuales como a las Fuerzas Atma- das, y que la meta del desarrollo nacional coincide objeti- vamente con cada uno de os intereses sectoriales. Sin em- bargo, esto no implica en modo alguno convalidar la tesis de que el desarrollo no tiene enemigos. En primer lugar porque si bien puede ser cierto que “los enemigos del pro- 100° El programa de la revolucién nacionat greso” s6lo configuren un niicleo absolutamente minori- tario y marginal de lo que podriamos donominar la patolo- gia social, ocurre que progreso no es desarrollo. Como todo proceso de cambio cualitativo, el desarrollo presupone los sacudimientos, trastornos y desfasajes de las transforma: ciones profundas; como todo nacimiento, el de una econo’ mia desarrollada —y por tanto autodeterminada— implica la previa ruptura con el anterior sistema de dependencia: estas transiciones son siempre conflictivas y suscitan opo- siciones y resistencias. En un sentido lato y general el con- cepto de “progreso” es obviamente incontrovertible, ya que nadie puede razonablemente objetar la marcha de una sociedad hacia adelante. Pero si a este concepto, vacio de contenido histérico, se le pretende dar significado poli- tico y se lo intenta aplicar a una realidad nacional deter’ minada, las cosas cambian. Si se trata de una nacién sub- desarrollada se advierte, a poco andar, que el “progreso” que pretenden para ella las clases ditigentes tradicionales es la modernizacién y el ordenamiento de un anacronismo histérico, como es la vieja economia exportadora de ma- terias primas e importadora de bienes industriales, Esta claro que la mejor y més idénea de estas administraciones “progresistas” sélo lograra dilatar la implementacién de so- luciones de fondo y, en esa medida, aumentar las tensiones sociales generadas por la crisis no resuelta, y hacer mis dificiles y onerosas las etapas posteriores. Por otro lado, s cierto que no existe clase ni sector alguno que no en cuentre en el marco de una economia autodeterminada y. expansiva el dinico Ambito en el que canalizar positiva- mente sus aspiraciones particulares. Pero entre este dato gBxisten los enemigos del progreso? 101 econdmicosocial y la realidad histérica media una distan- cia que es, precisamente, politica, Aquella circunstancia no permite sino anticipar que, a plazo mas o menos largo, esas clases y sectores tenderén a coincidir en la meta comin del desarrollo; pero que esa comunidad de intereses se asuma con conciencia politica no es de ninguna manera una consecuencia inmediata, y ni siquiera segura, La historia argentina reciente es, desafortunadamente, rica en ejem- plos de sucesivas divergencias entre el interés politico pro- fundo y el comportamiento politico concreto de sectores fundamentales de nuestra sociedad. (Las fracturas de la unidad del Movimiento Nacional que fueron el preceden- te de las caidas de Yrigoyen, de Perdn y de nuestro go- bierno, son pruebas elocuentes al respecto). Esto demues- tra que franjas significativas del espectro social pueden ser empujadas a transformarse, circunstancialmente, en adver- sarios del desarrollo. Adicionalmente, el error ideolégico, la confusién premeditada y la accidn psicol6gica instrumeny tadas por factores externos o, simplemente, la actitud equi- vocada o la traicién de dirigentes individuales de gravi- tacién, pueden dar raz6n de alieamientos politicos que re- cluten a enemigos del desarrollo. Por todo esto, la cons- truccién del Movimiento Nacional, es decir, el logro de la uunidad politica de los sectores representatives de la socie- dad en torno de un programa de desarrollo nacional, lejos de ser un proceso lineal se presenta como un itinerario contradictorio y conflictivo, signado por la lucha contra enemigos y adversarios. En esa lucha, el debate sobre la necesidad del desarrollo econdmico y sobre los procedimientos para instrumentarle 102 “Et programa de ta recolucién nacional constituye todavia un elemento de importancia, donde e! comin denominador del antidesarrollismo se enmascara tras rotulos diversos. Se trata, sin embargo, de una polé- mica que se sobrevive a si misma, ya que si bien conserva vigencia politica, esti agotada desde el punto de vista ted- rico. Todas las variantes del antidesarrollismo —algunas de las cuales consideraremos a continuacién— se reconocen, en ailtimo andlisis, por oponerse desde distintos dngulos « Ia promocidn irvestricta de la inversién productiva y a sus- tituir la importacién de media docena de rubros funda ‘mentales de nuestra balanza comercial, 5. El antidesarvollismo de los adversarios de la planificacion. El concepto moderno de planificacién del desarrollo se inicia con la programacién econémica de los primeros es: tados socialistas, donde el hecho de la propiedad estatal de los medios de produccién favorece la elaboracién de planes nacionales y regionales. Posteriormente, los instru- mentos de la planificacién se enriquecen con la experien- cia capitalista de Ia intervencién estatal para paliar los efectos negativos del ciclo econdmico. Estos procedimien- tos anticiclicos son inconporados a la doctrina econémica por Keynes y, antes que eso, puestos en practica en for ma extensiva por Roosevelt, cuyo New Deal, lanzado en 1933, conforma una politica orientada a hacer frente a los efectos de la gran crisis del 29. Pero es posteriormente, y a partir de la eclosién y auge de los movimientos de li El antidesarrollismo de los adversarios de la planificactén 103 beracién nacional y del derrumbe definitivo del mundo co- lonial, que el concepto de desarrollo planificado se trans- forma en el tema central de la ciencia econémica, Esta simultaneidad entre descolonizacién y preocupacién plani- ficadora obedece a causas ficilmente explicables: los es- tudiosos del tema del subdesarrollo y las clases dirigentes de los nuevos movimientos nacionales en ascenso advier- ten, fuera de toda duda, que dejar librado el proceso eco- némico a su espontaneidad no conduce sino a mas depen- dencia y a mayor retraso relativo. Comprender la necesidad de una politica premeditada, que contradiga la evolucién “natural” de las economfas dependientes, no es de por si garantia de que tal politica tenga efectivamente un con- tenido liberador. No obstante, desenmascarar a los propug- nadores de las viejas tesis iberales del “laissez faire” es ya un importante paso adelante. En las condiciones con- temporineas no existe posibilidad de desarrollo sin pla- nificacién, entendida ésta como una politica predetermi- nada, que enfrente y contrarie las tendencias del subde- sarrollo, en el sentido de crear economias nacionales autodeterminadas, manumitidas de su anterior supeditacién aun esquema de divisién del trabajo a escala internacional que al presente es ya incapaz de sustentar condiciones mi- nimas de bienestar y estabilidad. Uno de los argumentos empleados por quienes niegan la necesidad de programar esta estrategia es el ejemplo de la evolucién de los modernos paises industrializados, Jos que habrian artibado a su status actual al cabo de un des envolvimiento econdmico “espontaneo” y “libre”, es decir, 104, EL programa de la recolucién nacional ‘en el que habria estado ausente una intervencién estatal deliberada, Esta tesis, como muchas otras de extraccién li beral, involucra una deformacién de la verdad histérica. La tealidad fue que, por el contrario, paises como Ingla- terra, Alemania, Francia, Japén o Italia, se consolidan co mo estados nacionales modernos a impulsc de una enérgica intervencién del poder central. En todos estos casos —y muchos otros— el trinsito del fraccionamiento econémico- social y politico del feudalismo hacia una condicién nacio- nal unificada y, simultineamente, hacia la generalizacién del capitalismo que sustituye a la vieja produccién artesa- nal y campesina, tiene lugar al amparo de politicas de pro- teccién aduanera, estrecho control del sistema monetario y bancario y un manejo del impuesto que tiende a favor recer la formacién interna de capital. Las grandes empre- sas estatales aparecen en Jos origenes mismos del capita- lismo, organizan la conquista y colonizacién de nuevas tietras, la pirateria y Ia trata de negros. (En Inglaterra, por ejemplo, el trafico de esclavos fue monopolio de la corona hasta 1807). En el Japén de fines del siglo pasado el gor bierno imperial es e! patrono mis importante de industrias como la siderurgia o los astilleros navales, que pasan luego gradualmente a manos de los monopolios privados cuando adquieren viak‘lidad suficiente. La unificacién de los Esta dos alemanes se hizo al amparo de la fuerte proteccién adua- era impuesta por Bismark frente a la competencia inglesa; un signo similar tuvo la politica inspirada por Cavour en Itar lia. Todos estos ejemplos, que podrian mulkiplicarse, se refie- ren a fa etapa de nacimiento de las que hoy son grandes na- El antidesarrollismo de los adversarios de la planificacién 105 ciones industrializadas. Es casi innecesario sealar que en la época actual aquella intervencién de poder estatal en las actividades econémicas, lejos de reducirse, se ha extendido sin excepciones: la decisiva participacién de los fondos pé- blicos en las principales inJustrias italianas, la proteccién y estimulo que el gobierno japonés otorga a la concentra cién de la industria en un reducido grupo de grandes con sorcios, las devaluaciones o revaluaciones de que han sido objeto las principales divisas fuertes, 0 las medidas pro- teccionistas que nuestros adquirentes de carne y granos han aplicado en funcién de 3 pocos ejemplos. El libre juego de las leyes del mercado, la libre forma- cién de los precios, la libre empresa o el libre cambio son conceptos y términos sacados de la galera del liberalismo, que pudieron tener alguna validez —restringida, como lo prueban los casos citados arriba— en la etapa del capita- lismo de libre competencia, pero que carecen de ella en absoluto en Ia era del capitalismo de monopolio, cuyas le- yes son diferentes a las de la economia clisica. La espon- taneidad ha dejado lugar a la planificacién mas rigurosa, que es la programacién de las grandes corporaciones mul- tinacionales, lo cual involuera no s6lo control de mercados, fijacién de precios y regulacién de volimenes de produc: cién, sino que se extiende al ambito ideol6gico, cultural e informativo, gravita sobre la opinién piblica, modela el pensamiento de algunos sectores sociales y condiciona las actitudes de ciertos dirigentes, : exclusiva conveniencia son unos 108 El programa de la revolucién nacional 6. La “antieconomicidad” del desarrollo. Todas las iniciativas de desenvolvimiento industrial sus- titutivas de importaciones son siempre objetadas por su presunta antieconomicidad. Esta oposicién sube de tono y se exacerba cuando de lo que se trata es de reemplazar por produccién local los insumos industriales bisicos pro- ducidos por la industria pesada (cuya importacién supone de nuestro pais un egreso anual de divisas del orden de Jos 2.000 millones de délares). Se trata este de un pro- blema que ejemplifica quiz4 mejor que ninguno porque, si se deja librado a su espontaneidad el proceso de capital zacién y crecimiento de una economia subdesarrollada, no se lograra contrarrestar su creciente empobrecimiento re- Iativo; esto ltimo requiere enfrentar la programacién del monopolio con la planificacién y la decisién politica del desarrollo. La objecién inicial que debe enfrentar cualquier pro- yecto industrial que agravie el negocio tradicional de la importacién es tan trivial como esto; gpara qué producir aqui lo que puede comprarse en el exterior con ventajas de precio y calidad? Vale decir, que la posibilidad de far bricar acero, quimica pesada, celulosa o papel, por via de ejemplo, queda condicionada a que nuestros costos inter- nos de produccién sean equiparables a los vigentes en las naciones altamente desarrolladas, No existe, por supuesto, un solo precedente histérico de pais alguno que haya lo- grado industrializarse sin imponer estrictas medidas de protéccién aduanera contra la competencia de la industria Lu “anticconomicidad” del deserrolto 107 extranjera, que siempre es, inicialmente, mejor y mis ba- rata, Es cierto que bay que pagar un tributo para alcanzar el desarrollo. En un principio es siempre mis oneroso pro- ducir que importar lo que se fabrica en el exterior a favor de las ventajas caracteristicas de la produccién monopé- lica en el mundo industrializado (escala masiva; servicios eficientes: reducida gravitacién en los costos unitarios de Ja energia, el transporte, la comercializacién y los gastos financieros: programacién productiva para un mercado conocido y extenso). Seri necesario, ademés, enfrentar Ja competencia de precios de monopolio, disminuidos con la intencién de hacer abortar el intento sustitutivo. Pero ese tributo lo tuvieron que oblar en su momento, y sin excepcién, todas las naciones hoy industrializadas, que de- Jaron atras el estadio agricola bajo la proteccién de bar rreras aduaneras para su industria incipiente. Un extremo de aquel pensamiento simplista lo encon- tramos en las posicjones de nuestros librecambistas de fi- nes de siglo, que consideraban que era mejor vender el trigo en grano e importar harina “para no encarecer el pan de los pobres”. En rigor, de no haberse aprobado las medidas proteccionistas defendidas por Carlos Pellegrini y Vicente Fidel Lopez a fines de la década de 1870, las cuales gravaron la importacién de trigo, los argentinos ha- briamos seguido adquiriendo cereales en el exterior —com> entonces Io haciamos en Chile— por ser “mejores y mis baratos”. El argumento de que las medidas de proteccién a la produccién interna castigan al consumo, encierra un so 108 ° El programa de ta revolucién nacional fisma manifiesto. Al consumidor como tal le resulta irre- levante el precio nominal de los articulos; s6lo le concierne Ia posibilidad concreta que tenga de adquirirlos, A su vez, esta posibilidad no depende de que los precios internos se acerquen mis 0 menos a los internacionales, sino de la existencia de fuentes de trabajo que generen salarios de nivel suficiente para posibilitar aquel consumo. Asi, las medidas proteccionistas funcionan como tales no sdlo en relacién a la produccién que amparan sino también res- pecto dl trabajo que la crea y al salario que éste genera ¥y sw efecto econdmico es permitir la aparicién tanto de produccién como de mercado internos. Por otra parte, los costs bajos y Ia elevada calidad son resultado de una evor lucién que, universalmente, se inicia en costos mis elevar dos y calidades no siempre satisfactorias, Ya lo sefialaba Carlos Pellegrini en 1897, cuando ante el auditorio de la Unién Industrial rememoraba Ja lucha librada veinte afios antes para obtener la proteccién estatal a cuyo abrigo se desarrollé la posterior riqueza agricola argentina: “Pues bien —decia Pellegrini—, se pusieron los derechos, se pro- tegid Ia industria agricola en el convencimiento de que era una de las industrias més indicadas para esta protec’ cién y a los pocos afios la situacién habla cambiado radi- calmente y hoy dia el pan del pobre, es decir, el trigo que valia treinta pesos vale nueve, y el pan blanco se come hoy en el mas pobre rancho de la Repiblica Argentina”. El transcurso del tiempo ha simplificedo considerable mente los términos de aquellos debates histéricos; y esto no sélo porque la posicién librecambista no puede ya en- mascarar su complicidad con los intereses de la importa- La “antieconomicidad” del desarrollo 108 cién bajo cortinas de humo doctrinarias, sino porque se han modificado los términos de la alternativa planteada. Esta ya no exige mis optar entre la produccién nacional o la extranjera, sino entre producir localmente o restrin- gir progresivamente el consumo, en especial el de los in- sumos industriales bisicos, por falta de capacidad de com- pra externa, esto es, por insoslayables impedimentos de balanza de pagos que aparecen como consecuencia de la definitiva quiebra de la vieja estructura productiva. La realidad contemporanea —la época de la concentra: cién monopélica y de Ja crisis general del mundo subde- sarrollado— introduce elementos nuevos en el debate de Jo que es “caro” y “barato” en materia de sustitucién de importaciones. Por una parte, las corporaciones multina- cionales que monopolizan la provisién de los articulos que se pretende sustituir por produccién local fijan sus precios no en funcidn de sus costos de produccién sino del pro- pésito de eliminar competencia, estrategia que, a plazo me- diato, maximiza sus beneficios. Por otro lado, dentro de los paises subdesarrollados, la insuficiencia de la estrucr tura de servicios, la gravitacién negativa del aparato es tatal improductivo, el encarecimiento de los insumos de importacién y las dificultades propias de toda iniciativa renovadora tienden a incrementar los costos intetnos. Ven- cer estos obstéculos, que facilitan las maniobras de los intereses importadores en el sentido de demorar el proceso de sustitucién, exige consolidar politicamente el frente in- terno y determinar con precisién las prioridades de inver- sién, En sentido opuesto actian las razones de hecho men- cionadas antes: la progresiva reduccién de la capacidad de 110. El programa de la revoluctin nacional compra externa por habitante ayuda @ resaltat la necesi- dad de autodeterminacién en lo reference a industrias bi- sicas, como Unico camino hacia la pleva afirmacién del potencia nacional, La tesis antidesarrollista de que una inversién industrial en un pais subdesarrollado, para ser conveniente debe ser “econdmica” en términos de costos de produccién propios de una nacién industrializada ha sido objeto, mas recien- temente, de nuevas formulaciones. Una de ellas es la que hace hincapié en la presunta “antiecononicidad” de las in- versiones extranjeras, en funcién del egreso de divisas que involucran en concepto de dividendos, intereses y regalias. En la prdctica, y en especial para los rubros de la industria pesada, prescindir de la inversién extranjera —que supo- ne la aplicacién de capital y tecnologia avanzada en forma inmediata, masiva y simulténea— equivale habitualmente a prescindir de la propia imversién y, en geneval, a aplastar el ritmo de la industrializacién. Con lo que termina incur rrigndose en la suprema antieconomicidad de proseguir ata- dos a la importacién y, con ello, a la anemizante sangria de divisas implicita en el deteriovo de la relacidn de inter- cambio. La falacia “economicista” se suele encubrir también bajo el argumento de la insuficiente dimensén del mercado in- terno, La envergadura de este, se afitma, no hace posible la instalacién de plantas de proporciones éptimas, que ex: cederfan la capacidad actual del consumo, Esta idea se fun- da en la peticién de principio conforme a la cual si no hay mercado no puede haber desarrollo, Jo que equivale a decir que no habiendo cristianas no podia escribirse el -Priovidud al consian 0 a tos medins de produceisn? 111 Evangelio. La experiencia histdrica es la inversa, ya que es el desarrollo el que crea el mercado interno,” sin per- luicio de que resulte una verdad de Perogrullo afirmar gue era mis ffeil hacerlo en la Alemania de Bismark que en Uruguay 0 Bolivia al dia de hoy. Mds alld de todo esto, en el caso concreto de la Argentina, la magnitud de si constemo justifica, para cualquiera de las industrias fun- damentales en las que somos deficitarios, la instalacién de iia o mds plantas de la escala mds grande que aconseje It tecnologia de avanzada, 7. {Prioridad al consumo o a los medios de produccién? En cualquier pais subdesarrollado, la elaboracién de un plan econémico presupone una opcién inicial entre dos estrategias alternativas de crecimiento que, bisicamente pueden identficarse con la industrializacién a partir de los sectores bisicos o a partir de las ramas ligadas al con- sumo. La eleccién del primer camino abre la perspectiva Gel desarrollo autodeterminado y del crecimiento jninte- rrumpido de la capacidad de produccin, La del segunda implica, por lo pronto, mantener sin cambios la estructura del comercio exterior, con la sola diferencia —que comn hemos visto acentiia {a vulnerabilidad del sistema produc tivo— de que se importan menos bienes de consumo y més productos intermedios. De este modo prosigue inalterado el empobrecimiento de la economia a través del deterioro de los términos del intercambio. A poco andar se advierte, ademés, que el margen de expansién de las nuevas indus. 12 El programa de la revolucién nacional trias esti inflexiblemente limitado por la’ decreciente po- sibilidad de incorporar materias primas y bienes de capital de importacién (en otro lado hemos analizado la inconsis tencia de las tesis comercialistas que, ante esta barrera insoslayable, proponen multiplicar la exportacién, ya de materias primas tradicionales, ya de procuctos de la nueva industria). No existe quiz mejor ejemplo que el de nues tro pais de que por un rumbo como ese no se logra emer- ger del subdesarrollo. Quienes se oponen a asignar prior ridad a las industrias pesadas suelen disfrazar esta pox tura detris de formulaciones como las siguientes: “es ne- cesario otorgarle prioridad a las necesidades de tipo so- cial”; “conviene comenzar con industrias mano de obra intensivas”, “es mejor una tasa de crecimiento reducida, pero que mantenga las decisiones en el ambito nacional y no obligue a recurrir al capital extranjero”; o,"por iltimo, “es preferible desenvolver industrias vinculadas a la posi- bilidad de exportar™. Tras muchas de estas falacias, por lo demis facilmente rebatibles, suele plantearse una falsa op- cién entre consumo y desarrollo, La realidad es que, des- de el punto de vista de la produccién, el tmico mecanismo idéneo para lograr una alta tasa de crecimiento del con junto de la economia, incentivar el ritmo de inversién ‘global y, consecuentemente, el incremento de la capacidad el de ampliar el tamaiio preexistente del drea productora productiva de bienes de consumo + servicios piiblicos, es de insumos bdsicos, equipos y maquinarias. No se trata, por tanto, de una opcién entre consumo o desarrollo, sino de que éste es la condicin necesaria para obtener una tasa elevada y estable de incremento en aquél. Por lo tanto, ePrioridad al consumo 0 @ los medios de producciéa? 113 cuanto mis alto sea el deseado crecimiento futuro del con- sumo, mayor es el esfuerzo de inversién en los sectores basicos requerido en Jo inmediato, Hemos indicado reite- radamente que, por la indole intrinsecamente expoliatoria de nuestro comercio exterior, seria ilusorio pretender pro- veer las necesidades de medios de produccién con las in- gresos generados por las exportaciones. Pero aun cuando esto fuera hipotéticamente posible, su fabricacién nacior nal continuaria siendo un requisito del desarrollo. Lo contrario haria canalizar hacia el exterior los efectos mul- tiplicadores de Ja inversién reproductiva, la cual supone, ademas del aporte al producto de la radicacién industrial en si, inversiones complementarias en infraestructura, com- pras a la industria y servicios locales, promocién de eco- nomias regionales, seguridad en el abastecimiento, posibi- lidad de ejercitar influencia en el precio de insumos que gravitan decisivamente en la estructura de costos y, en ge neral, incremento del ingreso obrero y la ganancia empre- saria internos. Es sabido, ademis, que una politica de desarrollo no comprime sino multiplica los requerimientos al sector exter’ no, aunque orientados a rubros distintos, con lo que la capa- cidad de compra de las exportaciones deberd igualmente estimularse para poder realizar las importaciones requeri- das por la inversién en los sectores bisicos Multiplicar aceleradamente Ja riqueza social 0, lo que es lo mismo, vencer al subdesarrollo, requiere, sin excep- ciones, la posesién de una estructura industrial integrada verticalmente a partir de los rubros de base. Pero, zqué implicaciones tiene la eleccién de tal camino en la distri- 114 El progroma de la revolucién nacional bucién social de la nueva riqueza creada? 0, en ‘otros. tér- minos, Zcudles son las consecuencias sociales de la expan- sién de las fuerzas productivas? La experiencia histérica demuestra que este interrogante no admite una respuest1 uniforme, La revolucién industrial iniciada en Inglaterra a fines del siglo XVIII, por ejemplo, significé un salto adelante sin precedentes en la productividad del trabajo; durante su transcurso, sin embargo, y mientras el viejo or” den feudal terminaba de ser barrido por la irrupcién del ca- pitalismo, la explotacién del trabajo asalariado conocié los extremos mis despiadados. En la atrasada Rusia de los zares, la revolucién de 1917 marcé el comienzo de un crecimiento econémico que, ya a partir de la altima Gran Guerra, habia convertido a la URSS en la segunda poten- cia mundial; aunque el enorme sacrificio social que exi- gid su gestacién no ha terminado atin de ser evaluado, un dato elocuente lo configuran los millones de muertos que ocasionaron las represiones a los alzamientos campesinos, equiparables a una segunda guerra civil. En 1975, en cam: bio, y en especial en un pais como la Argentina, un pro- ceso de desarrollo nacional involucra indefectiblemente -y en forma inmediata el trénsito hacia niveles sociales supe- riores y formas distributivas mds justas. Sin perjuicio de que siga siendo aritméticamente inexorable que la oferta global de la economia debe repartirse entre inversiones y consumo, y que una elevacidn de las primeras presume un descenso relativo del segundo, es aquella oferta global la que experimenta un rapido aumento —como consecuen- cia de una politica econémica que se propone como obje- tivo la expansién del mercado interno— el cual permitir4, GPrioridad al consumo 0 a los medios de produccién? 115 fen nuestro caso, minimizar el costo social del desarrollo. ‘Aunque las sucesivas politicas antidesarrollistas soporta- das por el pais desde 1962 no se han ejercido impunemen- te, pues se ha logrado resentir Ia capacidad de reproduccién del capital social, sigue habiendo diferencias esenciales en- tre la Argentina al dfa de hoy y, por via de ejemplo, la URSS de la segunda década del siglo. Es atil precisar este cotejo pues con frecuencia se recurre a él para intentar de- mostrar la’ presunta inviabilidad politica de las tesis desa- rrollistas que presupondrian —se afirma— restricciones in- aceptables al consumo. Por lo pronto, en nuestro caso no hay una economia devastada por la guerra ni est desarti- ticulado el aparato productivo; no existen, tampaco, obs- taculos fundamentales para obtener la participacién de ca- pitales extranjeros, salvo paradéjicamente, los derivados de la competencia que nos hace el propio bloque Nacional, bases del, 22 OMestrategia y téctica, 139, 143 — FREJULI y, 168 = Fuerzas Armadas y, 174 — justificacién hhist6rica, 144 = Peron y el, 154 — revista “Qué” y, 158 hice Raat Ly el, 148 - ‘ivica Radical , 14 = YS Sito, expresién politica del, 47 N Nacién, cultura y esustruceiin de Ja, 21 Jonalismo de derecha, : ecient lizacion, de los ferrocarsiles, 129, 155 — peronismo y, 155 Natafded, contsc, versus desarrollo, 80 ° Objetivos nacionales comunes a todos los sectores sociales, 172, Oligarquia terrateniente, subdesarrollo y, 97 Onganfa, general, 165 gOpcién’ entre consumo y desarrollo?, 112 P Pablo VI, industrializacién y, 177 — intercambio mundial, 52 Pacto Social, 142 Pellegrini Carlos, 108, 146 — proteccionista, 107, 108 Perén, continuador de Rosas e Yrigoyen, 153 — expropiacién de la tierra, 32 — Frondizi, acuerdo de 1958, 147, 160 ~ “La tinica verdad es la realidad”, 141, 167, 168 Peronismo, 153 — cafda’ del, en 1955, 157 — Io esencial en el, 19 Petréleo, autoabastecimiento, 117, 128 — batalla del, en 1958, 117, 120 Plan Trienal, 130 Planificacién, 119 ~ los adversarios de Ia, 102 Precios internacionales, 55, 62, 70, 100 Prioridades, gal consumo 0 a los medios de produccién?, 111 — determinacién de las, 116 — en 1958, 117 Programacién econémica, técnicas de la, 119 Q “Qué”, tribuna del Movimiento Nacional, 158, 159 Quesada, Ernesto, historiador, 15, 16 R Reforma Universitaria, 150 “Régimen y causa”, 17 Relacién de intercambio, deterioro dé la, 63, 64, 110 Renta territorial, 98 Revisionismo histérico, 13, 14, 15, 16 Revolucién nacional, programa, 91 Rivadavia, Bernardino, 16 Roca, Julio A., 67, 146 Rosas, dictadura de, 17 — revisionismo histérico y, 15, 16 s Saenz Pefla, Roque, 148 Saldias, José Antonio, historiador, 15, 16 San Nicolas, Acuerdo de, 17 Savio, general, 178 Subdesarrollo, gArgentina subdesarrollada?, 41 — argentino, ‘particularidades, 53, 66, 70 72 — crisis general del mundo subdesarrollado, 59 — dependencia del, 55, 56 = Juan XXIII y el, 45 — deterioro, de la relacién de intercambio, 63, 64 — oligarqufa terrateniente y, 97 — rasgos distintivos, 48 — violencia y, 174 Sustitucién de importaciones, 109 T Técnicas de programacién, funcién de las, 119 Tercer Mundo, 83 — ideologia tercermundista, 84, 85 U U.CR.L, partido para el Frente Nacional, 141, 157, 159 UCRP. 141 Unidad Nacional, tender hacia Ja, 19 Unién Demoeratica, 154 Vv Lépez, Vicente Fidel, proteccionista, 107 Y Yrigoyen, ascenso del pueblo al gobierno, 147, 150 = FORA del IX Congreso e, 150 — primera presidencia, 13, 149 — Reforma Universitaria, 150 — segunda presidencia, 151 Yrigoyenismo, expresin politica del Movimiento. Nacional, 4 ~ ‘insuficiencia del, 152 INDICE GENERAL Capfruto I: LA METODOLOGIA DE INVESTIGACION DE NUESTRA REALIDAD 1, Conocimiento cientifico y accién revolucionaria .... 11 2. El Liberalismo, el revisionismo y nuestra concepeién integradora de la historia . 7 a 3. La cultura y la construccién de la Nacion .. at 4. El problema agrario ..........00ee00+ 25 5. El Federalismo y la integracién nacional de las re- a giones Capfruto II: LA TRANSFORMACION DE LA ESTRUCTU- RA DEPENDIENTE 1, La Argentina es un pais subdesarrollado? . aL Desarrollo y subdesarrollo, dos polos contradictorios ¢ integrados ... see 43 3. El monopolio, titular del poder cconémico sereeeeeee 46 4, Los rasgos distintivos del subdesarrollo . ... 48 5. Dominacién imperalistay dependencin subdesarro- llada . . 55 6. La crisis general ‘del ‘mundo subdesarrollado . . 59 7. Las particularidades del subdesarrollo argentinto .... 66 8. Desarrollo nacional no equivale a autarquia . 4 9. Control de la natalidad versus desarrollo 80 10. No hay tres mundos, sino sdlo dos 83 11. La verdadera opcidn: desarrollo o disolucién de la individualidad nacional ....-....ssseeeeseeeeeeeee 86 Castioto Il: EL PROGRAMA DE LA REVOLUCION NA- CIONAL Y LAS FALSAS ALTERNATIVAS, 1, Objetivos de la tarea critica .. : 2 Desarrollo nacional y desarrollo econémico « 3. Beneficiarios y damnificados del cambio de estrue- fUAS eee eee va : 4. gBxisten los enemigos del progreso? : 5. El antidesarrollismo de los adversarios de la planifi- cacién : : 6. La “antieconomicidad” del desarrollo . 7. gPrioridad, al consumo 0 a Tos medio de Pro. duecién? ". : 8. La determinacién de las priridades 9. La funcién de las técnicas de programacién .. 10. El papel del capital extranjero : LL. La estabilidad sin desarrollo : 12. El Estado empresario, ggarantia contra el monopolio? 13. Inflaci6n, déficit y endeudamiento, para el desarrollo 14, La propuesta integracionista de allanamiento de las barreras nacionales ....... : : : 88 £8 Capfroto IV; ESTRATEGIA ¥ TACTICA DEL MOVIMIEN- TO NACIONAL 1. Teoria y praxis del Frente ....000.00eceeeeceee 2. Justficacin histérica del Movimiento Nacional 3. Yrigoyen o el ascenso del pueblo al gobierno ... 4. Perdn, continuador de Rosas e Yrigoyen . 5. La U.GRLL, un partido para el Frente Nacional 6. 1958-62: las bases materiales de la independencia na- cional 7. Crisis y recomposicién del Frente... 144 447 153 137 160 163 8. Del Frente técito de 1966 a la victoria del 11 de marzo de 1973 ... : 9. La ficcién de un cambio . 10. Frentismo y acuerdismo 11. Objetivos nacionales comunes a todos los sectores sociales 12. La responsibilidad de una etapa decisiva INDICE ANALITICO .... 165 167 am 179 119 181

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